M c L A N E Y L A INTERVENCIÓN NORTEAMERICANA Josefina Zoraida d e El Colegio LA GUERRA ENTRE MÉXICO de Y LOS ESTADOS UNIDOS K N A U T H México pareciera no merecer u n estudio verdaderamente i n t e g r a l ; por lo menos esa es l a sensación que queda a l revisar l a bibliografía y a l leer l a antología de Ramón E d u a r d o R u i z , T h e M e x i c a n W a r . W a s i t Manifest Destiny?* A l presentar trece diferentes interpretacio- nes, R u i z pone de manifiesto hasta qué punto hace falta u n nuev o intento que no se ocupe solamente del problema de l a responsabilidad de l a guerra, sino de tratar de comprender el hecho en toda su complejidad. L o s historiadores americanos se han interesado en el evento siempre en función de su historia interna, generalmente atentos a l proceso de l a opinión pública ante l a guerra y a l impacto de l a guerra y sus consecuencias sobre los Estados U n i d o s . L o s historiadores mexicanos tampoco han hecho demasiado esfuerzo por comprender aquel hecho en sí mismo y, p o r lo tanto, sólo h a resultado algún buen estudio p a r c i a l o relatos p a r a excusar nuestra actuación y señalar a l c u l pable. E n los Estados U n i d o s hay actualmente u n intento de r e v i sionismo sobre el t e m a ; los historiadores mexicanos cuentan con documentos y a traducidos y publicados y haría sólo falta acercarse a algunos materiales poco usados p a r a completar los elementos que puedan dar u n a visión de conjunto. E n t r e estos m a teriales creemos que se encuentran muchas veces datos interesantes, que permiten seguir el juego político alrededor de l a gue¬ * Ramón Eduardo Ruiz (ed.): T h e M e x i c a n W a r . W a s i t Manifest D e s t i n y ? Nueva York, Chicago, San Francisco, Toronto y Londres, Holt, Rinehart and Wiston, Inc., 1963. (American Problem Studies). M O L A N E Y L A 275 INTERVENCIÓN r r a y a r r o j a n luz sobre los intereses de los grupos que tenían poder p a r a d e c i d i r l a suerte de México a l a caída de l a c a p i t a l en manos de las tropas norteamericanas. E L D I S C U R S O Q U E P R E S E N T A M O S a continuación resulta interesante por p a r t i d a doble. E n p r i m e r lugar, fue lanzado en el m o mento en que el movimiento expansionista estaba en su c u l m i nación y c o m o protesta a l a resolución de l a Cámara de R e p r e sentantes según l a cual l a guerra había sido i n i c i a d a inconstitucionalmente por el presidente. E n segundo lugar, fue p r o n u n c i a d o por u n personaje que i b a a tener contacto con México, más tarde, y a que Robert M c L a n e fue nombrado ministro en M é x i c o en 1859 y el l o . de diciembre f i r m a b a con el ministro mexicano de Relaciones Exteriores, M e l c h o r O c a m p o , el tratado que l a p r o p a g a n d a conservadora h a hecho tan célebre y que no llegó a obtener el visto bueno del Senado norteamericano. P a r t i d a r i o de l a prosecución vigorosa de l a guerra hasta v e n cer completamente a todos los estados mexicanos, M c L a n e p e n saba, como tantos otros, que sólo l a influencia de u n décimo o u n octavo de los mexicanos y sus intrigas europeas, mantenían a las dos naciones alejadas; por tanto, l a guerra significaba liberar a millones de hombres del sur del B r a v o de l a opresión de las clases privilegiadas. E n cuanto a l a paz, el discurso de M c L a n e es bastante v a g o ; no obstante, señala que l a victoria debe ser tal que p e r m i t a a los Estados U n i d o s dictar los términos de los acuerdos. L a s ambiciones territoriales que ahí se sugieren son mayores que las que habrían de obtenerse y, según pensaba, tendrían que completarse con m u y buenas concesiones comerciales. A l mismo tiempo, parece sugerirse a l g u n a f o r m a de anexión total, que no haría, sin embargo, a M é x i c o " i n t e g r a l a n d s o v e r e i g n p o r t i o n of our o w n Confederacy", p a r a lo que acude a recordar el s t a t u s especial que algunas naciones indias, c o m o los Cherokees, tenían en los Estados U n i d o s . AL A C E R C A R N O S A L O S D I S C U R S O S políticos y a l a prensa de la época, notamos que, a pesar de que existió u n grupo que c o n - 276 JOSEFINA Z O R A I D A D E K N A U T H sistentemente estuvo contra l a guerra,* se desarrolló también u n a especie de histeria expansionista que contagió a muchos sectores que pensaron seriamente l a absorción total de México. A l respecto, M e r k y F u l l e r * * h a n hecho estudios m u y completos. F u l l e r sigue de cerca el proceso de l a opinión pública en cuanto al botín de guerra. A l p r i n c i p i o ( 1 8 4 6 ) , l a ambición se l i m i t a b a vagamente a C a l i f o r n i a . P a r a l a primavera de 1847, después de las primeras victorias, las ambiciones empezaron a crecer, N i c h o las P. T r i s t partía el 15 de a b r i l de 1847 hacia México como comisionado especial, c o n instrucciones de paz que incluían: l a c o m p r a de N u e v o México y las dos Californias y el tránsito a través del Istmo de Tehuantepec por treinta millones de d ó lares, más el saldo de las reclamaciones norteamericanas. L a "obstinación" de los mexicanos en no aceptar las condiciones, sirvió como estímulo p a r a empezar a insinuar l a toma d e l territorio hasta el comienzo de l a Sierra M a d r e . Después de l a toma de l a c i u d a d de México, en septiembre, el mismo presidente Polk estaba dispuesto a pedir más de lo que las instrucciones a T r i s t incluían, por lo que, a poco, ordenaba su regreso a Washington. P a r a diciembre de aquel año, l a absorción de todo México se discutía ya en el mismo Congreso. E l renuente N e w Englan- * Los abolicionistas que pensaban que en los nuevos territorios se implantaría la esclavitud, estuvieron en contra de la guerra en un principio; pero una vez que la propaganda les convenció que ello no tendría lugar, muchos presentaron la idea de la guerra como cruzada humanitaria para salvar a México. Gran parte del Noreste de los Estados Unidos fue contraria a la guerra y a cualquier expansión, convencida de que su influencia disminuiría; esta opinión se escudó, por supuesto, en razones morales. Un tercer grupo temía que la entrada de los mexicanos —representantes de m o n g r e l r a c e s — llevaría la democracia americana a una decadencia. Aún un cuarto grupo de sureños se manifestó contra la anexión, como Calhoun, temiendo, quizá, el predominio de estados libres, cuando empezó a parecer claro que el territorio mexicano no sería esclavista. * * Frederick M E R K , M a n i f e s t D e s i i n y and M i s s i o n in A m e r i c a n [list a r ? . New York, Alfred Knopf, 1963. John D . P . F U L L E R , T h e M o v e m e n t f o r ¡he A d q u i s i t i o n o f a l l México, 1 8 4 6 - 1 8 4 8 , Baltimore, The Johns Hopkins Press, 1936. M C L A N E der 277 Y L A INTERVENCIÓN empezaba a considerar l a absorción por razones " h u m a n i - t a r i a s " . E l Congreso presentaba u n aspecto desalentador p a r a el presidente, y a que el Senado era Demócrata y l a Cámara era Whig. Ésta, oposicionista y pendiente de las próximas eleccio- nes, aprobó u n a resolución en l a que se hacía constar que l a g u e r r a había sido i n i c i a d a inconstitucionalmente por el presidente, lo c u a l no fue obstáculo p a r a que al mismo tiempo se v o t a r a dinero para proseguir l a guerra. L a fuerza del m o v i m i e n t o que pretendía absorber todo el territorio de México — e n beneficio de éste, ya que la anexión daría a los mexicanos el goce de l a democracia a m e r i c a n a — había cobrado tal poder que el 15 de diciembre C a l h o u n proponía u n a resolución p r o testando por l a c o n q u i s t a de México. L a propaganda expansionista había logrado disolver casi completamente los prejuicios que veían el ingreso de inferiores como pelio-roso para l a d e m o c r a c i a americana. E m p e z a r o n a subrayarse los motivos h u manitarios llegó 3. mencionar l a necesidad de salvar a M é - x i c o a pesar suvo- a l f i n v a l cabo decía u n representante se repetiría el caso de las Sabinas que t e r m i n a r o n por querer a sus raptores (la similitud está favorecida en indios por SGT IVtexico palabra femenina). D u r a n t e todo enero y gran parte de febrero de 1848, l a corriente favorable a l a anexión de l a totalidad del territorio m e x i c a n o llegó a su culminación. L a idea de que sólo unos c u a n tos mexicanos eran enemigos de l a democracia americana, y esto por su amistad con los poderes europeos, era m u y p o p u lar. Había, pues, que terminar con ellos y n a d a impediría que los estados mexicanos votaran su anexión. Esto entusiasmaba extraordinariamente a algunos, que ya veían el momento en que l a democracia americana abarcaría toda l a América del N o r t e . . . o aún más. Otros discutían sobre el papel que desempeñarían los mexicanos en l a estructura estadounidense, y c a l m a b a n sus preocupaciones pensando que se educarían en poco tiempo o insistiendo que l a anexión era de territorio, no de población — l o c u a l les llevó a sugerir ciertos métodos que se a p l i carían medio siglo más tarde en casos similares, como los de 278 JOSEFINA ZORAIDA D E K N A U T H F i l i p i n a s y Puerto R i c o . P a r a u n último grupo no había p r o b l e m a : l a educación en l a libertad y our Yankee young fellows and the pretty señoritas will do the rest of annexation and México will soon be Anglosaxonized and prepa¬ red for the confederacy. E l 19 de febrero de 1848 llegó l a noticia del T r a t a d o de G u a d a l u p e que T r i s t , desobedeciendo l a orden de regresar, h a bía f i r m a d o , al ver a los "obstinados" mexicanos dispuestos a ceder en u n a buena parte de las condiciones. L a desilusión fue inmensa y muchos miembros del Senado estuvieron dispuestos a rechazar el tratado aún después de que Polk anunció su decisión de aceptar el documento, dado que se acordaba en lo f u n d a m e n t a l con las instrucciones que el gobierno había dado a T r i s t . Podemos considerar l a acción de T r i s t —apenas u n a pequeña c i r c u n s t a n c i a — como salvadora de México. D i s c u r s o del. I I . R o b e r t M . M c L a n e , d e M a r y l a n d , s o b r e la G u e r r a c o n México ( e n la Cámara d e R e p r e s e n t a n t e s e l 1 9 d e enero de 1848). 1 E n Comité del total de l a Cámara en estado de Unión, sobre las resoluciones referentes al mensaje del presidente a los diversos comités. E l señor M c L a n e 2 dijo: Q u e lamentaba que le tocara en suerte p a r t i c i p a r en el debate a continuación del caballero de N e w H a m p s h i r e , cuyas alusiones sobre l a esclavitud le parecían ofensivas a l orgullo y refinamiento de cualquier caballero, de cualquier estado de la Unión F e d e r a l , que respetara y venerara l a Constitución F e deral. O p i n a b a que, si a lo largo de su discurso hubiera tenido que referirse a l tema, habría debido hacerlo con gran respeto p a r a instituciones locales de cualquiera de los estados de l a Unión, libres o esclavistas. D e cualquier f o r m a , él, como representante de u n estado esclavista, se sintió herido p o r las a l u siones ofensivas expresadas tan libremente en esta Cámara por u n caballero de los que sólo entienden su p r o p i a idea. E l señor M c L a n e continuó y dijo q u e : m o v i d o por l a declaración e x t r a o r d i n a r i a hecha por su Cámara, a moción del h o norable caballero de Massachusetts,* denunciando esta guerra c o m o " i n c o n s t i t u c i o n a l " , etc., etc., n o pensaba que le alcanzara 3 M C L A N E Y L A INTERVENCIÓN 279 el tiempo p a r a llevar l a atención del comité a l origen de l a g u e r r a mexicana. C u a l q u i e r a que fuera m i opinión [ d i j o ] , no h u b i e r a podido resignarme a u n a expresión de desacuerdo, ya que su registro en el D i a r i o de l a Cámara necesariamente desacreditó a nuestro propio gobierno y falsificó el historial de las dos ramas de l a Legislatura N a c i o n a l . Señor presidente, a u n si hubiéramos pensado que era pertinente abandonar l a guerra retirar nuestros ejércitos a l este del río G r a n d e , c o m p r o metiéndonos en el futuro a u n a guerra defensiva con México, sería, a m i juicio, innecesario, si no derogatorio, iniciar el tem a ¿ e l a veracidad del Congreso anterior' - a p e l a n d o a l celo p a r t i d a r i o , tanto en casa como en el extranjero— p a r a determ i n a r si nosotros o nuestros predecesores votaron u n a f a l s e d a d . Pero hacer t a l declaración después de que nos hemos rehusado a retirar nuestros ejércitos, expone a los hombres v a l e rosos que hemos arrojado h a c i a México, al insulto y a l a vergüenza - a y u d a n d o , confortando y estimulando a sus e n e m i g o s - , al ¿ tiempo que desanimamos y desmoralizamos el Sentimiento público en casa, haciendo imposible organizar el socorro y refuerzo p a r a aquéllos a quienes nos rehusamos l l a m a r , e n el mismo día y h o r a que desacreditamos y deshonramos st servicio. V M e apena que l a mayoría de esta Cámara haya tomado u n p u n t o de vista m u y diferente sobre nuestras obligaciones m u Las, y que insensible, en m i opinión, a l honor del gobierno y al orgullo de nuestros ilustres soldados, trate de incluir esta declaración en el voto de agradecimiento, mediante el c u a l se ha propuesto que el Congreso de los Estados U n i d o s c o m u n i que al general T a y l o r , " a l g u n a m a n e r a de expresión del respeto y l a admiración que le tienen sus conciudadanos. L a aso- oposición consideran l a anexión de Texas como l a p r i m e r a gran violación a l a ley y causa de l a g u e r r a ; otros, consideran el acto mmmm 280 JOSEFINA Z O R A I D A D E K N A U T H pación de cualquier parte de Texas, a l este o a l oeste del N u e ces, era necesariamente u n acto inmediato de ofensa de parte del ejecutivo americano. Pero no hay que olvidar que, también, era el resultado de l a obligación de ejecutar l a ley de anexión, que l a Constitución hace recaer en el presidente. Por otra parte, si el acto de anexión era l e g a l y c o n s t i t u c i o n a l , pero interpretado por México como u n acto de guerra, entonces ningún movimiento del ejecutivo conectado con l a defensa del nuevo territorio, a u n sin el acuerdo expreso del C o n greso, puede ser considerado como causa de l a guerra. L o s a r gumentos de l a oposición a l respecto, hacen necesario volver l a m i r a d a a l a historia de este "acto de anexión". N o aburriré, de todas formas, al comité con demasiados detalles sobre el tema, fuera de u n a revisión de hechos que refutan l a declaración de que el presidente, por u n acto propio, ilegal, a l ocupar el t e r r i torio a l oeste del Nueces, sin el consentimiento del Congreso, causó l a guerra. N o puede negarse, señor, que el acto de anexión fue u n acto f o r m a l del poder de nuestro gobierno p a r a l e gislar. E l ejército de los Estados U n i d o s no fue movido más allá del Sabinas, hasta que u n a convención de los habitantes de Texas había aceptado los términos de anexión ofrecidos por el Congreso. Esto fue el verano de 1845, cuando el gobierno de los Estados U n i d o s asignó a l general T a y l o r el m a n d o del ejército de observación, destinado a defender y proteger el sue- ¡ • • i E l señor C r i s f i e l d interrumpió aquí p a r a decir que su colega estaba equivocado en los hechos. 6 M O L A N E Y L A INTERVENCIÓN 281 E l señor M c L a n e respondió que si él estaba equivocado en su declaración, el peso de l a falsedad caería sobre él mismo. Los señores B o y d v Crisfield hicieron aquí observaciones adicionales, las cuales no fueron oídas por el relator, por estar dirigidas directamente a l señor M c L a n e , sentado cerca de aquellos caballeros. E l señor M c L a n e respondió que le era indiferente que l a constitución de Texas de 1836 hubiera o no definido sus f r o n teras. E l señor K a u f m a n de Texas, habiendo sido interpelado por caballeros de su alrededor, afirmó que l a constitución de la República de Texas no definía l a frontera oeste de aquel estado, pero que ésta fue definida por u n a ley que el p r i m e r Congreso de l a República de Texas aprobó en diciembre de 1836. L a constitución del e s t a d o de Texas declara todas las l e yes de l a República de Texas i n forcé compatibles con l a C o n s titución de los Estados U n i d o s o con las resoluciones de anexión. E l señor B o t t s preguntó a l caballero de T e x a s si l a frontera de aquel estado, descrita por el acta del Congreso en 1836, i n cluía Santa F e . E l señor K a u f m a n respondió que sí, que incluía todo el territorio a l este del R í o G r a n d e , desde su nacimiento hasta su desembocadura y que el Congreso de los Estados U n i d o s , a l aprobar las resoluciones de anexión el l o . de marzo de 1845, lo entendía así, incluso anticipó que los Estados que se f o r m a ran en el t e r r i t o r i o de Texas, a l norte de los 3 6 l / g r a d o s deberían ser estados libres y Santa F e está a l s u r de los 3 6 y g r a dos de latitud norte. E l señor K a u f m a n dijo, además, que l a R e pública de T e x a s , antes de l a anexión, había establecido rutas de correo de Béjar a L a r e d o en l a banda oriental del R í o G r a n de, y de C o r p u s C h r i s t i a P u n t a Isabel, y q u e t o d a porción d e l t e r r i t o r i o a l e s t e d e l Río G r a n d e , d e s d e su d e s e m b o c a d u r a h a s t a l o s 4 2 g r a d o s d e l a t i t u d n o r t e había s i d o i n c l u i d a p o r d i f e r e n t e s a c t a s d e l C o n g r e s o d e la República d e T e x a s , p r e v i a m e n t e a l a anexión d e n t r o d e l o s límites d e a l g u n o d e l o s c o n d a d o s e s t a b l e c i d o s p o r l a d i c h a república. E l señor M c L a n e continuó. Subsecuentemente — d i j o — el Congreso organizó los distritos fiscales en Texas, en t a l f o r m a , que uno de ellos estaba l i m i t a d o a l oeste por el N u e c e s , otro al este por Nueces y a l oeste por el R í o G r a n d e , y el Senado había c o n f i r m a d o el nombramiento de agentes fiscales p a r a t a les distritos. M e gustaría subrayar, señor, que estoy e x a m i n a n do l a cuestión de l a frontera entre Texas y M é x i c o : considero una c a l u m n i a a r r o j a d a sobre este gobierno l a declaración de 7 8 9 10 2 2 282 JOSEFINA ZORAIDA D E K N A U T H que l a ocupación del territorio entre el Nueces y el R i o G r a n d e fue u n acto ilegal e inconstitucional del presidente, realizado sin consentimiento del Congreso. C r e o que debería concluir con esta cuestión antes de i n i c i a r u n examen del origen real de l a guerra y demostrar que l a declaración, tan frecuentemente repetida por l a oposición, de que l a ocupación del territorio e n tre el Nueces y el G r a n d e fue u n acto del presidente sin c o n sentimiento del Congreso, es, en sí misma, u n a c a l u m n i a . Recuerdo, por tanto, a l a atención del comité, que en j u nio de 1845 el general T a y l o r había indicado al Congreso l a extensión del territorio hasta el R í o G r a n d e - r e c l a m a d o por Texas en el acta de anexión— recibiendo, entonces, órdenes de defender y proteger t a l territorio. Además, el presidente i n f o r m ó a l Congreso, en su p r i m e r a reunión en diciembre de 1845, de su acción en Texas, después de lo cual, el Congreso le<ñsló sin límite, n i restricción, p a r a todo el territorio reclamado por Texas y, posteriormente, en p a r t i c u l a r p a r a el territorio a l oeste del Nueces, mediante l a legislación particular que estableció una aduana y u n distrito fiscal a l oeste de t a l río. A n t e t a l estado de cosas, m e siento obligado a considerar u n a c a l u m n i a , l a afirmación de que el territorio a l oeste del Nueces fue o c u pado mediante u n a orden ilegal e inconstitucional del presidente de los Estados U n i d o s * n e l c o n s e n t i m i e n t o d e l C o n ¬ greso. Señor, he oído sugerir a l a oposición que l a guerra, a u n que justa y honorable puesto que es resultado de l a anexión, i m p l i c a u n a responsabilidad en las relaciones de México y los Estados U n i d o s v entre las diferentes ramas de este gobierno; y que esa responsabilidad, peculiar y penosa, recae en el ejecutivo, debido a u n acto precipitado del presidente, que a l o r denar el avance de las tropas h a c i a el Río G r a n d e provocó este estado de hostilidades activas. T a l conclusión podría resultar, solamente, de l a l u c h a de u n espíritu generoso bajo el impulso del patriotismo, m e n c i o nado sólo por l a m a l a fe de l a oposición. E l ataque a l presidente en l a f o r m a , ya mencionada, de u n a declaración a m p l i a de esta Cámara, puede ser refutada con u n a simple revisión de la historia de l a anexión. B a j o todas las circunstancias existentes y viniendo de l a oposición, es todavía más inexcusable l a d e n u n c i a abstracta de l a ilegalidad e inconstitucionalidad de tal orden. A l rechazar este asalto a l a prudencia y a l a c a p a c i dad del presidente p o r u n o de los actos particulares de su a d ministración, debe observarse que, a u n en l a ocupación territor i a l a l oeste del Nueces, el avance hasta el río G r a n d e no se hizo sino meses después de que nuestros ejércitos estaban apos- M C L A N E Y L A INTERVENCIÓN 283 tados a l oeste del Nueces, y meses después de que el Congreso había extendido las leyes y l a v i d a norteamericana a aquel ter r i t o r i o , y meses después de que se confió a l general T a y l o r l a defensa v protección del territorio, v de que se había aconsejado el m o v i m i e n t o , r e p e t i d a m e n t e / b a j o importantes consideraciones militares y políticas; y que tampoco fue sino hasta me¬ ses después de que se organizaron los ejércitos mexicanos en las márgenes d e l Río G r a n d e , bajo órdenes perentorias de c r u zar el río v de buscar a nuestra gente en C o r p u s Christi o d o n de quiera que se encontrara. A q u e l m o v i m i e n t o se hizo con c u i d a d o , c o n precaución, con espíritu puramente defensivo, subo r d i n a d o a l a ocupación del territorio que está a l oeste del N u e ces, y después de ésta, que había sido efectuada seis meses antes de que el avance hacia el R í o G r a n d e hubiera sido ordenado. Y el m o v i m i e n t o , que fue detenido durante meses por órdenes expresas del presidente hasta que todo esfuerzo posible de arreglar las diferencias por medio de negociaciones se habían agotado, es considerado por u n a de las ramas de l a oposición como u n acto i l e g a l e inconstitucional; por l a otra, como u n acto i m p r u dente, y por las dos, como causa cercana o remota de l a guerra. Ha> o tro reproche de parte de l a oposición que también hace descansar l a responsabilidad de l a guerra en el presidente. Se le d e n u n c i a por haber elegido, entre las resoluciones que le prey P suena a presunción el argüir, a h o r a , en l a sombra, que u n a elección diferente hubiera evitado l a guerra. P o r otra parte, señor, yo creo que de haberse elegido l a alternativa que sugería negociaciones, se habría perdido a Texas completamente. Señor, pienso que l a guerra es: lo. E n su origen justa, honorable y necesaria (quiero decir, inevitable). 2o. Pienso que se h a proseguido con el f i n de conquistar l a paz, l a c u a l asegurará l a indemnización por cuentas pasadas y l a seguridad p a r a el futuro. de las naciones y establecidas sobre los principios de h u m a n i d a d y civilización. 284 JOSEFINA ZORAIDA D E K N A U T H 5o. M e atrevería a i n q u i r i r cómo se podría ejercitar este poen e l caso de l a prosecución de l a guerra c o n México. ¿Cuáles son los hechos que originaron y desarrollaron esta guerra? E n 1836, l a República de Texas llevó a cabo u n a revolución c o n l a e s p a d a . N o hablo del territorio conocido anteriormente como L u i s i a n a que alegaba haber tenido como frontera el R í o G r a n d e ; no hablo del departamento mexicano de T e x a s con frontera en el N u e c e s ; sino que hablo de l a república r e v o l u c i o n a r i a d e T e x a s —consistente en los habitantes del D e p a r tamento de Texas v porciones de los habitantes de T a m a u l i p a s der, ron el río como su frontera occidental y, de allí en adelante, m a n t u v i e r o n , completamente y sin interferencia, posesión del terreno al este del R í o G r a n d e ; en cuanto a sus relaciones con los Estados U n i d o s y las naciones que reconocieron su independencia nacional - I n g l a t e r r a , F r a n c i a y otros grandes p o d e r e s dentro de los límites de sus fronteras, ellos ejercitaron todos los derechos de soberanía; a u n en sus relaciones con México hicieron l a paz en base a l reconocimiento de tales fronteras y estipularon el retiro de los ejércitos mexicanos a l occidente del R í o G r a n d e a c a m b i o de l a liberación de su C o m a n d a n t e en jefe, y posteriormente mantuvieron dicha frontera contra todos 'los esfuerzos subsecuentes de México por obtener u n a base p e r m a nente en el suelo del cual habían sido arrojados por l a revolución. L o s habitantes que permanecieron en el territorio fueron reconocidos ciudadanos de Texas, ofrecieron su lealtad v estuvieron representados en el Congreso y, según creo, en l a misma Convención que aceptó nuestros términos de admisión. A estos actos de soberanía se h a hecho referencia frecuentemente en esta Cámara. P o r u n acto de soberanía, precisamente, T e x a s se convirtió en estado de nuestra Unión Federal, trayendo a ella ¡IpiiMSSii! Señor, a l observar l a c o n d u c t a de los dos gobiernos en sus relaciones, ahora que el a c t o d e anexión h a transferido las relaciones a l a administración federal, veo l a insolencia de México y la paciencia de los Estados U n i d o s , veo l a declaración de A l monte a l salir de nuestro país cuando fue a p r o b a d a el acta de anexión, veo todo estado subsecuente de l a controversia entre México y los Estados U n i d o s y lo ordenado a todos nuestros m i nistros, como algo natural en todo gobierno en transición. L a M C L A N E Y L A INTERVENCIÓN 285 ofensa fue el acto de anexión. Este acto fue u n acto del C o n greso, l a ocupación de cualquier parte de Texas constituía u n a ofensa a los ojos de México. D e l m i s m o modo, l a ocupación de cualquier parte era el d e b e r del presidente y contaba necesariam e n t e con el consentimiento del Congreso, en v i r t u d del acto o r i g i n a l de anexión, que fue u n a c t o > t o , prudente y constit u c i o n a l y y a sancionado por l a voluntad de los habitantes de los Estados U n i d o s y ratificado por los habitantes de u n a repúb l i c a libre y soberana que tenía d o m i n i o desde el Sabinas hasta Por otra parte, señor, obsérvese que el pretexto de Paredes p a r a derrocar a l gobierno de H e r r e r a fue precisamente que l a anexión de T e x a s ' e r a m o t i v o de guerra. Y aquí, señor, en esta revolución de Paredes, puede verse realmente el o r i g e n d e las h o s t i l i d a d e s , si se desea afinar los orígenes de l a guerra con M é x i c o ; porque esta revolución, u n a vez realizada, con el espíritu ofensivo, hostil, agresivo c o n que se ordenó a l ejército mexicano t o m a r posesión a ' l a fuerza, no sólo del territorio que había sido calificado e n d i s p u t a , en algunos aspectos marginales de l a negociación, sino del territorio total d e T e x a s , hasta el Sabinas. R e n u n c i a n d o entonces a l a ventaja que resulta de reconocer l a soberanía de Texas hasta el R í o G r a n d e , y de transferir tal soberanía a l gobierno federal, podemos afrontar l a conclusión de l a oposición (ahora naturalmente adoptada por nuestro vencido y desesperado enemigo) y reconocer, por el momento, que T e xas, hasta el Nueces, fue ocupado legal y debidamente por nuestras tropas y que todo el resto, hasta el R í o G r a n d e , era territorio en disputa. Porque a l m i s m o tiempo, el gobierno a m e r i cano tomó posesión d e f e n s i v a y el gobierno mexicano, posesión sivamente y a l m e x i c a n o i n v a d i r y actuar ofensivamente. ¿ Q u é puede ser más concluyeme p a r a establecer l a necesidad, l a justicia y l a obligación de honor impuesta sobre nuestro gobierno para reconocer t a l guerra y comprometerse a su prosecución? ¿ Q u é puede ser más concluyente p a r a reconocer l a 286 JOSEFINA Z O R A I D A D E K N A U T H p r u d e n c i a y paciencia del ejecutivo? N o obstante, los m i e m bros del Congreso que reconocieron esta guerra h a n sido tachados de haber votado u n a " m e n t i r a " y e l brazo d e l ejecutivo está paralizado por l a denuncia de l a "mayoría de esta Cámara - d e n u n c i a impotente, pero insultante, puesto que su declaración no conduce a u n a impugnación pública, que sería el único fruto legítimo de ella. Satisfechos, pues, los puntos sobre l a justicia, l a honorabi- gente. E l mensaje sobre l a guerra de mavo de 1846, y cada uno de los mensajes anuales y especiales siguientes, h a n declarado que las hostilidades se continuaban c o n el único objeto de conquistar u n a paz satisfactoria; y estas declaraciones del ejecutivo han sido interpretadas como u n a d e m a n d a de indemnización, tanto de los gastos de l a guerra, como de las injurias pasadas y agravios que el gobierno de México ocasionó a ciudadanos de los Estados U n i d o s . E n vista de estas dos posiciones y del repetido rechazo de nuestras proposiciones pacíficas, no veo otra salida p a r a este gobierno que l a continuación de l a guerra hasta que el poder que gobierna a México sea v e n c i d o ; entonces nosotros impondremos nuestros términos v lograremos nuestro p r o pósito manifiesto de conquistar l a paz.' F o r lo tanto, señor/distingo entre l a conquista de l a paz y l a derrota del p o d e r que gobierna u n país, y l a derrota o aniquilamiento del país mismo con todas sus instituciones y su existencia m u n i c i p a l . Aquí aparece, señor, u n a pregunta interesante. Derrotado el p o d e r que gobierna a México ¿qué indemnización se exigirá? P a r a estar en posibilidad de aplicar prudentemente nuestro poder p a r a hacer l a guerra y c o n t i n u a r l a , debemos resolver esta p r e g u n t a ; por eso en el enunciado de m i tercera proposición he declarado, en términos claros, el alcance de u n a i n d e m n i zación internacional. M e siento obligado a eliminar, sin consideración, l a idea de u n a indemnización p e c u n i a r i a , o de u n a garantía p e c u n i a r i a p a r a el futuro, en nuestras relaciones con México. Desconfío sobremanera que podemos conseguirla. Pollo tanto, señor, pasemos a l a adquisición t e r r i t o r i a l abstracta: no puedo creer que l a mera adquisición de u n a porción del territorio mexicano que c o m p r e n d i e r a el valle del Río G r a n d e , t o d a l a extensión del territorio a l este de l a Sierra M a d r e c incluyera N u e v o M é x i c o y C a l i f o r n i a que es algo más de lo que recomienda el presidente, pero que está s u g e r i d o por una a u t o r i d a d m i l i t a r m u v eminente, p u e d a constituir en sí misma una indemnización por l a g u e r r a ; l a adquisición tampoco nos daría s e g u r i d a d p a r a e l futuro. T a l adquisición c o m b i n a d a con M C L A N E Y L A INTERVENCIÓN 287 ciertas relaciones comerciales fijas y l a ocupación de algunos puntos en l a costa y en el interior que nos aseguraran su debido ejercicio y uso, podría, t a l vez, satisfacer las demandas y esperanzas justas de u n a política americana prudente. N a d a menos, sólo esto constituiría, a m i juicio, u n a paz satisfactoria. P a r a poder llegar a este resultado, el gobierno existente en M é x i c o debe ser absolutamente derrotado. C u a n d o esta etapa llegue, los hombres de estado americanos, a quienes se haya encomendado l a administración del gobierno, tendrán u n a visión más completa acerca de l a indemnización y, rechazando definitivamente l a idea de adquisición t e r r i t o r i a l , garantizarán a l pueblo de M é x i c o u n gobierno republicano, libertad c i v i l y reiigiosa, i g u a l d a d de derechos y de leyes en l a relación de esidos independientes que ellos deseen asumir. N i n g u n o de los incidentes perniciosos (o llamados incidentes) como l a destrucción de l a nacionalidad m e x i c a n a , podría entonces o c u r r i r ; sino que. como los otros habitantes del continente americano que h a n sido sometidos por los Estados U n i d o s , gozarían ese grado de c i v i l i zación e independencia para los cuales tal vez estén preparados, y l a civilización libre y gloriosa de nuestro pueblo seguirá hacia adelante, hasta que llegue a cubrir el continente americano. a que h ^ o u n décimo de l a nlción S n f £ mandos^ e n t r t a s d T ^ m ^ S ^ ' y l Z t i S r í a n unaamphí v Xriosa i n tiempo mi UbSadSs ones^rme5cL¿ mar ér a sTsufiden a S P aue l^^jLdTtún de M é x i c o D e s e a r í a q u e de inmediato Íasle^esfis^ c o n P e r n i o con Tos y m e l ^ ^ e u ^ y ^ d Z S n al mkmó S S r f S n la 3 libertad g i a t m c a r a l puebl s f extendieran núes 1 factoría seguro comí estoy de que no hlbró p ^ ^ f f i c t o r i a y 1 m i r a d a q u e no estipule " i n d e m n zación v se-urídad" i guridad^ garantizada p o T as c o n d S n e s do u n tratado - n o fólc en vista d s e s t e a relación inmediato con México sino en vista de todas ¿ S á o S ^ í e M é r i c c l o E s f a d o í u n dos 288 JOSEFINA 10 RAID A D E K N A U T H tienen con las naciones europeas. Señor, en m i esfera h u m i l d e de relaciones, he reunido información sobre los contactos de Paredes v el partido monárquico de México, con ciertos poderes de E u r o p a , lo que me lleva a no coartar m i opinión en vista de las relaciones de los Estados U n i d o s y México, considerando las ' ^ t ^ S ^ t ^ " ¬ Señor, no defiendo n i n g u n a misión filantrópica, n i justifico ningún espíritu de p r o p a g a n d a de parte del gobierno americano, sino que veo l a condición real de México, sin preguntar ahora si l a presente guerra fue causada por ese país o por los Estado U n i d o s o si h a sido p r o d u c i d a por el estado presente de p o d r 4 n a p r c c i l a im con México o ya tengan el propósito más importante de establecer, en lugar del gobierno anárquico que ahora existe, u n a monarquía bajo l a protección de los poderes europeos. N o pretendo en este m o m e n t o presionar sobre estos puntos de vista. M e conformo con apoyar l a política de l a administra- que me aventuro a esperar que su recomendación pueda extenderse hasta el valle del R í o G r a n d e , hacia el sur, hasta T a m p i c o , así c o m o N u e v o México y C a l i f o r n i a . T a l adquisición de t e r r i torio y las medidas que r e c o m i e n d a el presidente, o l a extensión de u n equilibrado sistema fiscal sobre México y l a prosecución de ts£&r»*j£á^ En h que -* vista de l a más a m p l i a política i n d i c a d a en los puntos SSÜ t£T& K * . K2K vivificar m o r a l v físicamente a los habitantes e instituciones de esa porción del continente americano, no debe confundirse con la simple idea de destrucción de l a nacionalidad mexicana y l a anexión de aquel país y de sus habitantes como parte integral y soberana de nuestra confederación. N u e v e décimas partes de los mexicanos son apenas menos aborígenes que los C h o c t a w y aún los Cherokee,™ y no tan cultivados como éstos, que a u n q u e conquistados, gozan de libertad c i v i l y r e l i g i o s a / t i e n e n sus 1 1 M C L A N E Y L A 289 INTERVENCIÓN propias leyes y promulgan sus propios reglamentos municipales bajo a l más independiente sistema de gobierno republicano dentro d e l territorio y jurisdicción de los Estados U n i d o s , sin const i t u i r parte integral y soberana de l a Confederación. S i n e m bargo, sus leyes, sus escuelas públicas, sus instituciones civiles v religiosas presentan caracteres de u n a civilización en m u y pocos aspectos inferiores a l a nuestra. L a p r i n c i p a l objeción que yo he oído contra l a adquisición de territorio mexicano, aplicable sin d u d a a l a política aquí e n u n c i a d a , consiste en l a extensión de l a esclavitud en los territorios que a h o r a no l a prohiben por leyes municipales. Esta objeción l a juzgo de poco peso, y no porque sea insensible en f o r m a alguna a l ultraje que significaría l a extensión de u n a institución contra l a voluntad de algunos ciudadanos. Considero la objeción de poco peso porque no creo que el acto de a d q u i sición, en sí m i s m o , extendiera necesariamente esta institución sobre el territorio así obtenido. T a m p o c o creo que el sojuzgam i e n t o de t o d o México y el gobierno que de ahí en adelante tenga ese país y sus habitantes, bajo instituciones libres v republicanas, diera p o r resultado l a extensión de l a esclavitud más allá de los límites donde hoy existe. Más aún, no pienso que el gobierno federal de los Estados U n i d o s p u e d a c r e a r o a b o l i r l a Esclavitud en ningún lÜ^ar, dentro o fuera de sus límites presentes. L o s poderfs de nuestro gobierno federal sobre l a institución de l a esclavitud están limitados: l'-> a su cómputo, pues d e t e r m i n a l a proporción de l a representación en eí C o n g r i o ; 2 a l arresto y restitución de íueitivos d e l t r a b a j o • v 3" después de 1808 a p r o h i b i r l a importación de esclavos L o s territorios adquiridos p o r los E s t a d o U n i d o s c o n e s c l a v i t u d ' y a existente c o m o u n a institución m u n i c i p a l doméstica t a l el caso de F\oS y L u i s i a n a h a n permanecido esclavistas sin objeción y sin necesidad de estipulaciones especiales p a r a ello o p i r a ¿ a i n t i 13 ? S P Por el otro l a d o , el territorio a d q u i r i d o sin l a existencia de esta institución permanecerá l i b r e , en cuanto que no existe poder del Congreso p a r a crearla ahí o declarar que debiera existir. L a población local es l a responsable de su abolición o de su creación y posee soberanía sobre ello, por ser u n a institución p u ramente doméstica, l o c a l y peculiar, reconocida por l a C o n s t i tución Federal c o m o tal dentro de los límites de aquella soberanía — u n a institución reconocida como existente en v i r t u d de u n a soberanía separada e independiente de l a Constitución Federal, a u n q u e n o i n c o m p a t i b l e c o n e l l a . P o r lo tanto, señor, creo que e l territorio a d q u i r i d o por los Estados U n i d o s , y a sea por c o m p r a o conquista y h a b i t a d o por personas que se convertirán en c i u - 290 JOSEFINA ZO RAIDA D E K N A U T H dadanos de los Estados U n i d o s mantendrá y establecerá las instituciones municipales que sean más aceptables a su p r o p i a v o l u n t a d y d e s e o , si son compatibles con l a Constitución y las leyes de los Estados U n i d o s y los derechos reservados a ios estados. E n relación a estos puntos de vista sobre l a esclavitud, se me puede permitir decir lo que siento como representante de u n Estado sureño, herido y ofendido p o r el lenguaje tantas veces usado en esta Cámara, en donde se trata esta cuestión desde personales puntos de vista, denunciando l a esclavitud v a quienes viven en ella. Y o , aunque nacido a l norte de l a línea Masón y D i x o n , he vivido suficientemente cerca de l a raza negra esclava p a r a darme cuenta de que es más capaz de principios de acción lúcidos y cristianos y de a m a r de su prójimo y semejantes, que muchos de los elementos que yo he observado en el p a r t i d o de la abolición, aquí y en cualquier parte. Y , en conclusión, quiero decir que pienso que el Congreso está en a obligación de votar, de inmediato, contingentes y dinero p a r a proseguir vigorosamente l a guerra que conquistará u n a paz satisfactoria y gloriosa, y nofpermitirá dictar nuestras condiciones, que serán una muestm de nuestra h u m a n i d a d , nuestra sabiduría y nuestra justicia. NOTAS * S p e e c h o f H o n . R . M . M c L a n e , o f Maryland on The War with Mexi c o , d e l i v e r e d i n t h e H o u s e o f R e p r e s e n t a t i v e s , January 1 9 , 1 8 4 8 . Washington, Printed at the Congressional Globe Office, 1848. 8 pp. Robert M i l l i g a n McLane, nacido en W i l m i n g t o n , D e l . el 23 de junio de 1815 y muerto en París el 16 de abril de 1898. Educado en l a St. Mary's Academy en Baltimore y en el College Bourbon en París, entró en West Point y se graduó en 1837. Después de servir en las guerras contra los Seminóles y los Cherokee, se retiró del ejército en 1843 y empezó a ejercer como abogado en Baltimore. Electo representante an el Congreso de los Estados Unidos en 1847 conservó su puesto hasta 1851. E n 1853 fue enviado como comisionado norteamericano a China, pero renunció al año s i guiente por mala salud; en 1859 el presidente Buchanan lo nombró ministro en México, cargo que desempeñaba cuando suscribió el famoso tratado. En 1861 formó parte del comité especial de l a legislatura del estado de Maryland que conferenció con el presidente Lincoln. E n 1878 volvió a ser electo representante ante el Congreso, y en 1883 Gobernador de Maryland. Renunció en 1885, para i r como embajador a Francia, puesto al que también renunció cuando resultó electo Harrison, pero permaneció en ese país hasta su muerte. 2 M C L A N E Y L A INTERVENCIÓN 291 s Amos Tuck (1810-1879), representante de N e w Hampshire de 1842 a 1853. Ardiente antiesclavista, había pertenecido al partido democrático hasta 1844 y participaría en la fundación del nuevo partido republicano en l a década de 1850. * George A s h m u n (1804-1870), representante de Massachusetts, del partido W h i g , de 1845 a 1851. Más tarde fue uno de los activos partidarios de Lincoln. Zachary Taylor (1784-1859), uno de los generales que ganaron gran popularidad en la guerra con México, lo que le llevó a ser electo presidente de los Estados Unidos en 1848. E n mayo de 1845, le fue asignada la defensa del recién anexado estado de Texas contra cualquier invasión. E n enero de 1846 se le ordenó tomar posiciones cerca del río Bravo, estableciendo fortificaciones a las que más tarde se les llamaría Fort Brovvn, al otro lado de Matamoros. Después del primer encuentro con tropas mexicanas el 8 de mayo de 1846 y de la declaración de guerra, se adentró en territorio mexicano. E l 20 de septiembre tomaba Monterrey y el 22 de Febrero de 1847 lograba una victoria absoluta sobre Santa A n n a en Buena Vista. e J o h n \V. Crisfield (1806-1897), representante de Maryland ante el Congreso, de 1847 a 1849. Pertenecía al partido ' Lynn Boyd (1800-1859), Kentucky, de 1838 a 1855. el Whig. representante demócrata por el estado de s D a v i d Kaufman (1813-1851), Congreso, de 1846 a 1851. representante demócrata de Texas ante 9 John Botts (1802-1869), representante de V i r g i n i a ante el Congreso, de 1839 a 1843 y de 1847 a 1849. Pertenecía al partido W h i g . E n 1820, cuando M i s u r i solicitó su admisión en la Unión como estado e s c l a v i s t a , se abrió paso a una larga crisis, tanto porque las fuerzas antiesclavistas protestaron, como porque ello significaba que el número de estados l i b r e s y e s c l a v i s t a s se equilibraba. Finalmente, se llegó a un compromiso que se conoce como el Compromiso de M i s u r i , admitiéndose a M a i n e como estado l i b r e y M i s u r i como estado e s c l a v i s t a , pero estipulándose que en el futuro no se admitirían estados esclavistas al norte de la latitud 36° 30' ( l a llamada línea M a s o n - D i x o n ) . Esta cláusula era válida para el territorio procedente de la compra de la Luisiana, pero se extendió al territorio aportado por Texas. " C h o c t a i v , indios americanos del grupo de los Muskhogean que habitan en M i s i s i p i y Alabama. Aunque reconocieron la soberanía de los Estados Unidos y se cristianizaron, fueron removidos hacia Oklahoma. E n el translado murieron muchos, pero una vez ahí establecieron nuevamente un gobierno democrático y un excelente sistema educativo. i C h e r o k e e , uno de los más importantes grupos indígenas de los Estados Unidos, del grupo de los Iraqueses. Ocupaban partes de los estados de Tennessee, Georgia y Carolina del N o r t e . Cristianizados a fines del siglo XVIII, con l a invención del alfabeto Sequeya lograron un alto des1 0 2 292 JOSEFINA ZORAIDA D E K N A U T H arrollo cultural. También tenían un gobierno de tipo democrático, a pesar de lo cual, fueron removidos al oeste del río Misisipi. « La representación al Congreso era proporcional no sólo al número de personas libres, sino también al de esclavos: cinco esclavos equivalían a tres hombres libres.