Análisis psicojurídico del delincuente habitual doloso Miguel Ángel Castillo* Resumen La mayoría de los seres humanos jugamos en terreno extraño. En nuestra lucha cotidiana no sabemos con quién compartimos espacios, solemos no reconocer a sujetos que son incapaces de amar y de ser leales; siempre buscamos proteger nuestro mundo racional, por lo que somos muy vulnerables a ser utilizados por mentes antisociales y demasiado tarde nos damos cuenta de la existencia de estos personajes, por lo regular sucede cuando nos han atacado; no comprendemos la razón, no se entiende el uso de la violencia ya sea psicológica o física. El delincuente habitual doloso es un sujeto real y no un personaje de ficción de películas o novelas. La mayor parte de estos sujetos se encuentran totalmente integrados en nuestra sociedad, gozando de una buena imagen y de capacidades que le dan ventaja sobre la mayor parte de la población; hace uso de capacidades manipuladoras, usa el engaño con el que constantemente violenta los derechos de los demás. Palabras clave: análisis psicojurídico, delincuente habitual doloso. En los últimos años hemos estado observando una gama de acciones y comportamientos que se caracterizan por ser altamente agresivos y violentos, con patrones generalizados de descuido hacia las violaciones de los derechos de los otros, y que son realizados no sólo por sujetos adultos sino también por aquellos que son considerados menores de edad. Por tal motivo, nos preguntamos ¿Existe un tipo de ser humano al que todavía no hemos explorado y estudiado muy bien? Cotidianamente la nota roja reporta sujetos que participan en hechos violentos y cuyos actos se manifiestan tanto en la familia, la calle, los grupos, las instituciones, como en la política. * Profesor investigador del Departamento de Educación y Comunicación, uam-Xochimilco. 261 Anuario de investigación • dec • uam-x • méxico • 2008 • pp. 262-287 La violencia, el cuerpo y sus territorios La explicación y exploración de este tipo de estructuras subjetivas se fundamentan en estudios basados en métodos cualitativos, donde los conocimientos que se arrojan parten de dos líneas de investigación: la primera procede de las vivencias de la gente que los trata y de aquellas que han sufrido algún daño; y la segunda, del estudio de los sujetos mismos en las cárceles. Sin embargo, en el afán de tener los conocimientos más confiables nos hemos enfrentado a múltiples barreras de todo tipo, destacándose una muy importante que se concreta en el sujeto en sí, debido a que muchos de estos individuos agresivos están integrados en la sociedad, compartiendo espacios familiares, educativos, religiosos, culturales, gremiales, laborales, deportivos, políticos, etc., y, por lo tanto, esta gran mayoría no se encuentra marginada en cárceles u hospitales psiquiátricos. El delincuente doloso,1 lejos de constituir un personaje en el cine o en la televisión, constituye una realidad tangible, que goza de un grave trastorno de la personalidad y que causa grandes problemas a la sociedad. El delito, como un principio de acto, se define como aquella acción que sólo puede realizarse por acción o por omisión (Art. 15 del Código Penal). Las acciones u omisiones delictivas se realizan dolosa o culposamente. Se obra con dolo cuando, aún conociendo los elementos objetivos del hecho típico de que se trate o previendo como posible el resultado típico, quiere o acepta su realización. “Obra culposamente el que produce el resultado típico, que no previó siendo previsible o previo y confiando en que no se produciría, en virtud de la violación de un deber de cuidado 1. Millon, T. Simonsen, E., y Birket-Smith, M. (1998) citan al médico Philip Pinel cuando aluden sobre los primeros estudios al respecto “no fue poca sorpresa encontrar muchos maníacos que en ningún momento dieron evidencia alguna de tener una lesión en su capacidad de comprensión, pero que estaban bajo el dominio de una furia instintiva y abstracta, como si fueran sólo las facultades del afecto las que hubieran sido dañadas”. 263 Análisis psicojurídico del delincuente habitual doloso que objetivamente era necesario observar” (Art. 18 Código Penal para el df). Por tal motivo, el delincuente habitual doloso es un sujeto que desafía a todos, que lleva a la realidad sus deseos, sin que importen la vida o la felicidad de los afectados. Por lo tanto, estamos ante la presencia de una estructura subjetiva carente de sentir afecto por los demás. El psiquiatra inglés J.C. Pritchard en 1835 ya había planteado que: Hay una forma de perturbación mental en la que no parece que exista lesión alguna o al menos significativa en el funcionamiento intelectual, y cuya patología se manifiesta principal o exclusivamente en el ámbito de los sentimientos, temperamento o hábitos. En casos de esta naturaleza los principios morales o activos de la mente están extrañamente pervertidos o depravados; el poder del autogobierno se halla perdido o muy deteriorado, y el individuo es incapaz, no de hablar o de razonar de cualquier cosa que se le proponga, sino de conducirse con decencia y propiedad en los diferentes asuntos de la vida. Después de doscientos años, los términos de “maníaco” y de “perturbación mental” han desaparecido; en la actualidad se busca explorar y profundizar en otras esferas subjetivas para el conocimiento de este tipo de sujetos y tratar de intervenir en la prevención de graves manifestaciones entre las que destacan homicidios, secuestros, etc. Desafortunadamente, estos nuevos conocimientos, de acuerdo a las estadísticas, no han servido para conocer y reducir este tipo de hechos, al contrario, han servido para generar y prodigar toda una ola muy burda de películas y novelas en las que se marginan las explicaciones profesionales de los delincuentes dolosos. Este tipo de sujetos se hace presente mediante la sorpresa y por la brutalidad de sus actos, y no estamos hablando precisamente de personas que han carecido de afecto, sin escolaridad sobresaliente, sino también de actores sociales que se desenvuelven en el gobierno o en la política del país. 264 La violencia, el cuerpo y sus territorios Sin embargo, los que preocupan no son aquellos que han salido a luz pública, sino los que se encuentran en el anonimato, escondidos en las sombras, aquellos que pudieron camuflarse y pasar desapercibidos y cuya relación con sus víctimas no permitió detectársele con oportunidad. Por ejemplo, difícilmente los accionistas de los banco en nuestro país se dieron cuenta de que los directores generales llevaron a la quiebra a estas instituciones. Eso sucede también en las relaciones íntimas, los malos tratos hacia las mujeres y niños son mínimamente denunciados, pero todos sabemos que en la realidad estos hechos llenan la cifra negra de la criminalidad; de la misma manera ocurre con los acosos y agresiones sexuales en las escuelas, empresas y dependencias gubernamentales. Al delincuente doloso erróneamente se le ha manejado como un ser raro, pero en realidad es un enorme problema de tipo social, que afecta a todos, tanto al sector público como privado, debido a su habilidad para filtrarse como empleados, altruistas, policías, funcionarios, representantes populares y en la clase política. En la actualidad el fenómeno se agrava debido a la participación en la autoría de jóvenes menores de edad con claros indicios de un gran potencial violento y delictivo, lo que ha llevado a plantear una Ley del Menor más dura para evitar el desarrollo de personalidades antisociales en ellos. La intención dolosa en los hombres responde a su propia naturaleza oculta, espacio inconcebible e incomprendido por la consciencia que esconde elementos e ilustra el peligro de lo invisible. El delincuente habitual doloso aparenta ser un sujeto adaptado, porque dice cosas como los demás y porque la mayoría de las personas cree en los otros: al menos que tengamos fuertes razones para hacer lo contrario ponemos en duda su honestidad. Si a lo anterior le agregamos que esa persona es de nuestro agrado y nos atrae, muy difícilmente nos damos cuenta de sus 265 Análisis psicojurídico del delincuente habitual doloso verdaderos planes, ya que lo que realmente representamos para este tipo de sujetos se concreta en obstáculos o víctimas. Con esto podemos tener muy claro que muchas de las personas que pueden estar interactuando muy cerca de nosotros pueden ser una grave amenaza para nuestra estabilidad emocional, nuestras propiedades, nuestra economía e, incluso, nuestra integridad física y la vida. Aclaro que no es una postura paranoica, ya que no se puede creer que existan personas con estas características en nuestro espacio inmediato, preferimos pensar que están muy apartados de nuestro círculo y que nuestros hogares se encuentran protegidos de este tipo de sujetos. Pero la realidad nos ha demostrado todo lo contrario. Estos individuos, tan semejantes a nosotros, comparten nuestro mundo, nuestra cotidianidad, las relaciones familiares y de amistad, el trabajo, el arte, la política, que además simulan que nos aprecian, nos quieren, porque también dicen creer en las leyes, en la religión, que nos ofrecen su apoyo y que, además, sirven a la sociedad. Una mente dolosa así es realmente peligrosa, porque se encuentra en cualquier lugar, además de tener un poder relevante, con un gran radio de acción; mediante su anonimato interactúa con muchas personas y entre más importante sea el puesto que maneje, más es de esperarse el daño que provoque. Un sujeto adaptado aspira siempre a querer y ser querido, a dar y a recibir, a ser útil en la sociedad, a vivir en paz, a interactuar y convivir con personas similares a él. Pero ante la presencia y el poder de una estructura subjetiva dolosa puede ser llevado a la desesperación, la ansiedad, la depresión y el caos; es la peor pesadilla que puede sufrir, porque puede ser dominado, sojuzgado en sus actos y voluntad, convirtiéndose en víctima y en alguien quien de verdad va a sufrir las consecuencias de su nobleza. Tampoco se busca como objetivo primordial satanizar la figura y el perfil del delincuente doloso, debido a que no es el único agente que lleva a cabo actos de agresión y violencia; 266 La violencia, el cuerpo y sus territorios desafortunadamente la lista es muy grande, pero destacan los criminales profesionales, mafias, fanáticos, ambiciosos, secuestradores, etc. A continuación se analizan dos cualidades muy importantes dentro de la estructura subjetiva dolosa. La primera es: el ocultamiento y la simulación, que se traducen en la capacidad de fingir lo que no es y de aparentar propósitos y emociones que no se poseen. El delincuente doloso se puede desarrollar y desenvolver dentro de las normas y valores socioculturales, debido a que aparenta ser un padre responsable, buen esposo, amigo leal, estudiante sobresaliente; rasgos y actitudes que, de acuerdo a los análisis, responden egoístamente a sus objetivos y anhelos. Desde el derecho penal se plantea que toda acción u omisión dolosa debe considerarse como un delito calificado y se da cuando se cometa con: a. - ventaja,2 b. - traición,3 c. - alevosía,4 d. - retribución,5 e. - por el medio empleado,6 2. De acuerdo al Código Penal existe Ventaja: a) Cuando el agente es superior en fuerza física al ofendido y éste no se halla armado; b) Cuando es superior por las armas que emplea, por su mayor destreza en el manejo de ellas o por el número de los que intervengan con él; c) Cuando éste se halla inerme o caído y aquél armado o de pie. 3. Traición: cuando el agente realiza el hecho quebrantando la confianza o seguridad que expresamente le había prometido al ofendido. 4. Alevosía: Cuando el agente realiza el hecho sorprendiendo intencionalmente a alguien de improviso, o empleando acechanza u otro medio que no le dé lugar a defenderse ni evitar el mal que se le quiera hacer. 5. Retribución: Cuando el agente lo cometa por pago o prestación prometida o dada. 6. Por los medios empleados: se causen por inundación, incendio, minas, bombas o explosivos, o bien por envenenamiento, asfixia, tormento, o por 267 Análisis psicojurídico del delincuente habitual doloso f. - saña,7 g. - o en estado de alteración voluntaria.8 La segunda cualidad, es la de obtener dominio y control de su entorno social inmediato. El delincuente doloso busca alcanzar una posición de poder e influir muy fácilmente en sus víctimas, aspecto que responde a su rasgo egocéntrico. De ahí que las emociones básicas del sujeto, como son el amor, compasión, amistad y solidaridad, en él, se encuentren en niveles muy bajos, lo que denota una marcada incapacidad que le impide establecer una relación humana, por ello recurre a la simulación. Sus espacios o territorios de acción serán acordes al desenvolvimiento de sus víctimas, con la única condición de que sean óptimas para sus objetivos, es decir, que le den seguridad y control de la situación. La violencia, la agresividad y la brutalidad de sus actos no responden a un lugar determinado, más bien son patrones permanentes dentro de su trastorno de personalidad, por lo que son deficiencias, incapacidades que siempre están presentes, lo que lo hace ser concebido como un sujeto altamente peligroso; lo que sucede es, como se dijo anteriormente, que al estar integrado socialmente siempre aparenta ser un sujeto adaptado y en algunos casos con numerosas virtudes. En relación con su pareja e hijos, ella y éstos son sometidos a abusos psicológicos, golpes y todo tipo de humillaciones, el resto de familiares y amigos se pueden mostrar ajenos respecto de la verdadera personalidad de estos sujetos, siendo en muchos casos cómplices o encubridores de sus actos antisociales. Un sujeto violento se debe considerar como un individuo altamente peligroso, que por lo regular reincide en sus actos medio de cualquier otra sustancia nociva para la salud. 7. Saña: Cuando el agente actúe con crueldad o con fines depravados. 8. Alteración voluntaria: cuando el agente lo cometa en estado de ebriedad o bajo el influjo de estupefacientes o psicotrópicos u otras sustancias que produzcan efectos similares. 268 La violencia, el cuerpo y sus territorios cotidianamente (Art. 209, 2110 y 22 del Código Penal Federal) y puede convertirse en asesino aparentando estabilidad emocional y felicidad en el ámbito familiar. Ahora bien, hay que destacar que no forzosamente el crimen y la violencia delictiva es la principal característica de estos sujetos; como puede ser el caso de los homicidas, violadores, asesinos seriales, atracadores violentos que, aunque responden a diversos trastornos de la personalidad, coinciden en manifestar actos violentos. También existe una violencia destructiva en el fondo de los tejidos sociales como la agresión hacia las mujeres, los niños, los ancianos, y que se desprende de sujetos que, aunque tienen toda la intención de manifestarla, no son considerados como delincuentes y criminales. En suma, ¿quién o qué es un delincuente doloso? Es un sujeto que sufre de un grave trastorno de personalidad caracterizado por un patrón generalizado de descuido hacia las violaciones de los derechos de los otros, que muestra una gran dificultad para conformarse con las normas sociales con respecto a conductas leales; que manifiesta repetitivamente discursos llenos de falsedad, que recurre a los seudónimos, manipula a los demás para obtener ganancias personales o placer, denota un alto grado de impulsividad e incapacidad para planear el futuro, es irritable y agresivo, muy descuidado con relación a la seguridad propia o ajena, irresponsable consistentemente, denota falta de remordimientos que los traduce en indiferencia y racionaliza- 9. Hay reincidencia siempre que el condenado por sentencia ejecutoria dictada por cualquier tribunal de la República o del extranjero, cometa un nuevo delito, sino ha transcurrido, desde el cumplimiento de la condena o desde el indulto de la misma, un término igual al de la prescripción de la pena, salvo las excepciones fijadas en la ley. 10. Si el reincidente en el mismo género de infracciones comete un nuevo delito procedente de la misma pasión o inclinación viciosa, será considerado como delincuente habitual, siempre que las tres infracciones se hayan cometido en un período que no exceda de diez años. 269 Análisis psicojurídico del delincuente habitual doloso ción al herir, maltratar o robar a otros. Varios de estos rasgos eran atribuibles a los sociópatas y psicópatas, sin embargo, en la actualidad tales términos han desaparecido del dsm-iv y son marcados dentro del trastorno de personalidad antisocial. En virtud de lo anterior, se puede observar que sufre de un trastorno grave de sus emociones y sentimientos, lo que afecta su razonamiento y juicio, en la medida en que no puede ser empático, lo que no le permite actuar de acuerdo a sus experiencias. Sus justificaciones están centradas en respaldar sus actos; no hay otra ética que la suya, por lo que está libre de inhibiciones y censuras para buscar la obtención de bienes materiales y posiciones privilegiadas. Esto no implica que estos sujetos no diferencien entre lo que está bien y lo que está mal, pero no les importa, les es indiferente, les da lo mismo, pudiera decirse que no tienen conciencia, no se ven invadidos por la culpa cuando trasgreden las normas de convivencia, la honestidad, el respeto a las personas, etc. ¿Por qué se comportan de esta manera? Los estudios en la materia han arrojado toda una gama de carencias, principalmente de tipo afectivo, donde el cariño, la piedad, el amor se han manejado de una forma deficiente; aspectos que sirven a todos los sujetos adaptados para sentirse integrados y aceptados en la sociedad. La carencia de registros emocionales que no le permite reflexionar cuando tiene que tomar una decisión no le impide desenvolverse (como se señaló anteriormente, este tipo de estructura no desemboca forzosamente en actos criminales y delincuentes); sin embargo, cuando estos sujetos se encuentran integrados, buscan manipular aún cuando no pueden relacionarse adecuadamente con la demás gente. 270 La violencia, el cuerpo y sus territorios Un caso reciente es el caso de la “mataviejitas”11 Juana Barraza: analfabeta; su madre la regaló a los 12 años, fue violada y le mataron un hijo a batazos. Juana Barraza, homicida serial de ancianos, confiesa que odiaba a las mujeres de la tercera edad. Al verlas sentía mucho coraje y más cuando demostraban superioridad o creían que por su dinero podían humillar —respondió de manera tranquila y pausada, cuando el Ministerio Público le preguntó cómo buscaba a sus víctimas. Las autoridades que han hablado con ella creen que el odio expresado por esta mujer de 48 años, fue resultado de la vida que llevó desde niña. No sabe leer ni escribir. A sus 12 años su madre la regaló. A su padre jamás lo conoció. Su progenitora murió de alcoholismo. El hombre que la aceptó comenzó a violarla de inmediato y provocó que a los 16 años tuviera un hijo. Ese hijo fue asesinado a batazos. Tuvo dos parejas sentimentales y ambos eran alcohólicos, uno de ellos además la golpeaba. Javier, uno de sus mejores amigos murió. Juana Barraza, dice ser católica, pero también cree en la Santa Muerte. Una bolsita de malla con trozos de canela era su amuleto de la buena suerte. Lo mismo una herradura y una pequeña placa metálica con su nombre de luchadora: La Dama del Silencio. Eso fue parte de lo que le encontró la policía dentro de la bolsa que llevaba, después de capturarla. ¿Practica la lucha libre?— le preguntó un Ministerio Público. Sí, soy luchadora independiente. Trabajo en arenas chicas, me conocen como La Dama del Silencio, soy ruda. Lucho los sábados y domingos en provincia. -¿Por qué escogió ese nombre? Porque soy muy callada y aislada. El ejemplo anterior puede ser considerado como un caso de delincuente habitual doloso, donde Barraza desarrolló conductas agresivas dirigidas a las mujeres y donde su historia de vida está llena de múltiples carencias y frustraciones. 11. Información obtenida del periódico La crónica de hoy, con fecha viernes 27 de enero de 2006. 271 Análisis psicojurídico del delincuente habitual doloso En otros casos, pueden ser violadores desconocidos, asesinos en serie, malhechores reincidentes, miembros de bandas criminales12 y pandillas.13 Pero también pueden existir este tipo de sujetos dentro del ámbito político y al interior de los cuerpos policíacos, encantados de ostentar poder, que claman honores, que buscan metas muy altas y que generan programas cuyo fin primordial es impulsar genocidios,14 crímenes de guerra, secuestros y delitos contra la humanidad.15 Los criminales habituales ingresan a la subcultura criminal bajo la custodia de los abusos, promiscuidad, agresiones y mutilaciones al yo, desafiando constantemente a la autoridad, preparándose más en su carrera criminal, siendo más astutos, agresivos, despiadados, buscando abarcar más actividades delictivas, aprendiendo formas y medios de evadir la justicia, a la policía y a la seguridad penitenciaria. Su trastorno de personalidad antisocial los hace presentar rasgos rígidos e inflexibles; tienden a actuar, pensar y a sentir de forma estable, disfrutando siempre de lo que hacen; no tienen razón alguna para cambiar ya que en relación con los demás se sienten especiales y superiores. Son arrogantes, engañosos, falsos, manipuladores, superficiales; afectivamente son “huecos”, incapaces de establecer vínculos estables; carecen de empatía, ansiedad, miedo y culpa, y en el 12. Formar parte de una asociación o banda de tres o más personas con el propósito de delinquir. 13. Se entiende por pandilla como la reunión habitual, ocasional o transitoria, de tres o más personas que sin estar organizadas con fines delictuosos, cometen en común algún delito. 14. Comete el delito de genocidio el que con el propósito de destruir, total, o parcialmente a uno o más grupos nacionales o de carácter étnico, racial o religioso, perpetrarse por cualquier medio, delitos contra la vida de miembros de aquellos, o impusiese la esterilización masiva con el fin de impedir la reproducción del grupo. 15. Violar los deberes de la humanidad en prisioneros y rehenes de guerra, en los heridos o en los hospitales de sangre. 272 La violencia, el cuerpo y sus territorios plano conductual son irresponsables, impulsivos y predispuestos a los actos delictivos. Los delincuentes habituales dentro de las cárceles y afuera de ellas, buscan encandilar y seducir a la persona que tienen enfrente. Son observadores precavidos, causan buena impresión en los demás por lo que emplean diversas estrategias. Simulan emociones que no sienten, cuentan historias de su vida favorables a su imagen aunque sean falsas o exageradas, y plantean excusas o justificaciones en relación con sus actos criminales; anteriormente los sociópatas se distinguían por estos rasgos superficiales. El caso de Juana Barraza nos ilustra los rasgos antes señalados. Sus víctimas eran personas que vivían solas, gente de la tercera edad, sensible a los gestos nobles de personas aparentemente altruistas. En el transcurso de las actividades criminales de la mataviejitas, las autoridades policíacas fueron duramente criticadas por los medios de comunicación puesto que, todavía a finales del 2005, asumían un “sensacionalismo mediático” respecto a un asesino en serie. Asimismo, se criticó el hecho de que el asesino era buscado, tal vez inútilmente, entre las prostitutas y/o travestis de la Ciudad de México. De hecho, durante la cacería de la asesina, Bernardo Bátiz, entonces Procurador de Justicia de la Ciudad de México, había indicado que “el Mataviejitas” era ‘brillantemente listo (creyéndose hasta ese momento que se trataba de un hombre y no de una mujer) que cometía sus crímenes después de un corto período durante el cual se ganaba la confianza de sus víctimas. Los oficiales que investigaban el modus operandi del asesino sospecharon que él o la “mataviejitas” se presentaba ante sus víctimas como trabajador social del gobierno (enfermera), ofreciendo programas de beneficencia para personas de la tercera edad. Además de poseer habilidades como luchadora amateur, “la mataviejitas” posee un sentimiento de superioridad que era utilizado cuando sus recursos seductores no le daban resultado, pretendiendo ser dura y hostil con el fin de amedrentar e intimidar a sus víctimas. 273 Análisis psicojurídico del delincuente habitual doloso En delincuentes dolosos es muy común apreciar su gran ego que se manifiesta en sensaciones de éxito, alusiones a que tienen una vida brillante, creyéndose estar por encima de los otros. Poseen una gran facilidad y capacidad para fingir y adoptar diversas posturas. En el ámbito afectivo sobresalen rasgos muy importantes: la ausencia de culpa, su impulsividad, la conducta antisocial y delictiva. La intención y el dolo se sostiene con base en la ausencia de sentimientos de culpa, a su incapacidad para sentir las emociones humanas, características que permiten a los sujetos adaptados ser maduros, leales, responsables, honestos y comprometidos con familiares, amigos y vecinos; sin embargo, para el delincuente reincidente son asuntos que están más allá de sus intereses. En una palabra: no le preocupa nada lo que sufra su víctima. En el caso que hemos venido revisando, Barraza justifica sus actos depositando en sus víctimas la mayor parte de la responsabilidad de lo sucedido: Tras conocer la resolución del juez, en entrevista con El Universal, Barraza afirmó que “antes confiaba en la ley, pero ahora ya no, porque hay puras injusticias, todos lo saben, ya que aquí (en el penal) hay puros pagadores”, por lo que profetiza que si cayeron las torres gemelas de Nueva York, con las autoridades ocurrirá lo mismo. Ratificó su culpabilidad en el crimen de Ana María Alfaro, de 82 años de edad, lo cual si “volviera a nacer, volvería a hacerlo porque la gente no debe ser humillada por su necesidad”. Con sarcasmo, enfatiza que siguen los crímenes de ancianos, aunque aclara que nadie la ha dejado salir y regresar de su celda para seguir con la racha de asesinatos en serie.16 16. Nota del periodista José Gerardo Mejía Andrade de El Universal de fecha miércoles 2 de abril de 2008. 274 La violencia, el cuerpo y sus territorios De ahí que este tipo de sujetos sean descritos como “fríos”, porque aparecen como “desconectados” de las emociones; es decir, el amor, la felicidad, la empatía, la tristeza, la vergüenza y la culpa son aspectos que nunca han establecido a lo largo de toda su historia de vida. La relación que pueden tener con los demás va a estar caracterizada de simulaciones, fingimientos, donde únicamente buscan su beneficio personal y lo hacen fácilmente porque en su estructura subjetiva la censura no forma parte de ella, además de que el dolor no lo viven como parte de ellos. Alejados de cualquier intervención terapéutica es inútil exigirles responsabilidades en sus actos, siempre van a proyectar y justificar sus acciones, buscando culpabilidad en los otros y en donde la víctima es más culpable que el victimario. Cuando un sujeto actúa con impulsividad, no piensa en las consecuencias, se deja llevar por el deseo de sentirse bien y vivir las emociones fuertes, no importa el riego que se pueda correr. Estos comportamientos son calificados como de insensatez, porque se hacen las cosas con irresponsabilidad, no hay metas establecidas, y donde el mañana y el futuro no tienen un sentido directivo de la vida. Otro rasgo habitual en el delincuente doloso es su capacidad para responder con violencia; burlan las leyes y cometen delitos. Es decir, muy fácilmente pierden los estribos, abusan de las drogas y provocan riñas; en ocasiones, responden con ira intensa y súbita, olvidándose, al mismo tiempo, que perdieron la cordura. Por lo que son considerados como altamente peligrosos, reincidentes y violentos. Es muy común que transgredan las normas, desafían a sus padres y maestros desde edades tempranas, rasgos que se consolidan en la etapa adulta definiendo su estructura subjetiva antisocial. Existen muchos sujetos que pueden presentar estos rasgos y no forzosamente culminar como delincuentes, ni mucho menos asesinos en serie, pero está claro que sus comportamientos se 275 Análisis psicojurídico del delincuente habitual doloso caracterizan por ser violentos y que el medio social donde se desenvuelven les ha facilitado aprender a canalizar sus deseos de una forma aceptada o encubierta. Otro aspecto a analizar es la subcultura del delincuente habitual, parte de las acciones que son consideradas como aceptables, hasta las conductas violentas y delincuenciales. Muchos de ellos no son considerados como delincuentes, pero conducen al caos y el dolor a todos aquellos que lo rodean. Sin embargo, su mundo no es ajeno a nosotros porque también es nuestro mundo. Es muy común que ellos se cuestionen ¿Cómo ser mejor dominador? ¿Cómo castigar a un sujeto que se interpone y se opone a mis intereses? ¿Cómo aparentar que siento culpa? ¿Cómo lograr algo sin esforzarme tanto? Las preguntas que surgen al respecto, ¿el delincuente habitual doloso puede considerarse como un sujeto que sufre de trastorno mental? ¿Puede ser considerado como un psicótico? Si el trastorno mental se entiende como “el conjunto clínicamente importante de síntomas (pueden ser de comportamientos psicológicos) que causan un sufrimiento individual, incapacidad, o riesgo aumentado de padecer dolor, incapacidad, muerte o la pérdida de libertad” (DSM-IV), como se ha venido describiendo el delincuente doloso no puede tener cavidad como tal. En relación a si es un sujeto que padece de una estructura psicótica, se estipula que el psicótico se encuentra desconectado de la realidad y que padece de síntomas básicos como: ideas delirantes,17 alucinaciones,18 17. La idea delirante es una falsa creencia que no puede explicarse por la cultura del paciente o por su educación; el paciente no puede ser persuadido de que su creencia es incorrecta, a pesar de la evidencia de lo contrario o del peso de las demás opiniones. 18. Una alucinación es una percepción sensorial falsa que ocurre en ausencia de un estímulo sensorial relacionado. Las alucinaciones son casi siempre 276 La violencia, el cuerpo y sus territorios lenguaje desorganizado,19 comportamiento desorganizado20 y síntomas negativos21 (dsm-iv). El delincuente habitual, por lo tanto, no lo es, debido a que es un sujeto consciente, rebelde, creativo, que recibe presiones emocionales en direcciones opuestas, que sigue un camino lleno de egoísmo y que busca la satisfacción emocional a costa de la explotación de los demás. Si bien es cierto que su mundo afectivo está poco desarrollado, su discurso es totalmente racional aunque carece de un sentido pleno, porque emocionalmente está hueco. Al mostrar incapacidad en experimentar los sentimientos de alegría y sufrimiento, no aprende de sus experiencias, por lo que no puede modificar y dirigir sus actos. Al carecer de impulsos motivacionales, su funcionamiento presenta un defecto selectivo. Las huellas emocionales son las que permiten aprender de las experiencias, al carecer de ellas, no pueden cambiar la dirección de sus nuevas interacciones. Si no siente el amor, la empatía, la vergüenza y la culpa en los hechos que realiza, difícilmente su comportamiento futuro va a estar impregnado de los recuerdos. El significado emocional no tiene registro en este tipo de sujetos, por lo que sus acciones lo van a delatar, debido a que su conducta va a ser simulada, fingida, y su facultad de interpretar anormales y pueden afectar a cualquiera de los cinco sentidos, aunque las más comunes son las alucinaciones auditivas y visuales. 19. En ocasiones también denominado asociaciones desordenadas, en el que las asociaciones mentales están gobernadas no por la lógica, sino por rimas, juegos de palabras y otras reglas que no son aparentes para el observador, o por reglas que no son claras en absoluto. 20. El comportamiento desorganizado o las acciones físicas que no parezcan dirigirse a un objetivo, por ejemplo: desnudarse en público, hacer la señal de la cruz de manera repetida, adoptar y mantener ciertas posturas. 21. Los síntomas negativos comprenden un rango reducido de expresión de las emociones, como el aplanamiento efectivo o brusquedad en el trato y cantidad o fluidez marcadamente reducidos de lenguaje y pérdida del deseo da hacer las cosas (abulia). 277 Análisis psicojurídico del delincuente habitual doloso la realidad y seleccionar el curso de su acción está privado de ese componente importante. De ahí que sus actos sean absurdos, burdos y dañinos; acciones que reciben un rechazo social, donde su motivación fundamental no es obtener el aprecio y el afecto de las personas que lo rodean, ni cumplir con los valores y normas sociales establecidas, sino, como se dijo anteriormente, controlar, dominar y sentirse superior. Su grave problema de personalidad en el manejo de las emociones sociales no puede constituir una atenuante o excluyente de responsabilidad penal, debido a que se tendría que hacer lo mismo con miles de sujetos que tuvieron que arrastrar con toda una gama de privaciones, maltratos, violaciones a lo largo de su historia de vida; por lo tanto, la inimputabilidad,22en estos casos, legalmente nunca procederá. Además, si el delincuente habitual gozará de esta excluyente de responsabilidad penal acentuaría más su conducta criminal y antisocial. En conclusión, se afirma que el delincuente habitual doloso goza de un trastorno de personalidad antisocial, que no sufre trastorno mental, ni mucho menos de psicosis. En cuanto al género, las estadísticas apuntan a que la mayoría son varones, aunque existe un gran número de mujeres que manifiestan conductas igualmente dañinas, pero sin recurrir a la violencia brutal y cruel. La participación de la mujer en el mundo del crimen exhibe igualmente una gran crudeza emocional hacia las personas; son inteligentes y capaces de engañar a cualquiera, utilizando como arma muy especial la seducción. 22. Al momento de realizar el hecho típico, el agente no tenga la capacidad de comprender el carácter ilícito de aquél o de conducirse de acuerdo con esa comprensión, en virtud de padecer trastorno mental o desarrollo intelectual retardado, a no ser que el sujeto hubiese provocado su trastorno mental para en ese estado cometer el hecho, en cuyo caso responderá por el resultado típico producido en tal situación. 278 La violencia, el cuerpo y sus territorios Es necesario enfatizar que los delincuentes habituales suelen presentar experiencias afectivas deficientes, donde sus emociones son huecas y volubles, no viven y sienten el estado de ánimo fuerte o persistente, lo que les hace responder de forma inapropiada y violenta. Otra característica, es su falta de empatía, que consiste en no preocuparse por el bienestar del otro y de no comprender los sentimientos de los demás. Estos rasgos en sí, fungen como facilitadores de la violencia, ya que los sujetos no se inhiben ante las posibles consecuencias de sus actos; en una palabra, sus actos criminales no tienen un costo psicológico alguno para ellos. Su conducta impulsiva e irresponsable comprende características como la búsqueda de sensaciones, preferencia perversa por divertirse e intolerancia por la rutina. Su impulsividad no le permite razonar en torno a las consecuencias de sus actos, es decir, no ve más allá de sus deseos, lo que lo hace ser un candidato ideal a la reincidencia. Tal es el caso de Raúl Osiel Marroquín Reyes,23 alias “El sádico”, fue detenido el pasado 23 de enero; se le imputan cuatro homicidios; asegura que hizo un bien a la sociedad al elegir este tipo de víctimas. Un asesino serial, de tan sólo 25 años, Raúl Osiel Marroquín Reyes, alias “El sádico”, aseguró que hizo un bien a la sociedad al elegir víctimas, jóvenes homosexuales a quienes secuestró y asesinó. Al menos cuatro víctimas fueron ahorcadas por este joven y sus cuerpos abandonados en el interior de maletas halladas en diciembre pasado en diversos puntos de la ciudad de México, como en las inmediaciones del Metro Chabacano y la colonia Asturias. En entrevista, este asesino serial aseguró que aunque no tenía nada contra los homosexuales para él era fácil elegir este tipo de víctimas al frecuentar bares y restaurantes de la Zona Rosa. “No los escogía, ellos solos se presentaban después, los invitaba a mi departamento, iban por voluntad propia, y ahí los sometía”. 23. Silvia Otero. El Universal online. Ciudad de México. Jueves 26 de enero de 2006. 279 Análisis psicojurídico del delincuente habitual doloso Marroquín, un ex militar, tenía como cómplice a Juan Enrique Madrid Manuel, quien está prófugo y lo ayudaba a someter a las víctimas. Reconoció haber perpetrado seis plagios en cuatro de los casos asesinó a las víctimas recibiendo sólo como presunto rescate alrededor de 150 mil pesos. Tranquilo, por momentos detallando sin remordimientos cómo elegía a sus víctimas, cómo los asesinó ahorcándolos con sogas, este joven aseguró que “hasta le hice un bien a la sociedad, pues esta gente hace que se malee la infancia”. Aseguró “no soy homosexual” simplemente los prefirió, por “no batallar” en operaciones que implicaran armas y vehículos, tan sólo ir a los lugares que ellos frecuentaban y ellos solos me abordaban, se me hacía más fácil tratar a esas víctimas. Pero Marroquín Reyes soñaba con una carrera mayor, pues aseguró que “iba empezando en esta” y evolucionaría, ascendería tendría mejores víctimas, con más dinero”, explicó. Este asesino serial asegura no tener remordimientos sólo el haber afectado a su familia y a la gente que conoce, sobre sus víctimas, a los seres queridos de éstos simplemente, “nunca he pensado en ellos”. Este sujeto fue detenido el pasado 23 de enero y presentado en la AFI donde el director Genaro García Luna indicó que este sujeto apodado el sádico se caracterizó por torturar a sus víctimas, ultrajaras y después asesinarlas con un patrón de conducta específico en el que incluso como “trofeo” se quedaba con las credenciales de elector. Para Marroquín Reyes sus crímenes eran sólo el inicio de una carrera criminal, después de abandonar la cárcel en agosto de 2005, quería tener víctimas mejores, más adineradas, y asegura ahora que está detenido que volvería a matar, “sólo que refinaría mis métodos, para no cometer los mismos errores y no ser detenido”. Y como se dijo anteriormente no todos los que manifiestan comportamientos violentos llegan a ser considerados delincuentes, pero muchos se quedan sólo en sujetos mezquinos e insensibles, debido a que son capaces de encontrar en su mundo alicientes suficientes para satisfacer su necesidad de dominio. 280 La violencia, el cuerpo y sus territorios Muchos de los que son delincuentes desarrollan los síntomas desde edades tempranas, llegando a manifestar precozmente actos ilícitos, aumentando progresivamente sus acciones cargadas de violencia. En el caso Marroquín Reyes, se observa que estaba integrado como estudiante de medicina en la Secretaría de la Marina Nacional; además es un ejemplo claro de la funcionalidad social que demostró, al no contar con antecedentes penales y de haber estado hospitalizado, lo que dificultó su detección y aumentó sus recursos para evadir la justicia. Los sujetos dolosos desempeñan su empleo aprovechándose del trabajo ajeno para aumentar su ego y su necesidad de control; utilizan el engaño y la manipulación, generan reacciones de odio en algunos de sus compañeros y aprecio en otros. Su táctica inicial consiste en granjearse la amistad de sus superiores, con el fin de gozar de privilegios y facilidades laborales y así aumentar su capacidad de maniobra. Su plan puede dividirse en varias etapas: ingreso en la organización, evaluación, confrontación y ascensión. El ingreso lo fundamenta mediante el argumento de la necesidad de que requieren personal con capacidad de liderazgo, y muchos de estos sujetos presentan este rasgo que, aunado a un buen currículum, los convierten en los candidatos ideales para cubrir estos puestos. Para este tipo de individuos es relativamente fácil cubrir estos perfiles laborales, su capacidad para engañar le permite aparentar responsabilidad, inteligencia y habilidad en las relaciones interpersonales. En la fase de la evaluación tiene la facilidad de aprender con rapidez los procedimientos y actividades laborales básicos de la empresa, manejar su misión y visión de la misma, y conocer el manejo de cada uno de los departamentos que la conforman. En relación con la manipulación, busca interactuar con compañeros que gozan de prestigio, reputación y mayor jerarquía, con el único fin de utilizar todo su poder seductor para 281 Análisis psicojurídico del delincuente habitual doloso recoger la información suficiente para iniciar su proceso de etiquetación y descalificación para poder ir escalando puestos importantes en la empresa. Utiliza todo el tiempo y energía suficiente para lograr su cometido de descalificación echando abajo la reputación, levantando difamaciones, amenazando, discriminando a sus rivales laborales y buscando contar con defensores que tengan puestos superiores a él.24 En relación con la confrontación, utiliza el abuso psíquico, el desprecio, la humillación y la degradación en la empresa, atacando a todos aquellos compañeros que representan un peligro a lo logrado en las fases anteriores, los acusa de incompetentes y desleales. Las víctimas responden con desesperación al darse cuenta de que fueron utilizados y manipulados, no logrando concretar una defensa efectiva a tales acusaciones, debido a que se les han cerrado todas las puertas ante sus superiores. La ascensión, como la última de las fases, se da cuando este tipo de sujetos logran obtener más poder y jerarquía en la empresa, obteniendo nuevas responsabilidades y siendo considerados como líderes que gozan de gran carisma. Pasando a otro punto, a continuación se analiza la relación que tienen estos sujetos con los malos tratos a mujeres, el procedimiento inicia con la seducción y termina con la neutralización de sus víctimas. La seducción la logran manipulando a la mujer por medio de halagos, deslumbramientos, pero no dejándola pensar y presionándola para que realice lo que él quiere que haga, buscando neutralizar toda voluntad y capacidad de respuesta de ella. Sin embargo, el sistema más habitual consiste en un “ciclo manipulativo”, el cual consta de varias etapas: la primera es 24. Este sujeto se convierte en delincuente cuando amenaza a otro con causarle un mal en su persona, bienes, honor o derechos y ese alguien está ligado con él por algún vínculo. 282 La violencia, el cuerpo y sus territorios la intimidación, que se traduce en humillaciones, golpes, o cualquier tipo de castigo. La segunda, justifica estas acciones manifestando que lo hace “por el bien de ella”. Y, finalmente, la tercera se da cuando la víctima evita pasar por todos estos malos tratos entrando en razón y no desafiándolo. Algunos hombres homicidas de mujeres son altamente violentos, que abusan del alcohol y las drogas, y viven por lo regular al margen de la ley. Sujetos que no estuvieron dispuestos a tolerar que su mujer no les hiciera caso, no llegando a constituirse como delincuentes reincidentes. Los sujetos agresores de mujeres, desapercibidos por estar integrados socialmente, suelen emplear una violencia más sutil, de tipo moral o psicológica; pueden ser encantadores en el trabajo pero peligrosos en sus casas, llegan a recurrir a la violencia física en contadas ocasiones, pero su arma principal es la agresión emocional. Otro espacio que ocupan este tipo de individuos son: la política, jefes de Estado, jefes policíacos, militares, gobernantes, entre otros; buscando gozar de un poder ilimitado, se convierten en líderes que tienen muchos adeptos por su posición y status, demostrando autocontrol y, en algunos casos, son poseedores de una mente maquiavélica que los puede llevar a matar, torturar a cientos y miles de personas y permanecer en la impunidad. Su permanencia en el poder doblega a pueblos enteros, fomentan los celos mutuos y las suspicacias entre sus subordinados, imponiendo temor a su persona y a su investidura. Tienen un sentido de invulnerabilidad y de omnipotencia que los lleva a cometer actos dañinos e irracionales porque prevén al final su captura y su muerte.25 Pero durante el tiempo que duran, despliegan un poder fascinante. ¿Cómo estos sujetos 25. Sadam asesinó a sus yernos y su hijo Uday torturaba, asesinaba y violaba, causaba estragos y representaba la auténtica cara del régimen, pero los dos vendían una imagen que era muy valorada por mucha gente iraquí. 283 Análisis psicojurídico del delincuente habitual doloso fríos y destructivos inspiran devoción entre la gente adaptada, conduciéndolos a realizar actos nunca imaginados por ellos? Otro aspecto muy importante es la vulnerabilidad social, entendiendo por esto la facilidad con la que los delincuentes habituales dolosos logran sus cometidos antisociales, debido a sus grandes atributos en su capacidad de manipular, su amabilidad y encanto superficial lo hacen poseedor de un alto grado de interacción que no nos permite ver lo que en verdad pretenden. La vulnerabilidad surge, en primera instancia, de la sociedad y de sus instituciones, ya que muchos están integrados y nuestras autoridades no se preocupan de lo que puedan hacer con ellos, además de no contar con programas y mecanismos para detectarlos y ponerlos bajo control social. Estas actitudes de las autoridades son calificadas como síndrome de la autoridad indolente, son incapaces de apoyar y ayudar a la víctima, aún cuando está establecido en nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.26 En el caso del maltrato a las mujeres, es muy común que las autoridades no den crédito a las agresiones, extorsiones y violaciones que reciben muchas mujeres de sus parejas, esposos, y, obviamente, de delincuentes dolosos. Se denota una escasa sensibilidad social y legal, aunque esta última ha dado un giro muy importante, en los hechos, es poco probable que la víctima quede satisfecha de la intervención de la autoridad judicial. En muchos casos la víctima decide no llevar a cabo denuncia alguna, debido a que las experiencias reportan 26. Art. 20 constitucional, apartado B. De la víctima o del ofendido, Fracción i. Recibir asesoría jurídica; ser informado de los derechos que en su favor establece la Constitución y, cuando lo solicite, ser informado del desarrollo del procedimiento penal. Fracción iii. Recibir, desde la comisión del delito, atención médica y psicológica de urgencia. Y Fracción iv. Que se le repare el daño. En los casos en que sea procedente, el Ministerio Público estará obligado a solicitar la reparación del daño y el juzgador no podrá absolver al sentenciado de dicha reparación si ha emitido una sentencia condenatoria. La ley fijará procedimientos ágiles para ejecutar las sentencias en materia de reparación del daño. 284 La violencia, el cuerpo y sus territorios que tanto la policía, como las agencias del Ministerio Público hacen del procedimiento jurídico toda una tortura. Es difícil pensar que los valores machistas y discriminatorios de nuestra sociedad puedan explicar, por sí mismos, la agresión continua y permanente hacia las mujeres; definitivamente, aunado a estos criterios, deben agregarse los trastornos de personalidad antisocial, cuyos patrones de conductas contemplan precisamente un alto contenido de agresión hacia el género femenino. En este rubro de indolencia de las autoridades se destaca la poca claridad que tiene la política criminal en nuestro país; así lo evidencian los nulos programas de seguridad, donde la policía se ha convertido en un espacio donde el crimen organizado ha penetrado de tal forma, que se encuentran en completa complicidad. Así se propicia la vulnerabilidad por falta de una eficaz selección y evaluación en la permanencia de funcionarios públicos y de los cuerpos policíacos, más de aquellos que tienen responsabilidades cruciales para con la población, como pueden ser comandantes, jueces, magistrados, procuradores, etc. Algunas empresas son espacios relativamente vulnerables, su dinámica financiera, reconversiones, fusiones, entre otras cosas, las hace estar en busca de líderes que sepan moverse en estos círculos, en donde las fortunas se duplican o se pierden en cuestión de minutos, permitiendo la contratación de sujetos con perfiles egocéntricos, con una gran capacidad de manipulación y por lo que son considerados candidatos idóneos para esos puestos. Finalmente, en lo referente a la vulnerabilidad personal, el ser humano y su naturaleza se describe con base en dos estructuras muy importantes: manifiesta y latente. La primera se concreta en palabras, gestos, gritos, aplausos, besos, etc. y la segunda se condensa en las ideas, sentimientos, intenciones, jugarretas, y deseos que nadie conoce salvo uno mismo. 285 Análisis psicojurídico del delincuente habitual doloso Entre ambas hay un código de correspondencia, debido a que el contenido latente se trasluce por medio del contenido manifiesto, pero con la salvedad de que se tiene que identificar, explorar y analizar. Existe entre esta correspondencia un camino que se basa en la voluntad y la libertad de respetar los derechos de los demás, y es donde se ubica a los delincuentes dolosos que se dejan guiar por el contenido latente, mienten, engañan, aparentando lo que no es para obtener ventaja en familiares, amigos, compañeros, y, en otros niveles, de accionistas, subordinados y ciudadanos de todo el país. Resumiendo las líneas analizadas, la capacidad de los sujetos dolosos se basa en tres grandes criterios: en primer lugar, en su dinámica cotidiana. Prestan escasa o nula atención a los aspectos emocionales, debido a que su mundo afectivo es altamente limitado. Si su víctima sufre, implora y demanda compasión, son llamados que no le importan en lo más mínimo. En el caso que las cosas se desenvuelvan en el medio privado sea familiar o laboral las inconformidades e irritaciones que provoque sus decisiones, no lo harán cambiar su postura. En segundo lugar, todas sus acciones u omisiones están centradas en sus metas o tareas, haciendo caso omiso a todo lo que gire y surja a su alrededor, obsesionándose a lograr hasta el final su cometido, sobre cualquier cosa o persona que se interponga, por lo que su campo de atención está totalmente centrado en sus deseos e intenciones. En tercer lugar, la ausencia de emociones, culpas y remordimientos lo hacen sentirse fuerte, hábil y superior ante los demás, no sintiendo ansiedad cuando viola los derechos de los otros; actuando fríamente, suele comportarse como un sujeto responsable y honesto dentro de una sociedad donde la mayoría de la gente increíblemente es confiada. 286 La violencia, el cuerpo y sus territorios Bibliografía (2007) Agenda Penal. Versión cosida, Ediciones Fiscales Isef., México. Baratta, Alexandro (1993) Criminología crítica y crítica del Derecho Penal. Siglo xxi, México. Castillo, Miguel Ángel (1990) “La Psicología indispensable en la readaptación del delincuente”, en Revista Vínculo Jurídico. Universidad de Zacatecas, México. ___ (2002) “El control y subjetividad de los cuerpos uniformados”, en Anuario de Investigación. Departamento de Educación y Comunicación. uam-x, México. ___ (2004) “Psicología Jurídica y control social”, en Anuario de Investigación. 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