Evolución de la frontera rural y de la estructura productiva

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1er Congreso Latinoamericano de Historia Económica (CLADHE I)
IV Jornadas de Historia Económica (IV JHE)
Simposio
Mercados de bienes y factores agrarios en economía de frontera: América
y Europa en los siglos XVII-XVIII y XIX
Coordinadores: María Inés Moraes
Helen Osorio
Julio Djenderedjian
Evolución de la frontera rural y de la estructura productiva en Entre Ríos 1860-1870
Autor: Roberto Schmit
Filiación institucional: Instituto Ravignani, Universidad de Buenos Aires – UNGS,
Argentina / Instituto Ravignani, Universidad de Buenos Aires – CONICET, Argentina
Dirección electrónica: [email protected]
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Evolución de la frontera rural y de la estructura productiva en Entre Ríos 1860-1870
Roberto Schmit (UBA-UNGS-CONICET)
Desde fines del siglo XVIII Entre Ríos era un área de frontera rioplatense que registraba una
expansión rural sobre la banda de la costa del río Paraná y sobre todo en el área del Uruguay.
Luego de la crisis del orden colonial en la década de 1810 aquel crecimiento se detuvo por
más de una década, pero luego del reajuste institucional con la formación del Estado
provincial comenzó una nueva etapa de considerable incremento de la ocupación del espacio,
de la población rural y del stock ganadero.
Aquel incremento de productores no se debió tanto al súbito crecimiento de la productividad
económica sino sobre todo a la atracción de migrantes que tuvo la provincia, debido a su
disponibilidad de tierras vacantes y de demanda de trabajo, por lo cual el territorio entrerriano
fue recibiendo nuevos pobladores provenientes de varios territorios vecinos. Así desde 1830 se
recupero notablemente la dinámica de la producción pecuaria en las estancias y en la
economía domestica campesina, mediante la instalación fundamentalmente de nuevas
estructuras familiares, que tenían entre ellas relaciones ampliadas de parentela y de
agregamiento.
Pero aquel predominio cuantitativo de la presencia de las familias de pastores-labradores en
Entre Ríos de ninguna manera rivalizo con la importancia de las otras estructuras no familiares
en las zonas de más antiguo asentamiento, donde persistían desde tiempos coloniales un grupo
de estancias en las cuales incluso los nuevos pobladores se insertaban en un estrecho "mercado
de trabajo" de las principales haciendas o en los "servicios" esenciales que se desarrollaban en
las ciudades o villas y en sus cercanías. De ese modo, la tendencia del perfil productivo con
predominio de familias nucleares simples o complejas sucedió sobre todo en las zonas nuevas
de la frontera donde aquellas hallaban fácil acceso al usufructo de la tierra y a la producción
doméstica. En tanto las estancias continuaron creciendo fundamentalmente en las zonas de
antigua ocupación, a través de la consolidación de las "empresas" rurales donde la presencia
de peones sería paulatinamente cada vez mas importante a medida que fueron desapareciendo
los esclavos.
3
De aquella manera durante la primera mitad del siglo XIX la actividad económica rural fue
progresando en base esencialmente de un núcleo de hacendados y de un conjunto mayoritario
de labradores. Todos ellos a lo largo de esas décadas convivieron dentro del mismo universo
rural, pero su evolución a mediano plazo fue muy desigual en tamaño y espacios de
explotación. Por lo cual para mediados del siglo ya se hallaba bien consolidado un grupo
reducido de haciendas grandes en los Departamentos de Concepción del Uruguay,
Gualeguaychú, Gualeguay y Paraná, que contaban con numerosos puestos y abastecían las
exportaciones pecuarias y buena parte también de los granos del consumo citadino. Junto a
aquellas también en el Oriente entrerriano habían surgido algunos establecimientos
"industriales", entre los que estaban las graserías y los saladeros, que empleaban un gran
número de peones y se ligaban por entero al sector exportador. En tanto que las actividades de
los modestos labradores y pastores con producción familiar se fueron desplazando cada vez
más hacía las áreas intermedias y extremas de la frontera rural provincial.
De manera que a mediados del siglo XIX la economía rural entrerriana registraba una
convivencia de diferentes tipos de estructuras productivas, que tenía como correlato un
registro social complejo. En las áreas de antigua ocupación siempre con epicentro en las
ciudades de Concepción, Gualeguaychú y Paraná residían gran parte del grupo dirigente local
de comerciantes y hacendados, que contaban con los servicios de un número interesante de
dependientes y sirvientes. A su alrededor, en un amplio ámbito rural, estaban instalados gran
parte de las explotaciones rurales de esos propietarios e importantes líderes políticos-militares,
que tenían haciendas dedicados a la producción agrícola-ganadera donde se conchababa un
número importante de peones, jornaleros y capataces.
En tanto hacía el noreste y sureste de la provincia se abría un extenso espacio de transición
hacia los "pueblos nuevos" de las fronteras rurales donde había una gran variabilidad de
medianos y pequeños productores, en su mayoría ocupantes de tierras públicas, dedicados a la
cría de vacunos y ovinos y sobre todo a la agricultura. De modo que en los confines de
aquellas áreas nos encontrábamos con Federación, La Paz, Nogoyá, Villaguay y Victoria
donde abrían surcos a las tierras casi vírgenes una multitud de labradores-pastores, de diversos
4
orígenes y castas, que sobrevivían pobremente explotando parcelas fiscales y pequeñas tropas
de animales con mano de obra familiar y de agregados.
Pero a partir de 1850-60 aquella modalidad de expansión de la frontera rural, en base a una
combinación de las “empresas” rurales y de las actividades de producción doméstica de los
campesinos, encontró límites en sus escalas de reproducción porque desde entonces
emergía la necesidad de ajustar las escalas de los establecimientos a la llamada
“modernización” rural. De modo que cuando los mercados internacionales demandaron
nuevos volúmenes y tipos de productos, cuando el crecimiento de los stock ganaderos de
las estancias comenzaron a necesitar renovadas pasturas y métodos de trabajo y cuando los
saladeros aumentaron sus consumos de ganado en pie se abría una nueva época en la
economía local, para la cual se volvían ineficientes los antiguos arreglos de la convivencia
de diversos intereses sociales y económicos.
A partir de entonces con la ocupación casi completa de la frontera, con la presión
demográfica y con las leyes de tierras, se volvió difícil la convivencia entre las distintas
formas de explotación y de acceso a la tierra, entre los productores campesinos, las
estancias y haciendas, por lo cual ya no se reprodujeron en la campaña los parámetros
tradicionales, planteando limitaciones futuras a la interacción entre los diversos
componentes del mundo rural entrerriano. De modo que como veremos a continuación se
ponían en marcha nuevas políticas y prácticas que buscaban asegurar el progreso de las
haciendas en pos de asegurar la disponibilidad adecuada de los factores productivos, tierras,
ganado y mano de obra, que le permitiera ofrecer cada vez mayores cantidades y calidades
de vacunos y lanares para ampliar las exportaciones de carne salada, sebo, cueros y lanas.
Por lo tanto como intentaremos analizar aquí, al igual que en Buenos Aires o en Santa Fe.
los entrerrianos enfrentaron en aquella coyuntura entre 1860 a 1880 como un desafío de
transformación socio-económica en el ocaso de su sociedad de frontera.
5
I. LA PRODUCCIÓN GANADERA
Desde las primeras décadas posrevolucionarias las economías rurales rioplatenses se
adaptaron a una serie de transformaciones sucesivas de sus patrones productivos en función
de acoplarse a las nuevas demandas del mercado atlántico. Para 1850 el stock ovino de la
región llegaba a 14 millones, y para la década siguiente ya había crecido significativamente
el mestizaje de los lanares. De aquel modo en 1865 se había alcanzado una verdadera etapa
de “fiebre del lanar” en el Río de la Plata, que presentaba exportaciones cada vez mas
importantes. Tan solo en la provincia de Buenos Aires el stock de ovejas alcanzaba unas 40
millones de cabezas, incrementándose a una tasa del 23, 36% anual durante los años 186064. Esa pujanza se explica por varios factores, por una parte se debió a la suba de precios de
la lana en el mercado internacional por lo menos hasta 1862. Por otra también influyeron
los menores costos de los medios de transportes y las mejoras de los circuitos financieros y
comerciales. A lo cual también se sumó la mayor disponibilidad de trabajadores extranjeros
arribados a las “pampas” que aportaban conocimientos para la producción lanar.
Pero unos años después de 1865, la expansión del lanar ya no era tan dinámica, pues por
entonces sufrió las consecuencias de una significativa crisis experimentada en la economía
atlántica. No obstante todavía en los primeros años de la década de 1870 la expansión del
stock continuaba, pero lo hacía con altibajos propios de la coyuntura del mercado
internacional. Una nueva crisis afecto al sector entre 1873-74, por lo cual el número de
cabezas de lanares en la provincia de Buenos Aires se mantuvo en torno a los 50 millones.
Finalmente en los años de 1880 aquel “boom” ingresaría en una nueva etapa de declinación
del ciclo de explotación del lanar.1
Si aquello sucedió sobre todo con epicentro en la provincia de Buenos Aires, ¿qué ocurrió
en la provincia de Entre Ríos? Allí según las estadísticas disponibles podemos observar que
también hubo una importante expansión del lanar, es decir que operó una respuesta a las
nuevas circunstancias del mercado. Aunque en el caso entrerriano los alcances, volúmenes
1
Hilda Sabato, Capitalismo y ganadería en Buenos Aires.., Ed, Sudamericana, Bs. As. 1989. pp.33-50. J. P.
Barrán y B. Nahun, Historia rural del Uruguay Moderno, Tomo I, Uruguay, 1967, pp. 390.
6
y ritmos fueron mucho mas modestos que los registrados en Buenos Aires, pues según
nuestros datos los lanares solamente crecieron a una tasa del 12% (la mitad que los
bonaerenses y menos de la mitad que en la campaña del Uruguay) durante los años sesenta,
llegando ser los principales bienes rurales producidos y exportados por la provincia, para
luego perder rápidamente en la década siguiente su vitalidad y decaer notablemente durante
el decenio de 1880.
Cuadro 1: Stock ganadero de Entre Ríos
Año
1861
1868
1884
Vacunos
1 463 994
1 978 979
3 671 665
T. Crec.
4.39
3.93
Ovinos
1 617 942
3 606 788
4 912 782
T. Crec.
12.13
1.95
Equinos
384 273
380 037
118 473
T. Crec.
- 0.15
- 7.02
Fuentes: AHER, Gobierno, Serie VII. Museo Mitre, mapa 1081, 90-7-21.
Asimismo, como nos muestra el cuadro siguiente, a pesar del incremento del stock de
animales la carga ganadera general en Entre Ríos distó mucho de incrementarse de manera
significativa, como para poder soportar escalas productivas propias de una economía
rentable en todo el interior del territorio provincial.
Cuadro 2: Carga ganadera promedio por hectáreas en Entre Ríos.
Año
1861
1868
1884
Vacunos
X Leg.
X Hac.
503
0,18
593
0,21
422
0,15
Lanares
X Leg.
X. Hac.
556
0,20
1107
0,41
860
0,31
Fuente: IBIDEM, cuadro 1.
También se debe destacar para esta época otro rasgo distintivo de la producción rural
entrerriana, que a la par del crecimiento de la producción lanar, los vacunos continuaron
representando una opción muy significativa para la explotación rural. Si bien la tasa de
incremento vacuna fue más modesta (4.3 y 3.9% anual) que el “rush” ovino, esta se
mantuvo bastante mas estable durante todo el período, debido a que continuo siendo una
opción segura y sobre todo mas apropiada para los medianos y pequeños productores que
carecían de capital para mestizar sus rebaños y para adaptarlos a los diversos y rústicos
territorios de la provincia. En esta persistencia resulto fundamental el rol de la demanda de
7
los saladeros locales, que fueron un mercado de alcance rápido que seguramente permitió
mantener su lugar significativo a los vacunos. En tanto que los equinos perdían
definitivamente importancia dentro de las estrategias de producción para el mercado y
quedaron relegadas solo para ser utilizados como instrumentos de trabajo en los
establecimientos2.
De manera que por aquellas características durante las décadas de 1850 a 1870 la economía
rural de Entre Ríos presentaba un patrón productivo que evolucionaba de manera diferente
que el de Buenos Aires y era similar al del Uruguay. Así tanto en la campaña uruguaya
como en la entrerriana se desarrollo en esa época una producción que combinaba la
introducción de los ovinos para la exportación de lanas, con la significativa persistencia de
los bovinos para la venta de ganado en pie y para la producción de tasajo.3
I. 1 LA EVOLUCIÓN DE LA FRONTERA GANADERA
En cuanto a los ritmos y el alcance espacial de la introducción de los lanares y la
pervivencia de los vacunos en la campaña, sabemos que ya desde la década de 1840 había
comenzado a explotarse el lanar sobre todo en los Departamentos de Concordia,
Concepción del Uruguay, Gualeguay y Gualeguaychú, que era por entonces la zona mas
pujante de la ganadería entrerriana. No obstante hasta mediados de los años 50 las
principales zonas productivas rurales todavía tenían como base principal la explotación de
los vacunos y la producción de Cueros, sebos, grasas y carnes. Pero desde esa década el
lanar iría en expansión predominante en esas tierras de antigua ocupación y también hacía
otros Departamentos del interior. De ese modo que para la década de 1870, además de los
departamentos antes mencionados, los carneros se habían extendido a zonas nuevas como
Nogoya y Victoria, que habían experimentado un sólido incremento en sus stock de lanares.
2
Respecto al descenso del stock de caballos debemos tomar en cuenta que hubo un súbito incremento de la
demanda de los mismos entre 1865-67 debido a la guerra de la triple alianza. Aquello llevó a los productores
a aumentar en esos años la cantidad de equinos, que repentinamente tuvieron alta demanda por las compras
del Estado para reforzar las caballadas del ejército nacional.
3
En el caso del Uruguay el incremento del stock ovino como vacuno fue mas significativo. J.P. Barrán y B.
Nahun, Historia Rural.... Op. Cit. Tomo I. Pp. 161.
8
Cuadro 3: Distribución de los ganados vacunos y ovinos en los Dptos. de Entre Ríos
Departamento
Gualeguaychú
Gualeguay
C. del Uruguay
Concordia
Nogoya
Victoria
Paraná
Villaguay
Diamante
La Paz
Vacunos
1861
15,6%
15,6%
12,7%
15,0%
11,8%
5,2%
7,0%
8,0%
2,9%
6,2%
1868
20,2%
10,7%
9,8%
10,1%
9,3%
10,2%
13,3%
6,3%
4,2%
5,6%
Ovinos
1861
13,6%
28,2%
12,0%
8,8%
14,0%
11,6%
4,0%
4,6%
1,8%
1,3%
1868
17,9%
29,4%
6,0%
11,1%
11,1%
11,2%
3,9%
5,5%
2,4%
1,3%
Fuente: IBIDEM, cuadro 1.
De este modo podemos afirmar que buena parte de la estructura productiva provincial fue
receptora de las transformaciones que experimentaba la producción rural entre 1840 y
1870. Aunque, como mencionábamos y veremos mas en detalle a continuación, ni en su
ritmo de crecimiento, ni en su tasa de ocupación o carga ganadera, ni en su formas de
explotación parecen haber seguido los mismos senderos que su exitosa vecina “porteña”.
Si analizamos la expansión espacial del lanar y el vacuno en Entre Ríos y la comparamos
con su evolución en Buenos Aires, para el mismo período, podemos afirmar que no hubo
un desplazamiento similar del ovino por el vacuno en las tierras más rentables (zona 1),
sino que los entrerrianos mantuvieron en las zonas viejas y nuevas de la frontera un patrón
de convivencia mas integral de vacunos y ovinos. Sin duda, además de la menor
disponibilidad de tierras, de pastos blandos aptos y de capital para explotar el lanar, una
explicación de ese patrón dual de producción rural fue la presencia de los saladeros en esas
áreas viejas (Concepción del Uruguay, Gualeguaychú y Paraná) que continuaron
demandando una importante cantidad de vacunos. Por otra parte, en la comparación se
puede observar que tanto en los vacunos, pero sobre todo en los ovinos la producción
entrerriana por su menor dotación de recursos ecológicos siempre mantuvo un carácter
9
mucho más extensivo y de menos rendimientos, aun en las zonas más privilegiadas (zonas I
y II) de su campaña rural.
Entonces, aquella comparación nos muestra que dentro de una adaptación, a los patrones de
demanda del mercado atlántico, en Entre Ríos se trato mas bien de un proceso de
convivencia entre las nuevas demandas y las más tradicionales de exportación de cueros y
de carne salada. Esa respuesta creemos fue un patrón productivo que se vinculaba
estrechamente con la capacidades diferenciales de disponibilidad de recursos naturales, de
acceso a los capitales y a los mercados existentes en cada economía. Así sin duda la
adaptación en Entre Ríos se basaba en una explotación menos capitalizada, con un patrón
más extensivo y que además estaba muy limitada a las áreas de mejores pastos blandos para
la mestización.
Cuadro 4: Ganado por hectáreas en Buenos Aires y Entre Ríos
Décadas
1860
1870
1880
Décadas
1860
1870
1880
Zona I (vacunos)
Bs. As.
Entre Ríos
0,42
0,24
0,20
0,24
0,51
0,16
Zona I (ovinos)
Bs. As.
Entre Ríos
2,51
0,34
3,51
0,55
1,68
0,44
Zona II (vacunos)
Bs. As. Entre Ríos
0,43
0,23
0,26
0,25
0,23
0,16
Zona II (ovinos)
Bs. As. Entre Ríos
0,70
0,23
3,46
0,48
4,77
0,27
Zona III (vacunos)
Bs. As. Entre Ríos
0,05
0,07
0,21
0,16
0,17
0,11
Zona III (ovinos)
Bs. As. Entre Ríos
0,06
0,07
0,85
0,31
1,9
0,30
Buenos Aires: zona I es el área peri-urbana. Zona II es el área al norte del río Salado. Zona III es el área al sur
del río Salado. Entre Ríos: zona I es el área de más antigua ocupación colonial (Gualeguaychú, Gualeguay, C.
Uruguay, Colón y Paraná). Zona II es el área de ocupación durante la primera mitad del siglo XIX
(Concordia, Nogoyá, Villaguay y Diamante). Zona III es el área de ocupación de la frontera durante la
primera y segunda mitad del siglo XIX (La Paz, Rosario del Tala y Victoria). Fuentes: para Entre Ríos
IBIDEM cuadro 10 y para Buenos Aires, Hilda Sabato, Capitalismo y ganadería....
Así en términos de carga ganadera podemos observar, en el cuadro anterior, que para 1861
había 0,18 vacunos y 0,20 ovinos por hectáreas en la campaña entrerriana. Cifras que nos
marca una ganadería muy extensiva y con mucho menor carga de ganado que la principal
productora de la época, pues en Buenos Aires ya entonces se había alcanzado una carga de
2,5 de ovinos y 0,34 de vacunos por hectáreas.
10
Aquel carácter más extensivo de ganadería entrerriana, como mencionamos, estaba
vinculado con una serie de problemas y limitaciones ecológicas que se presentaban a la
hora de organizar adecuadamente los rebaños para el pastoreo. Las dificultades más básicas
eran la disponibilidad de aguadas todo el año y la desigual distribución y calidad que tenían
las pasturas de acuerdo con las zonas altas o bajas del territorio. Así, por una parte, había
carestía de pastos blandos fruto de una región que tenía gramíneas menos aptas y tierras
puestas en explotación mas recientemente. Además, por otra parte, se presentaban
frecuentemente inconvenientes en los terrenos de la provincia, sobre todo con grandes
lomadas, que en las estaciones de lluvias sufrían habitualmente el debilitamiento de las
majadas por la muerte de numerosas cabezas de ganado lanar.
Un ejemplo de aquellos problemas podemos visualizarlo en la explotación lanar de la
sociedad constituida por J.J. Urquiza y R. Barbour, situada en las tierras de la estancia San
José en Concepción del Uruguay. En este caso podemos señalar que en sólo unos meses,
entre marzo y septiembre de 1864, se habían muerto 538 cabezas de corderos, la mayor
parte de ellas afectadas severamente por las condiciones climáticas de alta humedad y por
las fuertes tormentas. Esos perjuicios representaban una perdida regular del 5,5% del stock
total, lo que resultaba un fuerte impacto negativo para los emprendimientos de la región 4.
Pero además de la abundante lluvia y humedad en los campos bajos, más serio resultaba el
problema de la disponibilidad adecuada durante todo el año de pasturas y aguadas para los
vacunos y los lanares. Durante las décadas de 1860-70 fue frecuente la presencia
combinada de inundaciones en la época de lluvias y de sequías durante en la estación seca.
Por ello fue común que el agua se repartiera de manera muy desigual dentro del territorio
provincial afectando negativamente a muchos rebaños que pastaban en tierras anegadas
mientras otras carecían de aguadas cercanas. Por ello a pesar que representaba un
incremento de los costos una de las soluciones para esa variabilidad de oferta de agua fue el
4
Cuentas de R.K. Barbour en sociedad con JJ Urquiza, Archivo Histórico del Palacio San José, Caja 139,
carpeta 672.
11
continuo movimiento de las majadas y la construcción de tajamares que permitieran
disponer de aguadas más regulares para los animales5.
Aquellos problemas de pasturas y aguadas resultaron una dificultad significativa y
permanente para la producción ganadera, pues, durante la época de seca el ganado en movía
rápidamente grandes distancias en busca de las aguadas. Por lo cual para esta economía
ganadera, que deseba dejar atrás la época de animales alzados y de baja calidad,
organizando los animales más selectamente en rodeos vacunos y en majadas de ovejas,
resultó difícil mantener un control adecuado sobre todas los rebaños. Si bien en estas
décadas comenzaba a instalarse el alambrado, este aún era muy escaso y la mayor parte de
los campos solo contaban con cercados y ramadas, las cuales eran comúnmente rebasadas
por los animales. Por lo cual solía ser frecuente que el ganado se agrupara en los sectores
de mayor acumulación de agua, lo que entreveraba habitualmente los animales y consumía
rápidamente los pastos disponibles en esas áreas.
Al mismo tiempo aquel constante transito y movimiento de los animales provocaba perdida
de peso y en las zonas de bosques y cañadas todo tipo de lastimaduras en los lanares, lo que
incrementaba el porcentaje de cabezas enfermas y casi siempre incrementaba la tasa de
mortandad de las ovejas. Incluso muchas áreas de tierras en Entre Ríos directamente
carecían de pastos aptos para los lanares que encontraban mayor dificultad para sostener su
régimen de alimentación. Finalmente la dispersión de los animales encarecía la gestión
productiva por lo crecientes gastos de mano de obra, pues dificultaba la vigilancia y la junta
de los rodeos. A menudo también se provocaban altercados entre los productores a la hora
de la separación de las cabezas y sobre la propiedad de los corderos y terneros de las
pariciones nuevas.
De manera entonces que todos aquellos factores hacían que la ganadería lanar y vacuno
entrerriana fuera mas extensiva, menos rentable y mas riesgosa que la experimentada en
esas décadas por otras economías rurales de la cuenca del Plata.
5
Los tajamares eran construidos por los hacendados y consistían en lagunas o pozos muy grandes que
juntaban agua en la época de lluvias para disfrutar de aguadas en los restantes meses más secos.
12
Todas aquellas cuestiones fueron preocupaciones permanentes de las autoridades de la
campaña entrerriana. Ellas, por ejemplo, eran señaladas con mucha claridad por el jefe
político del Departamento de Nogoyá quien decía: “Esta seca que causa cada año perdidas
tan grandes en la principal industria de la provincia debe llamar muy seriamente la atención
del Superior Gobierno y hacerle conocer la necesidad de dictar las medidas convenientes
para atenuar al menos los estragos que causa. Dos son los puntos principales a que deben
tender las medidas gubernamentales, proveer de agua a los campos y garantir al propietario
las haciendas que emigran a otros distritos o Departamentos por falta de agua o pasto”.
Para resolver aquellos problemas algunas autoridades rurales proponían que “Lo primero
sería fácilmente remediado haciendo que los estancieros formare uno o dos tajamares en su
campo, obras que todos se hallan en estado de hacerlas pues con la pequeña cantidad de 25
pesos pueden formar un tajamar que les dure dos o tres años y aun más si tienen cuidado de
no dejarle destruir. Esta medida debe ser obligatoria para todos, pues de otro modo no
produciría resultado alguno. Hoy todos conocen la necesidad de esa medida y la piden con
insistencia, sin embargo de que ninguno se dedica a poner el remedio, prefiriendo sufrir
cada año las perdidas consiguientes a la emigración de las haciendas y aun se ha visto
algunas deshacer las que tenían hechas. La razón de esta incurría y aparente abandono que
ha primera vista parece sin disculpa es los perjuicios que se causan a los dueños de
tajamares por la falta de ellos en los campos vecinos. Durante la seca todas las haciendas
vecinas se reúnen en el campo que tiene tajamares en busca de agua, y consumen los
pastos, y cuando llueve se encuentra el dueño del tajamar en la precisión de salir con sus
haciendas por falta de pasto, cuando todos los demás tienen pastos y aguas”6.
Asimismo otra dificultad habitual en la estación de lluvias era como ya mencionamos que
el caudal de agua podía anegar con rapidez el territorio en lo bajo de las lomadas y también
transformarse en un obstáculo para el transito del ganado dentro de los establecimientos y
entre los mismos y el mercado. Estas cuestiones que expresaban también la ineficacia de la
6
Informe del Jefe Político del Departamento de Nogoyá Evaristo Martínez al Ministro General de la
Provincia, Archivo Histórico de la Provincia de Entre Ríos, Gobierno. Serie VII, legajo 5, año 1861.
13
infraestructura pública que estuvieron en las agendas de las autoridades desde mediados del
siglo XIX, por lo cual expresaban: “Se carece de buenos pasos en algunos arroyos, pero no
reclaman con tanta urgencia una mejora como el paso del Sauce en el río Gualeguay, en
donde podría construirse un puente para facilitar el pasaje que llena de inconvenientes a los
transeúntes, y con especialidad a los que pasan con carruajes. El paso es sumamente
necesario desde que es la vía desde que es la vía mas precisa de comunicación para todos
los pueblos de la provincia”7. No obstante la preocupación por la precaria infraestructura
disponible las carencias de recursos públicos durante esas décadas impidió hacer obras por
lo cual representó otro déficit que afectó la actividad productiva rural.
II. LA PRODUCCIÓN AGRÍCOLA
Por su parte la evolución de la producción agrícola durante las primeras décadas poscoloniales solo tenía una presencia destacada sobre todo en las pequeñas producciones
destinadas para el autoconsumo de los pastores–labradores, pero resultaron muy estrechos
los excedentes que iban en búsqueda del mercado urbano local o regional. Por otro parte la
distribución de la producción de cereales nos muestra que fueron algunos de los grandes
hacendados los que regularmente producían en sus establecimientos importantes cantidades
de trigo y maíz para abastecer a las ciudades y sus villas cercanas.8
En términos absolutos la producción total de trigo de la provincia para mediados del siglo
XIX apenas alcanzaba las 16 mil fanegas para alimentar a la población entrerriana, lo que
daba una media de menos de un tercio de fanega per cápita. Obviamente sucedía que el
consumo básico de la mayoría de los habitantes rurales de la región no dependía en gran
medida del trigo ni del mercado urbano, pues en estas tierras jugaba un rol muy
preponderante una sólida tradición de producción y consumo de maíz y sobre todo en la
zona norte de la provincia el uso de la fariña de mandioca9.
7
Informe del Jefe Político del Departamento de Gualeguaychú, Juan José Paso al Ministro General de la
Provincia, Archivo Histórico de la Provincia de Entre Ríos, Gobierno. Serie VII, legajo 5, año 1861.
8
Roberto Schmit, Ruina y Resurrección en tiempos de guerra, Ed. Prometeo, Bs. As. 2004. Cap. 4 y 5.
9
Informe del Jefe de Policía al Gobernador. AHER, Gobierno, serie XII B, Carpeta 1. Legajo 6.
14
Si atendemos, en base a las pocas estadísticas que disponemos, a la distribución de la
producción agrícola en términos del territorio provincial podemos observar importantes
diferencias dentro del mismo. Así mientras en el Oriente entrerriano se destacaba con
mucha mas fuerza la producción ganadera, en la zona del Paraná se caracterizaba por una
mayor producción agrícola, aportando mas del 70% de la producción de todo el trigo
cosechado en la provincia. Aquella producción de la costa occidental de la provincia
además de alimentar el mercado local encontraba también algunas posibilidades de llegada
en los mercados urbanos de Santa Fe y de Buenos Aires.10.
Pero como ya señalamos, en Entre Ríos predominaba un extenso número de pastoreslabradores que producían solo algunas pocas fanegas o almudes de trigo, principalmente
para su propio consumo. Pero además ellos dedicaban buena parte de sus actividades
agrarias a cosechar otro tanto de maíz y mandioca. Para estos productores fue muy
significativo la explotación agraria en base al cultivo de “rosa” en pequeñas parcelas de
tierra que iban abriendo en diferentes territorios públicos año tras año. Para su explotación
la mayor parte del tiempo utilizaban el trabajo familiar de mujeres, niños y agregados, en
tanto para las cosechas ponían en marcha la cooperación entre los vecinos. Por ello para
este conjunto de productores pobres el fácil acceso a las tierras públicas, el trabajo
doméstico, los bajos requerimientos de la mandioca y del maíz junto a la posesión de
pequeñas tropas de ganado les permitió sostener un universo de producción exitoso en muy
pequeña escala para sostener sus necesidades primarias, superando incluso los efectos
negativos del reclutamiento permanente de los hombres para las milicias y de las
condiciones oscilantes de los rendimientos de su parcela de producción agraria.
En cuanto a los límites de la agricultura comercial, el pobre crecimiento de los volúmenes
de la producción a largo plazo no solo estuvieron vinculados a lo estrecho de la demanda
del mercado local, sino que también existieron otros condicionantes que sin duda afectaron
10
En 1849 los departamentos del Paraná aportaron 15075 fanegas de trigo: Nogoyá 4205, Victoria 3144, La
Paz 2410, Diamante 1740, Tala 1441, Paraná 1372 y Gualeguay 763. En tanto los del Uruguay aportaban
1359 fanegas: Concepción del Uruguay 808, Gualeguaychú 329, Arroyo Grande 98, Villaguay 62 y
Concordia 62.
15
su estabilidad y perspectivas de rentabilidad. Por una parte, a la ya estructural restricción de
la oferta de brazos a bajo costo, a lo cual desde fines de la década de 1830 se agregaron los
reclutamientos militares masivos y por largos períodos de duración, que dificultaron las
escalas de producción que fueran mas allá de los núcleos familiares. A pesar que en algunas
ocasiones el gobierno pudo otorgar licencias para las labores agrícolas, las autoridades
apelaron con mas frecuencia a la colaboración mutua entre los productores, ordenando a
toda la población que no estaba enrolada prestara auxilio a sus vecinos. Pero aquellas
buenas intenciones no brindaron necesariamente un auxilio laboral concreto para una
demanda muy estacional de trabajo, por lo que la agricultura no resultó en esos años una de
las actividades beneficiadas por los subsidios estatales.
Pero mucho mas grave, que aquellos problemas de obtención de brazos, fueron las magras
condiciones de rendimientos y rentabilidad de los granos. Si bien carecemos de datos
cuantitativos seriales para las unidades de producción, fue evidente que ellas estuvieron
continuamente afectadas por las magras condiciones naturales (ecológicas y climáticas)
imperantes durante el ciclo agrario. Pues sabemos a través de los relatos de la época que la
región sufrió regularmente de sequías, por lo cual la producción de trigo y maíz se habría
visto afectada casi de manera permanente desde 1830 a 1860 por sucesivos ciclos negativos
que sufrió la zona. A lo que se agregaba regularmente la emergencia de enormes mangas de
langostas que, a partir de los meses de julio, agosto, septiembre y en ocasiones en octubre
venían procedentes de las regiones de montes del norte de la provincia y desde el Chaco,
desbastando los cultivos.
De aquel modo parece claro que además de los condicionantes de la estrecha demanda del
mercado y de la escasa oferta de mano de obra, fueron también los bajos rendimientos, las
plagas y las malas condiciones climáticas las que afectaron de manera regular y
significativa la rentabilidad de los granos, volviendo mucho mas costosa, azarosa y
aventurada la “empresa” económica cerealera que la pecuaria.
Como veremos claramente, en el cuadro siguiente, la evolución de la producción agrícola
entrerriana entre las décadas de 1860-70 continuo relacionada con las pequeñas producciones
16
destinadas para el autoconsumo en manos de pastores–labradores, por lo cual fueron bastantes
estrechos los excedentes que iban en búsqueda del mercado urbano local o regional, de modo
que su desarrollo continuo sin tomar una escala “empresarial” semejante a la actividad
pecuaria. Así también lo manifestaban claramente en 1861 las autoridades provinciales
concluyendo que, “La agricultura necesita ser estimulada para que pueda desarrollarse. Hasta
ahora se halla generalizada pero con los únicos efectos de consumo doméstico o recreo, pero
no puede como he dicho antes considerarse un ramo de comercio.”11.
De modo que de los granos volcados a los surcos se destacaba en primer lugar Concepción del
Uruguay, donde se sembraba el 32% del trigo y el 25% del maíz del área Oriental de la
provincia. Ya entonces en esa presencia destacada sobresalía, en ambos productos, el papel
que jugaba la colonia San José, que en manos de las familias campesinas de inmigrantes
europeos acumulaba casi la totalidad de la siembra. En segundo término estaban Paraná (que
ya contaba con la colonia Villa Urquiza), Nogoyá, Diamante y Villaguay donde la producción
estaba en manos de pequeños productores campesinos y de algunos estancieros. Finalmente se
producían pequeños excedentes en Victoria, La Paz. Rosario del Tala y Concordia.
Cuadro 5. Producción agraria del área rural por Departamento en Entre Ríos 1867-68
Departamento Personas
casa
Gualeguay
S/D
Uruguay
5,0
Concordia
5,0
Nogoyá
3,4
Paraná
3,2
Victoria
6,2
Diamante
2,6
Villaguay
4,4
La Paz
3,5
Gualeguaychú
S/D
R. del Tala
3,6
Promedio/total 4,1
por Cuadras
cultivadas
S/D
320
130
782
542
444
697
808
646
S/D
539
4908
Trigo
fanegas
S/D
667
8
328
355
166
252
224
53
S/D
27
2080
sembrado Maíz
sembrado
cuadras
S/D
624
418
231
129
53
178
438
420
S/D
S/D
2491
Fuente: AHER, Gobierno, Serie VII.
11
Informe del Jefe Político del Departamento de Nogoyá Evaristo Martínez al Ministro General de la
Provincia, Archivo Histórico de la Provincia de Entre Ríos, Gobierno. Serie VII, legajo 5, año 1861.
17
Finalmente, a las sementeras que existían en el área rural se agregaban otras 220 fanegas de
trigo y 276 de maíz que se volcaban desde los suburbios y ejidos de las ciudades y villas de
la provincia, lo que representaba que cerca del 10% del total fuera producido en las huertas
y quintas. Estos granos generalmente también satisfacían las demandas del creciente
número de habitantes urbanos que no estaban involucrados con los trabajos rurales.
Aquellas dificultades, descriptas por las fuentes cualitativas, que presentaba el progreso de
la agricultura entrerriana, en un medio ecológico difícil con costos laborales altos y sin
incentivos mercantiles cercanos, también pueden visualizar con mucha nitidez en el
mediano plazo en los magros rendimientos que tenían los cereales todavía en 1870. Estos
datos claves, según nuestros cálculos, muestran un rendimiento agrícola, tanto en
explotaciones chicas como grandes de diferentes Departamentos, con una media de 13
fanegas por cada una sembrada, lo que situaba la productividad de esta agricultura en un
nivel similar a los márgenes tradicionales de rendimientos que se obtenían en el área
bonaerense ya a fines de la época colonial.12
Entonces, por todo lo señalado aun para inicios, de 1880, en la era de la gran expansión
cerealera en la Argentina, en Entre Ríos, como muestran las cifras del cuadro siguiente,
recién comenzaba en Entre Ríos un proceso de cambio agrícola que tenía como desafío
principal la creación de colonias agrícolas con financiamiento propio, con nueva tecnología
e incentivos suficientes que les permitiera superar los problemas endémicos y básicos que
presentaba la producción y la rentabilidad agrícola vigente durante las décadas anteriores.
Cuadro 6. Producción agraria por Departamentos en Entre Ríos 1884.13
DEPARTAMENTO
Paraná
Diamante
Colón
Uruguay
12
TRIGO
47.850
54.000
30.000
26.480
MAIZ
36.800
29.000
15.860
22.000
Calculo elaborado en base a 374 casos de los Departamentos de Victoria, Gualeguaychú, La Paz y
Concepción del Uruguay. Informe de Alcaldes de los Departamentos. AHPER.
13
En 1884 luego de la fundación de las colonias la cosecha aumentó sustantivamente, llegando a 262 510
fanegas de trigo y 172 260 de maíz, aunque todavía sin representar una porción preeminente de la riqueza
rural.
18
La Paz
Gualeguaychú
Gualeguay
Concordia
Rosario del Tala
Villaguay
Victoria
Nogoya
17.000
16.000
13.080
12.500
25.000
10.000
8.000
2.000
14.000
11.000
10.000
13.000
30.000
3.000
8.500
2.500
Fuente: Museo Mitre, 90-7-21.
Por lo señalado entonces fueron varios los factores limitantes que tuvieron los entrerrianos
para adaptarse a los cambios productivos del mundo rural, por lo cual a pesar de los
esfuerzos y las adaptaciones no pudo sostener una expansión, ni un ritmo de producción
similar al de las provincias vecinas, de Buenos Aires y de Santa Fe, que claramente
lideraron en esta época la gran expansión finesecular del siglo XIX.
A modo de cierre
En síntesis, como vimos resulta evidente que se sucedieron cambios importantes en las
dinámicas productivas, entre ellos sobresalió el incrementó del stock de vacunos y sobre todo
de los ovinos, con una expansión que fue mas notable en las cabezas de ovejas que en las de
vacas. Pero al mismo tiempo un dato clave de ese proceso fue que mientras los vacunos
pudieron progresar en toda la provincia los lanares solamente pudieron ser instalados en
algunas áreas, que contaban con mejores pastos y aguadas del territorio provincial. Por ello la
transformación ganadera entrerriana en esta época de “fiebre del lanar” fue limitada y además
presentó varias debilidades importantes, lo cual se manifiesta claramente en cuanto a la carga
ganadera por hectáreas y a las tasas de procreo que registraron rendimientos muy inferiores a
los alcanzados por los bonaerenses. Asimismo si bien la mestización de los carneros avanzo
no llegó a alcanzar los índices suficientes para sostener exportaciones crecientes de lanas finas.
Todo ello explica porqué el ritmo de crecimiento de la producción entrerriana fue tan
moderado y sus beneficios fueran mucho mas exiguos. Así en un proceso de mestizaje ovino,
con un avance lento y limitado los Departamentos del sur, los entrerrianos llegaron a tener
escalas razonables de exportación de lanas cuando los precios del mercado internacional ya no
eran tan redituables.
19
Oro rasgo distintivo de la producción entrerriana fue que, a la par del crecimiento de la
producción lanar, los vacunos continuaron representando la opción mas extendida en la
explotación rural. Si bien la tasa de incremento vacuna fue más modesta que el “rush” del
ovino esta mantuvo mayor estabilidad en este período, debido sobre todo a que continuo
siendo la preferencia mas segura, pues requería menos inversión inicial y menos mano de
obra, cuestiones vitales sobre todo para los medianos y pequeños productores, que carecían
de capital para contratar mas trabajadores, para mestizar sus rebaños y para adaptarlos a los
diversos y rústicos territorios de la provincia. En esa persistencia de la preeminencia de los
vacunos también resulto fundamental la demanda de animales que tuvieron durante esos
años los saladeros locales, que fueron un mercado de alcance rápido, pero inelásticos y de
precios no tan favorables, por lo cual eran menos rentables. De todos modos, por todo
aquello, seguramente los vacunos mantuvieron un lugar significativo dentro de las
estrategias de explotación rural.
Por su parte, la producción agrícola permaneció activa sobre todo en pequeña escala para
los mercados domésticos locales, sin superar en esta época los desafíos de su bajo nivel de
rendimiento y altos costos de producción. Todo aquello estaba muy relacionado con los
precios elevados de la tierra y de la mano de obra, con la falta de crédito a precio razonable
y además, con la presencia de intensos ciclos de sequías e inundaciones en diferentes áreas
de la provincia, todo lo cual mantuvo los rendimientos de los granos al mismo nivel que
tenían desde tiempos tardo-coloniales. No obstante, dentro de aquel panorama de
estancamiento, comenzó a destacarse la producción de las dos primeras colonias agrícolas,
Villa Urquiza y especialmente San José, pero sin alcanzar todavía rendimientos ni escalas
suficientes para cambiar los parámetros generales de la economía provincial. Por lo cual la
fundación de colonias y la puesta en práctica de la transformación agrícola con renovados
procesos productivos en manos de trabajadores europeos quedaría pendiente en Entre Ríos
como un desafío que recién tomaría cuerpo luego de 1880.14
Para esta cuestión se puede consultar el excelente trabajo de Julio Djenderedjian, “Expansión agrícola y
colonización en Entre Ríos, 1850-1890: los limites y las condiciones de un difícil proceso de cambio
productivo”, en: Reunión de la Red de Estudios Rurales, Instituto Ravignani, 2007.
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