DIARIO PAMPERO Cordubensis

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DIARIO PAMPERO Cordubensis
Nº 407 – Córdoba de la Nueva Andalucía, 31 de marzo de 2011.
Editó: [email protected]
AL PAMPERO
Hijo audaz de la llanura
Y guardián de nuestro cielo
Que arrebatas en tu vuelo
Cuanto empaña tu hermosura:
¡Ven y vierte tu frescura
De mi patria en el ambiente ¡
¡Ven, y enérgico y valiente,
Bate el polvo en mi camino,
Que hasta soy más argentino
Cuando azotas en mi frente ¡
RAFAEL OBLIGADO
*LA FORMACIÓN IDEOLÓGICA DEL
PERONISMO*.
*PERÓN y la legitimidad política (1943-1955)*
JUAN FERNANDO SEGOVIA
*EDICIONES DEL COPISTA *
Córdoba: Del Copista, 2007. 294 p. Correos-e:
[email protected]
I.
*EL TIEMPO DE PERÓN*
“Ha llegado la hora de no tener más ideología que la patria ni más
partido que la patria misma”. (JUAN DOMINGO PERÓN, 1973)
El panorama inmediato de advenimiento del peronismo está
constituido por el mundo de la segunda guerra mundial y las secuelas
de la posguerra. Observando este escenario, la historia de la
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humanidad, dice PERÓN, está pasando por una encrucijada, el
mundo “esta sometido al caos y a la desesperación”, producidos
Por la guerra mundial, situación en la cual sólo ha permitido a la
Argentina vivir en una “ínsula de paz y de felicidad”, La guerra creaba
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una peligrosa “confusión espiritual”, con el añadido riesgo que, en ese
panorama, se infiltraran ideas exóticas, antinacionales, o, en palabras
de PERÓN, “inquietudes ajenas a nuestra tradiciones”. En 1950, el
panorama se ve más claro: la oposición ideológica y política del
occidente capitalista y el bloque soviético comunista señala una
disyuntiva, o la guerra sangrienta o la infiltración ideológica. En este
enfrentamiento, el comunismo lleva las de ganar si occidente no
renuncia al individualismo capitalista, oponiendo una valla a los
peligros de la infiltración ideológica. EVITA resume la percepción
angustiosa del momento, definiéndolo con sencillez: son “horas
inciertas”.
Y eso no se debe solamente a la crisis de la guerra en sí misma; es
también la consecuencia de la subsiguiente crisis de la posguerra.
Pocas veces PERÓN dejó trasmitir una visión catastrofista: salimos de
una conflagración universal y ya estábamos a la puerta de la tercera
gran guerra mundial. En su conferencia sobre defensa nacional de
1944, calificaba de utópica la idea de que la guerra podía evitarse; la
historia mostraba que a pesar de las teorías, a corto plazo siempre
aparecía una nueva conflagración. La idea es persistente. “Si ese
cataclismo nos va a hacer rodar un poco, que rodemos todos juntos,
que no nos disgregamos”. En 1953 la hipótesis de “una gran
hecatombe” que golpea a las puertas, se repite junto a los anuncios de
la inminencia de la tercera guerra mundial. La necesidad de inculcar
la sensación de una profunda crisis, de constantes y severos trastornos,
de graves u hondas convulsiones, ponía en marcha la teoría de la
defensa nacional para la guerra, en un país adormecido y débil, que
años de postración y explotación habían dejado sin capacidad de
respuesta. Pero la clave está en que el enemigo es ahora interno, pues
siempre hay quienes piensan en “la destrucción de la unidad nacional”
y buscan ese fin por medios subrepticios.
La manera corriente de representar ese escenario universal
convulsionado por guerras reales o imaginadas, es presentarlo
sometido a las fuerzas de una revolución. El mundo de PERÓN era un
mundo en constante revolución, un mundo que vivía un proceso de
cambio, de metamorfosis y de ajuste permanentes. PERÓN percibía
que la enorme revolución mundial aparejaba grandes e inéditas
transformaciones; intuía su época como el tiempo del cambio social
por excelencia; y, consciente de ello, estaba entusiasmo con la idea de
dominarlo. Es un proceso de doble lectura: en un primer momento,
PERÓN describe un horizonte internacional – al que ARGENTINA no
es ajeno – de crisis y revoluciones que trastocan el viejo orden, esta
lectura es hacia fuera; sin embargo, el discurso no queda completo sin
la lectura hacia adentro, esto es, el gobierno peronista hace lo que debe
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hacer para que la revolución venga contenida en los canales de la
evolución que las políticas oficiales impulsan, especialmente por la
unidad nacional. Un ejemplo: en 1948, decía a los legisladores que
había tomado “las riendas del gobierno en medio de un mundo
agobiado por la miseria, por la inflación y por otras dificultades que se
oponían al retorno a la vida normal”, pero que había conseguido
encarrilar la prosperidad nacional. Por eso, era el momento de unidad
nacional, sin diferencias. “Ante los peligros que amenazaban la paz del
mundo, hago una nueva exhortación a la concordia interna”; esto es,
estar “cada día más unidos para hacer frente a cuanto pueda atentar
contra la integridad física y espiritual de nuestra Argentina”.
La historia contemporánea, desde la perspectiva de PERÓN, podía
dividirse en ciclos revolucionarios: la revolución francesa acabó con la
aristocracia y elevó a la burguesía; la revolución rusa terminó con la
burguesía y encumbró a las masas proletarias. De éstas es el futuro del
mundo, pues como el mundo evoluciona hacia lo social, la revolución y
los gobiernos deben tener un contenido cada vez más social.
“Ha muerto todo prejuicio burgués y nace una nueva era en el mundo,
en la cual han de afirmarse día a día los derechos, la responsabilidad y la
intervención de las masas obreras en la solución de los problemas
fundamentales”.
La revolución mundial presentaba la ocasión de aprovechar las
transformaciones prometidas y la ARGENTINA debía iniciar un
proceso de adaptación a las novedades y primicias. En 1944 calificaba
a la ocasión como momento decisivo en la historia de la humanidad y
del país; era una época en la que debían buscarse nuevas estructuras
en lo político, lo social y lo económico. En 1946, expresa: “El mundo,
señores, vive momentos de reestructuración, de profunda evolución,
que solamente los miopes o los simples pueden ignorar en estos
momentos que posiblemente en otros tiempos no ha tenido. Esa
responsabilidad de la clase trabajadora debe llevarnos a una profunda
meditación sobre la acción a desarrollar en el futuro”.
Hay una sola ley a la que responder: “Hay que seguir la evolución”.
Pero no es fácil, porque si bien se puede advertir el proceso de
transformación no se puede vaticinar o profetizar su “fisonomía
definitiva”; empero, PERÓN puede leer algunos de los cambios que
este proceso acarrea; en lo social, se abolirán los privilegios; en lo
político, llegará el tiempo de la democracia auténtica; en lo económico,
advendrá la armonía entre trabajo y capital.
El signo de los tiempos era la revolución social; en mundo en crisis
anunciaba una nueva era. El significado de esta evolución
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revolucionaria era tan profundo que marcaba un cambio clave: el fin
de la política y el comienzo del tiempo de lo social; “estamos asistiendo
– remarca PERÓN – al final de la organización política y al comienzo
de la organización social”. Traducido al panorama de la realidad
argentina, la revelación del sentido de los cambios de los cambios en el
mundo, adquiría un contenido específico: el peronismo es el anuncio
del fin de la dominación oligárquica, eso que EVITA llamó “el siglo
oscuro y doloroso de la oligarquía egoísta y vende-patria”.
Porque cuando PERÓN encontró a su pueblo, éste había perdido
todas las esperanzas de un futuro mejor, “SUS FUERZAS MORALES,
MATERIALES Y CULTURALES SE ESTABAN PERDIENDO EN
UNA NOCHE QUE NO TENÍA AURORA”. Eran los momentos de la
explotación oligárquica, moral y material, que PERÓN ARROJÓ
PARA SIEMPRE DE LA HISTORIA.
*La crisis del liberalismo argentino abrió paso al peronismo, el cual
generalmente se ha entendido como un populismo y variante
inconclusa de la aspiración fascista, que sustituyó el Estado de derecho
por un vínculo entre el líder y la masa. El autor controvierte esta
generalizada interpretación, siguiendo minuciosamente el discurso de
PERÓN en un contexto ideológico nacional y universal. En este libro,
SEGOVIA penetra en las ideas de JUAN PERÓN y de EVITA, y las
expone sistemáticamente, según se van entrelazando en el discurso de
ambos, al hilo de las variantes modernas de la legitimidad política.
Para SEGOVIA, ni la legitimidad peronista puede entenderse sólo
desde el liderazgo de PERÓN, ni el peronismo histórico PUEDE
REDUCIRSE A UNA EXPERIENCIA POPULISTA. El autor estudia
detenidamente cómo, al carisma del líder, el peronismo agregó una
legitimidad de tipo nacional consagrada en el Estado peronista, y
acabó REFORMULANDO UNA LEGITIMIDAD DE TIPO
TRADICIONAL por la transformación de los vínculos políticos en una
relación cuasi religiosa. EL PERONISMO DEVIENE ASÍ UNA
FORMA POLÍTICA-IDEOLÓGICA SINGULAR, PROPIAMENTE
ARGENTINA AUNQUE UNIVERSALMENTE MODERNA, UE
INTENTA RECUPERAR FUERTES LAZOS COMUNITARIOS EN
UNA SOCIEDAD INDIVIDUALISTA, AL SECULARIZAR
CREENCIAS RELIGIOSAS ARRAIGADAS EN LA SOCIEDAD
ARGENTINA DE MEDIADOS DEL SIGLO XX.*
Editó: [email protected] DIARIO PAMPERO
Cordubensis. INSTITUTO EMERITA URBANUS. A 31 DE MARZO
del Año del Señor de 2011. Fiesta de SAN JUAN DE CAPISTRANO.
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COMFESOR. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO!
¡VIVA HISPANOAMÉRICA! gspp.
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