separatistas, lo que es uno de los primeros retos para los bolcheviques con un programa internacionalista y de respaldo a los movimientos de liberación nacional. A Finlandia y a Polonia, Lenin les da el visto bueno para su separación, y se las deja caminar por sí solas. Pero ante la guerra civil que se desata, los bolcheviques deciden recomponer el imperio, aunque sobre 1 Ramón Fernández Durán es miembro de Ecologistas en Acción. Este texto se ha confeccionado a partir de materiales de trabajo de un libro en elaboración por el autor sobre la Crisis Global y el previsible colapso civilizatorio. Parte de los materiales se han entresacado de dos textos del autor que forman parte de dicho libro y que están colgados en la web; “El Estado en el mundo a lo largo del siglo XX” y “La conflictividad político-social en el siglo XX”. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net uno, dos, mil... muros crisis social existente, en la que amplios sectores de la población clamaban “paz y pan”. En esas circunstancias, el partido bolchevique, un partido de cuadros férreamente organizado por Lenin, impulsa la organización de soviets (asambleas populares) que van a ser su ariete en la lucha por el poder del Estado. El Zar abdica y poco después se produce el renombrado Asalto al Palacio de Invierno. Inmediatamente después los bolcheviques nacionalizan la gran propiedad terrateniente y la industria, que estaba en general poco desarrollada en Rusia. Tras la revolución, el imperio ruso, en profunda crisis, se ve sometido a fuertes tensiones centrifugas (artículos) El siglo XX vio nacer, degradarse, crecer, esclerotizarse y finalmente morir o integrarse en la Economía Mundo capitalista al “socialismo realmente existente”. Fue una experiencia más efímera que la propiamente liberal capitalista (que todavía perdura), pero tuvo una considerable trascendencia en el acontecer del pasado siglo, y ha dejado una muy importante huella en una amplia parte del mundo, así como estructuras que todavía perviven en importantes regiones (especialmente en China), aunque integradas ya en las dinámicas del nuevo capitalismo global. Pero eso sí, conservando todavía importantes características propias. A principios del siglo XX, conforme se recrudecen las tensiones interimperialistas entre las potencias europeas, se asiste a un creciente tensionamiento dentro de la II Internacional. El apoyo o no a las burguesías nacionales en el camino hacia la guerra que se avizoraba en el horizonte dividía al movimiento socialista internacional. El estallido de la Primera Guerra Mundial va a provocar una aguda crisis en la II Internacional, y esa crisis va a explotar finalmente al final de la guerra, como resultado de la Revolución Rusa (1917), generando una aguda escisión en el movimiento socialista internacional, entre la vía reformista y la vía insurreccionalista. Esta última vía pasaría a crear la nueva III Internacional, en 1919, a instancias de Lenin. La Revolución Rusa había demostrado que era posible la toma del poder a través de la insurrección popular. Pero el Estado ruso no era liberal, y por tanto no había posibilidad de acceder a él a través de elecciones. Es más, los rusos sólo habían conocido estructuras jerárquicas y fuertemente autoritarias en regímenes feudales o zaristas. Y la toma del poder a través del levantamiento popular había sido factible por la descomposición de las fuerzas imperiales rusas como resultado de la guerra, y por la aguda página 9 por Ramón Fernández Durán1 YOUKALI, 9 IRRUPCIÓN, DESARROLLO, CRISIS Y COLAPSO DEL “SOCIALISMO REAL” uno, dos, mil... muros (artículos) página 10 YOUKALI, 9 nuevas bases, para hacer frente a una aguda crisis político-social y a los sentimientos nacionalistas existentes. Finalmente, a principios de los años veinte se crea la URSS, compuesta por Rusia y las repúblicas socialistas de los territorios más periféricos del antiguo imperio ruso (Ucrania, repúblicas bálticas, Cáucaso, repúblicas de Asia Central, etc.). En la decisión de mantener a las nuevas repúblicas socialistas bajo el dictado de Moscú, por supuesto que juegan también factores como el abastecimiento alimentario de la nueva URSS, caso de Ucrania, o el acceso a las fuentes de energía, en concreto al petróleo, que se explotaba en el Cáucaso. “De los tres grandes imperios multinacionales que existían en Europa antes de la Primera Guerra Mundial –el austrohúngaro, el otomano y el ruso- solo éste sobrevivió (reconvertido), al menos hasta 1991” (Wallerstein, 2004). Ante la derrota de los movimientos revolucionarios proletarios en los países más “avanzados” tras la Gran Guerra (en concreto, después del aplastamiento de la revolución alemana), los bolcheviques deciden pues volverse hacia el interior y consolidar el poder del Estado y del nuevo “imperio ruso”, impulsando también una fuerte industrialización para intentar alcanzar a los países del Centro capitalista. El programa era Gran industria, Electrificación y Soviets, que se quedaría reducido a Gran Industria y Electrificación. El sueño y la ambición de Lenin, que muere pronto (1924). Esa sería la vía del “socialismo en un solo país” que desarrollaría Stalin, que se seguiría volcando hacia adentro y hacia el Este, visto el fracaso de la rebelión en Europa occidental, y que no sería otra cosa sino un peculiar y burocrático capitalismo de Estado, con protección (y control) social. Un nuevo proyecto de poder, que para asentarse necesitaba romper con el mercado mundial. De cara a ese proyecto se pondría a trabajar también a la nueva III Internacional (o KOMINTERN). Una organización de partidos comunistas de alcance mundial, bajo el control rígido del Partido Comunista de la URSS, pues solo ese partido tenía el dominio estatal, además sobre un inmenso territorio, y por lo tanto era su incuestionada estructura dirigente, y Stalin sería su máximo guía durante casi treinta años. Eso hizo que el estalinismo permeara en gran medida a la mayoría de los partidos comunistas del mundo, y que éstos no se empezaran a cuestionar lo que pasaba en la URSS (y, posteriormente, en su área de influencia) hasta el 68. En los años treinta, Stalin procede a la colectivización total de la tierra, en plena crisis capitalista global, lo que provoca una gran hambruna y millones de desplazados. Su objetivo era “modernizar” la agricultura y ponerla al nivel de Europa occidental y, especialmente, de EEUU, si bien resultó ser un fracaso absoluto. De hecho, la URSS sería siempre dependiente desde el punto de vista agroalimentario. Pero aparte de forzar la desaparición de la pequeña propiedad en el campo, se buscaba también proporcionar la fuerza de trabajo necesaria para la industrialización forzada que se quería lograr. Todo este periodo se acompañó de una fortísima represión: purgas, juicios de Moscú, Gulags… que alcanzó su apogeo en el bienio 1937-38 (en paralelo a la Guerra Civil española), el del Gran Terror, y que implicó más de un millón de muertos y varios millones más en trabajos forzados (en trabajos de infraestructura energética, viaria e hidráulica). La Segunda Guerra Mundial se veía venir, y Stalin quería probablemente estar preparado para ese escenario, teniendo despejado y en “orden” el patio interno, y con una potente industria que le permitiera desarrollar un importante componente militar. La contienda iba a significar la muerte de unos veinte millones de rusos, una tremenda sangría, pues fue el Ejército Rojo, aparte de por supuesto la población civil, el que tuvo más bajas luchando contra los nazis, y el que fue decisivo para dar la vuelta a la contienda, logrando frenar y revertir el avance de Hitler. Además, en su camino hacia Berlín solo contó con una limitada ayuda aliada (cierto armamento y municiones, aparte eso sí de los bombardeos), siendo sus hombres los que actuaron de carne de cañón. “Curiosamente”, Roosevelt y Churchill se resistieron al desembarco aliado de Normandía, hasta que Stalin no liquidase formalmente la III Internacional, cosa que hizo formalmente en 1943 (Claudín, 1978), y entraron abiertamente en batalla en territorio europeo contra los nazis cuando el Ejército Rojo había quebrado ya la columna vertebral de la Wehrmacht, y cuando ésta enfrentaba una aguda carencia de combustible2. Pero el avance hacia Berlín le permitió al Ejército Rojo ocupar gran parte de Europa del Este, al Oriente del Elba, y fue desde esa posición de fuerza, con las tropas desplegadas sobre dicho territorio, que la URSS pudo exigir en Yalta que éste quedara bajo su esfera de influencia, y más tarde imponer regíme- 2 La Alemania nazi utilizaría alcohol proveniente de patata, y hasta combustible líquido obtenido a partir del carbón, como formas de solventar la falta de petróleo, pues su acceso al mismo le había sido cortado por el Ejército Rojo al frenar su acceso al Cáucaso (Heinberg, 2006; Abramsky, 2007). ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net uno, dos, mil... muros (artículos) página 11 van sucediendo diferentes rebeliones populares que son aplastadas por las tropas del Pacto de Varsovia, en 1953 en la RDA, en 1956 en Hungría, en 1968 en Checoslovaquia, y en 1981 en Polonia (con el golpe de Jaruzelsqui, ante la amenaza de intervención directa de la URSS). Ni la desestalinización impulsada por la URSS a partir del XX Congreso en 1956, después de la muerte de Stalin (1953)4, sirvió para eliminar o suavizar este afán intervencionista en su esfera de influencia, contra cualquier movimiento popular que pusiera en cuestión su dominio. Todo ello provocó un creciente descrédito del “comunismo” en la izquierda mundial, sobre todo en Europa occidental, el área más cercana, que se hace especialmente evidente tras el sofocamiento por las tropas del Pacto de Varsovia de la Rebelión de Praga. A partir de ese momento distintos partidos comunistas en Europa occidental se distanciarían de Moscú e iniciarían la vía del Eurocomunismo, claramente liderados por el PC italiano, el más grande con mucho a este lado del llamado Telón de Acero. La defensa del “comunismo” soviético se empieza pues a venir a pique fuera del espacio del “socialismo real”, y en todo caso prosperan (limitadamente) distintos “maoísmos” con el reflujo del 68. En las décadas de 1970 y 1980, tanto la URSS como los países de Europa Este empezarían a ir mal en términos económicos, hasta que finalmente se derrumbaron en poco tiempo tras la caída del Muro de 3 Alemania y Corea serían las dos grandes particiones de Yalta, y la mitad de cada una quedaría en la esfera de influencia de una u otra superpotencia. 4 La condena del estalinismo en el XX Congreso del PCUS es un intento por parte de la Nomenklatura dirigente soviética de dar seguridad a su estructura, trasmitiendo a sus bases que a partir de entonces las purgas internas y la arbitrariedad del terror quedaban (en teoría) descartadas (Lefort, 1974). ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 9 nes “comunistas” subordinados en dichos países3. Los regímenes “comunistas” llegarían a Europa del Este no de la mano de la insurrección popular, sino de la mano del Ejército Rojo. La URSS ampliaba así su esfera de influencia en el mundo. Y “EEUU daría garantías a la URSS sobre su control en una esquina del mundo, a cambio del compromiso de permanecer en esa esquina”, aproximadamente una tercera parte del planeta, el resto quedaría bajo la esfera de influencia de EEUU. “El acuerdo de Yalta fue esencialmente respetado por la URSS y las potencias occidentales hasta 1991” (Wallerstein, 2004). Y probablemente fue por eso por lo que Stalin presionó a los comunistas chinos para que llegaran a un acuerdo con el Kuomintang, partido nacionalista burgués, pero Mao decidió ignorarlo y entró en Shangai en 1949, unificando China continental bajo el dominio del Partido Comunista Chino (PCCh). Un partido que tenía un importante componente agrario, como China en su conjunto. El PCCh arrancaría a China de la influencia estadounidense en el continente, y el Kuomintang quedaría desplazado a Taiwan, y gozaría del apoyo de EEUU. Por otro lado, en Yugoslavia y Albania, movimientos marxistas-leninistas habían llegado al poder también a través de vías insurreccionales tras la guerra mundial, pero rompen poco después abiertamente con Moscú. Y se podría decir que los partidos comunistas que tomaron el poder en China, Vietnam y Cuba, más tarde, funcionaron claramente como movimientos de liberación nacional. Finalmente, las tensiones entre China y la URSS terminarían finalmente por saltar en 1960, cuando se produce la ruptura chino-soviética. A partir de ese momento cada uno iría por su lado a nivel internacional, como ya hemos comentado, y tendrían relaciones distintas con EEUU, aparte de disputarse la dirección del amplio movimiento comunista internacional, que vive asimismo importantes rupturas a raíz de la escisión chino-soviética (Wallerstein, 2004). Pero los regímenes “comunistas” de la Europa del Este serían el eslabón más débil del dominio soviético, y el espacio donde el “socialismo realmente existente” sería más contestado, no en vano había sido en gran medida impuesto por la bota militar. Y así, se uno, dos, mil... muros (artículos) página 12 YOUKALI, 9 Berlín, en 1989. A este derrumbe contribuyeron distintos factores: de manera muy importante el fuerte gasto que impuso la carrera armamentista impulsada por EEUU, especialmente en los 80 con Reagan, a la que la URSS tuvo que dedicar ingentes recursos, en detrimento del conjunto de su sociedad5; la caída de los precios del petróleo en dicha década, que hace más difícil a la URSS conseguir dólares en el mercado mundial para sufragar su dependencia agroalimentaria del exterior; la creciente ineficiencia de un aparato productivo cada día más esclerotizado y burocratizado; la falta de legitimidad social de unos regímenes fuertemente jerarquizados y represivos, que se basaban en el miedo colectivo; y la feroz agresión ecológica del “socialismo real” sobre su propio territorio, que estalló abiertamente a raíz del accidente nuclear de Chernóbil (1986), y que precipitó el hundimiento del imperio soviético. Se podría afirmar que la URSS provocó un verdadero ecocidio. La represión de cualquier atisbo de crítica, y el hecho de que el “socialismo real” fuera enormemente ineficiente desde el punto de vista energético, hizo que los desmanes ecológicos adquirieran una magnitud exacerbada. Además, se puede decir que la URSS no había sufrido las crisis energéticas de los setenta, pues abastecía sin excesivos problemas a toda su área de influencia de combustibles fósiles, y por lo tanto no sintió la necesidad de reducir el derroche energético. Las políticas de glasnot (transparencia) y perestroika (reforma) de Gorbachov (1986) permitieron, y en realidad estimularon, la abierta rebeldía en contra de las jerarquías piramidales y el gobierno hipercentralizado e hiperburocratizado, y dieron a conocer internamente el desastre ecológico del “socialismo real”. Y finalmente en pocos meses todo se fue viniendo abajo como un castillo de naipes, primero en la Europa del Este, y algo más tarde en la URSS, que implosionó en 1991. Pero también la repercusión de las dinámicas del capitalismo global tuvo su impacto en la crisis del “socialismo real” y contribuyó a incentivar el rechazo social al mismo, especialmente en las últimas décadas de su existencia, y muy en concreto en los ochenta, sobre todo en los países de Europa del Este. La potencia comunicativa de la Aldea Global del capitalismo occidental, fue un factor importante en la erosión de la legitimidad de unos regímenes como decimos férreamente represivos, autoritarios y en definitiva tremendamente grises y tristes. La “libertad” occidental que se transmitía por las ondas y el éter, contribuyó a poner a la defensiva a unas estructuras de poder carentes de arraigo popular. Eso fue especialmente así en el ámbito musical y en las formas de vida que se transmitía al mundo desde Hollywood, EEUU y Europa occidental, al tiempo que el glamour de la enorme diversidad del consumismo occidental servía de atractivo para las generaciones más jóvenes. A pesar de los intentos de control de estas dinámicas desde el otro lado del Telón de Acero, la penetración y tremenda capacidad de seducción de la marca “Occidente” era un hecho, y cuanto más se intentaba controlar y prohibir su consumo, más atractiva se volvía. Era una verdadera actividad subversiva acceder a la misma. Además, el turismo occidental, que por otro lado se fomentaba, aunque de forma controlada, para conseguir divisas, era una vía de penetración del virus occidental, y una forma de difundir otras formas de vida, de ropa, de música, y sobre todo de la libertad de viajar libremente. Algo que estaba prohibido en el Este. Cuando cae el Muro de Berlín, la población del Este que se lanza a cruzar en masa hacia la parte Oeste de la ciudad, más de dos millones lo hicieron el primer fin de semana (pude ser testigo directo de este acontecimiento histórico), donde más se paraba a admirar lo que le ofrecía Occidente, el mundo del consumo a lo bestia que le deslumbraba, era en las oficinas de turismo, y fantaseaban en grupo con poder viajar a Florida, al Caribe, 5 En el caso de EEUU, y de Occidente en general, el gasto Estatal en el complejo militar-industrial derivaba posteriormente en desarrollos tecnológicos para su aplicación civil, incrementando la productividad de la economía privada, pero eso no era así en el caso de la URSS, en donde el complejo militar-industrial funcionaba de forma muy estanca y separada del resto de la actividad económica, debido a problemas burocráticos, y era un enorme lastre para el desarrollo del resto de los sectores económicos. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net 6 Después de la Revolución Rusa prosperaron los planteamientos feministas, Alejandra Kolontai sería una de sus grandes figuras, y también propuestas de “amor libre” en las que se ponía seriamente en cuestión la estructura familiar imperante. Y hasta se plantearon, en un primer momento, propuestas de desurbanización, que fueron rápidamente corregidas desde el partido comunista, tachándolas de utópicas y reaccionarias (Los Amigos de Ludd, 2007). ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net uno, dos, mil... muros (artículos) página 13 En definitiva, el llamado “socialismo real” surgió en la mayoría de los casos de procesos revolucionarios en sociedades periféricas o semiperiféricas, con un reducido o casi inexistente proletariado industrial, y en general en etapas de fuerte crisis de los Estados en los que prosperaron. Todo ello en contra de lo que Marx y el marxismo revolucionario habían predicho, y que daría lugar a la “dictadura del proletariado”, como paso imprescindible para acceder a la sociedad sin clases y a la desaparición del Estado. Así, después de unas primeras etapas fuertemente rupturistas con los regímenes previos, en las que florecieron dinámicas revolucionarias diversas (entre otras, de erosión del orden patriarcal existente6), las nuevas estructuras políticas sirvieron para impulsar potentes procesos industrializadores-modernizadores desde el Estado, una vez reprimidos los brotes revolucionarios, con una intensidad y aceleración que nunca se había logrado en Occidente; donde estos procesos se llevaron a cabo en lapsos bastante más largos de tiempo, y a través de las dinámicas más moleculares de acumulación del capital privado, aunque pudieran haber tenido un cierto apoyo estatal. Eso fue especialmente cierto en el caso de la URSS, a costa de un tremendo coste humano, social y ambiental, y recomponiendo por supuesto de forma expresa el orden patriarcal nuevamente. El estalinismo proscribió el feminismo como fenómeno contrarrevolucionario, y esta actitud solo se empezó a relajar en época de Gorbachov. el gran reformador (Eisler, 2003). Pero después de esa fase de fuerte despegue industrial, su propia dinámica interna, y en concreto la YOUKALI, 9 a Grecia o a Bali. Las ofertas que veían en los escaparates. Entre el original, en colores vivos, nítidos y relumbrantes, y la copia, gris, desvaída y triste, la gente claramente prefería el “brillante” capitalismo que le ofrecía Occidente, en vez del “pobre” capitalismo de Estado que se veía obligada a sobrellevar. Veía por supuesto su lado más atractivo y resplandeciente, y se le escapaba el tremendo sufrimiento y miseria (sobre todo a escala mundial) que había (que hay) detrás de esa imagen. Y hasta el nombramiento del Papa Juan Pablo II, de origen polaco, tuvo un efecto disolvente en un “socialismo real” ya en fuerte crisis, en especial en la Europa del Este, en parte católica, sobre todo Polonia. Sin embargo, no es posible afirmar que la crisis energética cumpliera un papel determinante en el colapso o crisis “comunista”. En el caso de la URSS y su zona de influencia la “abundancia” de recursos energéticos fósiles (petróleo, gas natural, carbón) era tal que permitió un fortísimo proceso industrializador sin problemas importantes de abastecimiento, como hemos dicho. En todo caso el problema era la tecnología para explotarlos, y en ese terreno en ocasiones se vio obligada a recurrir a importaciones de tecnología para intensificar la explotación de sus recursos. La URSS parece que sobrepasó su pico del petróleo en 1987, poco antes de su colapso, pero en esa época exportaba una parte considerable de su capacidad de extracción para conseguir dólares con los que pagar otras importaciones, sobre todo alimentos (Heinberg, 2006). Quizás fue un elemento más que influyera en su crisis definitiva, pero solo eso. En el caso de China, este inmenso Estado empezó a importar petróleo a principios de los noventa, por lo que no parece que tampoco fuera determinante la escasez energética en su apertura hacia el exterior, aunque probablemente fue un elemento importante de cara a dar dicho paso. Una vez más para importar el petróleo necesario para impulsar su proceso modernizador-industrializador necesitaba dólares, con el fin de poder comprar crudo en el mercado mundial, y para conseguir dólares se convertiría en la Fabrica del Mundo. Pero sí es importante señalar que en ambos casos la energía fue un elemento trascendental para que se afirmaran sus estructuras de poder, más en el caso de la URSS que de China por su mayor industrialización y urbanización. uno, dos, mil... muros (artículos) página 14 planificación centralizada y burocratizada, hizo a los regímenes de “socialismo real” tremendamente ineficientes y faltos de flexibilidad para encarar sus propias crisis internas en un mundo en constante cambio. Además, aunque intentaron establecer sus “telones de acero” para aislarse del mercado mundial, pues tenían en general suficiente territorio, recursos y capacidad interna para desplegarse, la dependencia de tecnología avanzada (en ciertos sectores) y agroalimentaria de Occidente les forzaba a incorporarse aunque fuera de manera tangencial al mercado capitalista mundial, y a tener que someterse a sus reglas. En dicho mercado se operaba en dólares, principalmente, y había que conseguir dichos dólares para proveerse de las mercancías, y sobre todo de la tecnología, que necesitaban para seguir prosperando. Esa era una espada de doble filo, como se vio al final de su existencia7. Y así, uno de los grandes bloques del “socialismo real”, China, decidiría por sí mismo incorporarse paulatinamente al mercado mundial, privatizando y reestructurando intensamente su aparato productivo, pero pilotando y controlando internamente el proceso (“Un mundo, dos sistemas”); y otro, el más originario, y su zona de influencia, sucumbió a sus propias contradicciones internas, y luego no tuvo más remedio que dejarse someter a la terapia de choque que le impuso Occidente para integrarse en la Economía Mundo capitalista, y de la que se beneficio éste en muy gran medida, sobre todo en Europa del Este. Todo ello se vendería bajo el lema de que reemplazando el “comunismo” por el capitalismo todo marcharía. Es importante analizar también cuáles fueron los “dioses” del “socialismo real”, pues ellos son claves también para entender cómo intentaron legitimarse estos regímenes, y cómo han cambiado abiertamente desde que colapsaron o entraron en crisis dichos sistemas. Los “dioses” del “socialismo real” provienen directamente de la “modernidad”, y de un marxismo (distorsionado) que bebe de sus fuentes, y que le sirvió de armazón ideológica. La ruptura que preconizaban con las estructuras políticas y sociales de las que habían surgido se hacía en nombre del “Progreso” y del “desarrollo de las fuerzas productivas”, pues dichas estructuras lo impedían y solo así se iba a poder caminar hacia el “socialismo” y asentar más tarde el “comunismo”. Y en ese camino el dominio de la Ciencia, la Tecnología y el Industrialismo era fundamental, pues todo ello servía para impulsar un potente desarrollo del proletariado. El “proletariado” era en teoría la clase dirigente, pues no en vano se había instaurado (decían) la “Dictadura del proletariado”, y eso obligaba a la Nomenklatura (esa “clase oculta” que se fue consolidando a costa de purgas y represión contra los miembros del partido con veleidades revolucionarias) a adoptar ciertas formas de cara al exterior, pues la riqueza y los privilegios no era socialmente aceptable que se exhibieran (Voslansky, 1981, Lefort, 1974)8. Se arrampló también con los “dioses religiosos” previos, y se sustituyeron por nuevos “dioses” humanos (Lenin, Stalin, Mao, Ceacescu, Honecker, etc.), pues dichas sociedades eran formalmente ateas. El culto a la personalidad llegó a adoptar un carácter verdaderamente patológico. El mausoleo y la momia de Lenin en la Plaza Roja de Moscú fue una buena prueba de ello. Pero también se hizo venerar especialmente a la “Patria” (al Estado, en definitiva), de la que los nuevos “dioses” humanos eran su máxima guía, y cómo no al “Partido” que defendía a ambos por el bien del proletariado. Y la ideología “comunista” sirvió de cemento unificador del conjunto de la sociedad, así como la “anticomunista” lo fue también, en menor medida, en Occidente (si se exceptúa la época del Macartismo en EEUU). Finalmente, es preciso resaltar que el “socialismo real” en vez de caminar hacia la progresiva YOUKALI, 9 7 Parte del reciclaje de los petrodólares en los ochenta fue a los países de “socialismo real” del Este europeo, y ese endeudamiento con Occidente fue también determinante en la evolución de su integración al capitalismo global. 8 La Nomenklatura era una clase a la que el control del poder político le había permitido acceder a la riqueza, y no al revés, a pesar de que el programa del partido comunista definía que la URSS era una sociedad sin antagonismos sociales. Y es por eso por lo que la “austeridad” externa de dicha clase era el último y modesto tributo al mito del origen proletario de la Nomenklatura (Voslensky, 1981). ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net uno, dos, mil... muros (artículos) página 15 YOUKALI, 9 extinción del Estado y la difuminación de la sociedad de clases, avanzó justo al contrario, creando unos Estados monstruos y unas sociedades muchos más jerarquizadas de las que se partía, y sobre todo con mucha menor autonomía personal y comunitaria. Por supuesto, la crisis o el colapso del “socialismo real”, y su integración en la lógica del capitalismo global de matriz occidental, significó también un nuevo cambio o adaptación de los “dioses”. En el caso chino, donde esta transformación fue más gradual y se llevó a cabo con mano de hierro desde el propio partido comunista, hubo que cambiar los discursos y se impulsaron campañas públicas diciendo que “enriquecerse es un deber patriótico”. Ya no estaba mal vista la exhibición de la riqueza, o no debería estarlo en las nuevas circunstancias, al tiempo que se ha permitido formalmente la entrada de los grandes empresarios en las estructuras del partido. Todo ello por el bien de la “Patria”, que sigue como uno de los “dioses” principales, mientras el Partido pasa a un más discreto segundo plano, y se permite una mínima apertura política en el escalón más local, para integrar y desactivar los conflictos y resistencias de la “sociedad civil”. No así en los siguientes niveles del Estado, que son tres más debido a su tamaño, en los que sólo opera el partido comunista. Además, se van recuperando “dioses religiosos” antiguos que habían sido destronados (confucianismo, budismo), y que ahora se considera convenientes rehabilitarlos paulatinamente para dar una mayor cohesión social. En el caso de la URSS, tras una primera etapa que se eliminan físicamente las estatuas de Lenin y Marx, y que se abrazan con fervor todos los nuevos dioses occidentales, mientras que el Partido y la Patria prácticamente desaparecen, debido al colapso, y empiezan a resurgir nuevamente, en este último periodo, el culto a la Patria y al nuevo Líder (en este caso Putín), como forma de reforzar a la Nueva Rusia, que había sido humillada y casi destrozada por Occidente. Se recu- peran también antiguos “dioses religiosos”, y pasa a ser rehabilitada la Iglesia Ortodoxa, como forma de legitimarse también las nuevas estructuras de poder, que se refuerzan últimamente en base a la nueva riqueza que aporta al Estado el control de la explotación de los combustibles fósiles: el petróleo y el gas natural. Lo cual ha permitido a Rusia saldar su deuda con los países occidentales, y tratar de volver a recomponer el “imperio ruso” en base al control y al chantaje de la energía. Sobre ello volveremos más adelante. En definitiva, y como nos señala Wallerstein (2004), “el espectro que recorrió el mundo de 1917 a 1991 se convirtió en una monstruosa caricatura del Espectro que recorría Europa de 1848 a 1917 (como ya alertó y avanzó el Manifiesto Comunista de Marx y Engels). El viejo espectro irradiaba optimismo, justicia y moralidad, que eran sus fuerzas. El segundo espectro llegó a irradiar estancamiento, traición y opresión”. Este último espectro no sobrevivió, pues entró fuertemente en crisis o colapsó, y ha sido rescatado provisionalmente (a buen seguro) por las nuevas dinámicas del capitalismo global, que les ha insuflado nueva vida, al tiempo que los ha transformado profundamente, y a su vez su nuevo devenir está condicionando el despliegue del capitalismo global. Pero no nos engañemos, como nos dice Glinchikova (2007), una filosofa y socióloga rusa: “estamos todos hundiéndonos como resultado del naufragio de un barco cuyo casco se ha roto ya. Una de sus partes se hundió antes y muy deprisa, mientras que la otra le está costando más hundirse… Eso es todo”. Quizás matizaríamos y complementaríamos algo lo que dice Glinchikova, pero vemos muy acertada su reflexión. El barco de la modernidad occidental en su recorrido se dividió en dos (Oeste y Este), y luego en tres partes (China). La parte más potente parecía estar más a flote (Occidente y su área de influencia mundial), pues tenía motor propio y recursos y se mantenía más o menos firme. Otra viendo que se iba a hundir, decidió unirse a esa parte más potente y aprovechar su “firmeza” y empuje para prosperar de nuevo. La última finalmente se hundió (la URSS y su espacio de influencia), pero fue “rescatada” por la que siempre se mantuvo a flote (hasta ahora). Ésta disponía de tecnología suficiente para auparla del abismo y volverla a soldar a su casco. Pero en todo este proceso el barco ha incrementado enormemente de peso, y ya no está tan segura su firmeza y empuje. Y además al motor le está empezando a faltar combustible. Ahora todos comparten otra vez la aventura que inició Occidente, y se necesitan aunque tengan conflictos, pero ya no saben a dónde van y ni siquiera si podrán permanecer todos juntos a flote. Eso sí, el motor en teoría es enormemente potente (la industrialización uno, dos, mil... muros YOUKALI, 9 página 16 (artículos) abarca ya a todo el planeta), el problema es mantener su caldera en funcionamiento y el barco a flote. Y lo más probable es que se hundan (nos hundamos) todos juntos. Por último, una reflexión final. La división del mundo entre dos (¿tres?) bloques ideológicos antagónicos y mutuamente excluyentes, fue un elemento legitimador y de consenso interno de ambos bloques. El “equilibrio del terror”, y la “destrucción mutua asegurada”, reforzaban aún mucho más estas dinámicas. EEUU podía ofrecerse como protector de su esfera de influencia ante una URSS amenazadora, y una China que podía llegar a encarnar también el Peligro Amarillo. Pero una vez desaparecidos ambos peligros, e incorporados sus enormes territorios en la lógica del nuevo capitalismo global, ya no hay enemigo externo, y hay mucho más peligro de que se vea que el Emperador se está quedando desnudo. Además, “ambas ortodoxias, la capitalista y la marxista, desarrollaron sus guerras de religión, frías y calientes, pero mantuvieron idéntica devoción por los dogmas básicos del Progreso” (Pigem, 1993). Era pues preciso resucitar y construir nuevos enemigos externos, pues eso sirve de cemento cohesionador interno, en un capitalismo ya mucho más global y plural, pero sumamente frágil, aunque no lo parezca. El llamado “Choque de Civilizaciones” es una necesidad de llenar el vacío de enemigo que deja el colapso del “socialismo real”, pero esta construcción no se puede hacer de la noche a la mañana, pasará una década hasta que lo haga posible el 11-S. Nuevos demonios civilizadores en sustitución de los demonios ideológicos, que habrá que prepararse para combatir. Y el ideal enemigo a batir sería el mundo árabe-musulmán, no en vano más de las dos terceras partes de las reservas de petróleo del mundo están bajo suelo islámico. Además, es el espacio planetario más refracta- ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net rio a la penetración de los valores occidentales, y el que quizás haya quedado más al margen de las dinámicas modernizadoras-industrializadoras, que como decíamos tienen ya una dimensión global. Crisis, colapso y reconversión brutal del Estado del Socialismo Real La crisis del Estado del Bienestar en Occidente, y la del Estado-Partido en los países de Socialismo Real, coincide grosso modo en el tiempo. Curiosamente, como nos dice Postone (2007), hay un paralelismo temporal entre el nacimiento y colapso del sistema soviético y el nacimiento y crisis del capitalismo intervencionista de Estado. Y nos sigue diciendo, citando a Bell (2006), que el capitalismo occidental y el sistema soviético compartían patrones fundamentales, variantes de la Sociedad Industrial, lo que a su vez se refleja en parte en la forma Estado, pues la sociedad moderna se encuentra moldeada por imperativos de la racionalidad funcional industrial y urbano-metropolitana. De esta forma, la racionalización de todos los ámbitos y la burocratización de las instituciones es un rasgo fundamental de todas las sociedades industriales modernas, sean capitalistas o “socialistas”. En definitiva, son dos sistemas corriendo históricamente en paralelo, en los que resalta la importancia común del eje tecnológico (y sobre todo del crecimiento), pero que a su vez manifiestan también profundas diferencias en la forma Estado, por sus orígenes históricos y las diferentes formas de acumulación de riqueza y poder que promueven; como ya vimos al hablar de la “Irrupción, desarrollo, crisis y colapso del Socialismo Real”. Pero la reconversión del Estado debido a la Contrarreforma Neoliberal en el nuevo capitalismo global triunfante, va a coincidir en Occidente con el paso a la Sociedad Postindustrial y con la Postmodernidad, influenciándose los distintos procesos mutuamente. Y esta reconversión del Estado va a tener distintas implicaciones en el Centro capitalista, pues es allí donde se inicia y pilota a escala global, desde sus principales baluartes hegemónicos y financieros; que en los Estados de Socialismo Real, pues son éstos los que entran en una profunda crisis y colapso (en el caso de la URSS y su área de influencia), cuya única vía de salida ha sido la incorporación periférica y subordinada (en principio) a la lógica del mercado mundial capitalista. Las estructuras de poder del Socialismo Real buscaron esta vía de salida para poder resistir y subsistir en las mejores condiciones posibles. De esta forma, la reconversión estatal en los países de Socialismo Real fue mucho más brusca y profunda, pues hubo de cambiarse toda una forma de organización del modelo productivo y de el mundo, como pudimos ver en las Olimpiadas de 2008 en Pekín. Toda una operación mediática de Estado, con toque prusiano. Por otro lado, el fuerte impulso del empleo asalariado, y en menor medida del consumo, que iba a traer el crecimiento, se pensaba que cohesionarían además a la nueva sociedad china, que contaba con una fuerza de trabajo altamente disciplinada y cualificada. El futuro parecía brillante, aunque el camino a transitar fuera duro. Hubo que reestructurar y en muchos casos cerrar y desmantelar miles de empresas estatales, reduciendo masivamente la fuerza de trabajo empleada. Pero al mismo tiempo se abrieron otras miles de empresas de la mano también del capital y tecnología extranjera, aunque en general bajo el control chino. Es más, ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net uno, dos, mil... muros (artículos) El primer gran actor “comunista” que acepta la ausencia de futuro de su modelo es China, tras la muerte de Mao Tse Tung, en 1976. Dos años más tarde, en 1978, Deng Xiaoping convence al Partido Comunista Chino para iniciar un giro histórico en el mundo del Socialismo Real, planteando la necesidad de integrarse en la lógica del mercado mundial capitalista. Y es en ese tiempo, también, cuando se estaba gestando la Contrarrevolución Neoliberal del capitalismo occidental. Harvey (2007) nos resalta la relevancia de la confluencia de los dos momentos de ruptura, pues el nuevo capitalismo global sería inconcebible sin la incorporación del gigante asiático al mercado mundial. La Contrarreforma Neoliberal y la “globalización” del capitalismo eran el nuevo salto adelante que iba permitir a los dos dinosaurios subsistir. Uno, en apariencia más potente, pero tocado, y otro, bastante más débil en ese momento, pero pronto en fuerte auge, aunque seguramente sentenciado también en el medio plazo. La confluencia de los dos, su “apoyo mutuo”, podía iniciar una nueva etapa de crecimiento y acumulación, eso sí, si había energía barata. Como la volvió a haber desde principios de los ochenta. Con una clara división del trabajo, uno, se iba a encargar de convertirse en el consumidor en última instancia, en especial EEUU; y el otro, se iba a convertir en la Fábrica Global. China inicia esa enorme transformación de forma balbuciente, a tientas, incorporando al principio a la lógica capitalista sólo algunos enclaves de su costa del Pacífico, hasta ampliar dicha dinámica a territorios patrios cada vez más amplios. Incluso engulle a Hong-Kong, en 1997, uno de los máximos baluartes del capitalismo en Oriente, bajo el lema “Un Único País, Dos Sistemas”, tras el fin pactado de la presencia británica. En cualquier caso, la reestructuración fue salvaje y zarandeó al Estado y a la Sociedad de arriba abajo. El introducir la privatización, la lógica de mercado y la competitividad en un sistema como el del “comunismo chino”, era alterar las bases mismas de su sistema y desatar tensiones y conflictos sociales y territoriales que página 17 El giro histórico de China hacia el capitalismo global podían desafiar la estructura de poder y la legitimidad del Partido Comunista Chino (PCCh), así como poner en peligro la unidad del Estado (en el caso del Tíbet y Xin Jiang, principalmente). El “Estado Social” del “comunismo chino” prácticamente saltó por los aires, y fue sustituido por un capitalismo fuertemente autoritario, con extremas desigualdades sociales, pilotado con mano de hierro por el PCCh como columna vertebral del Estado. El Estado-Partido se mantenía, aunque transformándose profundamente, sobre todo sus “Dioses”. Es decir, sus valores, creencias y mecanismos de legitimación. Se buscaba reforzar aún más el sentimiento nacional, como ya apuntamos, pero en esta ocasión recurriendo a las raíces culturales, religiosas y étnicas dominantes, que se habían querido borrar durante la etapa “comunista”. El nuevo nacionalismo se afianzaba en las raíces del pasado, en el momento en que se incorporaban también gran parte de los valores de la modernidad occidental. Un cóctel complejo. Pero igualmente se ha sabido utilizar magistralmente el Deporte Espectáculo y Competitivo, para generar sentimiento patrio y proyectar la imagen de China en YOUKALI, 9 poder, de base fundamentalmente burocrático-estatal, y adaptarlo a las nuevas exigencias de un mercado mundial que operaba bajo la lógica del capital privado, acentuada además por la crisis del capitalismo intervencionista de Estado en Occidente. A ello se sumó el hecho de que los nuevos Estados surgidos de la crisis y colapso del Socialismo Real tuvieron que aceptar su nueva condición periférica, al menos de forma provisional. uno, dos, mil... muros YOUKALI, 9 página 18 (artículos) el PCCh activó los contactos con los importantes capitales de la Diáspora exterior china (huidos tras la llegada del “comunismo”), para animarlos a invertir en el Nuevo Estado (Arrighi, 2007). Las transformaciones fueron tan vertiginosas, sobre todo porque como resultado de todo ello se estaba produciendo el cambio de una sociedad fuertemente rural a una sociedad fuertemente industrial y metropolitana, que las tensiones sociales de esta Gran Transformación surgieron por doquier. Si bien el mundo campesino, en el interior de China, aunque erosionado, todavía tiene una dimensión muy importante. En este proceso de transformación surgieron demandas democráticas, que fueron segadas tras el aplastamiento popular en Tiannamen, en 1989. El mismo año de la Caída del Muro de Berlín. Pero tras unos años de fuerte represión, el nuevo EstadoPartido para mantener su legitimidad no tuvo más remedio que permitir elecciones “plurales” en el primer escalón de gobierno, el nivel municipal, permitiendo que “agrupaciones de electores” pudieran concurrir a las urnas. Era la manera de controlar las tensiones sociales, y orientar hacia las instituciones los conflictos, al tiempo que se blindaba para los miembros del PPCh los otros tres niveles superiores de gobierno. En China, debido a su enorme tamaño, encontramos cuatro escalones de gobierno del Estado. Es decir, la resolución de las tensiones se quería confinar en la escala puramente local, para impedir que prosperaran en extensión territorial y hacia arriba, sin que eso menoscabase un ápice el autoritarismo del PCCh. De esta forma, el sistema intentaba ganar en estabilidad y legitimidad, al menos mientras durara el crecimiento, que ha estado batiendo récords en los últimos veinte años. China necesitaba (y necesita) de esa importante tasa de crecimiento para absorber la fuerza de trabajo desplazada de su antiguo aparato productivo y administrativo, y para poder comprar petróleo en el mercado mundial9, a partir del flujo en dólares que iba a obtener con las exportaciones. Al mismo tiempo, también, el PPCh animaba a los nuevos empresarios a ingresar en el Partido, pues como ya dijimos: “Enriquecerse es un deber patriótico”. Una de las características principales de la transición y reestructuración capitalista del Estado chino es que la iniciativa fue interna, previa a su previsible crisis total, y que todo el proceso siempre ha estado fuertemente controlado por el PCCh. Los actores institucionales y empresariales occidentales han sido meros espectadores de lo que allí acontecía. Eso sí, sumamente interesados en sus resultados, por lo que les atañía. Y en esta apertura progresiva a la lógica de mercado dirigida por el Estado-Partido todavía subsisten espacios, principalmente en el mundo rural, fuera de la racionalidad del capital, debido a los intereses de estabilización político-social del propio Estado. El protagonismo pues del PCCh en toda la transición ha sido incontestable. E incluso durante la fuerte crisis del 97-98 que acabó afectando a toda la región, China se mantuvo incólume, y el FMI y el BM fueron incapaces de imponer sus recetas y reformas al gigante asiático. China se mantenía cerrada a la libre circulación de capitales con el resto del mundo, lo que actuaba como una especie de “muralla china monetario-financiera” que la blindaba de los vendavales especulativos que asolaron el sudeste asiático, según las palabras de George Soros (2002). Y los capitales occidentales se quedaron a sus puertas esperando que el Dragón chino sucumbiera ante el tifón desatado por las fuerzas de los mercados financieros, como había ocurrido con otros Estados de la región. China resistió y mantuvo el yuan vinculado al dólar, sin alteraciones, mientras todas las monedas del sudeste asiático se precipitaban en el abismo, arrastrando consigo a sus economías, y obligando a sus Estados a ponerse en manos del FMI y el BM (Gowan, 2002). 9 China es dependiente del petróleo mundial desde mediados de los noventa, como ya hemos señalado, y cuenta con importantes reservas de carbón, que está utilizando intensamente. ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net uno, dos, mil... muros (artículos) página 19 Por otra parte, el otro gran actor “comunista” que empieza a percibir la ausencia de futuro, es la Unión Soviética en los ochenta. En esos años, la URSS atraviesa su pico del petróleo y sufre de lleno la intensa bajada de los precios internacionales del crudo, su principal fuente de divisas. Gorbachov, ante la crisis, esclerosis, burocratización y fuerte erosión de legitimidad del sistema inicia la Perestroika y la Glasnost, unas políticas atrevidas de reforma y transparencia. En gran medida se adelanta también a la posible crisis terminal del modelo, ante la creciente incapacidad del sistema para lidiar con los problemas, y debido a la pérdida de fe en los dirigentes entre los dirigidos. Pero la Glasnost no hace sino sacar a flote las miserias y contradicciones del sistema, pues activa una fuerte ebullición social, acelerando la crisis. Sin embargo, va a ser en la RDA, en la mitad del corazón territorial de la Guerra Fría (la antigua Alemania), donde el conjunto del sistema soviético va a iniciar su crisis terminal, tras un breve pero intenso periodo de fuertes movilizaciones (“Nosotros Somos el Pueblo”) y huída hacia Occidente por parte de sus ciudadanos, vía Hungría. La tremenda presión social derriba el régimen policial “comunista” y el Muro. Tras la Caída del Muro de Berlín (1989), las Revoluciones de Terciopelo se propagan como la pólvora por los países del Centro y Este de Europa, derribando las llamadas “Democracias Populares”. Y, tras ello, la crisis final se precipita en poco tiempo, y se produce el colapso de la URSS (1991), el enorme corazón del sistema de Estados del bloque soviético. La estructura de poder que vinculaba entre sí todos los Estados se desintegra, predominando las fuerzas centrífugas sobre las centrípetas. Los Estados del Centro y del Este piden rápidamente el ingreso en la UE, con el fin de distanciarse YOUKALI, 9 El derrumbe de la URSS y de su zona de influencia cercana de su antiguo centro opresor y buscar una salida “propia”, al tiempo que establecen también vínculos con EEUU. Las sociedades presionaban claramente en esa dirección, y a los restos (abundantes) de las elites no les quedaba más remedio que seguirlas, para salvar el pellejo y su posición en la medida de lo posible. Al desintegrarse la URSS, sus Estados miembros recuperan la independencia y nueva capacidad de acción, llamando a la puerta de Occidente. Es otra etapa del siglo XX de importante creación de nuevos Estados, en la que habría que incluir la paulatina aparición de nuevos “mini-Estados” por la desintegración sangrienta de la ExYugoslavia. Un peculiar Estado “comunista” fuera de la esfera de influencia de la URSS, pero al que le afecta también de lleno el maremoto del colapso. Todo el aparato productivo centralizado soviético se desmorona, y la capacidad de producción industrial cae en poco tiempo más del 50% (Kothari, 2001). Un colapso en toda regla. El desmoronamiento y vacío de poder es enorme. Un momento único en la Historia moderna, que nos puede aportar algunas luces de cara a comprender futuros escenarios de colapso. Nunca antes había ocurrido que una estructura política con tanto poder y tantos instrumentos para mantener el poder (KGB, enorme ejército, gran complejo científico, inmenso poder nuclear, posición de superpotencia, etc.) hubiese desmantelado su estructura de dominio, reconociendo que el conjunto del edificio de poder no se correspondía con las nuevas circunstancias, al tiempo que procedía a dispersar el poder, sin que casi se disparara un tiro. Y nunca antes un Estado había decidido reducir tan fuerte y rápidamente su poder militar, su maquinaria de vigilancia, inteligencia y seguridad. Setenta años de intervencionismo estatal política y científicamente planificado para destruir el capitalismo, y hacer que su población lo odiara, acabaron por producir exactamente lo contrario (Kothari, 2001). Los viejos ídolos y mitos, las estatuas de Lenin y Marx, se derribaron de la noche a la mañana y la población se ensañó con ellas. Las señas de identidad de décadas se derritieron. Los antiguos “Dioses” fueron tragados por la potencia del momento histórico. Nunca había ocurrido nada igual. La desorientación de la población era enorme. El ansia de agarrarse a una nueva opción de futuro, también. Y en esto, apareció Occidente que se presentaba a sí mismo como la gran Solución. Y la gente lo bendijo y se lo creyó. Todo lo proveniente de Occidente parecía bueno, y lo propio malo. Y las estructuras institucionales occidentales (FMI, BM, Think Tanks, etc.) pudieron entrar en este inmenso territorio sin problemas, es más, con todas las bendiciones, para reestructurar los restos del imperio so- uno, dos, mil... muros (artículos) página 20 YOUKALI, 9 viético, de la mano de Yeltsin, y facilitar la entrada a saco del capital occidental. El saqueo de la enorme riqueza del Estado ruso se distribuyó entre el capital occidental y los nuevos oligarcas y mafias rusas surgidas del antiguo aparato del Estado soviético, y el pueblo fue un espectador pasivo y enormemente sufriente de toda la situación. Uno de los objetivos del saqueo eran las importantes reservas de combustibles fósiles (de crudo y gas), y ahí estuvieron las Majors occidentales del petróleo dispuestas a hacerse con el botín. El resultado de todo ello fue un empobrecimiento, marginación y desintegración social masivos. Las desigualdades sociales se dispararon como en la época de los zares. Parecía como si no hubiera tenido lugar, nunca, la revolución rusa. El sistema sanitario se vino abajo, la mortalidad se disparó y la esperanza de vida cayó bruscamente. Un sector considerable de la población joven emigró, y la población rusa se contrajo y envejeció rápidamente. El Estado no tenía dinero ni para mantener las prisiones, y a gran número de presos se les puso en la calle. Esta tremenda Terapia de Choque permitió moldear un nuevo Estado de acuerdo en gran medida con los intereses del capital internacional, si bien la ausencia de seguridad jurídica a todos los niveles era un problema potencial para sus objetivos. Como así fue más tarde. Era como crear un Estado ex-novo, con todos los problemas que ello lleva aparejado. Un inmenso laboratorio para las estructuras de poder occidental con el fin de probar futuras reestructuraciones del poder político. Fue un experimento traumático que duró unos años, y que se agravó a resultas del impacto sobre Rusia de las ondas de choque de la crisis del Sudeste Asiático (1998), cuando la brusca bajada del precio del petróleo se lleva por delante el rublo y el sistema financiero ruso. Pero en estas apareció Putin y puso fin a este estado de cosas, impulsando un Estado fuertemente autoritario, tras una fachada mínimamente democrática. El Estado volvió a controlar el petróleo y el gas, marginando o expulsando a las Majors occidentales, y hasta encarcelando a algún oligarca del oro negro, y se benefició de la intensa subida del precio del crudo (y del gas) de estos últimos años. Putin pasó a reconstruir una fuerte identidad propia, rusa, profundizando en el nacionalismo y vinculándolo también con las raíces previas a la llegada del “comunismo”, incluso las religiosas, al tiempo que se vilipendiaba a Occidente de todo lo acontecido durante la etapa Yeltsin. Y el Oso Ruso pasó también a reforzar su poder geopolítico mundial, a través de su dimensión militar, y como forma igualmente de ganar legitimidad interna. Rusia recuperaba su orgullo, mejorando su condición económica y ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net la fe en el futuro de sectores importantes de su población (por cuánto tiempo, es otra cosa). Otra parte muy considerable de sus ciudadanos había quedado en la cuneta, los más pobres y los más viejos. En los antiguos Estados “socialistas” del Centro y del Este de Europa la situación fue algo distinta. Éstos, como ya hemos apuntado, intentaron buscar refugio en la UE, y la Unión les abrió las puertas. Eso sí, imponiendo ella todas las condiciones a su ingreso en el Mercado Único. Y ellos las aceptaron sin rechistar, pues no tenían ni capacidad ni fuerza para negociar. El capital europeo occidental (más que el del mundo anglosajón) entró a saco en esos territorios, apropiándose de sus recursos, empresas y sistema financiero, reestructurando su aparato productivo y reforzando la industrialización de su agricultura, y beneficiándose de sus mercados y de su fuerza de trabajo, a través de deslocalizaciones industriales o de la inmigración. La brusca reforma de sus Estados se impulsó no sólo desde Bruselas, sino que corrió también de la mano del FMI, BM y BERD (el nuevo Banco de “Desarrollo” que se creó para los países del Este). La mayoría de estos Estados tenían una considerable deuda externa que debía ser “gestionada”, y además se les concedieron nuevos préstamos para que impulsaran su “Desarrollo” (a través de nuevas infraestructuras, principalmente, que los conectarían con Europa Occidental), y de paso se endeudaran aún más. La dimensión Social del Estado saltó dinamitada por las Reformas impuestas (privatización de la sanidad, las pensiones, la vivienda, etc.), ante la incapacidad social de oponerse a las mismas. Las sociedades estaban totalmente desestructuradas y en estado de shock, porque habían sido ya diezmadas por el Socialismo Real (sin sindicatos independientes del poder, sin organizaciones sociales autónomas, etc.), y sobre todo por la Terapia de Choque que se les estaba aplicando. Eran incapaces ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net uno, dos, mil... muros (artículos) página 21 el Este de Europa ingresaron en la OTAN antes que en la UE, en su macro-ampliación al Este, actuando como el Caballo de Troya de EEUU en el seno de la nueva Unión. Y los nuevos Estados “democráticos” que se construyeron, tras las Revoluciones de Terciopelo, tras un breve periodo inicial que gozaron de cierta legitimidad, entraron rápidamente en una espiral de fuerte devaluación política e institucional, no es para menos, y la población se desentendió de forma mayoritaria de la “cosa pública”. En paralelo, las estructuras mafiosas no hicieron sino prosperar. Y todo eso antes de la llegada de la Crisis Global actual que ha sacudido muy fuertemente toda esta región, como veremos más adelante. Pero la onda expansiva de la crisis y colapso del Socialismo Real, y del fin del mundo bipolar de la Guerra Fría, afectó gravemente a muchos más Estados. Por un lado, a los de la propia URSS, fuera de la Federación Rusa, que quedaron en una Tierra de Nadie, entre Occidente (y su área de influencia) y Rusia, sometidos a fuertes tensiones entre los dos polos. En un primer momento muchos aceptaron la “mano tendida” desde Occidente, y especialmente desde EEUU, en la época de Yeltsin, pero tras la llegada de Putin, algunos volvieron a acercarse tímidamente otra vez al Oso Ruso, sobre todo en Asia Central, al tiempo que se alejaban de Washington. El poder gravitacional de Moscú, activado por su reforzamiento militar, volvía a ejercer otra vez su influencia, en esta región estratégica rica en petróleo y gas. Los más afectados por la Gran Transición fueron probablemente el conjunto de Estados entre Rusia y la UE ampliada: Ucrania, Moldavia, Bielorrusia y los Estados del Cáucaso. Sin potencia económica propia, y con limitados recursos la mayoría de ellos (salvo algunos del Cáucaso con petróleo), estaban al albur de las dinámicas y de la confrontación entre Occidente y la nueva Rusia, ocupando una posición estratégica en el camino del gas hacia la UE. Las poblaciones los abandonaban también en masa, especialmente hacia Occidente, pero se chocaban contra el Nuevo Muro que había levantado la UE Fortaleza en sus más de 4.000 kms de nueva frontera oriental. Las interrelaciones comerciales que habían existido históricamente entre ellos y los Estados del Centro y el Este de la nueva UE, se vinieron abajo, agravando aún más su situación económica. Lo cual hizo que la debilidad institucional de todos estos Estados fuera bastante más grave que los de la nueva hornada de la UE-27, pues a las reformas neoliberales que les impuso el FMI, el BM y el BERD, había que sumar el vacío institucional supraestatal que sufrían, en ese nuevo Tour de Force entre Occidente y Rusia. Estos Estados que habían sido periféricos durante décadas, ya no sabían bien de quién dependían. Cuáles eran sus nuevos Amos, y hacia donde tenían que mirar y caminar, pues la UE también les había cerrado sus puertas. Muchos de ellos fueron sacudidos por las llamadas Revoluciones de Colores, protagonizadas por sus pueblos, ante el malestar social creciente, pero se vieron también azuzadas entre bambalinas desde Occidente. Bush quería ampliar aún más el flanco oriental de la OTAN para aislar al Oso Ruso, y animaba a sus poblaciones a pedir su protección militar. YOUKALI, 9 de entender siquiera lo que estaba pasando, pues se habían alterado bruscamente sus mapas cognitivos para comprender la realidad. Además, el glamour que venía de Occidente, y la aparición de los nuevos ricos, y su gran capacidad de consumo, lograba ocultar la dimensión del desastre social. Habían perdido su antigua identidad y “estabilidad”, y de repente, la nueva identidad, que había sido bienvenida al principio con alborozo, les precipitaba en una nueva situación traumática y altamente inestable. Ante ello, importantes volúmenes de población joven emigraron hacia la Europa Occidental, que les acogía como mano de obra barata y precaria para reforzar su propio crecimiento, y realizar tareas de cuidado, al tiempo que les marginaba y estigmatizaba socialmente. El impacto emocional y psicológico de todo ello sobre dichas sociedades fue mayúsculo. Su orgullo nacional estaba por los suelos. Las nuevas elites que se consolidaban, también precaria y convulsamente, provenientes en general de las antiguas estructuras de poder, decidieron apoyarse asimismo en EEUU para reforzar su condición, aceptando la propuesta del Tío Sam de su ingreso en la OTAN. Una propuesta envenenada, pues Washington buscaba también debilitar la futura consolidación de la UE, como actor político y militar a escala global. Así, los Estados del Centro y uno, dos, mil... muros Pero tras las Revoluciones de Colores, sus sociedades pudieron constatar rápidamente la nadería de lo conseguido en sus nuevas “democracias”, y volvieron la espalda de forma manifiesta también a la esfera de “lo político”. La crisis de sus Estados antes de la llegada de la Crisis Global era pues patente. vulsionando dichos Estados, y activando en muchos casos guerras civiles. Y el Tsunami iniciado en Moscú y Pekín terminó también afectando a los Estados en la órbita del Socialismo Real de la Península de Indochina, en especial a Vietnam y a Camboya. En todos ellos, salvo en Cuba (por el momento), una vez que pasó el Tsunami de la crisis y colapso del Socialismo Real, llegaron el FMI y el BM, entre otros, a moldear los nuevos Estados, de acuerdo con las necesidades del nuevo capitalismo global. Una nueva Terapia de Choque. Y en todos ellos, también, las diferencias sociales se agudizaron hasta extremos inconcebibles, pasando a ser las antiguas elites “comunistas” uno de los principales beneficiarios del reparto del botín del Estado, junto con el capital internacional. YOUKALI, 9 página 22 (artículos) Colapso del Socialismo Real y consecuencias en la conflictividad político-social El impacto en ultramar de la quiebra del Socialismo Real Finalmente, hay que decir que la onda expansiva de la crisis y colapso del Socialismo Real, y del Fin de la Guerra Fría, llegó mucho más allá de los territorios ya apuntados, atravesando océanos y afectando intensamente a Estados de continentes y archipiélagos lejanos, que luego se vieron fuertemente zarandeados también por la onda de choque de la Contrarreforma Neoliberal global. Desde América Latina y el Caribe, donde acabó provocando el colapso de los movimientos guerrilleros en Centroamérica, y afectando de lleno a la Revolución Nicaragüense, seriamente tocada por el acoso de años de Washington. Hasta Cuba, donde el corte brusco de su relación privilegiada con la URSS, la sumió en una muy profunda crisis, el Periodo Especial, como lo llaman los cubanos. El petróleo vuelve a ser el principal protagonista de esta crisis, pues la retirada del petróleo soviético fue el detonante fundamental del Periodo Especial. Cuba no tenía dólares para pagar el petróleo en el mercado mundial, aparte de estar ahogada por el bloqueo estadounidense. Y es por eso por lo que acentúa su especialización en el sector turístico para conseguir las divisas fuertes necesarias, y muy en concreto dólares, para comprar crudo, pues ya no estaba Moscú para ayudarla. Pero la onda expansiva del colapso soviético impactó también en África, en Angola, Mozambique, y en los Estados del Cuerno de África, principalmente, con- ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net Desde mediados de los ochenta, en los países de Socialismo Real en la órbita de Moscú, y en concreto en la URSS, se asiste a una creciente movilización de sus elites intelectuales al calor de la Perestroika (reforma) y la Glasnot (transparencia), impulsadas por Gorbachov ante el tremendo anquilosamiento y crisis del sistema soviético. Estas políticas permiten abrir el dique del secretismo y monolitismo estatal, hasta ese momento cerrado a cal y canto, y las críticas al sistema proliferan en un clima de apertura en los medios de comunicación. A ello se suman los cambios propiciados por la tímida reforma política (elecciones en 1988), que ayudan a abrir aún más el debate dentro de las propias instituciones. Este incipiente proceso democratizador se desata tras el accidente en la central nuclear de Chernobil (abril, 1986), una catástrofe ecológica sin precedentes con una enorme repercusión social y territorial, que activa aún más la reflexión crítica y el debate político. Todo ello se da en un clima de crecientes conflictos nacionalistas entre la URSS y su área de influencia; en especial con las repúblicas bálticas y del Cáucaso, así como con otros grandes Estados soviéticos, en concreto Ucrania, donde se ubica Chernóbil. Además, el ejército de la URSS se ve obligado a principios de 1989, también, a salir con el rabo entre las piernas de Afganistán, lo cual deriva en un enorme descrédito político interno. El sacar a la luz los problemas acaba desbordando a las instituciones soviéticas, en un momento también en que la crisis de su modelo productivo se precipita por la dificultad de acometer la reforma económica. Todo lo cual acontece antes de la Caída del Muro de Berlín (noviembre, 1989). Sin embargo, El fin del conflicto entre bloques va a provocar asimismo el desfondamiento de la lucha guerrillera en muchas partes del mundo, en concreto en distintos países de América Latina, y en especial en Centroamérica, pero también en África, una vez que desaparece el apoyo de la URSS. Y los movimientos guerrilleros se ven obligados a aceptar “procesos de paz”, impulsados por EEUU y la UE, cuyos mínimos resultados para los grupos armados se quedan más tarde en papel mojado. Sus territorios van a quedar plagados de armas, cuyas consecuencias letales en sus sociedades estamos presenciando en la actualidad. Igualmente, tras el colapso de la URSS, se va a reformular de forma muy importante el marco del conflicto israelo-palestino en Oriente Próximo. La aceptación de la existencia de Israel por parte de la OLP, comandada por Arafat, iba a permitir la firma de los acuerdos de Oslo, abriendo paso a una nueva situación en la región, especialmente tras el nuevo marco creado por ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net uno, dos, mil... muros página 23 (artículos) Occidente, y en concreto de Washington, de dominar el mundo y garantizar el acceso a sus recursos. Eso sí, “suavemente”, en apariencia, aunque también con importantes actos de fuerza que gozan, entonces, del respaldo jurídico-político internacional. La Guerra del Golfo (en 1991), y la presencia militar creciente de EEUU en Oriente Medio para intentar controlar el grifo mundial del petróleo, serían su corolario. La magna intervención militar de EEUU contra Irak, liderando una amplia coalición internacional que cuenta con total apoyo de NNUU, se da en un momento de enorme debilidad de la URSS, pocos meses antes de su implosión definitiva, y se hace posible debido a ello. A partir de entonces, las Periferias, ricas en recursos, se van a convertir en enemigos potenciales si no operan de acuerdo con la lógica del mercado mundial, y si no se avienen a permitir el acceso de Occidente a sus riquezas. YOUKALI, 9 como ya dijimos, el colapso del sistema soviético no podemos decir que fuera resultado de la movilización de masas, aunque sí el de la República Democrática Alemana, en donde la movilización popular se vio incentivada por las reformas de Gorbachov. Y es a partir de la caída de esta pieza estratégica del Este, mediante una revolución no violenta, cuando van sucumbiendo como fichas de dominó las “democracias populares” del Este europeo, por la movilización que el derrumbe de la RDA induce en sus propias masas. A partir de las llamadas “revoluciones de terciopelo”, por su carácter pacífico, aunque en Rumania el fin de Ceacescu fuera sangriento por la represión de la Securitate contra la rebelión popular. Pero en el caso de la URSS, que implosiona dos años más tarde, tras un golpe fallido (y abortado) del sector más estalinista del régimen, su crisis cabría describirla como un auto-desmoronamiento de un sistema en profunda crisis, sin que hubiera amplias movilizaciones sociales que lo provocara. Pero la crisis y el colapso de los regímenes de Socialismo Real van a tener una importante repercusión en los conflictos políticos-sociales, no solo en su propio territorio, sino en el mundo entero. El hecho de que el capitalismo ya no necesitara justificarse, ni medirse con otro sistema que le cuestionaba, pues aparece ya como el único juego sobre la mesa, tiene enormes consecuencias en todos los órdenes. Una, es que a partir de entonces desaparece el conflicto ideológico de décadas, ante el derrumbe del Imperio del Mal, y aparecen como incontestables la democracia de corte occidental y el capitalismo liberal, que se impulsan de forma decidida por Occidente. Es más, la desaparición del Socialismo Real no solo afecta de lleno a los partidos comunistas, sino a la propia socialdemocracia, que necesitaba de la amenaza del “comunismo” para presentarse como un estabilizador de cara a sus sociedades. Y muchas gentes de buena fe y ansias de cambio social que participaba en las filas de la Vieja Izquierda, sobre todo como militantes de base, se encuentran, de repente, absolutamente desorientadas, buscando nuevos referentes, pues no quieren irse a casa y, es más, se niegan a celebrar el triunfo del capitalismo global. Aunque muchos otros sucumben a sus “encantos”, y otra parte importante se retira discretamente hacia su esfera privada desencantados de todo. Otras consecuencias son, por supuesto, las que se producen en el plano geopolítico. El fin de la Guerra Fría va a dar paso a un nuevo mundo unipolar, hegemonizado claramente por EEUU, una hiperpotencia, pero también a nuevos conflictos al desplomarse el antiguo orden mundial (guerras en la ex-Yugoslavia) y al aparecer con toda su potencia las ansias de uno, dos, mil... muros (artículos) YOUKALI, 9 página 24 la Guerra del Golfo. Todos ellos van a ser factores que van a activar la expansión del Islam Político y la Yihad, sobre todo por la situación creada en Afganistán y Pakistán tras la salida de la URSS. Lo cual va a tener como veremos profundas repercusiones en las dinámicas de la conflictividad político-social mundial, cuya onda expansiva llega hasta el presente. El nuevo capitalismo (financiero) global va a experimentar a partir de entonces un auge redoblado, ya sin frenos ideológicos y territoriales. Es más, engullendo bajo su lógica a un tercio del territorio emergido mundial, que hasta entonces funcionaba fuera de su órbita. Los procesos de privatización del Estado tanto en el Centro como en la Periferia se van a intensificar, pues según el credo neoliberal había quedado claro que el Estado no podía gestionar de modo eficiente la economía (¡El Estado no funciona!), y eran el mercado y el capital los que debían sustituirlo. Lo cual profundiza aún más la crisis del movimiento obrero y de los partidos y sindicatos de la Vieja Izquierda, al tiempo que se recortaba el derecho de huelga y se incitaba a unos trabajadores contra otros cuando las huelgas tenían lugar. Privatizando la esfera pública se buscaba también eliminar la utopía social. Y, por otro lado, la importante expansión del crédito en los noventa (al consumo e hipotecario) permitía ampliar la capacidad de compra de las clases trabajadoras, a pesar de la mengua relativa de los salarios, y reducir igualmente la conflictividad social, como resultado del yugo de la deuda. Si esa fue la situación en el área occidental, en los territorios del fenecido Socialismo Real la debacle fue total, pues además las estructuras de la “sociedad civil” eran inexistentes, sobre todo en Rusia. La gente fue incapaz de reaccionar ante el tratamiento de shock que le impusieron las instituciones financieras internacionales, bajo el impulso del G-7, y las únicas alter- ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net nativas que se abrieron para ellos fue la aceptación sumisa y caótica de las mismas, o el éxodo a Occidente. Camino que mucha gente tomó para escapar de la debacle. Pero aunque esa fue la tónica general, la Contrarreforma Neoliberal en los noventa no fue para nada un camino de rosas sin oposición ninguna. Aparecieron nuevos conflictos laborales en sectores que hasta entonces habían permanecido en general al margen de los mismos, sobre todo en el sector terciario y no tanto en la industria. Y fueron sobre todo el resultado de los procesos de privatización y fuerte ajuste de las empresas estatales del sector terciario, y asimismo de los servicios públicos en los espacios periféricos, que conllevaron importantes reducciones de empleo, precarización y empeoramiento de las condiciones laborales. Lo cual afectó de forma importante a la población laboral femenina, cuya presencia era muy importante en dichos ámbitos. Pero esos conflictos tan solo fueron el canto del cisne de la fuerza laboral organizada en esos sectores, antes de sucumbir a la nueva realidad; eso sí, consiguiendo en general unas mejores condiciones de retiro. Fueron luchas meramente defensivas, no ofensivas, como hasta los setenta; salvo las de los inmigrantes en el sector servicios de baja cualificación de EEUU para demandar sus derechos, en el ámbito de la limpieza principalmente, que empiezan a desarrollarse entonces. Con todo, algunos conflictos sí tuvieron una gran dimensión, como por ejemplo la huelga general en Francia (¡otra vez Francia!) contra el Plan Juppé de liberalización económica (1995), logrando atajar la Contrarreforma Neoliberal en muy gran medida, que fue posible también por la capacidad de paralizar el país de los trabajadores del transporte y del sector público. A partir de muchas de estas luchas se van a crear nuevos sindicatos más combativos, ante la pusilanimidad de los grandes sindicatos. Pero, asimismo, asistimos a la aparición en muchos países europeo-occidentales de movimientos laborales por las 35 horas, cuando gobernaban coaliciones de centroizquierda, pero asimismo como exigencia a gobiernos conservadores. Reivindicación que hoy día nos parecería utópica cuando se ha planteado la directiva de las 65 horas por parte de la UE. El reforzamiento inusitado del nuevo capitalismo global en los noventa, en esa época que se llegó a conocer como de “globalización feliz”, tuvo también importantes consecuencias en los movimientos sociales surgidos a partir de los setenta (feminismo, ecologismo, pacifismo, etc.). No solo por el nuevo contexto político-social generado, sino por la creación, y manejo, de un nuevo discurso dominante, que incorporaba parte de los discursos y demandas de es- 10 Las cumbres de Monterrey y Durban tienen lugar ya bajo el mandato de George Bush, y se ven condicionadas por el nuevo rumbo neoimperialista y securitario de Washington, y el fuerte cambio de actitud de la nueva administración de EEUU respecto a NNUU. Es más, EEUU abandona la cumbre de Durban, alegando el rechazo a la crítica al Estado de Israel. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net uno, dos, mil... muros (artículos) página 25 ro también al desbordamiento y transmutación de los mismos en el Sur Global. Así, el movimiento feminista va a ver cómo merma su capacidad de movilización en el Centro, una vez alcanzadas parte de sus demandas y conseguida una amplia proyección y legitimación social de las mismas, así como profundos cambios en la situación de las mujeres en sus sociedades. Pero, al mismo tiempo, los movimientos de mujeres se van a desarrollar intensamente en muchos territorios del Sur Global, con sus demandas específicas y con enfoques adaptados a las realidades periféricas en las que se insertan, en algunos casos en contextos verdaderamente hostiles. Algo parecido podemos decir respecto al movimiento ecologista. Una parte del mismo en los países centrales acaba convirtiéndose en grandes ONG’s que se dedican a hacer principalmente una labor de lobby de cara a las instituciones estatales y empresariales, mientras que una diversidad de pequeños grupos permanecen fieles a un espíritu más radical y activista. Pero, igualmente, los grupos ecologistas acaban proliferando también en los países del Sur Global. Unos como meras sucursales de las grandes ONG’s ambientalistas del Centro, pero muchos otros con una idiosincrasia propia, que normalmente expresa un potente discurso “antidesarrollista”. Por otro lado, el heterogéneo movimiento pacifista se ve enfrentado a nuevos retos, una vez que acaba el enfrentamiento de Bloques. Durante la Guerra Fría, el movimiento era capaz de arrastrar en Europa Occidental a un amplio espectro político-social contra el armamentismo (nuclear) y, en menor medida, el imperialismo, pero esa capacidad de movilización YOUKALI, 9 tos movimientos, metamorfoseadas a conveniencia de los intereses hegemónicos. En suma, el nuevo discurso dominante era capaz de crear una “nueva realidad progresista” (virtual), a través de la Aldea Global, que no coincidía con la “realidad real”, pero que tenía un fuerte efecto desmovilizador y embaucador en el activismo social. Así, en los noventa, NNUU, que había recobrado un renombrado protagonismo tras el fin de la Guerra Fría, con el visto bueno e impulso por supuesto de los principales actores estatales occidentales, va a cumplir un papel clave en esa elaboración de nuevos discursos que llenaran de contenido el nuevo lenguaje de la “globalización feliz”. A este respecto, a lo largo de la década se suceden un buen número de cumbres que van a ayudar a confeccionar dicho discurso a favor de: la Infancia y los Derechos del Niño (Nueva York, 1990); el Desarrollo Sostenible (Río, 1992); los Derechos Humanos (Viena, 1993); el Control de Población (Cairo, 1994); los Derechos de la Mujer (Pekín, 1995); el Desarrollo Social (Copenhague, 1995); los Asentamientos Humanos (Estambul,1996); la Alimentación (Roma, 1996), la Educación para Todos (Amman, 1996)... que culminarían con la Cumbres de la Declaración de los Objetivos del Milenio (Nueva York, 2000), la lucha Contra el Racismo (Durban, 2001) y la Financiación al Desarrollo (Monterrey, 2002)10. A ello habría que añadir el papel de NNUU en la elaboración de un discurso de carácter multicultural, apuntando hacia una tolerancia de las diferencias étnicas, en un momento de fin del Apartheid en Sudáfrica, y respondiendo también a la creciente (y en algunos casos enorme) diversidad étnico-cultural, especialmente en los países centrales. Todo ello corre parejo con el impulso del mundo de las ONG’s en el Centro y en el Sur Global. La considerable financiación destinada a este Tercer Sector (que complementaba al Estado y al Mercado), logra atraer hacia su órbita a una parte importante del activismo político-social, que se ve enfrascado en unas redes organizativas cuyo operativa acaba siendo en general funcional con las lógicas del nuevo capitalismo global, así como legitimadoras del mismo. Una estrategia de “ingeniería social” que redunda en una importante reducción de la confrontación social. De esta forma, en los noventa vamos a asistir a una creciente integración dentro de la lógica dominante de poder de un sector considerable de los nuevos movimientos sociales en los países centrales, pe- uno, dos, mil... muros (artículos) página 26 YOUKALI, 9 desaparece con la implosión de la URSS. Sin embargo, al mismo tiempo se plasma también el fin de la conscripción obligatoria en muchos países centrales, como resultado de la tecnologización de los ejércitos y del creciente rechazo social a la “mili”. Esta era una reivindicación histórica de los sectores ligados a la objeción de conciencia, siendo especialmente importante el movimiento por la insumisión en España, que lgra una gran victoria política. Pero la aparición de nuevos conflictos como la Guerra del Golfo, las guerras de la Ex-Yugoslavia (1991-1995), y el bombardeo de la OTAN a la Yugoslavia de Milosevic (1999), como resultado de los conflictos étnicos en Kosovo, plantean nuevos interrogantes al movimiento. Durante la Guerra del Golfo, va a surgir en EEUU un movimiento que bajo el lema “No más sangre por petróleo”, intenta movilizar y concienciar a la sociedad estadounidense sobre las verdaderas razones de la guerra. Igual que durante las guerras en la ExYugoslavia, van a aparecer nuevos grupos como las Mujeres de Negro, que ya habían hecho su irrupción en 1988 en Israel denunciando la ocupación, participando conjuntamente mujeres israelíes y palestinas. Estos grupos de mujeres vestidas de negro van a denunciar valientemente las violencias de todo tipo, en concreto las de tipo étnico-religioso, y sobre todo la violencia desatada por el régimen agresor de Belgrado en los territorios de la Ex-Yugoslavia, proponiendo la resolución no violenta de los conflictos, y planteando “la exclusión de la guerra de la historia y de nuestras vidas”. Las mujeres se implican pues autónomamente en la lucha pacifista y no violenta, imprimiendo también un enfoque feminista a sus luchas. Y a lo largo de la década los grupos de Mujeres de Negro van surgiendo poco a poco por muchos países Occidentales, incluido América Latina, aunque experimentan un desarrollo limitado. Los grupos de mujeres contra la violencia étnica y fundamentalista brotan incluso en India durante los noventa. Por último, con motivo de la guerra de la OTAN contra la Yugoslavia de Milosevic en 1999, siendo ya la Alianza Atlántica el único actor militar supraestatal a finales de la década, una vez desaparecido el Pacto de Varsovia, se plantea una importante escisión en el movimiento pacifista de muchos países occidentales, y muy en concreto en Europa Occidental. La división se da entre aquellos grupos que denuncian sólo las barbaridades de la OTAN, pero callan ante las barbaridades de Milosevic; en general grupos pacifistas y partidos vinculados con la Vieja Izquierda comunista. Y aquellos otros que plantean: “Ni OTAN, ni Milosevic”. Una postura consecuentemente antimilitarista y de denuncia de la violencia venga de donde venga, sobre todo cuando proviene de estructuras de ISSN: 1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net poder que defienden sus propios intereses. Por otra parte, Los Verdes, presentes ya en el gobierno alemán, habían apoyado la guerra de la OTAN contra Serbia, tras un fuerte revuelo y ruptura interna debido a su procedencia pacifista. Este hecho marca su integración definitiva en la lógica del poder. Estos nuevos hitos antagonistas, junto con la irrupción de otras dinámicas de movilización social en los noventa: auge de los movimientos campesinos e indígenas (entre ellos el MST y Vía Campesina), y sobre todo la irrupción del movimiento zapatista, con una concepción de la lucha armada de carácter defensivo, van a implicar cambios muy sustanciales en la conflictividad político-social en el mundo postMuro de Berlín. En concreto el discurso zapatista va a ser claramente rupturista con la ideología de la Vieja Izquierda, de corte occidental, manifestando un fuerte componente indígena, pero al mismo tiempo poseyendo un carácter muy universal, al reconocer la enorme diversidad mundial de las realidades antagonistas al capitalismo global. Y todo ello trufado de un contenido claramente antidesarrollista y de defensa de la Madre Tierra, la Pachamama. Y a partir de todas estas nuevas dinámicas antagonistas en el Norte y en el Sur Global se va a desarrollar más tarde, a finales de los noventa, el llamado Movimiento Antiglobalización o Movimiento por la Justicia Global. Lo cual marcaría ya, de forma definitiva, una nueva etapa en más de cien años de conflictividad político-social definidos fundamentalmente por la Vieja Izquierda, aunque ya en crisis desde finales de los sesenta. CLAUDÍN, Fernando: “La Crisis del Movimiento Comunista Internacional”. Ruedo Ibérico. París, 1978. EISLER, Riane: “El Cáliz y la Espada. Nuestra Historia, Nuestro Futuro”. Ed Cuatro Vientos. Santiago de Chile, 2003. GLINCHIKOVA, Alla: “Russia and Europe: Two Ways to Modernity”. En “Problems of Philosophy”, Nº 6. Moscow, 2007. GOWAN, Peter: “La Apuesta por la Globalización”. AKAL (Cuestiones de Antagonismo). Madrid, 2002. HARVEY, David: “Breve Historia del Neoliberalismo”. AKAL (Cuestiones de Antagonismo). Madrid, 2007. LOS AMIGOS DE LUDD: “Las Ilusiones Renovables. La Cuestión de la Energía y la Dominación Social”. Muturreko Burutazioak. Bilbo, 2007. POSTONE, Moishe: “Marx Reloaded. Repensar la teoría crítica del capitalismo”. Traficantes de Sueños (bifurcaciones). Madrid, 2007. SOROS, George: “La Crisis del Capitalismo Global. La Sociedad Abierta en Peligro”. Ed. Debate. Madrid, 2002. VOSLENSKY, Michael: “La Nomenclatura. Los Privilegiados de la URSS”. Argos-Vergara. Barcelona, 1981. WALLERSTEIN, Emmanuel: “Capitalismo Histórico y Movimientos Antisistémicos”. AKAL (Cuestiones de Antagonismo). Madrid, 2004. uno, dos, mil... muros ARRIGHI, Giovanni: “Adam Smith en Pekín”. Akal (Cuestiones de Antagonismo). Madrid, 2007. LEFORT, Claude: “¿Qué es la Burocracia?”. Ruedo Ibérico. París, 1970. página 27 BELL, Daniel (1976): “El Advenimiento de la Sociedad Postindustrial”. Alianza Editorial. Madrid, 2006. HEINBERG, Richard: “Se Acabó la Fiesta. Guerra y Colapso Económico en el Umbral del Fin de la Era del Petróleo”. Barrabes Editorial. Benasque (Huesca), 2006. ISSN:1885-477X www.tierradenadieediciones.com www.youkali.net YOUKALI, 9 ABRAMSKY, Kolya: “The Underground Challenge: Raw Materials, Energy, the World Economy and Anticapitalism”. www.interactivist.net .2006. (artículos) Bibliografía