GREGORIO TORRES NEBRERA «Tirso al completo» TIRSO AL COMPLETO GREGORIO TORRES NEBRERA Universidad de Extremadura Preámbulo Tirso, su obra y, más concretamente, su rico y vario teatro, fue el objeto primero, en el tiempo, de las investigaciones filológicas de la profesora –mi profesora en la licenciatura y mi maestra desde entonces– María del Pilar Palomo. Esa condición de pionera y destacada tirsista, entre los modernos especialistas en la vida y obra del mercedario, fue decisiva para quien les habla, pues mis comienzos en este terreno de la investigación histórico literaria, de su mano, fueron en torno a Tirso de Molina. Más aún: supe lo que era aunar una cordial amistad y un magisterio fructífero, con el referente de Tirso al fondo, cuando la Dra. Palomo me ofreció, desde una generosidad y desde una confianza en mis humildísimas aportaciones de novato recién licenciado que siempre agradeceré, auxiliarla en un magno proyecto: nada menos que la edición anotada de una de las dos misceláneas tirsistas, hasta aquel entonces (era por 1972) limitada a la edición del XVII y otra del XVIII: Deleitar aprovechando. Y créanme que aquella ocasión (algunos meses) fue para mí un verdadero ejercicio de aprovechamiento con auténtico deleite: largas tardes en la biblioteca familiar de Pozuelo, gratamente reconfortadas con un rico café con leche y sus inseparables pastas, conversando con Pilar, y en muchas ocasiones, con Antonio también. Sesiones en las que tomaba nota –ejemplo y lección que marcan y que he intentado seguir hasta donde me ha sido posible– de la disciplina del trabajo filológico, acompañado de sabiduría y entrega, que requiere, sobre todo, la anotación de textos, y no de cualesquiera textos, sino de aquella reelaborada prosa tirsista, llena de referencias que aclarar, de alusiones que detectar y desentrañar, de datos históricos, mitológicos, religiosos, legendarios, que era -1- GREGORIO TORRES NEBRERA «Tirso al completo» preciso dilucidar en la correspondiente nota a pie de página. ¿Recuerdas, Pilar, cuando fray Gabriel se descolgaba con aquello de «como dice el latino» y unos cuantos versos, y vaya usted a saber quién era el autor traducido por el fraile, de qué obra estaba tomando la cita y cómo la había interpretado Tirso? Pilar Palomo se propuso redactar –y lo logró– casi un millar de notas para aclarar el texto del Deleitar ; y yo le ayudaba, bajo su precisa y acertada dirección, a buscar datos, consultar libros, completar citas o referencias, aquello a lo que la muy capaz biblioteca de la casa de Pozuelo (mi casa de las tardes, durante una larga temporada) no alcanzaba. Por la mañana yo hacía las pesquisas y seguía los caminos que se habían planeado la tarde anterior, y a la tarde de ese día comentábamos, e incorporábamos o no (dependía de mi suerte o pericia en la tarea encomendada) el dato nuevo. Avatares diversos de la entidad patrocinadora del proyecto (la Fundación March) dejaron en suspenso editorial lo realizado, que fueron muchas fichas y mucho trabajo (un breve resumen tan solo de lo que entonces Pilar Palomo había conseguido lo dio a conocer en un artículo de 1990: «Notas al texto de Deleitar aprovechando»). Tuve, por tanto, la gran suerte de asistir de primera mano a la concienzuda tarea de anotar un texto tan complicado y vario como difícil, e ir aprendiendo las cualidades de un oficio –rigor, constancia, vastos conocimientos de otras disciplinas, sagacidad lectora e interpretativa– de la mano de quien ya entonces era la maestra que el tiempo, y sus obras, han confirmado. Fueron una experiencia, y una enseñanza, tan básicas y fundamentales como inolvidables para el camino profesional que, a partir de entonces, y cerca de Pilar Palomo, empecé a recorrer. Gracias por ello. El teatro de Tirso Pero volvamos, tras este excurso personal, que no podía silenciar, a lo que decía al comienzo. La trayectoria investigadora de la profesora Palomo, por lo que sé, empieza ligada a la figura de Tirso de Molina, y en ella anda ahora, ultimando la edición de la obra completa para la conocida y prestigiosa Biblioteca Castro. Su Memoria de Licenciatura trató de la relación de Tirso con el vecino Portugal, y -2- GREGORIO TORRES NEBRERA «Tirso al completo» pronto dos tempranos trabajos abordaron sendas facetas del teatro tirsista: los galanes iniciados en la práctica del precoz y encendido amor a la portuguesa y la incidencia de los personajes femeninos de Téllez en las damitas moratinianas, publicados respectivamente en la revista murciana Monteagudo y en la italiana Miscellanea di Studi Spanici. Pese a los años que han transcurrido, esos dos iniciales trabajos siguen teniendo una indudable pertinencia en el estudio del teatro tirsista y, también, del teatro de Moratín. En el primer caso se aportan claves fundamentales para entender comedias de enredo como las tituladas Por el sótano y el torno y Averíguelo Vargas; en el segundo, se trazan acertadas consideraciones para calibrar la recepción del dramaturgo barroco entre los teóricos neoclásicos y, pese a la resistencia mostrada por don Leandro, demostrar que su Mojigata mucho debió a una de las mejores creaciones de Tirso, Marta la piadosa; y, también a la misma obra, el desenlace de El sí de las niñas. Pilar Palomo ha abordado la obra del mercedario desde sus dos componentes de dramaturgo y prosista. Sobre la primera contamos con tres estudios globales básicos, y obviamente complementarios entre sí, de su devenir teatral, al frente de otras tantas ediciones del teatro de Tirso, que cronológicamente jalonan su trayectoria como tirsista. Sobre la segunda, y tomando pie en ella, versa un excelente estudio, casi único en el panorama crítico de la prosa barroca, acerca de la narratología de la novela cortesana. En 1968 la barcelonesa Editorial Vergara incluyó en una lujosa colección de clásicos un volumen dedicado al teatro de Tirso: diez obras maestras del mercedario, entre las que no podían faltar las indiscutidas –y discutible, una de ellas, en cuanto a su autoría– El Burlador y El confiado, junto a una comedia histórica de gran aliento, La prudencia en la mujer, y un representativo puñado de comedias de enredo, o comedias cortesanas, a saber: Marta la piadosa, Don Gil de las calzas verdes, La celosa de sí misma, La villana de Vallecas, Desde Toledo a Madrid y Por el sótano y el torno, además de ese título obligado en cualquier selección del mejor Tirso que es El vergonzoso en palacio. Las comedias llevaban las correspondientes notas; pocas, pero imprescindibles para ayudar a su comprensión, sin entrar en vericuetos eruditos y, -3- GREGORIO TORRES NEBRERA «Tirso al completo» sobre todo, una amplia introducción, amena, didáctica, clarificadora, que en aquellos años sesenta se convirtió en el primer estudio sistematizado del teatro tirsista: «La creación dramática de Tirso de Molina». Era tal documento la plasmación y resumen generoso de una tesis doctoral defendida en la Universidad Complutense el último año de la década anterior, y que se había centrado en las llamadas comedias cortesanas. Tal procedencia se deja notar, de forma meridiana, en el referido trabajo porque, una vez establecida una cronología del teatro tirsista y una clasificación del mismo, que está totalmente vigente, la autora dedica más de la mitad del estudio al análisis demorado de la comedia de enredo de Tirso (que, a fin de cuentas, constituye la mitad del teatro tirsista) empezando por distinguir tres grandes subgrupos, según las características del lugar de la acción y de sus actantes: las palaciegas, las villanescas y las cortesanas. En ellas ya destacaba la profesora Palomo dos notas distintivas del teatro tirsista en esta parcela: los ricos y variados matices sicológicos de sus personajes y que estas comedias, especialmente las ubicadas bajo el marbete de ‘cortesanas’ eran «un cuadro vivísimo de la sociedad y las costumbres españolas en la primera mitad del siglo XVII», y que el motor de la acción y del conflicto en todas ellas es «una derivación del tema amoroso en cualquiera de las múltiples circunstancias y matices que la amplitud del tema puede originar». El binomio amor-celos envuelto generalmente en cortesía y final feliz, y casi siempre con la articulación de dos planos (señores, criados), en cuyo manejo Tirso fue maestro eficacísimo. Pilar Palomo matiza bien lo personal de Tirso en esta fórmula, transida de paralelismos y contrastes, que ya había puesto en circulación Lope (con el precedente de Torres Naharro), haciendo que en varias –y notables– ocasiones el marcado carácter de un personaje se convierta en generador y hasta director de la trama: dicho con palabras de la estudiosa, «la supremacía del personaje central sobre la acción de la obra», ya sea en una peripecia novelesca (acumulación de episodios), ya en una peripecia caracteriológica (esos episodios motivados y controlados por el modo de ser y comportarse de ese personaje, tantas inolvidables veces de sexo femenino). En realidad, los trabajos de detalle que posteriormente ha ido publicando Pilar Palomo acerca del teatro tirsista han sido -4- GREGORIO TORRES NEBRERA «Tirso al completo» ampliaciones y confirmaciones de lo advertido ya en este pionero trabajo sobre las peculiaridades estructurales y comunicativas de la comedia cortesana. Pero ésa es cuestión que dejo para más tarde. Ahora debemos proseguir con los otros estudios genéricos sobre Tirso autor teatral, como el puesto al frente de la primera edición moderna de todo el teatro tirsista para la BAE, en 1971-1972, después de la llevada a cabo por doña Blanca de los Ríos en los tomos de Aguilar. Hay una primera parte en aquel segundo estudio –de 1970–, donde se resume la cronobibliografía tirsiana, que paso por alto, para detenerme en el segundo epígrafe, que vuelve a trazar las peculiaridades de la escritura teatral del mercedario, páginas en las que se perfila mejor algo de lo apuntado en el estudio de Clásicos Vergara. Así el tratamiento del tiempo y su reflejo escénico y dramático, así el reflejo de la sociedad barroca en aquel teatro, ya en los individuos (Tirso acuñó grandes personajes desde la escena, empezando por el Burlador), ya en los grupos, convirtiéndose así en artista-notario de su tiempo. De este modo se matiza muy bien cómo Tirso combinó a la perfección los conceptos de verismo y verosimilitud al hacer ‘teatro histórico’. Y advierte Palomo en Tirso algo que le concede clara modernidad: no hizo arqueologismo reconstructivo del pasado, sino que nos trasladó aquel pasado hasta el presente que era suyo y de los espectadores de los corrales madrileños, «para, desde su plano coetáneo, interpretarlo». En estas superposiciones y entronques temporales Tirso fue muy sutil, y esa sutileza queda suficientemente analizada y señalada en el estudio, como notar que «en la adecuación del tiempo escénico al desarrollo argumental, [en Tirso] será éste y no aquél el que mande en la arquitectura de la obra», lo que se muestra con meridiana claridad en el análisis del uso escénico del tiempo en las comedias Marta la piadosa y La ninfa del cielo. En cuanto al análisis de los personajes tirsianos que Pilar Palomo aborda en otro apartado, distingue bien la especialista entre aquellos que se van haciendo a lo largo de la trama, con una gradual y enriquecedora evolución, y los que cristalizan en un personaje-símbolo, como el don Juan, al que la Dra. Palomo le dedicó un dilucidador ensayo en 1988, mostrando su evolución y sus matices, desde Tirso a La Regenta. Pero también el personaje tirsista es «siempre un elemento testimonial -5- GREGORIO TORRES NEBRERA «Tirso al completo» de su sociedad», reflejando tanto sus conflictos como sus costumbres. De estos primeros estudios globales se derivaron precisiones y desarrollos de aspectos puntuales en una serie de trabajos monográficos aparecidos en 1988 («Señales de fijación espacial en la comedia de enredo tirsista»), 1990 («El estímulo erótico de la dama dormida: un tema recurrente en la obra de Tirso de Molina») y 1994 («La historia coetánea en el teatro tirsista») y sobre los que ahora no puedo detenerme. El tercer acercamiento global a la literatura tirsista, y por tanto a su teatro, lo encontramos en los prólogos que abren cada uno de los volúmenes de las Obras Completas del mercedario, en curso de publicación desde 1994, en la colección Clásicos Castro, serie cuyos dos primeros volúmenes estuvieron dedicados a las dos misceláneas en prosa, Cigarrales y Deleitar, y subrayando que de esta última era la primera vez que se ofrece una edición moderna completa del texto de 1635, logrando así recuperar aquel trunco proyecto de los setenta, aunque sin las numerosas anotaciones a pie de página. Pero antes de entrar en esa otra parcela de la obra tirsista quiero detenerme un momento en el prólogo que preside la edición de la controvertida Segunda Parte de Comedias de Tirso de Molina (volumen IV de la serie), pues en dicho prólogo la tirsista Palomo aborda el espinoso y difícil asunto de la autoría tirsista de dos terceras partes de las comedias allí contenidas. Tras sopesar las soluciones e hipótesis barajadas por editores y estudiosos anteriores, Palomo aporta razonables soluciones al problema de autoría planteado, examinando uno a uno los ocho casos dudosos, a partir de la afirmación del mercedario de que tales comedias que «siendo hijas de tan ilustres padres, las echaron a mis puertas». Sobre las comedias puestas tradicionalmente en tela de juicio, Pilar Palomo baraja algunas hipótesis razonables, que hacen cambiar de perspectiva en el modo de entender las provocativas palabras de Tirso. Recupera, con nueva argumentación, la hipótesis de que las comedias conflictivas fueran refundiciones de originales tirsianos previos, a los que Tirso está aludiendo con guiño irónico. Por ese camino Palomo propone calibrar en sus justos términos la autoría tirsista de varias de esas ocho comedias y denegarle esa autoría a otras, como Los amantes de Teruel, añadiéndola a las tres que la crítica anterior ya había -6- GREGORIO TORRES NEBRERA «Tirso al completo» dictaminado ajenas a Téllez y a otras dos que también tienen posible autor: Quien habló pagó o Siempre ayuda la verdad, sin olvidar el tan debatido asunto de El condenado, cuestión en la que Palomo se decanta por la segura autoría tirsista y analiza con rigor, en las páginas siguientes, el gran drama de teatro teológico de la producción de Tirso y, probablemente, de todo el teatro barroco, confrontándolo además con la otra cima de aquella dramaturgia: El burlador de Sevilla. Una iluminadora y comprensible síntesis, en media docena de páginas, de un asunto que ha originado ríos de tinta. La prosa de Tirso Si Pilar Palomo ha sido pionera entre los críticos modernos que han iniciado una revisión actualizada de la dramaturgia tirsiana, también lo ha sido igualmente – –y de forma más destacada incluso– en lo que al estudio de Tirso novelista respecta, en la exégesis de las dos importantísimas aportaciones de Téllez al género de la novela cortesana del XVII, organizadas como misceláneas estructuralmente trabadas. Los dos libros tirsistas son el corpus textual sobre el que se construye una de las aportaciones más interesantes al conocimiento de la narrativa barroca, en la modalidad conocida como novela cortesana. Me refiero al libro de 1976 Forma y estructura de la novela cortesana. Ante todo Pilar Palomo valora el modo de enlazar materiales diversos (no sólo narrativos) en una cornice, en las que las partes se someten, en una unidad de forma y sentido, al marco que las conjunta. Y para ello parte de la aplicación medieval de ese procedimiento en una modélica lectura del Calila e Digna, capítulo que se adelantó en la espléndida revista crítica que fue Proemio. Pocas páginas tan iluminadoras de las estructuras narrativas de ambas misceláneas tirsistas conozco como las que abren las respectivas ediciones de Cigarrales y Deleitar. En el primer caso Palomo muestra de forma meridiana cómo la historia cortesana –ejemplar caso de novela de aventuras, presentada in media res– es el desarrollo de una cornice que funcionaba como mera excusa en otros ejemplos coetáneos, y que para Tirso resultaba insuficiente. Y cómo el mercedario -7- GREGORIO TORRES NEBRERA «Tirso al completo» integra en esa historia conductora hasta tres comedias palaciegas y otros materiales sin que la inserción disuene en el conjunto. Y en el caso de Deleitar aprovechando se aprecia perfectamente la construcción dominante en tríptico, con la sabia combinación armónica de tres clases de textos, de cronología diversa, que Tirso sabe cohesionar como signo de la religiosidad burguesa barroca y contrarreformista, a partir del objetivo tan propio de su momento (prodesse et delectare) y expresado en el título global de la miscelánea. Pero, además, la segunda miscelánea tirsiana fue –Pilar Palomo lo analiza con la precisión y la claridad que sabe usar– la comprobación de que en Tirso había no sólo un gran historiador, sino un brillante novelador de ficciones presentadas como sucesos historiales, un destacado autor de novelas históricas (subgénero del que vino a sentar sus bases), o capaz de convertir en amenas y edificantes narraciones, pesadas crónicas históricas previas. Y la gran baza técnica que pone en juego el narrador, como muy bien señala la Dra. Palomo, son las «causas concertadas» que armonizan en arte lo azaroso y contingente de la vida. Varios trabajos parciales, de los años ochenta y noventa, desarrollan pormenorizadamente estos aspectos tan interesantes de la prosa ficcional tirsiana, que lo son a la vez del género narrativo que tan brillantemente ejemplifican, al tiempo que demuestran la familiaridad de Tirso con las fuentes bíblicas a la hora de recrear sus textos, sobre todo en Deleitar. Y de entre esos trabajos complementarios quiero referirme, para acabar, a uno, de 1996, que viene a ser la síntesis de las dos facetas literarias desde las que se afronta el estudio de la figura de Tirso: el teatro y la novela. Analiza con cuidado Pilar Palomo la importancia de la «oralización ficcional» en la novela cortesana y, por ende, en las dos obras de Téllez. En ellas no sólo alguien (a modo de un actor-narrador) cuenta una historia a un público (los restantes personajes reunidos en los diversos lugares privados de Toledo o Madrid, que ejercen de narratario), sino que en esos textos se insertan obras teatrales y hasta se comentan los detalles de aquellas representaciones privadas en el marco de las reuniones o tertulias cortesanas, de modo que en tales misceláneas tirsistas tanto los relatos insertos como los textos teatrales que se dice representar se integran en -8- GREGORIO TORRES NEBRERA «Tirso al completo» una curiosa simbiosis de narrativa teatralizada o de teatralización narrativa que, aun no siendo exclusiva de Tirso, tiene en el mercedario uno de sus mejores practicantes: fue uno de los destacados dramaturgos de la primera mitad del XVII y las historias trazadas y ensambladas en las complejas misceláneas de 1624 y 1635 lo acreditaron como un narrador que no iba muy a la zaga del autor teatral que demostró ser. En todo Tirso hay –como oportunamente recuerda Pilar Palomo–un proceso de teatralización barroca, como en su día señaló para la práctica totalidad de las artes y las letras del siglo el maestro Emilio Orozco. Tirso era ante todo hombre de teatro y por ello procuró que la prosa ficcional que cultivaba fuera también síntoma de la teatralidad como aspiración y tendencia de la cortesanía urbana de su tiempo. Tirso de Molina empezó siendo la materia de estudio en la Memoria de Licenciatura de la Dra. Palomo, y ahora, que nos reunimos en torno a su merecido homenaje, sé que el atento cuidado por ofrecer una edición solvente del teatro del mercedario le ocupa y preocupa. Al lado de otros autores que ha ido incorporando a su atención como editora y estudiosa –Galdós, Bécquer, Unamuno– Tirso está presente en los inicios y en la culminación de una trayectoria –remedando a Machado en elogio de otro insigne maestro– hecha de enseñanzas y labores. Si el dramaturgo mercedario supo crear algunas de las más activas, sagaces y decididas mujeres de la escena barroca, le hubiese gustado saber que fueron también mujeres las que, siglos después, escribieron algunas de las mejores páginas sobre su vida y su obra, y entre las tales, nuestra Pilar Palomo. Ella ha contribuido, y de cualificadísima manera, a enseñarnos un Tirso de par en par. -9- GREGORIO TORRES NEBRERA «Tirso al completo» El copyright de este artículo pertenece a su autor. Puede citarse libremente con fines académicos siempre que se identifique adecuadamente su fuente, consignando la referencia bibliográfica completa: TORRES NEBRERA, GREGORIO (2008): «Tirso al completo», Rapsoda. Revista de Literatura, núm. 0, junio, en <http://www.ucm.es/info/rapsoda/inhonorem/torres_tirso.pdf>, consultada el (día) de (mes) de (año). Pueden incluirse enlaces a este artículo en otras páginas. 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