Has más y más rápido: Las consecuencias de la acelerada vida

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TENDENCIAS | LATERCERA | Sábado 3 de agosto de 2013
“No
importa cuán
rápidos seamos, la
proporción de
experiencias que
tenemos se reduce ante
las que nos perdemos”.
ARTMUT ROSA
profesor de la Universidad de
Jena
Vivir
la vida al
máximo se ha
vuelto el objetivo
central de nuestra era. A
la vez, este apetito por
cosas nuevas puede
no satisfacerse
nunca.
S
TEVE Ballmer no es Steve
Jobs. El presidente ejecutivo
de Microsoft no es considerado lo que se dice un filósofo.
Y aun así, en la reciente conferencia de desarrolladores
de la compañía, resumió perspicazmente
el lema de nuestros tiempos en un pertinente eslogan: “¡Más rápido! ¡Más rápido! ¡Más rápido!”
Ballmer puede haberse referido al desarrollo de nuevos productos o a la creación
de sistemas operativos aún más veloces,
pero la aceleración también se ha convertido en una meta universal en el mundo
moderno. Es más que un mero fenómeno
tecnológico, argumenta el sociólogo alemán Hartmut Rosa, profesor de la Universidad de Jena. Su ensayo “Beschleunigung und Entfremdung” (o “Aceleración
y Alienación”), publicado recientemente,
plantea que la aceleración es el elemento
central de la modernización y, consecuentemente, el concepto clave de nuestra era.
Rosa diferencia entre la aceleración mecánica, la aceleración del cambio social y
el ritmo acelerado de la vida cotidiana. El
proceso de aceleración mecánica comenzó en el siglo XIX junto con la industrialización. Y en términos del tiempo que se
requiere para cruzar el planeta, redujo
efectivamente su cantidad a un sexto de
su dimensión real.
Hoy en día la aceleración mecánica
afecta especialmente al sector digital.
Pero, paradójicamente, esto ha ido de la
mano con la aceleración en el ritmo de
vida. Aunque al reducir el tiempo requerido para llevar a cabo tareas, la aceleración mecánica pretendía otorgar más
tiempo a los individuos, Rosa escribe que
la sociedad moderna actual no disfruta
de este mayor tiempo libre; por el contrario: los individuos sufren de una escasez
crónica de tiempo.
La razón es nuestro deseo “de llevar a
cabo tantas opciones como sea posible de
la paleta infinita de posibilidades que la
vida nos presenta”, dice. Vivir la vida al
máximo se ha vuelto el objetivo central
de nuestra era. A la vez, este apetito por
cosas nuevas puede no satisfacerse nunca: “No importa cuán rápidos seamos, la
Has más y más rápido:
Las consecuencias
de la acelerada
vida moderna
¡Más rápido! ¡Más rápido! ¡Aún más rápido! La
revolución industrial debía dar más tiempo al ser
humano. Pero ha sido lo contrario. Un nuevo libro
describe cómo, al crear un ambiente de eficiencia,
también aceleró la vida, generó la necesidad de
constantes nuevas experiencias y, contra lo que se
pudiera pensar, la falta de tiempo.
TEXTO: Sebastian Hammelehle/Der Spiegel ILUSTRACION: Rafael Edwards
proporción de experiencias que tenemos
se reduce continuamente frente a aquellas que nos perdemos”. De acuerdo a
Rosa, como resultado, más y más personas sufren depresión y agotamiento.
Su definición de cambio social utiliza
un término que se origina del marxismo:
alienación. Pero las críticas de Rosa no se
dirigen contra las condiciones de la producción capitalista (a diferencia de las
críticas previas a la modernidad industrial, el foco de Rosa no es el trabajo),
sino contra la aceleración como metafenómeno resultante.
El libro de Rosa demuestra que este fenómeno se merece al menos tanta atención como la tan en boga expresión “globalización”, especialmente porque la
continua aceleración del cambio social
conduce también a un cambio en los valores, estilos de vida y relaciones.
Conflicto y conservadurismo
Para añadir algo al planteamiento de
Rosa, podría decirse que muchos conflictos modernos se originan en el hecho de
que algunas personas simplemente ya no
son capaces de entender el mundo en
toda su complejidad. El resultado es un
avance del conservadurismo, lo que se
manifiesta de distintas formas. A veces se
expresa en el tipo de violencia que ha sacudido al mundo islámico. Otras veces es
dogmático, como puede verse en partes
de Estados Unidos. O se revela en el deseo de recuperarse tras los rápidos cambios sociales, tecnológicos y económicos.
En Alemania, ha contribuido a la muy citada idea de una “nueva era Biedermeier”
bajo Angela Merkel (lo que alude a un período en la primera mitad del siglo XIX
marcado por una vuelta a la esfera doméstica y lejos de los asuntos políticos).
El fenómeno tiene serias implicancias
para las sociedades democráticas, escribe
Rosa. El proceso de formación política se
vuelve más tedioso a medida que los grupos sociales son más heterogéneos. Por lo
mismo, la política difícilmente puede establecer el ritmo de cambio que la sociedad espera. Y se queda sólo con la tarea
de domesticar sus efectos.
Insomnio y ansiedad
En comparación con el ámbito de la economía, donde los mercados financieros
han sido expuestos a una drástica aceleración, la política parece ser más estática
(defecto que fue incesantemente criticado por los líderes de opinión en el momento más álgido del neoliberalismo).
Debido a que la sociedad avanza a un
ritmo todavía más rápido, las decisiones
políticas también deben hacerse más rápidas. De acuerdo a Rosa, el resultado es
evidente. Pero esto ya no es válido. Cada
vez más son el resentimiento o las corazonadas irracionales los que dan la pauta.
Con este telón de fondo, no es muy sorprendente que estrellas mediáticas como
Arnold Schwarzenegger puedan lograr
influencia política, o que el factor de seguridad de los políticos a menudo pese
más que sus políticas. En Alemania, el
repentino ascenso del ahora caído en
desgracia ministro de Defensa, KarlTheodor zu Guttenberg, parece ajustarse
a esta narrativa, aunque él no es mencionado en el libro de Rosa.
Dado que el populismo de los políticos
no es un fenómeno sólo del presente, sino
parte de la historia mundial, la tesis de
Rosa parece por momentos exagerada. Lo
mismo su planteamiento de que en el
acelerado mundo occidental más gente
sufre de insomnio y ansiedad en comparación con Corea del Norte o Irak bajo
Saddam Hussein (una afirmación para la
cual Rosa falla en citar alguna evidencia).
El ensayo de Rosa culmina con la poderosa afirmación de que la aceleración es
una nueva y abstracta forma de totalitarismo. En el siglo XVII, el filósofo Thomas Hobbes usó la metáfora de Leviatán
para describir al Estado como un monstruo todopoderoso. En el texto de Rosa, la
aceleración en todas sus manifestaciones
se ha vuelto el nuevo Leviatán.
Pero Rosa no sugiere cómo domesticar
al monstruo. Reconoce que: “Por el momento, ni siquiera tengo un esbozo rápido sobre cómo lograrlo”.T
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