Introducción:

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Introducción:
La idea de crear acuerdos sólidos entre Argentina y Brasil era una idea con historia,pero por diversas
circunstancias no concretada. En l985 los dos gobiernos, los primeros libremente electos después de períodos
con ausencia de democracia, enfrentaban la necesidad de reorientar sus economías.
El enorme peso de la deuda externa contraída en los años anteriores, la falta de nuevos créditos, la necesidad
de hacer grandes inversiones para modernizarse y para competir en el mundo, llevó a comprender que este
proceso de reconversión y expansión tendría más ventajas si era encarado en forma conjunta.
Sobre esta base a fines de l985 los Presidentes Alfonsín de Argentina y Sarney de Brasil, ratifican la voluntad
de encarar el futuro en conjunto y con ello crean el marco político para que se exploren caminos de acuerdo.
Una idea central era que este acuerdo debía servir no para cerrarse sobre sí mismos sino para dar mayores
oportunidades para que las economías de los dos países y, en definitiva el conjunto, saliera a integrarse al
mundo. La idea de un acuerdo económico y político de esta naturaleza creaba escepticismo y dudas.
Escepticismo, porque nuestros países venían, como otros de América Latina, de una experiencia de acuerdos
no exitosos o de resultados muy limitados como fueron la ALALC (Asociación Latinoamericana de Libre
Comercio) integrada por 11 países en los años 70 y su sucesora −aun existente− la ALADI (Asociaciones
Latinoamericanas de Integración) lanzada en los años 80. Dudas, porque en l986, salvo la excepcional
experiencia de la Comunidad Económica Europea, no había otras experiencias de integración relacionadas con
economías relativamente desarrolladas o de desarrollo intermedio. En l986 no existía el acuerdo entre Estados
Unidos y Canadá, menos aun por supuesto el Nafta que une estos dos países con México, e incluso la CEE
(Comunidad Económica Europea) pasaba por momentos difíciles.
En ese sentido los acuerdos de Argentina−Brasil, que juntos representan el 95 % de la influencia dentro de lo
que desde l990 es el Mercosur, fueron pioneros de lo que se denomina regionalismo abierto, es decir
integrarse para, a su vez, relacionarse mejor con la economía internacional.
Los compromisos de l986 se profundizan con un tratado aun más amplio en l988 y finalmente el éxito
obtenido por los acuerdos de integración entre Argentina y Brasil, así como el tratamiento especial que ambos
países le dieron durante este lapso a Uruguay, lleva a que en l991 se firme el Tratado de Asunción que agrega
al proyecto integrador como miembro pleno a Uruguay e introduce por primera vez a Paraguay. Estos cuatro
países adoptan además formalmente para el acuerdo de integración la denominación de Mercosur (Mercado
Común del Sur).
Junto con la ampliación del tratado se acortan los plazos de integración interna, reduciendo el grueso de los
impuestos al comercio entre los países al cero por ciento en cuatro años y se le da a esta rebaja gradual un
cronograma automático. La reducción de aranceles (impuestos al comercio) pasan así a tener más peso que la
combinación de políticas de tipo sectorial y rebaja de aranceles.
Cuando el proyecto comenzó, el comercio entre los socios (los países) era menor a los 2.000 millones de
dólares. A fines de l994 (ocho años y medio después de iniciado) el comercio era ya de casi 12.000 millones
habiéndose multiplicado por seis. En pocos años más, hacia inicios del siglo próximo el comercio interno será
del orden de 30.000 millones de dólares y al mismo tiempo se habrán creado mejores condiciones de
competencia comercial en y con el resto del mundo.
Por sobre los datos económicos hay además un profundo cambio cultural. La comprensión de la importancia
de destinos comunes y en lo económico de las ventajas de trabajar juntos.
Ambas economías prácticamente se habían ignorado hasta ese momento. Por sorprendente que parezca
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después de más de 120 años de vecindad, recién en l987 se realiza la primera exposición de productos
industriales argentinos en Brasil. Por supuesto la cercanía geográfica no cambió de manera sustancial, pero la
percepción de vecindad −que es un hecho cultural− fue total y positivamente
Mi objetivo en este trabajo es contemplar el hoy por hoy del Mercosur, desde cuatro puntos importantes: el
intercambio con Brasil; la relación con otros mercados; la Brasil−dependencia; y la ultima crisis económica
mundial, para luego intentar decidir si se esta cumpliendo con lo que se esperaba allá por el `85 e intentar
pronosticar que se puede esperar del Mercosur en adelante.
El intercambio con Brasil
Las claves y las trabas.
Para entrar como empresa en el mercado brasileño no es suficiente con hablar un fluido portuñol y aterrizar en
San Pablo bien dispuesto. El mayor mercado de América latina y el tercer consumidor del mundo en muchos
sectores (después de Estados Unidos y algún país europeo) se ofrece como una mina de oro para las empresas
argentinas, acostumbradas a actuar con demandas cinco veces menores de las que potencialmente ofrece el
Brasil. Pero hasta el momento, las empresas argentinas que se instalaron en Brasil suman apenas un centenar.
La importancia radica en que hacer negocios en Brasil es no sólo "una necesidad para crecer", sino también
una oportunidad para ganar experiencia internacional. La globalización acelera este proceso, las empresas en
su propio país están amenazadas por la competencia de nuevos jugadores globales, por lo que regionalizarse y
actuar en un país como Brasil puede ser una medida adecuadamente defensiva para alcanzar una mejor
competitividad.
Las empresas argentinas se fueron acomodando en el mercado desde los 70, cuando se instalaron algunos
frigoríficos o una empresa de construcción, como Techint. En los 80 y tantos, se sumaron industrias de
alimentos (Arcor) e Impsat. Y en el 90 comenzamos con todos los ejemplos de las alimentarias y lácteas
(Canale, SanCor, La Serenísima, etc), los intercambios de las industrias de autopartes y todo el fenómeno que
explota a partir del proceso de privatización y desregulación del gobierno brasileño. Por ejemplo, allí aparecen
Sideco, Roggio, últimamente YPF con la apertura de Petrobras, o Perez Companc. YPF fue autorizada por la
Secretaría de Energía a exportar gas natural a Brasil por 20 años, para abastecer una central térmoeléctrica que
se construirá en Uruguayana (Estado de Rio Grande Do Sul). El combustible saldrá del yacimiento de Loma
de la Lata, en Neuquén, y será transportado por Transportadora de Gas del Norte (TGN) y Transportadora de
Gas del Mercosur. La solicitud presentada por la petrolera contempla la exportación de un volumen de hasta
2.800.000 metros cúbicos de gas por día, a partir de diciembre de 1999, hasta completar un volumen total de
18.300 millones de metros cúbicos. Según lo dispuesto por la resolución de la Secretaría de Energía para la
exportación de gas natural, YPF deberá certificar, un año antes de que finalice la concesión, la incorporación
de reservas comprobadas.
Pero en privatizaciones, las empresas argentinas han participado muy poco. (Según el Banco Nacional
de Desenvolvimento Económico e Social, menos del 0,3 % del capital total invertido.) Están trabajando
algunas empresas argentinas en peaje, en subtes y trenes. Se participa en aquellos sectores en los que en el
propio país se pudo hacer experiencia. Chile, por ejemplo, tiene muchos más capitales invertidos en Brasil
en ese tipo de operaciones, fundamentalmente en energía eléctrica. Estamos hablando de una típica empresa
multilatina, Enersis, que basada en un know how, experiencia y un acceso al capital proyecta su actividad al
crecimiento en otros países.
Hay casi cien empresas argentinas instaladas actualmente en Brasil. Pero según la Fundación Invertir, entre el
95 y el 2000 se invertirán 2000 millones de dólares argentinos en Brasil. Tanto con instalaciones industriales
o comerciales de porte como comprando empresas brasileñas. Un centenar de empresas no es una cifra
demasiado grande para lo que debería ser. Es incipiente, quizá, pero es un proceso que está creciendo
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geométricamente en estos años.
La incógnita es cuándo van a acceder las Pyme al proceso. Las Pyme tienen un proceso similar a las grandes,
pero más demorado en el tiempo. Por dos razones: porque a veces la presión competitiva de las grandes
empresas internacionales les llega más tarde, porque ocupan nichos
de mercado particulares. O porque para poder enfrentar el desafío de regionalizarse hay que mejorar el
management, y muchas veces las Pyme están muy absorbidas por el armado de equipos de trabajo que les
permiten abordar nuevas aventuras. Cuando esto comience a cambiar, la cantidad de empresas argentinas en
Brasil se va a multiplicar rápidamente.
¿Cuanto le falta al mercado brasileño para liberalizarse? Sin duda, le falta más que al mercado argentino.
En Brasil existen regulaciones explícitas y las implícitas. Entre las explícitas están las que imponen
determinadas condiciones para que las empresas extranjeras puedan actuar, como en el sector de la
construcción (capital mínimo y ciertas condiciones para poder acceder a licitaciones). Pero luego están las
condiciones implícitas, creadas por un cierto sentimiento o concepción de la economía, en las cuales prevalece
esa defensa de lo nacional. En algunos casos son directamente trabas, como en el sistema bancario. En otras,
es simplemente una mayor dificultad de acceso. Influye también el hecho de que a algunas empresas les falta
capacidad de management y tiempo para invertir en conocer el mercado profundamente. Y no tienen las armas
para superar esas barreras que muchas veces no están claras. Hubo empresas que se animaron porque el
mercado era atractivo, tuvieron buenos resultados iniciales, luego empezó a aparecer traba tras traba hasta que
desistieron y dijeron: Brasil es imposible. Hay pocas empresas argentinas que conocen y saben operar bien en
Brasil.
Ventajas y desventajas
¿Cuáles son las ventajas que tiene una empresa argentina en comparación con una norteamericana o
europea en Brasil?
En algunos sectores, los marcos legales o las condiciones de licitación son más inestables de lo que pueden ser
en Estados Unidos o Europa, y los empresarios argentinos están más acostumbrados a moverse y convivir con
esos marcos, evaluando mejor el riesgo real. Otra ventaja es la proximidad geográfica, que crea relaciones
entre empresarios, que pueden generar negocios en un futuro.
¿Y las desventajas?
Aparecen si el conocimiento técnico requerido es muy estricto. O si en las privatizaciones las regulaciones
que se imponen exigen algún tipo de experiencia previa o volumen que a veces las empresas argentinas no
pueden enfrentar y las extracontinentales sí.
Envíos argentinos, con trabas
"Hay mucha preocupación". Las tres palabras del vicepresidente de la Cámara de Comercio
Argentino−Brasileña, Alberto Alzueta, son muestra suficiente del ánimo que están viviendo los empresarios
argentinos que dependen del Brasil para mantener su actividad.
La preocupación tiene dos explicaciones: por un lado se teme que el Brasil comience a dificultar la entrada de
productos argentinos y, por el otro lado, que la recesión recorte el mercado a algunos sectores de la
producción argentina que viven de los consumidores brasileños.
Hace dos días que en el paso fronterizo de Uruguayana hay camiones con 1000 toneladas de leche en polvo
argentina y uruguaya, que no están siendo autorizadas a ingresar. Otros seis camiones de Sancor, con quesos y
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leche, también están detenidos sin previsiones de autorización de ingreso. Se les piden documentos que antes
eran pasados por alto.
Mientras, plantas automotrices de la Argentina debieron reducir su producción y hasta dar vacaciones
colectivas ante la caída de la demanda en el mercado brasileño.
La primera señal de alarma llegó cuando el Banco Central brasileño debió aumentar las tasas de interés a casi
el 50 por ciento. El encarecimiento del crédito generó casi automáticamente una desaceleración de la
economía. Si ya el enfriamiento era grave −este año el país crecerá 2%−, después del aumento de las tasas el
panorama es más opaco.
La segunda señal de alarma llegó cuando el Ministerio de Industria y Comercio brasileño decidió restringir las
importaciones para mejorar la balanza comercial −que tiene un déficit de 4% al año−.
La medidas tomadas incluyen un aumento del control sanitario sobre los alimentos y productos ligados a la
salud; la obligación de cumplir con normas de calidad exigidas para los productos locales y aumento de
controles sanitarios y fitosanitarios. Además, a partir de octubre todas las empresas que quieran exportar al
Brasil deberán tener un capital mínimo de 45.000 dólares, además de probar "libres de deuda" con el país o
los Estados.
"El problema es que a todas estas medidas hay que leerle las entrelíneas", comentó el presidente de Multiport
(comunicaciones) se dedica a la importación y exportación de productos en el Mercosur. "Esto funciona así:
llega la orden de Brasilia de frenar todo lo posible, y aunque todo el mundo niega que esa orden exista, las
importaciones empiezan a trabarse. Las autorizaciones, que hoy se consiguen en menos de una semana,
pueden llegar a demorar 90 días. Así consiguen mejorar la balanza comercial del trimestre".
Para los empresarios argentinos "estas actitudes no son una novedad, pero creíamos que ya estaban superadas
en el Mercosur".
Aunque las medidas son principalmente dirigidas a reducir las importaciones de Asia, podrán llegar a afectar a
los productos argentinos.
Casi todas las importaciones argentinas van a sufrir algún tipo de inconveniente", pero apostó que los
productos agrícolas podrán padecerlos más.
Según el gerente de Ventas de Sancor Brasil, las medidas restrictivas lanzadas "ya nos están provocando
problemas".
La Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA) opinó ayer que se hace necesario asumir la
defensa del Mercosur ante restricciones paraarancelarias que adoptan las autoridades brasileñas.
"La Portaria (decreto) 772/98 de Brasil, que dispone licencias previas y no automáticas de importación, afecta
a muchos productos argentinos y destruye al Mercosur.
La Cámara de Informática y Comunicaciones de la República Argentina cuestionó ayer la incorporación de
productos del sector al sistema de inspección de preembarque en origen. "Esta resolución aumentaría los
tiempos, procesos y costos de importación de productos de alta tecnología, generando gastos que no
contribuyen a reforzar la estructura aduanera".
Pero antes de que los empresarios argentinos llegaran a plantear una queja formal, Brasil decidió, de una hora
para otra suspender, la exigencia de una nueva licencia para exportar a su país. La medida, que le habría
complicado la entrada en Brasil a un universo de 2000 millones de dólares en productos argentinos, había sido
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publicada un día antes en el Boletín Oficial brasileño.
La positiva actitud brasileña fue tan rápida que, cuando la Unión Industrial Argentina estaba pensando en las
protestas, la medida ya había sido suspendida. El comportamiento de la Cancillería y el Ministerio de
Industria brasileño, que jamás había respondido con celeridad a los reclamos argentinos en el sector
comercial, puede tener dos motivos: el primero, tendría que ver con un agradecimiento de Brasil al apoyo que
la Argentina ofreció en las negociaciones con el FMI en Washington. El segundo, tiene más que ver con el
futuro próximo: Brasil necesitará respaldo de todo el Mercosur para enfrentar muchos meses más de crisis y
ajuste.
La Cámara de Comercio Exterior de Brasil (Camex) decidió posponer, al menos por una semana, el doble
pedido de licencias de importación. Los ministerios de Salud y Agricultura habían lanzado una resolución
conjunta con una lista de cientos de productos alimentarios, farmacéuticos, químicos e industrializados a la
que se les exigiría una nueva licencia, además de la ya clásica "licencia previa".
La resolución afectaba a un universo de 5000 millones de dólares en productos que llegan a Brasil, de los
cuales 2000 millones provienen de la Argentina.
El embajador argentino en Brasil había sido informado personalmente de que la doble licencia "no será
aplicada por el momento y le garantizaron que no la iba a usar". De todos modos, los argentinos tiemblan al
pensar que en un par de semanas, los decretos podrían reaparecer. Esta resolución aumentaría los tiempos y
costos de importación, muy notablemente.
Pero según el diplomático, "los argentinos que se están preocupando con este tipo de medidas están mirando
los centavos y dejando pasar los millones. Lo importante aquí no son estas resoluciones, sino la supervivencia
del real. Si el Brasil no aguanta el ataque especulativo, la política comercial se va a los caños en bloque. No
debemos ponernos nerviosos por cuestiones de política comercial, sino apoyar en todo lo que podamos a
Brasil para que el país pueda resistir las dificultades que está enfrentando. Si nos causan algún daño, va a ser
en contra de su voluntad.
Lo que hay por detrás de todo esto es una lucha por la imagen, un frase que es casi vox populi entre los
argentinos establecidos en Brasil y entre los importadores en general, se explica de la siguiente forma: "el país
importa por mes 5000 millones de dólares y exporta 4500 millones. Si consiguen frenar de alguna forma la
entrada del 10% de los productos ya obtienen superávit. Ese superavit mostraría para el exterior una imagen
de salud comercial".
Este tipo de medidas como la que amenazara adoptar Brasil y pone trabas para productos químicos,
medicinales y alimenticios, con la posibilidad den extenderse a textiles y calzado; Brasil las adoptó, con el
objetivo de equilibrar su balanza comercial.
Pero siempre se resolvieron con una negociación −que en dos oportunidades obligó al presidente Menem a
viajar a Brasil− en las que se logró que se excluya al Mercosur. La medida brasileña choca con el Protocolo de
Ouro Preto, que exige que se consulte previamente a los países miembros del bloque la exigencia de estas
licencias previas, y la de no trabar el comercio.
Una aparente solución para futuros conflictos es declarar comercio interior a todas las transacciones entre
países del Mercosur. Es obvio que no podemos ir a gritarle a Brasil que lo dejaremos sin nuestro mercado,
porque no tenemos con qué amenazarlos. Hay que negociar.
Más trabas para el sector azucarero
El sector azucarero argentino se niega a incorporar al azúcar dentro del régimen de Mercosur. Considera que
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la caña brasileña está subsidiada y no está dispuesto a negociar en tanto el país vecino mantenga una fuerte
intervención estatal en beneficio del sector. Los empresarios argentinos dicen no temer a competir en igualdad
de condiciones, ya que la industria local ha logrado mejorar su eficiencia y competitividad. Sin embargo,
argumentan que el subsidio ha permitido a los brasileños expandir su producción y ahora necesitan exportarla
a cualquier precio, lo que produciría un grave problema en el noroeste argentino.
El programa Proalcool se inició en Brasil en 1975, destinado a reemplazar nafta por alcohol elaborado con
caña de azúcar, a fin de sustituir la importación de petróleo, que por entonces parecía no tener techo en sus
cotizaciones. Pero la realidad fue llevando a un aumento de la producción de azúcar que resultó más rentable
que el alcohol. El Proalcool permitió a Brasil elevar la producción de caña de azúcar de 68 a 330 millones de
toneladas.
Los productores del país vecino niegan la existencia de subsidios y presentaron un reclamo ante el Ministerio
de Relaciones Exteriores de Brasil, en el que exige que se comience a reducir el arancel que paga el azúcar
por ingresar en el país, ahora del 23%, y que debería llegar a cero en el 2001. Además, pidieron que se los
indemnice por los perjuicios causados por la demora en la integración del azúcar al Mercosur.
Recordemos sin embargo, que en el acuerdo de Ouro Preto, la Argentina y Brasil convinieron efectuar la
integración del azúcar, pero neutralizando las asimetrías y distorsiones existentes. La Argentina no tiene nada
que indemnizar porque el Proalcool constituye una competencia desleal. En todo caso, ellos deberían
indemnizarnos porque con el subsidio han creado una sobreproducción de azúcar que provocó una gran
depresión en los precios internacionales.
Relación con otros mercados y bloques económicos
En el Mercosur, la apertura de los mercados brasileño y argentino ha traído creciente competitividad. Eso
prepara para la globalización.
Para entrar en este juego, las empresas deben tornarse más competitivas. Por lo que deberían ser más fuertes
en sus operaciones. Los gerentes son buenos estrategos, pero deberían prestar más atención al desempeño
operacional. Tendrían que apuntar más a los negocios internacionales, prestar más atención a los recursos
humanos, administrar, desarrollar, entrenar a la gente, enfocar más el diseño y la calidad de los productos y las
mejoras en general.
En el campo de las inversiones no hay una única alternativa para las compañías europeas. Europa central, de
Polonia a Armenia, es un mercado bastante natural para los europeos; siempre lo fue. Dentro de 10 años, esa
zona será parte de la Unión Europea. No nos podemos permitir no estar allí. Rusia es una historia diferente,
porque es un país de alto riesgo, lo mismo que Ucrania o Bielorrusia. Probablemente serán atractivos para la
inversión internacional de aquí a 10 años. Por lo tanto no son alternativas reales de América del Sur. Si uno
busca alternativas de inversión, por ejemplo para las compañías alemanas, puede ver que la mayor parte, el 50
o el 60 por ciento, va a la Unión Europea, el 20 por ciento a América del Norte, alrededor del 6 o 7 por ciento
a Europa central y el resto se distribuye entre Asia, América del Sur y otras áreas del mundo. De modo que no
se puede decir que haya un aumento importante en la inclinación hacia Europa oriental. Aquí se teme que,
con el euro, Europa se concentre sobre su propio mercado y que América latina sea una de las regiones
que más sufra por eso. Pero se pronostica que la primera consecuencia del euro será un más alto grado de
competitividad de las economías europeas en general. Esto, por supuesto, hace que Europa absorba
capacidades gerenciales y capitales. Pero la segunda consecuencia, después del cambio estructural, será una
economía en crecimiento, atractiva para cualquiera que quiera vender, para las exportaciones sudamericanas,
por ejemplo. Si Brasil puede salir adelante, ésta es la parte del undo que crecerá más rápidamente, con
excepción de Asia, pero con un más alto grado de afinidad con Europa, con bajo nivel de riesgo. Los
negocios relacionados con el agro representan una de las áreas más atractivas que ofrece América latina para
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la inversión internacional. Otra área donde hay excelentes oportunidades es en todo lo que se relaciona con
infraestructura, como puertos, telecomunicaciones, televisión, salud, educación privada, construcción y
servicios públicos. En el campo de la informática, hay grandes compañías de medios aquí y en Brasil.
Empresas que están en telecomunicaciones, en televisión, en medios electrónicos, y todas tienen alguna
presencia en Internet. Las inversiones extranjeras contribuyen mucho al progreso. La conclusión es que si el
nuestro es un país con un mercado flexible, con suficientes cerebros y nivel educacional, puede impulsar estas
industrias. La industria del hardware permanecerá en Asia, porque la manufactura es barata allí. Pero América
del Sur tiene todas las oportunidades para las industrias del software.
La economía industrial marcha hacia la economía de la información y de los servicios. Los medios son el
negocio central de la sociedad de la información basada en el conocimiento. Los medios son todo: el cine, las
telecomunicaciones, TV, cable, Internet, la prensa. Cuanto más acceso tenemos a la tecnología de la
comunicación, más necesitamos contenido. Y los medios son la industria del contenido. Es necesario
desarrollarse en esas industrias.
La Brasil−Dependencia
El caso de la industria automotriz
La situación en Brasil con un mercado automotor fuertemente deprimido −más el enfriamiento de las ventas
en la Argentina− determinó reducciones de actividad. Las decisiones de éstas pegaron más fuerte en las
empresas autopartistas satélites de Fiat, como son los casos de Magnetti Marelli y Marelli Denso que ya
suspendieron empleados.
Las autopartistas, presionadas por la demanda de baja de precios de las terminales, que cada vez son más
exigentes con sus proveedores, plantean a su vez que se contemplen las necesidades de las fábricas
independientes, que no forman parte del holding de la automotriz, y que el nuevo régimen incluya el 70% de
piezas producidas en el Mercosur, cuya mitad debería provenir de la Argentina. Emilio Graglia, presidente de
los industriales metalúrgicos, resume las aspiraciones: "Tener un lugar en la mesa de negociaciones" .
La política de las automotrices es concentrar su demanda en pocos proveedores, lo que impulsó a la
especialización de las autopartistas para lograr escala. Las Pyme que quedaron sin espacio en la industria
automotriz orientaron su reconversión al mercado repuestero y comenzaron a producir para el sector de la
máquina−herramienta. El mayor volumen de producción tiene por destino Brasil, aunque las del rubro
matricería apuestan a hacer pie en México −donde ya están exportando− de la mano de Volkswagen. La
diversificación es el desafío para afrontar crisis como la desatada en el Asia, "el problema es que conquistar
nuevos mercados no es tarea fácil", enfatiza Graglia.
"El sector es muy heterogéneo, aunque en un 80% es "brasil−dependiente.
` Mientras tanto, Renault anunció la próxima construcción de una fábrica de motores en Brasil para abastecer
sus necesidades en el Mercosur, pero aclaró que ello no implicará el levantamiento de su planta automotriz del
barrio Santa Isabel, en esta capital. No obstante, la producción de motores fue cayendo con el tiempo y tiende
a desaparecer en un futuro inmediato, según advertencias del sector sindical.
El programa prevé producir las familias de motores K (1,6 L) y D (1 L) con los que se abastecerá el 80 por
ciento de las necesidades de fabricación de Renault en el Mercosur.
Los motores por producirse en la futura planta de Brasil no se fabrican en nuestro país, por lo que se trata de
una inversión complementaria a la realizada en la planta de Córdoba. En Brasil se fabricarán los denominados
"motores populares", que cubren una franja muy interesante porque constituye más del 60 por ciento del
mercado. En la Argentina, no se produce ningún automóvil de 1600 cc, que es lo que exige la reglamentación,
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versión que sí se va a fabricar en Brasil para los vehículos Twingo, Kangoo y Clío en sus versiones de 8
válvulas. En la Argentina, la compañía Renault fabrica la línea de motor "C" que es montado en los modelos
Express, Clío y R 19.
El directivo de esta companía aseguró que no existe ninguna posibilidad de que se desmonte "lo que hoy está
en producción", aunque señaló que "esa producción va a continuar hasta el final de la vida útil de los
vehículos" .Del mismo modo, negó que la nueva fábrica brasileña vaya a alterar los envíos que actualmente se
realiza desde Córdoba hacia aquel país.
Pero esa producción tenderá a desaparecer en un plazo de alrededor de l2 años porque no se ajusta a la
exigencias tecnológicas y de costos que plantea la central francesa, ante lo cual es previsible la preocupación
del gremio por la incidencia que ello tendrá en la ocupación de mano de obra. Renault se decidió por Brasil
porque allí recibe beneficios fabulosos, como son la donación de tierras, subsidios, liberación de impuestos,
energía y mano de obra barata. El socio mayor del Mercosur no aplica derechos específicos y además bajó a
cero sus aranceles intrazona, al igual que la Argentina, a partir del acuerdo de Ouro Preto, firmado a fines de
1994.
Pese a esto, su industria textil convive con éxito con los importados y, aunque no le falten problemas, sale
mucho más airosa que su contraparte argentina.
La formula de los brasileños consiste en lo siguiente:
−Los Estados brasileños otorgan fuertes incentivos a la producción, embarcándose incluso en "guerras
fiscales" para captar inversiones.
−En algunos segmentos productivos Brasil logró establecer cuotas al ingreso de importados.
−El gobierno del país vecino viene aplicando una política aduanera restrictiva mediante las licencias no
automáticas
−La restricción a la financiación de las importaciones.
La Reelección de Cardoso
Aunque por un margen algo inferior al que anticipaban los pronósticos, la victoria electoral de Fernando
Henrique Cardoso, que le permitirá permanecer como presidente de Brasil hasta el 2002, asegura en principio
la continuidad del esfuerzo que su país realiza para atenuar, en lo posible, el impacto −ineludible− de la crisis
económica internacional.
Cardoso es admitido, sin discusión alguna, como el hombre indicado para enfrentar la difícil coyuntura;
participa del poder desde hace años, y la evidente necesidad de hacer rectificaciones en la política económica
que impulsó no ha hecho mella en su prestigio; precisamente, la tarea de empuñar el timón del país en las
críticas circunstancias que se avecinan le acaba de ser ratificada expresamente por la decisión ciudadana.
Promotor en su momento del Plan Real, que tan eficazmente contribuyó a detener el flagelo inflacionario,
Cardoso ha prometido −y, en parte, ya ha comenzado a concretar−una vigorosa extensión de sus lineamientos
a ciertos aspectos hasta ahora desatendidos, como la generalización de la política de privatizaciones y el
recorte sistemático de los gastos fiscales. Estas medidas −prohijadas por el Fondo Monetario Internacional,
que se dispone a dar un fuerte respaldo, quizá por un monto de hasta 50.000 millones de dólares, para ayudar
a llevarlas a cabo− tal vez no basten para redondear el deseado reajuste económico, y el presidente acaso deba
mover los resortes esenciales de su liderazgo para conseguir una reforma constitucional que reduzca la
capacidad de los Estados y los municipios para decidir erogaciones.
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En el trasfondo de una situación financiera que era y sigue siendo angustiosa, con una emigración de capitales
no detenida y los constantes golpes que los barquinazos bursátiles asestan a la solidez del real, hay otro Brasil
en el que no se puede dejar de pensar y es el de los abrumadores desequilibrios estructurales de carácter
social. La tranquilidad ha vuelto a muchos ámbitos, incluido el Mercosur, gracias a la victoria de Cardoso;
pero en su conciencia de gobernante lúcido y atento a los datos de la realidad no falta, seguramente, la
percepción de que será necesario un trabajo extremadamente duro para proyectar al país a un porvenir
venturoso, no sólo desde la perspectiva económica sino también desde el punto de vista de la armonía social.
No habrá un cambio en las reglas de juego. Ese es el mensaje que recibe la Argentina tras el triunfo de
Fernando Henrique Cardoso. El espectro de una maxidevaluación, o de un período de incertidumbre
eonomica. "El triunfo de Cardoso es positivo para la Argentina. Se consolida el Mercosur, significa un
espaldarazo que le permitirá negociar desde una posición de fuerza para implementar el ajuste fiscal y bajar
las tasas de interés.
La interpretación que hacen los especialistas es que un Brasil en fuerte recesión −como el que se espera para
el próximo año− es el mal menor para la Argentina. La alternativa: una posible devaluación del real, que
podría afectar toda América latina. Esa es la posibilidad que más desvela a los argentinos.
"El futuro de la economía argentina depende del futuro de la economía brasileña. Esta, a su vez, depende del
acierto de las medidas que tomará Cardoso. Brasil podrá tener unos meses de recesión, pero el crecimiento
volverá rápidamente"
Tenemos un Brasil que defiende su moneda, esta recesión tendrá un impacto mucho más reducido en la
Argentina que una eventual devaluación. "La curva de ascenso en el comercio bilateral viene creciendo".
Las medidas que anunciará Cardoso en las próximas semanas no tendrán demasiado impacto en la Argentina.
El impacto ya se está sintiendo: la retracción del comercio, como resultado de la crisis asiática, ya causó daño,
paralizó la venta de automóviles y de algunos otros productos. Entre septiembre y octubre se registró una
caída de hasta un 25 por ciento en el comercio de automóviles y de un 10 por ciento en el comercio total.
Cardoso va a permitir una caída de las tasas de interés. Hoy pocos brasileños quieren comprar autos o
electrodomésticos, por ejemplo, con estas prohibitivas tasas de interés. Aún hay espacio para un aumento del
intercambio comercial. En este sentido no asusta la mal llamada Brasil−dependencia.
La crisis económica brasilera
Lo que el mercado brasileño consideró prácticamente fabuloso fue que el FMI haya hecho pública su defensa
de la política cambiaria. El monto que se colocará a disposición del país será de entre 25.000 y 30.000
millones, pero las expectativas son de que el gobierno ni precise usarlos. O que use muy poco, porque si
necesita usar una parte grande querrá decir que el ajuste fiscal no dio resultado.
Lo mejor de todo fue que el FMI dijo que el régimen cambiario no debe alterarse. Eso representa la victoria de
una corriente ideológica en el mercado. Si el real se devalúa, el desastre sería inmediato por la vuelta de la
inflación. Por eso esta vez la reforma fiscal deberá ser "seria, creíble, y el Congreso tendrá que respaldar
todo". Primero, porque el Congreso brasileño suele ser bastante poco articulado a la hora de aprobar leyes
conflictivas. Segundo, porque aún está muy fresco el último pacotao fiscal, aprobado a fines del año pasado
para combatir la crisis de 1997. De las metas que se habían trazado en aquel momento para ahorrar 20.000
millones, poco y nada se cumplió. Este nuevo acuerdo exige un nuevo ajuste y la necesidad de obtener por lo
menos 25.000 millones extra.
Crisis Económica Mundial
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El presidente Carlos Menem descartó que la crisis financiera mundial pueda afectar a la Argentina.
Pidió que así como los funcionarios salieron al mundo a "diferenciarnos con otros países emergentes"
ahora "son los empresarios quienes tienen que recorrerlo.
Mientras tanto, el representante adjunto de Comercio Exterior de Estados Unidos, Richard Fisher, sostuvo que
"esta crisis sirvió para poner el foco sobre lo que vale: determinar cuáles son los países que han hecho las
reformas efectivas". Y luego agregó: "Después de esta crisis, cuando se hable de los países que logren
sortearla gracias a sus reformas efectivas, ya no habrá que hablar de economías emergentes sino de economías
emergidas".
Complemento importante: sus argumentos apuntaban a ubicar, precisamente, a la economía argentina como
uno de esos casos ejemplares, por las dos razones citadas.
"Hoy se percibe de manera muy distinta en el gobierno de mi país lo que significa la nueva realidad del Cono
Sur de América latina", dijo Fisher. No disimuló la preocupación norteamericana por el Brasil. Hay que
defenderlo, sugirió, casi en esos términos. Dos días después, oh casualidad, su anticipo se confirmó con el
anuncio de un gigantesco programa de ayuda para el Brasil que trajo alivio a toda la región. Y casi al pasar,
Fisher también habló de comercio, del Area de Libre Comercio de las Américas y del Mercosur, tema que
produjo chispas hace apenas un año y medio.
"La crisis actual nos sirve para darnos cuenta que con la globalización financiera no alcanza, porque sufrimos
los vaivenes de los grandes movimientos de capitales. Lo que se necesita es complementarlo con más
integración comercial".
¿Se pueden atribuir tantos cambios a una crisis? Nadie lo puede decir a ciencia cierta. Pero algo se ha
modificado, para bien, en la percepción norteamericana sobre los resultados obtenidos en la economía
argentina y su fortaleza ante la crisis. Y puede extraerse, por lo tanto, un beneficio de largo plazo como fruto
de esas nuevas percepciones. Así lo transmitió Fisher, con tono convincente, aunque haya dudas sobre cuán
rápido avanzar a una mayor integración continental.
Conclusión.
Mi conclusión respecto al problema del intercambio con Brasil es que probablemente sea un problema de
imagen como los empresarios afirman. Si consiguen frenar de alguna forma la entrada del 10% de los
productos ya obtienen superávit. Ese superavit mostraría para el exterior una imagen de salud comercial. Pero
se sabe que ha sido así desde que comenzó el proyecto, ya que siempre fue el líder del conjunto por el
volumen de sus importaciones y exportaciones. El socio mayoritario, como también se lo llama. El
mejoramiento de su imagen comercial me parece correcto, pero no a costa de la economía argentina. Como
pasó con la caña de azúcar. en mi opinión, el gobierno argentino cometió un error al firmar un acuerdo de
libre comercio sabiendo que del lado brasileño existía el plan Proalcool, que podría implicar subsidios y, en
ese sentido, reconozco que Brasil tiene razón al exigir que se respete el compromiso. Pero la Argentina
también tiene derecho a proteger su producción y evitar el impacto negativo que podría sufrir su economía.
Como muchos afirman y yo creo, estas diferencias dependen mucho de la habilidad de negociación, pero más
que nada de una firme voluntad política. Creo que será posible establecer pautas claras que permitan competir
en igualdad de condiciones. Pero estas discusiones tienen que tomar lugar, no podemos tener cientos de
camiones esperando una autorización por medio de licencias cuyos objetivos son deshonestos.
La tendencia prevaleciente a lo largo de las últimas décadas ha sido hacia una aceleración de las corrientes de
comercio y de la actividad financieras a escala internacional y la consecuente profundización del proceso de
globalización. Y esto ha revelado las fortalezas o debilidades de las estructuras institucionales en los distintos
países "emergentes" (como decía Fisher). La existencia de instituciones políticas sólidas, "abiertas" y estables,
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la paz social, la ausencia de conflictos territoriales, étnicos o religiosos, políticas económicas racionales,
contribuyen a generar un escenario de confianza y certidumbre. Y necesitamos tener esa confianza en nuestros
vecinos, no se puede esperar que nos sorprendan continuamente con este tipo de cuestiones de deshonestidad
(por eso me parece perfecto, por ejemplo, el Protocolo de Ushuaia, como un arma contra procesos contrarios a
la paz y a la democracia).
La mejor arma de que disponen para prevenir y enfrentar las crisis fuera del Mercosur, es la de contribuir a la
"aceleración" de las reformas institucionales en nuestros países, a partir del fortalecimiento y la consolidación
de una verdadera sociedad abierta a escala regional, que permita enfrentar con éxito el desafío de un mundo
más competitivo, más abierto y más volátil. Y en esta perspectiva, el Mercosur más Chile y Bolivia, forman
un factor de atracción para la inversión directa, elemento central para garantizar el crecimiento sostenido de
largo plazo.
En momentos en que se consolidan proyectos y crece la conciencia de los beneficios del Mercosur, parecería
indispensable un esfuerzo conjunto por remover las piedras del camino y seguir avanzando hacia una mayor
integración. Por otra parte, el actual contexto advierte sobre la necesidad de encarar estrategias para sumar
nuevos mercados y no depender de manera tan directa de Brasil. Sería entonces la respuesta, encontrar un
punto medio entre los beneficios de la integración, pero escapando de la Brasil−dependencia?
El Mercosur recién comienza. Mucho se puede esperar de él. El mundo entero se consolida en bloques
económicos, las políticas económicas cambian, se abren, el centro de atención ya no es la industria, sino las
comunicaciones. Y en este marco de continuas novedades es casi imposible formular predicciones. Lo que es
seguro, es que la integración tendrá en breve que complementarse a nivel cultural y tendrá que hacer, nuestro
bloque, más hincapié en la educación. Es la herramienta número uno en el desarrollo de la economía del
muevo milenio.
Monografía: La actualidad del Mercosur 5to. Año B
María Victoria Arrieta 1998
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