Monográfico Salud mental en atención primaria Síndrome de dependencia del alcohol María Dolores Franco Fernández y José Giner Ubago Departamento de Psiquiatría. Sevilla. España. El síndrome de dependencia es uno de los más graves problemas asociados al alcohol. Se trata de un cuadro que incluye manifestaciones vivenciales, conductuales, cognitivas y fisiológicas1. Para los individuos que lo padecen, la vida se estructura alrededor de la bebida, y ésta constituye su máxima prioridad, por encima de cualquier otro interés que el sujeto tuviera previamente. Los sujetos con un síndrome de dependencia presentan un amplio conjunto de síntomas y signos que se muestran asociados, aunque no necesariamente todos están presentes en todos los pacientes ni en el mismo momento evolutivo. Suelen aglutinar un alto número de problemas relacionados con el alcohol, tanto en la esfera individual como familiar y social. La dependencia del alcohol aparece asociada a consumos altos y prolongados de bebidas alcohólicas y, a su vez, obliga a que dichos consumos continúen. Aunque no todos los bebedores excesivos desarrollan este temido cuadro, todos los que lo desarrollan han tenido consumos elevados durante cierto tiempo. Manifestaciones clínicas Las manifestaciones clínicas del paciente con dependencia alcohólica se basan en la vivencia subjetiva ante el consumo de alcohol, los síntomas conductuales, y los síntomas psicofisiológicos, que se describen a continuación. Vivencia subjetiva ante el consumo Se ha señalado que la vivencia básica es el “ansia” (craving) o deseo intenso que se describe en términos bastante ambiguos. Este craving aparece ante determinadas señales externas (contextos, entornos, etc.), internas (determinados estados afectivos), o ante la vivencia subliminal de los síntomas de abstinencia. El paciente experimenta que controla mal la cantidad que bebe, de forma que bebe en más ocasiones, más cantidad o en situaciones en las que no quería beber (tabla I). Síntomas comportamentales El paciente con una dependencia estructura su vida alrededor del alcohol, y abandona otras fuentes de placer o actividades. El patrón de bebida también adquiere características específicas. El sujeto dependiente incrementa paulatinamente la cantidad que toma, pero necesita tomar todos los días la misma. El patrón queda así fijado, se hace rígido y no se modifica en función de las circunstancias o de la compañía. Este consumo de alcohol se mantiene aunque el paciente sepa y experimente consecuencias negativas por ello. Síntomas psicofisiológicos Los 2 síntomas más importantes son la tolerancia y la abstinencia. La tolerancia se manifiesta como la necesidad de incre- JANO EXTRA DE OCTUBRE DE 2008. N.º 1.714 13Mono7446sindrome.indd 1 . www.jano.es 73 28/10/2008 18:20:11 Monográfico Síndrome de dependencia del alcohol M.D. Franco Fernández y J. Giner Ubago Salud mental en atención primaria Tabla I. Criterios de dependencia de la CIE-10 (F 10.2) Presencia en los últimos 12 meses de, al menos, 3 de los siguientes criterios Deseo intenso, o vivencia de la compulsión al consumo Disminución de la capacidad de controlar el consumo, unas veces para controlar el comienzo y otras para finalizarlo Síntomas somáticos de un síndrome de abstinencia cuando el consumo se reduzca o cese o consumo con el fin de aliviar los síntomas de abstinencia Tolerancia Abandono progresivo de otras fuentes de placer, aumento del tiempo empleado en obtener el alcohol o para recuperarse de sus efectos Persistencia del consumo a pesar de sus evidentes consecuencias perjudiciales Tabla II. Evaluación del paciente dependiente Estimación del consumo: consumo semanal, duración y distribución Cuestionarios Marcadores biológicos De consumo reciente: alcoholemia y alcoholuria Marcadores indirectos De afectación hepática: GGT, AST, ALT, ratio AST/ALT > 2 De afectación de médula ósea: volumen corpuscular medio Evaluación clínica del síndrome mentar de manera progresiva la cantidad de alcohol para conseguir los cambios afectivos y conductuales que anteriormente lograba con cantidades menores. En períodos muy avanzados de la dependencia se produce una modificación importante en la curva dosis-respuesta, disminuye notablemente la tolerancia y los pacientes experimentan clínica de intoxicación con pequeñas dosis de alcohol. Los síntomas de abstinencia aparecen al suprimir o reducir, voluntaria o involuntariamente, su ingesta de alcohol. Suele aparecer a las 6-12 h tras el último consumo de alcohol y durar 4 o 5 días, con una intensidad variable, desde cuadros leves hasta extremadamente graves y complicados que incluyen el delirium tremens. La sintomatología de la abstinencia incluye: temblor de pequeñas oscilaciones distal y en zona orofacial, hipertensión arterial, diaforesis, hiperventilación, pirexia e hiperreflexia, alteración del sueño con insomnio, anorexia, náuseas y vómitos, ansiedad, agitación, inquietud, irritabilidad, distracción, falta de concentración, alteración de la memoria, del juicio y alteraciones sensoperceptivas. En las primeras 48 h de abstinencia pueden aparecer convulsiones por deprivación que suelen responder a la administración de diazepam. El cuadro clínico de la dependencia puede complicarse por la aparición de una enfermedad somática o por la irrupción de otro trastorno mental inducido por el alcohol como las psicosis por alcohol (delirium tremens, alucinosis alcohólica, delirio de celos, etc.), los trastornos cognitivos (síndrome de Korsakov, demencias alcohólicas, síndrome de Gayet-Wernicke, etc.), trastornos afectivos o por la presencia de ideación y conducta suicida. 74 JANO EXTRA DE OCTUBRE DE 2008. N.º 1.714 13Mono7446sindrome.indd 2 . Etiología del síndrome de dependencia La dependencia es el resultado de una compleja interacción entre vulnerabilidad individual y factores ambientales. Ninguno de los aspectos implicados es capaz por sí mismo de explicar la aparición del mismo y debe contemplarse la acción sinérgica de 3 factores: el alcohol, los aspectos individuales y los factores socioculturales. El consumo de alcohol es una condición necesaria para desarrollar la dependencia, aunque no suficiente. Algunos autores2 señalan que el riesgo de desarrollarlo se incrementa de manera significativa cuando se bebe más de 12 l/etanol/año (lo que viene a ser 230 g/etanol/semana) y que, a igualdad de volumen consumido, la aparición del cuadro se relaciona estrechamente con la proporción de situaciones en las que el individuo tomaba más de 5 copas. Entre los factores que contribuyen a la vulnerabilidad individual no hay que olvidar las influencias genéticas, características biológicas y vulnerabilidad psicológica, que incluye el perfil temperamental, factores relacionados con el aprendizaje y la presencia de alteraciones psicopatológicas. Entre los factores socioculturales cabe destacar la importancia de los factores sociodemográficos (sexo, educación y ocupación), las actitudes y normas sociales y culturales (permisividad, tolerancia y creencias), y el contexto (disponibilidad, accesibilidad y asequibilidad). Evaluación de los pacientes dependientes En la práctica clínica contamos con procedimientos que nos ayudan a detectar a esta población como el estudio del consumo, los cuestionarios y la utilización de marcadores biológicos de consumo. El diagnóstico se hará mediante la evaluación clínica de la presencia de los síntomas y criterios diagnósticos de dependencia (tabla II). Estudio del consumo y estimación de la ingesta Es preciso analizar cuánto y cómo se ha bebido para valorar si la conducta de beber del individuo es prudente o, por el contrario, entraña peligro para su salud. La forma más sencilla de hacerlo es preguntarle al sujeto. Es recomendable cuantificar el consumo semanal, analizar cómo se distribuye dicho consumo (patrón de consumo), el tiempo de evolución del mismo, la aparición de consecuencias negativas y poder establecer una relación entre el consumo y sus efectos. Cuestionarios Los cuestionarios y escalas pueden ser instrumentos adecuados para detectar esta población de riesgo. Los más empleados en nuestro medio son el CAGE3, el AUDIT4 y el MALT5. Son breves, eficaces y se pueden emplear en numerosos contextos. Marcadores biológicos Una ayuda en la detección de casos procede de los datos de laboratorio6.Los marcadores deben ser sensibles, específicos, accesibles y asequibles. Evaluación clínica de la dependencia El diagnóstico debe realizarse en función de los datos procedentes de la anamnesis y exploración clínica del paciente, constatando la presencia de síntomas y criterios diagnósticos www.jano.es 28/10/2008 18:20:11 de dependencia y recordando que no todos tienen que estar presentes ni en la misma intensidad para poder realizar el diagnóstico (tabla I). Diagnóstico diferencial El diagnóstico diferencial hay que establecerlo con la categoría “consumo perjudicial de alcohol”, ya que ambos trastornos requieren abordajes terapéuticos diferentes. Los pacientes con este último diagnóstico presentan patrones desajustados de bebida y tienen algunos problemas de salud física, psíquica o social relacionados con su consumo. Sin embargo, aún no han desarrollado una dependencia como se comprueba en la ausencia de sintomatología y criterios que permitan su diagnóstico. Los sujetos con consumo perjudiciales son población de riesgo para la dependencia de alcohol y muchos de ellos lo desarrollarán con el tiempo. En otros, estrategias terapéuticas desde el marco sanitario como las intervenciones breves o cambios espontáneos en los patrones de consumos evitarán que lo desarrollen. Tratamiento de pacientes dependientes Los pacientes que se están iniciando en la dependencia se benefician de las sesiones de consejo médico y de las intervenciones breves. En casos más avanzados se requiere un programa terapéutico estructurado que debe cubrir 2 fases: la desintoxicación y la deshabituación. En la primera de ellas, el sujeto abandona su consumo y se intenta restaurar el equilibrio interno alterado; en la deshabituación se debe ayudar al paciente a organizar su vida al margen del consumo de alcohol. Tabla III. Actuaciones en la desintoxicación Previo al inicio Informar del proceso al paciente Valoración somática y psicopatológica Valoración de la intensidad de la abstinencia: se puede emplear alguna escala como CIWA-Ar10 Abordaje terapéutico Supresión absoluta del alcohol Vigilancia y control de la hidratación del paciente. Se recomienda aporte de líquidos orales superior a 2.500-3.000 ml/24 h. Si la deshidratación es grave, está indicada la reposición electrolítica Vitaminoterapia. Del grupo B, principalmente B1. Se recomienda utilizar los primeros días la vía intramuscular ya que las alteraciones farmacodinámicas y de la absorción que suelen presentar los pacientes dependientes hacen poco útil administrarlas por vía oral. La indicación de tiamina es obligada si se van a emplear sueros glucosilados. Se empleará vitamina C, ácido fólico y vitamina K si son necesarios Tratamiento de las enfermedades coexistentes Sedación y tratamiento de los síntomas de abstinencia Si la clínica de abstinencia es leve, no se precisa tratamiento farmacológico Si la clínica de abstinencia es moderada: emplear fármacos tranquilizantes, con propiedades anticomiciales y seguros, por ejemplo, benzodiacepinas por vía oral (equivalente a 15-30 mg diazepam/día), clometiazol (1.344-2.688 mg/día) y tiaprida (450-900 mg/día) o algunos anticomiciales (p. ej., carbamacepina) Si hay insuficiencia hepática concomitante: lorazepam Si hay insuficiencia respiratoria: tiaprida Si hay riesgo de convulsiones: diazepam Si la sintomatología de abstinencia es grave: benzodiacepinas11 o clometiazol bajo control de asistencia especializada Desintoxicación El objetivo principal será el tratamiento del síndrome de abstinencia que, recordemos, puede tener una intensidad muy variable, desde síntomas muy leves, apenas perceptibles, a cuadros que entrañan un riesgo vital para el individuo. El manejo y pautas de actuación estarán determinados por la intensidad y gravedad del cuadro clínico. Se recomienda que la desintoxicación se realice en hospitalización7 cuando la clínica de la abstinencia sea muy grave, haya un trastorno somático y psiquiátrico grave coexistente, existan antecedentes de convulsiones, de delirium tremens o de múltiples episodios de abstinencia o bien si hay abuso o dependencia de otras sustancias. Otras razones que pueden recomendar el tratamiento hospitalario son eminentemente de orden social: pacientes en los que se duda de su capacidad para comprender el proceso que se va a iniciar, que no son capaces de cooperar, carecen de soporte familiar o cuando la coordinación con servicios especializados sea difícil o incluso imposible8. En los demás casos, se recomienda la desintoxicación ambulatoria. Una vez valorado el paciente se inicia el proceso de desintoxicación que comprende varias acciones terapéuticas9 (tabla III). En el tratamiento de la abstinencia hay que controlar el riesgo de que el paciente desarrolle una dependencia sustitutiva a benzodiacepinas o a clometiazol. Hay que ser especialmente cuidadosos en el control de la dosis y del tiempo de prescripción. La dosis se deben ajustar de forma individual en función de la intensidad de los síntomas diana de la abstinencia. Se inicia pauta de reducción entre el cuarto y séptimo día y en 2 o 3 semanas debe haberse suspendido. Otros fármacos han sido empleados en el tratamiento de la abstinencia (betabloqueantes, agonistas alfaadrenérgicos como la clonidina, valproato sódico, carbamacepina, verapamilo, magnesio, fenitoína o el ácido gammahidroxibutírico). Algunos recogen ciertas ventajas específicas pero no son fármacos de primera elección. Superada la fase más aguda de la abstinencia, el paciente puede experimentar durante un tiempo bastante prolongado alteraciones del sueño, temblor, ansiedad, depresión o irritabilidad. Esta sintomatología corresponde a un síndrome prolongado de abstinencia y es una fase normal y evolutiva de la desintoxicación. En general, no requiere tratamiento farmacológico, pero sí es importante explicar la naturaleza del cuadro al paciente y a su familia y ayudarle para que pueda adaptarse a él. Deshabituación El abordaje terapéutico se sostendrá sobre los pilares del tratamiento farmacológico, la psicoterapia y el recurso de los grupos de autoayuda (tabla IV). Los fármacos aversivos (tipo disulfiram o cianamida cálcica) son una de las posibilidades farmacológicas más empleadas12. Tras el consumo de alcohol, el paciente experimenta una reacción desagradable debido a la acumulación de acetaldehído. Esta reacción al disulfiram se manifiesta con cefaleas, rubor facial, náuseas, vómitos, hipertensión, palpitaciones, disnea y una sensación intensa de malestar. Entre sus efectos secundarios hay que incluir cefaleas, somnolencia y dificultad respiratoria. JANO EXTRA DE OCTUBRE DE 2008. N.º 1.714 13Mono7446sindrome.indd 3 . www.jano.es 75 28/10/2008 18:20:11 Monográfico Síndrome de dependencia del alcohol M.D. Franco Fernández y J. Giner Ubago Salud mental en atención primaria Tabla IV. Bibliografía Manejo de la deshabituación Fármacos Aversivos: disulfiram, cianamida cálcica Fármacos anticraving: naltrexona, acamprosato Psicoterapia Terapias orientadas a incrementar la motivación Terapias cognitivos-conductuales Terapias de prevención de recaídas Otras terapias orientadas a problemas específicos Grupos de autoayuda Durante el tiempo de tratamiento debe realizarse un control mensual de pruebas hepáticas. No se recomienda su empleo en pacientes con antecedentes de psicosis, ya que están descritas descompensaciones de la misma tras tratamiento con él. El disulfiram o la cianamida, si se toman a la dosis adecuada, son especialmente eficaces para iniciar y mantener la abstinencia. Su eficacia aumenta si se designa un supervisor, generalmente un familiar próximo al paciente, que controla la toma de medicación. Son un medio para conseguir que el paciente pueda llegar a vivir sin alcohol, recupere su confianza y reorganice su vida. No hay que olvidar que lo genuinamente terapéutico en el tratamiento con los aversivos es el efecto disuasorio sobre el consumo de alcohol que ejerce el miedo a sufrir dicha reacción, por lo tanto, siempre que se emplee, debe hacerse con el conocimiento y compromiso del paciente. Los fármacos anticraving incluyen la naltrexona y el acamprosato13. La naltrexona se emplea en dosis de 50 mg/día y es bien tolerada. Los datos publicados parecen señalar que es eficaz para reducir la cantidad de alcohol consumido y, sobre todo, disminuir el consumo en los períodos de recaídas, ya que parece tener cierta acción sobre la pérdida de control y sobre los mecanismos cerebrales de recompensa. El acamprosato se ha mostrado eficaz a la hora de reducir el deseo de consumo (craving), el consumo voluntario de alcohol y mantener la abstinencia tras la desintoxicación. No tiene potencial de abuso ni provoca alteraciones del humor. Sin embargo, un porcentaje elevado de pacientes parece no tener respuesta a este fármaco. Otros fármacos como el litio, los antidepresivos tricíclicos o los inhibidores de la recaptación de serotonina se han empleado también con resultados discutibles. La terapia farmacológica debe necesariamente acompañarse de terapias psicológicas que incluyan las orientadas a mantener la motivación y el compromiso con la abstinencia, las terapias cognitivo-conductuales y terapias centradas en la prevención de recaídas. Los grupos de autoayuda y las intervenciones para asesorar y apoyar a las familias o a la pareja pueden ser necesarios y muy eficaces. La combinación de fármacos, psicoterapia y grupos de autoayuda, organizada desde una labor conjunta entre niveles primarios y especializados, permitirá ayudar a los pacientes dependientes a reorganizar su vida al margen del alcohol. J 76 JANO EXTRA DE OCTUBRE DE 2008. N.º 1.714 13Mono7446sindrome.indd 4 . 1. Edwards G, Gross M. Alcohol dependence: provisional description of a clinical syndrome. Br Med J. 1976;1:1058-61. 2. Midanik LT, Tam TW, Greenfield TK, Caetano R. Risk functions for alcohol-related problems in a 1988 US national sample. En: Edwards G, editor. Alcohol Policy and the Public Good. Oxford: Oxford University Press; 1994. 3. Ewing JA. Detecting alcoholism: the CAGE questionaire. JAMA. 1984;252:1905-7. 4. Santo Domingo J, Martínez J, Marín J, Rubio G. El test de identificación de trastornos por uso de alcohol (AUDIT) en el hospital general. III Congreso de la Sociedad Española de Epidemiología Psiquiátrica. Granada, 7-8 marzo, 1996. 5. Rodríguez-Martos A, Suárez R. 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