EL ORIGEN ASIÁTICO DE LAS ALTAS CULTURAS MESOAMERICANAS SEGÚN KIRCHHOFF ALFONSO VILLA ROJAS Las notas que aquí se presentan tuvieron su origen en la lectura del curso dictado por el doctor Paul Kirchhoff en la Universidad IberoIbero­ americana en 1971, es decir, un año antes de morir. El curso estuvo integrado por nueve conferencias que tuvieron como tema central el análisis de varias listas de dioses, del ordenamiento del tonalpohualli con sus días, dioses, y ritos; otra con las fiestas del año, meses, días, dioses, sacerdotes y sus dioses; finalmente, una tercera lista mostrando diversas combinaciones, fechas, fiestas, sacerdotes y otras actividades. El fin de todo esto era averiguar por qué se enumeraron dioses, temtem­ plos, sacerdotes y ritos en cierto orden, el cual resulta similar al que se encuenta en listas procedentes de China y de la India. De este modo se confrrmaba la presencia de culturas asiáticas en la formaci6n de 10 existente en América. Tomaron el curso 10 o 12 antrop6logos bien conocidos a nivel de doctorado; entre ellos son dignos de mencionarse Pedro Carrasco, Angel Palerm, José Lameiras, Andrés Fábregas, Johanna Broda, Margarita Nolasco, Mercedes Olivera y algunos más, todos los cuales se mostraron activos en controvertir la tesis del maestro, dando otras alternativas de interpretaci6n. Por buena suerte, el curso fue grabado y, más tarde (1983) editado por Teresa Rojas Rabiela en los Cuadernos de la Casa Chata del CIESAS. La lectura de este libro permite captar no 8610 las ideas sobresalientes del autor sino, también, su método de trabajo, su concepto del método científico, su psicología, carácter y cualidades como profesor. Desde luego, en este curso se mostr6 como profesor excelente, tranquilo, persuasivo y de gran paciencia ante las objeciones de sus alumnos. En cuanto a su actitud científica, tenía algunas fallas, entre ellas la de no aceptar el concepto de objetividad que es tan fundafunda­ mental en toda investigaci6n; he aquí sus palabras: Nunca he creído en la llamada objetividad de la ciencia; todos tenetene­ .mos ideas preconcebidas que a veces cambiamos, que a veces adquiriadquiri­ 290 ALFONSO VILLA ROJAS mos a los 25 años, y nos morimos con ellas y yo seguramente soy uno de ellos (Curso, p. 72-3). De ésto, el mismo Kirchhoff da un ejemplo cuando en respuesta a una crítica de Barthel a la ponencia que presentó en el Congreso de Americanistas de 1962 pidiéndole que probara lo que decía, KirchKirch­ hoff contestó: No lo puedo comprobar, simplemente llegué a la conclusión de que así debió haber existido y i punto! (p. 3-4). Debido a esta subjetividad en sus argumentos y a lo muy discutible de su tesis de estar en Asia los orígenes de las culturas maya y teotiteoti­ huacana, los especialistas en estas zonas lo pasaban por alto o lo criticriti­ caban duramente; es así como ni Morley, ni Kidder ni Thompson concordaban con sus ideas; el propio Kirchhoff refiere que, luego de mostrarle sus listas y ordenamientos a Thompson, éste se limitó a decirle: Pues Paul, tú eres un verdadero alemán, tú no sólo buscas orden, sino hasta encuentras orden donde no existe (p. 19). Entre los mexicanos tampoco tuvieron eco sus ideas difusionistas Mar­ y tanto Alfonso Caso, como Wigberto Jiménez Moreno y Pablo Martínez del Río, las rechazaron; Caso, especialmente, hizo una crítica devastadora de ellas en su ponencia al xxxv Congreso Internacional "Rela­ de Arnericanistas efectuado en México, 1962, con el título de "Relations between the Old and the New World: a Note on Methodology" (1964, p. 55-71). Más adelante volveremos a ella. Cabe añadir que, no obstante haber sido bien querido entre sus estudiantes, ninguno de ellos siguió sus huellas en este sentido. En cambio, sus estudios sobre etnografía de SuramérÍca y sobre etnohistoria de México fueron siem­ siempre de alta calidad y muy apreciados. Entrando ya en materia, cabe decir que para Kirchhoff nada de los altos logros que se encuentran en Teotihuacan, San Lorenzo o La Venta, resulta inteligible sin influencia llegada de Asia, pero no por accidente de barcos extraviados o de náufragos salvados, sino por bus­ viajeros de alto nivel (sacerdotes, nobles, filósofos, etcétera) que buscaban nuevos mundos para implantar su culto y sus conocimientos. A este respecto subraya que difiere de Heine-Geldern (otro de los gran­ granin­ des difusionistas) en el sentido de que mientras " ... él habla de influencias, yo hablo de importación j yo digo que todo esto un día fue importado" (p. 21). Poco después añade: "Yo soy uno de los difusio- ORIGEN nistas extremistas: turas, comenzarm miento nos dice ' Yo creo que 1 diferentes: una ningún papel, en Mesopotam llega una nuf'l o más bien de parte su intent cosa (p. 21-22 Es posible qu décadas atrás, pu mostrando su COI como él se había título de "El pro1 parte de una anl culturas, deidades entonces ya tenía culturas de Meso, culturales que ex opinión de que: Todo esto con. del surgimiento continente, tifIl más probable { culturas del Así Más adelante, En tanto en el de la observacÍ méricos complil de una irrigaci( regulares, y sur¡ el calendario y debido a sus al causa de que SI cultural. Es dif' qué fines práct ORIGEN ASIÁTICO DE LAS CULTURAS MESOAMERlCANAS :egurarnente soy uno l~do en respuesta ltó en el Congreso que decía, Kirch­ I conclusión de que lo muy discutible ras maya y teoti­ lOr alto o 10 criti­ ter ni Thompson :re. que, luego de e limitó a decirle: buscas orden, sino :feas difusionistas y Pablo Mar­ hizo Una crítica :so Internacional título de "ReJa­ n Methodolog y" abe añadir que ltes, ninguno d~ s estudios sobre co fueron siem­ lO chhoff nada de >an Lorenzo o Asia, pero no rados, sino por tera) que bus­ conocimientos. ro de los granhabla de in­ :to un día fue :fe los difus.io- 291 culnistas extremistas, que piensa que todas las civilizaciones, las altas cul­ (1 bid). Para concretar su pensa­ pensaturas, comenzaron en Mesopotamia" (1bid). miento nos dice que: Yo creo que todo ésto llegó a México en dos corrientes totalmente diferentes: una muy, muy antigua, en la cual la India y Java no tienen ningún papel, sino todo es China, y China con una fuente original en Mesopotamia. Y mucho más tarde, algo como mil años más tarde, llega una nueva versión de lo mismo, sea directamente de la India, o más bien de Cambodia o Java... Lo que encontramos aquí es en parte su intento de acomodar dos escuelas, dos versiones de la misma cosa (p. 21-22). Es posible que estas ideas hubiesen entrado en Kirchhoff desde décadas atrás, pues, ya para 1945, las da a conocer en breve artículo, mostrando su convicción de que las cosas debieron haber sucedido artÍCulo fue luego reproducido con el como él se había imaginado. El artículo título de "El problema del origen de la civilización mexicana", como parte de una antología que tiene por nombre México prehispánico: culturas, deidades y monumentos (1956, 911 p.). Como se verá, desde entonces ya tenía la idea (que no abandonó nunca) de que las altas culturas de Mesoamérica habían surgido de pronto, sin antecedentes culturales que explicaran su desarrollo. En este respecto, asienta la opinión de que: Todo esto conduce a una sola conclusión: si los primeros capítulos del surgimiento de la alta cultura americana no se encuentran en este continente, tienen que haber sido escritos en alguna otra parte. Y lo más probable es que se escribieron en una región cercana a las altas culturas del Asia, especialmente del Asia oriental o meridional (p. 100). Más adelante, poniendo como ejemplo el caso de los mayas, nos dice: En tanto en el Viejo Mundo el arte de dividir el tiempo sobre la base nude la observación sistemática' de los cuerpos celestes y de cálculos nu­ méricos complicados fue indudablemente el resultado de las necesidades de una irrigación en grande escala a la que obligaban las inundaciones regulares, y surgió en tomo de ella, en el Nuevo Mundo la astronomía, el calendario y las matemáticas de los Mayas, a quienes admiramos debido a sus adelantos tan extraordinarios, a la vez nos confunden a causa de que su existencia tiene lugar en medio. de un verdadero vacío cultural. Es difícil, por no decir imposible, para nosotros el comprender conociqué fines prácticos pudieron tener dentro de su cultura esos conocÍ­ 292 ALFONSO ~LLA ROJAS mientos; y de qué condiciones concretas pudieron surgir ... Tenemos resque recordar también que todos esos conocimientos de los Mayas res­ pecto al tiempo y al sistema de numeración, aparecen repentinamente antecomo toda la civilización maya. Y puesto que no encuentran sus ante­ cedentes en este continente, deben haber sido importados del exterior, es decir, deben haber venido del Viejo Mundo. No deja de sorprender que, para Kirchhoff, la civilización maya apareció "repentinamente", sin antecedentes que mostrasen su desarrollo autóctono, no obstante lo que, para entonces, ya venian aclarando los arqueólogos. Así, en 10 que toca a calendario y matemáticas, Alfonso Caso, basado en sus trabajos en Monte Albán, iniciados en la década de los treinta, nos informa que: .... . . un sistema de escritura y un calendario incluyendo el tonalpohualli y el año solar estuvieron ya en uso entre los antiguos mesoamericanos por lo menos hacia el año 600 a.C. Este calendario estaba por entonces tan formalizado y tan entretejido con otros aspectos muy avanzados piráde la cultura mesoamericana (cerámica, escultura en piedra, jades, pirá­ mides, palacios, etcétera) que debe haber sido el resultado de un largo desarrollo comenzado muchos siglos antes de la era cristiana (1964, p.63). El mismo Caso añade que es opinión de los arqueólogos que este horizonte preclásico debe haber comenzado por el año 1500 a.C. Cita el caso del horizonte llamado Las Charcas, Guatemala, donde se tiene la fecha de 1 200 a.C., mostrando que, por entonces, ya existia un sistema de escritura glífica. Tal horizonte es demasiado temprano para haber recibido el impacto de China. docuPor otro lado, Joyce Marcus (1976, p. 35-67) en su bien docu­ mentado artículo que lleva por título "The Origin of Mesoamerican Writing," nos presenta todo el proceso desde el formativo temprano (1 500-900 a.C.) hasta la monumental estela 3 de Piedras Negras (711 d.C.) con seis columnas de glifos. De manera que por lo que toca a ongenes ya se cuenta con datos suficientes para desechar la falsa idea de que la cultura maya surgió repentinamente. No obstante el material acumulado por los arqueólogos, Kirchhoff seguía trabajando arduamente en favor de su hip6tesis de juventud y, ya para 1971, cuando dictó el curso que hemos mencionado, sus ideas eran más precisas sobre el modo en que llegaron esos primeros difu­ difusores de la cultura asiática; he aquí sus palabras: ORIGEN Yo me imagin mente fueron en búsqueda • por su persona y un hombre ellos tenían jo Nosotros saben sionero, va COI madera, sino \ que llegó esta agregar algo a La versión aq ingenua, pues, al trega un pueblo . con la intención ( administrativa, dI grandes obras de y otras más, fue garon de China. ~ ... mucho de y no tiene expl (1983, p.SO). La misma exl dades mayas; sol ... No entiend. tástica obra dE dones, aut6cra Poco después ¿Hubiera sido Yo digo, ¡No! Su cerudumbJ greso Intemaciom co en 1962, pres a Great Religiow de demostrar que sus animales en 1 ORIGEN ASIÁTICO DE LAS CULTURAS MESOAMERICANAS ir... Tenemos los Mayas res­ repentinamente Iltran sus ante­ :lS del exterior, ilización maya n su desarrollo aclarando los ,ticas, Alfonso : en la década ~ tonalpohualli nesoamencanos Ni por entonces lDuy avanzados Ira, jades, pirá­ do de. un largo ristiana ( 1964, I • f Jogos que este :500 a.C. Cita 293 simpleYo me imagino que los barcos que llegaron, y no barcos que simple­ mente fueron arrastrados por corrientes y por aire, sino que fueron en búsqueda de algo; entre esos, había gente impresionante no s6lo 0010 por su personalidad, al fin y al cabo se ve un hombre que es un señor y un hombre que simplemente es un trabajador humilde; sino que ellos tenían joyas, tenían riquezas, se podían legítimamente presentar: Nosotros sabemos más que ustedes. Como un sacerdote que va de mi· sionero, va con una cruz y, si es posible no una cruz muy humilde de madera, sino una cruz muy fina con joyas, etcétera. Así me imagino que llegó esta gente, es decir, gente que dio la impresión que podían agregar algo a lo que ya existía. La versión aquí expuesta nos parece un tanto forzada, por no decir ingenua, pues, aparte de la dificultad del idioma, difícilmente se en· trega un pueblo tan sencillamente a invasores desconocidos que llegan con la intención de mandar. Precisamente este conocimiento de técnica administrativa, de saber mandar a los hombres para utilizarlos en las grandes obras de construcción, como pirámides, templos, observatorios lley otras más, fue 10 que caracterizó a esos grandes mandones que lle­ garon de China. Solamente así se pudo lograr, según nuestro autor que: ... mucho de lo que apareció en Teotihuacan, es obviamente nuevo y no tiene explicación anterior. Es fantásticamente semejante a China (1983, p.SO). ciuLa misma explicación ofrece para los grandes avances de las ciu­ dades mayas; sobre ellas asienta: fan... No entiendo cómo por un desarrollo autóctono pudo haber esa fan­ mantástica obra de La Venta o San Lorenzo. Para eso se necesitan man­ dones, autócratas de gran calidad, que impresionan con eso (p. 54-). Poco después añade de modo categórico: ¿Hubiera sido posible aquí, 10 que hubo, sin estímulos desde afuera? Yo digo, ¡No! ConSu certidumbre en este sentido era tan sólida que, en el xxxv Con­ Méxigreso Internacional de Americanistas, celebrado en la ciudad de Méxi­ co en 1962, presentó un trabajo con el título de "The Diffusion of a Great Religious System from India to Mexico", en el que trataba de demostrar que una clasificación calendárica de 28 dioses hindús y sus animal~ en 12 grupos, subdivididos en cuatro secciones, había sido 294 ALFONSÓVILLA ROJAS llevada de la India al Nuevo Mundo, de acuerdo con un sistema origi­ originado primeramente en China. En sus conclusiones.· asienta: . . Una clasificación calendárica de dioses y animales debe. haber llegado a México mucho antes de la clasificación específicamente Indú de la cual hemos hablado aquí; de este modo se explicaría su presencia en la cultura Maya Clásica que, según Heine-Geldern y Ekholm, sólo pudo venir de la costa sureste de China. Nueve años más tarde, en 1971, seguía refinando sus listas clasifi­ clasificatorias que mostraban la evidencia de sus conclusiones, según el curso que dictó en ese año. El tema 10 tenía como obsesión y, al preguntarle uno de sus estudiantes cómo había llegado a él, respondió: ... me cayó un día sin que yo 10 buscara, pero como fue una cosa que me cayó en contestación a un deseo que tenía desde mis años de estudiante, me cayó bien ... comencé a, no sólo a interesarme, sino a creer casi como una fe. en las Íntimas relaciones entre las civilizacio­ civilizaciones asiáticas y americanas (1983, p. 44). En cuanto a las refutaciones que solían hacérsele, la más demole­ demoledora fue la de Alfonso Caso en &U "Relations between the Old and New Worlds, a Note on Metodology", presentado en 1962 ene! mismo Congreso Internacional de Americanistas. Aparte de los datos que ya citamos .sobre la antigüedad de la escritura y el calendario, Caso añade la imposibilidad de cruzar el océano en un tiempo en que los chinos todavía no usaban la brújula para navegar. Ésta es mencionada por primera vez en documentos en el siglo IV d.C. y su utilización para navegar en tiempos muy posteriores. En· Europa, aunque los efectos del magnetismo eran conocidos desde el siglo V a.C., su empleo en la navegación no se conoció sino hasta el siglo xn d.C. Que los chinos brújula para navegar sino muy tardíamente, lo hace sa­ no usaron la brujula saber un viajero budista chino que regresó a Ch,ina de la India a prin­ principios del siglo v d.C., quien dice textualmente: "en el océano no hay manera de distinguir el Este del Oeste; solamente por observar el sol, la. luna y las estrellas era posible seguir adelante". Para nada hace mención de la brújula como instrumento de orientación. Como con­ conclusión Caso expresa: Hasta que sea demostrado que tales Viajes fueron posibles, o hasta que objetos mesoamericanos sean .encontrados en Asia u objetos asiá. ticos sean encontrados en .Mesoarnérica y asociados con las altas cul· ORIQEN J turas mesoamel conexión entre pos en que las (1964, p. 67) . El lector intere cho las Actas y M canistas (1964},·~ que se inclinan d( se que, en la actu punto de haber pa el volumen intituu Richard E. W. Ac Seminario efectua( once de los más d( De los quince tral ni tangencialmente con China o Indí para explicar el PI pos remotos del Pr sico Tardío (60Q..~ alcanzaron conclus algunos puntos ose tes del Viejo Mm Lo mismo pu~ liam T. Sanders y lution 01 a Civiliz. el IDJ a tratar la Ci básica es la de qll Mientras más gx pos, menos prol En primer luga sobre grandes ¿ gundo lugar esti sariamente útil e queólogos están ello (p. 59-60). Resumiendo lo se amplían los m~ métodos más rlgurc tesis referentes a 1 sistema origi­ nta: [l e haber llegado nente Indú de ía su presencia y Ekholm, sólo us listas clasifi­ según el curso al preguntarle ndió: () fue una cosa ;de mis años de lteresarme, sino e las civilizado- a más demole­ the Old and 62 en el mismo s datos que ya ia, Caso añade que los chinos lencionada por ltilizacÍón para que los efectos empleo en la los chinos 1 ORIGEN ASIÁTICO. DE LAS CULTURAS MESOAMERICANAS 295 turas mesoamericanas, no. podremos considerar como demostrada la conexión entre el Viejo y el Nuevo Mundo en aquellos remotos tiem tiem­• ..pos pos en que las altas culturas de este continente están siendo [onnadas formadas (1964, p. 67). El lector interesado en estas cuestiones puede consultar con proveprove­ cho las Actas y Memorias del xxxv Congreso Internacional de AmeriAmeri­ canistas (1964), que contiene otros trabajos bien ilustrados de autores que se inclinan de uno y otro lado de la controversia. Es de añadirañadir­ se que, en la actualidad, el interés por ésta ha ido bajando hasta el punto de haber pasado a un tercer término. Como prueba de ésto está el volumen intitulado The Origins 01 Maya Civilization, editado por Richard E. W. Adams, 1977, en el que aparecen los resultados de un Seminario efectuado en Santa Fe (EE.UU.) en 1974, al que asistieron once de los más destacados arqueólogos especializados en el área maya. De los quince trabajos que se incluyen en el libro ninguno se ocupa, ni tangencialmente, de la influencia que pudo haber tenido el contacto con China o India en tales orígenes. No se necesitó de tal hipótesis para explicar el proceso evolutivo de la cultura maya desde los tiemtiem­ pos remotos del Preclásico Temprano (2000-1000 a.C.) hasta el CláClá­ sico Tardío (600-900 d.C.). Debe indicarse, sin embargo, que no se alcanzaron conclusiones definitivas o finales, dado que aún quedaron agen­ algunos puntos oscuros, pero sin que ello sugiera la intrusión de agentes del Viejo Mundo. Wil­ Lo mismo puede decirse de las conclusiones alcanzadas por WilEvo­ liam T. Sanders y Barbara J. Price en su libro Mesoamerica: the EvoCivilization (1968), en el que dedican todo un capítulo, lution 01 a CivilizatiQn el m, a tratar la controversia entre difusión y evolución; su conclusión básica es la de que: gru­ Mientras más grande es la distancia en tiempo y espacio entre dos grupos, menos probabilidades hay de haber existido difusión entre ellos. En primer lugar está el problema de establecer o mantener contacto se­ sobre grandes distancias con medios primitivos de transporte; en senece­ gundo lugar está el que mucho de la cultura de un área no sería necesariamente útil o adaptable a otra. Creemos, por lo tanto, que los arar­ queólogos están en lo justo al exigir pruebas más concluyentes sobre ello (p. 59-60). Resumiendo lo antes dicho, puede asentarse que, en la medida que se amplian los materiales arqueológicos y etnohistóricos y se aplican hipó­ métodos más rigurosos a su análisis, resultan menos sostenibles las hipómesoamericana. tesis referentes a los orígenes asiáticos de la cultura mesoamerÍcana. 296 ALFONSO ~LLA ORJ ROJAS La creencia de Kirchhoff (y de todos los difusionistas) de haber sur­ surgido en un solo punto del Viejo Mundo las bases de toda civilización que luego se expandieron por el resto del planeta, anula toda la capa­ capacidad creadora y sentido de originalidad al reSto de la humanidad, lo cual se contrapone no sólo a la lógica sino, también, a la abundan­ abundancia de hechos establecidos. En el curso que dictó en 1971, Kirchhoff expuso su profesión de fe en los términos que siguen ~ Yo soy uno de los difusionistas extremistas, que piensa que todas las civilizaciones, las altas culturas comenzaron en Mesopotamia. Y sólo en parte entre los sumerios, mucho más que entre los babilonios; me gustan mucho más los sumerios que los babilonios, pero eUos fueron los grandes exportadores ( 1983) . En contraste con esta actitud están los reportes procedentes de antropólogos infonnando de numerosas similitudes que por su distri­ distribución geográfica, sólo pueden explicarse como invenciones paralelas. Entre ellas, Sanders y Price (1968, p. 61) citan: los clanes, la cou­ couvade, varios tipos de parentesco y ténninos correspondientes, patrones de matrimonio y otras más. Invenciones todavía más complejas, plena­ plenamente comprobadas, ocurridas de modo independiente dos o más ve­ veces, son citadas por Ogbum (1966, p. 85-6). El punto a este respecto ha quedado cerrado y ya pocos dudan que no pocas civilizaciones hubieron de surgir independientemente en lugares diversos de la tierra. En lo que toca a los mayas, Norman Hammond en artículo reciente que lleva por título "The Emergence of Maya Civilization" (1986), presenta una síntesis del largo proceso evolutivo que hubo de seguir esa cultura desde sus primeros pasos que se remontan a unos 8 ó 9 milenios antes de nuestra era, hasta su apogeo y decadencia. Por ésto llama la atención que un profesional de los merecimientos y capaci­ capacidades de Kirchhoff se hubiese mantenido aferrado a una idea a todas luces periclitada. Como ya dijimos, su empeño por encontrar las pruebas inequÍvocas de su hipótesis le llevó varias décadas y toneladas de trabajo que, según su confesión, le causaban insomnio de vez en cuando. Nunca publicó un volumen que resumiera sus hallazgos, aunque sí acumuló cerros de notas, papeles, mapas, diagramas y listas, muchas listas, de clasificación de hechos, fechas, dioses, templos, ritos y de cuanto fuese posible clasificar con miras a mostrar un ordenamiento consciente de escritodo ese material. La riqueza de lo reunido podría dar base para escri­ bir, por lo menos, veinte tesis de ma.estría y doctorado, según aseguraba a sus estudiantes. Por otro datos COI reente las ft dones de pr tigador. Es los hechos p d~ ¿Pero qu nas, si !al y esclare( Historia' No se c como si ello poco caso. ] Hasta la tes que ti de ellos 1 Para ter conocer mru sus argumen aquÍ, sacaría estructurales gaciones y :E ferendas qUI sadas de m( lo cual les d ran logrado. al decir que Lo malo tente de en cont.. otros. Es pista, Y e todo par; que hae( 10 que é mentos 1 es ... ¿y Más ad 1) de haber sur" toda civilización la toda la capala humanidad, t, a la abundan­ 1971, Kirchhoff ISa que todas las lpotamia. Y sólo 16 babilonios; me ¡>ero ellos fueron •procedentes de le por su distri­ pones paralelas. i clanes, la cou­ üentes, patrones j>mplejas, plena­ , dos o más ve­ ~ a este respecto las civilizaciones rsos de la tierra. reciente (1986) , de seguir a unos 8 ó 9 Por ésto ORIGEN ASIÁTICO DE LAS CULTURAS MESOAMERICANAS 297 Por otro lado, no deja de ser paradójico que su búsqueda febril dt': datos con los fines citados, lo hubiese llevado a revisar minuciosa­ minuciosa~ mente las fuentes antiguas de la historia de México y lograr aporta­ aporta~ ciones de primera importancia que realzaron su prestigio como inves­ inve~ tigador. Es por ello que Jiménez Moreno (1979, p. 25), al narrar los hechos principales de su vida, nos dice: ¿ Pero qué importa que no haya dejado obras de centenares de pági" pági~ nas, sÍ' las que escribi6, escribió, sucintamente, aportaron orientaciones decisivas y esclarecieron en muchas ocasiones -como en "Los Pueblos de la Historia Tolteca-Chichimeca"- problemas de ardua clasificación? No se cita para nada sus trabajos de "difusionista extremista", como si ello manchara su hoja de servicios; en ese respecto se le hacía poco caso. El mismo Kirchhoff dice: Hasta la fecha no he encontrado a nadie, fuera de los pobres estudian­ estudiantes que tienen que hacerme caso porque los voy a examinar, pero fuera de ellos nadie que me haga caso (1983, p. 121). Para terminar, sólo deseamos añadir que, el lector interesado en como conocer más de cerca la personalidad del doctor Kirchhoff, así corno sus argumentos en favor del tema terna que tan sucintamente hemos tocado aquí, sacaría buen provecho leyendo la obra Paul Kirchhoff: principios estructurales en el México antiguo, 113 p., 1983, Centro de Investi­ Investi. con· gaciones y Estudios Superiores en Antropología, que contiene las con­ ferencias que dictó en su curso de 1971. No fueron leídas sino expre­ expresadas de modo espontáneo, conversacional, sin inhibiciones cortantes, hubielo cual les da una riqueza de matices que, de otro modo, no se hubie­ ran logrado. Es así como nos habla de sus aciertos y frustraciones al decir que: Lo malo es cuando, uno está sobre una pista, por mucho que uno in­ intente de oponer a cada argumento en favor de lo que uno cree, uno en contra, uno no siempre lo logra. Por eso busca la discusión con otros. Es decir, reconozco que ya desde algún tiempo ando sobre una pista, y creo estar en lo justo, y se me hace cada día más difícil echar todo para afuera, y comenzar de nuevo. Pero eso, obviamente, hay que hacerlo, ¿ no? Es decir, un buen investigador no cree en todo lo que él ha encontrado; yo tengo mis momentos buenos y mis mo­ momentos malos, malos en el sentido de que digo: ya lo sabes, y así es ... ¿y qué? (1983, p. 17). Más adelante añade sobre sus frecuentes contradicciones que: i! 298 ALFONSO VILLA ROJAS ORlGEl ... ustedes ya se han dado cuenta en las discusiones, que yo admito cambiar continuamente y decir en un año lo contrario de lo que dije hace tres años (p. 39). OGB URN, Williar 1966 SocÍ4l c. Detalles como éstos que se encuentran con frecuencia al través del texto, nos van mostrando la esencia de su pensamiento y su esfuerzo por ser objetivo. Sin embargo, su fe en el origen asiático de las culturas mesoamericanas no cambio en ¡treinta años! RoJAs RABIELA, 1983 Paul Ki Book,~ SANDERS, Willian 1968 Mesoam York. WHI'rE, Leslie A. 1949 The Scu BIBLIOGRAFtA AnAMS, Richard E. W. 01 Maya civilization, University of New Mexico Press. 1977 The Origins 01 Albuquerque. Alfonso CASO, Alfonso metho1964 "Relations between the Old and New World: a note on metho­ Americadology", Memorias del xxxv Congreso Internacional de Amenca­ nistas. México, p. 55-71. HAMMOND, Norman 01 Maya Civilization, "Scientiíic American," 1986 The Emergence 01 agosto, 1986, p. 98-112. JIMÉNEZ MORENO, Wigberto 1979 "Vida y acción de Paul Kirchhofr', en: Mesoaménca: Mesoamérica: Homenaje al Dr. Paul Kirchholl. Instituto Nacional de Antropología e His­ Historia, México, p. 11-25. 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L William Fielding Fielding William 1966 1966 Social Social change: change: with with respec& respec& to to cultural cultural and and original original nature. nature. A A Delta Delta Book, N New ew York. York. Book, William T. y Barbara J. Price 1968 Mesoamerica: the evolution 01 a civilization, Random House, New York. SANDERS, SANDERS, WHITE, Leslie A. 1949 The Science 01 Culture, Grove Press, New York. 't Mexico Press. on metho­ lal de Amenca­ !lOte fic American," rica: Homenaje topología e His- Review 01 21 21 ALGUNOS PR( EN LA D1 U no de los fenól tocante a la infiJ sulta atractivo de Lingüísticamente mológico de los sintácticos y semá etnohist6ricamentl el testimonio de 1 expresión de una El presente tr caso concreto de : Para ello se eligió de Sahagún y SUl María Garibay: Sahag6n, con : para conocer ( la Conquista. 1 se advierte ya ~ dos en la trao: primeros nahua ser Sahag6n el yor cantidad d~ 1 John Lyons SOl por lo que su estruc refleja las distincione tiva. La semántica, 11 '2 Ángel María ( general de las cosas ( p.20.