Cierro los ojos, respiro profundamente y despacio, intento no

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Cur ego semper amem
“Si te gusta que yo
sea rival tuyo, házmelo imposible”
OVIDIO
Cierro los ojos, respiro profundamente y despacio, intento no pensar en ti, en lo
que me está ocurriendo y en lo duro que se me está haciendo todo esto.
Y aunque no lo sepas, te veo. Sigo tus pasos. Te persigo. Despacio, con cuidado
para no hacer ruido. Andas, y tus zancadas son mayores que las mías, lo suficiente
como para no poder seguir tu ritmo. Te alejas. Voy detrás de ti. No me ves. Pero yo te
veo. Doblas la esquina, aminoras tu paso.
Por un momento parece que la situación cambia, hago de tripas corazón e intento
contenerme las lágrimas, pero no soy capaz, no puedo. Esta vez todo es diferente y
complejo.
Sé que crees que el juego ha acabado. No. Me temo que no. No se acabó. Haré
todo lo posible por conseguirte. Mi sed es cada vez mayor y, aunque me flaquean las
fuerzas, tengo que seguir; no rendirme. Esta vez no me rendiré.
Vuelvo a inspirar, espiro. Sigo igual. Tengo que afrontar la realidad.
Caminas mirando al frente y sin volver la cabeza atrás. No hace falta que te
cerciores de mi presencia, ya lo sabes. Tienes miedo, igual que yo, y sé que este sólo es
un modo de evitarme; como siempre.
Intento mirar dentro de mí a la vez que tomo aire; al soltarlo, y casi sin
necesidad de reflexionar demasiado, me doy cuenta de qué es lo que produce mi estado
de ánimo. No debes sentirte culpable, quien se equivocó fui yo. No debí ilusionarme y
dejarme llevar hasta este punto.
Dijiste que querías jugar. Estoy jugando. Acelero el paso esperando que te des
la vuelta y me veas, que me prestes un poco de atención y no pongas reparo en la
sombra que te sigue. Puedo escuchar cómo respiras con dificultad, esta carrera nos está
saliendo mal a las dos: tú huyes, yo sólo quiero tenerte para mí unos instantes.
Echo una ojeada al reloj; el tiempo pasa cada vez más deprisa y aún no he
aprendido nada que me pueda servir, que me pueda ayudar a atraparte entre mis brazos.
Te persigo, pero mi esfuerzo no da su fruto. Me detengo pensando: “¿debería rendirme
y dejar pasar esta oportunidad, perderte de nuevo?”
Últimamente no estoy muy audaz, y tú tampoco me ayudas, sé que me podrías
hacer más fácil la labor.
Te espero como cada día con anhelo. Quizá te pases por mi cama y te dejaría que
me sacaras de quicio, que me untaras con tus palabras. Y mi cuerpo amanecería vestido
de puntos, comas, admiraciones y sin ninguna interrogación. Me abrigarías con el
alfabeto y tu mano áspera, de dedos largos y hermosos, me acariciaría con mucho amor,
dejaría que todo mi cuerpo aún desnudo fuese recorrido por tus yemas. Las lamería
lentamente y desaparecería la sangre de tus heridas, producidas por quien no te supo
valorar.
Date la vuelta, que estoy aquí, y embriágame con todos tus encantos. No podré
resistirme, sabes que si quieres seré toda tuya. No pondré impedimentos, lo tienes más
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fácil que nunca. No te haré frente cuando te tenga delante, apuntando tus ojos a los míos
y retándome a duelo.
Desearía aunque sólo fuese una noche a tu lado, oscuridad de besos, caricias y
promesas. Seré feliz. Feliz a tu lado.
Sueño con el día en el que me despiertas. Entonces me susurras al oído lo que
quieres que haga, me dejaré llevar. Obedeceré todos tus mandatos. Seré tuya. Tuya para
siempre.
Siento calor en mi nuca. Alguien susurra. Es tu aliento el que ahora me hace
temblar. Creo que eres tú. Me doy la vuelta y no veo a nadie. No existe tu aliento cálido
en mi piel. Tú no existes.
Sé que si te encontrase podría volar lejos de aquí, juntas experimentaríamos
grandes momentos de placer, todo ello sin moverme de la silla en la que estoy sentada.
No daré ni un solo paso, es una de mis manos la que se desliza hacia un lado y al otro,
como tú me indicas. Esa misma mano me permite disfrutar, olvidar lo que me condena y
no quiero recordar; ella es la que pretendo que me lleve a ti, que me llenará de
satisfacción y prosperidad.
Y es por ti por quien cada día me levanto. Es a ti a quien deseo encontrar. Es a ti,
Inspiración, a quien ando buscando desde hace mucho tiempo.
Mañana amanecerá el día con sol, lo sé aunque nada ni nadie me lo garanticen.
Lo sé al igual que sé que siempre serás algo inalcanzable; me quedaré con los recuerdos
de tu búsqueda, el esfuerzo que hoy me lleva a estar aquí.
Caminas sin miedo, rápido, más, más y más. Te alejas. No puedo seguir tu paso.
Te vas.
Y hoy te digo hasta siempre con la esperanza de encontrarte algún día.
Mª del Pilar Santos Núñez
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