El desequilibrio exterior de la economia española

Anuncio
1
Los desequilibrios externos de la economía española
Julio G. Sequeiros Tizón
La entrada de España en el Euro, tras más de diez años como miembro de la U.E.,
culminó el proceso de integración europea de muestro país. En términos
macroeconómicos, la economía española puede asimilarse ahora a una economía
regional integrada en una unidad superior de tamaño continental. Este proceso de
pérdida de soberanía tiene consecuencias en todos los ámbitos, algunas de ellas
todavía desconocidas hoy en día dada la novedad histórica de este proyecto.
En lo que se refiere al equilibrio externo de la economía española, la perspectiva
anterior nos ayuda a entender correctamente los cambios y las modificaciones. En la
etapa de la Peseta –hasta 1997 aproximadamente- los desequilibrios en el sector
exterior (léase, en la Balanza de Pagos) tenían que ser compensados en el corto plazo.
En efecto, en las épocas de expansión, la demanda nacional (en rápido crecimiento)
expande las compras en el exterior (importaciones) hasta tal punto que, llegado el
momento, estas importaciones no se pueden financiar y el desequilibrio externo se
hace insoportable. Llegados aquí, la política monetaria tenía sus instrumentos: subidas
de tipos de interés para contraer la demanda interna, incremento de los aranceles en
aquellas partidas en las cuales las importaciones tenían mayor crecimiento,
devaluaciones de la peseta, contracción de la demanda vía subida de todo tipo de
impuestos, etc. En la práctica, las medidas de ajuste solían ser una combinación de
política monetaria y de política fiscal al gusto del gobierno de turno.
En la etapa del Euro este mecanismo ya no funciona así. Una economía regional, en
sentido estricto, no tiene balanza de pagos. Una economía regional, por definición, no
tiene moneda propia, no tiene política monetaria autónoma y tiene su (teórica)
balanza de pagos en permanente equilibrio: el sector exterior no tiene restricciones y
deja de causar problemas.
En lo que se refiere a la contabilización del sector exterior español existen dos
documentos oficiales que examinan esta realidad: la Balanza de Pagos (periodicidad
mensual desde enero 1969, Gráfico No.1) y la Contabilidad Nacional Trimestral de
España (desde el T1 1970, Gráfico No.2). Veamos que nos dicen estos documentos
sobre el equilibrio exterior de la economía española. El Gráfico No.1 recoge el saldo de
la Balanza Comercial (importaciones y exportaciones de mercancías al resto del
mundo) y el saldo de la Balanza por Cuenta Corriente (mercancías, servicios, rentas y
transferencias). Como es lógico, el dato básico es el saldo de la Cuenta Corriente ya
que engloba a la balanza de mercancías y, además, es la que nos da una idea más cabal
y más amplia del saldo exterior.
2
Este Gráfico recoge uno de los problemas más importantes de la economía española
en la actualidad y lo pone en su perspectiva temporal. Veamos. El saldo por cuenta
corriente se ajusta en términos dinámicos, oscilando déficits con superávits, hasta la
entrada de facto de la moneda única en 1997 (aunque de iure el Euro se retrasaría
hasta 1999). Por ejemplo, en la crisis de 1992 (con España dentro ya de la Unión
Europea y con la imposibilidad de manejar el arancel exterior común) la medida básica
utilizada para recobrar el equilibrio en el sector exterior fue la devaluación del marco
alemán que pasó de las 62,5 Pesetas por Marco en mayo de 1992 hasta alcanzar las
91,4 en marzo de 1995, casi un cincuenta por ciento en tres años. Y esta devaluación
tan intensa, tenemos que recordarlo, se realizó con la peseta atrapada ya en el Sistema
Monetario Europeo en el cual el Marco alemán era el eje del sistema.
Otro elemento a destacar el gráfico anterior es el hecho de que el saldo de la Balanza
Comercial (históricamente negativo) es superior al saldo de la Balanza por cuenta
Corriente. Esto es así debido, principalmente, al efecto compensador de la Balanza de
Servicios (turismo) y la Balanza de Transferencias (remesas hacia España de emigrantes
españoles en el exterior) y, ya en menor medida, y muy ocasionalmente, la Balanza de
Rentas.
En 1996 y 1997 la Balanza por Cuenta Corriente de la economía española recobra el
equilibrio como consecuencia de los fuertes ajustes llevados a cabo desde 1992,
fundamentalmente las devaluaciones de la Peseta. A partir de la segunda mitad de
1998 el déficit por cuenta corriente sigue una trayectoria explosiva, alcanzando
máximos a mediados de 2008, para contraerse rápidamente después. Veamos esta
etapa.
En primer lugar tenemos que destacar que este déficit es posible gracias a la moneda
única. Fuera del Euro, España no podría permitirse el lujo de una cuenta corriente tan
desequilibrada como tiene actualmente. Tendría que haber devaluado antes (a la
altura de 2001, quizás 2002), elevado los tipos de interés hasta controlar la expansión
de la demanda interna, al estilo de lo que ha hecho el Reino Unido en su momento.
En segundo lugar, debemos señalar que, por primera vez en la historia de España, a
partir de mediado el año 2006, la balanza por cuenta corriente arroja un saldo superior
a la balanza comercial. Esto se debe a que las remesas de los emigrantes se han
convertido en remesas de los inmigrantes y el efecto compensador de esta balanza se
ha convertido en su contrario: otra fuente más de déficit. Con la Balanza de Rentas ha
ocurrido lo mismo. Las entradas de capital extranjero (bajo la forma de inversiones o
de crédito) originan unos pagos por rentas cada vez más cuantiosos.
En tercer lugar, resaltar el hecho del ajuste de las balanzas exteriores desde mediados
el año 2008 hasta los últimos datos disponibles. Este ajuste ha tenido lugar con una
intensidad muy llamativa y está vinculado a la recesión interna de la economía
3
española y a la restricción crediticia que caracteriza la actual coyuntura económica,
tanto para las empresas como para las economías domésticas. Fíjese el lector que la
restricción crediticia ha ocasionado, casi automáticamente, un efecto semejante y
sustitutivo de una fuerte devaluación de la peseta, colocando los déficits exteriores en
niveles mucho más razonables. Esto es así debido a que los créditos que el sistema
financiero español ofrecía a familias y empresas se alimentaban, en un segmento
importante, con créditos que, previamente, la banca española obtenía en el exterior
(en Alemania y Francia, básicamente).
El Gráfico No. 2 recoge los saldos exteriores en porcentaje del P.I.B. de cada momento.
Ahí quedan de manifiesto los impactos de las crisis (petrolíferas) de 1974 y 1981 y los
efectos de la crisis de 1992. Con la tasa de cambio fija desde 1997, y ya con la moneda
única a partir de 1999, el desequilibrio exterior alcanza cotas desconocidas en la
economía española. En el cuarto trimestre de 2008 este déficit alcanza el 7,5 por
ciento del PIB español, batiendo el máximo histórico que se había alcanzado en el peor
momento de las crisis de los setenta: un 5,7 por ciento en el tercer trimestre de 1974.
La recesión económica y la contracción del crédito contraen este déficit de forma muy
intensa y muy veloz en el tiempo: en menos de dos años este déficit había alcanzado
solamente el 1,7 por ciento del PIB español, aunque la evolución futura no está nada
clara.
Unas consideraciones finales. El asunto del cual estamos tratando es un arma de doble
filo. Por un lado, no existe ningún criterio en el funcionamiento interno de la Unión
Europea que contemple límites para el sector exterior, tal y como existen límites, por
ejemplo, en el déficit del sector público (tres por ciento del P.I.B.). En este sentido, y
bajo el punto de vista de la gestión política y administrativa no hay ningún problema.
Bajo el punto de vista del análisis económico, es clara la imposibilidad de sostener a
largo plazo una situación en la cual el sector exterior arroja déficits gigantescos. Estos
déficits se financiaron, principalmente, endeudándose en el exterior al calor de unos
tipos de interés anormalmente bajos y en un contexto de exuberancia crediticia rayana
en lo irresponsable. En este sentido, no debemos preocuparnos del déficit exterior: se
arregla él solo. Basta con no obtener crédito exterior para que el déficit se reduzca, tal
y como viene ocurriendo desde 2007. Mi pregunta es ¿tenemos alguna certeza de que
esto va a ser siempre así?.
Julio G. Sequeiros Tizón es Catedrático de Economía en la U.D.C.
4
2000
0
1969
1971
1973
1975
1977
1979
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1995
-2000
-4000
-6000
-8000
-10000
-12000
Grafico No. 1
Balanza de pagos de España, 1970 a 2010. Datos mesuales en millones de Euros
Saldo comercial (azul) y saldo por cuenta corriente (rojo)
1997
1999
2001
2003
2005
2008
2010
5
4,00
2,00
0,00
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
-2,00
-4,00
-6,00
Gráfico No. 2 Saldo exterior en porcentaje del P.I.B. (Datos trimestrales)
-8,00
-10,00
1998
2000
2002
2004
2006
2008
2010
Descargar