Comisión 6: Sectores productivos, tecnología y desarrollo sostenible

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Conclusiones generales - Dr. Aldo Ferrer
Señor Rector, señor Rector electo, señor Decano, señoras, señores:
Este segundo Encuentro ampliado del Grupo Fénix trató el tema de la crisis
actual al crecimiento con equidad. El espíritu con que se desarrolló esta tarea es
el mismo que impera desde el inicio de nuestras actividades: el sentido de la
responsabilidad que sentimos como universitarios y miembros de esta casa, de la
Universidad de Buenos Aires, con el país. Responsabilidad en el sentido de
reflexionar sobre las dificultades por las cuales atraviesa la Argentina, explorar
los caminos alternativos de salida y crontrbuir al enriquecimiento de las ideas y
de las opciones con las que el país está tratando de encontrar salida a la
situación actual.
Los acontecimientos transcurridos desde el inicio de nuestras actividades a
fines de 1999, y particularmente desde nuestro encuentro anterior en septiembre
del año pasado, ratifican el diagnóstico que entonces hicimos y las propuestas
que planteamos en aquella oportunidad. Dijimos entonces, en el Encuentro de
septiembre, que nuestra interpretación era que los problemas argentinos
obedecían en gran medida al hecho de que el país está desencajado del sistema
internacional; que en este mundo global, en el cual es preciso mantener la
cohesión de un país –de sus fuerzas creativas, de sus empresas, de sus
trabajadores, de sus fuerzas intelectuales– para poder integrarse plenamente al
mundo, manteniendo el comando del propio destino, frente a las oportunidades y
los desafíos que plantea la globalización, las respuestas del país habían sido
francamente erróneas. Se abrió indiscriminadamente el mercado a la
competencia internacional, con tipos de cambio sobrevaluados que destruyeron
la competitividad frente a la presencia de las corporaciones transnacionales; en
vez de integrar sus filiales para enriquecer el tejido productivo, se les cedió el
comando del mercado interno, y no prestaron el aporte que, sin duda, pueden
prestar de acceso a los mercados internacionales de incorporación de tecnología;
frente a los mercados financieros especulativos, en vez de mantener la casa en
orden y aprovechar los recursos externos para ampliar el ahorro nacional y
fortalecer la acumulación de capital, se entró en una espiral de endeudamiento
que, finalmente, culminó como todos sabemos. Además, dijimos entonces que se
había renunciado a los instrumentos de política económica: sin política
cambiaria, sin política fiscal y monetaria, el país quedaba atrapado en fuerzas
fuera de su control. El epílogo, desgraciadamente, fue el que anticipamos
entonces, porque ya en septiembre decíamos que la insistencia en las mismas
políticas llevaba inexorablemente a una situación crítica. Y así sucedió.
Dijimos también en aquellos documentos que estaba amenazado el
régimen de contratos sobre los cuales se sustenta toda economía organizada.
Pero para que ese régimen de contratos sea sostenible, es preciso que la realidad
económica sea consistente con esos entendimientos entre los particulares y entre
el Estado y los particulares. El sistema se derrumbó: el país entró en cesación de
pagos, se interrumpió el funcionamiento del sistema bancario, se bajaron los
sueldos y las jubilaciones; es decir, se desmoronó el conjunto de normas que
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hacen al funcionamiento de una economía democrática y a una economía de
mercado.
Dijimos también en aquel entonces que esas malas respuestas a la
globalización que habían puesto al país en situación crítica era consecuencia del
predominio de la mala doctrina: la idea –instalada desde hace tiempo– de que
Argentina es apenas un segmento del mercado mundial que debe hacer políticas
adaptativas a quienes tienen el poder en el escenario internacional porque se
supone que Argentina carece de los medios y las posibilidades de trazas su propio
camino. Las consecuencias de esta mala doctrina son estas pésimas respuestas a
la globalización y los problemas que hoy enfrentamos.
En esta reunión que termina hoy, en este Acto de Clausura, analizamos la
situación actual, pasamos revista a la política de las actuales autoridades y,
lamentablemente, llegamos a la conclusión de que las actuales decisiones
responden a la misma mala doctrina que nos puso en esta situación que estamos
soportando. Esta idea de que la ayuda internacional es indispensable; que si la
Argentina no quiere caer en el abismo necesita de la misericordia internacional;
esta idea de instalar al Fondo Monetario Internacional en la formulación de la
propia política argentina lleva a los resultados que estamos obervando, y que
tienden a un agravamiento de las condiciones generales, económicas y sociales,
del país. La conclusión del Grupo en este Encuentro fue que por este camino no
hay salida, que la insistencia en la misma mala doctrina sólo puede producir los
mismos resultados en un contexto crecientemente crítico.
El Encuentro se ocupó de estas cuestiones inmediatas de la economía y de
la sociedad argentina, analizando el sistema monetario, cambiario y financiero
en un contexto amplio que incluye las relaciones entre la economía y el Estado y
la sociedad; la política fiscal; la estrategia económica internacional; las políticas
sociales, laborales y de distribución del ingreso; los sectores productivos,
tecnología y desarrollo sostenible; la infraestructura y la regulación. Los
Documentos de Base preparados para esta reunión y las conclusiones que fueron
presentadas esta misma tarde revelan la importancia del esfuerzo y la calidad de
las tareas que se han realizado, que son sin duda una contribución para el
esclarecimiento de los problemas de la economía y de la sociedad argentina.
El Encuentro prestó una especial atención a las relaciones internacionales
del país –en este momento muy centralizadas en los diálogos y en las
negociaciones con el Fondo Monetario Internacional. La cuestión nos pareció de
tanta importancia como para ser objeto de una mesa redonda especial, que tuvo
lugar ayer a la tarde en este mismo recinto. Y nos pareció importante dedicarle
todo este tiempo a la cuestión del Fondo Monetario no sólo porque la cuestión en
sí misma es importante, sino porque, de alguna manera, la posición negociadora
frente al Fondo es reveladora de cosas mucho más profundas de la vida
argentina. Así, llegamos a la conclusión de que esta insistencia en colocar al
Fondo en el centro de los acontecimientos y esta suposición –a nuestro juicio,
errónea– de que sin la ayuda externa no hay salida, lleva inexorablemente a esta
situación en la cual no existe ninguna negociación; si la situación fuera esta, en
realidad, no hay nada que negociar: hay que pedir instrucciones. La conclusión
del Grupo es que el gobierno actual insiste en un error estratégico de
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negociación: coloca en el centro del escenario de la formulación de la política
económica argentina al Fondo Monetario. La política de reactivación tiene que
ser construida desde el país, con realismo, con eficacia, atendiendo al potencial
disponible –que en opinión del Grupo es suficiente como para ponernos de pie
sobre nuestras propias posibilidades– y entonces sí, mantener continuamente una
negociación con los acreedores y con el Fondo Monetario Internacional; para salir
de la desgraciada situación de la cesación de pagos a la cual nos llevó,
precisamente, la mala doctrina y la insistencia en políticas que han tenido y
tienen un costo tan elevado para el país.
En el Grupo y en las tareas que se han desarrollado, no hay ninguna
actitud de soberbia ni mucho menos, creemos que estamos en una situación
difícil y que es necesario negociar con los organismos internacionales. Pero acá lo
importante es cómo se negocia y qué es lo que se negocia; sobre todo, es preciso
negociar desde una posición argentina, que permita llegar a entendimientos
consistentes con la recuperación del país, la puesta en marcha de la economía
argentina y la solución de los angustiosos problemas que tenemos.
Nosotros creemos en el Grupo, y ha surgido del trabajo en las diversas
comisiones, que la recuperación es posible, que el país tiene los medios para
iniciar inmediatamente una política de reactivación de demanda y de liquidez en
el marco de una política cambiaria consistente con la reactivación. Y para esto
hace falta que se cumplan dos condiciones: la primera, la consistencia y la
coherencia del plan que se ponga en marcha; y en este sentido creemos que
nuestra contribución puede ser útil. La segunda, identificar bien cuál es el
obstáculo principal con el cual contamos para poner en marcha un plan
argentino. Ese obstáculo no es el Fondo Monetario Internacional ni los Estados
Unidos, no está afuera: el obstáculo está, como sucedió en la historia argentina,
adentro de nuestras propias fronteras; en la prevalencia de ciertos enfoques,
arraigados en algunos sectores de la vida nacional, que son cultores de la idea
del país-segmento de los mercados mundiales; que tradicionalmente no han
aceptado que la Argentina es una nación de un inmenso territorio (el octavo más
grande del mundo), con casi 40 millones de habitantes, con una dotación de
recursos naturales excepcional y de recursos humanos de alta calidad. Tenemos
los medios para salir adelante. El problema es construir un pensamiento
alternativo que sustituya esta mala doctrina que ha tenido consecuencias como
las que estamos soportando.
Por lo tanto, siendo esto así, más allá de la reflexión económica y social
que hacemos en el Grupo, estamos convencidos de que hacen falta condiciones
políticas para poner en marcha un plan auténticamente argentino, realista, de
puesta en marcha del país y de su inserción en el mundo. Las condiciones
políticas son esenciales en el marco de la democracia y de la libertad.
Esta es, por lo tanto, la tarea continua del Grupo Fénix, la que viene
desarrollando desde fines de 1999; una tarea que, desde el punto inicial, se ha
ampliado de docentes e investigadores de esta casa a docentes e investigadores
de otros medios académicos, y que se está proyectando a escala nacional,
particularmente en las redes de cooperación con otras universidades nacionales.
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Este es el aporte del Grupo Fénix a la Universidad y desde la Universidad
al país. Sin pretensiones de ser titulares de la sabiduría pero conscientes de
nuestra responsabilidad como universitarios.
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