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DE LA ESTRUCTURA DOMÉSTICA AL ESPACIO SOCIAL.
LECTURAS ARQUEOLÓGICAS DEL USO SOCIAL DEL ESPACIO
Sonia Gutiérrez Lloret e Ignasi Grau Mira (eds.)
DE LA ESTRUCTURA DOMÉSTICA
AL ESPACIO SOCIAL.
LECTURAS ARQUEOLÓGICAS
DEL USO SOCIAL DEL ESPACIO
PUBLICACIONES DE LA UNIVERSIDAD DE ALICANTE
Este volumen ha sido realizado en el marco del proyecto de investigación «Lectura arqueológica del uso social del espacio. Análisis transversal de
la protohistoria al Medioevo en el Mediterráneo Occidental» (HAR2009-11441) del Ministerio de Ciencia y Tecnología, y su edición ha contado
igualmente con financiación del Ministerio de Economía y Competitividad (HAR2011-15720-E), la Consellería de Educación, Formación y Empleo
de la Generalitat Valenciana (AORG/2012/205) y la Universidad de Alicante.
Universitat d’Alacant
Universidad de Alicante
Publicaciones de la Universidad de Alicante
Campus de San Vicente s/n
03690 San Vicente del Raspeig
[email protected]
http://publicaciones.ua.es
Teléfono: 965 903 480
© los autores, 2013
© de la presente edición: Universidad de Alicante
© Ilustración de la cubierta: Fernanda Palmieri (artículo de Elizabeth Fentress)
ISBN: 978-84-9717-287-5
Depósito legal: A 663-2013
Editores científicos: Sonia Gutiérrez Lloret, Ignasi Grau Mira
Coordinadora técnica: Victoria Amorós Ruiz
Diseño de cubiertas: candela ink
Composición: Marten Kwinkelenberg
Impresión y encuadernación:
Kadmos
Reservados todos los derechos. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o
transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo
excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos,
www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
índice
presentación........................................................................................................................................9
Sonia Gutiérrez Lloret e Ignasi Grau Mira
LAS ÁREAS DE ACTIVIDAD Y LAS UNIDADES DOMÉSTICAS COMO UNIDADES DE
OBSERVACIÓN DE LO SOCIAL: DE LAS SOCIEDADES CAZADORAS-RECOLECTORAS
A LAS AGRICULTORAS EN EL ESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA............................................13
Francisco Javier Jover Maestre
Todo queda en casa: espacio doméstico, poder y división social en la
Edad del Hierro del NW de la Península Ibérica..........................................................39
Xurxo M. Ayán Vila
Unidad doméstica, linaje y comunidad: estructura social y su espacio
en el mundo ibérico (ss. VI-I aC).................................................................................................57
Ignasi Grau Mira
EL ESPACIO DOMÉSTICO Y SU LECTURA SOCIAL EN LA PROTOHISTORIA DE
CATALUÑA (S. VII – II/I A.C.).................................................................................................................77
Maria Carme Belarte
DEL ESPACIO DOMÉSTICO A LA ESTRUCTURA SOCIAL EN UN OPPIDUM IBÉRICO.
REFLEXIONES A PARTIR DE LA BASTIDA DE LES ALCUSSES...................................................95
Jaime Vives-Ferrándiz Sánchez
Espacio doméstico y estructura social en contextos púnicos.........................111
Helena Jiménez Vialás y Fernando Prados Martínez
Utilitas frente a venustas: viviendas populares de la antigua Roma............127
Jaime Molina Vidal
Análisis social de la arquitectura doméstica romana en la región del
Alto Duero: una aproximación sintáctico-espacial.................................................141
Jesús Bermejo Tirado
La casa romana como espacio social y religioso: proyección social de
la familia a través del culto....................................................................................................155
María Pérez Ruiz
LA CASA ROMANA COMO ESPACIO DE CONCILIACIÓN ENTRE EL ÁMBITO DOMÉSTICO
Y LA REPRESENTACIÓN SOCIO-ECONÓMICA DEL DOMINUS:
ALGUNOS CASOS DE ESTUDIO DEL CONVENTUS CARTHAGINIENSIS....................................169
Julia Sarabia Bautista
Città senza case: la domus come spazio pubblico nei municipia
dell’Umbria...........................................................................................................................................191
Simone Sisani
Espacio social y espacio doméstico en los asentamientos campesinos
del centro y Norte peninsular (siglos V-IX d.C.)...........................................................207
Alfonso Vigil-Escalera Guirado
Spazio sociale e spazio domestico nel Lazio medievale: il caso di
Tuscolo....................................................................................................................................................223
Valeria Beolchini
Reconsidering Islamic Houses in the Maghreb.............................................................237
Elizabeth Fentress
Coming back to Grammar of the house: social meaning of Medieval
households...........................................................................................................................................245
Sonia Gutiérrez Lloret
Contribution à l’étude de l’habitat des élites en milieu rural dans
le Maroc médiéval: quelques réflexions à partir de la Qasba d’Îgîlîz,
berceau du mouvement almohade........................................................................................265
Ahmed S. Ettahiri, Abdallah Fili et Jean-Pierre Van Staëvel
Viviendas medievales al sur del Anti-Atlas (Marruecos). Problemas de
estudio y especificidades............................................................................................................279
Youssef Bokbot, Yasmina Cáceres Gutiérrez, Patrice Cressier, Jorge De Juan Ares, María del Cristo
González Marrero, Miguel Ángel Hervás Herrera y Jorge Onrubia Pintado
EL AGADIR DE ID AYSA (AMTUDI, MARRUECOS). MATERIALIDAD Y ESPACIO SOCIAL.. 299
Marie-Christine Delaigue, Jorge Onrubia Pintado y Youssef Bokbot
Aportaciones metodológicas al estudio de la vivienda islámica..................313
Víctor Cañavate Castejón
Problemas de la vida cotidiana: algunas reflexiones teóricas para un
análisis social en Arqueología de la domesticidad................................................325
Jordi A. López Lillo
Una visión del espacio desde la arquitectura. Tres formas de
comprender las dimensiones del espacio doméstico...............................................341
Débora Marcela Kiss
Utilitas frente a venustas: viviendas populares de
la antigua Roma
Jaime Molina Vidal
Universidad de Alicante
1. Introducción y justificación
Cuando pensamos en las viviendas de la antigua Roma
necesariamente se agolpan las imágenes de grandes villae rusticae, de la casa del Fauno de Pompeya, de los
palacios imperiales o de las magníficas villae maritimae de Baia. Se trata de imágenes construidas a partir
de las fuentes escritas, que nos describen las formas
de hábitat de sus autores o de los lectores a los que
van dirigidas: predominantemente pertenecientes a
la oligarquía. Pero de forma paralela se trata de una
construcción derivada de las fuentes materiales, de la
arqueología, que en su vertiente más monumentalista,
filológica o romántica nos ha proyectado un mundo romano de ricas oligarquías concordante con la realidad
proyectada en sus escritos, y frecuentemente con la
perspectiva social de los investigadores. Todo ello en
coherencia con la construcción de discursos históricos
elitistas, no exclusiva de la época antigua y común en
cualquier periodo histórico, en los que las clases sociales subalternas se hacían casi invisibles. En el caso
romano ocultas ante la majestuosidad del modelo de
la gran domus o la opulencia de las villae de otium de
las aristocracias.
El propósito de este trabajo no es otro que incidir
en la necesidad de analizar esas estructuras habitativas
no aristocráticas. Hemos de poner de relieve que son
precisamente esas estructuras poco suntuosas las más
comunes y abundantes, las que servirían de vivienda a
la mayoría de la población, especialmente en sociedades muy polarizadas y con débiles clases medias, como
la romana. Sin embargo, no es ésa la imagen proyectada por las fuentes escritas y hay que rebuscar para encontrar referencias, normalmente muy indirectas, a los
tipos de viviendas más humildes. Por otra parte no ha
sido sólo el interés preferente de la arqueología clásica
hacia aquellos restos más monumentales, sino que la
menor calidad de los materiales de este tipo de construcciones ha hecho que sus restos hayan dejado menos
vestigios pasando desapercibidos para la investigación,
sin ni siquiera dejar restos materiales detectables.
Este planteamiento general se ve completado
por prejuicios a la hora de analizar e interpretar los
restos materiales que no responden al canon, prejuicios en muchas ocasiones inducidos por las propias
fuentes escritas. Nos referimos al problema que se
plantea cuando, por ejemplo, excavando en ámbitos
provinciales, en nuestro caso Hispania Tarraconense, hallamos restos de viviendas que no responden al
canon romano de casa con atrio. En las excavaciones
del establecimiento campesino de El Cabezo-Clot de
Galvany (Elche, Alicante) encontramos una granja
del siglo i d.C. con formas constructivas difíciles de
identificar con los cánones romanos (Grau y Molina,
2013). El primer impulso es interpretarlo desde parámetros no romanos, desplazando el foco de atención
hacia las estructuras «indígenas» del mundo ibérico.
Pero además de haber pasado dos siglos desde la conquista romana, por lo que el proceso de romanización
ya se encontraba muy avanzado, creemos que atribuir
este tipo de construcciones no canónicas a variedades
o particularismos provinciales, cuando no bárbaros
como indican las propias fuentes escritas, puede ser
un punto de vista parcial o sesgado. Cuando hallamos
estas estructuras normalmente sencillas, de articulación simple y no canónica, las cuestiones que se plantean son muy variadas. ¿Con qué estructuras hemos de
compararlas? ¿Con la domus romana o con las casas
ibéricas? ¿Encontramos estructuras de este tipo en ámbitos itálicos no provinciales? ¿Es el modelo de casa
con atrio el único referente habitativo romano? ¿Cuál
es la naturaleza social de la casa con atrio romana?
¿Vivían las clases bajas en casas con atrio? ¿Dónde
y cómo vivirían los grupos campesinos del ager ilicitano? Demasiadas preguntas, demasiadas dudas, para
atreverse a hacer interpretaciones de carácter estrictamente cultural (indígenas vs romanos), obviando
cuestiones que tradicionalmente han permanecido
en el lado oculto de la historia como las formas de
vida, hábitat, viviendas de las clases bajas, o los propios condicionamientos económicos de las formas de
implantación poblacional. El problema se trasladaba
128
Jaime Molina Vidal
al ámbito general, necesitando tener puntos de comparación en ámbito romano. Hagamos, por tanto, un
ejercicio de pedagogía analizando dónde y cómo vivían esos grupos subalternos, acudiendo a ejemplos
clásicos de ciudades como Roma, Ostia, Pompeya o a
estudios de diversas tipologías habitativas del ámbito
agrario itálico y provincial. Las preguntas que articulan todo el discurso siguen siendo: ¿es la casa con atrio
o la domus canónica el modelo general de referencia o
sólo de un grupo social?, ¿es la norma o la excepción?,
¿o depende de su contexto social? Estas cuestiones no
dejan de tener carácter retórico en la medida que partimos del cuestionamiento del recurso cultural como
único medio interpretativo frente o junto a las causas y
condicionamientos de carácter social en la configuración de los espacios habitativos.
2. Viviendas populares en las
fuentes escritas: casae, tuguria E
insulae
Las fuentes escritas nos permiten hacer una aproximación, siquiera, primaria a las viviendas de las clases
bajas y subalternas, realizadas con materiales menos
resistentes. Se trata, no obstante, de aproximaciones
tangenciales o indirectas a un tema ajeno al tratado de
construcción de Vitruvio o a las obras de los grandes
escritores, todos ellos al servicio de las oligarquías, o
vinculados de una u otra forma a ellas. No es extraño,
por tanto, que cuando se haga referencia directa a este
tipo de viviendas pequeñas, oscuras y de baja calidad
se relacionen preferentemente con territorios conquistados lejanos o con épocas pasadas de la propia Italia,
poniéndolas en relación con poblaciones más primitivas
(Tácito, Germania 16) o fases anteriores al esplendor
constructivo de la época en la que escriben. Se postula
así una asociación entre «grado de desarrollo cultural»
y tipo de construcción obviando los vínculos entre este
tipo de construcciones y la extracción social de sus habitantes, como si en la fastuosa ciudad de Roma o en los
campos de Italia, el centro del imperio no fuera posible
encontrar otra cosa que grandes casas canónicas de tipo
atrio o lujosas villae edificadas con materiales nobles.
M. Vitruvio (1, 3, 2) planteaba la necesidad de que
toda edificación cumpliera los requisitos básicos del canon utilitas, venustas y firmitas, aunque como veremos
a continuación una gran mayoría de edificios se ceñía
sólo a la primera condición, la funcionalidad, organizando sus escasos espacios según las necesidades o posibilidades de sus habitantes. Sobre su belleza (venustas) habría poco que comentar, mientras que la solidez
o consistencia de los edificios (firmitas) parece que en
demasiadas ocasiones fue sometida a las necesidades
especulativas, las condiciones del terreno o los medios
disponibles, convirtiendo la debilidad de la construcción en una característica propia de este tipo de edificaciones como señala Juvenal (Satiras III, 190 y ss.). Todo
ello sin prestar la más mínima atención a algunos de
los elementos básicos que según Vitruvio conforman la
arquitectura como la ordenación, disposición, euritmia,
simetría o al ornamento, ni siquiera la disposición, en
la medida que es difícil elegir terrenos, orientaciones y
materiales en muchos tipos de edificación popular.
Es muy interesante el trayecto trazado por Vitruvio (2, 1) cuando, hablando del origen de los edificios, plantea paralelismos entre el grado de «talento y
astucia»1 de las comunidades y los tipos de edificios,
materiales y construcciones que emplean, obviamente culminado en las grandes construcciones romanas
objeto preferencial de su obra. Vitruvio nos habla de
construcciones de madera, paja, barro, cañas que no
sólo se emplearon en los orígenes, materializados en la
mítica cabaña de Rómulo en el Capitolio (Vitruvio 2,
1, 5; Val. Max, 2, 8, pr.), sino que en su época todavía
eran habituales «in Gallia Hispania Lusitania Aquitania» o en la propia Grecia, pero les atribuye un carácter
primitivo y poco profesional, alejado del pensamiento
y la reflexión, pues entre otras deficiencias no conocen
la simetría (Vitruvio 2, 1, 4-5). Un planteamiento que
curiosamente no se ha dejado de utilizar en numerosas
interpretaciones científicas que correlacionan grado
de desarrollo con tipo de edificación, sin considerar
el factor social en el que se insertan las edificaciones,
su funcionalidad y la nula necesidad que los grupos
sociales no oligárquicos tienen de proyectarse formalmente y de representarse públicamente. La construcción de una «arqueología filológica» que perseguía el
descubrimiento de los edificios y referencias contenidas en las fuentes escritas, desarrolló un interés preferente por las monumentales construcciones romanas,
las lujosas viviendas aristocráticas o las grandes villas
señoriales vinculadas a la producción agrícola intensiva y el «otium» de sus señores, dejando en la sombra
de la investigación el análisis y descubrimiento de esas
otras estructuras, viviendas no aristocráticas, que no
aparecían en las aristocráticas fuentes literarias.
Existió una denominación propia, diferente a la
domus, para este tipo de habitáculos y viviendas marginales, muy abundantes aunque apenas referenciadas
por las fuentes: tuguria, casae, cenaculae, insulae o
villulae, entre otras. Las características básicas de estas viviendas son sus reducidas dimensiones, la baja
calidad de los materiales empleados y su estructuración
secuencial (carente de los característicos patios centrales, atrios o peristilos, de la domus), o con pasillos o
porches que permiten el acceso y distribución a sus dependencias. En el ámbito rural cabría destacar su carácter aislado y el uso de cubiertas poco resistentes como
el barro o la paja, aunque en áreas donde el proceso de
romanización se encuentra muy avanzado conviviendo
1. «Cum autem cotidie faciendo tritiores manus ad aedificandum profecissent et sollertia ingenia exercendo per consuetudinem ad artes pervenissent, tum etiam industria in animos
eorum adiecta perfecit ut qui fuerunt in his studiosiores fabros esse se profiterentur» (Vitruvio, 2, 1, 6).
Utilitas frente a venustas: viviendas populares de la antigua Roma
con la utilización de cubiertas de teja. Muy escasas son
las referencias escritas que encontramos de este tipo de
viviendas o de su simple compartimentación interior
(Ovidio, Metam. 8, 628; Apuleyo, Metam., 4, 12; Tito
Livio III,13,10; III,26,9; V,53,8; XLII,34,2), en todos
los casos haciendo referencia a personajes de extracción social bajísima y condición poco más que miserable que por otra parte conforman la mayor parte de la
población como es lógico en una sociedad de carácter
oligárquico, como la romana. Por lo que tampoco tenemos referencias suficientes de las viviendas de las
clases sociales bajas o medias, las señaladas casae y
tuguria, que habrían de diferenciarse de la domus urbana o la villa rustica de las clases acomodadas.
De igual forma hayamos población de extracción
social baja viviendo en las propias tabernae u officinae
(Dig. 5,1,19) en las que trabajan, que por definición
eran habitables (Ulpiano 50, 16, 183); en trastiendas,
almacenes y altillos (pergulae), como podemos observar en múltiples ejemplos de Pompeya y Herculano,
o de forma más genérica en pequeñas habitaciones o
cubicula (Fernández Vega, 2003, 418-428), muchas de
ellas en áreas inundables (Tácito, Historias 1, 86, 2),
insalubres y probablemente a nivel de suelo, o incluso en semisótanos. Es decir, hallamos un conjunto de
nombres que hacen referencia a estancias y espacios
de reducido tamaño y utilidad múltiple en los que pequeños comerciantes y poblaciones subalternas compaginarían trabajo y vivienda, algo impensable entre
los grupos aristocráticos.
Aún podemos encontrar habitáculos más degradados
y pobres como parece señalar el simple término cella
(celda, habitáculo, mazmorra o habitáculo de esclavos)
que aparece asociado a personas de condición miserable
o servil (Apuleyo Met. 10,13, 6; Marcial 3,30; Juvenal
7, 28) (Fernández Vega, 2003, 429-30) y que podríamos
identificar, por ejemplo, con las estrechas y oscuras habitaciones del lupanar de Pompeya (VII, 12, 18).
No obstante, existe un tipo de vivienda más común,
igual de simple y menos degradada, pues es ocupada
por grupos sociales populares no tan miserables: los pisos de apartamentos (cenaculae). Éstos pueden ocupar
espacios aislados o extenderse por la manzana completa
(insula), formando bloques de varias alturas, similares
a nuestros edificios de pisos, compuestos por viviendas sencillas, con pocas estancias y muy funcionales,
es decir, sin dependencias de representación. Literalmente una insula es un bloque de casas delimitado sólo
por las calles adyacentes (Festus-Paulus, IX), aunque
obviamente aplicamos el término también a distintos
bloques, casas con desarrollo en altura o pisos (Gelio
15, 1) que no necesariamente ocupan la manzana completa y que están ocupados por varios vecinos (Fernández Vega, 2003, 437), siendo denominados de forma
individual como cenaculae. Este tipo de viviendas lo
hallamos preferentemente en las grandes ciudades de
la Antigüedad, destaca el ejemplo de Ostia o Roma, al
estar ligado a una importante presión demográfica que
obliga a aprovechar el territorio urbano en altura. No
129
es un tipo de vivienda exclusivo de la antigua Roma
pues hallamos noticias de casas o bloques de viviendas
en altura en Babilonia (Heródoto 1, 180), en Tiro (Estrabón 16, 1, 5) (Pesando, 1987: 167), en Atenas o en
la Cartago conquistada por los romanos del siglo ii a.C.
donde se mencionan bloques de seis plantas (Apiano
8, 128). En Roma el uso de los bloques de pisos era
frecuente y era muy famosa su proliferación (Estrabón,
XVI, 2, 23), remontándose al menos al siglo iii a.C.
(Livio 21, 62,3). Parece que se generalizó la construcción en altura, especialmente en tiempos de Augusto,
cuando el crecimiento demográfico de la urbe dinamizó el crecimiento urbanístico ampliando la altura de los
edificios (Vitrubio II, 3, 63-65). Fue tal el crecimiento
en altura de la ciudad en esta época que hubieron de desarrollar legislación nueva, la lex Iulia de modo aedificiorum, para prohibir a los particulares edificar insulae
de más de 70 pies de altura (6-7 pisos) para las casas
que daban a la calle (Estrabón V, 3, 7; Suetonio, Augusto, 89) (Carcopino, 1993, 48), aunque no impedía construir a mayor altura en el interior (Castagnoli et. al.,
1958, 61). El peligro de hundimiento de las viviendas
no cesó, como nos indica Juvenal (Satiras III, 190 y ss.)
casi un siglo después, cuando nos alerta sobre la altura,
la debilidad y los incendios de los edificios, y general
de la insalubridad de las casas de los pobres. Sin duda,
y como solía ser habitual en Roma, el problema no se
vio mitigado por las leyes, ya que un siglo después el
emperador Trajano trató de reimplantar la mencionada
ley augustea de edificación, aumentando la limitación
de altura a 60 pies (Aurelius Victor, Epitome, 13,13;
Digesto XXXIX, I, 1, 17). El desorden urbanístico y
el crecimiento en altura parecería materializarse en la
conocida insula Felicles de Roma, un enorme edificio
de alquiler construida en tiempos de Septimio Severo
(Carcopino, 1939, 47) que dos siglos después todavía
era citado como una estructura descomunal, tan alta
que en sus pisos altos habitarían los dioses (Tertuliano,
Adv. Val, 7).
En cualquier caso, y al hilo del discurso básico de
este trabajo, cabría destacar que la proporción de casas tipo domus respecto a las de carácter más concentrado, popular y edificado en altura fue menor, sobre
todo en ciudades de fuerte presión demográfica como
Roma. La imagen ofrecida por ciudades de segundo
nivel como Herculano o Pompeya, donde predominan las edificaciones de escasa altura, se contrapone
a ciudades más densamente pobladas y con modelos
más metropolitanos como Ostia. Para Roma los Regionarii del siglo iv, nos presentan un claro predominio
de este tipo de viviendas populares de pisos (insulae)
(46.602), frente a las viviendas privadas tipo domus
(1797), una proporción cercana al 1/26 (Carcopino,
1939, 45). Desgraciadamente son tan escasos los casos de ciudades parcialmente bien conservadas, como
los ejemplos de las ciudades sepultadas del Vesubio,
que su visión genera un modelo necesariamente paradigmático, aunque sepamos que no sirva de manera
generalizada.
130
Jaime Molina Vidal
3. Las evidencias materiales en la
ciudad
La arqueología tampoco ha sido ajena a la perspectiva
elitista pues, como el resto de disciplinas históricas, ha
seleccionando temas, objetos de estudio y excavaciones en función del grado de suntuosidad, monumentalidad, dimensiones o coincidencia con las fuentes
escritas. No obstante, en términos materiales la caracterización de las estructuras habitacionales no es tan
compleja desde el momento en que tenemos elementos
que nos determinan con un alto grado de certidumbre
el nivel social de una estructura habitativa, en especial
de la domus por su función simbólica y representativa: el atrium, las alae y el tablinum, al que podríamos
añadir frecuentemente perystilia, exedrae, oeci o incluso vestibula. Pero es el atrio la verdadera sala de
representación, de ámbito público y uso común como
señalan Vitruvio (VI, V, 1: «communia cum extraneis») o Varrón (De lingual latina, V, 33, 161-162: «ad
communem omnium usum»), en el que se manifiesta el
carácter más público y gentilicio con los retratos de los
antepasados y los archivos familiares en las alae. Por
el contrario en estructuras privadas de clase media o
más humilde, además de no poseer estos espacios, carecen de elementos de referencia representativos como
la perspectiva, la axialidad, la simetría y, sobre todo,
los aparatos ornamentales que acompañan la función
sociopolítica de la domus, propia de las aristocracias,
o de los individuos con aspiraciones a serlo.
Cabría destacar algunos ámbitos paradigmáticos
como Pompeya o Herculano, en los que, a pesar de tratarse de ciudades de segunda fila, se pueden caracterizar estas estructuras y percibir a simple vista que no
todo son lujosas casas de grandes dimensiones, como
las del Fauno o la villa de los Misterios. En Pompeya
se constata una gran variedad tipológica de casas, incluso entre las casas que presentan atrio, con diversos
tamaños y disposición de los espacios, muchos alejados de la axialidad o la perspectiva (Fig. nº 1.-1).
Destacan las denominadas casas tipo Hoffmann (1979,
97-118) (Fig. 2) de modestas dimensiones, sin vestíbulo y abiertas a un espacio cuadrangular, presumiblemente asociable a un atrium testudinatum. Se trataría
de casas de clase media sin funciones representativas,
sobre todo si, como indica A. Zaccaria Ruggiu (1995,
352), no se trata de un atrio, sino una sala de funciones
polivalentes, dado que no articula habitaciones a su
alrededor, ni presenta tablinum o alae, desplazando a
una planta superior las áreas habitativas.
Destacan las casas de la Regio VI 2, 29 de Pompeya (De Albentis, 1990, 166-167, Fig. 29) de unos
100 m2, con una entrada-distribuidor que da acceso al
piso superior, a dos habitaciones, y a un pasillo que
conduce a otra habitación y a la cocina y letrina posteriores (Fig. 1-2A). La planta presenta un claro sentido
lineal asimétrico con habitaciones dispuestas longitudinalmente en el lado izquierdo, sin simetría, atrium,
ni hortus, y con una evidente falta de luz y aireación.
Asimismo la casa de Pompeya VIII, 4, 37 (De Albentis, 1990, 167-168, Fig. 29) destaca por presentar planta en forma de ángulo envolviendo las tabernae que
dan a la calle de las que obviamente está aislada (Fig.
1-2B). Se accede por un estrecho pasillo que da a uno
de esos denominados con dudas atrium testudinatumo
de mínimas dimensiones y desplazado al lado izquierdo de la casa, y tiene tres pequeñas habitaciones y una
estancia de servicio con letrina al fondo. A pesar de
que posiblemente tuviera alguna habitación más en
la planta superior, la asimetría, oscuridad y reducidas
dimensiones ilustran perfectamente lo que sería una
vivienda de extracción social humilde.
Tal y como se constata en las fuentes literarias, las
evidencias materiales, por tanto, ponen de relieve el
papel central que tuvieron en estas ciudades estas estructuras habitativas de menor nivel, tamaño y carentes de espacios de representación. Las investigaciones
de A. Wallace-Hadrill (1994), presentan un análisis tipológico y cuantitativo de unidades habitativas en las
Regiones I y VI de Pompeya y en Herculano (Fig. 3),
ofreciendo 4 rangos: dos de menores dimensiones y
asociables a grupos sociales de extracción baja (tipos
1 y 2) y dos tipos de casas de grandes dimensiones y
gran complejidad interna.
El Tipo 1 (Ej. Pompeya RI, 6, 10) (Wallace-Hadrill,
1994, 80-81) presenta estructuras compuestas por una
taberna frontal abierta a la calle (el 67% monolocales), con dimensiones modestas entre 10 y 45 m2 (25
de promedio) y sin áreas abiertas (distribuidor, patio,
hortus o peristilo). Del total, el 33% presenta una estancia posterior que puede servir de almacén o de habitación (25-45 m2) y el 40% tiene escaleras y, por tanto, una planta superior, ampliando la habitabilidad de
estas unidades de menores dimensiones, escasas habitaciones (1,4 de promedio) y, por tanto, menor calidad.
El Tipo 2 (Ej. Pompeya RI, 7, 5 y P I, 7, 2/3)
(Wallace-Hadrill, 1994, 80-81) está constituido por
estructuras de mayores dimensiones (50-170 m2, 108
de promedio) que en muchos casos incorporan un área
central de circulación que, en los ejemplos de menores
dimensiones, sólo se abren a un único espacio posterior
(Tipo 2a). En las estructuras de mayores dimensiones
estos espacios se abren dando lugar a atrios con impluvia (26 % de los casos), que a su vez dan acceso a
diversas habitaciones (4,7 de promedio). Suelen presentar una planta superior dada la frecuente aparición
de escaleras.
De esta forma el estudio de Wallace-Hadrill (1994,
77, Fig. 4.8) señala que las casas con menos de 100 m2
suponen el 38,1 %, destacando las proporciones de las
viviendas de menos de 50 m2; de 100 a 200 m2 tenemos un 20-25%, y de 200 a 300 m2 un 12-15% aproximadamente. El predominio de las casas de pequeño
y mediano tamaño es claro, quedando en el 61,4% las
menores de 200 m2, mientras que sólo una cuarta parte de las viviendas son de grandes dimensiones, con
superficies superiores a los 300 m2 (300-3000 m2). Estas cifras podrían multiplicarse si consideráramos las
Utilitas frente a venustas: viviendas populares de la antigua Roma
131
Fig. 1. 1-1. Variedad tipológica de casas pompeyanas (AA.VV., 1990, en Soler Huertas, 2001, 67); 1-2. Pompeya Regio VI, 2, 29 (A)
y VIII, 4, 37 (B) (De Albentis, 1990, 167, Fig. 29, a partir de Overbeck y Mau, 1884).
Fig. 2. Casas tipo Hoffmann (ss. iii-ii a.C.) (1979, 97-118).
132
Jaime Molina Vidal
Fig. 3. Distribución de casas en Pompeya y Herculano A) nº total, B) comparación de muestras (Wallace-Hadrill, 1994, Figs. 4.7 y 4.8).
multitud de plantas superiores, que no se han conservado, y que en términos generales eran habitadas por
grupos populares de condición libre, ya que los esclavos vivirían predominantemente dentro de las casas de
sus señores (Marzano, 2007, 145).
Estos datos, aunque aproximados, nos están poniendo ante el evidente predominio de estructuras
humildes, o al menos no suntuosas, contrariamente a
la imagen generalmente proyectada en ciudades con
elevados niveles de conservación de la trama urbana y
sus alzados, como Pompeya y Herculano, sobre todo,
y en menor medida Ostia. De entre todas el modelo
más simple es la taberna con habitaciones adyacentes
o retrotienda, como podemos observar en el edificio
de la «Fontana con lucerna» (IV, VII, 1-3) de Ostia,
en el que observamos este esquema en la planta baja
con apartamentos de alquiler en los pisos superiores
(Pavolini, 1989, 179-180). Este tipo de estructuras con
funciones comerciales y habitativas presenta numerosos paralelos en la propia Ostia (I, VIII, 6; III,III,1;
III,VI,2-3; IV,VI,1), o en Pompeya y Herculano.
Aunque de mayores dimensiones, la forma asimétrica con pasillo lateral y disposición lineal de los espacios también es la característica básica de la casa de
Graticcio de Herculano (Fig. 4) (RIII 13-15) pero en
este caso se plantea una ocupación múltiple por parte de
varias familias (aparecen dos lares) (Wallace-Hadrill,
1994, 110-113, Fig. 5.15; Maiuri, 1958, 417): una
primera vivienda accesible desde la calle (13) y escaleras al piso superior; otro en la planta accesible por
un pasillo en codo (14) hasta la vivienda al fondo, y
una tercera en una taberna (15 y 10) con retrotienda
y acceso a estancias en la planta superior (De Albentis, 1990, 203-205). La intrincadísima planta de esta
casa ilustra perfectamente la complejidad, oscuridad
y estrechez de estas viviendas no aristocráticas, en un
edificio que toma el nombre del tipo de obra empleada
opus craticium, una barata técnica constructiva de baja
calidad compuesta por estructuras de madera rellenas
de conglomerados de tierra con abundantes argamasas
de cal (Vitruvio II, 8, 20).
Si nos detenemos en la ciudad de Ostia, la sucesión
de apartamentos (cenaculae), insulae, o estructuras
habitativas humildes son variadísimas y muy abundantes. Llaman la atención los edificios de «pisos» y
los llamados «apartamentos con medianum» (Fig. 5)
caracterizados por la sustitución del atrio, con carácter representativo y posición axial, por una especie de
comedor/distribuidor (medianum) formado en uno de
sus lados por una pared (medianera, del patio central
o la fachada) y por sus otros tres lados organizando las
estancias, configurando un sentido de circulación asimétrico (Hermansen, 1982, 18-24). Datadas entre los
siglos ii y iv d.C., se trata de viviendas de dimensiones
Fig. 4. Planta isométrica de la casa de «Graticcio» de Herculano (Wallace-Hadrill, 1994, 110-113, Fig. 5.1, a partir de Maiuri, 1958, 417).
Utilitas frente a venustas: viviendas populares de la antigua Roma
133
Fig. 5. Los ocho tipos de apartamentos de Ostia (T1: RIII,xiii,2: T2: RV,iii,3; RV,iii,4; RII,iii,3; T5 RIII, ix,21; T6: RIV,iv,6; T7:
RIII,ix,3; T8: V,ix,2) (Hermansen, 1982, 25-42).
modestas (100-120 m2 de media), con un número limitado de habitaciones (3-6) y parcialmente iluminadas
por ventanas exteriores. Se han documentado más de
cuarenta apartamentos de este tipo en Ostia, agrupados
por G. Hermansen (1982, 25-43) en 8 tipos. Destaca el
tipo 1 o casette-tipo, por constituir el modelo básico
de casa, el medianum (nº1) a modo de distribuidor, un
número reducido de habitaciones no interconectadas (2
cubicula –nº 3 y 4– y una habitación grande –nº 2), y
con exedra en uno de sus lados (nº 5). El número de habitaciones puede ser mayor y con estructura más compleja (apartamentos nº 2, 4, 6, 7), o menor e igualmente
simple (apto. nº 3, 5, 8), pero la estructura asimétrica y
la presencia del medianum como elemento distribuidor
está presente en todos los modelos.
Como ya hemos señalado, la insula es la manzana
de casas, pero como era frecuente que algunos bloques
de apartamentos ocuparan toda su superficie, este término se identifica en muchas ocasiones con bloques
de apartamentos, de alquiler o propiedad. Destaca la
conocida insula o casa de Diana (I,III,3-4) (Fig. 6)
que presenta, por un lado, planta baja con tabernae y
habitaciones o retrotiendas, que combina usos comerciales y habitativos en el exterior, y en el interior estructuras estrictamente habitativas, interpretadas como
una domus o como tres apartamentos de pequeñas dimensiones. En las plantas superiores encontramos las
extensiones de las tabernae y dos apartamentos de pequeñas dimensiones y pocas habitaciones, aunque iluminadas desde la calle o los patios interiores. En todos
los casos se trata de estructuras simples, asimétricas y
regidas por la utilidad.
Hemos de reseñar, por tratarse de un caso paradigmático, el barrio popular de Thamugadi (Timgad, Argelia) (Romanelli, 1970) que en un entramado urbano
hipodámico, heredero del precedente establecimiento
militar, hallamos un conjunto de casas perfectamente
cuadradas sin tablino, ni estructura axial, ni elementos
de representación asumibles por la oligarquía, sirviéndonos de modelo para los barrios populares de ciudades sin
la presión urbanística de ciudades como Ostia o Roma.
Es obvio que en estos casos la estructura simple de
estas áreas habitacionales no responden a parámetros
culturales sino a cuestiones sociales, que harían tan
Jaime Molina Vidal
134
Fig. 6. Insula de Diana de Ostia (I, III, 3-4)(Pelletier, 1982, 150, Figs. 131, 132 y 134).
inútiles como inasequibles elementos de representación, sólo necesarios en ámbitos aristocráticos como
las salas de recepción y paseo (atrios, peristilos), decoraciones suntuarias o división de áreas públicas y
privadas de la casa. El problema que se plantea es que
proporcionalmente éstos son los tipos de viviendas más
comunes, aunque su escasa monumentalidad y el alejamiento de los patrones constructivos vitruvianos las
posterguen a un segundo plano en la tradición académica. Necesariamente las oligarquías que habitaban las
grandes viviendas en las que se repiten los atrios y peristilos son una minoría, por lo que cuando en ámbitos
provinciales encontramos estructuras tan poco canónicas como éstas no sólo hemos de plantear interpretaciones culturales sino que hemos de ponerlas en relación
con el bajo nivel social de sus propietarios: ausencia
de necesidades de representación, mayor adaptación a
funciones básicas, menores dimensiones, peores materiales de construcción o escasos aparatos decorativos.
4. Espacios serviles y viviendas
humildes en el ámbito agrario:
villas, granjas y villulae
La villa rustica es una estructura predominantemente
productiva pero que al albergar espacios domésticos ha
servido también de referente para la organización de
las viviendas. Obviamente el modelo que nos ha llegado de villa responde a estructuras de carácter oligárquico: suntuosas, monumentales, con áreas dedicadas
al otium, y ricamente ornamentadas. Este tipo de estructuras no sólo presenta una separación entre la parte
productiva (rustica, fructuaria) y habitacional (urbana), sobre todo a partir de época altoimperial, sino que
incluso la parte reservada como vivienda del dominus
presenta una división de funciones: representación (en
torno al atrium y tablinum) y privada (cubicula, triclinia, oeci, etc.), además de las termas y otras áreas de
ocio. Tanto las fuentes escritas (Catón, Varrón, Columella, Plinio el Joven,…), como la predominante tradición filológico-artística de la arqueología romántica,
presente incluso en amplios sectores de la investigación actual, han ayudado a consolidar un paisaje agrario ocupado por grandes y lujosas villae. Este paisaje
ha sido caracterizado por la investigación de una forma confusa, mezclando villas de tipo suburbano, esclavistas, de colonato, villas estrictamente de recreo o
villas imperiales, explotaciones mercantiles y grandes
latifundios. En realidad, la villa rustica es la estructura
productiva tardorrepublicana característica. Se trata de
grandes explotaciones esclavista de medianas dimensiones (300-350 iugera), no latifundios, que partiendo
de una mínima producción para el autoconsumo, dedica la mayor parte de sus tierras a cultivos exportables (Catón, 3, 1-2) combinando viñedos, de forma
preferente, con cereales y olivo. Estas explotaciones
cultivadas de forma permanente por esclavos y dirigidos por un uilicus, contarían con el apoyo temporero
de jornaleros (Marzano, 2007, 145), que en reducidas
cantidades se mantuvieron en sus tierras, completando
sus ingresos con estos servicios. La vocación mercantil
de estas unidades de producción, por tanto, se plasma
no sólo en su ubicación, cerca de importantes nudos
de comunicación (ríos, vías, mar), sino también en los
establecimientos industriales dependientes de las villas
(prensas para vino o aceite, grandes almacenes, talleres externos para la producción de ánforas o tejas, etc.)
(Molina Vidal, 1997, 183).
Como concepto de referencia la villa rústica ha sufrido una evolución desde una perspectiva puramente
literaria y claramente romántica, como modelo de hábitat suntuoso y ocioso de la oligarquía y los emperadores, hasta la más reciente concepción de núcleo
Utilitas frente a venustas: viviendas populares de la antigua Roma
135
Fig. 7. Espacios habitacionales subalternos, posiblemente para esclavos, en la domus de M. Emilio Scauro (Palatino, Roma)
(Basso, 2003, 448, Fig. 158, de Carandini y Papi, 2006).
productivo que combinaba funciones productivas y de
esparcimiento nobiliario. Desde el punto de vista de la
cultura material fue la publicación en 1985 de la Villa
de Settefinestre (Carandini, 1985) la que marcó un hito
cambiando de forma paradigmática la visión del mundo
rural romano y de las villas. Carandini (1988) dibujaba
un mundo rural de villas con un marcado carácter esclavista y mercantil, estructuras concentradas de grandes
dimensiones y con una nítida separación de espacios
de hábitat y producción, que han servido de modelo de
referencia en las décadas sucesivas. No es éste el marco para desarrollar la necesidad de cuestionar el valor
hegemónico y paradigmático de este modelo (Molina,
2008), pero sí al menos para destacar la gran variedad
de estructuras rurales que se encuentran, sobre todo si
nos alejamos de los modelos oligárquicos.
En el escalón más bajo de las estructuras habitacionales romanas deberíamos encontrar las dedicadas
a los esclavos, mal denominados de forma genérica
como ergastula, un término que Columela (I, 6,3) en
sentido estricto define como celdas de castigo para
esclavos, y no exactamente a sus viviendas. Nuestro
interés por este tipo de estancias radicaría en que se
trataría de los alojamientos de menor nivel, más sencillos y que marcarían el nivel social más bajo, pero su
identificación resulta difícil y conflictiva, pues se trata
de unas estructuras muy mal conocidas y con modelos
materiales de referencia muy dudosos.
Más allá de algunos ejemplos poco dudosos, pero
poco generalizables por tratarse de una villa imperial,
como el sector de alojamiento servil de la Villa Adriana, la adscripción de estos espacios en ámbitos urbanos
o rústicos genera amplios debates. En contexto urbano
cabe destacar la posible área de residencia servil (Carandini, 1988; Basso, 2003, 448-450) hallada en los
sótanos de la domus de M. Emilio Scauro (Palatino,
Roma) (Fig. 7), discutido como tal e interpretado por
algunos autores como un posible lupanar o un departamento de servicios externos o termales (Luigi, 1947;
Tomei, 1995). El conjunto se articula en función de las
sólidas cimentaciones del edificio formando bloques
aislados de seis o siete cellae a las que se accede por
una red de angostos y ordenados pasillos. Las estancias de reducidas dimensiones sólo permitirían albergar a uno o como máximo dos individuos, y presenta
un estrecho lecho de obra. A esta parte semienterrada
del edificio se accede por una entrada independiente y
mantiene elevados niveles de aislamiento respecto a la
planta noble que se le superpone.
Tampoco los ejemplos de ergastula que se suelen
utilizar como referencia para las grandes villas esclavistas itálicas son modelos incuestionables. Las áreas
señaladas como de alojamiento esclavista en la propia
villa de Settefinestre (Carandini, 1988) presentan diáfanos espacios de comunicación directa con áreas de
uso común de la parte urbana. De igual forma hay elementos para poner en duda los espacios serviles de la
conocida Villa dei Volusii, en Lucus Feroniae cerca de
Roma, que presentan algunas estancias excesiva y ricamente ornamentadas para tratarse de un departamento
esclavista. Podríamos acumular más ejemplos dudosos
de ergástula (Marzano, 2007, 147-148) pero creemos
que sería más útil la característica básica atribuida por
las fuentes escritas a estos espacios habitativos serviles:
su ubicación semienterrada, en sótanos, en los denominados criptopórticos. Esta característica la cumplen
algunos conjuntos como el de la domus de M. Emilio
Scauro, y no otros como la villa de Settefinestre, por lo
que, en el estado actual de conocimiento arqueológico,
creemos que se hace difícil establecer modelos o tipologías claras sobre este tipo de alojamiento y espacios
de habitación servil (Marzano, 2007, 145).
En el ámbito rural no sólo había grandes villas,
esclavistas o no, sino que sobre todo a partir de los
136
Jaime Molina Vidal
Fig. 8. Tipos de villa asimétricas del noroeste de Europa según D. Perring (2002, Figs. 11, 13, 16 y 17).
estudios de territorio se está documentando una amplia gama de explotaciones compuesta por granjas,
villulae, vici, pagi, e incluso diversos tipos de villae.
La mayor parte de estas estructuras presentan espacios
habitativos funcionales, sin estancias de representación, por lo que frecuentemente carecen de atrium,
alae y tablinum, dado su carácter aristocrático. Nuevamente cabría llamar la atención sobre el carácter
predominante de este tipo de estructuras en el ámbito
agrario, como hemos destacado anteriormente para el
urbano. Sin embargo, su escasa monumentalidad ha
generado una tradicional indiferencia entre la «arqueología filológico-romántica» y la menor calidad de sus
materiales constructivos ha dificultado la localización
de sus restos. No obstante no se pueden obviar elementos de tradición o parámetros culturales a la hora
de configurar los espacios habitativos de las villas en
ámbitos no estrictamente itálicos, ya que son especialmente abundantes los ejemplos de villas de planta no
simétrica ni axial en ámbitos provinciales.
En el estudio de J.T. Smith (1997) sobre la estructura social de las villas, basado en casos esencialmente del noroeste europeo, destacan dos tipos esenciales:
«hall houses» y «row-type houses». Entre las estructuras lineales y menos simétricas destacan las de menor
tamaño (Smith, 1997, 102-105) muchas con tan sólo
dos o tres estancias, y en otras ocasiones incluso de
una sola cella, que en su conjunto harían referencia a
granjas o pequeños establecimientos campesinos, absolutamente alejados del concepto canónico de villa
mercantil. Llama la atención las semejanzas formales
de algunas de estas estructuras con otras de la misma
Utilitas frente a venustas: viviendas populares de la antigua Roma
época en regiones muy alejadas como se ve en Lusitania en el territorium de Ossonoba (Teichner, 2013,
143-144) y Emerita Augusta (Sánchez Barrero, 2013,
297) o en otros ejemplos de los territorios galos de Lorraine (Georges-Leroy et al., 2013).
Del mismo modo cabe destacar el estudio realizado
para Britania por D. Perring (2002) en el que se evidencia una gran variedad de tipos y formas de estructuras rurales. Más allá de la perduración de formas claramente indígenas relacionadas con la Edad del Hierro,
como las casas de planta circular, hasta los siglos ii-iv
d.C., cabe destacar la variedad de casas denominadas
romano-británicas. Se constata un importante grupo de
casas/granjas adscribibles a los tipos «strip buildings»
y «row-type town houses» que destacan por la disposición lineal y alargado de sus espacios, sin habitaciones
centrales distribuidoras (tipo atrio) y por la organización funcional de sus espacios, lo que por dimensiones,
estructura, forma y asimetría las aleja de los modelos
de villa canónicos (Fig. 8). Vemos una gran variedad
de estructuras predominantemente de planta alargada
y con un limitado número de habitaciones que van de
sólo tres a un número máximo de seis o siete, como
ocurría con viviendas de semejante tamaño en Ostia
(apartamento con «medianum») y otras casas e insulae
anteriormente reseñadas de ámbito urbano. Nos encontramos ante un nuevo caso de estructuras habitativas
inspiradas por la funcionalidad más que por la proyección o la representación social de sus propietarios.
Podría parecer que este tipo de estructuras son una
excepción de áreas periféricas del imperio, pero las investigaciones sobre el poblamiento rural romano de la
última década ponen de manifiesto la abundancia, si no
el predominio de este tipo de asentamientos campesinos, granjas o villulae. Para la provincia Tarraconense
tenemos recientes datos sobre el predominio de los establecimientos rurales frente a las villas en plena época
romana como se observa en los territorios de Gerunda
y Emporiae (Plana y De Prado, 2013, 57); el Ager Tarraconensis (Prevosti, López y Fiz, 2013, 105-106), el
territorio de Dianium (Grau y Molina, 2013, 63), o los
de Ilici, Lucentum y Allon (Frías, 2010). Para la Galia
transalpina son muy numerosos los casos en los que
predominan estos asentamientos rurales de pequeño tamaño como se observa en los territorios de la Aquitania
septentrional (Gandini, Dumais y Laüt, 2013, 77-78)
y meridional (Colleoni et al., 2013, 221); en la Narbonense, entre Nimes y Lattes (Bermond et al., 2013,
93-95); la Narbonense oriental y los Alpes marítimos
(Bertoncello y Lautier, 2013, 206-208), o en el norte de
Galia (La Picardie y La Flandre septentrional) (Bayard
y De Clercq, 2013, 168-169). Por no mencionar los
crecientes ejemplos documentados en territorios propiamente itálicos como el ager Cosanus y otros territorios de Etruria (Carandini, Cambi y Celuzza, 2002);
valle del Potenza (Percossi, Pignocchi y Vermeulen,
2006) o el valle del Tiber (ampliamente atestiguado en
las innumerables publicaciones derivadas del Tiber Valley Project de la British School at Rome’s).
137
5. Conclusión: funcionalidad frente
a representación
A lo largo de este trabajo hemos tratado de documentar la enorme variedad tipológica de espacios residenciales que se dan en la antigua Roma, tanto en ámbito rural como urbano, contrariamente a la imagen
consolidada de vivienda aristocrática convertida en
paradigma de referencia por la investigación. Superados el esquema axial y simétrico, la búsqueda de la
perspectiva o la articulación de espacios a partir del
núcleo atrium-alae-tablinum, como único modelo de
organización de los espacios domésticos, hemos tratado además de ajustarlo a su contexto social: las oligarquías romanas. ¿Quién va a construirse una casa con
tablinum y alae si éstas son las dependencias donde se
ubican las esencias familiares (registros, documentos,
archivos, recuerdos) y en la que se realiza el principal acto de representación social del pater familias?
Necesariamente sólo las clases oligárquicas, o las que
aspiran a serlo, van a precisar de ese tipo de espacios,
y sin necesidad de estadísticas podemos afirmar que
eran una minoría, dada la propia naturaleza de la sociedad romana con clases medias reducidas. La gran
mayoría de la población no va a necesitar distinguir
ámbitos públicos o privados en sus viviendas, puesto
que no tienen vida pública, ni pretenden tenerla.
Al mismo tiempo esta imagen no puede desligarse
del problema historiográfico que han arrastrado las investigaciones históricas al proyectar de forma reiterada modelos oligárquicos del presente hacia el pasado,
el imperio Romano en este caso, generando imágenes
sesgadas de una sociedad que parecía exageradamente
opulenta y ociosa. Si como viene haciéndose en las
últimas décadas, preferentemente desde el ámbito de
la arqueología, nos desprendemos de una perspectiva
«presentista» y oligárquica podremos aproximarnos a
temas relacionados con la sociedad romana y, en este
caso, la articulación de sus espacios domésticos de una
forma más natural.
Hemos querido acompañar estas afirmaciones con
datos estadísticos (Wallace-Hadrill, 1994), para los casos de Pompeya y Herculano, para poder constatar de
una forma fehaciente que los modelos aristocráticos
de vivienda son minoritarios. Conscientes de que los
datos de algunas fuentes como los Regionarios pueden
ser dudosos o ambiguos no podemos obviar la imagen
que proyectan de una Roma edificada en altura y fuertemente empobrecida en gran parte de su trama urbana
y sus construcciones. Situación e imagen que de forma
paralela las evidencias materiales se están encargando
de confirmar.
Finalmente quisiéramos destacar un elemento que
pretende animar el debate sobre la interpretación de los
espacios domésticos y de producción romanos que no
se ajustan al modelo de domus o villa predominantes:
el componente social y económico en los mecanismos
que configuran los espacios domésticos y de ocupación del territorio. Es decir, queremos hacer hincapié
138
Jaime Molina Vidal
en que a la hora de interpretar los restos arqueológicos de una granja o pequeño asentamiento campesino,
que no responden al modelo villa, no podemos utilizar
tan sólo argumentos de tipo cultural para explicar la
configuración de sus espacios. También habremos de
valorar necesariamente la funcionalidad social y económica de dichas estructuras, junto a la consideración
de otro tipo de parámetros relevantes entre los que, por
supuesto, encontramos los culturales.
Podemos concluir como empezamos, destacando la
necesidad de relativizar el valor de la representación
pública en grupos sociales subalternos, dependientes o
que, en general, rondaban los niveles de la subsistencia. En estos casos tan populares la casa se convierte en
un verdadero hábitat privado de características básicas
en la que el canon vitrubiano queda adulterado y la venustas o la firmitas quedan anuladas por la utilitas.
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summarY
In this paper I present the large typological variety of
residential spaces that occur in ancient Rome, both in
rural and urban environments. This complexity contradicts the consolidated image of the aristocratic house
converted into a paradigm for research. The frequent
articulation of spaces from the atrium-alae-tablinum
nucleus, as a unique model of organization of domestic spaces, must be adjusted to their social context:
Roman oligarchies. Who is going to build a House with tablinum and alae if these are dependencies
where are located the family essences (records, documents, files, memories) and in which families is the
main act of social representation of pater? Necessarily
only oligarchic classes will require that kind of spaces, and without statistics, we can say that they were
a minority, given the nature of unequal Roman society. The vast majority of the population was common
people without the social needs related to public life.
At the same time, this image is linked to the historiographical tendency to project oligarchic models
from the present to the past. The Roman Empire in
this case, is presented as a society that seemed overly
opulent and idle. The recent research, mainly from the
archaeological perspective, approach issues relating to
Roman society and the articulation of their domestic
spaces in a more equilibrated way.
The problem is that most of the population did
not live in the housing model commonly projected
by historiographic production, but in popular housing
that written sources associated with terms like home,
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Jaime Molina Vidal
tuguria, insulae, cenaculae or villulae. After characterize these living spaces from written sources, we
will contrast them with various examples provided by
archaeology. The house of Graticcio in Herculano or
houses type Hoffmann of modest dimensions provides some examples. This type does not have lobby and
opens in a quadrangular space presumably associable
to the so-called atrium testudinatum, that would not be
proper of an atrium, but a room of versatile functions,
given that articulates not rooms to its around. They
do not present tablinum or alae, displacing the living
areas to an upper floor.
I present the detailed case of Ostia characterized
by the abundance of buildings and dwellings of modest dimensions and apartments (cenaculae), insulae,
or humble living structures. I draw attention to the
“story” buildings and called “apartments with separating” characterized by the replacement of the atrium
by a distributor space (medianum) which configures
an asymmetric flow direction (Hermansen 1982: 1824). This type of houses has modest size (100-120 m2
on average), with a limited number of rooms (3-6) and
partially lit by exterior windows.
At the same time I accompany these statements
with statistical data from Pompeii and Herculaneum
which establish in a reliable manner that aristocratic
housing models are minority. We can not ignore the
projected image of Rome built in height and heavily
depleted much of its urban layout and buildings. Situation and image which the archaeological record
confirms.
The nest part is devoted to the servile spaces and
humble homes in the agricultural field: villas, farms
and villulae. This section begins by highlighting the
predominantly productive character of the villa rustica, a structure that also houses domestic spaces that
have been used to articulate the oligarchic model
of agricultural holding: sumptuous ornamentation,
monumental, with rich areas dedicated to the otium.
This type of structures presents a separation between
the productive (rustic, usufruct) and residential (urban) parts from the Early Empire. Even the part as
the dominus housing presents a division of functions:
representation (around the atrium and tablinum),
private (cubicula, triclinia, oeci, etc.) as well as
hot springs and other areas of entertainment. Both
written sources (Cato, Varro, Columella, Plinio the
younger,...), as the predominantly artistic tradition of
romantic archaeology, present even in large sections
of the current research, have contributed to consolidate an agricultural landscape occupied by large and
luxurious villae. However, this rural landscape has
been characterized in a way confusing, mixing different types of villas: suburban, slave, colonial, villas
strictly recreational or imperial villas, commercial
farms and large estates.
On the opposite side of the Roman rural housing structures are those devoted to the slaves, incorrectly referred to generically as ergastula, a term that
Columella (I, 6. 3) strictly defined as punishment cells
for slaves, and not exactly to their homes. This type
of rooms would be simpler accommodation and that
they would mark the lowest social level. But their
identification is difficult and conflictual, as they are
very poorly known structures and with very dubious
archaeological models. In urban context, I include
the possible area of servile residence found in the basement of the domus of M. Emilio Scauro (Palatino,
Rome). This area has been discussed and interpreted
by some authors as a possible lupanar or a department
of thermal or external services. The ergastula examples that are often used as a reference for the large
slave italics villas are not unquestionable models. The
designated areas as of slaveholding accommodation
in the villa of Settefinestre present open spaces with
direct communication with common areas. Similarly,
there are elements to put in doubt the servile spaces
of the well known Villa dei Volusii at Lucus Feroniae
near Rome, presenting some excessive and rich ornamented rooms to house a slave group.
The rural landscape not only had large villas, but
it is documented a wide range of agricultural complex consisting of farms, villulae, vici, pagi, and even
different types of villae. Most of these structures are
functional and residencial spaces, without representation rooms, so often lack alae, atrium and tablinum.
Again I call attention to the predominantly character of this type of structures in the rural areas, as we
have previously featured for the urban environment.
However, the modest monumental character of these
residences has generated a traditional indifference to
some artistic-archaeological schools and the lower
quality of the building materials has made it difficult
discovers these farms. However, abundant examples
of villas without symmetrical and axial plant in provincial areas provide the model of different residences
in rural areas. For example, the study for Britain by D.
Perring presents evidence of a wide variety of types
and forms of rural structures which differs from the
canonical models of villa.
Finally, I would like encourage the debate on the
interpretation of the Roman domestic and production
spaces which do not conform to the predominant domus or villa model. In my opinion, the social and economic component is the mechanisms that shape the
domestic spaces and settlement patterns. When interpreting the archaeological remains of a farm or small
peasant settlement, that do not respond to our villa, not
can use only cultural arguments to explain the configuration of their spaces. We also must necessarily assess
the social and economic functionality of these structures, along with the consideration of other relevant
parameters among which, of course, we find the cultural. Therefore, It is important to equilibrate the excess
value of public representation on the subordinate, dependent social groups living in the subsistence levels.
In this popular type of houses, the venustas or firmitas
(in Vitruvian terms) was invalided by the utilitas.
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