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TIEMPO DE CÍRCULO: ESTRATEGIA EDUCATIVA PARA MEJORAR LA
CONVIVENCIA EN LA SALA DE CLASES
Por Claudia Romagnoli
El tiempo de círculo no debería existir en forma aislada, sino ser un medio
permanente, junto a otras estrategias del colegio, para tratar problemas,
encontrar soluciones aceptables y mejorar la convivencia de curso.
Estructura y pautas generales para armar sesiones de “tiempo de círculo”
Antes de iniciar:
Establezca un horario para las sesiones de “tiempo de círculo”. Es
importante que todos los participantes estén enterados de su
programación. Se sugiere al menos una vez a la semana.
Planifique cada sesión de manera de cumplir con algún objetivo del
programa de orientación o similar que tenga el colegio. Es esencial
planificar las sesiones, decidir el tema y establecer los posibles
resultados de aprendizaje de la sesión.
Asegúrese que haya sillas cómodas correspondientes al tamaño de los
participantes. Los niños más pequeños pueden sentarse sobre el suelo,
lejos de posibles distracciones.
Inicialmente limite el tiempo dedicado a los “tiempo de círculo” -15
minutos para los niños pequeños, 30 minutos para los niños mayores.
Recuerde a los niños las habilidades sociales, emocionales y de
comportamiento que usarán durante el “tiempo de círculo”:
mirar a quien está hablando
escuchar atentamente
hablar cuando se tiene el turno
pensar para buscar solución a los problemas presentados, y
concentrarse.
A través de la valoración verbal y no-verbal, y a través de autoadhesivos o
posters, lleve la atención hacia estas habilidades también fuera del “tiempo
de círculo”.
Comience con algún breve juego que promueva la cohesión grupal, la
integración, que provea placer y diversión.
Inicio:
Implica una “ronda” que da a cada cuál la posibilidad de hablar. Un “objeto
para hablar” es usado para focalizar en un sólo hablante, y es una regla
básica que todos deben escucharlo. Oraciones claves son usadas para
estimular la participación. Para alumnos más jóvenes, el uso de juguetes
puede ser más efectivo.
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Establezca que todos los participantes tienen el derecho de
permanecer en silencio si así lo eligen, pero deben decir “paso”
cuando les toca el turno para hablar. Al final de la ronda la persona
que empezó la ronda, preguntará a quienes eligieron “pasar”, si ahora
desean hacer una contribución.
Se debería promocionar el ideal de la confidencialidad, concordándose
obligaciones realistas (si fuera muy grave la situación probablemente
habrá que abordarla con la dirección del colegio, protegiendo a quienes
“abrieron” el problema).
Los participantes pueden auto proclamarse para proponer un problema,
pero nadie puede elegir a otra persona en quien focalizarse.
Estimule a hablar constructivamente, sin descalificaciones ni burlas.
Se sugiere no ponerle nombres concretos a los participantes de los
problemas. No nombrar a otra persona en forma negativa. Deben decir,
por ejemplo, “alguien me está molestando en los recreos”, “no me
gusta, cuando las personas…”, en vez de usar un nombre específico.
Abriéndose:
Este es el “corazón” del “tiempo de círculo”, donde se invita a cualquiera
que quiera contar un problema que le gustaría mejorar. El estudiante
expone su problema (sin señalar nombres específicos, sino sólo el problema
que lo aqueja, por ejemplo: en los recreos a veces me siento sola). Luego se
invita a todos a dar su opinión, contar sus propias experiencias cuando les
ha sucedido algo similar, o simplemente ideas de cómo enfrentar y dar
solución al problema. También se les puede pedir directamente cómo cada
uno de ellos podrían ayudar al compañero/a para que supere su problema.
“Hay alguien que quisiera ayudar con este problema de “sentirse solo en el
recreo?”, “se les ocurre cómo xx se podría sentir mejor”?, “qué ideas podrían
ayudar a …..”? Se invita a los niños a decir: “ayudaré con……”.
En esta etapa, se puede incluso realizar actividades que permitan profundizar
en el problema (debate, títeres, role playing). La idea es que los alumnos
aprendan a ayudarse mutuamente para tratar estos problemas, generando
soluciones alternativas y estableciendo objetivos individuales, así como del
grupo-curso.
Asegúrese de monitorear todas las injusticias o problemas de curso.
Siempre finalice con un comentario positivo y reconociendo los avances
del curso para buscar solución a sus problemas y dificultades.
Celebrando el éxito:
Implica que los participantes toman conocimiento de los éxitos propios como
de los éxitos ajenos. Es una oportunidad para dar retroalimentaciones
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positivas al curso, enfatizando los logros, las soluciones de problemas, las
habilidades que han ido desarrollando, etc.
Como estrategia complementaria al Tiempo de Círculo, es una buena
idea establecer un “tiempo de escucha uno a uno”, como también un
“libro de pensamientos”, para que los niños que quisieran discutir
algo más con el/la profesora, que consideren demasiado íntimo o
controversial-, tengan un vehículo para hacerlo en privado.
Evalúe regularmente las sesiones de “tiempo de círculo” con los niños y
con su equipo de apoyo.
Calmando:
La última etapa tiene un sentido de cierre, y es un puente para la siguiente
parte del día escolar. Pueden ser breves actividades de visualización o
meditación o juegos quietos de cohesión.
Profesores que actúen como facilitadores efectivos mostrarán las
siguientes cualidades y habilidades:
Entusiasmo: una aproximación positiva hacia los niños y sus actividades
Buen contacto visual y la habilidad de mostrar cercanía emocional
“Escucha empática”
Habilidad para recapitular y resumir lo que un niño(a) ha dicho
Habilidad para mantener un ritmo animado durante la sesión
Habilidad para reforzar conductas positivas
Habilidad para responder pro-activamente a comportamientos
negativos
Habilidad para disfrutar construyendo estrategias creativas durante las
sesiones de círculo.
Un modelo sistémico de escuela
El “tiempo de círculo” es probablemente más efectivo si está enmarcado
dentro de una aproximación sistémica de escuela, tal como ocurre en el
Modelo de “toda la escuela un tiempo de círculo de calidad” desarrollado por
Jenny Mosley (www.circle-time.co.uk). Este describe una administración
escolar de tipo democrática y práctica, que trata asuntos sociales,
emocionales y de comportamiento a través de un enfoque sistémico.
El modelo mencionado ayuda a la escuela a crear un ethos, un ambiente o
clima escolar en que las habilidades sociales, emocionales y de
comportamiento pueden ser desarrolladas, y está diseñado para construir
un sentido de comunidad. Defiende la puesta en práctica de “tiempos de
círculos” para todos los grupos implicados en la escuela, que se unen entre sí
a través de representantes. Estos representantes de los círculos individuales
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pueden llevar los problemas que atañen a la escuela a las reuniones de los
“que toman decisiones en la escuela”. Así, toda la escuela se convierte en una
“escuela que escucha”, donde todos pueden influir en el desarrollo y vida
escolar.
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