Concurso de cuentos 5º Cabrerizos CAPERUCITA, EL LOBO, LA PULGA Y LA ADIVINA (Inés Lorenzo Bautista) Primer premio del concurso Érase una vez Caperucita Roja, que salía de su casa para irse a jugar con el Lobo y algunos amigos más. Los dos vivían en Cabrerizos, pero habían quedado en el inmenso parque llamado CRA la Flecha, que estaba más cerca de la casa del Lobo. Caperucita vivía en la otra punta del pueblo. Ella llevaba una botella de agua en la mano. De repente, vio a una señora vestida muy rara que caminaba hacia ella con un gato negro de ojos verdes en los brazos. Y le dijo: - Niña, por favor, ¿me das un traguito de agua? Caperucita aceptó. La señora bebió y, como agradecimiento, le dijo: - Soy una adivina. Así que te leeré el futuro. Veo que verás un bichito pequeño y el lobo también, y en lo mismo os convertiréis. Y la señora se esfumó. Suerte que Caperucita no era supersticiosa. Entonces siguió su camino sin más cosas raras. Cuando llegó estaban jugando al escondite. A las ocho todos se fueron menos Caperucita y el Lobo. A ella le gustaba picar un poco al lobo y, como él tenía muchas cosquillas, ella siempre se las hacía. Caperucita empezó a hacerle cosquillas en la barriga y, de repente, salió una pulga. Caperucita y el Lobo la miraron y, de repente, ¡puf! Se hicieron pequeñitos, del tamaño de la pulga. Estaban un poco asustados pero la pulga les dijo: - ¡Hola! Me llamo Kiko. Caperucita dijo: - ¡Hola! Nosotros Caperucita Roja y Lobo Feroz. No sé que ha pasado; ahora somos pulgas; sin ofender. Oye, ¿vivías tú solo aquí? –dijo el loboSí, pero antes tenía novia. Me dejó y ahora está con Pedro, la pulga, viviendo en un gatito blanco que vive en una casa en la playa. –dijo Kiko. Caperucita, muy preocupada, dijo: - Tenemos que encontrar a la adivina, para que nos vuelva a dejar como antes. Pero… No podemos estar más de cuatro horas sin comer, así que, tenemos un problema… -Dijo la pulga, que una vez había estado tres horas y media sin comer, y por poco se marea. Caminaron hacia la ciudad en busca de la señora. El lobo se acordó de que ella tenía un gato, así que le olió la ropa a Caperucita y llegó hasta el sitio donde vivían el gato y la señora. Entraron, comieron un banquete de sangre de gato y luego hablaron con la adivina. Y les convirtieron en tortugas, sin querer y… Bueno, esa es otra historia. UNA AVENTURA NAVIDEÑA (Cecilia Bautista Rosell) Primer premio de 5ºD Hace mucho tiempo, pero que mucho tiempo, había un mundo donde Papá Noel, los Reyes Magos y el Ratón Pérez existían. En un pueblo desolado, llamado Cabrelios, cada Navidad alegraba todo. Al CRA la Flecha venía Papá Noel cada 19 de diciembre. Pero un año no vino y los niños, más tristes de lo habitual, fueron a buscarle. Los niños, llamados Pepe, Juan, Elisa y Laura prepararon todo. Por el camino se encontraron a un reno bonito, con una elegancia impresionante, pero triste. En ese lugar todos los animales hablaban. - ¿Qué te pasa? –preguntó Laura. Mi amo, Papá Noel se fue a Cabrerizos y me perdió por el camino. –respondió el reno. No te preocupes, te acompañamos. –dijeron los cuatro a la vez. Emprendieron un largo y fatigoso viaje. Pasaron por las Montañas de la Niebla y acamparon cerca del Valle Encantado. Sin embargo, no pudieron dormir; algo rondaba en su cabeza. Se rumoreaba que en Cabrerizos se morían todos los seres mágicos. A la mañana siguiente, se despertaron y penetraron en el Valle Encantado. No parecía peligroso, pero no se dieron cuenta de que un león de melena larga y peluda les acechaba. El reno notó algo. - ¡Corred! –gritó. Salieron todos corriendo y el león les perseguía. Consiguieron salir del valle y divisaron Cabrerizos. Cabrerizos era un pueblo alegre, vistoso, y allí todos eran felices. Divisaron a Papá Noel y le preguntaron qué había pasado. - Recibí una carta emborronada donde ponía “ven a alegrarnos a Cabreri…” y no legré leer más. Por eso estoy aquí. –dijo Papá Noel cabizbajo. No te pongas triste. Creo que ya sé lo que podemos hacer. –dijo Juan. Mandaron una carta a Cabrerizos para que vinieran. Al cabo de unos días todos vinieron y se alojaron en cómodas casas. Pero seguían tristes. Aunque el pueblo era alegre no había juegos. Una bruja les quitaba los juguetes. Elisa y Juan reunieron a todos en el parque y les enseñaron juegos como el pilla-pilla, el corro de la patata, etc. Construyeron el CRA la Flecha en Cabrerizos y todos fueron felices, excepto la bruja, que con la alegría de los niños, se iba entristeciendo, y un día enfermó y todos los niños fueron a hacerle compañía. Cuando se curó les devolvió los juguetes, y ahora sí que todos fueron felices. UN NUEVO CABRERIZOS (Natalia Íñigo Martín) Segundo premio de 5ºC En este pueblo no pasaba nada hasta… Un día, en el colegio de primaria CRA la Flecha, en quinto había tres niñas, llamadas Esther, Ludmila y Natalia. Éstas tenían la misma pulsera, cuyas abuelas les habían regalado. Ese día se encontraron y, de repente, las amigas juntaron las pulseras y un remolino enorme de color arco iris las tragó. Aparecieron en un mundo mágico donde todo era al revés. Pronto se dieron cuenta de que eran las reinas. Pero tres malvados ángeles les querían arrebatar el puesto. Pepe los Palotes inventó la máquina encogedora; Pícame la máquina hipnotizadora y Me Aguanto, una máquina bajaedades. Pepe los Palotes redujo a Esther (la hizo más pequeña) y…¿dónde está, dónde está? No la encontraron. Por fin encontraron a Esther y juntaron las pulseras y lo mataron. Pícame hipnotizó a Ludmila y la mandó a matar a Natalia y Esther, pero su rayo era muy pequeño y Natalia y Esther lo ataron. Juntaron las pulseras y… Adiós, Pícame. Me Aguanto hizo a Natalia de dos años y ¡qué plasta era! Pedía el chupete, lo tiraba y el biberón, y lo escupía. Entonces Esther y Ludmila pusieron a Natalia encima de Me Aguanta y, sólo de la paliza que le pegó, la hizo normal. Pero Me Aguanta seguía vivo e inventó la máquina quita-sentidos. A Esther le quitó la vista, a Natalia el oído y a Ludmila la voz. No te oigo…No te veo ¡hum, hum! Menudo problema: Ludmila escribía, Natalia leía y Esther oía; ¡Menudo trío! Esther dijo: - Juntemos las pulseras. ¿Qué? –Dijo Natalia. Que juntemos las pulseras. –Escribió Ludmila. ¡Vale! –Dijo Natalia. Y así fue. Un rayo destruyó al ángel. Y esta es la historia de un Cabrerizos invisible. No se sabe bien dónde fue ni dónde se abrió el portal mágico (remolino). Sólo lo saben las que tienen el don. Éstas vivirán en este sitio. LA HISTORIA DEL CRA LA FLECHA (Patricia Santos Aguilar) Segundo premio 5ºD Lucía es una niña de diez años, de pelo rubio, largo y rizado. Se acaba de cambiar de colegio, a uno de Cabrerizos que aún no tiene nombre. Ese año empezaban en octubre y por la mañana tenían la luz dada y las persianas bajadas, cuando de repente se fue la luz. Entonces, asustados, salieron de las clases e intentaron salir del colegio, pero estaba cerrado y ninguno de los profesores encontraba la llave. Se empezaron a oír gritos al fondo del pasillo y se veían flechas. En el colegio de Aldealengua también se veían flechas pero en vez de oír gritos se oía como si estuviesen rompiendo platos. En San Morales salía sangre por debajo de la puerta de una clase. Y se veían flechas. En Aldearrubia se veían sombras y flechas, aunque también se oían pisadas. En todos los pueblos estaban muy asustados hasta que volvió la luz y se dieron cuenta de que todo había sido una broma. Han pasado dos años y todavía alumnos de todas partes, edades, tamaños y colores, junto con profesores y científicos especialistas en casos como éste siguen investigando para saber quién hizo esa broma, pero lo que sí quedó claro fue el nombre del colegio: CRA LA FLECHA. PROFESORES TERRORISTAS (Alberto Hernández Pin) Tercer premio 5ºC Érase una vez un niño llamado Juan que iba caminando a un colegio de Cabrerizos, llamado CRA la Flecha. Entró en clase de Informática y, mientras ellos estaban buscando cosas, el profesor compraba bombas y armamento. A Juan y al resto de la clase le pareció raro. Cuando nos íbamos de clase, a casa, cierran todas las salidas. Delfín, nuestro profe de Lengua iba armado con un baxoca 2000. Todos los profes iban armados excepto Fernando, que más bien era el arma. Llevaba dinamita por todo el cuerpo y un cóctel Molotov. Fue a abrazar a un niño de 5º D y… ¡catabumbúm!, dos menos. Los niños nos dividimos en equipos: EA, EB y EC (iban por ciclos). Uno del EC tuvo cojo… y robó armamento para todos. Los del EC teníamos nuestro escondite en el gimnasio y allí nos entrenábamos. Más que un colegio, era un campo de guerra. Juan era el jefe del EC. Juan y Daniel fueron armados al colegio, que eso era territorio del profesorado. Lo primero que hicieron fue coger unas cuantas botellas de insecticida y un mechero. Sólo era cuestión de química. Si encendías un mechero y apretabas el spray, ¡fuuu…Aaah!, profe que chamuscabas. Al que cogimos era Ángel, y le hicimos prisionero en el gimnasio. Lo metimos en el baño y lo dejamos con Sergio, también conocido como “Croqueta”. Era uno de la clase de Juan. Era fortachón y podía levantar a un profe y hacer un mate usándolo de balón. Dejamos al profe con Sergio en el baño y… No, no os voy a contar lo que pasó. Juan reunió a todos los grupos en su base e idearon un plan muy sencillo: A bombardear el colegio en 3:53. Y fueron al ataque, a destrozar cristales. Algún niño murió, al igual que algún profesor. Pasaron tres días pudiendo sobrevivir y sólo quedaban tres profes en el cole. Los niños pensaban que habían ganado la batalla… Hasta que llegaron los refuerzos de la guardería y sumaban trece profesores. Pero una chica, llamada Natalia, de la clase de Juan, llamó a su padre, que era policía, y vinieron los antidisturbios y rescataron a los niños. Muchos de ellos recibieron asistencia médica, condenaron a los profes a cadena perpetua, reformaron el cole y dieron clase nuevos profes. MIL Y UN DESEOS POR PREGUNTAR (Francisco Aja Segura) Tercer premio 5ºD Érase una vez un niño con el pelo rubio, ojos verdes y un bonito traje azul. Un día encontró una lámpara de aceite, de oro. Era muy bonita, pero estaba sucia. Aunque el niño no lo sabía era muy especial. A la mañana siguiente se puso a limpiar la lámpara. Entonces… ¡Puf! Apareció el genio de la lámpara (por eso dije lo de que la lámpara era especial). Entonces, ese mismo día, en el colegio, nuestro “prota”, que se llamaba Jaime, preguntó a sus amigos: - ¿Si tuvieseis tres deseos, cuáles serían? Todos contestaron con respuestas absurdas pues ellos no sabían que tenía un genio. Pasaron catorce días, un mes, dos meses, tres, cuatro y cinco… pero cuantos más deseos pensaba, más difícil le resultaba decidirse. Hizo una gran lista con mil y un deseos, pero no le convencía ninguno. Pero entonces, sin querer, por accidente, dijo: - ¡Desearía ir a otro país a por sugerencias! Entonces…¡Puf! El genio dijo: - Tus deseos son mis órdenes. Aparecieron ellos dos, Jaime y el genio, en Alemania. El chico, como no entendía el alemán (me refiero al idioma), pidió otra vez, por accidente: - ¡Desearía ser bilingüe, y saber los idiomas más importantes y útiles! Entonces aprendió español, chino y japonés, alemán e inglés y aun así no le gustaban las sugerencias de la gente y por última vez dijo: - ¡Deseo volver a casa! Entonces se le ocurrió un deseo y, cuando iba a decírselo al genio, el genio le respondió: - ¡Me marcho! Ya has agotado tus deseos. Jaime le respondió: - ¿Pero, qué dices?. - Eso te digo. –le respondió. Entonces el genio dijo: - El único deseo bueno fue el segundo. Me marcho y si quieres más deseos, vuelve a encontrarme. - Hasta dentro de mucho. –dijo el genio.