¿Se puede ver - Asociación Civil CIENCIA HOY

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Fernando D Stefani y Pedro F Aramendía
Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA
¿Se puede ver
una molécula?
Cómo se estudia el comportamiento
de moléculas individuales
L
as moléculas constituyen las unidades fundamentales de la materia, están compuestas
por dos o más átomos, y tienen tamaños y
formas variables. Las de hidrógeno u otros
gases simples están compuestas por dos átomos y miden algunas décimas de nanómetro (millonésimas de milímetro o 10-9m, nm). Macromoléculas
como los polímeros orgánicos (por ejemplo, el polietileno) o muchas moléculas de seres vivos o biomoléculas (por ejemplo, las proteínas) están compuestas
por miles de átomos y alcanzan tamaños de decenas
de nanómetros.
Para el ser humano, ver las cosas constituye una de
las evidencias más directas. Las moléculas tienen tamaños mucho menores de lo que puede distinguir el ojo
humano, incluso con la ayuda de los mejores microscopios tradicionales. De hecho, la noción de molécula
nació como un modelo conceptual de la realidad y no
como una descripción de algo que se veía. Este concepto se estableció firmemente porque permitió explicar la estructura y las reacciones de los compuestos
químicos.
¿Por qué no podemos ver las moléculas? La visión
consiste en detectar la luz reflejada o dispersada por
un objeto iluminado. Utilizando microscopios ópticos
podemos ver objetos muy pequeños, pero su tamaño
debe ser igual o mayor que la longitud de onda de
la luz empleada para iluminarlos; si no es así, la dispersión de luz es invisible. Como la luz visible tiene
longitudes de onda que van desde los 400nm (violeta)
a los 700nm (rojo), todas las moléculas, incluso las
más grandes macromoléculas, resultan invisibles para
el ojo humano (ver el recuadro ‘Las moléculas y las
radiaciones’).
¿De qué se trata?
Ingeniosas técnicas para ‘ver’ lo que es demasiado pequeño para que el ojo humano lo distinga, aun
con la ayuda de modernos microscopios ópticos.
8
ARTÍCULO
Las moléculas y las radiaciones
U
na molécula es un conjunto espacialmente ordenado de átomos y constituye la unidad fundamental de la materia. Los átomos
tienen núcleos formados por protones, con carga eléctrica positiva, y neutrones, sin carga; además, tienen electrones,
distribuidos alrededor del núcleo y con carga negativa. Los átomos resultan así eléctricamente neutros. En la molécula los
electrones pueden tomar diversas configuraciones, en las que ocupan los llamados orbitales, que fijan su distribución espacial. En
su configuración más estable, los electrones se ubican en los orbitales de menor energía. Los electrones pueden pasar a orbitales
de mayor energía mediante algún proceso como, por ejemplo, excitación eléctrica, por choques o por absorción de radiación, que
es lo que nos incumbe en este artículo.
Las radiaciones electromagnéticas –como la luz visible, la ultravioleta y la infrarroja, los rayos X y los rayos gama– son campos
eléctricos y magnéticos que se propagan y oscilan de forma periódica con una frecuencia ν. La longitud λ de sus ondas es igual al
cociente entre la velocidad de la luz (c) y la frecuencia de oscilación: λ = c/ν. Una de las propiedades de la radiación electromagnética,
encontrada por Max Planck (1858-1947) a comienzos del siglo XX y luego tomada como una de las bases de la mecánica cuántica, es que
esas radiaciones están formadas por cuasipartículas denominadas fotones, que transportan la energía electromagnética. La energía de un
fotón está determinada por el producto de la frecuencia y la llamada constante de Planck (h): E = hν. En este contexto, la intensidad de
la radiación se interpreta como un flujo de fotones.
En el proceso de absorción de luz, una molécula absorbe un fotón y, como consecuencia, un electrón molecular pasa a un orbital
de mayor energía; se dice entonces que la molécula está excitada. Este proceso es aleatorio o estocástico, y su probabilidad aumenta
cuando los fotones poseen exactamente la energía necesaria para mover electrones de un orbital de baja energía a uno de mayor
energía. Si un fotón no tiene suficiente energía, no puede producir la transición del electrón, pero tampoco lo hace si la tiene en exceso.
Por otro lado, cuanto mayor es la intensidad de la luz, mayor es la probabilidad de excitación de la molécula, simplemente porque hay
más fotones que pueden ser absorbidos por ella.
¿Cómo retorna una molécula excitada a su estado fundamental? Una molécula excitada puede liberar la energía adquirida
por la absorción de un fotón mediante diversos procesos. Los más comunes son: (i) mediante colisiones con otras moléculas
que estén su alrededor, y (ii) emitiendo otro fotón, siempre de menor energía, es decir, de diferente frecuencia o color, que el
fotón absorbido. Este último mecanismo corresponde al fenómeno que se denomina fluorescencia y está ilustrado en la figura
1 (izquierda). La fluorescencia es algo frecuente en la vida cotidiana: por ejemplo, las aguas tónicas, que contienen quinina,
adquieren por esta razón un aura azulina cuando son iluminadas por luz ultravioleta y lo mismo hacen las marcas agregadas a los
billetes de banco para garantizar su autenticidad.
Figura 1. Izquierda. Descripción esquemática de los pasos del proceso de fluorescencia molecular. Excitación desde el estado fundamental S0 a uno excitado
Sn por absorción de un fotón (A). Mediante relajación vibracional intramolecular (RVI) la molécula queda en el estado excitado S1, del que regresa al S0 sea por
decaimiento no radiactivo (DNR) o emitiendo un fotón de fluorescencia (F).
Centro. Arreglo usual para la detección de fluorescencia de moléculas individuales.
Derecha. Imagen y gráfico superficial de la fluorescencia de moléculas individuales. El tamaño de las señales está dado por la resolución del sistema
óptico, típicamente 200-400nm, pero la posición de las moléculas puede determinarse con mucha mayor precisión ajustando las señales y determinando su centro.
Sn
RVI
Molécula
˜ 1nm
S1
Moléculas
individuales
Muestra
A
DNR
F
So
16
14
12
10
8
6
4
2
0
1µm
Imagen de fluorescencia
de moléculas individuales
Posición de
la molécula
Objetivo
Excitación
k cuentas/s
Foco
˜ 300nm
Espejo
dicroico
Fluorescencia
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Una manera de obtener información sobre la estructura molecular es usar radiación con longitudes de
onda mucho menores (del orden del nanómetro, como
los rayos X) y valerse de detectores de esa radiación que
reemplacen al ojo humano. Experimentalmente esto es
una tarea posible pero muy exigente, ya que se requieren
miles de millones de moléculas idénticas (del orden de
1010), perfectamente ordenadas en un cristal y en condiciones de laboratorio muy cuidadas, para obtener una
medición razonable.
Entonces, ¿cómo podemos analizar las características y la evolución de una sola molécula? Hoy existe
un número de técnicas que permiten estudiar diversas
propiedades de moléculas individuales. Por ejemplo,
las microscopias de sondeo superficial permiten conocer la topografía (microscopia de fuerza atómica) o la
distribución electrónica (microscopia de efecto túnel)
de moléculas individuales. Claro que, por ser técnicas
de sondeo superficial, quedan limitadas a moléculas
adsorbidas, y en muchos casos inmovilizadas, sobre un
sustrato (ver recuadro ‘Las microscopias modernas: el
sondeo molecular’).
En este artículo presentaremos otra familia de técnicas basadas en luz visible con capacidad de detectar y estudiar moléculas individuales, que pueden absorber luz.
Los electrones de una molécula pueden tomar la energía
de un fotón para pasar de su estado fundamental (un
orbital de mínima energía) a estados excitados (orbital
de mayor energía). Esos electrones excitados pueden regresar a su estado fundamental y liberar esa energía extra mediante la emisión de luz. Este proceso de emisión
de luz se denomina fluorescencia molecular. El recuadro ‘Las
moléculas y las radiaciones’ explica algunos conceptos
básicos sobre el tema y la figura 1(izquierda) describe
esquemáticamente el proceso.
Un aspecto clave de la fluorescencia es que en el
lapso entre la absorción y la emisión de luz, la molécula puede perder parte de la energía mediante otros
mecanismos, por ejemplo, mediante interacciones con
un solvente o medio que la rodee. La energía del fotón
absorbido es siempre mayor que la del fotón emitido, lo que implica que la longitud de onda de la luz
absorbida es siempre menor que la de la luz emitida.
Experimentalmente, esta diferencia de colores entre
la luz absorbida y la emitida permite separar ambas
luces mediante filtros de color, y detectar con gran
sensibilidad la emisión, hasta el punto de poder acusar
la luz emitida por una sola molécula. En este artículo
explicaremos cómo, a pesar de no poder ver una molécula en el sentido estricto, el hecho de que podemos
descubrir la luz emitida por ella permite obtener valiosa información científica. La detección y espectroscopia de moléculas individuales basadas en fluorescencia comenzó hace unos veinte años con los trabajos
pioneros de William E Moerner, de la Universidad de
10
Las microscopias modernas:
el sondeo molecular
L
a expresión microscopios tradicionales utilizada en los
inicios del artículo se refiere a los microscopios ópticos,
los más antiguos inventados en el afán de poder ver objetos
demasiado pequeños para que los distinga el ojo humano. Los
primeros datan de alrededor de 1600. Hacia 1930 aparecieron
los microscopios electrónicos, que usan un haz de electrones,
en lugar de un haz de fotones, para irradiar la muestra.
A principios de la década de 1980 se desarrollaron los
microscopios con sondas de barrido superficial. Operan moviendo
con gran precisión una punta muy aguda, llamada sonda, sobre
una superficie, y midiendo la interacción entre ambas. Según
la interacción que se procure medir, será la variante utilizada
de esta microscopia. Por ejemplo, en la microscopia de fuerza
atómica (AFM), la sonda está unida a un resorte muy sensible
que permite medir la fuerza ejercida sobre ella. Cuando barre
la superficie a distancia fija, la fuerza ejercida sobre la sonda
provee información sobre la topología de esta. Si se estudian
superficies ultraplanas, como un plano cristalográfico de oro o
de grafito, se puede medir la topografía de moléculas adsorbidas
sobre ellas. Otro ejemplo es la microscopia de efecto túnel. En
este caso se usan sondas conductoras, se aplica una diferencia
de potencial entre la sonda y la superficie, y se mide la corriente.
Se denomina microscopia de efecto túnel porque no existe un
contacto eléctrico entre la sonda y la muestra. Los electrones
deben pasar de una a otra mediante el efecto túnel cuántico,
un proceso que ocurre a distancias muy pequeñas. Esta técnica
permite determinar la distribución de los orbitales de electrones
de las moléculas.
La microscopia de fluorescencia es una microscopia óptica, con
la particularidad de que la luz usada para iluminar la muestra es
diferente de la luz detectada. Se usa frecuentemente con moléculas
fluorescentes o marcadores, que dan origen a la luz detectada.
Se ilumina la muestra con luz de longitudes de onda adecuadas
para excitar transiciones electrónicas en esas moléculas. Para ello
se utilizan láseres. Se detecta exclusivamente luz de longitudes
de onda correspondientes a la emisión de los marcadores y se
emplean filtros ópticos en la detección.
El filtrado por colores de las
luces de excitación y de emisión
permite detectar selectivamente
la luz proveniente de
los marcadores. Como
consecuencia, una
imagen de microscopia de
fluorescencia se ve oscura,
salvo donde están presentes los
marcadores.
Un microscopio de fluorescencia
con una cámara digital adosada.
Foto Wikimedia Commons
ARTÍCULO
Stanford, Michel Orrit, de la Universidad de Leiden,
y Richard A Keller, del Laboratorio Nacional de Los
Álamos, entre otros.
Una de las posibilidades más útiles que nos ofrece
la detección de moléculas únicas es poder conocer la
ubicación molecular y seguir la señal molecular en el
tiempo. En materia experimental, además de tener detectores de luz muy sensibles, que sean capaces de revelar la pequeña cantidad de luz emitida por una sola
molécula, es necesario tener en cuenta otros dos importantes factores.
Primero, la molécula de interés debe encontrarse
sola, es decir, debe ser la única fuente de luz dominante.
Imaginemos como analogía que en lugar de una molécula que emite luz queremos detectar una luciérnaga
en la oscuridad de la noche. Al igual que la molécula,
la luciérnaga misma no puede verse, pero se puede divisar la luz que emite. Todos sabemos que la presencia
de muchas luciérnagas dificulta establecer y seguir la
posición de una en particular. Lo mismo sucede con un
cielo muy estrellado. De igual forma, para detectar una
molécula individual mediante fluorescencia se requiere
que esta se encuentre suficientemente separada de otras
de su especie (figura 1, centro). Además, dado que las
moléculas que emiten una señal se encuentran inmersas
en un medio sólido o líquido, es condición necesaria
que los millones de moléculas que integran ese medio
no contribuyan a la señal.
En segundo lugar, hay que considerar los tiempos.
Imaginemos que queremos seguir la trayectoria de vuelo de una luciérnaga en la oscuridad. Las luciérnagas se
mueven rápido y la luz que emiten es intermitente en
intervalos de segundos. Esa intermitencia nos impide
conocer la trayectoria completa de la luciérnaga, pero
no nos impide usar a las luciérnagas para medir trayectorias más lentas. Por ejemplo, si nos ingeniáramos
para fijar una luciérnaga en el lomo de una tortuga,
podríamos usar la luz de la luciérnaga para determinar
con gran precisión la trayectoria de una tortuga en la
oscuridad. De manera análoga, cuando se trabaja con
moléculas individuales es necesario hacer un balance
temporal para asegurarse de que los tiempos que se
quieren medir sean compatibles con los tiempos del
proceso de fluorescencia. Esto se entiende más claramente si se piensa que una molécula excitada por la
absorción de un fotón necesita cierto tiempo para estar
en condiciones de emitir un fotón de fluorescencia y
quedar lista para ser nuevamente excitada. Ese tiempo de desexcitación está en el orden de uno a diez
nanosegundos, e impone un límite a la intensidad de
luz emitida y, en consecuencia, también a los tiempos
necesarios para la detección de moléculas individuales. Además, la emisión de fluorescencia de moléculas
individuales presenta otras intermitencias más prolongadas, debido a diversos procesos físico-químicos (por
ejemplo, excursiones a estados moleculares no emisores de luz).
Teniendo la debida consideración por estos factores,
es posible ‘ver’ moléculas individuales en acción. ¿Qué
información adicional o única se obtiene mediante mediciones de esas moléculas? A responder esta pregunta se
dedican las secciones siguientes.
Más allá del promedio: obtención
de distribuciones estadísticas
Las mediciones químicas tradicionales se realizan
con muestras macroscópicas de un material, las cuales contienen un número enorme de moléculas. Como
resultado se obtiene un valor de la propiedad medida
que es el promedio de los valores de esa propiedad
en cada una de las moléculas de la muestra. Las in-
Figura 2. Izquierda. Ejemplos de distribuciones de probabilidad diferentes de un parámetro (x) con el mismo valor promedio (<x>).
Derecha. Intermitencia en la emisión de fluorescencia de una molécula individual. En este caso se debe a excursiones a estados no emisivos. Señales similares se obtienen debido a otros cambios de estado molecular, como de oxidación-reducción, o cambios conformacionales.
no
sí
no ...
P (x)
Fluorescencia
... sí
<x>
x
t
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1µm
142 moléculas
2 moléculas
64 moléculas
7 moléculas
Figura 3. La microscopia de superresolución por localización de moléculas individuales se basa en activar solo algunas moléculas a la vez, que se encuentren suficientemente espaciadas como para poder ubicar sus posiciones con alta precisión. Se va construyendo una imagen artificial marcando la posición de cada molécula con píxeles
cuyo tamaño representa la incertidumbre en la determinación de la posición. De esta manera pueden resolverse detalles que serían invisibles si todas las moléculas
estuvieses activas a la vez, como están en el primer gráfico.
vestigaciones de moléculas individuales dan acceso a
la distribución estadística de esos valores, es decir, indican
cuántas moléculas tenemos con cada magnitud de la
variable medida, algo particularmente importante en
sistemas complejos o heterogéneos, en los que existe
una variedad de estados moleculares.
Para entender esto volvamos a la analogía de las
luciérnagas. Imaginemos que la intensidad de la luz
emitida por cada luciérnaga depende de su estado de
ánimo: una luciérnaga feliz emite más luz; una triste, menos. Una medición tradicional de la felicidad
de las luciérnagas consistiría en tomar una porción de
aire con un número conocido de luciérnagas, medir
la intensidad de luz emitida y calcular cuánto contribuye cada insecto. Es decir, conoceríamos en promedio
cuán felices se encuentran las luciérnagas, pero nada
podríamos decir sobre la distribución de la felicidad
entre los individuos. El mismo resultado se obtendría
si solo existieran dos grupos de insectos, unos extremadamente tristes y otros enormemente felices, o en
el caso de que todas las luciérnagas lo estuviesen medianamente. La figura 2 muestra cómo muy diversas
distribuciones de una variable pueden dar como resultado el mismo valor promedio.
En sistemas moleculares complejos, ese efecto puede ser muy importante, ya que es posible que haya
moléculas individuales que respondan de manera
exactamente opuesta a un estímulo. En ese caso el re12
sultado de una medición tradicional sería nulo, pues
los valores de unas compensarían a los de las otras en
el promedio, y la existencia de tales respuestas moleculares permanecería oculta. Solo la medición de las
respuestas de moléculas individuales revelaría la verdadera situación. En la práctica, existen muchísimos
sistemas de gran complejidad y heterogeneidad, como
los vidrios, los polímeros o los sistemas biológicos,
por nombrar algunos, en los que las mediciones del
comportamiento de moléculas individuales son especialmente importantes.
Monitoreo temporal de procesos
Otra ventaja importante de las mediciones de moléculas individuales es que permiten seguir fácilmente
la evolución temporal de los procesos. Retornando a
las luciérnagas, imaginemos una población de ellas con
síndrome bipolar (muy común entre las luciérnagas
también en estos días de tanto estrés, hemos sabido).
Cada insecto pasaría por períodos de euforia en los que
emitiría grandes cantidades de luz, y por períodos de
depresión en que casi no lo haría. Una medición tradicional llevada a cabo sobre un gran número de luciérnagas haría creer que todas están más o menos bien todo
el tiempo y los cambios de estado de ánimo pasarían
ARTÍCULO
inadvertidos. La única manera de enterarnos de la bipolaridad anímica es seguir en el tiempo la emisión de luz
de cada luciérnaga.
Lo mismo ocurre con moléculas. Tomemos a las enzimas, que forman o degradan sustancias químicas mediante pasos catalíticos secuenciales o procesos enzimáticos. En una medición tradicional de un gran número
de enzimas, incluso si se sincroniza el comienzo del
proceso enzimático de todas ellas, es imposible obtener
información sobre los pasos catalíticos siguientes, ya
que las transiciones dinámicas de las enzimas individuales son aleatorias y no están relacionadas entre ellas.
En cambio, si se observan las enzimas una por una, se
puede analizar la secuencia específica de los pasos catalíticos, la duración de cada etapa y su resultado. Es
decir, se tiene acceso al proceso enzimático en todo su
detalle. Es más, siguiendo las moléculas individualmente y realizando mediciones adecuadas en el tiempo, es
posible que se pongan en evidencia pasos intermedios
no frecuentes, que en una medición de conjunto quedarían ocultos.
Lo anterior se puede leer en un artículo sobre catálisis enzimática de Sunney Xie, de la Universidad de
Harvard, y otros, citado entre las lecturas sugeridas,
quienes estudiaron la oxidación de colesterol por la
enzima colesterol oxidasa. Esta enzima posee un cofactor que no es fluorescente en el estado reducido,
pero lo es en el estado oxidado. Con ello se tiene una
marca del funcionamiento de la enzima. La sucesión
de estados encendidos (oxidados) y apagados (reducidos) da una medida de la frecuencia de su actividad
enzimática y de la duración de cada paso. Estos procesos se pueden seguir con una resolución temporal que
depende en gran medida de la velocidad de colección
de fotones originados en una misma molécula y que
es del orden de los 100 microsegundos (millonésimas
de segundo, μs).
Resolución espacial de procesos y
superresolución
¿Con qué precisión podemos determinar la posición de una molécula? El poder de resolución de un
microscopio óptico tradicional está dado por el llamado límite de difracción o límite de Abbe, el cual establece el
detalle mínimo que puede observarse en un objeto o,
dicho de otra manera, la distancia mínima que debe
haber entre dos puntos emisores de luz para poder distinguir uno del otro. También se puede decir que es
el tamaño mínimo con el que se puede observar una
fuente de luz.
El límite de difracción de un sistema óptico está dado
aproximadamente por el cociente de la longitud de onda
y la apertura numérica o potencia de la lente utilizada.
Las lentes más potentes de un microscopio óptico tienen
aperturas numéricas del orden de 0,4 a 1,4. Considerando las longitudes de onda de la luz visible, vemos que
la resolución de un microscopio óptico puede oscilar
entre los cientos de nanómetros a algunos micrómetros
(milésimas de milímetro, μm). Pero las macromoléculas
de mayor tamaño, como las proteínas, no superan los
100nm. En consecuencia, a los fines prácticos, cualquier
molécula puede considerarse como un punto emisor de
luz. Así, las señales de fluorescencia de moléculas individuales tiene una distribución espacial que está descripta
aproximadamente por una función gaussiana (o campana de Gauss) con un ancho determinado por el límite de
difracción (figura 1, derecha).
Sin embargo, de la misma manera que el pico de una
montaña puede ubicarse con precisión independientemente del ancho de la base, la exactitud con la que se
puede determinar la posición de una molécula no depende del límite de difracción. Claramente, las señales
tienen un ancho de cientos de nanómetros, pero su
centro, el lugar donde se encuentra la molécula, puede
determinarse con precisión mucho mayor. Una de las
maneras de determinar el centro de las señales es ajustar la distribución espacial de la luz por una función
gaussiana bidimensional, en cuyo caso la ubicación de
las moléculas se determina con una precisión que depende únicamente del número de fotones detectados.
Por ejemplo, si se analiza una señal de 10.000 fotones
provenientes de una molécula, su posición se puede
determinar con una precisión de alrededor de 2nm.
La localización precisa de moléculas individuales ha
permitido dos nuevos tipos de experimentos. Por un
lado, el seguimiento espacial de procesos moleculares
con resolución nanométrica. Por ejemplo, Paul Selvin, de
la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, develó
el mecanismo molecular de desplazamiento de la proteína miosina-V sobre microtúbulos del esqueleto celular. Por otro lado, se ha desarrollado toda una gama de
técnicas de microscopia de fluorescencia con resolución
nanométrica (también llamadas nanoscopias o microscopias
con superresolución). En la figura 3 se muestra esquemáticamente cómo funcionan esas técnicas.
Establecimiento de
orientaciones moleculares
Otra característica importante de la detección óptica de moléculas individuales es que tanto la absorción
como la emisión de luz son direccionales. En otras
palabras, una molécula no absorbe ni emite luz con
igual probabilidad en todas direcciones. Controlando
la polarización de la luz utilizada para excitarla, o bien
Volumen 21 número 124 agosto - septiembre 2011 13
midiendo la polarización de la luz emitida, es posible determinar la orientación de la molécula y de este
modo monitorear cambios rotacionales. Por ejemplo,
la enzima ATPasa (ATP significa adenosina trifosfato) es
una proteína de las membranas celulares que tiene tres
dominios distribuidos alrededor de un eje. Mediante
mediciones en moléculas individuales de ATPasa se ha
observado que esa enzima degrada la ATP en pasos,
asociados con sendas rotaciones moleculares de 120°
de amplitud y siempre en el mismo sentido.
Otras aplicaciones
Como una molécula solo puede absorber y emitir un
fotón por vez, se logra, entre otras cosas, realizar comunicación cuántica, que consiste en la transmisión de información codificada en propiedades de fotones individuales.
Otro campo de aplicación es el funcionamiento de antenas ópticas, que son estructuras de tamaño nanométrico
con la capacidad de concentrar y dirigir luz en regiones
nanométricas.
Conclusiones
Hemos presentado el concepto de detección de
moléculas individuales y descripto el tipo de información que únicamente puede obtenerse mediante mediciones de ellas: (i) información sobre poblaciones
presentes en una muestra y su distribución; (ii) seguimiento temporal de procesos únicos; (iii) seguimiento espacial y obtención de imágenes con resolución
nanométrica, y (iv) seguimiento de procesos moleculares de rotación. La detección, la espectroscopia y el
seguimiento de moléculas individuales han significado
un gran avance del conocimiento y proporcionado valiosa información sobre la química y la física de materiales, las propiedades de sistemas nanométricos y el
funcionamiento de procesos biológicos. El campo de
aplicación de las mediciones de moléculas individuales
está en plena expansión; se puede anticipar que brinde
información cada vez más detallada sobre el mundo
microscópico.
Lecturas sugeridas
AMBROSE WP et al., 1999, ‘Single Molecule Fluorescence Spectroscopy at Ambient Temperature’, Chemical Review, 99: 2929–2956.
BARBARA PF et al., 2005, ‘Single-Molecule Spectroscopy of Conjugated Polymers’, Accounts of Chemical Research, 38: 602-610.
HELL SW, 2007, ‘Far-field optical nanoscopy’, Science, 316: 1153-1158.
YILDIZ AJ et al., 2003, ‘Myosin V walks hand-over-hand: single fluorophore imaging with 1.5-nm localization’, Science, 300: 2061-2065.
PLAKHOTNIK T et al., 1997, ‘Single-molecule spectroscopy’, Annual Revue of Physical Chemistry, 48: 181-212.
STEFANI FD et al., 2009, ‘Beyond quantum jumps: Blinking nano-scale light emitters’, Physics Today, febrero, pp. 34-39.
WEISS S, 2000, ‘Measuring conformational dynamics of biomolecules by single molecule fluorescence spectroscopy’, Nature Structural Biology, 7:
724-729.
XIE S et al., 1998, ‘Optical studies of single molecules at room temperature’, Annual Revue of Physical Chemistry, 49: 441-480.
14
Fernando D Stefani
Pedro F Aramendía
Doctor en ciencias naturales, Universidad
Doctor en ciencias químicas, Facultad de Ciencias Exactas
Johannes Gutenberg, Maguncia.
y Naturales, UBA.
Investigador adjunto del Conicet.
Profesor titular, Departamento de Química Inorgánica,
Profesor adjunto, Departamento de Física, FCEN, UBA.
FCEN, UBA.
[email protected]
Investigador principal del Conicet.
www.nano.df.uba.ar
[email protected]
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