PAGINA BLANCA PAGINA BLANCA El derecho del condenado a la pena de muerte a solicitar el indulto o la conmutación de la pena © Alejandro Rodríguez y Rony Eulalio López Contreras Reservados todos los derechos de conformidad con la ley. No se permite la reproducción total o parcial de este libro, sin el permiso previo y escrito de los titulares del copyright. Diseño portada: Diagramación: Revisión textos: Angela Morales Jaime Bran Yvonne Aguilar, Jaime Bran, David Menchú Impreso en Serviprensa S.A. 3ª Ave. 14-62, zona 1 Teléfonos: 232 0237 • 232 5424 • 232 9025 Ciudad de Guatemala, Guatemala Correo electrónico: [email protected] ÍNDICE PRESENTACION / 9 INTRODUCCIÓN / 11 CAPÍTULO I EL INDULTO EN EL DERECHO PENAL / 15 1. Ubicación del indulto en la teoría del delito / 15 2. Definición /17 3. Distinción con otras instituciones afines / 20 3.1 La amnistía / 20 3.2 Perdón judicial / 21 4. Clases de indulto / 21 4.1 Por el número de beneficiarios / 21 4.1.1 Generales / 21 4.1.2 Colectivos / 22 4.2 Por el momento de su otorgamiento / 22 4.2.1 Propios / 22 4.2.2 Impropios / 22 4.3 Por sus condiciones para su efectividad / 22 4.3.1 Absolutos / 22 4.3.2 Condicionados / 22 4.4 Por sus efectos sobre la pena / 22 4.4.1 Total / 22 4.4.2 Parcial / 22 5. Efectos / 23 CAPÍTULO II NATURALEZA JURÍDICA DEL INDULTO / 25 1. El indulto como derecho fundamental / 27 2. El indulto como mecanismo de protección de los derechos humanos / 27 3. 4. El indulto como acto de gobierno / 29 Requisitos para resolver la petición de indulto / 33 CAPÍTULO III CASOS DE PROCEDENCIA DEL INDULTO / 35 1. Análisis sobre los motivos jurídicos que excluyen la aplicación de la pena de muerte en la Constitución y los tratados internacionales en materia de derechos humanos / 36 1.1 Casos de exclusión de la pena de muerte por razones de circunstancias personales del reo / 38 1.1.1 Prohibición de imposición de menores de 18 años / 38 1.1.2 Prohibición a mujeres / 40 1.1.3 Prohibición de ejecutar a enfermos mentales / 41 1.2 Causas de no aplicación de la pena de muerte por razones de derecho penal material / 42 1.2.1 Imposibilidad de aplicar la pena de muerte cuando los delitos no sean de extrema gravedad / 43 1.2.2 Prohibición de aplicar la pena de muerte obligatoria / 44 1.2.3 Extensión de la pena de muerte en contravención del artículo 4.2 del Pacto de San José y 6 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos / 48 1.2.4 Delitos políticos y conexos / 50 1.3 Casos en que se advierte violación a garantías judiciales mínimas dentro del proceso / 52 1.3.1 Violación de una garantía judicial mínima de los artículos 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 8 del Pacto de San José / 53 1.3.2 La falta de asistencia letrada competente / 65 1.3.3 Violación del derecho a no ser condenado a la pena capital con base en presunciones / 70 2. Indulto por razones de conveniencia político-criminal / 74 3. Motivos para conceder el indulto por razones humanitarias / 77 3.1 La vulnerabilidad de la persona condenada / 77 3.2 3.3 Violación de la vida familiar y privada / 83 Las condiciones de detención que precedieron a la ejecución y que constituyen el fenómeno del corredor de la muerte / 86 CAPÍTULO IV EL INDULTO EN LA LEGISLACIÓN GUATEMALTECA / 89 1. Breve referencia histórica de la institución del indulto / 89 2. Antecedentes históricos del indulto en Guatemala / 93 3. Regulación actual del derecho a solicitar el indulto o la conmutación de la pena en Guatemala / 95 4. Regulación del indulto en el ámbito del derecho internacional de los derechos humanos / 97 4.1 Convención Americana de Derechos Humanos / 97 4.2 Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos / 99 4.3 Contenido de una ley de indulto conforme a la Convención Americana sobre Derechos Humanos / 108 5. Conclusión sobre la situación actual del indulto / 112 CAPÍTULO V ANÁLISIS DE LOS PROCEDIMIENTOS DE INDULTO EN GUATEMALA / 113 1. Indultos tramitados antes de la Constitución de 1986 / 115 2. Breve referencia de los indultos tramitados con base en la Constitución Política de la República de 1985 / 116 A. Caso 1: Nicolás Gutiérrez / 117 B. Caso 2: Roberto Girón y Pedro Castillo / 118 C. Caso 3: Manuel Martínez Coronado / 121 D. Caso 4: Pedro Rax Cucul / 122 E. Caso 5: Tomás Cerrate y Amílcar Cetino / 123 F. Caso 6: Fermín Ramírez / 124 3. Conclusiones y recomendaciones / 125 PAGINA BLANCA PRESENTACIÓN E l Recurso de Gracia o Indulto, es la posibilidad que tiene el Estado de conmutar las penas, en especial la de Muerte. Este instituto pasó de ser una potestad del Rey, quien encarnaba al Estado, a ser una facultad del Estado Republicano que generalmente es ejercida por el representante del Poder Ejecutivo. El desarrollo histórico del Indulto está estrechamente vinculado al de la Pena de Muerte y tiene una importancia obvia en las democracias “rezagadas”que aún utilizan la muerte como respuesta al delito. La utilización del indulto por parte del Estado puede ser, en muchos casos, la última oportunidad para salvar la vida de un condenado a muerte. De allí la necesidad de que el derecho del indulto deba ser plenamente reconocido y reglado en detalle. Contrario a esta posibilidad, recientemente, el Congreso guatemalteco derogó la ley que regulaba el indulto, violentando así un derecho reconocido por la normativa internacional básica en materia de derechos humanos, argumentando el legislativo la necesidad de aplicar una política de mano dura contra el delito, pero de esta forma solamente se ha logrado retroceder en el proceso de democratización de Guatemala. El Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala, coherente con sus principios orientados al fortalecimiento de una política criminal democrática, ha desarrollado acciones orientadas a la abolición de la Pena de Muerte y, mediante este documento, se propone aportar elementos que nutran la discusión de un tema fundamental para el proceso de democratización, principalmente ante la decisión del Congreso de la República de suprimir la facultad del Presidente de conceder el Indulto, con el fin de coadyuvar a evitar esas regresiones que impiden la humanización de las penas en nuestro sistema jurídico. 9 PAGINA BLANCA INTRODUCCIÓN U n Estado de índole liberal y democrática como el consagrado en la Constitución Política de la República de Guatemala, debe perseguir inexcusablemente el cumplimiento de todos los derechos y las garantías inherentes a la persona humana. Estas garantías no sólo se encuentran plasmadas en nuestra ley fundamental, sino también en los tratados internacionales de Derechos Humanos ratificados por Guatemala. Solicitar el recurso de gracia es un derecho fundamental que posee toda persona que ha sido condenada a la pena capital, expresamente contemplado en los tratados internacionales en materia de Derechos Humanos. Esta institución consagra la posibilidad del Estado de renunciar a su derecho a castigar, en un caso individual y concreto, por existir algún fin político criminal trascendente que hace conveniente prescindir de la pena debidamente impuesta a una persona condenada. No se puede desconocer, sin embargo, que la institución se remonta al absolutismo monárquico que atribuyó al soberano el poder de renunciar a su capricho a la acción penal o a la pena impuesta, fundamentado en la titularidad exclusiva y única del ius puniendi estatal que se había conferido al rey. Al variar el modelo de Estado surgió el moderno Estado de Derecho o constitucional liberal, inspirado en la teoría de la división de poderes. El nuevo modelo de Estado propugnó por una absoluta separación entre la facultad de ejercer la acción penal (encomendada al Ministerio Público), de imponer las penas (encargada al juez) y la de aplicarlas (encargada al organismo ejecutivo), para lograr democratizar y controlar el ejercicio del poder punitivo. De esa suerte, la potestad absoluta del rey en el Estado monárquico perdió completamente su consistencia y legitimidad, y fue sustituida por un modelo democrático de derecho penal, basado en la separación absoluta de funciones. Por tal motivo, algunos autores de la Ilustración como Montesquieu, o Beccaria, cuestionaron la posibilidad de otorgar recursos de gracia o indultos, al considerar que constituían una intromisión ilegítima en el ámbito del poder judicial. 11 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA Siguiendo el modelo de Estado democrático de derecho, nuestra Constitución Política ha establecido que el ejercicio de la acción penal corresponde al Ministerio Público en forma exclusiva (artículo 251). En tanto que el poder judicial tiene a su cargo la potestad de juzgar y de imponer penas. El organismo ejecutivo se encarga de ejecutar lo resuelto por los tribunales de justicia. Desde este contexto, la facultad de conmutar la pena a través del indulto o del recurso de gracia podría considerarse un atentado al principio de separación de poderes, característico del Estado de Derecho, al configurarse como una intromisión del ejecutivo en el poder judicial. Sin embargo, el indulto posee un fundamento político-criminal que le concede legitimidad, y radica en ciertas consideraciones de justicia, de conveniencia social y de representatividad nacional. En efecto, cabe convenir con Zaffaroni que el indulto de un Estado democrático no puede identificarse con el poder de gracia del absolutismo, que era una prerrogativa arbitraria que podía usar el monarca. El indulto o conmutación de la pena en un Estado republicano parte de un acto del poder público por razones de oportunidad, y es en sí mismo una potestad limitada por las necesidades de conveniencia política de un Estado democrático. De allí, que su concesión actualmente no puede realizarse arbitrariamente, si no está sujeta al control político, como todos los actos de gobierno e, incluso, a revisión judicial. Pero, además, el recurso de gracia ha de entenderse como una garantía no jurisdiccional de la persona condenada a la pena de muerte, para que no se le prive de manera arbitraria de la vida. Desde esta perspectiva, el derecho de gracia sirve de correctivo de la ley, aconsejado para el caso concreto por equidad o por razones políticocriminales, tanto en el momento de imposición de la pena, como durante su ejecución. Es una salvaguarda frente a errores judiciales o condenas a penas de muerte impuestas sin observancia de los derechos humanos. Es muy importante destacar que el devenir histórico ha guiado al derecho penal hacia parámetros más humanitarios. Han surgido así nuevas tendencias sobre el contenido y finalidad de la pena, que llevan consigo el requisito ineludible de evitar la destrucción de la personalidad humana. Esto ha motivado el surgimiento de la resocialización como finalidad esencial de la pena. Dentro de este marco se inscribe el derecho de gracia, indulto o conmutación de la pena, como figura histórica que se presenta ahora con una nueva vitalidad y fines, buscando convertirse en un medio para lograr los fines de humanidad y atemperar el rigor de penas excesivas o desproporcionadas en el caso concreto, o cuando ya se han alcanzado las finalidades resocializadoras de la pena o con fundamento en razones de justicia, constitucionalmente garantizadas por la equidad, dignidad, utilidad y por necesidades políticocriminales de cualquier Estado. 12 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS A raíz de las consideraciones anteriores, la presente investigación se enfocará sobre todos los aspectos esenciales de esta figura jurídico-penal del indulto, la evolución histórica de esta figura en nuestro Derecho nacional y su situación actual con relación a los tratados internacionales en materia de derechos humanos. En la actualidad, los recientes cambios legislativos pretenden hacer desaparecer a la figura del indulto en perjuicio de los condenados a la pena de muerte. No obstante, la voluntad del legislador no puede derogar la figura del indulto, en la medida en que éste es un recurso obligatorio a favor de los condenados a la pena capital, cuyo agotamiento previo viene exigido, en el derecho internacional por los tratados y convenciones en materia de derechos humanos y en nuestro derecho constitucional por el artículo 18. Ninguna persona puede ser ejecutada si no se han agotado todos los recursos existentes, en la legislación interna y en la legislación internacional de los derechos humanos. Por tanto, la “derogatoria” del derecho al indulto por parte del Congreso de la República no tuvo ningún efecto práctico, pues esta figura continúa vigente en nuestra legislación por virtud de los artículos 4 del Pacto de San José y 6 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y, mientras no se tramite y resuelva tal petición, el Estado de Guatemala no puede ejecutar a ningún condenado a pena de muerte. Por supuesto, que el derecho a solicitar el indulto, la amnistía o conmutación de la pena no significa que automáticamente deba concederse el recurso de gracia. Es necesario hacer una identificación de los elementos que se requieren para evaluar la procedencia de su otorgamiento. Por consiguiente, el derecho a solicitar el indulto no puede tramitarse y resolverse de cualquier forma, sino debe dar la oportunidad adecuada al condenado de exponer su caso y presentar las pruebas. La presente investigación pretende construir los presupuestos para una ley de indulto en la legislación guatemalteca, que cumpla con los requisitos exigidos por la Convención Americana de Derechos Humanos. 13 PAGINA BLANCA CAPíTULO I EL INDULTO EN EL DERECHO PENAL 1. UBICACIÓN DEL INDULTO EN LA TEORÍA DEL DELITO D ogmáticamente el indulto es una institución que no corresponde a ninguna de las categorías del delito. Su fundamento no emana de la realización de un hecho ilícito, ni proviene de razones dogmáticas, sino estrictamente político-criminales. Desde esta perspectiva el indulto constituye una causa de extinción de responsabilidad criminal. Para Mir Puig “las causas que extinguen la responsabilidad penal presuponen, pues, la comisión de un hecho punible, entendiendo por tal un hecho típicamente antijurídico y personalmente imputable en el que no concurre ninguna causa de exclusión de punibilidad”.1 De esa suerte la ubicación de la institución del indulto debe efectuarse en la teoría de la pena y específicamente en las causas de extinción de responsabilidad penal. Las causas de extinción de responsabilidad penal implican la renuncia del Estado a ejercitar su derecho a castigar conductas delictivas, ya sea no imponiendo una pena, o bien no ejecutando o interrumpiendo la ejecución de la ya impuesta. Las causas de extinción de la responsabilidad penal se distinguen de las causas que eximen la responsabilidad penal en que éstas impiden la existencia previa de un delito con todos sus caracteres, incluidas, en su caso, la ausencia de excusas absolutorias y la presencia de condiciones objetivas de punibilidad, negando tan sólo el ejercicio del ius puniendi. La responsabilidad penal presume la punibilidad del delito.2 1 2 MIR PUIG, S. DERECHO PENAL, PARTE GENERAL 5a. Edición, Barcelona, 1998, pág. 778. GRACIA MARTIN, L. (Coordinador), Lecciones sobre las consecuencias jurídicas del delito. Tirant lo Blanch, Valencia, 1998, pág. 272. 15 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA El indulto por lo tanto no se encuentra en la categoría dogmática de la punibilidad,3 puesto que la presencia de alguna de las causas de exclusión de esta categoría dogmática (como una excusa absolutoria o una causa personal de exclusión de la pena) no produce la extinción de la pena, sino EXIME de responsabilidad penal. Es decir, una causa de exclusión de punibilidad provoca que la responsabilidad penal no pueda emerger, y el acto queda frente al derecho como no punible. Por el contrario, el indulto cancela la punibilidad del delito, cuando éste ha sido plenamente comprobado en todas sus categorías y existe, además, un debido proceso en el cual se ha dictado una sentencia de condena. Por lo tanto, las causas de extinción de responsabilidad penal obedecen a circunstancias que son posteriores a la condena, y que requieren la preexistencia de una sentencia judicial de condena firme. En este sentido, las causas de extinción de responsabilidad penal tienen sencillamente por objeto que la pena que ya ha sido impuesta no se cumpla (total o parcialmente) o declarar simplemente la extinción de la obligación de cumplir la pena. Nuestra legislación contempla como causas de extinción de la responsabilidad penal las siguientes:4 a) b) c) d) e) f) La muerte del reo El cumplimiento de la condena El indulto El perdón del ofendido cuando la ley así lo prevea Prescripción del delito La prescripción de la pena En nuestra legislación también se contempla como causas de extinción de la pena la AMNISTÍA y la conmutación de la pena. La amnistía es una causa de extinción de 3 4 MUÑOZ CONDE, F., DERECHO PENAL, 3era. Edición, Tirant Lo Blanch, Valencia, 1998, pág 448. Afirma que “las causas de extinción de la responsabilidad criminal son de difícil encuadre sistemático en la teoría general del delito, pero que por su carácter excluyente de la imposición o ejecución de la pena pueden estudiarse en la punibilidad. Sin embargo, es preferible hacer una distinción entre causas de punibilidad stricto sensu, que serían aquellas que excluyen la responsabilidad penal, y de las causas de extinción de la responsabilidad penal, que sirven sencillamente para exonerar el cumplimiento de una pena ya debidamente comprobada y declarada judicialmente. Artículo 101 del Código Penal. Sobre este punto. ESTRADA ARISPE, C.E. Causas de extinción de la responsabilidad penal y de la pena. En DIEZ RIPOLLES, J.L y GIMÉNEZ SALINAS I. COLOMER, E. (coordinadores), MANUAL DE DERECHO PENAL GUATEMALTECO, Parte General, Artemis - Edinter. Guatemala, 2001. 16 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS responsabilidad penal que puede ser decretada por el Congreso de la República para los delitos políticos y para los comunes conexos con los políticos.5 La legislación penal también plantea la institución del perdón judicial, que es la posibilidad que tiene el juez de condonar el cumplimiento de la pena, cuando por requerimientos de prevención especial sea conveniente desde el punto de vista político-criminal. El indulto por lo tanto, es una causal de extinción de responsabilidad penal. Su carácter es eminentemente individual y para el caso en concreto. Su fundamento jurídico se encuentra en razones de conveniencia política, cuando la cancelación del castigo, o cuando menos su remisión parcial, se consideran adecuadas, como un acto jurídico que ya no emana del poder judicial, sino de otros poderes del Estado, particularmente del poder ejecutivo, que emite dicha decisión con base a criterios puramente político-criminales. 2. DEFINICIÓN Habiendo establecido su ubicación sistemática dentro de la teoría penal, corresponde ahora efectuar una definición de lo que se entiende por: INDULTO, RECURSO DE GRACIA O CONMUTACIÓN DE LA PENA. Se ha definido el indulto como la facultad otorgada a poderes no judiciales para extinguir la pena o disminuirla por razones de oportunidad.6 Puig Peña lo define como un derecho de gracia que el poder no judicial otorga a los condenados por sentencia firme, remitiéndoles toda la pena, o parte de ella, que se les hubiera impuesto, conmutándosela por otra menos drástica.7 Así mismo, se ha indicado que esta institución opera exclusivamente sobre la pena, que se condona toda o en parte o se conmuta por otra especie de sanciones permitidas por la ley.8 Lo anterior deja claro que el indulto es un acto político acordado por uno de los poderes del Estado, distinto del judicial y fundamentado en los principios de coordinación y equidad de los poderes.9 Es en consecuencia, la gracia otorgada por el Jefe de 5 6 7 8 9 Artículo 171 inciso g del Congreso de la República. ZAFFARONI, R.E. Derecho Penal. PG. Ob.cit., pág. 849. PUIG PEÑA, F., Derecho penal, 5ª. Ed., Tomo II, Barcelona, 1959, pág. 460. ANTOLISEI, F., Manual de Derecho penal, parte general, Trad. Juan del Rosal y Angel Torio, Uteha, Buenos Aires, Argentina, 1960, pág. 542. Citando a García Martínez, MORALES SAMAYOA, C., El indulto frente a la división de poderes, Tesis de grado de la Universidad de San Carlos de Guatemala, 1973, pág. 52. 17 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA Estado a los condenados por sentencia firme, remitiéndoseles toda la pena impuesta o parte de ella, o conmutándola por otra u otras más leves.10 De conformidad con el propósito de esta investigación, es importante distinguir dos aspectos: que el indulto es una institución que puede extinguir la pena total o parcialmente, o en su caso establecer una sustitución heterogénea de la sanción penal impuesta y, que el indulto es necesariamente conocido y resuelto por un órgano diferente al que impuso la sanción, con el objetivo de evaluar la necesidad político-criminal del Estado o el principio de humanidad de las penas. Los fines de la concesión del indulto pueden ser diversos. En primer lugar, el Estado puede pretender compensar la severidad del Derecho con un acto de equidad, en particular cuando se produce un cambio posterior de las circunstancias generales o personales.11 Cabe también corregir mediante el indulto los defectos de la legislación, las resoluciones que quedaron sin base tras las reformas generales o los errores judiciales en este último siempre que no sean de carácter absoluto.12 Por último, Jescheck señala que cabe utilizar el indulto con fines político-criminales. Este es el punto que interesa en el indulto para preparar la rehabilitación del reo.13 De lo expuesto anteriormente surge la polémica de si el indulto es un acto discrecional o por el contrario representa un acto jurídico revisable judicialmente, por requerir determinados presupuestos necesarios para su validez (tanto en su otorgamiento como en su denegación). Zaffaroni señala que el indulto no es un acto discrecional, ni tampoco administrativo, sino que se trata de un acto de gobierno –un acto de poder–, razón por la cual no puede ser una actividad taxativamente reglada. “Esta naturaleza de acto político se suele legitimar sosteniendo su necesidad ante la imposibilidad de que la ley prevea todas las situaciones, como medio extraordinario para sustraerse de penas excesivamente drásticas o anacrónicas, pudiendo acarrear perturbación para el orden público. De ahí que, en estos casos supuestos, el Ejecutivo se limita a cancelar la pena, habiendo perdido el indulto su carácter de perdón graciable”.14 10 11 12 13 14 CUELLO CALON, E., Derecho penal, Tomo I, V. 2., Boch, Barcelona, 1975, pág. 747. Este autor indica como requisitos esenciales para la concesión: la sentencia firme, que los reos se encuentren a disposición del tribunal, y que no sean reincidentes. Además expone que este derecho de gracia puede ser otorgado para todo género de delitos. JESCHECK, H. H., Tratado de Derecho Penal, Parte general. Cuarta edición completamente corregida y ampliada. Traducción de José Luis Manzanares Samaniego. Editorial Comares, Granada, 1993. Página 833. GRACIA MARTIN, L. Lecciones de consecuencias jurídicas del delito, Ob.cit. pág. 279. Idem. Zaffaroni, Ob. cit. 18 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS En todo caso, en un estado democrático de derecho el indulto no puede identificarse como una prerrogativa arbitraria de poder. Es necesario reconducir la facultad del indulto hacia parámetros racionales que sean congruentes con las finalidades de un estado de derecho. Los fines señalados por Jescheck como ámbitos legítimos para el otorgamiento del indulto, señalan por lo tanto, el espacio de discrecionalidad que se puede conceder a la autoridad para su otorgamiento. Los detractores del indulto han señalado, no sin razón, que el indulto es una consecuencia necesaria de un sistema penal imperfecto e irracional y que “en un sistema racional y sin penas atroces, no sería necesario”.15 Opinión que no es compartible, dado que muchos de los casos de otorgamiento del indulto entroncan directamente con el principio de proporcionalidad entre la gravedad del hecho y la culpabilidad de autor, por un lado, y la medida de la pena legalmente establecida con carácter general en el caso individual,16 por otro. Todo ello demuestra que el indulto es una institución dogmática que tiene unos fines específicos que deben ser respetados. El transgredir tales fines representa una violación a los principios generales de un Estado democrático de derecho, el cual prohíbe la arbitrariedad en el ejercicio del poder. Desde esta perspectiva, el acto de otorgar o denegar un indulto en los casos que debe proceder, supone un hecho que tiene como consecuencia la responsabilidad política de la autoridad. Más discutible es, si tal decisión puede ser objeto de una revisión judicial. La doctrina se adscribe al criterio que materialmente no son revisables, ya que los casos de procedencia están enfocados principalmente hacia la conveniencia política; en cambio, formalmente sí existe la posibilidad de revisión judicial para verificar que efectivamente se han cumplido los requisitos legales que garantizan que su tramitación se ha llevado conforme a la legalidad y las reglas del debido proceso. ZAFFARONI expone que “si bien en principio es cierto que los jueces no pueden revisarlo en cuanto a su motivación, no puede descartarse por entero una situación extrema que habilite el control constitucional del indulto o la conmutación, como sería el caso en que el ejecutivo haga uso de esta facultad para facilitar la quiebra del orden constitucional”.17 La revisión judicial del acto de decisión del indulto por quebrantamiento del derecho de audiencia o de garantías judiciales mínimas durante su tramitación habilita un control por vía de amparo, ya que existe consenso en la jurisprudencia al respecto de 15 16 17 BECCARIA, C., De los delitos y de las penas, pág. 205. Cfr. MIR PUIG, Ob. cit., pág. 779 quien señala que el indulto puede ser un correctivo de la equidad en el caso concreto. JESCHECK, Ob.cit. y GRACIA MARTIN, L., Lecciones de consecuencias jurídicas del delito, Ob. cit., pág.279. ZAFFARONI, R.E. Ob.cit., pág. 850. 19 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA que la decisión que resuelva debe provenir de un procedimiento en que se haya observado todas las garantías. Debe recordarse que en tanto el indulto no se haya resuelto en la forma constitucionalmente establecida, no se puede entender por agotados todos los recursos y procederse a la ejecución de la condena.18 3. DISTINCIÓN CON OTRAS INSTITUCIONES AFINES El indulto tiene caracteres similares con otras instituciones que extinguen la pena lo que en ocasiones da lugar a confusión. Por eso, es importante conocer las diferencias existentes entre las posibles similitudes de estas otras instituciones, como lo son la amnistía y el perdón judicial. 3.1 La amnistía Se puede indicar que ésta extingue íntegramente la responsabilidad penal y la pena; el indulto sólo la sanción penal sin excluir la condena. Consecuentemente, el amnistiado aparecerá como que no hubiera delinquido, en cambio el indultado conservará su condena traducida a otro tipo de sanción penal. Desde un punto de vista procesal, la amnistía se puede otorgar en cualquier momento, posterior al hecho delictivo, en cambio el indulto, sólo se podrá acordar después de la sentencia firme.19 La amnistía se otorga mediante una ley general, puesto que beneficia a un conjunto de personas que han cometido un determinado delito, mientras tanto, el indulto no es materia de una ley general, constituye un acuerdo o resolución emitida por el órgano competente, para beneficio de una persona concreta y determinada. La diferencia de esta última postura se suscribe a raíz de que el indulto es de carácter individual y particular, en tanto que la amnistía es general e impersonal. Por lo general, la amnistía le corresponde al organismo legislativo y el indulto al ejecutivo.20 La amnistía es un acto político que normal18 19 20 Sobre este punto confrontar la sentencia de la CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS . CASO HILAIRE, CONSTANTINE Y BENJAMIN Y OTROS VS. TRINIDAD Y TOBAGO. SENTENCIA DE 21 DE JUNIO DE 2002. Vid, CIFUENTES LOPEZ, M., Las consecuencias jurídicas y sociales de la derogatoria del indulto o recurso de gracia en la legislación guatemalteca y la preeminencia del Derecho internacional relativo a los Derechos humanos, Tesis de Grado de la USAC, Marzo de 2001, pág. 46, este autor indica que, el indulto en nada afecta la existencia del delito, sino que sólo impide su cumplimiento, en cambio la amnistía sí anula su existencia, además, ésta puede recaer sobre los delitos juzgados y no juzgados, a diferencia del indulto que sólo puede ser concedido sobre condenas ya firmes. Estas diferencias son plasmadas, acertadamente por ESTRADA VALENZUELA, M., El indulto y la amnistía en el doctrina y en la legislación penal guatemalteca, Ob. cit., pág. 14. Indica: “–La amnistía es pronunciada por la ley, ya que es facultad propia del Congreso de la República. El indulto es un acto administrativo exclusivo del Presidente de la República. –La amnistía suprime el delito y todos su efectos. El indulto constituye un perdón de la pena quedando a salvo la responsabilidad civil. –La amnistía es de 20 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS mente se ve orientada a los delitos que revisten la calidad de políticos; en cambio, el indulto sólo corrige ciertos rigores legislativos de toda clase de delitos, que se plantea desde una óptica político-criminal y humanitaria. En relación a las diferencias del indulto propio o impropio (conmutación de la pena), se puede indicar que el primero extingue la pena impuesta y, el segundo, reduce o modifica la sanción por otra de menor gravedad. 3.2 Perdón judicial Esta constituye una especie de alternativa a la ejecución de la pena privativa de libertad, puesto que, por medio del perdón judicial es que el propio juez, inmediatamente después de la sentencia, condona la ejecución de la pena. En lugar de razones especiales político-criminales y humanitarias, se busca alcanzar aspectos de prevención especial, evitando exponer a una persona que ha cometido un delito a los efectos desocializadores y criminógenos de la cárcel. Como consecuencia, el único motivo de diferencia que existe entre este instituto con el indulto es que ambos son beneficios penales que evitan el cumplimiento de la sanción penal. Además el perdón judicial, como ya se estableció, es un acto eminentemente jurisdiccional y el indulto no. 4. CLASES DE INDULTO Tal y como se dijo, existen en doctrina distintos tipos de indulto: los generales, colectivos, propios, impropios, absolutos, condicionados, totales y los parciales. 4.1 Por el número de beneficiarios 4.1.1 Generales En doctrina, no muy frecuentemente se localiza como clasificación de indulto, los generales, que se consideran, sin lugar a dudas, en una amnistía simple, tal y como se configura la misma. Consecuentemente, resulta incompatible con la naturaleza propia del indulto. carácter general por mandato de la misma Constitución. El indulto se otorga en beneficio de determinadas personas. –La amnistía se fundamenta en razones políticas de interés general para el Estado. El indulto se origina de las consideraciones de clemencia e indulgencia relacionados con el interés particular de los reos. –La amnistía suprime las incapacidades que inhabilitan a quienes son objeto de ella. El indulto las deja en principio subsistentes, a no ser que haya mediado rehabilitación. En el mismo sentido, MORILLAS CUEVA, L., Teoría de las consecuencias jurídicas del delito, Ob. cit., pág. 188. 21 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA 4.1.2 Colectivos Se refiere, básicamente a los indultos que se pueden otorgar a una determinada cantidad de personas (dos o más), que se encuentran debidamente individualizadas. 4.2 Por el momento de su otorgamiento 4.2.1 Propios Estos indultos son a los que esencialmente se referiere la presente investigación, o sea los que se otorgan después de una sentencia firme. 4.2.2 Impropios Son aquellos que se conceden antes de dictarse la sentencia firme. Esta clase de indultos no son frecuentes en la gama de legislaciones. Se puede considerar como una amnistía especial o particular, que rozaría la desnaturalización de esa misma institución. 4.3 Por sus condiciones para su efectividad 4.3.1 Absolutos Son los que se conceden sin condición alguna, con un sentido de irrevocabilidad. 4.3.2 Condicionados Al contrario de los absolutos, pueden existir indultos de naturaleza condicionada, donde al sujeto se le señalan una serie de requisitos que debe satisfacer con posterioridad al beneficio otorgado. 4.4 Por sus efectos sobre la pena 4.4.1 Total Es el indulto propiamente dicho, o sea, es el que condona totalmente la pena impuesta. Cuando alguien solicita el indulto total, es porque requiere la abrogación absoluta de la sanción. 4.4.2 Parcial Como su nombre indica, es el que parcialmente condona la pena, o sea, lo que se busca es no abrogar la sanción sino únicamente reducirla, modificarla o cambiarla por otra de menor gravedad. A este indulto, como ya se expuso, se le conoce como conmutación de la pena, puesto que se trata de conmutar la sanción firme por otra. Este es el indulto que se hace valer en el caso de los condenados a muerte, puesto que lo que se busca es evitar su ejecución, imponiéndose en su lugar, una de “menor gravedad”, 22 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS como lo es la pena de prisión. Su regulación se encuentra, coincidentemente, en el último párrafo del artículo 43 del Código penal (pena de muerte). 5. EFECTOS Consideramos indispensable en esta investigación, hacer hincapié en los efectos que trae consigo la institución del indulto. En cuanto al indulto total, se puede indicar que sus efectos se pueden medir en distintos parámetros: a) extingue la pena; el artículo 105 del Cp, nos indica que sus efectos van dirigidos exclusivamente a la pena principal, con ello no nos permite establecer una extensión a las penas accesorias y a las de responsabilidad civil. b) no suprime el delito juzgado, puesto que se limita a perdonar la pena, sin impedir que el hecho delictivo se mantenga cometido y sancionado, en otras palabras, la condena no es suprimida, sólo la sanción. La consecuencia más cercana son los antecedentes delictuales, que en la figura del indulto no se suprimen, ya que lo que se condona es la pena, no el delito. En cuanto al indulto parcial, se puede indicar que el efecto primordial es la modificación o supresión parcial de la pena impuesta. En doctrina se ha discutido mucho en cuanto a la posibilidad de indultar las medidas de seguridad, ya que al existir un silencio en la legislación penal en cuanto a dicha figura, se ha llegado a determinar, que si bien es cierto la palabra pena, es requisito ineludible del indulto, también es cierto que las medidas de seguridad son sanciones; que en conclusión son sólo criterios doctrinales utilizados para determinar su diferenciación, y por eso, en general pueden ser consideradas como sanciones penales. A raíz de ello, concluimos, es viable aplicar esta institución a las medidas de seguridad puesto que es la única vía que se tiene para poner fin a las medidas de plazo indeterminado.21 21 En este sentido, Vid. FIERRO, G., Amnistía, indulto y conmutación de penas, Ob. cit., pág. Asimismo, ECHEVERRÍA FALLA, M., El derecho de los condenados a muerte en Guatemala a solicitar el indulto o la conmutación de la pena, Tesis de grado de la Facultad de Derecho de la Universidad Francisco Marroquín, Agosto, 1996, págs. 33 y ss. 23 PAGINA BLANCA CAPÍTULO II NATURALEZA JURÍDICA DEL INDULTO E n el ámbito del Derecho, siempre que se aborda el estudio de una institución resulta conveniente preguntarse por su naturaleza jurídica, pues con frecuencia la respuesta a esta cuestión tendrá importantes repercusiones para el análisis, posibilitando una mejor comprensión y conocimiento de la materia. Para el caso concreto del indulto, consideramos necesario remitirnos al derecho de gracia en general. Este derecho se encuentra determinado en nuestra legislación como una forma de extinción de la responsabilidad y de la sanción penal. El derecho de gracia se concibe como una facultad que ostentan los poderes políticos del Estado, tradicionalmente el Presidente o Jefe de Estado, para otorgar la extinción de la acción o la sanción penal, ya sea en un ámbito general o particularizado. En consecuencia, es un acto puramente de gobierno que tiene la posibilidad de condonar la sanción penal ya impuesta judicialmente. A raíz de ello se puede establecer una clasificación tripartita de instituciones que extinguen la pena: la amnistía, el indulto y la conmutación de la pena. La amnistía se caracteriza por ser una extinción de la acción o sanción penal de carácter general, abstracto e impersonal, mientras el indulto es una extinción total de la pena de carácter particular y personal. La conmutación de la pena, por su parte, constituye un indulto parcial, puesto que se refiere a la extinción de la pena principal impuesta, sustituyéndola por otra menos grave (vgr. pena de muerte por pena de prisión); se puede considerar como una sustitución o modificación de pena por otra menos severa. Por lo tanto, la conmutación de la pena que se puede realizar de muerte a pena de prisión es el punto central de la presente investigación. Nuestra legislación no proporciona una clasificación de los diversos tipos de indulto, puesto que, únicamente, lo ubica de forma genérica, en la esfera de la extinción de la pena. 25 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA Con esto, se puede enmarcar a priori que el indulto es una institución de carácter no jurisdiccional, que provoca la extinción de la sanción criminal impuesta (total o parcial). El indulto total extingue el cumplimiento total de la pena. El indulto parcial simplemente es una modificación de la pena impuesta, para atemperar su rigor, modificándola por la pena inmediata inferior; este tipo de indulto se define doctrinalmente como conmutación de la pena. En relación al indulto parcial o conmutación de la pena, se puede indicar que se trata de un acto de gobierno legalmente establecido en nuestra legislación, con matiz de obligatoriedad en cuanto a su resolución y de discrecionalidad en su otorgamiento para conmutar o modificar la pena de muerte. Se trata fundamentalmente de un acto extraordinario de gobierno, obligatorio y de conveniencia política, fundamentado en principios constitucionales o humanitarios.22 De lo expuesto se colige que el indulto va más allá de sus repercusiones dogmáticas penales. En este sentido, es necesario enfatizar que el indulto tiene una triple dimensión: a) Por una parte, es un derecho fundamental que tiene toda persona de solicitarlo y la autoridad competente de tramitarlo y resolverlo conforme a la ley. Es decir, encuadra dentro de los derechos relacionados con el derecho a petición que la Constitución señala en el artículo 28. b) En segundo lugar, es un acto de gobierno a través del cual se decide y se resuelve la petición. c) Pero ante todo, es una garantía de los derechos humanos, un recurso previo, de carácter no judicial que debe agotarse previamente antes de poder imponer la pena de muerte. 22 LABATUT GLENA, citado por MORALES SAMAYOA, C., El indulto frente a la división de poderes, Tesis de la USAC, 1973, señala que las finalidades del perdón, son: “a) temperar el rigorismo de la ley penal; b) apreciar circunstancias que no pudieron ser consideradas por el juez y que influyen en la duración del tratamiento penal, como la buena conducta posterior del delincuente; c) permite, dentro de lo posible, la reparación del error judicial; d) sirve, como medida de apaciguamiento político; y e) en los países donde aún subsiste la pena de muerte, constituye un medio de disminuir su aplicación y de ensayar al mismo tiempo su supresión de hecho antes de proceder a la abolición legal”. Asi también consideramos conveniente indicar lo que nos expone MIR PUIG, S., Derecho penal, parte general, 5ta. Ed., Tecfoto, Barcelona, 1998, pág. 778, puesto que señala que el indulto bien puede ser considerado como conveniente en determinados momentos o circunstancias de política general y, como tambien, puede ser considerado como correctivo de la ley en un caso determinado por razones político-criminales. En ese mismo sentido, MORILLAS CUEVA, L., Teoría de las consecuencias jurídicas del delito, Tecnos, Madrid, 1991, pág. 186; COBO DEL ROSAL, M/ VIVES ANTON, T.S., Derecho penal, parte general, Tirant lo Blanch, Valencia, 1996, pág. 862; GRACIA MARTIN, L., Lecciones de consecuencias jurídicas del delito, Tirant lo Blach, Valencia, 2000, pág. 283. 26 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS 1. EL INDULTO COMO DERECHO FUNDAMENTAL Como derecho fundamental, toda persona condenada a pena de muerte goza del derecho a solicitar el recurso de gracia y, con base en él, si se dan las circunstancias correspondientes, la pena capital le sea conmutada por la inmediata inferior u otra que se considere conveniente. Como una petición específica, la autoridad correspondiente está “obligada a tramitarlas y deberá resolverlas conforme a la ley”. Cuando se obliga a la autoridad competente a tramitarla y resolverla de conformidad con la ley se está disponiendo que deben existir criterios formales y materiales que deben cumplirse para alcanzar la finalidad correspondiente del derecho a solicitar el indulto. Se podría decir, que el indulto existe para lograr razones de justicia, constitucionalmente garantizadas, salvaguardar principios fundamentales del estado democrático de derecho, como el principio de proporcionalidad entre hecho cometido y el principio de culpabilidad y evitar que se imponga en condiciones en que se haya quebrantado el debido proceso o las garantías judiciales mínimas. 2. EL INDULTO COMO MECANISMO DE PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS Las garantías representan las seguridades que son concedidas (facultades) para impedir que el goce efectivo de los derechos fundamentales sea conculcado por el ejercicio del poder estatal, ya en forma de limitación de ese poder o de remedio específico para repelerlo.23 El indulto es por lo tanto una “garantía” de las personas condenadas a la pena de muerte, frente a condenas arbitrarias y frente a errores judiciales parciales, cuando se llega a estimar que el caso concreto ameritaba un tratamiento más benévolo o que existían circunstancias que impedían la aplicación de la pena de muerte de conformidad con la Constitución y los tratados internacionales en materia de derechos humanos. En este sentido debe reconocerse que el indulto es una garantía fundamental que busca sobre todo la protección de las personas condenadas a pena de muerte. Por esencia, es el último recurso que puede hacer valer el condenado frente a la violación más grave de su derecho fundamental a la vida. El órgano que conoce del recurso de gracia por lo tanto está actuando en este caso como un órgano de protección de los derechos humanos, ya que el recurso de gracia es una de las garantías constitucionales NO EXPRESAMENTE consagradas, pero que derivan directamente de los artículos 44 y 46 de la Constitución Política de la República. 23 MAIER, J., DERECHO PROCESAL PENAL, Buenos Aires, 1996. 27 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA En efecto, el artículo 44 de la Constitución indica que los derechos y garantías que no aparecen expresamente en la Constitución no excluyen otros que sean inherentes al ser humano. El artículo 46 de la ley fundamental, por su parte, incorpora los tratados en materia de derechos humanos en nuestra legislación interna, en los cuales claramente aparece contemplado el derecho a solicitar el indulto (artículo 4.6 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el artículo 6 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos). Para que dicha garantía sea realmente efectiva debe ser provista de un procedimiento adecuado. En este sentido la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado: “la Corte estima que las peticiones individuales de clemencia previstas en la Constitución, deben ejercerse mediante procedimientos imparciales y adecuados, de conformidad con el artículo 4.6 de la Convención”,24 en combinación con las disposiciones relevantes de ésta acerca de las garantías del debido proceso establecidas en el artículo 8. Es decir, no se trata solamente de interponer formalmente una petición, sino de “tramitarla de conformidad con el procedimiento que la torne efectiva”. El artículo 4.6 leído en conjunto con los artículos 8 y 1.1, de la Convención Americana, pone al Estado frente a la obligación de garantizar que este derecho pueda ser ejercido por el condenado a pena de muerte de manera efectiva. Así, el Estado tiene la obligación de implementar un procedimiento de esta índole que se caracterice por ser imparcial y transparente, en donde el condenado a pena capital pueda hacer valer de manera cierta todos los antecedentes que crea pertinentes para ser favorecido con el acto de clemencia.25 24 25 Al respecto, el Privy Council indicó lo siguiente: [la prerrogativa de clemencia] debe a la luz de las obligaciones internacionales del [E]stado, ser ejercida por procedimientos que sean justos, adecuados y sujetos a revisión judicial; que, en la consideración de lo que requería la justicia natural, era relevante tomar en cuenta normas internacionales de derechos humanos que se encuentran en tratados a los que el [E]stado era parte, independientemente de que tuvieran o no aplicación en la ley interna; y que por lo tanto, la persona condenada tenía derecho a ser notificada con tiempo, acerca de cuándo el [Privy Council de Jamaica] consideraría su caso, para que así él o sus abogados pudieran preparar sus alegatos, los cuales debían ser considerados [por el Privy Council de Jamaica] antes de decidir y cuando un informe de un órgano internacional de derechos humanos estuviera disponible, el [Privy Council de Jamaica] debe considerarlo y dar una explicación en caso de no aceptar las recomendaciones del informe; que a los condenados normalmente se les daría una copia de todos los documentos disponibles para el [Privy Council de Jamaica] y no meramente una idea general de los mismos; que los defectos en el procedimiento adoptado, en relación con las peticiones de clemencia de los demandantes, resultaron en la violación de las reglas de justicia y justicia natural; y que, respectivamente, ellos habían sido privados de la protección de la ley a la cual tienen derecho […] (traducción de la Secretaría de la Corte). Cfr. Neville Lewis y otros vs. Procurador General de Jamaica. Sentencia del Comité Judicial del Privy Council de 12 de septiembre de 2000, supra nota 144, pág. 1786. CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS . CASO HILAIRE, CONSTANTINE Y BENJAMIN Y OTROS VS. TRINIDAD Y TOBAGO. SENTENCIA DE 21 DE JUNIO DE 2002. Párrafo 188. 28 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS Finalmente, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos26 ha sostenido que, a fin de brindar a los condenados una oportunidad efectiva de ejercer este derecho, el Estado debe establecer y ofrecer un procedimiento a través del cual éstos puedan presentar y formular argumentos en respaldo de su solicitud, puesto que en ausencia de protecciones y procedimientos mínimos de esta naturaleza, el artículo 4.6 de la Convención pierde sentido tornándose en un derecho sin medios efectivos para ser ejercido. 3. EL INDULTO COMO ACTO DE GOBIERNO Como acto de gobierno y garantía no jurisdiccional el recurso de gracia debe sujetarse a los principios que regulan la actividad del Estado. En primer lugar debe estar sujeto al principio de legalidad. Los artículos 152 y 154 de la Constitución Política de la República claramente señalan que el ejercicio del poder público debe sujetarse a la ley. Un funcionario público no puede ejercer ninguna facultad sin que previamente se la haya establecido en la ley. Para el caso del indulto, podemos observar que la ley penal guatemalteca contempla la figura del indulto, mas no señala el procedimiento y el órgano competente para conocer de tales solicitudes. Se convierte en consecuencia en un derecho sin recurso, que no puede agotarse por la omisión legal existente. Es cierto que el indulto no es un acto jurisdiccional, sino un acto de gobierno, pero a través de éste se está desarrollando una garantía no judicial de protección de los derechos fundamentales, específicamente del derecho a no ser privado arbitrariamente de la vida. Como acto de gobierno es una función administrativa, es decir una actividad que corresponde a un órgano no judicial (normalmente corresponde al poder ejecutivo), se realiza bajo el orden jurídico y limita sus efectos a los actos jurídicos concretos o particulares, para la consecución de una finalidad específica. Por ello, para el ejercicio de esta función administrativa, se requiere la previa atribución de competencia para desarrollar el acto en cuestión. Por tal razón, la función administrativa tiene que enmarcarse en el principio de legalidad en cuanto a dos aspectos esenciales: a) La definición del órgano al que se le atribuye la competencia para conocer del indulto o conmutación de la pena; b) La petición de conmutación de la pena debe ser conocida, de manera que la garantía de derecho de audiencia del solicitante pueda ser satisfecha. 26 Caso de Rudolph Bautiste contra Grenada. 29 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA Además los dos criterios anteriores deben ir orientados a la consecución de fines legítimos y previamente determinados. Si bien tales fines no son criterios taxativamente reglados, ni mucho menos pueden ser estipulados numerus clausus, la ley debe prever un marco general de orientación para regular dicho instituto. Por lo tanto, la ley, de manera general, también tiene que contemplar las finalidades que se busca con el indulto. En particular, por su carácter de “garantía” no judicial, el recurso de gracia busca evitar la aplicación de la pena de muerte en condiciones que se encuentren prohibidas por la Constitución o por los tratados internacionales en materia de derechos humanos. En este sentido, el órgano que decide debe estudiar el proceso y las circunstancias peculiares de la imposición de la pena de muerte a la luz de las disposiciones anteriores. Es entonces donde surge el análisis del indulto como una garantía no jurisdiccional de los derechos humanos, que debe ser resuelta en concordancia con la Constitución y tratados internacionales en materia de derechos humanos, para evitar que se imponga una condena a muerte en contravención al tenor de las normas precitadas que protegen el derecho a la vida. El indulto, como acto de gobierno tiene peculiaridades que si bien no la caracterizan como única, tiene aspectos que la individualizan y la proyectan a su identidad. Entre ellas se encuentra que es un acto particular, de autoridad, extraordinario, discrecional, irrevocable y unilateral. Acto particular. El indulto se caracteriza por ser una institución que requiere una plena identificación e individualización del sujeto a quien se pretende beneficiar. De ningún modo permite una caracterización general, abstracta e impersonal. Se confiere a favor de una persona determinada y dentro de un caso concreto, tomando en cuenta las circunstancias personales y del hecho que concurren en el mismo. Por lo tanto, en el estudio de todo indulto se debe hacer un análisis exhaustivo del proceso judicial en el cual se dictó la condena; de los antecedentes relevantes del sujeto; del grado de respeto a las garantías judiciales mínimas y sobre todo, que el grado de certeza alcanzado por las autoridades judiciales sea producto de pruebas objetivas y confiables que confirmen las conclusiones del tribunal. Si bien, la autoridad que realiza el indulto no está actuando como órgano jurisdiccional sino como órgano administrativo, esto no obstaculiza que pueda utilizar criterios jurídicos para decretar el indulto, especialmente cuando la imposición de la pena sea contraria a los derechos constitucionales y a las disposiciones de los pactos y tratados en materia de derechos humanos. 30 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS Acto de autoridad. Es una característica esencial, puesto que el indulto debe ser conocido por una autoridad del Estado distinta del poder judicial, que determine la necesidad político-criminal o por motivos humanitarios. Un aspecto muy peculiar del indulto, es que produce sus efectos sin estar condicionado a una determinada aceptación. En nuestro país, como ya se verá, actualmente se carece de autoridad para conocer y tramitar el indulto. La autoridad que conozca del caso debe estar dotada de un gran prestigio moral, para que su decisión pueda encontrar legitimación política en la sociedad. Esto requiere que ante la opinión pública la decisión de indulto sea tomada tras un análisis minucioso y exhaustivo del expediente, por personas que gozan de credibilidad política y social. En este sentido, es lógico que el funcionario público que goza de la credibilidad y el prestigio para decretar el indulto sea el Presidente, dado que conforme a la Constitución Política de la República representa la unidad de la Nación, y es un funcionario que ha sido electo por la voluntad popular. Sin embargo, para respaldar la decisión del indulto, es necesario que el examen de la decisión pueda ser consultado por una comisión, comité o consejo asesor, que pueda entender de las cuestiones jurídicas relacionadas tanto con el derecho penal material como con el debido proceso legal. El comité asesor o consejo debe estar compuesto por juristas de reconocido prestigio internacional, y por otras personalidades de trayectoria en derechos humanos, que puedan dar opiniones fundamentadas sobre la decisión que se adopte. Acto extraordinario. Es un acto de carácter extraordinario, puesto que ya no se encuentra dentro del marco jurisdiccional, sino que es un acto de naturaleza política en el que se velará única y exclusivamente por aspectos sociales, jurídicos, políticocriminales y humanitarios. Sin embargo, la potestad extraordinaria que se confiere al Presidente o a la autoridad que conozca del recurso de gracia, no supone una injerencia arbitraria en la función jurisdiccional, sino un último recurso frente a posibles errores o defectos en el procedimiento que eventualmente no fueron advertidos por los órganos jurisdiccionales. Desde esta perspectiva debe verse como un mecanismo de protección de los derechos fundamentales, de naturaleza no jurisdiccional, siempre y cuando sea aplicado con el rigor y para los fines constitucionalmente establecidos. Acto discrecional. Dentro del ámbito de la actividad administrativa tradicionalmente se ha reconocido que existen actos reglados y actos discrecionales. Los actos reglados son aquellos que se encuentran sujetos taxativamente a una rigurosa descripción del supuesto de hecho que faculta al funcionario público a ejercitar sus potestades legales. En contrapartida, el acto discrecional es aquel que deja amplios márgenes de libertad al 31 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA funcionario en la toma de decisiones, pudiendo éste decidir sobre la conveniencia política y razones de carácter no jurídico para emitir su decisión. El indulto tiene una naturaleza jurídica de acto discrecional, lo cual no significa que la autoridad pueda decidir la petición en la forma y oportunidad que juzgue conveniente, ni sobre las razones meramente privadas o arbitrarias que decida. Como acto de gobierno la decisión del indulto debe estar reglamentada en cuanto a la forma y oportunidad de decisión. Esto quiere decir que debe existir una LEY, emitida por el Congreso de la República, que establezca la forma en que deberá solicitarse, el órgano competente y las fases del procedimiento para resolver la petición. Impone igualmente que la decisión que la autoridad recurrida tome se encuentre claramente motivada. El deber de motivación es un requisito sine qua non de validez de todo acto de decisión administrativa, pues es la única forma de control que tienen los ciudadanos frente a los actos de gobierno. Por tal motivo una decisión que deniegue el recurso sin que se encuentre debidamente fundamentada es nula ipso iure y hace incurrir en responsabilidad al funcionario o autoridad. En este punto, también es preciso advertir, que la resolución que se dicte debe pronunciarse expresamente sobre todos y cada uno de los argumentos de la petición de indulto. Debe recordarse que la fundamentación o motivación de las decisiones no es la simple transcripción de las normas legales en que se basa una decisión. Debe existir una argumentación clara por medio de la cual la autoridad administrativa explica válidamente las razones denegatorias del indulto, en términos comprensibles, pero lo suficientemente extensos para entender los motivos de la decisión. Dicha argumentación debe ser objetiva, lógica y basada en ley. La falta de fundamentación suficiente de la resolución que resuelve la petición de indulto, da lugar a una violación de derecho constitucional (debido proceso legal, derecho de audiencia) que habilita el uso del amparo en contra de la autoridad recurrida. Esto es claro porque en el modelo de Estado propugnado por la Constitución Política de la República (Estado republicano y democrático de derecho), no hay lugar para decisiones arbitrarias o fuera del control de los ciudadanos. Una decisión inmotivada supone flagrantemente una decisión inmotivada que ataca la esencia misma del estado de derecho. Acto irrevocable. Esta institución se caracteriza por ser inapelable y, por ende, irrevocable. Una vez expresada y emitida la resolución del indulto, concedido o no, no existe posibilidad alguna para su remisión, más que el cumplimiento de la sanción firme posterior al indulto. Esto por supuesto, cuando la decisión adoptada por el órgano 32 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS competente se ha hecho observando el debido proceso legal y se ha dado oportunidad suficiente al peticionario de exponer sus argumentos dentro del procedimiento y frente a las instancias decisorias. Igualmente, como se ha señalado, la decisión ha de estar suficientemente razonada para poder entender las bases de la denegación del indulto y existir pronunciamiento sobre todos y cada uno de los puntos invocados como justificaciones para otorgarlo. La inobservancia del derecho de audiencia, la falta de asistencia letrada y la omisión de una decisión razonada constituyen motivos suficientes para acudir en vía de amparo contra la decisión de indulto. Este amparo naturalmente no sustituirá las facultades del órgano competente, sino sencillamente ordenará a ésta el restablecimiento del derecho conculcado. Por ejemplo, si la petición de indulto fue resuelta sin haber dado oportunidad al condenado a exponer sus argumentos in voce ante la autoridad competente. Acto unilateral. La autoridad competente para conocer el indulto, es la única que tiene facultad de conocer y resolver la solicitud. En el caso de la unilateralidad, deseamos matizar que no se debe entender, como sucede en la actualidad, en un órgano unilateral, sino que también puede ser un órgano compuesto por varias personas, integrado incluso por diversas instituciones. El órgano competente puede tener también un consejo asesor u otros órganos consultivos que le permitan guiar la decisión, pero en este caso corresponde directamente al funcionario público tomar la decisión, pudiendo hacer caso o no de los dictámenes vertidos por tales órganos consultivos. 4. REQUISITOS PARA RESOLVER LA PETICIÓN DE INDULTO El indulto requiere de ciertos requisitos inexcusables para su conocimiento y resolución. Se necesita el establecimiento de una sentencia firme, una solicitud con ciertos requisitos formales y, desde luego, un informe judicial previo. Sentencia firme. Es un requisito sine qua non, puesto que se hace necesaria la sentencia firme para poder conocer y otorgar este beneficio. Tiene su sentido lógico, puesto que es una vía recursiva extraordinaria y conocida sólo y exclusivamente para determinar, en casos muy concretos y específicos, la necesidad de abrogar o conmutar una pena ya impuesta con total firmeza. Es una vía, como ya se expuso, completamente extrajudicial y se concede solamente por motivos de clemencia derivados de circunstancias políticocriminales o de humanización, o para corregir defectos de la legislación o posibles errores judiciales. Se conoce como la última vía a plantearse en un derecho interno previo a la ejecución de la condena. 33 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA Solicitud. Es requisito inexcusable la solicitud respectiva, por el beneficiado o por cualquier otra persona o entidad que tenga interés en la tramitación y resolución del indulto. No se precisa que la solicitud sea únicamente del condenado, sino que puede también ser su abogado defensor. La solicitud de recurso de gracia no está sujeta a formalidades legales específicas, ésta deberá redactarse con los requisitos de toda primera solicitud establecidos en las leyes de procedimiento y, principalmente, del Código Procesal Penal. Un requisito indispensable para poder tramitar la solicitud es que la persona cuente con asistencia letrada para todo el procedimiento. Si bien en este caso el propio condenado puede interponer el recurso, es evidente que, a partir del primer momento, la autoridad competente para resolver debe ordenar que se provea de asistencia letrada gratuita a la persona que presente la solicitud. En la solicitud se deberá señalar con precisión los motivos de indulto, las pruebas o documentos en que se sustenta tales aseveraciones y el fundamento legal material de la petición. Cuando tales elementos estén ausentes deberá ordenarse que se subsane su omisión y fijar un plazo al solicitante para que los pueda ampliar o enmendar. Esto es más categórico cuando la petición ha sido presentada sin auxilio de abogado, puesto que en este caso, no sólo se debe solicitar la ampliación de la solicitud, sino ordenar que se provea de asistencia letrada al peticionario. Informe judicial previo. Es necesario que la autoridad conozca, aunque sea someramente, los actos judiciales efectuados, y para ello, se hace necesario que solicite un informe escrito a la autoridad competente. Según establece la doctrina, el informe contendrá por lo menos las circunstancias en que se cometió el delito y la personalidad o antecedentes personales del sujeto, con la finalidad de formarse una convicción particular y evitar cualquier resolución infundada. En todo caso, cuando se invoquen posibles errores judiciales o haya circunstancias atenuantes que no hayan sido consideradas por los tribunales, la autoridad competente deberá ordenar que se eleven los autos a su conocimiento. Resolución. Como toda petición, es necesaria su resolución, por ello el indulto deberá de ser resuelto. Generalmente, esta resolución se ve formalizada a través de un Acuerdo Gubernativo, refrendado por un ministro, cuando es otorgado por el Presidente de la República. La resolución debe ser emitida dentro de un plazo razonable y dicho plazo es el dispuesto en la ley. Si existiera una laguna en cuanto al plazo para emitir resolución, se entendería que se aplicaría lo dispuesto en la Constitución Política en cuanto al derecho de petición, esto es, el plazo de treinta días. La omisión de resolver dentro de este término de tiempo da lugar a un recurso de amparo. 34 CAPÍTULO III CASOS DE PROCEDENCIA DEL INDULTO S i bien el indulto no es un acto administrativo reglado, ello no excluye que el órgano competente para resolverlo no deba tomar en cuenta la legislación vigente para orientar su decisión, especialmente, en cuanto a los posibles errores judiciales que pudieran haberse advertido en el trámite del expediente. El análisis sobre los motivos de procedencia del recurso podría por lo tanto configurarse en tres categorías: 1. 2. 3. Casos de Motivación Jurídica que excluyen la aplicación de la pena de muerte Casos de conveniencia político-criminal Motivos de Humanidad Esas tres categorías de casos son lo bastante amplias para permitir una decisión sobre el recurso de gracia que sea sólidamente fundamentado y responda a los fines constitucionalmente establecidos para esta institución. Desde el contexto jurídico, la decisión que debe tomar el órgano decisor del recurso de gracia debe tener como eje central la observancia de todas las normas constitucionales y de tratados internacionales en materia de derechos humanos que son requisitos indispensables para poder válidamente imponer y ejecutar la pena de muerte. Estas normas son: 1. 2. 3. 4. El artículo 18 de la Constitución Política de la República El artículo 4 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos El artículo 6 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos Salvaguardias para garantizar la protección de los derechos de los condenados a la pena de muerte.27 27 Aprobadas por el Consejo Económico y Social en su resolución 1984/50, de 25 de mayo de 1984. 35 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA Dichas normas no son las únicas, puesto que es evidente que existe relación entre la imposición de la pena de muerte y la aplicación del debido proceso legal. En todo caso, la autoridad decisoria deberá utilizar también como parámetro de su decisión la jurisprudencia derivada de los artículos anteriores de los órganos de protección internacional de los derechos humanos, especialmente aquellos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y los órganos convencionales y extra-convencionales de Naciones Unidas, en particular: a) b) c) El Comité de Derechos Humanos El relator sobre ejecuciones extrajudiciales y arbitrarias El relator sobre la independencia de magistrados, fiscales y abogados Un segundo grupo de casos corresponde a aquellos supuestos en donde la imposición de la pena de muerte resulta innecesaria por razones de índole político-criminal. En este caso, la autoridad toma sus decisiones a partir de valoraciones que tienen que ver ante todo con los fines del ius puniendi estatal. Desde este punto de vista, la decisión tiene que adoptarse con base en las finalidades constitucionalmente asignadas a la pena en un estado social y democrático de derecho. Según Gracia Martín, los fundamentos de política criminal tienen como referencia sobre todo, las diversas dimensiones del principio de necesidad de pena, destacando respecto a ésta, especialmente, las personas rehabilitadas, así como la ponderación del conflicto que tiene lugar entre el interés del Estado en la ejecución de la pena y el interés, también del Estado y de la sociedad, en que dicha ejecución no produzca más perjuicios que beneficios.28 Finalmente, en la categoría de indulto por razones de humanidad entrarían todos aquellos casos en que la pena de muerte sería particularmente cruel, por las circunstancias propias de vulnerabilidad del condenado a pena de muerte o por existir algún tipo de discriminación. 1. ANÁLISIS SOBRE LOS MOTIVOS JURÍDICOS QUE EXCLUYEN LA APLICACIÓN DE LA PENA DE MUERTE EN LA CONSTITUCIÓN Y LOS TRATADOS INTERNACIONALES EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS De la Constitución y los tratados internacionales en materia de derechos humanos (así como demás prácticas internacionales) se deriva que existe una prohibición absoluta de aplicar la pena de muerte cuando no se han cumplido con especial rigor todas las 28 GRACIA MARTIN, L., Lecciones sobre las consecuencias jurídicas del delito, Ob. cit., pág. 280. 36 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS disposiciones estipuladas en ellos. La inobservancia de estas disposiciones convierte a la pena de muerte en una privación arbitraria de la vida, y por lo tanto, en un acto absolutamente ilegal. Se debe reconocer que en la actualidad, tanto la Constitución Política de la República como el derecho internacional de los derechos humanos, admiten la validez de la pena capital como sanción. Sin embargo, dicha aceptación no priva el carácter absolutamente excepcional y restrictivo de la pena de muerte y la orientación totalmente abolicionista que contemplan actualmente los pactos de derechos humanos que están orientados a que, en un corto plazo, se alcance la abolición absoluta de la pena de muerte. Sobre este punto la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado: “Aún cuando la Convención no prohíbe expresamente la aplicación de la pena de muerte, la Corte ha afirmado que las normas convencionales sobre ésta deben interpretarse en el sentido de “limitar definitivamente su aplicación y su ámbito, de modo que éste se vaya reduciendo hasta su supresión final”.29 Este carácter excepcional y restrictivo de la pena de muerte, hace que los casos en que se admite la pena de muerte sean MUY GRAVES y que en los procedimientos en donde se decrete su aplicación se haya observado con singular escrupulosidad las garantías judiciales mínimas y el debido proceso legal.30 Al respecto, la Corte Interamericana de derechos Humanos ha señalado: “en virtud de la orientación general que acoge el artículo 4 de la Convención Americana, si se analiza como un todo, quedan […] definidos tres grupos de limitaciones para la pena de muerte en los países que no han resuelto su abolición. En primer lugar, la imposición o aplicación de dicha pena está sujeta al cumplimiento de reglas procesales cuyo respeto debe vigilarse y exigirse de modo estricto. En segundo lugar, su ámbito de aplicación debe reducirse al de los más graves delitos comunes y no conexos con delitos políticos. Por último, es preciso atender a ciertas consideraciones propias de la persona del reo, las cuales pueden excluir la imposición o aplicación de la pena capital”.31 29 30 31 Corte I.D.H., Restricciones a la pena de muerte (Arts. 4.2 y 4.4 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-3/83 del 8 de septiembre de 1983. Serie A No. 3, párr. 57. Cfr. CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. OPINIÓN CONSULTIVA OC-3/83. Corte I.D.H., Restricciones a la pena de muerte (Arts. 4.2 y 4.4 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-3/83, supra nota 109, párr. 55. En este mismo sentido, el Comité de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas ha manifestado que del artículo 6 (incisos del 2 al 6) del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, se desprende que los Estados Partes están obligados a limitar el uso de la pena de muerte y, particularmente, a abolirla para los crímenes que no sean los más serios, a efecto de lo cual éstos deben considerar la posibilidad de revisar sus leyes 37 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA Tomando en consideración lo indicado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la autoridad que conozca de la petición de indulto debe examinar si, en el caso concreto, la aplicación de la pena de muerte no viola la Constitución o los tratados en derechos humanos, en los tres niveles antes señalados32 a fin de efectuar un adecuado análisis de la misma: a) b) c) Casos en que no procede la aplicación de la pena de muerte por prohibición constitucional expresa en razón de circunstancias de la persona del reo; Casos en que existe prohibición de aplicar la pena de muerte para determinados delitos u otras circunstancias de derecho penal material; Casos en que se advierte violación a garantías judiciales mínimas dentro del proceso; 1.1 Casos de exclusión de la pena de muerte por razones de circunstancias personales del reo El artículo 18 de la Constitución Política de la República de Guatemala ha excluido a las mujeres, a los mayores de sesenta años y a los menores de dieciocho de la imposición de la pena de muerte. En todos estos aspectos la Constitución Política aventaja lo dispuesto en los tratados internacionales de derechos humanos, pues en cuanto a la norma de los mayores de sesenta años, la ley fundamental guatemalteca reduce en diez años la aplicación, que en el Pacto de San José aparece para personas mayores de setenta años. 1.1.1 Prohibición de imposición de menores de 18 años La norma que prohíbe la ejecución de menores de dieciocho años es hoy una norma perentoria de derecho internacional, dado que se encuentra contemplada en la Convención sobre los Derechos del Niño, que es un tratado que ha sido ratificado por todos los países de la comunidad internacional, con excepción de los Estados Unidos. Como norma con rango de ius cogens constituye hoy la expresión de un principio general 32 penales. Cfr. Comité de Derechos Humanos, Comentario General No. 6 (Décimo sexta sesión, 1982), párr. 6, en Compilation of General Comments and General Recommendations Adopted by Human Rights Treaty Bodies, U.N.Doc.HRI/GEN/1/Rev.1 at 6 (1994). Cfr. CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS, Caso Hilaire contra Trinidad y Tobago, Ob. cit., párrafo 100. 38 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS del derecho internacional, que se puede invocar, incluso, sin que el estado en cuestión se haya adherido al tratado internacional. En muy pocos países se ejecutan las sentencias de quienes eran menores de 18 años cuando se cometió el delito. Prácticamente hay consenso en abolir la última pena. La Relatora Especial sobre Ejecuciones Sumarias y arbitrarias en su informe correspondiente al año 2002, instó a los pocos países en los que se sigue ejecutando a menores a abolir esa práctica.33 Además, en su resolución 2000/17, la Subcomisión de Promoción y Protección de los Derechos Humanos condenó “inequívocamente la imposición y aplicación de la pena capital contra los menores de 18 años en el momento de la comisión del delito” y recomendó que la Comisión adoptase una decisión confirmando que “el derecho internacional relativo a la imposición de la pena capital en relación con los menores de edad establece claramente que la imposición de la pena capital a personas menores de 18 años en el momento de la comisión del delito es contraria al derecho internacional consuetudinario”. La Comisión, en su resolución 2001/68, acogió con satisfacción la resolución de la Subcomisión; expresó profunda preocupación porque varios países, al imponer la pena de muerte, no tienen en cuenta las limitaciones que se imponen en el Pacto y en la Convención sobre los Derechos del Niño; e instó “a todos los Estados que todavía mantienen la pena de muerte a cumplir plenamente las obligaciones contraídas en virtud del Pacto y la Convención sobre los Derechos del Niño, especialmente la obligación de no imponer la pena capital... por delitos cometidos por menores de 18 años de edad...”. En el año 2002, la Comisión hizo suya la resolución 2000/17 de la Subcomisión sobre el derecho internacional y la imposición de la pena de muerte a los o menores de 18 años en el momento de la comisión del delito.34 Durante su58 período 35 de sesiones, la Comisión de Derechos Humanos, en otras tres resoluciones, instó a los Estados a garantizar que la pena de muerte no se imponga a personas menores de 18 años en el momento de la comisión del delito. En el caso de personas jóvenes que tienen más de dieciocho años, se debe tomar en consideración este aspecto para otorgar el indulto. Las personas jóvenes generalmente no han terminado sus procesos de socialización educativa y personal, siendo éste un factor que debe considerarse para no aplicar una pena de tanta gravedad. 33 34 35 E/CN.4/2002/74, párr. 149. Resolución 2002/77 de la Comisión, párr. 2. Véanse las resoluciones 2002/36 (Ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias), párr.7; 2002/47 (Los derechos humanos en la administración de justicia, en particular la justicia de menores), párr. 19; y 2002/92 (Los derechos del niño), párr. 3. 39 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA 1.1.2 Prohibición a mujeres En cuanto a la prohibición absoluta de aplicar la pena de muerte a mujeres, la Constitución guatemalteca ha hecho una extensión hacia todas las mujeres, en tanto que en la Convención Americana sobre derechos Humanos sólo se encontraba contemplada para las mujeres embarazadas, tomando en cuenta que en estos casos se afecta una vida adicional, la del nasciturus, con lo cual la pena estaría trascendiendo la persona del delincuente. (En el Pacto Internacional la protección se extiende hacia las mujeres que acaban de dar a luz a un hijo). Esta circunstancia podría, sin embargo, configurar una discriminación injustificada en contra de los derechos de los ciudadanos varones, ya que la diferencia de aplicación exclusivamente a hombres no encuentra ninguna justificación objetiva y razonable. Desde esta perspectiva, la pena de muerte viola el principio de igualdad, que establece que todas las personas deben ser tratadas de la misma forma ante la ley, a menos que exista una justificación válida para un tratamiento distinto. Como no existe ninguna diferencia sustancial entre hombres y mujeres, la diferencia de trato se convierte en una discriminación hacia el hombre, provocando que la pena violente el artículo 4 de la Constitución y la pena de muerte se convierta efectivamente, en una pena cruel, inhumana y degradante.36 En el mismo sentido, la Corte Interamericana de Derechos Humanos al efectuar un análisis sobre el artículo 24 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos señaló: “La noción de igual se desprende directamente de la unidad de la naturaleza del género humano y es inseparable de la dignidad esencial de la persona, frente a la cual es incompatible toda situación que, por considerar superior a un determinado grupo, conduzca a tratarlo con privilegio; o que, a la inversa, por considerarlo inferior, lo trate con hostilidad o de cualquier forma lo discrimine del goce de los derechos que sí reconocen a quienes se consideran incursos en tal situación de inferioridad. No es admisible crear diferencias de tratamiento entre seres humanos que no se correspondan con su única e idéntica naturaleza”.37 36 37 A la luz de la Convención Americana sobre Derechos Humanos la imposición de la pena de muerte constituiría un tratamiento discriminatorio en contra de todos los hombres, y al mismo tiempo una pena cruel, inhumana o degradante, ya que se impone con violación al respeto a la dignidad inherente a la persona humana. Presupone que el hombre es más peligroso que la mujer y por lo tanto requiere un tratamiento penal distinto, lo cual no es admisible objetivamente y estigmatiza y degrada la condición de los hombres guatemaltecos en violación a su derecho de ser tratado de forma igual ante la ley. (Opinión Consultiva OC -4/84 19 de enero de 1984). Vid también las sentencias de la Corte de Constitucionalidad de Guatemala en el caso del adulterio. 40 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS 1.1.3 Prohibición de ejecutar a enfermos mentales Un supuesto adicional para la imposición de la pena de muerte es el caso de los enfermos mentales, que si bien no deriva directamente de la Constitución se encuentra contemplado en la Salvaguardia 3 de las Naciones Unidas: “No serán condenados a muerte cuando se trate de personas que hayan perdido la razón”. La ejecución de los enfermos mentales se encuentra prohibida por el derecho internacional, e igualmente no hallaría justificación en la legislación interna del Estado, puesto que en el Código Penal se establece que la inimputabilidad es una categoría que exime la responsabilidad penal. En los años 1999 y 2000, la Comisión sobre los Derechos Humanos de las Naciones Unidas adoptó resoluciones urgiendo a las naciones retencionistas de la pena de muerte a que no la impusieran “sobre una persona que sufre de cualquier tipo de desorden mental”, término que incluye tanto a los enfermos mentales como a personas con retraso mental. En varias etapas durante el proceso en su contra, los acusados de delitos toman decisiones sobre si renunciar a sus derechos constitucionales y estatutarios (abstenerse de contestar interrogatorios de la policía, solicitar un abogado y pedir un juicio con jurado). Muchas personas con retraso mental pueden “renunciar” a sus derechos críticos sencillamente porque puede ser que no entiendan lo que significa tener un “derecho”, y en tanto ello, mucho menos sabrían el significado de renunciar a ello. Las repetidas resoluciones adoptadas en los últimos años por la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas han instado a los países retencionistas a “no imponer la pena capital, ni ejecutar a ninguna persona que sufra una forma de trastorno mental”. La Alianza Nacional para los Enfermos Mentales, organización estadounidense sin ánimo de lucro de apoyo y defensa de este sector, se opone a la pena de muerte contra personas que sufran esquizofrenia y otras enfermedades mentales. Efectivamente, la imposición de la pena de muerte a enfermos mentales constituiría una violación del principio de igualdad (artículo 4 de la Constitución), ya que existe una razón objetiva y razonable para un tratamiento legal distinto, proveniente de su desigualdad en cuanto a la capacidad mental. En este punto, el Código Penal en su artículo 23 reconoce a la inimputabilidad como una causa eximente de la responsabilidad penal. Por tal motivo, si se invoca el indulto basado en una enfermedad mental del reo, el órgano decisor está en la obligación de tomar en cuenta los Principios de Ética Médica Resolución 37/194 Adoptada por la Asamblea General (sobre el Informe del Tercer Comité) A/ 41 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA 37/727, y su anexo,38 en el cual se detalla el procedimiento para verificar la capacidad mental de una persona: “Principio 4. Determinación de la enfermedad mental 1. La determinación de que una persona padece una enfermedad mental se hará de acuerdo con las normas médicas internacionalmente aceptadas. 2. La determinación de una enfermedad mental nunca debe hacerse considerando su situación política, económica o social, o su pertenencia a un grupo cultural, racial o religioso, o por ninguna otra razón que no sea directamente pertinente a su estado de salud mental”. Por ello, de existir duda sobre la capacidad mental del condenado a muerte, debe procederse a efectuar una evaluación médica de un profesional competente y, sólo a la luz de los dictámenes correspondientes, se podrá tomar una decisión sobre el indulto. Si los informes dan como resultado que la persona padece de una enfermedad mental, si no son conclusivos o si existen informes contradictorios, el órgano decisor está obligado a conceder el indulto. Es importante destacar que la ejecución de un enfermo mental, además de constituirse como un acto de privación arbitraria del derecho a la vida, se considera en el derecho internacional una pena cruel, inhumana o degradante. Así lo determinó el Comité de Derechos Humanos en su dictamen de 2 de abril de 2002,39 en el cual opinó que la ejecución de una persona mentalmente incapaz constituía una violación del artículo 7 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, ya que se dicta una orden de ejecución contra él a pesar de que en aquel momento era mentalmente incapaz.40 1.2 Causas de no aplicación de la pena de muerte por razones de derecho penal material En cuanto a las prohibiciones por razón de derecho penal material, se puede decir que la pena de muerte no se puede aplicar en los siguientes delitos: 38 39 40 ANEXO Principios para la Protección de los Enfermos Mentales y para el Mejoramiento de la Atención de la Salud Mental. Comunicación Nº 648/1996, R. S. c. Trinidad y Tobago. SITUACIÓN DE LOS PACTOS INTERNACIONALES DE DERECHOS HUMANOS. Cuestión de la pena capital, Informe del Secretario General presentado de conformidad con la resolución 2002/77 de la Comisión. 42 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS 1. 2. 3. 4. Cuando el delito no presenta el grado de máxima gravedad (artículo 4.2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos) Cuando el delito o figura penal imponga la pena de muerte obligatoria Cuando se haya extendido la aplicación de la pena de muerte para delitos que no lo tenían contemplado antes de la entrada en vigencia de la Convención Americana sobre Derechos Humanos Delitos políticos 1.2.1 Imposibilidad de aplicar la pena de muerte cuando los delitos no sean de extrema gravedad Es una norma de derecho internacional que se encuentra plasmada en el artículo 4.2 del Pacto de San José y 6 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos que la pena de muerte sólo puede imponerse por los delitos MÁS GRAVES. Igualmente, el secretario general en su informe sobre la cuestión de la pena capital señaló que “las salvaguardias para garantizar la protección de los derechos de los condenados a la pena de muerte establecen, entre otras cosas, que: a) la pena capital puede imponerse únicamente por los delitos más graves”.41 Según se ha definido por el Comité de Derechos Humanos se entiende por delitos MÁS GRAVES únicamente aquellos que tienen consecuencias FATALES.42 Por tal motivo, imponer la pena de muerte a aquellos delitos en donde la víctima no ha fallecido es contrario a la Convención Americana sobre Derechos Humanos y al Pacto Internacional de Derechos Cívicos y Politicos. Una disposición en tal sentido es contraria a la Convención y debe ser corregida por el órgano que conozca el indulto, cuando las autoridades judiciales hayan infringido el carácter excepcional y de máxima gravedad del delito por el cual se haya impuesto la pena de muerte. Así lo declaró la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso HILAIRE: “Una de las formas que puede asumir la privación arbitraria de la vida, en los términos de la prohibición del artículo 4.1 de la Convención, es la que se configura cuando, en los 41 42 SITUACIÓN DE LOS PACTOS INTERNACIONALES DE DERECHOS HUMANOS. Cuestión de la pena capital. Informe del Secretario General presentado de conformidad con la resolución 2002/77 de la Comisión, Ob. cit., párrafo 24. El Comité Económico y Social de Naciones Unidas se ha pronunciado señalando en sus Salvaguardias para Garantizar la Protección de los Derechos de los Condenados a la Pena de Muerte, que: ”(e)n los países que no la hayan abolido, la pena de muerte sólo podrá imponerse como sanción para los delitos más graves, entendiéndose que su alcance se limitará a los delitos intencionales que tengan consecuencias fatales u otras consecuencias extremadamente graves”. 43 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA países en que aún existe la pena de muerte, ésta se utiliza para castigar delitos que no presentan las características de máxima gravedad, como ocurre en Trinidad y Tobago en virtud de lo dispuesto por la Ley de Delitos contra la Persona, es decir, cuando la aplicación de esa pena no se ciñe a las previsiones del artículo 4.2 de la Convención Americana”. La legislación guatemalteca contempla la aplicación de la pena de muerte a delitos que no tienen el carácter de extrema gravedad, lo cual se evidencia fundamentalmente en el caso del delito de secuestro, en donde la ley ordena la aplicación de la pena de muerte, aún y cuando no fallezca la víctima. Bajo estas circunstancias la aplicación de la pena de muerte es una clara violación al artículo 4.2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y del artículo 6 del Pacto Internacional de Derechos Humanos. Pero, incluso cuando la víctima haya fallecido, la autoridad que conozca del indulto, deberá ponderar si la imposición de la pena de muerte contempla la gravedad o entidad suficiente para ser considerada como delito MUY GRAVE y, por lo tanto, habilitar el carácter EXTRAORDINARIO Y ABSOLUTAMENTE EXCEPCIONAL que debe contemplar la pena de muerte. De ahí, que las circunstancias personales y del hecho en concreto tienen que ser valoradas para verificar si se está efectuando dentro de los parámetros de excepcionalidad que una medida tan drástica requiere. 1.2.2 Prohibición de aplicar la pena de muerte obligatoria En igual sentido, la Corte Interamericana de Derechos Humanos declaró: “la aplicación de la pena de muerte de manera automática y genérica para una figura delictiva desconoce que éste puede presentar diversos órdenes de gravedad. De ese modo, la referida ley impide al juez considerar circunstancias básicas en la determinación del grado de culpabilidad y en la individualización de la pena, pues se limita a imponer, de modo indiscriminado, la misma sanción para conductas que pueden ser muy diferentes entre sí, lo que, a la luz del artículo 4 de la Convención Americana, es sumamente grave cuando se encuentra en riesgo el bien jurídico mayor que es la vida humana, y constituye una arbitrariedad en los términos del artículo 4.1 de la Convención”.43 Agrega además: “104. Conviene precisar que la Ley de Delitos contra la 43 Cfr. Lubuto v. Zambia, Comité de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (No. 390/1990) U.N. Doc. CCPR/C/55/D/390/1990/Rev. 1 (Oct. 1995), párr. 7.2 (reconoce la importancia de que la autoridad que dicta las condenas tenga habilidades discrecionales e indica que, según el artículo 6.2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, la pena de muerte puede ser aplicada solamente para los “delitos más graves”) (traducción de la Secretaría de la Corte); Ndiaye Report, 1994/82, párr. 377, U.N. Doc. E/CN.4/1995/61 (14 de diciembre de 1994) (considera que el debido proceso requiere que se consideren todos los elementos atenuantes en los procesos que resultan en la 44 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS Persona ofrece dos particularidades principales: a) en cuanto a la determinación de la responsabilidad penal, solamente autoriza al juzgador para encontrar responsable a una persona por homicidio intencional basándose en la categoría del delito, sin que pueda tomar en cuenta las condiciones personales del justiciable ni las circunstancias particulares del delito, y b) en lo que toca a la determinación de la sanción, impone de manera mecánica y genérica la aplicación de la pena de muerte para todo culpable de homicidio intencional e impide que dicha sanción pueda ser modificada por la vía de la revisión judicial; 105. La Corte coincide con la afirmación de que al considerar a todo responsable del delito de homicidio intencional como merecedor de la pena capital, “se está tratando a los acusados de este crimen no como seres humanos individuales y únicos, sino como miembros indiferenciados y sin rostro de una masa que será sometida a la aplicación ciega de la pena de muerte.44 108. De todo lo expuesto, la Corte concluye que, en tanto el efecto de la llamada Ley de Delitos contra la Persona consiste en someter a quien sea acusado de homicidio intencional a un proceso judicial en el que no se consideran las circunstancias particulares del acusado ni las específicas del delito, la mencionada ley viola la prohibición de privación arbitraria de la vida, en contravención de los artículos 4.1 y 4.2 de la Convención”.45 En el derecho comparado, esta circunstancia ha hecho que se considere inconstitucional la pena de muerte como pena única. En el caso LOCKETT v. Ohio, la Suprema Corte de los Estados Unidos sostuvo que la imposición de la pena de muerte era inconstitucional por no haber existido oportunidad de considerar circunstancias atenuantes.46 44 45 46 imposición de la pena de muerte) (traducción de la Secretaría de la Corte); Bachan Singh v. State of Punjab (1980) 2 S.C.C. 475, 534 (la Corte Suprema de la India establece que el “ámbito y el concepto de los factores atenuantes en la esfera de la pena de muerte deben merecer una interpretación liberal y amplia de parte de los tribunales de acuerdo con la política para la formulación de sentencias”) (traducción de la Secretaría de la Corte); The State v. Makwanyane and McHunu. Sentencia, Caso No. CCT/3/94 (6 de junio de 1995) (la Corte Constitucional de Sudáfrica elimina la disposición sobre la pena de muerte de su Ley de Procedimiento Penal No. 51 por ser incongruente con la Constitución de 1993, y declara, en parte que “la Corte debe identificar los factores atenuantes y agravantes, teniendo en cuenta que corresponde al Estado la carga de la prueba más allá de toda duda razonable. Además, debe prestarse la debida atención a las circunstancias personales y a los factores subjetivos que pudieran haber incidido en el comportamiento de la persona acusada, y esos factores deben ser ponderados con los objetivos principales del castigo” (traducción de la Secretaría de la Corte). La Corte Suprema de los Estados Unidos de América estableció que la condena obligatoria a la pena de muerte constituyó una violación de las garantías del debido proceso de la Enmienda XIV y del derecho a no ser sometido a un tratamiento cruel o inusual de la Enmienda VIII, en relación con la Constitución de Estados Unidos de América. Allí, la Corte también indicó que la imposición de la pena de muerte generalmente requiere una consideración de los aspectos relevantes del carácter del acusado y las circunstancias del delito particular. Cfr. Woodson v. North Carolina, 428 US 280, 304 (1976). Corte I.D.H. Caso Hilaire, Ob. cit. 428 US 598, 1978. 45 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA En el mismo sentido se ha pronunciado también la Comisión Interamericana de Derechos Humanos al referirse al tema de la “sentencia de pena de muerte obligatoria”. Conforme a la doctrina de la Comisión, existe una sentencia de pena de muerte obligatoria cuando: “la ley obliga a imponer a la autoridad que pronuncia la sentencia sobre la base únicamente de la categoría del delito del que se considera culpable al acusado”.47 Ello trae como resultado que el tribunal encargado de juzgar a presuntos autores del delito se deba limitar a determinar la existencia de los supuestos de hecho que constituyen el delito y a aplicar luego la pena de muerte, de manera maquinal y sin posibilidad de considerar si tal pena es adecuada al caso y al sujeto que se juzgan, ni indagar sobre la posible existencia de causales de atenuación (dadas por las condiciones personales del reo, por las circunstancias del hecho y otras). Por lo tanto, la regulación jurídica de los delitos sancionados únicamente con pena de muerte plantea problemas en cuanto al principio de desvalor subjetivo de la acción, el cual impide que pueda castigarse con igual pena un hecho doloso y uno culposo48 y, en el caso de hechos dolosos, que no se tome en cuenta el grado concreto de desvalor subjetivo con que actuó el agente. Esto adquiere especial significación en delitos calificados por el resultado, en donde la realización de un tipo base unido a un resultado ulterior más grave impone una pena adicional, sin tomar en consideración el desvalor subjetivo del autor (por ejemplo, el secuestro cuando fallece la víctima, en donde las circunstancias en que pudo haberse producido la muerte de ésta presenta numerosas variables). La pena de muerte obligatoria violenta el necesario arbitrio del juez para considerar las circunstancias del caso particular y de las personas involucradas. Consecuentemente, el juez es despojado de su poder de connotación equitativa, que es el que le faculta a adecuar la pena a la culpabilidad del sujeto en el caso concreto; no puede ejercitar una consideración razonada del caso: sus extremos ya están determinados de manera rígida en la ley.49 Consecuentemente, la imposibilidad del tribunal de realizar estas consideraciones priva al procesado de la posibilidad de ejercitar su derecho de defensa, ya que todos sus esfuerzos probatorios y argumentativos se ven reducidos a la única posibilidad de demostrar que no cometió el hecho configurado como delito. No puede, en ningún caso, demostrar que la pena de muerte no es adecuada al caso y a su persona, o que existen otras circunstancias que atenúen su culpabilidad. 47 48 49 CIDH, Informe N° 38/00, Caso 11.743 Rudolph Baptiste / Grenada, del 13 de Abril de 2000, párr. 69 . LUZÓN PENA, D.M. Curso de derecho penal, Ob. cit. Cfr. RODRÍGUEZ BARILLAS, A. La pena de muerte en Guatemala, Ediciones del Instituto, Guatemala, 2002. 46 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS La posibilidad de desarrollar prueba y la alegación de factores atenuantes ya ha sido reconocida internacionalmente como un elemento integrante del debido proceso, que se debe observar a fortiori, en los procesos por delitos capitales.50 La Comisión Interamericana ha sostenido en este sentido que “la experiencia de otras jurisdicciones internacionales y nacionales (...) sugiere que el tribunal debe tener discreción para tener en consideración las circunstancias individuales del delincuente y del delito al determinar si la pena de muerte puede y debe imponerse, si la sentencia se considera racional, humana y conforme a los requisitos del debido proceso. Se ha determinado que las circunstancias individuales que deben considerarse incluyen el carácter y los antecedentes del delincuente, los factores subjetivos que pueden haber incidido en su comportamiento, la forma y la manera de la ejecución del delito en particular, y la posibilidad de reforma y readaptación social del delincuente.”51 Por su parte, el Comité de Derechos Humanos observó en el dictamen adoptado el 18 de octubre de 2000,52 que la preceptiva imposición de la pena de muerte conforme al derecho del Estado Parte se fundaba únicamente en el tipo de delito del que se hubiera declarado culpable al autor, sin tener en cuenta las circunstancias personales del acusado o aquellas en las que se cometió el delito. Además, el Comité observó que la ejecución de la pena de muerte en el caso del autor constituiría una privación arbitraria de la vida, en violación del párrafo 1 del artículo 6 del Pacto.53 Posteriormente, en el dictamen adoptado el 26 de marzo de 2002,54 el Comité fue más lejos y consideró que la imposición obligatoria55 de la pena de muerte constituía una violación del párrafo 1 del artículo 6 del Pacto. En conclusión, puede afirmarse que no es dogmáticamente admisible la imposición de la pena de muerte obligatoria y que conforme el derecho internacional de los derechos humanos, su imposición es una violación al derecho a la vida cuando el delito contempla como pena única la de muerte. 50 51 52 53 54 55 Profusa jurisprudencia internacional citada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en el caso Rudolph Bautiste contra Grenada. Informe N° 38/00, Ibíd., párr. 84 y ss. CIDH, Informe N° 38/00, Ibid., párr. 96. Comunicación Nº 806/1998, Eversley Thompson c. San Vicente y las Granadinas. Véase también el dictamen del Tribunal de Apelación de Belice en el caso Patrick Reyes c. la Reina(Apelación del Consejo Privado Nº 64 de 2001), pronunciado el 11 de marzo de 2002. Comunicación Nº 845/1999, Rawle Kennedy c. Trinidad y Tabago. Véase también la comunicación Nº 806/1998, Eversley Thompson c. San Vicente y lasGranadinas , dictamen pronunciado el 18 de octubre de 2000. 47 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA Los casos de pena de muerte obligatoria que están contemplados en nuestra legislación, son: a) b) c) d) Violación calificada de menor de 10 años (Art.175) Plagio o secuestro (Art. 201) Desaparición forzada de personas cuando la víctima resultare con lesiones graves, gravísimas, trauma psíquico o psicológico permanente o falleciere (201 bis) En la ley de narcoactividad se contempla la pena de muerte en el artículo 52, el cual señala: “Delitos cualificados por el resultado. Si como consecuencia de los delitos tipificados en esta ley, resultare la muerte de una o más personas se aplicará la pena de muerte o treinta años de prisión, según las circunstancias del hecho”. En todos estos casos la aplicación de la pena de muerte es inconstitucional y viola la jurisprudencia internacional sobre el derecho a la vida, por lo que el órgano decisor tendría que otorgar el indulto en estas circunstancias. 1.2.3 Extensión de la pena de muerte en contravención del artículo 4.2 del Pacto de San José y 6 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos Es un hecho que existe un claro interés de la comunidad internacional por abolir la pena de muerte a la mayor brevedad posible. Tal interés encuentra una expresión en los tratados internacionales en materia de derechos humanos en los cuales no se puede aplicar la pena de muerte a figuras delictivas que no se encontraban previstas en su legislación al momento de la entrada en vigor de tales tratados. La extensión de la pena de muerte para nuevas figuras penales está prohibida en el derecho internacional, que busca de esta manera hacer efectiva la tendencia abolicionista de la comunidad internacional. Pese a la claridad de esta prohibición, el Congreso de la República de Guatemala ha extendido la aplicación de la pena de muerte a delitos que no contemplaban dicha sanción al momento de la entrada en vigor del Pacto de San José en Guatemala. La aplicación de la pena de muerte en Guatemala es, en consecuencia, contraria a la Convención y a la propia Constitución, la que establece la preeminencia de los tratados internacionales en materia de derechos humanos sobre la legislación interna guatemalteca. Producto de lo anterior, el órgano decisor tendrá que decretar el indulto en los casos en que la imposición de la pena de muerte se haga en contravención de dicha norma. Los delitos en los cuales se ha decretado la sanción de pena de muerte con posterioridad a la entrada en vigencia de la CADH en 1979 son: 48 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS a) b) c) Delito de plagio o secuestro Delito calificado por el resultado de la ley de narcoactividad Delito de desaparición forzada cuando la víctima sea menor de 10 años. Sin duda el delito que mayor controversia ha generado es el delito de plagio o secuestro, en donde ha existido un fuerte debate a nivel interno sobre si constituye o no una extensión de la pena de muerte, dado que la figura penal, el artículo 201 ya contemplaba la sanción capital en su redacción anterior a 1979. Sin embargo, es importante destacar sobre este punto, que la pena de muerte para el delito de secuestro sólo podía imponerse cuando la víctima fallecía a consecuencia del plagio o secuestro. Por tal razón, en el artículo 201 se contemplaba dos delitos, y no uno como ha sido entendido por la Corte Suprema de Justicia y algunas sentencias recientes de la Corte de Constitucionalidad. En efecto, el artículo 201 del CP, en su redacción original contemplaba un delito base de secuestro, el cual se sancionaba con pena de hasta quince años de prisión. Y, adicionalmente, contemplaba un delito cualificado por el resultado, en el cual se contemplaba la pena de muerte, única y exclusivamente para el caso en que la víctima falleciera como consecuencia del secuestro. La Corte de Constitucionalidad en la importante sentencia de 30 de octubre de 2000 clarificó con singular contundencia el carácter de delito autónomo que ostentaba la agravación de la pena contemplada en el delito de secuestro, cuando fallecía la víctima. Para la Corte de Constitucionalidad se trata de un delito distinto en atención a tres circunstancias: a) b) c) Primero que es un delito complejo, es decir, un delito que protege dos bienes jurídicos de distinta naturaleza: el derecho a la libertad y el derecho a la vida; La conducta descrita requiere una circunstancia distinta, que es precisamente el supuesto de hecho que se dé muerte o se produzca la muerte de la víctima a consecuencia del secuestro; elemento adicional que no se exige en el tipo base; Finalmente, la grave diferencia en cuanto al marco penal, en donde se está penalizando con la pena más severa del ordenamiento jurídico, que es la de muerte. En atención a estas tres circunstancias, la Corte de Constitucionalidad llegó a la conclusión que se trata de un delito distinto al delito base del delito de secuestro. En tal sentido, la extensión de la pena de muerte, al tipo base sí constituye una violación al 49 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA artículo 4.2 del Pacto de San José de no penalizar nuevas conductas delictivas con pena de muerte.56 A pesar de la decisión del máximo tribunal en materia constitucional, existen órganos jurisdiccionales que aplican la pena de muerte en contravención del Pacto de San José. Con estas sentencias no acordes al derecho internacional, el Estado guatemalteco ha desafiado abiertamente la doctrina ya sentada por esa Corte Interamericana, en la cual ha señalado: “La Convención prohíbe absolutamente la extensión de la pena de muerte y que, en consecuencia, no puede el gobierno de un Estado Parte aplicar la pena de muerte para delitos para los cuales no estaba penado anteriormente en su legislación interna.”57 1.2.4 Delitos políticos y conexos Finalmente, el Pacto Internacional de derechos civiles y políticos (artículo 6) y la Convención de Derechos Humanos disponen que no se puede aplicar la pena de muerte por delitos políticos. La definición de delitos políticos es en cierta medida arbitraria. La LEY DE RECONCILIACIÓN NACIONAL define como delitos políticos los siguientes: en el artículo 2 los delitos que tienen el carácter político “se decreta la extinción total de la responsabilidad penal por los delitos políticos cometidos en el enfrentamiento armado interno, hasta la fecha de entrada en vigencia de esta ley, y comprenderá a los autores, cómplices y encubridores de los delitos contra la seguridad del Estado, contra el orden institucional y contra la administración pública, comprendidos en los artículos 359, 360, 367, 368, 375, 381, 385 a 399, 408 a 410, 414 a 416 del Código Penal, así como los contenidos en el título VII de la Ley de Armas y Municiones. Estos delitos son en consecuencia: 56 57 El delito sancionado con pena de muerte en el artículo 201 del Pacto de San José era un delito complejo cuyo tipo configuraba dos conductas punibles: a) el plagio o secuestro de persona y b) la muerte de la víctima. Que un delito (plagio más muerte de la víctima) es un delito distinto del otro (plagio simple), aunque no hubiese variado el nomen, pues en el primero se perfila la protección de un bien jurídico superior: la vida (...)”. Corte de Constitucionalidad. Sentencia de 30 de octubre de 2000. Corte Interamericana de Derechos Humanos. Opinión CONSULTIVA No. OC-3/83. Restricciones a la aplicación de la pena de muerte. 50 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS Bien Jurídico Tutelado Seguridad del Estado Seguridad del Estado Seguridad del Estado Seguridad del Estado Seguridad del Estado Orden Institucional Orden Institucional Orden Institucional Orden Institucional Orden Institucional Orden Institucional Orden Institucional Orden Institucional Orden Institucional Orden Institucional Orden Institucional Orden Institucional Orden Institucional Orden Institucional Orden Institucional Orden Institucional Administración Pública Administración Pública Administración Pública Administración Pública Administración Pública Administración Pública Art. 359 360 367 368 375 381 385 386 387 388 389 390 391 392 393 394 395 396 397 398 399 408 409 410 414 415 416 Delito Traición Propia Atentados contra la integridad e independencia del Estado Levantamiento de planos de fortificaciones Agravación (del delito anterior) Ultraje a los símbolos de nación extranjera Violación a la Constitución Rebelión Proposición y conspiración Sedición Exención de pena a los ejecutores (de rebelión o sedición) Incitación pública Actividades contra la seguridad interior de la Nación Terrorismo Intimidación Pública Intimidación pública agravada Instigación a delinquir Apología del delito Asociaciones ilícitas Reuniones y manifestaciones ilícitas Agrupaciones ilegales de gente armada Militancia en agrupaciones ilegales Atentado Resistencia Agravaciones específicas (de los dos delitos anteriores) Desobediencia Desorden público Ultraje a símbolos nacionales Un hecho que puede configurarse como delito político es el magnicidio, ya que su motivación podría ser política. En tal caso, el órgano decisor tendría que otorgar el indulto. Igualmente, el órgano decisor tendría que conceder el indulto cuando el delito sea común pero se encuentre conexo o tenga motivación política (por ejemplo, un asesinato, motivado políticamente o derivado de actos políticos o esté en relación directa con los delitos anteriores). 51 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA 1.3 Casos en que se advierte violación a garantías judiciales mínimas dentro del proceso El relator Especial sobre ejecuciones sumarias y arbitrarias de Naciones Unidas ha señalado que para que se pueda aplicar la pena de muerte es necesario observar las garantías judiciales establecidas en los tratados internacionales en materia de derechos humanos y, en especial, el derecho que tiene toda persona a un juicio imparcial: “110. Al supervisar la aplicación de las normas vigentes relativas a la pena capital, el Relator Especial ha dirigido su atención en particular hacia los procedimientos que conducen a la imposición de la pena capital. En todos los casos se debe respetar las salvaguardias y las debidas garantías del proceso, tanto en la etapa anterior al juicio como durante el juicio propiamente tal, con arreglo a lo dispuesto en diversos instrumentos internacionales, Artículos 10 y 11 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, artículos 9, 14 y 15 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, salvaguardias para garantizar la protección de los derechos de los condenados a la pena de muerte, así como la resolución 1989/65 del Consejo Económico y Social. 111. El Relator Especial desea reiterar que los juicios que conducen a la imposición de la pena capital deben regirse por las más estrictas normas de independencia, competencia, objetividad e imparcialidad de jueces y jurados, previstas en los instrumentos jurídicos internacionales pertinentes. Los acusados que se expongan a la pena capital deben contar con un abogado defensor competente en todas las etapas del proceso. Se presumirá la inocencia de los acusados hasta que se haya demostrado su culpabilidad sin que quede lugar a ninguna duda razonable, procediéndose con el máximo rigor al acopio y la valoración de las pruebas. Debe tenerse en cuenta todas las circunstancias atenuantes. Se deberá garantizar que en el proceso todos los supuestos de hecho y las consecuencias jurídicas de la causa puedan ser examinados por un tribunal superior, integrado por jueces”. En el mismo sentido se ha pronunciado la Corte Interamericana de Derechos Humanos: “Los Estados que aún mantienen la pena de muerte deben aplicar, sin excepción, el más riguroso control sobre las garantías judiciales en estos casos (...) Si el debido proceso legal, en su conjunto de derechos y garantías, debe ser respetado en cualesquiera circunstancias, su observancia es más importante cuando se halle en juego el supremo bien que reconocen y protegen todas las declaraciones y tratados de derechos humanos: la vida humana”.58 Asimismo, la Honorable Comisión ha sostenido que “realizar un escrutinio de una manera minuciosa también forma parte de su propio deber a la hora de analizar los casos sometidos a su examen59 que no sean los que conocieron la causa en primera 58 59 Corte IDH, Opinión Consultiva OC-16/99 del 1 de octubre de 1999 sobre “El derecho a la información sobre la asistencia consular en el marco de las garantías del debido proceso legal”, párrafo 135. CIDH, Informe del caso Rudolph Bautiste c. Grenada, Informe No 38/2000 del 13 de abril de 2000, párrafo 64. 52 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS instancia. Además, se debe garantizar el derecho del acusado a solicitar el indulto, la conmutación de la pena o una medida de gracia”.60 De lo expuesto por el relator se podrían inferir tres tipos principales de categorías en que pueden constituir inobservancia del debido proceso y que se puede dar lugar a la concesión de un indulto: 1. 2. 3. Violación de una garantía judicial mínima de los artículos 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 8 del Pacto de San José; Violación del derecho de los acusados a contar con un abogado defensor competente en todas las etapas del proceso; Violación del derecho a no ser condenado a la pena capital con base en presunciones. 1.3.1 Violación de una garantía judicial mínima de los artículos 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 8 del Pacto de San José Los órganos supervisores de los instrumentos internacionales de derechos humanos han sometido las disposiciones sobre pena de muerte de sus instrumentos rectores a una norma de interpretación restrictiva. En la opinión consultiva sobre las restricciones a la pena de muerte conforme a los artículos 4(1) y 4(4) de la Convención, por ejemplo, la Corte Interamericana de Derechos Humanos adoptó un criterio restrictivo del artículo 4 de la Convención, llegando a la conclusión de que “el texto del artículo en su conjunto revela una clara tendencia a restringir el alcance de este castigo, tanto en lo que se refiere a su imposición como a su aplicación”.61 Otros órganos internacionales de supervisión de los derechos humanos han aplicado una interpretación análogamente estricta de las disposiciones contenidas en los tratados de derechos humanos en relación con la pena de muerte. El Comité de Derechos Humanos de la ONU ha sostenido, en el contexto del artículo 6 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que es paralelo al artículo 4 de la Convención en ciertos aspectos, que la ley debe controlar y limitar estrictamente las circunstancias en que las autoridades del Estado pueden privar de la vida a una persona. El Comité ha determinado en consecuencia que la imposición de una sentencia de muerte 60 61 CUESTIONES RELATIVAS A LOS DERECHOS HUMANOS: CUESTIONES RELATIVAS A LOS DERECHOS HUMANOS, INCLUIDOS DISTINTOS CRITERIOS PARA MEJORAR EL GOCE EFECTIVO DE LOS DERECHOS HUMANOS Y LAS LIBERTADES FUNDAMENTALES Ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias Nota del Secretario General GENERAL A/51/457 7 de octubre de 1996 Opinión Consultiva OC-3/83, supra, pág.31, párr. 52. 53 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA al cabo de un juicio en que no se han respetado las disposiciones del Pacto constituye, si no es posible ninguna otra apelación de la sentencia, una violación del artículo 6 del Pacto. Las reparaciones que ha recomendado en estos casos incluyen la liberación62 y la conmutación de la sentencia de muerte.63 El Relator Especial de la ONU sobre Ejecuciones Extra-Judiciales, Sumarias o Arbitrarias ha subrayado análogamente que los procedimientos que conduzcan a la imposición de la pena capital deben ser congruentes con las normas más estrictas de independencia, competencia, objetividad e imparcialidad de los jueces y jurados y con otros requisitos estrictos del debido proceso. La Corte Interamericana de Derechos Humanos, por su parte, acentúa el significado del estricto cumplimiento y revisión de las garantías del debido proceso al implementar la pena de muerte, de acuerdo con el artículo 4 de la Convención. Teniendo en cuenta estas normas y principios interpretativos cualquier decisión sobre indulto “debe determinar si la práctica de imponer la pena de muerte es compatible con las disposiciones del artículo 8 de la Convención y con los principios en que éstas se sustentan”.64 Las garantías mínimas que el artículo 8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos establece son: Artículo 8. Garantías Judiciales: 1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter. 2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas: a. derecho del inculpado de ser asistido gratuitamente por el traductor o intérprete, 62 Comité de Derechos Humanos de la ONU, Anthony McLeod c. Jamaica, Comunicación Nº 734/1997, ONU Doc. Nº CCPR/C/62/734/1997. Comité de Derechos Humanos de la ONU, Patrick Taylor c. Jamaica, Comunicación Nº 707/1996, ONU Doc. Nº CCPR/C/60/D/707/1996. Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Caso de Rudolph Bautiste. 63 64 54 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS si no comprende o no habla el idioma del juzgado o tribunal; b. comunicación previa y detallada al inculpado de la acusación formulada; c. concesión al inculpado del tiempo y de los medios adecuados para la preparación de su defensa; d. derecho del inculpado de defenderse personalmente o de ser asistido por un defensor de su elección y de comunicarse libre y privadamente con su defensor; e. derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por el Estado, remunerado o no según la legislación interna, si el inculpado no se defendiere por sí mismo ni nombrare defensor dentro del plazo establecido por la ley; f. derecho de la defensa de interrogar a los testigos presentes en el tribunal y de obtener la comparecencia, como testigos o peritos, de otras personas que puedan arrojar luz sobre los hechos; g. derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse culpable, y h. derecho de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior. 3. La confesión del inculpado solamente es válida si es hecha sin coacción de ninguna naturaleza. 4. El inculpado absuelto por una sentencia firme no podrá ser sometido a nuevo juicio por los mismos hechos. 5. El proceso penal debe ser público, salvo en lo que sea necesario para preservar los intereses de la justicia. Dichas garantías son casi idénticas en el artículo 14 del Pacto Internacional de derechos Civiles y Políticos. Por lo tanto, el examen de estas garantías es un imperativo para el órgano que resuelva la petición de indulto. Dependiendo del tipo de violación el órgano podrá realizar una conmuta de la pena por la inmediata inferior, cuando se trate de una violación de carácter no grave. Si la violación es de carácter sustancial, el órgano decisor deberá proceder a recomendar la revisión de la sentencia ante los tribunales. Un factor singularmente importante en las garantías judiciales mínimas es el respeto al derecho de audiencia. Para que la persona haya tenido un efectivo derecho de defensa se debe garantizar que el imputado ha sido informado de manera previa y detallada de la acusación, de manera que todos los aspectos relevantes que pueden agravar la pena hayan sido objeto de prueba y controversia en juicio. De conformidad con la doctrina, el derecho de defensa “comprende la facultad de intervenir en el procedimiento penal abierto para decidir acerca de una posible reacción penal contra él y la de llevar a cabo todas las actividades necesarias para poner en evidencia la falta de 55 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA fundamento de la potestad penal del Estado o cualquier circunstancia que la excluya o atenúe...”.65 Ahora bien, como lo señala Julio Maier, la base esencial del derecho a defenderse reposa en la posibilidad de expresarse libremente sobre cada uno de los extremos de la imputación, agregando, incluso, todas las circunstancias de interés para evitar o aminorar la consecuencia jurídica posible (pena o medida de seguridad y corrección) o inhibir la persecución penal. El derecho a ser oído conlleva, en consecuencia, el derecho a la contradicción, como libertad de oponer todo lo pertinente para desvirtuar la acusación presentada. Este derecho fundamental, sin embargo, requiere de ciertas necesidades formales, previas al juicio y durante él, para que el derecho a ser oído pueda ser efectivamente ejercitado. Estos recaudos básicos del derecho de defensa son: a) Imputación necesaria. Para que alguien pueda defenderse es imprescindible que ese algo exista; es decir, se le atribuya haber cometido una acción u omisión, en un lugar, tiempo, modo, y circunstancias determinado. La garantía de la imputación necesaria en un sistema acusatorio, requiere que esta imputación sea efectuada por un órgano distinto del juez, es decir, sea efectuada por el fiscal: sólo el fiscal, como titular de la acción penal del Estado, puede formular la acusación. En este requisito entraría la condición de imparcialidad del juez, exigida por el artículo 8 de la CADH: el tribunal sólo puede ser imparcial, si no toma parte en la formulación de la imputación. La acusación del Ministerio Público es el acto procesal que ejemplifica con mayor claridad esta exigencia: este órgano ejerce el poder punitivo del Estado, requiriendo que se compruebe judicialmente que el acusado ha cometido un delito y demandando una pena. Para tal efecto señala el hecho imputado, pero, además, indica al tribunal la calificación jurídica y la consecuencia jurídica que demanda imponer.66 b) Intimación o conocimiento previo y detallado de la acusación. Nadie puede defenderse de algo que no conoce. Es por ello que para garantizar el derecho a ser oído, la Convención Americana sobre Derechos Humanos exige el conocimiento previo y detallado de la acusación. Como señala Maier, “no tendría ningún sentido expresar el derecho a ser oído, ni regular pormenorizadamente la necesidad de una imputación 65 66 MAIER, J., Derecho Procesal Penal Argentino, pág. 312. RODRÍGUEZ BARILLAS, A. Informe presentado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos dentro del caso Fermín Ramírez contra el Estado de Guatemala. 56 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS correcta para darle vida, si no se previera el deber de comunicar al perseguido la imputación que a él se dirige”.67 En el mismo sentido, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos indicó que “el párrafo 3(a) del artículo 6, apunta la necesidad de dar una atención especial a la notificación de la acusación al acusado. Las particularidades del delito juegan un papel crucial en el proceso criminal, es desde este preciso momento que el acusado es formalmente puesto en conocimiento de las bases fáctica y legal de los argumentos en su contra.68 El Artículo 6. 3 a. de la Convención concede al acusado el derecho a ser informado, no sólo de la causa de la acusación, es decir del acto que se alega que él ha cometido y que es la base de la acusación, sino también de la calificación dada a tales actos. Esta información debe, como la Comisión correctamente ha afirmado, ser detallada”.69 El acto de dar a conocer la imputación, por lo tanto es uno de los momentos más importantes y delicados del proceso, en este momento se decide si es posible ejercitar una defensa efectiva en juicio o no. La comunicación previa y detallada que exige el artículo 8, no se refiere única y exclusivamente a la descripción fáctica del hecho, sino alcanza, como un punto decisivo del derecho de defensa, a la calificación jurídica que pretende el fiscal que se aplique (y consecuentemente, cuál es la posible pena a imponer); así lo ha entendido el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. c) Audiencia. La tercera garantía del derecho a ser oído con todas las garantías es el derecho de audiencia, en donde se concede a la persona la facultad de expresarse libremente sobre todos los presupuestos de la acusación.70 Como puede observarse, la imputación necesaria y la comunicación previa y detallada de la acusación son recaudos específicos del proceso penal que vienen a garantizar especialmente este derecho de audiencia, es decir, la garantía de que el imputado se pronuncie efectivamente y con toda propiedad sobre todos los extremos de la acusación y 67 68 69 MAIER, Derecho Procesal Penal Argentino, pág. 324 Vid Kamasinski v. Austria. Sentencia del 19 de diciembre de 1989, serie A. no 168. pp. 36-37. Párr.79) Pelisser c/ Francia. Sentencia de 25 de marzo de 1999, párrafos 51-52.) “that the provisions of paragraph 3 (a) of Article6 point to the need for special attention to be paid to the notification of the “accusation” to the defendant. Particulars of the offence play a crucial role in the criminal process, in that it is from the moment of their service that the suspect is formally put on notice of the factual and legal basis of the charges against him (see the Kamasinski v. Austria judgment of 19 December 1989, SeriesA no. 168, pp. 36-37, § 79). Article6 § 3 (a) of the Convention af fords the defendant the right to be informed not only of the cause of the accusation, that is to say the acts he is alleged to have committed and on which the accusation is based, but also the legal characterisation given to those acts. That information should, as the Commission rightly stated, be detailed”. Maier, Ob. cit. 70 57 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA puede ejercer los demás derechos que aparecen dentro del artículo 8, específicamente, el derecho a contar con los recursos y el tiempo necesario para preparar la defensa, el derecho a repreguntar a los testigos de cargos y de presentar testigos de descargo, etc. d) Correlación entre acusación y fallo. Según Maier, la reglamentación rigurosa del derecho a ser oído que hemos estudiado, no tendría sentido si no se previera que la sentencia sólo se debe expedir sobre el hecho y las circunstancias que contiene la acusación, que han sido intimadas al acusado y, por consiguiente, sobre aquellos elementos de la imputación acerca de los cuales él ha tenido la oportunidad de ser oído, lo que implica vedar que el fallo se extienda a hechos o circunstancias no contenidos en el proceso que implica garantizar el derecho de audiencia. La regla se expresa como correlación entre acusación y la sentencia, y es un principio de rango constitucional.71 Por eso ha sido incorporada legalmente, en casi todos los códigos procesales penales de nuevo cuño, incluyendo el artículo 388 del Código Procesal Penal de Guatemala. Si bien la regla no se extiende a la subsunción de los hechos bajo conceptos jurídicos, Maier destaca: “el cambio brusco del punto de vista jurídico bajo el cual se examina un hecho, puede provocar indefensión”.72 Y así fue invocado por los peticionarios del caso Pelisser, quienes afirmaron que “de haber conocido la calificación penal pretendida, ellos habrían adoptado una estrategia de defensa totalmente distinta y habrían utilizado argumentos diferentes”.73 En este sentido el Tribunal Europeo de Derechos Humanos indica: “el derecho de la defensa únicamente podría haberse ejercitado efectivamente si el Tribunal de Sentencia hubiera escuchado argumentos sobre la acusación alternativa propuesta. Dado que la defensa nunca tuvo la oportunidad de pronunciarse sobre tal acusación, sino hasta la deliberación de la sentencia, los peticionarios no contaron con el tiempo y los recursos necesarios para preparar la defensa”.74 Nadie discute el poder de cambiar la calificación jurídica por parte del Tribunal de Sentencia –principio iura novit curia–, siempre que tal poder respete al máximo 71 72 73 74 Maier, J., Derecho Procesal Penal argentino, pág. 336 citando la sentencia de la Corte Suprema Argentina. MAIER, J. Derecho Procesal Penal argentino. PELISSIER /c Francia. Sentencia del 25 de marzo de 1999. Párrafo 48. The rights of the defence could be effectively exercised only if the trial court heard argument on the proposed alternative charge. As they had not been able to contest that charge, since it was not decided on until deliberations, the applicants had not had adequate time and facilities for the preparation of their defence. 58 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS el marco fáctico presentado en la acusación. Sin embargo, por la trascendencia que tiene esta facultad y el hecho que puede dar lugar a indefensión, la ORDENANZA PROCESAL ALEMANA incluyó una norma específica que obliga al tribunal a advertir al sindicado de la posible variación de la calificación jurídica, para que éste pueda ejercer el derecho de defensa. Esta disposición se contempla en la mayoría de códigos procesales penales de nuevo cuño en América Latina y, por supuesto, ha sido recogida en el Código Procesal Penal de Guatemala en el artículo 374. Aquí claramente se señala, que si el tribunal de sentencia advierte de oficio que puede cambiar la calificación jurídica deberá informar al acusado sobre ésta, para que éste pueda solicitar una suspensión del debate y ejercitar los derechos del artículo 373, es decir, aportar nueva prueba o argumentos jurídicos. Por lo tanto, existe un consenso doctrinario en el Tribunal de Derechos Humanos, acerca de que la potestad de cambiar la calificación jurídica por parte del Tribunal de sentencia, no puede hacerse, si con ello se veda al imputado poder presentar argumentos sobre la nueva “calificación jurídica”, y que hacerlo, implicaría una violación al derecho de defensa, tanto en cuanto al derecho de ser oído con todas las garantías, como al de contar con el tiempo y los recursos para preparar la defensa. Para poder hacer efectivo el derecho de audiencia y contradictorio en juicio, se ha dispuesto que la acusación sea formulada en términos muy exigentes. Según lo dispuesto en el artículo 332 bis del Código Procesal Penal, el escrito de acusación deberá contener los siguientes elementos. 1o. 2o. 3o. 4o. Los datos que sirvan para identificar o individualizar al imputado, el nombre del defensor y el lugar para notificarles. La relación clara, precisa y circunstanciada del hecho punible que se atribuye al acusado y su calificación. Este punto del memorial consiste en un relato preciso de los hechos por los que se acusa. Dicho relato no debe basarse en calificaciones jurídicas sino en descripción detallada de comportamientos. Fundamentos resumidos de la imputación, con expresión de los medios de investigación utilizados y que determinen la probabilidad de que el imputado cometió el delito por el cual se le acusa. En este punto se explicará porqué razón y en qué pruebas se basa el fiscal para afirmar los hechos punibles. No es una lista de pruebas sino que es una explicación de cómo va a probar cada uno de los extremos del hecho que se le imputa al acusado. La calificación jurídica del hecho punible, razonándose el delito que cada uno de los individuos ha cometido, la forma de participación, el grado de ejecución y las circunstancias agravantes o atenuantes. En este punto debe exponerse el motivo 59 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA por el cual el fiscal considera que el hecho punible que se le imputa a cada uno de los acusados encuadra en una determinada forma delictiva. 5o. La indicación del tribunal competente para el juicio. En este punto se indicará con la mayor precisión posible cuál es el tribunal que, a criterio del Ministerio Público, debe ser competente para el juicio, de conformidad con las reglas de competencia territorial y funcional. Por ejemplo, si es el juez de primera instancia en el caso de procedimiento abreviado o el Tribunal de Sentencia en el caso del procedimiento común. Como se ha explicado, en el procedimiento acusatorio es el fiscal quien imputa el hecho y quien solicita que se enmarque dentro de una determinada calificación jurídica, evidenciando por qué cada uno de los hechos se pueden subsumir en los elementos de la correspondiente figura delictiva. Durante la apertura a juicio, la ley garantiza que se haga la lectura de la acusación y del auto de apertura a juicio, en este mismo momento, se exige que el Presidente del Tribunal de Sentencia proceda a explicar, en palabras sencillas, cuál es el objeto de la acusación al imputado (Artículo 371 del Código Procesal Penal). Por lo tanto, el derecho a una comunicación previa y detallada de la acusación es claramente salvaguardado por la ley procesal guatemalteca en todas las etapas del proceso, precisamente para evitar sorpresas y garantizar al imputado que podrá contar con los elementos suficientes para poder pronunciarse y defenderse adecuadamente de la imputación que se le hace. Adicionalmente, el artículo 374 dispone que “si el Tribunal durante el debate entendiese que los hechos contenidos en la acusación pueden tener distinta calificación jurídica a la vertida por el Ministerio Público, deberá indicarlo a las partes, pudiendo éstas solicitar la suspensión del debate para hacer valer los derechos que confiere el artículo 373 del Código Procesal Penal”. En el Manual del Fiscal75 se explica que “El principio de congruencia entre acusación y sentencia obliga a los jueces a no dar por probados en la sentencia condenatoria, hechos no contenidos en la acusación. Sin embargo, en base al principio “iura novit curia “(el juez conoce el derecho), el tribunal podrá cambiar libremente la calificación jurídica de esos mismos hechos y, por lo tanto, también la pena, que el 75 El Manual del Fiscal es un documento elaborado por el Ministerio Público de Guatemala con la finalidad de capacitar a los miembros de la institución. 60 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS Ministerio Público solicitó, incluso en agravio del condenado... No obstante, con el fin de evitar la sorpresa, deberá observar el contenido del artículo 374 del Código Procesal Penal”.76 Por lo tanto, si el Tribunal de Sentencia no advierte un posible cambio de calificación jurídica del delito, no satisface la exigencia del derecho de audiencia, pues éste requiere una indicación precisa sobre el delito que el tribunal considera que es aplicable, para poder orientar la actividad defensiva del imputado. En este sentido, en muchos juicios se da la absurda situación de que los imputados desconozcan el hecho de que se encuentran en death row (corredor de la muerte), puesto que el delito por el que se encontraba acusado no contempla la pena de muerte, pero en sentencia se hace modificación de la calificación jurídica. (Un caso en este sentido es el de FERMÍN RAMÍREZ, en Guatemala, a quien se le acusó de VIOLACIÓN CALIFICADA, delito que sólo admitía la imposición de una pena de 30 a 50 años de prisión y no el delito de ASESINATO,77 por el cual se le impuso la pena de muerte).78 El Ministerio Público en muchas ocasiones únicamente solicita la variación de la calificación jurídica en su presentación de alegatos finales, es decir, en la conclusión del juicio, cuando ya se han presentado todas las pruebas y alegatos. En resumen, se puede afirmar con el Tribunal Europeo de Derechos Humanos que la garantía de una comunicación previa y detallada de la acusación se debe analizar a la luz del derecho más general a ser oído con las debidas garantías contenido en el artículo 76 77 78 Ministerio Público de la República de Guatemala. MANUAL DEL FISCAL. 1era edición, pág. 318. En cambio en el apartado DE LA CALIFICACIÓN DEL DELITO, el tribunal afirma: “El artículo 388 del Código Procesal Penal establece que en la sentencia del Tribunal podrá dar al hecho una calificación jurídica distinta de aquella de la acusación o la del auto de apertura a juicio o imponer penas mayores o menores que la pedida por el Ministerio Público”. En el presente caso, del análisis de la prueba producida en el debate, especialmente en lo que respecta al informe legal referente a la necropsia practicada al cadáver de la menor Grindi Yasmín Franco Torres, mismo en el que se establece que la causa de la muerte de dicha menor, se debió a ASFIXIA POR ESTRANGULAMIENTO, el tribunal estima que el hecho delictivo imputado al procesado encuadra en la figura contemplada en el artículo 132 del Código Penal, reformado por el Decreto 20-96 del Congreso de la República, es decir, el DELITO DE ASESINATO. Por lo que por imperativo legal debe cambiarse la tipificación jurídica formulada en la acusación y en el auto de apertura a juicio de VIOLACIÓN CALIFICADA AL DE ASESINATO”. COMISION INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS INFORME No. 74/02 78. ADMISIBILIDAD PETICIÓN 320/2000 FERMÍN RAMÍREZ Y/O FERMÍN RAMÍREZ ORDÓÑEZ contra GUATEMALA, 9 de octubre de 2002. 61 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA 6.1 de la Convención. “La Corte considera que en un asuntos de naturaleza criminal la disposición que regula la obligación de informar previamente al acusado de manera completa y detallada la acusación en su contra, y consecuentemente la calificación legal que el tribunal puede adoptar en el caso, es un prerrequisito esencial para asegurar que el procedimiento sea justo”.79 La violación al derecho a una comunicación previa y detallada de la acusación, trae anexa la imposibilidad de contar con el tiempo y los recursos necesarios para preparar la defensa en juicio. Como ha señalado el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el caso Peliesser, el derecho a la intimación y el derecho a preparar la defensa son dos garantías que se encuentran íntimamente entrelazadas. En el caso de FERMÍN RAMÍREZ se hace más evidente, puesto que se hizo una modificación jurídica de VIOLACIÓN CALIFICADA, a asesinato. Es indispensable agregar que de conformidad con la legislación guatemalteca, para que se pueda aplicar la pena de muerte, es necesario que se demuestre que existe una mayor y particular peligrosidad en el agente. En muchas ocasiones la circunstancia de una mayor peligrosidad no es planteada en la acusación formulada por el Ministerio Público. De ello deriva la imposibilidad material del tribunal de sentencia de entrar a conocer esta circunstancia en juicio. En efecto, el artículo 388 del Código Procesal Penal establece que el Tribunal no podrá tener por probados hechos distintos a los contenidos en la acusación o en el auto de apertura a juicio. El hecho que el imputado pudiera ser peligroso al no ser mencionado en la acusación, viola claramente el derecho a una comunicación previa y detallada de la acusación (artículo 8.2.c), si el tribunal de sentencia impone la pena de muerte sin que se haya intimado previamente al acusado, sobre la circunstancia fáctica que delimita la peligrosidad. 79 TEDH. Caso Peliesser. Sentencia del 23 de marzo de 1999. párrafo 52.52. The scope of the above pr ovision must in particular be assessed in the light of the more general right to a fair hearing guaranteed by Article 6 § 1 of the Convention (see,mutatis mutandis, the following judgments: Deweer v. Belgium of 27 February 1980, Series A no. 35, pp. 30-31, § 56; Artico v. Italy of 13 May 1980, Series A no. 37, p. 15, § 32; Goddi v. Italy of 9 April 1984, Series A no. 76, p. 11, § 28; and Colozza v. Italy of 12Febr uary 1985, Series A no. 89, p. 14, § 26). The Court considers that in criminal matters the provision of full, detailed information concerning the charges against a defendant, and consequently the legal characterisation that the court might adopt in the matter, is an essential prerequisite for ensuring that the proceedings are fair. 62 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS La defensa, en tales casos no tendría oportunidad de conocer que esta circunstancia iba a ser discutida en juicio, con lo cual queda claro que LA PELIGROSIDAD CRIMINAL no ha constituido THEMA PROBATORIUM durante el DEBATE. De allí que el tribunal no pueda acreditar dicho elemento en la sentencia, dada la prohibición del artículo 388 del Código Procesal Penal de Guatemala. De conformidad con las exigencias de la dogmática penal, para que exista un juicio fundado de peligrosidad criminal se requieren dictámenes científicos sobre la personalidad del individuo. Pero ello no garantiza el derecho a un juicio justo, si, además, no se permite en el debate (en el juicio oral y público) una discusión amplia y suficiente de dicha circunstancia agravante, por parte de la defensa. Para preparar tal discusión, es condictio sine qua non que se haya intimado al acusado sobre esta circunstancia al hacer la comunicación previa y detallada de la acusación. Por lo tanto, para que el Tribunal pueda arribar a tener por probada la peligrosidad en sentencia requiere que haya dado a la defensa la oportunidad del contradictorio y la refutación. El elemento peligrosidad no es objeto del marco fáctico del juicio, pues no es indicada en la acusación –y el tribunal de sentencia arriba a una conclusión de carácter eminentemente subjetiva–, en violación al contar con el tiempo y los medios adecuados para preparar su defensa, y violando su derecho a la contradicción. La subjetividad es doble en este caso: primero, porque proviene de elementos que no fueron discutidos, ni probados en juicio; y, en segundo lugar, porque emana de una decisión meramente intuitiva e irracional del tribunal, que carece de sustento objetivo. Ninguna decisión judicial puede fundamentarse en el convencimiento privado del juez o, peor aún, en juicios que no han podido ser contradichos por la defensa. La objetividad de la prueba, como bien lo ha expresado Gustavo Vivas Ussher, radica en que un elemento de prueba, debe ser objetivo “en tanto que el dato y la trayectoria seguida para ingresar al proceso debe provenir del mundo externo al proceso. Su confrontación (examinación y contra-examinación por las partes) es lo que le da el carácter de intersubjetividad (u objetividad) en el proceso penal, en el mismo sentido en que sucede en la órbita de las ciencias científicas”.80 No existe en este tipo de sentencias de condena ningún dato objetivo incorporado legalmente al proceso, capaz de producir un conocimiento cierto o probable acerca de la peligrosidad criminal del condenado. Esto impide al tribunal de sentencia tener por 80 VIVAS USSHER, G., MANUAL DE DERECHO PROCESAL PENAL, Tomo II, Buenos Aires, pág. 34. 63 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA acreditado este hecho. Al tener por establecida la peligrosidad criminal sin prueba, contradictorio y derecho de defensa, el Tribunal de Sentencia violentaría las reglas del debido proceso legal, específicamente la garantía de defensa en juicio, ya que éste no versó sobre este elemento fáctico, ni la defensa sabía que debía orientar su actividad defensiva y probatoria a refutar la peligrosidad. Es lamentable que los órganos judiciales del Estado de Guatemala desconozcan los principios que regulan el derecho de defensa en juicio y coloquen en una situación de completa indefensión al imputado, el cual dentro del juicio es privado de toda oportunidad de refutar la imputación sobre su peligrosidad y de aportar prueba en su descargo. Al no haber sido comunicado previamente el elemento de peligrosidad se le privó por tanto de su derecho de defensa en juicio. La Corte Suprema de Justicia de Guatemala también acogió esta tesis, en la sentencia de casación que anula la imposición de pena de muerte del señor MAXIMILIANO ALFARO PIRIR, de fecha veinticinco de octubre de 2002. De conformidad con dicha sentencia, la Corte señala: “...asiste razón jurídica al recurrente,... al afirmar que la Sala Cuarta de la Corte de Apelaciones faltó a la aplicación del artículo 12 de la Constitución Política de la República de Guatemala, lo cual trae como consecuencia, el conculcar el derecho de defensa del procesado Maximiliano Alfaro Pirir, en virtud de que en la acusación presentada por el Ministerio Público, no se describe la circunstancia de “peligrosidad criminal del sindicado” para que el Tribunal de Sentencia lo haya condenado a pena de muerte por el delito de asesinato, como ocurrió en el presente caso: ello implica una violación al derecho de defensa respecto de la imputación necesaria que la acusación debe contener y que el Estado debe garantizar a toda persona sometida a juicio, por haberle vedado su derecho a defenderse de la sindicación que le hace el Estado y de aportar todos los elementos de convicción tendentes a desvirtuar tal sindicación así como de la pena que el propio Estado pretende alcanzar. En consecuencia, resulta procedente casar parcialmente la sentencia recurrida y dictar una nueva conforme a la ley y la doctrina aplicable”. Al no haber quedado probada la peligrosidad criminal, conforme a las reglas de un proceso contradictorio en donde se garantiza el derecho a una defensa efectiva, queda vedado al Tribunal de Sentencia imponer la circunstancia agravante de peligrosidad criminal, requisito esencial para imponer la pena de muerte. Un elemento como la peligrosidad, al igual que cualquier otro elemento de la imputación, no puede ser presumido, sino debe ser probado, a través de elementos de prueba incorporados legalmente en el juicio y sometidos al contradictorio. No se puede permitir que el tribunal de sentencia y las salas de apelaciones basen un elemento, como 64 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS la peligrosidad, en juicios subjetivos, convencimientos privados del juez o sus propios prejuicios o en elementos de prueba que no fueron aportados en el juicio y sobre los cuales, obviamente, la defensa, no pudo tener control, ni fiscalización ni la posibilidad de redargüir. Como bien señala la doctrina, la prueba para ser valorada tiene que ser objetiva, legal, relevante y pertinente. De lo dicho se colige que la autoridad que conozca del indulto tiene la obligación de entrar a evaluar las peticiones que invoquen violación a una garantía judicial del debido proceso. Los ejemplos de violaciones al debido proceso que se han ejemplificado son los más comunes en nuestra práctica judicial. Como bien lo ha observado MINUGUA en sus informes, existe un elevado índice de error judicial en los casos donde se ha aplicado la pena de muerte. Si bien muchos de estos errores han sido corregidos por decisiones de la Corte de Apelaciones o la Corte Suprema de Justicia a través de las impugnaciones correspondientes, existen cerca de 30 personas condenadas a pena de muerte, en donde se pueden evidenciar graves errores judiciales. 1.3.2 La falta de asistencia letrada competente Una violación singularmente relevante de las garantías mínimas de un debido proceso es que el condenado a pena capital no haya contado con una asesoría legal adecuada. Esta situación se produce fundamentalmente cuando: a) b) c) El defensor no ha tenido experiencia en casos de esta naturaleza; Cuando el defensor ha demostrado una notoria negligencia o incompetencia a lo largo del proceso; Cuando no ha tenido una comunicación permanente y fluida con el sindicado. El derecho de defensa en juicio tiene dos manifestaciones: la defensa material y la defensa técnica. La defensa material es el derecho del imputado a la inmediación durante el proceso; se materializa a través de la comparecencia personal en todas las etapas relevantes del procedimiento. Sólo el imputado tiene conocimiento de lo que realmente aconteció en el proceso y, por lo tanto, está en la capacidad de dar los argumentos técnicos para preparar la defensa. La comparecencia personal del imputado es un requisito sine qua non para la validez del juicio ya que en Guatemala no se admite la realización de juicios en ausencia. No obstante, la comparecencia del imputado durante las etapas relevantes del proceso es un requisito necesario, pero no suficiente, para la validez del proceso. Sin un abogado defensor que lo asista adecuadamente, el derecho de defensa es algo inútil, puesto que se requiere de una técnica procesal para poder dar ropaje jurídico a la versión 65 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA del imputado en juicio, para proponer pruebas, para darles una determinada valoración jurídica y para interrogar y contrainterrogar testigos. Sobre este punto el Relator Especial de Ejecuciones Extrajudiciales, Sumarias y arbitrarias de Naciones Unidas señaló que conforme la SALVAGUARDIA PARA LA APLICACIÓN Y EJECUCIÓN DE LA PENA DE MUERTE de Naciones Unidas “los acusados que se expongan a la pena capital deben contar con un abogado defensor competente en todas las etapas del proceso.81 En el ámbito del sistema interamericano, la CIDH argumentó en el Caso Hilaire que Trinidad y Tobago era responsable de la violación de los artículos 8 y 25 de la Convención, en conexión con el artículo 1.1 de ésta, por no haber proporcionado de una manera efectiva asistencia letrada a once de las víctimas82 para la presentación de acciones constitucionales ante los tribunales internos, en los procesos respectivos.83 La Comisión indicó que el Estado, a la luz de los artículos 8, 25 y 1.1 de la Convención, tiene la obligación de proveer, de manera efectiva, asistencia letrada a todas las personas que deseen promover una acción constitucional, y en los casos de personas sentenciadas a muerte, esta obligación es todavía más perentoria. La Comisión también alegó en este caso violación del artículo 8 de la Convención Americana en cuatro casos específicos: 1) no se permitió que Narine Sooklal entrara en contacto con un abogado después de su detención, con lo cual se violó el artículo 8.2(d) de la Convención; 2) Keiron Thomas fue representado en su apelación por un abogado a quien expresamente había rechazado, lo que implica violación del artículo 8.2(d) y 8.2(e); 3) en el juicio de Martin Reid no se reveló la existencia de ciertas pruebas favorables al inculpado, y en esta forma se incurrió en violación del artículo 8.2(c) de la Convención, y 4) en el caso de Peter Benjamin existió discrepancia entre el calibre del arma de Benjamin y el del arma empleada para el homicidio; la desatención de esta prueba significa violación del artículo 8.2(d). Por su parte, la Corte al resolver este caso recordó que en la Opinión Consultiva OC-16/99 se estableció que “para que exista ‘debido proceso legal’ es preciso que un 81 82 83 Relator de ejecuciones arbitrarias, sumarias de Naciones Unidas. Ob. cit. Supra nota 9. La Comisión manifestó que los procedimientos internos de revisión judicial respecto de las condenas penales pueden adoptar dos formas: una apelación penal contra la condena o una acción de inconstitucionalidad al amparo de la sección 14 de la Constitución de la República de Trinidad y Tobago. En ambos procedimientos la apelación va del tribunal de primera instancia a la Alta Corte de Trinidad y Tobago, a la Corte de Apelaciones de Trinidad y Tobago y, luego en los casos penales en los que tengan autorización, al Comité Judicial del Privy Council de Londres. 66 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS justiciable pueda hacer valer sus derechos y defender sus intereses en forma efectiva y en condiciones de igualdad procesal con otros justiciables”.84 “En este orden de consideraciones, la Corte ha dicho que para que en un proceso existan verdaderas garantías judiciales, es preciso que en él se observen todos los requisitos que “sirvan para proteger, asegurar o hacer valer la titularidad o el ejercicio de un derecho”,85 es decir, las “condiciones que deben cumplirse para asegurar la adecuada defensa de aquellos cuyos derechos u obligaciones están bajo consideración judicial”.86 Asimismo, en la referida Opinión Consultiva (OC-16/99) este Tribunal dispuso: “para alcanzar sus objetivos, el proceso debe reconocer y resolver los factores de desigualdad real de quienes son llevados ante la justicia. Es así como se atiende el principio de igualdad ante la ley y los tribunales y a la correlativa prohibición de discriminación. La presencia de condiciones de desigualdad real obliga a adoptar medidas de compensación que contribuyan a reducir o eliminar los obstáculos y deficiencias que impidan o reduzcan la defensa eficaz de los propios intereses. Si no existieran esos medios de compensación, ampliamente reconocidos en diversas vertientes del procedimiento, difícilmente se podría decir que quienes se encuentran en condiciones de desventaja disfrutan de un verdadero acceso a la justicia y se benefician de un debido proceso legal en condiciones de igualdad con quienes no afrontan esas desventajas”. Por eso, la Corte señala que para que se preserve el derecho a un recurso efectivo, en los términos del artículo 25 de la Convención, “es indispensable que dicho recurso se tramite conforme a las reglas del debido proceso, consagradas en el artículo 8 de la Convención, incluyendo el acceso a la asistencia letrada”.87 Tomando en cuenta la naturaleza excepcionalmente grave e irreparable de la pena de muerte, la observancia del debido proceso legal, con su conjunto de derechos y garantías, es aún más importante cuando se halle en juego la vida humana.88 84 85 86 87 88 Corte I.D.H. Opinión Consultiva OC-16/99 Corte I.D.H., El Derecho a la Información sobre la Asistencia Consular en el Marco de las Garantías del Debido Proceso Legal. Opinión Consultiva OC-16/99, de 1 de octubre de 1999. Serie A No. 16, Párrs. 117 y 119. Corte I.D.H., El Hábeas Corpus bajo suspensión de garantías (Arts. 27.2, 25.1 y 7.6 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-8/87 del 30 de enero de 1987. Serie A No. 8; párr.25. Corte I.D.H., Garantías judiciales en Estados de Emergencia (Arts. 27.2, 25 y 8 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-9/87 del 6 de octubre de 1987. Serie A No. 9; Párr. 28 y Corte I.D.H., El Derecho a la Información sobre la Asistencia Consular en el Marco de las Garantías del Debido Proceso Legal. Opinión Consultiva OC-16/99, supra nota 130, Párr. 118. Corte I.D.H Caso Hilaire. Cfr. Corte I.D.H., El Derecho a la Información sobre la Asistencia Consular en el marco de las Garantías del Debido Proceso Legal. Opinión Consultiva OC-16/99, supra nota 130, Párrs. 134 y 135. 67 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA La Corte señala que no basta con que se prevea la existencia de recursos,89 si éstos no resultan efectivos para combatir la violación de los derechos protegidos por la Convención. La garantía de un recurso efectivo “constituye uno de los pilares básicos, no sólo de la Convención Americana, sino del propio Estado de Derecho en una sociedad democrática en el sentido de la Convención”.90 La Corte Interamericana establece que esto forma parte de las obligaciones generales de los Estados, ya que éstos tienen un deber positivo de garantía con respecto a los individuos sometidos a su jurisdicción. Ello supone tomar todas las medidas necesarias para remover los obstáculos que puedan existir para que los individuos puedan disfrutar de los derechos que la Convención reconoce. Por consiguiente, la tolerancia del Estado a circunstancias o condiciones que impidan a los individuos acceder a los recursos internos adecuados para proteger sus derechos, constituye una violación del artículo 1.1 de la Convención […].91 En razón de lo anterior, la Corte estimó en el caso Hilaire, “que en la práctica, no se encuentra a la disposición de los inculpados de homicidio intencional, la asistencia legal adecuada para que presenten acciones constitucionales de manera efectiva. Si bien de manera formal, se halla consagrado en el ordenamiento jurídico del Estado, el derecho a intentar una acción constitucional, se impidió el empleo de este recurso en cuanto el Estado no proporcionó asistencia jurídica a los inculpados a fin de que pudieran ejercitarlo efectivamente, y de esta forma constituyó un recurso ilusorio para aquéllos. Con ello resultaron violados los artículos 8 y 25 de la Convención en relación con el artículo 1.1 de ésta. Por su parte, el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas estimó que en los casos de pena capital, la asistencia letrada no sólo debe estar disponible sino que debe permitirse que el asesor prepare la defensa de su cliente en circunstancias que garanticen 89 90 91 Cfr. Corte I.D.H., Caso Cesti Hurtado. Sentencia de 29 de septiembre de 1999. Serie C No. 56, párr. 125; Corte I.D.H., Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales y otros). Sentencia de 8 de marzo de 1998, supra nota 68, párr. 164; Corte I.D.H., Caso Suárez Rosero. Sentencia de 12 de noviembre de 1997, supra nota 68, párr. 63. En este mismo sentido, el Tribunal también ha indicado que “[n]o pueden considerarse efectivos aquellos recursos que, por las condiciones generales del país o incluso por las circunstancias particulares de un caso dado, resulten ilusorios”. Corte I.D.H., Garantías Judiciales en Estados de Emergencia (Arts. 27.2, 25 y 8 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-9/87 del 6 de octubre de 1987, supra nota 132, párr. 24. Corte I.D.H., Caso Cantoral Benavides. Sentencia de 18 de agosto de 2000. Serie C No. 69, párr. 163. Cfr. Corte I.D.H., Caso Durand y Ugarte, supra nota 111, párr. 101 y Corte I.D.H., Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros), supra nota 69, párr. 234. Corte I.D.H., Excepciones al agotamiento de los recursos internos (Arts. 46.1, 46.2.a y 46.2.b Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-11/90 del 10 de agosto de 1990. Serie A No. 11, párr. 34. 68 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS la justicia.92 Siguiendo a la Corte Europea de Derechos Humanos, en el caso Benham v. United Kingdom93 llegó a la conclusión que en vista de la gravedad de la pena que podía recibir el demandante y la complejidad de la legislación aplicable, los intereses de la justicia exigían que, a efecto de recibir una audiencia imparcial, el demandante debía haber contado con el beneficio de una representación letrada gratuita ante los jueces. Por último, en estos casos no es necesario que el solicitante del indulto presente pruebas demostrando perjuicio actual para establecer una violación del debido proceso, sino que es suficiente que una víctima demuestre que se le negó asistencia legal94 o que la asistencia legal proporcionada no fue ejercitada con la diligencia profesional debida. El Comité de Derechos Humanos en sus observaciones sobre el cumplimiento del artículo 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos ha señalado: El apartado b) del párrafo 3 dispone que el acusado debe disponer del tiempo y de los medios adecuados para la preparación de su defensa y poder comunicarse con un defensor de su elección. Lo que constituye un “tiempo adecuado” depende de las circunstancias de cada caso, pero los medios deben incluir el acceso a los documentos y demás testimonios que el acusado necesite para preparar su defensa, así como la oportunidad de contratar a un abogado y de comunicarse con éste. Cuando el acusado no desee defenderse personalmente ni solicite una persona o una asociación de su elección, debe poder recurrir a un abogado. Además, este apartado exige que el defensor se comunique con el acusado en condiciones que garanticen plenamente el carácter confidencial de sus comunicaciones. Los abogados deben poder asesorar y representar a sus clientes de conformidad con su criterio y normas profesionales establecidas, sin ninguna restricción, influencia, presión o injerencia indebida de ninguna parte.95 El acusado o su abogado deben tener el derecho de actuar diligentemente y sin temor, valiéndose de todos los medios de defensa disponibles, así como el derecho a impugnar el desarrollo de las actuaciones si consideran que son injustas.96 En conclusión, cabe afirmar que el mal ejercicio de la defensa por parte del abogado, su impericia o la falta de condiciones para poder reunirse libre y privadamente con el 92 93 94 95 96 Willard Collins v. Jamaica, Comunicación No. 240/1987, U.N. Doc. No. CCPR/C/43/D/240/1987 (1991), Párr. 7.6 Sentencia de 24 de mayo de 1996. Caso No. 7/1995/513/597, Párr. 64 Corte Europea de Derechos Humanos, Artico Case. Sentencia de 13 de mayo de 1980. Petición No. 00006694/74, Párr. 35. CCPR OBSERVACIÓN GENERAL 13, Igualdad ante los tribunales y derecho de toda persona a ser oída públicamente por un tribunal competente establecido por la ley (Art. 14) : . 13/04/84. Idem. 69 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA condenado a pena de muerte, representan circunstancias que obligan a conceder el indulto por violación a una defensa técnica adecuada. 1.3.3 Violación del derecho a no ser condenado a la pena capital con base en presunciones En Guatemala la Constitución Política en el artículo 18 establece claramente que la pena de muerte no podrá ser impuesta con base en presunciones. Esta limitación recoge en su esencia el principio contenido en las salvaguardias para garantizar la protección de los derechos de los condenados a la pena de muerte de Naciones Unidas, el cual dispone: “sólo se podrá imponer la pena capital cuando la culpabilidad del acusado se base en pruebas claras y convincentes, sin que subsista la posibilidad de una explicación diferente de los hechos”. Al hacer un análisis de esta disposición, el Secretario General de Naciones Unidas en su informe sobre la cuestión relativa de la pena de muerte en el mundo, señala: “...se presumirá la inocencia de los acusados hasta que se haya demostrado su culpabilidad sin que quede lugar a ninguna duda razonable, procediéndose con el máximo rigor al acopio y la valoración de las pruebas. Deben tenerse en cuenta todas las circunstancias atenuantes. Se deberá garantizar que en el proceso todos los supuestos de hecho y las consecuencias jurídicas de la causa puedan ser examinados por un tribunal superior, integrado por jueces que no sean los que conocieron la causa en primera instancia.” En Guatemala la Corte Suprema de Justicia acogió en casación un recurso en el cual se argumentó que los procesados “fueron condenados a la pena de muerte con base en presunciones y que el tribunal de sentencia, no razonó sobre el día, hora y lugar ni sobre los presuntos responsables de la muerte de Karla Julissa Trujillo Funes, lo que constituye un vicio de procedimiento; además, la sentencia no contenía una clara y precisa fundamentación de la decisión, lo cual constituye un defecto absoluto de forma, situaciones que fueron avaladas por la sentencia dictada por la Sala recurrida”. La Cámara Penal de la CSJ declaró que “luego del análisis de los recursos de casación interpuestos y de los antecedentes del caso, arriba a la conclusión de que efectivamente, la condena de los procesados se fundó en un mero proceso lógico deductivo para imponer la pena de muerte, el cual partió de algunos hechos conocidos, para luego extraer de ellos otros desconocidos, lo que está permitido por la ley como medio de prueba pero no para imponer esa pena; en tal virtud, se violó el artículo 18 inciso a) de la Constitución Política de la República por falta de aplicación, pues como lo señalan los recurrentes, fueron condenados a pena de muerte con base en presunciones, lo que está prohibido categóricamente por la norma citada por lo que obviamente no se aplicó”. Por 70 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS consiguiente procedió “a conmutar la pena de muerte impuesta a los procesados por el delito de plagio, por la de treinta años de prisión...”.97 La prohibición de establecer la pena de muerte con base en presunciones tiene como fundamento el grave precedente del error judicial. Es un hecho que muchas personas han sido condenadas a la pena de muerte con base en prueba insuficiente, dando lugar a condenas absolutamente injustas. Nada puede justificar que una persona sea condenada erróneamente a la pena de muerte. En Estados Unidos cerca de 90 personas condenadas a pena de muerte fueron liberadas desde 1976 porque se demostró en su revisión que eran inocentes.98 A otras personas se les ha conmutado la pena de muerte por prisión perpetua sin posibilidad de libertad anticipada por problemas del debido proceso y dudas con relación a su inocencia. Por ejemplo, el gobernador de Virginia conmutó la pena de muerte impuesta a Earl Washington por dudas sobre su culpabilidad, la prueba de ADN no se encontraba disponible cuando se celebró el juicio de Earl, y seis años después se estableció que era inocente. Pese a ello, en Estados Unidos algunas personas han sido ejecutadas a pesar de existir serias dudas sobre su inocencia.99 En el Estado de Illinois a principios del año 2000 se declaró una moratoria de la pena capital. El Gobernador era un ferviente partidario de la pena capital y favorecía un discurso de medidas fuertes contra el crimen. Cuando el Gobernador tuvo que tomar decisiones sobre otorgar o no clemencia en casos concretos de pena de muerte, se encontró con graves deficiencias en el trámite de los procesos judiciales que lo llevaron a pedir la moratoria en las ejecuciones capitales.100 Uno de los casos que dio lugar a la decisión de moratoria de ejecuciones de la pena de muerte fue el de ANTHONY PORTER. Este fue condenado por un jurado y sentenciado a muerte. Su caso fue revisado y confirmado en apelación por la Corte Suprema del Estado de Illinois. El caso llevó todo el proceso estatal y federal tras el juicio de condena y cada Corte confirmó la sentencia condenatoria. Se programó fecha para la ejecución. No obstante, antes de ésta surgió la duda sobre si Porter era mentalmente competente para ser ejecutado, o sea, si él entendía que se encontraba a punto de perder la vida como castigo por el delito que había cometido. Una persona 97 98 99 100 CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, CÁMARA PENAL. Sentencia del veintiséis de abril de 1999. BRIGHT.S. citado por RODRÍGUEZ BARILLAS, A. La pena de muerte en Guatemala, Ob. cit. Bright, S., Op. cit., pág. 6. Informe de Amnistía Internacional del 10 de enero de 2003. 71 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA que carece de la capacidad mental para entender esta relación no puede ser ejecutada en el Estado de Illinois, sino hasta que recupere su competencia mental. Cuando su salud mental mejoró hasta el punto de que entendía por qué iba ser ejecutado, se programó nuevamente su ejecución. Sin embargo, después que se concedió la suspensión de la ejecución, los estudiantes de periodismo de Northwestern University y un investigador privado examinaron el caso y probaron que Anthony Porter era inocente. Ellos lograron la confesión de la persona que cometió el delito. Porter fue liberado de la “antesala de la muerte”. Este fue el tercer caso de personas liberadas del death row por los estudiantes de periodismo de la Universidad. Desde que Illinois adoptó la pena de muerte en su legislación en 1977, 13 personas sentenciadas a pena de muerte han sido exoneradas y doce han sido ejecutadas.101 A principios del año 2003 el Gobernador Ryan indultó a todas las personas condenadas a pena de muerte en el Estado de Illinois, 171 personas en total, tomando en cuenta la cuestionable situación del sistema judicial. Para algunos la liberación de las personas condenadas a pena de muerte puede demostrar que el sistema funciona. Pero es difícil hacer esta afirmación en un sistema en el cual, en más del cincuenta por ciento de los casos, confirmados en muchas ocasiones por las instancias superiores de justicia, existió error judicial. Cuando los estudiantes de periodismo han probado que los policías, fiscales defensores y el sistema penal en su conjunto han sido incapaces de descubrir que la persona es inocente y, por el contrario, lo han condenado a pena de muerte, se evidencia plenamente que el sistema legal no funciona. Reconociendo esto –es decir, que el sistema de justicia no funciona– es que el Gobernador Ryan decidió suspender todas las ejecuciones en Illinois hasta que esté convencido de que el sistema de justicia no enviará gente inocente a la pena de muerte. El Gobernador en su anuncio sobre la moratoria de la pena de muerte explicó: “He tomado la decisión de la moratoria porque tengo graves preocupaciones sobre nuestro vergonzoso record de condenas de personas inocentes que los ha colocado en la antesala de la muerte. ¿Cómo se puede prevenir otro Anthony Porter, que otra persona inocente, hombre o mujer pague con la pena más grave por un crimen que no cometió? Como dije cuando yo anuncié la moratoria y muchas otras veces, yo no puedo apoyar un sistema al cual se le ha comprobado ser tan susceptible a errores y ha llegado tan cerca de la pesadilla más extrema, privar de la vida a un inocente”.102 101 102 MILLS,S. Y ARMSTRONG, K. Governor to hall executions. Chicago Tribune.30 de enero de 2000 pág. 1. citado por BRIGHT, S., Ob. cit., pág. 7. Hearing on the innocence Protection Act Before the Crime Subcomité of the House Judiciary Comité, 106th Cong. 76, 80 (2000) statement of Governor George Ryan. (traducción libre). 72 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS Un Magistrado de la Corte Suprema de Justicia de Illinois también llegó a conclusiones similares: “cuando se han cometido tantos errores en un periodo de tiempo tan corto... la única conclusión que puedo arribar es que el sistema no está funcionando como la Constitución requiere.”103 Agrega: “si estos hombres lograron evitar la pena de muerte fue tan solo por una cuestión de suerte y la dedicación de abogados reporteros, familiares y un grupo de voluntarios que lograron probar su inocencia. Estos condenados a pena de muerte “sobrevivieron a pesar del sistema de justicia, no por éste. La verdad es que dejados exclusivamente a los mecanismos del sistema de administración de justicia, todos ellos probablemente hubieran terminado muertos a manos del Estado por crímenes que no cometieron”.104 Stephen Bright, director de Southern Center for Human Rights, recalca que la moratoria de la pena de muerte en Illinois ha centrado gran atención sobre ese Estado, pero lo que no se ha dicho en la prensa es que el sistema penal de este Estado es muy superior en cuanto a asistencia legal de indigentes que el de Alabama, Arkansas, Georgia, Mississippi, Texas y otros estados que contemplan la pena capital. El Estado de Illinois tiene una Oficina Pública de Defensa en Chicago, con una excelente Unidad de Homicidios. Ninguna de las personas condenadas a pena de muerte fueron representadas por abogados de dicha Oficina. Pero Illinois también utiliza abogados designados por la Corte, como muchos otros Estados. Una investigación del Chicago Tribune105 demostró que a un tercio de los abogados que han representado personas condenadas a muerte, se les ha retirado el título o han sido suspendidos. Un abogado que había sido suspendido profesionalmente fue asignado a defender un caso de pena de muerte tan solo diez días después de que su licencia le había sido rehabilitada.106 El Chicago Tribune también encontró otras causas por las cuales personas inocentes habían sido condenadas y que existen en otras partes del sistema judicial de Estados Unidos: el uso de informantes, mala conducta de la policía, los fiscales, y evidencia forense poco confiable. Al menos 46 personas fueron condenadas y sentenciadas a muerte sobre la base de testimonios de soplones de la cárcel –personas que testificaron con la idea de obtener su libertad o atenuar sus penas en negociaciones con la fiscalía–”.107 Muchas personas partidarias de la pena de muerte que han enfrentado de cerca los errores judiciales, están llegando a la conclusión que el sistema no funciona y envía 103 104 105 106 107 Opinión disidente en la sentencia People v. Bull. 705 N.E. 2d 824, 847. (Ill 1998). Idem. ARMSTRONG, K. Y MILLS S. Inept Defense cloud Verdicts. Chicago Tribune Nov. 15, 1999. pág. 1. Cfr. RODRÍGUEZ BARILLAS, A. La pena de muerte. Ob. cit. Chicago Tribune, 30 de enero de 2000 pág. 1, citado por BRIGHT, S., Ob.cit., pág. 7. 73 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA a la pena de muerte, en un significativo número de casos, a personas inocentes. En este sentido, los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, Lewis Powell y Harry Blackmun, son conocidos por haber confirmado numerosas sentencias a pena capital, pero eventualmente han llegado a concluir que la pena de muerte debe ser abandonada. El Magistrado Blackmun, revisando los esfuerzos para asegurar la justicia en la aplicación de la pena de muerte durante su carrera como Juez de Distrito y luego magistrado de la Corte Suprema de Justicia de EEUU, llegó a la conclusión que “la pena de muerte como experimento ha fracasado” y anunció que no apoyaría más los casos de pena de muerte. El Magistrado Powell, por su parte, dijo después de su retiro de la Corte Suprema de los Estados Unidos, que la pena de muerte “desacreditaba la justicia”.108 Si los errores judiciales son cosa común en países que como los Estados Unidos, tienen sistemas legales más avanzados, es previsible que en un sistema como el guatemalteco el número de errores judiciales sea bastante alto. Por tal motivo, se deben otorgar las peticiones de indulto cuando la prueba no sea totalmente concluyente, pues ello viola el derecho a no ser condenado con base en presunciones (artículo 18 inciso a) de la Constitución Política de la República). En un informe sobre la situación de la pena de muerte en Guatemala, MINUGUA manifestó que muchos de los procesos judiciales en que se había impuesto la pena de muerte adolecían de graves deficiencias. Si bien muchos de estos procesos habían sido corregidos en casación, en otras ocasiones no se había logrado reparar tales errores judiciales. 2. INDULTO POR RAZONES DE CONVENIENCIA POLÍTICO-CRIMINAL El conceder el indulto por razones de conveniencia político-criminal representa ingresar a un nivel de discusión mucho más discrecional para la autoridad que conoce del indulto, ya que aquí se está tratando de situaciones de conveniencia política y que se refieren directamente a las finalidades de la pena en una sociedad democrática. La pena de muerte es hoy considerada como un anacronismo al que hay que abolir lo más pronto posible. Constituye un espectáculo inhumano, que no sólo carece de efectos de prevención general, sino que también suscita un incremento de la delincuencia en la sociedad. 108 JEFFRIES J.C. Justice Lewis F. Powell. 1994, pág. 451. 74 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS En todo caso, la discusión sobre la pena en una sociedad democrática debe partir del hecho de las funciones claramente delimitadas por la Constitución y los tratados internacionales en materia de derechos humanos. La pena pretende convertirse en un mecanismo de protección de bienes jurídicos frente a ataques perpetrados por terceros. Desde esta perspectiva, se atribuye a la pena la capacidad de disuadir a los potenciales agresores sobre la base de que la pena los intimidará y hará que se abstengan de perpetrar el acto criminal. Se parte aquí de la suposición que el criminal actúa siempre de una manera absolutamente racional y que en un cálculo de coste beneficio el placer que le causaría el delito, se vería anulado por el temor a la imposición de la pena. La teoría de la prevención general negativa o disuasión, presenta notables deficiencias en el plano de la realidad que hacen que sus postulados no puedan ser afirmados convincentemente. En primer lugar, no es cierto que los criminales se basen sobre un cálculo racional de oportunidad, pues muchos de los delitos son cometidos en estados de exaltación u otras circunstancias anímicas en donde el individuo no toma en consideración la posible pena a imponer. Además, el factor disuasivo de la pena no se aplica frente a varios tipos de agresores, como los delincuentes por convicción (los extremistas políticos, fanáticos religiosos, personas que quieren obtener publicidad o fama): frente a todos ellos la amenaza de la pena resulta totalmente inútil. En igual sentido, la pena tampoco disuade o intimida a los enfermos mentales, etc. De ahí que la teoría de la prevención general no sea admitida como fundamento del castigo. Existen otros factores adicionales que la criminología moderna reclama la pena debe poseer para poder transmitir su carácter disuasorio: a) la celeridad de su aplicación; b) la certeza de su aplicación; c) la rápida correlación entre el delito y el castigo impuesto. Es evidente, que en un país en donde las tasas de impunidad son muy elevadas, la pena de muerte se convierte en una grave discriminación frente al condenado a la pena de muerte. El carácter ejemplarizante de la ejecución buscaría infundir temor a toda la población, convirtiendo al condenado seleccionado en un puro ejemplo social, demeritando de esta manera la dignidad inherente que posee todo ser humano. Una pena discriminatoria por esencia, es una pena cruel, inhumana y degradante. Pero, además, para que la amenaza impuesta por la pena de muerte sea creíble, y realmente produzca efectos disuasivos, tiene que haber cierto grado de inmediatez en su aplicación. Beccaria señalaba que la pena debía ser impuesta lo más pronto posible, para garantizar que las personas reafirmaran el motivo por el cual se castiga. Una pena claramente impuesta es más eficaz que una pena más severa, pero impuesta muchos años después. La pena de muerte, por razones de seguridad jurídica y de tutela frente al error judicial no puede ser impuesta en forma acelerada. Apresurar los juicios penales en estos casos es aumentar el margen de error judicial, lo que podría llevar a mucha 75 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA gente inocente a la muerte. Resulta por lo tanto, casi imposible cumplir con el postulado de celeridad exigido por Beccaria. Es muy probable que al momento de la ejecución la sociedad haya olvidado el motivo por el cual se está castigando al sujeto. De esta manera, la pena de muerte se convierte en un mero espectáculo brutal, pero carente de significación preventiva. Por todos estos motivos, se considera que la pena de muerte no debe ser impuesta cuando ha transcurrido mucho tiempo desde la perpetración del delito. Adicionalmente, existe un efecto criminógeno en las ejecuciones que no es conveniente transmitir a la sociedad. La violencia desplegada por el Estado al ejecutar a una persona puede ser reproducida por la sociedad, arraigando una cultura de desprecio hacia la vida humana. Diferentes investigaciones criminológicas han demostrado este efecto “brutalizador” de la pena de muerte.109 El órgano que tramita el indulto debe tomar en cuenta entonces factores de prevención general al momento de resolver sobre la petición: en especial, puede examinar si el tipo de delitos ya no se comete en la sociedad o por el contrario, que existe una alta tasa de impunidad, lo cual convertiría la aplicación de la pena en una mera discriminación contra el sujeto. Igualmente, la autoridad puede considerar el lapso transcurrido desde la comisión del delito hasta la ejecución; el grado de afectación social o conmoción que la ejecución puede causar y las reacciones favorables o desfavorables de la sociedad hacia la ejecución. Otra finalidad generalmente reconocida a la pena es su carácter de prevención especial. Desde esta perspectiva, hoy las convenciones internacionales en materia de derechos humanos han elevado a la rehabilitación y readaptación del condenado como un derecho subjetivo del condenado frente al Estado. La Constitución Política de la República en el artículo 19 establece que el sistema penitenciario tiene por función la readaptación de los reclusos. Iguales expresiones se encuentran en los artículos 5 del CADH y 7 y 10 del PIDCYP. La pena en una sociedad democrática no busca destruir o aniquilar al sujeto, sino procura brindarle la oportunidad de volver a vivir en el seno social sin cometer delitos. La pena de muerte, por razones obvias, priva al condenado de este derecho a volver a la sociedad, de readaptarse y rehabilitarse. Es aquí donde las razones de conveniencia político-criminal deben aconsejar el otorgar el indulto, dando la oportunidad a personas que demuestran con su trabajo y su dedicación, su esfuerzo 109 Cfr. BARBERET, R., La Criminología aplicada. Cuadernos del Poder Judicial, Madrid, 1993. 76 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS por reparar el daño. Si además de ello las víctimas o sus sobrevivientes declaran a favor del condenado a pena de muerte para que no se ejecute, devendría prácticamente obligatorio el indulto. Las tendencias doctrinales modernas pretenden una potenciación del papel de la víctima en el proceso a través del reconocimiento de una intervención más activa y de una mayor capacidad de decisión en cuanto al desenlace del caso. Por supuesto, esto no significa que si el deseo de la víctima es imponer la ejecución se deba atender absolutamente este requerimiento; lo que está en juego fundamentalmente es que se escuche la posición de la víctima cuando esté en desacuerdo con la imposición de la pena capital. Igualmente el indulto puede ser conferido cuando las condiciones personales o circunstanciales del hecho evidencian que existen pocas probabilidades que el condenado pueda volver a cometer nuevos hechos delictivos. 3. MOTIVOS PARA CONCEDER EL INDULTO POR RAZONES HUMANITARIAS Esta tercera categoría de motivos para solicitar el indulto tiene que ver con razones estrictamente humanitarias, en donde las condiciones personales del condenado a pena de muerte juegan un papel central. Se trata fundamentalmente que la pena no se vaya a convertir en un mecanismo discriminatorio o extremadamente cruel en el caso concreto. Dentro de esta categoría encontraríamos como elementos centrales para otorgar el indulto por motivos humanitarios: a) b) c) La vulnerabilidad de la persona condenada La violación a los derechos familiares que podría dar lugar la pena de muerte Las condiciones de detención que precedieron a la ejecución y que constituyen el fenómeno del corredor de la muerte. 3.1 La vulnerabilidad de la persona condenada Los factores y antecedentes personales del sujeto pueden haber sido determinantes para que la persona haya sido condenada a pena de muerte. Muchas personas han tenido que vivir factores de violencia en su vida anterior, que han causado profundo impacto en su vida. En muchas ocasiones la misma situación de vulnerabilidad ha condicionado a ser seleccionados como policías o militares como forma para ganarse la vida. En estos entornos han sido sistemáticamente enseñados a despreciar la vida 77 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA humana y a cometer hechos de violencia. Algunos han sido coaccionados u obligados a matar o se les ha enseñado a torturar como parte de su entrenamiento en las fuerzas de seguridad. Bajo estas condiciones, el propio Estado tiene responsabilidad en su condicionamiento violento y constituye una de las causas principales para cometer delitos. El maltrato familiar en el hogar, la exclusión social también son factores que deben ser considerados al momento de analizar la vulnerabilidad del sujeto frente al sistema de justicia. o Al respecto, el juez Gerald W. Heaney, de la Corte de Apelaciones Federal del 8 distrito expuso en una sentencia: “Mis 30 años de experiencia en esta Corte me han llevado a concluir que la imposición de la pena de muerte es arbitraria y caprichosa. En cada paso, creo que la decisión de quién debe vivir y quién debe morir por su crimen se toma menos sobre la naturaleza del delito y la incorregibilidad del delincuente y más sobre consideraciones inapropiadas e indefendibles: las inclinaciones políticas y personales de los fiscales; la riqueza del imputado, su raza e inteligencia; la raza y estatus económico de la víctima; la calidad del defensor y los fondos disponibles para contratar abogados defensores”.110 La exclusión social constituye todavía un factor importante sobre la selectividad que hace el sistema sobre las personas que se condena a pena de muerte. El factor racial también es importante, las minorías políticas generalmente están excluidas de la protección social y también del sistema de justicia. Su debilidad en cuanto a poder e influencias torna más fácil el que sean condenadas. Cuando el tema se refiere a la aplicación de la pena de muerte, el tema de discriminación y desigualdad alcanza su clímax. En este sentido, los estudios sobre la aplicación de la pena de muerte en los Estados Unidos han demostrado que la raza al igual que la capacidad económica del acusado, son factores de primer orden en la aplicación de la pena de muerte.111 La diferencia de recursos económicos que existe entre los que poseen un buen nivel adquisitivo y las clases más desfavorecidas, provoca que frente a un mismo hecho delictivo, los primeros puedan ser asistidos por profesionales con mayor nivel técnico, que los otros. Este factor ha sido considerado especialmente importante en EUA, en donde el coste de defensa es muy elevado y las clases bajas no pueden costearlo, lo que significa, con mucha probabilidad ser defendidos por abogados designados de oficio 110 111 Singleton v. Norris. 108 F 3d 872, 874-75 (8th Cir. 1997). Cfr: BEAUDEA. (ED) The death penalty in America, Ob. cit., Cap.V. 78 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS por la Corte. Stephen Bright ha demostrado fehacientemente que la pena de muerte no se impone por el peor crimen, sino por ser defendido por el peor abogado:112 “la gente pobre acusada de crímenes con pena capital es frecuentemente defendida por abogados que carecen de la habilidad, los recursos y el compromiso para asumir un asunto tan serio. Este hecho se encuentra confirmado caso tras caso. No es la gravedad del crimen, sino la calidad de la representación legal, lo que distingue un caso donde la pena de muerte ha sido impuesta de otro similar, en el cual no lo fue”. Por lo que se refiere al factor étnico, diversas investigaciones han demostrado en los Estados Unidos que determinados sectores son más propicios a ser condenados a pena de muerte. Así, los hispanos, los negros, etc., enfrentan un mayor riesgo a ser sentenciados a la pena de muerte. El tema de la discriminación racial en la imposición de la pena de muerte fue llevado ante la Corte Suprema de Justicia. En la famosa sentencia de Furman vrs. Georgia de 1972, el máximo tribunal de los Estados Unidos concluyó que la discriminación racial era un factor relevante a ser tomado en consideración para determinar que la pena de muerte era un castigo inusual, inhumano y degradante. La Corte Suprema señaló que: “La más notable característica de nuestra práctica reciente de castigar a los criminales a muerte es la poca frecuencia con que se recurre a ello. La evidencia es concluyente, que la muerte no es una pena ordinaria para ningún crimen... Cuando en un país de más de 200 millones se inflige un inusualmente severo castigo no más de 50 veces al año, hay una fuerte inferencia de que la pena no está siendo aplicada de manera regular y justa. Para despejar toda duda además se requeriría que se demostrara que no es infligida de manera arbitraria. A pesar de que no existen datos disponibles, sabemos que miles de asesinatos y violaciones son cometidos anualmente en los Estados donde la pena se encuentra autorizada como castigo por estos crímenes. Sin embargo, la tasa de inflicción está caracterizada –como espectacularmente rara o simplemente rara– y se necesitaría acudir a sofismas para negar que la pena de muerte se aplica a una fracción muy reducida de estos casos (...) Cuando la pena de muerte es infligida en un número trivial de casos en los cuales es legalmente aplicable, la conclusión inevitable es que está siendo infligida de manera arbitraria. Es más, podría ser asemejada a una suerte de sistema de lotería. Los Estados argumentan, no obstante, que el escaso número de ejecuciones es evidencia no de arbitrariedad, sino de una selectividad informada: la pena de muerte es infligida, según los Estados, sólo en los casos más extremos”. 112 Bright, S., Counsel for the poor: The death Sentence Not for the Worst Crime but for the Worst Lawyer. Bedau, H. (Ed) The death penalti in America, Ob. cit., pág. 275. 79 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA “La selectividad informada no es, por supuesto, un valor que se pueda menospreciar. Y es presumible que los Estados realizarían el mismo argumento si sólo se realizaran diez ejecuciones por año, o cinco, o incluso si sólo fuera una. El hecho que haya 50 al año no fortalece este argumento. Cuando la tasa de inflicción presenta un nivel tan bajo, es muy improbable que únicamente los peores criminales, que han cometido los crímenes más graves sean seleccionados para la pena de muerte. Nadie ha sugerido todavía una base racional que pueda diferenciar en estos términos aquellos pocos que van a morir de los que irán a prisión. Los delitos y los delincuentes simplemente no admiten una distinción que pueda ser concebida para explicar, sobre esta base, la ejecución de tan pequeña muestra de personas elegibles. Ciertamente las leyes que prevén este tipo de castigo no intentan discernir esta distinción; todos los casos en donde las leyes son aplicables son por naturaleza “extremos”. Ni es creíble esta distinción de hecho.” “Más aún, nuestros procedimientos en los casos de pena de muerte, en lugar de conseguir el castigo en los casos extremos, actualmente sancionan una selección arbitraria. Esta Corte ha sostenido que los jurados pueden, como de hecho lo hacen, efectuar decisiones de imposición de pena de muerte sin que exista guía alguna de las reglas que deben regir esta decisión. En otras palabras, nuestros procedimientos no están construidos para resguardar totalmente de la selección totalmente caprichosa a los criminales castigados a muerte”.113 Por ello en la sentencia Furman, la Corte concluyó que la pena de muerte era un castigo inusualmente severo y degradante y existía la alta probabilidad que su aplicación fuera arbitraria. Con ello, la pena de muerte fue declarada inconstitucional y dio lugar a una abolición de la pena de muerte por un período de 4 años (1972-1976) en los Estados Unidos. No obstante, posteriormente la Corte Suprema de Justicia revocó la sentencia Furman en el caso Gregg contra Georgia,114 en donde señaló que la pena de muerte no era, per se, inconstitucional. Según la Corte, la sentencia de pena de muerte no puede ser impuesta bajo procedimientos que provoquen el riesgo sustancial de ser impuesta de forma arbitraria y caprichosa. No obstante, para los ponentes de la sentencia “Gregg”, las reglas para guiar el trabajo de los jurados fueron debidamente satisfechas por el Estado de Georgia, de manera que la pena de muerte no se aplicaría de manera caprichosa o arbitraria, y de esta manera las aprehensiones reseñadas en la Sentencia Furman 113 114 Furman vrs Georgia. 408 U.s. 238 (1978). Voto de la mayoría del Magistrado William J. Brennan. Gregg v. Georgia. 428. U.S. 153 (1976). Voto de la mayoría por el Magistrado Potter Stevens. 80 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS quedaban fuera de contexto. Con ello se permitía a los Estados aplicar nuevamente la pena de muerte. No obstante, la historia de la aplicación de la pena de muerte en los Estados Unidos demostraría precisamente lo contrario, es decir, que el ser condenado a muerte es en esencia, un sistema de lotería, un acto discriminatorio y que está más relacionado con la raza del imputado, su pobreza, la falta de asistencia legal adecuada y otros factores puramente subjetivos, que con la gravedad del hecho cometido. De hecho, el factor racial continúa siendo el principal motivo para condenar a alguien a la pena de muerte. Las cifras que publica el departamento de justicia de EUA, evidencian con claridad esta circunstancia. Personas bajo sentencia de pena de muerte por raza Raza Blanco Negro Indio americano Asiático Otros Año 1987 1,128 813 17 9 0 Año 1997 1,876 1,406 28 17 8 Fuente: Departamento de Justicia de EUA, 1998 Estas cifras nos muestran cómo en los últimos años, la discriminación va en aumento. El número de personas de raza negra bajo sentencia de pena de muerte casi se ha duplicado, al igual que en los casos de los asiáticos y de los indios americanos. Aún cuando en cifras totales el mayor número de condenados siguen siendo personas de raza blanca, esto obedece a que constituyen la mayoría de población en Estados Unidos. Cabe apuntar además el significativo aumento del número de sentencias de pena de muerte que se ha dado en los últimos diez años, que ha pasado de 1,964 sentencias en 1987, a 3,335 en 1997. Con estas cifras, está claro, que se ha perjudicado a los grupos afro-americanos en cuanto a un mayor número de condenas, ya que proporcionalmente se encuentran “sobrerepresentados”, pues si bien apenas constituyen un 25 por ciento de la población total de la Unión Americana, el número de afroamericanos condenados a la pena de muerte alcanza casi el 50% del total. La grave desproporción de afroamericanos condenados a la pena capital ha llevado a que se efectúen diferentes estudios sobre la discriminación racial en la aplicación de la 81 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA pena de muerte. En 1988 se encomendó al U.S. General Acounting Office115 verificar si había existido discriminación racial en la aplicación de la pena de muerte, desde la reintroducción de la pena de muerte en Estados Unidos en 1977. El estudio también debía determinar si la raza de la víctima influía de alguna manera en la imposición de la pena de muerte. La Oficina realizó una revisión de 53 estudios para determinar estas variables, tomando en cuenta todos los estudios que se habían realizado en los Estados Unidos durante el período. De estos estudios 28 fueron escogidos por contener información relevante y haber sido efectuados con técnicas de análisis metodológicamente aceptables. Los estudios se clasificaron en tres categorías, alta, media y baja calidad. Las conclusiones del estudio indicaron que existía evidencia de un patrón de disparidad racial al momento de la acusación, la sentencia y la imposición de la pena de muerte.116 En 82 por ciento de los estudios, la raza de la víctima fue el factor decisivo para ser acusado de un delito con pena capital, de tal manera que aquellos que asesinaron a personas de raza blanca habían sido más comúnmente condenados a pena de muerte que los que habían asesinado a víctimas de raza negra.117 En cuanto a la raza del imputado, si bien los estudios encontraron conclusiones equívocas, se pudo constatar que en más de la mitad de los estudios se encontró que la raza del acusado influyó de manera decisiva para ser acusado de un crimen capital o recibir una condena a pena de muerte. La combinación víctima blanca/acusado negro aparece como la más propicia para recibir la pena de muerte de conformidad con las conclusiones de los diferentes estudios en los Estados Unidos.118 Ello demuestra que la pena de muerte es una sanción que se impone principalmente a las personas más pobres y con menos poder político en la comunidad. En Estados Unidos, los afroamericanos que atentan contra víctimas blancas. Este factor de vulnerabilidad de las víctimas que conduce hacia una pena arbitraria puede ser corregido a través del indulto. El indulto es un mecanismo en donde se puede examinar factores de desigualdad real que pudieran llevar a una imposición arbitraria de la pena de muerte, por ejemplo, por pertenecer a minorías indígenas, por ser extremadamente pobre u otros factores subjetivos de la víctima que pudieron haber condicionado su selección por parte del sistema penal 115 116 117 118 Su equivalente sería el Instituto Nacional de Estadística. U.S. ACCOUNTING OFFICE. Death Penalty Sentencing: Research indicates pattern of racial disparities. En Beadeau (ed). Death Penalty in America. Ob. cit., pág. 271 U.S. ACCOUNTING OFFICE. Death Penalty Sentencing: Research indicates pattern of racial disparities. En Beadeau (ed). Death Penalty in America. Ob. cit., pág. 271. Ibid. 82 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS Finalmente, por condiciones de vulnerabilidad tampoco se podrá considerar correcta la ejecución de una pena capital, contra personas que padecen de enfermedades terminales, o que han sufrido lesiones corporales muy graves, incluso, invalidez parcial o total. La ejecución de la pena de muerte en estas circunstancias carece absolutamente de humanidad y conlleva en sí mismo el carácter de pena inusitadamente cruel e inhumana. 3.2 Violación de la vida familiar y privada La Constitución Política de la República garantiza la protección a la vida familiar. Es evidente que la ejecución de un padre de familia provocará un daño severo en el desarrollo integral de sus hijos. En igual sentido la Convención Americana de Derechos Humanos: “Artículo 17. Protección a la Familia: 1. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y debe ser protegida por la sociedad y el Estado. 2. Se reconoce el derecho del hombre y la mujer a contraer matrimonio y a fundar una familia si tienen la edad y las condiciones requeridas para ello por las leyes internas, en la medida en que éstas no afecten al principio de no discriminación establecido en esta Convención. 3. El matrimonio no puede celebrarse sin el libre y pleno consentimiento de los contrayentes. 4. Los Estados Partes deben tomar medidas apropiadas para asegurar la igualdad de derechos y la adecuada equivalencia de responsabilidades de los cónyuges en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del mismo. En caso de disolución, se adoptarán disposiciones que aseguren la protección necesaria de los hijos, sobre la base única del interés y conveniencia de ellos. 5. La ley debe reconocer iguales derechos tanto a los hijos nacidos fuera de matrimonio como a los nacidos dentro del mismo”. Por su parte, la Convención de los Derechos del Niño pretende garantizar este derecho a la vida familiar al indicar: 83 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA “Artículo 5 Los Estados Partes respetarán las responsabilidades, los derechos y los deberes de los padres o, en su caso, de los miembros de la familia ampliada o de la comunidad, según establezca la costumbre local, de los tutores u otras personas encargadas legalmente del niño de impartirle, en consonancia con la evolución de sus facultades, dirección y orientación apropiadas para que el niño ejerza los derechos reconocidos en la presente Convención”. Una ejecución de un padre de familia impediría su derecho a criar al niño, orientarlo en su educación y realizar todas las funciones y deberes que como padre tiene el derecho y la obligación de cumplir. Pero debe recordarse también que de conformidad con el artículo 5 de la Convención Americana de Derechos Humanos, la pena no puede trascender de la persona del delincuente. La ejecución de un padre de familia conlleva la violación de esta norma, ya que estaría afectando directamente a sus hijos cuando son niños o niñas, (menores de dieciocho años), quienes tienen derecho a una familia. La privación de la vida de un padre de familia conlleva por lo tanto la violación de derechos fundamentales de los niños y niñas, consagrados en la Convención de los derechos del Niño, la cual señala, en primer lugar, de conformidad con el artículo 9: 1. “Los Estados Partes velarán porque el niño no sea separado de sus padres contra la voluntad de éstos, excepto cuando, a reserva de revisión judicial, las autoridades competentes determinen, de conformidad con la ley y los procedimientos aplicables, que tal separación es necesaria en el interés superior del niño. Tal determinación puede ser necesaria en casos particulares, por ejemplo, en los casos en que el niño sea objeto de maltrato o descuido por parte de sus padres o cuando éstos viven separados y debe adoptarse una decisión acerca del lugar de residencia del niño. 2. En cualquier procedimiento entablado de conformidad con el párrafo 1 del presente artículo, se ofrecerá a todas las partes interesadas la oportunidad de participar en él y de dar a conocer sus opiniones. 3. Los Estados Partes respetarán el derecho del niño que esté separado de uno o de ambos padres a mantener relaciones personales y contacto directo con ambos padres de modo regular, salvo si ello es contrario al interés superior del niño. 84 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS 4. Cuando esa separación sea resultado de una medida adoptada por un Estado Parte, como la detención, el encarcelamiento, el exilio, la deportación o la muerte (incluido el fallecimiento debido a cualquier causa mientras la persona esté bajo la custodia del Estado) de uno de los padres del niño, o de ambos, o del niño, el Estado Parte proporcionará, cuando se le pida, a los padres, al niño o, si procede, a otro familiar, información básica acerca del paradero del familiar o familiares ausentes, a no ser que ello resultase perjudicial para el bienestar del niño. Los Estados Partes se cerciorarán, además, de que la presentación de tal petición no entrañe por sí misma consecuencias desfavorables para la persona o personas interesadas”. Por otra parte, el Estado se ha obligado a garantizar la vida y el desarrollo integral del menor, para lo cual resulta imprescindible el papel del padre de familia. Sobre este aspecto, la Convención sobre Derechos del Niño, artículo 6 señala: 1. 2. “Los Estados Partes reconocen que todo niño tiene el derecho intrínseco a la vida”. “Los Estados Partes garantizarán en la máxima medida posible la supervivencia y el desarrollo del niño”. La ejecución de un padre de familia puede poner en grave riesgo el sostenimiento económico del niño, máxime cuando éste es el único sustento de su hogar. Pero, más allá del factor económico existen elementos afectivos y anímicos en donde el padre no puede ser substituido. El padre juega un papel primordial en el desarrollo integral de todo niño. Si el Estado ejecuta a un padre de familia, está colateralmente violando el derecho de todo niño a contar con una familia, a relacionarse con su padre y afectando gravemente su desarrollo integral posterior. Debe recordarse además que el artículo 3 de la Convención de los Derechos del Niño impone al Estado la obligación de observar el interés superior del niño en todos los actos, decisiones, resoluciones que tengan relevancia para éste. En este sentido dicha norma señala: “En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño”. En su artículo 2 señala además: “Los Estados Partes se comprometen a asegurar al niño la protección y el cuidado necesarios para su bienestar, teniendo en cuenta los derechos y deberes de sus padres, tutores u otras personas responsables de él ante la ley y, con ese fin, tomarán todas las medidas legislativas y administrativas adecuadas.” 85 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA La ejecución de un padre de familia, por consiguiente, va en contra del interés superior del niño y por lo tanto se encuentra prohibida en la legislación guatemalteca. Finalmente, en el trámite del indulto, las autoridades competentes tienen el deber de escuchar a los hijos de los condenados a pena capital. Este derecho está claramente contemplado en la Convención: “Artículo 12: 1. Los Estados Partes garantizarán al niño que esté en condiciones de formarse un juicio propio el derecho de expresar su opinión libremente en todos los asuntos que afectan al niño, teniéndose debidamente en cuenta las opiniones del niño, en función de la edad y madurez del niño. 2. Con tal fin, se dará en particular al niño oportunidad de ser escuchado, en todo procedimiento judicial o administrativo que afecte al niño, ya sea directamente o por medio de un representante o de un órgano apropiado, en consonancia con las normas de procedimiento de la ley nacional.” El derecho de audiencia en los casos de padres de familia condenados a pena de muerte, incluye por consiguiente también a sus hijos que sean menores de 18 años. No podrá resolverse sobre la concesión o denegación del indulto mientras éstos no hayan sido escuchados debidamente. 3.3 Las condiciones de detención que precedieron a la ejecución y que constituyen el fenómeno del corredor de la muerte El fenómeno denominado corredor de la muerte es una causa de exclusión de la ejecución de la pena de muerte por constituir un trato, cruel, inhumano y degradante. Se entiende por corredor, pabellón o antesala de la muerte (death row), al período que se computa desde el momento en que la persona sabe que puede ser sometida a un juicio en donde le será impuesta la pena de muerte, hasta el momento efectivo de la ejecución. Es un hecho conocido que este lapso de tiempo puede durar muchísimos años y, que durante el mismo los condenados a pena de muerte se encuentran expuestos a una angustia y sufrimiento extremo, que puede ser equiparado a una tortura. Tomando en cuenta la consideración anterior, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el caso Soering consideró que el “corredor de la muerte”, constituye en sí 86 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS mismo un trato cruel, inhumano o degradante, en violación al artículo 3 de la Convención Europea de Derechos Humanos.119 En efecto, el Tribunal Europeo determinó en el Caso Soering vs. Reino Unido que el llamado “fenómeno del corredor de la muerte” (death row phenomenon) es un trato cruel, inhumano y degradante, y está constituido por un periodo de detención prolongado en espera y previo a ejecución, durante el cual se sufre de angustia mental además de otras circunstancias a las que el acusado es expuesto que incluyen, entre otras, la forma en que se impuso la condena; la no consideración de las características personales del acusado; la desproporción entre la pena y el delito cometido; las condiciones de detención a la espera de ejecución; las demoras en las apelaciones o en la revisión de su pena de muerte durante las cuales la persona está sujeta a una tensión extrema y a trauma psicológico; el hecho de que el juez no tome en consideración la edad o el estado mental de la persona condenada, así como la constante espera de lo que será el ritual de su propia ejecución.120 Por tal motivo, en el caso Soering el Tribunal Europeo de Derechos Humanos denegó la extradición de un ciudadano alemán hacia los Estados Unidos (específicamente hacia el Estado de Virginia), pues tal deportación suponía exponerlo a la agonía de la espera de la pena de muerte. En el caso Hilaire la Corte Interamericana retomó el fenómeno del corredor de la muerte y encontró una violación del artículo 5 de la Convención Americana de los Derechos Humanos. Para el efecto, la Corte señaló que “los detenidos se encuentran bajo una constante amenaza de que en cualquier momento pueden ser llevados a la horca como consecuencia de una legislación y proceso judicial contrarios a la Convención Americana”. Según el informe presentado por la perito Gaietry Pargass, el procedimiento previo a la muerte en la horca de los sentenciados por el delito de homicidio intencional aterroriza a los prisioneros y los deprime, varios no pueden dormir debido a que sufren pesadillas y menos aún, comer (supra párr. 77.c): 119 120 El artículo 3 del CEDH es igual al artículo 7 del PACTO INTERNACIONAL DE DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS y 6 de la CONVENCIÓN AMERICANA DE DERECHOS HUMANOS, que dispone la prohibición absoluta de la tortura, tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. Cfr. Corte Europea de Derechos Humanos, Soering v. United Kingdom. Sentencia de 7 de julio de 1989. Serie A, Vol. 161. Igualmente, la Corte Suprema de los Estados Unidos de América ha reconocido en Furman v. Georgia que el período de espera en lo que se lleva a cabo una sentencia de ejecución destruye al espíritu humano y constituye una tortura psicológica que muchas veces conduce a la locura. Cfr. Furman v. Georgia, 408 US 238, 287-88 (1972). 87 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA 169 “La Corte, luego de apreciar la prueba pericial aportada al respecto,121 considera que las condiciones de detención en que han vivido y viven las víctimas de este caso (supra párrafo 2) constituyen tratos crueles, inhumanos o degradantes ya que éstas se encuentran viviendo en situaciones que afectan su integridad física y psíquica.” Como consecuencia, de haber hallado una situación de corredor de la muerte constitutiva de tortura, la CORTE ordenó a Trinidad y Tobago otorgar la conmutación de la pena. Por tal razón, el órgano que conozca del indulto deberá analizar cuál ha sido el tratamiento padecido en prisión por parte de los condenados a pena de muerte. Deberá requerir informes psicológicos sobre la angustia y otras consideraciones para determinar si existió o no una situación de sufrimiento extremo constitutivo de tortura, y deberá conceder el indulto en tales circunstancias. 121 Cfr. Peritajes de Gaietry Pargass, Vivien Stern y Andrew Coyle, supra párrs. 76.b y 77.c. 88 CAPÍTULO IV EL INDULTO EN LA LEGISLACIÓN GUATEMALTECA 1. BREVE REFERENCIA HISTÓRICA DE LA INSTITUCIÓN DEL INDULTO E l indulto es una figura que se remonta desde la época de Solón en Grecia, donde, no muy pocas veces, se motivó a los atenienses al olvido de sus actuaciones anteriores. Asimismo se pueden encontrar ciertas instituciones similares al indulto en la India, donde éste era un atributo de la delegación divina que ostentaba el poder. El soberano indio podía modificar o conminar las condenas. En Egipto, al igual que la India, se estableció esta institución como una facultad del faraón, Ramsés II, el cual ordenó la libertad a todos los prisioneros políticos detenidos por su antecesor.122 En el Imperio Romano, el derecho de gracia se encontraba en manos del emperador, el cual podía disponerlo a través de la abolitio o la indulgencia.123 Así también, existió la provocatio ad populum, la cual es la acción más cercana al indulto parcial, que es el objetivo de la presente investigación, puesto que era un acto de cualquier ciudadano que solicitaba al juez la suspensión de la ejecución de la sentencia penal dictada.124 122 123 124 Vid, FIERRO, G., Amnistía, indulto y conmutación de penas, Hammurabi, Buenos Aires, 1999, págs. 45 y ss. Cfr. por todos MOMMSEN, T. El derecho penal romano. Traducción del alemán por Pedro Dorado Montero. Tomo I, pág. 434. Vid, FIERRO, G., Amnistía, indulto y conmutación de penas, Hammurabi, Buenos Aires, 1999, págs. 45 y ss. Este autor expone la diferencia entre la abolitio y la indulgencia, e indica que, esta última consistía en una aplicación dirigida a la generalidad de los que todavía no se les había condenado y por ello se le conoció como amnistía y venia specialis; en cuanto a la abolitio, se consideró como una abolición de la acusación particular tomando en cuenta el interés del acusador. Asimismo, la autora guatemalteca, ESTRADA VALENZUELA, MILDRED, en su tesis de grado, El indulto y la amnistía en la doctrina y en la legislación penal guatemalteca, 1979, pág. 18, indica que, en el tiempo de la República Romana existieron la restitutio in integrum y la restitutio damnatorum, las que perdonaban la pena y extinguían todas las demás consecuencias de dicha condena. Así también, esta autora nos indica que, en dicho imperio 89 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA En la Edad Media, se disponían ordenanzas que facultaban a los Reyes para hacer efectiva la gracia y conceder remisiones de las penas impuestas. Estas facultades consistían en un sinnúmero de ordenanzas facultativas, pudiendo distinguir las dictadas para remitir la condena y las que paralizaban todo el proceso, borrando la existencia del delito. En esta época medieval, se hizo un abuso excesivo de esta institución, a veces por simples razones religiosas o morales, como por ejemplo que una meretriz pública solicitase al condenado a muerte como marido, o cuando la soga se cortaba o la espada se partía o se desviaba en el momento de la ejecución de la pena capital sin lograr su finalidad letal en su primera oportunidad.125 Así también, la doctrina de la Iglesia Católica, especialmente la de Santo Tomás de Aquino, consideró que el derecho de gracia era una condonación de la pena importantísima y necesaria puesto que significaba, muchas veces, un acto de justicia, señalando que, es una manifestación benigna del príncipe, como representante de Dios, dado que la justicia debe ejercerse sin olvidarse de la misericordia.126 El consenso que actualmente puede suscitar la institución del indulto en la doctrina especializada y en las legislaciones positivas, no siempre ha existido. En la doctrina científica podemos encontrar autores, e incluso escuelas, que se opusieron a la existencia de la misma con base en argumentaciones diversas. No obstante, conviene señalar que, normalmente, ha habido autores que se han manifestado inconformes con esta institución. Un estudio completo de esta institución requiere, por lo menos, tomar en consideración estas opiniones doctrinales que, aunque superadas en gran medida, tuvieron una influencia decisiva en un determinado momento y contexto histórico. Las escuelas absolutas, de la retribución y del castigo expiatorio, negaron la legitimidad del indulto de forma lógica y coherente con sus postulados esenciales. Este rechazo, como no podía ser de otro modo, se fundó principalmente en que se trataba de una institución contraria a la naturaleza y a los fines de la pena, consecuencia ineludible del delito, e incluso peligrosa para el orden social en la medida en que, dejando abierta la puerta de la impunidad, incitaba a la perpetración de delitos, constituyendo en definitiva un premio intolerable a la destreza y habilidad criminal.127 125 126 127 antes del emperador Augusto, existió también la indulgencia principis la que podría ser specialis y generalis que tenían como un único objeto el de perdonar o conmutar la pena en sentido particular o general. Vid, en este sentido, MORALES SAMAYOA, C., El indulto frente a la división de poderes, Ob. cit., pág. 46; ESTRADA VALENZUELA, M., El indulto y la amnistía en la doctrina y en la legislación penal guatemalteca, Ob. cit., pág. 18; FIERRO, G., Amnistía, indulto y conmutación de penas, Ob. cit., pág. 51. En este sentido, FIERRO, G., Amnistía, indulto y conmutación de penas, Ob. cit., pág. 60. Vid, SILVELA. L. El Derecho penal estudiado en principios y en la legislación vigente en España. Primera parte, Madrid, 1974, pag. 432. 90 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS Otros autores, desde una perspectiva más moderada, se mostraron parcialmente contrarios a la existencia del indulto. En este sentido, Bentham se opuso, señalando: “el espectáculo de un delincuente que, protegido por las leyes que ha violado, goza en paz del fruto de su delito, es un cebo para los malhechores, un objeto de horror para los hombres de bien y un insulto público a la justicia y a la moral”128 De la misma forma indicaba: “si las leyes son excesivamente duras, el poder de hacer gracia es un remedio necesario, pero este remedio es también un mal. Haced buenas leyes y no creéis una varita mágica que tenga el poder de anularlas. Si la pena es necesaria, no se le debe rechazar, si no es necesaria, no se la debe publicar”.129 Rousseau señalaba y hacía hincapié en que la libertad individual estaba identificada con la separación de poderes; al separarse los poderes, se separaron sus competencias y funciones y con ello el derecho a un acto de clemencia. El único competente, en su caso, sería el poder soberano (el pueblo) puesto que es el único que se encuentra por encima de la ley.130 Por otro lado, Beccaria, indicaba: “A medida que las penas son más dulces, la clemencia y el perdón son menos necesarios. ¡Dichosa aquella nación en que fuesen funestos! Esta clemencia, esta virtud, que ha sido alguna vez en un soberano el suplemento de todas las obligaciones del trono, debería ser excluida en una perfecta legislación”.131 También la Escuela Positiva se manifestó reacia a admitir esta institución políticocriminal, proponiendo restringir notablemente su operatividad y ámbito de aplicación. A tal efecto se vinculó la institución con las célebres tipologías criminales, estimando que no debía ser este un instituto que operase con carácter general, sino que debían tomarse en consideración las características particulares del delincuente y admitirla cuando éste, por virtud de su corrección, no resultase ser peligroso para la sociedad.132 128 129 130 131 132 BENTHAM. J. Principios de legislación y de codificación. Tomo III, Madrid, 1834, pag. 14. Tomado de FIERRO, G., Amnistía, indulto y conmutación de penas, Ob. cit., pág. 69. Vid, FIERRO, G., Amnistía, indulto y conmutación de penas, Ob. cit., pág. 70. BECCARIA. C. De los delitos y de las penas. Ministerio de Justicia, Madrid, 1993, Capítulo XLVI, pag. 250. En este sentido señala GARÓFALO, La criminología. Estudios sobre la naturaleza del crimen y teoría de la penalidad. Versión española de Pedro Borrajo, Madrid, 1912, pags. 481 y ss., que la institución no se admitirá jamás a priori, cuando se trate de esos grandes delincuentes que se clasifican en la categoría de asesinos, ni cuando se trate de impulsivos por alcoholismo, mientras no desaparezca el vicio que los constituye en tal estado, ni a favor de los ladrones o estafadores, mientras fueran ociosos y vagos. De la misma forma, FERRI, La criminología. Estudios sobre la naturaleza del crimen y teoría de la penalidad. Versión española de Pedro Borrajo, Madrid, 1912, pags. 481 y ss. y Principio de Derecho criminal, Madrid, 1933, pág. 143 y ss. no se manifiesta favorable a la admisión de esta institución, señalando que no se propone la defensa de la sociedad. También es partidario este autor de exigir la prueba de la peligrosidad del delincuente, indicando que “respecto a los que la ley penal debe aplicarse siempre por necesidades de la defensa de la sociedad”. 91 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA La pretendida negación por parte de la Escuela Positiva de la prescripción criminal se sustenta, no obstante, sobre cimientos movedizos, tan débiles como la propia conclusión a la que conducen. Dichas opiniones en materia de prescripción criminal son la consecuencia lógica de los postulados de “defensa social” y de “peligrosidad criminal” con los que dicha tendencia criminológica pretendió invadir el ámbito del Derecho. No obstante, como ha señalado la doctrina más autorizada, dichos postulados provienen de una concepción determinista del hombre, dispuesta a calificar de ficción la libertad del mismo y a fundamentar el castigo en la idea de responsabilidad social o mero hecho de vivir en común. Como es sabido, la Escuela Positiva concede prioridad absoluta al estudio del delincuente, restando importancia al hecho delictivo en sí mismo. De este modo se otorga particular significación a unos estudios tipológicos, más o menos discutibles, y a la concepción del delincuente como subtipo humano diferente de los restantes ciudadanos honestos, siendo esta diversidad la explicación del comportamiento delictivo .133 En definitiva, mientras la criminología clásica, por su vinculación con el pensamiento iluminista, adoptó una postura crítica frente al ius puniendi, el positivismo criminológico carece de tales raíces liberales y propugna un claro antiindividualismo, tendente a absolutizar el orden social, a sobreponer la rigurosa defensa de éste a los derechos del individuo y a diagnosticar el mal del delito con simplistas acusaciones a factores patológicos que exculpan de antemano a la sociedad.134 En nuestra opinión estas premisas no resultan aceptables como tampoco resulta admisible la conclusión a la que conducen: la defensa social aún a costa de sacrificar los derechos del individuo, la seguridad jurídica e incluso la propia humanidad de las penas. Fácilmente se comprende que la negación del recurso de gracia y especialmente del indulto, tiene una raíz autoritaria, que conduce al menoscabo de los derechos y garantías individuales en favor de unos pretendidos intereses sociales y colectivos que se hallan al margen de la persona y no dudan en sacrificarla si fuera preciso. Difícilmente puede considerarse una casualidad que los retrocesos más notorios en materia del indulto se encuentren estrechamente vinculados a sistemas y concepciones retributivas, antiindividualistas y autoritarias, y que sus grandes avances hayan venido de la mano de la legislación revolucionaria francesa. 133 134 Esta concepción criminológica ha sido llamada en criminología paradigma etiológico y ha sido definida por GARCIA PABLOS como Análisis clínico del hombre delincuente a través de la observación clínica y psicológica. GARCIA PABLOS. A. Criminología. 3ª edición, Valencia. 1996, pags 106 y ss. 92 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS Es comprensible entonces, que en el pensamiento criminológico positivista la institución del derecho del indulto se convierte en un reducto más del derecho penal de autor. Su concesión depende fundamentalmente de la “prognosis futura del delincuente y de su peligrosidad”. Tales criterios facilitan una aplicación discriminatoria de la ley, que sirve a los intereses sociales de las clases dominantes y extiende el control sobre las clases marginadas. Desde este contexto toda racionalidad sobre la concesión del indulto queda imposibilitado, convirtiéndose en un instrumento más de control social a favor de las clases poderosas. Resulta necesario establecer criterios objetivos y racionales de discusión sobre la finalidad político criminal del indulto, con el objetivo de someter a control una institución que da margen a la discrecionalidad, sino se orienta adecuadamente. 2. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DEL INDULTO EN GUATEMALA La regulación del indulto en nuestro país, ha sufrido y sigue sufriendo reformas antojadizas de parte de las autoridades, puesto que lo crean, lo reforman y lo intentan eliminar, para que no sea “un obstáculo a la justicia”. Lo que importa destacar es que no sólo han demostrado incapacidad para comprender los valores que lleva inmersa esta figura, sino que, han intentado limitar garantías inherentes y supraconstitucionales que ostentamos todos y cada uno de los guatemaltecos. La historia del indulto en Guatemala ha sido azarosa, en diferentes momentos históricos se le ha intentado coartar y suprimir. Por ello, es necesario partir de un estudio histórico que abarque, no sólo la etapa post, sino que también la pre-constitucional. En cuanto a la época constitucionalista, previo a la independencia de nuestro país, se puede indicar que en los preceptos de las Constituciones de Bayona de 1808 y la de Cádiz de 1812, se regulaba esta institución indultoria, indicando que la gracia era una facultad estricta del Rey.135 En cuanto a la época independentista guatemalteca, la Constitución de la República Federal de Centroamérica de 1824 y la del Estado de Guatemala de 1825, no regularon el derecho de gracia, quizá por la misma situación anímica independentista de la época.136 Fue hasta en el Acta constitutiva de la República 135 136 En este sentido, MORALES SAMAYOA, C., El indulto frente a la división de poderes, Ob. cit., pág. 48. Indica este autor que este derecho le competía al Rey, oyendo a su Ministro de Justicia, en un Consejo, el cual estaba integrado por dos Ministros, don Consejeros de Estado, dos Senadores y dos Consejeros reales. De la misma forma, ECHEVERRÍA FALLA, M., El derecho de los condenados a muerte en Guatemala a solicitar el indulto o conmutación de la pena, Ob. cit., pág. 10. Lo que regularon estas Constituciones fue la amnistía o indulto general, que era una atribución propia del Congreso. Dicho texto constitucional exponía, como atribución de ese órgano legislativo: “conceder 93 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA de Guatemala de 19 de octubre de 1851 donde se le otorga, por vez primera, la facultad al Presidente de la República para conocer del recurso de gracia de la pena capital, conmutándola por la pena inmediata inferior. Dicha facultad, sobrevino en el año de 1879, en el artículo 78 de la Constitución de la República de Guatemala, en el que se señalaba: “El Presidente de la República, tiene la facultad de conmutar la pena que sea mayor en la escala general de la penalidad, en la inmediata inferior, y de conceder indultos por delitos políticos y aún por los comunes cuando la conveniencia pública lo exija o el peticionario tenga a su favor servicios relevantes prestados a la nación. Una ley reglamentará el ejercicio de esta facultad”. Posteriormente en el año de 1892, fue emitido el Decreto número 159 de la Asamblea Legislativa, el cual contenía en sentido más preciso la facultad del Ejecutivo, para conceder los indultos y la conmutación de la pena.137 El artículo 1º. del mencionado Decreto indicaba: “El presidente de la República, según el artículo 78 de la Ley fundamental, tiene facultad: 1. Para hacer gracia de la pena capital, conmutándola en la inmediata inferior. 2. Para conceder indultos por delitos políticos y militares, de contrabando y defraudación de la Hacienda Pública. 3. Para conceder indultos por delitos comunes cuando la conveniencia pública exija, ó el peticionario tenga a su favor y justifique relevantes servicios prestado a la Nación. El decretar indultos generales, solamente es atribución del Poder Legislativo, conforme el inciso 16 del artículo 54 de la Constitución”. Como se puede establecer, la facultad de conocer y resolver el indulto era estrictamente una atribución del Presidente de la República. Se puede destacar que este artículo hace uso de la definición tripartita a que hicimos alusión en el desarrollo del derecho de gracia: amnistía, indulto y conmutación de la pena. Esta última, de manera taxativa, se refería al caso de los condenados a muerte; el indulto total, a todos los demás delitos; mientras tanto, la amnistía (indultos generales), la establecía como una atribución específica del Organismo Legislativo. El artículo 9o. de dicho Decreto, indicaba que en el caso de la conmutación de la pena de muerte, era necesario un informe de la Corte Suprema de Justicia y del 137 amnistía e indultos generales por aquellos delitos cuyo conocimiento pertenecía exclusivamente a los Tribunales del Estado, cuando lo exija la tranquilidad y la seguridad públicas, y lo solicite el poder ejecutivo; decretándose por las dos terceras partes de votos”. Esto se mantuvo en las reformas a la Constitución Federal, decretadas el 13 de febrero de 1835. Vid, MORALES SAMAYOA, C,., El indulto frente a la división de poderes, Ob. cit., pág.64. Este Decreto fue emitido por la Asamblea Legislativa de la República de Guatemala el 19 de de abril de 1892, fue sancionado y promulgado por el Presidente de la República José María Reyna Barrios el 21 de abril de ese mismo año. Vid, en este sentido, de forma acertada, ECHEVERRÍA FALLA, M., El derecho de los condenados a muerte en Guatemala a solicitar el indulto o la conmutación de la pena, Ob. cit., pág. 12. 94 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS Fiscal del Gobierno, para determinar la conveniencia o no de dicha conmutación (indulto parcial). Siguiendo con la referencia histórica guatemalteca, se puede indicar que el Decreto 45 de la Junta Revolucionaria de Gobierno de 1944, de fecha 23 de diciembre, reformó parcialmente el anterior, puesto que el artículo 1o. expresaba: Mientras se emite la nueva Carta Magna de la República, conservará su vigor y fuerza legal el Decreto Legislativo número 159, de 19 de abril de 1892. Así también, el artículo 4o. indicaba que: El presente Decreto cesará sus efectos al entrar en vigor la Constitución de 1945. Con lo indicado, se puede establecer que el Decreto 159 tuvo una vigencia de medio siglo en el que se decidió por la Junta de Gobierno la necesidad de reformarlo y posteriormente abrogarlo a través de una ley fundamental. Por lo tanto, con la promulgación de la Constitución de 11 de marzo de 1945, el Decreto 159 quedó derogado. La nueva ley fundamental, en sus artículos 78 y 137, determinaba taxativamente la posibilidad del indulto, que era una potestad del Presidente de la República. El artículo 78, indicaba: El Presidente de la República tiene la facultad de conmutar la pena que sea mayor en la escala general de la penalidad por la inmediata inferior, y de conceder indulto por delitos políticos y por los comunes conexos. Una ley determinará el ejercicio de esta facultad. El artículo 137, estipulaba: Corresponde al Presidente de la Republica... 9. Conmutar la pena que sea mayor en la escala de penalidad, por la inmediata inferior, y conceder indulto en los delitos políticos y comunes conexos. La ley que regularía el indulto nunca fue emitida. Posteriormente la Constitución del año 1965, en los artículos 168 y 189, establecía la misma potestad presidencialista que la anterior, con una redacción similar. Es necesario destacar, como ya se indicó, que todas las Constituciones anteriores, exceptuando la primera, conferían al Presidente de la República la facultad de indultar las penas impuestas. 3. REGULACIÓN ACTUAL DEL DERECHO A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA EN GUATEMALA Resulta paradójico, después de la referencia histórica, que la única Constitución de carácter moderno, de índole liberal y democrática de Guatemala, carece de una regulación expresa sobre el indulto. La única forma regulada de derecho de gracia es la amnistía, indicada en el artículo 171 inciso g. Como consecuencia, al no existir fundamento ordinario ni constitucional para poder resolver el indulto, se hace necesario acudir a los Tratados de Derecho internacional en materia de derechos humanos, ratificados por Guatemala, para incorporar y hacer valer constitucionalmente esta institución. 95 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA Si lo anterior resulta paradójico, lo posterior lo resultará más, puesto que en el año 2000 por medio del Decreto 32-00 de 1 de junio de ese año, el Congreso de la República “derogó” el Decreto 159 del año de 1892, el cual como ya se indicó, no tenía vigencia desde 1945.138 El objetivo de esta derogatoria era eximir al presidente de ejercitar la facultad indultoria. La Corte de Constitucionalidad en la importante Opinión Consultiva 323-93 de fecha 22 de septiembre de 1993, ya había señalado claramente que dicha norma se encontraba derogada. Sin embargo aclaró que “de conformidad con la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, toda persona condenada a muerte tiene expedita la vía del Recurso de Gracia para lograr que se conmute la pena capital por la inmediata inferior en escala de la penalidad.” Dicho recurso “asume la calidad de un recurso legal pertinente y, por ende, admisible contra la sentencia que imponga la pena de muerte, según el contexto del artículo 18, tercer párrafo, de la Constitución Política de la República”.139 De la conclusión anterior ha quedado claro que el indulto es un derecho inherente que posee una persona condenada a muerte, de conformidad al Pacto de Derechos Civiles y Políticos y la Convención Americana de Derechos Humanos. Sin embargo, ya no es admisible la conclusión de la Corte de Constitucionalidad de que dicha competencia se encuentra conferida al Presidente de la República, dado que el artículo 19, inciso b, de la LEY DEL ORGANISMO EJECUTIVO, que atribuía al Ministerio de Gobernación la competencia para conocer del recurso, fue derogada, motivo por el cual actualmente no existe ley que confiera a ninguno de los poderes del Estado, la facultad de resolver tal solicitud. Ante el vacío normativo sobre quién debe resolver la solicitud de indulto, es viable una acción de amparo, para que la Corte de Constitucionalidad le señale un plazo al Organismo Legislativo “para que proceda a decretar la ley respectiva que regule quién es el organismo del Estado o el funcionario público encargado de otorgarlo y el 138 139 Existe una serie de autores que señalan que el Decreto 159 todavía conservaba su vigencia después de la Constitución de 1945, por ello expresan que fue derogado hasta en el 2000, parte del Dto. 32-00. Entre otros, CIFUENTES LOPEZ, M., Las consecuencias jurídicas y sociales de la derogatoria del indulto o recurso de gracia en la legislación guatemalteca y la preeminencia del Derecho internacional relativo a los Derechos humanos, Ob. cit., págs. 47 y 48; MORALES SAMAYOA, C., El indulto frente a la división de poderes, Ob. cit., pág. 71; ESTRADA VALENZUELA, M., El indulto y la amnistía en la doctrina y en la legislación penal guatemalteca, Ob. cit., pág. 33. Los que consideran que dicho Decreto (159), dejó su vigencia en el año 1945 con la promulgación de la Constitución de ese año: ECHEVERRÍA FALLA, M., El derecho de los condenados a muerte en Guatemala a solicitar el indulto o la conmutación de la pena, Ob. cit., págs. 22 y 85. OPINIÓN CONSULTIVA (323-93) de la Corte de Constitucionalidad de fecha 22 de septiembre de 1993. OPINIÓN CONSULTIVA (323-93) de la Corte de Constitucionalidad de fecha 22 de septiembre de 1993. 96 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS mecanismo adecuado para ello”140 puesto que en este caso, el derecho al recurso de gracia no tendría un recurso efectivo, que lo pueda materializar. Otras normas legales ordinarias también contemplan el indulto como forma de extinción de la pena. Así, el Código penal (Dto. 17-73) en sus artículos 102 y 105, establece el indulto como una forma de extinción de la pena principal. Es importante señalar que este decreto fue promulgado en la época de la Constitución de 1965, donde se establecía constitucionalmente el indulto; dando lugar a determinar una coherencia entre esta norma y la ley fundamental, puesto que, esta última indicaba taxativamente a quién le correspondía resolver. El problema actual, como ya se expuso, deviene de la Constitución vigente, dado el vacío normativo dejado con respecto al indulto en el nivel constitucional. Las leyes ordinarias en mención no señalan al responsable de resolver este derecho de gracia. El problema se manifiesta con mayor profundidad, cuando los Tratados de Derecho Internacional exigen ineludiblemente la concesión recursiva del indulto. Todo ello torna necesaria la promulgación de manera inmediata de una ley que cubra, satisfactoriamente, el vacío legal existente. 4. REGULACIÓN DEL INDULTO EN EL ÁMBITO DEL DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS 4.1 Convención Americana de Derechos Humanos El continente americano aprobó su Convención sobre Derechos Humanos en San José de Costa Rica, el veintidós de noviembre de mil novecientos sesenta y nueve y entró en vigencia el dieciocho de julio de mil novecientos setenta y ocho. Este Convenio, además de los Derechos Humanos protegidos, crea los mecanismos de protección de los Derechos Humanos a través de la Comisión Interamericana y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ambos organismos con sede en San José de Costa Rica. Este tratado de derechos humanos es un acuerdo o manifestación de voluntades por el cual los Estados Partes han adquirido la obligación de respetar y garantizar a todos los habitantes sujetos a su jurisdicción los derechos en él contemplados. Sobre la naturaleza de estas obligaciones la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha enfatizado que “los tratados modernos sobre derechos humanos, en general, y, en particular, la Convención Americana, no son tratados multilaterales de tipo tradicional, concluidos en función de un intercambio recíproco de derechos, para el beneficio mutuo 140 ECHEVERRIA FALLA, M., El Derecho de los condenados a muerte en Guatemala a solicitar el indulto o la conmutación de la pena, Ob. cit., pág. 88. 97 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA de los Estados contratantes. Su objetivo y fin son la protección de los derechos fundamentales de los seres humanos, independientemente de su nacionalidad, tanto frente a su propio Estado, como frente a los otros Estados contratantes. Al aprobar estos tratados sobre derechos humanos, los Estados se someten a un orden legal dentro del cual ellos, por el bien común, asumen varias obligaciones, no en relación con otros Estados, sino hacia los individuos bajo su jurisdicción”.141 El carácter especial de estos tratados ha sido reconocido, entre otros, por la Comisión Europea de Derechos Humanos cuando declaró: “las obligaciones asumidas por las Altas Partes Contratantes en la Convención (Europea) son esencialmente de carácter objetivo, diseñadas para proteger los derechos fundamentales de los seres humanos de violaciones de parte de las Altas Partes Contratantes en vez de crear derechos subjetivos y recíprocos entre las Altas Partes Contratantes”.142 En igual sentido, la Comisión Europea, basándose en el Preámbulo de la Convención Europea, enfatizó: “el propósito de las Altas Partes Contratantes al aprobar la Convención no fue concederse derechos y obligaciones recíprocas con el fin de satisfacer sus intereses nacionales sino realizar los fines e ideales del Consejo de Europa... y establecer un orden público común de las democracias libres de Europa con el objetivo de salvaguardar su herencia común de tradiciones políticas, ideas y régimen de derecho” (Ibid., pág. 138)”. Ideas similares acerca de la naturaleza de los tratados de derechos humanos modernos han sido sustentadas por la Corte Internacional de Justicia en su Advisory Opinion on Reservations to the Convention on the Prevention and Punishment of the Crime of Genocide143 (también contenidas en la propia Convención de Viena, particularmente en el artículo 60.5).144 Tales pareceres acerca del carácter especial de los tratados humanitarios y las consecuencias que de ellos se derivan, se aplican aun con mayor razón a la Convención Americana, cuyo Preámbulo, en sus dos primeros párrafos, establece: “Reafirmando su propósito de consolidar en este Continente, dentro del cuadro de las instituciones 141 142 143 144 Corte Interamericana de Derechos Humanos. Opinión Consultiva OC-2/82 del 24 de setiembre de 1982. Serie A No. 2, párr. 33). Austria vs. Italy, Application No. 788/60, European Yearbook of Human Rights, (1961), vol. 4, pág. 140). 1951 I.C.J. 15) (Ver en general E. Schwelb, “The Law of Treaties and Human Rights”, 16 Archiv des Volkerrechts (1973), pág. 1, reproducido en Toward World Order and Human Dignity (W.M. Reisman & B. Weston, Eds. 1976, pág. 262) ). 98 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS democráticas, un régimen de libertad personal y de justicia social, fundado en el respeto de los derechos esenciales del hombre; Reconociendo que los derechos esenciales del hombre no nacen del hecho de ser nacional de determinado Estado, sino que tienen como fundamento los atributos de la persona humana, razón por la cual justifican una protección internacional, de naturaleza convencional coadyuvante o complementaria de la que ofrece el derecho interno de los Estados americanos”. Desde este punto de vista, y considerando que fue diseñada para proteger los derechos fundamentales del hombre independientemente de su nacionalidad, frente a su propio Estado o a cualquier otro, la Convención no puede ser vista sino como lo que ella es en realidad: “un instrumento o marco jurídico multilateral que capacita a los Estados para comprometerse, unilateralmente, a no violar los derechos humanos de los individuos bajo su jurisdicción”.145 En este instrumento se ha consagrado el derecho al indulto que tiene todo condenado a muerte. Esto último se encuentra estipulado en el artículo 4.6, el cual dice así: Toda persona condenada a muerte tiene derecho a solicitar la amnistía, el indulto o la conmutación de la pena, los cuales podrán ser concedidos en todos los casos. No se puede aplicar la pena de muerte mientras la solicitud esté pendiente de decisión ante autoridad competente. 4.2 Pacto internacional de derechos civiles y políticos El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, fue aprobado en Nueva York el diecinueve de diciembre de mil novecientos sesenta y seis y entró en vigencia el veintisiete de julio de mil novecientos setenta y siete. Siendo particularmente aprobado por Guatemala el 20 de febrero de 1992, por el Decreto 9-92. Este Pacto consta de un preámbulo, seis partes con cincuenta y tres artículos y un protocolo facultativo. Adopta como puntos de partida los derechos a la libre determinación de los pueblos y a la no discriminación, estableciéndose que los estados se comprometen a respetar y garantizar a todos los individuos que se encuentren en un territorio; así también establece el derecho a la vida, libertad y seguridad de las personas; la igualdad ante la ley entre hombres y mujeres en el goce de todos los derechos civiles y políticos. Este Pacto estipula en su artículo 6 inciso 4: Toda persona condenada a muerte tendrá derecho a solicitar el indulto o la conmutación de la pena. La amnistía, el indulto o la conmutación de la pena capital podrán ser concedidos en todos los casos”. 145 Corte Interamericana de Derechos Humanos Opinión Consultiva OC-2/82 del 24 de setiembre de 1982. Serie A No. 2, párr. 33. 99 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA De las normas precitadas se establece claramente que el indulto es una norma consagrada a nivel de los tratados internacionales, instituyendo un derecho a favor de toda persona condenada a solicitarlo ante el Estado. Éste no puede eludir el cumplimiento de sus obligaciones internacionales alegando que existe una norma de derecho interno que lo impide, o un vacío normativo en la materia. Las obligaciones de los tratados internacionales son normas jurídicas con fuerza vinculante y por lo tanto imponen al Estado a adecuar su legislación. Al respecto, los artículos 1 y 2 (tanto de la CADH como del PIDCYP) establecen: “los Estados tienen la obligación de adecuar su legislación interna y adoptar todas las medidas necesarias para hacer vigentes sus compromisos internacionales”. Por lo tanto, los Estados no pueden alegar sus deficiencias de derecho interno como causa de incumplimiento de sus obligaciones internacionales (Cfr: artículos 27 y 46 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados).146 En materia de derechos humanos la regla anterior debe leerse conjuntamente con la regla PRO HOMINE de interpretación de los derechos humanos, que obliga a aplicar la norma que sea más favorable para la persona, sin importar cuál sea su jerarquía. De esa cuenta, si una ley concede mayores derechos que un tratado, el concepto de jerarquía no es aplicable porque no hay conflicto entre ellas. Este criterio ha sido sostenido por la propia Corte Interamericana sobre Derechos Humanos, la cual señaló: “si a una misma situación son aplicables la Convención Americana y otro tratado internacional, debe prevalecer la norma más favorable a la persona humana”.147 En todo caso, es preciso advertir que las normas contenidas en los tratados internacionales se dividen en dos clases: las normas operativas o self-executing y las normas programáticas. Las normas de un tratado internacional son operativas o autoejecutables (self-executing), cuando se aplican directamente sin necesidad de ninguna norma auxiliar (es decir, no requieren de ningún acto legislativo ni ninguna medida administrativa) para su implementación en el ámbito doméstico. La mayor parte de las 146 147 Artículo 27. El derecho interno y la observancia de los tratados. Una parte no podrá invocar disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento de un tratado. Esta norma se entenderá sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 46. Artículo 46. Disposiciones de derecho interno concernientes a la competencia para celebrar tratados. 1. El hecho de que el consentimiento de un Estado en obligarse por un tratado haya sido manifiesto en violación de una disposición de su derecho interno concerniente a la competencia para celebrar tratados no podrá ser alegado por dicho Estado como vicio de su consentimiento, a menos que esa violación sea manifiesta y afecta a una norma de importancia fundamental de su derecho interno. 2. Una violación es manifiesta si resulta objetivamente evidente para cualquier Estado que proceda en la materia conforme a la práctica usual y de buena fe. Corte Interamericana de Derechos Humanos. Opinión Consultiva 5/85 del 13 de noviembre de 1985. 100 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS normas contenidas en la Convención Americana y en el PIDCYP son normas de carácter operativo, pueden ser invocadas por los particulares directamente y deben ser aplicadas por los jueces al caso concreto. Así, la Corte Permanente de Justicia Internacional ha establecido que las normas de derechos humanos “reconocen derechos y obligaciones susceptibles de ser ejecutadas –directamente por los tribunales nacionales–”.148 Por ejemplo, el derecho a no ser torturado (artículo 5 CADH), por su claridad y especificidad es una norma operativa, que se debe observar por todos los funcionarios públicos del Estado y que el juez puede hacer valer directamente en una resolución judicial. Frente a las normas operativas existen las normas programáticas, éstas también son oponibles frente al Estado, pero requieren de otras normas para su instrumentalización y articulación con el sistema jurídico interno (por ejemplo, la norma que obliga a tipificar como delito la tortura o la discriminación racial). En estos caso se debe proceder a decretar leyes, a reformar las ya existentes o a tomar medidas administrativas para adecuar su legislación interna y hacer efectiva la obligación contraída por el tratado internacional. En el caso de la legislación guatemalteca, el artículo 46 de la Constitución da a las normas de derechos humanos el carácter de normas auto aplicativas (self executing), sin necesidad de ninguna actividad posterior legislativa o administrativa.149 De esa suerte, la mera incorporación al ordenamiento jurídico legal de una norma de derechos humanos tiene un carácter derogatorio inmediato de todas aquellas normas que pudieran oponérsele. Se debe tomar en cuenta, además, la regla de la Ley del Organismo Judicial que señala que las normas se derogan tácitamente por la promulgación de otras posteriores y, en todo caso, el rango de normas supra-constitucionales que tienen las normas de derechos humanos150 hace que sean NULAS ipso iure las normas legales que las contradigan o tergiversen.151 148 149 150 151 ECHEVERRÍA FALLA, M. El derecho de los condenados a muerte en Guatemala a solicitar el indulto o la conmutación de la pena. Universidad Francisco Marroquín, Guatemala, 1996.pág.55 En el orden internacional opera como presunción el carácter operativo de las normas internacionales y sólo como excepción las programáticas. Cfr: ROHRMOSER VALDEAVELLANO, R., La jerarquía de los tratados de derechos humanos en la Constitución en Revista jurídica del Instituto de Investigaciones jurídicas. Universidad Rafael Landívar. No. VI. Guatemala, 2003. Artículo 44 de la Constitución Política de la República de Guatemala. 101 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA Sin embargo, existen algunas normas programáticas en los tratados internacionales, que sólo pueden hacerse efectivas a través de la creación de procedimientos específicos dentro del ámbito de la jurisdicción interna. El carácter self executing de las normas es presumido en el orden internacional, salvo ciertos casos en que no cumplen los requisitos para que la norma sea ejecutable por sí misma, por ejemplo cuando de la norma no se derive en forma directa un derecho a favor de un individuo, o bien que la norma sea muy general y en consecuencia se requiera de un acto legislativo (ley) o administrativo (reglamento) que la especifique para ser aplicada judicialmente. En el caso del derecho de todo condenado a solicitar el indulto, se entiende que este derecho persiste por sí mismo, como derecho fundamental, pero no puede hacerse operativo si no existe una norma de desarrollo que regule el órgano encargado de decidir sobre la petición, y el procedimiento específico que garantice las etapas y el derecho de audiencia del solicitante. Esto coloca al derecho a solicitar el indulto como una norma de carácter programático, que requiere una legislación de desarrollo para poder hacerse efectiva. La necesidad de esta ley de desarrollo no significa que tal derecho no pueda invocarse hasta que haya una reglamentación normativa del tema, puesto que el derecho en sí mismo sí es directamente invocable y el Estado debe abstenerse de ejecutar a persona alguna hasta que no se haya resuelto la petición, por ser un recurso previo conforme al artículo 18 de la Constitución, que es necesario agotar antes de la ejecución.152 De lo expuesto, claramente se colige que Guatemala debe observar el artículo 1.1. de la CADH, el cual establece: “Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social. Para la Corte Interamericana “Estas normas deben ser interpretadas utilizando los criterios consagrados en la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969, que pueden considerarse reglas de derecho internacional general sobre el tema”.153 Según el artículo 31.1 de la citada Convención “Un tratado deberá interpretarse de buena 152 153 Cfr. Corte de Constitucionalidad. OPINION CONSULTIVA (323-93) de 22 de septiembre de 1993. Restricciones a la pena de muerte (Arts. 4.2 y 4.4 Convención Americana sobre Derechos Humanos), Opinión Consultiva OC-3/83 del 8 de septiembre de 1983. Serie A No. 3, párr. 48. 102 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS fe conforme al sentido corriente que haya de atribuirse a los términos del tratado en el contexto de éstos y teniendo en cuenta su objeto y fin”. De acuerdo con el artículo 32 de la misma Convención de Viena, solamente cuando la interpretación dada de conformidad con el artículo 31 “a) ambiguo u oscuro el sentido; o b) conduzca a un resultado manifiestamente absurdo o irrazonable”, puede acudirse a otros medios de interpretación. Se puede parafrasear lo dicho por la Corte Interamericana en la Opinión consultiva OC-7/86 DEL 29 DE AGOSTO DE 1986, en cuanto a que la expresión “toda persona... tiene derecho”, que utiliza el artículo 4.6, debe interpretarse de buena fe en su sentido corriente y por lo tanto interpretarse que la Convención consagra “un derecho” al indulto. La tesis de que la frase utilizada en el artículo 4.6 solamente facultaría a los Estados Partes a crear por ley el derecho del indulto, sin obligarlos a garantizarlo mientras su ordenamiento jurídico interno no lo regule, no concuerda ni con el “sentido corriente” de los términos empleados ni con el “contexto” de la Convención. En efecto, el derecho a solicitar el indulto, se corresponde con el artículo 4 que garantiza el derecho a la vida de toda persona, incluso cuando ha sido condenada a la pena de muerte;154 y con el artículo 32.2 de la Convención de acuerdo con el cual “Los derechos de cada persona están limitados por los derechos de los demás, por la seguridad de todos y por las justas exigencias del bien común, en una sociedad democrática”. El derecho al indulto es un derecho al cual son aplicables las obligaciones de los Estados Partes consagradas en los artículos 1.1 y 2 de la Convención. “Y no podría ser de otra manera, ya que el sistema mismo de la Convención, está dirigido a reconocer derechos y libertades a las personas y no a facultar a los Estados para hacerlo.155 La ubicación del derecho al indulto en el artículo 4.6 de la CADH, inmediatamente después de la prohibición de privar de la vida arbitrariamente (artículo 4.1) y de los derechos a los condenados a la pena de muerte (artículo 4.2), confirma esta interpretación. La necesaria relación entre el contenido de estos incisos del artículo 4.2 de la CADH se desprende de la naturaleza de los derechos que reconocen, ya que, al regular la aplicación de la pena de muerte, los Estados Partes deben respetar el derecho a no privar de la 154 155 (CFR. Corte Interamericana de Derechos Humanos. La colegiación obligatoria de periodistas, supra 18, párrs. 59 y 63 Corte I.D.H. El efecto de las reservas sobre la entrada en vigencia de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Arts. 74 y 75), Opinión Consultiva OC-2/82 del 24 de setiembre de 1982. Serie A No. 2, párr. 33)”. 103 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA vida arbitrariamente que garantiza el artículo 4 y el hecho que se permita aplicar la pena de muerte, no puede interpretarse de manera tan amplia que haga nugatorio el derecho a solicitar el indulto. Con ello se llega a la conclusión, siguiendo a la Corte Interamericana sobre Derechos Humanos, de que si la Convención establece un derecho al indulto, se debe desarrollar las consecuencias de ello. El artículo 4.6 de la Convención “requiere el establecimiento de las condiciones para el ejercicio del derecho por medio de la ‘ley’, cuyo contenido podrá variar de un Estado a otro, dentro de ciertos límites razonables y en el marco de los conceptos afirmados por la Corte”. El hecho de que los Estados Partes puedan fijar las condiciones del ejercicio del derecho, no impide la exigibilidad conforme al derecho internacional de las obligaciones que aquellos han contraído según el artículo 1.1, que establece el compromiso de los propios Estados Partes de “respetar los derechos y libertades” reconocidos en la Convención y de “garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción...” En consecuencia, si por cualquier circunstancia, el derecho de solicitar el indulto no pudiera ser ejercido por “toda persona” sujeta a la jurisdicción de un Estado Parte, ello constituiría una violación de la Convención, susceptible de ser denunciada ante los órganos de protección por ella previstos.156 Esta conclusión se refuerza con lo prescrito por el artículo 2 de la Convención, que dispone: “Si el ejercicio de los derechos y libertades mencionados en el Artículo 1 no estuviere ya garantizado por disposiciones legislativas o de otro carácter, los Estados Partes se comprometen a adoptar, con arreglo a sus procedimientos constitucionales y a las disposiciones de esta Convención, las medidas legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales derechos y libertades”. Este artículo impone el deber jurídico de adoptar las medidas necesarias para cumplir con sus obligaciones conforme al Tratado, sean éstas legislativas o de otra índole. En el caso del indulto, el derecho de los condenados a muerte a solicitar, ya sea éste o la conmutación de la pena es una norma no auto-ejecutable o programática, por lo que las personas no pueden invocar directamente la norma sin que previamente exista una ley de derecho interno que desarrolle la aplicación de la misma de acuerdo con el espíritu y fines del Tratado, pero impone el deber de decretar una legislación adecuada que haga 156 Idem. 104 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS viable el ejercicio de tal derecho. En consecuencia, el derecho al indulto debe ser regulado por ley. Al analizar qué se entiende por ley, la Corte Interamericana de Derechos Humanos hizo un extenso análisis del significado de la palabra “leyes”, tal como se utiliza en el artículo 30 de la Convención.157 En esa opinión, la Corte precisó que “no es posible interpretar la expresión leyes, utilizada en el artículo 30, como sinónimo de cualquier norma jurídica, pues ello equivaldría a admitir que los derechos fundamentales pueden ser restringidos por la sola determinación del poder público, sin otra limitación formal que la de consagrar tales restricciones en disposiciones de carácter general. Tal interpretación conduciría a desconocer los límites que el derecho constitucional democrático ha establecido desde que, en el derecho interno, se proclamó la garantía de los derechos fundamentales de la persona; y no compatibilizaría con el Preámbulo de la Convención Americana, según el cual: “los derechos esenciales del hombre... tienen como fundamento los atributos de la persona humana, razón por la cual justifican una protección internacional, de naturaleza convencional coadyuvante o complementaria de la que ofrece el derecho interno de los Estados americanos”.158 Para la Corte, la expresión leyes, en el marco de la protección a los derechos humanos, “carecería de sentido si con ella no se aludiera a la idea de que la sola determinación del poder público no basta para restringir tales derechos. Lo contrario equivaldría a reconocer una virtualidad absoluta a los poderes de los gobernantes frente a los gobernados. En cambio, el vocablo leyes cobra todo su sentido lógico e histórico si se le considera como una exigencia de la necesaria limitación a la interferencia del poder público en la esfera de los derechos y libertades de la persona humana. La Corte concluye que la expresión leyes, utilizada por el artículo 30, no puede tener otro sentido que el de ley formal, es decir, “norma jurídica adoptada por el órgano legislativo y promulgada por el Poder Ejecutivo, según el procedimiento requerido por el derecho interno de cada Estado.” La Convención no se limita a exigir una ley para que las restricciones al goce y ejercicio de los derechos y libertades sean jurídicamente lícitas. Requiere, además, que esas leyes se dicten “por razones de interés general y con el propósito para el cual han sido establecidas”.159 El requisito según el cual las leyes han de ser dictadas por razones 157 158 159 En su Opinión Consultiva La expresión “leyes” (supra 18). CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Opinión Consultiva OC-6/86. del 9 de Mayo de 1986 La Expresión “leyes” En el Artículo 30 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Idem. 105 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA de interés general significa que deben haber sido adoptadas en función del “bien común” (Art. 32.2), concepto que ha de interpretarse como elemento integrante del orden público del Estado democrático, cuyo fin principal es “la protección de los derechos esenciales del hombre y la creación de circunstancias que le permitan progresar espiritual y materialmente y alcanzar la felicidad”. (Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre). Por lo tanto, la ley en el Estado democrático no es simplemente un mandato de la autoridad revestido de ciertos necesarios elementos formales. Implica un contenido y está dirigida a una finalidad. El concepto de leyes a que se refiere el artículo 30, interpretado en el contexto de la Convención y teniendo en cuenta su objeto y fin, no puede considerarse solamente de acuerdo con el principio de legalidad (ver supra 23). Este principio, dentro del espíritu de la Convención, debe entenderse como aquel en el cual la creación de las normas jurídicas de carácter general ha de hacerse de acuerdo con los procedimientos y por los órganos establecidos en la Constitución de cada Estado Parte, y a él deben ajustar su conducta de manera estricta todas las autoridades públicas. En una sociedad democrática el principio de legalidad está vinculado inseparablemente al de legitimidad, en virtud del sistema internacional que se encuentra en la base de la propia Convención, relativo al “ejercicio efectivo de la democracia representativa”, que se traduce, inter alia, en la elección popular de los órganos de creación jurídica, el respeto a la participación de las minorías y la ordenación al bien común.160 En consecuencia, las leyes a que se refiere el artículo 30 son actos normativos enderezados al bien común, emanados del Poder Legislativo democráticamente elegido y promulgados por el Poder Ejecutivo. Esta acepción corresponde plenamente al contexto general de la Convención dentro de la filosofía del Sistema Interamericano. Sólo la ley formal, entendida como lo ha hecho la Corte, tiene aptitud para restringir el goce o ejercicio de los derechos reconocidos por la Convención. Por lo tanto el artículo 4.6 establece el derecho a solicitar el indulto, aun cuando su operatividad requiera de una ley para el ejercicio de ese derecho. Por consiguiente, ese desarrollo legislativo atañe a la efectividad de ese derecho en el orden interno, mas no a su creación, existencia o exigibilidad internacional. Siendo éste el caso, cabe referirse a las estipulaciones del artículo 2, puesto que tratan sobre el deber de los Estados Partes de “adoptar... las medidas legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales derechos y libertades”. Si se leen conjuntamente los artículos 4.6, 1.1 y 2 de la Convención, todo Estado Parte que no haya ya garantizado el libre y pleno 160 Idem. 106 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS ejercicio del derecho de solicitar el indulto, está en la obligación de lograr ese resultado, sea por medio de legislación o cualesquiera otras medidas que fueren necesarias según su ordenamiento jurídico interno para cumplir ese fin.161 En todo caso, al regular tales condiciones, los Estados Partes están obligados a asegurar el goce de las garantías necesarias para el ejercicio de los derechos y libertades, incluidos los derechos a la protección judicial y a los recursos legales (artículos 8 y 25 de la Convención). En el caso del derecho al indulto existe la necesidad de desarrollar legislativamente una ley que garantice los aspectos principales que lo hagan efectivo para las finalidades legítimamente vinculadas a tal institución. En ese contexto, la ley debe respetar los parámetros que la misma Comisión Interamericana sobre Derechos Humanos ha señalado como mínimos para que realmente pueda ser ejercitado el derecho al indulto conforme a la Convención. Por consiguiente, la falta de una ley específica que regule el recurso de gracia hace que el Estado incurra en responsabilidad internacional, y en una violación de derecho interno, sobre todo si ejecuta a una persona, sin que se le haya posibilitado hacer el uso del derecho a solicitar indulto. Como ha señalado la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la Opinión Consultiva OC-16/94 “Según el derecho internacional las obligaciones que éste impone deben ser cumplidas de buena fe y no puede invocarse para su incumplimiento el derecho interno. Estas reglas pueden ser consideradas como principios generales del derecho y han sido aplicadas, aún tratándose de disposiciones de carácter constitucional, por la Corte Permanente de Justicia Internacional y la Corte Internacional de Justicia.162 La Corte también expresó que “Son muchas las maneras como un Estado puede violar un tratado internacional y, específicamente, la Convención. En este último caso, puede hacerlo, por ejemplo, omitiendo dictar las normas a que está obligado por el artículo 2. También, por supuesto, dictando disposiciones que no estén en conformidad con lo que de él exigen sus obligaciones dentro de la Convención.163 161 162 163 (Opinión Consultiva OC-7/86). Caso de las Comunidades Greco-Búlgaras (1930), Serie B, No. 17, pág. 32; Caso de Nacionales Polacos de Danzig (1931), Series A/B, No. 44, pág. 24; Caso de las Zonas Libres (1932), Series A/B, No. 46, pág. 167; Aplicabilidad de la obligación a arbitrar bajo el Convenio de Sede de las Naciones Unidas (Caso de la Misión del PLO) (1988), págs. 12, a 31-2, párr. 47]. [Ciertas atribuciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Arts. 41, 42, 44, 46, 47, 50 y 51 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos), Opinión Consultiva OC-13/93 del 16 de julio de 1993. Serie A No. 13, párr. 26]. 107 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA Para el caso de que un Estado omitiere decretar una ley o dictara una ley contraria a la Convención, la Comisión es competente, en los términos de las atribuciones que le confieren los artículos 41 y 42 de la Convención, para calificar cualquier norma del derecho interno de un Estado Parte como violatoria de las obligaciones que éste ha asumido al ratificarla o adherir a ella [. . .]164 La Corte Interamericana de Derechos Humanos, por su parte, ha señalado: “el cumplimiento por parte de agentes o funcionarios del Estado de una ley manifiestamente violatoria de la Convención produce responsabilidad internacional del Estado. En caso de que el acto de cumplimiento constituya un crimen internacional, genera también la responsabilidad internacional de los agentes o funcionarios que lo ejecutaron.”165 La omisión de dictar la norma correspondiente produce igual responsabilidad. De ello deriva que la ejecución de una sentencia de pena de muerte, sin que se haya agotado el derecho a solicitar el indulto por parte de una persona condenada a pena de muerte implica una privación arbitraria del derecho a la vida, generando consecuentemente responsabilidad internacional para el Estado de Guatemala. Implicaría también la violación al derecho a las garantías judiciales mínimas (artículo 8 de la CADH) y del derecho a un recurso judicial efectivo para la tutela de sus derechos. Finalmente, generaría responsabilidad conforme al artículo 18 de la Constitución, pues como claramente lo ha expresado la Corte de Constitucionalidad, se estaría privando a una persona de su vida, sin haber agotado todos los recursos.166 4.3 Contenido de una ley de indulto conforme a la Convención Americana sobre Derechos Humanos De lo expuesto anteriormente se colige: 1. El derecho a la petición de indulto es un derecho directamente aplicable; 2. Este derecho para ser efectivo requiere de un desarrollo legislativo por parte del Estado; 164 [Ciertas atribuciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Arts. 41, 42, 44, 46, 47, 50 y 51 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos), Opinión Consultiva OC-13/93 del 16 de julio de 1993. Serie A No. 13, párr. 26]. Opinión Consultiva OC-14/94 del 9 de diciembre de 1994. Responsabilidad Internacional por Expedición y Aplicación de Leyes Violatorias de la Convención (Arts. 1 y 2 Convención Americana sobre Derechos Humanos) Serie A No. 14. Corte I.D.H.,. Opinión consultiva de 22 de septiembre de 1993. Expediente 323-93. 165 166 108 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS 3. La falta de desarrollo legislativo imposibilita al Estado el poder dar efectividad al recurso de gracia y, por lo tanto, el Estado no puede hacer efectiva la pena de muerte en tanto no haya permitido al condenado hacer uso del derecho al indulto; 4. La ley que desarrolle el indulto, debe contemplar los requisitos mínimos que ha señalado la jurisprudencia de la Comisión y Corte Interamericana de Derechos Humanos; 5. La ejecución de una persona sin existir una ley de indulto o cuando no existe una ley con contenidos mínimos conforme a la Convención, genera responsabilidad internacional para el Estado. En el presente apartado se procederá a analizar cuál es el contenido de la Ley de Indulto, conforme lo establecido en la CADH. En el caso Bautiste contra Grenada la Comisión Interamericana de Derechos Humanos señaló que las disposiciones de la ley que regulaba el proceso de indulto deben ser congruentes con las normas dispuestas en los artículos 4, 5 y 8 de la Convención: “Como se señaló antes, estas normas incluyen principios y normas legislativas o judicialmente ordenadas para orientar a los tribunales en la determinación de la pertinencia de la pena de muerte en casos individuales y un derecho efectivo de apelación o revisión judicial de la sentencia impuesta”. La Comisión concluyó que el procedimiento para el otorgamiento de clemencia en el Estado de Grenada no garantizaba a los condenados una oportunidad efectiva o adecuada de participar en el proceso de clemencia y por tanto no garantizaba debidamente el derecho de las víctimas consagrado en el artículo 4 (6) de la Convención de solicitar una amnistía, el indulto o la conmutación de la sentencia.167 A juicio de la Comisión, el derecho a pedir una amnistía, un indulto o la conmutación de la sentencia dispuesto en el artículo 4(6) de la Convención, leído conjuntamente con las obligaciones que impone al Estado el artículo 1(1) de la misma Convención, debe entenderse abarca cierta protección procesal mínima para los condenados para que se respete y goce efectivamente el derecho. Estas protecciones incluyen el derecho de los condenados a pedir una amnistía, el indulto o la conmutación de la sentencia: a) A ser informados de cuándo la autoridad competente considerará el caso del delincuente, 167 Caso de Rudolph Bautiste, ya citado. 109 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA b) c) d) A formular declaraciones en persona o por vía de un asesor letrado ante la autoridad competente A recibir una decisión de dicha autoridad dentro de un plazo razonable, antes de su ejecución, y También conlleva el derecho a que no se le imponga la pena capital en tanto esté pendiente de decisión esa apelación ante la autoridad competente. La Comisión Interamericana considera que a efectos de brindar a los condenados una oportunidad efectiva para ejercer este derecho, el Estado debe establecer y ofrecer un procedimiento conforme al cual los condenados puedan interponer una petición de amnistía, indulto o conmutación de la sentencia y formular declaraciones en respaldo de su petición; si no existen protecciones y procedimientos mínimos de esta naturaleza, el artículo 4(6) de la Convención Americana pierde sentido, transformándose en un derecho sin recurso. Esta interpretación no puede sostenerse a la luz del objetivo y el propósito de la Convención Americana. A juicio de la Comisión, el derecho a pedir una amnistía, el indulto o la conmutación de la sentencia en virtud del artículo 4(6) de la Convención puede considerarse similar al derecho consagrado en el artículo XXVII de la Declaración Americana: “toda persona tiene el derecho de buscar y recibir asilo en territorio extranjero, en caso de persecución que no sea motivada por delitos de derecho común y de acuerdo con la legislación de cada país y con los convenios internacionales”, y el correspondiente artículo 22(7) de la Convención, que establece el derecho de toda persona a “buscar y recibir asilo en territorio extranjero en caso de persecución por delitos políticos o comunes conexos con los políticos”.168 La Comisión ha interpretado la primera disposición, conjuntamente con la Convención de 1951 sobre la Condición de Refugiado y el Protocolo de 1967 relacionado con la condición de refugiado, en el sentido de que da lugar a un derecho en el derecho internacional a que la persona que busca asilo tenga acceso a una audiencia para determinar si está calificada para la condición de refugiado. Otros requisitos internacionalmente articulados que rigen el derecho de asilo reflejan normas mínimas similares, a saber, el derecho del individuo a pedir asilo a las autoridades pertinentes, a formular declaraciones en apoyo de su pedido y a recibir una decisión. En forma congruente con la interpretación del derecho a pedir asilo establecida por la Comisión y por otras autoridades internacionales, la Comisión concluye que el 168 Caso de Rudolph Bautiste. 110 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS artículo 4(6) de la Convención debe interpretarse en el sentido de que abarca ciertas garantías procesales mínimas de los condenados para que el derecho se respete y aplique efectivamente. La Comisión observa a este respecto que algunas jurisdicciones del derecho común que mantienen la pena de muerte han establecido procedimientos conforme a los cuales el condenado puede iniciar un proceso para pedir la amnistía, el indulto o la conmutación de la pena.169 Por su parte, la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Hilaire expuso: “las peticiones individuales de clemencia previstas en la Constitución, deben ejercerse mediante procedimientos imparciales y adecuados, de conformidad con el artículo 4.6 de la Convención 169, en combinación con las disposiciones relevantes de ésta acerca de las garantías del debido proceso establecidas en el artículo 8. Es decir, no se trata solamente de interponer formalmente una petición, sino de tramitarla de conformidad con el procedimiento que la torne efectiva. “El artículo 4.6 leído en conjunto con los artículos 8 y 1.1, los tres de la Convención Americana, pone al Estado frente a la obligación de garantizar que este derecho pueda ser ejercido por el condenado a pena de muerte de manera efectiva. Así, el Estado tiene la obligación de implementar un procedimiento de esta índole que se caracterice por ser imparcial y transparente, en donde el condenado a pena capital pueda hacer valer de manera cierta todos los antecedentes que crea pertinentes para ser favorecido con el acto de clemencia.170 169 170 Al respecto, el Privy Council indicó lo siguiente: [la prerrogativa de clemencia] debe a la luz de las obligaciones internacionales del Estado, ser ejercida por procedimientos que sean justos, adecuados y sujetos a revisión judicial; que, en la consideración de lo que requería la justicia natural, era relevante tomar en cuenta normas internacionales de derechos humanos que se encuentran en tratados a los que el Estado era parte, independientemente de que tuvieran o no aplicación en la ley interna; y que por lo tanto, la persona condenada tenía derecho a ser notificada con tiempo, acerca de cuándo el [Privy Council de Jamaica] consideraría su caso, para que así él o sus abogados pudieran preparar sus alegatos, los cuales debían ser considerados [por el Privy Council de Jamaica] antes de decidir y cuando un informe de un órgano internacional de derechos humanos estuviera disponible, el [Privy Council de Jamaica] debe considerarlo y dar una explicación en caso de no aceptar las recomendaciones del informe; que a los condenados normalmente se les daría una copia de todos los documentos disponibles para el [Privy Council de Jamaica] y no meramente una idea general de los mismos; que los defectos en el procedimiento adoptado, en relación con las peticiones de clemencia de los demandantes, resultaron en la violación de las reglas de justicia y justicia natural; y que, respectivamente, ellos habían sido privados de la protección de la ley a la cual tienen derecho […] (traducción de la Secretaría de la Corte). Cfr. Neville Lewis y otros vs. Procurador General de Jamaica. Sentencia del Comité Judicial del Privy Council de 12 de septiembre de 2000, pág. 1786. C.I.D.H. Caso Hilaire, párrafos, 185 a 186. 111 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA Como se observa, en el caso actual de Guatemala la concesión de una amnistía, el indulto o la conmutación de la sentencia, no garantiza ninguna protección procesal. Dado que no existe ley que regule la materia ni procedimiento legalmente establecido, no se dispone para los condenados ninguna participación en el Recurso de Gracia. Con ello naturalmente se violenta el derecho de audiencia que garantiza el artículo 8 de la Convención Americana de Derechos Humanos. Además, conforme a los procedimientos actuales los peticionarios no tienen derecho a formular declaraciones ante el órgano que decidirá sobre el indulto. Las disposiciones contempladas anteriormente en la Ley del Organismo Ejecutivo tampoco contemplaban esta posibilidad de exponer directamente argumentos ante el Ministerio de Gobernación o ante el Presidente, que eran los órganos encargados de resolver tales solicitudes. Por tal motivo, en caso de que se tramitara una solicitud de indulto en el marco actual, que no contempla ninguna ley que regule el Recurso de Gracia, la petición del recurso y la oportunidad de formular alegatos quedarían enteramente a discreción del Presidente, sin que exista procedimiento ni mecanismo que especifique la manera en que los reclusos pueden presentar un pedido de amnistía, indulto o conmutación de la sentencia, formular declaraciones en apoyo de su petición o recibir la comunicación de una decisión. En consecuencia, cualquier solicitud de indulto que se tramite bajo estas condiciones, llevaría a la conclusión de que el Estado constituiría una flagrante violación al artículo 4(6) de la Convención Americana a solicitar una amnistía, el indulto o la conmutación de la sentencia. 5. CONCLUSIÓN SOBRE LA SITUACIÓN ACTUAL DEL INDULTO Tal y como ya quedó establecido, se puede afirmar que el recurso de gracia en nuestro país, independientemente de la abrogación o derogación del Decreto 159, es un recurso vigente. Esta afirmación se fundamenta en tres elementos: a) Los Tratados de Derechos Humanos, tales como, la Convención Americana de los Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, forman parte íntegra del Derecho constitucional guatemalteco, tal y como lo establecen los artículos 44 y 46 de nuestra ley fundamental. b) El indulto, en el caso de pena de muerte, es un Derecho ineludible que se encuentra regulado en estos instrumentos internacionales, los cuales imponen con característica de norma imperativa, el respeto de esta garantía a todos los Estados Partes. 112 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS c) Como consecuencia, el recurso a una conmutación de la pena de muerte, tiene la calidad de un recurso legal, pertinente, admisible e inexcusable conforme al artículo 18 de la Constitución. Finalmente, con relación al procedimiento y autoridad competente es necesario que una ley garantice su viabilidad, para determinar el órgano y los aspectos procesales del recurso. Al establecerse el vacío legal, para determinar el órgano competente para su resolución, se estipula en sentido pragmático, la moratoria ejecutiva de la pena de muerte. Esto último tiene su fundamento, no sólo constitucional, sino en virtud de las obligaciones asumidas por el Estado de Guatemala en la Convención de Derechos Humanos. Así lo expresó la Comisión de Derechos Humanos en una recomendación realizada el 25 de abril de 2001: No se debe ejecutar a ninguna persona mientras esté pendiente cualquier otro procedimiento jurídico conexo en el plano internacional o nacional.171 Además la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en una recomendación de ese mismo mes señaló al Estado de Guatemala que “Considere, a la luz del requerimiento de una escrupulosa adhesión a todas las garantías del debido proceso ante esta sanción irrevocable imponer una moratoria a las ejecuciones hasta que se hagan y entren en vigencia las reformas básicas contempladas en los acuerdos de paz para corregir las serias deficiencias de la administración de justicia. En conclusión todo el procedimiento jurídico para la conmutación de la pena de muerte debe regularse a través de una ley que contemple el órgano competente para conocer el indulto, y las garantías mínimas de carácter procesal. 171 La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en su quinto informe sobre la situación de los derechos humanos en Guatemala, recomendó al Estado de Guatemala, en abril de 2001, que: a) Considere la presentación de una solicitud de opinión consultiva ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos para reconciliar las interpretaciones divergentes de los tribunales nacionales con respecto a la compatibilidad de la ampliación de la pena de muerte para aplicarla al secuestro que no conduzca a la muerte de la víctima con la Constitución y la Convención Americana. b)....c) Tome las medidas legislativas y administrativas necesarias para establecer un proceso para solicitar clemencia y hacer las declaraciones relacionadas en casos en que se haya impuesto esta pena. Así también, en julio de 2001 el Comité de Derechos Humanos recomendó al Estado de Guatemala, lo siguiente: “El Estado Parte debe limitar la aplicación de la pena de muerte a los delitos más graves, y restringir el número de delitos susceptibles de ser castigados con dicha pena de conformidad con el párrafo 6 del Pacto. Se invita al Estado Parte a que efectúe la abolición total de la pena de muerte. Asimismo estableció que: “El Estado Parte debe garantizar que toda persona condenada a muerte tenga derecho a solicitar el indulto o la conmutación de la pena, conformando la legislación con las obligaciones del Pacto y dictando las normas correspondientes para que ese derecho de petición pueda ser ejercido”. 113 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA La ley que contiene el procedimiento para solicitar el recurso de gracia, debe tener como mínimo, el siguiente contenido: a) b) c) El órgano que debe conocer del recurso; Un procedimiento que asegure que el solicitante tendrá asistencia letrada gratuita para poder hacer la petición de manera técnica y efectiva; La determinación de las fases procesales que deben seguirse para el estudio minucioso de la petición y que garanticen el derecho de audiencia del condenado, con las garantías mínimas que establecen los artículos 8 y 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. 114 CAPÍTULO V ANÁLISIS DE LOS INDULTOS TRAMITADOS Y CONCEDIDOS EN GUATEMALA 1. INDULTOS TRAMITADOS ANTES DE LA CONSTITUCIÓN DE 1986 H istóricamente el indulto en Guatemala ha sido poco favorecido, ya que, aunque siempre se ha solicitado, se ha otorgado en muy raras ocasiones. En este apartado trataremos de dar una visión, aunque genérica, de todos los indultos concedidos y de todas aquellas solicitudes presentadas y conocidas en el país. El primer indulto otorgado, según la historia post-independentista, fue concedido por el General Justo Rufino Barrios, por medio del Decreto 142 de fecha 14 de septiembre de 1875, donde se remitió la pena impuesta a favor de un grupo de personas determinadas. Asimismo, el Presidente Lázaro Chacón, por medio del Decreto número 963 de fecha 21 de diciembre de 1927, concedió un indulto total y condicional, a un determinado grupo de conciudadanos. Por último, el 4 de julio de 1948 el Presidente de la República de Guatemala, Juan José Arévalo, concedió un derecho de gracia a favor de Fabián Barrera Juárez, donde se le conmutó la pena de muerte por la inmediata inferior. La solicitud de indulto fue presentada por el Procurador de la Sala Quinta de la Corte de Apelaciones. Para conceder la conmuta, se dice que se tomó en cuenta que la casación no fue unánime, que el sujeto era delincuente primario y que poseía buenos antecedentes penales anteriores al hecho cometido.172 Asimismo, este Presidente denegó otro recurso ese año, a favor de Daniel Morales Cabrera y Felipe Díaz Ramírez. En este caso la denegación se basó en que los delitos de 172 ECHEVERRIA FALLA, M., El derecho de los condenados a muerte en Guatemala a solicitar el indulto o la conmutación de la pena, Ob. cit., pág. 17. 115 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA asesinato cometidos habían conmovido profundamente a la opinión pública, “especialmente en el seno de la sociedad de Zacapa, en donde la peligrosidad de los delincuentes ha causado inquietud y alarma; que la Honorable Corte Suprema de Justicia y el fiscal del Gobierno, se pronunciaron en contra de la gracia que se ha solicitado; que además, con respecto a Morales Cabrera, existía “la agravante de reincidencia apreciada por los tribunales, lo que le exceptúa de la gracia de indulto en todo caso”.173 Es necesario indicar, tal y como la historia demuestra, que se ha otorgado más indultos generales, con carácter de amnistía, que verdaderos indultos. Desde el año de 1949, hasta 1990, no se ha otorgado indultos, propiamente dichos, sino que sólo aquellos que revisten características exclusivas de amnistía.174 2. BREVE REFERENCIA DE LOS INDULTOS TRAMITADOS CON BASE EN LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LA REPÚBLICA DE 1985 Es generalmente admitido que con la promulgación de la Constitución Política de la República en 1985, Guatemala inició la transición hacia la democracia. Como se ha indicado la Constitución no abolió la pena de muerte como era propio de una Norma fundamental de un Estado constitucional de derecho. Sin embargo, por influjo de las tendencias abolicionistas se estableció que la pena de muerte podría ser derogada por el Congreso de la República. Desde la entrada en vigencia de la Constitución en 1986, hasta 1992 la pena de muerte estuvo vigente en Guatemala, pero ningún tribunal la aplicó. De hecho Guatemala ingresó a la categoría de país abolicionista de facto en 1993, pues llevaba ya 10 años de no aplicar la pena de muerte. Sin embargo, a partir de ese año se impuso la sentencia de pena de muerte. Posteriormente, el Congreso de la República introdujo el delito Cualificado por el resultado en la Ley de Narcoactividad, lo cual era una extensión de la pena de muerte, en contra del Pacto de San José. En 1995 se reformó el Código 173 174 ECHEVERRIA FALLA, M., El Derecho de los condenados a muerte en Guatemala a solicitar el indulto o la conmutación de la pena, Ob. cit., pág. 17 Sobre los indultos generales o amnistía, han existido históricamente los siguientes: Decretos 6 y 20 de fechas 11 de julio y 19 de octubre de 1871 por el General Miguel García Granados; el Decreto 324 de 23 de abril de 1885, por el Presidente Manuel Lisandro Barillas; Decreto 926 de septiembre de 1926 y el 934 de 22 de noviembre de 1926, del Presidente Lazaro Chacón; Decreto 41 de 8 de febrero de 1945, por parte de la Asamblea Legislativa; Decreto 496 de 12 de abril de 1948 del Congreso de la República; Decreto 742 de 29 de mayo de 1950, entre otros. Vid, MORALES SAMAYOA, C., El indulto frente a la división de poderes, Ob. cit., págs. 67 y ss. 116 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS Penal para aplicar la pena de muerte por el delito de secuestro, nuevamente en violación de las obligaciones del Estado de Guatemala. El problema de la pena de muerte resurge en ese momento, provocándose una situación de vacío normativo con relación a la legislación de indulto. La Constitución no estableció quién debía conocer del trámite del indulto, ni tampoco previó algunas otras circunstancias normativas que debían compatibilizar la legislación interna con relación a la Convención Americana sobre Derechos Humanos. A.- CASO 1 Nicolás Gutiérrez Se le condenó a pena de muerte por una masacre en Ciudad Peronia, Villa Nueva. El Cabo Gutiérrez utilizó una granada de fragmentación, habiendo asesinado a tres personas, incluyendo a un niño. La pena de muerte había sido impuesta por la Sala Cuarta de la Corte de Apelaciones, constituida en Corte Marcial, en virtud de haber sido encontrado responsable del delito de asesinato, según sentencia firme dictada el 8 de abril de 1992. El abogado Rubén Darío Ventura, en ese momento defensor de Gutiérrez, presentó una petición de indulto ante el Presidente Ramiro de León Carpio. El Presidente entonces procedió a solicitar una Opinión consultiva a la Corte de Constitucionalidad para verificar si se encontraba vigente el Recurso de Gracia. Como ya se señaló anteriormente, la Corte de Constitucionalidad dictaminó en el sentido que “no existiendo disposición en contra en la Constitución Política de la República, sino simplemente una omisión en estipular otros recursos en los casos de pena de muerte, por la aprobación y ratificación de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, ésta ha pasado a formar parte del derecho interno vigente, por lo que su aplicación es inexcusable. En consecuencia, puede afirmarse que de conformidad con la Convención citada toda persona condenada a muerte tiene expedita la vía del Recurso de Gracia para que se conmute la pena capital por la inmediata inferior en la escala de la penalidad”.175 En esa misma Opinión la Corte de Constitucionalidad opinó: “el recurso de gracia contenido en el Decreto 159 de la Asamblea Legislativa no se encontraba vigente, pero el recurso de gracia sí, por virtud de los tratados internacionales. Señaló además que “es competencia del Organismo Ejecutivo, por conducto del Ministerio de Gobernación, conocer y resolver el recurso de Gracia”, en aplicación en lo dispuesto por el artículo 19, inciso 6 de la Ley del Organismo 175 Expediente 323-93, Opinión consultiva de la Corte de Constitucionalidad dada el 22 de septiembre de 1993. 117 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA Ejecutivo (Decreto 93). Así, el Presidente de la República, Ramiro de León Carpio, en el año de 1993, le conmutó la pena de muerte, por la inmediata inferior, que entonces era prisión de treinta años, a través del Acuerdo Gubernativo número 640-93, del dos de noviembre de 1993. Para el otorgamiento de este recurso de gracia, dos factores parecen haber incidido en la concesión del indulto: En primer lugar, el hecho de que el sindicado había prestado servicio en el Ejército, por lo que había “servido a la patria”. En segundo lugar, el hecho que el cabo Nicolás Gutiérrez presentaba signos de haberse “rehabilitado”, por su conversión hacia el cristianismo. Si bien el indulto fue concedido, debe resaltarse que el otorgamiento se hizo en un procedimiento que no reunía las cualidades necesarias de derecho de audiencia y oportunidad de defensa que la Convención Americana de Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos demandan. B.- CASO 2 Roberto Girón y Pedro Castillo Fueron condenados a pena de muerte, por violación y asesinato de la niña Sonia Marisol Álvarez García. Posteriormente se presentaron todas y cada unas de las impugnaciones legales pertinentes, las cuales fueron denegadas. Es importante señalar en este caso, que el proceso penal seguido contra ellos exhibía graves violaciones al derecho de defensa, entre ellas: a) Los defensores designados por el tribunal para asesorarlos jurídicamente no se habían graduado como abogados, sino eran estudiantes de tercer año de derecho; como consecuencia de ello no contaban con el patrocinio adecuado exigido por la Convención Americana de Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (artículos 8 y 14 respectivamente). Tampoco contaban con el nivel de calidad demandado por las Salvaguardia de Naciones Unidas sobre la aplicación de la pena de muerte; b) Las pruebas que sirvieron de base para fundamentar la condena no fueron presentadas en la fase de juicio, ni hubo oportunidad de contrainterrogatorio; con ello se negó a los acusados a ejercitar su derecho a aportar prueba de descargo y hacer comparecer la prueba de cargo para su interrogatorio por parte de la defensa; c) El tipo de proceso en el que se desarrolló el juicio contra Girón y Castillo fue de carácter netamente inquisitivo. Las diligencias de investigación obtenidas durante 118 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS el sumario, sin la presencia de ninguno de los imputados, y sin que éstos contaran con abogado defensor, se convirtieron directamente en pruebas durante el juicio; d) La pobre actuación de los defensores de oficio de Girón y Castillo dejó en virtual situación de indefensión técnica a los dos condenados; e) La sentencia se decretó con base en “presunciones”, toda vez que no hubo testigos presenciales de los hechos, que hayan observado la violación o el asesinato de la víctima; f) La prueba científica en este caso –como en la mayoría de los casos penales en Guatemala– fue pobre y no concluyente, y no podía fundamentar las conclusiones condenatorias del tribunal. La solicitud de indulto en este caso fue presentada ante el señor Presidente de la República, Álvaro Arzú, el cual denegó la gracia el día 18 de julio de 1996, a través de la resolución 281-96, argumentando que no podía interferir el Organismo ejecutivo con las decisiones del Organismo judicial, y por ello, expresó: “los términos generales de la resolución son que la ley se cumpla, pues los tribunales ya decidieron y se respetará el fallo judicial”. Los defensores de oficio de Girón y Castillo presentaron un recurso de amparo contra esta resolución 281-96, donde se les denegó el indulto, alegando que la resolución denegatoria violó el debido proceso establecido en el Decreto 159 de la Asamblea Nacional Legislativa. La Corte de Constitucionalidad denegó el recurso de amparo solicitado176 basada en que “el procedimiento establecido en el Decreto 159 de la Asamblea Legislativa, no está vigente, y por lo tanto la autoridad impugnada al resolver el recurso que se le planteó en la forma que lo hizo no faltó al debido proceso como se afirmó en el amparo que se resuelve”. La Corte de Constitucionalidad reiteró que “la solicitud de conmuta de la pena es un recurso admisible contra la sentencia que impone la pena de muerte, conforme lo prevé tanto la Convención Americana sobre Derechos Humanos como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, pero éstas tampoco determinan seguir un procedimiento específico”. 176 Cfr: Expediente 1015-96. Sentencia de Amparo de la Corte de Constitucionalidad de 9 de agosto de 1996. 119 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA Es claro que esta interpretación viola el principio de legalidad, porque en materia de competencia la discrecionalidad, como bien en esa época se encontraba vigente la Ley del Organismo Ejecutivo en donde se disponía que el Ministerio de Gobernación era competente para conocer del recurso de gracia, en el artículo 19 inciso 6, se establecía que el indulto se otorgaría “en los casos previstos por la ley”. Es decir, se expresaba en la Ley del Organismo Ejecutivo la necesidad de una ley que expresamente autorizara al Presidente de la República, a conocer y resolver el indulto, y en la cual quedara claramente establecido el procedimiento para ello.177 Como se observa, la Corte de Constitucionalidad al momento de resolver el amparo afirmó que aun cuando no existía procedimiento vigente, el Presidente podía resolver el amparo. Según la Corte, el recurso de gracia se encuentra “...carente de procedimiento obligado al que debe sujetarse su tramitación, la única obligación de la autoridad administrativa peticionada es resolver y notificar lo resuelto al interponente”. Habiendo sido conocido por el Presidente de la República lo solicitado por los postulantes, en la forma en que quedó expresado en la resolución impugnada, se advierte que se cumplió con el debido proceso. Por estos motivos el amparo es improcedente y así debe declararse sin condena en costas a los interponentes, ni imponer multa a la abogada que los patrocina. La resolución de la Corte de Constitucionalidad, como se observa, ignoró el Recurso de Gracia, como un mecanismo previo que debe estar preestablecido en ley. La Corte de Constitucionalidad erróneamente supone que ante la falta de un procedimiento específico para tramitar el indulto, los tratados internacionales en materia de derechos humanos no exigían un procedimiento que garantizara el derecho de audiencia y las garantías mínimas del artículo 8 de la CADH. La Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Comisión han señalado claramente la necesidad de que el procedimiento de indulto esté contemplado en ley, como una garantía de la persona que solicita un indulto. Por lo tanto, la decisión de la Corte de Constitucionalidad constituyó en sí misma la denegación a un recurso judicial efectivo, que deriva del artículo 25 de la CADH. En el mismo sentido, se manifestó el COMITÉ DE DERECHOS HUMANOS en cuanto a la necesidad de garantías mínimas en la tramitación del indulto, lo que hace necesaria su regulación a través de una ley. El no contemplar un procedimiento legalmente preestablecido y en el cual se garantice el derecho de audiencia del solicitante es una violación a su derecho a un recurso judicial efectivo. En este sentido, es evidente 177 En el mismo sentido ECHEVERRÍA FALLA, M. Ob. cit., pág. 71. 120 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS que la Corte de Constitucionalidad basó su resolución en una interpretación errónea del artículo 6 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y violentado la necesidad del desarrollo legislativo de los derechos fundamentales. En el caso GIRÓN y CASTILLO también se produjo una violación al artículo 18 de la Constitución, que obliga a agotar los recursos previos antes de ejecutar la pena de muerte. Es evidente que el recurso de gracia no fue agotado, pues su tramitación se realizó con inobservancia del principio de legalidad, y no existió un debido proceso legal en el cual se salvaguardara el derecho de audiencia. Pero, adicionalmente, en el caso GIRÓN y CASTILLO se procedió a solicitar MEDIDAS CAUTELARES por existir flagrantes violaciones en el proceso penal, como las reseñadas anteriormente. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, con base en lo dispuesto en su Reglamento, ordenó al Estado de Guatemala que se abstuviera de ejecutar la sentencia de condena de muerte, hasta el momento en que se resolviera definitivamente el caso ante el sistema interamericano. Las medidas cautelares decretadas fueron desobedecidas directamente por el Estado de Guatemala. Dicha desobediencia constituye un quebrantamiento a sus obligaciones derivadas de la Convención Americana Sobre Derechos Humanos, en especial de atender de buena fe las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y esto desató críticas muy serias al Estado de Guatemala. Girón y Castillo fueron ejecutados en septiembre de 1996 en la Granja de Rehabilitación Canadá de Escuintla, por la vía del fusilamiento. Es necesario destacar que fueron las últimas ejecuciones por este medio, puesto que, como ya se indicó, el 30 de octubre de 1996 se promulgó el Decreto 100-96 el cual determinó la inyección letal como el procedimiento de ejecución de la pena de muerte. Este cambio fue una consecuencia directa de la violación a sus compromisos internacionales. C. CASO 3 Manuel Martínez Coronado Se le condenó a pena capital por siete asesinatos, el cual después de haber agotado todos los recursos jurisdiccionales, acudió al indulto. Este recurso se le denegó, por parte del Presidente Álvaro Arzú. Cumplió su condena el 10 de febrero de 1998 por inyección letal. Caracterizándose esta ejecución por ser la primera con este sistema. La ejecución de inyección letal sustituyó a la de fusilamiento, a través del Decreto 100-96, de fecha 30 de octubre de 1996. 121 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA El trámite del Recurso de Gracia en este caso se hizo sin observar un debido proceso legal. En efecto, durante la tramitación del indulto no existía una ley vigente que pudiera regular las fases procesales con relación al señor MARTÍNEZ CORONADO. Por lo tanto, la petición de indulto fue tramitada sin haberle asegurado al peticionario una audiencia adecuada y la oportunidad de presentar ante el Presidente los argumentos concretos y aportar las pruebas pertinentes para sustentar su petición. Por lo tanto, la ejecución del señor MARTÍNEZ CORONADO fue una privación arbitraria del derecho a la vida, ya que su solicitud de indulto se hizo sin observar las garantías mínimas del derecho de audiencia que la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado como obligatorias para resolver el recurso de gracia.178 D. CASO 4 Pedro Rax Cucul Fue condenado a pena de muerte por el asesinato de María Teresa Chub, en una aldea de Cobán, Alta Verapaz. La sentencia condenatoria fue dictada el 12 de enero de 1996, por el Tribunal de Sentencia de ese departamento. Posteriormente planteó todos los recursos legales, sin obtener resolución favorable. El proceso del señor PEDRO RAX CUCUL presentó graves deficiencias en cuanto a las garantías judiciales mínimas, principalmente, por el hecho que no se le proveyó de un traductor adecuado en todas las etapas del proceso. Ninguna de las resoluciones dictadas contra el señor RAX fue traducida al Kekchí, idioma materno del señor RAX. Pero quizá la violación más escandalosa cometida contra el señor RAX es que su abogado defensor no hablaba Kekchí, lo cual conlleva naturalmente la imposibilidad de comunicarse fluidamente para preparar la defensa. Se puede afirmar que el señor RAX no contó con una defensa adecuada en ninguno de los niveles del proceso y se le violentaron todas sus garantías judiciales, incluyendo el derecho a contar con el tiempo y los recursos para preparar la defensa, repreguntar testigos y hacer valer argumentos. La imposible comunicación entre abogado defensor y su patrocinado implicó por lo tanto la absoluta indefensión del señor RAX. Un grupo de abogados de la defensa pública trabajó para presentar el recurso de gracia, basado en dos circunstancias: la violación al derecho a ser juzgado en su propio idioma, y el hecho que el señor RAX CUCUL padecía de una enfermedad mental. De hecho, se sabía que el señor RAX CUCUL desconocía el hecho que se encontraba en el “corredor de la muerte” debido a las dificultades para comunicarse con él, y su estado mental precario. En una evaluación efectuada a instancias de la Defensa Pública se 178 Corte I.D.H. Hilaire contra Trinidad y Tobago, Ob. cit. 122 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS pudo determinar que el señor RAX padecía de paranoia delirante, una enfermedad mental que le hacía escuchar voces. El día 31 de mayo de 2000, el Presidente Alfonso Portillo concedió el indulto, a través del Decreto 236-2000. El indulto otorgado fue una conmutación de la pena capital por prisión a treinta años. La motivación presidencial expresa que este caso “reviste características muy peculiares derivadas de que no se tiene certeza de que el sistema haya operado bajo la savia nutriente del valor justicia, pues el propio sistema hace presumir que el reo, por razón de idioma y de su educación, no comprendió la situación a la que está siendo sometido y por deficiencias del propio sistema no puede afirmarse que se haya cumplido a cabalidad con el gran postulado tutelar contenido en el artículo 12 de la Constitución de la República de Guatemala”. Es importante resaltar que en este proceso hubo intervención de diversas instancias a favor del señor RAX CUCUL. Una de las personas que respaldó la solicitud de indulto fue el RELATOR DE JUSTICIA, Dato Param Cumaraswamy, quien argumentó sobre las graves deficiencias en el tema de la indefensión en que había sido colocado el señor RAX CUCUL por deficiencias del idioma. Como se puede observar, el Presidente de la República basó la concesión del indulto en este caso fundamentalmente en una grave violación a las garantías judiciales mínimas del artículo 8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Este demuestra que el Estado de Guatemala no puede aplicar la pena de muerte cuando existan graves deficiencias en sus procesos judiciales. E. CASO 5 Tomás Cerrate y Amílcar Cetino Fueron condenados a pena de muerte en septiembre de 1998, por el Tribunal Quinto de Sentencia de la ciudad capital de Guatemala, por el delito de secuestro y asesinato de Isabel Bonifasi de Botrán. En todas las instancias que acudieron los condenados, se les ratificó la pena capital. Como consecuencia los procesados interpusieron al recurso de gracia ante el Presidente de la República, Álvaro Arzú, en octubre del año de 1999. Dicho mandatario decidió dejar la resolución al Presidente sucesor, Alfonso Portillo, el cual el día 31 de mayo de 2000 (Dto. 234-2000), lo denegó, habiéndose cumplido la sentencia el día 29 de junio de ese mismo año, a través de inyección letal. La explicación de la denegación del indulto presidencial fue de que: “el organismo ejecutivo debe actuar respetando el mandato constitucional de la no subordinación entre 123 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA los otros dos organismos del Estado....en el presente caso y habiéndose cumplido con lo que para el efecto determinan la Constitución de la República y las leyes sustantivas y procesales vigentes, la actitud soberana del Presidente de la República es de respeto y la coordinación para el cumplimiento de las resoluciones emitidas con apego a la ley por los tribunales de justicia”. En este caso, sin embargo, no se observó el hecho que no existía ley vigente para tramitar el indulto, por lo que se reitera aquí que la resolución denegatoria del mismo violentó el derecho a solicitar la gracia. El Presidente carecía de facultades para denegar el indulto, y en todo caso, debió haber solicitado al Congreso de la República la emisión de la ley correspondiente antes de resolver la petición. Al no haberlo hecho, la ejecución de estas dos personas constituyó una privación arbitraria de la vida, pues no se habían agotado, conforme a las reglas del debido proceso, todos los recursos previos. Debe acotarse también que en este caso existieron gravísimas violaciones al debido proceso. El propio tribunal de sentencia tuvo por acreditado el hecho que el señor TOMÁS CERRATE HERNÁNDEZ fue torturado, lo cual hacía que no se pudiera utilizar la prueba obtenida bajo estas circunstancias. Adicionalmente, es evidente que en este caso, la sentencia fue impuesta con base en presunciones, puesto que no se pudo determinar quién de los procesados fue realmente el que ocasionó la muerte de la víctima. Tal circunstancia, con base en lo dispuesto en el artículo 18 de la Constitución imposibilitaba la aplicación de la pena de muerte. F. CASO 6 Fermín Ramírez Le fue impuesta la pena de muerte el 10 de mayo de 1997 por el Tribunal de Sentencia de Escuintla, puesto que se le encontró culpable de los delitos de violación y asesinato de la menor Yasmín Franco. Después de presentar los recursos pertinentes, con resoluciones desfavorables, acudió como última vía al recurso de gracia, planteado en octubre de 1999 al Presidente Álvaro Arzú; éste, al igual que los anteriores indultos, trasladó la obligación de resolver a su sucesor, Alfonso Portillo. El mandatario resolvió el recurso de gracia el día 31 de mayo de 2000, a través del Decreto Gubernativo 235-2000. El presente caso, todavía sigue vigente en los Tribunales de Justicia. Los motivos para resolver en forma negativa el recurso de gracia son en esencia, los mismos que los expresados en los casos de Tomás Cerrate Hernández y Amílcar Cetino. Según el Presidente se vulneraría la división de poderes del Estado. 124 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS Como se observa, en este caso el trámite del indulto fue realizado también de forma arbitraria pues no existía ley que regulara el acto del indulto. Por tal motivo, la resolución del indulto es nula ipso iure, pues fue resuelta sin existir ley que facultara al Presidente a resolverlo, y obviamente en un trámite que no reúne los requisitos exigidos por la Convención y el Pacto para este tipo de recursos. Valoración global del trámite de las resoluciones de indulto En conclusión, desde que se promulgó la Constitución Política de la República se han presentado en total 8 solicitudes de indulto. Seis de las ocho peticiones han sido declaradas SIN LUGAR, en tanto en dos ocasiones se ha concedido el indulto. Las solicitudes en donde se denegó el indulto fueron tramitadas por el Presidente de la República, sin que existiera una ley sobre la materia, lo cual no aseguraban el debido proceso de los condenados durante el Recurso de Gracia. En tal sentido las resoluciones dictadas y las ejecuciones posteriores son nulas, ya que es un requisito general de la administración pública estar sujeta al principio de legalidad; sin una reglamentación legal la resolución del indulto se convierte en un acto arbitrario y es contraria a la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el Pacto de San José. Consecuentemente, la posterior ejecución en estos casos, constituyó con toda claridad una privación arbitraria de la vida y Guatemala ha incurrido en una violación del artículo 18 de la Constitución, ya que la pena de muerte no se puede imponer sino cuando se han agotado todos los recursos. Por lo tanto, Guatemala no puede aplicar la pena de muerte, hasta en tanto y en cuanto no haya procedido a promulgar una ley que regule con claridad el trámite del indulto. 3. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES 1. Dogmáticamente el indulto es un mecanismo de extinción de la responsabilidad penal, que tiene aplicación frente a sentencias firmes y por medio del cual se puede extinguir totalmente la pena o conmutar la pena por la inmediata inferior. 2. El indulto debe ser tramitado y resuelto por una autoridad no judicial. 3. Tradicionalmente se ha otorgado al Jefe de Gobierno o del Poder Ejecutivo la competencia para tramitar y resolver el indulto. 4. El recurso de gracia tiene una triple naturaleza jurídica: 125 EL DERECHO DEL CONDENADO A LA PENA DE MUERTE A SOLICITAR EL INDULTO O LA CONMUTACIÓN DE LA PENA a) b) c) Es un derecho fundamental de toda persona condenada a pena de muerte; Es una garantía constitucional que asegura que ninguna persona sea privada arbitrariamente de su vida; Es un acto de gobierno que debe ser resuelto a través de un debido proceso. 5. Como garantía constitucional de carácter no judicial, la autoridad que conozca del indulto debe asegurarse que la condena de muerte no vulnere ninguna norma constitucional ni de tratados o convenciones de derechos humanos. 6. La pena de muerte no puede aplicarse, mientras no se haya resuelto el recurso de gracia en la forma preestablecida por una ley. 7. El derecho a solicitar el indulto, la conmutación de la pena y la amnistía se encuentra actualmente vigente en virtud de los artículos 4 de la Convención Americana Sobre Derechos Humanos y 6 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos 8. Mientras no exista un recurso que posibilite su conocimiento, el derecho a solicitar el indulto, es un derecho sin recurso, establecido por ley emitida por el Congreso de la República; 9. La ley que regule el trámite del indulto debe satisfacer los requisitos establecidos por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos en cuanto a garantizar el derecho de audiencia y las garantías judiciales mínimas de un debido proceso, establecidas en el artículo 8 de la CADH. 10. El Presidente de la República no puede tramitar ni resolver los recursos de gracia solicitando el indulto, conmutación de la pena o amnistía, en tanto y en cuanto no exista una ley. 11. El Estado de Guatemala violó el derecho a la vida del señor Manuel Martínez Coronado, Tomás Cerrate Hernández y Amílcar Cetino, al haber resuelto su petición de recurso de gracia sin existir un procedimiento previo legalmente establecido y porque el Presidente no tenía competencia para conocer de tales procedimientos. 126 ALEJANDRO RODRÍGUEZ – RONY EULALIO LÓPEZ CONTRERAS RECOMENDACIONES 1. Que el Congreso de la República dicte una ley en la cual se atribuya competencia al Presidente para tramitar y resolver dicho recurso; 2. Que dicha ley establezca como contenidos mínimos: a) b) c) d) e) 3. Un procedimiento en el cual se garantice la asistencia letrada del solicitante Los requisitos de presentación; Una audiencia personal del compareciente ante la autoridad competente para expresar los alegatos en que se fundamenta la petición; La oportunidad de ofrecer y diligenciar los elementos de prueba que sean necesarios; La obligación de resolver fundadamente la petición del indulto. El Estado de Guatemala no puede aplicar la pena de muerte mientras no se cuente con una ley de indulto y las solicitudes de los condenados a pena de muerte se hayan tramitado de conformidad con la misma. 127 Este libro fue impreso en los talleres gráficos de Serviprensa, S. A. en el mes de abril de 2004. La edición consta de 500 ejemplares en papel bond 80 gramos.