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MENORES IMPÚBERES
(Jornadas Notariales de Córdoba
Villa María, agosto de 1972)
Luis Moisset de Espanés
PONENCIA
1º)
Los
menores
impúberes
son
personas
absolutamente
incapaces (art. 54, inc. 2, Código civil) y sus actos son nulos
(art. 1041 y su nota), de nulidad absoluta por carecer de
discernimiento (art. 921).
2º) Los menores impúberes no pueden administrar ni disponer
de sus bienes, ni desempeñarse como mandatarios, y sólo se admite
que realicen los “pequeños contratos de la vida cotidiana”,
porque para ese tipo de actos no se requiere ningún discernimiento particular.
FUNDAMENTOS
La ley 17.711 no ha modificado en lo más mínimo la
diferencia que se traza en nuestro Código entre los incapaces
absolutos y los incapaces relativos de hecho1; en consecuencia
los
menores
impúberes
siguen
siendo
considerados
incapaces
absolutos de hecho2 porque carecen de discernimiento3.
Pues bien, las corrientes más modernas de la doctrina
insisten en que el menor
-aunque sea impúber- pueda realizar
contratos de pequeña importancia, tendientes as satisfacer las
necesidades de la vida cotidiana. Esta doctrina ha encontrado eco
1
. Se ha afirmado que la distinción había sido suprimida (ver Carlos
A. R. LAGOMARSINO: “Los pródigos en la reforma del Código civil”, E.D. 23902); pero no sólo se mantiene, sino que -además- es conveniente (ver nuestro “Incapacidad absoluta e incapacidad relativa de hecho. Necesidad de la
distinción”, en Jus, Nº 17, p. 27-45.
2
. Artículo 54, inciso 2.
3
. Artículo 921.
2
en nuestro país en la obra de reputados juristas4.
Diariamente puede observarse que niños menores de 14
años viajan en los transportes colectivos y pagan su boleto;
asisten a espectáculos públicos, como cines y centros infantiles,
y pagan su entrada; efectúan compras en carnicerías, verdulerías
o mercados; e, incluso, disponen de su propio dinero para
efectuar pequeñas compras de golosinas, juguetes, etc., es decir
celebran “pequeños contratos” de uso diario, que tienen validez,
pese a que el Código afirma que los actos realizados por un menor
impúber son nulos5.
En realidad, aunque la interpretación literal del
Código
permita sostener la nulidad de esos actos, a nadie se le
ocurriría demandarla, pues aquí resulta aplicable el aforismo que
reza: “de lo ínfimo no se ocupa la justicia”6, sólo si el acto
causase perjuicio a los intereses del menor podría reclamarse su
nulidad; pero, normalmente, ¿qué daño puede surgir de esos
pequeños contratos?
Al indagar en el Derecho Comparado encontramos normas
sumamente interesantes, que se vinculan con este problema. Así
vemos que el Código civil húngaro, en el inciso 2º del artículo
18, establece que los menores impúberes pueden realizar contratos
de menor importancia, tendientes a satisfacer las necesidades de
la vida cotidiana:
“Art. 18.- Las declaraciones jurídicas de una persona
absolutamente incapaz son nulas y sin efecto: su representante legal actúa en nombre de ella.
2. Los contratos de pequeña importancia celebrados por
una persona absolutamente incapaz, y ya ejecutados, no
4
. Ver Alberto G. SPOTA: “Contratos”, ed. Esnaola, Buenos Aires,
1964, T. IV, p. 172; Guillermo A. BORDA: “Parte General”, 2ª ed., Perrot,
Buenos Aires, 1955, T. I, Nº 459, p. 351; Jorge J. LLAMBÍAS, “Parte
General”, 2ª ed., Perrot, Buenos Aires, 1964, T. I., Nº 590, p. 384.
5
. Artículo 1041 y su nota.
6
. De minimus non curat pretor.
3
deben considerarse nulos y sin efecto, cuando se trate de
contratos corrientes en la vida cotidiana y cuya conclusión
no necesita ningún discernimiento particular. ...”.
También el código polaco admite, en el inciso 2º
del artículo 14, la validez de los contratos que entran en la
categoría de los menudos negocios corrientes, salvo que acarren
graves daños para le menor:
“Art. 14.- § 1.- El acto jurídico realizado por una
persona que no tiene capacidad de ejercicio es nulo.
§ 2.- Sin embargo, cuando la persona que no tiene
capacidad de ejercicio ha celebrado un contrato comprendido
en la categoría de los contratos que comúnmente se celebran
para los pequeños negocios corrientes, el contrato adquiere
validez en el momento de su ejecución, salvo que ocasione
grave lesión a la persona carente de capacidad de ejercicio”.
Hemos
reproducido
estas
normas
porque
ellas
nos
suministran las verdaderas razones por las cuales no se invalidan
esos pequeños contratos, a saber:
a) Que para ellos no se requiere ningún discernimiento
especial, lo que posibilita que sean efectuados por personas a
las cuales el Código reputa carentes de discernimiento, como son
los menores impúberes;
b)
Que
las
prestaciones
se
hayan
realizado
de
manera
efectiva; y
c) Que ellas no acarren grave daño al incapaz.
Las propias características de la excepción corroboran
nuestra afirmación de que en la hipótesis general los menores
impúberes no pueden realizar ningún acto de disposición, ni de
administración, y que si los efectuasen estarían viciados de
nulidad manifiesta y absoluta, ya que la falta de discernimiento
los convierte en “no actos”.
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