PORFIRIO DIAZ y SU OBRA

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EL EJEMPLO DE UNA VIDA
PORFIRIO DIAZ
y SU OBRA
SIBLIOTEC \ DE MEXICO.
PilA LOS NINOS
PARA LOS OBREROS
PARA EL PUEBLO
MEXICO
1908
T,
~
A VIDA de los grandes hombres presenta her-
~jL
mosos ejemplos de energía. de laboriosidad y
de amor al deber. que todos. desde nuestros
más tiernos años y cualquiera que sea la posi-
ción que ocupemOl en la sociedad. debemos imitar. Afortunadamente. los mexicanos contamos en nuestra historia con
p...nonalidades que pueden damos enseñanzas nobles y vigorosas, que nos sirven de modelo para normar nuestras accIones y formar asr nuestros caracteres.
Uno de
eIOI
hombres es el que. saliendo de las esferas
más humildes, por su energía, su fortaleza de espíritu, su
abnegación. su patriotismo y su inquebrantable firmeza. ha
llegado á ocupar el puesto más alto en nuestra Patria. á la
que hace más de medio siglo presta el inagotable caudal de
.us continuos y extraordinarios servicios.
La vida del General Díaz constituye verdaderamente
una guÍa para la niñez y para los hombres de trabajo y una
lección de moralidad y de esfuerzo para TODOS. volvemos
, decir. los que pretendemos obtener un lugar predilecto en
la eatimación y respeto de nuestros conCIUdadanos.
3
J
t,;
1.
LA VOCACION.
Debemo, proceder de acuerdo con nueltra eonciencia.
IiJRA"'¡ . . ""
P,,'~ 0.......da """""
en el Seminario Conciliar de Ouaca 10& es-
ludios preparatorios de la carrera aacerdotaI.
á la que le había inclinado su único protector.
el Obispo D. José Agustín Domínguez. No era CIerta-mente del agrado del joven seminari$t& el porvenir á que
podía conducirlo aquel Prelado. por más que éste creyera
necesario apoyar tu consejo en razones de conveniencia
que estim6 tan deClsivas. wmo lo ventajoso de la posieión eoeial y la riqueza de que entonca disfrutaban Jo.
miembros del clero.
Aunque con poco entUSl&SlllO. Portino aceptAS. mú
him por obediencia que por eonvicClón. el consejo del Oh..
po; pues como su pobreza era extremada, al grado de que
se veía obliagdo á dar clases de latín para ayudar á su anciana madre, pensó que podría tachársele de ingrato si rehusaba aceptar el apoyo y con él la posición con que le brindaba el Sr. Domínguez.
Por aquella época, y en oposición al Seminario en que
comenzó á educarse Porfirio, existía en Oaxaca el Instituto,
establecimiento fundado con tendencias completamente distintas á las que estaba consagrado el primero.
En el Ins-
tituto se propagaban las ideas de libertad de pensamiento,
de igualdad ante la ley, de fraternidad, de toleranCIa, de
orden y trabajo; en el Seminario imperaban las opuestas; la
intolerancia, 10$ privilegios de clase y la sujeción incondicional de la conciencia á la fé ciega é indiscutible.
Un sencillo acontecimiento bastó para cambiar 10$ destinos del joven Porfirio: el padre de uno de sus discípulos lo
invitó á una distribución de premios que iba á hacerse á 10$
estudiantes del Instituto, y los discursos que escuchó el jóven
seminarista en aquel acto, y las ideal que penetraron en su
conciencia, le pusieron de manifiesto la verdadera senda que
debía seguir en lo futuro y que no había de ser sino la que le
marcaran
IUS
sentimientos, de acuerdo con su conciencia.
Tremenda ha de haber sido la lucha que se entabló en aquella alma juvenil; porque si de un lado estaban la voluntad
y el bienestar de los seres á quienes amaba, y sus comodida-
des y las de los suyos aseguradas, del otro se alzaban el de-
6
ber y la satisfacción de consagrarse' 19 que IUS conviccionee,
repentinamente nacidas en su espíritu, lo inclinaban. Porfirio
.in vacilar, se resolvió á seguir el camino del deber.
Abrió, pues. francamente IU corazón á las confidencias
y expuso IU resolución , su valerosa madre, quien llena de
desconsuelo. pero abnegada y prudente. se encargÓ de la difícil tarea de anunciar al Obispo cuál era desde aquel día
la voluntad del seminarista. No se ocultaban á aquel jóven
ni la trascendencia del paso que estaba dispuesto á dar, ni
las rudas luchas y sacrificio. que le esperaban; pero, /irme
en sus propósitos y confiado en su entereza. se lanz6 resueltamente por el sendero que más tarde había de conducirlo
á la gloria.
No es dado á todos los hombre. obtenerla. como él la
obtuvo; mas todos debemos obedecer los mandatos de nuestra conciencia, porque siguiéndolos se alcanza, cuando meDOS. la paz del alma y la consideración de la sociedad en que
vivimos.
7
8
.... :w W'
LA AYUDA PROPIA.
El trabajo manual u honro3o.
El joven Porlirio se entregó ruueltamente á la
LUCHA POR
LA VIDA. Y era ruda aquella lucha;
pues mientras estudiaba con ardor y obtenía dislincio.es
en todos
IUS
exámenes. dedicaba sus horas libres á oicÍOl
humildísimos que le permitieran aliviar sus necesidades J las
de su familia.
Tan extraordinario esfueno hubo de llamar la atención
de un comerciante oaxaqueño. quien. interesado por la e.ergÍa y empeño del muchacho. le hizo algunol cortos regaloe.
alentando así al estudiante á pedirle que lo admitiese como
empleado en una de sus tiendas; pero el comerciante tomó informes acerca de
IU
conducta y
9
IUpo
que el animoso
jOVeJl
!'!ereeía apoyo y que no debía abandonar las aulas por el
mOltrador. cuando ya cursaba estudiOl superiores con notaÜe aprovechamiento.
Las necesidades. no obstante, continuaban apremiando á la familia. y para atender á ellas, Porfirio imaginó confeccionar por sí mismo algunas de las prendas de uso carriente; proveyose de toscos utensiliOl, y después de observar
de qué manera hacía 'su labor un zapatero que tenía su taller
frente al Instituto. logró fabricar calzado para él y para los sUyOl. También hizo trabajOl de carpintería. Arrutratio después por IU ardiente afición á la caza, consiguió
tran.formar viejas armas en buenas escopetas, y aun compUlO la. de otrOl cazadore., compañeros suyos de excursionel, Banando honradamente algún dinero gracias á su vigilante ingenio y á la habilildad de IUI manol.
Si á muchos jóvenes que vagan por las calles, sin pro1 sión IÜ oficio conocidos, se les preguntara cuál es la causa
de 111 miseria, contestarían invariablemente que la falta de
reclll'lOl; muchOl de ellos preferirían también, continuar una
vida de privaciones, en vez de entregarse al trabajo manual
.sin embargo, el trabajo es liempre honroso, cualquiera que
~a la forma en que se ejecute; y es tan meritorio el dinero
lanallo con las labores intelectuales, como el que se obtiene
por lIIedio del esfuerzo de 101 brazos.
Después de lo que lIevamOl dicho, fácil es comprender
c:óme fluien jamás se arredró ante ninguna dificultad durante
10
101 primeros años de su vida, ni consideró bochornoso ningÚn trabajo honrado. haya sido capaz de allanar 101 treo
:mendos obstáculos que más tarde habían de oponerse , tU
obra, y haya sabido tacar, poco menos que de la nada,
ejércitos. armas. ferrocarriles. dinero y escuelas. como antes
había sacado escopetas y zapatos: á fuerza de trabajo, constancia y energÍa.
Pasaban los años, y , medida que las aptitudes de
Porfirio iban desarrollándose por el estudio. su espíritu industrioso le proporcionaba mejores y más vastos recursos. Rápidamente avanzó en su carrera: fué primero bibliotecario
del Instituto en que se educaba, luego pasante de Derecho;
., si DO negó , obtener el título de abogado. fué porque el
General Santa Ano.. alarmado por las tendencias abiertaMente hberales del plantel oaxaqueño, lo clausur6 inesperadamente; mas cuando Porfirio tenía ya una clientela n..
merosa, que te vió obligado , abandonar para consagrart'!
cuerpo y alma á la causa de la libertad, á la que ha permanecido fiel durante toda su existencia.
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rr.et:la.
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euya elevaclhn di Idea del .oJo< 11a elle"la d. lIulé"
, la C&U&& liberal.
12
üei~
• ella por oeHU
111.
LA DEFENSA DE LA PATRIA.
En bien de la nación debe hacerle cualquier IaCTificio.
Sobrevino inesperadamente un acontecimiento que
conmovió el espíritu de Porfirio Díaz. despertándole el mú
alto y más noble de los sentimientos: el amor á la Patria,
hollada por el enemigo extranjero. Sucedía esto en 1846.
cuando los invasores norte-americanos amenazaban atacar la
capital del Estado de Oaxaca.
Tenía entonces Porfirio Diaz 16 años; y como escuchara de labios de uno de sus profesores. que era deber
de los mexicanos defender el territorio invadido, tomó este
sentimiento en el estudiante la misma forma activa y enérgica
con que en su corazón se han revelado todos en el curso de
su vida. Así. pues, congregó á algunos de IUS condiscípulos; y poniéndose resueltamente á la cabeza de ellos. se dirigio al Gobernador del Estado para ofrecerle sus servicios
y los de sus compañeros. como una ofrenda á la Patria.
13
Naturalmente. admirado el Gobernador ante aquella
actitud resuelta. pero más admirado todavía ante el ardor
patriótico de aquéllos jóvenes. se limitó á anotar sus nombres
.in aceptar de pronto el ofrecimiento que le hacían. Más
tarde fué éste aceptado. y entonces Porfirio empuñó por vez
primera las armas en defensa de México, hizo sus guardia.
le sujetó al duro régimen militar.
y
Habían de transcurrir algunos años para que Porfirio
yolviera á empuñar la espada y cooperara con sus actos
á las más bellas páginas de esas do. grandes guerras que le
llaman de la "Reforma" y de la "segunda Independencia."
y entonces lo Teremos tan resueIto como en los primeros pasos de su vida. abandonar familia. bienestar. intereses. todo. para entregarse á la lucha en pro de sus ideales.
Así. al triunfar la Reforma. dejó la curul que ocupaba en
el Congreso de la Unión para defender la capital de la República. amenazada por las fuerza. clericales. en tanto que
los demás diputados perdían el tiempo en inútiles debates.
Más tarde. cuando terminó el sitio de Puebla. en
1863. Porfirio le entregó prisionero: pero declarando que
lo hacía únicamente por obediencia. y afirmó que estaba resueIto á combatir al invasor tan pronto como lograra fugarse.
y le fugó. y combatió en efecto. valientemente contra
los franceses: volvió á caer prisionero. y de nuevo manifestó
que tomaría á evadirse••i le era posible. y que lucharía has-
ta el último momento.
14
He aquí un hermoso ejemplo de amor á la patria, que
ojalá sepamos imitar si algÚn día nuest;o país se viere amena·
zado por las armas extranjeras.
Sólo así seguiremos lal
huellas de este gran ciudadano; sólo así conservaremos s~
gran obra y nos haremos dignos de ella; sólo así mereceremol
namamos mexicanos libres.
15
no.,,,...
:01i!~nFBl:Dt~~~,~~~;:OU~J~~e~o~~~~f'~~
~¡ 8~~'~t~d~~~J~tod~U~~~ !,c::tob~r::. :'\lF~l~
!!ellor IAc. YArr"" P~ra.
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b~ralea despertó la candencia dellellllnllrttittL por
eompr\lmlso. , le apartó de la earrera ....oerdotal.
11M allO. muros del Cou ... ot.o de Rauto DominIo,
P~rel, , qutea. q~
C4'Dde eIItab. prellO Don Muco.
111. cowunica.¡ lwportan'-81 DOUCiM
16
po.lW.(.~
IV.
EL VALOR CIVIL.
La opinión JI las C01l1licciones deben proclamarse
JI sostenerse siempre.
A fines del año de 1854. el dictador Santa Ano ..
cuyo período de mando estaba próximo , terminar. quiso
prolongarlo indefinidamente: y contando para ello con el
apoyo del ejército y del clero. que entonces estaban Íntimamente unidos y eran muy poderosos. convocó al país á una
comedia de plebiscito. con el fin aparente de .aber .i la voluntad de los ciudadanos era ó no favorable á
IU
permanen-
cia en el puesto más elevado de la R~pública.
Dos eran las preguntas que se dirigían, en dos distinto.
hbros. al pueblo: la primera: ",Debe continuar el actual
Presidente de la República en el Poder Supremo. con las
mismas amplias facultades de que hoy está investido , .. Y la
segunda:
"En caso de que no deba ~guir ejercl~ndo las
17
mismas amplias facultades. ¿ á quién debe entregar inmediatamente el mando T
Se invitó al pueblo á que votara "con toda libertad;"
pero de antemano se supo que las mesas donde iban á depositarse las cédulas. se verían rodeadas por muchr.s tropal
encargadas de hacer pagar muy cara su osadía á quien
se atreviera á estampar su firma en el segundo de los dos
libros mencionados.
Tanta audacia y cinismo colmaron de indignación al
joven Porfirio Díaz. que ya era catedrático interino en el
Instituto de Oaxaca.
Se resolvió. pues, á declararse contra
el dictador. para quien era ya sospechoso de tiempo atrás
por
IUS
opiniones liberales. francamente manifestadas.
Llegó el día del famoso plebiscito. y en efecto. la plaza de armas de Oaxaca. que era el sitio donde se hallaban
instaladas las casillas electorales. fué invadida por tropas que
llevaban los fusiles cargados.
Se colocó una batería de
cañones dispuestos á hacer fuego en caso necesario. y sobre
UDa mesa se pusieron los dos famosos libros.
Cuando Porfirio se aproximó. el segundo de ellos
estaba en blanco. porque nadie había tenido el valor de
arrostrar las iras del tirano. estampando en él su 6rma.
Llegó en esto un alcalde de cuartel. que llevaba conligo treinta votos; de "todos" los vecinos en aptitud para
votar. que vivían en cierta manzana de su cargo.
Por6rio. que habitaba en esa manzana. advirtió que
18
de ese número debería quitarse una unidad. porque él no
había votado ni autorizado tampoco á nadie para que votase en nombre lUyO.
exclamar:
Entonces. algún malévolo hubo de
"Uno no vota cuando tiene miedo."
Sin contestar una palabra. se dirigió Porfirio tranquilamente á la mesa, tomó la pluma. abrió el temible libro de
la negativa. en medio del asombro de
101 concurrentes al
acto; y sin darse por entendido de las amenazas que en contra suya profirió. el Gobernador del Estado. estampó ea
la primera página el nombre del que era entonces. caudillo
de la revolución liberal.
D. Juan Alvarez. firmando debajo.
Otra persona. arrastrada por el viril ejemplo del joven.
también estampÓ allí su firma. pero votando en favor de
Juan B. CeballOl.
D.
Porfirio se salvó gracias á su destreza.
y desde ese día tomó definitivamente las armas en defensa
de la libertad.
Más tarde. y en circunstancias no menOl terribles, en
las que también peligraba su vida. ante el General francés
Forey. ante el Mariscal Bazaine y ante el Conde de Thum.
Porfirio. preso y desarmado. IUpo sostener con igual entereza sus opiniones.
Si la resolución de ajustar sus actos á sus ConViCCIODes
es una virtud en el hombre. el valor civil de _tenerlaa ea
público. afrontando por ellas toda clase de peligros, es otra
gran virtud del ciudadano.
19
V.
LA ACTIVIDAD FISICA.
Hay que fortalecer el cuerpo para que resista
á todas las luchas.
Hemos dado á conocer los esfuerzos desplegados por
el joven estudiante para hacer su educación intelectual y
moral.
Vamos ahora á referir los que hizo para lograr su
educación físicL
E.to es tanto más importante. cuanto que. para ser
laDOS
y fuertes de alma. necesitamos serlo también de cuer-
po. cimentando así nuestra energía en nuestra resistencia
corporal.
Ya hemos señalado la afición de Porfirio Díaz á lu
partidas de caza. ejercicio que deosarrollando y fortaleciendo aquel organismo privilegiado ya por la naturaleza. le
proporcionó la agilidad y el vigor ntraordinario que todavía admiran en él nuestros jóvenes.
21
Endurecido por las grandes caminatas á pié, expuesto
á los rigores del sol, las lluvias y el viento; habituado á
vivir al aire libre, á dormir al raso, á desafiar el peligro y
á verlo serenamente, cuando el seminarista tomó á los 16
años las armas para defender á SIl patria contra el invasor
del Norte, estaba dotado de cualidades que habrían envidiado algunos de los más vigorosos generales del ejército.
Mucho había de servirle esta preparación para aalir
con bien y con gloria de los peligros que afrontó más tarde;
pero sin necesidad de referirnos á episodios recientes, vamos
á narrar un acto de arrojo y de destreza, realizado por el
futuro Presidente de la República en aquella época.
El gobierno del General Santa Anna inició, como en
nuestro anterior capítulo indicamos, una terrible persecusión
contra las personas que se habían distinguido por sus ideas
liberales.
Entre esas personas se encontraba el Lic. D.
Marcos Pérez, maestro del jóven Por6rio.
Don Marcos fué sujeto á proceso y se le redujo
, prisión, en lo que se llamaba en Ouaca la Torrecilla,
calabozo situado en el convento de Santo Domingo.
La T orreci11a estaba construida en la parte más elevada del
referido convento, y tenía una ventana que daba al patio
de la
aacri~tía.
Por6rio resolvió comunicarse con su maestro, para
lo cual no encontró medio mejor que el de escalar, en compañía de su hermano Félix, el edificio en donde se hallaba encerrado el prisionero.
22
El mismo ha narrado esta peligrosísima hazaña con
una sencillez conmovedora:
"El escalamiento del convento se me facilitó--dicepor la agilidad que había adquirido en mis ejercicios gimnásticos y por haberlo hecho en compañía de mi hermano.
Cuando teníamos que subir á una altura que no exced .... ra
de tres metros. uno de nosotros subía sobre el otro y echaba
una cuerda al que quedaba debajo. para que subiera á su
vez; cuando la altura era mayor. tirábamos la cuerda sobre
uno de los ángulos. y uno de los dos la sostenía mientra!
el otro podía subir. lo cual era muy difícil; después de que
uno estaba arriba. se ocupaba en sostener la cuerda para
que subiera el otro."
"Por la puerta del campo del convento subimos. á coea de la media noche. á la barda de la huerta. que tendría
como cuatro metros de altura.
La primera noche bajamos
á ese lugar con el objeto de ver si había centinelas en él;
en seguida. volvimos á subir á la barda y andando sobre
ella. llegamos á la azotea de la panadería del convente..
A esa hora estaban trabajando
101
panaderos. y como esa
gente acostumbra cantar durante su trabajo. no era fáril
que nOI sintieran .•.•........
"De la azotea de la panadería subimos á la azotea de
la cocina. que era el escalón más alto que teníamos que ascender.
Los cocineros estaban durmiendo. . . .. . .....
De la azotea de la cocina subimos sin dIficultad. uno en hom-
23
24
bros del otro, á la azotea principal y más elevada del CODvento,"
"Al llegar' ésta era necesario ir con gran cuidado
porque había muchos centinelas; la primera noche tuvilllOl
que esperar antes de dar paso hasta oír el alerta de ellos,
pues no había otra manera de conocer su posición,"
"Para facilitar nuestra salvación en caso de ser vistos,
quitarnos una cuerda que estaba amarrada al badajo de una
campana, y la asegurarnos de una almena que daba á la
calle, eon el propÓsito de descolgamos por la cuerda si llegábamos á ser descubiertos y cortada nuestra retirada. Arttes de bajamos de la azotea, volvimos á poner la cuerda en
donde la habiarnos tornado. Llevábamos prevenido un
grapÓn de hierro para ponerlo en uno de los extrelllOl de la
cuerda y poder usarla en caso necesario por cualquier
parte."
. "La llegada á la azotea principal del convento fué
lo más peligroso de la operación por los muchos centinela
que había en ella. Nuestra marcha era más tardía, porque:
teníamos que permanecer acostados, vestidos con trajes gri!el para no hacemos muy visibles, escuchando un alerta cada quince minutos, que nos indicaba la situación de 101 cea-
tindas.
"Así llegarnos hasta la azotea de la Torrecilla. Par.
burlar la vigilancia de cuyo centinela, era necesario no hacer
ruido. Una vez allí, me descolgaba yo ó sostenía á mi hermano para llegar á la ventana; y estando ya en ella y cogida
25
la reja con las manOll, deseanaaba el que sostenía desde
arriba al Que había descendido."
Grandes eran 1011 peligrOll, como acaba de verse, que
debían afrontar 1011 dOI esforzados jóvenes para llegar hasta
el lugar en donde le encontraba el prisionero: pero acaso
era todavía mayor el que corrían cada vez que alguno de
IOldadOll de la guardia, apostada en la habitación conti-
101
I!U&
á la torrecilla, trataba de observar al preso, asomán-
dose á un boquete que comunicaba las dOll habitaciones.
"Cuando estaba yo en la ventana y el centinela le aso, maba al boquete--escribe el mismo autor de esta hazañatenía necesidad de inclinarme, alejándome en lo posible de
la ventana para no ser visto: y entonces permanecía yo
SUl-
pendido de la cuerda (á considerable altura sobre el patio)
y-
mi hermano tenía que IOstenerme.
Por supuesto que esto
no duraba mucho tiempo, .ino IOlamente mientras que estaba luspendido: luego volvía á coger la reja con una mano:'
y estos peligros. como 1011 que más tarde corrió Porfi-
rio Díaz, ha podido afrontarlos valerosa y enérgicamente,
porque desde muy joven ha sabido fortalecer su cuerpo,
baciéndolo insensible á todo desmayo, vigorizándolo para la
iucha y convirtiéndolo en un escudo en el que
lado todos 1011 golpes.
le
han embo-
La vida es. en efecto, una eterna
lucha, y para vencer en ella, IOn indispenMbles las cualida-
des físicas y morales que nacen de la fuerza y de la Mlud.
26
VI.
EL ESTOICISMO.
La. lIirtuJu heroictU .on ltU que se ejercitan á diario.
Uego por fin para la patria el gran movimiento revolucionario iniciado contra el gobierno que más rudamente
ha oprimido entre nosotros la libertad de conciencia , agobiado á los ciudadanos con sus persecuciones: Jlegó la bienlaechora Reforma. la gran obra que había de procurar ,
Porfirio Díaz la ocasión de poner de relieve el varonil empuje de su espíritu.
Es. sin duda. épico y digno de admiración el heroíamo del Emperador Cuauhtemoc. sufriendo impávido que le
quemaran los pies antes que revelar el paradero de los teloros que buscaba
el Conquistador.
Pero es todavía más
heroico eJ estoicismo del hombre que. en cumplimiento de su
deber. sufre resignada y silenciosamente dolores. enfermedades. p'rivaciones. durante meses y años. .in flaquar un sólo
instante. lin desertar de su puesto.
27
Gral. 1oñ1 Oondl.. Ortega. Manelaba ea
!ere al Cuerpo de Ejército ele que formaba pane
1.. brigada de Oaxaca. 'cuya e.bes. Iba el Cor~
Del Porfirio Dla.z. en persecución del sanguinario
ex~GeDeral MArques. Cuando Gonzé.lel Ortega ....
po en qué circunstancias habl. Y8ncldo Di.. 811
Jalatlaco, eIIcrlblO al Presidente Ju'rel:
"Me aTergonsarla yo de seguir usando la baoda •• rde. 81 no S8 le concedlera.l Coronel Porftrlo
D,u.eleapuée ele oubrülanteUlulÚo ell Jal ..U......"
28
Examinando la mayoría de los hechos heroicos que
menciona la historia. se descubre <:asi siempre entre
101 mó-
viles que los determinan, una idea de provecho propio. empujada ciertamente por el sentimiento de un deber 6 por una
pasión irresistible.
le
Pero
101
que en alas de ese mismo deber
sacrifican. día á día. en circunstancias normales y hasta
wl¡ares. á sabiendas de que sus actos pasarán inadvertidos
y quedarán sin premio. son los verdaderos héroes de la abnegación; y si d sacrificio llegare hasta lufrir tormentos y
dar la sangre y la vida. si necesario fuese. por un ideal noble y grande. tendremos d ejemplo más hermoso de estoicismo que es dable presentar.
Ese ejmplo nos lo ofrece el oficial Porfirio Díaz.
cuando. gravemente herido y presa de agudos dolores. sigue
batiéndose y. cumpliendo su obligación. como la cosa más
natural y sencilla del mundo. sin exhalar una queja ni hacer mérito de su sacrilicio.
Capitán de guardia nacional era. en efecto. Porfirio
Díaz. cuando en el mes de Agosto de 1857. y al frente
de una Compañía. libró combate contra las tropas de uno
de los más afamados jefes reaccionarios. en el pueblo de
I:lcapa.
Fué alü donde recibió su bautismo de sangre; san-
Bre que manó en abundancia de uno de sus costados~ abierto por una bala. que
le
le quedó alojada en el cuerpo. en
el fondo de una tremenda herida.
Todos vieron desplo-
marse al joven Capitán y le tuvieron por muerto; pero con
7.9
gran asombro viéronle después levantarse y seguir batiéndose hasta que la fuerza de que formaba parte alcanzó el
triunfo.
Varias curaciones se le hicieron. pero por más esfuerzos desplegados no se pudo hallar. ni por tanto extraer. la
bala que le había producido la dolorosa lesión.
El regreso á Oaxaca fué lento y penosísimo; y cuando.
cerca de cincuenta días después de haber recibido la herida. trataron los facultativos de curarla tormalmente. hubieron de declararse vencidos. porque el proyectil no parecía,
y las crueles curaciones que sufrió. lo debilitaron más
V más. hasta dejarlo casi agotado.
En tan triste estado fisico se encontraba. cuando fué
llamado por sus superiores para combatir al. feroz reaccionario Cobos. que se había hecho dueño de la ciudad de
Oaxaca. En el acto acudió Porfirio. sin acordarse de tul
dolores. y se batió durante el largo tiempo que duró la lucha
entre las fuerzas liberales y sus enemigos. soportando privaciones. pues llegó vez en que ni él ni los IUyos tuviesen el
más insignificante alimento.
N aturalmente. la falta de municiones de guerra y
yíveres comenzaba á producir sus efectos desmoralizadores entre los liberales. cuando el Capitán Díaz tuvo noticia
de que una de las trincheras que había levantado el enemigo. estaba formada por sacOl de harina y de salvado. Inmediatamente concibió el proyecto de apoderarse de ellL
30
Obtenido el permiso de .IIS jefes. d animoso Capitán
salió con veinticinco hombres de .u compañía. y por medio
de horadaciones. á través de varias casas. llegó á la última
en cuya esquina había una tienda que se hallaba en poder
del enemigo.
Con el pequeño número de hombres que
le acompañaba. pues había dejado la mitad de ellos para
cubrir la retnada. entró resueltamente al establecimiento.
ocupado por los defensores de la trinchera se trabó un
reñido combate: y como Pornrio viera que le quedaban ya
muy poco~ soldados. mandó tocar diana. que era la señal
convenida para pedir refuerzo: más por una verdadera fatalidad. el Jefe de la fuerza liberal ó no oyó el toque 6 lo
entendió á la inversa: lo cierto es que no acudieron en su
auxilio_
.
Entretanto. la situación iba haciéndose muy desesperada para Porfirio: y como el asalto se prolongó mucho.
hubo tiempo de sobra para que llegaran nuevas fuerzas
reacclonanas.
Cuando el joven Capitán se convenció de
que le habían abandonado su. compañeros de arma. en l.
empresa. no le quedaban más que tres hombres y
UD
cometa:
entonces arrojó simultáneamente sobre los defensores de la
tienda las granadas de mano que llevaba. y aprovechando la
confusión que los estallidos produjeron. batióse en retirada.
Desgraciadamente extravió el rumbo de 1.. boradaciones y
llegó á encontrarse ante una tapia ••in salida alguna y con
los enemigo. á la vista: pero á pesar de que la herida entor-
31
32
pecía
IUS
movimientos. pudo saltar el obstáculo y regresar
á la línea de defensa, después de tan audaz como peligrosa
marcha.
Cundió la desmoralización entre los liberales con el
malogrado asalto de la trinchera, á tal grado. que el Gobierno de Oaxaca decidió retirarse á la sierra, dejando la capital del Estado en poder de los reaccionarios.
este designio por los jóvenes oficiales, entre
105
Conocido
cuales se con-
taba Porfirio, resolvieron intentar un ataque. desoyendo la
luperior voluntad, porque no juzgaron digno resignarse á tan
humillante descalabro.
Concediéronles permiso los superiores para efectuar
esta tentativa, pensando, en el fondo, castigarlos por la audacia de sus pretensiones, que juzgaban irrealizables.
Dióse el atalto; y en él lucharon con tanto vigor y energía las fuerzas de uno y otro bando, que la victoria permaneció indecisa para los liberales y para sus irreconciliables
adversarios. quienes. como habrá podido juzgarse. estaban
en mejores condiciones que los asaltantes. En uno de los encuentros cayó gravemente herido el jefe que mandaba la rolumna en la que combatía Porfirio. quien asumió desde luego
el mando. Organizó rápidamente las fuerzas. que comenzaban á vacilar. y seguido de ellas marchó con denuedo sobre
el Palacio. al que por fin logró penetrar, al mismo" tiempo
que llegaban al edificio las otras columnas. El enemigo.
arrollado en varias partes, fué duramente castigado en su
33
último refugio. hasta que abandonó éste en derrota c~mpleta.
dejando en manos del vencedor annas. dinero, municiones
y muchos prisioneros.
Después de este triunfo realizado en un estado físico
verdaderamente lamentable. puesto que su herida ni siquiera
le permitía ceñirse la espada. no se consagró el Capitán
Díaz á su curación. como otro lo hubiera hecho; sino que
montando á caballo. á costa de crueles dolores. salió con
todos sus compañeros en persecusión de los fugitivos. quienes
á unas siete leguas
de
T ehuantepec. fueron
derrotados
completamente.
El Gobierno de Oaxaca. que no le concedió ascenso ni
premio alguno ¿irecto que lo estimulara. como justa recompconsa de esta serie de victorias. le nombró Gobernador
y Comandante militar del Departamento de T ehuantepec,
con el fin de que fuera á reprimir los levantamientos que
los reaccionarios promovían allí sin descanso.
No se trata-
ba. pues, de un nombramiento honorario. sino de un cargo
pesadísimo. sembrado de peligros y responsabilidades.
A él se consagró Porfirio Díaz con su proverbial ardimiento, y en aquel paesto. sufriendo siempre el tormento de
su incurable herida y atacado de. paludismo. se batió casi
semana á semana. durante dos años. librando combates. rechazando y dando asaltos. evitando emboscadas y asechanzas.
Así ganó. uno á uno. sus grados. hasta obtener el de
Coronel.
.34
Veintiocho meses habían transcurrido desde que recibiera la herida que tanto le había hecho sufrir, cuando por
una feliz casualidad logró al cabo· que le extrajeran el proyectil.
de
Fué el caso que el cirujano de un barco de guerra
103 Estados Unidos, fondeaba en la Ventosa, escuchó el
relato de los hechos del valeroso hijo de Oaxaca; é intere3ado por lo que de él se decía, resolvió hacerle una operación con el fin de ver si encontraba la famosa bala. Llevóse
á efecto la extracción del proyectil. viéndose al fin Porfirio
libre de esos sufrimientos. Pero para que se advierta
hasta qué punto estaba condenado nuestro héroe á la acción
persistente y al trabajo rudo. diremos que el mismo día en
Que se le hizo aquella operación, recibi6 del GobIerno orden
de marchar inmediatamente á través del istmo, infestado de
gavillas reaccionarias, para encargarse del transporte de un
convoy que hacía urgentísima falta en el centro del país.
Esclavo del deber. sin vacilar un momento y sin tener en
cuenta su estado todavía peligroso. se levantó de la cama
y salió á caballo en dirección del punto que se le indicaba.
Peligrosa era la empresa que se le había encomendado.
y con respecto á las varias peripecias de ella. sólo diremos
que estuvo á punto de ser estrellado por la impetuosa corriente de un río. que tuvo que atravesar en una canoa.
Por último. después de haber bregado por espacio de tres
días. llegÓ al lugar designado. cuando las fuerzas enemigas
que venían de Orizaba. se encontraban ya sólo á ocho leguas de distancia.
35
Jlarl8cal Ellas F. Forey. Jefe Supremo
d"l Ejército In valor. enviado por Napoleón
para lust1tuir 'Laurencez. Cuando llegó
1 Francia la noticia de que 01 Gral. DI ....
• ra prisionero de Haz.toe. Jl'orey dijo en
el Senado que le babia obtenido un ¡nn
triunfo, pero que deblan ejecutar &1 Cau·
dlllo liberal Inmediatamente, pu .. de lo
oonuarlo Jes darla mucho eD que pensar.
~je::toco:~e::. e~!;~~~~!:l:!~.,~~~~~~~
:~(~:eiU;!~!~at D~~t~~~re::I~ls~~~l~i~:
defenaer heroh'llmente 'IUl Patri&.
36
Sin demora emprendió el activo jefe una marcha, á
cortas jornadas, por caminos peno~Ísimos. bajo la inclemencia del clima troptcal y sosteniendo continuos tiroteos con el
enemigo..
Toda esta campaña. que ha sido sin duda. una de las
más duras y penosas que ha tenido que sufrir, fué realizada
como dijimos antes, en medio del mayor silencio y á riesgo
de pasar inadvertida. circunstancias que la hacen todavía
ná. meritoria.
37
VII.
PERSEVERANCIA.
Aunque
105
medios que empleemos lIaríen, nuestro. esfuerzo.
deben encaminarse .iempre al fin que n05 proponemos.
Nos encontrábamos en la última etapa de la guerra
de Reforma, y ya la Invasión Francesa iba á conmover el
país con la más injusta y sangrienta lucha de las que hemos
aostenido los mexicanos.
. Por aquel tiempo habían alcanzado los reaccionarios
grandes victorias y, sobre todo,
habían segado vidas
tan nobles y esforzadas como las de Leanro Valle y Santos Degollado. Márquez era entonces el caudillo de la
reacción, y parecía que no había de encontrarse con nadie
que le cortara las alas.
Envalentonado con la sangre que vertiera, se atrevió
á llegar en son de amenaza hasta las goteras de la capital,
en la que se produjo una gran alarma.
38
El Coronel Díaz
recibió orden de incorporarse con
SIJ&
fuerzas oaxaqueñas
á las del Gral. González Ortega ~ salir al encuentro del
temible adversario.
Súpose en el camino que· el perseguido se encontraba
en T oluca. y se resolvió que fueran á vigilar sus movimientot,
Porfirio Díaz y el General Antonio earbajal; este último.
muy conocedor de aquel terreno. earbajal tendió IU caballería á lo largo de una vereda, y mostrando á Porfirio
desde una altura laa fogatas del enemigo. dispuso que bajara á brotearlo. mientras llegaba la divisióll que iba al mando del Gral. González Ortega.
Tan rudo fué el encuentro. que el mismo earbaja}
consideró ~rdido al asaltante. pl.lel con sólo una fuerza de
H2 hombres. se atrevió á medir su empuje con el de un
Ejército muy superior al lUyo y al frente~el cual operaball
once generales. Así fué que cundió como indudable. la
noticia d'! q~ Porfirio Díaz habia sido derrotado. cuando
lo cierto era que acababa de alcanzar, ooa de sus más espléndidas victorias.
No podía González Ortega creer en 'el buen éxito de
aquel hecho de armas: pero al convencerse de que el jefe
oaxaqlleño había tomado la plaza y adueñádose con tan
poca fuerza de diez cañones y de todo el bagaje del enemigo, poniendo en fuga al ejército de Márquez y haciendo
más de setecientos prisionero" pidió al Gobierno el ascenso
á general de brigada para el vencedor. En carta que es-
39
Vlsla pono rAml eo d. lo elu~ad de Mé1lco, tltlado y "'moda por el Gral.
DIIt.I ylU! tropu al Lu¡artenteute MirqU8J yllUl rurr ....
(~·oto'nIla propiedad de C. B. Walte. Folo. 8. JutD de LeLrlD l. JIIéxlco.)
40
cribió con tal objeto al Presidente Juárez, aeclaraba que
"se avergonzaría de llevar la banda verde si no se le concedía al Coronel Díaz, en recom¡>ensa del triunfo obtenido
en la acción de ]alatlaco."
Tras la ruptura de los tratados de la Soledad, se iniciaron los primeros encuentros entre los soldados franceses
y los liberales mexicanos.
Díaz recibió entonces orden de
incorporarse á los defensores del desfiladero de Acultzingo:
mas como no tuviera tiempo de llegar á las cumbres ni de
tomar parte en el combate. hízose fuerte en el Puente Colorado, y allí. ora contrarrestando el empuje de los invasores,
ora deteniendo y reorganizando á los vencidos é impidiendo
que la retirada se convirtiera en pánico, es fama que logr6
no sólo retardar la marcha de la invasión. sino reanimar la
o:oral de nuestras tropas. preparando de hecho la desesperada resistencia que había de convertirse en victoria el memorable 5 de Mayo de 1862.
No intentamos seguir la vida militar del General Díaz
. durante la abnegada lucha del partido liberal mexicano contra la Intervención y el Imperio. T odas sus actos en esa
larga y durísima campaña constituyen hermosos y nobles
ejemplos de perse~l!rancia; cualidad que no lograron doblegar ni los fracasos más rudos registrados en el campo de
los defensores de México. ni las constantes defecciones de
amigos y compañeros que al lado suyo combatían.
De esta perseverancia dió nolablea pruebas en diversas
41
ocasIones y, muy particularmente, en los momentos en que.
vencido por sus enemigos, era estrechado por ellos á renunciar á los patrióticos ideales porque combatía, haciéndosele
halagadoras promesas. que hubie:an hecho vacilar á cualquiera otro que no abrigara, como él, una absoluta fe en
aquellos mismos ideales. de acuerdo con un estricto concepto
de su deber.
Así vemos que cuando encontrándose pnslOnero por
vez primera, se le brindara la libertad á cambio del honor,
es decir, con la condición de no seguir defendiendo á su
patria, contesta que no firma el documento que se le p:esenta,
ni recibe el sueldo que se le ofrece. no sólo porque las leyes de su país le prohiben contraer un compromiso que men'oscabe su dignidad militar, sino también porque se lo prohiben sus convicciones.
Más tarde logra evadirse de la prisión. burlando así
á los enemigos de su patria, y se pone á las órdenes del gobierno liberal, para caer nuevamente en manos de sus ac:iversanos. Pero no por eso entibiose su firmeza; por el contrario, ello le hizo cobrar nuevas energías, sugiriéndole ideas
nuevas que supo utilizar después en la realización de sus
propósitos.
El mismo narra con su habitual modestia y sencillez,
las duras pruebas á que estuvo sujeto, en compañía de otros
jefes liberales, durante el tiempo que permaneció prisionero
en el convento de Santa Catarina, en Puebla.
42
Allí, sin
que
f'.Il
él hicieran mella las reiteradas amenazas de que iba
á ser fusilado, inoció una audaz tarea con el objeto de evadirse; intento que, desgraciadamentc:. no pudo lograr.
Oigamos sus propias palabras:
"Pusieron e~ mi. celda á Benítez y á Ballesteros; pero
un día fingí motivo de desagrado con ellos y solicitaron del
preboste que les diera otra habitación; se la concedieron y
entonces comencé á preparar mi evasión. para lo cual me dediqué á hacer una mina en el lugar que quedaba debajo de
mI cama.
• en
"Estaba situada mi celda en el piso bajo del edificio•
una capilla habitada en otro tiempo por una
nida como milagrosa; 'capilla dentro de
la
monja te-
cual estaba un
pozo cuya agua tenía, según la tradición virtudes medicinales.
Ese pozo me servía para depositar la tierra que sacaba
de mi obra.
Cuando la labor llegó abajo del cimiento ma-
cizo, seguÍ haciendo una galería horizontal hacia la calle,
que estaba pared de por medio.
"A los cinco días de estar en Santa Catarina. nos trasladaron súbitamente al convento de la Compañía. por lo
cual no pude continuar mi obra de evas;Sn."
Varios días de faenas y angustias empleados en este
penosísimo trabajo. se vieron perdidos, aniquilados con la
traslación del prisionero á otro lugar, donde quizás no lograría llevar á la práctica la empresa proyectada.
, No era
esto para desalentar á cualquier hombre' El General Díaz
43
.Ik. Gn t Dlu en SUI pASeo. m.tln,,"l~'I por el bosque de
44
Ch.pul~pe ..
DO se consideró vencido, sm embargo; resolvió emplear
otros medios para alcanzar el objeto que se había propuesto.
La ausencia del jefe milita¡' de la ciudad de Puebla,
conde de Thum (enemigo personal del General Díaz, por
haber solicitado en vano del jefe republicano su adhesión
al Imperio y que diera sus órdenes para que no fusilaran á
los prisioneros del General Lucas); la ausencia de Thum,
decimos, suavizó un tanto su cautiverio, ya que se le dió la
ciudad por cárcel, haciéndosele acompañar de Schizmandia,
pund~oroso oficial austriaco, quien se esforzó en tratarlo con mucha cortesía.
Pero al fin volvió Thum á Puebla, y con su regreso se reanudaron los malos tratamientos hacia el prisionero.
extremándose la vigilancia en su persona. El General Díaz.
que hasta entonces no había tratado de evadirse, por no
comprometer al generoso jefe enemigo que tan bien lo tratara, se consideró relevado de este compromiso, tan pronto
como se le volvió de nuevo á encerrar y se pretendió de
nuevo humillarle.
Ideó entonces salir del antiguo convento que le servía
de cárcel y en el cual se le vigilaba continuamente, ,in que
contara para esta empresa con más elementos que una daga
y una "reata," prenda que por temor de que se la quitasen, llevaba á todas horal consigo, arrollada en el cuerpo,
á pesar de que le atormentaba.
Realizó, por fin, su evasión, llena de peligros y dificul-
45
tades, escalando muros, pasando de azoteas en azoteas, ascendiendo y descendiendo de una altura á otra, en medio
de una noche tempestuosa, cuyos relámpagos podían hacer
que fuera descubierto de un momento á otro por los destacamentos que había en la azotea. Por último, llegó á la
calle, y una vez en ella pudo considerarse en salvo. Salió,
en efecto, de la ciudad, para ponerse al lado de los suyos
y reanudar la lucha, que más tarde había de terminar con
la gloriosa marcha que se inició con las victorias de Miahuatlán y la Carbonera, para terminar con la famosa jornada
del 2 de Abril de 1867.
1Ved los frutos de la perseverancia! Merced á ella,
puédense alcanzar los propósitos que se persiguen, variando
los medios adecuados para obtenerlos, según las circunstancias, pero sin perder nunca de vista el objeto de todos nuestros esfuerzos, y sin declararnos nunca vencidos, aunque surjan los más inesperados contratiempos.
VIII.
VALOR y SERENIDAD.
l
Afrontar el peligro en cumplimiento del deber, esto es valor;
arriesgar la vida ¡n;¡tilmente, es temeridad-o ..
Junto con la perseverancia se ofrec~ en la vida que
estudiamos otra alta cualidad del espíritu: el valor.
Napo-
león el Grande dijo que un hombre sin valor es como
una mujer sin pudor; pero para que el valor sea virtud, ha
menester primero, inspirarse en el sentimiento del deber; después, en la ~renidad y la prudencia.
Para presentar un ejemplo de esta clase de \álor, entre los muchos que encierra la historia del General Díaz,
señalaremos un solo rasgo que demuestra la influencia ejercida, aun sobre las multitudes presas de pánico, por el qJe
sabe sacrificarse en cumplimiento del
deber.
y
conserva
al mismo tiempo, en ¡os trances más terribles, la serenidad
necesaria para salir de ellos airosamente.
47
Entrada trluor.1 del General D1u .. la Plaza l'1e Puebla. en la .rIo1'1on.11
A l. derecba, en iE'gundo térn.dno J mE.r~.d. con una ero -bllUlC&, 68
Mayor, contt'Sfando 18.1 .('¡amacIones del Pueblo.
(Copl. dol cuadro del plnlo, m~~lc.Do F'IUIclleo 4. P,1l8n4""1&, q ... u:
2 de Abrtl de 1f'87.
I fipra del General DIo.. montado en brloeo ""bailo. , la eabHa de 111 ~ado
OIIIeC'mara del Sal6n del ColllOjo de II"lnlouOII.
&D
el CutUlo ~ Claap.w.¡>M.)
A principios del año de J863. durante el famoso 5:t:O
de Puebla. González Ortega dispuso que el Gral. Díaz
fuese con su brigada á reforzar uno de los puntos más pdi.
grosos del recinto sitiado. Tan pronto como el Gral. Día~
tomó el mando de dicho puesto. emprendió obras de defensa
en las fortificaciones; pero antes de que tuviera tiempo d·
llevar á cabo todos sus planes. dieron los franceses una serie de asaltos con el fin de entrar por ese rumbo á la plaTa.
Se sabía que los enemigos estaban minando las casas
del rumbo que tenía bajo sus órdenes el Gral Díaz. cuando
una noche comenzaron á oirse. desde el mesón en que este
jefe y los suyos se encontraban alojados. golpes sordos que
parecían muy cercanos. No transcurnó. en efecto. mucho
tiempo sin que los franceses coml'nzaran á abrir brechas tan
formidables en los muros del edificio. que muy pronto pudo
por ellas penetrar una columna. arrollándolo todo á su paso.
El pánico se apoderó de los defensores del mesón, que
retrocedieron al ser recibIdos con un fuego espantoso Parecían inútiles todos los esfuerzos para contener á los fugitivos y evitar el desastre. El Gral Díaz. sin embargo, no
perdió la serenidad. Junto á la fuente del patio se encontraba una pieza de artillería; rápidamente la apuntó en dirección de la brecha. y disparó él mismo. logrando rechazar á
los primeros asaltantes. Volvieron sin embargo. á presentarse otres. en mayor número. pero volvió tambIén á dlSpa-
50
rar el Gral. Díaz, y el segundo tiro causó aún más grandes
estrag~ que el primero.
El heroico ejemplo del General alcanzó lo que las ór~
denes no habían conseguido; detener á los fugitivos, quienes
gracias á este momento de respiro, volvieron sobre sus pa~
sos, y tras sangriento combate, lograron que los Invasores.
duramente castigados, tornaran á sus posiciones.
La conducta del jefe estimuló á las tropas que, smtiéndose bien mandadas, llevaron á cabo tales proezas en lo
sucesivo, que los franceses acabaron por suspender todo ataque á la línea de siete manzanas, puestas bajo la vigilancio.
de Porfirio Díaz, reconociéndola como inexpugnable.
Haciendo un notable contraste con el anterior ejemplo
de valor activo, vamos á presentar otro de lo que pudiéramos llamar valor pasivo, y que acaso sea más útil que el
primero, por ser el que en la vida común y corriente tiene
más aplicaciones para defendernos contra los reveces de la.
fortuna. De este modo sabremos cómo pueden darse pruebas de valentía suprema hasta en los momentos de una fuga, cuando se lucha con fuerzas superiores, que sena tf''lleridad inútil desafiar.
Después de la toma de Matamoros, que SI~UIO á la
aceptación del plan de T uxtepec contra el decadente gobierno de D. Sebastián Lerdo de Tejada. decid;ó el Gral.
Díaz salir del paÍl. con el propósito de regresar por mar á
la costa de S~avento, para situarse en el centro de la lu-
51
cer
ó' morir. conforme hablan cúQ't'enldo loa Jefea que tomaron parte en es1.& (lorlosa acción.
Cornll.te porela' de la Brfpda A 1...6rden .. del Gral. Dlu, ea el .. uebo de 'a Ladrillera de A.oAnte, durante la balan.
c1p16 d(' !thyo de 1862. Al retirar,e los francesea. el Gral. Dialtol!l persiguió hMta la HaLclenrla de Rementerta, r_uellO' le.
cha y ponerse en contacto con el grupo principal de sus pai'!'
tidariol.
Dirigióse á los Estados Unidos
y
tomó
pasaje en
Nueva York, en el vapor "City of Havana," buque contratado por el Gobierno para el servicio de correos y que debía
hacer escala en T ampico y Veracruz.
Para alejar en lo posible todo peligro, se había disfrazado con una peluca y puesto unos anteojos oscuros, haciéndose aparecer como médico cubano.
En T ampico, sin
embargo, se presentó de improviso un hecho que hizo fracazar el plan, pues inutilizó por completo el disfraz de que se
había valido.
Sucedió, efectivamente, que en el citado puerto y en
el mismo buque en que se hallaba el Gral. Diaz, se embarcaron algunas tropas del Gobierno, y varios oficiales que le
reconocieron inmediatamente, por haber sido sus prisioneros.
Sintiéndose descubierto, y convencido de que al,er capturado
había de pagar con su vida aquel encuentro, decidió fugarse;
y aunque el vapor estaba fondeado muy lejos del muelle,
se despojó de su ropa, y sin más arma que una daga para
defenderse de los tiburones, se hechó al mar por un costado
del buque.
Desgraciadamente, fué visto en el acto, y se destacó
un bote en seguimiento suyo, comenzando entonces una lucha desesperada, que presenciaron centenares de espe tadores.
El nadador, ágil y experto. se hundía en las aguas
53
y avanzaba bajo ellas con sin igual resistencia; pero He-
-gó un momento en que se agotaron sus fuerzas, y vencido
por la fatiga tuvo que asirse al bote" de sus perseguidores,
-en el que fué recogido, mas conservando por entero sus
Rntidos.
Al llegar al "City of Havana," el Teniente Coronel
que mandaba las fuerzas oficiales. pretendió reducirlo á prisión, pero el heroico nadador empuñó la pistola. que guardaba debajo del colchón. en su camarote, donde pasaba esta
.escena, y pidió al capitán del buque el amparo de la bandera
norte-americana. El capitán, que no había dejado de admirar
el arrojo de su valiente huesped. accedió á su solicitud,
y
declaró que no lo entregaría hasta que llegaran á Veracruz.
El jefe de la fuerza. Arroyo, no perdía sin embargo,
.de vista al Gral. Díaz; y pretextando que se necesitaba cuidar el parque, puso centinelas, con el objeto de seguir vigilando al que consideraba como su prisionero.
A la noche siguiente resolvió el Gral. Díaz repetir
su intento de evasión.
El tiempo era muy tempestuoso y rei-
naba densa oscuridad, circunstancias que favorecían evidentemente el proyecto.
Se deslizó sin que nadie lo notara
basta el camarote del contador del barco. un buen amigo
suyo, y le comunicó sus planes; mas el contador le disuadió
de ellos, sugiriéndole otro no menos arriesgado, pero que
.ofrecía mayores probabilidades de buen éxito.
Tiró el Gral. Díaz al mar un salva,,:das, para que
!te creyera que había vuelto á echarse al agua. y se escondió
:en una alacena que había en el camarote de su amigo.
El
ardid dió excelente resultado. pues al notarse en breve la
ausencÍa del perseguido. sus perseguidores le buscaron mútilmente por el mar; y como hallaron sólo el6lllvavidas. supusieron que el prófugo había sido pasto de algÚn tiburón.
Entretanto el Gral. Díaz se hallaba sujeto á un tormento espantoso.
En la alacena en donde estaba encerra-
do tenía que pe-manecer en pié. pues no cabía en ella sentado ni tampoco er{!'uido; así es que se ocultaba allí medio
doblado y con las piernas separadas para que pudieran cerr"rse las puertas. Al caMarote del contador acudían todos k. oficiales enemi os. quienes charlaban allí y jugaban
durante la velada; uno de ellos solía echar su silla haCIa
atrás y apoyarla en la mal cerrada alacena, lo que martirizaba cruelmente al escondido. Así pasó d fugitivo siete
mortales días que duró la travesía. sin más alimento que
unas cuantas galletas al día. hasta llegar a Veracruz. en
donde aumentaron para él los peligros y dificultades.
De Veracruz le envió un amigo un traje muy usado
de marinero. mandándole decir que irían por él una lancha
y un individuo á quien conocena por determinadas con
traseñas.
Comenzó la descarga del buque .in que el Gral. Diaz
lIe
atreviera á salir de su escondIte. por temor de ler nueva-
55
General Oronoz, Je-fe de las ft1p·.,.q.
derrotadas en la batdlla de Mtllhuall.l.I
56
mente reconocido, hasta que un incidente favorl'ció su desembarco.
Sucedió que una paca de algodón mal manejada, hirió
á una mujer del pueblo; aprovechando el Gral. Díaz la
imprt'Sión que causó este percance. salió del "City 01
Havana" y entró en Veracruz en donde se ejercía la
más :lctiva vigilancia. por haberse suscitado algunas dudas
acerca de la, muerte real del fugitivo.
Sin perder tiempo ensilló un caballo. que se tenía dispuesto. y se dirigió á Boca del Río. en donde echó pié á
tierra. pna tomar informes en una casucha. En aquellos
momentos entraba en la localidad un destacamento de las
tropas de Lerdo. Inmediatamente salió de su alojamiento el Gral. Díaz. encontrándose á poco andar con el jefe
del referido destacamento. quien lo conocla muy bien.
Procuró ocultar su cara á las miradas de su perseguidor.
y se dirigió al estero. donde tuvo la fortuna de en<;ontrar
barcas amarradas; se apoderó de una de ellas y ganó la
orilla opuesta. de donde siguió su camino para llegar. después de algunas otras peripecias, al campamento en que
lo aguardaban sus fuerzas, y asumir el mando efectivo de
la campaña.
He aquí una serie admirable de actos de valor paúvo.
de ese valor frío y tranquilo. mas propiCio en oca Iones que
el impetuoso y violento. para asegurar el bu"n éxito en empresas que presentan obstáculos insuperabl s.
57
IX.
ORDEN Y PROBIDAD.
La moralidad .Y la honradez en el manejo de fondos. son las
primeras virtudes de un administrador público.
El resuelto estudiante de Ouaca. el enérgico combatiente de la Reforma. el heróico caudillo de la República.
ha \legado al final de su carrera: ocupa ya la suprema magistratura del país. se ha hecho cargo de la presidencia y
parece que todos sus afanes y todas
8US
luchas han
terminado.
Pero no es así; hay otros rudos trabajos que emprender
todavía. para salvar la diversidad de obstáculos que ~ oponen á su labo·; y aun le son menester grandes esfuerzos
para hacer frente á todas las dificultades que se presentan
para llevar á cabo su obra.
Desde luego. la tarea ad-
ministrativa. esa tarea en que tanto se ha distinguido el
58
ilustre gobernante y que ha hecho de él uno de los
pri~~~~-~
estadistas del mundo.
Se engañan los que creen que el talento administrati
vo del Gral. Díaz se reveló al en~ontrarse ya al frente de
los destinos de su patria.
El Gral. Díaz había dado ya
muestras de ser un administrador correctísimo desde tiempos muy atrás...llá por el año de 1855. que siendo pasante
de Derecho, fué nombrado Subprefecto de Ixtlán. en el Estado de Oaxaca.
Poco tiempo después de su nombramien-
to. comenzó á llamar la atención del Gobierno del Estado
aquel empleado insignificante que rendía cuentas detalladas
de la recaudación de los impuestos. los cuales aumentaban
en vez de disminuir, según era costumbre en aque! entonces.
y que iniciaba mejoras de importancia y dictaba medIdas de
organización.
y
l'tI
era en verdad para admirarse en aquella epoca.
que reinaba el desorden y el mal manejo de fondos. apa-
reciese un jóven de increible probidad. que ponía á dISposición de sus superiores el dinero de que d'spoDla; que
renunciaba el haber que le correspondía como capItán de la
guardia nacional. diciendo que "no creía líci o cobrarlo al
mismo tiempo que el de subprefecto." y que en matena de
pagos. prefería los soldados rasos á los jefes. pensando que
las necesidades se hacían s nlir más aprl"mlantem nte en
aquellos que en éstos.
Después de esta pnmera etapa administral!\a lo ve-
59
mos al frente del distrito de Tehuantepec. entregado en
fuerza de la distancia y de los acontecimientos, á su propia
iniciativa y á su sola dirección. De derecho. Porfirio Díaz
fué en T ehuanlepec Gobernador y Comandante milItar; de
hecho, lo fué todo: gobernaba. combatía. administraba justicia. conquistaba y conciliaba ánimos; emprendía y dirigía obras de utilidad pública; recaudaba y distribuía las
rentas.
En medio de las fatigas de la campaña, se esforzó por
llevar adelante su gran pensamiento de subordinarlo todo
á un programa de atenta y vigilante administración pública,
y
así fué como reorganizó las escuelas y las proveyó de
maestros y de útiles; y así también como emprendió el drenaje de T ehuantepec. con el fin de sanear aquel suelo pantanoso. semillero de enfermedades. Y todavía le sobraba
tiempo para auxiliar al Gobierno federal. después de cumplir
sus propias obligaciones. Es que el orden multiplica la
fuerza. el tiempo. el dinero. la vida. todo.
En su tarea administrativa. el Gral. Díaz ha sido no
sólo un organizador sino un moralizador, y todos sus esfuerzos en los distintos puestos que ha ocupado. han tendido
á suprimir viejas costumbres de mal empleo de fondos, que
caracteriLaban á los empleados públicos y aun á los mismO!!
jefes del ejército. en los revueltos días de nuestras lu has
armadas.
Así le explica que tenIendo bajo sus órdenes el E)er
61
la
cito de Oriente, procurara que sus hombres respetasen
a
violenci
de
acto
propiedad ajena y no ejercieran ningún
era
deseo
en las comarcas de que se hacían dueños. Su
asociar los intereses de los habitantes pacíficos á los del
ejército nacional, y procurar que se apayaran recíprocramente. Para esto nada mejor que crear un Ejército respetuoso del derecho ajeno.
En uno de los encuentros que tuvo este ejército con una
fuerzl\ enemiga, la tropa republicana vencedora se apoderó
en Tulcingo. según costumbre, de tres mil pesos que
á
abandonaron al huir los vencidos. y se disponía también
El
s.
enemigo
los
dejado
habían
que
spquear el pueblo
Gral. Díaz formó á su tropa, le prohibió aquel acto de pillaje, y exigió la devolución del dinero recogido, que puso
en manos del pagador militar, para que éste lo hiciera llegar á manos del Gobierno republicano.
Perc hay algo más notable todavía: el jefe de aquel
dército (que nunca cometió otropellos y que bien alimentado
y equipado llegó triunfante á la Capital ), pudo entregar
al gobierno $150.0 00. sobrantes en la caia del cuartel general. Era entonces tan inesperado é increíble que un general en campaña llegara á tener ahorros, que cuando D.
Benito ]uárez llegó á México, preguntó al victirioso jefe
si podía proporcionarle siquiera diez mil pe!OS. El Gral.
á
Díaz, que había socorrido con sus fondos varias veces
las tropas que llegaron con el Gobierno, informó al Presi-
62
dente Juárez del estado de sus fondos, que ~PÚ50 integros en
sus manos.
Un hecho poco sabido dará idea de la extraordmaria
probidad del Gral. Díaz: al terminar
presidencial. se vió obligado á pedir á un
tal. la cantidad de ocho mil pesos. para
ción de ~u casa. cantidad que más tarde
pagarla.
su primer período
banco de esta capi
acabar la construcfué por él fielmente
El espíritu de orden. la.pureza en el manejo de fondos
y la extroordinaria moralidad administrativa. son hechos
característicos del distinguido 80bernante; y esos hechos deben servir de modelo á todos los que en sus manos tengan
la dirección de un grupo de ciudadanos. de una sociedad
y aun del mismo hogar doméstico.
63
€'f~ctuó
el combate; allldo opuesto queda. la poblac16u.
.1:
la I>a)'onel& paro.10¡roLl
baL&lla ba dall0 gran prO.lf"'fi¡th> mi
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Célebre b.,.lIa de MI.bualltn. ganada por el Gral. DI •• , las fUe .... tranc __ ,,' 101 traIdor .. mexIcanos Marra 1..
1l ela1tlo en donde r,¡e
I~q~Ue'tI!~.~k':,b!~~~:n~:iaU~~I!.!~~:U~~h:rU~~&rque 1 bubo
:-=-::~~---;:-------
----
ENERGIA Y CLEMENCIA
Hay que ser suave en la forma, pero firme y recio en los
principios de justicia.
Es indudable que ningún hombre triunfa en la lucha
por la vida si carece de energía. y que quien es débil de carácter, no sólo es incapaz de hacer su felicidad, creándose
una posición prominente, sino que al mismo tiempo, hace
desgraciados á todos cuantos le rodean. Pero la energía,
que no se hace amable por la bondad ni respetable por la
justicia, deja de ser una virtud y se convierte en un instinto odioso.
Los hombres enérgicos que desconocen la generosidad
y la tolerancia y que pisotean al humilde y lo sacrifican todo
al logro de sus ambiciones, le harán temer, pero no amar,
y empañarán su obra, por grande y útil que ella sea, con
al aliento envenenado de los rencores que provocan. Lo
hermoso, lo digno de imitación es la ener¡(ía de aquellol
seres que dando pruebas de su fortaleza de espíritu, protegen
65
66
al mismo tiempo al débil. tienden la mano al postergado.
guían al que se extravía. sostien al que desfallece y perdonan las flaquezas humanas.
En nuestro país. y particul¡rmente en las épocas de
nuestras crueles luchas intestinas. se han dado á conocer
hombres de grandes energías: pero la mayor parte de estos
hombres eran incapaces de llevar á cabo una obra de amor
y conciliación: y por eso. en vez de ser estimados. fueron
generalmente temidos. Busquemos en los hechos del Gral.
Díaz el ejemplo que debemos imitar para ser enérgicos. sin
hacemos odiosos.
Hemos hablado en otro capítulo de la obra administrativa del caudillo republicano en el gobierno de T ehuantepec. y vamos á referimos á los procedimientos que empleó
para hacer triunfar moralmente su causa entre los juchitecoso que eran entonces refractarios al Registro Civil.
El Gobernador del Estado de Oaxaca había dado
órdenes terminantes al entonces Teniente Coronel Díaz. de
que no hiciera correr la sangre de los patricios, feroces zapotecas que con el pretexto de defender la religión. asesinaban. escondidos entre los árboles, á los liberales: envenenaban las aguas y cometían todo género de tropelías. El Jefe
Político de T ehuantepec contestó que se le podía hacer procesar desde luego. porque estaba dispuesto á seguir pasando por las armas á todos los enemigos que aprehendiera
como reincidentes. ejerciendo algún acto infame como los
que hemos mencionado.
Más no se crea por eso que el Teniente Coronel Díaz
era un jefe sanguinario que hiciera la guerra á sangre y
fuego: pues este mismo hombre inexorable con los patfi-
67
GeD8nJ Conc1e de Tbum. eDt'arpdo de v1gi.
lar al General Dll\l. durante su le-ruDrlO cautherlo eD Puebla, pUA tm,ledlr que le tngara de la
pr1816D. Tbum trató con Jojustll d.uresa al dJsIID~sI~ J,f~ republlcano y tu\'o COD él mllcbu
eJo..JKcnCl~
68
cíos traidores, se arriesgó á ir 5010. sin armas y sin más compañía que la de un virtuoso sacerdote, al lugar en donde se
encontraban sus enemigos, con el propósito de convencerlos.
y les explicó de tal suerte las ventajas y el verdadero espíritu de la Reforma; persuadió de tal manera á estos hombres á que ni la fe ni la religión peligraban. que sintiéndose
ellos convencidos, le acompañaron más tarde á batir á uno
de los más terribles cabecillas de la reacción.
No menos notable es otro rasgo de la vida del Sr.
Presidente. Acababa de alcanzar la victoria de Jalatlaco.
de que ya hemos hecho mérito en páginas anteriores, y el
General Carbajal, que mandaba las fuerzas liberales, se
preparaba á disparar su pistola sobre un prisionero, cuando
Porfirio Díaz, sin cuidarse de que se trataba de un superior
jerárquico, le arrebató el arma, impidiéndole que cometiera
un asesinato. Este hermoso arranque de energía humanitaria, no solamente le valió la gratitud de los prisioneros que
habia salvado, sino la aprobación del General en jefe, quien
lo felicitó ante el ejército al imponerle la banda verde.
No faltan, sin embargo. quienes duden de la clemencia del Gral. Díaz por los actos de alta justicia y necesario
rigor que se ha visto obligado á ejecutar. Los que tales
duda. abrigan, olvidan que la sangre culpable economiza
la inocente, y que el sacrificio, justo sin duda. de la existencia
de los revoltosos, salva las vidas de los hombres honrados,
útiles y pacíficos.
El Gral. Diaz se ha mostrado compasi,'o con muchos
de los que, en otro tiempo. procuraron perderlo y á los que
ha llegado á elevar. sin tener en cuenta las circunstancias
pasadas. No ha tomado jamás vt'nganza de sus enemigos
69
personales, y todo lo perdona, con tal de que no se toquen
los intereses de la patria.
Referiremos un hecho que pone de relieve la verdad
de nuestras palabras, entre otros muchos que pudiéramos
consignar en estas páginas:
Se recordará el gran interés que tenía en descubrirlo
á bordo del vapor "Havana," el Teniente Coronel que
mandaba la fuerza del 14 Batallón. Este interés estaba
apoyado en que la captura del perseguido habría de valerle
un ascenso en su carrera militar. Pues bien, poco tiempo
después de los hechos anteriormente narrados, el Gral. Díaz
encontró á su perseguidor, entre los prisioneros de la batalla
de Tecoac. Entonces, dirigiéndose el triunfador al vencide, le ascendió inmediatamente al grado que le correspondía en el escalafón militar. Y es público que igual conducta observó con sus personales opositore!! de épocas pasadas,
mientras no intentaron turbar la paz ni dañar los intereses
públicos, pues han gozado de tranquilidad completa y, en
muchos casos, de honores y recompensas, como si nunca hubiesen atacado con la espada ó con la pluma al que los ha
colmado de beneficios.
Así es como la energía inflexible, pero al mismo tiempo justa, del Gral. Díaz, ha logrado el engrandecimiento
nacional por la unión y por la concordia entre todos los
mexicanos. Así también lograremos nosotros hacer la felicidad de los que nos rodean, sabiendo ser enérgicos. con
nobleza. con humanidad y con rectitud.
70
Palacio N&<"ional de Méx1co, rellhtencta oficial del l'ret:Heole ele la
Repllbllca, General Por6rlo 1>lu.
71
XI.
LAS VIRTUDES DOMESTICAS.
Tener pocas necesidades y gustos sencillos, es una manera
de ser fuerte.
Todos tenemos otros deberes que cumplir. aparte de
los deberes cívicos de servir á la patria y procurar el bien
de nuestros conciudadanos: deberes para con los nuestros,
para con nuestra familia, para con el hogar que hemos formado ó del que somos parte. En el cumplimiento de estos
deberes se manifiestan claramente las cualidades morales de
los hombres superiores, cuya vida privada ofrece por esto
mismo segura base para estimarlos mejor y. á la vez, muestra la manera de seguir fácilmente sus huellas.
Prueba de lo Que decimos es la vida íntima del General Díaz, llena toda ella de ejemplos admirables de las
virtudes domésticas más preciosas y más dignas de imitación,
porque son también las que más contribuyen á labrar la felicidad de quienes las poseen y ejercitan como él.
Virtudes ejemplares son sm duda las de quien, como
72
7J
el Gral. Díaz. supo ser probo mientras todos saqueaban;
sobrio entre los bebedores. económico entre los despilfarrados, y generoso entre los vengativos; pero posee otra gran
virtud. de la que ha dado y da continuas enseñanzas: la
modestia.
Todos conocen las palabras con que responde siempre
, quienes le felicitan por su inmensa obra política: "Me
han ayudado todos. he ténido buenos colaboradores. el primero entre ellos. el pueblo mexicano."
Ha contado también con otra colaboración inestimable: la de una esposa modelo.
En las tardes calurosas del verano suele verse en alguna de las avenidas del Bosque de Chapultepec. á un caballero respetable. fuerte y ágil, que se pasea á pié. acompañado únicamente de una dama de porte dístinguidísimo. Ambos visten con decorosa pulcritud. pero sus trajes. más que
sencillos. son modestos. Aquel hongo. aquel temo de americana de color obscuro. aquella corbata negra que subraya el cuello militar de la albeante camisa. aquel calzado
lustroso. revelan á las claras los hábitos de orden y aseo
del buen soldado y denuncian á un antiguo jefe del Ejército
en traje civil. De la calidad de la dama no cabe dudar:
es una gran señora; lo dicen el buen gusto del atavío y hasta
el más ligero ademán de la que lo honra. Mas respecto de
la fortuna de la interesante pareja y en cuanto á su posisión social••i no fuera por el majestuoso continente. por la
fuerza irresistible de la serena mirada del caballero. y por
el aire de suprema distinción de la dama. para quein no les
conozca de vista. es imposible sospechar por las apariencias. que tuvo la fortuna de ver en una de las fases más
74
ll1'a. Carmen Romero Rublo de DIILI, dlgnl.lma espOO& delll1'. Preoldenw de 1I
Bepllbl1ea., la dama mu dLsUngulda en la &lt&liOcledacl mexicana. LoI del'flllldOl le pro(elan amor , TeDt:!racl6n porque ha dedtcado cIan parte tl~ ea. tld.'
la ereaclón 1 IiOIlenlmlento de tnlittLut08 tlp heneflcencla..
~L __
simpáticas y ejemplares de su vida privada. á uno de los
hombres más grandes. ilustres y poderosos de su tiempo.
y á su dignísima compañera.
,Dónde están los trenes fastuosos. y los séquitos de
militares y cortesanos. y las brillantes guardias que acompañan en el extranjero á otros jefes de Estado 7 Inútil es buscar
nada de eso en torno de este gran mexicano y gran demócrata que se llama el General Porfirio Díaz y que apenas
se aviene. cuando desempeña funciones oficiales. á rodearse
del aparato estrictamente necesario para realzar la dignidad de su altísima investidura. No está por demás hacer
constar que la posición política, moral. material. pública y.
privada del actual gobernante de México. no es siquiera
comparable. ni dentro ni fuera del país. con la de ningÚn
otro gobernante mexicano. No obstante lo cual. lejos de
embriagarse el General Díaz con tamañas grandezas. tan
positivas y estables como bien ganadas y merecidas. no parece sino que á medida que crece su poder y se agiganta su
figura. sus gustos y necesidades se simplifican y reducen.
por efecto natural del contraste entre el valer del hombre
público y las costumbres del particular.
Aquí cumple presentar á la gratitud nacional una de
las grandes influencias benéficas que seguramente han pesado mucho en 101 destinos del Gral. Díaz y. por lo mismo.
en los del país: la de la virtuosa y noble señora que con sin
igual dignidad. comparte las glorias y endulza las' fatigas
del genial estadista mexicano.
Buena prueba dió de su sabiduría el Rey Salomón
al decir que "El mayor tesoro que puede hallar el hombre
es una mujer prudente;" y sm duda alguna. el Sr. Gral
76
. Gral. 010. como ",,el Gral. Dlaz rediwJ6
M7.
Letrb .. 114.<100.1
Díaz supo descubrir ese tesoro preciosísimo en la ejemplar
dama que tomó por compañera y que se contenta con reinar
en los corazones de los mexicanos por su inagotable caridad
de gran señora que sabe dar con nobleza y cautivar la
gratitud .
. Por esto la ofrecemos á la juventud femenil como espejo de las virtudes privadas de que el Sr. Gral. Díaz es
modelo para los jóvenes.
Acostumbrada desde niña á la fortuna, no han
podido deslumbrarla las grandezas de la elevada posición
que merecidamente ocupa al lado de su ilustre esposo: por
el contrario. su modestia y la exquisita delicadeza de IU
alma. la enajenan el amor y el respeto uinversales. lo mi..
mo en su hogar. del que es gloria y vida. que en la sociedad,
de la que es gala. y entre los desvalidos que la colman de
ardientes bendiciones.
Esto se debe á que sólo con la bondad se conquistan
los corazones: la belleza. el dinero, el poder dominan. humillan. intimidan: pero no se hacen hamar. porque este es
privilegio exclusivo de la virtud.
El muy frecuente que las esposas mexicanas se quejen
del abandono de los compañeros de su existencia. muchol de los cuales llegan á desertar del hogar por entregarse al vicio. Es que esas esposas desdeñadas no lupieron hacerse amar: no supieron hacer del hogar el premio á
que aspira en la vida todo hombre honrado. Cuando se
tiene una compañera adornada con las relevantes cualidades morales de la esposa modelo que cupo en suerte al Sr.
Gral. Díaz. sólo un perverso sin redención posible buscará
fuera del hogar la dicha que en él tiene asegurada y que
18
~DO
Opl ... llltlmOl nlta&oe O.. 8r Gral D u
79
ea
u~
att1L
es fuente de energía y de fe para el trabajo. Todo está
en que la mujer forme con su ternura y IUS virtudes. la cadena de flores que sujete al esposo para siempre y le haga
suave la tarea y llevadera la existencia.
Así es como á la envidiable armonía y á la paz venturosa de su vida íntima deben atribuirse en parte muy principal la prodigiosa resistencia del Gral. Díaz para el trabajo y el perfecto equilibrio de su espíritu. constantemente
inclinado al bien y á la clemencia; y este ejemplo deben tener también sin cesar ante SUI ojal las jóvenes mexicanas
para tratar de hacer por los mKmos medios la felicidad de
IUS hogares y convertirse así en colaboradoras de IUI padres. de sus hermanol y de sus esposos.
Nunca deben olvidar que la hermosura pasa. que la
fortuna vuelve las espaldas y que sólo la virtud es eterna.
De las demás que posee en lo privado el Sr. Gral.
Díaz. sería redundancia hablar; pero de la influencia de
esa. virtudes sobre nuestra sociedad. sería olvido inperdonable no poner de manifiesto que ese alto y constante ejemplo
debe haber contribuido poderosamente á regenerar á los
viciosos no corrompidos del todo. y obligado á ocultarse á
los incorregibles.
He aquí lo más bello y lo más útil de lal virtudes en
acción: la ejemplaridad. Y he aquí cómo puede un hombre
vivir feliz y respetado largo tiempo sobre la tierra: siendo
modesto, siendo sobrio. dominando sus pasiones. usando
y no abusando de la vida.
80
.. ..........
,.,
,.,,.,
-,.,~
XII.
EL DEBER DE LOS DEBERES.
Buen padre, buen ciudadano.
Allá en apartada y tranquila calle del rumbo occlden
tal de la ciudad, yergue su torrecilla fina y esbelta UD pintoresco chale! campestre. Se halla como extraviado y fuera de lugar entre las elegantes fincas urbanas que lo rodean,
porque cuando fué construido, la que es hoy asfaltada calle
céntrica, no era sino desolada campiña de extramuros, teatro de los sangrientos combates que frecuentemente se
libraban en tomo de la vecina Ciudadela. sm esperanzas de
que el derramamiento de sangre mexicana cesara. ni menos
aún de que la capital extendiese hasta alh sus esplendores. Es
además muy modesto el chale! de que se habla. porque IU
primitivo propietario, el Gral. Diaz. lo edificó venCiendo
algunas dificultades. en razón de que á pesar de haber manejado grandes caudales púbhcos. no retuvo de ellos nad para
tí: y no obstante haber prestado emmentes servlclol • l.
patria. se content~ con la mejor de las recompensas. la satisfacción del deber cumphdo.
81
bJJ.r:;Y:~Od~!?!:n~!."'dJ°i!~13oDi::yo~lltr~::d~~ C~~~~~~ C~"m~~I::~::
baUero, moy estimado en l. bue na locted a d de esta Capital. Bn el pecho
lace euando 'f'tRte de unUorme, b oo ro.... condeCOI&clon8l, '01'1&4... por
GobleroOl Europeo..
82
Alegran y poetizan el jardincillo que rodea el chalet.
las risas y los juegos de dos rapazuelos rubios y llenos de
vida. á quienes vigila con amorosa mirada una joven rubia
como ellos y de exquisita y dehcada belleza. que contrasta
con el sencillísimo traje de percal negro. que ennoblece
IU distinción.
Todo en aquella morada revela felicidad. alegría.
bienestar. honradez. laboriosidad. pero no lujo: tal es el
hogar del señor Mayor de Ingenieros Porfirio Díaz. hijo
del Jefe de la Nación Mexicana.
Dos enseñanzas profundas, á cual más valiosas. se
adquieren observando la situación y las costumbres y aptitudes de este joven trabajador que lleva sobre sí digna y
discretamente. la pesada carga de uno de los nombres mas
ilustres de la América.
Loa hombres que gozan de gran popularidad y de omnímodo poder. y que han regido largo tiempo los destinos de un pueblo. con rarísimas excepciones. han derramado á manos llenas los dones y los honores. por natural
preferencia. sobre sus deudos.
En cambio. el hijo del creador del Mexico actual. es
limpIe Mayor de Ingenieros. debido á sus estudiOS en el
Colegio Militar, perfeccionados en el extranjero. y sobre
todo, á cerca de veintiún años de servicios. No se dITá, pues.
que ha recibido los ascensos por favor. No desempeña
más empleo federal que el de ofiCial del Estado Mayor del
Presidente; y cuando de Tlacotálpam propusieron su candi
datura para diputado al Congreso de la Unión, no quiso
aceptarla. En cuanto á gajes de otro género solo por rara
excepción ha obtenido como mgenlero, sm que su nombre
83
~aya sido ventaja, sino más bien dificultad, alguna de las
innumerables contratas que sus colegas consiguen llanamente.
Emprendedor como su padre, varias veces ha tenido que lamentar pérdidas, porque sus negocios no gozan de privilegio alguno, sino que están expuestos á las contingencias comunes á los de cualquier particular. Amante de la agricultura, su tiempo disponible lo dedica á dirigir en persona
la explotación de su hacienda por los métodos modernos.
Su amor al estudio y su laboriosidad le han valido
honoríficas distinciones de algunos gobiernos extranjeros,
entre ellas, las palmas académicas, el diploma de Oficial
de Instrucccin Pública y la cruz de Caballero de la Legión
de Honor, que ha recibido del Gobierno francés: la cruz
de la Orden del Aguila Roja de Prusia, y otras condecoraciones enviadas respectivamente por los soberanos de Alemania y de Baviera.
Este hermoso ejemplo deben imitar por su parte los
jóvenes que se creen exceptuados de trabajar porque sus
padres son ricos, y que se resignan á no ser nada por sí
mismos: sin considerar que las riquezas heredadas duran
poco cuando el que las recibe no sabe conservarlas por lo
menos, para lo cual son indispensables la instrucción, el orden, la economía, la sobriedad y el trabajo.
Tal es el resultado de que si como gobernante no ha
tenido el Gral. Díaz distinciones para sus hijos, como padre
ha sabido cumplir con ellos ejemplarmente el deber de los
deberes: porque sólo merece el dictado augusto de ser padre
el que sabe educar.
Contémplense así mismo en ese espejo los malos padres
que se disculpan de haber faltado á sus obligaciones por no
haber tenido tiempo para atenderlas. ,Quién de ellos po-
84
Caotlllo 4. Chapull.pec, realdeDcla Ter.nlega del Presidente de la R ..
pl1bllcL
8S
dría decir que ha pesado sobre él la enorme suma de labor,
de preocupaciones y de responsabilidades que el General
Díaz soportó en la época azarosa y tremenda de su vida en
que cimentó la educación de sus hijos'
La explicación de esto es que no se educa á la niñez
con dinero, ni con tiempo solamente, sino ante todo y 10bre todo, con amor bien entendido y basado en el sentimiento del deber.
Tan cierto es que el amor y el deber son los verdaderos
fundamentos de toda buena educación, que quienes hayan
tenido oportunidad de observar de cerca las relaciones entre
el General Díaz y su digno hijo, no habrán dejado de notar un matiz delicado y conmovedor, símbolo de lo que son
el uno para el otro y de lo que debieran ser todos los padres para con sus hijos.
Cuando el Mayor Porfirio Díaz, oficial del Estado
Mayor del Presidente de la República, llega en lo privado
á la presencia del General de División Don Porfirio Díaz,
se detiene á respetuosa distancia y se cuadra para recibir
órdenes; y es en verdad admirable la severa majestad con
que se las dan y la atenta deferencia con que las recibe:
allí no es posible ver más que á un superior y á un subalterno. Pero inmediatamente después desaparecen las jerarquías; el hijo besa amorosamente en la mejilla á su venerable progenitor; y la mirada de éste se ilumina y dulcifica
con una chispa de suave luz, al depositar un beso en la
frente del heredero de su nombre inmortal.
Tiene razón; porque parafraseando el célebre proverbio árabe, puede decirse que no merece llamarse hombre
quien no haya plantado un árbol, escrito un libro 6 dado
á la sociedad un individuo útil: nobles medios de vencer á
la muerte y perpetuarse en la posteridad.
86
87
...
~w._
..
_~_
XIII.
ACTIVIDAD Y PRUDENCIA.
N o Jebe deiarse para mañana lo que puede hacerse hOJl.
El trabajo y el orden acaban por vencer la labor más
ruda. El asombroso éxito alcanzado por el Gral Díaz.
se debe á estas dos facultades desarrolladas en grado
sumo. Asombra verdaderamente la cantidad de trabajo
que representa la inmensa obra llevada á cabo por el illJloo
tre gobernante.
Cierto es que ha tenido colaboradores laboriosos, que
bien sabe elegirlos con mucho cuidado, y que cuenta siempre
con el apoyo del pueblo, que le quiere ardientemente y tiene
fe ciega en él: pero no es menos cierto también que en todos
los grandes hechos ejecutados en los últimos treinta años, ha
tomado parte personalmente, y que, en la mayorfa de los
casos, puede decirse que son obra exclusivamente suya.
Cualquier hombre de mediana fortaleza se sentirla
agobiado sólo con tener que atender y formarse idea diariamente de todos los asuntos que van á su consulta, de lu
respuestas á la. cartas particulares, de cuyo contenido se in-
88
CUa en la o.lIe de Cadena. mo(1e'ita habttR('16n pI'! rf rular del G Iler&!
tJlu 7 de 8U elposa, Doaa Carmen Romero Rublo de lJ tU':.
89
forma con detenimiento para acordar la contestación. y de
las audiencias que concede á todo el que trata de hablar
con él para someterle algún asunto de interés público
ó puramente particular. Agréguense á esto las obligacione.l
sociales que impone su alta investidura. las ceremonias y lal
[¡estas oficiales: todo rilo aceptado y desempeñado atenta
y escrupulosamente. hasta una edad en que la mayoría de
los hombres ha llegado á la decadencia.
¿ Cuál es la verdadera explicación de la obra admi·
rabIe del Gral. Díaz' ¿ De qué fuerza poderosa dispom
este hombre extraordinario'
Sencillamente. dispone de una cualidad poco común:
del "genio," que no es, como cree la mayoría de las personas. un don del cielo. independiente de nosotros mismos,
sino una "larga paciencia." una abnegación sin límites. una
voluntad sin flaquezas. un resultado. en resumen. de la!
cualidades del carácter. fortalecidas por la educación y er
tendencia constante hacia la realización de un pensamient(
noble y grande.
y aquí es de advertir que no sólo debl'n considerar51
como nobles y grandes empresas la regeneración de un pueblo. sino que hay otras que, aunque menos brillantes, sirver
para ejercitarse en el cumplimiento del deber. Nadie esti
obligado á realizar trabajos superiores á sus fuerlas, per(
todo el que haga algo en beneficio de los que le rodean. en II
medida que lo permitan sus capacidades. habrá lIenad<
cumplidamente ese deber.
Estudiemos al Gral. Díaz en los momentos más solemnes y decisivos de su vida. para penetramos de los me
dios de que se ha valido para llevar adelante los fines qm
se proponía. Veámosle fugarse del convento en que establ
90
CONDECORACIONES
del Sr. Presidente de la República, General de DiVisión Porfirio Diaz.
ea~::f1~ ~~u;:!T!'~
la
"'nenclón '1 el Il&mado Imperio.
(''nu del Botado de "u-
~~~~. ~g: ~~y~~~~~~
::Id-;Cp~:by~re~· ~:~
1.& placa correspondlen ..
le .e ya abajo
~
la Is-
1.U:3:~1~ dd~ tr:::r~od;i
&e:tado de Guerrero por
la campafta ('outral. In·
terorencI6n.-Por la ba~
talla del 6 de Mayo ne
1862.-Por la d('(c n., B ¡te
lu cumbres de Acultzln·
ro en Abril del ml.mo
tJlo.-Del Botado d. o.·
,,"ca por 180 batallu d.
Hh"hu ..Uin 11.. Corbonera , por l. tOIJ'l& dí' la .
capital del mismo Es tR.do.-Por la bfltlllla dfl PaC"hurl en l11M31 -Delllltado de
Puebla. por la campan.. contra la Intt'rv4!o lóu y el hnperlo - Placa de la Crus
de Constancia dEl primera claso.
El General Dial posee. a t1emu
rr:milf"ro r I I( npor la KI\prra de Re f r
m" , , muC"has medallu hOllOr1fi ca,. y t.J1~, OUlU llüLiOll&le. 1 ~1i.[.njeroe. eh'loa
leo '1 militar ••.
tl""
91
pnSIOnf!rO f!n Puebla. Indudablemf!ntf!, no había allí tiempo qUf! Pf!rder; sin embargo, como d qUf! Sf! f!mplea f!n meditar lo qUf! se va á hacer y en adquirir la certeza de que
no se va á cometer un error, nunca es perdido, el prisionero,
antes de ascender por la cuerda con que lazó una canal de
la prisión, "se cercioró"-dice-de la resistencia de aquel
punto de apoyo."
He aquí claramente presentados los dos rasgos de la
actividad del Gral. Díaz que debemos imitar: no dejar nada
para mañana y no hacer nada sin cerciorarnos de la fortaleza de nuestro punto de apoyo.
Otro rasgo de esa actividad es la audacia equilibrada con la prudencia. El que deja pasar las ocasiones por
exceso de cautela, se queda irremediablemente atrasado en
d camino de la vida. Bueno es meditar las ideas cuando
hay tiempo y lugar para ello, pero no vacilar cuando llegue
el instantf! df! ponf!r esas ideas en obra. Si d Gral. Díaz
hubiese empleado mucho tiempo en mf!ditar la estratagf!ma
que dió por resultado la doble victoria df! la Carbonera y
la toma df! Oaxaca, el triunfo definitivo de la República If!
habría retardado probablemente mucho tif!mpo.
Para convenCf!rSf! de lo qUf! df!cimos, basta examinar
por un momento la situación:
El Gral. Díaz sitiaba á Oronoz, jeff! imPf!rialista, f!n
los conVf!ntos de Santo Domingo y el Carmen de Oaxaca,
y en el Cf!rro del F ortin, que eran entonces fortalezas inexpugnablf!s, sobre todo para las débiles fUf!rzas del sitiador.
En tal situación, se anuncia la marcha sobre Oanca de una
columna de aguerridos austriacos y franceses, bif!n armada
y dispuesta al combatf!. ,Qué hacer? Espf!rarla, f!ra colocar.
92
93
entre dos fuegos para ser aniquilado; ir á su encuentro
equivalí a á libertar á los sitiados y echárselos á la espalda,
con idéntico resultado.
le
Sin perder un instante, ordena á sus soldados que envuelvan con trapos los cascos de los caballos; hace desmontar sus cañones, y sin apagar los fuegos de su campamento,
vuela oculto por las sombras de la noche, al encuentro de los
austriacos. Toma posiciones en la Carbonera; y en una batalla que los conocedores en la ciencia militar, consideran la
única digna de ese nombre en México, derrota completamente al enemigo.
Vuelve inmediatamente sobre sus pasos, y cuando los
sitiados de Santo Domingo, que apenas habían advertido
la ausencia del sitiador, pretendían salir de su encierro, cae
sobre ellos y alcanza otra nueva victoria.
Contrasta esta serie de atrevidos movimientos con la
prudencia que el mismo Gral. Díaz empleó en el sitio de
México. Es que en este último caso, el Ejército que tenía
á sus órdenes, no era suficiente para estrechar á la Capital,
y mucho menos todavía para intentar el asalto con probabilidades de buen éxito.
Así, todo lo que en Oaxaca fué audacia y celeridad,
se convirtió en México en reposo y calma; pero en ambos
casos el triunfo coronó la conducta audaz del primero y la
actividad prudente del segundo.
Otro elemento del éxito en la actividad. es la abnegación. Trabajar sólo para sí, es acto egoista é inútil. Los hombres que merecen admiración. son aquellos que han trabajado
por los demás, sin procurar el bien para ellos mismos. Pa-
94
'l¡)E(ORAClO" DE f"1.MlRA nAIE
LAORDEtI DEL LISERTAODR (1IlIGun¡)
úRA/1 (RUZ OE l ' aRDE" DE
s.. 1"\A1}f1I(;Q" ';.....H ARO
1i~.r.(;!J10rulJrXf'lDf.
• r,..~ I"'~E "1"
95
,......
ra esto se necesita ser abnegado y alejar, por lo tanto, todo
sentimiento de egoísmo.
i y qué mejor ejemplo de abnegación podemos presentar que el que nos ofrece el General Díaz, quien después
de haber consagrado toda su vida al bien de los mexicanos,
cuando á los setenta años se le pide que siga en su puesto,
contesta sencillamente: Lo haré gustoso mientras me sienta
útil para servir á mi Patria como lo merece!
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