juegos de niños - Diputación de Ciudad Real

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La presente edición, tanto de textos como de imágenes,
es responsabilidad exclusiva y absoluta de sus autores.
Colabora con la edición:
DIPUTACIÓN DE CIUDAD REAL
Edición digital realizada por
Imprenta Provincial, Ciudad Real
Dedicado a mis nietos
MARILIA, ISMAEL, RAÚL y HUGO,
para que algún día
puedan jugar a los juegos
que su abuelo jugó.
PRÓLOGO
JUEGOS DE INFANCIA
Teníamos la edad justa para soñar, la edad de la inocencia:
Éramos niños. Ahora sabemos que además de niños éramos
felices, que los juegos eran la proyección real de nuestros sueños,
de nuestras emociones, de nuestra envidiable ingenuidad.
¿Jugábamos para triunfar? No. Jugábamos para vivir. El juego era
la vida, el mundo era un juego. Un juego sin fronteras, ilimitado,
fantástico, inconmensurable, único. Haga la prueba. Pregunte a
un niño por qué juega. Usted se sentirá ante la respuesta o a
través del gesto estupefacto del menor, como un individuo
atolondrado. Y no lo digo en demérito del lector, sino de quien
esto escribe que en un rasgo (ahora lo veo) de imperdonable
despropósito tuvo la
brillante
idea de preguntárselo a un
impúber. “¿Es que acaso (me contestó preguntando) sabes tú
hacer otra cosa?” Definitivamente, el juego es, era, la vida.
El amigo Ángel, amigo de la infancia y por tanto amigo para
siempre, nos devuelve en este libro y con envidiable precisión de
su memoria, nuestros juegos de infancia. Partícipe soy de todos
ellos, tan lejanos en el tiempo, tan cercanos en el recuerdo. Lo
hace, tal vez sin darse cuenta, para revivir, que es una manera
nostálgica de vivir, y más conscientemente para preservar, para
que aquellos juegos que gestaron, que moldearon, que crearon a
hombres, no se los trague definitivamente el olvido.
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Me veo. Me reconozco. Reconozco lugares, juegos y amigos.
Me veo corriendo cuesta abajo desde mi casa de la Cuesta de la
Rufina, dirección al río Tirteafuera, en donde en la explanada que
le antecede, mágica para nuestros ojos, escenificábamos en
cualquier momento del día el potencial, entonces inmaculado,
de nuestra desbordada imaginación. Las bolas, los santos, el
escondite, el trompo, el mocho, la choca, la taba, el aro…
Recuerdos, recuerdos, recuerdos…
Pero
Ángel
consigue
más.
Consigue,
inevitablemente,
enfrentarnos con la nostalgia, tal vez con la melancolía. Él mismo
apunta un dato cruel: Dos de los amigos de juegos y correrías ya
no están con nosotros. “Dos de ellos nos dejaron ya”, dice el autor.
Es el juego macabro de la muerte.
Allí estábamos entonces. Aquí estamos ahora. Así éramos
entonces, pero ¿cómo somos ahora? Pablo Neruda, al narrar en
un poema maravilloso el devenir de un amor ido, versifica con un
poso de melancolía: “Nosotros, los de entonces, ya no somos los
mismos”. Quiero pensar, utilizando la misma lógica del poeta y
puesto que no se trata de un amor que se fue, sino de un cariño y
de un afecto latente por imborrable, que nosotros, los de
entonces, seguimos siendo los mismos.
Ataúlfo Solís Letrado
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INTRODUCCIÓN
La sociedad ha experimentado un cambio vertiginoso, con respecto
de los años de los que os voy a contar nuestros juegos de niños, que
fueron en la mitad del siglo XX, entre los años 1955 al 1965, en mis años
de niñez, hasta que llegué a la adolescencia.
La forma de entender el ocio en esa década era muy diferente a la
actual. Por entonces, no había entrado el mercado actual del juguete;
pues, si no entró, fue por los escasos recursos económicos que había en
esa época. Los juegos teníamos que ingeniárnoslos nosotros mismos,
teníamos que agudizar los sentidos.
En esa época no había televisión en todas las casas; la mayoría no
teníamos. Y qué decir de ordenadores, DVD, Wii, etc., ni todo lo que ahora
tenéis y que todos disfrutamos de tener.
Por ello, el tiempo que ahora los niños pasáis delante del
ordenador, televisión, videojuegos, Wii, nosotros lo teníamos para jugar,
en la calle generalmente; por lo que había que hacer trabajar la
imaginación, para no aburrirse y estar contentos y activos. Por tanto,
teníamos que discurrir algo, y os puedo asegurar que desarrollábamos
inventos para seguir con nuestros juegos.
Ahora, los juegos que tenéis en casa son sedentarios. Las horas que
pasáis en la televisión, la Wii, y otros han tenido como consecuencia el
olvido de los juegos tradicionales que se desarrollaban en esa época, la
cual recuerdo con gran cariño.
Os hablo desde la perspectiva de un joven criado en un pueblo de
seis mil habitantes –naturalmente, muchos menos en mi niñez–,
Argamasilla de Calatrava, provincia de Ciudad Real, pueblo
eminentemente agrícola, aunque la industria la teníamos a cinco
kilómetros, en la localidad de Puertollano.
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Disfruté mucho en mis años de niñez, junto con mis amigos de
colegio y de calles. Por ello, no quiero que, con lo que nos divertíamos con
nuestros juegos, sean olvidados en su totalidad. Y, para que conozcáis
nuestras raíces y podáis jugar a juegos del siglo pasado, me he decidido a
recopilarlos en este libro.
Ciertamente, creo que quien me ha inducido a escribir esto ha sido
mi nieta MARILIA; en más de una ocasión me ha dicho: “yayo, cuéntame lo
que hacíais cuando eras pequeño como yo”, y más de dos veces se lo he
contado. Por ello, voy a intentar recordar, recopilar y plasmar lo que
pueda de esos juegos que no deben caer en el olvido.
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JUEGOS DE NIÑOS
En la mitad del siglo XX, en la década de los años 1955 a 1965, los
niños no teníamos televisión, ni ordenadores, ni de DVD, ni Wii, ni todos
los juegos que ahora tenéis y que solo se juega en casa y sentaditos.
Por ello, los niños en esa época, nuestros juegos teníamos que
ingeniarnos y los que realizábamos os los voy a contar: a qué jugábamos y
qué hacíamos. Había más niños que ahora hay. Eso sí, también había
menos coches que ahora, por lo que, cuando salíamos del colegio, todos,
todos, en la calle nos juntábamos a jugar; en casa, pocas cosas se podían
hacer.
En Argamasilla de Calatrava, en la calle del Pilar me crié, y en el
margen del río Tirteafuera yo jugué; pues mi calle en el río finalizaba. Así
que los de la calle y los de la calle Cuesta de la Rufina, donde ambas se
juntaban, allí nuestras reuniones y juegos teníamos, y los jóvenes del
barrio Cantarranas al mismo lugar llegaban.
Donde finalizaban ambas calles había una explanada (hoy hay una
fuente y un jardín muy bonito). Allí nuestros padres, la mayoría
agricultores, ponían los carros; para tener más espacio nosotros, los
cambiábamos de sitio, y con ellos a veces jugábamos.
Del río Tirteafuera os contaré: en él jugábamos y mucho tiempo en
él pasábamos; para nosotros era una delicia tenerlo al lado, en él
jugábamos unas pocas horas. Para nosotros era como para vosotros es
hoy un polideportivo, en el que realizáis todos los deportes que hay. Pues
eso hacíamos; el terreno era muy irregular, imaginaros un río y sus
márgenes, pero disfrutábamos mucho en él.
Los juegos que en esa época había, y a los que a todos yo jugué con
los muchachos de la calle del Pilar donde vivía y los de la Cuesta la Rufina
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también y que yo describiré, entre ellos se encontraban: JULIO, TOLI,
EULALIO, ANTONIO, ESTEBAN, PEPE, PABLO, ÁNGEL, ISIDRO, JESÚS,
ISIDORO, ATAÚLFO, LUIS, JESÚS, FRANCISCO, ANTONIO y varios más del
barrio de Cantarranas, que también participaban. Entre los juegos que
recuerdo estaban:
. EL TROMPO.
. LA CHOCA.
. EL MOCHO.
. LOS SANTOS.
. LAS BOLAS.
. EL ARO.
. EL PAÑUELO.
. LA GALLINITA CIEGA.
. EL ESCONDITE.
. EL PINCHO.
. LA PÍDOLA.
. LA TABA.
. VEO, VEO.
. ZANCOS.
Además de estos juegos, nos inventábamos otros tantos; tiempo
teníamos para ello y lo pasábamos jugando, y os puedo decir que se
pasaba muy bien, siempre había alguno al que se le ocurriera algo nuevo.
Los juguetes de los Reyes Magos eran mínimos. Los compartíamos
en el río y en la explanada, y en su mayoría eran un caballo de cartón, un
juego de cartas, un dominó, un rompecabezas, una pelota y poco más.
Los recursos económicos de los padres eran escasos y el número de hijos
era superior a los que ahora se tienen, por lo cual era muy poco lo que
podían gastar; pero os puedo decir que éramos muy felices y se compartía
lo poco que los Reyes nos traían en el lugar de reunión al que todos
íbamos cuando salíamos del colegio. Por suerte para nosotros había muy
pocos coches: las calles eran nuestras y el famoso río Tirteafuera era
nuestro campo de deportes, lugar de reunión y de juego.
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Con las latas de sardinas confeccionábamos carritos, les poníamos
un alambre como eje y las ruedas las hacíamos con dos chapas de cerveza
machacadas (que llamábamos “platillos”) colocando en uno de los
extremos una cuerda, la cual utilizábamos para tirar del mismo. Estos
carritos los utilizábamos para jugar con la tierra que movíamos de un lugar
a otro; eran juguetes confeccionados por unos y otros.
También teníamos álbumes de futbolistas que coleccionábamos y
nos cambiábamos, pues en nuestra época, como en todas, había
prestigiosos jugadores como ahora los hay, entre ellos estaban, Puskas,
Gento, Zarra, etc., y Di Stéfano, que lo conoceréis, pues fue Presidente de
Honor del Real Madrid.
Otra entretenera consistía en coger renacuajos de las charcas del río
Tirteafuera, que quedaban cuando dejaba de correr éste. Los renacuajos
eran como los peces, muy gorditos, y después se convertían en ranas.
“Unos pocos había” en el tramo del río que separaba el barrio de
Cantarranas y la calle del Pilar. Los mismos los echábamos a un bote con
agua y cuando nos cansábamos los devolvíamos al agua. El juego consistía
en ver quien cogía más. Lo malo era cuando llegábamos a casa: cómo
llevábamos los pies y los zapatos o botas de agua y barro; había unos más
atrevidos y traviesos que otros, yo estaba entre ésos.
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EL TROMPO
El trompo, hoy llamado peonza, con él jugábamos horas y horas. Os
explicaré cómo.
NÚMERO DE PARTICIPANTES.- Dos o más.
OBJETOS QUE SE UTILIZABAN.- Un trompo y una cuerda.
DÓNDE SE JUGABA.- En el Río Tirteafuera, en las calles y explanadas.
ÉPOCA EN QUE SE JUGABA.- Durante todo el año.
OBSERVACIONES SOBRE EL JUEGO.- Nos jugábamos 5 o 10
céntimos.
CÓMO SE CONFECCIONABAN LOS ÚTILES EMPLEADOS.- Trompo y
cuerda se compraban.
CÓMO SE DESARROLLABA EL JUEGO.- Para realizar el juego se hacía
lo siguiente:
Se marcaban dos rayas en el suelo, a una distancia una de otra de
unos cuatro o seis metros; desde una de ellas se lanzaba la perrilla lo más
próximo a la otra, eso lo realizaban todos los jugadores, las perrillas
quedaban próximas al trazo opuesto.
Se tiraba el trompo a las monedas y después se cogía en la mano
bailando y se lanzaba contra la perrilla las veces que el trompo aguantaba
bailando, y cuando salía de la marca habías ganado esos preciados cinco,
diez o más céntimos, dependiendo de las perrillas que sacabas; y así
continuaba un jugador detrás de otro.
Para jugar sólo necesitabas el trompo con su cuerda y una moneda
de cinco céntimos o de diez a lo que se jugase.
CURIOSIDAD.- Nos jugábamos cinco céntimos, llamados por
nosotros “perrilla”. Esos cinco céntimos eran de la peseta que tenía cien
céntimos -la peseta ya no la tenemos-. Cuánto la adorábamos, para que
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veáis lo preciada que era, os diré que el cine infantil valía dos cincuenta
(dos pesetas y media), y si asistías a catequesis, la catequista te vendía la
entrada por dos pesetas.
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LA CHOCA
La choca era un trozo de madera, generalmente de olivo o de
encina, de unos diez a quince centímetros de larga, por unos seis u ocho
centímetros de diámetro. Unas veces nos la hacía nuestros padres cuando
iban a la aceituna y otras veces las hacíamos nosotros.
NÚMERO DE PARTICIPANTES.- Cuatro o más, siempre pares.
OBJETOS QUE SE UTILIZABAN.- Una choca y un número par de varas.
DÓNDE SE JUGABA.- En el río y en explanadas.
ÉPOCA EN QUE SE JUGABA.- Durante todo el año, y principalmente
en invierno.
OBSERVACIONES SOBRE EL JUEGO.- Ganaba el grupo que se
quedara con todas las varas, luego cada uno se quedaba con sus
propias varas.
CÓMO SE CONFECCIONABAN LOS ÚTILES EMPLEADOS.- Con madera
de olivo o encina, generalmente, la choca era diez a quince
centímetros de larga por seis u ocho centímetros de diámetro, y las
varas eran de ochenta a cien centímetros de larga, por unos cuatro
a seis centímetros de diámetro.
CÓMO SE DESARROLLABA EL JUEGO.- El número de jugadores era
par de cuatro a ocho generalmente, y se dividía en dos equipos.
Para realizar el juego se hacía lo siguiente:
Se ponía la choca en posición, en una raya marcada en el suelo;
cada equipo tenía el mismo número de varas.
Comenzaba un jugador tirando una vara a la choca, y el otro del
equipo contrario al que le toca tirar seguidamente iba a por la choca y
mientras tanto el que había tirado iba a por las varas que hubiera al otro
lado de la raya; cuando el del equipo contrario llegaba con la choca y la
ponía en el raya y decía: choca.
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El que había tirado tenía que estar en el lado del lanzamiento, con
las varas que hubiera recogido del otro lado, si estaba recogiendo varas y
no había rebasado la raya trazada inicialmente las tenía que dejar donde
se encontrara cuando el del equipo contrario decía: choca.
El equipo que lograba quedarse con todas las varas era el que
ganaba. En este juego no se ganaba nada, era un verdadero pasatiempo
muy bonito, divertido y muy participativo.
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EL MOCHO
El mocho se hacía igualmente de olivo o de encina, de unos quince a
veinte centímetros de largo, por seis u ocho centímetros de diámetro; se
le hacía punta a ambos lados. Era confeccionado por nosotros mismos con
el trozo de olivo que nos traían nuestros padres.
NÚMERO DE PARTICIPANTES.- Dos o más.
OBJETOS QUE SE UTILIZABAN.- Un mocho y una o más varas por
jugador.
DÓNDE SE JUGABA.- En el río y en la calle.
ÉPOCA EN QUE SE JUGABA.- Todo el año, principalmente en
invierno.
OBSERVACIONES SOBRE EL JUEGO.- No había nada en juego, era la
honrilla de ganar la partida, por lo que al finalizar el juego cada
jugador se quedaba con sus varas.
CÓMO SE CONFECCIONABAN LOS ÚTILES EMPLEADOS.- Con madera
de olivo o encina. Generalmente, el mocho era de unos quince a
veinte centímetros de larga, por cuatro o seis centímetros de
diámetro, con punta en ambos extremos. Las varas eran de ochenta
a cien centímetros de larga, por unos cuatro a seis centímetros de
diámetro; se utilizaban indistintamente para el juego del mocho y la
choca.
CÓMO SE DESARROLLABA EL JUEGO.- El mocho se ponía en una
raya; tenía que tener un poco de inclinación la tierra para que el
mocho quedara inclinado.
Se le daba en la punta más elevada con la vara y, cuando saltaba
hacia arriba, se le golpeaba con la vara y cuanto más lejos iba mejor para
el que lo lanzaba, ya que éste iba a por las varas que había al otro lado de
la raya donde se ponía el mocho y el siguiente tirador que le tocaba era el
que iba a por el mocho y cuando llegaba a la raya decía: mocho. Si el
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tirador que había ido a por las varas, no había pasado la raya, tenía que
dejar las varas donde estuviera; si lograba rebasar la raya, las varas
recogidas eran para él.
El que más varas juntaba era el ganador. Se podían pasar horas y
horas con este juego; era muy participativo; la rapidez y la carrera era lo
principal, aunque había que saber lanzar bien el mocho, pues si quedaba
cerca no daba tiempo de recoger varas.
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LOS “SANTOS”
Los “santos” los obteníamos recortando las imágenes de las cajas de
cerillas. Dependiendo del dibujo que tenía, así le dábamos el valor; tenían
varios valores: decíamos éste vale por dos, por cinco, por diez, etc..
Juntábamos paquetes de “santos”; para ello nuestras madres nos hacían
unos saquitos de tela, en los que los metíamos (yo aún guardo uno de
ello).
NÚMERO DE PARTICIPANTES.- Dos o más, indeterminado.
OBJETOS QUE SE UTILIZABAN.- “Santos”.
DÓNDE SE JUGABA.- En la calle y en las casas.
ÉPOCA EN QUE SE JUGABA.- Todo el año y en invierno en casas.
OBSERVACIONES SOBRE EL JUEGO.- No se jugaba dinero, sólo los
“santos”, y nos los vendíamos unos a otros cuando no teníamos.
CÓMO SE CONFECCIONABAN LOS ÚTILES EMPLEADOS.- Los “santos”
los recortábamos de las imágenes de las cajas de cerillas.
CÓMO SE DESARROLLABA EL JUEGO.- Con ellos se jugaba a la pared
y a la rapa, y se jugaba así:
En una pared, a la altura de un metro o poco más, hacíamos una
marca desde donde se ejecutaban todas las tiradas. Desde allí, los
jugadores que participábamos dejábamos caer el “santo” y cuando caían
encima de otros esos eran los que ganabas; así pasaban uno tras otro. Si el
“santo” no montaba, quedaba en la tierra, hasta que otro le montara un
poco, aunque sólo fuera un pico.
La destreza en tirarlos era fundamental para dirigirlos a donde más
“santos” había; cuantos más hubiera, más probabilidad de ganar algunos
había. Se hacía tirándolos de un pico, orientando en ocasiones y por tanto
girando el dedo al soltarlo para dejarlo caer hacia donde había más
“santos”.
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ANÉCDOTAS.- Los “santos” nos los vendíamos unos a otros. El
dinero que teníamos los chavales en esos tiempos era la “perrilla” que,
como ya os he comentado, valía cinco céntimos; o el “perro”, que valía
diez céntimos, y después los llamados “dos reales”, que eran cincuenta
céntimos, esta moneda tenía un agujero en el centro, y luego venía la
pesetas, denominada “la rubia”, y así sucesivamente. Pero nosotros los
chavales no pasábamos generalmente de la peseta, salvo en ocasiones, y
como mucho las moneda de dos cincuenta, pero no llegábamos nunca al
“duro” que eran las cinco pesetas.
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LAS BOLAS
Las bolas, o canicas como las denomináis ahora, era un juego muy
divertido y te tirabas horas y horas jugando. ¡Qué bonito era! Eran de
cristal o de barro; nosotros le dábamos un valor: a las de cristal decíamos
ésta vale por dos, por tres, o por cinco, dependiendo lo bonito que fuera
el cristal; las de barro siempre valía por una.
NÚMERO DE PARTICIPANTES.- Dos o más.
OBJETOS QUE SE UTILIZABAN.- Bolas de cristal o de barro.
DÓNDE SE JUGABA.- En el río y en la explanada y calles.
ÉPOCA EN QUE SE JUGABA.- Todo el año.
OBSERVACIONES SOBRE EL JUEGO.- Se podía jugar al triángulo y al
mate.
CÓMO SE CONFECCIONABAN LOS ÚTILES EMPLEADOS.- Se
compraban en los quioscos de chuches que había.
CÓMO SE DESARROLLABA EL JUEGO.- De las dos formas que cito:
Al triángulo
Se hacía un triángulo en la tierra y cada jugador ponía una bola en
su interior. A una distancia de cuatro a seis metros se hacía una raya en el
suelo, desde la cual se lanzaba para sacar el máximo de bolas que hubiera
en el triángulo; las que sacabas eran las que ganabas. El primer
lanzamiento se hacia de pie, desde la raya, y el resto de tiradas se hacía
por tierra desde el punto donde hubiera caído anteriormente.
Si no sacabas ninguna, tiraba otro jugador igual que el anterior, y así
sucesivamente todos los que jugasen. Las bolas lanzadas al triángulo,
quedaban más o menos próximas al mismo, y desde ahí se desarrollaba el
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juego por tierra. Las bolas se lanzaban con el dedo corazón o índice y el
pulgar contra las que había en el triángulo o contra las de otro jugador y,
si le dabas a alguna de las suyas, se decía: ¡mate! y ese jugador dejaba la
partida, continuando el resto, ya jugando por el suelo. Se ganaban todas si
conseguías matar a todos los jugadores, dando con tu bola a las de los
otros jugadores; así, todas las que hubiera en el triángulo eran para el
jugador que quedara el último, sin que le matasen.
Este juego, como los anteriores, eran de niños, pero en éste había
una chica, llamada Orosia, del barrio de Cantarranas que jugaba muy bien
y a veces nos ganaba.
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EL CARRO
Carro, si ¡carro viejo¡ por el
transcurso del tiempo, con grietas
en tu madera, y oxido en tu hierro.
Pero tu carro viejo, cuanto representas
para este gran pueblo, para el que eres
un símbolo, aunque estés viejo.
Eres símbolo de trabajo, y representas
sudor, frio, sacrificio e inclemencias
de un largo tiempo.
Tiempo que pasan por tus hijos, los
cuales también se hacen viejos, sin ser respetados
sus sacrificios, ni lo que han hecho.
dolor que en mí se acentúa al decir esto, pues
los labradores mayores de nuestro pueblo,
han llevado su labor en silencio.
Pues a esas personas de la tercera edad,
que algunos nos dejaron ya, por el paso del tiempo,
a ellas, todo el bien se lo debemos.
A.G.E.
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Al Mate
En este juego lanzaban la bola desde el mismo punto todos los
jugadores, tirándola por el aire con objeto de darle a la del otro jugador;
luego era tirando con capirotazos o de pie si la bola estaba cerca, se
apuntaba con la mano y a una cuarta, o poco más, del ojo hacia la bola a la
que querías tirar: si le dabas ganabas una bola al dueño de la misma.
En este juego, como en la mayoría, era la destreza del jugador y del
arrojado que éste fuera y que se acercaba más a los otros, aunque
también perdían a veces los arrojados. El número de jugadores era
indeterminado: de dos en adelante.
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EL ARO
El aro se hacía de hierro. Nos los hacían en la fragua de Miguel;
otros los vendían hechos. Solo era una vara de hierro fina redonda,
formando una circunferencia; eran de diversas medidas: podrían tener un
diámetro de entre cuarenta y noventa centímetros y se llevaba con “el
guía”, que era una barrilla de hierro con una curva en la punta en la que
se metía el aro para hacerlo correr.
NÚMERO DE PARTICIPANTES.- Uno o más.
OBJETOS QUE SE UTILIZABAN.- El aro y el guía.
DÓNDE SE JUGABA.- En las calles y en el río Tirteafuera.
ÉPOCA EN QUE SE JUGABA.- Durante todo el año.
OBSERVACIONES SOBRE EL JUEGO.- Hacer rodar el aro.
CÓMO SE CONFECCIONABAN LOS ÚTILES EMPLEADOS.- Lo
confeccionaba el herrero o lo comprabas hecho.
CÓMO SE DESARROLLABA EL JUEGO.- Con el aro hacíamos
kilómetros en el río y en las calles próximas a las nuestras, a veces
ponías obstáculos que había que sortear; no había apuestas, era
jugar y jugar, haciendo rodar el aro.
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EL PAÑUELO
El juego del pañuelo es rápido y bonito. Se realizaba de la siguiente
forma: se marcaban dos rayas en el suelo, a una distancia de unos seis u
ocho metros a cada lado del centro, donde se ponía un niño con un
pañuelo cogido por unos de los picos dejándolo colgar; éste era
denominado el Juez, lo que él decía se hacía.
NÚMERO DE PARTICIPANTES.- Cuatro o más, siempre número par,
y el Juez que es el que tiene el pañuelo.
OBJETOS QUE SE UTILIZABAN.- Un pañuelo.
DÓNDE SE JUGABA.- En la explanada, en el río Tirteafuera y en las
calles.
ÉPOCA EN QUE SE JUGABA.- Durante todo el año.
OBSERVACIONES SOBRE EL JUEGO.- Juego rápido y entretenido.
CÓMO SE CONFECCIONABAN LOS ÚTILES EMPLEADOS.- Estaba
confeccionado, solo se precisaba un pañuelo.
CÓMO SE DESARROLLABA EL JUEGO.- El número de jugadores se
dividía en dos grupos iguales, que solían ser de tres a cinco, y se
numeraban los participantes de cada equipo por igual.
El Juez se ponía con el pañuelo en el centro de las dos rayas
marcadas a la misma distancia, de unos seis u ocho metros. Decía un
número y salían los dos que lo tenían, uno de cada equipo; el primero que
llegaba lo cogía, saliendo corriendo para su lugar de partida, y si llegan
juntos, esperaban que lo cogiera uno u otro. Si el que lo cogía llegaba a
pasar la raya de donde había salido el contrario, perdía, y si el del equipo
contrario le daba en la espalda en la carrera perdía el que llevaba el
pañuelo y quedaba eliminado, y así se continuaba hasta que un equipo
quedaba sin ningún jugador.
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En este juego la rapidez y la destreza era importante para ganar. No
se ganaba nada, sólo ese gusanillo que era ser ganadores.
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LA GALLINITA CIEGA
A la gallinita ciega jugaban chicos y chicas; pero, eso sí, las chicas
por un lado y los chicos por otro. Sólo se necesitaba un pañuelo para
cubrir los ojos.
NÚMERO DE PARTICIPANTES.- Indeterminado.
OBJETOS QUE SE UTILIZABAN.- Un pañuelo.
DÓNDE SE JUGABA.- En la explanada o en las calles.
ÉPOCA EN QUE SE JUGABA.- Durante todo el año.
OBSERVACIONES SOBRE EL JUEGO.- Intentar que no viera al que se
le ponía el pañuelo.
CÓMO SE DESARROLLABA EL JUEGO.- El juego se realizaba
formando un corro, cogidos por las manos y en el centro se ponía
un chico, con los ojos tapados con un pañuelo. Cuando éste cogía a
uno, con las manos palpaba al joven y tenía que decir quién era; si
lo identificaba, ése era el que pasaba al centro con el pañuelo, si no
lo identificaba, seguía el mismo en el centro, con los ojos tapados y
se seguía haciendo lo mismo.
Los componentes del
corro procuraban separarse
cuando el mismo se acercaba
a un lado o a otro del corro,
procurando que no cogiera a
ninguno para tratar de
identificarlo.
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EL ESCONDITE
Este juego no ha cambiado; veo que se sigue jugando, aunque no
tanto como en mi época.
NÚMERO DE PARTICIPANTES.- Indeterminado.
OBJETOS QUE SE UTILIZABAN.- Ninguno
DÓNDE SE JUGABA.- En la calle y en el río.
ÉPOCA EN QUE SE JUGABA.- Durante todo el año.
OBSERVACIONES SOBRE EL JUEGO.- Se necesitaba que hubiera una
pared para apoyarse para contar, y obstáculos para esconderse.
CÓMO SE DESARROLLABA EL JUEGO.- Nosotros lo llevábamos a
efecto en la margen del río Tirteafuera. Teníamos carros para
escondernos y la maleza que había en el río, pues el mismo no
estaba como ahora que está encauzado, y un buen puente en ese
lugar; teníamos un lugar privilegiado para llevarlo a efecto.
El número de participantes es ilimitado. En este juego a veces
también jugaban las niñas, aunque no muchas, pero sí había algunas que
se unían a nosotros.
Al que le tocaba contar, empezaba contando un número, ya
determinado, finalizando diciendo: Ronda, ronda, el que no se haya
escondido que se esconda, o si no que responda, para dar tiempo a que se
escondieran todos.
El resto de participantes se escondían lo mejor posible para no ser
visto, una vez finalizado de contar.
La misión del de la “maya” (el que cuenta) es ver a los que se han
escondido, y, una vez visto o vistos más de uno, se acerca al lugar de la
“maya” y dice, por ejemplo: maya por Antonio, Toli y los que sean más, o
por uno solo.
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Los que se han escondido su misión era acercarse al lugar donde se
cuenta, sin ser vistos, y decir: maya por mí y por mis compañeros, y así
finaliza el juego. Era muy divertido porque teníamos muchos sitios para
escondernos; los carros eran lugar preferido.
Escondite inglés
Es una variante del escondite tradicional. Es de la siguiente forma:
uno se sitúa mirando a la pared, de espaldas a los participantes, que
estarán a unos seis u ocho metros, en una raya marcada, y dice éste: una,
dos y tres, al escondite inglés, sin mover las manos, sin mover los pies.
Los participantes, en ese espacio de tiempo, se van acercando, pero
cuando vuelva la cabeza el que cuenta, tienen que estar parados. Si los ve
moverse, pierde y tienen que volver al punto de partida otra vez; el
objetivo es llegar a la pared. En este juego también participaban algunas
niñas.
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EL PINCHO
El juego del pincho es uno de los que no se ve ahora por ningún
sitio. Es una cosa rara, pero en algo había que invertir el tiempo y nos
inventábamos de todo.
NÚMERO DE PARTICIPANTES.- Indefinido.
OBJETOS QUE SE UTILIZABAN.- Un pincho de hierro.
DÓNDE SE JUGABA.- En zonas blandas para que clavara el pincho,
generalmente en la margen del río.
ÉPOCA EN QUE SE JUGABA.- Todo el año.
OBSERVACIONES SOBRE EL JUEGO.- No era un juego muy extendido,
porque tenía que jugarse en zonas blandas.
CÓMO SE CONFECCIONABAN LOS ÚTILES EMPLEADOS.- Con un
trozo de hierro de diversas medidas, generalmente de un
centímetro de diámetro, por cuarenta o cincuenta centímetros de
largo, con punta en uno de los extremos, que hacíamos nosotros
mismos.
CÓMO SE DESARROLLABA EL JUEGO.- Para este juego solo se
necesitaba un pincho de hierro, de unos cuarenta o cincuenta
centímetros de largo, por un centímetro o menos de diámetro,
terminado en punta.
Se hacían unas quince o veinte circunferencias a una distancia
prudencial y desde el primero se iba tirando, y tenía que quedar el pincho
clavado dentro de la misma, hasta llegar al final de los que se pintaban era
de diversa medidas. Como es lógico se hacían en tierra en la margen del
río Tirteafuera.
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No era un juego muy extendido, pues siempre había que realizarlo
en tierra. Al mismo jugábamos, además de en el río Tirteafuera, en la calle
de la Cuesta la Rufina y en la calle del Pilar, cuando ambas estaban
mojadas, pues en mi época era de tierra, aunque el lugar privilegiado era
la margen del río.
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DEDICADA AL RÍO TIRTEAFUERA
¡Ay, río Tirteafuera! quién te vio correr,
sin apenas cauce y sin márgenes, tus aguas corrían,
extendidas entre juncos, malezas y piedras que se
agolpaban en él, pero cuánto jugábamos en él,
en primavera, verano, otoño e invierno también.
Eras como nuestro deportivo y en él nos reuníamos,
cuando del colegio salíamos y ¡cuántas horas pasábamos
en él!, qué tiempos aquellos, sin recursos y sin juguetes,
pero cuanta agudeza desarrollábamos, hasta con los renacuajos
que en ti había, con ellos jugábamos, así como a la pídola,
el trompo, los santos, el pañuelo, el escondite y el aro.
Por tus pasaderas en nuestro juego al escondite
tu cauce cruzábamos, de un lado a otro y a veces a tus aguas
caíamos y nos mojábamos, pero nuestro juego
continuábamos y continuábamos, no nos cansábamos.
A.G.E.
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LA PÍDOLA
La pídola era un juego para entrar en calor; bonito y rápido. El
número de jugadores era ilimitado. Consistía en lo siguiente:
NÚMERO DE PARTICIPANTES.- Indeterminado.
OBJETOS QUE SE UTILIZABAN.- Ninguno.
DÓNDE SE JUGABA.- En las calles y en río.
ÉPOCA EN QUE SE JUGABA.- Principalmente en invierno.
OBSERVACIONES SOBRE EL JUEGO.- Este juego era para entrar en
calor, por el ejercicio que se hacía.
CÓMO SE DESARROLLABA EL JUEGO.- Se ponían los chicos formando
una fila, dejando un espacio entre participantes, doblando el tronco,
con los codos apoyados en las rodillas y con las manos
protegiéndonos la cabeza. Cuando saltabas el último, tú te ponías
en la misma posición, continuando así y el último al que saltaban
empezaba a saltar. Esto se realizaba sin parar, era rotativo.
Al saltar a veces, había algunos que daban una palmada en el culo
sobre el que saltaban y decía: pídola, pero luego te podía dar a ti, y
posiblemente con más intensidad, el golpe en el trasero.
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LAS TABAS
La taba era una pieza de hueso que salía de la rodilla de los
terneros; las buscábamos a base de bien, casi todos teníamos una o más.
El juego lo realizábamos generalmente sentados en la tierra.
NÚMERO DE PARTICIPANTES.- De dos a seis.
OBJETOS QUE SE UTILIZABAN.- Una taba.
DÓNDE SE JUGABA.- En la calle, en el río y, en invierno, en las casas.
ÉPOCA EN QUE SE JUGABA.- En todo el año.
OBSERVACIONES SOBRE EL JUEGO.- Te jugabas los “santos”.
CÓMO SE CONFECCIONABAN LOS ÚTILES EMPLEADOS.- Nos
hacíamos con ellas a través de los carniceros.
CÓMO SE DESARROLLABA EL JUEGO.- La taba tenía seis posiciones,
algunas muy difíciles de salir –pues era normal que, en determinada
posición, la taba perdiese el equilibrio-, como: meter todos los que
hubiera en las manos y en el juego y otra que era ganar todos los
que hubiera en la banca y los que hubiera en el juego que se estaba
realizando.
Con la taba se jugaba a los “santos” y generalmente se jugaba de a
dos, que era meter dos “santos” o sacar dos “santos”, etc. Las posiciones
que salían eran las siguientes:
. Meter dos: salía la panza de la taba.
. Sacar dos: salía la parte opuesta, tenía una hendidura.
. Rapa: era la cara más bonita, ganabas todo lo que hubiera en la
jugada.
. Meter cuatro: era la cara opuesta a la rapa.
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. Meter todos: era una posición difícil de salir, pero salía, y teníamos
que meter todos los que tuviéramos en la mano y en la jugada, por eso
teníamos pocos en la mano, lo suyo era tenerlos en los bolsillos o en los
saquillos hechos para ellos.
Llevarte todos: era la cara opuestas a meter todos, era difícil de salir
pero salía también.
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VEO, VEO
El veo, veo es un juego que aún hoy se sigue haciendo. ¡Quién no ha
jugado a ello, con los amigos o con los padres! Es un juego muy
participativo.
NÚMERO DE PARTICIPANTES.- Indefinido.
OBJETOS QUE SE UTILIZABAN.- Ninguno.
DÓNDE SE JUGABA.- En la calle, en las casas, en cualquier sitio.
ÉPOCA EN QUE SE JUGABA.- Durante todo el año.
OBSERVACIONES SOBRE EL JUEGO.- Se buscaban objetos o cosas
difíciles, que estuvieran al alcance de la vista.
CÓMO SE DESARROLLABA EL JUEGO.- Este juego consiste en lo
siguiente, empezaba uno diciendo:
Veo, veo.
El grupo contesta: ¿qué ves?.
Decía: una cosita.
El grupo pregunta: ¿con qué letrita?.
Decía: empieza por la letra, a, b, etc. de una cosa que fuese el
objeto a que se refería.
El que acierte el
objeto o cosa a que se
refería, pasa él a hacer las
preguntas; si se alargaba
mucho y no se acertaba,
se podía dar tamaño,
textura, etc. Se echan
horas y horas.
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LOS ZANCOS
Los zancos nos lo hacíamos nosotros mismos, con dos latas grandes
y un trozo de cuerda; se hacían unos agujeros a las latas y se ponían dos
cuerdas, una a cada una, sujetándose éstas con las manos.
NÚMERO DE PARTICIPANTES.- Indefinido, hasta uno sólo incluso.
OBJETOS QUE SE UTILIZABAN.- Dos latas del mismo tamaño.
DÓNDE SE JUGABA.- En la calle y en el río.
ÉPOCA EN QUE SE JUGABA.- Todo el año.
OBSERVACIONES SOBRE EL JUEGO.- Tú te confeccionabas tus
propios zancos.
CÓMO SE CONFECCIONABAN LOS ÚTILES EMPLEADOS.- Haciéndole
a las latas dos agujeros en la diagonal y poniéndoles una cuerda.
CÓMO SE DESARROLLABA EL JUEGO.- Con ellos echábamos carreras
y se caminaba por las calles y el río. Cuanto más grandes eran, más
nos gustaban. Aprovechábamos
todos para ingeniarnos nuevos
juegos; los recursos eran
mínimos y se agudizaba el
ingenio y la destreza; lo que no
se le ocurría a uno, se le ocurría
al otro. Eran muchas las horas
que pasábamos en la calle.
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Bueno, después de describir los juegos a los que jugábamos, os
quiero decir lo siguiente: en verano, como casi todos los padres de los
niños que nos juntábamos en el río eran agricultores, nos íbamos a las
huertas a dormir y a trabajar durante unos cuatro meses; aunque éramos
chicos, también ayudábamos a nuestros padres y hermanos mayores. Las
calles de las que os hablo y el río quedaban medio desiertos.
Para finalizar esto quiero decir que estos jóvenes que yo cito son
ahora, con algo más de cincuenta y cinco años, y algunos jubilados. Estos
niños ya de adolescentes estudiaron lo que pudieron en sus tiempos y
también, por qué no decirlo, de día trabajábamos y de noche algunos
estudiábamos, incluso nos trasladábamos a Puertollano, a la Escuela de
Maestría, aunque también rondábamos a las mozas de nuestra edad; no
solo era trabajar y estudiar cuando éramos ya adolescentes.
Pasados los años de la niñez, ya en la adolescencia, también
organizábamos nuestros “guateques”, pues había quien tenía un
tocadiscos y nos juntábamos y alquilábamos un local o en alguna de
nuestras casas. Recuerdo que alguna vez, bailando, le dábamos a las
cántaras de la leche que había en el portal, donde estábamos bailando.
¡Qué tiempos aquellos! Pero, eso sí, que tempranito se tenían que ir las
chicas a sus casas.
Pues en esa época no era como ahora, que a la hora de salir los
jóvenes, nosotros ya teníamos que estar en casa, y las chicas mucho antes
que nosotros; así que terminábamos el baile temprano: serían poco más
de las diez de la noche cuando todo terminaba.
Los jóvenes de la década que os cuento, y que os he relatado los
juegos a que jugábamos, se hicieron mayores, como vosotros colegiales, y
mis nietos se harán, y han sido y son de diversas profesiones y por
diversos puntos de España estamos. Os diré que, entre esos nombres, hay
prestigioso abogado, profesor inspector de Enseñanza, profesor de
Universidad, agricultores, panadero, oficiales cualificados de empresas
diversas, profesor de yudo, guardia civil, capitán de la guardia civil y
pintor. De los que al principio cito, dos de ellos nos dejaron ya.
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En esta misma década de la que os hablo, las niñas, igualmente, sus
juguetes eran mínimos y por ello los juegos tenían que inventar y tenía
que agudizar sus sentidos, eran creativos; pues los Reyes Magos,
igualmente que a nosotros, les traían pocos juguetes, pero los compartían
entre ellas. Las chicas, al contrario de los niños, jugaban más en las casas
que en la calle o el río, aunque también realizaban algunos al aire libre.
Entre los juegos a que ellas jugaban estaban los siguientes:
LOS RECORTABLES DE MUÑECAS.- Eras folios con muñecas
pintadas, vestidos y zapatos para ellas; los recortaban y se los ponían a las
muñecas. Se juntaban grupitos de chicas, aunque jugaban más en las casas
de unas y otras que en la calle.
LA GOMA.- Con una goma larga y atada por sus extremos, se la
ponían dos chicas en las piernas y las otras iban saltándola y haciendo
varios movimientos, cogiendo la goma con los pies. Era un juego muy
difícil; a eso jamás jugábamos los chicos.
LA COMBA.- Con una cuerda larga la cogían dos chicas por los
extremos y daban a la comba, saltando las otras, haciéndolo hasta dos y
tres a la vez. Eran muy especializadas. Recuerdo que a veces cantaban una
canción que la titulaban “El cocherito lerén….” .
EL ESCONDITE.- Jugaban igual que nosotros. A veces nosotros
también participábamos con ellas; pero generalmente cada grupo iba por
su lado y los juegos como veis eran muy diferentes.
EL TRUQUE.- Trazaban en el suelo, con un palo o un tejote, si era
terreno blando, o con un trozo de yeso, si era terreno duro; sobre un
rectángulo hacían seis cuadrados unidos y con un trozo de ladrillo,
baldosa, piedra o teja (llamado tejote), jugaban ellas.
LAS MUÑECAS.- Las muñecas que tenían en esa época eran de
trapo, muchas de ellas hechas por sus madres. Se juntaban grupitos de
chicas y con trapos viejos igualmente hacían sus propias muñecas y sus
vestidos y trajecitos; el pelo y la boca se lo hacían de lana y los ojos con
botones.
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LA GALLINITA CIEGA.- Este juego lo realizaban igualmente que los
chicos, tal y como lo describo anteriormente. Aquí no entrabamos los
chicos para nada, ni ellas en el nuestro, puesto que este juego para
detectar quien era; como os comento, había que palpar al chico o chica
para adivinar quien era.
LAS COCINITAS.- Con cuatro o seis cacharritos de chapa o aluminio
tenían sus útiles para jugar, que eran: sartén, cacerola, cazo y otros
cacharros de cocina, y con judías, garbanzos o lentejas simulaban hacer
sus comiditas. En esto invertían varias horas.
BUSCANDO TESOROS.- Se juntaban un grupo de chicas. Con trozos
de papel de colores hacían unas bolitas, estas bolitas cada una de las
chicas las escondían en unos agujeros que hacían en el suelo y las tapaban
con un cristal para poderlas ver; después se juntaban todas nuevamente y
salían a buscar los mismos. No podían coger los que ellas mismas habían
escondido, y la que más se encontrase era la ganadora.
Otras de las actividades que tenían las chicas eran hacer
manualidades, como bolsitos de lana, que los tejían con los carretes que
venían antiguamente de madera con hilos, poniendo cuatro clavos al
mismo y pasando la lana de uno a otro y luego lo cosían y hacían la forma
que querían el bolso.
Ciudad Real, 7 de marzo de 2012
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ÁNGEL GARCÍA ESCOBAR nació en 1948, en Argamasilla
de Calatrava (Ciudad Real); hijo de Ineso y de Julia. Se crió en el
seno de una familia dedicada a la agricultura. Trabajó en el
campo, junto a sus padres y hermanos, hasta los 22 años. Estudió
en la Escuela de Maestría Industrial de Puertollano, donde obtuvo
el título de Oficial Industrial.
En marzo de 1971 ingresó en la Guardia Civil. Ha prestado
sus servicios a la sociedad en los Puestos de Adosado y Horta
(Barcelona), Cañaveras (Cuenca), Brazatortas (Ciudad Real),
Sopuerta (Bilbao), Tias en la Isla de Lanzarote (Las Palmas),
Sueca (Valencia) y Ciudad Real capital, donde actualmente reside
después de pasar a la Reserva Activa con el empleo de Capitán.
Le gusta la lectura y escribir poesía.
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