Un viejo mapa: La carta maestra del IGAC Tiene 146 años, se ha

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Un viejo mapa: La carta maestra del IGAC
Tiene 146 años, se ha rebelado
contra los avatares del tiempo y
aunque endeble y trajinado,
permanece, con ahínco, vigente
entre los bienes más preciados
del Instituto Geográfico Agustín
Codazzi, IGAC.
Su llegada es un enigma. Fue
encontrado en los años ochentas
en la oficina del entonces director
de la entidad, Álvaro González
Fletcher, pero se desconoce
desde cuándo reposaba en el
lugar.
La superficie ajada y corrugada,
sus marcadas líneas y los
profundos tonos sepia, dan
cuenta del paso de los años. Una
inscripción oficial registra su nacimiento: 1864.
Dice que sus creadores fueron Manuel Ponce de León y Manuel María Paz, y con el
visto bueno del presidente Manuel Murillo Toro, recibió el nombre de “Carta Jeográfica
de Los Estados Unidos de Colombia Antigua Nueva Granada”.
La carta geográfica deja ver recuerdos de una Colombia inmensa en términos
territoriales. Es semblanza de aquellos Estados Unidos de Colombia, nombre que
recibió el país en 1863 por la Constitución de Ríonegro y que integraba a nueve
estados soberanos: Panamá, Antioquia, Magdalena, Bolívar, Santander, Boyacá,
Cundinamarca, Tolima y Cauca.
El mapa aún habla y se expresa en lenguaje anacrónico, pero descifrable. Su escritura
se hace conforme al carácter fonético (como suena) y no se grafica con las normas
ortográficas vigentes. (Nótese el título y las anotaciones propias del mapa). El dibujo
cartográfico hace las veces de maestro de Gramática pero también enseña Geología,
Historia y Geografía.
Contiene referencias sobre estudios geológicos del siglo XIX, en relación con las
formaciones pantanosas de la Sabana de Bogotá y los resultados obtenidos después
de abrir un pozo profundo al norte de la capital del país, en el que se referencia la
potencia de cada capa del suelo.
Las lecciones de historia que ofrece el mapa destacan instancias como la expedición
Corográfica dirigida por el General Agustín Codazzi, entre 1850 y 1859.
Además, reconoce que sin los adelantos geográficos del General Tomás Cipriano de
Mosquera, del explorador alemán Alexánder Von Humboldt y del ingeniero militar,
español, Vicente Talledo y Rivera, no se hubiera obtenido una carta semejante.
Apostillas del mapa admiten la necesidad de acudir a cartas topográficas e
hidrográficas para dibujar con precisión los ríos y el relieve del territorio nacional.
Dichas cartas pertenecían al almirantazgo inglés, que para la época tenía gran
influencia científica en el tema geográfico.
La obra expone también la destreza de sus creadores, el trabajo constante de
dibujantes y cartógrafos, y de ingenieros y exploradores que trabajaron para
representar el paisaje geográfico del país en 1864.
Sin embargo, no ha sido ajena a los embates del tiempo; remiendos, arrugas y
manchones, además del deterioro del material que sirvió como sustrato para el dibujo,
son muestra de su estado actual.
Esta es una pieza original que aún huele a recuerdo, evoca sensaciones, incita la
imaginería del país del siglo XIX y debe ser contemplada, analizada, comparada,
debatida y replicada. Pero, su mayor amenaza es el olvido.
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