1 Teórico 5 03/03/2016 Dictado por Verónica Moreira Bueno

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Teórico 5
03/03/2016
Dictado por Verónica Moreira
Bueno, empezamos. Mi nombre es Verónica Moreira, voy a hablar sobre fútbol. Hay una unidad
dedicada al estudio de este deporte. Es un clásico del seminario. Pablo Alabarces, el titular de esta
materia, es un especialista del tema. La visión sobre fútbol y el análisis de éste están presentes en
sus producciones; el fútbol ha sido uno objeto clásico de reflexión a lo largo de estos años.
Ustedes saben que es un tema taquillero, además es un objeto muy cercano a todos y todas.
Empecemos la clase. Si tienen alguna duda, levantan la mano y preguntan y hacemos una clase un
poco más dinámica que una exposición teórica de cuatro horas. Una clase de cuatro horas en
términos pedagógicos no es lo mejor. Si hay algún comentario, también levantan la mano y ahí
vemos. Nuestro primer desafío es pensar: ¿por qué el fútbol es un fenómeno popular y masivo?
La clase está armada en función de un recorte de los estudios sobre deporte y fútbol en Argentina
que tiene que ver con la discusión sobre violencia; en particular, los estudios sobre violencia
dedicados a determinados actores sociales: los hinchas de fútbol que integran las denominadas
“barras” (bravas) o “hinchadas”. Hay estudios sobre fútbol en Argentina que tienen que ver con la
construcción de la identidad nacional, la identidad regional o local, etc. En nuestro caso, en este
seminario, vamos a focalizar la mirada sobre estos hinchas y sobre ciertas prácticas que podemos
vincular con la violencia. A lo largo de la clase vamos a ver cómo “lo popular” está conectado con
la construcción de la identidad de estos sujetos que hacen de la violencia un emblema. Entonces,
la unidad temática es un recorte que responde a los estudios sobre violencia, que son los estudios
o la rama o la línea que más frutos ha dado en Argentina; incluso convirtiéndose sus
investigadores en referentes en la región latinoamericana. Por otra parte, el tema de la violencia
es un problema de la agenda política, de la agenda social, de la misma cotidianeidad. Es un tema
que evidentemente no está resuelto, mantiene toda su vigencia. La clase está pensada entonces
desde ese recorte y les propongo que vayamos pensando algunas cuestiones.
Una pregunta que nos tenemos que hacer todos cada vez que elegimos algún objeto de
investigación es en qué sentido podemos decir que es un fenómeno de la cultura popular y la
cultura masiva. En este caso, pensemos en el fútbol. El estudio de este fenómeno tiene dos
facetas. Una primera intención es conocer su especificidad, la búsqueda de la comprensión de
determinadas lógicas internas, características propias. La otra faceta es complementaria: a partir
del estudio de esta especificidad deberíamos poder conocer procesos históricos, sociales y
culturales de la sociedad que lo incluye como fenómeno. Usamos el fútbol como una arena con
muchas relaciones y complejidades para conocer procesos sociales y culturales de la sociedad
mayor. Ese siempre tiene que ser nuestro desafío. Ustedes no tienen que hacer el examen
domiciliario porque están haciendo el curso de verano, pero los chicos que cursan durante el
cuatrimestre tienen que elaborar como segundo parcial una discusión en torno a un objeto con
2
textos del programa; poner a jugar textos obligatorios de la cursada para analizar un objeto x. Pero
el ejercicio de pensar estas relaciones internas y su conexión con la sociedad, de reflexionar si es
un fenómeno masivo y popular puede servir para pensar la tesina. Pueden pensar un objeto x
(fútbol, música, telenovelas, etc.), conocer sus particularidades, y tratar de conectar esas
particularidades con procesos sociales y culturales más amplios; porque, sino, queda como una
comprensión desconectada del contexto que lo rodea. Entonces, el ejercicio científico es conocer
sus especificidades y la conexión con la sociedad que lo está abarcando.
Les muestro los puntos que quiero discutir en la clase de hoy.
En primer lugar, toda esta serie de preguntas sobre la relación entre medios de comunicación y
violencia en el fútbol. ¿Qué dicen los medios de comunicación sobre la violencia en el fútbol?,
¿Qué actores aparecen generalmente como protagonistas de estas representaciones?, ¿Cuáles son
los estereotipos, las metáforas y las imágenes que usan los medios para contar los hechos de
violencia?, ¿Cuáles son las consecuencias de estos usos? Un segundo punto es un intento de ir
más allá de lo que dicen los medios de comunicación. Si nos quedamos con el discurso mediático,
tenemos algo muy pobre. Tenemos que tratar de dar un salto y ese salto en la Argentina se ha
dado a través de la etnografía, los estudios etnográficos sobre hinchas de fútbol de diferentes
clubes. ¿Cuál es el aporte de las etnografías sobre el tema?, ¿Qué es una etnografía? ¿Qué
investigadores argentinos han estudiado alguna de las dimensiones de la violencia en el fútbol? Un
tercer punto es conocer ¿qué es “el aguante” para las hinchadas?, ¿en qué sentido “el aguante”
representa un estilo, una retórica y una ética? Un cuarto punto es conocer: ¿cómo participan los
hinchas en el juego de la política en los clubes de fútbol? ¿Qué capitales poseen para intervenir en
los procesos políticos? Y algunas líneas para pensar el clientelismo político.
Entonces, en relación al primer punto y a los siguientes, la idea es que frente a los sentidos que
proponen los medios de comunicación que refieren a los hinchas como “salvajes”, “animales”,
“bestias”, “locos” -que los desplazan del plano de la cultura dejándolos en el plano de la
naturaleza-, determinados investigadores plantean, a partir del punto de vista del nativo, que los
hinchas saben jugar muy bien el juego de los procesos políticos en los clubes de fútbol; a través de
la exposición de recursos y capitales. Lejos de ser irracionales e inadaptados, los hinchas juegan en
la política con sus capitales. En los prácticos van a ver el trabajo de Grignon y Passeron, estos
autores discuten fuertemente con el texto de Bourdieu, que también tienen como lectura
obligatoria. Esto es para ir precalentando (para usar metáfora deportiva) la exposición. Sé que es
difícil tener la lectura al día porque es un curso de verano, es acelerado, son muchas horas. Pero
cuando tengan la lectura de Grignon y Passeron van a comprender varias cuestiones que planteo
aquí, que no quiero adelantar mucho porque responden a una unidad de prácticos.
Una primera pregunta que surge es: ¿por qué el fútbol es un fenómeno de la cultura de masas y
además un fenómeno de la cultura popular? Si nosotros pensamos que el fútbol es un fenómeno
masivo, es mucho más fácil, ¿por qué? porque podemos decir que el fútbol es una mercancía,
podemos pensar que es un producto de los medios de comunicación, podemos pensar en la
3
cantidad de televidentes, espectadores, consumidores; en la diversidad de formas que adquiere
como producto de las industrias culturales. Es fácil tratar de entender el fútbol en este sentido.
Tengan en cuenta que podemos pensar que el fútbol es un fenómeno de masas desde la década
del veinte del siglo pasado. Esto lo ha trabajado muy bien un historiador que se llama Julio
Frydenberg, un historiador que se dedica al fútbol amateur en Argentina. Pablo Alabarces lo
menciona claramente en “Fútbol y patria”1. Pablo explica que ya en la década del 20 del siglo
pasado los deportistas se habían convertido en héroes deportivos; esto quiere decir que pasaron a
ser personajes reconocidos, con cierta popularidad, con cierto reconocimiento masivo. Y acá digo
“popularidad” en términos de la primera definición de “lo popular” para Stuart Hall. Recuerden
que Hall trabaja tres definiciones de “lo popular”. La primera es la de mercado. ¿Se acuerden que
Hall hace una crítica muy fuerte de esta definición, pero no la descarta en su totalidad? Entonces,
cuando Pablo dice que los jugadores de fútbol se han convertido en héroes deportivos, está
diciendo que se habían dado las condiciones materiales, de innovación tecnológica, para producir
información sobre este deporte para un público masivo a través de la radio, los diarios y las
revistas de la época. La primera transmisión de radio se da en la década del 20 del siglo pasado.
Nosotros podemos hablar también de un espectáculo que es masivo no sólo en relación con los
medios de comunicación, sino también porque se habían hecho inversiones en términos del
desarrollo del espectáculo: se construyó para la misma década el primer estadio de cemento (el de
Independiente), se realizó la primera instalación eléctrica en el estadio de Vélez. Hay datos que
nos permiten ubicar el fútbol como un producto de la cultura de masas ya en ese período. Hoy, en
la actualidad, no podemos dudar que el fútbol es una mercancía globalizada. Hoy por hoy esto
está muy claro. Está Messi que es un héroe deportivo global, es conocido en cualquier parte del
mundo, o en casi todo el mundo. Entonces hoy el fútbol tiene una penetración en las economías
nacionales y globales mucho más fuerte que hace un siglo atrás. No es difícil pensar, entonces, sus
relaciones con la cultura de masas.
Ahora bien, el desafío es pensar por qué el fútbol es popular, si sabemos que es transclasista
porque en Argentina todas las clases sociales acceden al espectáculo asistiendo a los estadios,
leyendo diarios, escuchando programas de televisión, jugándolo, etc. El fútbol es el deporte más
conocido en nuestro país, EL DEPORTE por excelencia. Entonces nosotros tenemos que ver por
qué pese a que es un deporte transclasista, tiene esta penetración de todas las clases sociales,
sigue siendo popular. Bueno, tenemos que hacer el ejercicio de pensar esta pregunta con el texto
de Gramsci. ¿Se acuerdan de Gramsci de la primera clase? Seguramente la profesora Libertad les
habló de este texto, cortito pero contundente, que es Observaciones sobre el folclore; es brillante
en la medida que nos va tirando pistas acerca de qué es lo popular, en su caso, lo llama “folclore”.
Al final de ese texto enumera tres tipos de canto, (1) los cantos que son para el pueblo escritos por
el pueblo, (2) para el pueblo pero no son escritos por el pueblo y (3) los cantos que no son ni
escritos para el pueblo ni por el pueblo. Pero lo que agrega y esto es lo interesante: es que son
1
ALABARCES, Pablo (2002): Fútbol y Patria. El fútbol y las narrativas de la nación en la Argentina. Prometeo.
Buenos Aires.
4
“adoptados” por el pueblo. Esto conduce a la cuestión sobre “que hacen los sujetos con esos
cantos”. No importa quién escribió los cantos o si éstos estaban dirigidos al pueblo; lo que importa
es la adopción, es decir (¿podemos traducir esa adopción en apropiación?), la apropiación de esos
cantos por parte de los sujetos y cómo esos cantos se van conectando, articulando, con sus
experiencias vitales y subjetividades.
Entonces, si bien es un fenómeno transclasista, también debemos pensar que para algunos sujetos
la adopción del fútbol conecta con sus experiencias de vida, subjetividades, identidades y
cotidianidad. Después vemos cómo esto se conecta con la estética, ética y retórica del aguante.
Bueno, entonces, vayamos punto por punto. Sobre los medios de comunicación, quiero mencionar
dos trabajos. Uno es La fiesta que no fue. Un análisis sobre los medios de comunicación y la
violencia en el fútbol argentino, de Javier Szlifman. Como ven en el power point, es una tesis de
licenciatura de la carrera de Comunicación de 2010, de la UBA. Es un excelente trabajo sobre
representaciones de la violencia. Javier estudia cómo van cambiando las representaciones de la
prensa sobre episodios de violencia desde 1924 (primer muerte) hasta la actualidad. Para el autor
hay un corte abrupto en las representaciones en 1990, con la muerte de Saturnino Cabrera; un
hincha de boca que estaba en la popular del estadio de la rivera, y que en el marco de una disputa
entre hinchas de boca y San Lorenzo, cayó sobre él un caño de 50 kilos que le partió el cráneo.
Dice Javier que antes de esa fecha, cuando los medios narraban los hechos de violencia, entendían
que estos eran un desvío de la norma. Esto cambia a partir de los noventa, la violencia se presenta
como parte cotidiana del espectáculo deportivo.
Algunos conceptos significativos de la tesis de Javier son: 1. cuando los medios se acercan a los
hechos violentos, lo hacen bajo su propia lógica, espectacular y urgente. Hay una dinámica
“temporal y específica”: el volumen de contenido mediático se incrementa luego de cada muerte
o incidente; con el paso del tiempo, la cuestión de la violencia va perdiendo espacio en la prensa;
desaparece; hasta que nuevamente sucede un hecho trágico y el fenómeno se repite. 2. Los
medios periodísticos reducen la investigación al estudio de un “caso” relevante que toma estado
público (por ejemplo, El Panadero en Boca en el partido por la Copa Libertadores).
El segundo texto es de Coelho, Lobos, Sanguinetti y Szrabsteni2, egresados de la carrera también.
Es una ponencia, un texto breve pero contundente. Es una excelente síntesis de cómo son las
estigmatizaciones que ha pensado la prensa desde mediados de la década del 60 hasta mediados
de la década del 90 sobre los hinchas de fútbol. Estos dos textos son referentes de la carrera de
comunicación para analizar el tema de las representaciones.
Coelho y compañía encuentran en la prensa una serie de categorías que clasifican del siguiente
modo. ¿Cómo nombran a los hinchas? Con categorías criminales: grupos patoteros, patota,
delincuentes organizados, asesinos, inadaptados, organizaciones mafiosas, bandas delictivas;
2
Aguante y represión: Fútbol, violencia y política en la Argentina. Ponencia para la IV Jornada de
Investigadores de la Cultura, IIGG, FSOC, inédita, 1998. Ramiro Coelho, Andrea Lobos, Juan Sanguinetti y
Ángel Szrabsteni
5
categorías bélicas: grupo de choque, guerrilla, campo de batalla, combate, parapetados,
mercenarios; con categorías de estados pre-sociales o categorías infrahumanas: salvajes,
bárbaros, bestias, energúmenos. Monstruos; y categorías biológicas: virus lacerante, enfermos y
cáncer (que tanto le gusta usar a la derecha). Éstas son las categorías que encuentran Coelho y sus
compañeros cuando estudiaron la prensa entre la década del 60 y mediados de la década del 90.
Nosotros podríamos preguntarnos qué de todo esto continúa hoy. ¿Encontramos estas categorías
para representar a los hinchas de fútbol? Uno de los proyectos que ganamos precisamente con el
grupo que estudia fútbol y deporte tiene como objetivo tratar esto: cómo los medios representan
la violencia en el fútbol.
Escuchamos un audio…
https://www.youtube.com/watch?v=-SA79rzDK50
[Alejandro Fantino enojado con la violencia en el fútbol; hasta el minuto 6 aproximadamente]
Vamos con todas las categorías, ¿verdad? ¿Usó todos los tipos de categorías?
La idea de mostrar este audio es evidenciar cómo determinadas personas, que tienen la voz
autorizada en un medio de comunicación, hacen uso del concierto de categorías que estigmatizan
a los sujetos sobre los que hablan. Este audio es de Alejandro Fantino después del episodio del gas
pimienta en el estadio de Boca, en el marco de un partido entre Boca y River por la Copa
Libertadores. Fíjense el uso del lenguaje. La cuestión de la razón, la metáfora biológica, la
enfermedad o cáncer que hay que eliminar, etc. Y además, Fantino representa un estilo de
periodismo que es el periodismo de conventillo, show, que hace de este tipo de hechos un
espectáculo; él es el representante de este tipo de programas. Después, obviamente, hay
periodistas que informan y comunican de otra manera, no voy a generalizar.
Para las Ciencias Sociales puede ser interesante estudiar el discurso de Fantino, pero para resolver
el problema de la violencia lo que él dice no es una buena interpretación, pues es un fenómeno
sumamente complejo. A nosotros, como investigadores del tema, no nos sirve lo que él está
diciendo, o mejor dicho nos sirve porque los medios son parte del problema de la violencia; no nos
sirve como explicación científica. Nos posicionamos en las antípodas, nosotros tenemos que
reconocer qué piensan los actores (los hinchas) sobre lo que hacen. Si nosotros nos quedamos con
esto, nos quedamos con que los hinchas son bestias, locos, irracionales, bajamos la persiana y nos
vamos para casa. No estamos haciendo análisis científico, académico. Una consecuencia de esto es
desplazar a los actores del plano de la cultura, llevarlos al plano de la naturaleza. Y esto lo pueden
unir con el texto de Grignon y Passeron, porque ellos plantean que todos los sujetos (están
pensando en torno a las clases populares pero lo extendemos a nuestro caso sobre los hinchas)
tienen la posibilidad de generar simbolismo, generar alguna producción de sentido. Que nosotros
estemos de acuerdo o no con la violencia es otra cuestión, lo que pensamos en términos morales
es otro tema, tenemos una posición tomada; acá lo central es entender que tales acciones
6
(pueden ser otras y pueden ser otros sujetos) tienen un significado cultural y social. Tales acciones
tienen un sentido para los actores que las llevan a cabo.
El sociólogo Rodrigo Daskal reflexiona sobre el tema y plantea el problema de las representaciones
sobre la violencia en el marco del enfrentamiento “civilización y barbarie”, dilema que nos
atraviesa culturalmente desde “la fundación” de nuestro país. Leamos esta cita del autor:
Estamos habituados a escuchar, desde el sentido común y en el mensaje de la gran
mayoría de los medios de comunicación ante cada hecho de violencia protagonizado
por los hinchas de fútbol, un discurso estructurado principalmente alrededor de la
antinomia general de civilización-barbarie, en la que alrededor del fútbol habría –y
particularmente entre los que asisten como espectadores a una cancha –una
dimensión no racional, de tinte animal, frecuentemente asociada a la enfermedad y
bajo la comparación biológica de la existencia de un supuesto cuerpo “sano” –el
fútbol-, dentro del cual se encontraría enquistado un verdadero tumor: los
espectadores violentos organizados, particularmente las “barras bravas”, vinculadas a
los poderes políticos de turno, a los que sirven y de los que se sirven. Estos sectores
se encontrarían, aparentemente, fuera del alcance de la “civilización de las
costumbres”, de aquello que hoy en día consideramos propio de “los hombres
civilizados” (Elias 1987: 45) y como típico de una sociedad basada en el autocrontrol
de las pulsiones, la interiorización e internalización de las normas y conductas y el
control de la violencia elisianas (2013: 73) 3.
Daskal se refiere a Elías, que es un sociólogo, que seguramente leyeron en otra materia. Elías
escribió El proceso de la civilización4, que analiza el control de las pulsiones, las emociones, etc.
Está vinculado al texto de Burke, de lectura obligatoria de prácticos. Ambos refieren a la reforma
de las conductas durante la modernidad. Peter Burke nos recuerda el proceso de reforma de la
cultura popular. Cuando Burke analiza “la reforma” no está analizando la reforma protestante. Sí
tienen que tener en cuenta que la lucha entre protestantes y católicos (reforma y contrarreforma)
se da en la primera fase del proceso de transformación de la cultura popular; y que este proceso
cobra características propias según protestantes y católicos. El texto de Burke está fuertemente
unido al de Elías pues analiza cómo se modificó la cultura popular en la Edad Moderna, bajo qué
consignas e ideales. Una consecuencia de la reforma fue el autocontrol de las emociones. Con la
modernidad, los individuos son presionados para domesticar sus cuerpos y controlar sus
exabruptos y emociones. Durante el carnaval, ya no se puede festejar en un recinto sagrado, en
una iglesia. Eso está prohibido. El cura no puede emborracharse (o mostrarse públicamente
borracho) hablando en un lenguaje vulgar junto al pueblo. Hay un control sobre cuerpos,
lenguajes, espacios. La consecuencia fue la apertura de la brecha entre la gran tradición y la
pequeña tradición (ver texto de Burke).
3
Cultura, civilización y violencia en el fútbol argentino, en la compilación Violencia en el fútbol.
Investigaciones sociales y fracasos políticos (Garriga Zucal, José, compilador). 2013.
4
El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas. Norbert Elías. Primera Edición
en Alemán, 1977.
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Visto desde esta teoría, el fútbol actual es el resultado del proceso civilizatorio. Los partidos de
fútbol en la Edad Media no eran once contra once, eran un pueblo contra otro. Había un objeto en
disputa, un grupo tenía que llevar dicho objeto a un lugar determinado del campo rival (del pueblo
rival), y el grupo adversario debía hacer lo mismo pero en sentido contrario. Y pasaba de todo, sí,
también se mataban (había muertos y heridos por todas partes). La violencia no estaba mal vista.
El proceso de civilización implicó el control de este tipo de impulsos y emociones. Entonces, desde
la teoría elesiana se piensa que el fútbol se convirtió en un deporte moderno en el siglo XIX,
cuando se escribieron y respetaron las del juego, y se aplacó la violencia.
Entonces, ¿por qué reflexionar sobre esto? Porque los medios de comunicación instalan discursos
que circula socialmente; usan determinadas metáforas, símbolos, imaginarios, discusiones al estilo
Fantino que insisten en esta dualidad entre civilizados y bárbaros (animales, irracionales, etc.).
Pero además ¿cuál es el problema? Que los funcionarios y los políticos que tienen que generar
políticas públicas para solucionar este tipo de problemas se nutren de y replican dichos discursos.
Nos ha pasado (a grupo de investigadores) de hacer un diagnóstico sobre la violencia en el fútbol
argentino a partir de la consideración de una serie de factores (para no pensar que existe una
única razón) y no ser escuchados por aquellos que deben a crear soluciones y medidas para su
control. En este sentido, hay una desconexión entre la producción académica y la política.
Otra cuestión que plantea Javier Szlifman, que me parece muy interesante, es cómo los medios no
reconocen que son parte del problema, porque los discursos al estilo Fantino no hacen más que
alimentar las disputas y los enfrentamientos. Nosotros debemos reconocer que son parte del
problema de la violencia. No hay un cuidado acerca de lo que dicen. Hay una interdependencia y
retroalimentación entre hinchas y medios. Las coberturas entran en relación con la violencia de los
hinchas ya que la espectacularidad y el sensacionalismo que caracterizan a muchas de las
coberturas periodísticas están estrechamente vinculados con la necesidad de reconocimiento y
notoriedad que muchos de estos grupos violentos manifiestan. La posibilidad de aparecer en los
grandes medios es uno de los objetivos de los hinchas, que ven reflejada así su importancia y
notoriedad y los estimula a seguir actuando.
(Pregunté si conocían el diario Olé para reflexionar sobre cómo los periodistas alimentan las
disputas, el show, las peleas)
Un alumno: (…) El otro día mencionó en una de sus editoriales que los jugadores se enteran; yo
soy hincha de River. Que River había perdido contra Boca un clásico y los jugadores de Boca se
quedaron festejando en el medio de la cancha, en la cancha de River. Y el editorial dijo, sin ningún
tipo de reparo, que los jugadores de River le tendrían que haber ido a pegar a los jugadores de
Boca porque se quedaron festejando en una cancha (…)
-Sí, está la disputa permanente, que yo digo que es grave porque si bien el diario no tiene el
mismo grado de responsabilidad que la gente de la barra que elige matarse, sí alimenta la
rivalidad. Esta cuestión del diario Olé es paradigmática no sólo porque tiene una lógica partidista
(el término le pertenece a nuestro compañero Leandro Araoz Ortiz) -que quiere decir que aquel
que escribe sobre determinados jugadores, hinchas, partidos, es hincha del club sobre el que
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escribe-, sino también porque usa el lenguaje de un hincha en la cancha. Así, los periodistas no
hacen más que fogonear esa rivalidad con un otro. Y el tema de la rivalidad acá, en Argentina -lo
trabajó muy bien Frydenberg – es un fenómeno que se instaló desde los inicios del fútbol, en su
era amateur. Frydenberg analiza cómo el rival deportivo se convierte en enemigo durante la
fundación del fútbol criollo. Lo interesante es pensar que la rivalidad-enemistad actual es un
proceso que tiene una historicidad; es un fenómeno con una base sociocultural. La rivalidadenemistad expresada en “querer matar al otro” (más allá de que esto suceda para todos los
hinchas), que se extiende a hinchas muy distintos -y se expresa por ejemplo en los cantos de
cancha-, es una cuestión cultural. Por eso digo que el problema de la violencia es un escenario
complejo.
Ahora bien, en Inglaterra, donde combatieron el tema del hooliganismo, en rigor: sacaron de los
estadios a los hinchas que ahora se pelean en los alrededores. En aquel país varios teóricos
analizaron la violencia bajo el paradigma del proceso de civilización de Norbert Elías. Eric Dunning,
que fue su discípulo, usa la teoría del proceso civilizador para entender el tema del hooliganismo.
Una conclusión para Dunning ha sido que los protagonistas de los hechos de violencia eran “los
sectores más duros” de la clase obra, que fueron desplazados del sistema de trabajo. Éstos
encontraron en el fútbol un lugar donde expresar sus emociones desbordantes, menos pulidas, las
pulsiones que debían ser controladas en una sociedad moderna y civilizada. Piensen que hay un
reduccionismo terrible en dicha postura. Dos antropólogos, Gary Armstrong y Richard Giulianotti,
discutieron tal hipótesis. Hicieron trabajo de campo y encontraron que la violencia no era
protagonizada únicamente por sujetos ligados a los sectores populares. Esa asociación entre
violencia y sectores populares es la que debemos desarmar. Recuerden en Argentina, el caso de
los hermanos Schlenker en River. Ojo con sugerir de manera lineal pobres=protagonistas de la
violencia en el fútbol. Nos interesa ver los matices, las profundidades, las densidades de los
fenómenos. Si hay contradicciones, aceptarlas porque enriquecen el análisis. En el caso de las
interpretaciones sobre violencia, queda claro que son muy limitadas las de los medios de
comunicación y las que responden a la teoría elesiana.
Muestro esta etapa de Olé, en torno al episodio del gas pimienta.
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Vamos al segundo punto del temario de hoy. ¿Qué es una etnografía? Hay una triple acepción.
Tomo el texto de Rosana Guber, que para aquellos que quieren introducirse en el trabajo de
campo antropológico es excelente5. Las etnografías surgen como una vía para reponer otros
significados, significados distintos a los que circulan en los medios de comunicación. Siempre
colocamos esa tensión, entre las representaciones mediáticas y los fenómenos culturales y
sociales. Hasta diría que es una estrategia de construcción de un objeto de investigación: cuando
escribimos proyectos o un argumento para un parcial escrito podemos plantear: “frente a las
representaciones hegemónicas, que circulan en determinados medios de comunicación, sobre la
irracionalidad de los hinchas que realizan prácticas violentas, nuestro trabajo es mostrar los
significados de dicha práctica para los actores”. Tomando las palabras de Guber, la etnografía
tiene una triple acepción: es un enfoque, un método y un texto. Como enfoque constituye una
concepción y práctica de conocimiento que busca comprender los fenómenos sociales desde la
perspectiva de sus miembros (entendidos como “actores”, “agentes” o “sujetos sociales”). Un
investigador social difícilmente pueda comprender una acción si no entiende los términos en que
la caracterizan sus protagonistas. Los agentes son informantes privilegiados pues sólo ellos pueden
dar cuenta de lo que piensan, sienten, dicen y hacen con respecto a los eventos que los
involucran. Una buena descripción es aquella que no los malinterpreta, es decir, que no incurre en
interpretaciones etnocéntricas, sustituyendo su punto de vista, valores y razones, por el punto de
vista, valores y razones del investigador. Adoptar un enfoque etnográfico consiste en elaborar una
representación coherente de lo que piensan y dicen los nativos, de modo que esa “descripción” no
es ni el mundo de los nativos, ni el modo en que ellos lo ven, sino una conclusión interpretativa
que elabora el investigador. Esa conclusión proviene de la articulación entre la elaboración teórica
del investigador y su contacto prolongado con los nativos. Como método caben las técnicas no
directivas (la observación participante, las entrevistas no dirigidas), y la residencia prolongada con
los sujetos de estudio. La etnografía es un conjunto de actividades que suele designarse como
“trabajo de campo”, y cuyo resultado se emplea como evidencia para la descripción. Como texto,
es un texto monográfico y por escrito, que intenta representar, interpretar o traducir una cultura o
determinados aspectos de una cultura para lectores que no están familiarizados con ella.
Entonces, surge la pregunta sobre ¿qué significa el aguante para los hinchas? Para conocer esto
hay que tratar de suspender momentáneamente nuestro sistema de valores. Siempre,
obviamente, tenemos prenociones, supuestos, que nos ayudan a construir las preguntas. Pero el
punto es no hacer una interpretación de un fenómeno x (que queremos conocer) bajo nuestro
sistema de valores y perspectiva; porque entonces me dedico a otra cosa, bajo la persiana y me
voy a casa. La idea en este caso, o con cualquier otro objeto que no tenga que ver con la violencia
en el fútbol, puede ser otra cuestión, es comprender y preguntar sobre el fenómeno desde el
punto de vista del actor. Qué piensan sobre lo que hacen los sujetos con los que trabajamos. Eso
es lo que se llama el punto de vista del nativo o la perspectiva del actor. Éste es el enfoque. En
cuanto a la metodología, lo que ustedes vieron seguramente en antropología son algunos aspectos
del trabajo de campo, que tiene que ver con un trabajo de tiempo prolongado junto a los actores,
5
La etnografía. Método, campo y Reflexividad. Rosana Guber. Siglo XXI Editores. 2011.
10
experimentar lo que hacen las personas en sus entornos, en su cotidianidad. Entre las técnicas, se
destacan la observación participante y la entrevista etnográfica. Participar de los contextos en los
que ellos circulan y, en la medida de lo posible, participar de sus actividades. La etnografía en
cuanto texto es un texto escrito que conjuga categorías teóricas y el dato que obtengo del trabajo
de campo; los datos funcionan como evidencia del argumento. En Argentina, en torno a los
hinchas hay excelentes trabajos sobre masculinidad. Esos trabajos enlazan las categorías analíticas
de estudios sobre masculinidades y los datos recogidos durante el trabajo de campo con los
hinchas de fútbol.
Quiero mencionar, antes de ir al texto obligatorio del programa, a Eduardo Archetti, que ha sido
el fundador de los estudios de deporte y fútbol en la Argentina. Fútbol y ethos es un texto
fundador de 1985. Lo que me interesa señalar es que este antropólogo en la década del 80
planteó el tema de la polarización, la cuestión de entender al rival no como un rival deportivo sino
como un enemigo al que hay que eliminar, al que hay que –metafóricamente- someter y penetrar
sexualmente. Su corpus de estudio fueron los cantitos de cancha y su experiencia como hincha.
Hay una retórica en estos cantos que Archetti relacionada con la construcción de la masculinidad.
El duelo entre hinchas rivales es una disputa por la definición de “los verdaderos hombres”; la
separación entre los hombres y los no hombres; “los machos” y “los putos”. Acá, fíjense que la
disputa es entre hombres, contra otros hombres, no contra las mujeres. Leo algunos pasajes del
texto de Archetti:
“En la Argentina no sólo los jugadores son los que están en actividad tratando de
probar quiénes son los mejores, los más inteligentes, los más hábiles y los más
oportunistas. Esto se reproduce a nivel de las hinchadas: los hinchas ponen en juego
no sólo el prestigio del club sino partes de su identidad posicional” (1985: 9) (quienes
son los mejores, los machos, superiores, etc.)
“El fútbol es un ritual, es decir, una secuencia que tiene cierta lógica y se repite, y
además puede tener un alto contenido dramático. El drama no sólo tiene que ver con
un final en el que hay o puede haber vencedores y vencidos sino con la constitución
de “comunidades”. El fútbol como drama social en el que se vehiculizan visión del
mundo y ethos implica una polarización, por un lado, entre jugadores y técnicos
rivales, pero, por otro lado, entre hinchas rivales. La polarización no sólo es social sino
también es posible observarla a nivel del significado para los actores y el modo cómo
se (ellos) representan y verbalizan las secuencias de las que son partes. En esa
dirección podemos aceptar como hipótesis de trabajo que en el fútbol encontramos
elementos de todo proceso de polarización de significados (Archetti 1985, p. 77-78)6.
La segunda mención es para Pablo Alabarces, que es el investigador de fútbol en la Argentina. Él
ha conseguido nuclear en proyectos de investigación a estudiantes de grado y posgrado con
6
Fútbol y Ethos. Flacso. Monografía. 1985.
11
distintas perspectivas disciplinarias: comunicación, antropología y sociología. Pablo a partir de los
90 comenzó a ganar proyectos para estudiar fútbol en Argentina, no fue poco porque hasta ese
momento, imagínense en la década del 90, éste era un objeto de estudio ilegítimo para las
Ciencias Sociales. Estudiar fútbol no estaba bien visto, era raro en las Ciencias Sociales. Ha sido
sumamente importante su tarea, y varios colegas nos hemos formado bajo su trayectoria (en mi
caso particular, él fue mi director de tesis de doctorado). Pongo estos dos libros entre los muchos
que escribió: Crónicas del aguante que es un texto de divulgación, un poco esquemático en
algunas cosas, pero precisamente porque es de divulgación, para un público amplio: y éste que es
su último texto, que salió el año pasado, Héroes, machos y patriotas.
¿Hasta acá alguna duda, alguien quiere plantear alguna pregunta? ¿Nada? Entonces vamos con el
texto que tenemos para hoy y la pregunta es, obviamente, a los futboleros y futboleras: ¿qué es el
aguante? así puedo tomar un vasito de agua. ¿Alguien que se anime?
[...]
Claro. La compañera dice, si te entiendo bien, que hay una actitud incondicional de los hinchas que
siguen a sus equipos, que alientan a los jugadores durante el partido; la incondicionalidad refiere a
seguir al equipo a todos los estadios, aunque ahora no se puede porque hay una suspensión de los
visitantes, bajo condiciones adversas (climáticas, económicas, geográficas, etc.).
Ahora bien, como la categoría aguante es una categoría polisémica, el significado que señala la
compañera es uno de los sentidos posibles. Ésta es una definición nativa, de los actores, de los
hinchas, que está vinculada especialmente a un sector de los espectadores que llamamos “hinchas
militantes”: hinchas que entienden su participación en términos de sacrificio. Los hinchas
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militantes no hacen de la violencia física un rasgo de su identidad. Los hinchas militantes se
distancian de la violencia física.
El aguante entendido en términos de enfrentamiento físico, pelea, “combate” (ésta es una
categoría nativa también) es el que representa a otro sector de hinchas, aquellos que integran las
llamadas “barras bravas”, pero que desde las etnografías hemos dado en llamar “barras” o
“hinchadas” (respetando la definición de los actores).
Ahora bien, el mundo es mucho más complejo. Por un lado, podemos decir que existen dos
subtipos de hinchas (militantes y barras). Podemos establecer esta clasificación. No obstante,
también la realidad es más compleja y entre ambos tipos de hinchas hay comunicación, traspasos,
tránsitos, intercambios. Y entonces puede suceder que los hinchas militantes condenen la
violencia física pero luego protagonicen algún episodio de enfrentamiento; o viajen con la gente
de la barra o se encuentren con hinchas de este grupo en otras provincias y países, y compartan
con ellos ciertas prácticas. Hay que tener en cuenta que la violencia no es sólo responsabilidad de
la barra. Por otro lado, hay que tener en cuenta que hay distintos tipos de violencia.
(hablan los alumnos)
-Me parece que también hay mucho como proposición. A veces es tan importante tener aguante
como que el otro no lo tenga y a partir de eso (...) le recuerda al otro ciertas oportunidades en las
que no tuvo aguante, abandonó, se fue... Los hinchas (...) del aguante y el otro en general no tiene.
Hay como una...
Esto siempre se explicita en los cantos, por ejemplo. Por los cantos pasa una retórica, la retórica
del aguante, es una plataforma para ver la cosmovisión de los hinchas. Pero no me quiero
adelantar. Tenemos, entonces, el aguante que reconocen las barras, que es el de “cagarse a
trompadas”, “ir al frente en las peleas”, porque “el macho es el que se la aguanta, el que se la
banca”. Todo esto está en el texto de lectura obligatoria. Les quiero mostrar un video.
https://www.youtube.com/watch?v=pTuvSREn8h8
(hinchas peléandose, minuto 6)
Perdón, voy a aclarar algo. El video es para que vean una pelea de todos contra todos, de barras
de diferentes clubes. En el momento en el que nosotros hicimos investigación (y me refiero a José
Garriga Zucal, que hizo el trabajo con la hinchada con Colegiales -y con Huracán después-, y mi
trabajo con la hinchada de Independiente), en el año 2000, interpretamos que el aguante tenía
que ver con la idea de matarse pero no con armas de fuego. Si los hinchas usaban armas blancas o
de fuego no era aguante. Aguantar era pelearse mano a mano. No obstante, en ese momento,
tenían armas de fuego, era algo habitual que las tuvieran durante los viaje; las guardaban en las
camperas, en los asientos de los micros. Esto que les cuento tiene que ver con la antropología. Los
que hacemos etnografía tratamos de distinguir entre lo que dicen y hacen los actores; porque
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muchas veces te dicen una cosa y después hacen otra, y eso también es un dato. Tenemos que
considerar esa diferencia entre lo que dicen y lo que hacen. Entonces, con el tiempo fuimos viendo
que el uso de armas era parte del aguante. Fuimos inocentes en pensar que esto no era parte del
aguante.
En el texto van a ver un montón de palabras nativas. Miren estos dos trailers de un documental
que está filmando un ex integrante de la barra de Independiente, que a raíz de la muerte de El
Gallego, que fue el líder de la barra del club en los años 80 y principio de los 90, que falleció el año
pasado. Entonces, este hincha quiere hacer un video sobre la barra vieja, y convocó a varios de los
integrantes de la barra de la década del 70, 80 y 90. Quiero que vean cómo ellos definen el
aguante, algo de eso pervive. Los protagonistas de este documental dicen que ahora no hay
aguante. Ciertos significados que ellos mencionan continúan en la retórica del aguante actual.
¿Qué significados aporta la categoría? Es bastante gracioso cómo los hinchas se van presentando a
sí mismos, no tiene desperdicio.
[suena]
https://www.youtube.com/watch?v=-ERFkOllF0M
[suena]
https://www.youtube.com/watch?v=gLrtamf4IFw
En el documental aparece un hincha que es una suerte de referente de la facción de Camioneros,
o sea, pertenece al sindicato y también a la barra del club Independiente. La organización de la
barra tiene una estructura piramidal, jerárquica. En el momento en el que trabajé, había dos o tres
jefes de barra, luego 15 personas que denominé “hombres influyentes” que estaban bien
posicionados y preparados para ocupar la posición de mayor jerarquía, y los más chicos que tenían
una trayectoria muy breve en la barra, eran los más jóvenes. Por un lado, había una estructura
piramidal y, por otro lado, una organización territorial que refería a identificar a los hinchas por los
barrios de origen. En ese entonces, la barra estaba compuesta por 250 /300 personas. Cada barrio,
a su vez, tenía un referente que era el que se comunicaba con los jefes u hombres influyentes para
conseguir entradas. En el caso del hincha que aparece en el documental, que les mencioné arriba,
respondía al liderazgo de la barra del club y también al sindicato, tenía una doble pertenencia.
Esto tiene consecuencia a nivel de los procesos políticos electorales en el club, que lo van a ver con
el texto escrito por mí, que es de lectura obligatoria.
Del texto que escribí con Pablo y José rescato cuatro puntos. El primero es una discusión sobre la
cuestión de la violencia; entender que es una categoría escurridiza en la medida en que no tiene
una sola definición. Podemos entonces hablar de violencias. Hacemos una síntesis y decimos
violencia pero tengan en cuenta que tiene múltiples significados. Nosotros marcamos la idea de
hablar en plural porque pensamos que la definición se va armando de acuerdo a los actores. Un
actor puede pensar que cagarse a trompadas con otro o con miembros de un mismo grupo no es
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violencia, y para un tercero ajeno a la pelea no hay dudas de que sí lo es. Ellos dicen: “nosotros
tenemos aguante”, no dicen “somos violentos, esto es violencia”. Entonces tiene que ver con el
significado que le dan los actores. También es una categoría escurridiza en términos teóricos
porque nosotros podemos hablar de violencia física, de violencia simbólica, de violencia
psicológica, deportiva, montones de violencias. Entonces, es complicada su definición en términos
teóricos y en términos nativos. Eso es lo que quiero decir, que tiene múltiples significados.
No existe una definición universal, sino que ésta debe considerarse según los parámetros
presentes en una sociedad en un tiempo determinado. Las concepciones de violencia que
aparecen entre los propios hinchas se contraponen muchas veces con una posición discursiva
hegemónica, que tiene lugar en los medios masivos, que ubica de forma negativa estas prácticas y
que, como vimos, las incluye dentro los ámbitos de la locura, el salvajismo y el mundo criminal. Es
necesario, entonces, hablar de violencias en el fútbol y no de violencia. Hay que agregar el plural al
término violencia, además, con el objeto de dar cuenta de la diversidad de acciones. El plural
informa sobre la multiplicidad de prácticas y representaciones; pero aún en ese plural, los únicos
actores sociales que hacen de la violencia un valor positivo, y señal distintiva, son las hinchadas. El
aguante es la forma nativa que tienen los hinchas de definir prácticas y representaciones que los
investigadores sociales concebimos como violentas. Toda acción social, incluso las prácticas
violentas, tiene para sus actores significados determinados; desconocer estos sentidos hace que se
confunda un fenómeno social con el salvajismo o la locura. La hinchada, a diferencia de los otros
actores que tienen prácticas violentas en el fútbol (jugadores, dirigentes, árbitros, hinchas
militantes, hinchas comunes), hace de estas acciones un valor positivo, un arma de distinción.
Vamos a ver más adelante cómo la violencia para los hinchas se convierte en un capital que les
permite a los hinchas ingresar exitosamente en una red de relaciones con otros actores, con
políticos, empresarios, funcionarios, dirigentes, etc. Lejos de excluirlos, el aguante los incluye en
redes de relaciones sociales, pero no como sujetos que son utilizados por estos actores sino como
sujetos con cierto margen de acción y autonomía. No sé si me siguen con este dato. También
nosotros tenemos que ir pensando esta cuestión: no son autómatas, no son animales, no son
sujetos que son manipulados totalmente por otros, tienen un margen de acción y sus acciones
tienen significado. Y, en todo caso, si son utilizados, los hinchas también usan a tales actores. Por
eso digo que la violencia en el fútbol es un emergente de una trama de relaciones entre distintos
actores sociales. Lo que sucede es que cuando los medios tratan el tema, como vimos, sólo
focalizan en los hinchas.
Un segundo punto central del texto es pensar que el aguante “es una categoría práctico-moral en
tanto define en el mundo de las acciones –en este caso el de los enfrentamientos violentos– un
universo de lo permitido y lo prohibido, lo aceptado y lo inaceptable”. Idealmente, y según el
discurso de los hinchas: las peleas son entre iguales, sin armas de fuego o con armas para
equilibrar el número de peleadores, contra individuos de hinchadas opuestas. Pero además, esta
“posibilidad del aguante de edificar un sistema de valores, un marco de percepción del mundo –un
sistema moral, restringido al contexto del fútbol– está sustentada en las prácticas de lucha, en los
enfrentamientos corporales. En suma, la identidad construida en el aguante está solidificada en las
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experiencias físicas; es una identidad práctica que organiza un discurso de la distinción, una moral
distinta y distintiva”. En síntesis, estamos hablando de lo que está bien y de lo que está mal; qué
es lo aceptable y lo inaceptable para los hinchas. Lo bueno y aceptable es tener aguante. El
aguante les permite la identificación o la construcción de una identidad muy fuerte. El aguante es
lo que les permite a determinados sujetos entrar a las barras o no entrar. Aquel que muestra que
tiene aguante, que va al frente en las peleas, es valorado positivamente (incluso a algunos hinchas
los exponen a adrede a situaciones bastante difíciles para que demuestren su valentía; su hombría
para pertenecer al grupo).
No sé si vieron algo del texto de Thompson, sobre el tema de la economía moral de la multitud.
¿Vieron algo o no? ¿Qué es lo que vieron sobre este tema? ¿Qué recuerdan?
- No era (...) solamente buscaba presionar por ejemplo con el precio, ¿no?
-Si por el precio digo...
-(...), solamente buscaba presionar moralmente al trabajador (...).
Claro, no sé si todos los prácticos ven este punto, porque el capítulo Economía moral de la
multitud es lectura complementaria, pero sirve para ilustrar el texto de Thompson que tienen
como obligatorio. En éste, el autor trabaja sobre dos períodos históricos, siglo XVIII y siglo XIX. El
Siglo XVIII es un período de proto-industrialización, momento previo a la industrialización.
Entonces Thompson plantea que hay una conciencia de los sujetos de que se están haciendo
determinadas modificaciones, determinados cambios económicos, que están afectando sus vidas,
sus costumbres, sus maneras de trabajar, determinadas formas que se han heredado de los siglos
anteriores (no confundir con conciencia de clase). Los campesinos y artesanos producen una serie
de acciones de resistencias para defender la costumbre. Entonces, sobre el precio del trigo, había
un precio que se consideraba justo. Cuando el precio se elevaba más allá del límite considerado
moralmente justo, los plebeyos protestaban, llevaban a cabo acciones (motines de subsistencia)
para que el precio vuelva a su nivel. Entonces, dice Thompson, que eso lo hacían no porque se
morían de hambre (podía suceder que la gente muriera de hambre, efectivamente, y estallara de
la bronca), sino porque el precio se elevaba más allá de lo aceptado socialmente. La idea es que el
fenómeno de los motines de subsistencia no debe entenderse de manera unicausal. Los plebeyos
consideraban que eso era inmoral, no era lo que correspondía, lo que conocían como correcto. Un
ejemplo es el del trigo; otro es cuando los obligaban a aumentar el tamaño del paño que tejían. La
resistencia se daba en nombre de la costumbre; históricamente se había hecho el paño con
determinadas dimensiones y se negaban a ampliar su tamaño. Entonces, había una manera de ver
el mundo que se dividía entre lo justo/injusto, bueno/malo, correcto/incorrecto, etc.
Entonces, el aguante es una categoría práctico moral que se define por los que pertenecen al
grupo, que clasifican entre lo que está bien y lo que está mal, algo que se va modificando con el
tiempo, por eso es necesario leer estos procesos contextualmente.
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El tercer punto es la discusión sobre masculinidad. Esto es importante porque ustedes cuando
tengan que mencionar este punto, tienen que decir que es una disputa que se da en el marco de la
polarización entre hombres de distintos equipos (incluso la masculinidad se disputa al interior de
las barras). En dicha disputa se va definiendo quién es “macho” en términos nativos y quién es
“puto”, aquel que carece de los atributos de este tipo de masculinidad. “Macho” y “puto” son las
categorías nativas que van armando la retórica del aguante, como dice el compañero, y coincido.
Es entender que los hinchas cuando pelean –o se enfrentan verbalmente a través de los cantosexpresan un mundo de disputa por la masculinidad que refiere centralmente a una disputa por la
posición de poder, sobre quién es el mejor, quién es el macho (siguiendo a Archetti). Y esto lo
expresan retóricamente en desafíos verbales y cantos donde las palabras “puto” y “cagón”
articulan el discurso. El polo negativo de esta relación es el puto o cagón que figura como el
sometido/dominado. Que en términos prácticos sería aquel que no se la aguanta, que no acepta el
desafío, que corre frente a una pelea. Los hinchas en esta confrontación con otras hinchadas no
tienen que ser dócil ni sumiso; no pueden representar los atributos designados comúnmente a las
mujeres y homosexuales. Un hincha puede ser homosexual pero en la relación debe tener el papel
activo, ser el dominador. “La identidad masculina se asocia al hecho de poseer, tomar, penetrar,
dominar y afirmarse si es necesario por la fuerza. La identidad femenina, al hecho de ser poseída,
dócil, pasiva, sumisa” (Badinter, 1994: 165). Piensen que los atributos de lo no machos son los que
se asocian generalmente a las mujeres en nuestra sociedad, en términos de su pasividad,
sometimiento, etc. No estamos hablando de las prácticas sexuales de los hinchas sino de cómo
ellos representan las luchas y van conformando su identidad posicional a través de las metáforas
que refuerzan el imaginario sobre el hombre/no hombre, y cuáles son los valores asociados a esta
relación. El “aguante”, como principio organizador de la vida grupal, permite distinguir el mundo
de los hombres de los no hombres. En los cantos no aparecen afirmaciones del estilo “nosotros
somos machos”, lo que el enunciador afirma es que “nosotros tenemos aguante”, ya que es esta
categoría la que verdaderamente prueba la masculinidad. En estos casos, los “putos” son los que
no “aguantan”, los que huyen (“corren”) frente a la presencia de los verdaderos hombres. Por este
motivo este mundo está organizado de manera polar entre los hombres y los no hombres. La
disputa se da en términos prácticos (en las peleas) y en términos discursivos en los cantos
futboleros. Escuchamos uno…
[suena cantito de la hinchada de Chicago, facción Los Perales)
https://www.youtube.com/watch?v=WYHNz6UWZZM
La disputa entonces es por la masculinidad y contra otros hombres.
El cuarto punto es uno que mencioné anteriormente que tiene que ver con no hacer un
reduccionismo y pensar que la violencia es producto de la pobreza. Las barras están compuestas
por sujetos que pertenecen a los sectores populares, pero también hay diversidad de orígenes. No
hay una relación directa entre violencia y sectores populares, violencia y pobreza; eso es lo más
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importante para señalar en este caso. La “lógica del aguante” no es específica de los sectores
populares. Ni todos los que participan de la hinchada son pobres y desempleados ni todos
aquellos “olvidados” por el sistema que visitan los estadios se suman a la hinchada. De esta forma,
a través de los datos de campo evitamos aumentar la “sospecha” que siempre recae sobre las
clases populares como las violentas, producto de una “natural” ausencia de civilización –como
sostenía Dunning y compañía. En segundo lugar, se aprecia un escenario complejo donde no existe
una relación directa entre pautas culturales y variables económicas (esta relación de la que
siempre hablamos en clase de prácticos sobre la cultura como epifenómeno de la estructura
económica). La relación entre estructura social y la violencia es la de influencia y la de
oportunidad. No se insinúa que la estructura social fuerce a la violencia; existen siempre líneas
alternativas de acción.
Estos son los cuatro puntos centrales del texto. ¿Alguien quiere hacer algún comentario o tiene
alguna duda al respecto?
Avanzo un poquito más y cortamos. El otro texto obligatorio es el de Garriga Zucal, que trata sobre
tres prácticas y representaciones que son condenadas socialmente pero que para los hinchas se
convierten en signos de prestigio. El texto es “Pibitos chorros, fumancheros y con aguante. El
delito, las drogas y la violencia como mecanismos constructores de identidad en una hinchada del
fútbol”. José analiza tres acciones y representaciones desde el punto de vista nativo: “tener
aguante”, “estar de la cabeza” y ser un “pibe chorro”. Éstas son perseguidas por las fuerzas de
seguridad y son pensadas como ilegítimas desde el punto de vista hegemónico. No obstante, para
los hinchas generan honor y prestigio.
Sobre el aguante ya hablamos. Pasamos a la segunda dimensión. Explica José que los integrantes
de la hinchada se muestran en los estadios de fútbol bajo la influencia de drogas o el abuso de
bebidas alcohólicas. Al hacer uso y abuso de estas sustancias exhiben un estado anormal, un
cuerpo fuera de sus estados de conciencia, están de “la cabeza” o “locos”. El cuerpo de los hinchas
es la muestra material de los consumos o abusos: un hincha drogado o alcoholizado tiene formas
de moverse, de pararse, de hablar, que evidencian su estado. Es común ver en las gradas a pibes
que fuman marihuana, u otros alcoholizados al punto de no poder mantenerse en pie. Estar de la
“cabeza”, “dado vuelta”, “re loco”, “descontrolado”; son términos que refieren al estado en que
los hinchas concurren a los estadios. Éste no es un estigma ni una marca negativa, por el contrario
nutre de reputación y estima. Las adicciones funcionan como “signo de prestigio” porque ubican al
adicto en un mundo alternativo; para los hinchas lo concebido como normal (la locura) es una
herramienta identitaria. Estar “loco” o de “la cabeza” permite acrecentar la reputación.
(suena cantito de la hinchada de San Lorenzo)
https://www.youtube.com/watch?v=kO4eR3X2q64.
Estos cuerpos (que pelean y se drogan) por elección poseen un estilo distintivo, han escogido un
sendero diferente al propuesto por la modernidad y la razón. En otro texto José analiza los
cuerpos rollizos y las panzas abultadas de los hinchas como partes de una estética que se enfrenta
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a la estética hegemónica (cuerpos delgados, racionales, modernos, lejos del exhabrupto). Los
hinchas muestran con jactancia sus tatuajes (muchos “tumberos”, que denotan su paso por la
cárcel) y cicatrices como señales de antiguas peleas. José sostiene que estos cuerpos no han
pasado por la matriz racional de la modernidad porque muestran lo grotesco y los excesos. Hay
una suerte de estilo -o estética- que es distinto al estilo dominante, y por ende decimos que es un
estilo alternativo. Es un tipo de estilo distinto y alternativo. Ahora bien, esto es diferente de
pensar que es un estilo hegemónico o contrahegemónico.
-Si fuera hegemónico no se mostraría (...)
La tercera acción y representación reenvía a la relación con la policía. Muchos de los que
participan en las hinchadas se identifican como “chorros”, que roban. Eso no está sancionado
dentro del grupo. Por supuesto que hay diferentes tipos de delito pero en principio no está
sancionado (mal visto) robar. Todos los integrantes de la barra no se dedican a robar. Pero muchos
se identifican como pibes chorros o chorros. Si bien es una práctica ilegal, para los hinchas no es
ilegítima. Por esto se genera con la policía una relación muy contradictoria, porque, por un lado,
podemos decir que se conocen y que hay arreglos entre ellos, pero también la policía es ese “otro”
que los persigue y con el que hay que enfrentarse. La saña con la policía existe porque es ese otro
que persigue a los hinchas. Pero claro, esa relación con las fuerzas de seguridad no está pensada
en términos contrahegemónicos. No hay una sanción contra “el brazo armado del Estado
burgués”. La policía es pensada como una hinchada que hay que combatir. No hay una posición
política de generar algún tipo de cambio en la sociedad. A eso voy: el gesto es alternativo pero no
contrahegemónico.
El tema con la policía es destruirla de alguna forma. No hay una conciencia política en dicha
concepción y relación. También se da que se usa a la policía para satirizar a la hinchada contraria
porque la policía representante algo negativo. Por ejemplo, cuando se trata a la otra hinchada de
“botón”, “vigilante”. También se acusa a los hinchas de la hinchada adversaria de ir a la cancha en
patrullero porque son “cagones” que no tienen aguante. Necesitan de la policía para entrar en el
territorio del enemigo. Todo esto es parte de la retórica del aguante, que los hinchas utilizan para
pensar estas rivalidades. Voy a poner un video que está colgado en la web por la gente de
Almirante Brown. Fíjense cómo ellos se representan: como hinchas que se enfrentan con la policía,
como hinchas con aguante.
https://www.youtube.com/watch?v=rpiAYzBVaas
Pongo un cantito para ver esta cuestión retórica, prometo poner algo de Boca porque no salgo de
esta clase
[suena cantito de River]
https://www.youtube.com/watch?v=K7_2ExCnHV4&nohtml5=False
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Entonces, para cerrar las ideas centrales del texto de José. Vean que los hinchas convierten el
estigma en emblema. Los elementos conflictivos, fracturas y oposiciones a lo “normal”, pueden
pensarse como ejemplos de una disputa por la legitimidad de prácticas y significados. Se dice que
hay disputa porque para la policía u otros actores, estas acciones son ilegales e ilegítimas; para los
hinchas son acciones legítimas y están dentro de los parámetros de lo que ellos consideran que
está bien. La violencia, los abusos a las drogas y el delito son “anormales” para el discurso
dominante, quien los clasifica, los persigue y los estigmatiza. Los integrantes de la hinchada
modifican la valoración negativa de sus prácticas convirtiéndolas en acciones que los nutren de
honor y prestigio. El estigma negativo que ubica a sus prácticas dentro de los límites de las
acciones no válidas, aquel que revestía de ilegitimidad sus acciones, es resignificado.
Dice el autor que el contexto del fútbol en la Argentina genera un espacio propicio, donde se
ponen en juego identidades y estilos que confrontan lo normalmente estipulado por la sociedad.
Un escenario donde prácticas, que en otros contextos se ocultan, aquí emergen y se transforman
en señales positivas que realzan a sus actores. Goffman afirma que existen grupos sociales que
transforman los signos de estigma en signos de prestigio. El espacio del fútbol se transforma en el
contexto apropiado donde exhibir prácticas y representaciones distintivas, marcas de un modelo
que en otros espacios no puede exhibirse sin ser perseguidos o reprimidos, marcas distintivas de
un modelo alternativo.
Una conclusión del trabajo que coloco de manera textual:
“La elección de estas acciones como herramienta identificante y distintiva no debe ser
interpretada como una condición de la subordinación de estos actores o como una
picaresca salida ante la carencia. Por el contrario, esta elección muestra una forma
diferente de concebir su experiencia. Diferencia que estructura un modo de vida
propio y distintivo, donde creativamente se amalgama la experiencia y sus
representaciones en “un estilo de vida para sí”, si pensamos que los actores
dominados pueden ser capaces de constituir un estilo propio que no depende de la
relación que los subordina (Grignon y Passeron 1991). La violencia, el consumo de
drogas, etc., puede ser aceptada como un estilo propio de los integrantes de la
hinchada, sólo si consideramos que éste no existe como respuesta a las condiciones
de subordinación. Proponemos interpretarlos como una particularidad del estilo de
los participantes de grupos organizados de hinchas, quienes la instituyen como
mecanismo distintivo. Así, puede pensarse como un conjunto de prácticas
estilizantes, adaptadas a modelos ideales que no provienen de las clases dominantes
pero que no están escindidas de las relaciones de dominación. Los actos
estigmatizados se construyen como mecanismos identificadores de un estilo,
instituido sobre condiciones materiales y expresiones que la significan. Podemos
pensar en formaciones de un estilo que no sólo legitima una forma de ser en el
mundo, sino también identifica con un modelo ideal distinto y distintivo”.
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Hay un margen de autonomía dentro de las relaciones de dominación que permite a los actores
construir, muchas veces a partir de estas relaciones, un estilo propio, y que dentro de los límites
de éste existen elecciones identitarias que pueden terminar siendo criminalizadas.
Vamos a ver en los prácticos más adelante cuál es el planteo de Grignon y Passeron sobre el estilo,
sobre la posibilidad de las clases populares de estilizar su vida, de hacer elecciones
desembarazadas de la urgencia material. Es una discusión que los autores sostienen con Bourdieu.
El estilo de los hinchas no es una copia degradada del estilo que está socialmente aceptado, sino
que sus prácticas y representaciones generan un estilo que es distinto y está generado desde un
margen de autonomía que tienen los sujetos. No es una copia de lo dominante, sino que es algo
así como una suerte de creación propia, una producción de los propios sujetos. Esto lo van a
entender mejor cuando lean el texto de Bourdieu y el de Grignon y Passeron. Voy adelantando
esto: Bourdieu, en el texto que ustedes van a ver en prácticos, sostiene algo así como que las
clases populares no tienen estilo, no generan un estilo, no pueden estilizar su vida. Porque el único
estilo que reconoce es el estilo burgués. Para Bourdieu no existe una cultura popular que se
oponga a la cultura dominante. Lo popular es algo degradado de la cultura legítima. No hay una
cultura popular que se defina como alternativa ni mucho menos contrahegemónica. Para él no
existe la cultura popular como la pensaríamos desde una matriz gramsciana (Gramsci, Hall,
Thompson). Bourdieu está pensando en un único universo simbólico, que es el legítimo, ordenado
en función de capitales legítimos (capital económico y capital cultural). Lo popular sería una
apropiación degrada de esos capitales. Entonces Grignon y Passeron, que también son franceses y
discuten con Bourdieu, plantean que las clases populares pueden generar un estilo propio, que no
es una copia del estilo dominante; es una creación de estilo distinto. Algo de lo dominante hay,
por ejemplo, cuando los jóvenes usan zapatillas Nike (ejemplo del texto de Garriga Zucal de la
unidad de prácticos). No podemos desconocer que las zapatillas están impuestas por un mercado,
son reconocidas como un bien legítimo; pero puede suceder que la apropiación de dichas
zapatillas genere un estilo propio, una producción simbólica distinta. Ya lo van a ver en prácticos.
-(...) es diferente, no es una copia de lo dominante, no es degradado, y después es autónoma.
Recuerden que no es autónoma en términos de estar separada de la cultura dominante. Es
autónoma en la medida es que hay un margen de acción.
-...es autónoma en general...
- (...) por eso si ustedes entienden Grignon y Passeron también van a entender esto que estoy
diciendo porque nos basamos bastante en ese tipo de perspectiva. El gesto antropológico, ¿en
dónde está? En identificar y conocer qué es lo que tienen estos sujetos. No realizan una copia
degradada de lo dominante. Ni son autómatas ni animales. No están desplazados de la cultura.
¿Qué es lo que tienen? No tienen los capitales legítimos, no tienen un título universitario, ni son
grandes empresarios con un volumen de capital terrible, como Macri digamos. Pero tienen otros
recursos, otros capitales. Grignon y Passeron van a señalar que los individuos que identifican como
clases populares no tienen titulación, no tienen título universitario, pero tienen otros recursos
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porque estudiaron y aprendieron oficios. Entonces, no es que no tienen nada, algo tienen. Ahora
bien, una vez que Grignon y Passeron reconocen que los individuos tienen estos recursos que
llaman “haberes”, otro paso es ponerlos a jugar con los capitales legítimos. En dicha relación, los
que tienen más peso son los últimos, ¿verdad? Los legítimos son los socialmente aceptados, son
los que valen más. Acá está el tema de la autonomía porque hay cierto margen de acción para
generar un tipo de producción simbólica distinta a la dominante, pero no podemos olvidar que hay
relaciones de poder, y que dicha producción y haberes tienen las de perder.
Entonces, a esta altura ya podemos decir que el aguante es una estética, una ética y una retórica
¿y que estas dimensiones tienen posiciones dominadas en relación con las posiciones legítimas? El
aguante resulta con sus tres dimensiones un fenómeno distinto y subordinado en el campo de lo
legítimo o considerado socialmente aceptable y deseable. Responde a una cultura no letrada,
fuertemente corporal y gestual, que se transmite de generación en generación. Y si bien podemos
hablar de plebeyización de la cultura en el sentido de cómo las elites o clases dominantes se
apropian del aguante futbolero, tenemos que pensar qué sentidos tiene el fútbol para los sujetos
que hacen de éste una experiencia directa, cercana, constructora de identidades alternativas.
Si quieren cortamos acá, me queda algo sobre cantitos de cancha para mencionar un trabajo que
hizo un compañero, y después vamos a la cuestión sobre la relación con la política. Cortamos acá
15 minutos, ¿está bien?
Quería mencionar el trabajo de Javier Bundio, que es antropólogo también y que está haciendo su
tesis de doctorado sobre cantitos de cancha. El estudio se llama Un análisis del contenido y la
melodía de los cantos de cancha desde sus orígenes hasta las tendencias actuales. Es un artículo
que todavía no salió publicado. Quiero mencionar algunas cuestiones. Las canciones son el mejor
lugar para observar la condición retórica del aguante, que es además la que nos permite leer una
ética, ese mundo moral del que hablamos. Retórica en términos del mundo de las palabras, los
lenguajes, las metáforas, los juegos (Metáfora de la penetración del otro; de eliminación del otro;
de matar al otro). Un mundo moral que se divide entre machos y putos, en el que simbólicamente
está correcto realizar estas acciones. Javier muestra cómo los cantos han cambiado en los últimos
100 años tanto en su contenido como en su melodía, prestando especial atención a las distintas
apropiaciones que los hinchas realizaron de la industria cultural, a la aparición de la categoría
aguante y a los cambios en las maneras de construir identidad y representar a la otredad. Los
cantitos son composiciones poéticas que poseen una letra y una melodía. El canto de cancha es
colectivamente emitido y requiere de una coordinación grupal. Y uno de sus rasgos más
importantes es que son anónimos, no reconocen autoría, y a menudo sus hinchas hasta olvidan la
melodía original que le sirvió de base o a la hinchada que los creó. Los cantitos implican un cambio
de la letra de una canción original que mantiene su melodía, a despecho de su métrica. En el
fútbol argentino, se da que los cantos tienen un aprendizaje inter-generacional en el seno de las
hinchadas y de las familias; y la difusión es mediante la copia, al resto de las hinchadas y al resto
del país.
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Fíjense que podemos decir que es un fenómeno vinculado a la oralidad y a la enseñanza que va
pasando de generación en generación. ¿Qué dice Thompson de la cultura popular?: la cultura
popular está asociada a experiencias que se pasan de generación en generación; no tiene el
soporte de la escritura; es distinta de la cultura oficial.
Entonces tenemos ya las tres dimensiones: la dimensión ética, estética y la retórica. Y a mí me
parece que precisamente son estas tres dimensiones las que nos permiten pensar lo popular,
porque para los hinchas que son protagonistas de estas acciones y estas representaciones, eso
tienen de sentido, permite la construcción de una identidad; hay una conexión con la cotidianidad
y la subjetividad de los actores.
Otro texto obligatorio es el mío: La política de “los otros”: el juego de los hinchas, entre
trayectorias y posiciones legítimas. Es un capítulo de mi tesis de doctorado que trata la relación
entre política y fútbol. En este trabajo, puntualmente, analizo las relaciones de los hinchas de
Independiente con los políticos del gobierno municipal de Avellaneda y los dirigentes de fútbol. Lo
que me interesa mostrar es cómo se van generando intercambios de bienes materiales e
inmateriales entre estos tres sujetos. Por eso digo que la violencia es un emergente de una red de
relaciones. Hay que entender que los dirigentes y políticos dan reconocimiento y legitimidad a las
acciones de los hinchas. Vemos cómo.
Una primera cuestión es que el aguante funciona como un capital, el capital aguante, que les
permite a los hinchas insertarse en las redes de relaciones junto a actores que gozan de posiciones
y roles aceptados socialmente. Los hinchas tienen capital aguante y también capital social. Ambos
capitales funcionan como recursos para entrar en el juego de relaciones, especialmente las que se
establecen o refuerzan en los procesos políticos electorales que se celebran en el club cada tres
años. Los hinchas son buscados por dirigentes y políticos porque saben pintar las paredes de la
ciudad con las consignas del candidato que los convoca. Ellos saben manejar muy bien –por la
lógica de la defensa de los bienes propios- la apropiación de las paredes para pintar. Ustedes
saben que las hinchadas se pelean por las banderas, “los trapos” en términos nativos. Roban los
trapos ajenos y defienden los propios. La otra disputa que se da entre las hinchadas es por el
territorio. Hay que defender el espacio que creen propio de la invasión y del uso de los rivales. Los
hinchas van pintando la ciudad, que en ocasiones vuelven a pintar los hinchas rivales. O se
producen corridas entre hinchas de equipos adversarios por las calles y estación de tren del barrio.
Sabiendo todo esto propongo que los hinchas exponen este saber frente a políticos y dirigentes
para entrar en el juego político durante las elecciones.
Por otra parte, una cuestión que quiero discutir en el trabajo es que los intercambios entre
hinchas, dirigentes y políticos no están atravesados únicamente por el dinero. No es únicamente
una lógica mercantil: “un toma y daca”. Quiero decir que no es únicamente el dinero lo que está
circulando en estas relaciones que se establecen entre ellos. Por supuesto que hay dinero en
juego; las barras reciben mucho dinero, pero eso es precisamente lo que quiero complejizar. En
ese armado de relaciones pasa de todo. No es el dinero su único articulador. No son sólo
relaciones mercantilizadas.
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Por ejemplo, cuando yo trabajé con la gente de Independiente en 2005, había algunos integrantes
de la barra que pintaban a favor de un candidato y decían que lo hacían “ad honorem”. Claro,
pintaban porque entendían que si ganaba fulanito les iba a dar un puesto en el club o iban a
conseguir algún tipo de favor. Y de eso se trata, de analizar matices cuando estudiamos estas
relaciones de reciprocidad, estas relaciones de intercambio y estas relaciones que podríamos
entender de tipo clientelar. En términos clientelares, nosotros tenemos que empezar a discutir
estas cuestiones, no son relaciones atravesadas únicamente por la ética del favor por voto: me das
el voto, yo te doy dinero o algún bien material. Es mucho más complejo.
-(...) puesto de trabajo, puesto político o un reconocimiento político también es material, (...)
interés económico material (...) ese partido, sino que es algo (...)
Claro, lo que pasa es que también desde el punto de vista de los actores es visto como una
promesa, en este caso de tener un trabajo en el futuro, no es una seguridad. A veces puede pasar
que creen en el político, creen en la persona. Por ejemplo, en las elecciones de 2005, la hinchada
que estaba dividida en muchos barrios, se dividió en dos facciones, una que respondía a los líderes
de la barra y otra al sindicato de camioneros (en ese entonces no eran gobierno del club). La
primera apoyaba a Noray Nakis y, la segunda a Julio Comparada que compartía la lista con Hugo y
Pablo Moyano. Este faccionalismo, la división entre facciones, estaba permitido durante las
elecciones en el club. El apoyo de una facción a Moyano estaba directamente relacionado con el
apoyo que le daban al líder sindical en el sindicato. En un momento, durante el trabajo de campo,
hice una entrevista a un hincha de Independiente, que no era de la barra, que era un boxeador
que trabajaba en alguna de las ramas afiliadas al sindicato, y él se refería a Pablo Moyano como su
“patrón”, una persona que le había dado mucho al obrero camionero. El boxeador habla con
mucho respeto de su patrón, mostrando su aprecio y lealtad. Por eso, cuando hablamos de bienes
inmateriales podemos señalar: el respeto, la estima, la acción de hablar bien del patrón, la
fidelidad, la lealtad.
Moyano lo sacó de una situación complicada, y él por respeto y/o movilizado por la lealtad,
respondió en un futuro con un favor (apoyo incondicional en una elección). La lealtad se construyó
a partir de un gesto inicial y también por el sostenimiento de esos gestos por parte del líder
sindical.
[...]
-Sí. O sea, coincido con los dos. Lo que quiero decir es que las relaciones de reciprocidad y las
clientelares incluyen estas dimensiones que están nombrando (lo material, y también lo
inmaterial). En primer lugar, quiero decir que el clientelismo es una relación donde hay una
asimetría, es una relación de desigualdad: alguien tiene más poder que el otro, que es el que
distribuye y el otro es el que da apoyo, lealtad, voto, estima. Y, en esta relación, los actores no
viven ese lazo como un lazo que los oprime. Por el contrario, se construye un vínculo afectivo y
sentimental muy fuerte. Es muy interesante esto que están diciendo porque, precisamente, son
esas preguntas las que empiezan a complejizar una categoría que entiendo que es usada desde el
sentido común, especialmente en la actualidad, y que tiende a simplificar los sentidos. Por eso
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también quería discutir un poco sobre eso y traer algunas pinceladas sobre el clientelismo. Yo
intento tratarlo en el fútbol, pero insisto, desde el fútbol pueden extraer algunas categorías,
articulaciones, relaciones y pensarlas para otros ámbitos, procesos, realidades y fenómenos. Hay
gente que no le interesa el fútbol y no quiere saber nada sobre él, pero capturen entonces la
interpretación para otros casos.
Lo inmaterial relativo a la afectividad de la relación provoca que ésta tenga más potencia y fuerza.
Tomo varios ejemplos en el trabajo. Uno es de la barra vieja, algunos muchachos son los que están
en el tráiler del documental que pasé, que me permite pensar la cuestión de la lealtad. También
están los jefes de la barra que, efectivamente, reciben mucho dinero. No se puede minimizar en
éste último caso la circulación de lo material, y la relación con los dirigentes. Y en este caso,
podemos pensar que la relación entre ellos tiene tiempos largos, y que intercambian distintos
tipos de favores. Y si hablamos del dinero que circula también hay que tener en cuenta cómo éste
incide en la distribución que hacen los jefes al interior de la hinchada. Allí se disputa una cuestión
de prestigio y jactancia del reparto de bienes. Entre los hinchas de la barra no se distribuye dinero,
pero sí entradas, comida, bebida, y otras ayudas (en caso de hospitalización o detención). El
reparto de este tipo de bienes es una forma de construir poder y prestigio en el grupo. Todas estas
aristas de la circulación del dinero entre hinchas y dirigentes es una manera de complejizar el
tema de las relaciones y reciprocidades. Entre los hinchas, el poder se construye no sólo
mostrando aguante sino también mostrándose como buenos distribuidores de bienes
(nuevamente materiales e inmateriales); exhibiendo la capacidad de repartir. Al interior del grupo,
también se producen cadenas de reciprocidad.
Volviendo al caso de la barra vieja. La gente de la barra vieja respondía al liderazgo de El Gallego,
que participaba de una agrupación política y era empleado del club. La agrupación apoyaba a Julio
Comparada en las elecciones de 2005. Entonces, el Gallego le pidió a sus amigos de la barra vieja
que lo acompañaran en el trabajo de campaña a favor de Comparada. ¿Y cómo lo tenían que
acompañar? “Llevando gente a votar”, presentando cada uno de ellos su capital social. Me refiero
a la red de conocidos, amigos, familiares, vecinos que cada uno podía aportar para las elecciones a
favor de Comparada. Entonces, aquí, conectando con el texto de Grignon y Passeron, no es que los
hinchas no tienen nada, tienen capital social. Entonces, por eso digo que los hinchas presentan no
sólo su capital aguante para pintar las paredes, sino también su capital social (llevan gente a votar
a favor del candidato). Ahora bien, el capital social no es sólo un capital de los hinchas. En el
período de elecciones, los socios que participan de este proceso exhiben la capacidad de
“arrastrar” gente conocida para votar a favor de. “Te piden que lleves 5, 10, 100 personas para
votar”. Entonces, no es un capital sólo de los hinchas, pero fíjense ustedes cómo los hinchas
también participan del juego político mostrando lo que tienen, porque tienen capital aguante y
capital social.
Ahora bien, todos los miembros de la hinchada no están capacitados para jugar el juego político en
el club. Los más chicos, los de menor trayectoria en el grupo, no van a tener la posibilidad de
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insertarse como lo hace un hombre influyente o un jefe. Algunos integrantes del grupo, los que
están bien posicionados, pueden hacerlo.
Una pregunta que no se oye…
-Coincido. En este capítulo no me acuerdo, pero me acuerdo que en la tesis está la idea sobre si se
piensa que los políticos y los dirigentes usan a la gente de la barra como una fuerza de choque;
también hay que pensar que los barras usan a estos sujetos; que, en todo caso, la manipulación
viene de los dos lados. Si vos decís “uso” o “manipulación” por parte de determinados sectores
sobre el otro, me parece que conduce a desactivar el poder de acción del otro. Mi posición, para
los hinchas, es que los hinchas pueden tomar sus propias decisiones, “usar” a políticos y
dirigentes. En ese sentido coincido con lo que vos decís y que lejos de ser pasivos cobran
protagonismo.
Entonces, por un lado, tenemos el tema de los capitales; y volviendo al tema de la barra vieja, que
apoyaba al Gallego, que fue el líder de la barra en los 80 y los 90. Los hinchas de este sector
decían: “mi lealtad es con el Gallego, no con Julio Comparada”. Y ese es otro de los aspectos que
se trabaja con el clientelismo político. Me refiero a la relación de estos sujetos, los clientes, con el
candidato. En rigor, la relación de lealtad no es con el candidato a presidente del club sino con el
referente de la hinchada. El referente de este grupo, el Gallego, funcionaba como un referente
porque era el conector de dos mundos, el mundo de los dirigentes y el mundo de los hinchas. Era
un mediador, lo que se puede llegar a decir: un puntero o un mediador. Está mediando entre dos
mundos, el mundo de los hinchas y el mundo de los dirigentes; y por esa posición de conector de
dos espacios distintos conserva una posición de poder. Este es un aspecto que se discute en los
textos sobre clientelismo político, la figura del mediador o puntero; es una discusión que propone
la bibliografía sobre el tema.
El caso de Camioneros ya lo mencioné. Bueno, no sé quién me dijo recién algo (...), lo que quería
mencionar es (...); claro, hay una relación de reciprocidad que se da en el tiempo de la política. El
tiempo de la política es el tiempo de la política eleccionaria, cuando la política aparece, casi de
manera omnipresente porque la campaña implica la pegatina de carteles, la pintada de paredes,
que la gente hable sobre los candidatos, que los programas de radio del club hablen de eso, etc.
Dentro de un marco de la división de trabajo político, se da que el hincha pinta las paredes, lleva
gente a votar, los candidatos presenten sus proyectos. Pero también hay que entender todo esto
en el marco de un sistema de relaciones de reciprocidad más amplio. Si bien se puede observar en
el tiempo de la política electoral, eso hay que inscribirlo en relaciones que no se acaban cuando
termina la elección, sino que perviven de manera continua en la vida de los socios. Entonces, eso
también es complejizar un poco la mirada. Por eso, los favores por votos se inscriben en un
sistema de reciprocidades, de intercambios, prolongados. Es decir, durante el año “pasa de todo”,
porque se oculta información desde ambos lugares (de los dirigentes y los hinchas), se hacen
favores de otro tipo, se prestan abogados, médicos, pasa de todo y nosotros sólo nos enteramos
de una parte. Quiero decir, los favores por votos pertenecen a reciprocidades de tiempos largos en
el marco de las cuales se hacen otros favores en ambos sentidos.
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Quiero introducir el texto de Gabriel Vommaro, Diez años de ¿Favores por votos? El clientelismo
como concepto y como etiqueta moral. De lectura obligatoria también. El texto es una crítica a un
texto que fundó las discusiones sobre clientelismo en Argentina: Favores por votos7, de Javier
Auyero. Otro texto más conocido que éste es “La política de los pobres”8. Es un tema super
interesante que no vamos a tratar en profundidad en esta oportunidad. De este texto voy a
extraer algunas ideas para desmitificar algunas nociones del sentido común hegemónico. Hay una
primera parte del texto en la que Vommaro discute cinco puntos de la tesis de Auyero. Voy a pasar
a la segunda parte, la que analiza puntualmente la relación favores por votos. Vommaro señala
dos cuestiones para discutir y problematizar. La primera es la de circunscribir analíticamente la
cuestión del clientelismo a los sectores populares y al peronismo. Vommaro cuenta que la
participación de los sujetos de los sectores populares puede tener efectivamente rasgos
clientelares, pero que no es la única expresión, sino que también pueden tener rasgos no
clientelares. Y que esto podría verse en múltiples programas sociales que dan cuenta de la
diversidad de criterios de atribución de los bienes (algunos se conciben desde los escritorios, otros
desde la municipalidad y desde los territorios); y que estos programas aparecen en términos de
“derecho”, como algo que es posible exigir y demandar por parte de los individuos; no
necesariamente como partes de una relación clientelar.
Otro punto es la pregunta sobre si hay clientelismo más allá de la política de los pobres (haciendo
un juego con el título del libro de Auyero que mencioné más arriba). Y Vommaro responde: “sí
hay”. Entonces, para que ustedes vean cómo se tejen relaciones clientelares más allá de los
sectores populares, quiero mencionar un trabajo de Rodrigo Hobbert (sociólogo también):
Comprendiendo y explicando el clientelismo académico en la Universidad de Buenos Aires (20042012).
No es específicamente clientelismo político, pero sirve para desnaturalizar la idea señala arriba:
pobres igual clientes de relaciones asimétricas. El trabajo de Rodrigo trata sobre procedimientos
de intercambio informal que se corresponden con prácticas similares en otras esferas como la
acción académica. En términos generales el clientelismo académico emerge como una
herramienta conceptual que permite dar cuenta sobre modalidades informales de intercambio
que son motorizadas por vínculos de carácter asimétrico en la universidad. Así, el clientelismo
académico es definido y examinado como vehículo de intercambio, legitimación, reproducción y
reconocimiento dentro de un contexto caracterizado por la preeminencia de la informalidad. El
análisis de estos fenómenos le permitió a Rodrigo identificar distribuciones discrecionales de
designaciones y rentas docentes, la organización de grupos informales en torno a determinados
responsables de cátedras y/o de funcionarios que tuvieron la capacidad de repartir recursos o
cargos, y la constitución de equipos de investigación articulados con las cátedras en donde su
composición y distribución de estipendios estuvieron atravesadas por vinculaciones extra
académicas. Estas cuestiones contribuyeron a comprender los relatos de los entrevistados sobre
su adscripción, agradecimiento y/o fidelidad hacia quienes los seleccionaron; así como sus
7
8
Favores por votos. Estudios sobre clientelismo político contemporáneo. Losada. 1997
La política de los pobres: las prácticas clientelistas del peronismo. Manantial. 2001
27
aceptaciones frente a los casos de inequidad laboral que los atravesaron. Pero el doble carácter de
la informalidad (útil y perjudicial) entra en juego al momento en que los actores definieron sus
posiciones, pertenencias, lealtades y estrategias de reproducción. Sigue Rodrigo en su texto: “La
disconformidad de algunos entrevistados, ayudó a interpretar que ésta emergió cuando la
informalidad los perjudicaba, pero no así cuando actuó en su beneficio. El fastidio frente a la
ilegibilidad de los procedimientos, la preeminencia de los lazos clientelares y de los intercambios
prebendarios, constituye la expresión resultante de posicionamientos desfavorables en torno al
sistema de intercambios que les garantizó su inserción y permanencia. El empleo de la relación
clientelar como concepto está orientado a describir complejos entramados de prestaciones,
obligaciones, lealtades y seguimientos que exceden al intercambio de bienes o protecciones; pues
su fortaleza reside en la densidad moral, simbólica y afectiva que inviste a los actores. El análisis
de las relaciones clientelares en el contexto académico nos permitió comprender las complejas
relaciones informales de intercambio material y simbólico de carácter asimétrico que acontecían
dentro del espacio universitario de producción y difusión del conocimiento. De este modo, se
tornaron legibles aquellos “compromisos” afectivos que moldearon las decisiones y continuidades
de los docentes, y permitieron un tratamiento integral de sus trayectorias, motivaciones y
expectativas. De allí que consideremos que, al incorporar la perspectiva de la afectividad en
relación con los sistemas de intercambio asimétrico, es posible dar cuenta sobre la particularidad
de las relaciones emotivas comprendidas en la constitución de estos marcos de significación; dado
que dieron sentido a los bienes (designaciones, rentas, recomendaciones, etc.) que fueron
transados dentro del espacio, a las posiciones de los actores, a sus expectativas y a sus estrategias
de reproducción”.
¿Por qué discutir el clientelismo políticos? Porque es muy común que se use con una carga
negativa. El sentido común hegemónico que circula en los medios de comunicación señala el
aspecto negativo de este tipo de relación. Hay un uso estigmatizante del concepto. Entonces, el
primer paso es no estigmatizar. Alejarnos de la carga negativa.
Para cerrar señalo estos puntos en el power point:
 ¿Por qué trabajar sobre hinchas y violencias en este seminario destinado a la cultura
popular y la cultura masiva?
 El fútbol es un producto masivo, es una mercancía.
 Hay una lógica del aguante que remite a una estética, ética y retórica, que discute en el
plano simbólico con una cultura reconocida, legítima y dominante (que condena dicha
lógica).
 Metodológicamente, podemos positivizar las prácticas de los hinchas; entender las
prácticas desde el punto de vista de los actores y ver qué tienen -y no lo que les falta(Link con Grignon y Passeron en prácticos) Capital violencia (aguante) y capital social como
bienes de intercambio de los hinchas con otros actores del mapa social (dirigentes y
políticos)
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 Porque podemos construir una mirada crítica sobre las problemáticas teóricas y prácticas
que surgen del análisis del fútbol (pueden ser otros objetos).
 Reflexiones sobre clientelismo y sectores populares
Bueno, los escucho para ver las dudas que hay, ¿algo que quieran manifestar? Los escucho. ¿No
hay ninguna duda? Seguramente no llegaron a leer los textos porque es mucha la carga horaria
semanal, pero bueno, creo que no nos vamos a volver a ver hasta el final, porque yo doy nada más
el teórico sobre fútbol. Si tienen alguna duda después, me pueden consultar por mail. El examen
de la materia es un trabajo escrito. Cualquier cosa ustedes me escriben al mail y siguen la clase
que viene con la profesora Libertad. Buenas noches.
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