La carrera de la generosidad

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La carrera de la generosidad
Autores: Patricia Villanueva Garza
y su mamá Patricia Garza González
Colegio Himalaya Monterrey
Faltaban
sólo dos días para el gran acontecimiento: la carrera de los 2K, el evento deportivo más importante del ciclo escolar. Bop y todos sus
amigos se habían inscrito para participar, solamente Fafa quedaba fuera de la lista. Fafa era una jirafita muy especial pues
sus patitas eran diferentes de las de todos los demás. Él debía
usar una silla de ruedas para trasladarse de un lugar a otro, y
aunque no podía caminar ni correr ni saltar como sus compañeros, Fafa era un animalito muy inteligente. Le encantaban
las computadoras porque con ellas aprendía y conocía sitios
que de otra manera no podría explorar.
Como Bop era el mayor del grupo, siempre estaba organizando y planeando las actividades de su «pandilla», como él
llamaba a su grupo de amigos, y así todos juntos entrenaban
duro y se preparaban para la gran carrera. Bop pronto se dio
cuenta de que Fafa estaba muy triste porque veía a todos sus
amigos entrenar muy emocionados y él no podría participar.
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–No te preocupes, Fafa –le dijo a la jirafita–. Encontraremos la forma para que puedas participar en la carrera del colegio junto
con todos nosotros. ¡Pensaremos en algún
plan y ya verás que todo saldrá muy bien!
–Gracias, Bop, pero eso es imposible…
Nunca podré correr como ustedes –le contestó Fafa. Bop reunió a todos sus amigos y les
platicó su gran idea:
–Conseguiremos una silla de ruedas deportiva, sentaremos a Fafa en ella y entre todos lo empujaremos hasta llegar a la meta—
les dijo.
Jumpy, el conejo, el más pequeño de todos, se puso muy contento y se ofreció a hacer un gran esfuerzo y brincar muy alto para
ayudar a Fafa a llegar a la meta.
Obee y Abee, las abejitas, pensaron en
atarse con un listón a la jirafita y volar lo
más rápido posible para, desde lo alto, empujar la silla de ruedas.
Los patitos Cuaqui y Quaqua no paraban de cantar, pues estaban muy contentos
de poder ayudar a su gran amigo. Y Mopy,
la hermanita de Bop, dijo a su hermano que
ayudaría a Fafa a cumplir su sueño.
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–¿Qué te pasa, Clebear? Te veo muy pensativo –dijo Bop al osito.
–Pues no estoy de acuerdo en perder el
tiempo ayudando a Fafa –contestó Clebear
un tanto molesto–. Así no podremos ganar la
carrera, iremos tan despacio empujando la silla de ruedas que nunca llegaremos a la meta.
–No seas tan egoísta, Clebear –le dijo
Bop–. Debemos ayudarnos unos a otros, y
ahora es Fafa quien necesita de sus amigos.
¡Planearemos muy bien lo que vamos a hacer
y seguro llegaremos a la meta!
Bop consiguió una silla de ruedas deportiva para Fafa y, junto con sus amigos, le pusieron llantas nuevas, la limpiaron muy bien,
le cambiaron el asiento y la pintaron de
color rojo. Al terminar fueron a casa de Fafa
para darle la gran noticia. La jirafita estaba
jugando con su computadora y, al escuchar
el plan de Bop para que pudiera entrar a la
carrera, se puso muy contento.
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El gran día, uno a uno fue llegando al lugar del evento. Bop venía cargando a su amigo Fafa. Jumpy, Cuaqui y los demás amigos
venían detrás cantando y echándole muchas
porras a la jirafita. El que no aparecía era
Obee con la silla de ruedas deportiva.
–Corre a buscar a Obee porque la carrera
ya va a empezar –le dijo Bop al osito Clebear.
–No cuentes conmigo –contestó–. Correré
la carrera yo solo porque quiero ganar, y si
ayudo a Fafa no podré llegar en primer lugar.
Aunque Bop trató de hacer entender a
Clebear que debía ser generoso y apoyar a su
amigo Fafa, éste no cedió y se adelantó a prepararse para iniciar la carrera.
La carrera estaba a punto de comenzar y
Fafa no podría participar en ella si no llegaba
su silla de ruedas.
–¡Esperen! ¡Esperen! ¡Ya viene Obee con la
silla de ruedas! ¡Esperen, por favor! –gritaba
Bop.
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A lo lejos se veía ya a Obee volando muy rápido para
llegar a tiempo. Jumpy, Quaqua y Mopy lo alcanzaron para
ayudarle a empujar la silla. Pidieron permiso para poner a
Fafa al frente, pero Clebear no los dejó pasar, así que tuvieron
que empezar la carrera detrás de él.
–¡En sus marcas…! ¡Listos…! ¡Fuera!
La carrera dio inicio. Jumpy, el conejo saltarín, pegó de
brincos para poder empujar la silla. Él y Mopy hicieron que
Fafa avanzara por las calles donde se llevaba a cabo la gran
carrera. Bop dirigía a todo el grupo:
–¡A la izquierda! ¡Cuidado! ¡Más rápido! –les gritaba.
Al ver tan cansados a Jumpy y Mopy, Obee y Abee decidieron ayudar a la jirafita y, aleteando lo más rápido que pudieron, lograron que la silla siguiera su camino a gran velocidad.
Todo iba de maravilla. Estaban en los primeros lugares cuando llegaron a una gran subida en la que Clebear los sobrepasó.
–¡Adiós, amigos! Los espero en la meta… –les dijo en tono
burlón.
Esto enojó mucho a Bop, quien les dijo a sus amigos:
–¡Ánimo, compañeros! ¡Hagamos un último esfuerzo, estamos a punto de lograrlo!
Al escucharlo, Fafa, muy emocionada, les gritó:
–¡Gracias, amigos, por su esfuerzo! No importa que no
ganemos la carrera, lo importante es participar.
Los animalitos siguieron empujando la silla de ruedas tan
rápido como pudieron y llegaron a la parte más alta de la pista. No lograban alcanzar a Clebear, quien seguía burlándose
de Fafa. Al llegar a la cima, vieron la línea de meta y se dieron cuenta de que les faltaba muy poco.
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Y así fue como Fafa llegó en primer lugar
a la meta. Uno a uno, los demás amigos fueron llegando cansados de tanto correr. En la
línea de meta, Fafa los recibió con un gran
abrazo y les dio las gracias por el esfuerzo
que hicieron y por haberle dado una satisfacción tan grande que nunca terminaría de
agradecerles.
–Esta medalla de oro no es para mí –dijo
Fafa durante la premiación–. Es para mis
amigos que, trabajando en equipo bajo la dirección de Bop, lograron que yo ganara esta
carrera. ¡Así que pasen todos ustedes a recibir
esta medalla junto conmigo!
Fafa lloraba de alegría y no se cansaba de
agradecer a Bop por su brillante idea.
Clebear, al darse cuenta del error que
había cometido con su actitud tan egoísta, se
acercó a sus amigos para pedirles una disculpa y externó a Bop su admiración por el valor
que tuvo para organizar a todo el grupo y
enseñarles, con su ejemplo, a vivir el valor de
la generosidad y la ayuda mutua.
FIN
Entonces a Mopy se le ocurrió empujar la silla más fuerte,
tanto que se les escapó de las manos y se fue cuesta abajo tan
rápido que Fafa empezó a gritar del susto.
–¡Rápido! –dijo Bop a sus amigos–. ¡Debemos alcanzar la
silla de ruedas para evitar algún accidente! ¡Corran!
Todos se quedaron sorprendidos al ver lo que sucedía. Trataban de alcanzar a la jirafita, pero ésta llevaba tanta velocidad que era imposible llegar a ella.
Fafa iba muy asustado al ver que se acercaba a la meta y
no podría detenerse. Entonces alcanzó a Clebear y empezó a
cambiar su cara de susto por una de alegría ya que, a tan sólo
unos metros de la meta, se colocaba en primer lugar.
–¡Más rápido, Fafa! ¡Tú puedes! –le gritaba Bop.
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