Medicina Túnica interna del globo ocular La

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Medicina
Túnica interna del globo ocular
La retina es la túnica interna de la pared del ojo y constituye su capa
funcional, es decir, la que convierte la energía luminosa del espectro visible en
energía nerviosa, sirviendo así a la función visual. La retina deriva del cáliz óptico.
La pared externa de este cáliz se denomina estrato pigmentario; es una
pared delgada, constituida por una sola hilera de células, que elaboran un pigmento
llamado melanina, el cual la hace opaca a los rayos luminosos, siendo el
equivalente del azogue de los espejos. De este modo los rayos luminosos no
atraviesan la retina.
La pared interna del cáliz óptico, llamado estrato cerebral, es mucho más
gruesa que la externa, y es matriz de multitud de células, dispuestas en tres hileras
o bandas. La banda externa o periférica está constituida por las células
neuroepiteliales receptoras (conos y bastones) que transforman el estímulo
luminoso en impulso nervioso. En la banda intermedia y en la banda interna o
profunda se encuentran respectivamente las neuronas bipolares y las neuronas
ganglionares; las primeras son las equivalentes a las protoneuronas y las segundas
a las deuteroneuronas o segundas neuronas de las vías sensitivas. Los axones de
las neuronas ganglionares convergen hacia un punto de la retina, situado en el polo
posterior, para salir de ella y por el pedúnculo óptico, convertido en nervio óptico,
hasta llegar al diencéfalo.
La retina es prácticamente esférica, como lo es el globo ocular, y está
tapizando a la túnica vascular aunque sin adherirse a ella. El paralelo de la ora
serrata permite distinguir en la retina dos partes: una posterior, muy extensa, que
es la propiamente visual, por lo que se llama parte óptica de la retina, y otra
anterior, que es la parte ciega, la cual se extiende por delante de aquel paralelo
hasta el borde circunferencial de la pupila.
Parte óptica de la retina: su citoarquitectura
La parte óptica de la retina, llamada también parte visual, es la zona
sensible, que reviste la coroides propiamente dicha; por delante termina en el
paralelo de la ora serrata. Desde el punto de vista de su estructura, en esa parte de
la retina se distinguen diez capas, cuya descripción hizo Cajal a finales del siglo
XIX.
Estas capas se pueden deducir si se tiene en cuenta lo expuesto en el
apartado anterior, que el estrato pigmentario forma la capa más extensa o capa
pigmentaria (capa I), y en el estrato cerebral se encuentran las tres bandas
celulares descritas: neuroepiteliales o fotorreceptores, neuronas bipolares y
neuronas ganglionares.
El segmento externo o periférico de las células neuroepiteliales es el
propiamente receptor y está situado inmediatamente por dentro de la capa
pigmentaria. Este segmento receptor forma por sí mismo la capa de los conos y de
los bastones (capa II). La corriente nerviosa, surgida en este segmento receptor,
camina por aquellas tres hileras de células, que están unidas entre sí por sinapsis
para formar una vía sensitiva que se dirige hacia el diencéfalo. Precisamente estas
sinapsis
forman
la
capa
plexiforme
externa
(capa
V),
entre
las
células
fotorreceptoras neuroepiteliales y las bipolares, y la capa plexiforme interna (capa
VII) entre las bipolares y las neuronas ganglionares.
En este estudio deductivo también conviene saber que los somas celulares
de esas tres filas, destacan en las imágenes histológicas. En efecto, en los cortes
histológicos de la retina, debido a que el citoplasma de los somas de las células
neuroepiteliales y de las neuronas bipolares es muy pequeño, resaltan los núcleos
celulares en forma de granos, por lo que se forman la capa granulos externa o capa
nuclear externa (capa IV) y capa granulosa interna o capa nuclear interna (capa
VI), constituidas por los núcleos de los conos y de los bastones y por los de las
neuronas bipolares, respectivamente.
El mayor volumen del citoplasma del pericarion de las células ganglionares
con respecto a los otros dos tipos celulares, determina que el núcleo no sea lo que
sobresalga, por lo que todo el soma neuronal tiene entidad propia y no se confunde
con un grano. Por ello se denomina capa de las células ganglionares (capa VIII).
Los axones de las células ganglionares se dirigen hacia la parte interna de la
retina y forman casi en la superficie interna de esta túnica la capa de las fibras
nerviosas (capa IX).
En la capa granulosa interna (capa VI), que está formada por los somas de
las neuronas bipolares, hay, además, otras neuronas, las neuronas horizontales y
las neuronas amadrinas, las primeras en relación con la cpa plexiforme externa y
las
segundas
con
la
capa
plexiforme
interna.
Estas
neuronas
difunden
horizontalmente la transmisión nerviosa. En la capa granulosa interna (capa VI) se
encuentran también los somas de unas células gliales, denominadas células de
Müller, que en el espesor de la retina envían prolongaciones citoplasmáticas hacia
la periferia y hacia el centro. Las prolongaciones periféricas contactan mediante
complejos de unión con los fotorreceptores; esa zona de contacto, situada entre los
segmentos externos de los conos y bastones (capa II) y sus somas (capa IV),
forma la capa limitante externa (capa III). Los pies de las prolongaciones centrales
de las células de Müller se reúnen en la zona profunda de la retina para constituir la
capa limitante interna (capa X), situada inmediatamente por dentro de la capa de
las fibras nerviosas (capa IX).
Es interesante saber que en el funcionamiento de la retina se da el
fenómeno de convergencia: los elementos externos que se excitan (conos y
bastones) son siempre más numerosos que los internos (células ganglionares), lo
cual está en relación con el número de los mismos. Hay 120 millones de bastones y
6 ó 7 millones de conos, mientras que sólo existe un millón de células ganglionares,
por lo que el nervio óptico consta de aproximadamente un millón de axones.
También es conveniente saber que en la parte óptica, el número de fotorreceptores
va disminuyendo desde el polo posterior a la ora serrata.
En resumen, en la retina desde su parte periférica o externa hasta su parte
centra o interna se pueden distinguir las siguientes capas, designadas con números
romanos: capa I o capa pigmentaria, capa II o capa de los conos y bastones, capa
III o limitante externa, capa IV o capa granulosa externa, capa V o capa plexiforme
externa, capa VI o capa granulosa interna, capa VII o capa plexiforme interna, capa
VIII o capa de las células ganglionares, capa IX o capa de las fibras nerviosas y
capa X o limitante interna.
Parte ciega de la retina
La parte ciega de la retina es la que se extiende por delante del paralelo de
la ora serrata y tapiza la pared posterior del cuerpo ciliar y la cara posterior del iris,
por lo que en ella se pueden distinguir dos zonas, una ciliar y otra iridiana.
En la parte ciega persisten los estratos pigmentario y cerebral, aunque este
último es atrófico y carece de fotorreceptores y de neuronas, quedando reducido a
células gliales. La zona iridiana es un epitelio bilaminar, formado por una capa
externa que es la pigmentaria, y una interna, monoestratificada, situada por detrás,
que representa al estrato cerebral.
Configuración interna de la retina
La cara interna de la retina está en relación con el humor vítreo y sólo
presenta detalles anatómicos de interés en el polo posterior, los cuales pueden ser
observados tonel oftalmoscopio en el examen del fondo de ojo.
Uno de ellos está situado en el mismo polo posterior, allí donde incide el eje
geométrico anteroposterior: es la mácula o mancha amarilla, en cuyo centro hay
una excavación, denominada fóvea central, que es el lugar de mayor agudeza
visual (visión central). La mácula tiene forma elíptica; su eje mayor mide unos 3
mm y el menor 1.5 mm. La mayor agudeza visual de la mácula, y en especial de la
fóvea, con respecto al resto de la retina, se debe a que en ella hay una mayor
concentración de conos (unos cien mil).
El otro detalle del fondo de la retina es el disco del nervio óptico, también
llamado papila, de forma circular con un diámetro de 1.5 mm, que está situado a
unos 3 mm por dentro y a 1 mm por debajo de la mácula. Se llama disco del nervio
óptico porque allí confluyen los axones de las neuronas ganglionares que forman
ese nervio, dejando en su centro una depresión que se llama excavación de la
papila. En la papila no hay conos ni neuronas: es un punto ciego.
Vascularización de la retina
La arteria central de la retina, derivada de la arteria hialoidea y rama de la
arteria oftálmica, penetra en el globo ocular por el interior del nervio óptico.
Inmediatamente que ha pasado la papila se divide en una rama ascendente y otra
descendente, cada una de las cuales a su vez se divide en otras dos, una nasal y
otra temporal; asimismo cada una de ellas se divide en otras dos y así
sucesivamente.
Las ramitas finales de la arteria central de la retina, son terminales, es decir
no se anastomosan entre sí. Tienen, además, un territorio propio que no comparten
con otras, por lo que la obstrucción conduce inevitablemente a una lesión del
territorio que irrigan.
Las ramas de la arteria central de la retina caminan por debajo del la capa
limitante interna y penetran en la retina por medio de ramitos perpendiculares que
acaban capilarizándose en la capa VI o granulosa interna. La irrigación de las capas
pigmentaria y de los conos y bastones, así como la de la mitad externa de la capa
plexiforme externa, se nutre por difusión desde los capilares vasculares de la
coroides.
La mácula puede estar irrigada por ramitas ciliorretinianas de las arterias
ciliares.
Hay una barrera hematorretiniana, la cual está formada en parte por los pies
vasculares de las células gliales, situados en las capas granulosa interna (capa VI),
ganglionar (capa VIII) y en la de las fibras nerviosas (capa IX).
La sangre venosa es recogida por vénulas que se forman en los capilares y
que se unen en ángulos rectos con venas en la capa X y que caminan satélites de
las ramas de la arteria central de la retina para confluir en la papila y formar la
vena central de la retina. Ésta puede desembocar directamente en el seno
cavernoso o en una de las venas oftálmicas; por regla general, en la vena oftálmica
superior.
Nervio óptico
El nervio óptico es el segundo par craneal y está constituido por los axones
de las neuronas ganglionares (deuteroneuronas) de la capa VIII de la retina.
Los axones de las neuronas ganglionares, concentrados en la papila, salen
del globo ocular tras atravesar la coroides y la esclerótica, para alcanzar el
pedúnculo óptico embrionario, que une el cáliz óptico al prosencéfalo. El primer
tramo de este pedúnculo óptico, a partir del globo ocular, es el que se convierte en
el nervio óptico.
Los axones de las neuronas ganglionares caminan por el nervio óptico hasta
llegar, sin interrupciones sinápticas, al diencéfalo.
El nervio óptico no equivale a la longitud total de los azones. Un primer
tramo de éstos discurre por la retina (capa IX). Un segundo tramo es el del nervio
óptico, que desde del polo posterior del globo ocular, sigue trayecto ligeramente
sinuoso por la órbita en busca del conducto óptico, al que atraviesa para llegar al
interior del cráneo. Ahí parte de de los axones originarios se cruzan con los del lado
opuesto y determinan un detalle anatómico que es el quiasma óptico. Otra parte de
ellos no se cruzan, van por el mismo lado, unidos a los cruzados del lado contrario,
por el segmento posterior de esta vía visual, segmento que forma la llamada cintilla
óptica; en consecuencia, ésta lleva axones directos y cruzados.
Entonces,
en
la
vía
visual
distinguimos
tres
tramos
anatómicos
perfectamente diferenciados, por todos ellos caminan sin ninguna interrupción
axones originados en las neuronas ganglionares de la capa VIII de la retina. Desde
el globo ocular al diencéfalo, estos tramos son el nervio óptico, el quiasma óptico y
la cintilla óptica.
El nervio óptico es, por lo tanto, el primer segmento de esta vía visual que
desde el polo posterior del globo ocular llega al quiasma óptico. El tramo anterior
del nervio óptico, el más extenso, está en la órbita, y es sinuoso para evitar
estiramientos durante los movimientos del globo ocular. El tramo medio está
contenido en el conducto óptico, y ahí se relaciona con la arteria oftálmica, que se
sitúa por debajo y por la parte inferior del nervio. El tramo posterior, de
aproximadamente un centímetro de longitud, es intracraneal.
El número de neuronas ganglionares es de aproximadamente un millón, y
sus axones discurren por el nervio, quiasma y cintilla ópticos. En la retina, estos
axones son amielínicos, pero al atravesar la esclerótica se rodean de una vaina de
mielina.
El nervio óptico está rodeado de dos vainas, una interna y una externa, que
son equivalentes de las meninges, quedando entre ellas un espacio que es
prolongación del espacio subaracnoideo.
Por el interior del nervio discurren la arteria y vena centrales de la retina, la
primera procedente de la arteria oftálmica penetra en el nervio a un centímetro de
distancia del polo posterior del ojo.
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