NECESIDAD DEL AUTOCONTROL por Alfredo Moirano 1 Antes de ahora, tuve oportunidad de escribir sobre el canon cooperativo (1). Tal vez, se pueda expresar la síntesis de la idea central: la pertenencia a una entidad de grado superior, debe ser una garantía de legitimidad para el asociado y como una garantía de confianza para los terceros. Esto equivale también a que la entidad de grado superior debe cumplir sus objetivos de tal manera que pertenecer a la misma signifique para la asociada contar con un reconocimiento de calidad cooperativa o mutual, porque para ambos tipos asociativos es aplicable este razonamiento. Y es pertinente su consideración en este 1er. Encuentro de Investigadores y Docentes en Economía Social, en tanto, la insuficiencia o la falta de formación específica de los profesionales que asisten a las organizaciones de la economía social pone de manifiesto la necesidad de posgrados universitarios que permitan a los egresados de distintas disciplinas adquirir los conocimientos necesarios para cumplir su labor con la eficiencia que les es exigible. No resulta ocioso señalar también que igual razonamiento es aplicable para dirigentes y asociados. 2 La cuestión vuelve a ponerse en evidencia cuando desde varios sectores se está impulsando la buena idea de que las entidades de grado superior asuman la tarea de controlar a sus asociadas, para evitar que las conductas erróneas o indebidas perjudiquen a todas. Como el tema puede causar resquemor a distintos interesados, vale formular algunas precisiones. Una de ellas es que la federación no pasa a convertirse, como ya se ha mal interpretado en policía de sus asociadas, si por ello se entiende que la federación se va a transformar en una informante de la autoridad de aplicación o del órgano local competente, para perseguir a dirigencias díscolas. Se trata de poner en funcionamiento algo totalmente diferente de esta idea conventillesca. En efecto, lo que se pretende es que la experiencia y los conocimientos que permite acumular la integración sirvan para que las cooperativas o las mutuales, puedan evitar errores que muchas veces son solamente producto de la desinformación; introduzcan procedimientos legales, contables o técnicos propios de su actividad que, por ajenos o inadecuados, ya fue acreditado que no sirvieron en casos similares; y también, para finalizar con los supuestos más obvios, para estandarizar procedimientos y formularios que ayuden a un mejor control, a la elaboración estadística, a la difusión, etc. Alcanzar ese grado de eficiencia en las organizaciones de grado superior, con prestaciones de las cuales las asociadas serán las únicas beneficiarias, requiere superar prejuicios y aventar temores, porque nadie puede ser perjudicado. Por ejemplo, si la federación asume la decisión de organizar el servicio de auditoría externa para sus asociadas, conforme a la previsión del artículo 81 de la ley 20.337 (nada obsta para que las mutuales hagan lo mismo) esto no implica desplazar a los contadores que las atienden. Si el servicio de asesoría letrada de la federación colabora con los abogados de las asociadas e inclusive audita los juicios donde esta son parte, tampoco significa el desplazamiento de los letrados que las asisten. Es muy otro el tema que se plantea: se trata de unificar criterios de trabajo que se ajusten a la doctrina, la técnica y la práctica debidas de las organizaciones solidarias(2). Esto beneficiará no solo a las entidades de base, también lo hará con la tarea de sus profesionales que tendrán un respaldo permanente que deberá ser de excelencia. Vale insistir en que la defensa de cuestiones comunes debe encararse en todos los casos con igual criterio, para evitar las incoherencias que en sede administrativa o judicial suelen pagarse muy caro. Y otro tanto puede sostenerse respecto del sistema de información contable, porque el de las entidades solidarias debe ser transparente y organizado de tal manera que mera exposición ponga en evidencia la condición de la entidad. A ello se une la importancia de poner en vigencia formularios unificados para la exposición de los estados contables, que faciliten el control y la auditoría. Y no se agotan en estos dos ejemplos las ventajas de la integración bien entendida y utilizada. Y tampoco se agota esta propuesta en el campo profesional del derecho o de las ciencias económicas, porque cualquier profesional de cualquier disciplina llamado a asistir o asesorar una organización de la economía social, debe saber antes de comenzar su trabajo que atenderá profesionalmente a una entidad cuyos fines, objetivos y filosofía que la inspira son absolutamente distintos a los de la empresa comercial, sin que por ello las organizaciones de la economía social dejen de ser empresas. De allí que, al comienzo me referí a los posgrados universitarios dirigidos a los profesionales de cualquier disciplina. 3 Respecto de los dirigentes y funcionarios de las entidades, la realización con eficacia y eficiencia de las tareas de control, solamente puede llevarles la tranquilidad al sentirse apoyados por su federación. Este apoyo se debe realizar en primer lugar mediante visitas que miembros de la federación realicen a las sedes de las asociadas para verificar con las autoridades de estas el mejor cumplimiento de las exigencias doctrinarias, técnicas y legales. No es función policíaca sino de colaboración, para evitar errores y para corregir desvíos y, a lo mejor, nada haya que evitar o corregir y bien estará que la entidad de grado superior también tenga acabado conocimiento de todo ello. Por supuesto, tanto mejor será cuantos más funcionarios y empleados de las organizaciones sean egresados de los cursos de posgrado, resolviéndose la eventual falta de un título de grado con la entrega de un certificado. En cuanto al acabado conocimiento de lo bueno y de lo malo, también es imprescindible para cubrir algún día, y cuanto antes mejor, la necesidad de informar al público en general sobre las prácticas y los beneficios de las organizaciones solidarias. Concretamente, tener alguna vez publicaciones no ya dirigidas a los asociados sino a la sociedad para que esta sepa de qué se trata y deje de estar desinformada o mal informada por la prensa comercial, últimamente empeñada en confundir la beneficencia con la solidaridad. Esa falencia, también hace a la supervivencia y al desarrollo del sistema. Las tareas propuestas para las entidades federativas no se agotan con lo expuesto. Sin duda, también será su responsabilidad denunciar ante la autoridad de aplicación y, en su caso, el órgano local competente a la asociada que se aparta de mala fe o con culpa grave de las exigencias doctrinarias, técnicas y legales. Ello así, en orden a dos razones: la primera de ellas, porque las entidades de la economía solidaria, son solidarias hasta en la buena o la mala fama y la que actúa mal perjudica a todas, sin que la sociedad esté todavía en condiciones de distinguir la realidad de los hechos, precisamente por la desinformación. La segunda razón, es porque, obviamente, de las conductas indebidas con seguridad se enterará antes la federación que la autoridad nacional o provincial, de tal manera que la denuncia en término evitará un mal mayor. Ocurre que actualmente la administración nacional (o provincial) no está en condiciones para desarrollar las tareas preventivas y, en general, cuando actúa lo hace sobre el problema ya muy avanzado y difícil de solucionar. 4 Ya se sabe que achicar el estado no fue agrandar la nación… Fue ponerla en estado de indefensión y desprovista de personal y elementos para cumplir con sus fines. Esta es otra razón que también fundamenta lo expuesto: ni la autoridad de aplicación ni los órganos locales competentes están en condiciones de cumplir acabadamente con las funciones que les otorgan las llamadas leyes 19.331, 20.321 y 20.337; siendo ello así, resulta naturalmente que corresponde a las entidades de grado superior ampliar su rol, asumiendo tareas y responsabilidades que hacen directamente al fortalecimiento y articulación del movimiento solidario. Para finalizar, fundamentando una vez más la necesidad y viabilidad del posgrado de marras, precisamente no estaría nada más que los empleados y funcionarios de la autoridad de aplicación y de los órganos locales competentes también aprovechen la oportunidad –y la aprovechen los respectivos estados– para acercarse en mejores condiciones a las entidades que deben promover, autorizar y fiscalizar. (1) Prensa Cooperativa, n° 239, marzo de 2002. No es cuestión secundaria. En general, ni en las escuelas de derecho ni en las de ciencias económicas se estudian seriamente el cooperativismo y el mutualismo, con las consecuencias por todos conocidas. (2)