EL ORIGEN ASIÁTICO DE LAS ALTAS CULTURAS

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EL ORIGEN ASIÁTICO DE LAS ALTAS CULTURAS MESOAMERICANAS SEGÚN KIRCHHOFF ALFONSO VILLA ROJAS
Las notas que aquí se presentan tuvieron su origen en la lectura del
curso dictado por el doctor Paul Kirchhoff en la Universidad IberoIbero­
americana en 1971, es decir, un año antes de morir. El curso estuvo
integrado por nueve conferencias que tuvieron como tema central el
análisis de varias listas de dioses, del ordenamiento del tonalpohualli
con sus días, dioses, y ritos; otra con las fiestas del año, meses, días,
dioses, sacerdotes y sus dioses; finalmente, una tercera lista mostrando
diversas combinaciones, fechas, fiestas, sacerdotes y otras actividades.
El fin de todo esto era averiguar por qué se enumeraron dioses, temtem­
plos, sacerdotes y ritos en cierto orden, el cual resulta similar al que se
encuenta en listas procedentes de China y de la India. De este modo
se confrrmaba la presencia de culturas asiáticas en la formaci6n de 10
existente en América.
Tomaron el curso 10 o 12 antrop6logos bien conocidos a nivel de
doctorado; entre ellos son dignos de mencionarse Pedro Carrasco, Angel
Palerm, José Lameiras, Andrés Fábregas, Johanna Broda, Margarita
Nolasco, Mercedes Olivera y algunos más, todos los cuales se mostraron
activos en controvertir la tesis del maestro, dando otras alternativas
de interpretaci6n. Por buena suerte, el curso fue grabado y, más tarde
(1983) editado por Teresa Rojas Rabiela en los Cuadernos de la Casa
Chata del CIESAS. La lectura de este libro permite captar no 8610 las
ideas sobresalientes del autor sino, también, su método de trabajo, su
concepto del método científico, su psicología, carácter y cualidades como
profesor. Desde luego, en este curso se mostr6 como profesor excelente,
tranquilo, persuasivo y de gran paciencia ante las objeciones de sus
alumnos. En cuanto a su actitud científica, tenía algunas fallas, entre
ellas la de no aceptar el concepto de objetividad que es tan fundafunda­
mental en toda investigaci6n; he aquí sus palabras:
Nunca he creído en la llamada objetividad de la ciencia; todos tenetene­
.mos ideas preconcebidas que a veces cambiamos, que a veces adquiriadquiri­
290
ALFONSO VILLA ROJAS
mos a los 25 años, y nos morimos con ellas y yo seguramente soy uno
de ellos (Curso, p. 72-3).
De ésto, el mismo Kirchhoff da un ejemplo cuando en respuesta
a una crítica de Barthel a la ponencia que presentó en el Congreso
de Americanistas de 1962 pidiéndole que probara lo que decía, KirchKirch­
hoff contestó:
No lo puedo comprobar, simplemente llegué a la conclusión de que
así debió haber existido y i punto! (p. 3-4).
Debido a esta subjetividad en sus argumentos y a lo muy discutible
de su tesis de estar en Asia los orígenes de las culturas maya y teotiteoti­
huacana, los especialistas en estas zonas lo pasaban por alto o lo criticriti­
caban duramente; es así como ni Morley, ni Kidder ni Thompson
concordaban con sus ideas; el propio Kirchhoff refiere que, luego de
mostrarle sus listas y ordenamientos a Thompson, éste se limitó a decirle:
Pues Paul, tú eres un verdadero alemán, tú no sólo buscas orden, sino
hasta encuentras orden donde no existe (p. 19).
Entre los mexicanos tampoco tuvieron eco sus ideas difusionistas
Mar­
y tanto Alfonso Caso, como Wigberto Jiménez Moreno y Pablo Martínez del Río, las rechazaron; Caso, especialmente, hizo una crítica
devastadora de ellas en su ponencia al xxxv Congreso Internacional
"Rela­
de Arnericanistas efectuado en México, 1962, con el título de "Relations between the Old and the New World: a Note on Methodology"
(1964, p. 55-71). Más adelante volveremos a ella. Cabe añadir que,
no obstante haber sido bien querido entre sus estudiantes, ninguno de
ellos siguió sus huellas en este sentido. En cambio, sus estudios sobre
etnografía de SuramérÍca y sobre etnohistoria de México fueron siem­
siempre de alta calidad y muy apreciados.
Entrando ya en materia, cabe decir que para Kirchhoff nada de
los altos logros que se encuentran en Teotihuacan, San Lorenzo o
La Venta, resulta inteligible sin influencia llegada de Asia, pero no
por accidente de barcos extraviados o de náufragos salvados, sino por
bus­
viajeros de alto nivel (sacerdotes, nobles, filósofos, etcétera) que buscaban nuevos mundos para implantar su culto y sus conocimientos.
A este respecto subraya que difiere de Heine-Geldern (otro de los gran­
granin­
des difusionistas) en el sentido de que mientras " ... él habla de influencias, yo hablo de importación j yo digo que todo esto un día fue
importado" (p. 21). Poco después añade: "Yo soy uno de los difusio-
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291
culnistas extremistas, que piensa que todas las civilizaciones, las altas cul­
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miento nos dice que:
Yo creo que todo ésto llegó a México en dos corrientes totalmente
diferentes: una muy, muy antigua, en la cual la India y Java no tienen
ningún papel, sino todo es China, y China con una fuente original
en Mesopotamia. Y mucho más tarde, algo como mil años más tarde,
llega una nueva versión de lo mismo, sea directamente de la India,
o más bien de Cambodia o Java... Lo que encontramos aquí es en
parte su intento de acomodar dos escuelas, dos versiones de la misma
cosa (p. 21-22).
Es posible que estas ideas hubiesen entrado en Kirchhoff desde
décadas atrás, pues, ya para 1945, las da a conocer en breve artículo,
mostrando su convicción de que las cosas debieron haber sucedido
artÍCulo fue luego reproducido con el
como él se había imaginado. El artículo
título de "El problema del origen de la civilización mexicana", como
parte de una antología que tiene por nombre México prehispánico:
culturas, deidades y monumentos (1956, 911 p.). Como se verá, desde
entonces ya tenía la idea (que no abandonó nunca) de que las altas
culturas de Mesoamérica habían surgido de pronto, sin antecedentes
culturales que explicaran su desarrollo. En este respecto, asienta la
opinión de que:
Todo esto conduce a una sola conclusión: si los primeros capítulos
del surgimiento de la alta cultura americana no se encuentran en este
continente, tienen que haber sido escritos en alguna otra parte. Y lo
más probable es que se escribieron en una región cercana a las altas
culturas del Asia, especialmente del Asia oriental o meridional (p. 100).
Más adelante, poniendo como ejemplo el caso de los mayas, nos dice:
En tanto en el Viejo Mundo el arte de dividir el tiempo sobre la base
nude la observación sistemática' de los cuerpos celestes y de cálculos nu­
méricos complicados fue indudablemente el resultado de las necesidades
de una irrigación en grande escala a la que obligaban las inundaciones
regulares, y surgió en tomo de ella, en el Nuevo Mundo la astronomía,
el calendario y las matemáticas de los Mayas, a quienes admiramos
debido a sus adelantos tan extraordinarios, a la vez nos confunden a
causa de que su existencia tiene lugar en medio. de un verdadero vacío
cultural. Es difícil, por no decir imposible, para nosotros el comprender
conociqué fines prácticos pudieron tener dentro de su cultura esos conocÍ­
292
ALFONSO
~LLA
ROJAS
mientos; y de qué condiciones concretas pudieron surgir ... Tenemos
resque recordar también que todos esos conocimientos de los Mayas res­
pecto al tiempo y al sistema de numeración, aparecen repentinamente
antecomo toda la civilización maya. Y puesto que no encuentran sus ante­
cedentes en este continente, deben haber sido importados del exterior,
es decir, deben haber venido del Viejo Mundo.
No deja de sorprender que, para Kirchhoff, la civilización maya
apareció "repentinamente", sin antecedentes que mostrasen su desarrollo
autóctono, no obstante lo que, para entonces, ya venian aclarando los
arqueólogos. Así, en 10 que toca a calendario y matemáticas, Alfonso
Caso, basado en sus trabajos en Monte Albán, iniciados en la década
de los treinta, nos informa que:
....
. . un sistema de escritura y un calendario incluyendo el tonalpohualli
y el año solar estuvieron ya en uso entre los antiguos mesoamericanos
por lo menos hacia el año 600 a.C. Este calendario estaba por entonces
tan formalizado y tan entretejido con otros aspectos muy avanzados
piráde la cultura mesoamericana (cerámica, escultura en piedra, jades, pirá­
mides, palacios, etcétera) que debe haber sido el resultado de un largo
desarrollo comenzado muchos siglos antes de la era cristiana (1964,
p.63).
El mismo Caso añade que es opinión de los arqueólogos que este
horizonte preclásico debe haber comenzado por el año 1500 a.C. Cita
el caso del horizonte llamado Las Charcas, Guatemala, donde se tiene
la fecha de 1 200 a.C., mostrando que, por entonces, ya existia un
sistema de escritura glífica. Tal horizonte es demasiado temprano para
haber recibido el impacto de China.
docuPor otro lado, Joyce Marcus (1976, p. 35-67) en su bien docu­
mentado artículo que lleva por título "The Origin of Mesoamerican
Writing," nos presenta todo el proceso desde el formativo temprano
(1 500-900 a.C.) hasta la monumental estela 3 de Piedras Negras
(711 d.C.) con seis columnas de glifos. De manera que por lo que
toca a ongenes ya se cuenta con datos suficientes para desechar la falsa
idea de que la cultura maya surgió repentinamente.
No obstante el material acumulado por los arqueólogos, Kirchhoff
seguía trabajando arduamente en favor de su hip6tesis de juventud y,
ya para 1971, cuando dictó el curso que hemos mencionado, sus ideas
eran más precisas sobre el modo en que llegaron esos primeros difu­
difusores de la cultura asiática; he aquí sus palabras:
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293
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mente fueron arrastrados por corrientes y por aire, sino que fueron
en búsqueda de algo; entre esos, había gente impresionante no s6lo
0010
por su personalidad, al fin y al cabo se ve un hombre que es un señor
y un hombre que simplemente es un trabajador humilde; sino que
ellos tenían joyas, tenían riquezas, se podían legítimamente presentar:
Nosotros sabemos más que ustedes. Como un sacerdote que va de mi·
sionero, va con una cruz y, si es posible no una cruz muy humilde de
madera, sino una cruz muy fina con joyas, etcétera. Así me imagino
que llegó esta gente, es decir, gente que dio la impresión que podían
agregar algo a lo que ya existía.
La versión aquí expuesta nos parece un tanto forzada, por no decir
ingenua, pues, aparte de la dificultad del idioma, difícilmente se en·
trega un pueblo tan sencillamente a invasores desconocidos que llegan
con la intención de mandar. Precisamente este conocimiento de técnica
administrativa, de saber mandar a los hombres para utilizarlos en las
grandes obras de construcción, como pirámides, templos, observatorios
lley otras más, fue 10 que caracterizó a esos grandes mandones que lle­
garon de China. Solamente así se pudo lograr, según nuestro autor que:
... mucho de lo que apareció en Teotihuacan, es obviamente nuevo
y no tiene explicación anterior. Es fantásticamente semejante a China
(1983, p.SO).
ciuLa misma explicación ofrece para los grandes avances de las ciu­
dades mayas; sobre ellas asienta:
fan... No entiendo cómo por un desarrollo autóctono pudo haber esa fan­
mantástica obra de La Venta o San Lorenzo. Para eso se necesitan man­
dones, autócratas de gran calidad, que impresionan con eso (p. 54-).
Poco después añade de modo categórico:
¿Hubiera sido posible aquí, 10 que hubo, sin estímulos desde afuera?
Yo digo, ¡No!
ConSu certidumbre en este sentido era tan sólida que, en el xxxv Con­
Méxigreso Internacional de Americanistas, celebrado en la ciudad de Méxi­
co en 1962, presentó un trabajo con el título de "The Diffusion of
a Great Religious System from India to Mexico", en el que trataba
de demostrar que una clasificación calendárica de 28 dioses hindús y
sus animal~ en 12 grupos, subdivididos en cuatro secciones, había sido
294
ALFONSÓVILLA ROJAS
llevada de la India al Nuevo Mundo, de acuerdo con un sistema origi­
originado primeramente en China. En sus conclusiones.· asienta:
.
. Una clasificación calendárica de dioses y animales debe. haber llegado
a México mucho antes de la clasificación específicamente Indú de
la cual hemos hablado aquí; de este modo se explicaría su presencia
en la cultura Maya Clásica que, según Heine-Geldern y Ekholm, sólo
pudo venir de la costa sureste de China.
Nueve años más tarde, en 1971, seguía refinando sus listas clasifi­
clasificatorias que mostraban la evidencia de sus conclusiones, según el curso
que dictó en ese año. El tema 10 tenía como obsesión y, al preguntarle
uno de sus estudiantes cómo había llegado a él, respondió:
... me cayó un día sin que yo 10 buscara, pero como fue una cosa
que me cayó en contestación a un deseo que tenía desde mis años de
estudiante, me cayó bien ... comencé a, no sólo a interesarme, sino
a creer casi como una fe. en las Íntimas relaciones entre las civilizacio­
civilizaciones asiáticas y americanas (1983, p. 44).
En cuanto a las refutaciones que solían hacérsele, la más demole­
demoledora fue la de Alfonso Caso en &U "Relations between the Old and
New Worlds, a Note on Metodology", presentado en 1962 ene! mismo
Congreso Internacional de Americanistas. Aparte de los datos que ya
citamos .sobre la antigüedad de la escritura y el calendario, Caso añade
la imposibilidad de cruzar el océano en un tiempo en que los chinos
todavía no usaban la brújula para navegar. Ésta es mencionada por
primera vez en documentos en el siglo IV d.C. y su utilización para
navegar en tiempos muy posteriores. En· Europa, aunque los efectos
del magnetismo eran conocidos desde el siglo V a.C., su empleo en la
navegación no se conoció sino hasta el siglo xn d.C. Que los chinos
brújula para navegar sino muy tardíamente, lo hace sa­
no usaron la brujula
saber un viajero budista chino que regresó a Ch,ina de la India a prin­
principios del siglo v d.C., quien dice textualmente: "en el océano no hay
manera de distinguir el Este del Oeste; solamente por observar el sol,
la. luna y las estrellas era posible seguir adelante". Para nada hace
mención de la brújula como instrumento de orientación. Como con­
conclusión Caso expresa:
Hasta que sea demostrado que tales Viajes fueron posibles, o hasta
que objetos mesoamericanos sean .encontrados en Asia u objetos asiá.
ticos sean encontrados en .Mesoarnérica y asociados con las altas cul·
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ORIGEN ASIÁTICO. DE LAS CULTURAS MESOAMERICANAS
295
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conexión entre el Viejo y el Nuevo Mundo en aquellos remotos tiem
tiem­•
..pos
pos en que las altas culturas de este continente están siendo [onnadas
formadas
(1964, p. 67).
El lector interesado en estas cuestiones puede consultar con proveprove­
cho las Actas y Memorias del xxxv Congreso Internacional de AmeriAmeri­
canistas (1964), que contiene otros trabajos bien ilustrados de autores
que se inclinan de uno y otro lado de la controversia. Es de añadirañadir­
se que, en la actualidad, el interés por ésta ha ido bajando hasta el
punto de haber pasado a un tercer término. Como prueba de ésto está
el volumen intitulado The Origins 01 Maya Civilization, editado por
Richard E. W. Adams, 1977, en el que aparecen los resultados de un
Seminario efectuado en Santa Fe (EE.UU.) en 1974, al que asistieron
once de los más destacados arqueólogos especializados en el área maya.
De los quince trabajos que se incluyen en el libro ninguno se ocupa,
ni tangencialmente, de la influencia que pudo haber tenido el contacto
con China o India en tales orígenes. No se necesitó de tal hipótesis
para explicar el proceso evolutivo de la cultura maya desde los tiemtiem­
pos remotos del Preclásico Temprano (2000-1000 a.C.) hasta el CláClá­
sico Tardío (600-900 d.C.). Debe indicarse, sin embargo, que no se
alcanzaron conclusiones definitivas o finales, dado que aún quedaron
agen­
algunos puntos oscuros, pero sin que ello sugiera la intrusión de agentes del Viejo Mundo.
Wil­
Lo mismo puede decirse de las conclusiones alcanzadas por WilEvo­
liam T. Sanders y Barbara J. Price en su libro Mesoamerica: the EvoCivilization (1968), en el que dedican todo un capítulo,
lution 01 a CivilizatiQn
el m, a tratar la controversia entre difusión y evolución; su conclusión
básica es la de que:
gru­
Mientras más grande es la distancia en tiempo y espacio entre dos grupos, menos probabilidades hay de haber existido difusión entre ellos.
En primer lugar está el problema de establecer o mantener contacto
se­
sobre grandes distancias con medios primitivos de transporte; en senece­
gundo lugar está el que mucho de la cultura de un área no sería necesariamente útil o adaptable a otra. Creemos, por lo tanto, que los arar­
queólogos están en lo justo al exigir pruebas más concluyentes sobre
ello (p. 59-60).
Resumiendo lo antes dicho, puede asentarse que, en la medida que
se amplian los materiales arqueológicos y etnohistóricos y se aplican
hipó­
métodos más rigurosos a su análisis, resultan menos sostenibles las hipómesoamericana.
tesis referentes a los orígenes asiáticos de la cultura mesoamerÍcana.
296
ALFONSO
~LLA
ORJ
ROJAS
La creencia de Kirchhoff (y de todos los difusionistas) de haber sur­
surgido en un solo punto del Viejo Mundo las bases de toda civilización
que luego se expandieron por el resto del planeta, anula toda la capa­
capacidad creadora y sentido de originalidad al reSto de la humanidad,
lo cual se contrapone no sólo a la lógica sino, también, a la abundan­
abundancia de hechos establecidos. En el curso que dictó en 1971, Kirchhoff
expuso su profesión de fe en los términos que siguen ~
Yo soy uno de los difusionistas extremistas, que piensa que todas las
civilizaciones, las altas culturas comenzaron en Mesopotamia. Y sólo
en parte entre los sumerios, mucho más que entre los babilonios; me
gustan mucho más los sumerios que los babilonios, pero eUos fueron
los grandes exportadores ( 1983) .
En contraste con esta actitud están los reportes procedentes de
antropólogos infonnando de numerosas similitudes que por su distri­
distribución geográfica, sólo pueden explicarse como invenciones paralelas.
Entre ellas, Sanders y Price (1968, p. 61) citan: los clanes, la cou­
couvade, varios tipos de parentesco y ténninos correspondientes, patrones
de matrimonio y otras más. Invenciones todavía más complejas, plena­
plenamente comprobadas, ocurridas de modo independiente dos o más ve­
veces, son citadas por Ogbum (1966, p. 85-6). El punto a este respecto
ha quedado cerrado y ya pocos dudan que no pocas civilizaciones
hubieron de surgir independientemente en lugares diversos de la tierra.
En lo que toca a los mayas, Norman Hammond en artículo reciente
que lleva por título "The Emergence of Maya Civilization" (1986),
presenta una síntesis del largo proceso evolutivo que hubo de seguir
esa cultura desde sus primeros pasos que se remontan a unos 8 ó 9
milenios antes de nuestra era, hasta su apogeo y decadencia. Por ésto
llama la atención que un profesional de los merecimientos y capaci­
capacidades de Kirchhoff se hubiese mantenido aferrado a una idea a todas
luces periclitada.
Como ya dijimos, su empeño por encontrar las pruebas inequÍvocas
de su hipótesis le llevó varias décadas y toneladas de trabajo que,
según su confesión, le causaban insomnio de vez en cuando. Nunca
publicó un volumen que resumiera sus hallazgos, aunque sí acumuló
cerros de notas, papeles, mapas, diagramas y listas, muchas listas, de
clasificación de hechos, fechas, dioses, templos, ritos y de cuanto fuese
posible clasificar con miras a mostrar un ordenamiento consciente de
escritodo ese material. La riqueza de lo reunido podría dar base para escri­
bir, por lo menos, veinte tesis de ma.estría y doctorado, según aseguraba
a sus estudiantes.
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Por ésto
ORIGEN ASIÁTICO DE LAS CULTURAS MESOAMERICANAS
297
Por otro lado, no deja de ser paradójico que su búsqueda febril
dt': datos con los fines citados, lo hubiese llevado a revisar minuciosa­
minuciosa~
mente las fuentes antiguas de la historia de México y lograr aporta­
aporta~
ciones de primera importancia que realzaron su prestigio como inves­
inve~
tigador. Es por ello que Jiménez Moreno (1979, p. 25), al narrar
los hechos principales de su vida, nos dice:
¿ Pero qué importa que no haya dejado obras de centenares de pági"
pági~
nas, sÍ' las que escribi6,
escribió, sucintamente, aportaron orientaciones decisivas
y esclarecieron en muchas ocasiones -como en "Los Pueblos de la
Historia Tolteca-Chichimeca"- problemas de ardua clasificación?
No se cita para nada sus trabajos de "difusionista extremista",
como si ello manchara su hoja de servicios; en ese respecto se le hacía
poco caso. El mismo Kirchhoff dice:
Hasta la fecha no he encontrado a nadie, fuera de los pobres estudian­
estudiantes que tienen que hacerme caso porque los voy a examinar, pero fuera
de ellos nadie que me haga caso (1983, p. 121).
Para terminar, sólo deseamos añadir que, el lector interesado en
como
conocer más de cerca la personalidad del doctor Kirchhoff, así corno
sus argumentos en favor del tema
terna que tan sucintamente hemos tocado
aquí, sacaría buen provecho leyendo la obra Paul Kirchhoff: principios
estructurales en el México antiguo, 113 p., 1983, Centro de Investi­
Investi.
con·
gaciones y Estudios Superiores en Antropología, que contiene las con­
ferencias que dictó en su curso de 1971. No fueron leídas sino expre­
expresadas de modo espontáneo, conversacional, sin inhibiciones cortantes,
hubielo cual les da una riqueza de matices que, de otro modo, no se hubie­
ran logrado. Es así como nos habla de sus aciertos y frustraciones
al decir que:
Lo malo es cuando, uno está sobre una pista, por mucho que uno in­
intente de oponer a cada argumento en favor de lo que uno cree, uno
en contra, uno no siempre lo logra. Por eso busca la discusión con
otros. Es decir, reconozco que ya desde algún tiempo ando sobre una
pista, y creo estar en lo justo, y se me hace cada día más difícil echar
todo para afuera, y comenzar de nuevo. Pero eso, obviamente, hay
que hacerlo, ¿ no? Es decir, un buen investigador no cree en todo
lo que él ha encontrado; yo tengo mis momentos buenos y mis mo­
momentos malos, malos en el sentido de que digo: ya lo sabes, y así
es ... ¿y qué? (1983, p. 17).
Más adelante añade sobre sus frecuentes contradicciones que:
i!
298
ALFONSO
VILLA
ROJAS
ORlGEl
... ustedes ya se han dado cuenta en las discusiones, que yo admito
cambiar continuamente y decir en un año lo contrario de lo que dije
hace tres años (p. 39).
OGB URN, Williar
1966 SocÍ4l c.
Detalles como éstos que se encuentran con frecuencia al través del
texto, nos van mostrando la esencia de su pensamiento y su esfuerzo
por ser objetivo. Sin embargo, su fe en el origen asiático de las culturas
mesoamericanas no cambio en ¡treinta años!
RoJAs RABIELA,
1983 Paul Ki
Book,~
SANDERS, Willian
1968 Mesoam
York.
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ORIGEN ASIÁTICO
ASIÁTICO DE
DE LAS
LAS CULTlJRAS
CULTURAS MESOAMERtCANAS
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1983 Pa!ll Kirchhoff: principios estructurales en el México Antiguo.
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William Fielding
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1966
1966 Social
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A Delta
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on metho­
lal de Amenca­
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rica: Homenaje
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Review 01
21
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