Poner límites es un acto de amor Por: Maritza Vallejo Consejería Estudiantil Ser padres hoy en día es toda una aventura. Es frecuente escuchar a la gente decir, ‘ya los niños no son cómo antes, están adelantados’. Por esta razón, es común oír la frase: ‘hay que poner límites’ o ‘este niño no tiene límites’. Pero, ¿a qué límites se refieren estas frases? Los límites son los criterios claros, que los padres de familia proporcionan a sus hijos, para que vayan desarrollándose integralmente y con libertad sin hacerse daño ni dañar a nadie. Por tanto, poner límites no es coartar la libertad y truncar la creatividad, sino más bien enmarcar ese comportamiento para que el niño sea feliz. Actualmente existen muchos avances tecnológicos a los cuáles nuestros hijos tienen acceso. Esto ha influido en el comportamiento de los niños, jóvenes y adultos. Todos deseamos respuestas inmediatas y queremos que las cosas funcionen a la velocidad de la web. También se observa, que resulta difícil vivir sin aparatos tecnológicos por unos minutos y que su uso excesivo afecta las relaciones interpersonales. Los límites que los padres proporcionan van cambiando de acuerdo a las edades de los niños, pero también van cambiando de acuerdo a las circunstancias. Cuando son más pequeños no se quieren cambiar el pañal, no quieren comer determinadas cosas y como padres buscamos las maneras más creativas para lograr que hagan todo esto por su bien. A medida que los niños van creciendo la tecnología se acerca a ellos y los límites también son necesarios en este ámbito. Es recomendable incluir en las normas de convivencia de la casa, horarios de uso de la computadora y televisión, dosificar las actividades recreativas para dar tiempo a las actividades académicas y deportivas. Esto en primera instancia. Ahora viene la pregunta: ¿cómo? Es verdad que no sólo basta “tener clara la película”. Entonces, surge la pregunta, ¿qué hacer cuando los niños cuestionan o se resisten a los límites que sus padres les proporcionan? La página “psicólogo escolar”, nos ofrece tres técnicas sencillas para poner límites. Se trata del Procedimiento de Verificación, la Técnica del Corte y la Tregua. Estas técnicas están recogidas en “Poner Límites”, de Robert J. MacKenzie. 1. El Procedimiento de Verificación: Con esta técnica intentamos asegurarnos, que el niño ha entendido lo que le hemos pedido que haga. En ocasiones damos una orden o petición y vemos que el niño está enfrascado en un juego o actividad. En ese momento, al ver que no responde a nuestras demandas, nos queda la duda de si nos ha oído. En vez de esperar o comenzar a repetir una y otra vez, será mejor ponernos enfrente de él y verificar: ¿puedes decirme lo que te he dicho?, o ¿has entendido lo que dije?, o ¿qué te he dicho? En cuanto nos responda que lo ha entendido, ya estamos seguros que puede asumir la responsabilidad de hacer lo que le hemos pedido, o, las consecuencias por no hacerlo. 2. La Técnica del Corte: El objetivo de la Técnica del Corte es poner fin a las quejas, intentos de negociación, discusiones, etc., con las que el niño intenta dejar de cumplir lo que se le ha ordenado. Con la técnica del Corte, “cortamos” dichas quejas, diciéndole que si continúan, aplicaremos una consecuencia. Por ejemplo, recordamos a un niño que tiene que sacar la basura. El niño responde que le toca a su hermano, que lo hará luego, etc. Con esta técnica se le diría: ‘puedes sacar la basura o quedarte sin ver la TV el resto de la tarde, ¿qué prefieres?’ Poner límites exige ser firmes, tanto a la hora de cortar una discusión como de aplicar una consecuencia. 3. La Técnica de la Tregua: El objetivo de la Técnica de la Tregua es aplazar la solución de un problema surgido en la relación padres-hijos hasta que ambas partes se calmen y recuperen el autocontrol. El actuar bajo los efectos de la ira o el enfado hace, que se tomen decisiones cargadas de emoción y precipitadas de las que probablemente nos arrepintamos una vez recobrada la calma. Si son los padres los que se encuentran alterados, pueden decir en esas circunstancias: “estoy muy enfadado y necesito que se me pase antes de poder solucionar esto. Me iré a mi habitación y una vez que me calme trataremos este asunto”. En el caso de que el que se encuentre alterado sea el niño, podemos decirle: ‘te veo algo nervioso. Dentro de un rato, cuando te hayas calmado continuaremos hablando’. Con esta tregua, se consigue que los problemas se vean con más serenidad y sea más fácil llegar a una solución constructiva. El objetivo supremo de poner límites a nuestros hijos es brindarles la oportunidad de que aprendan a convivir con los demás y esto sólo lo puede hacer quien ama verdaderamente. Por eso, poner límites es un acto de amor.