EL SER Y EL APARECER EN EL ESTOICISMO ANTIGUO Being

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EL SER Y EL APARECER EN EL
ESTOICISMO ANTIGUO
Being and appearing
in ancient stoicism
RACHEL GAZOLLA DE ANDRADE
Resumen
Los estoicos antiguos expusieron un pensamiento sobre la physis que nosotros, modernos, denominamos metafísico. Afirman que el cosmos es el verdadero y divino ser,
y lo hacen asumiendo las dificultades y paradojas posibles provenientes de la relación con el hombre, por cuanto éste es un ser 'natural' y al mismo tiempo puede
pensar e interpretar esa totalidad que lo trasciende. El hombre puede distanciarse
de su propio ser en virtud de las interpretaciones que hace, pero hacerlas es propio
de su phýsis. Esta exposición pretende seguir algunos fragmentos de esa filosofía
para esclarecer ciertos ángulos de la problemática del ser y del aparecer.
Abstract
Ancient Stoics set forth a thought about the physis that we, moderns, call metaphysic.
They state that the cosmos is the true and divine being, and they state this by assuming
the possible difficulties and paradoxes coming from the relationship with man, since
man is a "natural" being, and at the same time can think and interpret that whole
that transcends him. Man can place himself at a distance of their own being in virtue
of the interpretations they make, but the fact of carrying out these interpretations is
characteristic of their physis. This presentation intends to follow some fragments of
such philosophy so as to clarify certain angles of the being and appearing problematic.
Una introducción a la physis como cuerpo en movimiento
La filosofía estoica helenística llega hasta hoy a través de los doxógrafos
que recogen largos pasajes de textos de los fundadores de la Stoa - d e
Zenon, Cleantho y Crisipo- que J.von Arnim en el inicio del siglo XX
1
1
J. von Arnim, Stoicorum Veterum Fragmenta, ed.Teubner, 1964 (se utilizará la
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reunió en una edición de cuatro volúmenes. Se preservaron textos íntegros del estoicismo romano, de Séneca, Epícteto y Marco Aurelio, los
principales filósofos del Imperio, cuya reflexión es menos especulativa
y más práctica que aquélla de los primeros maestros. En este cuadro se
percibe que cualquier reflexión sobre la Stoa es compleja, y si se toma
en cuenta la lectura tradicional ya asentada de esa escuela, debido a los
escritos romanos y a las interpretaciones de sabor medieval, la dificultad
a u m e n t a . T e n i e n d o esto en el h o r i z o n t e e i n t e n t a n d o organizar
didácticamente esta ponencia, creo que es necesario resaltar dos conceptos básicos a través de los cuales es posible adentrarse en la reflexión
sobre los fragmentos, sin transitar necesariamente por la vía de las lecturas más habituales. Estos dos conceptos son el corporal (sóma) y el incorporal (asómatos). Corporal y incorporal constituyen un ángulo privilegiado para la comprensión de la temática del ser y del aparecer.
Muchos fragmentos exponen la phýsis estoica conforme la pensaron los fundadores de la escuela. En la phýsis está radicada la ontología estoica, vale decir, el modo como esos filósofos pensaron la totalidad del ser (tó pan) que es ordenada (kósmos), no siendo nada marginal a esa ordenación. Ella es perfecta, divina, normativa, tiene lógos y
noûs, es siempre la misma, su devenir es su enérgueia, o sea, es acto
sin potencialidad de cambiarse en otra cosa que en sí misma, signo de
su perfección. Es, además, necesaria e invisible (aidiôs), nada ocurre
al acaso, de modo que la Heirmarméne o, como usualmente decimos,
el destino, esa fuerza ligante de todo, garantiza que esa unidad moviente
siga siendo sin ninguna ruptura, siempre perfecta y continua. Para lo
que nos interesa ahora, dicen los estoicos que todo lo que viene a ser,
actúa y padece; ahora bien, "lo que actúa y padece" es exactamente la
definición de cuerpo y siendo la phýsis devenir ininterrumpido, pleno,
perfecto en su acción-pasión, ella es cuerpo. Si hay algo fuera de la
phýsis, no es agente ni paciente, eso será la negación del corporal, es
decir, será el incorporal.
Se puede notar que la noción de cuerpo para la Stoa no es, evidentemente, la misma de Descartes o de Newton; el contraste entre corporal y incorporal resalta en la doctrina, dado el hecho de que el incorporal existe pero su existencia es sui generis en relación con la phýsis.
Antes de profundizar los significados de estos dos elementos -corporal
y incorporal-, veamos algunos fragmentos acerca del cosmos estoico, indicativos de las afirmaciones hechas:
2
sigla SVF seguida de los guarismos romanos referente a los volumens 1, 2 e
3 de esa edición).
2
a) D. Laércio, VII, 138,139 - SVF II 634; b) Galeno, Nat. fac, 2 - SVF II 462;
c) Cicerón, De nat. deorum, II, 22 - SVF I, 112, 114; d) Aulo Gello, Not. Att.,
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a) "El cosmos es gobernado por una inteligencia (noûri) y una
providencia (pronoían)... la totalidad del cosmos es viviente anímico
y lógico (zôon ónta kaì émpsychon kaì logikón...)"; b) "...todo está en
todo y la naturaleza informa y nutre y hace crecer todo..."; c) "...la
naturaleza es fuego artífice procediendo con método en la generación
de las cosas..."; d) "...Heimarméne (destino) es una disposición del
todo desde siempre y de cada cosa siguiendo y haciendo cumplir cada
cosa, disposición inviolable..."; e) "...la ley de la naturaleza es divina
y se mantiene como es preciso rigiendo los contrarios y conteniéndolos..."; f) "...los corporales son las únicas realidades y la única esencia
(ousían), dicen que la materia (hýle) es una, ella es el substrato y
esencia de todos los elementos (stoichéian) ..."; g) "...la esencia es
una, un fluido que se extiende por todo a través de ella, fluido por el
cual es contenida y permanece una, y todo está en simpatía consigo
mismo..."; h) "...Heimarméne (destino) es devenir eterno, continuo y
reglado...".
Hay muchos otros pasajes, pero éstos dan una noción del cosmos
estoico como algo necesario en el cual todo está en todo sin intervalo.
No profundizo en los modos de expresarse del lógos cósmico, pues su
sentido es muy amplio para los límites de esta exposición. Mi intención es comprender lo que es, a la postre, corporal y incorporal y
algunas implicaciones de esa pareja conceptual. Todo lo que actúa y
padece es corporal, ha dicho el Pórtico; es necesario redimensionar
nuestra noción de cuerpo en cuanto materia sólida; cuerpo es todo lo
que viene a ser, luego el corporal es la propia phýsis y sus manifestaciones. Así, los estoicos dicen, por ejemplo, que las causas son cuerpos, y también las virtudes, los dioses, el alma, así como también
todos los sólidos, porque todo eso tiene movimiento, actúa y padece.
Tales afirmaciones pueden sorprender a quienes están acostumbrados a
pensar los cuerpos solamente como materia espacio-temporal, con límites o superficies limitadas.
Nótese que para los estoicos la concepción de la naturaleza no es
fenoménica, en el común de los sentidos, los corporales no son fenómenos que, mecánicamente, se impriman en el alma. Lo que se imprime en nosotros son los cuerpos sin superficies detectables, sin límites,
sin temporalidad, cuyo modo propio no es aquello que pensamos recibir en cuanto somos particularidades específicas en el ser universal.
Nosotros, humanos, tenemos el poder, por naturaleza, de representar lo
que nos afecta, de percibir lo que nos impresiona y de dar nombres
VI, 2; e) Cicerón, de Nat. Deorum, I, 14; f) Plotino, Enn., II, 4; g) Alex.
Aford., Mixis, 216 - SVF II, 473; h) Theodoro, VI, 14 - SVF II 916.
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singulares a cada cosa representada. Haciendo así, pensamos el cosmos como si fuera una suma de determinaciones, pero el cosmos no
es así en su ser, es así para el hombre.
El ser universal es devenir constante sin tópos, sin tiempo, sin
vacío, luego es invisible, es totalidad metafísica, de modo que los
agentes-pacientes no son como creemos que son; con todo, nos tocan
de alguna manera, lo que significa que algo tenemos de ellos en la
medida que somos afectados. Entonces cabe la pregunta: ¿cómo conoce el hombre? La respuesta es: él conoce a través de los incorporales,
en virtud de lo que no es cuerpo.
Los incorporales como seres débiles
Pensemos, por un instante, en la física cuántica: los seres pensados por
ella son invisibles en su moverse y mezclarse. No son primariamente
fenoménicos y, por cierto, igual ocurre en la física pré-socrática, la
platónica, la aristotélica. Hablamos de metafísicas en ese sentido, como
un modo de decir el ser que trasciende la percepción de su aparecer.
Nuestros físicos intentan hablar de los seres de la naturaleza, o de sus
señales, usando el lógos matemático, una vez que nuestro lógos cotidiano se muestra como no adecuado para asir los fenómenos cuánticos.
Ahora bien, la matemática es, para los estoicos, un lengua dianoética, es
decir, es intelectiva como lo es para Platón (por ej., en República, libros
VI e VII). La Stoa denomina lékta a los seres expresados por el lenguaje.
La palabra lektón es un neutro singular cuya raíz viene de legueîn (recoger, decir). Lektón dice del significado, de los pensamientos, de los acontecimientos y es un incorporal. Un ejemplo: un pedazo de carne es cuerpo, un cuchillo es cuerpo, la mano que corta la carne con el cuchillo es
cuerpo, la carne cortada es cuerpo. Algo ocurrió en esa red causal entre
los cuerpos, una red ligante que proyecta una acción que produce un ser
nuevo: la acción de cortar produce la carne cortada. Eso es el lektón, un
acontecimiento, un incorporal que muestra el sentido de esa red causal.
Ese es el corazón de la filosofía estoica. Los incorporales son cuatro: el
lektón (significado o lo que es expresable), el kénon (vacío), el crónos
(tiempo) y el tópos (lugar).
Dicen los estoicos:
3
a) "Nada incorporal simpatiza con lo corporal y ningún corporal
3
a) Nemesio, De nat. hom. 74; b) Proclo, Plat.Tim., 271 d; c) Arist., apud us.,
Praep. evang. - SVF I 98; a) Nemesio, De nat. hom. 74; b) Proclo, Plat. Tim.,
271 d; c) Arist., apud Eus., Praep. evang. - SVF I 98; d) Amonio in Arist. na.
pr. - SVF II 77.
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simpatiza con lo incorporal, pero lo corporal simpatiza con lo corporal"; b) "...el tiempo es uno de sus incorporales que ellos desprecian
como cosas débiles, desprovistas de ser y existiendo sólo en las simples nociones de lo psíquico (en einoíais hypistamena pschilais)..."; c)
"...los estoicos dicen que lo que actúa y lo que es afectado, ambos son
corporales..."; d) "Las nociones pueden ser proferidas, pero proferimos
a través de los logoí y los logoí son los lékta (significados)."
La Stoa relaciona, así, tres cosas que interesan a nuestro tema, dos
corporales y un incorporal: lo que es significado, el significante y lo
que es aprendido de esa relación. Si t r a d u c i m o s "lektón" por
"expresable" tendremos, citando el fragmento preservado por Sextus
Empíricus, escéptico y doxógrafo crítico de los estoicos: "alguien apunta
Dion y dice Dion". La voz y la cosa apuntada son corporales; la
relación inteligible entre la cosa y la voz que profiere el nombre
integra el hombre Dion que conozco, da sentido al sonido emitido y a
la cosa que veo. Eso es el lektón. Virieux Raymond , intérprete de la
lógica estoica, recuerda otro buen ejemplo de Séneca cuando él dice:
"Veo Catón que pasea" (Epístola 117,13). Tenemos en esa sentencia
dos corporales: lo que nos muestran los sentidos y la potencia anímica
en acción. Puedo representar un ser moviéndose, reconozco a Catón,
posibilidad esta garantizada por la phýsis. No obstante, que el hombre
Catón pasea es más que tener múltiples representaciones juntas en el
momento de la aprehensión, es más complejo el reconocimiento de un
ser como siendo Catón y el sentido de su moverse interpretado como
paseo.
4
En realidad, comprender esa sentencia es saber que un acontecimiento, en cuanto tal, es inteligible para mí, es pensado, percibido,
presupone memoria y ligazón de muchas sensaciones en un solo 'hecho'. Eso es, exactamente, el incorporal. Un acontecimiento puede ser
expresado en palabras articuladas porque es percepción de sentido, es
algo pensado, algo dicho, en el cual inciden las nociones de espacio,
tiempo, vacío, sin las cuales nada puede tener sentido para mí. El
espacio, el tiempo, el vacío y el significado son las condiciones de
posibilidad de que yo piense e interprete, en lenguaje, los seres en su
individualidad y relaciones. Pero todo eso depende de la acción de los
cuerpos. El acontecimiento es la red causal entre los agentes-pacientes
y puede ser expresado porque el sentido nace de esa red moviente.
En esa medida es un campo nocional.
Por cuanto los intérpretes no destacan o están en desacuerdo con
este planteamiento, fundamento mí interpretación en un fragmento de
4
Cfr. Pour connaître la pensée des stoiciens, ed.Bordas, 1976.
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5
Diógenes Laertius, citando a Diócles de Magnesius, para confirmarla :
"...(los estoicos dicen que) entre las representaciones unas son
sensibles otras no; las representaciones sensibles se forman por la
sensibilidad (aistheteríon), las no sensibles a través de las intelecciones
(dianóias), como los incorporales...".
Siendo así, es posible decir que el lógos humano como discurso,
palabra, razón, argumento, es fundamento de la relación entre los hombres como seres naturales, pero el lógos no se expresa de modo universal en todos los seres, y los hombres tienen su especificidad. Nuestros
pensamientos, nuestros argumentos, no tienen el peso ontológico del
corporal; se puede decir que pensar, dar sentido a los hechos, es una
forma de ser muy débil, una cuasi-existencia. Se puede concluir que
los hombres son intérpretes de lo fenoménico, y eso es lo que se
despliega de la phýsis y no su manifestación esencial. Lo que emerge
del devenir de los cuerpos en su movimiento 'destinal' es esa existencia débil, incorporal, que el hombre sigue en su modo particular. Si
embargo, si el hombre puede pensar y decir el lógos universal es
porque lo tiene en sí mismo como ser natural que es. El hombre es
hermeneuta: para él hay hechos determinados y relacionables. El hecho es el aparecer que presupone lo hondo del ser; eso hondo tiene un
sentido para el hombre, es comprendido y verbalizado en la medida de
lo posible.
Ahora bien, la phýsis se revela para el hombre, pero no siempre
tenemos el sentido, la ligazón entre los cuerpos movientes. Por ejemplo, una voz que emite un sonido sin significación: la voz es corporal,
el sentido nos falta, a pesar de que el espacio, el tiempo y el vacío
estén presentes en el hecho de oír algo. Ya podemos inferir, en virtud
de lo expuesto, que el mundo histórico, el mundo de la cultura, no es
construido según el universal, sino según las interpretaciones del lógos
particularizado. La red de las representaciones sensibles garantizadas
por la naturaleza sólo es percibida y interconectada si los incorporales
se presentan a nosotros. En otras palabras, la historia es un edificio de
nuestra inteligibilidad que se fundamenta primariamente en la phýsis,
no obstante es reconocida por los estoicos en cuanto construcción
frágil, incorporal, dependiente de las interpretaciones de los actos y
hechos de los hombres en su fragilidad de intérprete. Se puede decir
que la historia es el conjunto de actos y hechos interpretables que, sin
interrupción, hace nacer nuevos actos, hechos y interpretaciones. Para
la Stoa, es el acontecer que se suelta del devenir continuo de la phýsis.
Es el ser universal, la verdad primera y última del constructo humano.
5
Diócles Magnesius, apud D. Laércio VII, 51-52 - SVF II, 61 e.
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Por último, la metafísica es el suelo de la historicidad edificada, a su
vez, siempre de modo débil frente a su fundamento.
En este punto es necesario recordar que las representaciones sensibles son llamadas corporales por los estoicos, distanciadas de las
nociones incorporales, teoría que ha molestado profundamente a
Plutarco, doxógrafo estoico, porque la Stoa, al decir que las representaciones son tipóseis, marcas, impresiones en lo psíquico, significa que éstas son al mismo tiempo cuerpos, lo que para él es absurdo.
¿Cómo algo sólido podría marcar el alma? Claro está que Plutarco
comprende cuerpo como materia espacio-temporal, lo que no es el
caso de los estoicos, como ya ha sido apuntado. Las representaciones sensibles constituyen el primer y fundamental grado de conocimiento, éste es el punto umbilical del hombre histórico con la phýsis
porque es a partir de éstas que el incorporal se despliega como ser
débil. El conocer tiene como terreno el corporal garantizado 'kata
physin para construir el incorporal. Entonces, la historia, a pesar de
establecerse a partir de las presencias primeras, será una construcción segunda, una especie de segunda naturaleza.
Para nosotros, hermeneutas no necesariamente metafísicos, trátase
de una inversión de los valores, una vez que lo que aparece es lo que
es, y nada hay en lo 'hondo'. Y esto es lo que caracteriza la lectura
más moderna de los estoicos, principalmente la que hace la escuela
francesa. Por el contrario, a mí me parece que para la Stoa, el ser
cósmico al cual pertenecemos y en el cual estamos de modo específico, no puede ser primariamente pensado esencialmente, por cuanto al
llegar como presencias primeras no son pensadas inmediatamente. Nuestra parte de lógos universal se presenta limitado por los incorporales y
permite, paradójicamente, que el constructo que hacemos llegue sólo a
aproximarse a lo que es el ser en sentido fuerte. La naturaleza ha
hecho las cosas de esa manera. Si bien nuestras representaciones no
piensan el absoluto y su mezcla (krásis) inmediatamente, mezcla que
no tiene tópos, ni tiempo, ni vacío, intentamos, no obstante, hablar
sobre éste, comprender lo que hay de universal en nosotros, a pesar de
estar insertados en lo particular. Tenemos en nosotros, por naturaleza
y de modo relativo, el noûs que dirige todo, el pneuma que es soplo
divino presente en todas las cosas. Cabe, entonces preguntar lo siguiente: ¿por qué una filosofía querría afirmar una phýsis que no
puede conocer, en virtud de los propios principios de ésta? ¿Cómo
edificar la vida, conscientes de la fragilidad de esa construcción?
¿Las acciones no tienen peso ontológico para asegurar mínimamente
la mejor deliberación para la felicidad? ¿Hay, al final, una ruptura
hombre-naturaleza?
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Estas preguntas fueron hechas por las filosofías antiguas y contestadas de diversas formas, lo que también ocurre con la modernidad.
La respuesta estoica tendrá que ser buscada en su reflexión referida al
campo ético-político.
Physis e historia
La phýsis es modelo para las acciones, repetirán los doxógrafos sobre la
máxima de excelencia estoica, que es: "vivir siguiendo la naturaleza".
Hay un problema en cuanto a la acción excelente: ¿en qué medida se
puede vivir según la naturaleza si nuestro lenguaje es lektón, incorporal,
existencia débil distanciada del ser? Entre el ser y el aparecer se encuentra la abertura humana de seguir o no su esencia, es decir, de pensar y
actuar según su phýsis profunda o distanciarse de ella. Para eso tenemos
en nosotros el universal, a pesar de que nuestra mirada se individualiza
al interpretar los propios límites vividos en la historicidad. Con todo, por
naturaleza el lógos cósmico se manifiesta en el hombre a través de las
nociones llamadas comunes, las prolépseis, que son pensamientos fuertes en el sentido del ser, no son nociones incorporales. En ellas, el lógos
se presenta en cuanto alétheia, evidencia, presencia. Eso es lo primario
y universal del conocimiento, pero estamos inmersos en los acontecimientos. Nuestras representaciones no sensibles, siendo incorporales,
están juntas con las prolépseis, que son corporales . Más aún, el noûs, o
intelecto cósmico y ordenador, que es otro nombre para el devenir perfecto de la phýsis, es su nómos, su destinación, su pneuma, tiene potencias (dynameis) que se especifican en los hombres. Una de ellas - l a
psychikpen- tiene partes que sustentan el conocimiento profundo sobre
la phýsis: en virtud de la parte propiamente psíquica, representamos
(como lo hacen también los animales sin lógos); por la parte "logística",
pensamos y decimos; por la dianoética, inteligimos .
6
7
Paradójicamente, porque somos animales con lógos, tenemos por
naturaleza el poder de distanciarnos de esa naturaleza, precisamente
por el lenguaje, por la capacidad de pensar-decir-interpretar. Esta para-
6
Aetius, Placita, IV - SVF II 83; D. Laércio VII - SVF I 230.
7
No cabe aquí profundizar la noción de alma y sus partes, pues este asunto, que
funda el conocer humano, tiene una gran complejidad. Apunto solamente que el
alma es un soplo caliente, vital, cargado de lógos y de noûs, que penetra en
todas las cosas de modo diverso; en una instancia mineral de un modo, en una
vegetal de otro, asimismo en una animal y en una propia de un animal racional
de otro -éste tiene también un lógos específico, una diánoia y un noûs (cf.
noticias varias de la doxografía).
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doja es asumida por la escuela y es una abertura para los hombres,
esos seres físico-históricos capaces de reflexionar sobre el Absoluto
porque lo tienen en sí mismos, y simultáneamente viven en el campo
relativo de los seres casi-inexistentes. Ese campo esculpe la historicidad
como mundo del lenguaje y de la interpretación. A mí me parece que
a los estoicos se los debe leer según este doble registro, al margen de
las lecturas tradicionales. El ser en cuanto cuerpo pone el pensar-decir
como ejercicio para la teoría práctica que se hace efectiva a través del
uso de los incorporales. El ejemplo más claro de esa teoría práctica es
la postulación de una ciudad ideal por Zenón de Cíttium, la cosmópolis,
única construida en lógos según las normas del cosmos.
Sin detenerme en la cosmópolis o en los meandros de la teoría del
conocimiento, es necesario reafirmar este doble registro de lectura del
mundo, el corporal y el incorporal, a partir del cual fue pensada la
Politéia ideal sin ninguna forma institucional, sin ágora, sin edificios
públicos, sin leyes escritas, sin moneda, ciudad de sabios, en clara
demostración de una negación de los valores históricos y sus instituciones distanciadas de la phýsis. La cosmópolis, ya se adivina, debe
estar en todas partes y en ninguna, debe edificarse en el corazón de
cada hombre. Queda expuesto así el puente que va desde la phýsis a la
ética y política.
Las acciones y sus valores
Hecha esta exposición, intentaré facilitar la introducción a la problemática de la acción ética, tal como la comprendieron los estoicos a partir de
la perspectiva del incorporal y del corporal. Si el campo del pratteîn, del
actuar, se relaciona con la construcción de la historicidad y está fundamentado en los juicios que hacemos para actuar, éstos pueden estar o no
en acuerdo con la phýsis. Para seguir el cosmos, los juicios deben obedecer ciertas reglas indicativas de una buena decisión. Es sabido que el
estado de excesiva conturbación del ánimo - l o que ocurre en la
esclavización del hombre por las pasiones- no es adecuado para el buen
juzgar. Es sabido, también, que para los estoicos se debe procurar alcanzar la ataraxia, el estado de no conturbación pasional (lo que no quiere
decir ausencia de pasión). Que los errores de nuestras deliberaciones
estén amparados en la perturbación de nuestros logoí, significa que en el
género humano la pasión, entendida como alógos, es falta de acuerdo
con el lógos universal y ocurre tanto en una enfermedad orgánica, que
es una pasión excesiva, cuanto en la cólera, en la envidia o en una serie de
argumentos mal articulados. Las pasiones exacerbadas perturban el buen
juzgar, sea por una enfermedad del hígado, por un sentimiento de envi-
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dia, por una desconcentración en el desarrollo de argumentos, y por
muchas otras situaciones de esta índole. Para la Stoa no hay división
entre lo orgánico, lo psíquico y lo lógico.
Esto es importante, pues el campo ético queda como aquello que,
envuelto en los acontecimientos, depende de una interpretación. Deliberar correctamente exige, como regla primera, oír lo hondo del ser,
no perturbarse por los acontecimientos de modo absoluto, lo que quiere decir que los estoicos tendrán una mirada distanciada sobre lo que
ocurre, estableciendo otro mirar, centralizado en el lógos cósmico,
siempre presente, para decidir sobre la acción de un modo claramente
argumentado. Si no se puede hacer esto, dadas las circunstancias -por
estar bajo el signo de la conturbación-, entonces es necesario que se
perciban los límites y no se delibere. La decisión argumentativa es el
núcleo de la ética estoica, y jamás serán éticas las acciones fundamentadas en la obediencia a las normas exteriores, sin que ellas hayan
pasado por la criba de la argumentación. La historicidad y sus instituciones son secundarias en cuanto referidas a la phýsis, así que al oír el
lógos en nosotros debemos aprender a trabajar con él, como trabaja el
héroe del Pórtico, Héracles, discerniendo tenazmente entre los
incorporales y los corporales para volver a los incorporales, tópos de
nuestra fragilidad y de nuestra fuerza.
Desde esta perspectiva, se pueden comprender mejor ciertos pasajes
de los textos estoicos romanos centralizados en la ética, teniendo presente, como ya se ha dicho, la reflexión sobre la phýsis recibida de los
primeros maestros. El esfuerzo para adecuarse a la primera naturaleza
y tener una acción correcta, inmersos en los lékta, hace que el seguidor de la Stoa sea un hombre en permanente ascesis y excelente lector
de los signos. Si hay una deliberación correcta, ese hombre será excelente, lo que para esa filosofía ocurre en algunos momentos de la vida,
en algunas circunstancias. Jamás habrá el sabio, sino aquél que se
ejercita en la sabiduría independiente de conseguirla. El ejercitarse
bien es lo que se debe buscar. Lejos de pensar en la permanencia de la
excelencia, los fragmentos estoicos afirman claramente el embate del
hombre en medio a la propia historicidad, sin la idea del necesario
progreso linear para el conocer y actuar. No hay progreso del menos
para el más. La ética estoica es una ética puntual, del instante, y en
nuestra vida solamente intentamos la excelencia, pero pocas veces y
por poco tiempo la conseguimos.
Posteriormente dirá Epicteto a los fundadores, en
do: "...hay cosas que dependen de mí y hay cosas
de mí...". Saber de esto es una de las reglas para
acontecimientos. Sin duda, esa ética es inmanente
tono más resignaque no dependen
el bien juzgar los
al vivir histórico
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por las razones ya apuntadas, sin embargo, no se trata de una ética
finalista, ni es utilitaria porque, es necesario remarcar, no se decide
sobre lo mejor entre 'a' o ' b ' cuanto a la utilidad de ellos, una vez
que lo útil es así considerado en función de los valores vigentes. Los
valores estoicos son referidos a la phýsis y para escoger entre 'a' o
'b', por ejemplo, el modelo está en lo que nuestra naturaleza apunta
en nosotros mismos, en nuestra capacidad de argumentar para deliberar. En esa interioridad nace el valor de la acción y no fuera de
ella. La deliberación ética no está en lo que consideramos socialmente bueno o malo, correcto o incorrecto sino, como se sabe, está
en el campo de lo que la Stoa ha denominado adiaphora, de lo que
no es considerado bien o malo y sí indiferente a ellos. La gran
ruptura con la ética pragmática -vigorosa en nuestros d í a s - está en
que la ética estoica tiene fundamento metafísico.
Concluyendo, y recordando el título de esta exposición, la ética
estoica tiene, así como la lógica, su paradigma en el ser y su abertura
paradojal en la multiplicidad del mundo fenoménico, ese mundo mezclado de cuerpos y de incorporales. Finalizo con una cita de Marco
Aurelio. Como filósofo romano él tiene en sus escritos ese tono más
práctico, tono de consejo. En este pasaje (Pensamientos, libro VII, 47),
él apunta al poder del hombre en cuanto a la decisión de sus acciones,
decisión siempre argumentada, demostrando la definitiva interioridad
de esa filosofía:
"...Cuando te afliges por algo que te viene de fuera, no es esa cosa
que hace tu tormento, sino el juicio que haces sobre ella. Ahora bien,
tu tienes el poder de destruir prontamente ese juicio. Si tu aflicción
viene de tu disposición interna, ¿qué te impide rectificar el principio
que te conduce? Y si tu aflicción viene de que no hagas la acción que
te parece adecuada, ¿por qué no la haces en vez de afligirte? Pero
(dirías): 'alguna cosa más fuerte que yo me impide'. (Entonces) No te
aflijas, pues la causa que te impide no está en tu poder. Sale de la vida
sin amargura, como saldrías si hubieras cumplido lo que querías hacer,
pero sin cólera contra lo que te puso obstáculos."
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