EL EJEMPLO DE UNA VIDA PORFIRIO DIAZ y SU OBRA SIBLIOTEC \ DE MEXICO. PilA LOS NINOS PARA LOS OBREROS PARA EL PUEBLO MEXICO 1908 T, ~ A VIDA de los grandes hombres presenta her- ~jL mosos ejemplos de energía. de laboriosidad y de amor al deber. que todos. desde nuestros más tiernos años y cualquiera que sea la posi- ción que ocupemOl en la sociedad. debemos imitar. Afortunadamente. los mexicanos contamos en nuestra historia con p...nonalidades que pueden damos enseñanzas nobles y vigorosas, que nos sirven de modelo para normar nuestras accIones y formar asr nuestros caracteres. Uno de eIOI hombres es el que. saliendo de las esferas más humildes, por su energía, su fortaleza de espíritu, su abnegación. su patriotismo y su inquebrantable firmeza. ha llegado á ocupar el puesto más alto en nuestra Patria. á la que hace más de medio siglo presta el inagotable caudal de .us continuos y extraordinarios servicios. La vida del General Díaz constituye verdaderamente una guÍa para la niñez y para los hombres de trabajo y una lección de moralidad y de esfuerzo para TODOS. volvemos , decir. los que pretendemos obtener un lugar predilecto en la eatimación y respeto de nuestros conCIUdadanos. 3 J t,; 1. LA VOCACION. Debemo, proceder de acuerdo con nueltra eonciencia. IiJRA"'¡ . . "" P,,'~ 0.......da """"" en el Seminario Conciliar de Ouaca 10& es- ludios preparatorios de la carrera aacerdotaI. á la que le había inclinado su único protector. el Obispo D. José Agustín Domínguez. No era CIerta-mente del agrado del joven seminari$t& el porvenir á que podía conducirlo aquel Prelado. por más que éste creyera necesario apoyar tu consejo en razones de conveniencia que estim6 tan deClsivas. wmo lo ventajoso de la posieión eoeial y la riqueza de que entonca disfrutaban Jo. miembros del clero. Aunque con poco entUSl&SlllO. Portino aceptAS. mú him por obediencia que por eonvicClón. el consejo del Oh.. po; pues como su pobreza era extremada, al grado de que se veía obliagdo á dar clases de latín para ayudar á su anciana madre, pensó que podría tachársele de ingrato si rehusaba aceptar el apoyo y con él la posición con que le brindaba el Sr. Domínguez. Por aquella época, y en oposición al Seminario en que comenzó á educarse Porfirio, existía en Oaxaca el Instituto, establecimiento fundado con tendencias completamente distintas á las que estaba consagrado el primero. En el Ins- tituto se propagaban las ideas de libertad de pensamiento, de igualdad ante la ley, de fraternidad, de toleranCIa, de orden y trabajo; en el Seminario imperaban las opuestas; la intolerancia, 10$ privilegios de clase y la sujeción incondicional de la conciencia á la fé ciega é indiscutible. Un sencillo acontecimiento bastó para cambiar 10$ destinos del joven Porfirio: el padre de uno de sus discípulos lo invitó á una distribución de premios que iba á hacerse á 10$ estudiantes del Instituto, y los discursos que escuchó el jóven seminarista en aquel acto, y las ideal que penetraron en su conciencia, le pusieron de manifiesto la verdadera senda que debía seguir en lo futuro y que no había de ser sino la que le marcaran IUS sentimientos, de acuerdo con su conciencia. Tremenda ha de haber sido la lucha que se entabló en aquella alma juvenil; porque si de un lado estaban la voluntad y el bienestar de los seres á quienes amaba, y sus comodida- des y las de los suyos aseguradas, del otro se alzaban el de- 6 ber y la satisfacción de consagrarse' 19 que IUS conviccionee, repentinamente nacidas en su espíritu, lo inclinaban. Porfirio .in vacilar, se resolvió á seguir el camino del deber. Abrió, pues. francamente IU corazón á las confidencias y expuso IU resolución , su valerosa madre, quien llena de desconsuelo. pero abnegada y prudente. se encargÓ de la difícil tarea de anunciar al Obispo cuál era desde aquel día la voluntad del seminarista. No se ocultaban á aquel jóven ni la trascendencia del paso que estaba dispuesto á dar, ni las rudas luchas y sacrificio. que le esperaban; pero, /irme en sus propósitos y confiado en su entereza. se lanz6 resueltamente por el sendero que más tarde había de conducirlo á la gloria. No es dado á todos los hombre. obtenerla. como él la obtuvo; mas todos debemos obedecer los mandatos de nuestra conciencia, porque siguiéndolos se alcanza, cuando meDOS. la paz del alma y la consideración de la sociedad en que vivimos. 7 8 .... :w W' LA AYUDA PROPIA. El trabajo manual u honro3o. El joven Porlirio se entregó ruueltamente á la LUCHA POR LA VIDA. Y era ruda aquella lucha; pues mientras estudiaba con ardor y obtenía dislincio.es en todos IUS exámenes. dedicaba sus horas libres á oicÍOl humildísimos que le permitieran aliviar sus necesidades J las de su familia. Tan extraordinario esfueno hubo de llamar la atención de un comerciante oaxaqueño. quien. interesado por la e.ergÍa y empeño del muchacho. le hizo algunol cortos regaloe. alentando así al estudiante á pedirle que lo admitiese como empleado en una de sus tiendas; pero el comerciante tomó informes acerca de IU conducta y 9 IUpo que el animoso jOVeJl !'!ereeía apoyo y que no debía abandonar las aulas por el mOltrador. cuando ya cursaba estudiOl superiores con notaÜe aprovechamiento. Las necesidades. no obstante, continuaban apremiando á la familia. y para atender á ellas, Porfirio imaginó confeccionar por sí mismo algunas de las prendas de uso carriente; proveyose de toscos utensiliOl, y después de observar de qué manera hacía 'su labor un zapatero que tenía su taller frente al Instituto. logró fabricar calzado para él y para los sUyOl. También hizo trabajOl de carpintería. Arrutratio después por IU ardiente afición á la caza, consiguió tran.formar viejas armas en buenas escopetas, y aun compUlO la. de otrOl cazadore., compañeros suyos de excursionel, Banando honradamente algún dinero gracias á su vigilante ingenio y á la habilildad de IUI manol. Si á muchos jóvenes que vagan por las calles, sin pro1 sión IÜ oficio conocidos, se les preguntara cuál es la causa de 111 miseria, contestarían invariablemente que la falta de reclll'lOl; muchOl de ellos preferirían también, continuar una vida de privaciones, en vez de entregarse al trabajo manual .sin embargo, el trabajo es liempre honroso, cualquiera que ~a la forma en que se ejecute; y es tan meritorio el dinero lanallo con las labores intelectuales, como el que se obtiene por lIIedio del esfuerzo de 101 brazos. Después de lo que lIevamOl dicho, fácil es comprender c:óme fluien jamás se arredró ante ninguna dificultad durante 10 101 primeros años de su vida, ni consideró bochornoso ningÚn trabajo honrado. haya sido capaz de allanar 101 treo :mendos obstáculos que más tarde habían de oponerse , tU obra, y haya sabido tacar, poco menos que de la nada, ejércitos. armas. ferrocarriles. dinero y escuelas. como antes había sacado escopetas y zapatos: á fuerza de trabajo, constancia y energÍa. Pasaban los años, y , medida que las aptitudes de Porfirio iban desarrollándose por el estudio. su espíritu industrioso le proporcionaba mejores y más vastos recursos. Rápidamente avanzó en su carrera: fué primero bibliotecario del Instituto en que se educaba, luego pasante de Derecho; ., si DO negó , obtener el título de abogado. fué porque el General Santa Ano.. alarmado por las tendencias abiertaMente hberales del plantel oaxaqueño, lo clausur6 inesperadamente; mas cuando Porfirio tenía ya una clientela n.. merosa, que te vió obligado , abandonar para consagrart'! cuerpo y alma á la causa de la libertad, á la que ha permanecido fiel durante toda su existencia. eD 1I aJtu~:~~OJp~~;'~:~~~~~ ~:~~~1~n¿~ ro~;!~!:~n~~~~~·a:;~rr~ ra lo! ejércitos que lo sitiAron Ó le encerraron en ~I durante 1. trl~te era de aU6Itru CODvul'i10nes polHlcas. Sin embargo. el Gral. D1u •• telldo estudian· tia~oc:~~~ ~:~~~ovDC~Abr~~~ar'~~e~: ;;f,V~~~:~~: ~t~~~r:!r:~~~l~~~: ~':: rr.et:la. TrllS el m IrO sur 1 IOhre la bÓ'rt"dA. quedA. la rSITIOIIJII. m!l.&D\orra. euya elevaclhn di Idea del .oJo< 11a elle"la d. lIulé" , la C&U&& liberal. 12 üei~ • ella por oeHU 111. LA DEFENSA DE LA PATRIA. En bien de la nación debe hacerle cualquier IaCTificio. Sobrevino inesperadamente un acontecimiento que conmovió el espíritu de Porfirio Díaz. despertándole el mú alto y más noble de los sentimientos: el amor á la Patria, hollada por el enemigo extranjero. Sucedía esto en 1846. cuando los invasores norte-americanos amenazaban atacar la capital del Estado de Oaxaca. Tenía entonces Porfirio Diaz 16 años; y como escuchara de labios de uno de sus profesores. que era deber de los mexicanos defender el territorio invadido, tomó este sentimiento en el estudiante la misma forma activa y enérgica con que en su corazón se han revelado todos en el curso de su vida. Así. pues, congregó á algunos de IUS condiscípulos; y poniéndose resueltamente á la cabeza de ellos. se dirigio al Gobernador del Estado para ofrecerle sus servicios y los de sus compañeros. como una ofrenda á la Patria. 13 Naturalmente. admirado el Gobernador ante aquella actitud resuelta. pero más admirado todavía ante el ardor patriótico de aquéllos jóvenes. se limitó á anotar sus nombres .in aceptar de pronto el ofrecimiento que le hacían. Más tarde fué éste aceptado. y entonces Porfirio empuñó por vez primera las armas en defensa de México, hizo sus guardia. le sujetó al duro régimen militar. y Habían de transcurrir algunos años para que Porfirio yolviera á empuñar la espada y cooperara con sus actos á las más bellas páginas de esas do. grandes guerras que le llaman de la "Reforma" y de la "segunda Independencia." y entonces lo Teremos tan resueIto como en los primeros pasos de su vida. abandonar familia. bienestar. intereses. todo. para entregarse á la lucha en pro de sus ideales. Así. al triunfar la Reforma. dejó la curul que ocupaba en el Congreso de la Unión para defender la capital de la República. amenazada por las fuerza. clericales. en tanto que los demás diputados perdían el tiempo en inútiles debates. Más tarde. cuando terminó el sitio de Puebla. en 1863. Porfirio le entregó prisionero: pero declarando que lo hacía únicamente por obediencia. y afirmó que estaba resueIto á combatir al invasor tan pronto como lograra fugarse. y le fugó. y combatió en efecto. valientemente contra los franceses: volvió á caer prisionero. y de nuevo manifestó que tomaría á evadirse••i le era posible. y que lucharía has- ta el último momento. 14 He aquí un hermoso ejemplo de amor á la patria, que ojalá sepamos imitar si algÚn día nuest;o país se viere amena· zado por las armas extranjeras. Sólo así seguiremos lal huellas de este gran ciudadano; sólo así conservaremos s~ gran obra y nos haremos dignos de ella; sólo así mereceremol namamos mexicanos libres. 15 no.,,,... :01i!~nFBl:Dt~~~,~~~;:OU~J~~e~o~~~~f'~~ ~¡ 8~~'~t~d~~~J~tod~U~~~ !,c::tob~r::. :'\lF~l~ !!ellor IAc. YArr"" P~ra. Ii"""".~,,. d<! b~ralea despertó la candencia dellellllnllrttittL por eompr\lmlso. , le apartó de la earrera ....oerdotal. 11M allO. muros del Cou ... ot.o de Rauto DominIo, P~rel, , qutea. q~ C4'Dde eIItab. prellO Don Muco. 111. cowunica.¡ lwportan'-81 DOUCiM 16 po.lW.(.~ IV. EL VALOR CIVIL. La opinión JI las C01l1licciones deben proclamarse JI sostenerse siempre. A fines del año de 1854. el dictador Santa Ano .. cuyo período de mando estaba próximo , terminar. quiso prolongarlo indefinidamente: y contando para ello con el apoyo del ejército y del clero. que entonces estaban Íntimamente unidos y eran muy poderosos. convocó al país á una comedia de plebiscito. con el fin aparente de .aber .i la voluntad de los ciudadanos era ó no favorable á IU permanen- cia en el puesto más elevado de la R~pública. Dos eran las preguntas que se dirigían, en dos distinto. hbros. al pueblo: la primera: ",Debe continuar el actual Presidente de la República en el Poder Supremo. con las mismas amplias facultades de que hoy está investido , .. Y la segunda: "En caso de que no deba ~guir ejercl~ndo las 17 mismas amplias facultades. ¿ á quién debe entregar inmediatamente el mando T Se invitó al pueblo á que votara "con toda libertad;" pero de antemano se supo que las mesas donde iban á depositarse las cédulas. se verían rodeadas por muchr.s tropal encargadas de hacer pagar muy cara su osadía á quien se atreviera á estampar su firma en el segundo de los dos libros mencionados. Tanta audacia y cinismo colmaron de indignación al joven Porfirio Díaz. que ya era catedrático interino en el Instituto de Oaxaca. Se resolvió. pues, á declararse contra el dictador. para quien era ya sospechoso de tiempo atrás por IUS opiniones liberales. francamente manifestadas. Llegó el día del famoso plebiscito. y en efecto. la plaza de armas de Oaxaca. que era el sitio donde se hallaban instaladas las casillas electorales. fué invadida por tropas que llevaban los fusiles cargados. Se colocó una batería de cañones dispuestos á hacer fuego en caso necesario. y sobre UDa mesa se pusieron los dos famosos libros. Cuando Porfirio se aproximó. el segundo de ellos estaba en blanco. porque nadie había tenido el valor de arrostrar las iras del tirano. estampando en él su 6rma. Llegó en esto un alcalde de cuartel. que llevaba conligo treinta votos; de "todos" los vecinos en aptitud para votar. que vivían en cierta manzana de su cargo. Por6rio. que habitaba en esa manzana. advirtió que 18 de ese número debería quitarse una unidad. porque él no había votado ni autorizado tampoco á nadie para que votase en nombre lUyO. exclamar: Entonces. algún malévolo hubo de "Uno no vota cuando tiene miedo." Sin contestar una palabra. se dirigió Porfirio tranquilamente á la mesa, tomó la pluma. abrió el temible libro de la negativa. en medio del asombro de 101 concurrentes al acto; y sin darse por entendido de las amenazas que en contra suya profirió. el Gobernador del Estado. estampó ea la primera página el nombre del que era entonces. caudillo de la revolución liberal. D. Juan Alvarez. firmando debajo. Otra persona. arrastrada por el viril ejemplo del joven. también estampÓ allí su firma. pero votando en favor de Juan B. CeballOl. D. Porfirio se salvó gracias á su destreza. y desde ese día tomó definitivamente las armas en defensa de la libertad. Más tarde. y en circunstancias no menOl terribles, en las que también peligraba su vida. ante el General francés Forey. ante el Mariscal Bazaine y ante el Conde de Thum. Porfirio. preso y desarmado. IUpo sostener con igual entereza sus opiniones. Si la resolución de ajustar sus actos á sus ConViCCIODes es una virtud en el hombre. el valor civil de _tenerlaa ea público. afrontando por ellas toda clase de peligros, es otra gran virtud del ciudadano. 19 V. LA ACTIVIDAD FISICA. Hay que fortalecer el cuerpo para que resista á todas las luchas. Hemos dado á conocer los esfuerzos desplegados por el joven estudiante para hacer su educación intelectual y moral. Vamos ahora á referir los que hizo para lograr su educación físicL E.to es tanto más importante. cuanto que. para ser laDOS y fuertes de alma. necesitamos serlo también de cuer- po. cimentando así nuestra energía en nuestra resistencia corporal. Ya hemos señalado la afición de Porfirio Díaz á lu partidas de caza. ejercicio que deosarrollando y fortaleciendo aquel organismo privilegiado ya por la naturaleza. le proporcionó la agilidad y el vigor ntraordinario que todavía admiran en él nuestros jóvenes. 21 Endurecido por las grandes caminatas á pié, expuesto á los rigores del sol, las lluvias y el viento; habituado á vivir al aire libre, á dormir al raso, á desafiar el peligro y á verlo serenamente, cuando el seminarista tomó á los 16 años las armas para defender á SIl patria contra el invasor del Norte, estaba dotado de cualidades que habrían envidiado algunos de los más vigorosos generales del ejército. Mucho había de servirle esta preparación para aalir con bien y con gloria de los peligros que afrontó más tarde; pero sin necesidad de referirnos á episodios recientes, vamos á narrar un acto de arrojo y de destreza, realizado por el futuro Presidente de la República en aquella época. El gobierno del General Santa Anna inició, como en nuestro anterior capítulo indicamos, una terrible persecusión contra las personas que se habían distinguido por sus ideas liberales. Entre esas personas se encontraba el Lic. D. Marcos Pérez, maestro del jóven Por6rio. Don Marcos fué sujeto á proceso y se le redujo , prisión, en lo que se llamaba en Ouaca la Torrecilla, calabozo situado en el convento de Santo Domingo. La T orreci11a estaba construida en la parte más elevada del referido convento, y tenía una ventana que daba al patio de la aacri~tía. Por6rio resolvió comunicarse con su maestro, para lo cual no encontró medio mejor que el de escalar, en compañía de su hermano Félix, el edificio en donde se hallaba encerrado el prisionero. 22 El mismo ha narrado esta peligrosísima hazaña con una sencillez conmovedora: "El escalamiento del convento se me facilitó--dicepor la agilidad que había adquirido en mis ejercicios gimnásticos y por haberlo hecho en compañía de mi hermano. Cuando teníamos que subir á una altura que no exced .... ra de tres metros. uno de nosotros subía sobre el otro y echaba una cuerda al que quedaba debajo. para que subiera á su vez; cuando la altura era mayor. tirábamos la cuerda sobre uno de los ángulos. y uno de los dos la sostenía mientra! el otro podía subir. lo cual era muy difícil; después de que uno estaba arriba. se ocupaba en sostener la cuerda para que subiera el otro." "Por la puerta del campo del convento subimos. á coea de la media noche. á la barda de la huerta. que tendría como cuatro metros de altura. La primera noche bajamos á ese lugar con el objeto de ver si había centinelas en él; en seguida. volvimos á subir á la barda y andando sobre ella. llegamos á la azotea de la panadería del convente.. A esa hora estaban trabajando 101 panaderos. y como esa gente acostumbra cantar durante su trabajo. no era fáril que nOI sintieran .•.•........ "De la azotea de la panadería subimos á la azotea de la cocina. que era el escalón más alto que teníamos que ascender. Los cocineros estaban durmiendo. . . .. . ..... De la azotea de la cocina subimos sin dIficultad. uno en hom- 23 24 bros del otro, á la azotea principal y más elevada del CODvento," "Al llegar' ésta era necesario ir con gran cuidado porque había muchos centinelas; la primera noche tuvilllOl que esperar antes de dar paso hasta oír el alerta de ellos, pues no había otra manera de conocer su posición," "Para facilitar nuestra salvación en caso de ser vistos, quitarnos una cuerda que estaba amarrada al badajo de una campana, y la asegurarnos de una almena que daba á la calle, eon el propÓsito de descolgamos por la cuerda si llegábamos á ser descubiertos y cortada nuestra retirada. Arttes de bajamos de la azotea, volvimos á poner la cuerda en donde la habiarnos tornado. Llevábamos prevenido un grapÓn de hierro para ponerlo en uno de los extrelllOl de la cuerda y poder usarla en caso necesario por cualquier parte." . "La llegada á la azotea principal del convento fué lo más peligroso de la operación por los muchos centinela que había en ella. Nuestra marcha era más tardía, porque: teníamos que permanecer acostados, vestidos con trajes gri!el para no hacemos muy visibles, escuchando un alerta cada quince minutos, que nos indicaba la situación de 101 cea- tindas. "Así llegarnos hasta la azotea de la Torrecilla. Par. burlar la vigilancia de cuyo centinela, era necesario no hacer ruido. Una vez allí, me descolgaba yo ó sostenía á mi hermano para llegar á la ventana; y estando ya en ella y cogida 25 la reja con las manOll, deseanaaba el que sostenía desde arriba al Que había descendido." Grandes eran 1011 peligrOll, como acaba de verse, que debían afrontar 1011 dOI esforzados jóvenes para llegar hasta el lugar en donde le encontraba el prisionero: pero acaso era todavía mayor el que corrían cada vez que alguno de IOldadOll de la guardia, apostada en la habitación conti- 101 I!U& á la torrecilla, trataba de observar al preso, asomán- dose á un boquete que comunicaba las dOll habitaciones. "Cuando estaba yo en la ventana y el centinela le aso, maba al boquete--escribe el mismo autor de esta hazañatenía necesidad de inclinarme, alejándome en lo posible de la ventana para no ser visto: y entonces permanecía yo SUl- pendido de la cuerda (á considerable altura sobre el patio) y- mi hermano tenía que IOstenerme. Por supuesto que esto no duraba mucho tiempo, .ino IOlamente mientras que estaba luspendido: luego volvía á coger la reja con una mano:' y estos peligros. como 1011 que más tarde corrió Porfi- rio Díaz, ha podido afrontarlos valerosa y enérgicamente, porque desde muy joven ha sabido fortalecer su cuerpo, baciéndolo insensible á todo desmayo, vigorizándolo para la iucha y convirtiéndolo en un escudo en el que lado todos 1011 golpes. le han embo- La vida es. en efecto, una eterna lucha, y para vencer en ella, IOn indispenMbles las cualida- des físicas y morales que nacen de la fuerza y de la Mlud. 26 VI. EL ESTOICISMO. La. lIirtuJu heroictU .on ltU que se ejercitan á diario. Uego por fin para la patria el gran movimiento revolucionario iniciado contra el gobierno que más rudamente ha oprimido entre nosotros la libertad de conciencia , agobiado á los ciudadanos con sus persecuciones: Jlegó la bienlaechora Reforma. la gran obra que había de procurar , Porfirio Díaz la ocasión de poner de relieve el varonil empuje de su espíritu. Es. sin duda. épico y digno de admiración el heroíamo del Emperador Cuauhtemoc. sufriendo impávido que le quemaran los pies antes que revelar el paradero de los teloros que buscaba el Conquistador. Pero es todavía más heroico eJ estoicismo del hombre que. en cumplimiento de su deber. sufre resignada y silenciosamente dolores. enfermedades. p'rivaciones. durante meses y años. .in flaquar un sólo instante. lin desertar de su puesto. 27 Gral. 1oñ1 Oondl.. Ortega. Manelaba ea !ere al Cuerpo de Ejército ele que formaba pane 1.. brigada de Oaxaca. 'cuya e.bes. Iba el Cor~ Del Porfirio Dla.z. en persecución del sanguinario ex~GeDeral MArques. Cuando Gonzé.lel Ortega .... po en qué circunstancias habl. Y8ncldo Di.. 811 Jalatlaco, eIIcrlblO al Presidente Ju'rel: "Me aTergonsarla yo de seguir usando la baoda •• rde. 81 no S8 le concedlera.l Coronel Porftrlo D,u.eleapuée ele oubrülanteUlulÚo ell Jal ..U......" 28 Examinando la mayoría de los hechos heroicos que menciona la historia. se descubre <:asi siempre entre 101 mó- viles que los determinan, una idea de provecho propio. empujada ciertamente por el sentimiento de un deber 6 por una pasión irresistible. le Pero 101 que en alas de ese mismo deber sacrifican. día á día. en circunstancias normales y hasta wl¡ares. á sabiendas de que sus actos pasarán inadvertidos y quedarán sin premio. son los verdaderos héroes de la abnegación; y si d sacrificio llegare hasta lufrir tormentos y dar la sangre y la vida. si necesario fuese. por un ideal noble y grande. tendremos d ejemplo más hermoso de estoicismo que es dable presentar. Ese ejmplo nos lo ofrece el oficial Porfirio Díaz. cuando. gravemente herido y presa de agudos dolores. sigue batiéndose y. cumpliendo su obligación. como la cosa más natural y sencilla del mundo. sin exhalar una queja ni hacer mérito de su sacrilicio. Capitán de guardia nacional era. en efecto. Porfirio Díaz. cuando en el mes de Agosto de 1857. y al frente de una Compañía. libró combate contra las tropas de uno de los más afamados jefes reaccionarios. en el pueblo de I:lcapa. Fué alü donde recibió su bautismo de sangre; san- Bre que manó en abundancia de uno de sus costados~ abierto por una bala. que le le quedó alojada en el cuerpo. en el fondo de una tremenda herida. Todos vieron desplo- marse al joven Capitán y le tuvieron por muerto; pero con 7.9 gran asombro viéronle después levantarse y seguir batiéndose hasta que la fuerza de que formaba parte alcanzó el triunfo. Varias curaciones se le hicieron. pero por más esfuerzos desplegados no se pudo hallar. ni por tanto extraer. la bala que le había producido la dolorosa lesión. El regreso á Oaxaca fué lento y penosísimo; y cuando. cerca de cincuenta días después de haber recibido la herida. trataron los facultativos de curarla tormalmente. hubieron de declararse vencidos. porque el proyectil no parecía, y las crueles curaciones que sufrió. lo debilitaron más V más. hasta dejarlo casi agotado. En tan triste estado fisico se encontraba. cuando fué llamado por sus superiores para combatir al. feroz reaccionario Cobos. que se había hecho dueño de la ciudad de Oaxaca. En el acto acudió Porfirio. sin acordarse de tul dolores. y se batió durante el largo tiempo que duró la lucha entre las fuerzas liberales y sus enemigos. soportando privaciones. pues llegó vez en que ni él ni los IUyos tuviesen el más insignificante alimento. N aturalmente. la falta de municiones de guerra y yíveres comenzaba á producir sus efectos desmoralizadores entre los liberales. cuando el Capitán Díaz tuvo noticia de que una de las trincheras que había levantado el enemigo. estaba formada por sacOl de harina y de salvado. Inmediatamente concibió el proyecto de apoderarse de ellL 30 Obtenido el permiso de .IIS jefes. d animoso Capitán salió con veinticinco hombres de .u compañía. y por medio de horadaciones. á través de varias casas. llegó á la última en cuya esquina había una tienda que se hallaba en poder del enemigo. Con el pequeño número de hombres que le acompañaba. pues había dejado la mitad de ellos para cubrir la retnada. entró resueltamente al establecimiento. ocupado por los defensores de la trinchera se trabó un reñido combate: y como Pornrio viera que le quedaban ya muy poco~ soldados. mandó tocar diana. que era la señal convenida para pedir refuerzo: más por una verdadera fatalidad. el Jefe de la fuerza liberal ó no oyó el toque 6 lo entendió á la inversa: lo cierto es que no acudieron en su auxilio_ . Entretanto. la situación iba haciéndose muy desesperada para Porfirio: y como el asalto se prolongó mucho. hubo tiempo de sobra para que llegaran nuevas fuerzas reacclonanas. Cuando el joven Capitán se convenció de que le habían abandonado su. compañeros de arma. en l. empresa. no le quedaban más que tres hombres y UD cometa: entonces arrojó simultáneamente sobre los defensores de la tienda las granadas de mano que llevaba. y aprovechando la confusión que los estallidos produjeron. batióse en retirada. Desgraciadamente extravió el rumbo de 1.. boradaciones y llegó á encontrarse ante una tapia ••in salida alguna y con los enemigo. á la vista: pero á pesar de que la herida entor- 31 32 pecía IUS movimientos. pudo saltar el obstáculo y regresar á la línea de defensa, después de tan audaz como peligrosa marcha. Cundió la desmoralización entre los liberales con el malogrado asalto de la trinchera, á tal grado. que el Gobierno de Oaxaca decidió retirarse á la sierra, dejando la capital del Estado en poder de los reaccionarios. este designio por los jóvenes oficiales, entre 105 Conocido cuales se con- taba Porfirio, resolvieron intentar un ataque. desoyendo la luperior voluntad, porque no juzgaron digno resignarse á tan humillante descalabro. Concediéronles permiso los superiores para efectuar esta tentativa, pensando, en el fondo, castigarlos por la audacia de sus pretensiones, que juzgaban irrealizables. Dióse el atalto; y en él lucharon con tanto vigor y energía las fuerzas de uno y otro bando, que la victoria permaneció indecisa para los liberales y para sus irreconciliables adversarios. quienes. como habrá podido juzgarse. estaban en mejores condiciones que los asaltantes. En uno de los encuentros cayó gravemente herido el jefe que mandaba la rolumna en la que combatía Porfirio. quien asumió desde luego el mando. Organizó rápidamente las fuerzas. que comenzaban á vacilar. y seguido de ellas marchó con denuedo sobre el Palacio. al que por fin logró penetrar, al mismo" tiempo que llegaban al edificio las otras columnas. El enemigo. arrollado en varias partes, fué duramente castigado en su 33 último refugio. hasta que abandonó éste en derrota c~mpleta. dejando en manos del vencedor annas. dinero, municiones y muchos prisioneros. Después de este triunfo realizado en un estado físico verdaderamente lamentable. puesto que su herida ni siquiera le permitía ceñirse la espada. no se consagró el Capitán Díaz á su curación. como otro lo hubiera hecho; sino que montando á caballo. á costa de crueles dolores. salió con todos sus compañeros en persecusión de los fugitivos. quienes á unas siete leguas de T ehuantepec. fueron derrotados completamente. El Gobierno de Oaxaca. que no le concedió ascenso ni premio alguno ¿irecto que lo estimulara. como justa recompconsa de esta serie de victorias. le nombró Gobernador y Comandante militar del Departamento de T ehuantepec, con el fin de que fuera á reprimir los levantamientos que los reaccionarios promovían allí sin descanso. No se trata- ba. pues, de un nombramiento honorario. sino de un cargo pesadísimo. sembrado de peligros y responsabilidades. A él se consagró Porfirio Díaz con su proverbial ardimiento, y en aquel paesto. sufriendo siempre el tormento de su incurable herida y atacado de. paludismo. se batió casi semana á semana. durante dos años. librando combates. rechazando y dando asaltos. evitando emboscadas y asechanzas. Así ganó. uno á uno. sus grados. hasta obtener el de Coronel. .34 Veintiocho meses habían transcurrido desde que recibiera la herida que tanto le había hecho sufrir, cuando por una feliz casualidad logró al cabo· que le extrajeran el proyectil. de Fué el caso que el cirujano de un barco de guerra 103 Estados Unidos, fondeaba en la Ventosa, escuchó el relato de los hechos del valeroso hijo de Oaxaca; é intere3ado por lo que de él se decía, resolvió hacerle una operación con el fin de ver si encontraba la famosa bala. Llevóse á efecto la extracción del proyectil. viéndose al fin Porfirio libre de esos sufrimientos. Pero para que se advierta hasta qué punto estaba condenado nuestro héroe á la acción persistente y al trabajo rudo. diremos que el mismo día en Que se le hizo aquella operación, recibi6 del GobIerno orden de marchar inmediatamente á través del istmo, infestado de gavillas reaccionarias, para encargarse del transporte de un convoy que hacía urgentísima falta en el centro del país. Esclavo del deber. sin vacilar un momento y sin tener en cuenta su estado todavía peligroso. se levantó de la cama y salió á caballo en dirección del punto que se le indicaba. Peligrosa era la empresa que se le había encomendado. y con respecto á las varias peripecias de ella. sólo diremos que estuvo á punto de ser estrellado por la impetuosa corriente de un río. que tuvo que atravesar en una canoa. Por último. después de haber bregado por espacio de tres días. llegÓ al lugar designado. cuando las fuerzas enemigas que venían de Orizaba. se encontraban ya sólo á ocho leguas de distancia. 35 Jlarl8cal Ellas F. Forey. Jefe Supremo d"l Ejército In valor. enviado por Napoleón para lust1tuir 'Laurencez. Cuando llegó 1 Francia la noticia de que 01 Gral. DI .... • ra prisionero de Haz.toe. Jl'orey dijo en el Senado que le babia obtenido un ¡nn triunfo, pero que deblan ejecutar &1 Cau· dlllo liberal Inmediatamente, pu .. de lo oonuarlo Jes darla mucho eD que pensar. ~je::toco:~e::. e~!;~~~~!:l:!~.,~~~~~~~ :~(~:eiU;!~!~at D~~t~~~re::I~ls~~~l~i~: defenaer heroh'llmente 'IUl Patri&. 36 Sin demora emprendió el activo jefe una marcha, á cortas jornadas, por caminos peno~Ísimos. bajo la inclemencia del clima troptcal y sosteniendo continuos tiroteos con el enemigo.. Toda esta campaña. que ha sido sin duda. una de las más duras y penosas que ha tenido que sufrir, fué realizada como dijimos antes, en medio del mayor silencio y á riesgo de pasar inadvertida. circunstancias que la hacen todavía ná. meritoria. 37 VII. PERSEVERANCIA. Aunque 105 medios que empleemos lIaríen, nuestro. esfuerzo. deben encaminarse .iempre al fin que n05 proponemos. Nos encontrábamos en la última etapa de la guerra de Reforma, y ya la Invasión Francesa iba á conmover el país con la más injusta y sangrienta lucha de las que hemos aostenido los mexicanos. . Por aquel tiempo habían alcanzado los reaccionarios grandes victorias y, sobre todo, habían segado vidas tan nobles y esforzadas como las de Leanro Valle y Santos Degollado. Márquez era entonces el caudillo de la reacción, y parecía que no había de encontrarse con nadie que le cortara las alas. Envalentonado con la sangre que vertiera, se atrevió á llegar en son de amenaza hasta las goteras de la capital, en la que se produjo una gran alarma. 38 El Coronel Díaz recibió orden de incorporarse con SIJ& fuerzas oaxaqueñas á las del Gral. González Ortega ~ salir al encuentro del temible adversario. Súpose en el camino que· el perseguido se encontraba en T oluca. y se resolvió que fueran á vigilar sus movimientot, Porfirio Díaz y el General Antonio earbajal; este último. muy conocedor de aquel terreno. earbajal tendió IU caballería á lo largo de una vereda, y mostrando á Porfirio desde una altura laa fogatas del enemigo. dispuso que bajara á brotearlo. mientras llegaba la divisióll que iba al mando del Gral. González Ortega. Tan rudo fué el encuentro. que el mismo earbaja} consideró ~rdido al asaltante. pl.lel con sólo una fuerza de H2 hombres. se atrevió á medir su empuje con el de un Ejército muy superior al lUyo y al frente~el cual operaball once generales. Así fué que cundió como indudable. la noticia d'! q~ Porfirio Díaz habia sido derrotado. cuando lo cierto era que acababa de alcanzar, ooa de sus más espléndidas victorias. No podía González Ortega creer en 'el buen éxito de aquel hecho de armas: pero al convencerse de que el jefe oaxaqlleño había tomado la plaza y adueñádose con tan poca fuerza de diez cañones y de todo el bagaje del enemigo, poniendo en fuga al ejército de Márquez y haciendo más de setecientos prisionero" pidió al Gobierno el ascenso á general de brigada para el vencedor. En carta que es- 39 Vlsla pono rAml eo d. lo elu~ad de Mé1lco, tltlado y "'moda por el Gral. DIIt.I ylU! tropu al Lu¡artenteute MirqU8J yllUl rurr .... (~·oto'nIla propiedad de C. B. Walte. Folo. 8. JutD de LeLrlD l. JIIéxlco.) 40 cribió con tal objeto al Presidente Juárez, aeclaraba que "se avergonzaría de llevar la banda verde si no se le concedía al Coronel Díaz, en recom¡>ensa del triunfo obtenido en la acción de ]alatlaco." Tras la ruptura de los tratados de la Soledad, se iniciaron los primeros encuentros entre los soldados franceses y los liberales mexicanos. Díaz recibió entonces orden de incorporarse á los defensores del desfiladero de Acultzingo: mas como no tuviera tiempo de llegar á las cumbres ni de tomar parte en el combate. hízose fuerte en el Puente Colorado, y allí. ora contrarrestando el empuje de los invasores, ora deteniendo y reorganizando á los vencidos é impidiendo que la retirada se convirtiera en pánico, es fama que logr6 no sólo retardar la marcha de la invasión. sino reanimar la o:oral de nuestras tropas. preparando de hecho la desesperada resistencia que había de convertirse en victoria el memorable 5 de Mayo de 1862. No intentamos seguir la vida militar del General Díaz . durante la abnegada lucha del partido liberal mexicano contra la Intervención y el Imperio. T odas sus actos en esa larga y durísima campaña constituyen hermosos y nobles ejemplos de perse~l!rancia; cualidad que no lograron doblegar ni los fracasos más rudos registrados en el campo de los defensores de México. ni las constantes defecciones de amigos y compañeros que al lado suyo combatían. De esta perseverancia dió nolablea pruebas en diversas 41 ocasIones y, muy particularmente, en los momentos en que. vencido por sus enemigos, era estrechado por ellos á renunciar á los patrióticos ideales porque combatía, haciéndosele halagadoras promesas. que hubie:an hecho vacilar á cualquiera otro que no abrigara, como él, una absoluta fe en aquellos mismos ideales. de acuerdo con un estricto concepto de su deber. Así vemos que cuando encontrándose pnslOnero por vez primera, se le brindara la libertad á cambio del honor, es decir, con la condición de no seguir defendiendo á su patria, contesta que no firma el documento que se le p:esenta, ni recibe el sueldo que se le ofrece. no sólo porque las leyes de su país le prohiben contraer un compromiso que men'oscabe su dignidad militar, sino también porque se lo prohiben sus convicciones. Más tarde logra evadirse de la prisión. burlando así á los enemigos de su patria, y se pone á las órdenes del gobierno liberal, para caer nuevamente en manos de sus ac:iversanos. Pero no por eso entibiose su firmeza; por el contrario, ello le hizo cobrar nuevas energías, sugiriéndole ideas nuevas que supo utilizar después en la realización de sus propósitos. El mismo narra con su habitual modestia y sencillez, las duras pruebas á que estuvo sujeto, en compañía de otros jefes liberales, durante el tiempo que permaneció prisionero en el convento de Santa Catarina, en Puebla. 42 Allí, sin que f'.Il él hicieran mella las reiteradas amenazas de que iba á ser fusilado, inoció una audaz tarea con el objeto de evadirse; intento que, desgraciadamentc:. no pudo lograr. Oigamos sus propias palabras: "Pusieron e~ mi. celda á Benítez y á Ballesteros; pero un día fingí motivo de desagrado con ellos y solicitaron del preboste que les diera otra habitación; se la concedieron y entonces comencé á preparar mi evasión. para lo cual me dediqué á hacer una mina en el lugar que quedaba debajo de mI cama. • en "Estaba situada mi celda en el piso bajo del edificio• una capilla habitada en otro tiempo por una nida como milagrosa; 'capilla dentro de la monja te- cual estaba un pozo cuya agua tenía, según la tradición virtudes medicinales. Ese pozo me servía para depositar la tierra que sacaba de mi obra. Cuando la labor llegó abajo del cimiento ma- cizo, seguÍ haciendo una galería horizontal hacia la calle, que estaba pared de por medio. "A los cinco días de estar en Santa Catarina. nos trasladaron súbitamente al convento de la Compañía. por lo cual no pude continuar mi obra de evas;Sn." Varios días de faenas y angustias empleados en este penosísimo trabajo. se vieron perdidos, aniquilados con la traslación del prisionero á otro lugar, donde quizás no lograría llevar á la práctica la empresa proyectada. , No era esto para desalentar á cualquier hombre' El General Díaz 43 .Ik. Gn t Dlu en SUI pASeo. m.tln,,"l~'I por el bosque de 44 Ch.pul~pe .. DO se consideró vencido, sm embargo; resolvió emplear otros medios para alcanzar el objeto que se había propuesto. La ausencia del jefe milita¡' de la ciudad de Puebla, conde de Thum (enemigo personal del General Díaz, por haber solicitado en vano del jefe republicano su adhesión al Imperio y que diera sus órdenes para que no fusilaran á los prisioneros del General Lucas); la ausencia de Thum, decimos, suavizó un tanto su cautiverio, ya que se le dió la ciudad por cárcel, haciéndosele acompañar de Schizmandia, pund~oroso oficial austriaco, quien se esforzó en tratarlo con mucha cortesía. Pero al fin volvió Thum á Puebla, y con su regreso se reanudaron los malos tratamientos hacia el prisionero. extremándose la vigilancia en su persona. El General Díaz. que hasta entonces no había tratado de evadirse, por no comprometer al generoso jefe enemigo que tan bien lo tratara, se consideró relevado de este compromiso, tan pronto como se le volvió de nuevo á encerrar y se pretendió de nuevo humillarle. Ideó entonces salir del antiguo convento que le servía de cárcel y en el cual se le vigilaba continuamente, ,in que contara para esta empresa con más elementos que una daga y una "reata," prenda que por temor de que se la quitasen, llevaba á todas horal consigo, arrollada en el cuerpo, á pesar de que le atormentaba. Realizó, por fin, su evasión, llena de peligros y dificul- 45 tades, escalando muros, pasando de azoteas en azoteas, ascendiendo y descendiendo de una altura á otra, en medio de una noche tempestuosa, cuyos relámpagos podían hacer que fuera descubierto de un momento á otro por los destacamentos que había en la azotea. Por último, llegó á la calle, y una vez en ella pudo considerarse en salvo. Salió, en efecto, de la ciudad, para ponerse al lado de los suyos y reanudar la lucha, que más tarde había de terminar con la gloriosa marcha que se inició con las victorias de Miahuatlán y la Carbonera, para terminar con la famosa jornada del 2 de Abril de 1867. 1Ved los frutos de la perseverancia! Merced á ella, puédense alcanzar los propósitos que se persiguen, variando los medios adecuados para obtenerlos, según las circunstancias, pero sin perder nunca de vista el objeto de todos nuestros esfuerzos, y sin declararnos nunca vencidos, aunque surjan los más inesperados contratiempos. VIII. VALOR y SERENIDAD. l Afrontar el peligro en cumplimiento del deber, esto es valor; arriesgar la vida ¡n;¡tilmente, es temeridad-o .. Junto con la perseverancia se ofrec~ en la vida que estudiamos otra alta cualidad del espíritu: el valor. Napo- león el Grande dijo que un hombre sin valor es como una mujer sin pudor; pero para que el valor sea virtud, ha menester primero, inspirarse en el sentimiento del deber; después, en la ~renidad y la prudencia. Para presentar un ejemplo de esta clase de \álor, entre los muchos que encierra la historia del General Díaz, señalaremos un solo rasgo que demuestra la influencia ejercida, aun sobre las multitudes presas de pánico, por el qJe sabe sacrificarse en cumplimiento del deber. y conserva al mismo tiempo, en ¡os trances más terribles, la serenidad necesaria para salir de ellos airosamente. 47 Entrada trluor.1 del General D1u .. la Plaza l'1e Puebla. en la .rIo1'1on.11 A l. derecba, en iE'gundo térn.dno J mE.r~.d. con una ero -bllUlC&, 68 Mayor, contt'Sfando 18.1 .('¡amacIones del Pueblo. (Copl. dol cuadro del plnlo, m~~lc.Do F'IUIclleo 4. P,1l8n4""1&, q ... u: 2 de Abrtl de 1f'87. I fipra del General DIo.. montado en brloeo ""bailo. , la eabHa de 111 ~ado OIIIeC'mara del Sal6n del ColllOjo de II"lnlouOII. &D el CutUlo ~ Claap.w.¡>M.) A principios del año de J863. durante el famoso 5:t:O de Puebla. González Ortega dispuso que el Gral. Díaz fuese con su brigada á reforzar uno de los puntos más pdi. grosos del recinto sitiado. Tan pronto como el Gral. Día~ tomó el mando de dicho puesto. emprendió obras de defensa en las fortificaciones; pero antes de que tuviera tiempo d· llevar á cabo todos sus planes. dieron los franceses una serie de asaltos con el fin de entrar por ese rumbo á la plaTa. Se sabía que los enemigos estaban minando las casas del rumbo que tenía bajo sus órdenes el Gral Díaz. cuando una noche comenzaron á oirse. desde el mesón en que este jefe y los suyos se encontraban alojados. golpes sordos que parecían muy cercanos. No transcurnó. en efecto. mucho tiempo sin que los franceses coml'nzaran á abrir brechas tan formidables en los muros del edificio. que muy pronto pudo por ellas penetrar una columna. arrollándolo todo á su paso. El pánico se apoderó de los defensores del mesón, que retrocedieron al ser recibIdos con un fuego espantoso Parecían inútiles todos los esfuerzos para contener á los fugitivos y evitar el desastre. El Gral Díaz. sin embargo, no perdió la serenidad. Junto á la fuente del patio se encontraba una pieza de artillería; rápidamente la apuntó en dirección de la brecha. y disparó él mismo. logrando rechazar á los primeros asaltantes. Volvieron sin embargo. á presentarse otres. en mayor número. pero volvió tambIén á dlSpa- 50 rar el Gral. Díaz, y el segundo tiro causó aún más grandes estrag~ que el primero. El heroico ejemplo del General alcanzó lo que las ór~ denes no habían conseguido; detener á los fugitivos, quienes gracias á este momento de respiro, volvieron sobre sus pa~ sos, y tras sangriento combate, lograron que los Invasores. duramente castigados, tornaran á sus posiciones. La conducta del jefe estimuló á las tropas que, smtiéndose bien mandadas, llevaron á cabo tales proezas en lo sucesivo, que los franceses acabaron por suspender todo ataque á la línea de siete manzanas, puestas bajo la vigilancio. de Porfirio Díaz, reconociéndola como inexpugnable. Haciendo un notable contraste con el anterior ejemplo de valor activo, vamos á presentar otro de lo que pudiéramos llamar valor pasivo, y que acaso sea más útil que el primero, por ser el que en la vida común y corriente tiene más aplicaciones para defendernos contra los reveces de la. fortuna. De este modo sabremos cómo pueden darse pruebas de valentía suprema hasta en los momentos de una fuga, cuando se lucha con fuerzas superiores, que sena tf''lleridad inútil desafiar. Después de la toma de Matamoros, que SI~UIO á la aceptación del plan de T uxtepec contra el decadente gobierno de D. Sebastián Lerdo de Tejada. decid;ó el Gral. Díaz salir del paÍl. con el propósito de regresar por mar á la costa de S~avento, para situarse en el centro de la lu- 51 cer ó' morir. conforme hablan cúQ't'enldo loa Jefea que tomaron parte en es1.& (lorlosa acción. Cornll.te porela' de la Brfpda A 1...6rden .. del Gral. Dlu, ea el .. uebo de 'a Ladrillera de A.oAnte, durante la balan. c1p16 d(' !thyo de 1862. Al retirar,e los francesea. el Gral. Dialtol!l persiguió hMta la HaLclenrla de Rementerta, r_uellO' le. cha y ponerse en contacto con el grupo principal de sus pai'!' tidariol. Dirigióse á los Estados Unidos y tomó pasaje en Nueva York, en el vapor "City of Havana," buque contratado por el Gobierno para el servicio de correos y que debía hacer escala en T ampico y Veracruz. Para alejar en lo posible todo peligro, se había disfrazado con una peluca y puesto unos anteojos oscuros, haciéndose aparecer como médico cubano. En T ampico, sin embargo, se presentó de improviso un hecho que hizo fracazar el plan, pues inutilizó por completo el disfraz de que se había valido. Sucedió, efectivamente, que en el citado puerto y en el mismo buque en que se hallaba el Gral. Diaz, se embarcaron algunas tropas del Gobierno, y varios oficiales que le reconocieron inmediatamente, por haber sido sus prisioneros. Sintiéndose descubierto, y convencido de que al,er capturado había de pagar con su vida aquel encuentro, decidió fugarse; y aunque el vapor estaba fondeado muy lejos del muelle, se despojó de su ropa, y sin más arma que una daga para defenderse de los tiburones, se hechó al mar por un costado del buque. Desgraciadamente, fué visto en el acto, y se destacó un bote en seguimiento suyo, comenzando entonces una lucha desesperada, que presenciaron centenares de espe tadores. El nadador, ágil y experto. se hundía en las aguas 53 y avanzaba bajo ellas con sin igual resistencia; pero He- -gó un momento en que se agotaron sus fuerzas, y vencido por la fatiga tuvo que asirse al bote" de sus perseguidores, -en el que fué recogido, mas conservando por entero sus Rntidos. Al llegar al "City of Havana," el Teniente Coronel que mandaba las fuerzas oficiales. pretendió reducirlo á prisión, pero el heroico nadador empuñó la pistola. que guardaba debajo del colchón. en su camarote, donde pasaba esta .escena, y pidió al capitán del buque el amparo de la bandera norte-americana. El capitán, que no había dejado de admirar el arrojo de su valiente huesped. accedió á su solicitud, y declaró que no lo entregaría hasta que llegaran á Veracruz. El jefe de la fuerza. Arroyo, no perdía sin embargo, .de vista al Gral. Díaz; y pretextando que se necesitaba cuidar el parque, puso centinelas, con el objeto de seguir vigilando al que consideraba como su prisionero. A la noche siguiente resolvió el Gral. Díaz repetir su intento de evasión. El tiempo era muy tempestuoso y rei- naba densa oscuridad, circunstancias que favorecían evidentemente el proyecto. Se deslizó sin que nadie lo notara basta el camarote del contador del barco. un buen amigo suyo, y le comunicó sus planes; mas el contador le disuadió de ellos, sugiriéndole otro no menos arriesgado, pero que .ofrecía mayores probabilidades de buen éxito. Tiró el Gral. Díaz al mar un salva,,:das, para que !te creyera que había vuelto á echarse al agua. y se escondió :en una alacena que había en el camarote de su amigo. El ardid dió excelente resultado. pues al notarse en breve la ausencÍa del perseguido. sus perseguidores le buscaron mútilmente por el mar; y como hallaron sólo el6lllvavidas. supusieron que el prófugo había sido pasto de algÚn tiburón. Entretanto el Gral. Díaz se hallaba sujeto á un tormento espantoso. En la alacena en donde estaba encerra- do tenía que pe-manecer en pié. pues no cabía en ella sentado ni tampoco er{!'uido; así es que se ocultaba allí medio doblado y con las piernas separadas para que pudieran cerr"rse las puertas. Al caMarote del contador acudían todos k. oficiales enemi os. quienes charlaban allí y jugaban durante la velada; uno de ellos solía echar su silla haCIa atrás y apoyarla en la mal cerrada alacena, lo que martirizaba cruelmente al escondido. Así pasó d fugitivo siete mortales días que duró la travesía. sin más alimento que unas cuantas galletas al día. hasta llegar a Veracruz. en donde aumentaron para él los peligros y dificultades. De Veracruz le envió un amigo un traje muy usado de marinero. mandándole decir que irían por él una lancha y un individuo á quien conocena por determinadas con traseñas. Comenzó la descarga del buque .in que el Gral. Diaz lIe atreviera á salir de su escondIte. por temor de ler nueva- 55 General Oronoz, Je-fe de las ft1p·.,.q. derrotadas en la batdlla de Mtllhuall.l.I 56 mente reconocido, hasta que un incidente favorl'ció su desembarco. Sucedió que una paca de algodón mal manejada, hirió á una mujer del pueblo; aprovechando el Gral. Díaz la imprt'Sión que causó este percance. salió del "City 01 Havana" y entró en Veracruz en donde se ejercía la más :lctiva vigilancia. por haberse suscitado algunas dudas acerca de la, muerte real del fugitivo. Sin perder tiempo ensilló un caballo. que se tenía dispuesto. y se dirigió á Boca del Río. en donde echó pié á tierra. pna tomar informes en una casucha. En aquellos momentos entraba en la localidad un destacamento de las tropas de Lerdo. Inmediatamente salió de su alojamiento el Gral. Díaz. encontrándose á poco andar con el jefe del referido destacamento. quien lo conocla muy bien. Procuró ocultar su cara á las miradas de su perseguidor. y se dirigió al estero. donde tuvo la fortuna de en<;ontrar barcas amarradas; se apoderó de una de ellas y ganó la orilla opuesta. de donde siguió su camino para llegar. después de algunas otras peripecias, al campamento en que lo aguardaban sus fuerzas, y asumir el mando efectivo de la campaña. He aquí una serie admirable de actos de valor paúvo. de ese valor frío y tranquilo. mas propiCio en oca Iones que el impetuoso y violento. para asegurar el bu"n éxito en empresas que presentan obstáculos insuperabl s. 57 IX. ORDEN Y PROBIDAD. La moralidad .Y la honradez en el manejo de fondos. son las primeras virtudes de un administrador público. El resuelto estudiante de Ouaca. el enérgico combatiente de la Reforma. el heróico caudillo de la República. ha \legado al final de su carrera: ocupa ya la suprema magistratura del país. se ha hecho cargo de la presidencia y parece que todos sus afanes y todas 8US luchas han terminado. Pero no es así; hay otros rudos trabajos que emprender todavía. para salvar la diversidad de obstáculos que ~ oponen á su labo·; y aun le son menester grandes esfuerzos para hacer frente á todas las dificultades que se presentan para llevar á cabo su obra. Desde luego. la tarea ad- ministrativa. esa tarea en que tanto se ha distinguido el 58 ilustre gobernante y que ha hecho de él uno de los pri~~~~-~ estadistas del mundo. Se engañan los que creen que el talento administrati vo del Gral. Díaz se reveló al en~ontrarse ya al frente de los destinos de su patria. El Gral. Díaz había dado ya muestras de ser un administrador correctísimo desde tiempos muy atrás...llá por el año de 1855. que siendo pasante de Derecho, fué nombrado Subprefecto de Ixtlán. en el Estado de Oaxaca. Poco tiempo después de su nombramien- to. comenzó á llamar la atención del Gobierno del Estado aquel empleado insignificante que rendía cuentas detalladas de la recaudación de los impuestos. los cuales aumentaban en vez de disminuir, según era costumbre en aque! entonces. y que iniciaba mejoras de importancia y dictaba medIdas de organización. y l'tI era en verdad para admirarse en aquella epoca. que reinaba el desorden y el mal manejo de fondos. apa- reciese un jóven de increible probidad. que ponía á dISposición de sus superiores el dinero de que d'spoDla; que renunciaba el haber que le correspondía como capItán de la guardia nacional. diciendo que "no creía líci o cobrarlo al mismo tiempo que el de subprefecto." y que en matena de pagos. prefería los soldados rasos á los jefes. pensando que las necesidades se hacían s nlir más aprl"mlantem nte en aquellos que en éstos. Después de esta pnmera etapa administral!\a lo ve- 59 mos al frente del distrito de Tehuantepec. entregado en fuerza de la distancia y de los acontecimientos, á su propia iniciativa y á su sola dirección. De derecho. Porfirio Díaz fué en T ehuanlepec Gobernador y Comandante milItar; de hecho, lo fué todo: gobernaba. combatía. administraba justicia. conquistaba y conciliaba ánimos; emprendía y dirigía obras de utilidad pública; recaudaba y distribuía las rentas. En medio de las fatigas de la campaña, se esforzó por llevar adelante su gran pensamiento de subordinarlo todo á un programa de atenta y vigilante administración pública, y así fué como reorganizó las escuelas y las proveyó de maestros y de útiles; y así también como emprendió el drenaje de T ehuantepec. con el fin de sanear aquel suelo pantanoso. semillero de enfermedades. Y todavía le sobraba tiempo para auxiliar al Gobierno federal. después de cumplir sus propias obligaciones. Es que el orden multiplica la fuerza. el tiempo. el dinero. la vida. todo. En su tarea administrativa. el Gral. Díaz ha sido no sólo un organizador sino un moralizador, y todos sus esfuerzos en los distintos puestos que ha ocupado. han tendido á suprimir viejas costumbres de mal empleo de fondos, que caracteriLaban á los empleados públicos y aun á los mismO!! jefes del ejército. en los revueltos días de nuestras lu has armadas. Así le explica que tenIendo bajo sus órdenes el E)er 61 la cito de Oriente, procurara que sus hombres respetasen a violenci de acto propiedad ajena y no ejercieran ningún era deseo en las comarcas de que se hacían dueños. Su asociar los intereses de los habitantes pacíficos á los del ejército nacional, y procurar que se apayaran recíprocramente. Para esto nada mejor que crear un Ejército respetuoso del derecho ajeno. En uno de los encuentros que tuvo este ejército con una fuerzl\ enemiga, la tropa republicana vencedora se apoderó en Tulcingo. según costumbre, de tres mil pesos que á abandonaron al huir los vencidos. y se disponía también El s. enemigo los dejado habían que spquear el pueblo Gral. Díaz formó á su tropa, le prohibió aquel acto de pillaje, y exigió la devolución del dinero recogido, que puso en manos del pagador militar, para que éste lo hiciera llegar á manos del Gobierno republicano. Perc hay algo más notable todavía: el jefe de aquel dército (que nunca cometió otropellos y que bien alimentado y equipado llegó triunfante á la Capital ), pudo entregar al gobierno $150.0 00. sobrantes en la caia del cuartel general. Era entonces tan inesperado é increíble que un general en campaña llegara á tener ahorros, que cuando D. Benito ]uárez llegó á México, preguntó al victirioso jefe si podía proporcionarle siquiera diez mil pe!OS. El Gral. á Díaz, que había socorrido con sus fondos varias veces las tropas que llegaron con el Gobierno, informó al Presi- 62 dente Juárez del estado de sus fondos, que ~PÚ50 integros en sus manos. Un hecho poco sabido dará idea de la extraordmaria probidad del Gral. Díaz: al terminar presidencial. se vió obligado á pedir á un tal. la cantidad de ocho mil pesos. para ción de ~u casa. cantidad que más tarde pagarla. su primer período banco de esta capi acabar la construcfué por él fielmente El espíritu de orden. la.pureza en el manejo de fondos y la extroordinaria moralidad administrativa. son hechos característicos del distinguido 80bernante; y esos hechos deben servir de modelo á todos los que en sus manos tengan la dirección de un grupo de ciudadanos. de una sociedad y aun del mismo hogar doméstico. 63 €'f~ctuó el combate; allldo opuesto queda. la poblac16u. .1: la I>a)'onel& paro.10¡roLl baL&lla ba dall0 gran prO.lf"'fi¡th> mi que dar carg... ' !:f;\a Célebre b.,.lIa de MI.bualltn. ganada por el Gral. DI •• , las fUe .... tranc __ ,,' 101 traIdor .. mexIcanos Marra 1.. 1l ela1tlo en donde r,¡e I~q~Ue'tI!~.~k':,b!~~~:n~:iaU~~I!.!~~:U~~h:rU~~&rque 1 bubo :-=-::~~---;:------- ---- ENERGIA Y CLEMENCIA Hay que ser suave en la forma, pero firme y recio en los principios de justicia. Es indudable que ningún hombre triunfa en la lucha por la vida si carece de energía. y que quien es débil de carácter, no sólo es incapaz de hacer su felicidad, creándose una posición prominente, sino que al mismo tiempo, hace desgraciados á todos cuantos le rodean. Pero la energía, que no se hace amable por la bondad ni respetable por la justicia, deja de ser una virtud y se convierte en un instinto odioso. Los hombres enérgicos que desconocen la generosidad y la tolerancia y que pisotean al humilde y lo sacrifican todo al logro de sus ambiciones, le harán temer, pero no amar, y empañarán su obra, por grande y útil que ella sea, con al aliento envenenado de los rencores que provocan. Lo hermoso, lo digno de imitación es la ener¡(ía de aquellol seres que dando pruebas de su fortaleza de espíritu, protegen 65 66 al mismo tiempo al débil. tienden la mano al postergado. guían al que se extravía. sostien al que desfallece y perdonan las flaquezas humanas. En nuestro país. y particul¡rmente en las épocas de nuestras crueles luchas intestinas. se han dado á conocer hombres de grandes energías: pero la mayor parte de estos hombres eran incapaces de llevar á cabo una obra de amor y conciliación: y por eso. en vez de ser estimados. fueron generalmente temidos. Busquemos en los hechos del Gral. Díaz el ejemplo que debemos imitar para ser enérgicos. sin hacemos odiosos. Hemos hablado en otro capítulo de la obra administrativa del caudillo republicano en el gobierno de T ehuantepec. y vamos á referimos á los procedimientos que empleó para hacer triunfar moralmente su causa entre los juchitecoso que eran entonces refractarios al Registro Civil. El Gobernador del Estado de Oaxaca había dado órdenes terminantes al entonces Teniente Coronel Díaz. de que no hiciera correr la sangre de los patricios, feroces zapotecas que con el pretexto de defender la religión. asesinaban. escondidos entre los árboles, á los liberales: envenenaban las aguas y cometían todo género de tropelías. El Jefe Político de T ehuantepec contestó que se le podía hacer procesar desde luego. porque estaba dispuesto á seguir pasando por las armas á todos los enemigos que aprehendiera como reincidentes. ejerciendo algún acto infame como los que hemos mencionado. Más no se crea por eso que el Teniente Coronel Díaz era un jefe sanguinario que hiciera la guerra á sangre y fuego: pues este mismo hombre inexorable con los patfi- 67 GeD8nJ Conc1e de Tbum. eDt'arpdo de v1gi. lar al General Dll\l. durante su le-ruDrlO cautherlo eD Puebla, pUA tm,ledlr que le tngara de la pr1816D. Tbum trató con Jojustll d.uresa al dJsIID~sI~ J,f~ republlcano y tu\'o COD él mllcbu eJo..JKcnCl~ 68 cíos traidores, se arriesgó á ir 5010. sin armas y sin más compañía que la de un virtuoso sacerdote, al lugar en donde se encontraban sus enemigos, con el propósito de convencerlos. y les explicó de tal suerte las ventajas y el verdadero espíritu de la Reforma; persuadió de tal manera á estos hombres á que ni la fe ni la religión peligraban. que sintiéndose ellos convencidos, le acompañaron más tarde á batir á uno de los más terribles cabecillas de la reacción. No menos notable es otro rasgo de la vida del Sr. Presidente. Acababa de alcanzar la victoria de Jalatlaco. de que ya hemos hecho mérito en páginas anteriores, y el General Carbajal, que mandaba las fuerzas liberales, se preparaba á disparar su pistola sobre un prisionero, cuando Porfirio Díaz, sin cuidarse de que se trataba de un superior jerárquico, le arrebató el arma, impidiéndole que cometiera un asesinato. Este hermoso arranque de energía humanitaria, no solamente le valió la gratitud de los prisioneros que habia salvado, sino la aprobación del General en jefe, quien lo felicitó ante el ejército al imponerle la banda verde. No faltan, sin embargo. quienes duden de la clemencia del Gral. Díaz por los actos de alta justicia y necesario rigor que se ha visto obligado á ejecutar. Los que tales duda. abrigan, olvidan que la sangre culpable economiza la inocente, y que el sacrificio, justo sin duda. de la existencia de los revoltosos, salva las vidas de los hombres honrados, útiles y pacíficos. El Gral. Diaz se ha mostrado compasi,'o con muchos de los que, en otro tiempo. procuraron perderlo y á los que ha llegado á elevar. sin tener en cuenta las circunstancias pasadas. No ha tomado jamás vt'nganza de sus enemigos 69 personales, y todo lo perdona, con tal de que no se toquen los intereses de la patria. Referiremos un hecho que pone de relieve la verdad de nuestras palabras, entre otros muchos que pudiéramos consignar en estas páginas: Se recordará el gran interés que tenía en descubrirlo á bordo del vapor "Havana," el Teniente Coronel que mandaba la fuerza del 14 Batallón. Este interés estaba apoyado en que la captura del perseguido habría de valerle un ascenso en su carrera militar. Pues bien, poco tiempo después de los hechos anteriormente narrados, el Gral. Díaz encontró á su perseguidor, entre los prisioneros de la batalla de Tecoac. Entonces, dirigiéndose el triunfador al vencide, le ascendió inmediatamente al grado que le correspondía en el escalafón militar. Y es público que igual conducta observó con sus personales opositore!! de épocas pasadas, mientras no intentaron turbar la paz ni dañar los intereses públicos, pues han gozado de tranquilidad completa y, en muchos casos, de honores y recompensas, como si nunca hubiesen atacado con la espada ó con la pluma al que los ha colmado de beneficios. Así es como la energía inflexible, pero al mismo tiempo justa, del Gral. Díaz, ha logrado el engrandecimiento nacional por la unión y por la concordia entre todos los mexicanos. Así también lograremos nosotros hacer la felicidad de los que nos rodean, sabiendo ser enérgicos. con nobleza. con humanidad y con rectitud. 70 Palacio N&<"ional de Méx1co, rellhtencta oficial del l'ret:Heole ele la Repllbllca, General Por6rlo 1>lu. 71 XI. LAS VIRTUDES DOMESTICAS. Tener pocas necesidades y gustos sencillos, es una manera de ser fuerte. Todos tenemos otros deberes que cumplir. aparte de los deberes cívicos de servir á la patria y procurar el bien de nuestros conciudadanos: deberes para con los nuestros, para con nuestra familia, para con el hogar que hemos formado ó del que somos parte. En el cumplimiento de estos deberes se manifiestan claramente las cualidades morales de los hombres superiores, cuya vida privada ofrece por esto mismo segura base para estimarlos mejor y. á la vez, muestra la manera de seguir fácilmente sus huellas. Prueba de lo Que decimos es la vida íntima del General Díaz, llena toda ella de ejemplos admirables de las virtudes domésticas más preciosas y más dignas de imitación, porque son también las que más contribuyen á labrar la felicidad de quienes las poseen y ejercitan como él. Virtudes ejemplares son sm duda las de quien, como 72 7J el Gral. Díaz. supo ser probo mientras todos saqueaban; sobrio entre los bebedores. económico entre los despilfarrados, y generoso entre los vengativos; pero posee otra gran virtud. de la que ha dado y da continuas enseñanzas: la modestia. Todos conocen las palabras con que responde siempre , quienes le felicitan por su inmensa obra política: "Me han ayudado todos. he ténido buenos colaboradores. el primero entre ellos. el pueblo mexicano." Ha contado también con otra colaboración inestimable: la de una esposa modelo. En las tardes calurosas del verano suele verse en alguna de las avenidas del Bosque de Chapultepec. á un caballero respetable. fuerte y ágil, que se pasea á pié. acompañado únicamente de una dama de porte dístinguidísimo. Ambos visten con decorosa pulcritud. pero sus trajes. más que sencillos. son modestos. Aquel hongo. aquel temo de americana de color obscuro. aquella corbata negra que subraya el cuello militar de la albeante camisa. aquel calzado lustroso. revelan á las claras los hábitos de orden y aseo del buen soldado y denuncian á un antiguo jefe del Ejército en traje civil. De la calidad de la dama no cabe dudar: es una gran señora; lo dicen el buen gusto del atavío y hasta el más ligero ademán de la que lo honra. Mas respecto de la fortuna de la interesante pareja y en cuanto á su posisión social••i no fuera por el majestuoso continente. por la fuerza irresistible de la serena mirada del caballero. y por el aire de suprema distinción de la dama. para quein no les conozca de vista. es imposible sospechar por las apariencias. que tuvo la fortuna de ver en una de las fases más 74 ll1'a. Carmen Romero Rublo de DIILI, dlgnl.lma espOO& delll1'. Preoldenw de 1I Bepllbl1ea., la dama mu dLsUngulda en la &lt&liOcledacl mexicana. LoI del'flllldOl le pro(elan amor , TeDt:!racl6n porque ha dedtcado cIan parte tl~ ea. tld.' la ereaclón 1 IiOIlenlmlento de tnlittLut08 tlp heneflcencla.. ~L __ simpáticas y ejemplares de su vida privada. á uno de los hombres más grandes. ilustres y poderosos de su tiempo. y á su dignísima compañera. ,Dónde están los trenes fastuosos. y los séquitos de militares y cortesanos. y las brillantes guardias que acompañan en el extranjero á otros jefes de Estado 7 Inútil es buscar nada de eso en torno de este gran mexicano y gran demócrata que se llama el General Porfirio Díaz y que apenas se aviene. cuando desempeña funciones oficiales. á rodearse del aparato estrictamente necesario para realzar la dignidad de su altísima investidura. No está por demás hacer constar que la posición política, moral. material. pública y. privada del actual gobernante de México. no es siquiera comparable. ni dentro ni fuera del país. con la de ningÚn otro gobernante mexicano. No obstante lo cual. lejos de embriagarse el General Díaz con tamañas grandezas. tan positivas y estables como bien ganadas y merecidas. no parece sino que á medida que crece su poder y se agiganta su figura. sus gustos y necesidades se simplifican y reducen. por efecto natural del contraste entre el valer del hombre público y las costumbres del particular. Aquí cumple presentar á la gratitud nacional una de las grandes influencias benéficas que seguramente han pesado mucho en 101 destinos del Gral. Díaz y. por lo mismo. en los del país: la de la virtuosa y noble señora que con sin igual dignidad. comparte las glorias y endulza las' fatigas del genial estadista mexicano. Buena prueba dió de su sabiduría el Rey Salomón al decir que "El mayor tesoro que puede hallar el hombre es una mujer prudente;" y sm duda alguna. el Sr. Gral 76 . Gral. 010. como ",,el Gral. Dlaz rediwJ6 M7. Letrb .. 114.<100.1 Díaz supo descubrir ese tesoro preciosísimo en la ejemplar dama que tomó por compañera y que se contenta con reinar en los corazones de los mexicanos por su inagotable caridad de gran señora que sabe dar con nobleza y cautivar la gratitud . . Por esto la ofrecemos á la juventud femenil como espejo de las virtudes privadas de que el Sr. Gral. Díaz es modelo para los jóvenes. Acostumbrada desde niña á la fortuna, no han podido deslumbrarla las grandezas de la elevada posición que merecidamente ocupa al lado de su ilustre esposo: por el contrario. su modestia y la exquisita delicadeza de IU alma. la enajenan el amor y el respeto uinversales. lo mi.. mo en su hogar. del que es gloria y vida. que en la sociedad, de la que es gala. y entre los desvalidos que la colman de ardientes bendiciones. Esto se debe á que sólo con la bondad se conquistan los corazones: la belleza. el dinero, el poder dominan. humillan. intimidan: pero no se hacen hamar. porque este es privilegio exclusivo de la virtud. El muy frecuente que las esposas mexicanas se quejen del abandono de los compañeros de su existencia. muchol de los cuales llegan á desertar del hogar por entregarse al vicio. Es que esas esposas desdeñadas no lupieron hacerse amar: no supieron hacer del hogar el premio á que aspira en la vida todo hombre honrado. Cuando se tiene una compañera adornada con las relevantes cualidades morales de la esposa modelo que cupo en suerte al Sr. Gral. Díaz. sólo un perverso sin redención posible buscará fuera del hogar la dicha que en él tiene asegurada y que 18 ~DO Opl ... llltlmOl nlta&oe O.. 8r Gral D u 79 ea u~ att1L es fuente de energía y de fe para el trabajo. Todo está en que la mujer forme con su ternura y IUS virtudes. la cadena de flores que sujete al esposo para siempre y le haga suave la tarea y llevadera la existencia. Así es como á la envidiable armonía y á la paz venturosa de su vida íntima deben atribuirse en parte muy principal la prodigiosa resistencia del Gral. Díaz para el trabajo y el perfecto equilibrio de su espíritu. constantemente inclinado al bien y á la clemencia; y este ejemplo deben tener también sin cesar ante SUI ojal las jóvenes mexicanas para tratar de hacer por los mKmos medios la felicidad de IUS hogares y convertirse así en colaboradoras de IUI padres. de sus hermanol y de sus esposos. Nunca deben olvidar que la hermosura pasa. que la fortuna vuelve las espaldas y que sólo la virtud es eterna. De las demás que posee en lo privado el Sr. Gral. Díaz. sería redundancia hablar; pero de la influencia de esa. virtudes sobre nuestra sociedad. sería olvido inperdonable no poner de manifiesto que ese alto y constante ejemplo debe haber contribuido poderosamente á regenerar á los viciosos no corrompidos del todo. y obligado á ocultarse á los incorregibles. He aquí lo más bello y lo más útil de lal virtudes en acción: la ejemplaridad. Y he aquí cómo puede un hombre vivir feliz y respetado largo tiempo sobre la tierra: siendo modesto, siendo sobrio. dominando sus pasiones. usando y no abusando de la vida. 80 .. .......... ,., ,.,,., -,.,~ XII. EL DEBER DE LOS DEBERES. Buen padre, buen ciudadano. Allá en apartada y tranquila calle del rumbo occlden tal de la ciudad, yergue su torrecilla fina y esbelta UD pintoresco chale! campestre. Se halla como extraviado y fuera de lugar entre las elegantes fincas urbanas que lo rodean, porque cuando fué construido, la que es hoy asfaltada calle céntrica, no era sino desolada campiña de extramuros, teatro de los sangrientos combates que frecuentemente se libraban en tomo de la vecina Ciudadela. sm esperanzas de que el derramamiento de sangre mexicana cesara. ni menos aún de que la capital extendiese hasta alh sus esplendores. Es además muy modesto el chale! de que se habla. porque IU primitivo propietario, el Gral. Diaz. lo edificó venCiendo algunas dificultades. en razón de que á pesar de haber manejado grandes caudales púbhcos. no retuvo de ellos nad para tí: y no obstante haber prestado emmentes servlclol • l. patria. se content~ con la mejor de las recompensas. la satisfacción del deber cumphdo. 81 bJJ.r:;Y:~Od~!?!:n~!."'dJ°i!~13oDi::yo~lltr~::d~~ C~~~~~~ C~"m~~I::~:: baUero, moy estimado en l. bue na locted a d de esta Capital. Bn el pecho lace euando 'f'tRte de unUorme, b oo ro.... condeCOI&clon8l, '01'1&4... por GobleroOl Europeo.. 82 Alegran y poetizan el jardincillo que rodea el chalet. las risas y los juegos de dos rapazuelos rubios y llenos de vida. á quienes vigila con amorosa mirada una joven rubia como ellos y de exquisita y dehcada belleza. que contrasta con el sencillísimo traje de percal negro. que ennoblece IU distinción. Todo en aquella morada revela felicidad. alegría. bienestar. honradez. laboriosidad. pero no lujo: tal es el hogar del señor Mayor de Ingenieros Porfirio Díaz. hijo del Jefe de la Nación Mexicana. Dos enseñanzas profundas, á cual más valiosas. se adquieren observando la situación y las costumbres y aptitudes de este joven trabajador que lleva sobre sí digna y discretamente. la pesada carga de uno de los nombres mas ilustres de la América. Loa hombres que gozan de gran popularidad y de omnímodo poder. y que han regido largo tiempo los destinos de un pueblo. con rarísimas excepciones. han derramado á manos llenas los dones y los honores. por natural preferencia. sobre sus deudos. En cambio. el hijo del creador del Mexico actual. es limpIe Mayor de Ingenieros. debido á sus estudiOS en el Colegio Militar, perfeccionados en el extranjero. y sobre todo, á cerca de veintiún años de servicios. No se dITá, pues. que ha recibido los ascensos por favor. No desempeña más empleo federal que el de ofiCial del Estado Mayor del Presidente; y cuando de Tlacotálpam propusieron su candi datura para diputado al Congreso de la Unión, no quiso aceptarla. En cuanto á gajes de otro género solo por rara excepción ha obtenido como mgenlero, sm que su nombre 83 ~aya sido ventaja, sino más bien dificultad, alguna de las innumerables contratas que sus colegas consiguen llanamente. Emprendedor como su padre, varias veces ha tenido que lamentar pérdidas, porque sus negocios no gozan de privilegio alguno, sino que están expuestos á las contingencias comunes á los de cualquier particular. Amante de la agricultura, su tiempo disponible lo dedica á dirigir en persona la explotación de su hacienda por los métodos modernos. Su amor al estudio y su laboriosidad le han valido honoríficas distinciones de algunos gobiernos extranjeros, entre ellas, las palmas académicas, el diploma de Oficial de Instrucccin Pública y la cruz de Caballero de la Legión de Honor, que ha recibido del Gobierno francés: la cruz de la Orden del Aguila Roja de Prusia, y otras condecoraciones enviadas respectivamente por los soberanos de Alemania y de Baviera. Este hermoso ejemplo deben imitar por su parte los jóvenes que se creen exceptuados de trabajar porque sus padres son ricos, y que se resignan á no ser nada por sí mismos: sin considerar que las riquezas heredadas duran poco cuando el que las recibe no sabe conservarlas por lo menos, para lo cual son indispensables la instrucción, el orden, la economía, la sobriedad y el trabajo. Tal es el resultado de que si como gobernante no ha tenido el Gral. Díaz distinciones para sus hijos, como padre ha sabido cumplir con ellos ejemplarmente el deber de los deberes: porque sólo merece el dictado augusto de ser padre el que sabe educar. Contémplense así mismo en ese espejo los malos padres que se disculpan de haber faltado á sus obligaciones por no haber tenido tiempo para atenderlas. ,Quién de ellos po- 84 Caotlllo 4. Chapull.pec, realdeDcla Ter.nlega del Presidente de la R .. pl1bllcL 8S dría decir que ha pesado sobre él la enorme suma de labor, de preocupaciones y de responsabilidades que el General Díaz soportó en la época azarosa y tremenda de su vida en que cimentó la educación de sus hijos' La explicación de esto es que no se educa á la niñez con dinero, ni con tiempo solamente, sino ante todo y 10bre todo, con amor bien entendido y basado en el sentimiento del deber. Tan cierto es que el amor y el deber son los verdaderos fundamentos de toda buena educación, que quienes hayan tenido oportunidad de observar de cerca las relaciones entre el General Díaz y su digno hijo, no habrán dejado de notar un matiz delicado y conmovedor, símbolo de lo que son el uno para el otro y de lo que debieran ser todos los padres para con sus hijos. Cuando el Mayor Porfirio Díaz, oficial del Estado Mayor del Presidente de la República, llega en lo privado á la presencia del General de División Don Porfirio Díaz, se detiene á respetuosa distancia y se cuadra para recibir órdenes; y es en verdad admirable la severa majestad con que se las dan y la atenta deferencia con que las recibe: allí no es posible ver más que á un superior y á un subalterno. Pero inmediatamente después desaparecen las jerarquías; el hijo besa amorosamente en la mejilla á su venerable progenitor; y la mirada de éste se ilumina y dulcifica con una chispa de suave luz, al depositar un beso en la frente del heredero de su nombre inmortal. Tiene razón; porque parafraseando el célebre proverbio árabe, puede decirse que no merece llamarse hombre quien no haya plantado un árbol, escrito un libro 6 dado á la sociedad un individuo útil: nobles medios de vencer á la muerte y perpetuarse en la posteridad. 86 87 ... ~w._ .. _~_ XIII. ACTIVIDAD Y PRUDENCIA. N o Jebe deiarse para mañana lo que puede hacerse hOJl. El trabajo y el orden acaban por vencer la labor más ruda. El asombroso éxito alcanzado por el Gral Díaz. se debe á estas dos facultades desarrolladas en grado sumo. Asombra verdaderamente la cantidad de trabajo que representa la inmensa obra llevada á cabo por el illJloo tre gobernante. Cierto es que ha tenido colaboradores laboriosos, que bien sabe elegirlos con mucho cuidado, y que cuenta siempre con el apoyo del pueblo, que le quiere ardientemente y tiene fe ciega en él: pero no es menos cierto también que en todos los grandes hechos ejecutados en los últimos treinta años, ha tomado parte personalmente, y que, en la mayorfa de los casos, puede decirse que son obra exclusivamente suya. Cualquier hombre de mediana fortaleza se sentirla agobiado sólo con tener que atender y formarse idea diariamente de todos los asuntos que van á su consulta, de lu respuestas á la. cartas particulares, de cuyo contenido se in- 88 CUa en la o.lIe de Cadena. mo(1e'ita habttR('16n pI'! rf rular del G Iler&! tJlu 7 de 8U elposa, Doaa Carmen Romero Rublo de lJ tU':. 89 forma con detenimiento para acordar la contestación. y de las audiencias que concede á todo el que trata de hablar con él para someterle algún asunto de interés público ó puramente particular. Agréguense á esto las obligacione.l sociales que impone su alta investidura. las ceremonias y lal [¡estas oficiales: todo rilo aceptado y desempeñado atenta y escrupulosamente. hasta una edad en que la mayoría de los hombres ha llegado á la decadencia. ¿ Cuál es la verdadera explicación de la obra admi· rabIe del Gral. Díaz' ¿ De qué fuerza poderosa dispom este hombre extraordinario' Sencillamente. dispone de una cualidad poco común: del "genio," que no es, como cree la mayoría de las personas. un don del cielo. independiente de nosotros mismos, sino una "larga paciencia." una abnegación sin límites. una voluntad sin flaquezas. un resultado. en resumen. de la! cualidades del carácter. fortalecidas por la educación y er tendencia constante hacia la realización de un pensamient( noble y grande. y aquí es de advertir que no sólo debl'n considerar51 como nobles y grandes empresas la regeneración de un pueblo. sino que hay otras que, aunque menos brillantes, sirver para ejercitarse en el cumplimiento del deber. Nadie esti obligado á realizar trabajos superiores á sus fuerlas, per( todo el que haga algo en beneficio de los que le rodean. en II medida que lo permitan sus capacidades. habrá lIenad< cumplidamente ese deber. Estudiemos al Gral. Díaz en los momentos más solemnes y decisivos de su vida. para penetramos de los me dios de que se ha valido para llevar adelante los fines qm se proponía. Veámosle fugarse del convento en que establ 90 CONDECORACIONES del Sr. Presidente de la República, General de DiVisión Porfirio Diaz. ea~::f1~ ~~u;:!T!'~ la "'nenclón '1 el Il&mado Imperio. (''nu del Botado de "u- ~~~~. ~g: ~~y~~~~~~ ::Id-;Cp~:by~re~· ~:~ 1.& placa correspondlen .. le .e ya abajo ~ la Is- 1.U:3:~1~ dd~ tr:::r~od;i &e:tado de Guerrero por la campafta ('outral. In· terorencI6n.-Por la ba~ talla del 6 de Mayo ne 1862.-Por la d('(c n., B ¡te lu cumbres de Acultzln· ro en Abril del ml.mo tJlo.-Del Botado d. o.· ,,"ca por 180 batallu d. Hh"hu ..Uin 11.. Corbonera , por l. tOIJ'l& dí' la . capital del mismo Es tR.do.-Por la bfltlllla dfl PaC"hurl en l11M31 -Delllltado de Puebla. por la campan.. contra la Intt'rv4!o lóu y el hnperlo - Placa de la Crus de Constancia dEl primera claso. El General Dial posee. a t1emu rr:milf"ro r I I( npor la KI\prra de Re f r m" , , muC"has medallu hOllOr1fi ca,. y t.J1~, OUlU llüLiOll&le. 1 ~1i.[.njeroe. eh'loa leo '1 militar ••. tl"" 91 pnSIOnf!rO f!n Puebla. Indudablemf!ntf!, no había allí tiempo qUf! Pf!rder; sin embargo, como d qUf! Sf! f!mplea f!n meditar lo qUf! se va á hacer y en adquirir la certeza de que no se va á cometer un error, nunca es perdido, el prisionero, antes de ascender por la cuerda con que lazó una canal de la prisión, "se cercioró"-dice-de la resistencia de aquel punto de apoyo." He aquí claramente presentados los dos rasgos de la actividad del Gral. Díaz que debemos imitar: no dejar nada para mañana y no hacer nada sin cerciorarnos de la fortaleza de nuestro punto de apoyo. Otro rasgo de esa actividad es la audacia equilibrada con la prudencia. El que deja pasar las ocasiones por exceso de cautela, se queda irremediablemente atrasado en d camino de la vida. Bueno es meditar las ideas cuando hay tiempo y lugar para ello, pero no vacilar cuando llegue el instantf! df! ponf!r esas ideas en obra. Si d Gral. Díaz hubiese empleado mucho tiempo en mf!ditar la estratagf!ma que dió por resultado la doble victoria df! la Carbonera y la toma df! Oaxaca, el triunfo definitivo de la República If! habría retardado probablemente mucho tif!mpo. Para convenCf!rSf! de lo qUf! df!cimos, basta examinar por un momento la situación: El Gral. Díaz sitiaba á Oronoz, jeff! imPf!rialista, f!n los conVf!ntos de Santo Domingo y el Carmen de Oaxaca, y en el Cf!rro del F ortin, que eran entonces fortalezas inexpugnablf!s, sobre todo para las débiles fUf!rzas del sitiador. En tal situación, se anuncia la marcha sobre Oanca de una columna de aguerridos austriacos y franceses, bif!n armada y dispuesta al combatf!. ,Qué hacer? Espf!rarla, f!ra colocar. 92 93 entre dos fuegos para ser aniquilado; ir á su encuentro equivalí a á libertar á los sitiados y echárselos á la espalda, con idéntico resultado. le Sin perder un instante, ordena á sus soldados que envuelvan con trapos los cascos de los caballos; hace desmontar sus cañones, y sin apagar los fuegos de su campamento, vuela oculto por las sombras de la noche, al encuentro de los austriacos. Toma posiciones en la Carbonera; y en una batalla que los conocedores en la ciencia militar, consideran la única digna de ese nombre en México, derrota completamente al enemigo. Vuelve inmediatamente sobre sus pasos, y cuando los sitiados de Santo Domingo, que apenas habían advertido la ausencia del sitiador, pretendían salir de su encierro, cae sobre ellos y alcanza otra nueva victoria. Contrasta esta serie de atrevidos movimientos con la prudencia que el mismo Gral. Díaz empleó en el sitio de México. Es que en este último caso, el Ejército que tenía á sus órdenes, no era suficiente para estrechar á la Capital, y mucho menos todavía para intentar el asalto con probabilidades de buen éxito. Así, todo lo que en Oaxaca fué audacia y celeridad, se convirtió en México en reposo y calma; pero en ambos casos el triunfo coronó la conducta audaz del primero y la actividad prudente del segundo. Otro elemento del éxito en la actividad. es la abnegación. Trabajar sólo para sí, es acto egoista é inútil. Los hombres que merecen admiración. son aquellos que han trabajado por los demás, sin procurar el bien para ellos mismos. Pa- 94 'l¡)E(ORAClO" DE f"1.MlRA nAIE LAORDEtI DEL LISERTAODR (1IlIGun¡) úRA/1 (RUZ OE l ' aRDE" DE s.. 1"\A1}f1I(;Q" ';.....H ARO 1i~.r.(;!J10rulJrXf'lDf. • r,..~ I"'~E "1" 95 ,...... ra esto se necesita ser abnegado y alejar, por lo tanto, todo sentimiento de egoísmo. i y qué mejor ejemplo de abnegación podemos presentar que el que nos ofrece el General Díaz, quien después de haber consagrado toda su vida al bien de los mexicanos, cuando á los setenta años se le pide que siga en su puesto, contesta sencillamente: Lo haré gustoso mientras me sienta útil para servir á mi Patria como lo merece! 96