Cuando las cosas no salen bien en la cama

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Cuando las cosas no salen bien en la cama
Cómo superar dificultades y la incomodidad en la intimidad sexual
En todas las áreas de la vida, las cosas a veces fluyen y otras no tanto. El sexo no es la
excepción. Cuando hay alguna barrera que impide el transcurrir natural de la relación
sexual, nos sentimos incómodos. En ciertas circunstancias, la molestia tiene su origen
en el ambiente, otras en la relación y también hay dificultades individuales de uno o los
dos protagonistas. Exploremos algunos casos y estrategias para superarlos.
Situaciones de incomodidad
Quién alguna vez no se ha sentido incómodo en la cama. Hay diversos casos en los que
preferiríamos desaparecer de esa situación a la que no terminamos de entender cómo
llegamos. Veamos algunos ejemplos:
Inseguridad en las propias habilidades amatorias o de seducción. ¿Le gustaré? ¿Sabré
cómo complacerlo? ¿Mis pechos (o genitales o cualquier otra parte del cuerpo) serán lo
suficientemente grandes (o pequeños)?
Miedo anticipatorio de lo que ocurrirá. ¿Tendré una erección? ¿Podré llegar al
orgasmo? ¿Me excitaré lo suficiente? ¿Y si eyaculo rápido? ¿Y si nos descubren?
Disfunciones sexuales: Trastornos en la erección, incapacidad de controlar la
eyaculación, dificultades para la excitación femenina, dolor genital, problemas para
alcanzar el orgasmo, entre otros.
Situaciones ambientales inadecuadas. Olores desagradables, presencias incómodas
(otras personas, mascotas, insectos), ruidos que distraen.
Disgusto por las conductas o características personales de la persona con quien se
está. No me gusta su perfume, grita mucho, tiene movimientos que me resultan
violentos.
Indisposición para el encuentro: cansancio o agotamiento extremos o por consumo de
sustancias como alcohol o drogas.
Los orígenes del malestar: lo de adentro y lo de afuera
Ya hemos visto que las situaciones de incomodidad pueden provenir de distintas
fuentes. Algunas tienen que ver con causas internas y otras tienen su origen en el
exterior de la persona.
Lo propio. Las razones de la intranquilidad provenientes del propio individuo pueden
originarse en aprendizajes, creencias y mandatos que se fueron incorporando a lo largo
de su vida. En la mayoría de las ocasiones, esto aparece de manera inconsciente. Por
ejemplo, la persona cree que no es lo suficientemente atractiva, o que “no sabe” cómo
hacer el amor de una manera sexy, o el hombre está tan apurado por penetrar a su
compañera (por miedo a perder la erección o por ansiedad) que no registra que ella
todavía no está lo suficientemente excitada y no comprende por qué ella se enoja
cuando él eyacula antes de que ella siquiera haya comenzado a estar cerca.
Cuando las causas del malestar son internas, el único camino posible para desterrarlo es
trabajar sobre sí mismo para darse cuenta de las sensaciones, emociones y creencias que
lo acompañan para introducir un cambio que facilite el bienestar.
Lo de la otra persona. A veces, el malestar proviene de algo que propone o hace el otro.
Por ejemplo, tiene mal aliento o besa contrayendo la boca, no se relaja o usa un perfume
que no nos resulta atractivo. En estos casos, dependiendo de la cualidad del vínculo y de
la confianza que exista es necesario, siendo muy cuidadosos con sus sentimientos,
expresar el malestar (propio, sin tirarle al otro la pelota) para encontrar un nuevo estado
de cosas. Esta es una de las situaciones más difíciles de resolver, porque hay que
reflexionar si esta situación tiene que ver con características esenciales de la otra
persona que nos molestan (con lo cual debemos considerar si es verdaderamente alguien
con quien queremos estar) o con algún detalle sin importancia que puede modificarse
para brindar mayor comodidad a ambos.
Si el problema es una disfunción sexual, por ejemplo, lo más probable es que esté
generando malestar a ambos, aunque sea individual. En este caso, también dependiendo
del compromiso de la pareja, el camino para la resolución podrá ser individual o
conjunto.
Lo vincular. Algunas veces, los problemas se originan en la relación; no son causados
directamente por los aportes individuales sino por lo que ambos generan juntos. Por
ejemplo, un varón con cierta inseguridad con respecto a su masculinidad se encuentra
con una mujer muy avasallante y controladora. Es probable que esta conjunción sea
explosiva porque ambos depositarán en el encuentro algo que despertará en el otro no lo
mejor de sí mismos, sino algo difícil e incómodo. Otro caso: una chica con miedos y
traumas relacionados con su sexualidad, se encuentra con un hombre brusco y poco
sensible. Ambos sentirán aumentar su propio nudo emocional y será una avalancha de
dificultades.
El entorno o lo situacional. A veces, los problemas se originan en el ambiente en el cual
se desenvuelve el encuentro sexual. Estas situaciones son las más fáciles de resolver,
porque no involucran temas emocionales que ameritan un proceso interno de
conciencia. En estos casos, bastará con modificar las características del ambiente que
producen el malestar. Si no se puede en la situación actual, estar atentos para la
próxima.
Estrategias de solución
Algunas soluciones son más sencillas que otras.
Cambiar lo que puedo y aceptar lo que no puedo. Lo único que podemos cambiar es lo
que depende exclusivamente de cada uno. Lo que está dentro del propio dominio, puede
modificarse tomando la decisión y el impulso de hacerlo. Lo que no, es necesario
aceptarlo para no sufrir.
Relajarse y confiar. Muchas de nuestras dificultades en la sexualidad serían menos
complicadas si pudiéramos relajarnos y vivir el presente, sin quedarnos atascados en el
pasado o anticipando el futuro. Si logramos entregarnos a la situación, relajarnos y
confiar en nuestra sabiduría corporal, tengamos por seguro que tendremos menos
preocupaciones en la cabeza y más placer en el cuerpo.
Dar tiempo a los procesos. A veces los problemas se producen porque no damos tiempo
a que suceda lo que debe ocurrir. Como cada situación tiene tiempos, etapas y tránsitos
necesarios, si no dejamos que éstos transcurran, probablemente nos enfrentemos a
incomodidades. Si estamos cansados, es necesario descansar; si queremos llegar al
orgasmo, primero es necesario atravesar el deseo y luego la excitación. Si tomamos
mucho vino, el cuerpo necesitará tiempo para limpiarse antes de estar listo para
“funcionar” como corresponde.
Sentido del humor. Es una de las herramientas básicas (aunque no siempre sea fácil o
posible usarlo) para enfrentar y atravesar el dolor. Reírnos de nosotros mismos y de la
situación, con el otro (nunca de él o ella) puede ser una manera exitosa y divertida de
salir de una situación incómoda.
En última instancia: ¡irse de allí! A veces, no hay remedio para lo desagradable, por lo
cual, lo más sabio es alejarse de la situación, ya sea una circunstancia o una relación que
nos incomoda.
Lic. Verónica Kenigstein
Facilitadora de procesos de transformación transpersonal, terapeuta de parejas, sexóloga
e instructora de Tantra. Creadora de la escuela vincular Campo de conciencia.
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