el servicio de la autoridad en la vida religiosa, una aproximación a

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EL SERVICIO DE LA AUTORIDAD EN LA VIDA
RELIGIOSA, UNA APROXIMACIÓN A SER
SUPERIOR(A) HOY DESDE LC. 22,24-27
ANGEL ANTONIO AGUDELO HENAO
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE TEOLOGÍA
DEPARTAMENTO DE TEOLOGÍA
PROGRAMA DE MAESTRÍA
BOGOTÁ, D.C.
2010
2
EL SERVICIO DE LA AUTORIDAD EN LA VIDA
RELIGIOSA, UNA APROXIMACIÓN A SER
SUPERIOR(A) HOY DESDE LC. 22,24-27
ANGEL ANTONIO AGUDELO HENAO
Trabajo de grado para optar al título de
Maestría en Teología.
DIRECTOR:
P. VÍCTOR M. MARTÍNEZ MORALES, S.J.
DOCTOR EN TEOLOGÍA
PONTIFICIA UNIVERSIDAD GREGORIANA DE
ROMA.
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE TEOLOGÍA
DEPARTAMENTO DE TEOLOGÍA
PROGRAMA DE MAESTRÍA
BOGOTÁ, D.C.
2010
3
NOTA DE ACEPTACIÓN
_________________________________
Presidente del Jurado
__________________________________
Jurado
__________________________________
Jurado
Santa Fe de Bogotá, enero 15 de 2010
4
DEDICATORIA
A todos los Hermanos de la comunidad franciscana de la
Provincia de la Santa Fe de Colombia y en especial a los
que me apoyaron para sacar adelante la Maestría
en Teología.
5
AGRADECIMIENTOS
El autor expresa sus agradececimientos a:
Al ex-ministro Provincial Fray Francisco Leonardo Gómez Verges, Ofm., (2001-2007) por
el apoyo a mis deseos formativos en la teología, como también a Fray Fernando Garzón
Ramírez, actual Ministro de la Provincia Franciscana de la Santa Fe. A ambos Ministros
Provinciales y sus gobiernos, les agradezco la confianza depositada en mí, por el respaldo y
apoyo económico durante el tiempo de estudio de esta Maestría. También la orientación y
el aporte investigativo, junto con la calidad humana de los que fueron mis profesores en
todo el proceso de formación en la Maestría en Teología.
De manera especial al P. Víctor M. Martínez Morales S.J., por su pericia, colaboración y
disponibilidad en la revisión de este trabajo investigativo.
6
Contenido
pág.
Introducción
9
1. Concepción del poder, siglo I de la era cristiana, desde Lucas 22,24-27
12
1.1. El autor
13
1.1.1 Fecha y destinatarios
13
1.1.2 Estilo característico
13
1.1.3 Finalidad del evangelio de Lucas
14
1.1.4 Puntos básicos de la teología de Lucas
14
1.2 Nivel literario o análisis lingüístico-sintáctico
1.2.1 Contexto situacional
15
16
1.2.1.1 Texto de Lc.22,24-27
16
1.2.1.2 Diálogo con el texto
16
1.2.1.3 Contexto próximo
17
1.2.1.4 Contexto remoto
17
1.2.2 Lc.22,24-27 y sus paralelos
18
1.2.2.1 Clasificación de líneas de sentido
21
1.2.2.2 Comparación de textos
22
1.2.2.3 Diferencias
22
1.2.2.4 Antecedente de Lc.22,24-27
23
1.2.2.4.1 Lc.9,46-48
24
1.3 Introducción al texto de Lc.22,24-27
1.3.1 Segmentación del texto
24
25
1.3.1.1 Preocupación por ser el mayor
25
1.3.1.2 Modo de ser el mayor
25
1.3.1.3 Reorientación
26
1.3.1.4. Jesús como servidor
26
7
pág.
1.3.2 Características de la perícopa
26
1.3.2.1 Inventario del léxico
27
1.3.2.2 Líneas de contraste
28
2. Líneas de sentido o análisis semántico
29
2.1 El altercado
29
2.1.2 Ser el mayor
30
2.1.2.1 El mayor: Jerarquía de poder
30
2.1.2.2 Los reyes
32
2.1.2.3 El Dominio de los reyes
33
2.1.2.4 Como señores absolutos
34
2.1.2.5 El ejercicio del poder de los reyes
37
2.1.3 Los llamados bienhechores
38
2.1.3.1 No así entre vosotros
40
2.1.3.2 El más joven
40
2.1.3.3 El que gobierna como el que sirve
41
2.1.3.4 El mayor es servido
41
2.1.3.5 Jesús como el que sirve
41
2.2 Jesús y el poder como servicio
2.2.1. El poder/autoridad como servicio
43
45
2.2.1.1 El poder, una realidad necesaria
46
2.2.1.2 El poder/autoridad y la espiritualidad del servicio
47
2.2.1.3 Identidad de quien asume el poder/autoridad
49
2.2.1.4 El poder/autoridad para decidir
51
2.3 Deformación del poder/autoridad
52
2.3.1 El poder/autoridad para obstaculizar
53
2.3.2 El poder/autoridad para dominar
54
2.3.3 El poder/autoridad para manipular
56
2.3.4 El poder/autoridad y el “amiguismo”
58
2.3.5 El poder/autoridad como fin en sí mismo
59
pág.
8
2.4 El poder/autoridad y burocracia
61
2.4.1. El poder/autoridad y burocracia institucional
62
2.4.2 La carencia del funcionario burócrata
64
2.4.3 La Burocracia e institucionalidad religiosa
65
2.4.4 Burocracia e identidad institucional
67
3. El poder/autoridad como representación de Jesús
69
3.1 El amor: Fundamento de la autoridad
70
3.2 La autoridad como servicio humilde
72
3.2.1 El otro como persona
74
3.2.2 Madurez cristiana
76
3.3 Propuesta
77
3.3.1 Madurez de vida personal
78
3.3.2 Percepción clara de la realidad
79
3.3.3 Espontaneidad y sencillez
80
3.3.4 Sentimientos de comunidad
81
3.3.5 Concentración en los problemas
82
3.3.6 Estructura democrática
82
3.3.6.1 Diferenciar entre medios y fines
83
3.3.6.2 Buen humor
84
3.3.6.3 Creatividad
85
3.3.6.4 Calidad de relaciones fraternas
86
4. Conclusiones
89
4.1 Lo que significa ser el mayor
89
4.1.1 Contextualización
90
4.2 Exhortación de Jesús a los apóstoles
90
4.2.1 El gobierno como poder/autoridad
90
4.2.2 Perfil de quien asume el poder/autoridad
91
4.2.3 Descontextualización del poder/autoridad
91
4.3 Características evangélicas del poder/autoridad como servicio
92
Bibliografía: Fuentes primarias
93
Fuentes auxiliares
95
9
Introducción
Entrar en un tema específico, planteado por el texto bíblico como el de Lc.22,24-27 que
lleva por título ¿Quién es el mayor? hace referencia al poder destinado al servicio desde la
perspectiva de fe, da pié para entrar en el significado de las palabras, los verbos, adjetivos
-entre otros- con los que se compone cada una de las oraciones de sentido completo que
compone la perícopa. Y en la medida que se profundiza en el texto se recibe todo el peso de
la comprensión de lo que significa tener poder, ser jefe o ser el “mayor” en la comunidad,
teniendo presente sus sinónimos, en contraste con aquello que pide el Señor a los apóstoles:
“El mayor entre vosotros sea como el más joven”, es decir, el mayor ha de ser como el
servidor. Detrás de cada concepto hay un contexto histórico con significados y que
generalmente resultan ser opuestos a la novedad del evangelio que propuso Jesús con su
enseñanza y ejemplo de vida para iluminar el contexto de la vida eclesial, específicamente
el papel de quienes tienen la responsabilidad de ser autoridad en las comunidades de vida
religiosa institucional.
Para realizar este trabajo investigativo asumiré el método de interpretación hermenéutico
con el siguiente esquema:
Como punto inicial de la investigación se presenta el nivel histórico del evangelio de Lucas
y, el nivel literario de Lc. 22,24-27. Esta primera parte pretende entrar de forma breve, en
las características del evangelio de Lucas, como obra teológica, sus enfoques peculiares con
el fin de ubicar sus propósitos relevantes. Al mismo tiempo, enfocar el texto de estudio en
sus contextos próximo y remoto para una ampliar el sentido del texto y su orden dentro de
la misma obra. Al seguir el camino de la especificación, se hace un esfuerzo por entrar en el
texto y las partes que lo conforman, confrontando sus paralelos en los evangelios de Mateo
y Marcos para identificar sus similitudes y diferencias. Una vez realizado este ejercicio se
verifica la estructura del texto, la coherencia gramatical, las líneas de sentido, las relaciones
de oposición, y sacar lo que nos quiere decir el texto en sus mismos elementos, para tener
claro los elementos relevantes, que en últimas son los cristológicos, es decir, los que
caracterizó el Señor Jesús en en la dimensión del poder como servicio. Estos mismos
elementos fundantes deben ser punto de referencia para la comunidad de fe y en especial
para quienes ejercen el servicio de la autoridad en la vida religiosa institucional hoy, para
10
que apropiándose de ellos sea medio de edificación de lo que el Señor Jesús vivio y enseñó
a los apóstoles como a la iglesia, pero en especial a quienes hacemos parte de la vida
religiosa hoy.
La segunda parte de esta investigación presenta dos momentos: En la primera parte se
profundiza en las líneas de sentido de Lc.22,24-27, definidas en el apartado anterior, que
también se puede llamar “análisis semántico” y, tiene como fin dar a conocer a partir de la
realidad que describe del texto, ir a la realidad extratextaul, es decir, del ambiente cultural y
social que trata de describir el mismo texto y así tener una comprensión sobre lo que se
quiere decir. Para conseguir este resultado se investiga el significado de los conceptos, del
conjunto de las palabras que hacen parte de la estructura del texto, enfatizar en las lineas de
sentido, investigar el significado en el contexto cultural propio, para así ir al mensaje
general que quiere decirnos el mismo texto.
Tiene que ver esto con la preocupación de los apóstoles por quién sería el “mayor” entre
ellos y la similitud de tener el poder/autoridad en la vida política y social del siglo I de la
era cristiana, los cuales eran tenidos también como “mayores” que dominaban con
autoridad a los pueblos. El contraste que Jesús presenta sobre cómo ser el “mayor” desde la
figura del más joven, es decir, como el que sirve. Por eso la estrategia del método que
fundamenta esta parte de la investigación: El texto en sí mismo es la referencia primera.
Y en la segunda parte de este capítulo, propongo un análisis teológico como profundización
del poder/autoridad desde Jesus, el Señor y, que debe identificar a quienes obstentan este
cargo en las instituciones de vida religiosa, como también algunas de sus distorsiones más
comunes y que son una realidad en la institucionalidad religiosa, a fin de ser modificadas
una vez que se tenga conciencia de ellas.
El tercer capítulo presenta el nivel actualizante, o análisis pragmático que tienen que ver
con la aplicación de sugerencias propositivas a la realidad problemática y que es a la vez el
aporte que se hace al tema del “Servicio de la Autoridad en la Vida Religiosa, una
aproximación a ser superior(a) hoy desde Lc.22,24-27”. El texto tiene un mensaje que
comunicar, es un texto del pasado, pero que quiere hablar hoy a las situaciones
problemáticas desde la fe. Quiere iluminar la realidad conflictiva y iluminar la práctica
actual de la autoridad como servicio, es decir, actualizar lo que se dice, pasando lo que se
dice en el texto bíblico al contexto cultural-existencial del hombre hoy en su actuar y
11
responder al ¿Qué mensaje me revela a mí hoy este texto bíblico? La pragmática estudia las
instrucciones para la acción y la orientación que se efectúa por medio del texto. Sugiere
ideas, conduce a determinadas formas de conducta, mueve a participar en sentimientos a
partir del para qué y por qué. Para este fin se sugieren los siguientes medios: Dar
instrucciones, concientizar en la necesidad de renovar la comprensión de lo que significa la
autoridad como servicio hoy en la iglesia para llevar al cambio de conducta, al cambio de
ideas.
En todo este contexto se aplicará el método hermenéutico de análisis Estructural o
semiótico, cuyas características son: Sincrónico porque se proyecta sobre el texto mismo
con el interés de hallar las relaciones entre los elementos constitutivos y su sentido.
Descubrir lo que el texto quiere decirnos en virtud de su propio lenguaje, con sus tres
momentos: 1) Análisis linguístico, 2) Análisis semántico y 3) Análisis prágmático o
aplicación a la realidad, herramientas que me ayudarán para llegar a los resultados y
conclusiones deseadas.
El tema de la Autoridad como Servicio es un tema actual. Tanto es así, que ha sido motivo
para que la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida
Apostólica, haya presentado el 11 de mayo del 2008 un documento con el tema “El servicio
de la Autoridad y la Obediencia” en la vida religiosa. El tema es actual porque se ha venido
analizando el contexto evangélico de la autoridad como servicio, como tambien se ha
venido cuestionando profundamente su práctica en la vivencia, marcada por los desbordes
autoritarios y los abusos de poder. Hoy, por los avances que ha traido el rigor del análisis
académico en la teología, se investiga para proponer más objetividad entre lo que se dice y
lo que se hace, obviamente se ha tocado temas que anteriormente eran inabordables y, se
está “presionando” al menos desde la producción de documentos al respecto para que el
poder/autoridad en las instituciones religiosas obedezcan precisamente a lo que el Señor
Jesús pidio a los apóstoles: “(…) el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que
gobierna como el que sirve” (Lc.22,26), es decir, que sea tenida como servicio y no como
medio para dominar a los demás.
A pesar de la abundante bibliografía sobre el tema, aun hay muchas realidades que faltan
por especificar y esto es lo que pretende realizar este trabajo.
12
1. Concepción del poder, siglo I de la era cristiana, desde Lucas 22,24-27
Los escritos del Nuevo Testamento y en especial los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan, bien lo dicen los estudiosos bíblicos del Nuevo Testamento, no son una biografía de
Jesús. Sin embargo, son las fuentes de primera mano para un investigador que quiere hacer
análisis teológico y extraer de allí cantidad de elementos y dar razón desde fundamentos
bíblicos el ambiente del mundo histórico, religioso y cultural en el cual vivio Jesús, el
Señor y la primera comunidad del siglo I de la era cristiana. Desde el evangelio de Lucas
empieza este aporte, con el fin de llegar al contexto del poder/autoridad y la forma común
de ejercerlo en la vida social y el mensaje innovador que presenta Jesús a los apóstoles y
para nosotros hoy.
1.1 El autor
El nombre del autor es Lucas, de cultura helenista; según testimonios de San Ireneo, era de
Antioquía de Siria, médico de profesión (Col.4,14), discípulo del apóstol Pablo (2Tm.4,11).
Lucas es también el autor del libro Hechos de los Apóstoles. Escribío en griego elegante, lo
que lleva a pensar que fue un hombre culto, con conocimiento tanto del Antiguo
Testamento, desde la versión griega de los LXX, como de las costumbres judías, aunque
tiene la particularidad que se caracteriza por la libertad frente a la ley.
Lucas se fundamentó en las fuentes escritas y orales para escribir su obra. En cuanto a las
fuentes escritas están los fragmentos que contenían temas afines sobre los hechos y
palabras de Jesús como parábolas y milagros, llamada la fuente Q; se fundamentó también
en el evangelio de Marcos. De la fuente ocular, a partir de los personajes que conocieron al
Señor: “(…) la generación precedente de testigos oculares de la vida y obra de Jesús de
Nazaret, como son María, los apóstoles, los discípulos y ministros de la Palabra”1. Los
testigos oculares son la fuente de primera mano, quienes dieron testimonio de lo que vieron
y oyeron de Jesús histórico. Entre ellos investigó y produjo las dos obras teológicas que
1
Browm. E. Raymond. Introducción al Nuevo Testamento 1. Cuestiones preliminares, evangelios y obras
conexas. Madrid: Editorial Trotta, 2002.
13
narran la vida de Jesús: El evangelio de Lucas y, el comienzo de la Iglesia en Jerusalén en
el libro de los Hechos de los Apóstoles.
1.1.1 Fecha y destinatarios
La fecha de composición del evangelio de San Lucas es discutida. Hay quien señala que la
fecha posible de composición se sitúa “entre el 62 y el 65-66”2, otro autor coloca la fecha
en una época distinta: “Si se le considera posterior a Mt., la fecha de composición habrá
que situarla hacia el año 80”3. Se podría decir que fue después de la segunda mitad del
siglo I de Cristo.
La obra está dedicada al ilustre Teófilo (o amigo de Dios) que pudo ser una persona
concreta, de buena posición económica que “financió la edición de la obra”4, como
también puede hacer referencia a “un nombre simbólico que representa a todo cristiano”5.
La obra está dirigida a comunidades que proceden de Asia Menor y Grecia, cristianos
venidos del paganismo y evangelizados por el apóstol San Pablo: “Los destinatarios de su
obra deberían ser paganos cristianos helenistas, no romanos; a ellos pertenecen también el
noble Teófilo, al que Lucas dedica su obra”6.
1.1.2 Estilo característico
Lucas escribe en griego clásico, según especialistas, hace énfasis en los acontecimientos y
personajes relevantes en la vida pública, contemporáneos con Jesús y los deja por escrito en
su evangelio para así intentar construir una obra histórica, como un itinerario insinuado
desde el comienzo: “(…) narrar las cosas que se han verificado entre nosotros” (Lc.1,1),
las mismas que recibió de los “(…) testigos oculares y servidores de la Palabra” (Lc.1,2).
Quiere dejar claro las cosas que se han verificado entre la comunidad, lo que aconteció en
y con la persona de Jesús de Nazaret, su vida, sus hechos, milagros, palabras, su muerte y
su resurrección. Con estos elementos inicia su investigación a partir de fundamentos
históricos: “(…) después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes (…)
para que conozcas la solidez de la enseñanza” (Lc.1,4).
2
Segalla, Giuseppe. Panoramas del Nuevo Testamento. Estella (Navarra): Editorial Verbo Divino, 2000.
Cepedal, Tirso. Curso de Biblia. Claves para leer el Libro Sagrado. 3ª edición. Madrid: Editorial PS., 1999.
4
Segalla, Panoramas del Nuevo Testamento 197.
5
Brown, E. Raymond. Introducción al Nuevo Testamento I, 314.
6
Segalla, Panoramas del Nuevo Testamento, 224.
3
14
Se sitúa en contextos históricos haciendo mención de personajes concretos como: El
emperador César Augusto (30 a.C. al 14 d.C.), el gobernador de Siria, Cirino, el emperador
Tiberio César (14 al 37 d.C.), el procurador de Judea Poncio Pilato, Herodes Tetrarca de
Galilea, Filipo, y los sumos sacerdotes Anás y Caifás (Lc.2,1-2.3,1-2.), con el fin de
fundamentar la coherencia de la narración con personajes de la vida política y religiosa que
fueron históricos: “Lucas demuestra que desea escribir historia porque utiliza algún detalle
metodológico propio de los clásicos, como por ejemplo la proyección del relato en el
trasfondo de la historia universal”7. Con la originalidad, que el grueso del contenido de la
historia es el cumplimiento de la Salvación obrada en la persona de Jesucristo, la salvación
se ha cumplido en Él y la historia lo confirma.
1.1.3 Finalidad del evangelio de Lucas
Se propone presentar la misericordia de Jesús en favor de los pobres, enfermos, pecadores,
los necesitados y marginados: “El tema de Cristo misericordioso ha sido considerado como
el fundamental en este tercer evangelio. Basta echar por él una rápida ojeada: parábolas
de la misericordia (15), escenas de perdón: la pecadora (7,36-50), Zaqueo (19,1-10),
Pedro (22,61-62), el buen ladrón (23,39-43)”8. Esta es la finalidad del evangelio de Lucas.
Hace que esta faceta sea más repetitiva a través de sus lecturas.
1.1.4 Puntos básicos de la teología de Lucas
Entre varios aspectos se caracteriza:
La oración: Es una constante en la vida de Jesús. Acude a ella de forma continua. Son
numerosas las citas en este evangelio, en donde Jesús entra en oración desde diversos
casos: “Jesús es presentado como una persona que ora constantemente, sobre todo en las
circunstancias más relevantes de su vida (…) como son el bautismo (Lc.3,21), antes de una
curación (Lc.5,16), en la elección de los doce (Lc.6,12), antes de la profesión de fe de
Pedro (Lc.9,18) en la transfiguración (Lc.9,28)”9. La oración en Jesús es algo vital, no es
un anexo como práctica, sino una práctica constante en su vida y en el ministerio. Además
motiva a sus discípulos a la oración.
7
Ibid., 198.
Cepedal, Curso de Biblia, 317.
9
Dillman, Rainer, Mora, A., César. Comentario al Evangelio de Lucas. Estella (Navarra): Editorial Verbo
Divino, 1999.
8
15
El Espíritu Santo: Jesús actúa siempre bajo el influjo del Espíritu Santo: Es el protagonista
en el libro de los Hechos, pero también es notablemente presente en la vida de Jesús:
“Lucas está siempre convencido de que en la persona y obra de Jesús está siempre el
Espíritu”10. A diferencia de los otros evangelios, es el que más nombra al Espíritu Santo.
Alegría espiritual: El gozo, la alegría es una realidad que viene por la salvación en la
persona de Jesús: “No temáis, pues os anuncio una gran alegría,(…)” (Lc.2,10);
“Regresaron los setenta y dos y dijeron alegres (…)” (Lc.10,17); “(…) mientras que toda la
gente se alegraba por las maravillas que hacía” (Lc.13,17); Jesús mismo se llena de gozo:
“En aquel momento se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo (…)” (Lc.10,21). En Lucas
la alegría viene por la salvación que trae Jesús, él es portador de la alegría y es
consecuencia de la salvación en los discípulos y en la comunidad.
La Salvación es universal: La salvación no es para un grupo privilegiado de creyentes: “La
Salvación de Dios, al entrar en la historia humana, crea un movimiento dinámico que
desborda las viejas fronteras de aquel pueblo que siempre se había tenido por el único
destinatario de la elección divina”11. La salvación en Jesucristo se desbordó extendiéndose
a todos los pueblos de la tierra por la misión que encomienda a los apóstoles: “Así está
escrito: que el Cristo debía padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día y que se
predicaría en su nombre la conversión para el perdón de los pecados a todas las naciones,
empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas” (Lc.24,46-48). La
salvación llega a todos los hombres mediante el llamado a la conversión.
Por otra parte, el evangelio de Lucas forma una sola obra con el libro de los Hechos de los
apóstoles: El evangelio acaba con la ascensión de Jesús (24,50-53) y los Hechos en sus
inicios hace mención de ese mismo acontecimiento (1,9-10). Lucas en su obra muestra
desde un contexto histórico la Salvación de Dios en la persona de Cristo Jesús.
1.2 Nivel Literario o análisis lingüístico-sintáctico
Propongo la forma de abordar el texto de estudio, mediante el análisis lingüístico-sintático,
que es un examen a las palabras empleadas, conceptos gramáticales y la combinación de las
10
Ibid., 18.
Fitzmyer, Joseph A. El evangelio según San Lucas I. Introducción general. Madrid: Editorial Cristiandad,
1986.
11
16
palabras que ubican el contexto, confrontación con textos paralelos, con otra edición para
captar las diferencias, similitudes y particularidades.
1.2.1 Contexto situacional
En el contexto de la celebración de la Cena Pascual entre Jesús y los apóstoles aparecen dos
temas que contrastan: La traición de Judas y la discusión entre los apóstoles por quién de
ellos sería el mayor. El contraste está en que los apóstoles no habían comprendido el
contexto de la celebración de la Cena Pascual: “Este es mi cuerpo que se entrega por
vosotros, (…) mi sangre que se derrama por vosotros” (Lc.22,19-20), señalando la entrega
de Jesús, su cuerpo y su sangre por la salvación del hombre. Contrasta el amor de Jesús con
la traición de uno de sus discípulos y la discusión por ser el primero entre los apóstoles.
El contexto es de no corresponder al significado de los acontecimientos: El signo de la
eucaristía, la vida que se da en servicio correspondida con la traición de Judas y la
inquietud por quien será el “mayor” entre el grupo.
1.2.1.1 Texto: Lc.22,24-27
24Entre
ellos hubo también un altercado sobre quién de ellos parecía ser
el mayor.
25Él les dijo: Los reyes de las naciones las dominan como señores
absolutos y los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar
bienhechores;
26pero no así entre vosotros, sino que el mayor entre vosotros sea como
el más joven y el que gobierna como el que sirve.
27Porque, ¿Quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es
el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que
sirve12.
1.2.1.2 Diálogo con el texto
Personajes: Jesús y los apóstoles. ¿Quién y a quién habla? Habla el narrador de la obra
que es el evangelista Lucas: “(…) el peso de la exhortación se dirige, ante todo, a los jefes
de la comunidad cristiana de los tiempos de Lucas”13, que pensaban en el poder. La forma
de hablar de Jesús en este aparte es de declaración y exhortación a los apóstoles.
El texto bíblico sitúa a los personajes en la ciudad de Jerusalén (Lc.22,10), en el contexto
de la celebración de la cena pascual.
12
Nueva Biblia de Jerusalén. Bilbao: Editorial Desclée de Brouwer, 1998.
Fitzmyer, Joseph A. Evangelio según San Lucas. Vol. IV. Traducción y comentario. Capítulos 18,15-24,53.
Madrid: Editorial Cristiandad, 2005.
13
17
El tema central tiene la finalidad de educar en el ejercicio del poder como servicio, en
contraste, como medio de dominación, que era la forma conocida y aceptada por el mundo
social de la época de Jesús histórico.
1.2.1.3 Contexto próximo
El texto de estudio se encuentra inserido en Lc.22. Este capítulo da inicio a la narración de
la pasión del Señor. El texto de Lc.22,24-27 está precedido de los acontecimientos de la
celebración de la cena pascual (Lc.22,14-18), de la institución de la eucaristía (Lc.22,1920) y del anuncio de la traición de Judas (Lc.22,21-23). Hasta aquí el contexto próximo es
de celebración de la cena pascual e institución de la eucaristía como memorial del cuerpo y
la sangre de Jesús entregada por la comunidad: “(…) derramada por vosotros” (Lc.22,20).
Entrega que había sido anunciada anteriormente: “Pero antes tendrá que padecer mucho y
ser reprobado por esta generación” (Lc.17,25). Esta entrega personal de Jesús a la pasión
pasará primero por la traición de uno de sus discípulos: Judas. La entrega de su vida, por
“vosotros”, es correspondida no solo con la traición, sino también por la incomprensión de
sus más cercanos; se dibuja claramente el contexto del amor, la entrega de la vida del Hijo
de Dios, correspondido con la ingratitud humana.
Los temas que le siguen corresponden a: La perseverancia en la fe en el Señor, la
recompensa del Reino que se promete a los apóstoles como algo que se recibirá tanto en la
vida presente como en la eterna (Lc.22,28-30) y que ya se había hecho mención en
(Lc.18,29-30), y el anuncio de la negación de Pedro (Lc.22,31-34).
1.2.1.4 Contexto remoto
El evangelio de San Lucas, según la Biblia de Jerusalén, se encuentra estructurado así:
El Prólogo 1,1-4.
I. Nacimiento y vida oculta de Juan el Bautista y de Jesús 1,5-2,52.
II. Preparación del ministerio de Jesús 3,1-4,13.
III. Ministerio de Jesús en Galilea 4,14-9,50.
IV. La subida a Jerusalén 9,51-19,27.
V. Ministerio de Jesús en Jerusalén 19,28-21,38.
VI. La Pasión 22,1-23,56. Es aquí en este bloque donde se encuentra inserto el texto de
estudio de esta investigación, en el contexto de la narración de la celebración de la
18
institución de la eucaristía y de la Pasión del Señor. Es decir, la autoridad asumida como
servicio ha de realizarse desde Jesús que se entrega por nosotros en la eucaristía (Lc.22,19).
VII. Después de la Resurrección 24,1-33. Este es el conjunto de la obra que antecede y
precede el texto de estudio. Son posibles otras divisiones, desde diversos autores.
1.2.2 Lc.22,24-27 y sus paralelos
Esta visión de conjunto entre los textos paralelos posibilita identificar los elementos
comunes a los tres sinópticos, desde el diálogo y la forma lingüística que se establece entre
los personajes, como también los modos de estilos, omisiones o inclusiones, como
identificación de los elementos que los diferencian, así:
Lucas coloca este episodio en el relato de la Cena pascual (Lc.22,14-18), Institución de la
eucaristía (v.19-20) y anuncio de la traición de Judas (v.21-23) y, su contexto próximo es la
recompensa prometida a los apóstoles (v.28-30).
Mateo coloca este texto en una parte diferente de la cena pascual: Lo antecede la petición
de la madre de los hijos del Zebedeo a Jesús de puestos de privilegio (Mt.20,20) y le sigue
los dos ciegos de Jericó (Mt.20,29).
Marcos de forma similar a Mateo, pone esta narración entre la petición de los hijos de
Zebedeo (Mc.10,35-40), (Los que hacen la petición son Santiago y Juan) y el ciego de
Jericó (10,46-52).
Lc. 22,24-27
Mt.20,24-28
Mc.10,41-45
“24Entre ellos hubo también “24Al oír esto los otros diez, “41Al oír esto los otros diez,
un altercado sobre quién de se indignaron contra los dos empezaron a indignarse
ellos parecía ser el mayor”. hermanos”.
contra Santiago y Juan”.
Los personajes son “ellos”;
tienen un altercado; la causa
es quién de ellos “parecía
ser el mayor”. Entre los dos
términos:
Altercado
e
indignación de Mt., y Mc.,
hay una diferencia de
significados: Altercado es
una disputa que se puede
llevar a cabo a partir de
confrontación de ideas,
mientras que indignación es
enojo o enfado por alguna
ofensa a la dignidad
Los personajes son los doce
y, entre ellos se hace
mención de dos hermanos,
sin nombrarlos. Los diez
apóstoles tienen indignación
hacia los dos (Santiago y
Juan); la causa de la
indignación se encuentra en
Mt.20,21, la madre de los
hijos de Zebedeo pide
privilegios para sus hijos en
el reino de Jesús.
Aparte de hacer mención de
los diez, se menciona el
nombre
de
los
dos
hermanos: Santiago y Juan.
Los otros diez apóstoles
sentían indignación hacia
los dos hermanos. La causa
de la indignación es por la
presión
que
venían
ejerciendo Santiago y Juan
(Mc.9,34.10,35),
sobre
quien de ellos iba a ser el
mayor.
19
personal.
“25Él les dijo: Los reyes de
las naciones las dominan
como señores absolutos y
los que ejercen el poder
sobre ellas se hacen llamar
bienhechores”;
“25Mas Jesús los llamó y
dijo: Sabéis que los jefes de
las naciones las dominan
como señores absolutos, y
los grandes las oprimen con
su poder”.
“42Jesús, llamándoles, les
dice: Sabéis que los que son
tenidos como jefes de las
naciones, las dominan como
señores absolutos y sus
grandes las oprimen con su
poder”.
Se omite el nombre de Se nombra a Jesús que A diferencia de Lc., aquí se
Jesús, y se utiliza el aparece
“llamando”
y muestra a Jesús lo mismo
pronombre personal “Él”, “diciendo” a los apóstoles. que en Mateo.
que “les dijo”.
Se acentúa el realismo.
El elemento común a los
tres: “Las naciones son
dominadas por los señores
absolutos”.
Los señores absolutos que Los señores absolutos son Los señores absolutos que
ejercen el poder son los los jefes que ejercen el ejercen el poder son los
reyes.
poder son quienes “oprimen jefes.
Ellos se hacen llamar con su poder”. No utiliza el Estos son quienes “oprimen
“bienhechores”. Hay un estilo irónico de Lucas.
con su poder”. No utiliza el
contraste entre dominadores
estilo irónico de Lucas.
y bienhechores.
“26pero no así entre
vosotros, sino que el mayor
entre vosotros sea como el
más joven
y el que gobierna como el
que sirve”.
Prohibición de Jesús de no
asemejarse a jefes o
gobernadores
según
lo
establecido, a partir de la
conjunción
adversativa:
“(…) pero no así entre
vosotros”
y
la
correspondiente
modificación, “(…) sino
que”.
Propone realizar la forma de
ser “mayor” como el más
“joven”, para designar a los
“26No ha de ser así entre
vosotros, sino que el que
quiera llegar a ser grande
entre vosotros, será vuestro
servidor”.
43Pero no ha de ser así
entre vosotros, sino que el
que quiera llegar a ser
grande entre vosotros, será
vuestro servidor”,
Prohibición de Jesús a los
apóstoles de no asemejarse a
jefes o gobernadores según
lo establecido.
Se abrevia la conjunción
adversativa en “(…) sino
que”.
Prohibición de Jesús a los
apóstoles de no asemejarse a
jefes o gobernadores según
lo establecido.
Se abrevia la conjunción
adversativa en “(…) sino
que”.
Propone realizar el ser Propone realizar el ser
“grande” como “servidor”. “grande” como “servidor”.
20
jefes.
“27Porque,
¿Quién
es
mayor, el que está a la mesa
o el que sirve? ¿No es el que
está a la mesa?
Pues yo estoy en medio de
vosotros como el que sirve”.
Hay dos cuestionamientos:
El primero es una regla de
uso normal en la sociedad.
El segundo cuestionamiento
es la confirmación de esa
regla por Jesús. Pero como
conclusión
propone
lo
contrario: Jesús es el que
sirve, no es como el mayor
que es servido.
“27Y el que quiera ser el “44y el que quiera ser el
primero entre vosotros, será primero entre vosotros, será
vuestro esclavo”;
esclavo de todos”,
Presentan el esquema: El
primero será el esclavo de
todos. Hacen síntesis, no
hay cuestionamientos para
sacar luego conclusiones.
Presentan
el
mismo
esquema de Mateo: El
primero, este será el esclavo
de todos.
“28de la misma manera que
el Hijo del hombre no ha
venido a ser servido sino a
servir y a dar su vida como
rescate por muchos”.
Presentan
similares
esquemas lingüísticos e
introducen
el
título
cristológico:
“Hijo
del
hombre”,
con
algunas
salvedades
en
la
introducción.
“45que tampoco el Hijo del
hombre ha venido a ser
servido, sino a servir y a dar
su vida como rescate por
muchos”.
Lucas conserva términos que lo hacen diferente de los otros dos sinópticos, como:
Hace alusión a “Altercado” (v.24), Mientras que Mateo (v.24) y Marcos (v.41) hablan de
“indignación”. Altercado es de disputas. Indignación tiene contexto de ofensa personal.
Lucas es irónico al hacer referencia a “los reyes como dominadores absolutos y aun así se
hacen llamar biehechores” (v.25). Es más incisivo.
Mientras que Mateo (v.25) y Marcos (v.42) hacen referencia a los “Jefes de las naciones
como dominadores absolutos que oprimen con su poder”. Ellos omiten la ironía.
21
Lucas se caracteriza porque utiliza comparaciones con el fin de hacerse entender bien con
respecto al tema: “El mayor entre vosotros sea como el joven (…) el que gobierna como el
que sirve” (v.26). Mientras que Mateo (v.26) y Marcos (v.43) son escuetos al utilizar el
mismo esquema: “(…) el grande entre vosotros será vuestro servidor”.
Lucas, para aclarar el tema del poder como servicio desde Jesús, introduce dos preguntas
(v.27). En la primera pregunta utiliza la figura de dos personajes en el contexto de la
comensalidad y sus posiciones dentro de las costumbres sociales: “Quién es el mayor, el
que está a la mesa o el que sirve”. El “mayor” es servido por el “menor”. Desde aquí
elabora y lanza la pregunta para responder con otra pregunta, sugiriendo la respuesta en los
receptores: “¿No es el que está a la mesa?”. Es obvio que el mayor en importancia es
sevido; pero termina dando él mismo la respuesta final cambiando el esquema: “Yo estoy
en medio de vosotros como el que sirve”. Lucas recurre a estas figuras narratorias, lo que
hace que se asemeje a la realidad del contexto y que se amplie el giro de comprensión para
los apóstoles.
Mateo (v.27) y Marcos (v.44) presentan un esquema conciso, polarizado así: “El primero
será el esclavo de todos” (primero-esclavo), y se prolonga en cuanto al final del tema, para
terminar haciendo énfasis en Jesús como el servidor que da su vida como “rescate por
muchos”.
Con esto podemos situarnos en el contenido de la situación, para desde los tres evangelios
sinópticos saber hacia donde se orienta el tema, aun cuando pueden tratarse con palabras
diferentes para querer decir el mismo mensaje. Además que nos da certeza de que fue un
tema polémico al inicio de la comunidad de fe, como lo es hoy.
1.2.2.1 Clasificación de líneas de sentido
Desde Lc. 22,24-27, así:
Estructura social establecida
Estructura propuesta por Jesús
Los reyes (jefes) dominan
como señores absolutos.
Los que ejercen el poder
oprimen y se hacen llamar
bienhechores.
El mayor es servido por el
menor.
El Mayor ha de ser como el joven en el servicio.
El grande será el servidor.
El que gobierna como el que sirve.
Jesús es el menor y el que sirve.
22
Se hace énfasis desde este contexto sobre la realidad del poder, la forma como es ejercida
en la vida social del siglo I de la era cristiana y el giro inversamente proporcional como lo
enseña y propone Jesús a la comunidad.
1.2.2.2 Comparación de textos
Breve paralelo desde una edición bíblica diferente a la Biblia de Jerusalén:
Biblia, Nácar Colunga, Lc.22,24-2714
Biblia de Jerusalén Lc.22,24-27
24Se suscitó entre ellos una contienda
sobre quién de ellos había de ser tenido por
mayor.
25Él les dijo: Los reyes de las naciones
imperan sobre ellas y los que ejercen la
autoridad sobre las mismas son llamados
bienhechores;
26pero no así entre vosotros, sino que el
mayor entre vosotros será como el menor, y
el que manda como el que sirve.
27Porque ¿Quién es mayor, el que está
sentado a la mesa o el que sirve? ¿No es el
que está sentado? Pues yo estoy en medio
de vosotros como el que sirve.
24Entre ellos hubo también un altercado
sobre quién de ellos parecía ser el mayor.
25Él
les dijo: Los reyes de las naciones las
dominan como señores absolutos y los que
ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar
bienhechores;
26pero no así entre vosotros, sino que el
mayor entre vosotros sea como el más joven
y el que gobierna como el que sirve.
27Porque, ¿Quién es mayor, el que está a la
mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la
mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros
como el que sirve.
Lo subrayado son los elementos comunes que establecen similitudes entre las dos
ediciones.
1.2.2.3 Diferencias
Biblia edición Nácar Colunga
Biblia de Jerusalén
Utiliza el término “contienda” (v.24). De Prefiere “altercado” (v.24), que viene de
contender, lidia, pelea.
altercar, para significar disputar, porfiar.
Los reyes “imperan” sobre las naciones Los reyes de las naciones “dominan” y
(v.25 a) y sus similares, los que ejercen la agrega, “como señores absolutos” (v.25 a).
autoridad (v.25b), (se omite el calificativo Y sus similares los que ejercen el poder
de señores absolutos), estos son llamados (v.25b), se hacen llamar bienhechores
bienhechores
14
(25c).
Define
que
son (v.25c), ¿se hacen llamar por la fuerza?
Sagrada Biblia. Versión directa de las lenguas originales. Por Eloíno Nácar y Alberto Colunga. Madrid:
Editorial BAC., 1958.
23
llamados así.
Hasta aquí los términos no riñen entre si, no
hay un distanciamiento en los téminos.
Presenta
la
figura
del
menor
como Presenta la figura el más joven como punto
referencia para el que-hacer del mayor de referencia para el “que-hacer” del mayor
(v.26b). Utiliza el verbo “mandar” en vez (v.26b). Y el que gobierna debe equipararse
de gobernar para designar al que sirve al que sirve.
(v.26c).
Coloca al comensal con respecto a la mesa Omite del comensal estar sentado (v.27),
sentado (v.27 a y b). Es explícito.
pero lo supone. El resto del esquema es
similar a la de la Nacar-Colunga.
Las similitudes indican que la traducción de los textos desde el original coincide con la
edición del texto de estudio, a excepción de algunos términos, pero sin diferencias
irreconciliables. Con estas similitudes en los dos textos se adquiere la confianza de saber
que los elementos significativos del tema se mueven en un mismo contexto y que se está en
el contexto del tema a tratar.
1.2.2.4 Antecedente de Lc.22,24-27
Lc.22,24-27 tiene similitudes con Lc.9,46-48, en cuanto que tratan el mismo tema: “¿Quién
es el mayor?” (v.46); los personajes son los mismos: Jesús, los apóstoles y se le agrega otro
personaje: Un niño. Pero con diferencias en lo que tiene que ver con el contexto geográfico
en el que se desarrolla los acontecimientos: Ministerio de Jesús en Galilea, es decir, fuera
de Jerusalén, en una situación de misión y seguimiento, mientras que en Lc.22,24-27 es en
Jerusalén, el momento de la Cena pascual, después de la traición de Judas.
La narración de Lc.9,46-48 presenta el tema menos elaborado que Lc.22,24-27, en cuanto a
detalles, por ejemplo, excluye personajes como reyes, señores absolutos, bienhechores,
gobiernos. Omite la utilización de verbos como: Dominar, poder, servicio.
En el desenlace de la narración presenta la condición humilde y sencilla del niño, modelo
que debe asimilar quien se postula como el mayor entre la comunidad: “La presencia de un
24
niño al lado de Jesús es símbolo de la verdadera grandeza del cristiano, precisamente en
cuanto que el niño es el miembro más débil y menos representativo de la sociedad”15.
El mismo tema parte de un altercado que se daba entre los apóstoles por quién sería el
mayor, pero se desarrolla desde otro enfoque.
1.2.2.4.1 Lc.9,46-48
46Se suscitó
una discusión entre ellos,
sobre quién de ellos sería el mayor.
47Conociendo
Similitud con Lc.22,24. El motivo
de la discusión es el mismo.
Jesús lo que pensaban en su corazón,
Lugar del deseo de poder
tomó a un niño, le puso a su lado,
48y les
dijo: El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe;
La figura del niño como
modelo, en Lc. es el joven.
y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado;
pues el más pequeño de entre vosotros, ese es mayor.
Similitud de niño con Jesús
en cuanto a la humildad.
El Señor Jesús pide a los apóstoles que quienes lo representan desde el poder asuman las
carácterísticas de la humildad, la sencillez, la docilidad en la forma de ser y que sean
propias del niño(a) (v.48). La utilización directa del modelo del niño como tipologia es
punto de referencia para quien quiere ser el primero.
1.3 Introducción al texto de Lc.22,24-27
El texto se encuentra en el contexto de la Cena pascual, la institución de la eucaristía, que
caracteriza la vida de Jesús dada como servicio a favor de todos: “Esto es mi cuerpo que se
entrega por vosotros (…) mi sangre que se derrama por vosotros” (v.19-20), que dan un
significado de sacrificio por nosotros.
Se había venido creando la tensión de partida de Jesús de entre los apóstoles y, esta tensión
va evolucionando progresivamente: “Se acercaba la fiesta de los ázimos” (Lc.22,1), “Llegó
el día de los ázimos,(…)” (Lc.22,7) y, “Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los
apóstoles” (Lc.22,14), llegando al final pronunciando: “El Hijo del hombre se marcha
según está determinado” (Lc.22,21). En la inminente partida aparece la traición de uno de
los suyos, según lo determinado y, como si fuera poco, otra desazón en el relato: Los
apóstoles polemizan entre ellos sobre quién será el primero en ausencia del Maestro.
15
Fitzmyer, Joseph A. El Evangelio de San Lucas. Vol III. Traducción y comentario, capítulos 8,22-18,14.
Madrid: Editorial Cristiandad, 1986.
25
Es una realidad marcada por los elementos de amor e ingratitud: Entrega de la vida por
amor, correspondida con la traición y el interés de ser el principal entre ellos: “Las dos
primeras partes del discurso de Jesús desenmascaran dos actitudes demasiado humanas en
sus elegidos: la infidelidad (o traición) y la lucha por alcanzar la mejor posición y la
mayor estima”16, es decir ante el ofrecimiento del servicio por amor, los apóstoles
descubren sus ambiciones personales. Es la incomprensión de los apóstoles ante el amor
generoso de Dios en Jesucristo.
1.3.1 Segmentación del Texto
La utilidad de este proceso de la segmentación del texto es adentrarnos y comprobar su
estructura y coherencia interna, para realizar una posible descripción de sus componentes.
Lo anterior exige mirar de cerca el texto para comprobar sus componentes internos:
Introducción (v.24), nudo (vv.25-26) y desenlace (v.27).
1.3.1.1 Preocupación por ser el mayor
24Entre
ellos hubo también un altercado
a. sobre quién de ellos
b. parecía ser el mayor.
La introducción sitúa al lector en una disputa entre los apóstoles. Se obvia los nombres
entre quienes sucede el altercado, pero identificados como Santiago y Juan en (Mc. 10,41).
a. Sobre quien de ellos, es decir entre el grupo de los apóstoles, conformados por: Pedro y
Andrés, Santiago y Juan, Felipe y Bartolomé, Mateo y Tomás, Santiago de Alfeo y Simón,
Judas de Santiago y Judas Iscariote.
b. “Parecía ser el mayor”. De parecer ante los demás (El mayor o jefe).
1.3.1.2 Modo de ser el mayor
25Él
les dijo:
a. Los reyes de las naciones las dominan
a1. como señores absolutos
b. y los que ejercen el poder sobre ellas
b1. se hacen llamar bienhechores;
Él les dijo: Acción exhortativa de Jesús.
16
Fitzmyer, Evangelio según San Lucas. Vol. IV, 357.
26
a. Los reyes de las naciones las dominan. Los reyes: Referencian el ejemplo de gobierno
en el medio social como dominadores.
a1. como señores absolutos, es decir, únicos, sin par.
b. y los que ejercen el poder sobre ellas: Los reyes titulares, y los que son como ellos
y
que están a la cabeza de las naciones.
b1. se hacen llamar bienhechores: Por imposición, se hacen llamar bien hechores.
1.3.1.3 Reorientación
26pero
no así entre vosotros, rechaza ese modo de ejercer el gobierno.
a. sino que el mayor entre vosotros, reorientación de ser el más grande.
a1. sea como el más joven. Presentación del modelo para gobernar: Joven.
b. y el que gobierna Un funcionario público. b1. como el que sirve. Que sea similar al que
sirve: El joven.
1.3.1.4. Jesús como servidor
27Porque,
a. ¿Quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? El mayor es sevido en la
mesa.
a1. ¿No es el que está a la mesa? Confirmación de lo anterior, de la posición del
mayor en la mesa, es la norma social.
b. Pues yo estoy en medio de vosotros.
b2. Como el que sirve. Jesús se declara servidor entre los apóstoles.
1.3.2 Características de la perícopa
1. Interviene Jesús exhortando y coloca como punto de referencia a los reyes y los que
ejercen el poder en las naciones, como dominadores y señores absolutos, aun así se hacen
llamar bienhechores (V.25).
2. Jesús se sigue dirigiendo a los apóstoles y después de presentar el modelo civil de
gobierno, da un giro opuesto, reorientando el modo de ejercer el poder en la comunidad de
fe: Pide que el mayor sea como el joven y el que gobierna como el que sirve. Son dos
grupos de figuras que guardan una relación de opuestos (V.26). Estos dos momentos de los
versículos 25 y 26 hace parte de lo que forma el nudo.
3. A partir de la regla de los comensales, donde hay posiciones, uno que está a la mesa y es
servido (el mayor) y otro que se encarga de servir (el menor), a partir de estas dos
27
posiciones, Jesús se presenta como el que sirve a la mesa, con su vida es el servidor de
todos (V.27).
En los tres momentos el protagonismo lo recibe Jesús, los apóstoles desarrollan el rol de
quienes escuchan la enseñanza y son invitados a la práctica de la exhortación del Maestro.
Presenta el modo de conducirse los reyes y sus similares con respecto a las naciones en el
ejercicio del poder; los apóstoles en forma opuesta deben ejercer el poder, a partir del
servicio y del ejemplo que Jesús les da. Vemos como los tres momentos a pesar de los
diferentes períodos narrativos conformados por las frases principales y secundarias tienen
unidad y coherencia interna.
1.3.2.1 Inventario del léxico
Cita
Sustantivo Adjetivo
V.24 Altercado. Mayor.
V.25 Reyes,
naciones,
señores.
V.26 Gobierno.
Absoluto
s,
biehechor
es
Mayor,
Joven,
Sirve.
Artículo
Un, el.
Pronom- Verbo
Adver
Prepoci-
Conjun-
bre
bio
sión
ción
Pare-
Entre, de,
cía.
sobre.
Ellos,
quién.
Hubo,
ser.
Les(as),
los, de.
Él, ellas.
El.
Vosotro
s.
Dijo,
Ejercer,
dominar,
poder.
Sea (Ser).
Sobre.
Y, que.
Pero no
así, sino
que,
entre.
V.27 Mesa (2).
Mayor.
A, la.
Quién,
vosotros
.
Es (Ser),
Está (2),
sirve (2),
estoy.
Porque.
Se destaca a partir de los adjetivos y los verbos que el texto esta cargado de términos que
reconocen posiciones de poder. Frente a estas características aparece la idea opuesta que
reclama otra visión del poder desde los términos joven y servicio:
Sustantivos
Sinónimos
Reyes.
Monarcas, soberanos, majestades, emperadores, príncipes.
Señores.
Amos, dueños, propietarios, jefes, patrones.
28
Gobierno.
Dirección, régimen, administración, jefatura.
Altercado.
Disputa, discusión, polémica, debate.
Adjetivos
Sinónimos
Mayor.
Cabeza, superior, caudillo, jefe.
Absolutos.
Dominante, déspota, autoritario, arbitrario, imperioso.
Joven.
Nuevo, reciente, tierno, servidor.
Verbos
Sinónimos
Ser.
Individuo, persona.
Ejercer.
Ejercitar, realizar, desplegar.
Dominar.
Someter, subyugar, oprimir, esclavizar.
Poder.
Realizar, tomar, obtener.
Servicio.
Gracia, ayuda, asistencia, favor, auxilio.
1.3.2.2 Líneas de contraste
Hay dos líneas claras: Los que tienen el poder (el mayor), lo ejercen, dominan; Quien
quiera ser el jefe, (en contraste con la segunda línea), debe ser como el (joven) que sirve.
Lo anterior indica el tema sobre el gobierno y el modo de ejercerlo de acuerdo a la
estructura civil está en relación opuesta a la manera como lo plantea Jesús a los apóstoles
que tiene un significado de servicio. En síntesis: El poder como dominio, es el contexto del
momento histórico y, el poder como servicio es la propuesta de Jesús a los apóstoles. Es un
cambio de comprensión totalmente nuevo que ha de asumir la comunidad de fe.
29
2. Líneas de sentido o análisis semántico
En esta parte, la investigación se ocupa en dar a conocer lo que quieren decir y lo que
quieren dar a entender los conceptos y palabras relevantes en el texto de estudio como
también el sentido de dichas palabras. Esta sección es una parte del método hermenéutico
con dos momentos:
1) La interpretación o exégesis: Lo que el intérprete interpreta del texto.
2) El análisis o actualización del mensaje de lo que dice el texto.
2.1 El altercado
Puede entenderse como discusión, por el interesante tema que ocupa a los apóstoles. El
altercado se da cuando hay una situación en donde se encuentran diversos pareceres sobre
un mismo tema: “Es un término perfectamente helenístico para describir la situación del
que esta siempre dispuesto a discutir”17. El hecho de altercado es también controversia, que
de no ser tratado con lucidez puede degenerar en riña y por lo tanto es innecesario,
superfluo, discusión de nunca acabar, que no edifica: “De todos modos, si alguien quiere
discutir, no es esa nuestra costumbre ni la de las iglesias de Dios” (1Cor.11,16).
Sin embargo, es un medio útil para sacar conclusiones que ayuden a precisar hechos
concretos para la vida, como por ejemplo, el que sostuvieron Pablo y Bernabé contra los
cristianos judaizantes que presionaban a los gentiles que entraban a la fe para que
observaran la Ley judía y, que llevó a que se discutiera el tema con los apóstoles en
Jerusalén (Hec.15,2-12) para luego decretar la liberación del peso obligatorio de la ley. Esta
es una parte positiva del altercado, porque es medio para esclarecer objetivamente un tema.
De modo que sirve para sentar presedentes y no volver a lo mismo.
Los apóstoles altercaban entre sí, tenían un tema entre ellos que iba a reorientar la vida del
grupo en ausencia de Jesús, con respecto al tema en mención. No llegaban a una conclusión
por los diversos criterios que tenían.
17
Fitzmyer, Evangelio según San Lucas. Vol. IV, 359.
30
2.1.2 Ser el mayor
Mayor es un adjetivo que hace referencia a una persona que tiene categoría elevada en la
vida familiar y social. Desde el punto de vista social, el mayor se refiere a quien desempeña
un puesto de jerarquia o de prestigio, como rey, jefe de nación, gran señor que ejerce el
poder. Por consiguiente, el mayor se considera el más importante en la escala social y
política con su respectivo opuesto del menor. Entre los calificativos mayor y menor se
establece una diferencia: El mayor es grande, fuerte e independiente, mientras que el menor
es pequeño, débil, dependiente de los mayores.
En escala social se representaría así: La clase social alta representada en la nobleza, son
mayores en relación a la gleba (pueblo) tenidos con el calificativo de menor por su escasa
capacidad de protagonismo a nivel económico y obviamente por la dependencia de los
poderosos.
Se dice que los apóstoles venían discutiendo el tema: “(…) sobre quien de ellos parecía ser
el mayor” (v.24). Les inquietaba quién era el mayor o el jefe entre ellos. El fin de este
altercado era decidir quien era el principal, el más grande en importancia: El jefe del grupo.
Esta inquietud venía en tensión (Lc.9,46) a raíz de la “afinidad” de Jesús por tres de los
apóstoles que fueron testigos de la transfiguración: “(…) dentro de ese contexto global, se
perciben sus motivaciones psicológicas, enraizadas en el hecho de que Jesús se halla
llevado consigo a la montaña solo a tres de entre los discípulos: Pedro, Santiago y Juan
(Lc.9,28)”18. El interés estaba latente, ya se perfilaban algunos por la confianza depositada,
simplemente faltaba el consenso unánime del grupo. Lo que si era claro, era que existía
entre ellos el interés de asumir el mismo esquema referente de la época, de ser el mayor, el
jefe, el líder, el más importante al cual se le otorgaba el ejercicio de la autoridad. Y esto
implicaba ser servido por la comunidad.
2.1.2.1 El mayor: Jerarquía de poder
El mayor es el que preside, es la autoridad legal que está a la cabeza de la comunidad para
guiar y decidir: En la monarquía es el rey. En el Nuevo Testamento, a nivel social, el
gobierno lo asumía el emperador romano, y en las provincias judías sus representantes: El
rey Herodes el grande, como gobernador de Judea (37-4 a.C. Lc.1,5), Herodes Antipas,
tetrarca de Galilea y Transjordania (4 a.C.-39 d.C. Mt.14,1), Filipo, tetrarca de Iturea y
18
FITZMYER, Joseph A. El Evangelio de San Lucas. Vol III, 162.
31
Traconítide (4 a.C.-34 d.C. Mt.14,3); Arquelao fue etnarca de Judea, Samaría e Idumea.
Los tres eran hijos de Herodes el grande y habían recibido en herencia el dominio de Judea.
Poncio Pilatos (26-36 d.C.) se encuentra entre los que fueron procuradores a raíz de la
destitución de Arquelao por autoritario, del cual se hace mención en la parábola (Lc.19,14).
Este era el contexto histórico-político que representó ser “el mayor o los mayores” que
regían a la comunidad.
Las características administrativas de estos gobiernos no es siempre la mejor: Herodes el
grande aparece en el evangelio como un ser desconfiado y apegado al poder, eso lo muestra
el relato de la matanza de los niños inocentes en la región de Belén y toda su comarca (cfr.
Mt.2,1-16) pretendiendo quitar la vida al futuro “rey sucesor” que estaba recien nacido.
De Herodes Antipas o el Tetrarca, fue quien en una fiesta compromete con su palabra la
vida del profeta Juan el Bautista y lo manda decapitar (Mc.6,17-29). Fue también quien
despreció y se burló de Jesús cuando quiso entrevistarse con él, previo a los momentos de
la pasión: “(…) le puso un espléndido vestido y le remitió a Pilato” (Lc.23,11), vistiéndolo
con atuendos cómicos. Era un personaje no digno de admiración por la tiranía hacia sus
gobernados. De Arquelao, etnarca de Judea, Samaría e Idumea, se dice que fue impositivo:
“El gobierno de Arquelao fue autocrático y suscitó el odio de sus súbditos hasta el punto
que éstos enviaron una delegación a Roma para pedir su destitución”19, esto indicaba los
presendentes negativos en su administración de gobierno.
De Poncio Pilato: Fue el juez del proceso contra Jesús, lo entregó a los jefes judíos para que
fuera azotado y crucificado, para quedar bien con ellos (Mc.15,15). Por esto se considera un
jefe servil, porque permitío la entrega del Inocente al suplicio de la cruz para contentar a las
autoridades judías y asegurarse para si la estabilidad en el poder: “(…) a pesar de
reconocer la no peligrosidad de Jesús, sino más bien de su debilidad, se arroga el derecho
de decidir de su vida y de su muerte, sin pensar nada más que en la instancia política.
Cobardía, porque el poder se pone al servicio de la posición partidista, por miedo a dejar
el poder”20. Según la referencia que se hace de él con respecto a la administración política,
desde Filón de Alejandría se denuncia: “Su aceptación de sobornos, latrocinios, ultrajes,
19
Brown, E. Raymond. Introducción al Nuevo Testamento 1, 112-113.
Duquoc, Christian. Cristología. Ensayo dogmático sobre Jesús de Nazaret. Salamanca: Ediciones Sígueme,
1992.
20
32
injurias injustificadas, ejecuciones repetidas sin juicio previo y su crueldad incesante y
terriblemente brutal”21.
Las características constantes de este tipo de gobiernos es que abusaban del poder mediante
el autoritarismo. Frente a esta estructura Jesús propone un modo inverso de ejercer el poder
y que es totalmente sorprendente: “(…) subraya el hecho de la grandeza deberá ponerse al
servicio de la bajeza”22.
2.1.2.2 Los reyes
Para el pueblo de Israel, Dios es el rey del cielo y de la tierra: “Te ensalzaré Dios mío, mi
Rey, bendeciré tu nombre por siempre” (Sl.145,1) “!Yahvé reinará por siempre jamás”
(Ex.15,18), pues del Señor es todo lo que existe y es el supremo soberano del universo
quien crea, gobierna y domina las fuerzas del cósmos, los seres vivos, la historia; en fin,
nada se escapa de su poder, todo le está sometido. Pero esta concepción de Dios como rey
es una analogía tomada de las realidades humanas de las cuales se hace uso para decir que
Dios es rey que gobierna, rey de reyes que tiene el poder y dominio sobre toda realidad
conocida. Así como en la tierra hay reyes y tienen poder, Dios es el rey supremo que está
por encima de los reyes, por eso se le dice el Rey de reyes.
En Israel, la monarquía se inicia con Saúl (S.XI a C.), se afianza con David (s. X a C.). A la
muerte de Salomón (932 a.C.), la monarquía se divide en el reino del norte (Israel) y en el
reino del sur (Judá). El rey era ungido (1S.24,7), considerado representante de Dios ante la
comunidad (Sl.2,72), era el caudillo que lideraba las tropas guerreras contra los enemigos
de Israel (2S.8,19). Al inicio de la monarquía, el rey se ocupaba del cuidado del templo
(1Cro.22-29), de defender los derechos de los pobres (Sl.72,4), garante de la justicia y la
paz de sus gobernados: “Reinó David sobre todo Israel, administrando derecho y justicia a
todo su pueblo” (1S.8,15). Por medio del rey se manifestaba la voluntad de Dios al pueblo.
En el Nuevo Testamento, a Jesús también le llamaron rey: “Le respondió Natanael: Rabbí,
tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel” (Jn.1,49), título que por sus connotaciones
políticas evitó, a fin de no verse como un rival político de gobierno del César, porque todo
el que se declarase rey sin el consentimiento del César, se constituía en su enemigo.
21
22
Brown, E. Raymond. Introducción al Nuevo Testamento 1, 113, nota de pie de página #15.
Fitzmyer, El Evangelio de San Lucas. Vol. IV, 360.
33
Las comunidades de Asia Menor tributaban a los monarcas, emperadores, reyes, faraones el
culto de adoración, a excepción del pueblo de Israel. A ellos se les atribuían características
divinas: “Los soberanos en la antigüedad eran exaltados e idolatrados hasta ser
considerados como divinidades”23. Esto es un indicativo para decir que la máxima cúspide
del poder era un medio para manipular a los pueblos desde lo religioso y lo psicológico,
aparte del poderío económico y militar que tenían. Estos medios les facilitaban el trabajo
para manejar una imagen y presentarse como “salvadores” o “soter”, y así que les aplicasen
características de divinos. De esta manera imponían a las provincias su dominio exigiendo
altas sumas de impuestos como contribución para el sostenimiento de la corte imperial y de
los ejércitos: “(…) impuestos de policía, de protección, de baños, además de las tasas
individuales. El fiscus iudaicus entró en vigor cuando Vespasiano ordenó que los judíos
pagaran a favor del templo de Júpiter Capitolino la cantidad de medio Shekel, o una
dracma, que era lo que pagaban anualmente para el culto del templo de Jerusalén”24. El
brazo largo del César llegaba hasta las regiones más remotas del imperio por medio de sus
delegados: Reyes menores, prefectos, procuradores, legados quienes hacían sentir el
dominio con autoritarismo de estilo más exacerbado que el mismo emperador: “(…) los
romanos eran tradicionalmente muy desconfiados con respecto a los reyes, por su propia
experiencia del régimen tiránico que ejercieron tales gobernantes a comienzos de la
historia de Roma”25. La imagen que el pueblo tenía de ellos era la de representantes tiranos,
abusadores del poder, insensibles frente a las necesidades reales de la comunidad, opresivos
antes que servidores.
Aunque la historia puede dar datos positivos de algunos césares o gobernantes, como por
ejemplo el ambiente de paz mundial durante el reinado de Cesar Augusto (27 a.C.–14 d.C.)
o las grandes construcciones arquitetócnicas de Herodes el Grande (73-4 a.C.), esto queda
minimizado ante las grandes oportunidades que tuvieron de hacer el bien.
2.1.2.3 El dominio de los reyes
Dominar, que somete bajo su dominio, sujetar con autoridad. Desde una posición de
gobierno, dominar, aparte de someter es también tiranizar y esclavizar. Dominar es ser
23
Rosanno, P., Ravasi, G., Girlandad A. Nuevo Diccionario de Teología Bíblica, 1610.
FITZMYER, Joseph A. Evangelio según San Lucas. Vol. IV, 448.
25
Ibid., 448.
24
34
autoritario: Es toda utilización deformada y excesiva de la autoridad por parte de quien la
ejerce bajo formas de dogmatismo que impone sin tener en cuenta las opiniones de los
demás. Dominar es verse por encima de los demás, imponiendo, es tenerse como amo sobre
el esclavo, en una relación apabullante sobre el otro. Quien es dominador pasa por encima
de la dignidad de la persona que reclama el respeto independientemente de su situación de
vida, género, rango social, coeficiente intelectual, color de la piel, del lugar donde se nace o
de lo que se posee. La dominación sobre el semejante impide la espiritualidad de la
fraternidad que es ver al otro como hermano: “(…) y vosotros sois todos hermanos”
(Mt.23,8). Dominar era y es la característica de los poderosos como son los reinos,
imperios, reyes, jefes sobre los súbditos.
2.1.2.4 Como Señores absolutos
Entiéndase de “señor” como aquel que es dueño y propietario de una cosa con pleno
dominio para hacer de ella cuanto a bien disponga.
Se le llama a Dios “Señor de toda la tierra” (Jos.3,11), “Señor de todos los dioses y
señores, de los fuertes y terribles” (Dt.10,17), entre ellos Él es el más grande. Él es el Señor
que reina en el trono excelso “rodeado de serafines” (Is.6,2). Dios es Señor, y no hay nada
que se resista a sus dominios, esta es una de las constantes en los textos bíblicos del
Antiguo Testamento. Dios es dueño del cosmos y de la vida del hombre y tiene poder sobre
todo lo creado, por eso Dios es por antonomasia Señor absoluto o Adonai que traduce mi
Señor o Señor con pleno dominio sobre la creación y del mundo.
Jesús llama a Dios Señor: “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra” (Mt.11,25).
También a él durante su vida terrena se le llamó “señor”, más como un título de
reconocimiento de maestro o rabbí por parte de los discípulos. Era una formalidad debida a
la dignidad del personaje que representa: Un maestro.
“Señor” corresponde al arameo “mari” o “mi señor” y era común en los términos de
expresión para dirigirse a los personajes representativos: “Sin duda el mismo término rabbi
significa algo más que maestro y puede traducirse en griego como kyrie. Pues bien, Mari
implica una deferencia aun mayor y se emplea para dirigirse al rey, al emperador e incluso
35
a los maestros venerados. La repetición señor, señor (mari, mari), igual que la de rabbi,
rabbi, se consideraba como una tención de respeto”26.
Los discípulos, inicialmente, al referirse a Jesús, lo llaman como “señor”, pero sin
contextualización en sentido divino: “Y si alguien os dice: ¿Por qué hacéis eso?, decid: El
Señor lo necesita” (Mc.11,3), lo llaman respetuosamente “señor”.
Pero esta relación se hace progresiva en la medida que Jesús va mostrando su identidad
divina: Enseñando con autoridad, perdonando los pecados, curando enfermos, liberando a
los atormentados por los demonios, cuando la muchedumbre lo reconocía como alguien
excepcional entre los hombres, con poder sobre los fenómenos naturales, hasta llegar a
decir: “Pues ¿quien es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?” (Mc.4,41).
Descubren que en Jesús actúa alguien que está por encima de un “señor” normal. En él
había algo más que hace que trascienda un formalismo de “señor” entre los hombres. Se da,
entonces una evolución en la comprensión del título “señor”. Pasa de un mero formalismo
hacia un reconocimiento de la divinidad. Jesús es reconocido por los apóstoles como el
Señor (Kyrios) de carácter divino: “(…) desde el momento en que el rabbi Jesús llega a ser
objeto de culto, el maestro y señor que habla y obra con autoridad debe necesariamente
convertirse en el único Señor”27. Pero esto se hace mucho más evidente con el
acontecimiento de la resurrección.
Después de la Resurrección ya se da el reconocimiento oficial por parte de la comunidad
apostólica, que Jesús es Señor o Kyrios: “Sepa pues, con certeza todo Israel que Dios a
constituido Señor y Cristo a ese Jesús a quien vosotros habéis crucificado” (Hch.2,36). Y
que una vez constituido Señor, todo le queda sometido en el cielo y la tierra, con pleno
poder, juez de vivos y muertos (Hch.10,42), con todo poder, cabeza de toda dominación y
potestad. Llegó a este título por su anonadamiento, por la humildad en el hecho que no se
enalteció, no buscó su interés personal, sino que con su vida se puso al servicio de sus
hermanos y por la obediencia al cumplimiento de la voluntad del Padre, hasta llegar a la
muerte en la cruz, por eso, su nombre y la persona son exaltados. Jesús es reconocido
Señor, de una forma diferente a como es el común de reconocimiento en la vida formal de
26
27
Cullmann, Óscar. Cristología del Nuevo Testamento. Salamanca: Ediciones Sígueme, 1998.
Ibid., 276.
36
los hombres. En Jesús, “Señor”, es un título de fe como reconocimiento de la divinidad
plena en él.
A los césares también se les llamaba “Señor” o Kyrios (en griego); pero más que los
romanos, este título provenía de otra cultura, era una influencia proveniente del mundo
helénico: “Pero sabemos también que en oriente, mucho antes de la época romana, los
soberanos eran honrados como dioses. Los emperadores romanos heredaron de ellos esta
dignidad divina. Se les rendía culto porque se les atribuía origen y naturaleza divina”28.
Los helénicos y los egipcios entre otros consideraban que la prerrogativa de tener el poder
era una consecuencia de la divinidad y por esto se situaban por encima de los demás
mortales.
A parte del poder político, económico, militar y religioso lo más aceptable en el contexto
cultural era que al César se le rindiese culto: “El emperador romano, pues, llamado Kyrios
como señal de su poder político; y por otra parte era honrado como un dios”29. Algunas
historias de los césares dan memoria de los extravíos mentales que partían de esta
concepción de creerse divinos y con derecho a las decisiones más grotescas que afectaban a
la comunidad.
Por consiguiente, en este miso contexto, con este título de “Señor”, al margen de una
connotación de fe se designa al que tiene posición de poder: “La palabra señor designa al
que manda, aquel que legítimamente dispone sobre alguno o sobre algo”30. Mientras que el
siervo es el que está al servicio, desposeido de toda connotación de prestigio y poder,
atributos propios del que es “señor”. El señor ocupa los primeros puestos de jerarquía en la
vida social, en constraste con el siervo que ocupa los últimos puestos en importancia social.
En tiempos de Jesús, esta jerarquía venía estructurada en la misma escala social:
En la cumbre de la escala social estaba la corte real de Jerusalén,
Galilea, en tiempos de Jesús, la de Herodes Antipas en Tiberidades. (…)
Inmediatamente después venían los representantes de la clase rica: los
almacenistas de trigo, vino y aceite, los grandes propietarios (…) los
agentes del fisco (…) la nobleza sacerdotal (…) el tercer peldaño de la
escala social se situaba la clase media, representada por pequeños
28
Ibid., 268.
Ibid., 269.
30
Obermayer, Heinz, Speidel, Kart, Zieler, Vogt, Klaus. Diccionario Bíblico manual. 4ª edición. Barcelona:
Editorial Claret, 1975.
29
37
comerciantes, los artesanos, (…) En el último escalón estaban los pobres
que eran los jornaleros, los escribas, los esclavos31.
En este contexto de la vida social del siglo I de la era cristiana, era que el “señor”, tenía los
suficientes medios para imperar sobre los que estaban en una posición desfavorable en
cuanto al poder y por la fuerza hacía que se produzca los efectos que necesitaba. El “señor”
es considerado una figura con supremacía sobre los otros y en especial sobre el siervo que
le correspondía con la obediencia y dependencia.
En cuanto al calificativo de “absolutos” se considera como un lenguaje figurado para
designar al que ocupa la cima de la jerarquía social sin alguien que le haga sombra, único,
sin restricción alguna en el ejercicio de la extensión de su poder.
2.1.2.5 El ejercicio del poder de los reyes
Los datos bíblicos del Antiguo Testamento son reiterativos en la concepción que el poder
pertenece en el sentido estricto solo a Dios porque es el dueño de todo cuanto existe: “En
manos del Señor está el gobierno de la tierra” (Ecl.10,3), porque él es soberano de todas
las naciones y todo cuanto existe él lo gobierna: “Porque de Yahvé es el reino, es quien
gobierna a los pueblos” (Sl.22,29), nada se escapa de su poder.
Este poder se ha hecho explícito en Jesús resucitado, poder que es otorgado por el Padre:
“Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra” (Mt.28,18) y, ese poder se
concretará plenamente en este mundo cuando someta el último enemigo del hombre que es
el mal y la muerte. El poder de Jesús, el Señor, es poder en dimensión de servicio, es un
poder que renunciando a sí mismo se pone a favor de los otros: “La verdadera autoridad
cristiana no es poder, sino servicio. No es dominio sino amor”32.
El hombre también ha recibido de Dios poder para dominar la tierra y los seres vivientes, le
participa esta facultad de modo que pueda servirse de la creación: “Les concedió el dominio
sobre la tierra (…) les revistió de una fuerza como la suya” (Ecl.17,2-4). De allí que esa
voluntad de poder está en el corazón de cada ser humano con deseo de exteriorizarse y
ejercitarse en la realidad bajo modalidades diversas. Desde lo social, el grupo de personas
que se identifican bajo una colectividad requiere de la autoridad: “Toda asociación dentro
31
Segalla, Panoramas del Nuevo Testamento, 92-93.
Alonso, Severino-María, cmf. La autoridad en la vida consagrada. Un carisma de animación-comunión.
Madrid: Publicaciones Claretianas, 2008.
32
38
de la sociedad, no importa cuan pequeña o temporal sea posée su propia estructura de
autoridad”33, y la estructura de autoridad se constituye en representantes como: Reyes,
gobernadores, jefes y principales, que son en realidad los que tienen el poder. Jesús mismo
acató y reconoció las autoridades públicas como estructuras de la sociedad, cuando sus
adversarios le tendieron una trampa para comprometerlo en contra de la autoridad,
preguntándole sobre la licitud de acogerse al pago de los impuestos, él les dijo: “Pues bien,
lo del César devolvédselo al César y a Dios lo que es de Dios”, (Lc.20,25). Esto equivalía a
un reconocimiento hacia el emperador y sus representantes como gobierno; además motiva
a que sea aceptado por sus discípulos: “Jesús no solo recomendaría el pago del impuesto
imperial, sino que también inculcaría una actitud correcta con respecto a la autoridad
política o al Estado, que no deja de afectar a la vida humana”34. Aunque los reconoció, no
por ello dejó de criticar los excesos de autoridad, llamándolos “dominadores absolutos”,
que es la tipología de los que someten a los demás.
Y es que al ejercer el poder se suele caer en el autoritarismo, la tiranía, la intolerancia frente
a los críticos del régimen. Por eso, una estructura de gobierno, desde la perspectiva del
poder como servicio, debe revisarse continuamente el espíritu con que se realiza el mandato
que se les otorga, de lo contrario puede tornarse opresivo e intolerable, contradiciendo
aquello para lo cual ha sido puesto, para el servicio: “El poder no tiene más justificación o
legitimación que la del servicio del hombre para el hombre (…) cualquier otro caso es
usurpación en el Estado, en la Iglesia, en la familia, en la empresa”35.
2.1.3. Los llamados bienhechores
Es una palabra compuesta entre: “Bien” que vincula con lo bueno y lo útil; y aquel que
tiene la voluntad de realizar el bien con hechos, con las obras. Bienhechor es el que hace el
bien al otro y se especifica en comportamientos concretos, expresados ante situaciones
humanas como: Hambre, sed, hospitalidad, desnudez, enfermedad, prisión.
No bastan los buenos sentimientos ni las palabras de aliento, sino las acciones con las
cuales se promueven y se protege la vida del hermano: Porque “tuve hambre, tuve sed (...)
y me dieron (...) y me visitaron y vinieron a verme” (Mt. 25,35.36). Ser bienhechor alcanza
33
Heinz, Peter. Comp. Sociología del poder. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello, 1960.
Fitzmyer, Evangelio según San Lucas. Vol. IV, 165.
35
Compagnoni, F., Piana G., Privitera, S., Vidal, M. Nuevo Diccionario de Teología Moral. Madrid:
Ediciones Paulinas, 1992.
34
39
un carácter religioso, pues nace del amor que Dios reclama a quienes escuchan su Palabra:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lev.19,18), aunque este precepto era solo para los
connacionales judíos, había normas, en donde estos estaban llamados a ser sensible a las
necesidades de los extranjeros a quienes se les debe respetar y hacerles el bien: “(…) no te
desentiendas de él préstale ayuda” (Lev.23,5).
El Señor Jesús pasó haciendo el bien a los hombres de su tiempo con hechos concretos. No
fue indiferente a las necesidades apremiantes de la vida como la enfermedad, el dolor, el
pecado, la marginación, la muerte, la ignorancia, la pobreza y la miseria. Se acercó a la
realidad humana, herida por el pecado y se puso a su servicio: “(…) que tampoco el Hijo
del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos”
(Mc.10,45). Desde la fe en el Señor Jesús se diseña el ser bienhechor como es hacer obras
buenas por los demás: “El obrar cristiano encuentra su orientación justa inspirándose en
la forma que Jesús actúo en semejantes ocasiones”36, obrar como él, actuar como él lleva a
hacer el bien a todos con generosidad. Este es el punto de referencia inmediato en la ética
del cristiano.
Dentro de la cultura griega, a la dirigencia política se les tenía como bienhechores de la
comunidad: “Bienhechor es un término que el griego helenístico atribuía frecuentemente a
los dioses, a los príncipes, incluso al emperador romano”37, esto por los medios
económicos a su alcance para realizar obras que beneficiaban a la comunidad y que hoy se
entiende como una obligación de quienes gobiernan. Ahora, no era que de hecho fueran
bienhechores, sino que se hacían “llamar bienhechores”. Tiene entonces un significado
irónico, y no era para más porque sometían a las provincias judías al pago de impuestos por
medio de los recaudadores de impuestos, sofocando a la comunidad con incomodidades
económicas: “Cuando Pompeyo conquistó el país en el año 63 a.C. impuso a los judíos de
Palestina una contribución para el fisco romano que, según Flavio Josefo, pronto se elevó
a la suma de diez mil talentos. A continuación, Julio César redujo el impuesto y permitió
que no se cobrase a los judíos durante los años sabáticos”38. Al tener estas características,
difícilmente podrían ser aceptados como bienhechores, más bien todo lo contrario, aquellos
que utilizan el poder para su beneficio personal. ¿Cómo entender que un gobernante que no
36
Rosanno, P., Ravasi, G., Girlandad A. Nuevo Diccionario de Teología Bíblica, 1319.
Fitzmyer, El Evangelio de San Lucas. Vol IV, 360.
38
Ibid., 167.
37
40
posibilita el bien político y económico de un pueblo sea llamado bienhechor? Esto sería
como llamar a los que obran el mal como hombres buenos.
2.1.3.1 No así entre vosotros
Es la indicación de Jesús que determina el giro que ha de hacerse desde la nueva
concepción sobre el poder. Es decir, rechaza el modelo social vigente que es el practicado
por los reyes y poderosos de este mundo y que tiene sus efectos negativos. En consecuencia
es preciso en la declaración, prohibiendo esa manera de ejercer el poder.
2.1.3.2 El más joven
El joven, en el contexto del evangelio de Lucas, representa un modo de conducta
especificado en el servicio. Por el marcado protagonismo del padre en la familia judía, el
joven o los jóvenes eran tenidos para los oficios humildes, especialmente de servicio. Por
eso Jesús lo coloca de ejemplo para el que quiera ser el más importante en la comunidad,
paraque este ejemplo de vida sea el modelo como inspiración de servicio a los otros: “(…)
el mayor entre vosotros sea como el más joven” (Lc.22,26). El joven es una etapa de
apertura a la vida. El joven no es un adulto en el sentido de la palabra, tampoco es un
adolescente, ni un niño menor de edad. Es una etapa que requiere del cuidado formativo en
los valores para llegar a una estructuración de la personalidad. Mientras se llega a este
alcance, tiene una dependencia con el marco de valores de los adultos a los cuales se
muestra con disponibilidad al aprendizaje, el servicio, la apertura. Si ser “primero” en el
contexto social, es el más importante, el “último”, el más joven, es el que carece de
prestigio porque no tiene poder. De otro modo, el término joven, está íntimamente ligado a
la simplicidad que lo hace apto para la obediencia: “Yo os aseguro: si no cambiáis y os
hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los cielos” (Mt.18,3). No es volverse
niño sino mostrarse libre de la autosuficiencia y del orgullo que hace del yo un ídolo: “Él
niño es un símbolo claro de la carencia de poder, de fuerza y de autoridad; es el prototipo
de la humildad y del servicio”39. Así ha de ser el que quiera servir, que aunque sea mayor
de edad, ha de ponerse al servicio de los hermanos como el más joven, como el último, sin
pretensiones de poder ni de fuerza. Jesús propone a los apóstoles esta alternativa como
modelo a seguir.
39
Rosanno, P., Ravasi, G., Girlandad A. Nuevo Diccionario de Teología Bíblica, 1300.
41
2.1.3.3 El que gobierna como el que sirve
Desde el Antiguo Testamento, la fe se expresa como servicio a Dios desarrollado en
comportamientos concretos como signo de dependencia con respecto a Dios: “(…) fijad
vuestro corazón en Yahvé y servidle a él solo, y entonces él os librará de la mano de los
filisteos” (1S.7,3). Servicio es obedecer y ser fiel a Dios, adhiriendo la existencia personal a
la Palabra de Dios. Es centrar la vida en Dios, de modo que haya una dependecia entre la
criatura y el Creador.
En el Nuevo Testamento, el servicio es un signo auténtico que caracteriza al discípulo a
ejemplo de Aquel que entregó su vida por los hombres; también es el desempeño de un
oficio que presta una persona a quien lo necesita o quien lo pide. El que gobierna presta un
servicio como jefe, guía, cabeza principal de una organización, una institución o un país
político. Este asume la dirección y ha de asemejarse a quien presta un servicio. En la
propuesta de Jesús: “el que gobierna como el que sirve” (Lc.22,26) es cambiar la
comprensión del poder como servicio y no como dominación sobre los demás.
2.1.3.4 El mayor es servido
El mayor es una tipología de personaje que por su posición tiene la autoridad y
reconocimiento en el campo de la vida social y religiosa. El mayor es el padre de familia
que por el honor debido y por el hecho de ser “cabeza” principal en el hogar era servido por
los hijos: “En la antigua sociedad correspondía a los hijos cuidar de los padres ancianos
(…) En el honor que hay que rendir a los padres está también implícito el reconocimiento
de su función de guardianes de la tradición religiosa del pueblo de Dios”40. En calidad de
importancia, el padre y los mayores de la casa son quienes están a la mesa y son servidos
por el menor que por la humildad de su condición es tenido en cuenta para estos servicios
en la vida familiar. El mayor es servido por los sencillos, pero a su vez, este servicio es
significativo.
2.1.3.5 Jesús como el que sirve
En los evangelios como en las cartas de San Pablo son reiterativos en la aplicación del
titulo de Siervo de Yahvé a Jesús como aquel que da su vida en servicio a los hombres: “El
buen pastor da su vida por las ovejas” (Jn.10,11). Jesús “quien fue entregado por nuestros
40
Ibid., 420.
42
pecados” no fue entregado por él sino por nosotros (Rm.4,25). “A quien no conoció pecado,
le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él” (2Cor.5,21).
De modo que él es servidor por excelencia a favor de nuestra causa: “Mas fue herido por
nuestras faltas, molido por nuestras culpas. Soportó el castigo que nos regenera y fuimos
curados con sus heridas” (Is.53,5), para justificar a quienes debíamos la culpa ante el
mismo Dios: “Mi siervo justificará a muchos, pues la culpa de ellos soportará” (Is.53,11).
El transfondo de Jesús, como el que sirve a la mesa, fue la entrega de su vida en la cruz por
el hombre pecador, es decir, su muerte expiatoria y que se celebra en cada eucaristía: “El
Hijo del hombre paga con su vida en lugar y a favor de muchos que han caído en la
perdición. De esa manera, se convierte en redentor de ellos”41. Este gran servicio, que no
puede hacer el hombre por sí mismo, lo realizó Jesús por nosotros de forma libre.
El servicio está implícitamente ligado a la obediencia. Jesús se mostró obediente a la
voluntad de Padre, antepuso la suya a la voluntad del Padre: “(…) no se haga mi voluntad
sino la tuya” (Lc.22,42), y esta obediencia fue llevada hasta el extremo de entregar la vida
por todos: “Este es mi cuerpo que se entrega por vosotros (…) Esta copa es la Nueva
Alianza en mi sangre, que se derrama por vosotros” (Lc.22,19-20). El “por vosotros”,
señala la muerte como su destino, en vez de nosotros, es decir, en lugar nuestro,
sustituyéndonos: “La preposición por, en lugar de, que es esencial para la idea de
sustitución desempeña un papel muy importante”42. Jesús entrega su vida en la cruz por
nosotros, dándose en servicio a sus hermanos: “(…) el Hijo del hombre ha venido (…) a
servir y a dar su vida como rescate por muchos” (Mc.10,45). Esta es la expresión más
significativa de la dimensión de servicio, en la que el beneficiario es el hombre pecador.
Y a ejemplo de esta entrega, Jesús pide a los apóstoles que se den al servicio en beneficio
de la comunidad: “(…) el que quiera ser el primero, sea esclavo de todos” (Mc.10,43).
Desde este contexto se entiende el servicio como signo de amor a los hermanos, vivir para
los demás es estar en función de las personas que de alguna manera esperan algo como
signo del amor. Desde Jesús se entiende el servicio como auto-donación o auto-entrega por
la salvación de los hombres y el perdón de los pecados. Jesús coloca a consideración este
ejemplo que va a marcar una nueva perspectiva en la vida de sus seguidores. Este es el
41
Gnilka, Joachim. El evangelio según San Marcos. Mc.2,27-16,20 (Vol. II). Salamanca: Ediciones Sígueme,
2005.
42
Cullmann, Cristología del Nuevo Testamento, 119.
43
punto fundamental que debe iluminar la jerarquía del poder como servicio: “Los miembros
de la comunidad y sus dirigentes tienen que guiarse por el servicio y por la entrega de la
vida del Hijo del hombre”43, si es que de verdad quieren asumir parámetros de fe con
respecto al poder. Por lo tanto es evidente que no es para utilizarlo al servicio personal, sino
que es una jerarquía que se caracteriza por el amor, para ponerse al servicio de los
hermanos, dar vida, ayudar, no para que le sirvan sino ponerse a servir al otro.
Se ha recorrido esta primera parte del segundo capítulo el camino trazado desde Lc.22,2427 para identificar desde las líneas de sentido o análisis semántico y sus consecuentes (nivel
literario o análisis sincrónico) para identificar los elementos que iluminen el que-hacer del
poder como servicio desde la propuesta de Jesús junto con los elementos opuestos y que se
han hecho perceptibles a través de la investigación. Los cuales son puestos a consideración:
La preocupación de los apóstoles por quien sería el mayor entre ellos, como una expresión
de la ambición de poder en el corazón del hombre ante el amor de Dios manifestado en
Cristo Jesús.
Quienes ejercen el poder en la vida política social del siglo I de la era cristiana eran los
emperadores a los que les atribuían características divinas: Los reyes, gobernadores,
procuradores. Estos eran tenidos por amos, jefes, señores, mayores, que dominaban con
autoridad a los pueblos.
La enseñanza que Jesús presenta sobre cómo ser el mayor entre la comunidad es desde la
figura del más joven, es decir, como el que sirve.
Jesús es el modelo de servidor por excelencia. Su servicio es un servicio hasta dar la vida
por amor a los hombres, sin ninguna pretensión de poder al estilo de los hombres.
Estos cuatro aspectos son sugerentes en el siguiente espacio, para iluminar el contexto del
poder y dar pautas definidas sobre el cómo ejercer el poder en la vida religiosa
institucional.
2.2 Jesús y el poder como servicio
El magisterio de la iglesia en sus documentos pastorales, respecto a este tema es reiterativo
en clarificar la autoridad como servicio a ejemplo de Jesús el Señor, y exhorta a asumir esta
misión no como un privilegio. Sin embargo, el cargo de la autoridad, como posición
43
Gnilka, Joachim. El evangelio según San Marcos, 121.
44
jerárquica tiene prerrogativas y, eso hace que sea deseado. Por ende se duda de quienes lo
deseán y lo tienen, porque no hay claridad si es para servir o beneficiarse de él.
Este deseo de tener poder/autoridad es un interés natural en el corazón de las personas, y
por eso, en el grupo de los apóstoles aparece el anhelo común de ser el primero entre ellos:
“Entre ellos tuvieron un altercado sobre quien les parecía ser el mayor” (Lc.22,24).
En aras de una mayor claridad, se nos exige realizar una distinción entre los términos poder
y autoridad.
Poder: Es una realidad que hace parte de la naturaleza humana y de la cual es una de sus
muchas capacidades: “(…) la ambición o la voluntad de poder es propia de cada persona,
bien con acentos y modalidades diferentes”44. No hay ser humano que no sienta esta
tendencia de imponer por medio de la palabra o de la acción hacia sus semejantes u otros
seres de la naturaleza. Desde la fe, el poder viene al hombre participado por Dios para
someter la creación: “(…) sometedla (…) mandadla (…)” (Gn.1,28). Esta capacidad es uno
de los constitutivos del hombre como señor de la creación: “(…) señor los hiciste de las
obras de tus manos, todo lo pusiste bajo sus píes” (Sl.8,7). Esto, además es uno de los
muchos indicativos que lo hace superior a todas las demás criaturas de la naturaleza y por
ende sometidas a él, no como dueño sino como imagen y semejanza de Dios, de “dominar”
y ser señor del mundo creado. El hombre al recibir la capacidad de dominar la naturaleza se
impone y la somete de acuerdo a la voluntad y las motivaciones que lo determina y
soluciona sus necesidades básicas de subsistencia, haciendo que la vida sea más humana o
más cómoda.
El ejercicio de poder entre los hombres se identifica con hacer que otros obedezcan la orden
impartida y obtener resultados esperados, mediante la fuerza, la palabra, por acuerdos
consensuales, políticos o por leyes naturales. No se entiende el que manda sin el que
obedece, ni viceversa, por eso el fenómeno del poder es relacional: “El poder es una
actividad propia de las relaciones humanas. Quiere decirse que toda relación social tiene
la dimensión de poder: el poder es una realidad relacional”45. El poder se entiende así
como potestad, fuerza o dominación y llega a su máxima expresión en los poderes
constituidos como autoridades civiles, cuando son legítimamente elegidos.
44
45
Compagnoni, F., Piana G., Privitera, S., Vidal, M. Nuevo Diccionario de Teología Moral, 1426.
Ibid., 1428.
45
Autoridad: Es un sustantivo que viene del verbo latino “augeo”, “auxi”, “autum” que
significa “hacer crecer”, “acrecentar”, “aumentar”, “desarrollar”, “volver mas fuerte”,
“más intenso”; entonces se deduce que autoridad es cuando se busca el crecimiento de los
demás, contribuir para que el otro crezca, se desarrolle en toda su dimensión de persona, de
manera que el débil se haga más fuerte.
La manera como se llega a la autoridad legítima es desde varias opciones. En el concepto
de Max Weber, hay tres tipos de dominación legítima, una de ellas es la autoridad racional
o dominación legal: “En el caso de la autoridad legal se obedecen las ordenaciones
impersonales y objetivas legalmente estatuidas y las personas por ellas designadas (…)”46.
Al poder/autoridad legal se llega por elección, por decreto, por nombramiento y
esporádicamente por el carisma personal que es reconocida por aclamación popular.
Haciendo una aproximación de los términos poder/autoridad en cuanto figuras de una
institución, ellos son para orientar y guiar un programa de gobierno: “El objetivo del
poder/autoridad es garantizar la cohesión del grupo. Se trata de simbolizar la unidad del
grupo y la unidad de la orientación personal de cada uno de sus miembros”47. Se fusiona
así en un solo contexto los vocablos poder y autoridad, llamándoles de forma similar,
cuando se les quiere nombrar haciendo alusión a la organización social o institucional. El
que tiene autoridad es el que tiene poder para hacer que se cumplan las órdenes: “Para
alcanzar los propósitos señalados es necesaria la intervención de la voluntad de todos (…)
esta es la razón por la cual en toda sociedad o comunidad surge siempre la autoridad, que
es la que marca las instrucciones para el grupo, dándole unidad y consistencia (…)”48. Por
lo tanto, en el contexto de este trabajo, al hablar de “autoridad” se hace referencia a la
dimensión de “poder” como dos realidades idénticas de quien gobierna.
2.2.1. El poder/autoridad como servicio
Miremos la contextualización del poder según la mentalidad política del siglo I de la era
cristiana, caracterizada por los excesos y abusos. Aunque se hacían llamar “bienhechores”
de la comunidad, hoy desde otra lectura se constata que estaban lejos de esta realidad.
46
Heinz, Sociología del poder, 23.
Licheri, Lucie. Cara a Cara. Fundamentos y práctica de la obediencia en la vida religiosa apostólica.
Madrid: Ediciones San Pablo, 2001.
48
Fingerman, Gregorio. Relaciones humanas. Fundamentos psicológicos y sociales. 3ª edición, Buenos Aires:
Editorial el Ateneo, 1970.
47
46
En el capítulo anterior se deducía que desde el término “mayor” designaba a quienes en la
vida social y política del siglo I de la era cristiana tenían el poder y que a su vez se hacían
llamar irónicamente “bienhechores”. Pero en realidad eran tiranos, autoritarios, abusadores
del poder, opresivos, insensibles ante las necesidades de la comunidad.
Jesús presenta la enseñanza del que-hacer del jefe, del mayor o de quien obstenta el
poder/autoridad desde un giro de comprensión opuesto, a partir de la figura del más joven,
como el que sirve.
La enseñanza del mismo Señor Jesús, servidor por excelencia, es que el mayor o jefe ha de
ser servidor de la comunidad, sin pretensiones de poder o dominio sobre los demás: “(…) el
que gobierna como el que sirve” (Lc.22,26).
A continuación se abordarán los temas del interés por el poder como algo innato en la
naturaleza humana y la autoridad como servicio desde la perspectiva del seguimiento a la
persona de Jesús, primero a nivel general y después haciendo énfasis en las cualidades de
un superior(a) como servidor en las instituciones de vida religiosa.
2.2.1.1 El poder, una realidad necesaria
Que entre los apóstoles se tuviera ese interés de aspirar al primer puesto, ha de considerarse
como una realidad común de la condición humana: En todos los hombres existe esa
tendencia de tener el poder/autoridad para dirigir. Esta característica está implicita en la
capacidad de apertura de la persona que lo lleva a encontrarse con sus semejantes y
construir comunidad. Es en la vivencia comunitaria donde se acuerdan criterios desde lo
político, económico, militar, religioso, cultural –entre otros- para acordar resultados en
cuanto al trabajo, protección, de asociación. Es lo que se llama la vida social, caracterizada
por la agrupación de personas que requieren de una cabeza que los represente como grupo
organizado, delegando en él o ellas el poder/autoridad: “Toda asociación dentro de la
sociedad, no importa cuan pequeña o temporal sea, posee su propia estructura de
autoridad”49. A ellos les colaboran las múltiples autoridades sociales conformadas por
gremios menores, que se agrupan de acuerdo a los intereses de los diversos grupos sociales.
Por lo tanto no es para tener rubor ajeno por la motivación de los apóstoles, por quién, entre
ellos, les parecía ser el primero, pues vemos que la responsabilidad de dirección es una
49
Heinz, Sociología del poder, 82.
47
necesidad en todo grupo organizado para guiar y decidir: “La autoridad es siempre una
propiedad de la organización social. Donde no hay organización no hay autoridad”50.
Sin embargo, lo que genera dudas, es cuando aparece la ambición desmedida para asumir el
rol de poder/autoridad, sabiendo que desde la fe esta es una misión de servicio, de entrega a
los otros que implica la negación de sí mismo. Entonces: ¿Cómo explicar tanta disposición
para este oficio, cuando exige sacrificio personal? ¿Por qué ese desmedido deseo de
asumirlo? Algo tendrá de “bueno” para quien lo asume, una vez que son muchos los que
buscan tener los puestos de autoridad y poder. Eso da a pensar que tener poder/autoridad en
la comunidad no es tanto para prestar un servicio que requiere abnegación personal, sino
para aprovechar las posiciones de la autoridad y beneficiarse de ella.
2.2.1.2 El poder/autoridad y la espitiualidad del servicio
Se ha dicho que la comunidad organizada requiere de la autoridad para orientar y guiar. Si
hay organización interna en la comunidad, lo más lógico es que alguien presida esa
organización, constituyéndose como poder/autoridad. Se ha dicho también que los puestos
de autoridad son apetecidos porque son medios para servir, pero aparte de eso también es
una oportunidad para beneficiarse del poder. Esto se da cuando la finalidad del poder pierde
su significado como servicio a la comunidad, por la falta de un volver sobre el fundamento
que lo ilumina, es decir, desde la conversión o nuevo giro que pidió el Señor a la
comunidad: “El espíritu de conversión quien nos hace hombres nuevos, exigencia constante
de cambio, manteniéndonos siempre dispuestos a “volver sobre”, a revisar, a evaluar”51.
Pero al darse por hecho una comprensión, viene entonces la acomodación, y se olvidan del
llamado a dejarse iluminar por aquello que le da fundamento al que-hacer, sin un volver a
revisar desde la referencia u su origen en la fe.
Es en Jesús el Hijo de Dios, que al asumir la condición humana, oculta su divinidad, la
condición gloriosa, se somete a los contextos humanos, con todo lo que esto significa y
llega hasta someterse a la muerte en la cruz, con el fin de traer la vida divina a los hombres
(Kénosis). Enseñando así, con las palabras y el ejemplo de vida el significado y la finalidad
del poder/autoridad en la dimensión de servicio. Y desde esta enseñanza, hace énfasis en
50
Ibid., 85.
Martínez, M. Víctor. SJ. Fidelidad Creativa en la vida Consagrada. Bogotá: Instituto Misionero Hijas de
San Pablo, 2004.
51
48
que el “mayor” o el jefe, ha de ser como el “menor” o servidor de los suyos, sin mostrar
pretensiones de jerarquía superior a fin de ser accequible a todos. El “menor” viene a ser un
calificativo que significa condición humilde: “(…) la humildad se considera bien como
moderación de la auto-presunción, del orgullo (…) como abnegación y renuncia que el
hombre se impone o acepta, o bien como calificativo de la libertad que madura en el modo
de vivir las tensiones y los conflictos”52. Es necesario entrar en el contexto de la humildad
de Jesús el Señor, de su abajamiento, a partir de la encarnación, pasión, muerte y exaltación
para entender la manera evangélica de asumir la categoría del poder/autoridad.
Y si entre el los apóstoles alguno de ellos quería ser el “mayor” o tener primacía entre ellos,
este se ha de destacar por el servicio: “(…) el mayor entre vosotros sea como el más joven
y el que gobierna como el que sirve” (Lc.22,26). El que gobierna ha de asemejar al que
sirve en la mesa: Disponible, atento, que a nadie falte nada, pronto a las necesidades de
quien lo requiera en torno a la edificación y crecimiento de los otros como personas. Hacer
esto a ejemplo de Jesús que con su entrega en la cruz ha servido al hombre, vendido al
pecado, facilitándole la salvación a cambio de la fe en él. En este contexto se entiende el
poder/autoridad desde Jesús, el Señor: “El poder es poder del amor (…) Es lo que
manifestó Jesús en su vida, por eso renunció al poder dominación; por eso prefirió morir
débil, antes que usarlo para someter a los hombres y hacerles aceptar su mensaje”53. Por
lo tanto, la dirección y la guia de la comunidad no es un puesto de prestigio, sino de
servicio. Esto es lo que va a reorientar una nueva comprensión en la forma de asumir la
mediación del poder/autoridad en la comunidad. Este es el nuevo campo de comprensión
para quienes aspiran a tener el poder/autoridad para que sea asumido de esta manera.
Jesús mismo enseñó la manera de ejercer el poder desde diversas perspectivas; con su poder
se acercó a la humanidad afligida por múltiples circunstancias: “Pasó haciendo el bien
(Hch.10,38), y este obrar suyo se dirigía ante todo a los enfermos, y a quienes esperaban
ayuda. Consolaba a los afligidos, alimentaba a los hambrientos, liberaba a los hombres de
la sordera, de la ceguera, de la lepra, del demonio y de diversas disminuciones físicas; tres
veces devolvio la vida a los muertos. Era sensible a todo sufrimiento humano, tanto al
52
Fiores, S., Goffi, T., Guerra, Augusto. Nuevo diccionario de Espiritualidad. Madrid: Ediciones San Pablo,
1991.
53
Boff, Leonardo. Iglesia: Carisma y poder. Ensayos de Eclesiología militante. Santander: Ediciones Sal
Terrae, 1981.
49
cuerpo como del alma”54. Jesús, con el poder se mostró liberador, sanador, misericordioso,
se manifestó servicial; dominando las fuerzas hostiles que someten al hombre al
sufrimiento, a la enfermedad, a la muerte. Jesús, con su poder divino somete el mal,
haciendo clara distinción que este poder es para servir al hombre, para liberarlo de la
opresión que le hace esclavo. En consecuencia, es un poder de amor, en función de dar la
vida, de servir, de amar. Es el poder de sacrificio personal, que no reclama protagonismo, ni
beneficio para sí, todo está en función del otro como punto de referencia. El poder está
referido para ayudar, de dar, compareciéndose de las necesidades del oprimido.
La plenitud del servicio de Jesús a los hombres se manifestó en la entrega de su vida: “Yo
soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas” (Jn.10,11), este servicio se
hace explícito en cuanto que su muerte trajo la salvación a los hombres. Esta es la
expresión más significativa del servicio realizado en el amor. Es un servicio tenido como
auto-donación o auto-entrega por la salvación de los hombres y el perdón de los pecados.
Jesús prolonga su obra salvadora a través de los apóstoles, dándoles su poder y autoridad:
“(…) les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda
enfermedad y toda dolencia” (Mt.10,1). Es un poder sagrado para utilizarlo en servicio de
los hermanos en el amor, hasta llegar a dar la vida por los hermanos. Desde este contexto,
se supone ha de abordarse el poder/autoridad en la vida religiosa.
2.2.1.3 Identidad de quien asume el poder/autoridad
Es obvio que quien asuma la dirección en un instituto de vida religiosa debe tener como
punto de referencia a Jesús, muerto y resucitado, su evangelio, sus dichos y hechos. Desde
este contexto, se supone, ha construido su proyecto personal de vida, formado en los
valores del evangelio de forma que exista en el perfil personal una identidad como
discípulo. Ahora, como religioso(a), que se supone, que “sigue más de cerca a Jesús”, ha
de caracterizarse por los valores evangélicos por los cuales optó, pues estos deben ser más
concretos en cuanto a actitudes. Por lo tanto, el proyecto personal de vida tiene una
identidad cristiana: “El proyecto personal de vida se entiende como el núcleo central del
sujeto formado por los valores en torno a los cuales va estructurándose su identidad (…)
El proyecto está constituido, en consecuencia, por el conjunto de cosas o realidades que
54
Juan Pablo II. Carta sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano. 2ª reimpresión, Bogotá: Ediciones
Paulinas, 1999.
50
son importantes para la persona, por sus valores y modo de vida”55. Ahora, estos valores se
han venido constituyendo a partir de los procesos iniciales de formación en la fe, como:
Escucha de la Palabra de Dios, la acogida al evangelio que llama a la conversión y con ello
renovación de la mente, cambio de actitudes, una transformación de los sentimientos que
vienen del corazón, una espiritualidad propia del fundador del instituto. Es un camino
recorrido en pos de una identidad evangélica que le da sentido a la vida. Es una persona con
experiencia de vida, en proceso de conversión, en la lucha consigo mismo por superar los
vicios y pecados con el fin de ser criatura nueva en Cristo y dar una mejor respuesta: “No
os acomodéis a este mundo; al contrario, transformaos y renovad vuestro interior, a fin de
discernir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto” (Rm.12,2).
Cristo Jesús, es el modelo del hombre perfecto y es el punto de referencia inmediato para la
comunidad de fe, en él se ha de formar la manera de obrar, de pensar y de vivir, hasta
alcanzar “los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús” (Flp.2,5). Él es el punto de
llegada de una vida en búsqueda constante de perfección. Por consiguiente, para la
realización de este proyecto se requiere la buena voluntad, el don de la fe, el abrirse al
cumplimiento de la voluntad de Dios. Colocarse en la dinámica del seguimiento a Jesús el
Señor: “Una vida cristiana según el seguimiento es vida y vida radical. Es absoluta
obediencia a la voluntad de Dios, sea cual fueren sus exigencias (…) teniendo como
modelo al mismo Jesús en su modo de vida y destino”56. Desde lo cual se espera vivir el
espíritu fraterno, que incluye, aceptar a los otros como hermanos, la práctica de la justicia,
del respeto por la dignidad humana, la solidaridad, asumir compromisos de testimonio de
fe, la celebración de los sacramentos y en especial la eucaristía como centro de la vida
cristiana, reconociendo que todo es don de Dios. Estos son aspectos básicos del discipulado
mediante el cual se testimonia la vida de seguimiento común a todos los bautizados y con
mayor énfasis a la vida religiosa institucional. El discípulo se caracteriza por el seguimiento
al Maestro y por ende, da identidad a la vida con matices de cristiano: “Cada árbol se
conoce por su fruto” (Lc.6,44). Por lo tanto, es una persona que trabaja por sus
motivaciones religiosas, confirmando día a día sus convicciones en la vida religiosa. El
55
Meza, R., José Luís. Arango, A., Óscar Albeiro. Discernimiento y proyecto de vida. Dinamismos para la
búsqueda de sentido. Colección Fe y universidad #9. 4ª edición. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana,
departamento de Teología, 2008.
56
Floristán, Nuevo Diccionario de Pastoral. Madrid: Ediciones San Pablo, 2002.
51
ideal es que tenga un proceso de vida real que lo lleve a lo que está llamado a ser, alguien
que comporte en sí unidad personal, madurez, armonía, estabilidad en su perfil personal,
integridad de vida: “Que no esté sujeto a instintos, deseos y proyectos al margen de una
vida de fe. Esto hace que haya compromiso, que se manifiesta con amor hacia los demás
hombres, capacidad de oblación, escasa ambivalencia, estabilidad y se concreta en un
compromiso para la renovación”57. Una vida íntegra habla de coherencia en el decir y el
actuar, que lo hace, además, persona confiable en responsabilidades significativas. La
coherencia es indispensable en un superior mayor provincial; es deplorable encontrar que
quien oriente y anime la vida de un grupo de religiosos(as) no oriente la suya propia. Son
lamentables las decisiones de una persona con poder/autoridad sin la autoridad moral que lo
acredite.
2.2.1.4 El poder/autoridad para decidir
La dirección de la autoridad en una comunidad de vida consagrada es una necesidad,
porque como institución necesita de una persona que la represente como cabeza visible,
responsable ante la vida jurídica y social: “La comunidad cristiana no es un grupo
anónimo, sino que está presidida desde su mismo origen por sus dirigentes, para los cuales
el Apóstol pide consideración, respeto y caridad”58. La autoridad se hace necesaria para el
funcionamiento del que-hacer como institución. Esta, con su grupo de colaboradores lleva a
cabo los oficios administrativos que le competen por ley. Y para esto se apropia de su papel
para realizar consejos de gobierno, planear proyectos de trabajo, proyectos de vida
institucional, personal, y ejecutarlos, como también, disponer sobre propiedades inmuebles,
el dinero, asumir situaciones conflictivas institucionales y personales, decidir sobre
personas, así sea con el consentimiento de ellas o sin él.
En razón del oficio, hará uso del poder/autoridad. Y este es el punto que lleva a dudar de la
autoridad, porque aunque puede decir que lo está haciendo como servicio a la comunidad,
no se descarta también que en algunas ocasiones lo pueda estar haciendo para “satisfacer
primitivos instintos de dominio y de auto-engrandecimiento”59, manifestados con hechos
concretos en la acción administrativa. De allí las razones para mirar este oficio con
57
Ibid., 848.
Juan Pablo II, La vida fraterna en comunidad. 3ª edición, Bogotá: Edicionas Paulinas, 2001.
59
Boff, Iglesia: Carisma y poder, 116.
58
52
mentalidad crítica, a raíz de que se suele utilizar el poder para asegurarse un “pedestal
sagrado”, y desde allí disponer al antojo personal, lo cual, es discutible ya que es contrario
al evangelio. Se comprende que hay una tergiversación del mandato del Señor de la
autoridad como servicio a la comunidad.
Ahora, el ideal es no utilizar la fuerza del poder y por lo tanto hacer que se obedezca por
convicción, por sentido de pertenencia a una institución o por una espiritualidad; pero
necesariamente tendrá que verse en la situación de hacerse obedecer, utilizando el poder. Y
para no desentenderse de la autoridad como servicio, debe recordarse continuamente la
enseñanza de Jesús a los apóstoles y a la comunidad, como un distintivo del amor a los
hermanos. La experiencia en el ejercicio del poder/autoridad es algo que se va adquiriendo,
y lo más probable es que al inicio de un mandato se cometan errores, pero lo más sensato es
cambiar para no seguir repitiendo los mismos errores del pasado. Por carecer de
experiencia, algunos superiores(as), una vez recibida la dignidad de la autoridad, obran con
prepotencia, arrogancia, autoritarismo, tornándose totalmente ajenos a lo que se esperaba de
ellos. Esto se ha constatado muchas veces, cuando se recibe una posición de
responsabilidad en la institucionalidad eclesial: “(…) debemos constatar que la iglesia
institución no ha superado la prueba del poder (…) conforme a las exigencias evangelicas
(…) el ejercicio del poder en la iglesia ha seguido los criterios del poder pagano, que se
expresa en términos de dominación, centralización, marginación y triunfalismo (…)”60. Por
falta de experiencia, de asumir la misión sin espiritualidad, esta realidad ha quedado
grande, en el sentido que se ha utilizado para el protagonismo y obviamente para el
beneficio personal.
A continuación las muchas maneras de descontextualización del poder/autoridad como
servicio en la vida religiosa institucional.
2.3 Deformación del poder/autoridad
Los siguientes apartes son las muchas descontextualizaciones que se hace del
poder/autoridad en la vida religiosa institucional. Así como los apóstoles, que después
celebrar la Cena Pascual con la que el Señor quería significar la entrega de la vida por
amor, esta es correspondida con la traición y el interés de ser el principal entre ellos, así
60
Ibid., 109.
53
también esta descontextualización del amor como servicio se da en la comunidad, cuando el
que recibe la distinción de ser autoridad, la recibe con tan buena voluntad, pero para saciar
sus ambiciones personales, escasa las veces que en realidad es para servir. Sigue siendo la
misma fragilidad que se guarda en el corazón del hombre: Corresponder al amor que la
comunidad deposita en la autoriad con la ingratitud a partir de los hechos como la
dominación y el autoritarismo.
El contexto del poder/autoridad en el siglo I de la era cristiana tenía esta compresión: Los
reyes y los que ejercen el poder en las naciones son dominadores y señores absolutos y aun
así se hacen llamar bienhechores, dando hoy como resultado una contradicción, porque no
se concibe a un dominador como bienhechor. Los que tienen el poder (Reyes, señores,
gobierno, el mayor, los jefes), lo ejercen hacia los demás, con las características de:
Dominación, despotismo, autoritario, imperioso. La raíz de este tipo de autoridad es que
carecía de la espiritualidad de amor hacia los demás como imagen de Dios. Miremos las
similitudes de esta tipología con lo que se suele realizar en autoridades de instituciones
religiosas que han olvidado el carácter del poder/autoridad como servicio de amor.
2.3.1 El poder/autoridad para obstaculizar
Se ha hecho énfasis de la autoridad como servicio a ejemplo del señor Jesús, como punto
central de referencia para la comunidad eclesial. Desde la fe, este que-hacer necesita ser
iluminado continuamente para evitar sus errores en la práctica, al cual se llega por el
olvido o la ausencia de formación en la espiritualidad cristiana, o como también por una
falta de madurez personal con respecto a la percepción clara de los desafíos que la misma
vida le presenta en este ámbito. El tener poder/autoridad es una situación de mando frente a
un grupo de personas, que esperan ser lideradas dignamente. Por consiguiente, quien está al
frente se supone, ha de ser idóneo, con la suficiente madurez y estabilidad emocional para
asumir esta responsabilidad, no sea que al tenerse por jefe se crea con derechos de abusar
del poder.
Cuando un gobierno provicial superior(a) termina su administración y al realizar la
evaluación de toda su gestión, aunque probablemente haya hecho obras buenas, junto con
ellas hay obras y decisiones equivocadas, como por ejemplo: Derroche del capital
económico, divisiones en la comunidad, persecuciones a religiosos(as), favoritismos,
oportunidades desaprovechadas, aucencencia de planeación formativa, entre otros. Esto ya
54
es un motivo para que se le crítique, porque tuvo el poder y los medios institucionales a su
servicio, la colaboración de las personas que tuvo a su disposición y dejó de hacer lo que
debío hacer; porque dejó escapar las oportunidadades y más que solucionar problemas,
obstaculizó la salida de estos. Hay quienes desde las estructuras del poder pueden hacer que
la vida sea más fraterna: Conciliar diferencias, destruir muros creados por las discordias,
reinvindicar a los marginados, sanar heridas, aclarar las dudas en los manejos de la
economía, motivar los ánimos ensombrecidos por la displicencia de algunos hacia la misma
institución, llamar al sentido de pertenencia a la institución a quienes la han perdido.
Pueden si así lo quieren solucionar problemas pertinentes, como también evadir problemas
reales. Por eso la misma crítica interna calificará el período del superior(a) provincial como
bueno, razonable, regular o pésimo.
En muchas ocasiones, en instituciones de la vida religiosa, en donde el superior(a)
provincial está caracterizado(a) por una mentalidad según criterios de dominación, de
supremacía, de eficiencia productiva, en realidad está obstaculizando la vivencia de valores
evangélicos y obviamente desecha las oportunidades de ayudar evangélicamene a los otros.
Esto depende de los criterios y valores que determinen la manera de pensar y de obrar de
quien está en el poder. Si la mentalidad del superior(a) provincial no tiene el rasgo
evangélico existe el peligro de que se repliege en sí mismo como punto de referencia, de
una forma egoísta hacia los demás y actue como los tiranos, los autoritarios y ególatras que
al margen de la vida de fe, utilizan el poder para servirse de él.
2.3.2 El poder/autoridad para dominar
La dominación se encuentra contextualizada con la imposición de una persona sobre
otra(s), y se carácteriza por los siguientes aspectos:
(…) da órdenes al grupo sin consultarlo y exigirle que sean obedecidas
plenamente. Es él quien establece las normas, determina los
procedimientos y fija las etapas de su realiziación. Es un hombre que no
explica a sus subordinados los planes con vistas al futuro, sino que se
concreta a dar indicaciones para la ejecución de las tareas en el
momento preciso de cada etapa (…). Inflexible y estricto, señala el
trabajo para cada uno, dirige el grupo pero no participa efectivamente en
su actividad. En realidad no dirige, manda.61
61
Fingerman, Relaciones humanas, 154.
55
Vemos que la tipología de este tipo de personajes se caracteriza por: Dar las órdenes, exigir
la perfección a los demás, establecer normas unilateralmente, no consulta y no da
explicaciones de sus hechos a nadie, fija los procedimientos a seguir, es psico-rígido, se
siente por encima de todos, no participa con los otros, sino que manda y obviamente
participa de forma distante, desprovisto del calor humano que como líder está llamado a
proyectar. Las consecuencias son lamentables en las relaciones con los demás, en cuanto
que afecta comunión del grupo, la auto-estima personal, obstaculiza el crecimiento
psicológico, hace sujetos serviles, subvalora el valor de la libertad.
Desde la fe de la Iglesia, la autoridad como poder tiene la característica evangélica del
servicio en el amor: “(…) no es poder al estilo humano, sino que es poder en el amor”62. La
experiencia demuestra que el ejercicio del poder/autoridad sin un fundamento digno que le
sustente, lleva a apropiarse de las personas y de sus conciencias como si estas fueran
objetos de posesión. Ahora, el poder desde el amor es todo lo contrario: Es tratar al otro
como una persona que es capaz de responder desde sus criterios, la buena voluntad en la
libertad de conciencia: “El superior ha de amar desde el respeto a la libertad. Se trata de
hacer sentir a cada miembro de la comunidad único, autónomo y suficientemente capaz de
responder por sí mismo y por sus demás hermanos en comunidad. Cuanto más amamos nos
volvemos más respetuosos del misterio del otro; aprender a amar es aprender a recibir del
otro desde lo que es y tiene, desde su autenticidad”63. Amar al otro es tenerle confianza,
tratarle como persona adulta.
Las instancias de poder/autoridad tienen los medios propicios que la misma institución les
da y, llegan con ellos, en algunas oportunidades, a intimidar. Esto sucede cuando condenan,
enaltecen, cuando aprueban o rechazan; como por ejemplo en decisiones tan diferentes en
distintos gobiernos provinciales: Lo que para el gobierno pasado era tan necesario, para el
de turno es algo nimio o no tiene sentido y por lo tanto es rechazado. El que para el
gobierno anterior era como un “genio” o la “estrella” del momento, para el presente es
“subvalorado” en cuanto a la prestación de un servicio en la misma comunidad. Entonces
cabe la pregunta ¿Dónde está la objetividad en las decisiones? Y lo que pasa es que las
decisiones pasan por el subjetivismo de quien o quienes gobiernan. Entonces: ¿Qué papel
62
63
Boff, Iglesia: Carisma y Poder, 115.
Martínez, Fidelidad Creativa, 77.
56
tiene la persona sobre la que se decide? ¿Son solo fichas que se mueven de acuerdo a las
situaciones? ¿Fichas que no tienen perspectivas, sueños, proyectos, trabajos por realizar en
el lugar donde están? Frente a las administraciones dominadoras, los que sufren son los que
salvaguardan sus criterios, expresan sus opiniones y dicen lo que piensan con criticidad. No
se entregan y en consecuencia son relegados, estigmatizados, y es allí cuando se percibe,
en algunos casos, cómo la instancia de poder/autoridad se utiliza para dominar.
2.3.3 El poder/autoridad para manipular
Cuando una institución religiosa tiene un considerable número de integrantes diseminados
en lugares distantes unos de otros, se requiere de un medio para informar a todos los
miembros de lo que pasa a nivel institucional, de proyectos de trabajo, de inversión
económica o de situación de la vida pastoral de determinada comunidad. Mantener una
adecuada información hacia los dirigidos es un elemento necesario para que exista un
conocimiento oportuno de los acontecimientos que interesan a todos. Pero guardar silencio
y ocultar la verdad de lo que sucede, generalmente tiene una intencionalidad. Porque con
esto se busca callar sobre la forma cómo se lleva el poder/autoridad, y esto favorece la
manipulación, pues no hay nada qué reclamar por el mismo desconocimiento de los hechos;
cuando no hay información, todos los actos, las decisiones, lo que se hace y se deja de
hacer por parte de quien gobierna son buenos y este no hace más que pregonarlos. Y lo que
no se hizo o se hizo equivocadamente deja de tener una valoración con su consecuente
responsabilidad. Una desinformación es un medio propicio para cambiar la realidad
administrativa a favor de quien tiene el poder/autoridad. Cuando se mantiene este tipo de
actitud frente a los dirigidos se incurre en una falta de respeto en cuanto que todos tiene los
mismos derechos, es una falta de estima al hermano, una falta de confianza en cuanto que
no se comparte una información que les interesa a todos, se esconde la verdad de los
hechos. La falta de confianza en una relación interpersonal hace que no exista sinceridad y
sin ella las relaciones no son creibles. Y esto es común en muchos que manejan
información de primera mano, pero con una cautela misteriosa, meticulosos con la
información, pero la utilizan sin ningún menoscabo cuando les conviene.
Por eso quien está al frente de la institución debe suministrar información oportuna, real y
actualizada sobre el estado de la situación para conocer de forma global los hechos
sucedidos y, ser críticos con respecto a las finalidades que a toda una institución le
57
concierne, esto sirve para tener conclusiones propias al respecto. El poder/autoridad,
cuando es delegado es un asunto de todos y todos tienen el derecho de saber cómo van los
desenlaces de la administración, al menos en lo que interesa a todos, guardando la
prudencia de no ventilar públicamente intimidades de personas implicadas: “Porque cada
persona tiene derecho y debe estar suficientemente informada. Y solo desde una suficiente
información, podrá participar y vivir responsablemente. Una persona no suficientemente
informada es una persona manipulada”64.
Se dice que cuando se “tiene el conocimiento se tiene el poder”. El conocimiento de los
hechos, de los avances, de lo secreto, da posición de ventaja frente al que ignora lo
sucedido. La situación de ventaja estriba en la efectividad de las decisiones pertinentes, es
decir, conociendo el contexto de las circunstancias, sus debilidades y fortalezas, puede
saber los posicionamientos y el tipo de medidas para solucionar eficazmente la situación
conflictiva. La posición favorable se da en los criterios para aplicar, son objetivos y no
especulativos. La información tiene el fin de ofrecer elementos para conocer, ver y
comprender los asuntos sobre la realidad que interesa a todos, ayuda para que se tenga
criterios y desde ellos hacer valoraciones éticas positivas o negativas y que implican
responsabilidad personal. Si no hay información, no hay fundamentos para pedir cuentas de
responsabilidad personal: “(…) el gobierno respectivo debe prestar ante todo, el servicio de
la información. Y ha de prestarlo no solo con diligente solicitud, sino también con el mayor
rigor, y con la máxima exactitud, ofreciendo todos los datos necesarios y los mejores
elementos de juicio para que la información sea lo más completa posible”65.
En instituciones de vida religiosa, generalmente existen medios informativos de
correspondencias formales, nombramientos, efemérides, y a veces informaciones de tipo
general, pero parcializados por el gobierno de turno. Se suele informarse comúnmente por
los comentarios de los más “adelantados” que gozan de fuentes privilegiadas, pero son
modificados cada vez que van de boca en boca. Hoy se debe utilizar los medios accequibles
de la Internet para facilitar una mejor comunicación institucional.
64
65
Alonso, La autoridad en la vida consagrada, 24.
Ibid., 24.
58
2.3.4 El poder/autoridad y el “amiguismo”
Es normal que cuando alguien asume el poder/autoridad institucional viene acompañado
con un grupo de personas para realizar el trabajo delegado. Esto es lo más común y es,
además un derecho. Se espera igualmente, que quienes acompañen a la nueva
administración de gobierno sean personas idóneas a partir de la formación profesional, la
experiencia y la calidad humana. Se debe tener presente que para la designación de
responsabilidades significativas en una instancia de poder/autoridad se requiere de la previa
calificación de la persona, de manera que entre el perfil personal y la responsabilidad
delegada se encuentre corresponsabilidad. Hay quienes son nombrados por el privilegio de
ser “amigos” de quien manda, sin la suficiente capacidad para ejercer el puesto. Aparte de
ser amigo de quien está al frente de la institución, quien es nombrado para una función de
responsabilidad, debe tener la suficiente idoneidad para apropiarse de la misión con calidad
y criterios, de recursividad propositiva. Estudiosos del tema proponen algunos atributos de
quienes lideran grupos:
Integro. Motivador. Creativo. Original. Auténtico. Inspira y organiza.
Busca el bien común. Trabaja en equipo. Comprometido. Responsable.
Ejemplar. Carismático. Trabaja a largo plazo. Emprendedor. Agente de
Cambio: busca la mejora continua. Alta vocación de servicio. Aptitud
critica. Argumentativo. Respeto por las diferencias. Solidario.
Disponibilidad al dialogo. Objetivo. Buen oyente. Espíritu empresarial.
Tolerante. Laborioso. Analítico. Justo. Flexible. Estudioso. Cortes.
Magnánimo. Excelente comunicador66.
Y es obvio que para tener estos elementos se requiere de formación y cultivo profesional.
Quienes acompañan al que ejerce el poder/autoridad como servicio han de tener un
conjunto de atributos que los hacen sobresalientes del común. Esto indica que son idóneos
para el puesto y que no es por favoritismos personales.
Dar puestos de responsabilidad por amistad o por que “me caes bien” es una falta de
objetividad y de responsabilidad. Es común que quienes tienen autoridad corresponden con
cuotas de poder como “recompensa”, a quienes han sido sus colaboradores. Pero también
está el tipo de personas que son gobiernistas, que están a favor del gobierno de turno sin
importar el tinte ideológico que le sustenta. Solo les importa “colaborar”, sin tomar partido,
esperando que les den puestos, posponiendo los criterios personales. Hacen parte de estos
66
Quijano Ponce, Andrés. Liderazgo. Trabajo monográfico presentado a la Universidad el Rosario, en
Bogotá, año 2003.
59
perfiles aquellos que son calculadores, serviles y quieren sacar beneficios del poder: “Se
trata de individuos oportunistas que, por interés personal, se muestran sumisos,
complacientes, aduladores, y tratan de agradar para obtener por estos medios alguna
ventaja, aunque en el fuero interno piensen de un modo totalmente opuesto. Es una traición
a sus propias convicciones (…) Se agachan y aceptan todo lo que dice el superior (…)”67.
El poder/autoridad que así prefiere a sus colaboradores, indica que necesita de aduladores,
en vez de colaboradores, compra a las personas, haciéndolas sumisas, no les ayuda a crecer,
le pone precio a sus ideales y ellos por una buena vida venden la dignidad, acrecientan su
mediocridad y por ende se someten a las críticas despiadas, porque se excluye a personas
con idoneidad y reconocimiento.
El poder se convierte así en un medio de favorecimiento para un grupo de personas que se
ven como amigos, socios, cuyo vínculo se fundamenta en la afectividad utilitarista: Me da
reconocimiento/le doy el puesto. Así se deja por fuera a los que tienen los suficientes
criterios para ocupar posiciones de poder.
2.3.5 El poder/autoridad como fin en sí mismo
Se había dicho que es innata la tendencia del hombre hacia el poder, como es natural
ejercerlo, pero el hombre debe tener una posición ética hacia éste, porque el ejercicio del
poder no es fin en sí mismo, es solo un medio. Hay quienes hacen de este un fin, a
sabiendas que les reclama el tributo de la adoración : “Te daré todo ese poder y la gloria
que implican esos reinos (…) Por tanto, si me rindes homenaje, todo será tuyo” (Lc.4,6-7),
el “si me rindes homenaje”, si te postras ante mí, si me das culto y reverencia, es decir, si se
hace de esto la única prioridad, la “búsqueda” de poder como única motivación en la vida,
sin importar los medios para obtenerlo; no es más que idolatría, egoísmo, búsqueda de sí
mismo, sopena de cerrarse a la vida eterna: “Pués ¿de qué le sirve al hombre haber ganado
el mundo entero si él mismo se pierde o se arruina?” (Lc.9,25).
Se cae en el pecado de la idolatría, porque se adora el ejercicio de poder/autoridad y desde
él determinar a los demás: “(…) creer que su autoridad le confiere el poder y el derecho de
hacer de sus propios deseos, de sus ideas preferidas, etc., órdenes obligatorias para los
67
Fingerman, Relaciones humanas, 115.
60
subordinados”68. La idolatría es un dios hecho al amaño de la persona, a “lo que yo creo
que es” sin otros horizontes que supere criterios ensimismados por el egoísmo. Es el
endiosamiento de la persona, como en otro tiempo, en Asia Menor se tenían a los Césares,
los faraones y los reyes. Hoy son los dictadores, y aquellos que se presentan como
insustituibles en la dirección de los puestos de poder/autoridad.
Aterrizando estos aspectos negativos del poder/autoridad con respecto a la vida religiosa
institucional, quienes han experimentado vivencias que se identifican con esta realidad,
tienen criterios para decir que hay similitudes en la forma cómo asume el poder una
persona que es ajena al contexto de fe y cómo asume el poder un religio(a) disperso(a)
evangélicamente. Por eso la autoridad en la vida religiosa está en crisis, porque es tenida
como privilegio y no como servicio, es percibida para dominar y no para hacer crecer a la
persona desde el servicio. Hay una falta de formación para asumir la autoridad desde el
evangelio, una vez que en la práctica esta se percibe como un privilegio: “Esta concepción
de la autoridad como privilegio es lo que explica que algunos la busquen por todos los
medios, aún lo menos evangélicos, como las “alianzas” o “grupos”, que en vez de unir
dividen; o que se haga una “política”, que no dudamos en definir “sucia”, cuyo objetivo es
hacerse con la “autoridad”, cueste lo que cueste, para luego sacar provecho”69. A esta
situación se ve allegado el poder/autoridad en las instituciones de vida religiosa, que en la
mayoría de las veces se arropa bajo el manto evangélico y se hace pasar como abnegada.
Pero en la convivencia diaria, en las decisiones de la vida cotidiana de los unos con los
otros se deja ver la falta de la delicadeza personal, el autoritarismo, la manipulación de las
personas, la apropiación de los bienes de todos y que es los mismos vicios que se censuran
en la administración pública. En la vida religiosa suele suceder lo mismo: Ávidos de un
puesto de autoridad con la pretensión de servir, cuando en realidad se persigue el beneficio
personal. Para alcanzar beneficios hacen alianzas, se intercambian votos por puestos de
mando (rectorias, guardianias, parroquias, superioratos, administraciones de instituciones
poderosas económicamente), y por la obtención de estos puestos se muestran coqueteos de
acuerdo a las preferencias del candidato a superior provincial de turno. De aquí surgen los
68
Concilium. Revista internacional de teología #15. Moral, Año 2, tomo II. Madrid: Ediciones Cristiandad,
1966.
69
Rodríguez, Carballo, José fr. Ofm. Ministro General. La Autoridad al Servico de la Animación.
Conferencia a los neo-provinciales, 18 enero de 2007.
61
favoritismos, la permisividad con algunos, en el sentido que no hay seguimiento a los
defalcos administrativos anteriores.
El deseo de tener poder no es motivo de escándalo, es un anhelo en los seres humanos, está
implícito en las relaciones sociales y se acentúa en la dimensión política. Los apóstoles
tuvieron entre ellos el interés por el poder. Jesús el Señor no lo reprocha, lo que desaprueba
es la forma como se ejerce el poder. Lo que se cuestiona hoy, es que en una institución con
fundamentación evangélica, algunos de sus integrantes -no todos- están interesados en el
poder y: ¿Hay relación alguna entre el seguimiento a Jesús el Señor y el acceso a las
estructuras de poder? La respuesta es sí. Si partimos del hecho de la vivencia de la fe en
comunidad, en las instituciones, pero la relación es obviamente en el servicio. Si se quiere
el poder, que sea un poder para servir. Ahora, en las instituciones de vida religiosa ¿Hay
formación específica para comprender que la autoridad debe entenderse como servicio, a
ejemplo de Jesús, el Señor? Las comunidades religiosas institucionales carecen de la
suficiente claridad formativa en este aspecto. Prueba de eso es que luego de años de
formación inicial, al recibir un puesto de poder/autoridad, algunos, cambian de actitudes
con respecto a sus cohermanos. Entonces, es porque no hay una claridad formativa en
cuanto a la eventualidad futura de asumir el poder/autoridad y por lo tanto, no es asumido
desde el evangelio, como servicio, es deseado para aprovecharlo en los intereses
personales. Hay una separación en la comprensión de lo que es poder/autoridad y
seguimiento a la persona de Jesús. Estas dos facetas son separadas, y el que tiene el
poder/autoridad se vuelve “señor” de los hermanos.
2.4 El poder/autoridad y burocracia
El contexto del poder/autoridad en la vida religiosa es servicio desde el amor, es un
asemejarse al servicio de Jesús. Servir a los hermanos desde el amor, en el caminar de la
vida cotidiana e identificar las problemáticas del diario acontecer, dar las posibles
soluciones y desde el presente proyectarse hacia el futuro, aportando, motivando,
estimulando, guiando con esperanza desde y hacia los horizontes evangélicos siempre
novedosos. Es lo que se espera de quienes están al frente de las instituciones religiosas.
Pero en un alto porcentaje, este modo de servir desde el poder/autoridad se ha venido
asumiendo como una burocracia administrativa con énfasis en lo ejecutivo. Y aunque este
modo de gobierno es eficiente en cuanto que alcanza los objetivos que una institución se
62
propone, tiene una serie de contradicciones con un modelo de gobierno de fundamentación
evangélica. La burocracia pasa por una serie de mediaciones para consolidar a personas y a
grupos. Y ¿cuales son los signos evidentes para que se pueda decir tal afirmación? Veamos
cuales son las características del poder/autoridad como burocracia y luego realizaré una
confrontación con su similar en la vida religiosa institucional para identificar aquello que
no corresponde a esta forma de vida.
2.4.1 El poder/autoridad y burocracia institucional
Las instituciones tienen una organización interna que se conforma por puestos jerárquicos,
otorgados por designación con funciones precisas: La autoridad nombra al funcionario, con
el fin de trabajar específicamente en una asignación: “La dominación burocrática se ofrece
en forma más pura allí donde rige con mayor fuerza el principio de nombramiento de los
funcionarios”70. De ellos se espera resultados de calidad y por ende satisfactorios. De esto
se trata, sino es así no tendría sentido la asignación de un trabajo en una institución: “El
principal mérito de la burocracia está en su eficiencia técnica, con el énfasis que pone en
la precisión, la rapidez, el control técnico, la continuidad, la discreción, por sus óptimas
cuotas de producción”71.
Así, por medio de los nombramientos y la asignación de tareas específicas a personas
concretas, la cúpula jerárquica presiona a toda la institución y cumple los objetivos
institucionales que se propusieron, desde las siguientes pautas:
1) Cada funcionario ejerce la autoridad que le ha sido delegada de acuerdo a reglas
generales recibidas por su superior inmediato, aclarándole que ese es su deber y su objetivo
inmediato.
2) El funcionario debe colocar su habilidad al servicio de la autoridad superior (incluyendo,
especialmente en el caso de altos funcionarios). Es un empleado al servicio de quien está al
frente de la institución, para él trabaja.
Desde aquí, se deducen deficiencias para el funcionario, son:
1) El funcionario es contratado para un trabajo asignado. Esto es lo relevante para él,
cumplir con lo estipulado por la regla para ser digno de confianza por la autoridad superior.
Esta precisión en la obediencia se convierte para el funcionario en un fin en sí mismo: “La
70
71
Heinz, Sociología del Poder, 28.
Ibid., 202.
63
sumisión a la norma, concebida, en un principio, como un medio, se transforma en un fin
en sí (…) La disciplina interpretada como acatamiento a los reglamentos, cualquiera sea la
situación, no es considerada como una medida destinada a unos fines específicos, sino que
aparece en la vida del burócrata como un valor inmediato”72. Es decir, el que ha recibido
un puesto burocrático dentro de una institución, solo le importa la norma, trabajar para
quien emite la norma, hacer bien lo que se le asignó y de esa manera da y recibe confianza
en el cumplimiento de la misión. Esta labor, cuando se convierte en una constante, lleva a
que el funcionario se incline en el formalismo, porque las normas son iguales para todos y
de allí no hace nada más. Le importa estar bien con quien representa todas las normas, así
la vida de la institución vaya por otro lado.
2) En cuanto que el funcionario debe ejercer sus habilidades al servicio de la autoridad:
Este se convierte en un empleado de quien lo ha designado para este oficio y tiende a influir
a favor del empleador desde su posición. Toda su disponibilidad está al servicio de quien le
da la oportunidad y lo sostiene en el puesto. Se forma una alianza no manifiesta, pero sobre
entendida: “Yo le colaboro, y Usted me mantiene allí”. Termina siendo un asistente del
empleador. ¿Quienes son los beneficiados en estos dos puntos? La misma institución y el
burócrata, pero este último paga un precio.
Se beneficia la institución, porque con la obediencia “ciega” del empleado promueve el
crecimiento en el orden económico, competitivo, productivo, eficiente y de calidad.
Y el burócrata, porque al mantener un alto nivel de eficiencia la institución lo abala por
meritocracia para recibir favores específicos, aportes significativos, consideraciones
meritorias por su buen rendimiento, como: “promoción por antigüedad, pensiones de
retiro, salarios reajustables, etc.”73, alicientes que redundan en beneficio personal,
asegurando: Vida laboral estable, solvencia económica, prestigio profesional. Posición
deseada para cualquier persona, porque esto es visto como realización de un proyecto de
vida exitosa. Pero en realidad es como tener un “cielo” montado sobre estructuras de arena
y que además obstaculiza el desarrollo de vivencias significativas en relación a la alteridad
con los demás.
72
73
Ibid., 205.
Ibid., 206.
64
2.4.2 La carencia del funcionario burócrata
En el burócrata, la estricta observancia de la norma, sin atender el fin de esta, va
permeabilizando la manera de pensar, de sentir y proyectarse en las relaciones
interpersonales con indiferencia y conformismo frente a las problemáticas reales de la
comunidad a la cual supuestamente sirve: “El molde de la personalidad del burócrata se
forma alrededor de esta norma de lo impersonal, lo que junto con la tendencia a
categorizar, originada por el predominio de las normas generales y abstratas, tiende a
producir conflictos en los contactos del burócrota con el público”74. El burócrata, hace lo
que tiene que hacer, atiende a las necesidades de la comunidad durante el tiempo estipulado
y una vez, cumplido su tiempo de trabajo se desprende de cualquier otro deber en función
de las personas, porque obviamente terminó el horario de labor. Y esto, con respecto a las
necesidades imprevistas del otro, es lo que hace que sea visto como rígido, sin afectividad a
las personas que solicitan servicio, desentendido de los objetivos institucionales,
desinteresado de la problemática del otro que acude a la institución con el fin de encontrar
solución a sus necesidades. Así, el empleado que se mueve por la burocracia lleva a mostrar
la imagen de arrogancia, insensibles a las necesidades de la comunidad, pero sumiso al
poder/autoridad que lo emplea; y este es el motivo del conflicto entre el funcionario
burócrota y usuario, cuando este se siente mal atendido en el servicio. Por eso la burocracia
goza de mala fama. Esto es común en los funcionarios públicos, como en instituciones
privadas. Este es el precio que paga el burócrata. Vive acomodado en la institución, pero
pierde el carisma de servir por convicción, con alegría; pierde libertad en el cumplimiernto
de sus responsabilidades, de expresión, de sentir unos valores como suyos. Estas
características personales son el resultado del estar impregnado de la institución y el seguir
al pie de la letra las indicaciones, hasta hacer caso omiso de la “la fantasia creativa, la
capacidad del diálogo, el espíritu crítico, se inflama en el llamamiento a la obediencia, a la
sumisión, a la disciplina y el orden”75. Conductas catalogadas como enfermizas por la
sociología y la psicología. A este declive llega el burócrata, sin desacreditar su dignidad
como persona. Y este es el precio que paga: Se sacrifican los ideales, el carisma, la libertad
por el bien económico, asegurándose una buena vida.
74
75
Ibid., 208.
Boff, Iglesia: Carisma y poder, 105.
65
Ahora, veamos como interviene esta noción de burocracia en la estructura de
poder/autoridad desde el contexto de una institución de vida religiosa.
2.4.3 La Burocracia e institucionalidad religiosa
Empecemos por considerar un poco la forma como se accede al poder/autoridad, que
generalmente es por votaciones; se eligen candidatos y de entre ellos se elige al superior o
jefe, constituyéndose como una autoridad legal. Así lo estipula el derecho canónico: “El
superior general de un instituto ha de ser designado por elección canónica, de acuerdo con
las constituciones” (CIC. #625)76, esto en cuanto Ministro General de un instituto. Ahora,
los institutos religiosos se dividen en provincias y casas. En cada provincia se elige al
Ministro Provincial de acuerdo a lo estipulado por las constituciones particulares de cada
institución (Cfr. CIC # 625,3). La forma de gobierno en las provincias tienen las
características de personal y colegial. Personal, cuando gobierna con su concejo de
gobierno, pero la decisión final descansa en el Ministro Provincial (Cfr. CIC. # 699) y,
colegial cuando se ejerce a través de los capítulos y órganos de representación de la
institución en los cuales la responsabilidad está en ellos.
Después de elegir al Ministro Provincial, se elige por votación, un grupo de personas para
acompañar al Ministro Provincial, asesorándolo a lo largo de su mandato, este grupo se
llama el Consejo Provincial (Cfr. CIC. # 627,1). A cada uno de los integrantes de este
grupo se les denomina “consejeros” y son de carácter consultivo y delibarativo, aun así la
decisión final está en el Ministro Provincial. En estos, el Ministro Provincial delega puestos
de poder/autoridad dentro de la institución, como encargados directos de proyectos de
pastoral de misiones, de parroquias, pastoral de formación para religiosos de la misma
institución, educación y economía. Cada consejero recibe un presupuesto económico
mensual. Los encargados de estos trabajos tienen una función específica, que son a su vez
puesto de burocracia.
Este mismo gobierno compuesto por el Ministro(a) Provincial y sus consejeros(as) nombra
otros mandos medios de jerarquía que van a ser representates del gobieno institucional en
puestos diseminados en distintos lugares, con obediencias para desempeñar oficios
específicos, como rector de una institución educativa (colegio, universidad), director de una
institución asistencial a comunidad en riesgo (ancianato, orfanato), superior de una casa de
76
Código del derecho canónigo. Edición anotada. 5ª edición. Pamplona: Ediciones EUNSA, 1992.
66
formación (seminario), párroco, superior de una casa religiosa, director de un templo de
culto, etc. Obviamente se recibe una misión, un trabajo por realizar, pero también unas
prerrogativas como es disponer de los medios económicos e institucionales. Ahora,
mientras mejor desempeñe sus funciones y mejores resultados obtenga para la institución
en general, seguirá ocupando esos puestos, en la misma ciudad o en otra ciudad, un alto
cargo de la misma institución, como paga por sus buenos servicios. Mientras mejor
desempeñe la obediencia asignada y sean dóciles a la autoridad que les encomienda tal
misión, se perpetuarán en ese servicio a lo largo de toda la vida religiosa. Esto es una
constante en las instituciones religiosas y que además es un reflejo de la administración
burocrática: “Inclinación de los burócratas a llevar a cabo sus tareas administrativas de
acuerdo con criterios utilitarios-materiales en servicio de los dominados, hechos felices de
esta suerte”77.
La burocracia es el nombramiento de funcionarios “eficientes” por el gobierno de turno. En
últimas, desde otra perspectiva, esta es una forma burocratica de vivir, de tener acceso a
puestos de poder. La burocracia se hace a partir de nombramientos administrativos, y que
es común en las instituciones de vida religiosa: “La dominación burocrática se ofrece en la
forma más pura allí donde rige con mayor fuerza el principio de nombramiento de los
funcionarios”78. Si el hecho de los nombramientos es algo común en las instituciones
religiosas, quiere decir que la burocracia es algo normal y aceptado en las mismas
comunidades religiosas, lo que hace que el funcionario nombrado para una tarea específica
es un servidor de los intereses administrativos de quien obstenta el poder/autoridad a nivel
general. El funcionario, si quiere mantenerse en ese puesto debe hacerlo conforme a los
intereses administrativos de quien se lo pide, sino lo hace, será relevado de su puesto por
otro funcionario.
Aquí es donde se establece las similitudes entre el poder/autoridad de la institucionalidad
de la vida religiosa y los gobiernos políticos que ejercen la burocracia en la forma más
pura. Ahora, la institución religiosa, en relación con las instituciones de carácter no
religioso, tiene aspectos en común en lo administrativo, pero también diferencias y estas
son las que deben marcar la finalidad.
77
78
Heinz, Sociología del Poder, 31.
Ibid., 28
67
2.4.4 Burocracia e identidad institucional
Hay un deslinde que marca la diferencia entre una institución que tiene una burocracia
interna, aceptada, y una institución de carácter religioso. La diferencia está en que esta
última, sirve a objetivos del evangelio y de servicio a las personas y, las instituciones donde
hay burocracia interna tienen como fin el lucro. Aunque la institución religiosa debe
sostenerse económicamente por sí misma, esta no debe administrarse desde la visión
empresarial cuyo objetivo es producir resultados eficientes y ganar dinero; esa es la
diferencia. Y es desde aquí donde el poder/autoridad de las instituciones religiosas puede
caer en la confusión si no tienen claro sus objetivos, cuyo fin es el anuncio del evangelio, el
servicio a las personas, sin ánimo de lucro en algunos aspectos administrativos. Esto es lo
que las hace diferentes y por eso, una institución de carácter religioso no debe caer en las
mentalidades burocráticas: “Es importante, además, tener clara visión carismática del
propio instituto, actualizar, inculturando la espiritualidad de la que es portadora (…)
Cada vez se necesita una autoridad espiritual que una ejecutiva”79. Por lo tanto, se necesita
del conocimiento de los objetivos institucionales y de la espiritualidad que sustenta los
objetivos para no alimentar ni promover mentalidad burocrática según el sistema
administrativo de empresas, y con todos los desenlaces negativos que esto trae; porque se
privilegia al funcionario, no al religioso, se tienen expertos profesionales, pero religiosos de
moral en discordancia con el evangelio. Allí se explican las crisis institucionales, que son
las mismas que caracterizan al burócrata: “Hemos dejado de entregarnos, de ser servidores
del Reino. Nos hemos convertido en profesionales y funcionarios del evangelio. Es tal el
número de actividades, diligencias, compromisos que asumimos que se ha perdido el
sentido de nuestra labor. Vivimos tan ocupados en lo que hemos de hacer que nuestros
destinatarios apostólicos son los menos favorecidos”80, esto trae como consecuencias en
instituciones religiosas con arcas llenas de dinero, pero con bajo nivel de vida pastoral,
excelentes profesionales, funcionarios puntuales al servicio de la institución, de un cargo.
Por eso tantos fracasos en las instituciones religiosas: Excelentes rectores(as), pero
religioso(as) desubicados con respecto al seguimiento de Cristo.
79
Congregación para institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica. Perfectae Caritatis.
Cuarenta años después. Madrid: Publicaciones Claretianas, 2006.
80
Martínez, Fidelidad Creativa, 33.
68
El poder/autoridad que delega funciones representativas debe tener presente en sus cuadros
de mando la suficiente madurez religiosa para conciliar lo carismático con lo institucional,
que guarden el sano equilibrio, entre lo que está llamado a obedecer en la institución como
una respuesta a la voluntad de Dios, sin que esto se convierta en un obstáculo para
testimoniar la vida religiosa; que lo institucional no apague la fuerza que impulsa a la
continua búsqueda de la realización de una vida en el evangelio, que la institución no se
convierta en una burocracia reinante, sino un medio para vivir la fe y del servicio a los
demás.
La vida burocrática en las instituciones religiosas lleva a fundamentarse en seguridades
humanas, caracterizadas por el prestigio, dinero, poder y, que contrasta con aquello que le
da identidad a la vida religiosa y es hacerse plenamente conforme a Cristo obediente (cfr.
LG. #42), modelo de desprendimiento que no tuvo donde recostar la cabeza (Lc.9,58b). Si
existe burocracia en las instituciones religiosas, que sea utilizada para llevar el mensaje del
evangelio y servir a las personas en la formación para que lleguen al conocimiento de su
dignidad e integridad y alcancen la realización, a la medida del “hombre perfecto” que es
Cristo Jesús (Ef.4,13). El poder/autoridad en las instituciones de vida religiosa debe tener la
característica evangélica y, debe valerse de las ciencias humanas para una mejor
administración: “(…) la autoridad es motor que pide a otros ser motores también. Su oficio,
efectivamente, es promover en todos un dinamismo portador de la visión evangélica”81. En
consecuencia, el o las religosas(os) que tienen un trabajo significativo en la institución,
quienes desempeñan una misión en un puesto confiado debe cuidarse de no caer en la
burocracia para no terminar siendo un burócrata, porque tarde o temprano la vida le hará
ver cuál es la identidad de su misma vida: Un religioso(a) seguidor de Jesús o un empleado
burócrata, que ha recibido el pago por sus servicios por el amo de este mundo: El dinero.
Los anteriores temas son maneras distorsionadas de entender la autoridad como servicio y
de una u otra forma se convierten en un problema para aquellos que les corresponde
mandar como obedecer, como también para aquellos que la perciben como servicio, pero
ven y la experiementan en la práctica con otra realidad que desdice de ella por no ser
evangélica.
81
Ibid., 207.
69
3. El poder/autoridad como representación de Jesús
Esta parte de la investigación trata de la actualización del mensaje desde lo que dice el
texto, a fin de iluminar la realidad problemática. Es lo que corresponde en el método al
análisis prágmático o actualizante con su consecuente aplicación a la realidad. Los
presupuestos que iluminan esta parte se retoman desde Lc.22,24-27 que fundamentan los
siguientes temas:
La comunidad organizada a nivel religioso institucional requiere de la autoridad para
orientar y guiar y quien la presida se constituye como poder/autoridad.
Así como Jesús se dirigió a los apóstoles, se sigue dirigiendo a la comunidad hoy y presenta
el modo de ejercer el poder en la comunidad de fe: Pide que el mayor sea como el joven y
el que gobierna como el que sirve.
El que sirve a los hermanos desde la autoridad debe tomar conciencia de su misión, como
discípulo que aprende del Maestro: “Para Jesús, en su vida y en su mensaje, la autoridad es
esencialmente diakonía, es decir, servicio humilde de amor. Jesús tiene clara conciencia de
que él es y ejerce la autoridad en vivo contraste con las formas existentes, hasta ese
momento, en el mundo de los hombres”82. Desde este punto de referencia, la autoridad en
las instituciones religiosas, está llamada a representar a Jesús como buen pastor, que ama a
los hermanos a él confiados. Y desde el servicio posibilitar el diálogo, el encuentro
fraterno, la comunión, el respeto, la delicadeza, el perdón, la acogida fraterna, la sinceridad.
El pastor en la comunidad de hermanos ha de realizar esta misión en el amor, que es el
bien-querer al otro, explicitación de la autoridad como servicio.
Los documentos de la Iglesia son persistentes en este aspecto: “La autoridad es siempre
evangélicamente un servicio”83. También: “Los superiores, por su parte, (…) ejerzan su
autoridad con espíritu de servicio a sus hermanos, de suerte que expresen la caridad con
82
83
Alonso, La autoridad en la vida consagrada, 38.
Juan Pablo II, La vida fraterna en comunidad, #49.
70
que Dios los ama”84. Con apreciaciones enfáticas como: “Ejerzan los Superiores con
espíritu de servicio la potestad que han recibido de Dios (…)” (cfr. CIC. #618). Se muestra
así en varios documentos del magisterio de la Iglesia, la preocupación constante de la
autoridad como servicio en la vida institucional. Como doctrina, está clara la línea
evangélica en que ésta se entiende y, hay un empeño en la reflexión, pero otra es la
realidad; y es que en la realidad se presenta un divorcio entre el decir y el actuar, entre la
teoría y la práctica, lo que lleva a que este oficio sea apreciado con escepticismo.
Otro documento exhorta en esa misma línea: “(…) se insiste en que la autoridad del
superior religioso (…) debe caracterizarse por el espíritu de servicio, a ejemplo de Cristo
„que no ha venido a ser servido sino a servir‟ (Mc.10,45”85. Otro: “Ejercer la autoridad en
medio de los hermanos significa servirles a ejemplo de „Aquel que ha dado su vida en
rescate por muchos‟ (Mc.10,45), para que también estos den su vida”86. Esto indica el
modo de ejercer la autoridad en la vida religiosa. Todos los documentos citados expresan
esa preocupación por iluminar evangélicamente la autoridad como servicio.
El poder como servicio implica cercanía en el amor hacia los dirigidos, lo cual es asumir el
ser pastor desde el evangelio: “Apacentad la grey de Dios que os esta encomendada (…) no
forzados, sino de corazón (…) siendo modelos de la grey” (1Pe.5,2-3), es decir, con buena
voluntad. Si así no es, termina siendo un poder rígido, encargado de exaltar las leyes
jurídicas, el orden y, por consiguiente las personas quedan en un segundo plano.
La enseñanza del mismo Señor Jesús, servidor por excelencia, es que el mayor o jefe ha de
ser servidor de la comunidad, sin pretensiones de poder o dominio sobre los demás: “(…) el
que gobierna como el que sirve” (Lc.22,26).
3.1 El amor: Fundamento de la autoridad
El amor está a la base del ejercicio de la autoridad: Es el amor a la obediencia recibida, a la
persona y palabras del mismo Señor Jesús (Jn.14,23); amor a la vocación religiosa, a la
misión asignada, a los hermanos(as) de comunidad confiados a la autoridad. Desde allí nace
el sentido de pertenencia no solo a la Iglesia sino también a la institución religiosa. Sin
estos elementos, la autoridad será según los criterios del mundo, en donde el otro es
84
Documentos del Vaticano II. Constituciones. Decretos. Declaraciones. Madrid: Ediciones BAC., 1968.
Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. El Servicio de la
Autoridad y la Obediencia. Bogotá: Ediciones Paulinas, 2008.
86
Ibid., #17.
85
71
utilizado como un medio para los fines e intereses personales y en algunas veces
institucionales, es decir para que proporcione ganancia y utilidad. Es la instrumentalización
del otro, y esta posición se encuentra en el lado opuesto de la autoridad desde el evangelio.
El mandamiento del amor es el distintivo de todos los cristianos: “Os doy un mandamiento
nuevo: Que os améis los unos a los otros” (Jn.13,34), y este amor a ejemplo de Cristo, es
entrega por los hermanos, posibilitar los medios para que el otro sea lo que está llamado a
ser como persona: “Gobernar cristianamente es amar, porque es buscar y procurar
eficazmente no solo el bien, sino lo mejor para cada persona”87; gobernar desde el
evangelio es procurar que los hermanos cambien de lo bueno a lo mejor en cuanto a ofrecer
horizontes de referencia humanos y cristianos que posibiliten una mejor calidad de vida.
El amor es determinante desde la autoridad. Si no hay amor, aparece la fragilidad humana,
la persona se hace servir, se muestra como el protagonista, se hace inflexible, no cumple la
misión de la autoridad como servicio porque no manifiesta el amor de Dios en su vida.
Pero ¿Cómo ha de proyectar el amor de Dios aquel que es autoridad en la comunidad?
¿Cómo ha de manifestar este servicio a los hermanos? Exige la calidad humana a partir de
actitudes concretas correspondientes al hecho mismo del amor y sus contextos afines: “El
amor es respeto, educación, cortesía, paciencia, comprensión, servicialidad, entrega,
donación de sí mismo, búsqueda sincera del bien de los demás, calor humano, fidelidad
(…) es sobre todo confianza. La confianza es el lenguaje más inequívoco del amor”88.
Quien gobierna necesita formarse en estos aspectos, prepararse para tener buena calidad en
las relaciones interpersonales. Necesita tomar conciencia de lo que significa cada uno de
estos temas, ya que el oficio requiere del trato continuo con los dirigidos y desde el cultivo
de la empatía, colocarse en la situación de cada uno. Así se hace práctico, a partir de una
base evangélica.
La práctica de estas virtudes viene por la formación en la fe, del seguimiento al Señor Jesús
llevando a cabo valores concretos sobre el amor al prójimo: “Por tanto, cuanto queraís que
os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos (…)” (Mt.7,12). Estamos todos
llamados a practicarlo como norma de valor moral. Esto puede adoptarse como una
metodología concreta, desde la fe para superar el egoísmo, la vanidad, el sentirse superior a
87
88
Alonso, La autoridad en la vida consagrada, 45.
Ibid., 46.
72
los otros. Así como Jesús el Señor, se dio en servicio como auto-donación o auto-entrega
por la salvación de los hombres y el perdón de los pecados, también coloca a consideración
este ejemplo que va a marcar una nueva perspectiva en la vida de sus seguidores, como
punto fundamental que ilumina el poder como servicio. Hay elementos que pueden venir de
fundamentos diferentes al evangelio, pero elementos como servicio, amor, donación de sí
mismo -entre otros- necesitan estar impregnados de un gran sentido de amor a Dios, porque
es Dios que nos ha amado primero y, sintiéndose amado es como se ama al prójimo.
3.2 La autoridad como servicio humilde
“El que gobierna como el que sirve” (Lc.22,26). El servicio implica ponerse en función de
los demás, dejar de pensar en sí mismo por cuidar al otro con respecto al bien. Esto requiere
colocarse en movimiento descendiente, dejar el “status” de prestigio y revestirse de la
humildad, hasta llegar a “lavar los píes de los hermanos”. Es hacer el desplazamiento desde
la posición elevada al oficio humilde, es descender de lo alto hasta llegar cerca de la tierra
en razón del otro, es realizar un camino descendente a ejemplo de Jesús, que siendo de
condición divina, se anonadó, humillándose hasta la muerte en la cruz, como el que sirve
(Flp.2,6-7). Igualmente, desde la realidad de la vida humana y a ejemplo de Jesús, se es
humilde cuando hay sencillez, abnegación, obediencia a la Palabra de Dios, moderación del
orgullo, sin pretensiones de prestigio o superior frente a los demás. Simplemente uno más
entre los hermanos: “La autoridad es paciente, tolerante, servicial. El superior ha de evitar
ser intransigente, la autoridad no se argumenta, no se impone (…). Se esfuerza por una
conversión que le permita salir de sí, despojarse de todo prejuicio y eliminar el egoísmo”89.
Los servicios humildes son reservados a personas sencillas, al “menor”. Hacer este
movimiento descendente requiere una sana psicología, madurez personal y religiosa de
modo que no vaya a tener complejos de sentirse envilecido o que está renunciando a la
dignidad personal en razón de este oficio. La humildad no está relacionada con sentirse
inferior, eso es un complejo de inferioridad, que es sentirse menos que los demás en razón
de una subvaloración personal de jerarquía, inteligencia, posición social o económica, raza
o belleza física. La humildad que se muestra por no tener estas prerrogativas es formalismo,
una insana sumisión, un servilismo, pobreza personal, que en algunos casos, con la menor
oportunidad de ser autoridad, la persona cambia totalmente en sus relaciones con los demás
89
Martínez, Fidelidad Creativa, 79.
73
y compensa lo que cree le hace falta, tornándose autoritario y creyendo que eso es
seguridad en sí mismo, reclamando afecto y el respeto por derecho, cuando es algo que se
gana por la calidad humana. El poder y el complejo de inferioridad son elementos en la
misma persona que le lleva a una desestabilización emocional: “(…) en todas sus formas, el
autoritarismo obedece a un verdadero complejo de inferioridad y revela una real
inseguridad interior (…)”90. La necesidad de acentuar rígidamente la autoridad, sus
opiniones y criterios sin dar apertura a otras opciones es porque desconfía de sus razones,
de su capacidad y no admite la crítica, es intolerante: “Los débiles son casi siempre
autoritarios, mientras que los fuertes y seguros de sí mismos dejan mayor libertad a los
otros”91. Por eso, quienes están llamados a ejercer la autoridad deben ser personas sanas en
su mente y en su psicología.
La humildad es un modo de ser en relación con Dios y las personas. De frente a Dios
reconociendolo como el Hacedor y fuente de todo bien que llama a caminar por sus sendas:
“Buscad a Yahvé, vosotros humildes de la tierra, que cumplís sus mandatos (…)” (Sof.2,3).
Con respecto a los demás, cuando se muestra libre de todo orgullo y autosuficiencia,
teniendo a los otros en alta estima, hasta considerarlos superiores a sí mismo (Flp.2,3), sin
que esto le signifique un sacrificio extenuante.
Entendiendo el gobierno como servicio desde la fe, necesariamente debe involucrarce en la
virtud de la humildad a ejemplo de aquel que siendo de “condición divina no codició el ser
igual a Dios” (Flp.2,6) y como él, abajarse desde el poder hasta hacerse el siervo: “(…) las
responsabilidades propias de la autoridad (…) requiere la humildad de hacerse siervo o
sierva de los otros (…) El que en el propio oficio busca un medio para hacerse notar o
afirmarse, para hacerse servir o esclavisar, se pone abiertamente fuera del modelo
evangélico de autoridad”92. Desde el ejemplo de Jesús deberá renovar su forma de entender
el poder como servicio: Humilde en su apariencia, humilde en sus mandatos, humilde en
sus palabras cuando exhorta, cuando amonesta, cuando acompaña, cuando comparte con los
otros, fomentando la conciliación antes que las discordias.
El superior(a) de la comunidad religiosa, desde esta connotación, buscará no abusar del
poder, reconocerá que no siempre tiene la razón, no se creerá imprescindible, tendrá
90
Ibid., 87.
Ibid., 88.
92
Ibid., 54.
91
74
apertura al diálogo, será dócil a la voluntad de Dios, escuchará la Palabra de Dios y ha de
celebrar los sacramentos. Y si tiene que decidir, lo hará desde este contexto, valorando los
aportes o puntos de vista de sus hermanos. Este obrar es diferente porque respeta, concilia,
no impone, dialoga, contrario al arrogante, el que no acepta opiniones sobre un tema, que
cree que lo puede todo, colocándose por encima de los demás. Esta son características de
quienes tienen poder pero desconocen la virtud de la humildad.
3.2.1 El otro como persona
La sagrada Biblia, presenta al hombre como imagen de Dios: Dotado de razón e
inteligencia que lo hace diferente entre lo seres de la naturaleza, credado para ser libre ante
las opciones de vida. Con capacidad de amar y conocer al Creador del universo, con gran
vocación de socialización con sus semejantes y con los demás seres de la creación: “En esta
característica fundamental del hombre, está el fundamento de la dignidad humana sin
distinción de razas y pueblos. Todo hombre, por ser imagen de Dios, es objeto de derechos
y deberes, que han de ser tenidos encuenta por todos sus semejantes”93. Desde el
reconocimiento de este contexto de fe, quien es autoridad en una institución religiosa está
llamado a valorar al otro como imagen de Dios, en todas las dimensiones existenciales de la
persona: En lo afectivo, cultural, sexual, espiritual, intelectual, social, laboral, en los
criterios, entre otras. Hoy, desde la legislación civil se reconocen los derechos y los deberes
de las personas, los cuales deben ser respetados en cuanto que aseguran el bien personal y
comunitario. Y la forma común de conceder importancia a estos deberes y derechos es dar
y pedir para si, el reconocimiento de la dignidad de las personas.
En la vida religiosa, desde una posición de autoridad, al margen del contexto de fe, se
puede llegar a negar el reconocimiento de la dignidad y los derechos de las personas
cuando se opta por salvaguardar la “institucionalidad”, la tradicción, la ley, cuando se
valora al otro de acuerdo a la jerarquía, o por el conocimiento o el poder que tiene. Y
cuando se se le da prioridad a lo material se relega a la persona, esta se siente subvalorada
dentro de la institución. Por eso, la autoridad ha caído en duda, porque hace privilegiar lo
secundario y desplaza lo esencial: “El deseo de una comunión más profunda entre los
miembros y la reacción comprensible hacia estructuras consideradas demasiado
93
Martínez, Sierra. Alejandro. Antropología teológica fundamental. Serie Manuales de Teología. Madrid:
Ediciones BAC., 2002.
75
autoritarias y rígidas, ha llevado a no comprender en todo su alcance la misión de la
autoridad, hasta el punto de ser considerada por algunos, incluso, como no necesaria para
la vida de la comunidad”94. El abuso de autoridad en la vida institucional han hecho que se
deje de confiar en ella y se analice que ejercida así es más un obstáculo que un medio para
servir a la fraternidad, porque es utilizada, algunas veces, para dividir más que para unir,
para privilegiar a algunos y marginar a otros, para el autoritarismo más que para el servicio.
Por ejemplo, con el superior(a) Provincial de turno con respecto a un integrante de la
comunidad que entra en confrontación con él o ella y para evadir esta situación, abusa de su
poder pidiéndole se retire de la institución y presiona por medios institucionales para llevar
a cabo sus intenciones, sin tener encuenta la legítima defensa, el tiempo de profesión, los
servicios prestados a la comunidad y a la iglesia. Además favorece este ambiente, creando
desinformación del tema, mancillando el nombre y la fama de la persona en cuanto que se
da una información que obedezca a los intereses de quien gobierna. En esto se muestra que
la persona es tratada como un objeto, es manipulada de acuerdo al subjetivismo de quien
gobierna.
El reconocimiento del otro como imagen de Dios lleva a valorar la persona y expresarle con
las palabras y los hechos una estima digna: “La autoridad está llamada a promover la
dignidad de la persona, prestando atención a cada uno de los miembros de la comunidad y
a su camino de crecimiento, haciendo a cada uno el don de la propia estima y la propia
consideración positiva, (…)”95. Y desde la autoridad, decir que hay que respetar al otro
como persona es renunciar a la posibilidad de beneficarse o servirse de él o ella y colocar
los medios que se tienen al servicio de la persona. Son las personas las que hacen la
institución (Cfr. GS. #25) y estas existen por ellas y para ellas. Toda institución tiene su fin
en el servicio a las personas. El fin no son los edificios, las cosas materiales, las leyes, el
horario, la disciplina, sino las personas. Desde este contexto, quienes representan la
autoridad en la vida religiosa han de tener en alta estima a los integrantes de la institución,
propiciar todos los medios posibles para que crezcan en su dignidad, en su auto-estima, en
su bien integral mediante la formación, salud, bienestar digno, obviamente sin opulencias,
con correspondencia a una espiritualidad, para que puedan igualmente servir mejor a la
94
95
Juan Pablo II, La vida fraterna en comunidad, #48.
Congregación para los Institutos, El Servicio de la Autoridad y la Obediencia, #13c.
76
comunidad. Para esto requiere de una formación en la antropología cristiana, en donde el
“otro” se concibe digno de todo respeto y consideración como el que tiene el
poder/autoridad. Lo único que los diferencia de momento es un puesto en ejercicio y aún
así desde la fe cristiana ha de asemejarse a Cristo, como Pastor que solo le importa el
cuidado de su rebaño, específicamente a las religiosas y religiosos. Estos aspectos temáticos
se entienden desde el contexto de vivencia de la fe cristiana, desde una escuela de fe con
procesos y etapas asumidas en calidad de disicípulo que sigue al maestro.
3.2.2 Madurez cristiana
Se entiende por madurez cristiana una estructuración e integración de la personalidad en
valores religiosos a partir del seguimiento a Cristo. Desde esta base entrar al cambio de
vida entendido como conversión moral: Renovación de la mente, de criterios, de
convicciones, de manera de pensar, de asumir compromisos de fe a nivel personal y
comunitario. La madurez cristiana es un proceso de la vida con sus difererentes etapas, con
el fin de llegar a “revestirse del Hombre Nuevo, creado según Dios” (Ef.4,24). La madurez
viene de la vivencia de valores en la vida personal, como la fe en Jesús el Señor, el amor, la
bondad, la compasión, el perdón (Ef.4,32).
La vida religiosa presenta los medios adecuados para que quienes hacen parte de sus
instituciones alcancen la madurez desde la formación humana y cristiana. En cuanto a la
formación cristiana: La celebración de los sacramentos, oración comunitaria, meditación de
los documentos legislativos de cada institución, trabajo pastoral, vida fraterna, disciplina
interna, práctica de los votos, espiritualidad del fundador, contacto con las personas, el
testimonio de la fe, formación académica, retiros mensuales y anuales. En todos estos
elementos hay una continua referencia al evangelio, a la persona de Jesús, al seguimiento;
la reseña continua sobre estos elementos se convierten en un medio para modelar la
personalidad en sus diversas dimensiones como: El perfil psicologico, lo moral, la identidad
sexual, la dimensión afectiva, la ética, el trabajo. Todo está pensado en torno a los valores
que el evangelio propone, con el fin de remitirse al seguimiento de Cristo como primer
objetivo de la vida institucional: “Como quiera que la norma última de la vida religiosa es
el seguimiento de Cristo total como se propone en el evangelio, ésa ha de tenerse por todos
77
los institutos como regla suprema”96. Ahora, la madurez cristiana se da en el religioso(a)
cuando la persona ha tenido la buena voluntad de dejarse modelar desde estos elementos,
porque casos hay que esto haya sido de escasa influencia en el perfil personal de integrantes
en institutos religiosos. Por tanto, quien ejerce el poder/autoridad en la vida institucional
religiosa es una persona que se supone, tiene claro su proyecto personal de vida, formado
en valores de vida de cristiana, con una identidad definida como discípulo en seguimiento.
La connotación de “seguimiento” va más allá de cumplir unas determinadas reglas
preceptuales, es conformar la propia vida personal a la vida de Cristo: “(…) la fe cristiana
consiste esencialmente en creer en una persona, que es Jesús mismo. Lo que comporta
adherirse a él, comprometerse con él, vivir en relación a él y para él”97, por lo tanto, el
seguimiento se especifica en una identidad de vida relacionada con la vida del mismo Jesús,
que se ha hecho el menor de todos, el siervo de todos para salvarnos. Este seguimiento
implica la negación al mundo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y
tome su cruz y sígame” (Mt 16,24), y una actitud de obediencia a la doctrina evangélica. La
vida de quien es autoridad en una institución de vida religiosa debe estar centrada en el
seguimiento a Jesucristo, el cual es presentado por el Evangelio en la Iglesia, este
seguimiento es hacerse testigo vivo, de carne y hueso en la vida y pobreza de Jesucristo
pobre y humilde.
Sin embargo, la realidad tiende a tergiversarse en cuanto a la forma de entender y percibir
el poder/autoridad como servicio en las instituciones de vida religiosa, así: El poder es
utilizado para obstaculizar un desarrollo positivo a favor de las personas. Para colocarse
autoritariamente por encima de los demás como instancia suprema. Se utiliza para
manipular, para favorecer a los amigos personales y acrecentar el ego. Otra de las muchas
maneras es conformando desde el poder/autoridad una buroracia, en la que un grupo de
amigos se sostienen entre sí, fundamentados en relaciones de carácter profesional,
productivo, pero que se desentienden cuando ya no respoden a las expectativas.
3.3 Propuesta
Propongo los siguientes puntos a continuación para ayudar a solucionar algunas
distorsiones, descritos en los diversos contextos del ejercicio del poder/autoridad, a partir
96
97
Documentos del Vaticano, PC. # 2.
Castillo, José María. El seguimiento de Jesús. Salamanca: Ediciones Sígueme, 2005.
78
del contenido de fe cuyo punto de partida es la enseñanza de Jesús el Señor y el llamado de
asumir el poder como servicio. En esta parte de la investigación, se sugiere la parte práctica
u operativa en cuanto a dar las instrucciones para llevar el cambio de ideas y conducta con
respecto al perfil evangélico de asumir el poder/autoridad como servicio.
3.3.1 Madurez de vida personal
Para asumir la autoridad, no solo se requiere identidad cristiana, sino también madurez
personal. Hablar de madurez de vida personal es complejo debido a los múltiples temas que
abordan al fenómeno “hombre”; así lo dicen los psicólogos dedicados al hablar de madurez.
Se puede ser maduro en un aspecto, pero falto de madurez en otros. Por eso se requiere
especificacar el tipo de madurez, porque son múltiples las facetas humanas de madurez. Se
ha dicho que para ser líder de un grupo se requiere de madurez de vida personal, la cual se
especifica en elementos como el sentido de justicia, capacidad de compromiso, con
personalidad definida, de convicciones religiosas, capaz de sacrificio personal, de
coherencia en la vida, es alguien que se sitúa ante la vida con un porte original: “Los
criterios sociales que denotan la madurez de una persona serían a simple vista: Modo de
asumir los acontecimientos, apertura a la experiencia, amplios intereses y preocupaciones,
sentido de crecimiento personal y continuo, metas, propósitos, proyecto vital, autonomía e
interdependencia”98. Los anteriores elementos se suponen en una persona que esté en una
perseverante búsqueda de contenidos que faciliten el desarrollo de la personalidad a fin
integrar las múltiples facetas de lo humano: “El concepto de integración significa
esencialmente unidad funcional (…) armonía en el interior de la personalidad del
individuo: armonía entre deseos, tendencias, pensamientos, ambiciones y propósitos, entre
mentalidad y comportamiento”99. Una vida realizada por este camino facilita la experiencia
de la realización personal: “La persona que funciona integramente, sinónimo de persona
madura, sin equivalente a persona feliz (…) llega así a una vida plena que constituye una
vida plena, no un destino”100. Obviamente esto incluye los procesos de trabajo paciente
consigo mismo, donde se ha tomado conciencia de las cualidades negativas como de las
98
Ibid., 832.
Fiores, S., Goffi, T., Guerra, Augusto. Nuevo diccionario de Espiritualidad, 1127.
100
Floristán, Nuevo Diccionario de Pastoral, 834.
99
79
positivas y desde las cuales se hace discernimiento para sacar las enseñanzas formativas
sobre el estado de una personalidad.
Con respecto a la madurez personal de quien obstenta el poder/autoridad en las
instituciones religiosas, se debe tener presente otros aspectos: “Que tenga una percepción
más adecuada de la realidad. Espontaneidad y sencillez, sentimientos de comunidad,
Concentración en los problemas. Estructura democrática del carácter. Capacidad de
diferenciar entre medios y fines. Sentido del humor. Creatividad”101. Selecciono estos
elementos, entre varios aspectos, como los determinantes en la madurez humana y en el
perfil personal de quien está llamado a desempeñar una función de superior mayor regional.
Esto influye positivamente en los dirigidos porque se sienten acogidos y dignamente
liderados en el cumplimiento de los objetivos institucionales.
3.3.2 Percepción clara de la realidad
Al superior institucional mayor le corresponde la jurisdicción de una comunidad provincial.
Debe decidir sobre ella, asesorado del equipo de gobierno. Para tomar decisiones
pertinentes debe por consiguiente conocer la realidad de las comunidades locales, sus
circunstancias vitales, como: Personas disponibles, preparación, capacidades, proyectos de
trabajo y su realización, los presupuestos económicos, hechos, lugares, los intereses
manifiestos y ocultos que se tejen en las relaciones interpersonales de los miembros de la
comunidad, estados de ánimo en los perfiles personales, causas y efectos, posibles
reaciones de los implicados, todo esto de una forma aproximativa para ser pertinentes en la
respuesta. Debe ser un pastor a ejemplo de Jesús el Señor, como también alguien formado
académicamente con elementos de análisis para abordar la realidad. Necesita tener
“criterios de peso”, es decir que haya razones considerables por las cuales realiza tal
decision: “La palabra criterio significa juicio, discernimiento (…) o medida que permite
conocer la verdad y distinguir entre dos o más alternativas”102. El discernimiento ayuda a
ser objetivo, claro en las apreciaciones, sin alterar ni subvalorar acontecimientos, de modo
que cuando decida sobre obediencias, trabajos, personas, proyectos, las decisiones
respondan a la eficacia de la situación, es decir, que sea pertinente. Cuando decida sobre lo
101
Ibid., 832.
Fuentes M., Antonio. Aprender a Madurar. Un reto para el hombre de hoy. Madrid: ediciones Rialp, S.A.,
2006.
102
80
que tiene que decidir, las decisiones tengan una sustentación en la realidad y no a
suceptibilidades que llevan a pérdida de dinero, trabajo, sacrificios, tiempo: “Ser veraz
obliga a ir con la verdad por delante, sin camuflarla por ocultos intereses, rectificando
cuando por negligencia se ha podido causar daño”103. Tener apreciación clara de la
realidad es sujetarse a ella, abordarla desde la reflexión, y esto exige que sea sano
emocional y mentalmente, libre de apasionamientos, subjetivismos e ideologías. Tener
percepción clara de la realidad tiene que ver con no dejarse ilusionar por el poder, con las
muchas suceptibilidades que entorpecen una percepción objetiva, teniendo presente,
además que es una misión por un tiempo determinado y que es a modo de servicio, sin creer
que es dueño de las personas a los cuales siente la tentación de irrespetar, como por
ejemplo: “Intimidar a los contestatarios, echar mano de represalias contra los rebeldes,
aislar al que resulta crítico, gratificar a los sumisos, practicar el amiguismo, rendirse ante
los fuertes, compensarse con los débiles, reducir al mínimo el ámbito de la libertad (…)
todo esto con el afán de concentrar todo el poder y dominio”104. Una persona así tiene los
criterios influenciados por el egoísmo, la desconfianza, la sospecha y no tiene la capacidad
para diferenciar hasta donde le está permitido llegar. Tener percepción clara de la realidad
es ubicarse en el puesto que le corresponde, con paz en el corazón y desde allí, sentirse
discípulo del único Maestro, Jesús el Señor, y hermano entre los hermanos, sin pretensiones
de grandeza.
3.3.3 Espontaneidad y sencillez
El superior(a) regional mayor es investido de autoridad y representa una posición de
dignidad por lo cual se le debe conceder atención y respeto. Hay unas designaciones para
referirse a él o ella: Ministro Provincial, Madre Provincial, Madre Ministra, Padre Ministro.
Estas designaciones incluyen también una actitud de cultura y delicadeza de modales hacia
ellos, los cuales se les reconce por la dignidad que representan. Sin embargo hay quienes
hacen excesivas consideraciones a estos aspectos, como también, quienes las piden para sí,
aun entre los suyos, entrando en situaciones de solemnidad en el trato interpersonal y que
lleva a la prevención, al distanciamiento por formalismos psicorígidos, susceptibles al que
103
Ibid., 182.
Aláiz, Atilano. ¿Son libres los religiosos? La libertad, don y tarea. Madrid: Publicaciones Claretianas,
1988.
104
81
dirán. Aunque la espontaneidad y la sencillez no son virtudes esenciales para asmir el
poder/autoridad, la vivencia de estas favorece para sentirse libre de los reconocimientos de
gran señor, de reconocimientos de prestigio, de títulos. La espontaneidad y la sencillez
entran en el contexto de la humildad que se caracteriza por la ausencia de todo tipo de
exaltaciones humanas: “La humildad huye del formalismo farisaico y de las
autosuficiencias orgullosas; del servilismo pordiosero, esnobista, simbiótico, pegajoso, y
de todas las exaltaciones despóticas (…)”105. Además, la sencillez hace que la persona no
esté atada a costumbres que no son esenciales para una vida feliz.
3.3.4 Sentimientos de comunidad
El bautizado y discípulo de Jesús, el Señor, percibe y siente a los demás como hermanos,
cuyos vínculos están fundamentados en el amor: “(…) amémonos unos a otros según el
mandamiento que [Jesús] nos dio” (1Jn.3,23). Este es el distintivo de todo aquel que haga
parte de la gran familia cristiana y con mayor énfasis, debe caracterizar a los integrantes de
una institución religiosa ya que comparten la misma espiritualidad del fundador(a) y la
cotidianidad de vida, por eso el amor debe estar en la base de las relaciones fraternas:
“Hacedlo todo con amor” (1Cor.16,14). La vivencia del amor a ejemplo de Jesús que “nos
amó primero” (1Jn.4,19) se convierte en el primer vínculo para vivir en comunidad. Ahora,
si es el amor hacia el prójimo, hacia los demás, entonces se trata al otro como persona,
como si fuera otro “yo mismo”, que da y pide para sí el reconocimiento de la dignidad
personal. Esto es lo que permite la comunión en la familia institucional. Por lo tanto el que
está alfrente de la institución, como todos los dirigidos, deben amarse como hermanos de
una misma familia y expresarlo con sentimientos propios de la espiritualidad del amor:
“Para favorecer la comunión de espíritus y de corazón (…), es útil (…) cultivar las
cualidades requeridas en toda relación humana: educación, amabilidad, sinceridad,
control de sí, delicadeza, sentido del humor, el espíritu de participación (…) la alegre
sencillez, la capacidad del diálogo, la adhesión sincera a una benéfica disciplina”106. Por
lo tanto es apenas lógico que la autoridad promueva, cultive, y cuide este amor en la
comunidad con sentimientos y actitudes que son propias de la vida de familia: Sentido de
pertenencia, comunión, trabajo, el compartir, dialogo, reconciliación, comprender la
105
106
Fiores, S., Goffi, T., Guerra, Augusto. Nuevo diccionario de Espiritualidad, 914.
Juan Pablo II, La vida fraterna en comunidad, # 27.
82
situación del o de los otros, celebración de los eventos de la vida de la familia, como
aniversarios, triunfos, recrearse en comunidad sanamente. Estos aspectos identifican los
sentimientos de comunidad.
3.3.5 Concentración en los problemas
Toda obra requiere dedicación, tiempo, trabajo y hasta dinero para sacarla adelante. Ahora,
dedicar esfuerzos y sacrificios personales tiene que ver a su vez, con el asumir
compromisos pertinentes en orden la realización de proyectos, deja ver que es un signo de
personalidades maduras. Por lo tanto, en este orden, la autoridad debe asumir las
dificultades que tiene dedicando tiempo, esfuerzos, adoptando actitudes estratégicas en el
tiempo: “(…) no puede ser rígida, inflexible o dura. Pero tampoco puede ser débil,
complaciente o cabarde. Tiene que ser delicada y respetuosa, pero también firme y
coherente, sin dejarse intimidar por voces altaneras y sin abdicar nunca de su propia
responsabilidad”107. Es obvio que cada una de las partes anteriores requiere de dedicación,
tiempo, disciplina, pues difícilmente se aplican todas en un solo tiempo.
En las instituciones de vida religiosas, en algunas ocasiones, hay situaciones complejas que
indican corrupción, abuso de poder, escándalos morales, y quien puede cambiar las
situaciones no lo hace por evitar fricciones y dificultades con los implicados, posponiendo
la solución a las autoridades que lo reemplazarán en el futuro, es decir evade, pospone por
no enfrentar la realidad conflictiva. En otras palabras, no soluciona y por tanto hace que el
problema continue y se prolongue. Una autoridad debe ser conciente de su papel, de su
responsabilidad y aunque estas intimidan, precisamente debe dejarse ayudar del grupo
asesor, “ocuparlo” en cuanto a dar soluciones desde diversas perspectivas y tomar tales
decisiones. Pero ante todo asumir los retos y dar respuestas a las necesidades apremiantes
con disciplina, dedicación y eficiencia.
3.3.6 Estructura democrática
Quien obstenta el poder/autoridad debe ser un líder conciliador y persuasivo para que
cuando de una orden, el que obedece se sienta incluido en las razones por la cual obedece.
Quien manda debe contar con la buena voluntad de quien obedece, y para esto debe
ganársela por la vía de la conciliación. Por lo tanto, debe evitar en lo posible la imposición
107
Alonso, La autoridad en la vida consagrada, 45.
83
por medio de la invitación a los otros. El líder conciliador hace que: “Todas las normas que
se adoptan han sido previamente discutidas, en forma amistosa, bajo su dirección, y es él
quien se encarga de que las decisiones sean aceptadas colectivamente por el grupo”108. La
autoridad/poder que se preocupa por suscitar la conciliación, por dar confianza al grupo que
dirige, hace que este se sienta acompañado, no dominado. Los efectos positivos son la
colaboración, la eficacia, el sentido de pertenencia a la institución, al grupo, la convicción
de compromiso por una responsabilidad asignada sin que esté mediada por intereses
económicos. Con estos elementos, la autoridad promueve la comunión, potencializa a otros
en el compartir responsabilidades, alcanzar logros institucionales y por tanto no se cree
imprescindible en la institución, deja que otros actuen, respetando los límites que a cada
uno le corresponde.
Unir voluntades para un fin institucional es propio de los líderes carismáticos. Desde esa
labor influye para que haya una respuesta positiva a la obediencia y esta no sea vista como
una imposición, porque quien obedece sabe que obedece a proyectos comunitarios y no al
capricho de una persona: “Gobierno y comunidad no son dos realidades independientes
entre sí o simplemente paralelas. Son dos dimensiones complementarias e integrantes de la
misma realidad”109. Así, se supone sería ejercer la autoridad, fomentando la sumisión
voluntaria, dejando al otro la cooperación con obediencia activa y responsable: “(…) se
promueve de verdad a una obediencia (…) cuando se hace intervenir eficazmente a la
persona interesada en todo el proceso de búsqueda, de discernimiento y de decisión”110. Y
es obvio que se requiere del diálogo, del intercambio de padeceres, de respeto por la
posición diferente, de la conciliación y algunas veces llegar a la negociación. La
participación comunitaria incluye la madurez personal, confianza, excluye, además, todo
deseo de protagosnismo y autoritarismo.
3.3.6.1 Diferenciar entre medios y fines
La institución y todos sus recursos son medios que el mismo hombre en su vida social ha
creado para servirse y ayudarse de ellos. Las instituciones están en función de la persona,
este es el fin de toda institución humana. El fin es la promoción de la persona humana para
108
Fingerman, Relaciones humanas, 154.
Alonso, La autoridad en la vida consagrada, 76.
110
Ibid., 102.
109
84
que llegue a la realización de una vida digna: “Porque el principio, el sujeto, y el fin de
todas las intituciones sociales es y debe ser la persona humana (…)”111.
En la iglesia, las instituciones religiosas vienen haciendo énfasis en rescatar la dignidad de
sus integrantes, en cuanto a la promoción desde la educación y del crecimiento en las
dimensiones humanas: Condiciones positivas de la personalidad, capacidad de relacionarse
bien con los otros; aspectos básicos de las relaciones humanas; solidaridad con los pobres,
identidad con la espiritualidad del fundador. Los medios tales como: Construcciones
materiales, plantas físicas, obras pastorales, reglamentos, leyes, economía, derecho
canónico, todos estos elementos están referidos al servicio de las personas. La fortaleza de
la institución
reside en las personas, en la promoción del sentido existencial de sus
miembros. Pero, aun así hay secuelas de una pseuda humildad como herencia de una
espiritualidad de la negación de sí mismo, que obstaculizan este fin: “Sin embargo, hay
que reconocer que todavía hoy, en muchos casos, sigue habiendo una clara subordinación
de la persona, de su plena realización humana y espiritual a otros valores, y a otras
realidades”112 y por eso muchos son los que subvaloran la dignidad de las personas,
dándole prioridad a las cosas materiales. En muchas ocasiones el ejercicio de la autoridad
hace énfasis en que se cumplan las leyes, las constituciones, el orden, la disciplina, el
horario, la observacia a las normas. Al hacer énfasis en este estilo, es como si la autoridad
le correspondiese hacer las veces de fiscales, de vigilantes que cuidan la menor desatención
de la norma y allí ocupan gran parte de sus esfuerzos. Aunque esa es una parte de la labor,
hay que reconocer que ese no es el fin de su misión. El punto central son las personas, los
integrantes de la institución, el crecimiento personal, la compañía, el diálogo, las
perspectivas personales y el cumplimiento del proyecto de vida, lo que hace que debe tener
como fin a las personas en sí mismos, y la institucionalidad física como un medio.
3.3.6.2 Buen humor
El buen humor hace alusión al carácter de la persona, habla de lo que la persona es por
dentro, de su armonía interna y del optimismo. Se sabe de las bondades del buen humor y
más si es estable. El buen humor en la vida religiosa habla de la vida fraterna: “Una
fraternidad sin alegría es una fraternidad que se apaga (…) una frternidad donde abunda
111
112
Documentos del Vaticano II, GS. #25.
Alonso, La autoridad en la vida consagrada, 128.
85
la alegría es un verdadero don de lo alto a los hermanos que saben pedirlo (…) Este
testimonio de la alegría suscita un enorme atractivo hacia la vida religiosa (…) La alegría
es un espléndido testimonio de la dimensión evangélica”113. La alegría habla de la felicidad
interna de la persona, hace surgir la espontaneidad, la sencillez y la naturalidad. El gesto
serio es positivo, pero también se puede tornar intimidador y más cuando es seco en sus
expresiones, dando a entender que se está tomando en serio el papel de la autoridad;
obviamente, a esta se le debe respeto, pero también cuando hay una énfasis excesivo se cae
en solemnidad y sus consecuencias inmediatas como introvertido, cauteloso, distante,
impersonal, llevando al distanciamiento en las relaciones interpersonales. Esto hace que los
dirigidos reaccionen defensivamente y se forme un ambiente rígido. Puede ser constructivo
en personas maduras, pero puede obstaculizar otras facetas de la personalidad igualmente
sanas. Ahora, unas actitudes serías son en cada cual respetables por lo que pertence al perfil
y carácter de cada ser humano. Por otra parte, tener presente que el buen humor no es
precisamente estar con la sonrisa en los labios en todo momento; es más bien un carácter
social, afable, cálido, acogedor, de apertura al diálogo. El buen humor posibilita las
relaciones con los demás, haciendo que la comunicación personal sea espontanea, con la
calidez de sentirse recibido y escuchado en las inquietudes: “En las grandes empresas
industriales y comerciales, en los bancos, en las oficinas públicas y en otras
organizaciones de toda índole, los tipos extrovertidos, sociales, de facilidad elocutiva, su
espíritu conciliador hace que sean los más indicados para ocupar cargos ejecutivos”114.
3.3.6.3 Creatividad
La vida, las personas y los eventos se encuentran en movimientos dinámicos permanentes
que trae consigo situaciones y problemáticas siempre nuevas. Los procesos tienen marcados
los momentos de su comienzo y su final. Los procesos dan inicio a nuevas novedades, otras
propuestas, a nuevos proyectos, y que a su vez requieren de nuevos métodos para
solucionar su complejidad. Por eso, toda administración de gobierno pone a prueba la
capacidad creativa, en cuanto asumir nuevos desafíos que traen consigo situaciones
conflictivas de orden moral, de doctrina, de fe, a nivel económico, de vida fraterna. La
solución de los problemas que de aquí surgen depende de la idoneidad, de la capacidad
113
114
Juan Pablo II, La vida fraternal en comunidad, # 28.
Ibid., 93.
86
recursiva del poder/autoridad. Al presentar iniciativas de soluciones dará seguridad a sus
dirigidos en cuanto el rumbo a seguir. Un líder que solucione dificultades y proponga metas
crea aceptación, goza de simpatía, porque se identifica con el común sentir de todos. Hay
una aprobación del grupo hacia su líder: “El influyente es el líder, que ha sido elegido por
sus compañeros como el hombre más apropiado para las necesidades particulares del
grupo”115. Una administración de gobierno o poder/autoridad que solo se limite a
administrar y no proponga nada, da mustras de su inoperancia y por ende de falta de
creatividad.
3.3.6.4 Calidad de relaciones interpersonales
La calidad humana en el superior es indispensable, porque es una de las cualidades
necesarias en el trato con las personas. Entiéndase por calidad humana el trato educado
hacia los demás: Respetuoso, amable, decente sincero, comedido, entre otros. Las personas
se sienten bien cuando son tratados con calidad humana, porque son acogidos dignamente
como personas. Una de las facetas del superior es llamar a la obediencia voluntaria: “Los
superiores (…) gobiernen a sus súbditos como a hijos de Dios y con respeto a la persona
humana, fomentando su sumisón voluntaria”116 y, esto se hace con el trato educado hacia
las personas, con buena calidad en las relaciones insterpersonales, con capacidad de
diálogo, de conciliación de criterios y desde allí “ganarse” la aceptación del o de los otros.
Hace que se obedezca a partir de las necesidades, de las convicciones, por el sentido de
pertenencia a una intitución, a una espiritualidad. La imposición quedaría a un plano
distante, evita en lo posible llegar a la intrasingencia frente a propuestas de vida fraterna
que le sugieren.
El superior(a) está llamado(a) garantizar la comunión de los hermanos(as); es una persona
al servicio de la conciliación y para esto es fundamental el buen carácter y la caridad en las
relaciones interpersonales: “Es el garante del ambiente comunitario y es capaz de
sacrificio, renuncia y muerte por aquellos que el Señor le ha confiado. Desde su autoridad
personal anima, levanta, reprende y corrige siguiendo muy de cerca el procesos de las
personas que se le han confiado”117, esto hace que el trato con los demás esté caracterizado
115
Heinz, Sociología del Poder, 400.
Documentos del Vaticano II, PC. #14.
117
Martínez, Fidelidad Creativa, 79.
116
87
por la bondad y la empatía, es decir, tener sensibilidad por la situación del otro: “Con nadie
tengaís otra deuda que la del mismo amor” (Rm.13,8). Se requiere de un giro y tener
presente que el superior no es el centro de la comunidad. La comunidad religiosa toda, tiene
su mirada en Jesús, muerto y resucitado, la comunidad escucha el llamado del Maestro que
se descubre en su Evangelio y en la vida de la iglesia. Por tanto, el superior(a) debe morir al
deseo de ser el centro de todo, de hacer prevalecer los criterios personales, dejar la
rivalidad. Morir a la despiadada competencia a todos los niveles, al deseo de utilizar la
fuerza del poder para presentarse como el protagonista central. Es lo que pide el Señor a sus
discípulos: “(…) el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que gobierna como el
que sirve” (Lc.22,26). Y desde aquí vivenciar este don manifestando en la prudencia al
decir al decir las declaraciones, la alegría, la paz, longanimidad (entereza, temple,
serenidad, resignación, ecuanimidad), benignidad, bondad, fe, mansedumbre, continencia
(Gál.5,22-23), para el cumplimiento de esta misión.
La tarea es vivir en el amor a Dios y a los hermanos (Ef.5,2). Ahora, desde el amor, como
fuente para las relaciones interpersonales hay fundamentos para acentuar la cordialidad, el
diálogo, la empatía, que es ponerse en los “zapatos” del otro para comprenderlo mejor,
caminar con el otro, preguntar y a su vez dar la posibilidad de ser cuestionado, sin enojarse
por esto (Hay superiores(as) que por el hecho de tener ese puesto se creen infalibles y no
aceptan cuestionamientos), creerles a los mismos hermanos de comunidad, confiar en lo
que dicen, saberles escuchar, respetar sus opiniones, tener paciencia con los defectos del
otro, tener conocimiento del contexto en que el otro se encuentra, tener apertura en el trato
con las personas. Estas son cualidades para tener presente en las relaciones interpersonales:
Como presupuesto necesario para vivir en intercomunión, hay que
valorar a todos y cada uno de los miembros de la comunidad como
persona. Por consiguiente, cada uno debe ser considerado y tratado
siempre:
Como persona que debe realizarse en sí misma (…)
Como persona que está destinada directamente a Dios.
Como persona que no está dominada por „nada‟ ni por nadie, ni
manipulada o utilizada como instrumento en orden a una empresa.
Una viva conciencia de la dignidad del otro como persona (…) tomar
encuenta sus ideas y puntos de vista, aunque no se compartan.
Este respeto se traduce en educación, comprensión, delicadeza.
Sinceridad en las actitudes y en el trato con los demás, especialmente en
el amor. Interés por comprender, en cada momento las circunstancias
psicológicas de cada hermano.
88
Fidelidad a la palabra dada y justa valoración de los demás, sin mitificar
a nadie y aceptando las cualidades y las limitaciones de cada uno.118
De estos elementos descritos debe apropiarse y tomarlos como una constante quien ejerce
la autoridad como servicio en una institución religiosa, si de verdad quiere hacer el bien a
quienes dirige, si quiere dar el tinte evangélico a la misión que le confiaron, de lo contrario
realizará esta misión según los criteriores de los dominadores según el mundo.
En esta parte del trabajo he investigado, desde el ejemplo de Jesús a la comunidad creyente
la orientación del poder/autoridad como servicio con actitudes concretas y el “cómo” esta
llega a ser creible en su desarrollo.
118
Alonso, La autoridad en la vida consagrada, 175-176.
89
4. Conclusiones
He recorrido este tema del poder/autoridad desde el texto de Lc.22,24-27 para identificar
desde el análisis exegético su contexto. He utilizado el método hermeútico, teniendo
presente los niveles histórico, literario, teológico para llegar luego a la actualización de
contenidos y ofrecer otras pautas, de las muchas que ya existen en la abundante
bibliografía. Pero para ser más específico abordé la metodología que propone el
Estructuralismo o teoría del texto, propuesto por Wilhem Egger en su obra119, en el tercer
capítulo, desde la perspectiva diacrónica, en tres momentos: Análisis lingüístico-sintáctico,
análisis semántico y análisis pragmático. Herramientas que me ayudaron para abordar el
tema “El servicio de la autoridad en la vida religiosa, una aproximación a ser superior(a),
desde Lc. 22,24-27” y llegar a los resultados y conclusiones expuestas.
Al concluir este trabajo investigativo queda la justificación por escrito de los siguientes
aspectos:
4.1 Lo que significa se el mayor
En el contexto de la cena pascual entre Jesús y el grupo de los apóstoles se dan dos temas
que constrastan con la eucaristía; el tema que nos interesa es la motivación del grupo por
quién va a ser el “mayor”. Mientras que la celebración de la cena pascual anticipaba lo que
iba acontecer a Jesús en la cruz: “Este es mi cuerpo que se entrega por vosotros, (…) mi
sangre que se derrama por vosotros” (Lc.22,19-20), ellos pensaban en quién tendría el
poder. Esta tensión que florece en Lucas 22,24-27, tenía sus presedentes de una forma
sucinta en Lc.9,46-48 en donde aparece la misma inquietud “Quién es el mayor”. Y allí,
desde versículos anteriores (Lc.9,28) se descubre a Pedro, Juan y Santigo, como los más
“cercanos” a Jesús, y quienes seguramente eran los principales interesados en ser el mayor.
La cuestión es que en ese contexto de la celebración de la cena pascual, a la actitud de Jesús
que se da en servicio como salvación para todos, es correspondida por los apóstoles con la
preocupación de quién será el “mayor” entre el grupo y por la traición de Judas.
119
Egger W. Lecturas del Nuevo Testamento. Estella (Navarra): Ediciones Verbo divino, 1990.
90
4.1.1 Contextualización
Al entrar en el texto bíblico de estudio y analizar los conceptos que conforman las líneas de
sentido, se descubren los elementos característicos de la manera de gobernar del siglo I de
la era cristiana. Se descubren términos como reyes, señores o “mayor”; estos son los jefes
absolutos que ocupaban la cima de la jerarquía social y quienes ejercían el poder en las
naciones, cuyas características de gobierno eran de dominación, autoritarismo y
sometimiento. Estos se convierten en punto de referencia para desde ellos re-orientar lo que
debe ser el ejercicio del poder en la comunidad de fe.
4.2 Exhortación de Jesús a los apóstoles
Jesús al exhortar a los apóstoles pide no obrar de esa manera, sino todo lo contrario. Pide
que el “mayor” sea como el joven y el que gobierna como el que sirve. Y para una mejor
comprensión de esta enseñanza coloca como ejemplo su misión de dar su vida en rescate
por muchos: “Este es mi cuerpo que se entrega por muchos (…) mi sangre, que se derrama
por muchos”, (Lc.22,19-20), él se coloca como el joven que está a la mesa, entregándose
por los demás, en una dimensión de servicio, que se perpetúa cada vez que se celebra el
sacrificio de la eucaristía.
Así debe ser el discípulo de Cristo que tiene la misión de gobernar, a ejemplo del Maestro
que entregó su vida por los hombres: “El que gobierna como el que sirve” (Lc.22,26). La
ambicíon del poder como un hecho de la condición humana se debe cambiar desde el
contexto de la capacidad de servicio a los hermanos en la fe. Esta es la re-orientación que
pide el Señor a los apóstoles.
4.2.1 El gobierno como poder/autoridad
En el hombre existe el deseo de poder. Hace parte de su naturaleza, pues a él le fue
entragada por Dios la creación, para que la domine: “(…) henchid la tierra y sometedla;
mandad (…)” (Gn.1,28). Y eso explica el deseo lantente de tener poder/autoridad para
dirigir.
Ahora, todo grupo humano organizado requiere de un gobierno que viene a condensar en sí
el poder/autoridad con el fin de guiar civilmente a la comunidad. Quien recibe el gobierno
por delegación orienta y guia al mismo grupo. Pero este debe fundamentar su que-hacer
desde valores para hacerlo digno y, desde la fe en Cristo Jesús ha de formarse y recordarse
que la finalidad del poder/autoridad está referida al servicio de la comunidad. Por lo tanto,
91
el gobierno de una comunidad ha de tenerse como de servidores y no como de personas
prestigiosas.
4.2.2 Perfil de quien asume el poder/autoridad
El ejercicio de la autoridad en las instituciones de vida religiosa ha perdido identidad
evangélica a raiz que quienes gobiernan se tornan autoritarios. Quien ejerce el
poder/autoridad en una institución de carácter religioso debe tener como punto de
referencia a Jesús el Señor, en su muerte y resurrección, sus enseñanzas y los hechos,
condensados en los evangelios. Esta es la referencia central en la que se fundamenta su
proyecto de vida. En la fe de la Iglesia, que es la fe en Cristo Jesús, Hijo de Dios, que se
hizo hombre, haciéndose servidor de todos, la comunidad de fe encuentra en él la referencia
más exacta como modelo para seguir. Él es quien enseña con su ejemplo y palabras que el
poder/autoridad debe ser puesto al servicio de los demás sin pretenciones de dominación y
provecho personal.
Desde este contexto y a partir de una espiritualidad concreta, como también, formado en
disciplinas que promuevan una mejor calidad de vida, el que ejerce el poder/autoridad en
una institución religiosa debe estar formado para que su perfil personal tenga una identidad
y corresponda evangélicamente a esta misión. De lo contrario va a descontextualizar esta
misión.
4.2.3 Descontextualización del poder/autoridad
Hay una marcada tendencia en las instituciones de vida religiosa, tanto masculinas como
femeninas de la utilización del poder/autoridad sin la espiritualidad del servicio y por ende
se desvía hacia la satisfacción de las ambiciones personales, incurriendo en tipologías
negativas de abuso de poder, equiparándose así a la forma civil de ejercer el
poder/autoridad,
con
sus
múltiples
adefesios:
Dominar,
obstaculizar
proyectos
constructivos, manipular, favorecer a los amigos personales, administración de la
institución religiosa a partir de una visión mercantil, formación de grupos burocráticos,
entre otros, y que en últimas son absurdos modos de ejercer la autoridad que desdicen de lo
que pide el Señor Jesús en el evangelio: “(…) el mayor entre vosotros sea como el más
joven” (Lc.22,26).
Por lo tanto, quienes asumen este papel de poder/autoridad en las instituciones de vida
religiosa deben tener clara visión de lo que son como discípulos del Maestro, de los valores
92
que fundamenta a una persona “que sigue más de cerca” a Jesús el Señor. De forma que en
el ejercicio del poder/autoridad no se identifiquen con el perfil pagano, caracterizado por la
dominación. Esta forma de comprender el poder/autoridad marca la diferencia en la manera
de entenderla la cultura del mundo en la época del siglo I de la era cristiana y la manera de
enterderla hoy.
4.3 Características evangélicas del poder/autoridad como servicio
Quienes sean constituidos como poder/autoridad en las comunidades de vida religiosa, a
ejemplo de Jesús, el buen Pastor que da la vida por las ovejas (Jn.10,11), el que gobierna
está llamado a ser una persona de una gran caridad fraterna especificada en actitudes
concretas: Formación en la vida de fe, amor a los hermano(a)s, a la institución, capacidad
de diálogo, de comprensión, de espíritu fraterno, respeto, delicadeza, sinceridad, donación
de sí, humildad, gran calidad humana, madurez de vida personal, coherencia de vida,
creatividad, una persona crítica consigo mismo y con su entorno, capaz de solucionar
problemas, de proponer alternativas de compromisos a los dirigidos, se espera también de
él una percepción clara sobre la realidad. Debe tenerse por lo que es, un líder que esté a la
altura de los desafíos que la misión le puede presentar.
Estas son la conclusiones que se extraen del trabajo, es decir, partiendo desde el contexto
bíblico de la autoridad como servicio, denunciando algunas de sus deformaciones más
comunes y proponiendo desde la enseñanza del evangelio, en la persona de Jesús, opciones
que iluminen este horizonte en su práctica, especícamente en la vida religiosa institucional
hoy.
93
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