Reconocimiento de Créditos en Procedimientos Concursales ante

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Caballero Bustamante
Fuente: www.caballerobustamante.com.pe
Derechos Reservados
Reconocimiento de Créditos en Procedimientos
Concursales ante Indecopi
Cuando una empresa se somete a un
procedimiento consursal ante el Indecopi, todos sus acreedores (proveedores,
bancos, trabajadores, Sunat, etc.) deben
estar atentos a diversos aspectos legales
para solicitar, en su debida oportunidad, el reconocimiento de sus créditos,
pues por experiencia sabemos que estas
acreencias pueden ser materia de cuestionamientos e impugnación dentro del
referido procedimiento o ser desplazadas a un orden de prelación de pago que
legalmente no les corresponde.
1. Introducción
Frecuentemente vemos que surgen problemas referidos a los reconocimientos de
créditos dentro de procedimientos concursales, regulados en la Ley N° 27809 (08.02.2002),
por ello convienen abordarlos a fin de esclarecer sus aspectos más importantes.
Una vez que una empresa ha sido sometida a concurso de acreedores por la Comisión
de Procedimientos Concusales (en adelante la
Comisión) del Instituto Nacional de Defensa de
la Competencia y de la Propiedad Intelectual
– INDECOPI, los acreedores deben proceder a
solicitar el reconocimiento de sus créditos para
efectos de poder estar aptos para participar en
la junta de acreedores que se llevará a cabo
dentro del procedimiento concursal.
Conforme al artículo 34º de la mencionada ley sólo tendrán derecho a participar en la
Junta de Acreedores convocada para tal efecto, los acreedores que hayan solicitado su reconocimiento de crédito dentro del plazo de
30 días posteriores a la fecha de publicación
del aviso que informa sobre la situación de
concurso del deudor y que hayan obtenido
el reconocimiento de su acreencia por parte
de la Comisión.
CARACTERÍSTICAS DE LA SOLICITUD DE RECONOCIMIENTO DE CRÉDITOS
La solicitud de reconocimiento de créditos que presentan los acreedores impagos tiene principalmente las
siguientes características:
a) Es una solicitud que necesariamente debe formularse por escrito, no es admitido en la Ley General del
Sistema Concursal el reconocimiento verbal de los créditos, incluso no se permite ello en la propia Junta de
Acreedores, de la cual se deja constancia escrita de los pedidos verbales.
b) Debe estar acompañado con los títulos justificatorios, vale decir que la solicitud deberá anexarse los documentos que contengan la obligación vencida o no, siendo usual que estos lo constituyan los cheques,
contratos, facturas, letras de cambio, entre otros.
c) Se deberá determinar el monto de la deuda, desagregando en la solicitud el monto por concepto de capital,
intereses y gastos.
d) El acreedor deberá informar, bajo declaración jurada, que no mantienen ningún tipo de vinculación económica con su deudor o, caso contrario, informar de la existencia de vinculación con el deudor, en cualquiera
de los casos que señale la ley (1).
2. Resolución que reconoce los créditos
En términos generales, la Comisión realizará el análisis de los créditos presentados
para su reconocimiento, investigando su
origen, legitimidad y cuantía por todos los
medios, luego de lo cual expedirá las respectivas resoluciones que deberán ser notificadas al acreedor correspondiente y al
insolvente.
La Comisión se pronunciará teniendo en
consideración los documentos que obre en sus
archivos hasta cuando menos cinco (5) días hábiles anteriores a la primera fecha programada
para la realización de la Junta de Acreedores. La
documentación presentada con posterioridad
a dicho plazo y que no constituya una nueva
solicitud o un recurso impugnativo será considerada extemporánea y recibirá el tratamiento
de un reconocimiento tardío.
Las resoluciones mencionadas deberán
contener:
1) la identificación del acreedor;
2) el origen de los créditos;
3) el monto de los créditos por concepto de
capital, intereses y gastos,
4) la identificación de si el acreedor mantiene vinculación con el deudor, y;
5) el orden de preferencia de los créditos.
3. Orden de preferencia de los créditos
Existe un orden de preferencia en el
pago de los créditos, esto es, que los créditos son pagados según el orden esta-
blecido hasta donde alcancen los bienes
del insolvente. El orden de prelación o de
pago establecido en la ley es el siguiente
(Artículo 42º):
a) Primer orden: créditos laborales
Los créditos que tengan por origen una
deuda laboral son pagados en primer orden. Dentro de estos tenemos a los créditos cuyo origen es el pago de remuneraciones y beneficios sociales adeudados a
los trabajadores, los créditos por aportes
impagos al Sistema Privado de Pensiones
o a los regímenes previsionales administrados por la Oficina de Normalización
Previsional (ONP), así como los intereses
y gastos que por tales conceptos pudieran devengarse, excepto las comisiones
cobradas por las AFPs.
En este caso no se hace más que reconocer la prioridad que establece la Constitución Política del Perú de 1993 en su
artículo 24º a los trabajadores (y ex-trabajadores) en el pago de sus remuneraciones y beneficios sociales sobre cualquier
otra obligación del empleador.
b) Segundo orden: créditos alimentarios
Luego de la deuda laboral, los créditos alimentarios tienen preferencia en el pago,
siempre que estén sustentadas en resoluciones judiciales o acuerdos conciliatorios
conforme a ley. En la práctica no existen
muchos titulares de estas obligaciones
que participen en los procesos concursales, dado que los montos usualmente no
representan una importante cantidad que
justifique la presentación de una solicitud
de reconocimiento de créditos.
El reconocimiento de estos créditos se
presentan sólo en el caso que el deudor
insolvente sea una persona natural y no
persona jurídica (empresa). Para determinar el monto de las deudas, judiciales
o extrajudiciales, de origen alimentarias
se deben incluir los intereses devengados y gastos de cobro.
c) Tercer orden: créditos garantizados
Dentro de este orden de preferencia en
el pago, tenemos a los créditos garantizados con hipoteca, garantía mobiliaria,
anticresis, warrants, derecho de retención,
medidas cautelares o por cualquier otro
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tipo de derechos que grave el patrimonio del deudor que recaigan sobre bienes
del insolvente, siempre que la garantía o
la medida cautelar correspondiente haya
sido constituida, trabada o ejecutada con
anterioridad a la fecha de sometimiento a
concurso del deudor.
Siempre ha sido discutible el establecer
si las deudas respaldadas con garantías
reales o embargos, deberían tener prioridad sobre las deudas de naturaleza
tributaria, sin embargo, compartimos
la idea que resulta prudente establecer dicha preferencia dada a las deudas
garantizadas, antes que las tributarias,
pues el adoptar un criterio contrario haría difícil o restringido el crédito a las
empresas, por la poca expectativa de recuperación que tendrían los acreedores
no tributarios, lo cual es tremendamente perjudicial más aun cuando las empresas que atraviesan por un estado de
crisis financiera (2).
Racionalmente los acreedores solicitan garantías (reales) a sus deudores
o traban medidas judiciales de embargo contra el patrimonio de estos, para
neutralizar los riesgos del incumplimiento en el pago. Sin embargo, de alterarse el orden de preferencia, esto es,
que el acreedor tributario sea preferido
en el pago antes que el acreedor con
deuda garantizada, simplemente provocaría que muchas de estas transacciones crediticias no se celebren, dado
el alto riesgo de verse impagos. Es por
ello que los acreedores garantizados
desplazan a los tributarios, por cuanto
se debe promover la oferta de crédito a
las empresas, la cual solucionaría gran
parte de sus problemas económicos y
financieros precisamente en aquellas
que vienen atravesando un estado de
falencia económica.
d) Cuarto orden: créditos tributarios
En el cuarto orden de prelación se encuentran los créditos de origen tributario
del Estado (Sunat, Aduanas, etc.), incluidos los del Seguro Social de Salud - ESSALUD, sean éstos tributos, multas, intereses, moras, costas y recargos, de acuerdo
a lo establecido en el Código Tributario o
en la legislación respectiva.
Dicho orden de preferencia es en espíritu concordante con lo señalado en el
Artículo 6º del Código Tributario, Decreto Supremo Nº 135-99-EF (19.08.99),
aunque cabe apuntar que esta norma
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hace referencia que sólo los acreedores
titulares de derechos reales “inscritos”
tienen prelación sobre las deudas por
tributos, mientras que la Ley General del
Sistema Concursal amplía la preferencia
(de tercer orden) a cualquier otro derecho que “garantice” la obligación, no
importando si el acreedor tiene inscrito
o no su derecho.
Creemos que el aceptar la prioridad de
tercer orden a los acreedores con derechos garantizados no inscritos, va
contra un principio de transparencia
en el mercado, habida cuenta que dichos derechos por adolecer de inscripción registral (esto es de “publicidad”),
tendrían efectos erga omnes no sólo
contra los acreedores tributarios sino
demás contra acreedores comunes (sin
derechos garantizados), no habiendo
ninguna justificación para establecer la
prioridad a estos “derechos ocultos”,
toda vez que, incluso, pueden ser concedidos con posterioridad, hecho que
no solo aumenta la inseguridad de las
transacciones crediticias sino que además promueve el fraude.
Sin embargo, el criterio que consideramos correcto del Código Tributario
y que debiera aplicarse a los procesos
concursales es relegado por la propia
Ley General del Sistema Concursal,
cuando en su Segunda Disposición Final señala que en los casos de empresas o patrimonios sometidos a procesos
concursales, las disposiciones contenidas en ésta ley serán de aplicación
preferente a las demás normas que rigen y regulan la actividad de los agentes del mercado, dentro de los cuales
se encuentra el Código Tributario. En
este sentido, debiera corregirse este
conflicto normativo referido a la preferencia de acreedores, consagrando la
prioridad de los acreedores titulares de
acreencias inscritas sobre aquellas que
no son, incluidas las tributarias y las
garantizadas sin inscripción registral.
e) Quinto orden: créditos quirografarios
En quinto y último orden de preferencia
se encuentran todos los demás créditos
impagos, dentro de los cuales ubicamos
a la parte de los créditos tributarios que
sean transferidos del cuarto al quinto
orden por ser equivalentes al porcentaje promedio capitalizado o condonado
por los acreedores incluidos en el orden de preferencia en el cual exista el
mayor monto de créditos reconocidos
y que no mantengan vinculación. Asimismo se ubican los saldos de los créditos del tercer orden no cancelados
con el producto de los bienes afectados
a su pago.
Para establecer a los acreedores comunes
en el último orden, ha primado el criterio
por el cual los propios acreedores comunes o quirografarios, es decir aquellos que
carecen de garantías o privilegios contra
el deudor, deberán de evaluar diligentemente el riesgo de pérdida de su crédito
al tiempo de otorgarlo.
4. El pago de los créditos
La preferencia de los créditos implica
que los de un orden anterior excluyen a los
de un orden posterior, según la prelación establecida en la ley, hasta donde alcancen los
bienes del deudor.
Debe de advertirse que legalmente en
una probable etapa de liquidación, los créditos correspondientes al primer, segundo,
cuarto y quinto orden, se pagan al interior
de cada orden de preferencia a prorrata entre
todos los créditos reconocidos del respectivo
orden. Los del tercer orden se pagan con el
producto de la transferencia de los bienes del
deudor afectados bajo cualquier modalidad al
pago de dichos créditos.
NOTAS
(1) El acreedor que presente su solicitud de reconocimiento de créditos deberá informar sobre
la existencia o no de una posible vinculación
económica entre el deudor y el acreedor (artículo 12º), siendo los siguientes:
a) El parentesco hasta el cuarto grado de
consanguinidad o segundo de afinidad entre ambas partes o entre una de ellas y los
accionistas, socios, asociados de la otra parte
o entre una de ellas y los accionistas, socios
o asociados de la otra o entre quienes ostenten tal calidad.
b) El matrimonio o concubinato.
c) La relación laboral, que implique el ejercicio de labores de dirección o de confianza.
d) La propiedad, directa o indirecta del
acreedor o deudor en algún negocio de su
respectiva contraparte. Están excluidos de
esta condición los trabajadores que sean
acreedores de las cooperativas de trabajo.
e) La asociación o sociedad, o los acuerdos
similares entre acreedor y deudor.
f) La existencia de contabilidad común entre
las actividades económicas de acreedor y
deudor.
g) La integración común de un grupo económico en los términos señalados en la ley de la
materia.
(2) ALDEA CORREA, Vládik. Quiebra y reflotamiento de empresas insolventes. En Mundo Empresarial, Año 3, Nº 1, junio, 1998, pág. 16- 19. n
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