DE HISTORIA N A T U R A L . 429 pizarras arcillosas, lustrosas ó tegulares, interpuestas con cuarcit a s blancas ó coloreadas por óxidos de h i e r r o , sin fósiles, h a sido reconocido por el e m i n e n t e geólogo M. Gentil en la zona m a r r o q u í frontera á Uxda, y calificado por él de silúrico. S e g ú n el m e n c i o nado autor, los materiales de la misma edad de la cadena costera •denominada Sahel de Oran, también sin restos orgánicos, son a s i m i s m o «pizarras á m e n u d o lustradas y con numerosos filones »de cuarzo lechoso y ban.cos de cuarcitas blancas, rosadas ó pardas. «Estas á veces de grano grueso, pasan a l g u n a vez á verdaderas >»pudingas de cantos y cemento silíceos». Todo ello me lleva á colocar sin género a l g u n o de d u d a en el •silúrico el segundo macizo de! Yobel Guork, cuyo equivalente fosilífero serían las pizarras tegulares con graptolitos de los Ait•Medinal, al S. de D e m n a t a , en el Alto Atlas. Llevando más a d e l a n t e las analogías, pudiera sospecharse que son ordovicienses •las pizarras con a b u n d a n t e s bancos de cuarcita del U a d Tateguilm e n t , y más inferiores, tal vez cámbricas, las de Peñón Hendido y sus inmediaciones. P a r a hacer, sin e m b a r g o , con a l g u n a segur i d a d dichas afirmaciones, sería preciso u n estudio m u y detenido -de la a r q u i t e c t u r a del macizo y algún hallazgo de fósiles. Debe observarse que el reconocimiento de este silúrico de T r e s •Forcas, en el centro de u n extenso arco costero, que es predomin a n t e m e n t e terciario en su porción oriental y secundario en la •occidental, precisamente en el punto en que la costa avanza m á s •al Norte, comprueba la existencia, sospechada por Gentil, de este 'terreno, en toda la cadena del Rif, entre A n y e r a y Argelia. IV El límite que separa el manchón silúrico del más avanzado de Üa P e n í n s u l a , corre como hemos dicho por u n a profunda depresión orientada de N E . á S W . Al Norte de esta línea de separación, se eleva u n a masa volcánica m u y uniforme, de aspecto des o l a d o , constituida por numerosos picachos irregulares destacados «obre u n a base única. No se ve, al menos en lo por mí observado, •el m e n o r resto de materiales explosivos n i de cavidades c r a t e r i formes, no pudiendo considerarse los conos existentes sino como •el efecto de la acción erosiva de las aguas sobre materiales en per í o d o desigualmente avanzado de alteración y que presentan d i v e r s a resistencia á los agentes externos. Parece que se trata de la