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Diario Comercial, Económico y Empresarial Nro 50 – 28-10-2015
LA RETICENCIA Y EL CONTRATO DE SEGURO. PRIMERA PARTE
Por Rubén S. Stiglitz
1. Objeto y pertinencia de la declaración. AZAR FÍSICO Y AZAR MORAL. Carga probatoria
La carga precontractual consistente en la declaración inicial, recae sobre los elementos objetivos
del riesgo (lo que se conoce como “azar-físico”), como también, sobre los elementos subjetivos (lo
que se enuncia como “azar-moral”), todo ello condicionado a que el contenido de la declaración
guarde pertinencia (relación) con el riesgo objeto del contrato y se trate de una circunstancia
conocida por el tomador o el asegurado. Se afirma que existe pertinencia que obliga a declarar,
por ejemplo, en el seguro de incendio, todo incendio anterior “sobre todo si es atribuible a la
negligencia del tomador”, comprendiendo aquel que afecte otro edificio distinto al siniestrado, “ya
que la mala suerte o la despreocupación no se vinculan a un inmueble en particular”.
2. Reticencia y falsa declaración. Diferencias conceptuales. Identidad de efectos. Las
circunstancias que deben ser denunciadas
A lo largo del examen del tema habremos de referirnos a la reticencia y a la falsa declaración que,
como institutos que vician la voluntad negocial del asegurador, pueden llegar a alcanzar los
mismos efectos aunque conceptualmente se diferencien.
a) En la reticencia, el asegurando silencia la verdad, omitiendo informar circunstancias relevantes.
O, dicho de otro modo, calla lo que debe “saber o sabe”. O expresado con otras palabras, la
declaración del asegurado es reticente cuando la/s circunstancia influyente sobre el riesgo es
“omitida”, “declarada en forma incompleta” o de “manera confusa”
b) En cambio, la falsedad en la manifestación implica una declaración distinta (por ende falsa) de
la realidad. O sea, la declaración no se corresponde con la realidad.
Acontece que la información, reticente o falsa, suministrada por el asegurando, con abstracción
de la mala o buena fe con que haya sido emitida, vicia el consentimiento del asegurador, quien al
aceptar la propuesta, motiva que quede perfeccionado un contrato sobre un riesgo (materia u
objeto) distinto del verdadero.
Se afirma, con razón, que el asegurado debe poner en conocimiento del asegurador, en forma
franca y sin reservas, todas las circunstancias que puedan influir en la apreciación del riesgo, y
abstenerse de todo engaño, por medio de declaraciones falsas u ocultando hechos conocidos
(reticencia).
3.- La descripción del riesgo. Importancia de la cuestión. Naturaleza jurídica de la
declaración del estado del riesgo. Formas que adopta la declaración
Corolario del deber de información y de que ésta debe ser suministrada por quien razonablemente
la posee, lo constituye el hecho de que se requiera del asegurando la descripción del riesgo, pues
se presume que es él quien se halla informado de las circunstancias que poseen aptitud no sólo
para identificarlo sino, además, para valorarlo.
La importancia de la cuestión reside en la circunstancia de que, el contrato de seguro, habrá de
“formarse” sobre la base de una propuesta del asegurando integrada, además, por su declaración
(información) del estado del riesgo.
La declaración del estado del riesgo constituye una carga de conducta (de conocimiento).
De ordinario se realiza por escrito mediante cuestionarios impresos que suministra el asegurador,
cuyo contenido apunta a una exacta descripción del riesgo que podría llegar a ser objeto del
contrato.
4. Contenido de la declaración
A esta altura ya es posible intentar un ensayo de lo que debe constituir contenido de la
declaración, como ser:
a) Una descripción de todas las circunstancias conocidas y suficientemente relevantes como para
influir en la apreciación del riesgo.
b) Cuando la información suministrada tenga por objeto la determinación del riesgo, debe
preservarse el principio de completividad en punto a facilitar su representación, a cuyo efecto
aquélla debe incluir todas las circunstancias que influyan sobre el riesgo.
c) Cuando afirmamos que la información debe incluir todas las circunstancias, está referida a la
naturaleza del interés asegurable.
d) A su vez, la frase “circunstancias conocidas” sólo se refiere a las que el asegurando conozca o
debiera conocer en consideración a una diligencia ordinaria.
e) La relevancia o trascendencia de la información retaceada o falseada debe ser importante a tal
punto que, de haber sido conocida por el asegurador, no habría contratado o lo habría hecho en
otras condiciones.
5. Contenido de la declaración (continuación). Circunstancias que deben ser declaradas
por el tomador
La reticencia a la que se halla subordinada la nulidad del acto está referida a las circunstancias
(a) pertinentes, (b) conocidas por el asegurando al tiempo de las tratativas precontractuales y
hasta el momento del comienzo formal del contrato, y c) que hayan sido determinantes a los fines
de la formación del consenso del asegurador.
6. Forma que adopta la declaración. Oportunidad de presentarla. Sujeto sobre quien recae
la carga INFORMATIVA. Destinatario
La declaración que debe formular el asegurando sobre las circunstancias relativas al riesgo por
asegurar no requiere que adopte forma solemne alguna.
Lo relevante de la cuestión radica en que la declaración escrita del asegurable, contenida en
formularios suministrados por el asegurador con un cuestionario por él predispuesto, integra la
oferta contractual (art. 972, CCCN).
La información debe ser suministrada por el asegurando en el período de tratativas (art. 990,
CCCN). Cuando se adopta el sistema de respuesta a un cuestionario, éste deberá remitirse
juntamente con la aceptación a la propuesta de seguro. Mientras el contrato no se halle concluido
es factible hacerlo después.
La carga informativa recae sobre el tomador que, predominantemente, coincide con la persona
del asegurado o contratante, ya sea que haya celebrado el contrato por cuenta propia o ajena o
por medio de representante (arts. 5º-1, 10-1 y 2 y 26, L.S.).
Destinatario de la declaración es el asegurador, el productor o agente en los términos del artículo
53, inciso a), Ley de Seguros, en tanto se halle facultado para recibir propuestas, a cuyo efecto
vale recordar que la declaración integra, au8n que autónomamente, la oferta. También se halla
legitimado para la recepción el agente institorio, en razón de que opera como mandatario del
primero y en tanto está facultado para “celebrar seguros”, lo que presupone la recepción de
propuestas (art. 54, L.S.).
7. Sistemas utilizados por el asegurador para que el asegurado formule la declaración:
la declaración espontánea y el cuestionario
Predominan tres sistemas de emisión de la declaración del asegurado: el de la manifestación
espontánea, el del cuestionario elaborado por el asegurador y uno intermedio. Sin perjuicio de
ello y a manera de anticipo afirmamos lo siguiente:
a) La manifestación espontánea tiene la desventaja de dejar librado al criterio del asegurando
discernir sobre cuáles son las circunstancias trascendentes en punto al emplazamiento del riesgo
y que resulten útiles a los fines de determinar el consentimiento del asegurador.
b) El sistema del cuestionario tiene la desventaja de hallarse impreso, obviamente
predispuesto, con todo lo que ello representa, como ser el lenguaje técnico y en ocasiones
ambiguo.
c) El sistema intermedio
En este sistema, el asegurando no está enteramente librado a sí mismo y, por su parte, el
asegurador no establece preguntas precisas. No da una lista completa y detallada de todas las
circunstancias susceptibles de agravar los riesgos; se contenta con indicar los géneros o
variedades de esa circunstancia.
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