DIPLOMA CIVISMO, CONDUCTAS SOCIALES POSITIVAS Y

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Aplicaciones de la prosocialidad Cirera, Escotorín & Roche
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DIPLOMA CIVISMO, CONDUCTAS SOCIALES
POSITIVAS Y SOCIALIZACIÓN
Aplicaciones de la prosocialidad al desarrollo y educación
de las actitudes y las conductas cívicas
Mayka Cirera Amores
Laboratorio de Investigación Prosocial Aplicada
Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación
Universidad Autónoma de Barcelona
Pilar Escotorín Soza
Laboratorio de Investigación Prosocial Aplicada
Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación
Universidad Autónoma de Barcelona
Robert Roche Olivar
Laboratorio de Investigación Prosocial Aplicada
Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación
Universidad Autónoma de Barcelona
Barcelona, septiembre de 2008
Aplicaciones de la prosocialidad Cirera, Escotorín & Roche
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II. DESARROLLO Y EDUCACIÓN DE ACTITUDES
Y CONDUCTAS CÍVICAS
Mayka Cirera Amores
Laboratorio de Investigación Prosocial Aplicada
Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación
Universidad Autónoma de Barcelona
Pilar Escotorín Soza
Laboratorio de Investigación Prosocial Aplicada
Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación
Universidad Autónoma de Barcelona
Robert Roche Olivar
Laboratorio de Investigación Prosocial Aplicada
Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación
Universidad Autónoma de Barcelona
1. La prosocialidad en la educación escolar, familiar y cívica.
1.1 Prosocialidad colectiva y estructuras
Si vinculamos la prosocialidad al ámbito colectivo, podríamos, en un lenguaje cultural amplio,
entender como “prosocialidad” a aquel tipo de conductas o actividades realizadas por personas o
colectivos que tienen como objetivo el bienestar de otras personas o cualquier tipo de mejora
social y en definitiva el aumento de civismo en cualquiera de sus formas, sin que ello sea debido
a actividades de rol, y sin que haya un cálculo de recompensa externa previamente estipulada
(García et al., 1988)
No es que podemos fijar o definir demasiado la relación entre civismo y prosocialidad. Creemos
que la prosocialidad es sin duda una herramienta teórica y científica que puede dar solidez al
estudio de las características del primero.
Hasta ahora hemos tratado la prosocialidad desde una perspectiva personal especialmente
referida al modo de potenciarla mediante la Educación, y no obstante ésta se entienda
generalmente aplicada al individuo joven, no olvidemos que todas las personas, en cualquier
edad, somos susceptibles de ser educados, tanto mediante la educación formal como la informal
fruto de los estímulos continuos de lo social.
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La psicología interpersonal nos demuestra que difícilmente será funcional, ajustada, armónica,
madurativa e incluso durable una relación entre dos personas, por ejemplo una pareja o una
familia, si su convivencia se limita a una dinámica controlada por reglas, acuerdos, pactos
negativos, es decir, de evitación o de no agresión. Todo especialista trataría, a partir de unos
mínimos iniciales, de construir un tejido de intercambios positivos que progresivamente
fundamentaran nuevas actitudes en su convivencia.
Pero para afrontar estas estructuras desde la psicología ¿podemos generalizar a este nivel
macrosocial todas las variables interpersonales conocidas ? No se puede ocultar que al ampliar el
campo de los elementos intervinientes aumenta también la complejidad del estudio y de la
aplicación, así como la complejidad estructural propia; ésta la estudiaremos desde lo que
denominamos Prosocialidad Compleja.
Hoy sabemos, de la mano de la teoría sistémica, que es posible una cierta generalización de los
procesos terapéuticos positivos desde lo interpersonal a lo social gracias a una relativa semejanza
de las propiedades de todos los sistemas y de las relaciones entre ellos, desde los sistemas
subátomicos hasta los macrocósmicos. Y posiblemente esta semejanza es mayor aún entre los
sistemas personales y sociales.
Conocemos que los suprasistemas condicionan los sistemas y estos a su vez los sub-sistemas,
pero es también cierto que estos últimos influyen a unos y a otros. Del mismo modo podemos
decir que las estructuras, las leyes, las instituciones, conforman a los individuos. Pero igualmente
los individuos, las familias, los grupos informales pueden ser activos agentes de cambio de la
realidad social.
Hoy día los estudiosos están acotando, desde la complejidad, desde los conocimientos
interpersonales y sociales que hoy tenemos, y sobre todo desde la responsabilidad histórica de
una perspectiva más madura y científica de los acontecimientos, un enfoque que tiene en cuenta
la aportación de muchos elementos activos que alimentan y son constructores de dinámicas
prosociales en el pequeño grupo, entre grandes grupos, y a nivel mundial (Staub, 1987; Kelmann,
1987)
Pero en la medida, como hemos dicho, que no sólo lo macro-estructural condiciona fuertemente
lo individual con sus leyes, sino que los reductos del individuo, de las díadas, de los pequeños
grupos son puntos de partida de los cambios, también hemos de conceder a la Psicología y la
Pedagogía un papel muy importante.
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1.2 Dinámica prosocial en los grupos
Un colectivo que la psicología social estudia con mayor accesibilidad, es el pequeño grupo, que
figuraría a medio camino entre el individuo y las grandes colectividades.
Es allí donde podemos observar ya una prosocialidad interna (intra-grupo) que ayuda a la
cohesión de todos o a una mayor integración real en su seno, de miembros que se hallen en
posiciones más periféricas o marginadas.
Y también se puede observar la prosocialidad inter-grupal, que normalmente se da en acciones
prosociales puntuales de todo un grupo, (o de algunos miembros del mismo en representación
del grupo), hacia otros grupos.
Las dos dimensiones de esta prosocialidad - intra e inter grupal- son fundamentales para abarcar
el conocimiento de todo el fenómeno colectivo prosocial.
El pequeño grupo cohesionado por la prosocialidad tiene unos recursos esenciales para evitar la
prepotencia perjudicial de los grandes grupos, para así ser "agentes" en la construcción de la
vida social, y no "meros terminales" de la vida social.
1.3 El grupo familiar
La familia en la sociedad actual, ofrece un ejemplo muy ilustrativo de algunos rasgos esenciales
de la prosocialidad en el grupo. Por un lado ella puede construir una comunidad personalizante
donde gracias al amor prosocial la persona tiene la posibilidad de ser valorada más allá de sus
atributos o de la utilidad que presta, es decir, con independencia de su rol o función. Las
relaciones no están condicionadas por el mercado, y los individuos no se enfrentan como
competidores.
Gracias precisamente a esta realidad armónica de relaciones prosociales, la familia puede
convertirse en un verdadero agente de cambio social. Para ello es preciso que se establezca un
gran horizontalidad de las relaciones por la que todos los miembros de la familia tengan acceso
a una participación real en la asignación de roles, distribución de tareas, y en los procesos de
toma de decisiones familiares.
Esa posibilidad de participación que alcanzará hasta los miembros más pequeños, hará que estos
vayan desarrollando su personalidad abierta y preparada a ejercer ese derecho en otros ámbitos
sociales.
Así la familia puede ser realmente un centro autónomo de valores que facilitaría un ejercicio de
la conciencia crítica a todos los niveles.
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Un nivel muy importante será el conocimiento colectivo de las reglas, normas, metas, valores
que rigen el propio funcionamiento del grupo familiar y que se hará cada vez más explícito para
todos, con lo que se aumentará la capacidad de control sobre todo ello. Es decir todos los
miembros de la familia, progresivamente, podrán contribuir en el desterrar aquellas reglas
desfasadas e incorporar las nuevas que convengan más a cada etapa familiar y social.
La realización de ese ejercicio dotará a todos de una conciencia de “controlabilidad” tanto de las
relaciones como de las situaciones, dotando pues a este grupo de un gran potencial de
liberación, que hará de la experiencia familiar una verdadera escuela social proyectada para la
innovación y el cambio.
Así la familia, como lugar de promoción y liberación del hombre, recuperará la función pública,
y política.
Por supuesto que esta dinámica solidaria que arrancará del mismo seno del hogar alcanzará este
objetivo social y político no sólo, pues, preparando individuos para el tejido social y político, si
no ejerciendo ya la solidaridad y la prosocialidad en un campo más amplio de relaciones que va
desde la interacción con otras familias solidarias -constituyendo verdaderas comunidades de
familias-, como el poder animar las estructuras de vecindad, de amistad, de barrio, de pueblo, de
ciudad, etc.
1.4 La escuela como contexto colectivo prosocial
Un modelo colectivo prosocial muy claro puede serlo el contexto educativo presente en las
escuelas. Los modelos prosociales son un factor importante para el “favorecimiento” de la
aparición de los comportamientos prosociales. Cosa que no extraña conociendo el papel que
juega la identificación en todo proceso formativo.
Qué duda cabe que, entonces, esta premisa es válida probablemente más todavía para los
modelos no sólo individuales (un padre, una madre, un maestro) sino para los colectivos.
Estamos refiriéndonos, lógicamente, a un conjunto o claustro de profesores, por ejemplo, en el
que predominen no sólo los modelos personales sino modelos hechos de relaciones prosociales
entre ellos.
Tratando de acercarnos a este fenómeno de dinámicas aún no suficientemente estudiadas,
nuestros programas procuran involucrar al máximo esta auto-implicación no sólo de cada
Profesor en particular sino de todos los que constituyen los Claustros asumiendo también las
relaciones entre ellos no solo interpersonales, sino estructurales e institucionales.
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Lógicamente, como en cualquier otro colectivo, este envolvimiento no es fácil; se parte de
problemáticas, la mayoría de las veces, estructurales y difíciles de abordar.
Pero estamos seguros de que también todas ellas son accesibles a una optimización, que
redundará en la generación de mayor prosocialidad en toda la comunidad educativa.
2. Programas prosociales en la escuela
Desde 1982, Roche y colegas de su equipo han elaborado un modelo teórico y una metodología
para el desarrollo, aplicación, intervención, enseñanza, aprendizaje y optimización de la
prosocialidad en diversos ámbitos de la actividad humana.
La experiencia más importante ha tenido lugar en el ámbito educativo con la formación de
educadores y aplicaciones en el aula con alumnos de todas las edades en escuelas de diversos
países (España, Italia, Eslovaquia, Chequia, Argentina, Colombia, México, Brasil)
2.1 Un modelo de intervención prosocial: UNIPRO
El modelo UNIPRO (Unidades Prosociales) desarrollado por LIPA para el desarrollo y la
optimización educativa de la prosocialidad (Roche, 1999; Roche, 1995) aporta más elementos
que pueden complementar esta idea de qué sería lo prosocial en un sentido no unidireccional,
centrado en el actor que ayuda y en sus motivaciones, sino más bidireccional, desde el criterio del
otro y su contexto.
Se trata de quince factores que constituyen los elementos de este modelo teórico que están en la
base de un programa educativo para la optimización de la Prosocialidad desarrollado desde hace
veinte años, documentado ampliamente (Roche, 2007; Roche, 1999; Roche, 1997; Roche, 1995)
En este modelo aparece destacada la presencia tanto del emisor de la acción, como del receptor
de ésta, pero también el entorno, lo colectivo y la sociedad.
Un elemento a destacar del modelo UNIPRO, además de los comportamientos de ayuda, se
relaciona con los comportamientos y habilidades de relación interpersonal. Se menciona por
ejemplo, la escucha, la sonrisa, los saludos, la pregunta, dar gracias, disculparse. En la misma
línea de los comportamientos y las habilidades estaría la valoración positiva del comportamiento
de los demás, la revelación de los propios sentimientos, la empatía interpersonal y social, el autocontrol y resolución de la agresividad y de la competitividad en la gestión de los conflictos.
Los elementos del Modelo UNIPRO que constituyen los factores del Programa para la
optimización de la Prosocialidad son:
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FACTORES A TRABAJAR CON LOS
ALUMNOS
MEDIANTE SESIONES ESPECIFICAS
Y CLASES DE LAS DIVERSAS
MATERIAS
1.Dignidad y valor de la persona.
Autoestima y heteroestima. El yo. El otro.
El tú. El entorno. Lo colectivo. La sociedad.
2.Actitudes y habilidades y de relación
interpersonal. La escucha. La sonrisa.Los
saludos.
La
pregunta.
Dar
gracias.Disculparse.
3.Valoración
positiva
del
comportamiento de los demás.
Los elogios.
FACTORES QUE INSPIRAN
LA ACTUACION CONTINUADA DEL
FORMADOR
11.-
Aceptación y afecto expresado.
12.-
Atribución de la prosocialidad.
13.-
Disciplina inductiva.
14.-
Exhortación a la prosocialidad.
15.-
Refuerzo de la prosocialidad.
4.Creatividad e Iniciativa prosociales.
Resolución de problemas y tareas.Análisis
prosocial de las alternativas.
Toma de decisiones personales y
participación en las colectivas.
5.Comunicación. Revelación propios
sentimientos.
El trato. La conversación.
6.Empatía interpersonal y social.
7.La asertividad prosocial. Auto
control y resolución de la agresividad y
de la competitividad. Conflictos con los
demás.
8.Modelos prosociales reales y en la
imagen.
9.La ayuda. El servicio. El dar.
El compartir. Responsabilidad y cuidado
de los demás. La cooperación.
Reciprocidad. La amistad.
10.- Prosocialidad colectiva y compleja.
La solidaridad. Afrontar dificultades sociales. La denuncia social. La desobediencia
civil. La no violencia.
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2.2 Programa Mínimo de Incremento Prosocial (PMIP)
El PMIP es un programa que se ha preparado para su aplicación en centros de secundaria y
durante un período de tiempo reducido respecto a las anteriores ediciones de los programas
educativos prosociales. Las doce sesiones lo constituyen como programa mínimo realizable en 34 meses. Se considera idóneo para la investigación y permite una intervención eficaz en los
diferentes centros educativos de secundaria que no incide de forma global sobre la organización
del centro, tal y como lo hacían los programas anteriores. De todas maneras sigue actuando como
programa transformador de actitudes y comportamientos de los alumnos y docentes que lo
experimentan (Romersi, Martínez & Roche, 2008)
3. Programas prosociales en el ámbito cívico
3.1 La ciudad como modelo colectivo prosocial educante
Concebimos la ciudad como un sistema humano interdependiente en donde los individuos, mejor
las personas, se relacionan en un territorio concreto, con una identidad determinada, que puede
ser modificada, optimizada a partir no sólo de definiciones y consideraciones que se autoatribuye,
sino de acciones, conductas concretas que alimentaran esa identidad prosocial.
Los líderes sociales, los legitimados y los espontáneos, deben ofrecer vías de intervención para
facilitar todos estos procesos.
Analicemos los elementos que hay que tener en cuenta en un proyecto de optimización prosocial
de la ciudad.
3.2 Valores y actitudes a trabajar
En la orientación prosocial proponemos tres valores:
1. el respeto vital de la dignidad de toda persona
2. la estima del otro
3. la comunicación de calidad
3.3 Factores del Modelo de intervención
La propuesta se formula desde el Modelo UNIPRO ya citado y se concretaría en los siguientes:
o Respeto y estima para con cada persona incluso con el "desconocido", el “diferente” el
“antipático”, etc.
o Habilidades de relación interpersonal y social
o Valoración positiva de las acciones del "otro"
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o Creatividad e iniciativa prosociales en la vida ciudadana
o Comunicación de Calidad
o Análisis de alternativas prosociales en los conflictos
o Generación de acciones solidarias.
o Prosocialidad entre ciudades
a) Pasos en este proceso
o Fase de Iniciación
o Fase de constitución de células prosociales (grupos espontáneos)
o Verificación eficacia por parte de los receptores.
b) Iniciadores o autores
Toda intervención o aplicación de un Programa de optimización, requiere apuntar a los
iniciadores o autores que son quienes están animados de una consciencia y motivación para el
cambio prosocial y quienes van a invertir el primer paso que se traduce en una costo o inversión
de tiempo, energía, recursos etc.
En el caso de la ciudad contaremos pues con: el gobierno de la ciudad, grupos espontáneos,
grupos constituidos en forma asociativa, funcionarios municipales, técnicos urbanismo, servicios
públicos, fuerzas del orden o de tráfico, gremio taxistas, funcionarios del transporte público, y,
ciudadanos particulares, en general.
c) Receptores
Usuarios, en general, personas, turistas, peatones, personas de las denominadas "excluidas",
personas en marginación, grupos de riesgo.
3.4 Algunos elementos de método
1) Constituir grupos creativos motivados, coordinados por un profesional de ciencias sociales.
a) Hacer convocatorias públicas para su formación, señalando no son trabajos pagados: se
trata de una colaboración voluntaria.
b) Los grupos son de carácter mixto: ciudadanos representante de los usuarios, profesional
técnico, político municipal, un universitario experto en ciencias sociales.
2) El Grupo delimita los ámbitos de actuación
3) El grupo elabora una Inventario de Prosocialidad en Contexto (Lista de comportamientos
personales adecuado al ámbito de que se trate) sobre la base de la metodología UNIPRO de
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10 categorías. Es muy importante velar para que no se limite a conductas sino que se vele por
la calidad de las actitudes.
4) Se elabora un Cuestionario para medir la eficacia de las intervenciones que se realicen, y que
serán contestados por los usuarios y por los operadores o agentes del ámbito o servicio.
(Método de Participación-Acción-Investigación)
5) Se procede a unos cursillos de Formación Específica de los Agentes u operadores de cada
servicio: funcionarios municipales en general: conductores de transporte público, taxistas,
guardias urbanos, fuerzas del orden, personal de museos, parques etc.
6) La Formación ciudadana se realizará a partir de una comunicación escrita como mediante
murales, afiches. Velando por un control de calidad que se manifestará por una información
clara, concisa, sin tono impositivo, sugerente, prestigiando la voluntariedad.
7) Se utilizará la comunicación a través de los Medios (TV, Radio, Prensa local), evitando
estilos habituales que se asimilan a lo publicitario, a las campañas y a los eslóganes. Se
sugieren por ejemplo:
a) Entrevistas en profundidad a personas conocidas por su prestigio, seriedad y honradez, en
programas televisivos o radiofónicos de gran audiencia.
b) Presentar en TV escenas claras, atractivas de relaciones de ayuda en la calle, en donde
aparecen las secuencias precisas de esa ayuda interviniendo personas agradables. (La
escasez de
acciones de ayuda, puede deberse más a una falta de capacidad o
entrenamiento vinculados a la falta de modelado, incluso mediante la visualización).
c) Entrevistas realizadas por alumnos universitarios de ciencias sociales a transeúntes en
plazas y lugares de afluencia, entregando información escrita muy concisa sobre aspectos
de prosocialidad que avala la Universidad.
8) Planeamiento de Programas específicos para jóvenes, para ancianos, para grupos de personas
necesitadas, etc.
a) Como ejemplo: Prevención de adicciones, violencia, en la juventud
i) Vigilancia y cuidado preventivos por parte de las fuerzas del orden de la dinámica de
tránsito y relaciones callejeras en la madrugada de las vigilias y fiestas.
b) Atención necesitados: cobertura de mínimos y racionalización de la atención.
9) Constitución de un servicio de Mediación prosocial, para ofrecer a la vida de los barrios, con
posibilidad de intervención entre grupos en conflicto.
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4. La comunicación de calidad prosocial para favorecer la participación ciudadana y el
diálogo entre interlocutores sociales
4.1 Pertinencia de una comunicación de calidad prosocial
Nos recuerda Kenneth Gergen (Gergen, 2000) que casi ninguno de nosotros escapa al hecho de
resultar indeseable – al menos – para otro grupo de personas. Entonces, la cuestión reside en
cómo proceder para que los antagonismos que siempre han de surgir en una organización o un
grupo, no desemboquen en conductas agresivas.
El rol de la comunicación interpersonal en la gestión adecuada de los conflictos es central; como
afirma Galindo (Galindo Cáceres, 1994) es la comunicación la que tiene el rol de promover la
presencia del todo en las partes, asegurando además la autonomía de éstas y la necesaria
interacción entre ellas. Es decir, la comunicación parece ser el primer paso en el camino hacia
una adecuada articulación entre los actores, hacia el respeto de la diversidad y de la singularidad
de cada sujeto social
Son muchos los autores que apuestan por una aplicación de la teoría de la comunicación y sus
correspondientes prácticas y políticas de comunicación constructivas que fomenten la
colaboración en la gestión de conflictos, eliminando cualquier manifestación de violencia
estructural, psicológica o física en el horizonte de las soluciones factibles (Lederach, 2000;
Rosenberg, 2000; Fried Schnitman, 2000; Gergen, 2000; Fisas, 1998; Galtung, 1994; Fried
Schnitman et al., 1994; Fisas, 1987)
Asimismo, aumentan las iniciativas que promueven la creación de espacios de participación y
comunicación entre grupos heterogéneos, con diversidad cultural o de pensamiento para mejorar
el clima de las organizaciones, las redes de colaboración, los índices de confianza, el sentimiento
de unidad y pertenencia a un grupo. Las consignas de la Unión Europea parecen confirmar esta
tendencia, con un avance considerable hacia las expectativas del rol que asumen las empresas en
la sociedad (certificaciones de calidad cada vez más exigentes), que incluyan la posibilidad de
(auditar) medir y responder no sólo a la producción o al impacto medioambiental de una
organización, sino también al impacto social de ésta, tanto al interior (relaciones entre y con los
trabajadores) como al exterior de la misma (relaciones con los stakeholder) (Comisión de las
comunidades europeas, 2001)
Aparentemente hay un cierto acuerdo sobre el beneficio que trae una comunicación basada en el
diálogo más participativa (colaborativa, horizontal) para la toma de decisiones sostenibles, al
menos a nivel de declaración de principios o teórico (ISO 26000, 2006)
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Sin embargo el cómo operativizar esta comunicación es una pregunta sobre la que, en estos
mismos documentos, no se profundiza. Y es en este punto donde nos interesa explorar el aporte
de la prosocialidad y más concretamente, de la Comunicación de Calidad Prosocial (CCP).
El modelo de Comunicación de Calidad (Roche, 1994; Roche & Arozarena, 1988) ha sido
experimentado como facilitador de autodiagnóstico del propio estilo comunicativo en el ámbito
de la pareja y familia y como optimizador del mismo (Roche & Martínez-Fernández, 2006) con
buenos resultados. Además, desde el año 2006 estamos aplicando el modelo de CCP en otros
contextos, tales como el mundo empresarial, social y político, en entornos educativos: docentes
de primaria, secundaria; estudiantes universitarios, docentes universitarios, con resultados muy
interesantes que
hacen pensar que este modelo no sólo aporta información útil para el
autodiagnóstico del estilo comunicativo y para dinamizar la relación de las parejas y familias,
sino también de otros sistemas de interacción no familiar.
4.2 Características que definen una comunicación interpersonal como prosocial
Una comunicación de calidad prosocial no solo es satisfactoria para el YO, sino para ambos
interlocutores. La CCP se diferencia de los modelos centrados en el iniciador, pues los
indicadores de calidad del intercambio comunicativo son determinados por el otro: no es sólo lo
que quiero decir, sino qué debo decir para que el otro desde su perspectiva me comprenda. Este
tipo de comunicación requiere menos discusión y más diálogo, en el sentido que lo utiliza Senge
(Senge, 1998) de "flujo libre de significado entre las personas…” (Senge, 1998, p.302) El autor
considera que el propósito de un diálogo consiste en trascender la comprensión de un sólo
individuo, pues en un diálogo no intentamos ganar, ya que "todos ganamos si lo hacemos
correctamente" (Senge, 1998, p.302) Entonces el concepto "diálogo" va de la mano con lo
colectivo, por lo mismo, Senge lo define como "la capacidad de los miembros del equipo para
'suspender los supuestos' e ingresar en un auténtico 'pensamiento conjunto'". (Senge, 1998, p.19)
Esta necesidad de busca de diálogo implica el desafío, no de crear sistemas libres de conflicto,
sino de buscar cómo proceder para que los antagonismos que siempre han de surgir
no
desemboquen en situaciones estancadas o violentas, "para que, en los hechos, no impliquen el
final de la conversación y de la posibilidad de construir significado y desarrollar acciones
competentes" (Fried Schnitman, 2000, p.37)
Un proceso comunicativo circular implica un diálogo significativo o transformador, el cual es
definido por Kenneth Gergen como:
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"Cualquier tipo de intercambio que logra transformar una relación entre individuos
comprometidos con realidades diferentes y antagónicas (y con sus prácticas conexas) en
una relación en la que puedan construirse realidades comunes y consolidadadoras”
(Gergen, 2000, p.46)
4.3 ¿Pero cómo se dialoga de manera prosocial?
Para optimizar el propio estilo comunicativo es necesario identificar cuáles son los puntos o
elementos característicos de una comunicación con calidad. Toda persona tiene elementos fuertes
y otros más débiles que debe trabajar. Lo central en este proceso, es tener una gran motivación al
cambio, capacidad de autocrítica y perseverancia (ningún cambio es automático).
Si este proceso se hace además en conjunto con personas de confianza (pareja, hijos,
compañeros, amigos), los resultados pueden ser muy alentadores: el autodiagnóstico puede ser
comparado y comentado por compañeros de clase, de trabajo, lo que enriquece la relación,
porque da información útil y muchas veces nueva de cómo me ve el otro a mí y también me sitúa
en mi propia percepción sobre la manera cómo yo me veo a mí mismo, a en la interacción con los
demás.
Modelo de comunicación de calidad. Toda comunidad educativa en tanto organización,
constituye un complejo “entrecruce” de relaciones entre diversos actores externos (vecinos,
comercio local, autoridades locales, proveedores, padres, familias, etc.) e internos (profesores,
estudiantes, administrativos, personal de aseo, etc.) lo que condiciona el éxito de los programas
educativos con estudiantes, la calidad de vida de las personas, la colaboración de los profesores
entre sí, el clima organizacional e incluso la manera cómo se resuelven los conflictos. Por lo
tanto, mejorar la calidad prosocial de las relaciones entre los actores de la comunidad educativa
puede traer numerosos beneficios a la propia organización y a su entorno.
El modelo de la CCP desglosa el proceso comunicativo en 15 puntos. Todos y cada uno de estos
factores pueden ser medidos a través de un cuestionario de más de 60 preguntas y además
trabajado a través de programas específicos, sin embargo, también es posible utilizar este modelo
como una guía general o lista de chequeo, para un ejercicio de revisión personal. Una versión
resumida del modelo de CCP con las definiciones operativas de cada factor está disponible en
http://www.prosocialidad.org
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4.4 Los quince puntos
i. ¿Estoy siempre disponible?
La disponibilidad que tengo como receptor tiene que ver con mi actitud positiva para aceptar al
otro cuando me dirige la palabra. A veces esto nos supone un esfuerzo para interrumpir lo que
estamos haciendo y adecuarnos a la nueva situación. Una pregunta que puede aclararnos para
saber si soy o no un receptor disponible puede ser: ¿suelo interrumpir momentáneamente mis
actividades para atender al otro cuando me dirige la palabra?
ii. ¿Soy oportuno?
Muchos malos entendidos podrían evitarse simplemente si buscamos el momento adecuado u
oportuno para hablar con el otro. Quizás durante un día arduo de trabajo, los reproches o la baja
tolerancia a aquello que nos irrita tienen más probabilidades de desencadenar una discusión, que
en otro momento más relajado. ¿Tengo en cuenta si el otro tiene tiempo o no antes de hablarle?;
antes de decir algo al otro, ¿tengo en cuenta si su humor (o el mío) se corresponden con la
profundidad del tema?; ¿Soy oportuno,a al escoger el momento y el lugar para iniciar un tema?
iii. “Vaciado” de mí mismo para acoger totalmente al otro
Para que nuestro interlocutor halle una total receptividad cuando se dirige a nosotros, debemos
ponernos en una actitud activa como de “vaciado” interior. Es un ejercicio no fácil, pero tampoco
imposible. Vaciarse no es eliminar u olvidarse para siempre de los problemas o de las propias
opiniones; es un ejercicio momentáneo y puntual de dejar entre paréntesis las propias
interpretaciones, prejuicios e incluso los problemas para que no interfieran en nuestra capacidad
de comprender lo que el otro quiere decir. ¿Siente mi interlocutor que sus intervenciones merecen
toda mi atención?; Cuándo me habla, ¿percibe el otro que estoy pendiente de lo que me dice?
iv. ¿Soy empático,a?
Mucho se ha escrito y dicho sobre la empatía, sin embargo, quien seguramente puede opinar
sobre si yo soy o no empático,a es mi interlocutor; esta habilidad implica una sensibilidad
especial para ponerse en el lugar de otro, e incluso experimentar sus emociones cuando
corresponde. Muchas personas que se consideran a sí mismas tremendamente empáticas, al
contrastar dicha percepción con la pareja, los hijos o los amigos, podrían encontrarse con más de
una sorpresa. ¿Soy indiferente a si los otros están no o no enojados cuando quiero
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hablarles?¿demuestro interés a los demás, con mi cara cuando me explican algo? ; Cuando me
dirigen la palabra ¿suelo dar señales de respuesta verbal y no verbal para que los demás sientan
que estoy comprendiendo plenamente?
v. ¿Vivo bien el momento presente?
Es preciso que cada uno sepa vivir con plenitud e intensidad el momento presente. Según Roche,
la persona anclada en el pasado o pendiente del futuro, no vive, "es vivida". En la pareja, por
ejemplo, esta máxima se traduce en considerar que lo importante somos “nosotros”: tú y yo, en el
aquí y ahora de cada instante. Lo que hicimos, haremos o dejaremos de hacer no puede ni debe
interferir en la comunicación actual. Esta actitud, es un habito sano para cualquier relación
humana, que ayuda a rescatar lo esencial para construir una auténtica relación con la persona que
tengo en frente. ¿Tengo prejuicios respecto al otro debido a alguna experiencia pasada? ¿Cuando
hablamos de algún tema complejo, saco a relucir situaciones “del ayer” o “del mañana” para
discutir sobre “el ahora”?
vi. ¿Me ocupo de confirmar al otro?
Cuando hablamos con alguien o escuchamos, tan importante como decir o escuchar, es el hecho
de que el otro sienta y vea que él o ella, son interlocutores válidos. El otro necesita sentirse
confirmado de que es una persona con valor para nosotros, que la reconocemos, que valoramos
que esté allí, que merece nuestro interés y atención. Esto no siempre hay que decirlo con
palabras, se puede confirmar al otro a través de expresiones faciales, postura, movimientos, o
códigos propios de cada relación. Cuando me hablan ¿Acostumbro a hacer preguntas al otro para
animar su charla y para que sienta que me importa lo que dice? Le demuestro a mi interlocutor de
alguna manera válida para él o ella, que acepto y acojo su opinión?
vii. ¿Valoro positivamente al otro?
Está comprobado que el mejor medio de hacer surgir una capacidad en el otro es creer y confiar
en sus posibilidades. Esto, incluso para los adultos. Por lo mismo, es recomendable que los
equipos de trabajo, los colegas, las personas que habitualmente interactúan hagan el ejercicio de
verse cada día "con ojos nuevos", es decir, dejar de lamentarse de por qué no eres así o asá, sino
reconocer los logros, esfuerzos actuales, por pequeños que sean, aunque muchas veces estén
“camuflados” por aspectos negativos. Sin embargo, hay que estar atentos para mantener un
equilibrio: no se trata de llenar al otro de alabanzas cada cinco minutos, esto puede provocar el
Aplicaciones de la prosocialidad Cirera, Escotorín & Roche
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efecto contrario, ya que los elogios fáciles pueden parecer irónicos y un atentado a la autoestima
del otro. ¿Reconozco los esfuerzos y capacidades del otro? Cuando hablamos, ¿se entera el otro
cada vez que valoro positivamente lo que me dice?
viii. ¿Escucho con calidad?
Saber escuchar es sin dudas la parte más difícil de la comunicación. Quien escucha hace un doble
esfuerzo, porque debe comprender y evitar distraerse; además no puede controlar el curso de la
conversación; es el otro el que maneja el tiempo del diálogo y las pausas para que luego yo hable.
Sin embargo, todos valoramos tener un interlocutor que sepa escuchar: que espere a que termine
mi idea para luego hablarme, que no me interrumpa a mitad de palabra. Y para desarrollar el
hábito, alguien debe comenzar: disponerse verdaderamente a una escucha plena del otro, con una
acogida total y mantener esta disposición. Cuando escucho ¿suelo mirar a los ojos, oriento mi
cuerpo dirigido hacia quien me habla? O más bien ¿sigo haciendo mis quehaceres mientras me
dirigen la palabra? ¿ratifico verbalmente o con gestos que estoy escuchando?
ix. Emisión de calidad
No sólo hay que preocuparse de decir lo correcto, sino también de cómo se dice. Una palabra
inadecuada puede desencadenar más de una crisis. Emitir con calidad significa por ejemplo, que
usamos un tono e intensidad de voz adecuado para el otro; si el otro siente que estoy gritando,
aunque yo considere que hablo bajito, seguramente esto tendrá un impacto en nuestra
conversación. Entre otras cosas, en este punto hay que vigilar la asertividad (¿digo lo justo en el
momento preciso?); la velocidad de las palabras (¿Cuando hablo rápido estoy atento a que el otro
logre seguir la idea?), y por supuesto, igual que para la escucha; las manifestaciones externas
tales como mirar a los ojos, orientar el cuerpo hacia el otro, expresiones de rostro adecuadas al
tema del que se habla, etc.
x. Aceptación de lo negativo
Aceptar lo negativo no solo se refiere a ser capaz de acoger las críticas, sino también a reconocer
todo aquello que me molesta y que interfiere en la comunicación con el otro. Aceptar lo negativo
significa aceptar aquello que incomoda, reconocerlo, no ocultarlo, ni esquivarlo para darle algún
tipo de significado interno, personal.
Según Roche lo negativo sólo existe como ausencia de lo positivo. Por lo tanto, ver el problema
claro, es más bien una oportunidad para transformar la situación en aquello que falta. La
Aplicaciones de la prosocialidad Cirera, Escotorín & Roche
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incomprensión por ej. Evidencia la necesidad de comprensión. Este punto, requiere para llevarlo
a la práctica, un enorme esfuerzo de voluntad y la aplicación de todos los puntos anteriormente
nombrados. ¿Soy capaz de asumir, aceptar rasgos que considero negativos del otro para que no
interfieran en la comunicación? ¿Acepto aquello que el otro ve de negativo en mí sin que
interfiera en nuestra comunicación? ¿soy capaz de superar mi estado de ánimo negativo producto
de mis propios problemas para que no interfiera en la comunicación con los demás?
xi. Amplitud en el repertorio de temas
La vida cotidiana implica compartir experiencias, historias, problemas, anécdotas. Sin embargo,
cuando se trabaja o convive con las mismas personas por años, mucha información ya es
conocida por todos y algunos grupos van repitiendo el repertorio, y van cayendo en la monotonía.
Si bien, la repetición de temas es necesaria en contextos de trabajo o con compañeros de clase, es
necesario que las personas busquen siempre nuevos espacios de interés, actividades, que
alimenten la variedad de temas y eviten la rutina. ¿Tengo el hábito de comentar con los demás los
temas que me parecieron interesantes durante el día?¿me propongo ir introduciendo contenidos
nuevos en nuestra convivencia?
xii. Suficiente cantidad de información
Una palabra bien dicha vale más que un discurso. Y esto se aplica a todo tipo de comunicación:
decir las cosas y no pasarnos de la raya, no hablar más de la cuenta, ni menos de lo que el otro
espera. Es una habilidad difícil, pero que se puede entrenar. ¿Consideran los demás que
monopolizo el discurso en torno a una misma idea y demasiadas palabras?¿me recriminan los
demás porque no comparto todo lo que me pasa o por hacerlo de manera demasiado sintética?
xiii. Revelar los propios sentimientos
Este es uno de los factores más esenciales de la comunicación de calidad, debido a que más que
los contenidos racionales, los aspectos emotivos y sentimentales son los que hacen más "propia"
y más "privada" y "exclusiva" la comunicación. Es comprensible que en ámbitos no privados
exista más reserva y temor de expresar los propios sentimientos, no obstante, toda actividad está
repleta de emociones. Un maestro en la cotidianeidad de su trabajo puede experimentar ansiedad,
incertidumbre, desconcierto, alegría, satisfacción, orgullo y los chicos antes de un examen
pueden sentir miedo, estrés, cansancio, tranquilidad, etc. Emociones estamos experimentando
todo el tiempo, y el “abrirse” al otro de manera adecuada, permitirá que los demás conozcan lo
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que pienso, siento o quiero. Sin embargo, esta comunicación de sentimientos debe ser selectiva
para que sea verdaderamente beneficiosa y no una gran catarsis indiscriminada. ¿conocen mis
compañeros cuáles son mis expectativas respecto de ellos? ¿comunico frecuentemente mis
sentimientos positivos? ¿revelo cautamente y en los momentos adecuados mis quejas? ¿soy capaz
de evitar los reproches sobre la marcha?
xiv. Control de la comunicación
Se trata de tener la habilidad para controlar la comunicación y evitar que sea la comunicación la
que nos controle a nosotros. Esto significa que seamos capaces de establecer reglas operativas
para la interacción: cuándo interrumpir, cuándo no, turnos para hablar, quién comienza, cuánto
tiempo hablará cada uno, cuándo, qué reproches evitar, etc. Lo importante es que los equipos,
grupos, personas, tengamos la capacidad de desarrollar y mantener reglas propias adecuadas a las
necesidades e identidad de los individuos involucrados, para que cada vez que se habla de temas
importantes se llegue a las metas deseadas. Estas reglas son útiles sobre todo cuando se tratan
temas complejos donde no hay acuerdo.
xv. Contrastar significados
Todos tenemos una manera de ver y entender el mundo. Lo que para mí pueda significar una
palabra, para ti puede significar otra cosa. Es un ejercicio conveniente sobre todo cuando usamos
palabras fáciles de malinterpretar ¿Qué entendí yo?¿qué quisiste decir tú? ¿Estamos entendiendo
lo mismo cuando usamos esta palabra?
5. El liderazgo prosocial al servicio de la optimización cívica
5.1 Características del liderazgo prosocial
Existen casi tantas definiciones del liderazgo como autores escribiendo sobre ello. Las teorías del
liderazgo se han focalizado en cómo son los líderes (teorías referentes a las características)
(Stodgill , 1974), qué dicen los líderes (teoría carismática) (Bryman, 1986), qué hacen (estilos de
liderazgo) (Davis, 1999), y cuándo actúan (teorías situacionales) (Fiedler, 1967).
El mensaje implícito que acompaña a cualquier teoría es que los líderes necesitan producir
resultados, sin embargo se ha estudiado o escrito mucho menos acerca de las aspiraciones del
líder y el valor social que tengan sus metas (Lorenzi, 1998). ¿Qué resultado? ¿el resultado de
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quién importa más en el análisis? ¿Deben los resultados complacer al líder o a sus seguidores?
¿Deben favorecer al público en general o a la organización del líder?
A lo largo del desarrollo y estudio de la cultura del liderazgo (Adair, 2004), podemos encontrar
modelos de liderazgo que podrían ser utilizados para promover o explicar el lado oscuro o
malvado del liderazgo.
El liderazgo implica riesgo, cambio y responsabilidad; un buen líder deber anteponer los intereses
de sus seguidores por encima de sus propios intereses. Un buen líder debería ser prosocial y sus
objetivos deberían estar al servicio de la optimización cívica.
Se define liderazgo prosocial como una influencia positiva y efectiva, con metas constructivas
que sirven al bien común (Lorenzi, 2004, p.283). Las intenciones, la visión y los objetivos del
líder son positivos (“pro”), crean o añaden valor, sus acciones atienden a las necesidades de un
grupo más amplio (“social”) en vez de atender a los intereses personales o de un grupo más
limitado. Por tanto, el liderazgo prosocial cambia y traslada el foco de medida del líder a aquellos
a quien sirve.
“Social” en el constructo de líder prosocial significa que los resultados proveen una utilidad
colectiva más allá de los intereses o satisfacciones personales. Es posible que un menor interés
personal coincida con un amplio objetivo social, y esta situación proverbial donde todos salen
ganando (win-win) debe ser común y no una excepción. El liderazgo prosocial no siempre
significa necesariamente un sacrificio personal, sino que hace que las ambiciones personales del
líder estén subordinadas a un bien mayor. (Lorenzi, 2004)
La historia muestra abundantes ejemplos de líderes bastante efectivos los cuales llevaron a sus
países y su gente a actuar de manera destructiva. Hitler, Stalin, Hussein son algunos ejemplos de
líderes que mostraron muchas de las características de un líder efectivo, pero no correspondiendo
a los objetivos de un líder prosocial a pesar de que clamaran estar promoviendo el bien común.
5.2 ¿Qué hace o identifica a un líder como prosocial?
Según Lorenzi (2004) las tres evidencias son, primero la adopción, articulación y persecución de
objetivos específicos y positivos que describan y mejoren el futuro para aquellos que son
liderados. Añadimos nosotros el requisito de que esta mejora debe ser siempre según el criterio
de los receptores. Segundo, los objetivos del líder son de valor para un gran colectivo social y no
solo para un pequeño grupo de interés o para el propio líder. Tercero, un líder prosocial es
también un buen gestor, por lo que debe decidir e implementar eficazmente.
El liderazgo prosocial se expande más allá de lo que hasta ahora se ha venido estudiando como
modelos de características del líder, de sus posibles estilos y comportamientos y por tanto la
Aplicaciones de la prosocialidad Cirera, Escotorín & Roche
20
prosocialidad da sentido y significado a su visión y aspiraciones. Mucho más importante: el
liderazgo prosocial cambia el foco de medición de la efectividad del liderazgo desde los
elementos físicos, psíquicos o comportamentales,
a los resultados experimentados por sus
seguidores.
¿Cómo se reconoce o se mide el liderazgo prosocial? El primer reconocimiento de un líder
prosocial está en la perspectiva de aquellos a quienes representa el líder, por lo tanto basado en
los juicios colectivos de estos sobre la profundidad del impacto positivo y su amplitud para
servir al bien común. Por tanto, se requiere de un juicio y medida colectiva o una estimación de
esta evaluación conjunta, pues una simple medida unilateral del liderazgo se hace imposible y no
pertinente en la prosocialidad. Según Lorenzi (2004) los elementos a tener en cuenta son:
I. Un líder prosocial trabaja para identificar y articular objetivos comunes clave.
El liderazgo hace que las personas se comprometan y se ocupa de empoderarlas, por lo que se
requiere entender sus objetivos así como sus talentos. Conocer qué pueden hacer las personas y
qué quieren es lo que ayuda a crear una visión efectiva y colectiva. A partir de la visión, los
objetivos específicos deben ser indicados y dirigidos por el líder, y no simplemente esperados.
II.Los líderes prosociales comunican los elementos positivos de estos objetivos y crean la situación
para conseguirlos, así como analizan y afrontan el coste que puedan tener. El líder prosocial
necesita tener cuidado de reconocer y explicar el valor y el coste de la persecución de los
objetivos, prestando también atención a aquellas personas que puedan sufrir durante el proceso de
la consecución de los objetivos.
III. El líder prosocial muestra un compromiso con el desempeño necesario para alcanzar los
objetivos. Por este motivo el liderazgo debe ir acompañado de una buena gestión. La resiliencia,
el modelado, el coaching y el carisma ayudan a la persecución de los objetivos.
IV. Los líderes prosociales aceptan la responsabilidad de sus acciones, así como la de los resultados
conseguidos.
V. Los líderes prosociales son buenos gestores. Un liderazgo visionario o carismático sin
habilidades para implementar los objetivos puede llegar a ser contraproducente. Un buen líder
se convierte en buen jefe siendo disciplinado y consciente.
5.3 La escuela como laboratorio de mejora cívica
¿Quiénes son los líderes o agentes motores de la aplicación prosocial en la escuela? ¿Qué
motivos pueden animarlos? ¿Qué obstáculos pueden encontrar? ¿Las características de la escuela
van a condicionar la implementación? ¿Pueden haber idearios escolares incompatibles con la
prosocialidad? ¿Puede comenzar un solo docente en su aula?
Aplicaciones de la prosocialidad Cirera, Escotorín & Roche
21
En nuestra experiencia LIPA de estos años hemos afrontado preguntas como éstas, con respuestas
lógicamente adaptadas a cada contexto pero aproximadamente en sintonía con los siguientes
puntos.
Origen de la idea y reencuentro de una motivación. Presentamos dos perfiles diferentes de
aproximación a un programa prosocial, que pueden ser representativos de otros varios matices
muy diversos.
Un educador puede haber leído un libro, escuchado una conferencia de presentación, realizado
un curso de especialización que lo pone al tanto de que existen métodos sistemáticos,
compatibles con el ritmo de la escuela, para educar en un sentido muy acorde con ciertas
motivaciones personales de carácter ideal. Así experimenta la satisfacción de conocer una vía que
quizás va a poder colmar cierta exigencia todavía no satisfecha. Por otra parte experimenta una
reactivación de esa significación motivante al encontrase con personas y grupos que también
sienten ese proceso y con quien quizás va a poder compartir ese construir juntos.
Otro educador, en cambio, puede quedar sorprendido por una manera positiva de afrontar la
incipiente violencia de su entorno e incluso de su clase, su alumnado, intuyendo que quizás esta
filosofía prosocial podría hacer más fácil y cómoda la gestión y el liderazgo de su alumnado.
Requisitos para liderar programa prosociales. Para que haya una buena aplicación es
necesario un buen convencimiento por parte del líder del programa, pues en ello radica un
porcentaje importante del éxito de la aplicación, las dos motivaciones antes citadas difieren
inicialmente, pero progresivamente pueden irse acercando.
Es claro que cuanto más profundamente el Programa conecte con motivaciones de cada educador
hasta el punto de que él esté dispuesto a implicarse personalmente en la “aventura” de cambio y
crecimiento personal, mejor será y más probabilidades de éxito, aparte de que el avance de
proyecto promoverá fibras de gran significado en su vida, proporcionando satisfacciones muy
auténticas.
5.4 Los profesores y educadores como líderes prosociales
Es lógico que el rol profesional del educador podrá influir en las dimensiones del inicio de un
programa prosocial. Un director/a de escuela o un jefe de estudios, quizás tendrá más
posibilidades de presentar y ser atendido en el cuerpo docente ante el inicio de la propuesta.
Aplicaciones de la prosocialidad Cirera, Escotorín & Roche
22
Pero esto no quita la importancia de lo dicho respecto de la motivación: sólo en la medida que
cada persona esté dispuesta a implicarse no sólo profesionalmente en rol, sino como persona, la
potencia de la propuesta tendrá credibilidad.
Un docente podría liderar el programa, centrando su labor en su clase y en las relaciones con sus
colegas, a condición de que previamente, lo ponga en conocimiento y sea autorizado por el
Director/a o cuerpo docente, según sea el caso.
La estructura de los programas pueden ofrecer muchas posibilidades para que cada persona
encuentre medios para liderar una parte sustancial del Programa en su clase, en su familia, en su
vecindario, etc.
5.5 Liderazgo compartido
Desde luego se da un paso fundamental cuando los agentes o líderes iniciales son dos, sea porque
conocieron y sintonizaron juntos por la experiencia o porque el agente inicial encuentra una
receptividad especial en algún colega a quien se lo ha contado. Es entonces cuando se da ya un
salto de calidad en las posibilidades de la aplicación. Démonos cuenta de que se ha pasado a un
nivel de “célula prosocial” en donde la implicación personal para el enriquecimiento de sus
relaciones interpersonales, para la calidad de su comunicación, para el establecimiento de un
“pacto de unidad prosocial” va a hacer posible la reciprocidad y con ello el advenimiento de un
posible primer modelo guía y colectivo respecto a alumnos y colegas.
Y desde luego va a reforzar la seguridad de ambos en su actuación, con posibilidades de analizar
los modos, de observar los progresos, de padecer las deficiencias y las incomprensiones, etc.
La optimización de la prosocialidad es expansiva y multiplicadora por definición, y para ello no
escatima esfuerzos en integrar, incluir y si es necesario atribuir semejanza y proximidad, siempre
que sea posible, a la labor de todos.
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Aplicaciones de la prosocialidad Cirera, Escotorín & Roche
25
PREGUNTAS CAPITULO 2
DESARROLLO Y EDUCACIÓN DE ACTITUDES Y CONDUCTAS
CÍVICAS
Diploma Civismo, conductas sociales positivas y socialización
Mayka Cirera, Pilar Escotorín & Robert Roche
 = Respuestas Correctas
1. En la orientación prosocial proponemos tres valores
básicos:
 A) El respeto vital de la dignidad de toda persona, la estima
del otro y la comunicación de calidad
 B) El respeto vital de la dignidad de toda persona, la
solidaridad y el respeto
 C) La solidaridad, el respeto y la comunicación de calidad
2. Un ejemplo de sensibilización cognitiva sobre la
prosocialidad la podríamos encontrar en un modelo de
intervención que…
 A) Promueva la Valoración positiva de las acciones del "otro"
 B) Genere acciones de consenso absoluto entre los
participantes
 C) Estimule la importancia de la bondad humana
3. Indica cuál de estas afirmaciones es falsa desde el
paradigma prosocial.
 A) El desarrollo y la educación de las actitudes cívicas puede
empezar en el contexto educativo con un modelo prosocial (ej.
Un único profesor)
 B) Es aconsejable que el desarrollo y la educación de las
actitudes cívicas empiece por los ámbitos cercanos (ej.familiar)
antes de poner las conductas prosociales en práctica en
contextos más complejos (ej. Ej. lugar de trabajo, etc.)
 C) En el desarrollo y la educación de las actitudes cívicas en
la escuela, los formadores tienen la obligación de ser un modelo
prosocial en su vida personal.
4. ¿Cuál de estos es un requisito del programa prosocial
UNIPRO desarrollado en los ámbitos educativos?
 A) Voluntariedad de los participantes
 B) Dedicación exclusiva de mínimo un profesor/a
 C) Compromiso de todos los profesores de una misma clase
Aplicaciones de la prosocialidad Cirera, Escotorín & Roche
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5. Algunos de los factores que se trabajan entre los
profesores y los alumnos implicados en el programa
UNIPRO son:
 A) Dignidad y valor de las personas.
 B) Eliminación de las diferencias personales.
 C) La eliminación de las emociones.
6. ¿Qué significa “confirmar y valorar positivamente al
otro” según la perspectiva prosocial?
 A) Confirmar significa valorar al otro como una persona
poseedora de dignidad. La valoración positiva es reconocer y
valorar al otro tantas veces como oportunidades tengamos.
 B) Confirmar significa valorar al otro simplemente porque es
el otro, una persona poseedora de dignidad. La valoración
positiva es reconocer – de un modo que al otro satisfaga – sus
características positivas, de lo que hace, de lo que dice o
simplemente de lo que puede llegar a ser o hacer.
 C) Confirmar significa valorar al otro simplemente porque es
el otro, una persona poseedora de dignidad. La valoración
positiva es reconocer – sobre todo verbal y no verbalmente –
sus características positivas, de lo que hace, de lo que dice o
simplemente de lo que puede llegar a ser o hacer.
7. ¿Qué significa “Vaciado de uno mismo” según el modelo
de comunicación de calidad prosocial?
 A) Es una actitud activa como de “vaciado” interior para
acoger al otro y reconocer su punto de vista
 B) Es una predisposición personal para eliminar u olvidarse de
los problemas o de las propias opiniones.
 C) Es un ejercicio momentáneo de liberarse de las propias
interpretaciones o prejuicios.
8. ¿A qué se refieren los
comunicación de calidad
interacción interpersonal?
factores del modelo de
previos al inicio de la
 A) Al tipo de tema con que se empieza a interactuar
 B) A la disponibilidad como receptor y a la oportunidad como
iniciador del acto comunicativo
 C) A la calidad de información que tenemos como emisor e
iniciador del acto comunicativo
Aplicaciones de la prosocialidad Cirera, Escotorín & Roche
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9. ¿A qué refiere el factor “aceptación de lo negativo” del
modelo de comunicación de calidad prosocial?
 A) Se refiere a lo complejo que resulta aceptar los defectos
del otro
 B) Se refiere a ser capaz de acoger las críticas, así como a
reconocer todo aquello que me molesta y que interfiere en la
comunicación con el otro.
 C) Se refiere a la aceptación de la resolución negativa de los
conflictos
10. Cómo terminarías la frase “Un líder prosocial…
 A)…Nunca busca recompensas personales”
 B)…Siempre busca el bien de su grupo por encima de todo y
cuenta con la aprobación de los receptores”
 C)…actúa como una influencia positiva y efectiva, con metas
constructivas que sirven al bien común”
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