UNIVERSIDAD DE CHILE – INSTITUTO DE LA COMUNICACIÓN E IMAGEN ESCUELA DE CINE Y TELEVISIÓN Oscar Garaycochea TALLER INICIAL (primer semestre 2007) Cap. 1 La creatividad del equipo audiovisual Creatividad artística e individuo Hay actividades en las que no importa demasiado quién las realice, porque el resultado suele ser el mismo, dado que existen normas, protocolos, convenciones que son aplicadas por todos. El arte, en cambio, es uno de esos raros ámbitos de la cultura humana en los que resulta muy evidente el aporte (grande o pequeño) de cada uno de los implicados en el proceso de producción. Si el director de cine polaco Andrzej Munk muere de un infarto, durante la producción de Pasazerka (en la foto), los productores deciden que el filme se exhiba inconcluso, tal como la estatua de la Venus de Milo se exhibe con todos los daños que introdujo el tiempo, desde que su autor la dio por concluida. El arte parece estar ligado de tal modo a la subjetividad de aquellos que lo producen, que bastaría una mínima alteración emocional del artista para que todo adquiera otra forma o se frustre. El productor David Selznick, en cambio, no duda en conducir personalmente la selección de la actriz protagonista de Gone with the Wind (1939) y cambiar al director George Cukor por Victor Fleming, o encomendarle a Sam Wood material adicional, cuando no le satisface el resultado, porque de acuerdo a su concepción de la creatividad, todo depende de él y tan solo delega en otros la responsabilidad de dar forma a sus ideas. Para escribir un poema, lo más probable es que se requiera tan solo el trabajo de una persona que encuentra el tema, busca las palabras, las combina en su imaginación y las anota. Escribir poemas entre varios autores que ni siquiera se preocupan de coordinar sus aportes, fue uno de los desafíos planteados por el surrealismo a la concepción rutinaria del trabajo artístico (el denominado “cadáver exquisito”) y tiene el carácter de un juego, porque nadie se lo plantea como forma razonable de escribir poemas dotados de alguna coherencia. Para escribir una canción, en cambio, las habilidades que requiere la composición de la música y la escritura de la letra pueden ser demasiadas para una sola persona, por lo que suelen reunirse dos o más para completar la tarea. Si se trata de elaborar un dibujo o una pintura de tamaño reducido, un solo artista se las compone para escoger el tema, efectuar bocetos preliminares y ejecutar la obra sin la ayuda de nadie más, pero la situación cambia cuando se trata de realizar obras de enorme tamaño, como le sucedió a Michelangelo Buonarotti, Veronese, Tiziano, Rubens o los 1 muralistas mexicanos Rivera, Siquieros y Orozco. Todos ellos recurrieron a ayudantes que se encargaban de preparar los colores, pintar los fondos o las figuras secundarias. Las modalidades creativas de las artes escénicas, entre las cuales se hallan el cine y la televisión, vuelven poco menos que imposible una producción individual. Hay actores que montan sus espectáculos unipersonales, pero rara vez escriben los textos que interpretan, ni suelen dirigirse a sí mismos, ni tampoco se iluminan y maquillan solos. La bailarina Isadora Duncan ejecutaba sus propias coreografías y a veces se encargaba también de la percusión, tal como hay actores que interpretan monodramas (por ejemplo La Voix Humaine de Jean Cocteau), en un esfuerzo por controlar todos los aspectos expresivos, pero lo habitual de las artes escénicas es la colaboración entre actores, autores, directores, escenógrafos, iluminadores, tramoyistas, etc. Allí donde otras disciplinas artísticas suponen la existencia de un productor aislado, que manipula en soledad su materia expresiva durante la mayor parte del proceso creativo, facilitando de ese modo su control personal sobre la actividad que realiza, en el campo de los medios audiovisuales tal aislamiento es poco menos que impensable. En el cine puede darse muy de vez en cuando el caso de Norman McLaren (en la foto) y Len Lye, que en los años ´40 elaboraron Begone Dull Care (en la foto) y otros cortos de animación realizados sin cámara, dibujados y sonorizados a mano, directamente sobre la película, en un proceso que no requería de colaboradores, ni mucha planificación previa. Esos filmes tan personales nacen de un artista que trabaja sin la interferencia ni la colaboración de nadie más. El documental es otro ámbito de los medios audiovisuales en el que el tamaño del equipo productor se reduce al máximo. Lo habitual es un equipo de tres o cuatro personas, cada una de las cuales cumple varias funciones. El director puede ser también camarógrafo o productor, el camarógrafo puede hacer también sonido, el sonidista puede encargarse de la producción, etc. Hay documentalistas como Ross McElween, el responsable de largometrajes tales como Sherman´s March y Bright leaves, Frederick Wiseman o Raymond Depardon (en la foto) que operan ellos mismos la cámara, graban el sonido sincrónico, efectúan las entrevistas, escriben y leen la narración, editan sus filmes, sin otra colaboración que aquella de los entrevistados y el laboratorio encargado de procesar el material. La producción audiovisual que se destina a las grandes audiencias, nace en otras condiciones, como producto del esfuerzo conjunto de grupos de especialistas altamente calificados. Decenas de colaboradores se requieren para elaborar un filme comercial o el capítulo de una serie de 2 televisión. Para evitar que unos estorben a los otros o que el encuentro devenga en discusiones improductivas, que se traducen en pérdida de tiempo y lucha por el poder, se establece una división del trabajo que otorga a cada uno alguna función específica y se exige que todos respeten esos límites. Cuando eso no sucede, se expulsa a los infractores y se los reemplaza por otros especialistas mejor dispuestos a someterse a una disciplina que ha tomado forma con el tiempo y desde hace generaciones mantiene las mismas características. En el cine y la televisión, la necesidad de colaborar, de apoyarse en el trabajo de otros para obtener un producto de alta calidad, se vuelve cada vez más apremiante. El director de fotografía Néstor Almendros (en la foto), se encuentra junto a la cámara y mantiene una mano apoyada en el trípode, probablemente ha dispuesto y medido la luz, quizás ha decidido el encuadre, pero es otro técnico quien opera la cámara, y otro quien ha instalado el trípode y fijado el nivel, quien se encarga del enfoque, etc. A veces el equipo de cine es reducido, porque no se dispone de recursos para pagar a toda la gente que hace falta para encargarse de todas las tareas. Orson Welles filma Othello en esas condiciones precarias, yendo de Italia a Marruecos y Chipre para aprovechar los interiores y exteriores, financiando la producción con su salario de actor en otros filmes, por lo que se presenta a la vez como protagonista, guionista, director, productor, montajista, etc. Pero también ocurre que un equipo profesional de cine se reduce al mínimo en ciertos momentos, para facilitar el trabajo. El equipo de los hermanos Joel y Ethan Coen, durante el registro de una escena de Barton Fink (en la foto), que ocurre en un escenario real de pequeñas dimensiones, queda reducido a ellos dos, el actor y el camarógrafo. Los otros colaboradores esperan fuera, para no estorbar. Hay directores que toman la cámara para definir el encuadre, durante los ensayos de una escena, como hace Francis Ford Coppola, que ha trabajado con fotógrafos tan experimentados como Gordon Willis o Vittorio Storaro, en quienes cualquiera supone que él debería confiar ciegamente, así como hay otros directores que ni siquiera sueltan la cámara durante la filmación, como hacen Mike Figgis (uno de los cuatro fotógrafos que registran las acciones simultáneas de Time Code), Steven Soderbergh (en la foto) o Lars von Trier, porque afirman de ese modo el propósito de ubicarse lo más cerca posible de los actores, evitando intermediarios, aunque la imagen que resulta no sea tan perfecto como se espera de un camarógrafo profesional. 3 En torno a la cámara ocurren varios de los rituales creativos más frecuentes de los medios audiovisuales. Los actores le muestran a la cámara su trabajo. El sonidista busca la posición más adecuada para registrar el diálogo sin aparecer en el encuadre. El director Rainer Werner Fassbinder (en la foto) observa la puesta en escena desde un punto de vista próximo al de la cámara y establece con un par de dedos un encuadre similar al que debe registrar la cámara, mientras el camarógrafo tiene un ojo puesto en el visor, el otro ojo entrecerrado y las manos preparadas para mover la cámara. A un lado, uno de los asistentes controla el Zoom, mientras que otro se encarga del foco. Esta minuciosa división del trabajo de cuatro personas o más, ubicas en un espacio muy reducido no es fácil de percibir para los espectadores del filme concluido, cuando solo se destaca el aporte de aquellos que muestra la pantalla, los actores. El equipo se pliega al punto de vista del director, lo ayuda a darle forma a su obra, como se advierte en la filmación a poca altura del suelo, típica de Yasujiro Ozu (en la foto), pero ese privilegio aparente, que deslumbra a quienes no lo han experimentado y lo imaginan como la forma ideal de realizar todas las fantasías, incluye como contrapeso la obligación de tomar un sinnúmero de decisiones que pueden ser nefastas, durante un proceso que nunca dispone de tiempo suficiente para meditarlas. Una película es algo muy diferente a una pieza de teatro representada o vivida bajo el lente de la cámara. (...) Es una gran empresa que pone en movimiento un personal numeroso, aún para registrar una breve escena que interpretan dos únicos personajes. (Sadoul: 1951, pag. 59) Como el equipo de producción incluye a tantos profesionales, que durante la elaboración de un filme o un programa de TV se encuentran sometidos a circunstancias imprevisibles, gran parte de ellas conflictivas, y plazos perentorios para ofrecer resultados óptimos, se vuelve necesario regular los intercambios que se entablan entre ellos, para evitar que la creatividad de unos derive en censura o diálogo de sordos. • El sonidista no debe aparecer en la imagen, por lo que se subordina al encuadre que arma el camarógrafo y el trabajo de los actores, pero también el diálogo escrito por el guionista, cuando instala sus micrófonos. • Los actores, cuando arman sus personajes, se apoyan en el vestuarista y el maquillador por un lado, en el director y el guionista que les indica lo que deben decir y hacer por el otro, en los otros actores que participan en esa misma escena, en la imagen que el público tiene de ellos por otros filmes que han hecho, etc. • El camarógrafo depende del iluminador que decide el diafragma que se habrá de utilizar, del director que establece el encuadre o fija el lugar de la cámara pero deja al camarógrafo en libertad de decidirlo provisoriamente el encuadre, para revisarlo 4 • • después; depende de la distancia y movimiento de los actores que tiene frente a la cámara, del decorado construido o elegido por el escenógrafo, del vestuario, del asistente que se ocupa del foco, del zoom o el carro sobre el cual se encuentra instalada la cámara, del productor que le otorga el tiempo suficiente o no para hacer su trabajo a cabalidad, etc. El guionista es uno de los primeros en manifestar su creatividad y por eso depende del productor que le encarga o acepta su texto, del director que lo desglosa para organizar la puesta en escena, de los actores que encarnan a los personajes, de las convenciones dramáticas a las que se encuentra acostumbrada su audiencia. El director depende del aporte de todos los que forman su equipo y responden a sus órdenes (si el camarógrafo o el sonidista o un actor no están satisfechos con el resultado de una toma, pueden exigir del director que se repita). Aunque tiene tanto poder, él depende de las órdenes del productor que le organiza su trabajo y le otorga el tiempo y los medios para realizarlo. Territorios del equipo audiovisual Para formar parte del grupo que elabora un filme o un programa de TV, no solo hay que saber hacer muy bien las tareas distintas y complejas que requiere el proceso, sino que también se necesita conocer el territorio de cada uno de los implicados, para evitar las interferencias, insubordinaciones y ofensas que pueden arruinar el trabajo de todos. La producción audiovisual requiere la colaboración de un equipo técnico generalmente numeroso, que actúa de acuerdo a reglas que apenas varían cuando se pasa de un proyecto al otro, de un país a otro, de los productos comerciales a los que tienen pretensiones artísticas. Cuando Georges Sadoul describe una filmación de fines de los años ´30 en Francia, la situación es tan parecida a la actual, que termina revelándose como una estructura que desafía el paso del tiempo. Jean Renoir [en la foto] (...) mira a los actores ensayar y repetir varias veces la corta escena que no dura más de un minuto. Hace algunas observaciones. Se repite el ensayo, combinándolo esta vez con el movimiento de los aparatos. El realizador está rodeado de su estado mayor. Todas las luces están encendidas. Dos maquinistas empujan el carro sobre sus rieles, y el aparato sigue en su marcha a Carette que se dirige hacia [Marcel] Dalio. Encogido sobre un alto asiento, con el ojo pegado al visor, el fotógrafo Lemare verifica el encuadre de las figuras. (...) Se repiten dos o tres veces estos movimientos de cámara y de micrófono. El operador (...) se declara satisfecho. “Listo el sonido”, grita el ingeniero de Bretagne desde su cabina. Jean Renoir se decide y pronuncia el fatídico; “¡Silencio, cámara!”. Otras voces gritan tras él: “¡Silencio! ¡Luces! ¡Motores!”. Las cincuenta personas que se halla en el estudio contienen la respiración. (...) Los dos hombres hablan un minuto apenas. Durante ese tiempo, la cámara sobre su carro y el micrófono en el extremo de la pértiga que lo sostiene, ejecutan una especie de danza alrededor de los actores. (Sadoul: 1951, pag. 57) 5 A comienzos de los años ´60, el actor, guionista y director Jerry Lewis (en la foto) se convirtió en pionero del empleo del video tape y los monitores de video durante las filmaciones. Gracias al video, Lewis descubrió que podía improvisar una escena delante de la cámara, para revisarla a continuación, detrás de la cámara, con el objeto de efectuar ajustes y decidir de inmediato el registro de otra versión o darla por aceptada y pasar a otra cosa. Atrás quedaba la obligación de esperar un día (o más) los resultados del revelado de negativos y copiado del material registrado, para que solo entonces el director y sus colaboradores pudieran verificar el resultado de su trabajo. Esa incertidumbre que atormentaba a quienes se dedicaban al cine, es perceptible en el método de trabajo de alguien tan creativo como Charles Chaplin (en la foto). Nunca se sentía demasiado seguro de lo que estaba haciendo, y eso lo llevaba a repetir decenas de veces cada plano y variar obsesivamente cada escena, durante días o semanas enteras (como ha demostrado The Unknown Chaplin, el documental de David Brownlow que examina los rushes de sus filmes en el mismo orden en que se filmaron). Un director que por cualquier motivo no confía en su creatividad, pero que al mismo tiempo se encuentra dotado de suficiente poder para hacerse oír y obedecer por todos aquellos que están subordinados a él, es alguien que vive el proceso creador en un estado de constante irritación, y no es raro que traslade sus conflictos al resto del equipo. La función que le corresponde en el equipo exige lo contrario, que mantenga la serenidad de quienes lo rodean y tienen como referencia, que sea el árbitro de los conflictos ajenos. Hay que tener muy claro cómo obtener la paciencia y el tesón para ir guiando a un actor y evitar que se sienta inseguro y saber que se va a caer. (González Iñárritu: 2006) Entre los miembros del equipo audiovisual que se ven obligados a convivir durante meses, en largas jornadas de trabajo, enfrentan un sinnúmero de situaciones difíciles que resuelven entre todos, apoyándose unos a otros. No es raro que se entablen relaciones muy firmes de amistad o enemistad, que los llevan a continuar trabajando juntos o separarse para siempre, apenas cumplido el contrato. Directores como Kenji Mizoguchi, Yasujiro Ozu, John Ford o Francis Ford Coppola (en la foto), establecen relaciones duraderas con sus colaboradores. Francis me presentó a su director de fotografía, Vittorio Storaro. (...) Conocimos también a su operador de cámara, Enrico; a su jefe de utilería, Alfredo; al hijo de Alfredo, Mauro, ayudante de cámara, y a su hermano, 6 Mario; al técnico de iluminador, Luciano; y quizás una docena de personas más que no hablaban inglés. Parecían una familia. Vittorio nos dijo que habían trabajado con él en Il Conformista, L´ultimo tango a Parigi y Novecento. (Coppola: 2002, pag. 24) Conflictos del equipo audiovisual Entre 1907 y 1909, el director de cine comenzó a definirse en la industria del cine norteamericano como el factor dominante de la producción, siguiendo un esquema que provenía del teatro comercial de Broadway. Antes de eso, los camarógrafos habían controlado todo el proceso. Poco después se impusieron los productores, en una situación que se ha prolongado sin grandes modificaciones hasta la actualidad. La crítica europea de mediados del siglo XX, difunde la noción de un “autor” cinematográfico (una personalidad capaz de imponer su estilo sobre la multitud de aportes del equipo audiovisual). Se descubre esa marca de identificación en filmes de Alfred Hitchcock, Howard Hawks, Fritz Lang, Roberto Rossellini, Jean Renoir, Kenji Mizoguchi o Akira Kurosawa, escritos por guionistas profesionales y montados por los productores. El cineasta no es necesariamente un escritor. Aunque creo que nada es más importante en la fabricación de una película que un buen guión, nunca he sido hombre de letras. En casi todas mis películas (menos cuatro) he necesitado un escritor, un guionista, para ayudarme a poner en negro sobre blanco el argumento y los diálogos. Eso no significa que ese colaborador sea un simple secretario encargado de registrar lo que yo digo. Al contrario. Tiene el derecho y el deber de discutir mis ideas y proponer las suyas, aunque sea yo (…) quien debe decidir. (Buñuel: 1982, pag. 236) ¿Qué pasa cuando se observa el mismo proceso desde la perspectiva del escritor? [Buñuel y yo] nos vemos unas seis horas al día -tres en la mañana y tres por la tardedurante las cuales charlamos y cambiamos ideas. Después, cuando vuelvo a mi habitación, escribo los diálogos según lo que hemos hablado. Al día siguiente lee mi trabajo, lo discutimos y se corrige. (...) En el fuego de la discusión, la parte de Buñuel, por supuesto, es muy superior a la mía. Lo que le caracteriza es una imaginación fantástica que puede presentar en un minuto diez imágenes arrolladoras, entre las cuales no más que elegir. Las posibilidades que él me propone yo la dirijo y las pongo en orden. (Carriére: 1995, pag. 22) En el cine de Hollywood, el rol del director se encontraba restringido al registro audiovisual de la puesta en escena. Debido a las limitaciones muy precisas establecidos por los contratos, él no podía elegir los actores, ni menos aún intervenir en el proceso de escritura del guión. Tampoco decidía el montaje final de su obra. El control de todas esas instancias quedaba reservado al productor, una situación irritante para los directores que se veían obligados a aceptarla por los convenios de entonces. Pedimos que se deje a los directores leer el guión de la película que han de realizar y ensamblarla en un primer montaje, antes de su presentación a los directores del estudio. (…) Puede decirse que el 80% de los directores actuales ruedan las escenas exactamente como se les ordena, sin introducir en ellas alteración alguna, y que al 90% no se les deja opinar sobre el guión, ni sobre el montaje. (Capra: 1939) Sin duda, hubo guionistas con los que algunos directores establecieron alianzas fructíferas e incluso duraderas. Tal fue el caso de Frank Capra y Robert Riskin, el de Vittorio De Sica y Cesare Zavattini, el de Sergei M. Eisenstein y Gregory Alexandrov, el de 7 Luchino Visconti y Suso Cecchi D’Amico, el de John Ford y Dudley Nichols, el de Fritz Lang y Thea von Harbou, el de George Cukor y Donald Odgen Stewart, el de Viktor Sjöstrom con Hjalmar Bergman y Selma Lagerloff, el de Luis Buñuel con Luis Alcoriza en México y luego con Jean-Claude Carriére en Francia, el de Michelangelo Antonioni con Ennio Flaianno y Tonino Guerra, el de Akira Kurosawa con Ryuzo Kikushima algunas veces, y con Hideo Oguni en otras, pero también con ambos reunidos; el de François Truffaut con Suzanne Schiffmann, el de Gérard Brach y Roman Polanski durante cuatro décadas, el de Costa Gavras con Franco Solinas, el de Wim Wenders con Peter Handke, el de Krzystof Kieslowski con Krzystof Piesiewicz. Una colaboración similar ocurría entre directores y fotógrafos encargados de darle una visualidad a sus ideas. Por ejemplo, la prolongada colaboración entre Serguei M.Eisenstein y Eduard Tysse, entre John Ford y Gregg Toland, , entre el Indio Fernández y Gabriel Figueroa, entre Rainer Werner Fassbinder y Michael Ballhaus, pero también entre Martín Scorsese y Ballhaus, entre Woody Allen y Gordon Willis primero, luego Allen y Carlo Di Palma, entre Gordon Willis y Francis Ford Coppola, entre Bernardo Bertolucci y Vicente Storaro; entre Coppola y Storaro, entre Ingmar Bergman y Sven Nykvist (en la foto)etc.. Más fácil de percibir aún para la audiencia, es la relación que establece el director con los actores. John Ford trabajó durante años con los mismos actores principales y secundarios. Kenji Mizoguchi, Jean Renoir, Akira Kurosawa, Ingmar Bergman y Rainer Werner Fassbinder también. John Huston volvía a trabajar una vez y otra con Humphrey Bogart, lo mismo que Joseph Losey hacía con Dick Bogarde o Luchino Visconti con Helmut Berger o Pier Paolo Pasolini con Ninetto Davoli y Sergio Citti. Michelangelo Antonioni dirigió una serie de filmes con Monica Vitti, lo mismo que Roberto Rosselini con Ingrid Bergman, y mucho antes David Wrk Griffith con Lilan Gish o Joseph von Sternberg con Marlene Dietrich. Si existen relaciones al parecer tan favorables para la creatividad, también hay otras, indudablemente conflictivas que no alientan a repetirlas: En algunas de las conversaciones que sostuve con Tennessee Williams, mientras trabajábamos en un guión suyo (…) estuve batallando con él (…) para que hiciera el mayor número posible de supresiones (...). Quité cuarenta páginas del guión, pero (…) me costó mucho trabajo que lo aceptara (...). Cuando le sugería cambiar una frase de tres o cuatro líneas por una palabra lo único que hacía falta- me contestaba: “¿Y ya se entenderá?”. (Losey: 1971, pag. 117) Las diferencias entre dos colaboradores tan directos como director y guionista, pueden ser parte de un proceso de ajuste que requiere tiempo para normalizarse, mientras se coordinan sus visiones del proyecto, con el objeto de otorgarle coherencia a la obra, como cuenta Losey de su relación con el dramaturgo Harold Pinter.. Con Pinter tuve varias discusiones a lo largo de los años y cuando por fin nos reunimos para trabajar en The Servant, tenía ya escrito un guión que me pareció (…) imposible de rodar, pero que contenía varias escenas que pasaron a la pantalla tal cual estaban. Le entregué una larga lista de modificaciones que le enfurecieron, y nuestra primera sesión de trabajo resultó casi desastrosa. Me dijo que no estaba acostumbrado a que le enmendaran la plana de aquella manera 8 (…) pero vino a verme la maña siguiente, yo rompí las correcciones, y empezamos sin más rodeos el guión. Desde entonces, no hemos tenido la más mínima dificultad. Con Harold, ahora es cuestión de que discutamos detalladamente lo que se trata de conseguir; luego escribe una primera versión, que yo le comento, y que vuelve a rehacer. A partir de ahí pueden surgir o no pequeñas modificaciones durante el rodaje, aunque lo normal es que no. Puedo pedir que se añada algo, o cambiar un pequeño detalle de una escena: suele asistir con frecuencia a los rodajes. (Losey: 1971, pag. 135) Cuando la colaboración ocurre sin tropiezos, algunos directores suelen describirla con colores idílicos (míticos), según Silvio Caiozzi (en la foto): [En La Luna en el Espejo ] había una idea [de José Donoso] de pocas páginas, que no era ni siquiera un cuento, y eso se tradujo directamente a guión cinematográfico hecho por ambos. En ningún momento se produjo conflicto entre los dos. (…). Fue una hermosa experiencia. Y muy rápida, además; fueron tres horas diarias durante cuatro semanas. Iba todos los días a su casa y nos encerrábamos en el último piso. Los dos comentábamos, imaginábamos secuencias y después de que estábamos de acuerdo y seguros de lo que queríamos, él se concentraba un poquito y comenzaba a escribir los diálogos. Y la verdad es que lo hacía como ametralladora. (Caiozzi: 1990) Otros directores reclaman el aporte de varios guionistas. Algunos cambian de guionista en cada filme, como ha hecho Alain Resnais y sus breves colaboraciones con escritores tan valiosos y opuestos como Marguerite Duras (Hiroshima mon amour), Alain Robbe-Grillet (L´Anné derniére á Marienbad), Jean Cayrol (Nuit et Brouillard y Muriel), Jorge Semprun (La Guerre est finie), Jacques Sternberg (Je t´aime, je t´aime), Jean Gruault (Mon Once d´Amerique y La Vie est un roman), David Mercer (I Want to Go Home), Agnés Jaoui y Pierre Bacri (Smoking / No Smoking y On connait la chanson), etc., como si el desarrollo de la carrera de un director le exigiera no atarse a la poética de ningún guionista. Junto a eso, hay directores que necesitan los aportes de varios escritores para un filme (Federico Fellini o Alfred Hitchcock). En el cine de Hollywood es frecuente convocar a varios guionistas responsables de partes de la escritura total (hay especialistas en escenas de acción, toques de humor verbal, situaciones con niños, etc.), pero la responsabilidad del conjunto le corresponde al director. André Bazin lo describió a comienzos de los años ´50: Casi todos los títulos (…) de los filmes italianos incluyen en el apartado “guión” una decena de nombres. No es necesario tomar demasiado en serio tan imponente colaboración. Tiene como fin dar al productor una seguridad política bastante ingenua: en ese apartado se encuentran regularmente el nombre de un demócrata-cristiano y un comunista. (…) El tercer co-guionista suele saber cómo construir una historia. El cuarto inventa los gags. El quinto escribe buenos diálogos. El sexto tiene sentido de la vida, etc. (…) La concepción del guión italiano se acomoda bien con esta paternidad colectiva en donde cada uno aporta sus ideas, sin que el director se sienta finalmente obligado a seguirlas. (Bazin: 1990, pag. 305) De la multitud de escritores y consultores que intervienen, sólo son mencionados aquellos cuyo aporte supera cierto porcentaje del producto final. Resulta más raro el caso de guionistas cuya impronta logra ser advertida a través de los diferentes directores con los que colabora (sucede con los textos de Rafael Azcona (en la foto) que dieron origen a los filmes de 9 Marco Ferreri, Carlos Saura, Luis García Berlanga y Fernando Trueba), cuya único elemento en común es la exploración de la comedia. En la actualidad pasa lo mismo con los guiones de Charlie Kauffman para filmes de Spike Jonze o Michel Gondry. Ingmar Bergman (en la foto) es uno de los primeros directores que a partir de los años ´40 se manifiesta como guionista de todos sus filmes. El guión es algunas veces menos y otras veces más que un esbozo del filme cuidadosamente traducido en palabras y sin embargo insuficiente para prever todos los detalles. El texto que cumple la función de guión, no pretende incluir todos los elementos de la puesta en escena, el encuadre, el trabajo con los actores y el montaje. Se trata de un esbozo incompleto, que sin embargo define las características del filme en la imaginación de los colaboradores Responsabilidades en el equipo audiovisual En la actualidad el equipamiento audiovisual es más liviano que en la época de Renoir, con toda seguridad hay monitores de video mediante los cuales gran parte del equipo puede ver lo que está encuadrando el camarógrafo, sin necesidad de esperar que el negativo se revele y copie para ser visto (un proceso que permitía analizar lo hecho, en el mejor de los casos, un día más tarde). • El director de cine o televisión es quien coordina desde un punto de vista conceptual, los aportes multidisciplinarios del equipo de especialistas que lo secunda. El es quien asigna tareas concretas y evalúa en cada momento los logros o errores de cada uno de sus colaboradores. Durante el registro de la puesta en escena, ordena “Acción” a los actores y da el “Corte” y eventualmente “Se copia”. En el esquema clásico de Hollywood, el director no estaba presente en la etapa de escritura del guión, ni tampoco en el casting, ni mucho menos en el montaje del filme, que eran consideradas responsabilidades del productor. Fuera de ese esquema, el director participa activamente en todas las instancias de la producción audiovisual. Las visiones del oficio que suministran los mismos directores, varían de lo idílico a la pesadilla: [El director] trabaja con cada especialista y extiende su mirada sobre todo. (...) Antes de iniciar el rodaje, explica al decorador la atmósfera de su película, revisa las maquetas, aprueba los bocetos, estudia con el fotógrafo la mejor manera de iluminar una escena dramática, escoge sus intérpretes, llama al modisto, examina los modelos... Colaborará después con el músico... (Jacque: 1951, pag. 110) El director debe aceptar la culpa de todo. Si el guión es pésimo, él debió haber trabajado más con los escritores o consigo mismo antes de filmar. Si el actor falla, ¡el director falló! O se equivocó al escogerlo. Si el trabajo de cámara es pobre, ¿de quién fue la idea de contratar a ese fotógrafo? ¿O de escoger estas locaciones?. Aún de un vestido (...). Los decorados. La música, aún los asistentes: si no los quiere, ¿por qué no les grita más fuerte? (Kazan: 1997) Filmar una película representa días de trabajo inhumanamente incesante, agarrotamiento de las articulaciones, los ojos llenos de polvo, olores a maquillaje, sudor y luces, una serie indefinida de tensiones y relajaciones, una batalla ininterrumpida entre lo que se quiere y el deber, entre visión y realidad, conciencia y pereza. Pienso en las levantadas temprano, en las noches sin 10 dormir, (...) en una especie de fanatismo centrado en una sola tarea, en virtud del cual yo mismo me convierto, finalmente, en parte integral del film. (Bergman: 1997) Un director tiene que convencer a un buen número de personas de que lo sigan y trabajen con él. (...) Es imposible decir lo que va a ocurrir del momento en que se inicia la producción, al momento en que ésta termina. El director debe ser capaz de responder a cualquier situación, y debe tener la capacidad de liderazgo para hacer que todo el personal se adecue a sus respuestas. (Kurosawa: 1997) • El productor: es el responsable de suministrar los medios materiales que permiten llevar a cabo el proyecto audiovisual. Gestiona el capital que requiere el proyecto, obtiene el equipamiento sin el cual no podría elaborarse el producto, reúne a los especialistas del equipo técnico, organiza el tiempo del trabajo, cita a los responsables. [En el cine de Hollywood] la elaboración del manuscrito [del guión], la elección del tema, de los artistas,, (...) todo ese trabajo (...) ha sido hecho por el productor, y el director no ha sido tomado en cuenta para nada. (Sadoul: 1952: pag. 100) • El guionista: escribe el texto que habrá de ordenar el proceso de producción, conectado con el director y el productor. En muchas oportunidades, es convocado para darle forma coherente a las intuiciones del director o el productor. Considera las posibilidades y limitaciones de los actores para adecuar los personajes. Sirve de consultor durante el proceso de registro de la puesta en escena y cuando se verifican cambios del proyecto original o las improvisaciones de los actores (como hizo el director Roberto Rossellini con Vitaliano Brancati, durante la filmación de Viaggio in Italia). Las relaciones entre guionistas y directores suele ser conflictiva: Cada vez tengo más presente que [el director Stanley Kubrick] ha construido su infalibilidad en torno a una incapacidad premeditada para tomar en consideración ideas que podrían exigir replantearse las suyas. Depende habilidades que envidia, de las que se siente celoso, y eso lo coloca en la situación habitual de los directores que no escriben- (Raphael: 1999, pag. 149) • El director de fotografía se responsabiliza de la elaboración de imágenes. Sus funciones varían de acuerdo al género audiovisual que encare y los acuerdos sindicales. En ciertos momentos, cede la cámara al director, que puede fijar el encuadre y de ese modo lo obliga a respetarlo, como se ve en la filmación de François Truffaut y Néstor Almendros (el foto). En el caso del documental, se encarga de la cámara, puede decidir el encuadre por sí mismo y debe ser capaz de improvisar constantemente, sin consultar al director. Cuando se trata de ficciones, la preparación de las luces (secundado por un equipo de electricistas) y la elección del diafragma quedan a su cargo.. Otras veces, él se encarga de las luces y opera la cámara. Orson Welles cuenta que al comenzar la filmación de Citizen Kane (en la foto), llegaba del teatro, carecía de experiencia cinematográfica y suponía que tal como en teatro, era 11 responsabilidad del director poner las luces. Gregg Toland lo dejó hacer durante cuatro días y el material registrado se encuentra en el filme. En el documental, el director de fotografía suele ser único responsable de la cámara. En la ficción tiene dos o más ayudantes. El primer ayudante es quien se encarga de medir las distancias, manejar el foco y el zoom. El segundo asistente es quien coloca el trípode, establece el nivel del trípode, se encarga de cargar la cámara, etc. Voy al set por la mañana y no permito que los actores entren. [El director de fotografía] Carlo di Palma y yo [Woody Allen] solucionamos la situación y decidimos la forma en que escenificaremos la secuencia. Luego él efectúa la iluminación general. Entonces hago venir a los actores y les muestro dónde quiero que caminen. Nunca trabajo con actores que cuestionen esas decisiones. (...) Y finalmente, después de un largo rato, tenemos lista la escena. Entonces la filmamos y nos echamos de un solo tiro un montón de páginas. (Allen: 1997) • • • • • El sonidista registra los diálogos y el resto de los sonidos que requiere el guión. Se preocupa de no interferir en el trabajo de la cámara. En los documentales es probable que trabaje solo y a veces sus funciones son cubiertas por el mismo camarógrafo. En el cine de ficción, en cambio, no está solo; dispone un ayudante que se encarga de poner el micrófono donde conviene para efectuar el registro, Cuando percibe algún problema, debe comunicarlo inmediatamente al director y solicitar otra toma El montajista es quien se encarga de ordenar, seleccionar y combinar los fragmentos de imágenes y sonidos que produce el equipo audiovisual. Realiza su tarea a medida que le entregan el material registrado. En el sistema clásico de Hollywood, el montajista efectuaba su trabajo sin consultar al director, dependiendo de las órdenes del productor. Los actores son quienes se ocupan de dar vida a los personajes definidos en el guión. Pueden ser intérpretes profesionales y no profesionales (como se utilizó en el cine soviético de los años ´20 o el neorrealismo italiano de los ´40). Son seleccionados por el director y el productor durante sesiones de casting y ensayos previos al registro audiovisual. En ciertos casos, el guión se rescribe o la puesta en escena se ajusta a sus cuerpos, sus voces y su capacidad histriónica. Desde los años ´20, en Hollywood se impone un star system que otorga a los actores un peso decisivo en el atractivo que el filme tiene para la audiencia masiva. Por eso se los privilegia en la publicidad, en desmedro de los otros integrantes del equipo productor. Durante la filmación, se subordinan a las órdenes del director, el camarógrafo y el sonidista, deben repetir la misma escena hasta satisfacer los estándares de calidad de esos integrantes del equipo, pero también se les concede la oportunidad de ejecutar variantes de la interpretación solicitada. Piden retomas, cuando su trabajo no les satisface. El director de arte, el escenógrafo, el vestuarista, el maquillador, el utilero, integran un equipo que se dedica a elaborar la visualidad que registra la cámara, en estrecha relación con el director. El asistente de dirección colabora estrechamente con el director y el productor, participando primero en el desglose del guión para elaborar el plan de producción, 12 • convocando a los actores, vigilando la preparación del equipo de imagen y sonido, para entregarle al director una situación controlada. El encargado de la continuidad (script) El primer trabajo de la script es el de llevar un diario minucioso acerca de todo lo que ocurre en el estudio: tiempo empleado en la preparación de las escenas, número de tomas para una sola escena, accesorios y detalles empleados, incidentes en la toma de vistas, etc., todo esto ser anotado y cronometrado en el “cuaderno de bitácora” que ella va redactando. De ese documento extrae diariamente un informe de rodaje en el cual se anota la cifra de los números [planos] que se han realizado (...). El trabajo de la script sirve al productor y al gerente de producción para comprobar si el plan de trabajo ha sido respetado o no. La script vigila también para el director y sus intérpretes todos los detalles de la realización, (Sadoul: 1952, pags. 131 – 132) Cuando se intenta esquematizar las relaciones entre los miembros de un equipo productor de ficciones audiovisuales, se obtiene una red compleja de diálogos y subordinaciones. Todos comparten la responsabilidad global, y el producto falla si cualquiera se margina, pero hay líneas de acción paralelas o sucesivas, establecidas para resolver la infinidad de dificultades que se presentan durante la filmación. Guionista Productor Escenógrafo Director Director de Arte Actores Asistente Dirección Script Director Fotografía Sonidista Vestuarista Montajista Camarógrafo Maquillador Primer asist. cámara Segundo asist. cámara En aquellos países donde existe una industria audiovisual desarrollada y poseedora de cierta tradición, como para que no se invente cada vez la forma de ingresar y permanecer en ella, los aprendices comienzan a trabajar en los roles de asistentes segundos, pasan luego a la responsabilidad de primer asistente, y al cabo de cierto tiempo, tras haber demostrado su idoneidad, permanecen trabajando en alguno de esos niveles de manera regular (pueden hacer una carrera allí mismo) o ascienden al nivel superior. Existe entonces un escalafón de cámara, otro de sonido, otro de montaje, otro de producción, otro de dirección. Más raro es que pasen de una especialidad a otra. En el documental, que por razones presupuestarias y exigencias técnicas disminuye el número de colaboradores involucrados, se superponen las funciones que cada uno asume. 13 Asesor o Investigador Productor Director Camarógrafo Guionista Sonidista Montajista Cuando se observa la carrera de Frederick Wiseman, Raymond Depardon o Ross McElween, sin embargo, se descubre que ellos concentran en una sola persona las funciones de productor, investigador, guionista, camarógrafo, sonidista y montajista. La producción audiovisual como tema y mito La pintura adopta en ocasiones como el tema fundamental de ciertas obras, la relación que se da entre el pintor y su modelo (en la obra tardía de Pablo Picasso hay decenas de pinturas y grabados que dedicó a ese tema). En otros casos puede incluirse la relación entre el pintor y sus colegas (como se observa en la obra de Gustave Courbet). En el teatro, hay piezas que muestran el funcionamiento de un equipo de producción (Hamlet de William Shakespeare, Il teatro Cómico de Carlo Goldoni, Sei Personaggi in cerca d´Autore de Luigi Pirandello). En la literatura hay novelas que revelan el proceso de creación de una historia (Paludes de André Gide o 62, Modelo para armar de Julio Cortázar). La posibilidad de exhibir ante la audiencia el proceso de producción de la obra de arte, es una tentación para los artistas de todos los tiempos, una situación que en la modernidad ha pasado a convertirse en uno de los temas centrales. ¿Por qué centrarse en la rutina del artista? Primero, porque ofrece un ambiente pródigo en conflictos, que habitualmente suele escamotearse a la audiencia que admira el producto concluido. Luego, porque permite a los artistas exhibirse como personajes tan atormentados y dignos de piedad como los héroes clásicos. En el cine, la inclusión del proceso de producción audiovisual ha pasado a convertirse en uno de los rasgos de la modernidad. Si la industria de Hollywood era el escenario de The Goldwyn Follies (1938) de George Marshall y las dos primeras versiones de A Star is Born (William Wellman,1937, en la foto, y George Cukor,1954), no es mucha la información que puede extraerse de ellas sobre la elaboración de filmes, porque el trabajo de los actores que protagonizan esas historia apenas se muestra. Hollywood aparece como un lugar excepcional, en el que se vuelven posible rápidos cambios de fortuna y cualquiera puede pasar del anonimato a la fama (y viceversa) en muy poco tiempo y sin que se entienda 14 muy bien por qué. En la comedia Sullivan´s Travels (1941) de Preston Suturbes, como en The Majestic (2000) de Frank Darabound), la industria productora de cine que se estableció en Hollywood aparece como un ambiente tan opuesto a la creatividad individual, que los personajes deben huir para evitar que los aplaste. En Sunset Boulevard (1951) de Billy Wilder (en la foto) no hay una visión detallada del medio, porque los personajes son marginales, en un caso porque pedieron vigencia muchos años antes (le sucede a la actriz del cine mudo Norma Desmond y al director Max von Mayerling, primero su director y esposo, luego su mayordomo), o porque no logran incorporarse a la producción (es la situación del guionista sin trayectoria profesional, cuyos proyectos son rechazados). Hay que esperar hasta comienzos de los años ´60, la llegada de Otto e Mezo de Federico Fellini (1963), un filme en el que el trabajo del equipo audiovisual revela su atractivo para los cineastas y la audiencia. Desde entonces, las visiones parciales del trabajo de producción audiovisual no han dejado de sucederse. Stardust Memories (Allen, 1980) All that Jazz (Fosse, 1979) The Other Side of the Wind (Welles, 1972) Der Stand der Dinge (Wenders, 1982) Malice in Wonderland (Mazursky, 1970) Otto e Mezzo Warnung vor einer heiligen Nutte (Fassbinder, 1971) (Fellini, 1963) La Nuit Amèricaine (Truffaut, 1973) Wszystko na sprezdaz (Wajda, 1969) The Pickle (Mazursky, 1993) La Película del Rey (Sorin, 1985) Czlovjek z marmuru (Wajda, 1977) La lista no intenta ser exhaustiva, porque se amplía constantemente. Debería incluir una serie de filmes iraníes recientes de Moseh Makhmalbaf (Nun va Goldoon y Salaam Cinema) y Abbas Kiarostami (Nema-je Nazdik, Zare darakhatan zeyton y Bad mara khahad bord) que develan diferentes momentos del proceso de producción cinematográfico y ponen frente a la cámara al mismo director o a un actor que se presenta como él, conservando sus nombres y atributos. State and Main 15 (2000), escrito y dirigido por David Mamet, se encuentra más relacionado con La Nuit Américaine (en la foto) que con Otto e Mezzo, por el tono de comedia y el escaso énfasis que se le otorga al director, para revelar la multiplicidad de aportes contradictorios que da forma a un filme independiente. El tono de sátira se impone al drama en Adaptation (2002) el filme de Spike Jonze, centrado en el proceso de escritura de un guión: ¿cómo adaptar a las convenciones del cine de Hollywood la materia de un reportaje periodístico? ¿Cómo logra la retórica de un medio imponerse a cualquier material que penetre en su radio de influencia? Junto a esos filmes debería incluirse también derivaciones tales como Inserts (1975) de John Byrum, La Tarea (1990) de Jaime Hermosillo o Entropy (2001) de Phil Joanu o buena parte de la obra de Nuri Bilge Ceylan, el cineasta turco que muestra la elaboración de su filme Mayissi kintisi (1999), en el que incluye a su pueblo natal, padres y vecinos... pero se excluye a sí mismo, reemplazándose por un actor, porque él está detrás de la cámara. Impresiona la cantidad de artistas destacados que entre los años ´60 y ´70 no dudaron en utilizar un esquema célebre, y por lo tanto fácil de reconocer (motivo por el cual, después de tanto uso podría estar perdiendo su valor expresivo inicial para derivar en parodia, como se advierte en Mazursky). Bibliografía Allen, Woody: “Las coreografías de la cámara” ((en Estudios Cinematográficos Nº 10), octubre-diciembre 1997. Bazin, André: ¿Qué es el Cine? Ed. RIALP, Madrid, 1990. 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