no me quiero matar, pero me quiero morir

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ADOLESCENTES SUICIDAS
NO ME QUIERO MATAR, PERO ME QUIERO MORIR
Bertha Gamarra Morgenstern
Eje Temático: Transferencia, vínculo y alteridad en la clínica de niños y adolescentes.
Descriptores: Suicidio, adolescencia, vacío, self
Resumen
En este trabajo se llama la atención sobre un tipo especial de pacientes adolescentes, que
recurren al intento de suicidio como una forma de dar expresión a intensas sensaciones de
soledad y vacío. Estos pacientes desconocen posteriormente sus verdaderas intenciones de
cometer suicidio, aunque suelen reconocer sus deseos de dejarse morir.
Se puntualiza en la necesidad de focalizar y atender oportunamente a este tipo de
problemática en la adolescencia, que sin duda, y por fallos en los cálculos, podría tener un
desenlace fatal.
Desarrollo del Trabajo
Últimamente a mi consulta han llegado varias adolescentes de entre 18 a 21 años que han
presentado intentos suicidas. Esta situación me ha despertado varias preguntas e
inquietudes, y algunas reflexiones que quiero plantear en este trabajo.
Atentar contra la vida propia es la expresión más contundente del instinto de muerte.
Además, la adolescencia se vuelve un terreno propicio para el intento de suicidio por la
prevalencia de la impulsividad, ante la cual, sin y pensarlo demasiado, frente a una
situación difícil y que genera extrema angustia, se recurre a una manera definitiva de
acabar con el sufrimiento.
El suicidio es un tema complejo que requiere un estudio cuidadoso. Cuando el suicidio se
consuma, es probable que estemos frente a patologías muy graves de personalidad, con
trastornos del pensamiento y agresión patológica. También creo que hay casos en que el
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suicidio se realiza por una “falla de cálculo” que tiene que ver con la impulsividad, la falta
del establecimiento de la capacidad para pensar las situaciones personales, y la misma
fragilidad de la vida.
Pero al lado encontramos los casos en que el intento de suicidio corresponde a trastornos de
personalidad que si bien es cierto son menos graves que los primeros - en términos de
psicosis - pueden llevar al adolescente a hacerse un daño considerable que lo sume a él y a
su familia en una situación en la que se dificulta la comprensión de las causas que le
llevaron a atentar contra su vida.
Los pacientes a las que me voy a referir, son tres adolescentes de sexo femenino, que
fueron remitidas a terapia por el servicio de urgencias que atendió el episodio suicida.
Luego, en la consulta analítica, se sintieron extrañadas de que las personas a su alrededor
hicieran referencia a su acto como un intento de suicidio, sintiéndolo ajeno, a no ser por las
marcas que quedaron en su cuerpo, protestando y diciendo que en realidad, no se querían
matar. Indudablemente hay un componente histriónico, sin embargo pienso que es
necesario entender qué hay más allá de éste.
Winnicott (1960) mostró la necesidad de reconocer y vivir en el verdadero self. Cuando esto
no sucede, se recurre al suicidio como medida extrema para evitar la aniquilación del self
verdadero.
Material Clínico
Los tres casos en los que baso este escrito son los siguientes:
Mariela, de 18 años, estudiante de último año de un colegio prestigioso, ingirió una mezcla
de pastillas que encontró en el botiquín de la casa, al acostarse. Al despertar volvió a tomar
más. Escribió una nota con lo que había tomado. Estando en su colegio empezó a sentirse
muy mal, y avisó a una amiga, a quien le dio la nota, lo que ayudó a los médicos cuando
llegaron en una ambulancia a recogerla. Mariela estaba muy triste, con mucho dolor
emocional, sintiéndose totalmente lejana de una madre absolutamente superficial, con
quien no se entiende, de un padre ausente y con antecedentes de maltrato psicológico en el
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colegio. Mariela me decía: “yo no quería matarme en verdad… sólo quería morirme, dormir
y no despertarme”.
Paola tiene 21 años, tuvo una crisis emocional a los 14 años y desde entonces ha estado
medicada. Sentía que no podía responder a la Universidad, se sentía sola, lejos de entender
la situación de sus padres que se separaron desde que ella tenía 2 años, pero que dormían
juntos casi cada fin de semana, sometiéndola a una escena primaria confusa. Paola tomó
veneno para cucarachas, pero su cuerpo lo rechazó, y vomitaba cada trago que ingería, por
lo que decidió inyectárselo en el brazo. Al ver que, no sólo no se moría, sino que el brazo
empezó a dolerle terriblemente, se preocupó, pensó que perdería su brazo, y llamó a la
madre. Efectivamente, estuvo a punto de perder el brazo, hubo que hacer cirugía y estuvo
hospitalizada casi dos semanas. Se le rectificó la medicación disminuyéndola, y al empezar
el análisis está pudiendo pensar en su situación emocional. Reporta que estaba desesperada
porque “no podía vivir como ella quería, estaba atrapada en la pesadez de las drogas”.
Luisa tiene 21 años. Perdió a su madre cuando tenía 5 y ha vivido en su ciudad natal con su
hermana, con su padre, y la nueva mujer de su padre, que era su amante mientras la
madre vivía. Luisa vino a Bogotá a estudiar, y vive sola. Tiene un novio que la maltrata
verbalmente. Ella suele cortarse los brazos cuando se siente mal. El viernes por la noche
bebieron, él amenazó con dejarla, y ella se cortó profundamente a todo lo largo del brazo,
causando una profusa hemorragia, que tuvo que ser intervenida de urgencia.
En los tres casos es notorio que al momento del intento de suicidio, hay una preocupación
por el daño al cuerpo y el estado en que quedará el órgano atacado. ¿Una forma de
disociación, o una manifestación del cuidado por la vida, ubicado en la preocupación
narcisística que carga libidinalmente al cuerpo?
A continuación presentaré material clínico de Luisa, en su primera sesión de análisis.
P: “He estado pensando en mi mamá. No sé qué me pasó. Yo quería desaparecerme, me
descontrolé. Yo todavía no me lo creo, si no fuera porque la cicatriz está ahí, y la veo, no lo
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creería. Me dicen que lo que pasó fue un intento de suicidio, y yo digo... ¡Nooo! ¡¡¡Yo no me
quería matar!!! Sólo quería desaparecerme…
A: ¿Dejarme morir?
P: Sí… no me quería matar, pero sí me quería morir… ¿Es loco, verdad? Es que yo soy una
mamera… toda dependiente… El me decía, “¡qué mamera usted!, yo me quiero ir con mis
amigos, y usted llorando”. Me desesperé, y me metí al baño y agarré una cuchilla y me
corté toda, me metí en la tina, y estaba toda llena de sangre por todas partes. Todo estaba
salpicado de sangre, era horrible. Llegó un momento en que le pedí que por caridad no me
dejara sola, porque sentía que iba a hacer algo peor. El se fue y me dejó desangrando, y en
la madrugada, me paré y fui al Hospital. Es que me dolía mucho, me ardía, y me salía
mucha sangre, y tenía miedo de que se me infectara. Me daba miedo que me diera
gangrena y que me quedara sin mi brazo, sin mi mano (se mira y se acaricia el brazo
afectado).
Pensar en una gangrena era horrible. Me sentía súper triste y no podía parar de llorar. Era
todo muy asqueroso, no sé por qué me descontrolé tanto.
Cuando me cortaba antes, era más porque me daba rabia conmigo misma. ¡Qué mamera
yo! Me daba rabia ser tan tonta. ¿Por qué no le puedo decir a mi novio? Oiga, ¡el machismo
se acabó hace tiempo! Pero no puedo… ¡Soy un fiasco!”.
A. (Esto es dicho mientras se toca el estómago, en círculos). ¿Qué sientes?
P: ¡Ay! Es un vacío horrible. Lo siento acá (estómago).
Comentario
Luisa no puede reconocer como propio su intento de suicidio, vivido como salida a una
situación de dependencia en la que se siente atrapada. La angustia final se despierta
cuando se siente a punto de ser dejada por su novio. Sus ansiedades de abandono se
activan, y pide a gritos que no la dejen. Trae como primer tema de análisis a su madre, y
esta ausencia se conecta con sus temores a ser abandonada nuevamente, cosa que le
resulta intolerable. El vacío se pone en evidencia y es sentido corporalmente. Ella necesita
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sentirse
completada,
puesto
que
tampoco
la
figura
paterna
parece
contenerla
adecuadamente, y busca permanentemente afuera, lo que no ha podido construir adentro.
El sentido del falso self la inunda, lo verdadero que siente adentro no lo puede defender, y
se siente toda ella un “fiasco”, una “mamera”, porque en su vida hasta el momento, no está
satisfecha consigo misma. Así, el intento de suicidio es una forma, no sólo de agredirse
físicamente, sino también de gritar con su cuerpo la falsedad en ella, y así de pronto,
sentirse auténtica.
En el caso de Mariela, el dejarse adormecer hasta morir tiene que ver con la falta de
autenticidad con que siente que se vive en su medio, y que la toca a ella profundamente,
siendo la falsedad y la dificultad de escapar, un tema recurrente en ella. Pero Mariela
tampoco quería matarse. Quería dejarse morir.
Paola tiene un caso más grave que incluye una medicación larga. Ella está confusa,
atrapada en la no-vida, en el sentido de falta de autenticidad y de sentido de todo lo que
hace. No puede sentirse viviendo su propia vida, que está marcada por el vacío.
Ninguna quería en realidad matarse, pero habrían podido morir realmente. Las tres
estuvieron muy preocupadas por lastimar su cuerpo en el mismo momento del acto suicida,
lo cual parece contradictorio, y nos hace darles crédito en su no - deseo de matarse. El
cuerpo está cargado narcisísticamente, y ellas previenen un daño mayor. Las tres
adolescentes tienen severos problemas con sus figuras materna y paterna. No se ha logrado
el establecimiento de relaciones sólidas que las protejan de sus propios impulsos
destructivos. Hay sentimientos agresivos contra sí mismas, y un escaso sentido de
identidad. La prevalencia del falso self hace pensar con Winnicott, que se sienten urgidas de
tener una salida para poder establecer un sentido verdadero de su self, aunque esto podría
eventualmente costarles la vida.
Pienso que el tratamiento analítico en este tipo de jóvenes les puede ofrecer una vía para
encontrarse a sí mismas, para establecer su sentido de identidad y lograr tener una
sensación de existencia desde su verdadero self.
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Conclusiones
En los casos de intento de suicidio en adolescentes, hay que tener especial cuidado en el
diagnóstico ofrecido, en que tomando en cuenta los aspectos histriónicos, también se
atienda los aspectos menos desarrollados de la personalidad, como son el sentido de
existencia que es proporcionado por el verdadero self. El intento de suicidio puede no ser
una manifestación real de un deseo de buscar la muerte, sino una forma de expresar la
necesidad de morirse, o dejarse morir, como una expresión extrema de un deseo de
corresponder la realidad interna con la externa, es decir, de darle un lugar de validez al self
verdadero.
Bibliografía
Winnicott, D. (1959) Exploraciones Psicoanalíticas I. Paidós, Buenos Aires, 1993.
(1960) Los procesos de maduración y el ambiente facilitador.
Paidós, Buenos Aires, 1993.
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