RECONOCIMIENTO DE DEUDA

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RECONOCIMIENTO DE DEUDA
Es perfectamente sabido que, en el ordenamiento español, rige el
principio de la libertad de contratación y que, al amparo de lo que disponen, entre otros, los preceptos del Código Civil, 1254 (“el contrato
existe desde que una o varias personas consienten en obligarse, respecto de otra u otras, a dar alguna cosa o prestar algún servicio”),
1255 (“los contratantes pueden establecer los pactos, cláusulas y
condiciones que tengan por conveniente, siempre que no sean contrarios a las leyes, a la moral, ni al orden público”) y 1258 (“los contratos se perfeccionan por el mero consentimiento, y desde entonces
obligan, no sólo al cumplimiento de lo expresamente pactado, sino
también a todas las consecuencias que, según su naturaleza, sean
conformes a la buena fe, al uso y a la ley”) han surgido infinidad de
figuras, algunas de ellas, notoriamente arraigadas y profusamente utilizadas en el tráfico diario de las empresas, entre las que se cuenta el
reconocimiento de deuda.
La jurisprudencia, tanto de las audiencias provinciales como del
propio Tribunal Supremo ha reconocido en múltiples resoluciones que
el reconocimiento de deuda es plenamente “válido y lícito, permitido
por el principio de autonomía privada o de la libertad contractual sancionado por el art. 1255 del Código Civil y vinculante para quien lo
hace” (así lo expresa la Sentencia de la Audiencia Provincial de
Madrid de 7 de octubre de 2004, Base de Datos Economist & Jurist,
Jurisprudencia Civil y Mercantil, Marginal 219710) y habiendo sido
definido como
“un negocio jurídico unilateral por el que su autor declara o,
lo que es lo mismo, reconoce la existencia de una deuda
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previamente constituida y que contiene la voluntad negocial
de asumir y fijar la relación obligatoria preexistente”.
(Sentencia del Tribunal Supremo de 24 de junio de 2004,
Base de Datos Economist & Jurist, Jurisprudencia Civil y
Mercantil, Marginal 164876).
1. Utilidad del reconocimiento de deuda
Una falta puntual de liquidez, una previsión de pagos demasiado
optimista, una disconformidad con el material servido por un proveedor... éstas y otras muchas son situaciones pueden constituir a una
empresa en titular frente a otra de un crédito vencido, líquido y exigible.
Claro está, la parte afectada siempre tiene la posibilidad de acudir
al auxilio judicial pero son numerosos los empresarios cuya opinión
avalaría sin duda aquel dicho popular de “más vale un mal arreglo que
un buen pleito” en referencia a lo habitualmente lentos –y costosos–
que suelen ser los trámites judiciales.
Por tanto, la idea de el deudor suscriba –reforzado con mayores o
menores garantías, según el caso– un documento en el que expresamente reconozca adeudar una determinada cantidad y en el que se
pacten los términos y condiciones de su devolución suele ser visto
como un “mal menor”.
En efecto y como se desprende de la definición que hemos ofrecido, un reconocimiento de deuda no es más que un documento otorgado por aquél que debe en el que expresamente reconoce tal condición –lo que, en ocasiones, ya es una victoria– y en el que se establecen cuándo (en qué fecha o en qué plazos) y cómo (mediante pagos
en efectivo, endosos, etcétera) se va a liquidar la deuda.
Como es fácil de imaginar, la libertad contractual que rige en nuestro
ordenamiento jurídico permite establecer otros pactos como, por ejemplo:
– Una quita de la cantidad adeudada: la empresa deudora
ofrece liquidar la cantidad mediante cuatro pagos que tota-
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lizan el 100% o mediante dos pagos equivalentes al 70% a
lo que la acreedora prefiere cobrar algo menos pero zanjar
el asunto en un plazo menor.
– Una asunción de responsabilidad solidaria por parte de un
tercero en caso de impago: en empresas de reducido tamaño pueden coincidir las personas del socio, el administrador
y el director general y no es raro que mientras la persona
física goza de un patrimonio notable, la empresa carezca de
éste. En tales casos puede ser interesante aceptar el reconocimiento de deuda si el mismo es garantizado por el
administrador contra cuyo patrimonio se puede accionar en
caso de incumplimiento.
– Un plazo de carencia: en ocasiones, emitir un reconocimiento
de deuda sin más carece de virtualidad, por cuanto la empresa no ha hecho frente a la deuda al carecer, puntualmente, de
liquidez. Así las cosas, siempre tras el debido análisis de la
concreta situación, puede ser aconsejable fijar un plazo de
carencia hasta que no se inicie el calendario de pagos. Si en
un momento de angustia de nuestro cliente hemos sabido (y
podido) “tener paciencia” a buen seguro él nos responderá de
la misma manera cuando necesitemos su colaboración.
Al final del presente capítulo se ha reproducido un supuesto de reconocimiento de deuda, con cierta complejidad, en el que se contienen
algunas de las cláusulas más habituales en este tipo de documentos.
2. El reconocimiento ¿crea una nueva deuda?
Parece que la respuesta a dicha cuestión debe ser negativa ya que,
como su propio nombre indica, mediante la suscripción del documento –que puede ser, perfectamente, un acto unilateral– el o los que
lo hacen vienen a constatar la realidad de una deuda previamente
constituida, presumiéndose la existencia de la causa sin que sea preciso expresarla en el documento y sin que el acreedor tenga que probar la relación obligacional anterior, ni el hecho o negocio jurídico que
ha dado nacimiento a la misma.
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La ya citada Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid de 7
de octubre de 2004, Base de Datos Economist & Jurist,
Jurisprudencia Civil y Mercantil, Marginal 219710) afirma, siguiendo
la doctrina del Tribunal Supremo que,
“La Sala 1ª en sentencia de fecha 22 Julio de 1996 expone
que: "según la más autorizada doctrina científica, no es
defendible, en nuestro ordenamiento positivo, la tesis que
atribuye valor constitutivo al reconocimiento de deuda, a
manera de fundamento autónomo de la obligación, suficiente para que el acreedor así proclamado reclame sin controversia posible la efectividad de la prestación por atribuírsele al negocio carácter abstracto”.
Mediante la documentación por escrito, el acreedor cuenta con un
medio idóneo de prueba de su derecho de crédito, patentizándose la
existencia efectiva de una deuda pendiente, de manera que viene a
adquirir fuerza vinculativa respecto del que la acepta.
La jurisprudencia ha venido distinguiendo entre aquellos reconocimientos de deuda en los que la causa no esté indicada –o lo esté solamente de forma genérica– de aquellos otros en que se halle plenamente expresada “en cuyo caso resulta perfectamente conocida la
fuente u origen de la obligación y la función negocial a que responde”,
pero –insistimos– todo reconocimiento de deuda ha de ser causal, en
el sentido de que ha de tener causa (véase la Sentencia de 30 de Junio
de 2005 de la Audiencia Provincial de Madrid, Base de Datos
Economist & Jurist, Jurisprudencia Civil y Mercantil, Marginal 239341).
Dicha sentencia denomina, respectivamente, a uno u otro acto
como “reconocimiento de deuda abstracto o formal” y “reconocimiento de deuda causal”. Del primero de ellos, afirma que se presume la existencia y licitud de la causa “mientras el deudor no pruebe lo contrario”, quedando dispensado de ello el titular del derecho
de crédito objeto de reconocimiento. Por su parte, en el segundo
caso, cuando la causa se halla plenamente expresada (lo que es
independiente de si es o no verdadera –real–) no es necesario acudir a presunción alguna.
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Si hemos hecho la precedente referencia a la causa es porque el
artículo 1274 del Código Civil la define (tras afirmar que se trata de
uno de los tres requisitos imprescindibles para que pueda predicarse
la validez de un contrato junto con el objeto y el consentimiento –artículo 1261 Código Civil–) como "la prestación o promesa de una cosa
o servicio por la otra parte", equivalente al "fin que se persigue en cada
contrato" o "la razón objetiva, precisa y tangencial a la formación del
contrato, siendo determinante de su realización" (en palabras de las
sentencias del Tribunal Supremo de fecha, respectivamente, 8 de julio
de 1983 y 17 de abril de 1997).
La existencia de una causa, por tanto, es fundamental ya que un
contrato sin causa implica su inexistencia o, como dice el artículo
1275 del Código Civil, que no produzca “efecto alguno”. Cuestión distinta es que la causa se exprese o no en el contrato: se haga o no, se
presume “que existe y que es lícita mientras el deudor no pruebe lo
contrario” (artículo 1277 Código Civil).
3. Reconocimiento unilateral de deuda
Entendemos que el reconocimiento de deuda es un acto que, con
plena validez, puede ser otorgado por una sola parte que, lógicamente,
será la que reconoce la deuda y que, claro está, deberá ser puesto en
conocimiento de la otra (la acreedora o favorecida por el reconocimiento). Así lo admite y reconoce la jurisprudencia, por ejemplo, la
Sentencia del Tribunal Supremo de 24 de junio de 2004, Base de Datos
Economist & Jurist, Jurisprudencia Civil y Mercantil, Marginal 164876):
“Aunque la regulación del llamado "reconocimiento de
deuda", no aparece expresamente contemplada en el
Código civil común, una jurisprudencia consolidada de esta
Sala ha tenido buen cuidado en admitirlo y dotarlo de los
requisitos que sean exigibles para su aplicación (...). Cabe
destacar al efecto, el contenido de la S. de 28 de septiembre de 1.998, la que cita y repite, resumiéndolos, los argumentos esgrimidos en otras muchas Sentencias anteriores,
diciendo así que el "reconocimiento de deuda no crea obligación alguna, es un negocio jurídico unilateral por el que
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su autor declara o, lo que es lo mismo, reconoce la existencia de una deuda previamente constituida”.
También, al menos desde un punto de vista teórico, se podría otorgar unilateralmente por dos partes: sería el caso de un deudor que
reconociera una deuda y de un fiador que garantizara las declaraciones de éste.
Asimismo el reconocimiento de deuda se puede articular bajo la
forma de un “contrato bilateral” en el que existe una parte que reconoce adeudar y la otra que acepta tal declaración y reconocimiento. Si la
deuda va a ser objeto de quita (es decir, de rebaja) o se va a otorgar un
periodo de carencia es imprescindible que actúe la parte acreedora.
Y por último es perfectamente aceptable que en el reconocimiento
de deuda exista un deudor, un acreedor y un garante o fiador.
4. Forma del reconocimiento de deuda
Rigiendo en nuestro ordenamiento el principio general de la libertad de forma que significa que, salvo excepciones, son perfectamente
válidos los actos y contratos otorgados en documento privado e, incluso, convenidos verbalmente, la respuesta sólo puede ser que no es
necesaria la escritura pública para considerar válido, obligatorio y vinculante el reconocimiento de deuda.
No obstante, es importante tener en cuenta el artículo 517.2.4º de
la Ley de Enjuiciamiento Civil en cuanto reputa como título que lleva
aparejada ejecución:
“Las escrituras públicas, siempre que sean primera copia;
o, si es segunda, que esté otorgada en virtud de mandamiento judicial y con citación de la persona a la que deba
perjudicar o de su causante, o que se expida con la conformidad de todas las partes”.
En consecuencia, vemos que más allá de que pueda ser válido como
lo es el reconocimiento de deuda contenido en un mero documento pri-
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vado, al acreedor le puede resultar interesante, si llega el caso que deba
ejecutarlo, que se contenga en escritura otorgada ante Notario.
5. Contenido mínimo
Por su carácter atípico, no existe norma alguna que especifique
cuál tiene que ser el contenido mínimo del documento o contrato de
reconocimiento de deuda, pero de la jurisprudencia dictada sobre
esta materia parece que es suficiente con que contenga los siguientes extremos:
1º Identificación clara y completa de cuál es o cuáles son las
personas que reconocen la deuda: si se trata de una persona física, nombre y apellidos, domicilio y documento identificativo; si se trata de una persona jurídica, su denominación, domicilio social, datos registrales, número de CIF,
nombre y apellidos y DNI de la persona que actúa en su
representación, consignando expresamente el cargo que
desempeña en la sociedad.
2º Identificación clara y completa de cuál es la persona (física
o jurídica) a la cuyo favor se reconoce la deuda: nos remitimos a lo dicho en el punto anterior.
3º Determinación exacta de la cantidad adeudada: importe y
moneda; referida, preferiblemente, tanto en cifras como en
letras, siendo válida esta última, en caso de discordancia.
4º Expresión de la fecha máxima en que el deudor se compromete a tener liquidada la deuda siendo tan válida una fórmula similar a, por ejemplo, “en el plazo de tres meses a
contar desde esta fecha” como “por todo el día 31 de
diciembre de 2007”.
5º El lugar y la fecha en que se emite el reconocimiento. En
puridad, la fecha sólo sería imprescindible en caso que se
dijera que la deuda se liquidará en un plazo a contar desde
la fecha del documento pero es recomendable.
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6º La firma de la persona que reconoce la deuda y, si el
reconocimiento fuera emitido por una sociedad, la antefirma, el sello de la empresa o, al menos, la expresión
de estar actuando “por representación”, “por poderes”
o, simplemente, las iniciales “p.p.” puestas antes o
encima de la firma. Tal vez sería posible deducir del
texto del documento la actuación en nombre de la
Sociedad, pero nuestro consejo y nuestra advertencia
es que debe expresarse que, cuando así se haga, se
indique expresamente que la actuación es en nombre
de una sociedad, cuando así se haga, para evitar
malentendidos o confusiones (por ejemplo: que, en
caso de incumplimiento, se pretenda reclamar al administrador directamente y no a la sociedad en cuyo nombre se firmó el reconocimiento de deuda y que, en realidad, era la única obligada).
6. Posibles pactos adicionales
La libertad de las partes para fijar las estipulaciones que, en cada
caso, convengan a sus intereses es, como hemos dicho y repetido,
amplísima, por lo que nos limitaremos a ofrecer unos simples ejemplos de algunos de los pactos más usuales en los reconocimientos
de deuda.
El primero de ellos es el relativo al devengo de intereses de la cantidad que se reconoce adeudar, entendiendo válido tanto la fijación de
un interés para el caso de impago como la aplicación de un interés
sobre la cantidad a satisfacer. Debe, no obstante, tenerse en cuenta
que los intereses deben ser los habituales en el mercado o en este tipo
de operaciones estando, evidentemente, prohibidos los intereses
excesivamente elevados. Fijémonos en lo que afirmó la Sentencia de
5 de abril de 2005 de la Audiencia Provincial de Murcia (Base de
Datos Economist & Jurist, Jurisprudencia Civil y Mercantil, Marginal
231013):
“(...) en efecto, la fijación de una cláusula penal en la que
se establece un interés del 25% de la cantidad reclamada,
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debe considerarse como abusiva y "leonina", por exceder
ampliamente del interés legal del dinero.
En consecuencia se impone, conforme a lo dispuesto en el
artículo 1.154 del Código Civil, su moderación por el
Tribunal, concretando dicho interés en el 10% (600 euros).
La aplicación de dicha facultad moderadora, viable de oficio
por el Tribunal (Sentencia del Tribunal Supremo de 12 de
diciembre de 1996), encuentra además cobertura en el
hecho de que la deuda, de cuantía superior a la reclamada,
fue parcialmente abonada, como antes hemos mencionado,
pues como dice el Tribunal Supremo en Sentencias de 30
de marzo de 1999 y 10 de mayo de 2001, la dicción del artículo 1.154 no autoriza su aplicación en los supuestos en
que la obligación principal hubiese resultado totalmente
incumplida”.
Otro pacto muy habitual es el establecimiento de pagos parciales a
fin de minorar así la cantidad adeudada, siendo una variante de éste,
el ofrecimiento al deudor de la opción entre efectuar un solo pago por
la totalidad o diversos pagos parciales, conviniendo, por ejemplo, una
cláusula como la siguiente:
“El débito se amortizará mediante tantos pagos (parciales o
un único pago total) como tenga por convenientes la deudora, quien goza al respecto de la más amplia libertad de
actuación, si bien deberá quedar íntegramente cancelado,
por todo y como máximo, el 30 de noviembre de 2007.
En consecuencia, se le reconoce expresamente a la deudora la posibilidad y facultad de realizar, en cualquier momento comprendido entre esta fecha y la de establecida como
máxima para la satisfacción de la cantidad adeudada, pagos
anticipados a cuenta del principal, que disminuirá en la
misma cuantía el saldo pendiente”.
Por último, como ya se ha dicho, en el documento se puede contener una expresa referencia más o menos detallada del origen de la
deuda (en qué fecha o en qué fechas fue contraída, en virtud de qué,
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las vicisitudes habidas, etcétera) o, por el contrario, puede carecer de
antecedentes y contener el mero reconocimiento de la deuda, su
importe y la fecha en qué se devolverá: ambas fórmulas son perfecta
e igualmente válidas:
"los estados negociales de reconocimiento de deuda, son
válidos y lícitos tanto en su aspecto de facilitar a la otra parte
un medio de prueba, como a dar por existente una situación
de débito contra el que la reconoce, quedando vinculado a
la misma, que alcanza efectos constitutivos si se expresa su
causa justificativa".
(Sentencia del Tribunal Supremo de 24 de junio de 2004,
Base de Datos Economist & Jurist, Jurisprudencia Civil y
Mercantil, Marginal 164876).
Como ya hemos dicho, existe la posibilidad de que el reconocimiento de deuda se otorgue ante Notario y mediante escritura pública. Ofrecemos, por tanto, a continuación, un modelo de escritura
notarial relativa a dicha operación.
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ESCRITURA PÚBLICA DE RECONOCIMIENTO DE DEUDA
NUMERO DOS MIL UNO.
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En PALMA DE MALLORCA, mi residencia, a veintidós de mayo de dos
mil seis.
Ante mí, CATALINA HUGUET TUR Notario del Ilustre Colegio de Baleares,
COMPARECEN
DON LUIS SÁNCHEZ SANCHEZ, mayor de edad, vecino de Palma
de Mallorca, calle de Robert Graves, nº 1, 1º 1ª, con N.I.F.
99.999.999-X
DON GUILLEM ESPINET SERRA, mayor de edad, vecino de Palma de
Mallorca, calle de Bearn, nº 2, 2º 2ª, con N.I.F. 99.999.000-X; y
DOÑA OBDúLIA VILALLONGA MARCH, mayor de edad, vecina de Palma de
Mallorca, calle Sor Aina Clotet, nº 89, 7º 1ª, con N.I.F. 98.999.999-X
OBRAN los dos primeros en nombre y representación propios y la tercera,
en nombre y representación de la Compañía Mercantil LOPAIAL, S.L., domiciliada en Palma de Mallorca, calle Aviador Ruiz de Alda, número ll, con el
Código de Identificación Fiscal X-9999 constituida por tiempo indefinido
mediante escritura autorizada por el Notario de Valencia, Don Pablo Ruiz
Ruiz-Castro, el día 15 de mayo de 1999, bajo el número 548 de Protocolo;
inscrita en el folio 12 del tomo 5, inscripción 1ª de la hoja número 5689 del
Registro Mercantil de esta provincia.
Actúa en su calidad de Administrador Único de la Sociedad, por haber sido
nombrado para tal cargo por el plazo estatutario de diez años en la escritura fundacional que se acaba de reseñar, y copia de la cual se me exhibe y
devuelvo.
Me asegura la vigencia del cargo que ostenta y que no ha variado la capacidad civil de la misma.
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Tienen, a mi juicio, según interviene, capacidad legal necesaria para otorgar
la presente escritura de RECONOCIMIENTO DE DEUDA, a cuyo efecto
EXPONEN
I.- Que en fecha 22 de marzo de 2005, DON LUIS SÁNCHEZ SANCHEZ
entregó a DON GUILLEM ESPINET SERRA, en concepto de préstamo, la
cantidad de DIEZ MIL EUROS (10.000’-Euros), con el fin de que el prestatario destinara dicha suma a operaciones del mercado inmobiliario. Dicha cantidad debía ser devuelta como máximo por todo el día 22 de marzo de 2006,
sin que a la fecha de hoy se haya satisfecho cantidad alguna, ni siquiera parcialmente.
II.- Que el saldo pendiente a la fecha de hoy, en concepto de principal e intereses moratorios, queda fijado por las partes en la total suma de DIEZ MIL
QUINIENTOS EUROS (10.500’-Euros), que se desglosan en 10.000’-Euros
por capital y 500’-Euros en concepto de intereses moratorios consensuados
entre el prestamista y el prestatario en este acto.
III.- Que, además, las partes convinieron verbalmente que el prestamista
recibiría una comisión de DOS MIL TRESCIENTOS VEINTE EUROS (2.320’Euros), I.V.A. incluido, atendido que la financiación prestada facilitaba al
prestatario determinados beneficios por las operaciones inmobiliarias realizadas con dicho capital prestado, que en ningún caso hubiera podido obtener
sin el mismo. Dicha suma está asimismo pendiente de pago.
IV.- Que, en definitiva, el prestamista DON LUIS SÁNCHEZ SANCHEZ acredita a fecha de hoy, del prestatario a DON GUILLEM ESPINET SERRA, por
los conceptos mencionados en los expositivos anteriores, la total suma de
DOCE MIL OCHOCIENTOS VEINTE EUROS (12.820’-Euros).
V.- Que el prestatario es arrendatario de dos locales comerciales sitos en la
localidad de Felanitx, c/ Comercial, nº 1, bajos y c/ Industrial, nº 3 bajos, en
méritos de sendos contratos de arrendamiento de fecha 30 de abril de 1997,
ambos y que, a efectos de identificación, se unen y protocolizan a la presente
por fotocopia, previa exhibición de los originales.
En la actualidad, dichos locales, que constituyen físicamente una unidad ya
que se hallan comunicados, se encuentran cerrados, estando el arrendata-
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rio realizando diversas gestiones tendentes a la cesión de los contratos, respecto de los cuales no existe prohibición contractual alguna al respecto por
lo que rige el artículo 32 de la Ley de Arrendamientos Urbanos, manifestando además el prestatario que la propiedad ha renunciado el derecho de elevación de renta allí previsto, manteniéndose en consecuencia la renta actual
para el futuro arrendatario que se subrogue en su lugar por razón de la dicha
cesión.
VI.- Que habiendo llegado a un acuerdo al respecto, al objeto de regularlo,
OTORGAN
Primero.- DON GUILLEM ESPINET SERRA (en adelante, EL PRESTATARIO)
reconoce adeudar a DON LUIS SÁNCHEZ SANCHEZ (en adelante, EL
PRESTAMISTA), a la fecha de hoy, el total importe de DOCE MIL OCHOCIENTOS VEINTE EUROS (12.820’-Euros), con el desglose y conceptos
manifestados en los expositivos de la presente escritura.
Segundo.- EL PRESTAMISTA, siempre y cuando el deudor cumpla íntegramente lo estipulado en este documento, realiza una quita de dicho saldo
deudor en la suma de 1.020’-Euros, dejando pues fijada la deuda en ONCE
MIL OCHOCIENTOS EUROS (11.800’-Euros). En caso de incumplimiento
total o parcial de cualesquiera obligaciones dimanantes de la presente escritura por parte de EL PRESTATARIO, automáticamente, y sin necesidad de
requerimiento ni intervención de autoridad alguna, quedará sin efecto la quita
antedicha, debiéndose en tal momento adicionar al saldo pendiente al
momento del incumplimiento la suma de 1.020’-Euros más.
Tercero.- En este acto, EL PRESTATARIO entrega al PRESTAMISTA, en
efectivo metálico, la cantidad de OCHOCIENTOS EUROS (800’-Euros) en
concepto de pago a cuenta del total débito, acusando cabal carta de pago
de dicha suma la parte acreedora.
La cantidad restante de 11.000’-Euros, se pagará mediante ONCE mensualidades sucesivas, de importe 1.000’- Euros. cada una de ellas, siendo el
vencimiento de la primera mensualidad el 15 de julio de 2006 y el vencimiento de la última el 15 de mayo de 2007. La cantidad aplazada no devenga interés alguno. El retraso en el pago devengará, en su caso, un interés
moratorio del 3% anual.
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El incumplimiento de la obligación de pago de una cualesquiera de las mensualidades facultará al PRESTAMISTA para exigir el total saldo pendiente, más
los 1.020’-Euros objeto de la quita mencionada en el otorgamiento Segundo.
Cuarto.- La Compañía LOPAIAL, S.L. afianza solidariamente al PRESTATARIO frente al PRESTAMISTA el pago del total débito acreditado por éste, en
el plazo y términos que resultan del presente instrumento. La presente fianza entra en vigor el día de hoy y finalizará transcurridos 3 meses contados
desde el día en que hayan vencido todas las obligaciones de pago aquí reguladas. La fiadora renuncia a los beneficios de excusión u orden y división,
pudiendo la acción para cobrar las cantidades garantizadas dirigirse indistintamente contra la fiadora y contra el deudor principal.
Quinto.- Además, EL PRESTATARIO, como arrendatario de los locales mencionados en el expositivo V de la presente escritura, otorga, por el plazo de
30 días a contar desde el día de hoy, un derecho de opción de cesión de
ambos contratos a favor del PRESTAMISTA. El presente derecho de opción
es gratuito. Tan pronto como EL PRESTAMISTA, para sí o para la persona
física o jurídica que éste indique, requiera por conducto notarial al PRESTATARIO -en el indicado plazo de 30 días- se entenderá válidamente ejercitado
el derecho de opción aquí regulado y se procederá de inmediato a la cesión
de los contratos, con las formalidades legales que son menester, y mantenimiento de la renta arrendaticia actual.
Por el mero transcurso del plazo indicado sin que EL PRESTATARIO haya
recibido el requerimiento aludido, sin ningún otro requisito, se entenderá
automáticamente extinta de pleno derecho la opción aquí regulada.
Para el caso de que se ejercite la opción, el precio de traspaso del referido
local se fija en la cantidad de DOS MIL EUROS (2.000’-Euros).
Si el traspaso se realizare a favor del PRESTAMISTA, dicho precio se entenderá ya satisfecho por compensación, hasta la cantidad concurrente, con el
crédito que éste ostentare en tal momento.
Si el traspaso se realizare a favor de persona física o jurídica indicada por EL
PRESTAMISTA, el indicado precio de cesión será directamente entregado a
dicho acreedor por el nuevo arrendatario, lo que expresamente autoriza en
este acto EL PRESTATARIO.
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Dentro del plazo para el ejercicio de esta opción, EL PRESTATARIO se obliga a permitir al PRESTAMISTA personalmente y/o acompañado de las personas que estime conveniente, el acceso a la citada finca cuantas veces lo
desee, previo aviso en tal sentido con dos días hábiles de antelación.
Sexto.- Los gastos notariales derivados de la presente escritura correrán a
cargo del PRESTATARIO.
Séptimo.- Las partes designan como domicilio de notificaciones las respectivas direcciones mencionadas en la comparecencia.
Octavo.- Las partes expresamente se someten a la jurisdicción de los
Juzgados y Tribunales de la ciudad de Palma de Mallorca para la resolución
de cuantos conflictos pudieren derivar de la interpretación y/o ejecución del
presente documento, con renuncia de su propio fuero en caso de que fuere
distinto.
Los otorgantes ACEPTAN la presente escritura y sus efectos.
Se han hecho por mí, el Notario, las reservas y advertencias legales, en
especial las derivadas de la legislación fiscal y del Reglamento Notarial.
Así lo OTORGAN Y FIRMAN, previa lectura que de la presente les hago a su
elección, advertidas del derecho de hacerlo por sí mismos.
Y del total contenido de este instrumento público extendido en siete folios de
papel timbre del Estado exclusivo para documentos notariales, serie A,
números 123 y seis siguientes correlativos, yo el Notario DOY FE.
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