el pueblo de la alianza - Universidad de Granada

Anuncio
EL CONCEPTO DE PAZ EN LA CHINA CLÁSICA
EL PUEBLO DE LA ALIANZA
MARÍA JOSÉ CANO
Instituto de la Paz y los Conflictos
Universidad de Granada
Sería ingenuo negar que la historia del pueblo judío desde sus orígenes
ha estado marcado por una sucesión de conflictos, pero también faltaríamos
a la verdad si dijéramos que la dilatada historia de este pueblo ha estado
siempre y únicamente regida por la violencia. De hecho como en cualquier
grupo social se detectan constantemente actitudes conciliadoras, una veces
relacionadas con grupos sociales diferentes y otras enfocadas a fomentar
la solidaridad entre sus miembros. Nuestra finalidad es rescatar y resaltar
esa cultura de la paz que se produce en el seno del judaísmo.
Si consideramos que la civilización judía es una de la que conforman
el pensamiento occidental como componente substancial de la cultura
judeo-cristiana, es fácil imaginar que muchas de las ideas que tenemos
sobre la historia de los hebreos están tan arraigadas que sólo en unas
circunstancias muy concretas y en determinados ámbitos son cuestionadas.
La mayoría de las ideas más extendidas son arquetipos en los que se nos
muestra a un pueblo beligerante, violento, vengativo y cobarde.
El concepto que actualmente tenemos de los judíos se ha ido forjando
poco a poco desde el momento en el que el cristianismo se convirtió en
religión oficial del imperio; entonces con una actitud que se podría calificar
de ‘lucha generacional’ la iglesia cristiana se rebeló contra su madre judía;
cuando el cristianismo se extendió y consolido como tradición religiosa
dominante, el antagonismo entre las dos tradiciones se acrecentó hasta
84
MARÍA JOSÉ CANO
llegar a ser irreconciliable. Entonces surgen las acusaciones contra los
hebreos de pueblo deicida, terco y obstinado, capaz de realizar los mayores
crímenes y aberraciones; y si de la Antigüedad de los hebreos eran exaltadas
sus cualidades guerreras por una sociedad cristiana eminentemente belicosa, desde la ejecución y muerte de Jesús los judíos son tildados de
sanguinarios, asesinos y cobardes.
Pero, en verdad, la historia de los judíos, como la de cualquier otro
grupo social, es una sucesión alternativa de actitudes conflictivas y
pacíficas, a veces sin poder hacer distinciones entre unas épocas u otras,
pero en cuyo contexto hay que resaltar su cualidad de Pueblo de la Alianza.
Este es un concepto muy arraigado en la mentalidad judía desde sus
orígenes, y que en gran medida configuró el pensamiento posterior, y
sustancialmente las doctrinas proféticas. Si bien es cierto que la interpretación que los profetas dan a la alianza está basada en visiones
escatológicas, también lo es que en sus promesas y oráculos estos textos
proféticos —fundamentalmente los postexílicos— postulan que para
alcanzar y mantener la Alianza ha de ser borrado todo tipo de hostilidad
de la faz de la tierra.
Cuando al comienzo de la era cristiana los judíos no tuvieron más
apoyo que las enseñanzas de los maestros de la Ley, basadas en el texto
bíblico y la tradición, la memoria colectiva rescató la historia desde sus
orígenes para, a partir de ella elaborar todo un sistema de vida que les
permitiera sobrevivir en medio de unas circunstancias hostiles. Es entonces que el mesianismo pasa a ser la meta final de los judíos como
comunidad y como individuos. Y el mesianismo en el universo judío
conlleva un mundo en paz, regido por el Mesías, que ostenta el título
de Príncipe de la paz.
La esperanza que durante siglos mantendrá vivo al judaísmo de la
diáspora será la esperanza en la venida del mesías y de su reino; pero
esta espera no puede ser una espera pasiva, sino que todos y cada uno
de los miembros de la comunidad hebrea han de contribuir a preparar
el mundo para propiciar la venida del mesías y eso sólo es posible cuando
todo el pueblo sea puro y guarde la alianza con Yahvé. Esta actitud los
condujo a una postura de no participación en conflictos, como medida
para conseguir el fin de la violencia (Is 2, 4; Miq 4,3):
Entonces forjarán de sus espadas azadas y de sus lanzas podaderas
No alzará ya espada nación contra nación, ni se adiestraran ya en la
guerra.
EL PUEBLO DE LA ALIANZA
85
Dado que la historia del pueblo judío no se puede desvincular de la
historia de la religión judía, este trabajo pretende presentar desde una óptica
histórico-religiosa la actitud de los judíos hacia la paz, empleando como
enfoque principal el análisis filológico e histórico, dado que la mayoría
de la información esta recogida de soportes literarios, una veces en textos
literario-religiosos como es la Biblia, en otros casos lo serán las fuentes
literarias tales que corpus narrativos, también textos históricos, e información recogida en fuentes arqueológicas.
En nuestra colaboración se analiza como se va generando y afianzando
entre el pueblo hebreo la idea de que ellos son el pueblo de la alianza
por antonomasia, y toman conciencia de las consecuencias que ello
conlleva. Para eso se ha comenzado el trabajo con un breve análisis
filológico del léxico relacionado con el concepto de alianza, y se completa
con un análisis histórico, en el que se ha tomado como base principal
la Biblia. Lo anterior hace que el punto de vista que aquí se presenta lo
sea desde un prisma evidentemente judío, lo que nos sitúa en una posición
ventajosa para comprender el pensamiento y el sentir del pueblo hebreo
cuando comienza su gran diáspora en el año 70 d.C, momento en el que
la historia del judaísmo experimenta un cambo radical y momento en el
que concluye este trabajo.
1.
LAS IDEAS DE PAZ EN EL JUDAÍSMO
La lengua hebrea ha sido y es aun hoy uno de los distintivos del pueblo
judío, es la Lengua Santa en la que se redactó la Miqra, la Biblia hebrea,
fundamento de todo pensamiento en el judaísmo, y texto obligado para
iniciar el estudio de cualquier temática relacionada con el mundo judío.
Con varios términos la lengua hebrea expresa los dos conceptos
fundamentales que sobre la paz aparecen en la cultura hebrea, éstos son
conceptos amplios formulados por las raíces ShaLaM, o por ShaQaT, en
sus distintas formas y expresiones. ShaLaM representa el modelo de paz
basada en la sensación de mostrar un hecho completo y perfecto; la otra
raíz ShaQaT presenta a la paz como descanso, tranquilidad o silencio.
Ambas raíces generan diferentes términos con los que expresar la idea
de paz en la lengua hebrea, siendo el más conocido y universal el de shalom,
derivado de la primera de ellas. 1
1. En CANO, María J. (1998) “Paz en el Antiguo Testamento”, Cosmovisiones de
paz en el Mediterráneo, eds. F.A. Muñoz y B. Molina Rueda, Granada, 28-61, se hace
86
MARÍA JOSÉ CANO
En la lengua hebrea existen conceptos relacionados con la idea de paz
como son los de solidaridad, justicia o igualdad, los cuales en numerosos
pasajes se emplean como simples sinónimos de paz, sobre todo en los
libros proféticos, pero también hay otros términos relacionados con la paz
consustanciales a la cultura hebrea, que son un componente importante
de la esencia del judaísmo, éstos son los que definen la idea de alianza,
pacto.
El término principal que se emplea en hebreo para “alianza”es brit.
La etimología de esta palabra no es muy segura, se baraja el significado
de “ atar” por similitud con el empleo de la misma raíz BaRaH en acadio.
Existen en hebreo otros términos asociados a brit , así ‘edut o `alah, que
si bien tienen el significado de “testimonio” y “juramento” respectivamente, se pueden considerar en algunos pasajes (Ge 26,28; Dt 29,11; 13,
20; Ez 16, 59; 17, 18...) como sinónimos en función del paralelismo que
presentan con el anterior.
Otros términos complementarios de brit son ‘amanah, neder, shebu´ah.
‘Amanah es un nombre femenino de la raíz ‘aMaN, luego su significado
literal sería «fidelidad». Con el sentido de alianza aparece en Ne 10,1,
aludiendo a la renovación del pacto con Yahvé. Neder, en un nombre
masculino, que significa “voto”; existe una segunda la raíz NaDaR, no
empleada en hebreo en forma verbal, pero que en árabe significa “cortar”,
significado que, a su vez, se puede relacionar con pactar una alianza,
como se verá más adelante. Shebu´ah, en un nombre femenino derivado
de la raíz ShaBa´, y significa “juramento”; su empleo es más frecuente
que la anterior. Otros términos para pacto, no empleados en la Biblia,
son heskem y hozar.
Las expresiones para describir la confirmación de una alianza o un
tratado son numerosas y muy significativas. Una de las más frecuentes
es aquella en la que las distintas formas verbales se derivan de la raíz
QuM, cuyo significado primario es “levantarse”, “ser estable”, “durar”,
“cumplir” etc. Numerosos ejemplos de esos casos son los de las alianzas
firmadas entre Dios y los primeros padres en las que se emplean varias
fórmulas, siempre traducidas por “establezco la/mi alianza con...”, pero
en las que el significado esencial de la raíz le imprime el matiz de acuerdos
duraderos y sólidos. Así:
un análisis filológico detallado de la terminología empleada en hebreo para referirse a
paz.
EL PUEBLO DE LA ALIANZA
87
1- Un participio de pasado de la forma Hif’il:
[Meqim brit...] (Noé Ge 9, 9). Establezco la alianza...
2- Un perfecto de la misma forma Hif’il empleando la partícula de
acusativo:
[Wa-haqimoti ‘et brit it...] (Noé Ge 9, 11) (Abraham Ge 17, 19).
Y establezco la alianza con...
3- Usando las partículas [ben... u-ben...], entre ....y entre
[Ha-brit ‘asher -haqimoti beni u-ben‘...] (Noé Ge 9, 17). La alianza
aquella que establecí entre mí y entre...
4- Una fórmula mixta de las dos anteriores:
[Wa-haqimoti ‘et brit ben... u-ben..].(Abraham Ge 17,7). Y establecí la alianza entre... y entre...
5- Empleando la segunda fórmula pero con shebu´ah “juramento” en
lugar y como sinónimo de brit:
[Wa-haqimoti ‘et shebu´ah...] (Isaac Ge 26, 3). Y establecí el
juramento...
Otra forma frecuente es empleando la raíz QaRaT, “cortar”, en clara
alusión a unos de los rituales que seguían a la estipulación de un pacto,
concretamente al de trocear unas víctimas. En las alianzas entre Dios y
los hombres no es tan frecuente como la raíz QuM.
Aparece por primera vez al hablar de la alianza con el patriarca
Abraham, para lo que el autor de Génesis emplea la forma intensiva pu’al
en perfecto y con la partícula ‘et:
[Karat Yahve ‘et Abram brit], (Abraham Ge 15, 18 ). Firmó (cortó)
Dios con Abraham una alianza.
La misma fórmula se pone en boca de Dios en al hablar a Moisés (Ex
34, 27):
[Karati ‘itka brit we-‘et] Israel. Hago alianza contigo y con Israel.
Generalmente al empleo de esta fórmula suele ir paralelo a una teofanía,
como son los casos citados.
En cambio en las alianzas entre humanos se recurre usualmente a esta
raíz, indicándonos que si en muy contadas ocasiones se siguen los rituales
al celebrar una alianza con Dios, sí lo hacen al concertar un pacto entre
MARÍA JOSÉ CANO
88
humanos. Algunos ejemplos serían cuando se concertó la alianza entre
Isaac y Abimelek, en Guerar (Ge 26, 28). En este caso se usa la partícula
‘im “con”:
[Wa-nikreta brit ‘imak]. Vamos a hacer un pacto contigo.
En II Sam 3, 12.13.21 Abner y David al intentar pactar entre ellos
utilizan:
[Kartah britka ‘ iti]. Pacta (haz tu pacto) conmigo.
Las variantes de las fórmulas para denominar la realización de un pacto
son múltiples como se puede comprobar en el epígrafe siguiente.
2.
MECANISMOS DE REGULACIÓN PACÍFICA
La sociedad hebrea articuló toda una serie de mecanismos para la
regulación pacífica de conflictos en la que todos y cada uno de los
componentes ejercen un papel determinado, tal como podemos comprobar
a través de los textos, pero quizás el mecanismo más importante y
significativo es el de las alianzas.
2.1.
Alianzas, tratados, pactos...
Los pactos y alianzas son elementos de capital importancia en la
tradición religiosa judía. Si la historia del pueblo hebreo en la Antigüedad
es una sucesión de guerras y batallas, también hay que tener siempre
presente que la religión judía se basa en un pacto, que el fundamento de
esta tradición religiosa es la alianza que el pueblo de Israel estableció
con su Dios, la alianza de Yahvé, la Alianza por antonomasia, ejemplo
exclusivo de la tradición y cultura hebreas, pues aunque el mito exista
en otras culturas no presenta las mismas características.
La alianza pactada entre Yahvé e Israel no es una sino que está
conformada por una serie de pactos sucesivos establecidos entre Dios y
su pueblo. En el seno del judaísmo estas alianzas se presentan como
paradigma de cualquier tipo de pacto, por lo tanto son las más importantes,
y modelos para los acuerdos posteriores que regularán las relaciones entre
los humanos. Todas ellas presentan una serie de parámetros comunes,
como son los sujetos que estipulan el pacto, siendo en todos los pactos
EL PUEBLO DE LA ALIANZA
89
Dios y el jefe del clan; un segundo punto en común es el objetivo que
consiste en conseguir la protección y la bendición de la divinidad; también,
para todos los pactos existen unas fórmulas determinadas y, así mismo,
se ha de seguir un ritual preestablecido.
Los pactos establecidos entre la divinidad y los hombres, aunque se
formularan como alianzas perdurables, como mucho sólo lo eran mientras
duraba una generación, y cada pacto había de ser renovado por los
herederos del clan, por lo tanto sucesivamente Abraham, Isaac, Jacob,
Moisés y las tribus de Israel habrán de ir renovando cada una de las alianzas;
y es en esta relación de la divinidad familiar con el clan —Ex 3,6 Dios
a Moisés: Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de
Isaac, el Dios de Jacob — donde probablemente radica el origen de la
alianza de Dios y su pueblo como una opción elegida libremente y por
lo tanto susceptible de renegociar, y de aceptar o revocar por una de las
partes.
La primera alianza que encontramos en el texto bíblico (Ge 9, 9-17)
es la acordada entre Dios y Noé, sus hijos, e incluso con todo ser viviente
—establezco mi alianza con vosotros y con vuestra posteridad, y con todo
animal viviente que con vosotros hay–, y Dios decide que no será exterminada criatura alguna por las aguas del diluvio. La alianza se presenta
como un pacto permanente –que por generaciones eternas establezco entre
mí y vosotros y universal –entre mí y la tierra. La señal [‘ot] de la alianza
será el arco iris [qeshet]. La señal de esta alianza es creada para que sirva
de recordatorio a los participantes en el pacto, pero a diferencia de las
de otros pactos en éste solamente es para recordar a Dios no a los hombres
la alianza concertada:
Las aguas no servirán más de diluvio para destruir a las criaturas todas;
pues aparecerá el arco en las nubes y lo veré, recordando la alianza eterna
entre Elohim y todos los seres animados, con toda criatura que sobre
la tierra existe.
Esta primera alianza difiere de las siguientes en su carácter universal,
no exclusivo del pueblo hebreo, y en la falta de contrapartida exigida a
Noé o al resto de las criaturas.
Las siguientes alianzas son las que Dios estableció con Abram, el
primero de los patriarcas hebreos, y ya no tienen carácter universal. En
la primera de ellas (Ge15) Dios en el marco de una teofanía le promete
la tierra de Canaán:
90
MARÍA JOSÉ CANO
“Yo soy Yahvé, que te saqué de Ur de los caldeos para darte este país
en posesión”. En aquel día pactó Yahvé alianza con Abram, diciendo:A
tu posteridad otorgo este país, desde el río de Egipto hasta el río grande
o río Eúfrates.
En los versículos 9–1 y 17, se explica todo el ritual que Abram ha
de seguir para sellar la alianza, y que consiste en una ceremonia practicada
entre muchos pueblos de la zona en esa época y que se extendía por todo
el Mediterráneo oriental entre los pueblos pastores. El ritual consistía en
ofrecer unas víctimas a la divinidad, entre las cuales, una vez partidas,
debían de pasar los firmantes de la alianza para atraer una maldición sobre
aquel que no cumpliera lo acordado:
“Cógeme una becerra de tres años, una cabra de tres años y un carnero
de tres años, una tórtola y un pichón”. Cogió, pues, todo esto y los partió
por medio, poniendo cada mitad una enfrente de otra; más las aves no
partió.
En el caso que nos ocupa vuelve a ser Dios el protagonista principal
del acuerdo, Él será el único de las dos partes que conciertan la alianza
que, por medio de una teofanía, en la que adquiere forma de lengua de
fuego, pase entre los animales descuartizados:
Púsose, en tanto, el sol y sobrevino una densa oscuridad, y he aquí que
surgió una fogata humeante y una llama de fuego, que pasó por entre
aquellos trozos de las víctimas.
El símbolo de esta alianza es el ritual de los sacrificios, según se deduce
de Ge 15, 8-9, donde Abram solicita de Dios una señal: Mi Señor, Yahvé,
¿en qué conoceré que lo he de poseer? Respondióle:Cógeme una becerra
de tres años...
Abram vuelve a pactar con Yahvé dos capítulos más adelante (Ge 17).
En esta nueva alianza Dios ofrece multiplicar la descendencia del patriarca
a cambio de que cumpla los preceptos: Camina en mi presencia y sé
perfecto. Yo estableceré mi alianza entre Yo y tú y te multiplicaré.
Este pacto se formula como un compromiso eterno: Confirmaré, pues
mi alianza entre Yo y tí, y con tu descendencia después de ti... a modo
de alianza eterna, pero en realidad es una renovación del pacto de Ge15:
Daré a ti y después de ti a tu descendencia el país... de Canaán, en posesión
perpetua y una ampliación del mismo al reafirmase la voluntad divina
EL PUEBLO DE LA ALIANZA
91
de multiplicar la descendencia de Abram, al que ordena cambiar de nombre
para hacer más patente la promesa: No será más tu nombre Abram, sino
que tu nombre será Abraham —[ab] “padre” y [raham] “multitud
numerosa”—.
En Gé 17 además de la perfección moral, Dios prescribe un precepto
positivo como señal de esta nueva o renovada alianza: la circuncisión
[milah] según se expresa en el versículo 11: Os circuncidaréis, pues, la
carne del prepucio, vendrá a ser señal de alianza entre Yo y vosotros;
que le recordará a Dios su tratado con los hombres, pero sobre todo será
un recordatorio para los hombres de lo acordado en su pacto con Dios.
El rito de la circuncisión que en muchos pueblos significó la iniciación
a la vida sexual, se convirtió en el judaísmo postexílico en el signo distintivo
de la identidad judía y así se conserva hasta hoy.2
La reafirmación de esta alianza se produce mediente la teofanía del
encinar de Manré en la que Dios aparece acompañado de dos ángeles.
Dios recuerda a Abraham que la alianza, aun siendo eterna [brit ´olam],
ha de ser renovada por su hijo Isaac y con su descendencia después de
él, como así sucede en el capítulo 26 del mismo libro de Génesis, donde
confirma a Isaac las dos alianzas estipuladas con Abraham:
Reside en ese país, que yo te diré... Pues a ti y a tu descendencia he de
dar todas esas tierras, cumpliendo el juramento (ha-qimoti ‘et ha-shebu`ah)
que hice a tu padre Abraham. Multiplicaré tu descendencia como las
estrellas del cielo... en premio a que Abraham escucho mi voz y observó
mi mandato, mis preceptos, mis estatutos y mis leyes (Gé 26, 2-5).
También Jacob tiene una confirmación de la alianza de Abraham, en
el pasaje de la visión de la escala (Ge 28, 10-22), sueño en el que Dios
vuelve a aparecerse acompañados de los ángeles, sus mensajeros, y dice
a Jacob: Yo soy Yahvé Dios de tu padre Abraham y de Isaac. La tierra
en la que yaces la daré a ti y a tu descendencia y será tu posteridad como
el polvo de la tierra...
En agradecimiento a esta confirmación de la alianza, Jacob consagra
el lugar a Dios erigiendo un santuario, el de Bet‘el, tal y como antes había
2. Según GROLLENBERG, L. (1966) Panorama del mundo bíblico, Madrid, 64, el
capítulo 17, debió de ser redactado en el siglo VI a.C., pues “esta práctica secular adquirió,
durante el destierro a Babilonia, su plena significación de signo de alianza entre Israel
y Dios”.
MARÍA JOSÉ CANO
92
hecho Isaac. En este relato se unen las tradiciones elohista y yahvista.
En función de las tradiciones de la redacción bíblicas la alianza de Gé
17, que ya comienza a esbozarse en Gé 12, siguiendo la tradición yahvista,
es un nuevo relato de la alianza de la tradición sacerdotal, mientras que
el pacto de Gé 15 pertenecería a la yahvista con algunos rasgos de la
tradición elohista.
La cuarta alianza entre Dios y los hebreos es la realizada entre Yahvé
y Moisés. Este pacto, en principio se presenta como la renovación de la
antigua alianza de Abraham. Dios recuerda a Moisés durante la teofanía
de la zarza ardiente (Ex 3,6) que Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de
Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Dios, como en la primera
alianza de Abraham, aparecer materializado como una lengua de fuego.
Aunque esta alianza presentará algunas novedades respecto a las
anteriores, vuelve a renovar los pactos que Dios había concertado con
los patriarcas, fundamentalmente el de la tierra prometida: He bajado
para... subirlo de ese país a un país bueno y espacioso, a un país que
mana leche y miel, al solar de los cananeos (Ex 3,8) y en Ex 6,8 Os
conduciré al país, que alzando mi mano, juré dar a Abraham, Isaac y
Jacob, y os lo daré en propiedad. Pero es en la teofanía del Sinaí (Ex
19) cuando Dios pacta una nueva alianza con el pueblo hebreo a través
de Moisés. Dios se presenta en el espesor de la nube, a fin de que el pueblo
oiga cuado Yo hable contigo. Yahvé con este pacto elige a su pueblo —
seréis entre todos los pueblos mi propiedad peculiar —, y como contraprestación los hebreos no sólo han de guardar sus preceptos sino también
construir para él un reino de sacerdotes y una nación santa. Israel queda
constituida como una nación santa dedicada al culto de Yahvé. El símbolo
de esta alianza serán las Tablas de la Alianza, serán el Decálogo, completado por el Código de la Alianza.
La nueva alianza será ratificada por el mismo Moisés en Ex 24. El
ritual para esta ratificación comparte algunos rasgos con la ratificación
de la alianza realizada por Jacob, en ambos casos se consagra el lugar
erigiendo un santuario en el que se colocan doce piedras votivas (masseba/
ot),3 y se sella la alianza ofreciendo sacrificios según el siguiente ritual.
EL PUEBLO DE LA ALIANZA
93
tonces tomó Moisés la mitad de la sangre y la puso en los lebrillos, mientras
vertió la otra mitad sobre el altar. Después tomó el Libro de la Alianza
y los leyó a oídos del pueblo, el cual exclamó: ¡Todo lo que ha dicho
Yahvé haremos y obedeceremos! Moisés entonces cogió la sangre, y la
vertió sobre el pueblo y dijo: He aquí la sangre de la Alianza.
En este pasaje se mezclan las tradiciones yahvista y elohista, en la
primera alianza el pacto se ratifica con un banquete (Ex 24, 9-12) y en
la segunda con la partición de la sangre (Ex 24, 3-8). Ésta es la cita más
notable de la alianza de Dios y su pueblo con Moisés como mediador,
pero en pasajes anteriores y posteriores, a lo largo de todo el libro del
Éxodo se recuerda constantemente el pacto (Ex 2, 24; 3, 17... ), hasta
que en Ex 34, 10 se produce la renovación de la alianza por parte de las
tribus, no sólo de los jefes de clanes:
Mira, voy a hacer una alianza; realizaré maravillas delante de todo el
pueblo, como nunca se ha hecho se ha hecho en toda la tierra ni en nación
alguna...
Esta será la primera señal de la anfictionía de las tribus de Israel que
encontraremos consolidada en el periodo de los Jueces.
En resumen se puede decir que las alianzas de los hebreos con Dios
son unilaterales, Dios es el que decide cómo, cuándo y en que condiciones
se concierta un pacto; por ello el texto al poner la palabra en boca de
Dios hace que el Verbo siempre se refiera a los pactos empleando el
posesivo [briti, “mi alianza”]. Dios es el que realiza el ritual para sellar
el acuerdo, como se puede observar en la alianza con Abraham a través
de la teofanía de los animales partidos, o con la del monte Sinaí. Los relatos
de los pactos con Dios se establecen observando todas las formalidades
legales de rigor que se exigían para la ocasión. Pero curiosamente el ritual
de los animales cortados, 4 arraigado en Israel 5 , y muy extendido entre
los pueblos del Medio Este e incluso en la antigua Grecia no aparece
descrito en los convenios suscritos entre humanos durante ese mismo
periodo, como se comprobará más adelante.
Encargó a los jóvenes israelitas que ofreciesen holocaustos (‘oleh)...y
sacrificaran novillos como víctimas pacíficas (shelamim) a Yahvé. En-
3. Jacob sólo colocó una y ungió el lugar con aceite.
4. Ver la etimología de “pactar” en el primer epígrafe de este trabajo.
5. Jeremías dice que las partes concentantes de un acuerdo tenían que pasar entre las
partes de un becerro partido en dos.
MARÍA JOSÉ CANO
94
En el seno de mundo hebraico el modelo de las alianzas con la divinidad
se reproducen entre los humanos, encontrándonos con acuerdos privados
pactados entre dos individuos como son los que llevó a cabo Jacob con
su suegro Labán (Gé 31, 44), o con su hermano Esaú (Gé 32, 4.17); los
pactos establecidos por Jonatán y David (I Sam 18, 3: 23, 18). Los tratados
celebrados entre sí por dos o más jefes, reyes o representantes las naciones
como es el convenio acordado entre Abraham y Abimelek (Gé 21, 22),
el realizado entre Abner, jefe de los ejércitos de Saúl y David (II Sam
3, 13), así como el establecido entre el rey Salomón de Israel, y el rey
fenicio, Hiran de Tiro (I Re 5, 26), o las alianzas de Ben Hadad, rey de
Aram y Damasco con los reyes Asa de Judá (I Re 15, 19) y con Afed,
rey de Israel (I Re 20, 34), entre otros.
Al ser el texto bíblico un texto literario y por tanto muy poco exacto
en cuanto a terminología diplomática, es difícil distinguir entre alianzas,
tratados, pactos y acuerdos, pues todos ellos se identifican entre sí,
dependiendo solamente de pequeños matices poco objetivos, pues el
término empleado la mayoría de las veces es brit.
2.1.
Mediaciones y mediadores
Las mediaciones entre las partes en conflicto eran frecuentes, se
encuentran los emisarios o mensajeros, sobre todo en las alianzas entre
los hebreos y la divinidad. Este papel es asignados a los ángeles, que son
los que suelen presentar ante el humano los deseos de Dios: Alianza de
Abraham Gé 16, 7; Gé 18; con Moisés 23, 20 ss.; una nube es la guía
Ex 40, 36 ss; Nu 9, 15 ss, etc.
En los acuerdos entre humanos los emisarios se le designa con el
término mal’akim, término que se puede traducir como “emisario,” “embajador”, pero también “ángel”. Los emisarios suelen ser servidores de
los jefes de clanes o de los reyes, son ´abadaw, “sus sevidores”, “sus
esclavos”. En el pacto acordado entre Esaú y Jacob, el segundo de los
hermanos hace que se adelanten unos emisarios a proponer los términos
de la negociación. En II Sam 3, 12 Abner envía mensajeros para hablar
con David; del mismo modo Asa, rey de Judá envía a servidores para
pactar con el rey de Damasco, Ben Hadad (I Re 15, 18), y éste los envía
para hacerlo con Afed, rey de Israel.
Estos emisarios precedían a los gobernantes para anunciar las intenciones de aquellos, con frecuencia portando presentes de reconciliación:
EL PUEBLO DE LA ALIANZA
95
ganado, oro, plata, plantas exóticas, etc. Cuando se acuerda una alianza
o un pacto, especialmente cuando se trata de un acuerdo que se celebra
entre dos o más jefes de clanes o reyes, el acto suele realizarse en presencia
de testigos, que son jefes de los ejércitos, personajes destacados del clan,
familiares de los firmantes, etc.
3.
LOS MODELOS DE SOCIEDADES JUDÍAS Y LA PAZ
La extensa historia del pueblo se puede dividir en varias etapas6 que,
en término generales, caracterizaron sus diferentes modelos de sociedad
y, con el tiempo, conformaron el judaísmo actual, y lo capacitó para
mantener una relación de interculturalidad con otros pueblos y otras
tradiciones religiosas. De todas ellas este trabajo se centra en las cuatro
primeras —desde los orígenes hasta la diáspora del siglo I d. C.— por
la proyección que estas etapas iniciales tienen sobre el resto al tratar el
tema de la paz.
La paz en el judaísmo está presente en todas las época y ámbitos de
la vida, desde los primeros tiempos, cuando el relato bíblico hace referencia
a una sociedad preagrícola, es la historia prepatriarcal, en la que la religión
no tiene estructura alguna, y con un carácter individualista reverencia a
la naturaleza en su conjunto, semejándose a las religiones animistas.
Solamente en momentos especiales, y para una acción concreta, algún
individuo, ejerce de “líder” o representante del pueblo. Aquí, en este
periodo, habría que enmarcar la alianza de Noé. Este primer pacto de Dios
con los hombres, como hemos analizado antes, tiene un carácter universal
y eterno y está concertado con el conjunto del universo, siendo Noé el
representante, el “líder” de los seres animados:
Habló también Elohim a Noé, y con él a sus hijos, diciendo: En cuanto
a mí, he aquí que establezco alianza con vosotros y con vuestra posteridad,
y con todo animal viviente que con vosotros hay: aves, ganados y todas
las bestias salvajes... he colocado mi arco en las nubes para que sirva
de señal de alianza entre mí y la tierra (Gé 9, 9ss).
6. KÜNG, Hans. (1991) El judaísmo. Pasado, presente y futuro, Madrid Según este
autor es divisible en cinco periodos paradigmáticos: Judaísmo preexílico, postexílico,
rabinismo medieval, asimilación a la modernidad y postmodernidad.
MARÍA JOSÉ CANO
96
La importancia de esta primera alianza surgida en el contexto cultural
del pueblo hebreo radica en su carácter universalista, pero sobre todo en
unos conceptos acordes con una ética postmoderna, donde la relación entre
el hombre y la naturaleza es un valor en alza en el contexto de una sociedad
ecológico-social, que busca nuevas experiencia en pro de un mundo más
plural, justo, y pacífico.7
3.1.
Los patriarcas y la alianza con Dios
El primero de los periodos antes citados fue cuando el judaísmo sufre
una mayor influencia de otras religiones orientales y también es cuando
se gesta la concepción básica del Dios Único, el hombre y el mundo. Como
eje de ese paradigma está el establecimiento de una relación entre Israel
y la Tierra Prometida (Eretz Israel), a través de la Alianza con Dios. Por
primera vez el pueblo hebreo se autoconciencia de que «Israel es el pueblo
de Yahvé». En él se integraría este epígrafe —Los patriarcas y la alianza
con Dios— y el siguiente —Normativa de convivencia y la Tierra prometida— donde se trata el asentamiento en la Tierra Prometida.
Según el relato bíblico, los primitivos hebreos conformaban una sociedad
patriarcal, donde el patriarca era el origen de todo el clan, luego ese tronco
común es el que crea nexos más o menos fuertes entre sus miembros.
El hecho de que los patriarcas sean considerados personajes legendarios
no resta importancia a las deducciones a las que se puede llegar tras la
lectura del texto bíblico, pues su importancia no radica en el personaje
en sí, sino en el significado que pueden tener como simples alegorías de
la tribu o clan al que dan el nombre.
Fechar la época de los patriarcas es muy difícil, se podría encuadrar
dentro de las sociedades protoagrícolas y preliterarias8 , y había que situarla
en el periodo del Bronce Medio. Es la época de las invasiones de los
amorreos, pueblos semitas nómadas a los que pertenecían los hebreos.
En el texto bíblico de Génesis (Ge12-50), se narran las epopeyas de los
patriarcas, de los primeros padres Abraham, Isaac y Jacob, en una sociedad
tribal más evolucionada que la de la fase anterior y donde la violencia
7. KÜNG (1991) 422-424.
8. DÍEZ DE VELASCO, Francisco. (1995) Introducción a la Historia de las Religiones,
Madrid, 49, 102. WRIGHT, G. E. (1975) Arqueología bíblica, Madrid, 58 ss.
EL PUEBLO DE LA ALIANZA
97
parece ser una constante, pero también encontramos la aparición de
mecanismos reguladores de esos conflictos que afloran constantemente
a lo largo de la narración. Junto a esa violencia larvada constatamos que
también el deseo de paz está presente en el texto en pasajes en los que
no se trata el tema de la paz directamente, sino en que el lenguaje coloquial
se encuentra formulado en términos pacíficos, al mostrar las relaciones
entre los individuos. Ejemplos de estas expresiones de salutación son muy
abundantes y frecuentes en todo este periodo, e incluso algunas de ellas
han perdurado en la lengua hebrea hasta nuestros días. Esos son los saludos
intercambiados entre Jacob y los pastores de Labán, su futuro suegro (Gé
29,6) con un doble deseo de paz: Les dijo:“La paz sea con él”, y le
dijeron:“Paz” [Wa-yomer lahem ha-shalom lo y Wa-yomru shalom], o
cuando este mismo patriarca envía a su hijo José con la misión de
interesarse por la situación de sus otros hijos; José formula una preguntar
a sus hermanos empleando la expresión (Gé 37,14): Mira como están de
salud (la paz) tus hermanos y como está (la paz) el rebaño [Re’eh ‘etshelom ‘aheyka y ‘et-shelom haso’an], o cuando, ya en Egipto, se saludan
José y el resto de los hijos del patriarca Jacob (Gé 43, 23.27.28) con un:
[Wa-yomer shalom lakem...wa-yish’al lahem le-shalom wa-yomer hashalom avikem... wa-yomru shalom le-´abdeka le-‘abinu];Y dijo la paz
sea con vosotros...y les preguntó a ellos la salud (la paz) y dijo ¿la salud
(la paz) de vuestro padre?... Y contestaron salud (la paz) tiene tu siervo
nuestro padre; donde una aliteración (casi una anáfora) muestra el profundo deseo de José de establecer la paz con sus hermanos.
En estas sociedades nómadas, donde el clan tiene un papel fundamental,
con frecuencia se opta por un modelo pacífico, basado en la solidaridad,
para tratar de resolver los conflictos, a veces simples crisis, que constantemente surgen entre diferentes clanes e incluso entre miembros de
un mismo clan. En esta época se genera una cultura de pactos y alianzas,
que entre las tribus de Israel se hacen a imagen y semejanza de las realizadas
con Dios. El primero de los patriarcas Abraham sólo en una ocasión se
enfrenta a otras tribus, y es cuando lucha contra los “cuatro reyes” en
Gé 14, en contraposición observamos que el restos de las crisis las resuelve
empleando diferentes métodos, que van desde el recurso de la picaresca,
el hacer pasar a Sara, su mujer, por su hermana, como cuando va a Egipto
(Gé 12, 10ss.) y cuando se establece en Guerar (Gé 20), hasta el de los
pactos.
El ritual que se sigue en el establecimiento de una alianza está estrechamente relacionado con su carácter de pastores nómadas que los
98
MARÍA JOSÉ CANO
vincula con sus rebaños9 , de ahí el acto de partir un cordero (Ge15,19)
para confirmar el pacto e incluso los banquetes, en los que se aúnan el
carácter agrícola y ganadero de estos pueblos.
El primer pacto del relato bíblico sobre la época de los patriarcas,
(exceptuando los establecidos con Dios)10 es el juramento que se hicieron
Abraham y Abimelek, el rey de Guerar del país de los filisteos (Gé 21,
22) en Bersheba. La vida nómada de los patriarcas que los obligaba a
marchar contantemente en busca de agua, hace que, junto a los animales,
los pozos sean un elemento fundamental en el origen de los conflictos
y en consecuencia lleguen a formar parte del ritual de los pactos, siendo
en la mayoría de los casos el símbolo elegido como recordatorio del pacto:
Abimelek, junto a Pikol, capitán de su tropa, dijo a Abraham: “...júrame
por Dios aquí mismo sin mentir, y tanto a mí como a mis hijos y mis
nietos, que la misma benevolencia que he tenido para contigo, la tendrás
tú para conmigo y con el país donde te hemos recibido como huésped.”
Abraham dijo: “Lo juro.” Entonces Abraham se quejó a Abimelek con
motivo de un pozo... Abraham tomó una ovejas y vacas, se las dió a
Abimelek, e hicieron los dos un pacto. Abraham puso siete corderas
aparte... “para que sirvan de testimonio de que yo he escavado este pozo.”
Por eso se llamó a aquel lugar Bersheba.11
Los autores de Génesis vuelven a repetir la historia de conflictos, pactos
y alianzas de Abraham en la persona de su hijo Isaac. En Génesis 26 se
narra otra vez la artimaña de hacer creer a Abimelek que su mujer es su
hermana, como habían hecho sus padres; y del mismo modo que el rey
filisteo se presentaba ante Abraham lo hace ahora ante Isaac (Gé 26, 2633), y como en el caso anterior el conflicto se genera a causa del uso
de los pozos. Las únicas variantes que presenta este pacto respecto a la
alianza anterior es que los testigos del rey de Guerar son dos, y que previo
a la formalización de los juramentos se celebra un banquete. El pozo, de
nuevo, vuelve a ser la señal de la alianza:
Entonces Abimelek fue a donde él (Isaac) desde Guerar, con Ajuzat, uno
de sus familiares, y Pikol, capitán de su tropa. Díceles Isaac: “¿ Cómo
9. DÍEZ DE VELASCO (1995) 122.
10. Ver punto 2.1 de este trabajo.
11. El nombre de esta ciudad del desierto del Neguev, Be‘er Sheba’, se traduce tanto
por “Pozo del juramento” como por “Pozo de las siete (corderas)”.
EL PUEBLO DE LA ALIANZA
99
es que venís a mí, vosotros que me odiáis y me habéis echado de vuestra
compañía? Contestaron ellos: “Hemos visto claramente que Yahvé se ha
puesto de tu parte, y hemos dicho: “Ea, haya un juramento entre tú y
nosotros, y vamos a hacer un pacto contigo, de que no nos harán mal,
como tampoco nosotros te hemos tocado a ti; no te hemos hecho sino
bien y te hemos dejado ir en paz, ¡oh bendito de Yahvé! Él les dio un
banquete, y comieron y bebieron. De madrugada, se levantaron y se
hicieron juramento mutuo; luego Isaac les despidió, y se fueron en paz
de su lado. Aquel mismo día llegaron unos siervos y le dieron la noticia
del pozo que habían cavado... Él lo llamó Sheba, de donde el nombre
de la ciudad de Bersheba, hasta la fecha.
El patriarca Jacob12 fue protagonista de dos alianzas, la primera de
ellas pactada con su suegro Labán (Gé 31, 43-54), con el que trata de
lograr dos objetivos, el primero de ellos (Gé 31, 50) es un acuerdo privado
relacionado con las hijas de Labán y esposas de Jacob; el segundo tiene
un marcado carácter político, y con él se trata de fijar las fronteras entre
Aram, personificado en Labán e Israel, identificado con Jacob (Gé 31,
43-54; 32, 1-3). Se ha considerado la posibilidad de que éste fuese un
pacto entre un clan israelita y una tribu aramea de la región de Galaad.
En los dos pactos el testigo es Dios, las señales que sirven de recuerdo
son una estela votiva (massebah) y un majano, que respectivamente reciben
el nombre en función del pacto que rememoran: Yegar-sah-aduta‘, en
arameo por Labán y Gal’ed en hebreo por Jacob, cuya traducción sería
en ambos casos la de “majano del testimonio”. El ritual del estos dos pactos
se completa con la celebración de un banquete:
Entonces tomo la palabra Labán y replicó a Jacob: “Esas hijas son mis
hijas; los hijos mis hijos... Por lo tanto, ea, pactemos alianza yo y tú para
que sirva de testimonio entre ambos”. Tomó, pues, Jacob una piedra y
erigió una massebah. Luego dijo a sus hermanos: “Recoged piedras”,
y cogieron piedras e hicieron un majano y comieron allí sobre aquel
montículo. Labán lo denominó Yegar-sah-aduta‘y Jacob lo llamó Gal’ed.
Y exclamó Labán :”¡Sea hoy testigo esta majano entre tú y yo!”: Por
eso le llamó con el nombre de Gal’ed. Y también Mispah, porque dijo:“¡Vele
Yaveh entre yo y tú cuando nos hayamos alejado el uno del otro1 Si
tiranizas a mis hijas o si tomas otras mujeres a más de mis hijas, no hay
un hombre con nosostros; mira, Elohim es testigo ente yo y tú”. Dijo
12. FRAZZER, J. G. (1981) El folklore en el AT, Madrid, 333; 471.
100
MARÍA JOSÉ CANO
además Labán a Jacob:“¡He aquí este majano y ve ahí la massebah que
he erigido entre yo y tú! ¡Testigo sea este majano y testigo la massebah
de que ni yo he de pasar este majano hacia ti ni tú pasaras hacia mí
este majano, y esta massebah para daño! ¡El Dios de Abraham y el Dios
de Nahor juzguen entre nosotros: el Dios del padre de ellos”. Entonces
juró Jacob por el terror de su padre Isaac. Luego Jacob ofreció un
sacrificio en la montaña e invitó a sus hermanos a comer. Comieron, pues,
y pasaron la noche en la montaña”. Por la mañana levantóse temprano
Labán, besó a sus nietos y sus hijas y los bendijo; luego partió y regresó
a su residencia. ambién Jacob emprendió su camino y encontrándose con
él unos ángeles de Elohim, exclamó Jacob cuando los vio: “Campamento
de Elohim es éste”; por lo cual le puesto el nombre a aquel lugar
Mahanayim.
Mas adelante Jacob y sus hijos formalizaron un pacto con los habitantes
de Siquén (Gé 34, 6-31), que posteriormente violaron. En este caso el
relato no presenta testigos ni ritual alguno. Pero esta alianza fallida es
un reflejo de las alianzas matrimoniales entre tribus.
La actitud conciliadora de los jefes de clanes queda patente en la actitud
que adopta Jacob cuando se adentra en el territorio de su hermano Esaú
(Gé 32), que como cuando alguien que se adentra en un país hostil manda
mensajeros a fin de anunciar su llegada y llevar presentes para trucar la
voluntad del enemigo. Jacob también se vale de un ritual frecuente en
el área de influencia cananea para prevenir una actitud beligerante por
parte de los pueblos cercanos al territorio elegido —el episodio de Jacob
en Bet’el — y que consiste en la hacer desaparecer todos los ídolos y
dioses menores de esos pueblos, con la intención de debilita los al privarlos
de la protección divina y también para ofrecer un acto de fe a su Dios
(Gé 35, 4-5).
En resumen podemos decir que la historia de los patriarcas se nutre
de las narraciones de movimientos de los clanes, de Edom a Seir, de
Bersebah a Guerar, etc., siempre en busca de mejores pastos, es el avance
de una tribus nómadas hacia una progresiva sedentarización. En principio
los hebreos se establecieron en la Palestina occidental, en la zona montañosa que era rica en pastizales y bosques y por lo tanto muy apropiada
para el pastoreo de los nómadas, además era un territorio en el que no
había centros de población sedentaria si exceptuamos Jerusalén y Ha‘ay 13 ,
13. Según la tradición judía fundadas antes del año 3000 a.C.
EL PUEBLO DE LA ALIANZA
101
lo que evidentemente evitó conflictos en el momento de asentarse en un
lugar, aunque sólo fuera de forma temporal. Efectivamente durante todo
este periodo únicamente hay un conflicto armado, nos referimos al que
mantuvo Abraham con los cuatro reyes; las otras crisis, que las hubo y
muchas, siempre se resolvieron por medio de acuerdos o alianzas. Observamos como antes de iniciar un nuevo movimiento migratorio, o la
ocupación de un territorio, se envían emisarios a tratar la cuestión con
los primitivos habitantes de la zona, y siempre de una forma más o menos
explicita se alcanza un acuerdo por el que son aceptados en la nueva zona
de asentamiento. Uno de los ejemplos más notorio es el traslado de los
hebreos a Egipto tras ser aceptados por José y sobre todo por el faraón
ante el que tienen que rendir pleitesía (Gé 46, 28 ss; 47, 1-12).
3.2.
Normativa de convivencia y la Tierra Prometida
La siguiente etapa en la historia del pueblo judío es la que recoge la
estancia de los hebreos en Egipto/Soán y los cuarenta años que vagaron
por el desierto del Sinaí, y su llegada y asentamiento en la tierra de Canaán.
Son las narraciones recogidas en los libros bíblicos de Éxodo, Levítico,
Números, Deuteronomio, Josué y Jueces.
Es una sociedad algo diferente a la de la época de los patriarcas. Durante
la estancia en Egipto se convirtieron en una de las clases sociales más
bajas, eran siervos, obreros casi esclavos. Y es con la conciencia de esclavos
que parten desde Egipto y durante años son nómadas en el desierto del
Sinaí. Para el pueblo hebreo ésta es una etapa importante en su historia,
pues en ella tuvo lugar la principal alianza de Dios con su pueblo, en
la que le fue entregada la Ley a Moisés, es la Alianza de la Ley.
Pero si en relación con Dios éste es el periodo de la más importante
de las alianzas, no es una actitud pacífica la que determina las relaciones
de los hebreos con sus vecinos. Los judíos se distinguen por una vida
seminómada, en la que constantemente se encuentran en conflicto con
los pueblos que habitaban con anterioridad los territorios que ellos pretendían ocupar: Contra los amalecitas (Ex 17, 8), Moab (Nu 22, 2), 14 contra
Madián (Nu 31), para conquistar Transjordania (Nu 21, 21; 32).
14. Episodio de Balaam.
102
MARÍA JOSÉ CANO
Frente a la actitud francamente conciliadora de los patriarcas, este
periodo se caracteriza por su violencia; sólo encontramos que se concierte
un pacto entre dos individuos, que es le que realizaron Jetró y su yerno
Moisés (Ex 18, 1-12), y un intento de acuerdo del mismo Moisés con
Sijón, rey de Jesbón en Dt. 2, 26, tras haber derrotado a varios reyes.
En Dt 2 Dios ordena a los israelitas, no atacar a varios pueblos, aunque
no acuerdan tratados: Moab (2, 9), Amon (2, 16) ...
El relato de la conquista de la Tierra Prometida, en una primera lectura
del texto bíblico, se presenta como una guerra devastadora dirigida por
Josué, pero parece que el proceso seguido más bien fue que cada tribu
se aseguraba el territorio que le había sido asignado como podía. Literariamente tampoco es un relato unitario. El periodo que se conoce como
‘la conquista de Canaán’ fue una larga etapa, en la que en un proceso
lento de sedentarización progresiva, los diferentes clanes hebreos fueron
ocupando los nuevos territorios de forma pacífica, con algunos episodios
aislados de violencia. Según Wright15 “la conquista no fue otra cosa que
un proceso gradual de ósmosis”.
En esa época Canaán era una provincia estado egipcia, gobernada por
reyes nativos, que solamente debían pagar sus impuestos. Estos reyes
a su vez se solían conformarse con el cobro, a su vez, de unas tasas por
aceptar a extranjeros que se asentaran en sus zonas de influencia. Un
ejemplo es la solicitud que los israelitas hacen al rey de Edom (Nu 20,
14) de que les permita pasar por su territorio, respetando el no salirse
de su ‘camino real’, y con la condición de pagar todo lo que necesitaran:
alimentos, agua...
Según la estela del faraón Merneptá, fechada en el 1220 a.C., los
hebreos no parece que fueran una nación estable, pero sí que tuvieran
la suficiente entidad como para ser citados: El pueblo de Israel está
desolado, no tiene retoño.16
Los israelitas primero se establecen en la zona montañosa de Palestina
occidental y el Galaad, al otro lado del Jordán. Al no ser estos centros
de civilización sedentaria17 no van a crear situaciones conflictivas. En
ningún momento del relato bíblico se menciona batalla alguna en la
Palestina central, lo que unido a la renovación del Pacto en Siquén (Jos
15. WRIGHT (1975) 90, 100 ss, 101.
16. WRIGHT (1975) 102.
17. Únicas ciudades Jerusalén y Ay /Ha’ay.
EL PUEBLO DE LA ALIANZA
103
24) refuerza la teoría de que al menos una parte importante del establecimiento de los hebreos en Canaán se llevó a cabo de forma pacífica.
Aunque no se dice de forma explicita es evidente que los hebreos habían
pactado con los habitantes de la zona central de Palestina, pues allí vivían
y mantenían relación con ellos, según se nos muestra en Jos. 8, 30-35.
No se sabe si la explicación a estas relaciones pacíficas era el que sus
habitantes fueran antiguos nómadas semitas que no hubieran emigrado
a Egipto, y por tanto pertenecían a un tronco común, y mantenían unas
relaciones de clanes emparentados.
Los otros pactos encontrados en el libro de Josué muestran tratados
acordados tras una batalla y por lo tanto no son alianzas paritarias entre
iguales, como era el caso anterior, sino que es un tratado entre el vencedor
y el vencido. En todos los casos se trata de alianzas establecidas entre
los hebreos y los hiwweos, frente a otros pueblos:
Cuando Adonisedeq, rey de Jerusalén, oyó que Josué había tomado a
Ha‘ay y la había consagrado al exterminio, y como había hecho con Jericó
y su rey, así hizo con Ha‘ay y su monarca, y que los habitantes de Gabaón
habían firmado paces con Israel y vivían entre ellos, se experimentó un
gran temor... En vista de ello, Adonisedeq, rey de Jerusalén, envió a decir
a Hoham, rey de Hebrón; a Pir’am, rey de Yarmut... “Subid a mí, ayudadme
y batiremos a Gabaón, porque ha firmado paces con Josué y los hijos
de Israel” (Jos 10,1-4).
No hubo ciudad que hiciese paces con los hijos de Israel, a excepción
de los hiwweos, moradores de Gabaón (Jos 11, 19).
En Jo 9,15 se emplea la expresión «hacer la paz» [ya`as la-hem shalom],
seguida de la fórmula [wa-yikrot la-hem brit] con la que se explicita que
se firmó un pacto: Hizo con ellos Josué la paz y selló con ellos alianza.
De todo ello parece deducirse que cada tribu tenía que ocuparse de su
propio ‘establecimiento’ en el nuevo territorio que le había sido asignado,
empleando el método que fuera, ya fuera conquista u ocupación pacífica.
Y esta misma política continuaría en el periodo siguiente.
Tras el asentamiento de las tribus israelíes en la tierra de Canaán, sus
miembros siguen manteniendo la organización tribal, y continúan viviendo
en una sociedad seminómada. Tras el reparto de Canaán (Nu 33, 50) se
constituye la anfictionía o confederación de las doce tribus18 . La anfictionía
18. WRIGHT (1975 ) 142-5.
104
MARÍA JOSÉ CANO
de las tribus de Israel guarda cierta semejanza con la de las ciudades griegas
de la que toma prestado el nombre: en el caso de Israel las tribus son
muy independientes y sólo en un determinado momento, cuando surge
una crisis se unirán bajo el liderazgo de una persona. Este personaje era
un notable carismático, miembro de alguna de las tribus, que comandaba
a los combatientes para hacer frente al peligro. Estos líderes son los
conocidos como los jueces [sofetim].19
Del periodo de jueces (siglos XII-XI a.C) llama la atención que frente
a la fuerte organización política de los pueblos entre los que vivía Israel,
éste se configuraba como una confederación de las tribus cuyo único lazo
de unión era la Alianza de Yahvé, de ello la importancia del Arca de la
Alianza, depositada prioritariamente en Siló, y trasladada constantemente
al compas de la batallas.
El principal enemigo de la confederación de las tribus de Israel eran
las cinco ciudades cananeas –Gaza, Ascalón, Asdod, Ecrón y Gat–, que
como los israelitas actuaban conjuntamente en caso de un interés común. 20
Este será el último periodo donde se mantiene el sistema tribalseminómada como modelo social. Se detecta una clara tendencia a la
sedentarización total y a la progresiva urbanización. Pero en todo este
proceso los integrantes de las tribus hebreas no sólo no expulsarán a los
primitivos habitantes de los nuevos territorios que van ocupando (Ju 1,
27-33) sino que siguen una clara política de alianzas, como se deduce
de la maldición dictada contra Israel por haber pactado con sus vecinos
(Ju 2, 1-5), y haber realizado alianzas matrimoniales: Tomaron a sus hijas
(de los vecinos) como mujeres y dieron a sus hijas a sus hijos (Ju 3,6);
lo que muestra la convivencia pacífica que existía entre los hebreos y sus
legendarios enemigos los cinco sátrapas filisteos (Ju 3,3).
Una de las alianzas más notorias de este periodo es la que aparece
en Ju 4, 17, y refleja un pacto suscrito entre uno de los reyes cananeos
y el jefe del clan hebreo de los quenitas.21 El pacto estaba vigente durante
el liderazgo de los jueces Barak y Débora: Sísara huye a pie a la tienda
de Ya‘el, esposa de Heber, el Quenita, pues había paz entre Yabín, rey
de Hasor, y Heber.
19. WRIGHT (1975) 126-7.
20. Entre 1500 y 1200 el Oriente Próximo era un importante centro de actividad política
y comercial, sobre todo las ciudades costeras
21. Heber estaba separado de la tribu de Qayin, y del clan de los hijos de Hobab,
suegro de Moisés.
EL PUEBLO DE LA ALIANZA
105
Cuando los israelitas se convierten en agricultores se produce un
proceso de ósmosis con sus vecinos cananeos, y adoptan no sólo su sistema
de vida y de sociedad, sino también a sus dioses, llegando a temer un
rey común en la persona de Abimelek, hijo del juez Gedeón, que reinó
sobre israelitas y cananeos (Ju 9). Esta historia del reinado de Abimelek
es una de las primeras narraciones bíblicas que se fijaron por escrito, y
a pesar de haber sido redactado por los círculos proféticos, contrarios al
sistema monárquico, muestra las buenas relaciones entre ambos pueblos,
hasta el punto de ser gobernados por la misma persona.
Reflejo de esa osmosis a la que aludíamos antes, y que muestra
frecuentes episodios de una convivencia pacífica entre Israel y sus vecinos
es el pasaje de Ju 8, 33, donde con una perfecta alegoría se aúnan las
creencias cananeas y hebreas, en las figuras de la divinidad cananea Ba’al
y la de los antiguos patriarcas, la Alianza [brit] Divina:
Ahora bien, sucedió que cuando Gedeón hubo muerto, los hijos de Israel
volvieron a prostituirse tras los Ba´ales, y tomaron para sí por dios a
Ba´al Brit.
Además la de ósmosis entre los dos pueblos también se percibe una
actitud propicia a resolver de forma pacífica los conflictos, aunque no
siempre se consiga. Un ejemplo es el intento de diálogo entre Jefté y los
amonitas, a lo que envía emisarios (Ju 10, 12ss).
No se puede olvidar que se mantiene el concepto clásico de paz igual
a ausencia de guerra e incluso como sinónimo de victoria. Los ejemplos
en el libro de Jueces son abundantes. En las dos citas que se presentan
a continuación “paz” se emplea como sinónimo de victoria, y en ambos
la expresión empleada es “cuando regrese en paz” o “victorioso” [be-subi
be-shalom], como en el último ejemplo de Josué, lo que no aparece en
la época patriarcal. En Ju 8,9 se trata de la amenaza del juez Gedeón contra
los cananeos, y alude a una paz que ha de conseguir tras vencer en la
guerra: Y entonces [Gedeón] replicó a los de hijos de Penu’el diciendo:
«Cuando regrese en paz, derribaré esta torre».
En Ju 11,3122 el juez es Jefté, y el pasaje es cuando hace la promesa
que le costará la vida a su hija (uno de los poco sacrificios humanos con
los que contamos en la Biblia):
22. Se emplea la misma expresión be-subi be-shalom mi-bene...
MARÍA JOSÉ CANO
106
Entonces hizo Jefté un voto a Yahvé y dijo: Si pusieses en verdad a los
amonitas en mi mano, el que primero salga por las puertas de mi casa
a mi encuentro cuando yo regrese en paz de los hijos de Amón, será para
Yahvé y lo ofreceré en holocausto.
El último pasaje seleccionado (Ju 21,13) está dedicado a describir la
restauración de la tribu de Benjamín y en él solicita la firma de una alianza
o de un tratado. Literalmente la expresión es “les hablaran de paz”, [wayiqr’u la-hem shalom]:
Luego la asamblea entera envió emisarios para que parlamentaran con
los hijos de Benjamín que estaban en la peña de Rimmón y les propusieran
la paz.
Una sociedad agrícola y ganadera, en la que se había convertido el
pueblo hebreo, necesita de la paz para sobrevivir y prosperar. Los valores
de las paz priman sobre los de la guerra, por lo que el deseo de paz tendrá
un gran peso en la sociedad agrícola del periodo de jueces. Es uno de
los libros bíblicos donde se emplea un mayor número de veces el término
sheqet (paz/tranquilidad) con el sentido de paz: Es la tranquilidad y el
sosiego que precisas para que la tierra produzca. Por ello junto a las etapas
beligerantes siempre se incluyen los periodos de paz que le siguen. Por
ejemplo, cuando se habla del juez Otniel se dice los israelitas estuvieron
sometidos a Kushan-Risatáyim ocho años (Ju 3,8), y tras la actuación de
Otniel el país estuvo en paz cuarenta años (Ju 3, 11); después estuvieron
sometidos a Eglón, rey de Moab, dieciocho años (Ju 3,14), Ehud los liberó
y el país estuvo en paz ochenta años (Ju 3, 30); con esas mimas palabras
finaliza el Canto de Débora (Ju 5, 31), la jueza que apartó el yugo que
durante veinte años había mantenido Yabín, rey de Canaán, sobre Israel.
También el país gozó de paz por espacio de cuarenta años (Ju 8, 28),
tras siete años de sometimiento a Madián.
3.3.
El estado monárquico, el ejército y los pactos
El periodo de la era monárquica, se identificada con el ideal del reino
davídico. La era monarquía no se circunscribe sólo al periodo de los reyes
de Israel y Judá, también es la época de los profetas y la del exilio a
Babilonia, donde el Reino continúa siendo el ideal paradigmático del
pueblo de Israel. En Babilonia, durante el exilio, y ante la carencia de
EL PUEBLO DE LA ALIANZA
107
referentes —Templo, monarquía—, comienza un nuevo del judaísmo, el
inicio de algunas de cualidades más características del judaísmo postexílico, como son el desarrollo de una Ley /Torá más espiritual, frente al
rígido ritual del templo; la valoración y recopilación, e incluso el comienzo
de la fijación por escrito de las tradiciones/leyes orales. Los preceptos
(misvot) adquieren gran relevancia y se convierte en el factor distintivo
de Israel en el exilio. Todo ello hace que el exilio en Babilonia suponga
una serie de cambios externos en la vida de los judíos (adopción del
calendario mesopotámico, de nombres babilónicos, la lengua aramea, etc.),
que junto a lo anterior ira preparando un cambio que se materializará a
la vuelta del exilio.
Con la instauración de la monarquía se abandona el antiguo sistema
de gobierno tribal y teocrático (I Sam 8, 5-7) y el modelo social gira desde
el tipo agrícola-ganadero al urbano. Con la creación de un estado institucionalizado se acomete por primera vez, en la historia del pueblo de
Israel, la creación de un ejercito y las construcciones militares a gran escala,
aunque en tiempos del rey Saúl los hebreos no poseían armas de hierro
(I Sam 12, 19ss), empezaron a emplearlas un poco más tarde, casi al par
que los filisteos, sobre los siglos XII-XI.
El cambio al sistema monárquico se refleja en el texto bíblico mostrando un espíritu más beligerante que en periodos anteriores; los hebreos
piden un rey para que los guíe en la batalla (I Sam 8, 11-20). Aún así,
se detectan algunas actitudes en pro de la resolución pacífica de los
conflictos. Un ejemplo de ello es la postura de los habitantes de Yabes
que solicitan al caudillo ammonita Nahas que realice un pacto con ellos
(I Sam 11, 1):
Nahas, ammonita, subió y puso sitio a Yabes de Galaad y todos los
habitantes de Yabes dijeron a Nahas: “Cierra un pacto con nosotros y
te serviremos”.
Pero Nahas, el ammonita les contestó:“Pactaré con vosotros con esta
condición: sacaros a todos el ojo derecho; así habré causado oprobio
a todo Israel”.
Los ancianos de Yabes le dijeron:“Concédenos siete días para que
enviemos mensajeros por todo el término israelita; y si no hay quien nos
socorra, nos rendiremos ante ti”.
Si en el caso anterior se trata de pactar antes de que comience la guerra,
el mismo libro de Samuel (7,14) aparece reflejado otro pacto, esta vez
acordado con los amorreos, donde es evidente que la paz de la que se
MARÍA JOSÉ CANO
108
habla es una paz alcanzada tras victoria en la guerra. No se habla expresamente de una alianza, sino que se emplea la fórmula Y hubo paz
entre Israel y el amorreo [Wa-yehi shalom ben Israel u-ben ha-’amori]:
Entonces volvieron a Israel las ciudades que a los israelitas habían
arrebatado los filisteos, desde ‘Eqron hasta Gat, e Israel rescató su
territorio del poder del filisteo. Y hubo paz entre Israel y el amorreo.
Una paz similar es la que se narra en otros pasajes del libro II de Samuel.
Un primer caso (17,3) se encuentra en los consejos que Ahitofel dirige
a Absalón para que éste ataque a su padre, el rey David:
Así caeré sobre él ahora que se halla fatigado y muy debilitado; le infundiré
pavor y huirá toda la gente que está con él... Después haré que todo el
pueblo vuelva a ti, como vuelve la esposa a su marido... y todo el pueblo
quedará en paz.
En II Sam 10,19 volvemos a observar como después de hacer la guerra
a Aram, David logra una paz con sometimiento:
Al ver los reyes vasallos de Hadad‘ezer que éste había sido derrotado
por Israel, hicieron las paces con Israel sometiéndose; en adelante, los
arameos no se atrevieron a auxiliar a los ammonitas.
En II Sam 19,25 y 19,31, el autor bíblico emplea la expresión regresaba
en paz [bo’ be-shalom], para hablarnos de una paz lograda tras la victoria
en una contienda, concretamente la guerra fratricida entre David y Absalón,
su hijo. Mefiboshet, hijo de Jonatán: No había cortado su bigote, ni lavado
sus vestidos desde el día de la partida del rey hasta el día que regresaba
en paz; y lo recibe con estas palabras: ¡...pues el rey, mi señor, ha regresado
en paz a su casa!
Al despedir a alguien se les instaba a marchar en paz, así David se
dirige al sacerdote Sadoc: Volveos en paz a la ciudad, tú con tu hijo Ajimás
y Abiatar con su hijo..( II Sam 15,27); y con una frase similar despide
Akis, príncipe filisteo a David en I Sam 29, 7, después de que el rey hebreo
le sirviera como mercenario durante uno o dos años: Así que vuélvete en
paz para no disgustarlos.23
23. A los sátrapas filisteos.
EL PUEBLO DE LA ALIANZA
109
Otra acepción de la paz durante el periodo de reyes es la de mantener
una paz lograda en algunos de los contextos antes expuestos. En I Re
22,45 la paz a la que se refiere no va precedida de guerra alguna: Y
Josafat mantuvo la paz con el rey de Israel; si bien parece que Josafat,
rey de Judá y Ajab, rey de Israel se habían aliado para combatir a
Siria:
Propuso, pues, él a Josafat:“¿Quieres venir conmigo ala guerra contra
Ramot de Galaad?” Y contestó Josafat al rey de Israel:“¡Tú y yo, mi
pueblo y tu pueblo, mi caballería y tu caballería, somos una misma cosa!”
(I Re 22,4).
pero, tras vencer a Ben Hadad de Siria, Ajab establece con él un pacto
de clemencia (I Re 20, 34), en el que se describe las relaciones comerciales
que mantenían los dos reinos. Dice el rey sirio:
Te regalaré con promesa solemne las ciudades que mi padre tomó a tu
padre, y podrás establecer calles de comercio en Damasco, como las
estableció mi padre en Samaria; y, en cuanto a mí, mediante este pacto
me dejarás libre.
Pactó, pues Ajab alianza con él, y dejóle marchar.
La política de alianzas y pactos entre los reyes de la zona fue constante
y variable. En II Cr 16, 3, leemos como el pacto lo establece Ben Hadad,
rey de Siria, esta vez con Asha, rey de Judá, para atacar a Basha, rey de
Israel. Asha insta a monarca sirio a romper con Israel:
Haya alianza entre tú y yo, como la hubo entre tu padre y mi padre. He
aquí que te he enviado plata y oro. Anda rompe tu alianza con Basha,
rey de Israel, para que se retire de sobre mí.
Los tratados más notables del periodo de las monarquías de Judá e
Israel24 son los estipulados por el mítico rey David, como es el acordado
con Abner, general de la casa de Saúl (II Sam 3, 12-13). Entre los
protagonistas del pacto hay un intercambio de mensajeros a fin de concertar
la alianza:
24. Otros pactos aparecen en II Re 11, 4 (= II Cr 23,1). 17; 17, 35. 38; 23, 3; II Cr
15, 12; 21,7; 23, 3.16; 29, 10; 34. 30.
110
MARÍA JOSÉ CANO
Abner envió entonces mensajeros a David a decir en su nombre a quién
había de pertenecer el país, afirmando:“Concierta alianza conmigo, y
he aquí que mi mano te ayudará a reducir a tu obediencia a todo Israel”.
Contestó:“Bien; pactaré contigo alianza; una sola cosa exijo de ti: no
te has de presentar ante mí si no traes a Mikal, la hija de Saúl....
Este pacto se sella con un banquete (II Sam 3, 20-21) como veíamos
que se hacía en periodos anteriores, concretamente en la época patriarcal:
David celebró en honor de Abner y de las personas que con él venían
un banquete. Después Abner dijo a David:“Quiero disponerme y, marchar
y reunirme junto a mi señor, el rey, a todo Israel para que concierte contigo
un pacto y así reines a medida de cuanto tú deseas”. Despidió David
a Abner y él partió en paz.
Otros tratado acordados por David son el que hizo con los ancianos
de Israel (II Sam 5, 3), tras el asesinato del rey Isboset y su general
Abner, con los que había pactado previamente. Este pacto precede a
su nombramiento como rey de Israel. Otra de las alianzas de David es
la que firmó con los gabaonitas (II Sam 21, 2ss) y que nos presenta un
posible pacto entre Israel y esta nación anterior a instauración de la
monarquía:
Entonces el rey llamó a los gabaonitas y les hablo. (Ahora bien los
gabaonitas no pertenecían a los hijos de Israel, sino a un resto de los
amorreos, a quienes los hijos de Israel habían empeñado su juramento;
pero Saúl había tratado de destruirlos llevado de su celo por los hijos
de Israel y Judá....
El pacto más famoso del rey David es el que se juramentó con Yonatán,
hijo de Saúl. Este era un pacto privado pero con implicaciones políticas,
pacto que ambos renovaron una y otra vez (I Sam 18,3ss; 20, 8.17; 23,
18; II Sam 21, 7):
EL PUEBLO DE LA ALIANZA
111
Ejercita pues benevolencia con tu servidor, ya que mediante pacto en
nombre de Yahvé has hecho entrar a tu siervo en tu intimidad, y si hay
en mi alma algún delito, mátame tú mismo, pues ¿para qué me has de
conducir hasta tu padre?
Las buenas relaciones que David mantenía con algunos de sus vecinos,
aunque fuera sólo temporalmente se puede ver en II Sam 5, 11= I Cr 14,
1, cuando Hiram de Tiro le envía maderas del Líbano y obreros para que
le construyeran un palacio. También Tou, rey de Hamat, manda a su hijo,
con presentes, a rendirle pleitesía (II Sam 8, 9-10), o David hace lo propio
con los ammonitas (II Sam 10, 2).
El sucesor de David, Salomón es universalmente el paradigma de rey
sabio, pero para el pueblo judío también es paradigma de la paz. Su propio
nombre Shelomoh procede de la raíz ShaLaM, “hacer la paz”, y es una
alegoría a la tan ansiada paz. A él se le encomendará la construcción
del templo de Yahvé,25 pues según el cronista Dios dice a David (I Cr
22,9):
[Hineh-ben nolad lak hu’ yihyeh ‘is menuhah we-hanihoti lo mikol ‘oybayw
misabib ki Shelomoh yiyeh semo we-shalom wa-sheqet ‘eten `al- Israel
be-yamayw...]
He aquí que te nacerá un hijo que será hombre pacífico (=tranquilo) y
a quien concederé descanso (= tranquilidad = paz) de todos sus enemigos
de alrededor; pues Salomón es su nombre y paz y tranquilidad daré a
Israel en sus días. Él construirá una casa a mi Nombre.
Mientras, al propio rey David se le prohíbe edificar la casa de Yahvé
(I Cr 22,8), por haber sido un rey beligerante:
Has derramado sangre en abundancia y has llevado a cabo grandes
guerras; no edificarás una Casa en mi Nombre, pues has vertido mucha
sangre ante mí.
Jonatán, por su parte, concertó alianza con David, pues lo amaba como
a su propia persona; y despojándose del manto que llevaba encima, se
lo dio a David, y asimismo sus vestiduras e incluso su espada, su arco
y su cinturón (I Sam 18,3-4).
Salomón mantiene la paz que su padre ya tenía con Hiram de Tiro,
que le proporcionaría materiales y obreros para la construcción del Templo,
como antes se los había proporcionado a su padre para edificar el palacio
real (I Re 5,26 = II Cr 2): Y hubo paz entre Hiram y Salomón.
David le dirige a Jonatán una palabras cargadas de ternura para rogarle
que interceda ante su padre (I Sam 20, 8), por la alianza pactada:
25. LEWY, J. (1940) The sulman Temple in Jerusalem, Journal of Biblical Literature
59, 519-22.
112
MARÍA JOSÉ CANO
Salomón extiende la paz a todos los confines de su reino (I Re 5,
4-5):
En realidad, él señoreaba en todo el lado de acá del río, desde Tifsah
hasta Gaza, y en todos los reyes aquende del río, y gozaba de paz en
todos los confines circundantes. Judá e Israel habitaron tranquilos, cada
uno bajo su parra y su higuera, desde Dan hasta Bersheba, mientras vivió
Salomón.
El reinado de Salomón es considerado como un periodo de paz y
prosperidad; pues la paz era condición inexcusable para lograr la prosperidad en la mentalidad del pueblo hebreo que conservó en la memoria
colectiva los valores de los pueblos nómadas, condicionados por el carácter
agrícola y ganadero de los mismos. Uno de los testimonios más entrañables
de lo arraigada que estaba la actividad agrícola en esta época es el
documento más antiguo —siglo X a. C.— de cuantos están escritos en
el alfabeto hebreo, el Calendario de Gezer, un ejercicio de un escolar en
el que se describen las faenas del campo: 26
Dos meses para la recogida (de la aceituna); dos meses para sembrar
(el grano); dos meses para la siembra tardía; el mes para cavar el lino;
el mes para cosechar la cebada; el mes para cosechar y ensilar; dos meses
para cuidar las viñas; el mes para los frutos de otoño.
El comercio contribuyó al engrandecimiento del reino salomónico27 ,
comercio que se proyectó tanto hacia Oriente como hacia el Mediterráneo.
Durante el periodo monárquico, las leyendas sobre la presencia judía en
el Mediterráneo se caracterizaron por su marcado carácter pacífico. Según
el texto bíblico la proyección de los judíos en el Mediterráneo se inicia
cuando los hebreos mantienen una estrecha relación con los fenicios. Los
fenicios son unos de los ejemplos más evidentes de expansión pacífica
por el Mediterráneo, cuando iniciaron sus viajes marítimos su intención
no fue conquistar tierras y dominar naciones, sino establecer contactos
y transacciones comerciales, que derivaron en la fundación de numerosas
26. Hasta nuestros días se ha conservado ese aspecto agrícola y ganadero en el ritual
litúrgico y así se reflejaba en el calendario de Gezer, en el que el comienzo de las faenas
coincide con el del calendario litúrgico.
27. GROLLENBERG (1966) 93.
EL PUEBLO DE LA ALIANZA
113
colonias factorías, llegando, junto a los antiguos griegos, desde el extremo
oriental al extremo occidental de nuestro mar, desde Tiro a Tartesos o
Tarsis.28
Con idénticas connotaciones —actividad comercial— se nos presentan
las narraciones bíblicas referidas a Tarsis. En el libro de Ezequiel (Ez 27,12)
leemos an el vaticinio contra Tiro:
Tarsis comerciaba contigo, por la abundancia de toda riqueza: Plata,
hierro, estaño y plomo daban por tus mercancías. Yawan (Grecia), Tubal
y Mesek traficaban contigo: esclavos y objetos de bronce entregaban por
tus mercancías...
reflejando de forma evidente una actividad comercial, a la que Israel no
parece que fuera ajena.
El mar de Jope=Yafo=Jaffa, como era conocido en el Antiguo Testamento el mar Mediterráneo, fue el escenario de la mayoría de las
transacciones comerciales marítimas de los hebreos, aunque también
comerciaron desde el mar Rojo, 29 durante la Antigüedad, y desde sus
comienzos contó con la ayuda y colaboración del pueblo fenicio, desde
la construcción de las embarcaciones, las llamadas naves de Tarsis. 30
Es notorio que el pueblo judío nunca poseyó durante la Antigüedad
con una flota militar —o al menos no tenemos noticias de ello— mientras
que las noticias sobre navegación comercial son muy abundantes desde
pasajes como Is. 60, 9, hasta los relacionados con la adquisición de materias
para la reconstrucción de Jerusalén:
Las costas/islas me esperan, las naves de Tarsis en cabeza, para traer
a sus hijos de lejos, junto con su plata y su oro.
Este pasaje se puede referir a la presencia judía en los asentamientos
de diferentes colonias-factorías fenicias creadas a ambas riberas de
28. Respecto al significado de este topónimo, asociando Tarsis a la península ibérica,
se ha mantenido una amplia polémica. E. J. s.v. TARSHISH, 15, 825.
29. Hay un cierto confusionismo entre Tarsis=topónimo, «naves de Tarsis» término
técnico. Sobre el comercio en el Mar Rojo II Cr 9, 21.
30. Término técnico para las naves de gran tonelaje. Is. 2, 12-16; Ez 27, 25: “Las
naves de Tarsis formaban tu flota comercial”.
114
MARÍA JOSÉ CANO
Mediterráneo,31 ciudades que mantuvieron una estrecha relación hasta
épocas tardías. Aunque las leyendas sobre la presencia judía en las costas
occidentales desde los tiempos de Salomón, o en los del rey babilónico
Nabucodonosor, se repiten en diferentes puntos del Mediterráneo, como
en Sefarad o en Túnez, la presencia hebrea en los asentamientos fenicios
debió ser sólo testimonial, pues en verdad las comunidades hebreas en
el Mediterráneo no adquirieron cierta notoriedad hasta la época del Segundo
Templo.
Al margen de esa política comercial del pueblo judío durante la
Antigüedad, los reyes de Judá e Israel continuaron con su política de
alianzas, para con Dios: Salomón renueva la Alianza en I Re 3, 15,
siguiendo todo el ritual, incluido el banquete:
Cuando llegó a Jerusalén, se presentó ante el Arca de la Alianza de Adonay
y ofreció holocaustos, sacrificó ofrendas pacíficas y luego dio un banquete
a todos sus servidores.
La renovación de la Alianza con Yahvé será una constante en la
historia del pueblo hebreo; incluso cuando el concepto de pacto se hace
más abstracto, como sucede en los textos proféticos, se vuelve a repetir
el deseo de acordar una alianza, ese es el caso del profeta Jeremías
(31, 31-34 ) cuando profetiza la restauración del reino davídico que
inexorablemente va unida a la renovación del pacto. Esta Alianza que
propone Jeremías adquiere un nuevo sentido, alejado del rígido ritual
sacerdotal. Es una de las primeras expresiones de la futura espiritualidad
judía:
Oráculo de Yahvé: He aquí que llegan días en que pactaré con la casa
de Israel y la casa de Judá una nueva alianza. No como la alianza que
pacté con sus padres el día en que los agarré de la mano para sacarlos
del país de Egipto; pues ellos han quebrantado mi alianza, cuando yo
me había desposado con ellos... Pero ésta será una alianza que concertaré con la casa de Israel después de aquellos días...: pondré mi
Ley en su interior y la escribiré en su corazón y vendré a ser su Dios
y ellos vendrán a ser mi pueblo. Y no necesitarán instruirse ya de
compañeros...
31. FUENTES, M. J. (1986) Corpus de inscripciones fenicias, púnicas y neopúnicas
de España, Barcelona.
EL PUEBLO DE LA ALIANZA
115
Sólo en una ocasión Jeremías hace referencia a un posible pacto real,
aquel que Sedecías hace con su pueblo para la manumisión de los esclavos
hebreos. Este pacto se rompe y Dios por mediación del profeta les recuerda
que con esa actitud están quebrantando la Alianza, e incluso les hace
rememorar el ritual del novillo troceado (Je 34, 8-19).
Cuando en el 721 a.C. fue destruido el reino de Israel o Samaria los
judíos deportados fueron repartidos por distintos territorios del imperio
y se asimilaron a otros pobladores hasta desaparecer. Desde que los últimos
dirigentes del reino de Judá fueron deportados a Babilonia por Nabucodonosor en el 567 a.C. hasta que Ciro les permitió volver, la vida de las
clases populares que quedaron en Palestina fue anónima hasta el extremo
de perderse de los anales de la historia del pueblo hebreo; parte del pueblo
se dispersó y otra parte formó las comunidades conocidas como los
samaritanos, unos y otros llevaron una existencia alejada de conflictos
de importancia y su sistema de vida era el de los pequeños agricultores
y pastores, que sobrevivían con una precaria economía de trueque. Las
referencias bíblicas a este periodo de la historia de los judíos son escasas
–sólo nos habla de él el profeta Jeremías–, tampoco en las numerosas
inscripciones del rey Nabucodonosor se hace referencia a batallas ni
conquistas, luego las pocas noticias que sobre esta etapa poseemos proceden de los restos arqueológicos, concretamente los más interesantes son
las colecciones de los ostraca: Samaria, Lakish, Arad... ,32 concretamente
los encontrados en Samaria y Lakish son las colecciones más ilustrativas
como testimonios del final de los reinos de Israel y de Judá, respectivamente. Estos ostraca o cartas, como también se les conoce, son fragmentos
de cerámica en las se escribían noticias de tema diverso, desde listados
de nombres, a recomendaciones y ordenes reales, pasando por notas sobre
transacciones comerciales o sobre el control de la intendencia de los
palacios reales. Constituyen un corpus de gran interés para el estudio de
la vida diaria, pero para el tema que nos ocupa tienen especial interés
los que presentan algunas formulas de salutación en las se utiliza el término
paz,33 y una actitud pacífica.
En el ostracon 6º de Lakish, se puede observar como algunos funcionarios mantienen una postura favorable a aceptar de forma pacífica
32. SUDER, R. W. (1984) Hebrew Inscriptions. A classified Bibliography, LondonToronto; LEMAIRE, A. (1977) Inscriptions Hébraïques, I. Les ostraca, Paris.
33. Sobre todo en los documentos de Lakish, ostraca números 2, 3, 5,6, 9 de la
clasificación de Lemaire.
116
MARÍA JOSÉ CANO
el dominio de Nabucodonosor, de hecho no hay indicios arqueológicos
de una destrucción de Jerusalén por ese monarca —solamente tenemos
las noticias de devastación que aparecen en Lamentaciones— aunque si
de otras ciudades, entre ellas Lakish:
A mi señor Yaos. Que Yahvé haga ver a mi señor este momento en paz.
Quién es tu siervo, un perro, para que mi señor le envíe la carta del rey
y las cartas de los oficiales diciendo:“Leelas, te ruego”. Pero he aquí
que las palabras de los príncipes no son buenas sino para debilitar nuestras
manos y aflojar las manos de los hombres que lleguen a tener noticias
de ellas... mi señor, ¿no querrás tú escribirles, diciendo:“¿Por qué obráis
así en Jerusalén? ¡Esto es lo que estáis haciendo al rey y a su casa! Como
vive tu Dios, Yahvé, de verdad que desde que tu siervo leyó las cartas,
no ha habido paz para tu siervo.
Otras fuentes de información son los sellos, improntas y monedas
halladas tanto en Judea como en Samaria.34
Los judíos que marcharon deportados a Oriente pertenecían a las clases
privilegiadas de los sacerdote y de la casa davídica. Una vez en Babilonia
se asentaron en núcleos urbanos dedicados al comercio y la artesanía y
fomentando el estudio de la Ley como base preparatoria para el siempre
deseado retorno a la Tierra Prometida. Su condición social no era la de
esclavos o siervos, pero tampoco se les permitía la participación activa
en asuntos de gobierno y por tanto, obligatoriamente tenían que mantenerse
alejados de posturas belicistas.
Durante este periodo tienen un papel relevante las enseñanzas de los
profetas,35 y sobre todo de dos personajes, Jeremías y Ezequiel, que
representan la voz de la conciencia del pueblo en el periodo turbulento
del final del reino de Judá y el comienzo del Destierro. Ambos siguen
la línea de las antiguas castas de profetas, pero por primera vez ofrecen
una visión de los problemas del pueblo hebreo examinados desde un prisma
diferente. Uno de los grandes problemas de esta época de grandes conflictos será el asunto de la paz.
Jeremías, nacido en el 650 en Anatot, en tierra de Benjamín, vivió
los últimos años del reinado de Sedecías, rey de Judá, y murió en Egipto
34. HERR, L. G. (1978) The scripts of Ancient Northwest Semitic Seals, Missoula,
“Hebrew Seals”, 79-152.
35. Sobre la paz en los profetas ver CANO (1998) 50-5.
EL PUEBLO DE LA ALIANZA
117
una vez consumada la deportación a Babilonia. La explicación que ofrece
este profeta a las desgracias que asolan al pueblo hebreo se basa en la
antigua idea patriarcal del castigo ocasionado por quebrantar un pacto,
en este caso la Alianza de Yahvé, y les recuerda constantemente que han
de escuchar y guardar la Alianza que prescribí a vuestros padres (Je 11,
4), pues la casa de Israel y la casa de Judá han roto mi Alianza, la que
yo había pactado con sus padres. Por ello... voy a atraer sobre ellos una
calamidad de la que no podrán escapar (Je 11, 10-11); pero una vez
aceptado el castigo divino insta a su correligionarios a procurar el bien
y la paz para las ciudades que los acojan (Je 29, 1-14).
Luego, con un nuevo enfoque, retoma los elementos tradicionales
relacionados con el concepto de paz y los amplía: en Jeremías las relaciones
del hombre con Dios y su entorno tiene un significado nuevo, y en gran
medida será el que introduzca una nueva conceptualización de la paz, y
fomente la Alianza definitiva con Dios, basada en sentimientos más
profundos e ideas más abstractas. La carencia de paz en la época en la
que vivió el profeta le hizo que, en sus escritos proféticos, se resalte y
valore la idea de la paz, ampliando su concepto desde la idea de ausencia
de guerra hasta la de paz imperfecta. Y así clama Dios por boca del profeta
en Je 33, 6.9:
He aquí que Yo les aplicaré remedio y curación y los sanaré y les descubriré
abundancia de paz y seguridad... Constituirá para Mí motivo de gozo,
alabanza y gloria ante todas las naciones de la tierra, que oirán todo
el bien que yo les procuro, y quedarán espantados y turbados por todo
el bien y toda la paz que Yo he de procurar a ella (Jerusalén).
Esa ansia de paz le hace maldecir a los profetas que prometen una
falsa paz, advirtiendo repetidas veces contra las palabras de aquellos que
dicen: ¡Paz, paz! Cuando no hay paz (8, 11), y tendréis paz (23, 17),
para curar el quebranto de la hija de mi pueblo, pues según él:
Esperábamos paz, y no ha habido bien alguno; el tiempo de curación,
y he aquí el terror (Je 8, 15).36
El profeta Jeremías huye de la guerra cuando él mismo marcha a Egipto:
No veamos más la guerra, ni oigamos el sonido del cuerno (42, 14), y
culpa a la guerra de todo los males que sufre su pueblo:
36. Nótese el palalelismo antitético de “paz” / “curación” frente a “no ha habido bien
alguno” / “terror”, que se vuelve a repetir en Je 30, 5, con la antítesis “espanto” y “paz”
118
MARÍA JOSÉ CANO
Han enmudecido las pacíficas praderas merced a la cólera de Yahvé. Ha
abandonado como león joven su guarida, y su tierra se ha trocado en
desolación merced a la espada destructora, merced al furor de su cólera
(Je 25, 36-38).
y sólo espera la promesa mesiánica de la restauración de la casa de David
y el compromiso del mantenimiento de la Alianza (Je 36, 19-26).
El caso del profeta Ezequiel37 es diferente pues son escasas la ocasiones
en las que alude a la cuestión de la paz; para este profeta el regreso de
los deportados y la restauración de un reino de paz, también radica en
el cumplimiento de la Alianza de Yahvé, que el pueblo había quebrantado
(Ez 16, 8. 59-62; 17, 19; 37, 15).
Como en el caso de Jeremías ataca a los que profetizan una paz falsa
(Ez 13, 15), y en una ocasión alude a un acuerdo entre el rey de Babilonia
y un miembro de la estirpe real (Ez 17, 12-14), con intención de socavar
al pueblo judío desde dentro:
Ha venido el rey de Babilonia a Jerusalén y ha tomado a sus rey y sus
príncipes y los ha transportado a Babilonia. Luego ha tomado a uno de
estirpe real y ha pactado con él alianza y le ha hecho prestar juramento,
y se ha cogido los magnates del país, para que sean un reino humilde...
para que el rey guarde la alianza.
Para Ezequiel el símbolo más importante de la resurrección nacional
es la alianza de la paz,38 y así dice Dios a través de su enviado (Ez 37,
26):
Pactaré con ellos una Alianza de Paz, una Alianza eterna será.
3.4.
El pacto con los poderes externos: persas y romanos
Cuando en el 549 a. C. Ciro permite a los judíos volver a la Tierra
prometida, a aquellos les resultó imposible la restauración de un sistema
monárquico según el modelo davídico. La vuelta a la Tierra de los
37. Ezequel ejerció su ministerio unos años antes de la toma de Jerusalén en el 587,y
hasta el año 571.
38. BATTO, B.F. (1987) “The Covenant of Peace: A Neglected Ancient Near Eastern
Motif”, BCQ 49, 187-211.
EL PUEBLO DE LA ALIANZA
119
Antepasados y la construcción del Templo no coincidió con lo que los
judíos exiliados habían imaginado, que siempre se alimentaba con la idea
de la restauración del antiguo reino davídico, a pesar de sentar en el trono
a los príncipes de la casa de David, Sheshbasar y Zorobabel. Frente a
eso, y gracias a la labor de Esdras y de Nehemías, cincuenta años después,
y el bagaje traído de Babilonia se instaura un sistema teocrático en el que
Dios ejerce el dominio sobre la comunidad pero no sobre el estado. Los
sacerdotes, junto a las familias davídicas, formarán la casta privilegiada
pero siempre controlada por la nueva aristocracia cultural integrada por
los maestros de la Ley: los fariseos, y con ellos el profuso desarrollo de
las oraciones. La destrucción del Jerusalén y su templo en el año 70 de
nuestra era, y la consiguiente expulsión de los judíos de la Ciudad Santa,
finalizó con ese sistema teocrático. Pero la semilla del siguiente periodo,
el rabínico-sinagogal, había sido plantando en la época de Babilonia y
durante el periodo teocrático germinaría, y, cuando se produzca la gran
galut de 70 d.C. se encontraría maduro, y en él se sustentaría el judaísmo
de la Diáspora.
Durante este periodo comienzan a formarse los grandes asentamientos
judíos de la Diáspora, como son los de Pumbedita y Nehardea en Babilonia
integrados por antiguos deportados que no volvieron a Palestina; otro
núcleo importante fue el que se formó en Egipto con los huídos de Judá
a raíz de las deportaciones de Nabucodonosor (Je 42, 44. 46) y con los
colonos judíos que como soldados servían en la isla de Elefantina.
Los restos arqueológicos de mayor relevancia son los documentos
conocidos como los Papiros de Elefantina. Éstos son cartas y contratos
redactados por los integrantes del asentamiento hebreo de la isla egipcia
de Elefantina y en ellos se muestran los contactos que aquellos judíos
de la diáspora tenían con los habitantes de Jerusalén,39 la llamada ‘comunidad post-exílica’, formada entorno a la Ciudad Santa. La fortaleza se
llamaba Yeb, y los judíos tenía allí un templo, que fue destruido alrededor
del 410 a. C.; unos años después, y a través de una de las cartas solicitan
ayuda para la reconstrucción del templo a Jerusalén y a Samaria, cuando
unos años más tarde reciben una respuesta positiva, ésta está condicionada
a la abolición de los sacrificios cruentos de animales, lo que se ha
interpretado como un intento de exclusivismo de los sacerdotes de Je-
39. PORTEN, B.- YARDENI, A. (1986) Textbook of Aramaic Documents from Ancient
Egipt, Jerusalem.
120
MARÍA JOSÉ CANO
rusalén en cuanto al oficiar ciertos sacrificios, pero también parece denotar
la influencia zoroástrica en el pensamiento judío, que del mismo modo
aflorará en algunas sectas judías de la época. En los papiros de Elefantina
hay otros datos, como es el tratamiento dado al nombre de Dios que dejan
ver el influjo pagano. Lo cierto es que por primera vez se cuestiona la
violencia en el ritual y que desde ese momento será frecuente el encontrar
una revaloración de los mandatos en los que la muerte y la violencia son
condenados.
El paso de la dominación persa a la griega no debería de haber supuesto
un gran cambio, lo más el del recaudador de impuestos, pero lo cierto
es que toda Palestina, y el mundo judío en su totalidad, experimento un
intenso proceso de helenización, que abarcó desde el simple cambio de
nombres —ejemplo Acco se denominó Ptolomeida— hasta la influencia
en la esencia misma de la religión judía, pero fundamentalmente en el
sistema de vida. Estos sucesos que se narran en los libros deuterocanónicos
de Macabeos I y II, compuestos alrededor del 100 a.C. son interpretados
por el autor como un acuerdo, un pacto entre los judíos y los griegos,
que presupone romper el pacto con Yahvé, llegando incluso a transgredir
la misvah de la circuncisión —símbolo de la alianza de Abraham— que
durante el destierro había venido a ser el signo distintivo del pueblo judío
entre gentiles:
Por aquellos años surgieron en Israel hombres transgresores de la Ley,
que sedujeron a muchos, diciendo:“Vamos a hacer un pacto con los
gentiles que nos rodean...” La propuesta pareció buena sus ojos, y algunos
del pueblo se llenaron de ardor y acudieron al rey, que les dio autorización
para practicar las costumbres gentiles. Construyeron un gimnasio en
Jerusalén; se rehicieron los prepucio, se apartaron de la santa alianza...
(I Mac 1, 11-15).
Esta helenización creó una profunda excisión en el seno del judaísmo
que llevó a la sociedad judía a un enfrentamiento abierto entre conservadores y helenizados, que alcanzará su cenit cuando Antioco IV, en el
167 a. C., consagra Jerusalén y su templo a Zeus. Este hecho, unido al
descontento que producía la gran presión fiscal que imponían los seleúcidas
propició el levantamiento de Matatías Macabeo. El sector conservador
y nacionalista vuelve constantemente la vista a las antiguas tradiciones
y fundamentalmente a la Alianza (I Mac 1, 57) y a ella recurren para exaltar
al pueblo. Así arenga Matatías Macabeo:
EL PUEBLO DE LA ALIANZA
121
Que me sigan los que estén llenos de celo por la Ley y quieran mantener
la alianza (I Mac 2, 27).
Este movimiento de claras tendencias nacionalistas se aglutinó entorno
a la familia de los Macabeos y contaría con el apoyo de los conservadores
‘piadosos’, más conocidos como los fariseos y las clases populares, y
se enfrentaría con las castas privilegiadas de saduceos, muy helenizados
y que respaldaban a Damasco. Esta situación propiciaría que se negociaran una serie de alianzas entre Roma y los dirigentes de la dinastía
Asmonea, así como entre seleúcidas y saduceos. La primera de ellas,
según I Mac 8 es la establecida entre Judas y Roma, es descrita en todos
los detalles, desde los emisarios enviados a Roma, para establecer con
ellos amistad y alianza, hasta el discurso que los delegados judíos dijeron
ante el Senado, y que en términos generales se puede considerar ajustado
a uno genuino:
“Judas, llamado también Macabeo, sus hermanos y el pueblo de los judíos
nos han enviado a vosotros para establecer alianza y paz con vosotros,
a fin de que nos inscribáis como aliados y amigos vuestros”...Esta es la
copia del documento que escribieron como contestación en tablillas de
bronce y que enviaron a Jerusalén para que sirviese allí como memorial
y paz y alianza. “Que les vaya bien a los romanos y a la nación de los
judíos en mar y en tierra para siempre; que la espada y el enemigo estén
lejos de ellos... (I Mac 8, 20-32).
Las alianzas se suceden y alternan: La facción helenizada, los sin Ley,
con Báquides, seleúcida, pactan para atacar a los Asmoneos (I Mac 9,
58-61), Jonatán Macabeo tras vencer a Báquides le proponen pactar un
acuerdo para rescatar a los cautivos (I Mac 9, 70-72); Demetrio le propone
la paz a Jonatán con la finalidad de ...anticiparnos a concertar la paz
con ellos, ante de que la concierte con Alejandro [Epifanes] contra
nosotros (I Mac 10, 3-5; 22-45; 11, 30-37; 13, 36-40), así sucedió (I Mac
10, 16-20); hay una renovación del tratado de paz entre Roma y Jonatán
el Asmoneo (I Mac 12, 1), y entre éste y otras ciudades como Esparta
(I Mac 12, 2-23), al morir Jonatán los romanos vuelven a renovar la alianza
con los Asmoneos (I Mac 14, 18-24), etc.
Este periodo se contempla como una de las etapas más interesentes
del desarrollo de unos vínculos sólidos y pacíficos entre los diferentes
grupos judíos asentados a lo largo de todo el Imperio y con otras comunidades. Testimonio de estas relaciones eminentemente pacíficas son los
122
MARÍA JOSÉ CANO
yacimientos arqueológicos o los objetos hallados en Palestina: albergues
caravaneros, pequeños altares para incienso procedentes de Arabia, vasos
griegos importados, cuencos de plata persas, miles de asas de ánforas de
vino que se empleaban para transportarlo desde el Egeo a Palestina –2000
asas de ánforas procedentes de Rodas y Grecia fueron encontradas en
Samaria–, platos de terra sigillata procedentes de Italia, etc. La helenización y romanización se hizo notar en la vida diaria, en el régimen
alimenticio, en el sistema de cultivos e incluso en el ajuar doméstico donde,
por ejemplo, las lámparas griegas y romanas ocuparon el lugar de los viejos
candiles cananeos.
Sobre todo los judíos crearon unas complejas redes a lo largo del
Mediterráneo, formadas entre las diversas comunidades hebreas que están
constatadas en el periodo helenístico, crecieron con Roma y durante el
medioevo, se fortalecieron en la Edad Moderna —tras la expulsión de
los judíos de Sefarad— y se han conservado hasta épocas muy cercanas
a nosotros. La evolución del transporte marítimo, como medio de transporte más rápido y seguro, ayudó a crear y consolidar estas redes, enlazando
tanto los centros relevantes como los pequeños asentamientos. A lo largo
de la historia los centros importantes fueron variando: así Cesarea, Alejandría y Roma que fueron los puntos más importantes durante la Antigüedad, cedieron su protagonismo en favor de Almería, Kairuwan o
Marsella durante la Edad Media, que a su vez decaerían ante el avance
del imperio turco; las grandes urbes de este imperio, lo serían a la vez
de los judíos: Salónica, Constantinopla...; y siempre las islas: Chipre,
Rodas...
Si bien es cierto que los centros varían su importancia con el tiempo
o con los cambios políticos, entre otras circunstancias, lo cierto es que
estas redes fueron muy sólidas y constantes, y el paradigma de las normas
y doctrinas económicas que han dominado el Mediterráneo hasta los
tiempos modernos. El Mediterráneo es en muchos aspectos un mundo
cerrado, lo que confiere a la vida en el Mediterráneo una entidad propia
que homogeneiza a elementos de diferentes pueblos, etnias y lugares
ribereños. En el caso de los judíos esto es muy notable pues comerciantes
hebreos procedentes de otras regiones tendrían que adiestrarse, adoptar
y adquirir los métodos de los comerciantes judíos mediterráneos, mientras
que entre los ribereños las transacciones se realizan sin distinción de
nacionalidades o religiones.
Los vínculos creados por las redes comerciales referidas, no se limitaron tan solo al aspecto económico, sino que crearon una mentalidad que
EL PUEBLO DE LA ALIANZA
123
envolvió a todo el área mediterránea, y que habría de perdurar durante
siglos, una mentalidad basada en la convivencia pacífica de sus moradores.40
Durante los primeros siglos de nuestra era, debido a los sucesos de
Palestina —destrucción del Templo, guerras judías...— y a la política
romana de deportaciones, es fácil imaginar la dispersión de los hebreos
a lo largo y ancho del Mediterráneo. Concretamente en la península Ibérica
hay datos de su presencia en bastantes ciudades isleñas —Ebussus (Ibiza),
Maiorca (Mallorca)— y de la costa: Emporiae (Ampurias), Dertosa (Tortosa)
Saetabis (Játiva), Cartago Nova (Cartagena) Abdera (Adra), Malaca
(Málaga) o Tarraco (Tarragona).41
De esta última procede un hallazgo arqueológico, una pileta de
abluciones o un sarcófago infantil en el que junto a simbología judía —
dos pavos reales, un cuerno de carnero, un candelabro de siete brazos
y un árbol de la vida — se le un texto trilingüe: en hebreo Paz sobre
Israel, sobre nosotros y nuestros hijos, en latín Pax fides y otro igual
en griego.42
3.5.
Los pacifistas esenios
Parte de los integrantes de la secta de los fariseos que habían apoyado
a los Asmoneos, ante el cambio experimentado por esta dinastía que viró
desde un posicionamiento religioso-nacionalista a otro exclusivamente
político, se retiraron al desierto de Judea, creando una de las sectas judías
más significativas del periodo que nos ocupa: los esenios.
Los orígenes de esta secta escindida de los fariseos se remonta a los
tiempos de Jonatán Macabeo (160-143 a.C.), y se caracterizaba por su
observancia estricta de la Ley y por su actitud declaradamente pacifista,
por lo que rechazaban no sólo la lucha armada, sino cualquier tipo de
violencia, incluidos los sacrificios cruentos de animales, considerados en
40. A. TOAFF -S. ACHWARZFUCHS, eds. (1089) “Introduction” en The Mediterranean and the Jews. Banking, finance and international trade (XVI-XVIII Centuries),
Bar Ilan.
41. FUENTES (1986); GARCÍA IGLESIAS, L. (1978) Los judíos en la España antigua,
Madrid.
42. Se encuentra en el Museo Sefardí de Toledo.
124
MARÍA JOSÉ CANO
el judaísmo absolutamente legales dentro del ritual del templo: Envían
ofrendas al templo, pero no hacen sacrificios, pues practican otros medios
de purificación...43 y Son los adoradores más notables de Dios, y no
mediante sacrificios de animales, sino por su resolución de mantener sus
pensamientos en armonía con lo sagrado. 44
Los esenios desde épocas tempranas atrajeron la atención de historiadores y estudiosos como son el filósofo judío Filón de Alejandría (25
a.C.-50 d.C), Plinio (23 d.C.- 79 d.C) o Flavio Josefo (37 d. C.-100 d.C.).
Los esenios, olvidados en el Nuevo Testamento, han adquirido notoriedad
a raíz de los descubrimientos de los manuscritos del Mar Muerto de Qumrán
y Wadi Murabat. Según Josefo, el historiador que más atención les presta
vivían en varios lugares de Palestina,45 pero su asentamiento más importante era cerca del Mar Muerto, lo que también afirma Plinio,46 donde
estaba situado el ‘monasterio’ de Qumrán que fue destruido en el año
68 d.C. por la Legión Décima:
Había entre los judíos tres géneros de filosofía: el uno seguían los fariseos,
el otro los saduceos, y el tercero, que todos piensan el más aprobado,
era el de los esenios, judíos naturales, pero muy unidos con amor y
amistad... Suelen también menospreciar las riquezas, y tienen por muy
honrosa la comunicación de bienes uno con otro... No tienen una ciudad
determinada en donde se recojan; pero en cada una viven muchos... en
sus peregrinaciones no se arman... no compran entre ellos nada ni lo
venden, dando que cada uno lo que tiene al que está necesitado... Tienen
mucha religión y referencia, a Dios principalmente... No suele haber aquí,
entre ellos, ni clamor, ni gritos, ni ruido alguno... Saben moderar muy
bien, y templar la ira, desechar toda indignación, guardar su fe, obedecer
a la paz.... como si con un pacto estuviesen obligados. Hacen gran estudio
de la escrituras de los antiguos, sacando de ellas principalmente aquello
que conviene para sus almas y cuerpos.47
43. FLAVIO JOSEFO (1961) Antigüedades judías, 3 vols., Buenos Aires, XVIII, 1, 227.
44. FILÓN Quod omnis probus liber sit, 75.
45. FLAVIO JOSEFO (1972) Guerra de los judíos y destrucción del Templo y ciudad
de Jerusalén,2 vols., Barcelona, I, III, 18.
46. Historia natural V, 17, 73: “Al oeste del Mar Muerto los esenios se mantienen
apartados de la orilla...”
47. JOSEFO (1972) II, VII, 147-153.
EL PUEBLO DE LA ALIANZA
125
Los propios escritos de los esenios son la más fecunda fuente de
información, especialmente en la Regla de la Comunidad.48 El fundador
fue el llamado Maestro de Justicia y su meta era preparar el camino de
Dios, y la llegada del Mesías que instauraría un reino de paz.
Esta secta estaba fundamentada en un sistema de vida ascético y
comunitario, dedicado a la oración y a la formación religiosa, y cuyo
principal sacramento era el banquete comunitario. La simbología de sus
normas se adecuaban a una renovación de la Alianza de Yahvé: Dirigidos
por doce miembros —las doce tribus —, sellaban su pacto con un banquete.
Su rito iniciático era el bautismo, como símbolo de la purificación. El
espíritu de fraternidad les llevaba a rechazar y condenar severamente la
mentira, el resentimiento y la venganza, aunque fuera solamente el deseo.
El dualismo de las doctrina zoroástricas es muy notable en las doctrinas
esenias donde se hace una clara y profunda distinción entre el bien y el
mal o la luz y las tinieblas, ante este planteamiento los esenios optaron
por rechazar la violencia para combatir el mal y al que sólo podrían vencer
con la venida de Mesías y la instauración de su reino de paz.
Los esenios vivían de la agricultura y de oficios que favorecen fines
pacíficos... entre ellos no encontraréis a nadie dedicado a la forja de
flechas o jabalinas o puñales o cascos o corazas o escudos o cualquier
arma o máquina ofensiva, ni a nadie que se entretenga en proyectos
belicosos.49
La importancia del concepto de la Alianza está presente en todos los
textos esenios, así en el escrito de la Regla se hace una nueva renovación
de la Alianza: Todos los que entren en la Regla de la Comunidad establecerán una alianza con Dios... 50 Los ejemplos son numeroros en todo
el documento.
Aunque la secta esenia desapareció tras la destrucción de las guerras
judías contra los romanos, parte de su espíritu sobrevivió en las doctrinas
de los rabinos, herederos directos de los fariseos de los que los ‘monjes’
de Qumrán procedían.
48. La bibliografía sobre los esenios y los manuscritos del Mar Muerto es muy extensa
por lo que se remite a GARCÍA, F. (1992) Textos de Qumrán, Madrid.
49. FILÓN Quod omnis probus liber sit, 76.
50. GARCÍA, F. (1992), 49.
126
4.
MARÍA JOSÉ CANO
LAS RAÍCES PACÍFICAS DEL PUEBLO JUDÍO
Este estudio muestra cómo el pueblo judío formó su identidad a partir
del concepto de la alianza con Yahvé, cómo a lo largo de su historia la
idea del pacto ha regido todas y cada una de sus actuaciones, tanto en
relación con Dios como entre los hombres. El punto culminante en la
conceptualización de la alianza se alcanza con la interpretación profética
de la Alianza de la Paz, que rescatando el primitivo mito del pacto universal
del diluvio lo proyecta hacia una visión futura y escatológica del reino
mesiánico. Un reino donde la armonía y la paz entre el Creador y sus
criaturas han de ser la tónica dominante.
Tras la nueva versión de los profetas, el pueblo judío se convierte en
beneficiario de esta nueva alianza: Alianza Eterna y de Paz; idea que
arraigó, y aún permanece viva en el pensamiento judío, pues sin Paz
universal no es posible el advenimiento de reino mesiánico.
EL PUEBLO DE LA ALIANZA
Descargar