Hockney pintando uno de los 15 lienzos que componen Winter

Anuncio
Hockney pintando uno de los 15 lienzos que componen Winter timber.jpg
d
E L AR T IS T A P R E S E NT A “ U NA VISIÓN M Á S A MPLI A ” , E N E L G UG G E NH E IM D E B ILB A O
avid Hockney, una
revitalización de la pintura
Por Martín Bonadeo / Imágenes copyright David Hockney, gentileza de Guggenheim Foundatio
“David Hockney: una visión más amplia” es la primera gran muestra dedicada en España a celebrar
el relevante papel que el paisaje desempeña en la trayectoria de este artista, considerado en la
actualidad como el pintor británico en activo más importante. Este proyecto no pretende ser una
retrospectiva. Por el contrario, Hockney toma toda la segunda planta del Gugg de Bilbao con 190
obras, que incluyen oleos, acuarelas, fotos, carbonillas, fotos, dibujos realizados con iPad y videoinstalaciones de alta definición. La exposición propone muchas de sus experimentaciones más recientes
en el campo de la producción de imágenes.
D
esde hace ya años, en uno de los primeros cursos de arte que tomé, Fabiana
Barreda, la profesora, nos dio una clase
increíble con diapositivas. Me acuerdo
como si fuera hoy del olor del polvo
caliente que hacía volar el proyector por
la sala. Ese aroma viene pegado a unas
imágenes muy impactantes de un artista
inglés. Un pintor cuya producción se
concentraba en cientos de paisajes de la
campiña inglesa y sórdidas piletas en la
ciudad de Los Ángeles. En cada colina el
pasto era distinto y lo mismo pasaba con
el agua en las piscinas. Eran casi muestrarios de formas de representar cosas
simples, cotidianas que todos pudimos
ver miles de veces y, sobre todo, con
las que todos tenemos enormes cantidades de experiencia sensorial acumulada.
También en esta clase se expusieron sus
enormes pinturas del Gran Cañón del
Colorado, en las que intentaba reproducir las sensaciones espaciales más allá
de lo que se veía. Entonces armaban
gigantes grillas de pinturas para cubrir
paredes de importantes proporciones. La
presentación cerraba con unas series de
collages fotográficos con los que el artista
deconstruía el mundo como si fuera un
pintor cubista. Me inquietó mucho esta
presentación por la variedad y riqueza
de los lenguajes plásticos que manejaba.
Tanto que anoté en mi cuaderno su nombre: David Hockney. Volvió a aparecer en
mi vida hace un par de años con un libro
glorioso llamado The secret knowledge, en
el que delata, tras una profunda investigación, el uso de lentes y artefactos para
ayudar en la producción de imágenes
desde el año 1300 hasta el presente. En
estos días Hockney presenta Una visión
más amplia, una gran muestra que pasea
por museos europeos y sigue generándome una enorme movilización.
Ampliando la visión
Allá por principios de siglo XX, después
de la invención de la fotografía y luego de
medio siglo de una pintura impresionista
y postimpresionista que aún no convencía
demasiado a nadie, se decretó tal vez por
primera vez la muerte de la pintura. Ya no
tenía sentido pintar si había una máquina
que hacía imágenes más precisas y más
rápido que un pintor. En ese momento,
el valor documental de la pintura aún era
importante. Y como documento, la fotografía se presentaba mucho más objetiva
y precisa. Unos años más adelante, luego
de que las vanguardias comenzaran a
generar abstracciones y que esas imágenes sintéticas llegaran a su punto cúlmine,
con cuadrado blanco sobre fondo blanco
de Malevich, también la pintura titubeó.
Podría enumerar así muchas de las veces
que se decretó el final de esta forma
de representar pero, sin embargo, sigue
viva como género. David Hockney es
una de aquellas personas a quienes el
mundo les debe parte de esa vitalidad
de la que goza la pintura hoy. ¿Por qué
Hockney más que otros? Tal vez porque
fue y volvió, pasando por muchas otras
técnicas, experimentando masivamente
con cuanta alternativa a la pintura surge,
pero retornando irremediablemente a la
fuente. Como a él le gusta decir, “hace
30.000 años que el hombre pinta, por
qué vamos a dejar de hacerlo”. Esta es la
posición de un pintor que, a los 74 años,
sigue haciéndole preguntas a sus pinturas
constantemente. Y eso se nota cuando
uno ve su trabajo. Si tuviera que definir
las obras de este artista con una palabra,
9
1.U no de los dibujos creados en ipad y
reproducidos sobre papel.
2.U na de las curisosas imágenes que reproducen
El sermón de la montaña II (según Claudio de
Lorena).
3.U n ícono de los 80, La autopista de
Pearlblossom.
4.O rdinary picture, de 1964, una de las piezas
históricas que se exhiben.
5.L a grilla de las diferentes telas en tensión
con uno de los bosques de Wolgate, Yorkshire.
6.S tills de video del enorme videowall HD.
y con toda la injusticia que supone este
juego, elegiría denominarlas experienciales. El factor común en todas ellas es que
están atravesadas por la experiencia del
artista. La gran mayoría de las obras que
se presentan actualmente en el Guggenheim de Bilbao no son simples paisajes,
sino que se trata de imágenes vividas por
un niño pequeño, procesadas durante
toda una vida y pintadas por un hombre
que maduró. Hay algo de los sentimientos vividos que se encuentra muy fresco
en su trabajo. Y desde ese lugar es muy
original, tomando como base de esta
palabra su raíz: está muy vinculada a su
origen, a él, a su persona.
Una enorme pregunta
por la representación
Si bien hay un acuerdo en el uso de la
perspectiva como forma de representación desde el Renacimiento para acá, es
claro que no es la única ni la mejor forma
de hacer imágenes. Muchas culturas no
occidentales, pero incluso representaciones europeas previas al Renacimiento,
incluyen otras formas de ordenar y jerarquizar el espacio en sus imágenes. Los
movimientos de vanguardia rompieron
violentamente con esta y muchas otras
convenciones. El mundo de los artistas
se dividió entre abstractos y figurativos. Y
entre los figurativos muchos continuaron
y continúan siendo fieles a la perspectiva
clásica. Hay una razón de ser. El uso de
lentes por parte de los artistas desde
varios siglos antes que se establezca la
perspectiva. La forma en la que nos enseñan en las instituciones escolares y como
construimos habitualmente la bidimensionalidad responde a las lógicas de la óptica
de lentes. Todo este preámbulo histórico
viene a que Hockney dedicó varios años
de su vida reciente a estudiar de donde
viene la tradición que se cristaliza en
la cámara fotográfica: la representación
monocular. Cualquier persona que haya
pasado por una academia de dibujo clásico tuvo que haber pasado por la extraña
situación de cerrar un ojo e intentar mantener el punto de vista. Es prácticamente
imposible, es forzado, es una técnica que
difiere fuertemente de lo que vivimos a
diario y que nos da nuestra visión estereoscópica que nos permite tener mucha
más profundidad en lo que vemos. Y a
partir de esta pesquisa, Hockney logró un
aporte más a la historia de la representación siguiendo una línea de trabajo abierta
por los cubistas a principios del siglo XX.
Si estudiamos la producción completa de
este artista, nos encontramos con una
cantidad abrumadora de piezas que pasan
por muchos estilos, técnicas y tamaños
distintos. La mayoría de sus series de
trabajos son tesis que abordan problemas
complejos de la problemática existente
entre la experiencia y su representación
bidimensional. Muchas de ellas incluyen
la noción de tiempo, de múltiples puntos
de vista y de foco del mismo sujeto. Son
apasionantes relecturas que se instalan
entre el cubismo y la metafísica con un
toque pop. Pero nunca es exactamente la
misma fórmula. Sus maniobras, a la larga,
resultan reconocibles, pero son tantos los
medios que complementan sus dibujos y
sus pinturas, que apasiona.
Las obras de la muestra
Luego de esta necesaria introducción voy
a comenzar a contar un poco de la muestra que se exhibe por estos días. Organizada por la Royal Academy of Arts en
colaboración con el Museo Guggenheim
Bilbao y el Museum Ludwig de Colonia.
David Hockney: una visión más amplia
es la primera gran muestra dedicada en
España a celebrar el relevante papel que
el paisaje desempeña en la trayectoria de
este artista, considerado en la actualidad
como el pintor británico en activo más
importante. Este proyecto no pretende
ser una retrospectiva. Por el contrario,
Hockney toma toda la segunda planta
del Gugg de Bilbao con 190 obras, que
incluyen oleos, acuarelas, fotos, carbonillas, fotos, dibujos realizados con Ipad
y video instalaciones de alta definición.
En su mayoría, realizadas en los últimos
años. Si bien se encuentran exhibidos
algunos pocos trabajos históricos, ya
incluidos entre los clásicos del arte contemporáneo como íconos legitimadores,
la exposición propone muchas de sus
experimentaciones más recientes en el
campo de la producción de imágenes. En
síntesis, estamos ante un artista reflexivo
que cita, se autocita y se reinventa a cada
instante. Describir 200 obras en tan poco
espacio se hace complejo, pero elegí
presentar cuatro grupos de obras que
sintetizan su trabajo.
Del collage fotográfico al iPad
En primer lugar, voy a hablar de una
obra que ya es un ícono de nuestra era.
Se trata de La autopista de Pearblossom,
un collage fotográfico realizado en los
ochenta, que incluye cientos de imágenes
tomadas desde distintos puntos de vista
y que recomponen la imagen como si
fuera una reinterpretación fotográfica del
cubismo. La imagen en sí es un cruce de
rutas típico norteamericano, en el que los
elementos varían su escala, proporción
y fuga. Propongo que vean la imagen y
calculen la innumerable cantidad de citas
y apropiaciones que tuvo esta forma de
collage. Esta pieza, si bien resulta fundamental para comprender y cuestionar la
fotografía contemporánea, fue realizada
por un pintor. La mayoría de las piezas en
la sala son pinturas. Pero al haber atravesado estas experiencias, los trabajos de
2
1
4
3
5
6
11
1.E l Túnel más próximo en invierno se llama esta
obra compuesta en seis lienzos.
2.W inter timber y sus estridentes colores.
3.R utas atravesando los pasiajes de la infancia
del artista.
4.E xquisitas reproducciones de la vegetación en
escala casi real.
5.U na de las piezas nuevas más impactantes está
compuesta en 32 lienzos desarrollados en 9 x
3,5 m.
El artista trabajando en su estudio.
Hockney incluyen estos múltiples puntos
de vista. De hecho, cuando hace paisajes
de su Yorkshire natal, pinta usando la
memoria y no solamente de los últimos
treinta segundos. Retener lo que vio el ojo
hasta que la mano lo reproduce, sino un
recuerdo más profundo, de una vida, de
como se recuerda a sí mismo en ese lugar
en distintos momentos de su vida. Entonces la variable tiempo es fundamental. Así como nuestros ojos no llegan a ver
todo lo que está a nuestro alrededor,
muchas de las pinturas de Hockney son
tan inmensas en sus proporciones que
el ojo no da abasto y hay que verlas por
partes. De hecho están pintadas en grillas
de bastidores, cada uno de dimensiones
grandes. Si bien en los sesenta se podía
pasar tal vez seis meses pintando estas
obras de gran tamaño, ahora lo hace en
pocos días. Muchas de ellas, representan
caminos, recorridos. Una metáfora de la
vida. Y se complementan de un modo
fantástico con una serie de trabajos
mucho más experimentales en los que
Hockney nos muestra imágenes más
fotográficas de la naturaleza de su Yorkshire, tomadas con un sistema de varias
cámaras de video HD ordenadas en grilla.
Este artefacto productor de videos para
una especie de tv wall de 18 monitores
HD de gran dimensión, ordenados como
una pantalla de cine, también es de su
creación. Cuando uno entra a la sala, se
encuentra con una exquisita edición de
filmaciones paralelas que se sincronizan
en varias pantallas a la vez con imágenes
del mismo lugar pero desde diferentes
puntos de vista. Si bien se comprende
la imagen completa, hay ligeros defasajes
y repeticiones de elementos entre los
planos. La calidad y cantidad de detalle es
infernal, inabarcable para el ojo. Es el full
HD multiplicado por 18, mucha información junta.
Las imágenes fueron tomadas desde un
auto avanzando por los mismos paisajes
en cuatro momentos del año distintos
y están reproducidos en cámara lenta.
Cuando el vehículo toma una curva
se produce un efecto increíble con el
defasaje de los puntos de vista ya que
el monitor del video wall tiene un punto
de vista propio. Los encadenados entre
escenas y las distintas épocas del año son
exquisitos, precisos, impresionantes. Como si esto fuera poco, Hockney, a los
setenta, se compró un iPhone y empezó
a hacer pequeños dibujos y a mandárselos a sus amigos como un simple regalo.
Este gesto evolucionó con el iPad a tal
nivel que en la muestra se presenta una
sala con iPads que contienen sus dibujos.
Si bien dice estar conforme con el resultado, esta técnica pone en evidencia uno
de sus tics, que consiste en limpiarse los
dedos como si realmente tuviera pintura
en los dedos. También bromea diciendo
que así como las flores que pinta en estos
dispositivos nos se marchitan, necesitan
baterías para estar vivas.
Arte que contagia
Hay algo que me pasa cuando veo las
obras de Hockney y es que tienen un elemento de investigación y de aprendizaje
en cada imagen que crea, que dan ganas
de continuar con esas inquietudes. Es
una generosidad implícita que tienen las
piezas. Son como juegos para la percepción, para una memoria sinestésica total
disparadas a partir de una serie de puntos
de vista. Resulta súper estimulante para el
ojo y para la mente, la idea de meterse en
la cabeza, pero sobre todo en el sentir de
este artista. Con operaciones muy sencillas, pero certeras, David Hockney logra
no solo contrarrestar la idea de la muerte
de la pintura, sino que nos demuestra que
está más viva que nunca.
1
2
3
4
5
13
Descargar