Ceremonia conmemorativa del 60 aniversario del voto de la mujer PALABRAS PARA LA SRA. MINISTRA OLGA SÁNCHEZ CORDERO DE GARCÍA VILLEGAS GOBIERNO DEL DISTRITO FEDERAL JUEVES 17 DE 0CTUBRE 2013 INTERVENCIÓN 5 MINUTOS 1 • Estimadas y estimados asistentes a este evento que se celebra hoy en la ciudad de México y que congrega a las distinguidas personalidades que me acompañan en el presídium: o Dr. Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno del Distrito Federal, amigo y ex alumno; o Magistrado Edgar Elías Azar, presidente del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal; o Diputado Manuel Granados Covarrubias, presidente de la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal; 2 • Lic. Rosa Icela Rodríguez Velázquez, Secretaria de Desarrollo Social del Distrito Federal; • Mtra. Beatriz Santamaría Monjaraz, Directora General del Inmujeres del DF, y • Antropóloga, Marta Lamas, reconocida feminista y académica. • Celebramos este día uno de logros que gracias a la lucha de nuestras antecesoras fue posible alcanzar: el reconocimiento del derecho al voto de las mujeres, una llave para el ejercicio pleno de muchos otros derechos. • Soy consciente y soy beneficiaria al igual que miles y millones de mujeres en nuestro país, de los 3 efectos positivos que ha tenido para nuestro grupo social, el ejercicio de la ciudadanía. • Como podrán advertirlo, hoy no celebramos únicamente la posibilidad de votar, celebramos el reconocimiento del valor de nuestras opiniones en el ámbito público y privado, festejamos la protección de nuestra autonomía de la voluntad, la posibilidad de establecer obligaciones vinculantes con efectos jurídicos, pues la ciudadanía tiene todas estas implicaciones. • En ese sentido, festejo la situación actual: celebro, sin duda, el acceso formal a nuestros derechos. 4 • Sin embargo, sostengo que el ánimo conmemorativo no debe nublar nuestra visión crítica. • Avances los hay y muchos, pero también persisten los obstáculos para el eficaz ejercicio de nuestros derechos en condiciones de igualdad. • Tenemos derecho a votar y ser votadas; pero nuestra representación en los ámbitos de decisión sigue siendo escasa; tenemos acceso a la justicia, pero nuestro acceso real a los tribunales es precario si somos mujeres, sobre todo si, además, se trata de mujeres pobres o indígenas; las posibilidades de obtener una respuesta favorable de las autoridades de procuración e impartición de 5 justicia si padecemos violencia es todavía amenazada por concepciones estereotípicas de quiénes somos y cómo debemos comportarnos; si trabajamos, se nos discrimina porque se nos considera una carga para el empleador o enfrentamos una doble jornada; incluso hay quien piensa que no debemos tener o conservar a nuestros hijos o hijas por esta razón; nuestra autonomía personal en cuestiones reproductivas no es suficientemente protegida a todo lo largo de nuestro país. • Estas consideraciones ejemplifican la deuda de las instituciones con la igualdad sustantiva y estructural entre hombres y mujeres, aquella que excede las formulaciones de la ley para instalarse en el 6 contexto, en la vida cotidiana, en la vocación de las instituciones. Esa que se vive, esa que se respira, esa que se siente, y no sólo se nombra. • Esa igualdad que es la verdadera esencia democrática, esa igualdad que confirma la promesa de la universalidad: todos los derechos para todas las personas, en formulación y ejercicio pleno. •A estas alturas, hemos entendido que la consecución de la igualdad plena es imposible si no se mira el fenómeno jurídico, la ley y sus impactos, desde la perspectiva de igualdad de género. 7 • La introducción de la perspectiva de derechos humanos y el enfoque de género en sus decisiones es obligatorio para toda autoridad, pues las leyes, su aplicación, y la formulación e implementación de las políticas públicas tienen efectos diferenciados entre mujeres y hombres, dadas las asimetrías de poder y los arreglos sociales en torno al género. • Por lo hace a las personas sujetas a la jurisdicción del estado mexicano, invito a las mujeres a pensar en que el diseño del orden democrático requiere y exige nuestra participación activa: no hay democracia sin la opinión de la sociedad y nosotras formamos parte fundamental de esa sociedad, poco más de la mitad de ella en México. 8 • Invito a los hombres a reflexionar en torno a la posición que hasta ahora han tenido respecto a los derechos de las mujeres, pues sin duda el cambio en la estructura social, la conciencia sobre las condiciones de desigualdad formal, material y estructural que obstaculizan a las mujeres para ejercer sus derechos, sólo puede generar un impacto positivo si contamos con el apoyo de todos ustedes. • En este punto de intervención, y para finalizar, quiero dejar un reconocimiento en la mesa y una provocación: • Quiero reconocer los avances en materia de igualdad y de protección de derechos de las 9 mujeres que existe en el Distrito Federal como una entidad de vanguardia. • En este sentido, estoy cierta de que el Gobierno y la Asamblea asumirán Legislativa del Distrito Federal su compromiso con la representación política igualitaria de las mujeres que vivimos en la ciudad. Muchas gracias, 10