JULIÁN CABALLERO AGUADO S Procurador entencia 20/2012, de 16 de febrero de 2012, del Pleno del Tribunal Constitucional, dictada bajo ponencia del magistrado Eugeni Gay Montalvo, que desestima una cuestión de inconstitucionalidad planteada por el Juzgado de Primera Instancia nº 8 de A Coruña, en relación con el Art. 35, apartado 7, párrafo 2, de la Ley 53/2002, de 30 de diciembre, de medidas fiscales, administrativas y del orden social, por la posible vulneración de lo dispuesto en el Art. 24.1 CE. Nº 97/Abril 2012 Jurisprudencia Constitucionalidad de la exigibilidad del pago de la tasa judicial 38 D EDUCÍA el órgano judicial que al no abonarse la tasa ni siquiera en el plazo de subsanación, la con­ secuencia sería la no admisión de la demanda mediante el dictado de una resolución en forma de auto (Art. 206.2.2 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, en conexión con el Art. 266.5 de la misma ley). Este planteamiento de­ terminaba, según el órgano judicial, que el Art. 35.7.2 de la Ley 53/2002, suscitara dudas de constitucionalidad por vulneración del derecho de acceso al proceso, regulado en el Art. 24.1 CE. En resumen, esta amplia sentencia del Tribunal Constitucional dice que: Procuradores 1. No se han suscitado dudas acerca de la legitimidad de los fines que persigue la tasa, en cuanto se diri­ ge a financiar el servicio público de la Administración de Justicia con cargo a los justiciables que más se benefician de la actividad jurisdic­ cional, disminuyendo correlativa­ mente la financiación procedente de los impuestos a cargo de todos los ciudadanos. La Justicia puede ser declarada gratuita, como hizo la Ley 25/1986. Pero resulta obvio que la Justicia no es gratis. Si los justiciables no abonan el coste del funcionamiento de la Justicia, el Poder Judicial debe ser financia­ do mediante impuestos, sufraga­ dos por los contribuyentes. Aunque resulta evidente que la Justicia, en tanto que garantía del Estado de Derecho, implica bene­ ficios colectivos que trascienden el interés del justiciable conside­ rado individualmente, lo cierto es que la financiación pura mediante impuestos conlleva siempre que los ciudadanos que nunca acuden ante los tribunales estarían coad­ yuvando a financiar las actuacio­ nes realizadas por los juzgados y las salas de Justicia en beneficio Esta conclusión general sólo po­ dría verse modificada si se mostrase que la cuantía de las tasas esta­ blecidas por la Ley 53/2002, de 30 de diciembre, son tan elevadas que impiden en la práctica el acceso a la jurisdicción o lo obstaculizan en un caso concreto en términos irra­ zonables, atendiendo a los criterios de la jurisprudencia expuestos en el fundamento jurídico. En esta misma línea se ha pro­ nunciado el Tribunal Europeo de Derechos Humanos que, a partir de la sentencia Kreuz contra Polo­ nia, de 19 de junio de 2001 (asunto núm. 28249/95), mantiene que el requisito de abonar tasas judiciales en procesos civiles no infringe por sí solo el derecho de acceso a un tribunal protegido por el Art. 6.1 del Convenio de Roma. Sin embargo, la cuantía de las tasas no debe ser excesiva, a la luz de las circuns­ tancias propias de cada caso, de tal modo que impida satisfacer el contenido esencial del derecho de acceso efectivo a la Justicia (en el mismo sentido, SSTEDH de 26 de julio de 2005, Kniat c. Polonia, as. 71731/01; 28 de noviembre de 2006, Apostol c. Georgia, as. 40765/02; y 9 de diciembre de 2010, Urbanek c. Austria, as. 35123/05). Procuradores Jurisprudencia de los márgenes constitucionales (STC 185/1995, de 14 de diciembre, FJ 6 a). La libertad de configuración del legislador alcanza igualmente a la vertiente del gasto público. Con ocasión de enjuiciar el régimen de Justicia gratuita que había estable­ cido la Ley 34/1984, de 6 de agos­ to, se subrayó que la Constitución no ha proclamado la gratuidad de la Administración de Justicia, sino “un derecho a la gratuidad de la jus­ ticia en los casos y en la forma que el legislador determine”, tal y como dispone el Art. 119 CE. 2. La tasa judicial vigente desde el 1 de abril de 2003 tiene un ámbito limitado, que viene claramente defi­ nido por las numerosas exenciones objetivas y subjetivas que enumera el apartado 3 de dicho Art. 35. En todo caso, debe ponerse de mani­ fiesto que en principio no vulnera la Constitución que una norma de rango legal someta a entidades mer­ cantiles, con un elevado volumen de facturación, al pago de unas tasas que sirven para financiar los costes generados por la actividad jurisdiccional que conlleva juzgar las demandas que libremente de­ ciden presentar ante los tribunales del orden civil para defender sus derechos e intereses legítimos. Nº 97/Abril 2012 de quienes demandan Justicia una, varias o muchas veces. Optar por un modelo de finan­ ciación de la Justicia civil mediante impuestos o por otro en el que sean los justiciables quienes deben sub­ venir a los gastos generados por su demanda de Justicia mediante tasas o aranceles, o bien por ­cualquiera de los posibles modelos mixtos en donde el funcionamiento de los tribunales del orden civil es finan­ ciado parcialmente con cargo a los impuestos y con cargo a tasas abo­ nadas por quienes resultan benefi­ ciados por la actuación judicial, en distintas proporciones, es una deci­ sión que en una democracia, como la que establece la Constitución es­ pañola, corresponde al legislador. Como ha declarado una conso­ lidada jurisprudencia, el legislador goza de un amplio margen de libertad en la configuración de los im­ puestos y los demás tributos que sirven para sostener los gastos pú­ blicos. En el ejercicio de su libertad de configuración normativa, el le­ gislador debe tomar en considera­ ción las circunstancias y los datos relevantes, atendida la naturaleza y finalidad de los distintos impues­ tos, tasas y otras figuras tributa­ rias que puede establecer, dentro 39 “ Las sociedades de grandes dimensiones, según la legislación tributaria, sólo pueden obtener la prestación de la actividad jurisdiccional cuando presenten demandas civiles si liquidan y abonan una tasa que permite sufragar parcialmente el coste que implica para la Justicia atender y resolver su demanda 3. Lo que ha hecho el legislador no es establecer un impuesto que grave a quienes demandan justicia ante los tribunales del orden civil, im­ puesto que efectivamente podría ser gestionado por la Administra­ ción tributaria mientras aquéllos seguían sustanciando los procesos judiciales. El legislador ha estableci­ do una tasa, que es un tributo que, a diferencia de los impuestos, debe ser satisfecho, total o parcialmente, como requisito imprescindible para iniciar la prestación del servicio o la realización de la actividad que benefician de modo particular al sujeto pasivo, tal y como establece con carácter general la legislación tributaria, reformada para adaptar­ se a la doctrina constitucional de­ clarada en la sentencia de Pleno 185/1995, de 14 de diciembre (Arts. 6 y 15.1 de la Ley General Tributaria de 28 de diciembre de 1963, en la redacción dada por la Ley 25/1998, de 13 de julio, que coincide con las disposiciones vigentes, aprobadas por la Ley 58/2003, de 17 de di­ ciembre, y la Ley 8/1989, de 13 de abril, de tasas y precios públicos). Aunque tanto los impuestos como las tasas son creados en ejercicio de la potestad tributaria, “el hecho imponible de la tasa se vincula a una actividad o servicio de la Ad­ ministración pública, mientras que 40 Procuradores Jurisprudencia Nº 97/Abril 2012 Modelo vigente de la tasa judicial. el hecho imponible del impuesto se relaciona con negocios, actos o hechos que ponen de manifiesto la capacidad económica del sujeto pa­ sivo. Ello a su vez conlleva que en las tasas la determinación del sujeto pasivo se realice por referencia a la actividad administrativa y el impor­ te de la cuota se fije esencialmente atendiendo al coste de la actividad o servicio prestado por la Adminis­ tración, con los que tiene una rela­ ción más o menos intensa de con­ traprestación” (STC 296/1994, de 10 de noviembre, FJ 4). Y ello es así sustancialmente en este caso, aunque en él y además del servicio a los ciudadanos, deba reconocerse que el acceso a la ju­ risdicción no es equivalente a la prestación de un servicio público por la Administración, ya que se trata de la puesta en marcha de un proceso ante un Poder del Estado en ejercicio del derecho fundamen­ tal a la tutela judicial efectiva. Lo que el legislador ha decidido, en términos que son constitucional­ mente irreprochables, es que las so­ ciedades de grandes dimensiones, según la legislación tributaria, sólo puedan obtener la prestación de la actividad jurisdiccional cuando presenten demandas civiles si liqui­ dan y abonan una tasa que permite sufragar parcialmente el coste que implica para la Justicia atender y resolver su demanda. La previsión legal de que, si la tasa judicial no es liquidada y abonada, la potestad jurisdiccional civil no debe ser ejer­ cida en beneficio del sujeto pasivo, es una consecuencia ineludible de la regulación legal, que no suscita reparo de constitucionalidad. Es lícito que el legislador adopte medi­ das para lograr un alto grado espon­ táneo de la obligación de pagar un tributo legítimo, aun cuando esas medidas incidan en el ejercicio del derecho de acceso a la jurisdicción, como dijo la sentencia 133/2004, de 22 de julio (FJ 4). 4. En definitiva, concluye la senten­ cia manifestando que es evidente que las tasas judiciales establecidas por la Ley 53/2002 como con­ dición para que los tribunales del orden jurisdiccional civil den curso a las demandas presentadas por los justiciables son tributos cuyo he­ cho imponible no es ajeno a la fun­ ción jurisdiccional y que imponen una carga económica que persigue un fin vinculado al proceso mismo. Por consiguiente, es constitucio­ nalmente válida la limitación im­ puesta por la norma legal enjuicia­ da, que consiste en condicionar la sustanciación del proceso instado en la demanda civil que presentan las personas jurídicas con áni­ mo de lucro, sujetas al impuesto de sociedades y con una facturación anual elevada, a que acrediten que han satisfecho el deber de contri­ buir al sostenimiento del gasto pú­ blico que conlleva el ejercicio de la potestad jurisdiccional, que les beneficia de modo particular en la medida en que juzga las pretensio­ nes deducidas en defensa de sus derechos e interés legítimos en el orden civil. q P OR el juzgado de instancia se había inadmitido una demanda de proceso monitorio por no estar el pro­ curador firmante de la misma, apodera­ do por su cliente, habilitado para actuar ante los juzgados de la localidad en que se presentó, al figurar en el poder como procurador de otra localidad diferente de la Comunidad de Madrid. Se interpuso recurso de apelación contra el auto de inadmisión alegán­ dose infracción del Art. 5 de la ley 25/2009, al no haber tenido en cuenta que éste otorga a los colegios de pro­ curadores la habilitación ante los tri­ bunales. Por lo que siendo procurador quien presentó la demanda y estando habilitado por el colegio debió admi­ tirse la demanda de conformidad con los Arts. 23 LEC y Art. 5 de la Ley de 22 de diciembre de 2009; refiriendo en apoyo de su argumentación lo re­ suelto por auto de la misma Audiencia –Sección 12ª– de fecha 22 de junio de 2011. El auto ahora comentado resuelve el recurso manifestando que la razón por la que no se admitió la demanda monitoria fue por no estar el procu­ rador firmante de la misma habilitado para actuar ante los juzgados de la lo­ calidad de presentación de la demanda; afirmación que no comparte porque sin discutir que no constara que se le apoderara para dicha localidad no por ello se puede inferir su falta de habilitación porque ésta no se deriva del apoderamiento, sino de estar co­ legiado. La solicitud de juicio monitorio fue presentada por procurador –licenciado en Derecho– que está habilitado porque está colegiado. Y así resulta de lo dispuesto en el Art. 3 –colegiación– de la Ley 2/1974, modificado por el Art. 5 de la ley 25/2009, en el que se dice “la incorporación a uno solo de ellos –colegios territoriales–, que será el del domicilio profesional único o principal, para ejercer en todo el terri­ torio español”. El Sr. M.L. es procura­ dor, colegiado en Madrid, por lo que está habilitado para actuar en la locali­ dad de presentación de la demanda, sin que le sea exigible ni otra colegiación específica en su caso ni que así se re­ señe en el poder, porque no procede identificar apoderamiento con habilita­ ción; está apoderado y así resulta del poder que aportó y está habilitado en cuanto está colegiado en Madrid. Concluye el auto comentado mani­ festando que: “El motivo por el que se inadmitió la demanda no es de recibo, debiendo el tribunal resolver la proce­ dencia o no atendiendo a lo dispuesto en las normas reguladoras del Juicio monitorio –Arts. 812 y siguientes–”. q Se está apoderado si así resulta del poder, y se está habilitado en cuanto se está colegiado Procuradores Nº 97/Abril 2012 A uto de la Sección 21ª de la Audiencia Provincial de Madrid de fecha 31 de enero de 2012, dictado bajo ponencia de la magistrada Rosa María Carrasco López, que aborda la problemática suscitada cuando en el poder para pleitos figura una adscripción territorial del procurador diferente a la del territorio del órgano judicial en que radica el pleito. Jurisprudencia No procede identificar apoderamiento con habilitación 41