Profesión,maniquí

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El Clarí-n de Chile
Profesión,maniquí
autor Oscar Domínguez G
2010-08-06 17:24:34
Bogotá.- Si el TrÃ-o Matamoros anduviera por estos predios no se preguntarÃ-a de dónde son los cantantes. IndagarÃ-a
en algún son de dónde son las maniquÃ-es, esas mujeres inatrapables como el viento. Y misteriosas, como las
pelÃ-culas de Boris Karlof, que en casa veÃ-amos en manifestación para cobijarnos con el miedo de todos. Esas ráfagas
que han desfilado en el reciente Colombiamoda, en MedellÃ-n, parecen ficciones, espejismos que de lejos parecen y de
cerca son.
Son a la vez pan y circo que nos distraen de las licencias de un mundo al que se le va la mano en violencia.
Muchas enflaquecen por deporte. Por negocio, otras engordan presas estratégicas de su vanguardia y de su
retaguardia, vÃ-a silicona, esa mentira con los ojos azules que aumenta la geografÃ-a de la cadera o del busto que la
contiene.
El mismo satélite que trae las anoréxicas (flacas) de las pasarelas, es el mismo que nos muestra a escuálidas
muchachas de todas partes que se alimentan -y eso- del clima y viento raspado. Los extremos se juntan.
Las modelos lucen trajes costosos que morirán después de la primera fiesta. Luego colgarán su mundana y fugaz
importancia de un armario, donde se perpetuarán en su hermosa primavera, sin tener una segunda oportunidad sobre la
tierra.
Las maniquÃ-es, metáforas de carne, poemas de hueso, llevan trajes que se lucen esta noche y se venden mañana
como antigüedades.
Estas niñas que tienen la pasarela por supermercado, por cárcel y por hábitat, son tan imposibles y exclusivas que no
les debe dar hambre, ni frÃ-o, ni calor. No les entra el magnÃ-ficat de ninguna incomodidad.
Sus admiradores quedarÃ-amos decepcionados si nos enteramos de que como el resto de los mortales tienen que pagar
arriendo, apagar la luz, o esperar a que el semáforo les haga la venia verde para que pasen
Con su mirada distante, despectiva, enigmática, donde ellas pisan no vuelve a crecer la yerba de la tranquilidad
masculina.
Con el mismo tumbao que tienen las guapas al caminar, incitan al eterno femenino y al fugaz masculino a comprar ese
traje hecho para fiestas que jamás van a repetir.
También hay vestidos tan sofisticados que parecen hechos para no ir a ninguna parte.
Las valquirias modernas ponen a caminar las ideas de Dior, Givenchy, Saint Laurent... y sus colegas de Macondo
quienes crean "no sólo modas sino ideologÃ-as", según dijo uno de los pontÃ-fices.
Es como si una bella criolla saliera con el partido liberal o el conservador en su "derriere".
Uno ve una chica de éstas y de inmediato la incorpora al menú de sus amores platónicos, aquellos con los cuales nos
babeamos sexualmente a distancia.
Hablando de las imposibles maniquÃ-es toca parodiar el viejo poema: estas frágiles mujeres no mueren, quedan
encantadas.
*Periodista colombiano. Colaborador de Prensa Latina
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