A TODOS LOS QUE HACEN POSIBLE EL MILAGRO

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El cansancio me ayuda a ver más claro
A sentir las distancias verdaderas
Muy remotas aún de algunas próximas
En la fatiga física se filtran …
Esos si son conscientes de la tibieza de la tarde fina
Delgado el sol les toca y ellos toman
Su templanza: es un bien –quedan tan pocosY pasar despaciosos por esa senda clara
Jorge Guillén
A TODOS LOS QUE HACEN POSIBLE EL MILAGRO
E
L Aula de Mayores y la Asociación Universitaria Rector Sabater han representado dos de las experiencias universitarias y
humanas más apasionantes que he conocido en mi etapa de Rector de la Universidad de Murcia. Durante estos últimos años,
todos los componentes de nuestra gran comunidad universitaria hemos puesto un especial empeño en hacer realidad un objetivo
que nos propusimos: hacer de nuestra Universidad una institución de puertas abiertas. Pero he de reconocer que una de las mayores
satisfacciones que he recibido durante mi etapa de responsabilidad en la Universidad de Murcia fue cuando una de las alumnas del
Aula de Mayores me dijo: “Efectivamente, ésta ha sido una Universidad de puertas abiertas… pero que nosotros hemos sentido de
brazos abiertos”.
Creo que ese valor intangible, de difícil definición, y que los viejos universitarios denominan “espíritu universitario” ha invadido
a todas nuestras alumnas y alumnos de la Asociación Universitaria Rector Sabater. He podido comprobar como su paso por la
universidad ha generado en ellos la pasión por aprender, la conformación de un criterio propio y la capacidad de discernimiento. Y
todo ello con alegría y desbordada iniciativa. Entre todos estamos consiguiendo alcanzar ese reto de la “Universidad sin edades”, una
Universidad de todos y para todos, una Universidad en la que se experimenta la satisfacción de estar toda una vida aprendiendo.
Siempre he sostenido que no es posible arribar al puerto de una gran obra sin apasionamiento. Y en todos estos alumnos he podido
descubrir la pasión por el conocimiento. Me han recordado las palabras de Khalil Gibran en “El Profeta”:
Y un hombre dijo, entonces: Hablamos del conocimiento.
Y él respondió:
Vuestros corazones saben, en silencio, los secretos de los días y las noches.
Pero vuestros oídos desean escuchar el sonido del conocimiento de vuestro corazón.
Queríais conocer, en palabras, lo que siempre conocisteis en pensamiento.
Desearíais tocar con vuestras manos el cuerpo desnudo de vuestros sueños.
Y es bueno que lo queráis así. El manantial escondido de vuestra alma necesita surgir y correr murmurando
hacia el mar.
Y el tesoro de vuestros infinitos misterios sería revelado a vuestros ojos.
Pero no pongáis balanzas para pensar vuestro tesoro desconocido.
Y no exploréis los misterios de vuestro conocimiento con palos ni sondas.
Porque el yo es un mar inconmensurable.
No digáis: “He descubierto la verdad”; sino más bien: “He descubierto una verdad”.
No digáis: “He hallado la senda del alma”. Decid, más bien. “He encontrado el alma caminando en mi senda”.
Porque el alma transita por todas las sendas.
El alma no camina en línea recta, ni crece como una caña.
El alma se despliega como un loto de innumerables pétalos.
José Ballesta Germán
Rector de la Universidad de Murcia
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