Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Públicos Índice Introducción 1. ¿Por qué necesitamos un Acuerdo General sobre Servicios Públicos (GAPS)? Papel de estos servicios en el desarrollo económico y social Funciones del sector público y privado: los argumentos y las pruebas Globalización, instituciones internacionales y servicios 2. Lo que ya existe Acuerdo General de sobre el Comercio de Servicios (AGCS) Una propuesta basada en los derechos ¿Un enfoque más práctico? 3. Argumento a favor del GAPS Conclusión 1 2 2 8 13 16 16 21 22 24 26 Este documento ha sido preparado por Brendan Martin de Public World y Robin Simpson de Consumers International (CI) con el asesoramiento de los miembros de CI. La versión actual se terminó en septiembre 2005. Si desean más información, pónganse contacto con Robin Simpson: [email protected] Traducción al español de Myriam García Bernabé. Con este documento, Consumers International intenta impulsar el concepto de un Acuerdo General sobre Servicios Públicos (GAPS). Nuestro objetivo es el de fomentar la calidad de los servicios públicos apoyándonos en los derechos firmemente, el de respaldar las responsabilidades a escala nacional y local por medio de criterios de normalización internacional. Los socios fundadores de esta iniciativa son: • Consumers International, organización que defiende y fomenta los derechos de todos los consumidores en especial de los más pobres y marginados, y sirve de enlace para 250 grupos de consumidores situados en 115 países. • Public Services International, la federación de sindicatos mundiales de trabajadores de los servicios públicos, la cual representa a más de 20 millones de trabajadores de los 600 sindicatos afiliados en 160 países. • One World Action, organización cuyo cometido es el de reforzar los valores democráticos y de facilitar servicios públicos para aquellos que no los tienen mediante organizaciones asociadas en el hemisferio sur. • Public World, una organización asesora sin ánimo de lucro y ubicada en Londres que posee 15 años de experiencia en colaboración con instituciones universales y organizaciones de la sociedad civil a la hora de presentar propuestas participativas para la reforma de los servicios públicos. Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos Introducción ¿Qué es GAPS? En el transcurso de los últimos doce meses aproximadamente, Consumers International(CI) ha participado en discusiones acerca de la necesidad de un Acuerdo General sobre Servicios Públicos (GAPS)1. El objetivo de este documento de debate es el de compartir nuestras ideas y consultar sobre cuál sería el modo de avanzar. Los servicios de redes de abastecimiento son nuestro objetivo: el agua y el saneamiento, el suministro eléctrico y telecomunicaciones. Pero un GAPS definitivo también podría incluir otros por los motivos que exponemos a continuación. Estamos trabajando junto con los primeros colaboradores, Public Services International (la federación de sindicatos mundiales que representa a los trabajadores de los servicios públicos), One World Action (una ONG centrada en facilitar servicios democráticamente gestionados a aquellas comunidades que no los tengan) y Public World (un grupo de expertos especializado en los aspectos sociales de los servicios públicos). El Anexo 1 contiene un poco más de información sobre esos colaboradores. Este borrador forma parte de ese proceso dirigido, como consulta, a las organizaciones miembro de CI y a nuestros compañeros expertos. Los colaboradores de CI se acercan a este asunto desde distintas direcciones pero todos compartimos la misma preocupación fundamental de que en un contexto mundial en el cual los servicios se internacionalizan cada vez más y son el objetivo de negociaciones sobre acuerdos de comercio en inversión, se necesita una plataforma basada en los derechos para la creación de normas y directrices. Los actuales avances en la política internacional respecto a los servicios siguen dos trayectorias, las cuales están reflejadas en nuestras preocupaciones y las de nuestros colaboradores en este proyecto. Esas trayectorias toman forma en lo siguiente: • • 1 Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que son los objetivos acordados por el Sistema de la ONU en el año 2000. Esos objetivos sitúan la provisión de los servicios públicos en el centro de la formulación de política internacional de la lucha contra la pobreza. (El Anexo 2 contiene un resumen de los ODM). Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS), introducido cuando se Septiembre 2005 formó la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 1995, el cual prevé una provisión de servicios cada vez más liberalizada pero basada en un régimen preceptivo. También ha habido varios intentos de definición de un código de prácticas de trabajo para servicios públicos específicos patrocinados por los organismos internacionales como el Banco Mundial, la Organización Internacional de Normalización (ISO), la ONU y otros proyectos “únicos”. Esto se expone en las secciones 1 y 2. Las razones para la creación de un GAPS es la de que el comercio y la inversión de servicios necesita basarse sobre una plataforma de derechos cívicos y sociales la cual exprese los fundamentos democráticos de la provisión y regulación de servicios, y subordinarse a la ella. Los mecanismos de mercado y derechos de inversión (inversión directa exterior inclusive) pueden formar parte de los procesos requeridos para fomentar el acceso dentro de un marco de regulación de la provisión de servicios, pero estos son medios para facilitar los servicios públicos más que objetivos en sí mismos. La internacionalización de la provisión de servicios presenta muchos posibles beneficios pero también muchos peligros. Los gobiernos necesitan flexibilidad de determinación de políticas y capacidad de desarrollo no solamente para optimar sus decisiones e intervenciones en el presente sino para poder tratar aquellas situaciones futuras que no se pueden predecir en el presente. Esto último incluye innovaciones tecnológicas, más obviamente en el campo de las telecomunicaciones, que en los últimos años han cambiado el óptimo papel que juegan los agentes públicos y privados enormemente. Un acuerdo internacional debería facilitar esa flexibilidad a la vez que favorece las condiciones previsibles para la participación de todas las partes interesadas. Esto significa que los temas referentes al proceso, los derechos y las obligaciones de todas las partes son fundamentales. Si esto fuese mejor hacerlo mediante un código, una declaración o algo más oficial es una cuestión sobre la que buscamos asesoramiento. Hasta ahora tras la primera consulta se ha dado un gran apoyo a favor de, sin objeciones, la idea de un GAPS fomentado como un grupo de compromisos a los cuales se suscribirían instituciones internacionales, gobiernos, proveedores de servicios y organizaciones de la sociedad civil, con acuerdos específicos formulados sobre esa premisa. Siglas en inglés General Agreement on Public Services 1 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos Según vaya progresando esta tarea, también tenemos la intención de trabajar con nuestros colaboradores y establecer una pequeña secretaría para llevar el proyecto hacia adelante y aumentar la capacidad de investigación y creación de políticas sobre una amplia variedad de asuntos que necesitan ser examinados si hemos de conseguir los objetivos del GAPS en la práctica. ¿Qué queremos decir cuando hablamos de “servicios públicos”? ¿Qué distingue a los servicios “públicos” de otros servicios?. Nuestra propuesta es que mejor que intentar distinguir entre servicios públicos y privados, sería mejor basarnos sobre una política realista ya que la mayoría de los servicios cuentan con elementos públicos y privados. Así son los tres servicios de suministro por redes de los que trata este documento. El sector privado y los mecanismos de mercado forman parte de esos tres servicios de forma distinta, y los tres son cruciales a la hora de alcanzar unos derechos mínimos. También contribuyen al bienestar general de los consumidores a través de su papel en el desarrollo económico y social, además de ser beneficiosos para los consumidores individuales. El objetivo de un GAPS es el de definir qué derechos han de estar protegidos y habilitados, y las normas que deberían estar en funcionamiento para que la autoridad gubernamental ejerza un control sobre tales servicios vitales que tienen tanto aspectos públicos como privados. Definimos la autoridad gubernamental basándonos en los derechos y en la democracia, y definimos los servicios como públicos en la medida en que están sometidos de alguna manera a tal autoridad específica, y controlados de varias formas: provisión directa, contratación de la provisión de servicios de forma privada, regulación y demás. Dentro de ese contexto, hay aspectos de servicio público en muchos de los servicios, pero su alcance y forma varían. Septiembre 2005 1. ¿Por qué necesitamos un Acuerdo General sobre Servicios Públicos (GAPS)? Introducción Creemos que un acuerdo GAPS es necesario porque además del carácter indispensable de los servicios como parte de la estructura de una sociedad moderna: • Ninguno de estos servicios alcanza todavía una cobertura general a escala mundial, y aún existen grandes desigualdades que en algunos casos aumentan en términos de acceso y calidad. • La superación de estos desafíos requiere el ocuparse del fracaso de los gobiernos y del mercado a la hora de suministrar servicios públicos de calidad de modo equitativo y sostenible. • Dentro del contexto de globalización, ocuparse de este desafío requiere un marco internacional para facilitar soluciones a escala nacional y local; en particular allí donde participan agentes internacionales (instituciones financieras internacionales, empresas multinacionales). • Los organismos internacionales se centran en facilitar mercados para estos servicios; necesitamos identificar cómo en tales contextos la actuación pública y privada podría coordinarse para alcanzar los derechos y fomentar el bienestar de los consumidores. Compromisos reconocidos internacionalmente serían un paso en esa dirección. Papel de estos servicios en el desarrollo económico y social La importancia estratégica de estos servicios para el desarrollo económico y social, junto con otros factores como el nivel de inversión que necesitan y las economías de escala y alcance que participan en la construcción y el mantenimiento de las redes, explica por qué tradicionalmente el estado era responsable de los mismos. Mientras que tales características generales son comunes a todos los servicios, estos también se diferencian de modo considerable y están cambiando de diversas maneras. Por ello, mientras que el papel estratégico es un denominador común, necesitamos examinarlos según cada sector. Una característica del papel estratégico de esos servicios es que se hacen posibles los unos a los otros jugando un papel vital consigo mismos y con otros 2 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos sectores de los servicios públicos, por ejemplo, la sanidad y la educación. Aunque los servicios de electricidad y telecomunicaciones no tienen lugar propio en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) es difícil ver cómo los objetivos de los ODM respecto a cobertura en sanidad, educación, agua y saneamiento podrán alcanzarse sin la correspondiente ampliación de cobertura del suministro eléctrico y de telecomunicaciones. Entonces la necesidad de un enfoque holístico en cuanto a la creación y provisión de servicios públicos es el tema central en el argumento a favor de un GAPS. Un acuerdo GAPS deberá percibirse como un marco para las políticas sectoriales (internacionales inclusive), nacionales y locales y esto deberá ser expresado en los términos del acuerdo. Servicios de agua y saneamiento Más de mil millones de personas no tienen acceso a suministro de agua por tubería y unos 2.400 millones no tienen acceso a instalaciones sanitarias. Estas cifras son bien conocidas pero quizás lo que no se sabe tan bien es que aunque durante los 90 descendió el porcentaje de personas sin suministro de agua, el porcentaje (no sólo el número) de personas sin saneamiento ha aumentado en África y Asia. Existe un conflicto entre el agua como recurso económico escaso y el acceso al agua como un derecho humano. El agua es indispensable para la agricultura (que representa al menos el 80 por ciento del consumo total), también para la producción industrial de varias clases (lo que incluye algunos tipos de suministro eléctrico que necesitan un caudal constante) y para la vida diaria. Las contiendas por este recurso, los costes variables de acceso (en particular el transporte del agua) y las diferentes capacidades de pago se cuentan entre los elementos que provocan ese conflicto. La aún existencia y reciente costumbre del agua como un recurso común en muchas zonas rurales es un punto especialmente delicado en relación con la intervención del estado o de los órganos de mercado a la hora de facilitar el suministro y de regular el consumo. Una reciente publicación del Banco Mundial dice lo siguiente: “Hay dos aspectos que distinguen el sector del agua de otras infraestructuras. Primero, el suministro es limitado y está delimitado geográficamente. Segundo, como el agua potable es crucial para la vida y para la salud, su disponibilidad y el que sea asequible para toda la población son de extremada importancia desde el punto de vista del bienestar (y político).” Ligado al el desafío del suministro del agua tenemos el de saneamiento: la eliminación y el tratamiento de Septiembre 2005 aguas residuales. Aunque la relación entre el acceso al suministro de agua y la supervivencia es inmediata y directa; la falta de acceso a servicios sanitarios, cuando es muy humillante, insalubre y desagradable, no es directamente mortal. Es por ello que el saneamiento no ha adquirido la misma categoría política que ha alcanzado el agua. Sin embargo, convencionalmente se considera más como un bien público en términos económicos porque la gente no tiene otra elección que la de exteriorizar el problema. El porcentaje de personas sin acceso a saneamiento es más alto en zonas rurales donde solamente un 20 por ciento tiene acceso, en comparación con un 60 por ciento en zonas urbanas. Pero los efectos pueden ser peores en zonas urbanas. A consecuencia de ello, una enfermedad que tan sólo necesita suministro de agua y saneamiento fiables para su erradicación como es la diarrea mata a más de dos millones de niños al año. Estos aspectos complican las tareas asociadas con la provisión de servicios desde un punto de vista de la financiación sostenible ya que afectan a las opciones de recuperación de costes. Estos son argumentos a favor de la asociación del suministro de agua con los servicios de saneamiento, y del pago por parte de los usuarios. Argumentos que se ven reforzados por la necesidad de elevar la situación de los servicios de saneamiento a primera fila. A pesar de la polémica de los últimos años respecto a la privatización de los servicios de suministro de agua, la propiedad y la gestión pública se ha quedado con el 90 por ciento de los servicios públicos mundiales, aunque ha estado complementado con distribución no oficial. La falta de un buen mantenimiento y de eficacia económica continúa minando el rendimiento, con una estimación de entre un 30 y un 60 por ciento de fugas. El rendimiento en lo relativo a la salubridad es incluso peor. Los servicios de agua y saneamiento suministrados por medio de redes fijas son los menos competitivos entre los sectores debido a su natural inflexibilidad y gran densidad de capital que requiere. Pero no deberíamos presuponer que no hay cabida para la libre competnecia en este sector porque las autoridades públicas alcanzan acuerdos con empresas privadas mediante licitación como contratos de concesión y contratos de gestión. En algunos países como Francia esto ha funcionado de forma estable durante generaciones y este modelo mundialmente se ha explotado mundialmente (al contrario del modelo británico de traspaso de activos que es menos competitivo y que raramente encontramos en otros lugares). 3 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos No obstante, la aplicación del modelo de “gestión delegada” mediante contratos de concesión a largo plazo en ciudades de países en desarrollo demuestra ser en la práctica muy polémico. Esta experiencia ha hecho que las principales empresas de suministro hídrico se retiren, y ha vuelto a centrar la atención sobre el tema de cómo mejorar el rendimiento de los servicios públicos ya existentes y de cómo facilitar la participación de las empresas privadas locales cada cual desempeñando funciones concretas. Uno de los temas que se pueden tratar en el GAPS sería el de cómo hacer que las instalaciones públicas respondiesen mejor a los consumidores (y a aquellos que no tienen servicio alguno), y el de cómo la competencia se puede asociar con responsabilidades democráticas para que se diesen ciertas prestaciones en tales circunstancias. Otro asunto de tipo social que surge en el sector de los servicios de agua y saneamiento es el de las subvenciones. Existe una rica y sofisticada documentación a este respecto, la cual examina los “errores de inclusión” (subvenciones que van a los que no son pobres) y “errores de exclusión” (subvenciones que no llegan a los pobres). Una ayuda generalizada conduciría a este tipo de errores: si una misma conexión suministra a varias viviendas (como a menudo ocurre en los lugares más pobres), entonces una ración normal de agua gratis podría ser poco. Sin embargo, si cada vivienda tuviese suministro propio, una ración por vivienda sería demasiado. Esto último supone un problema social mucho más grave que lo primero ya que los beneficios de aquellos que se lo pueden permitir es un elemento crucial de la financiación de las conexiones para aquellos que no la tienen. Como respuesta a estos problemas algunos países como Chile han intentado establecer ayudas individuales basadas en alguna forma de comprobación de los ingresos o “recursos económicos”. El problema en la práctica es el de unos mecanismos administrativos de extremada labor intensiva: ¿cómo definir exactamente lo que son los ingresos disponibles, especialmente cuando hay sectores de trabajo sumergidos?. Además, el carácter entrometido de las averiguaciones necesarias probablemente resultaría inaceptable para muchos consumidores, quienes podrían optar por no solicitar tales ayudas sociales a consecuencia de ello.Ya hemos comprobado este tipo de ausencia de participación en contextos tan dispares como la anterior Unión Soviética y en el Reino Unido al igual que en países en desarrollo. Este es uno de los elementos probables allí donde la gente no está segura de su condición jurídica como residentes, o en algunos casos como inmigrantes, en países que tienen migración como gran parte de la UE o Sudáfrica, y en asentamientos ilegales en las Septiembre 2005 ciudades florecientes del mundo en desarrollo que atraen migración interna. En vista de las dificultades de la subvención del consumo lo que se reivindica cada vez más es que los subsidios se concentren sobre aquellos que no tienen suministro alguno ya que son, por definición, los más pobres y así garantizar que el subsidio se ajuste a la necesidad social de la mejor forma posible. La práctica nos recomienda que ésta es la manera más sencilla de eliminar los errores de inclusión y exclusión. Tales subvenciones para la conexión se podrían “vender” al público como parte de un impulso nacional para conectar a poblaciones enteras tal y como ha sucedido en el sector del agua sudafricano. Incluso subvenciones de las tarifas al inicio para que los consumidores se acostumbrasen a este nuevo elemento del presupuesto doméstico, en particular para los servicios de saneamiento. Pero tal ayuda generalizada funciona mejor si se disminuye con el tiempo para aquellos consumidores ya abonados para que así el dinero se pueda “reinvertir” de forma que se utilice con el siguiente grupo de consumidores aún no conectados. Un ejemplo aquí sería Gabón, donde al ir mejorando las condiciones de vida gracias a la conexión a servicios de suministro y se han ido reduciendo las subvenciones al consumo. Tales cuestiones transcienden el debate públicoprivado ya consolidado. Ahora hace falta reconocer la necesidad de unos principios que se apliquen a los servicios de agua y saneamiento independientemente de la estructura de propiedad. CI ha intentado esbozar un conjunto de principios de orientación con su Declaración de Principios que se adjunta en el Anexo 3. Agradeceríamos asesoramiento a la hora de integrar esos principios como cimentación de los acuerdos sectoriales. Servicios de suministro eléctrico El acceso a la electricidad no tiene el mismo efecto inmediato sobre la supervivencia, o la relación visceral con el concepto de propiedad común como tiene el agua que hace que el acceso a ésta sea un tema de tanta magnitud política. Aun así, el argumento de que el acceso a la electricidad debería ser un derecho fundamental es más intenso que nunca a la vista de lo indispensable que es el uso de la electricidad para la vida económica y social moderna. La función que desempeña proporcionando otros servicios públicos como la educación y la sanidad puede ser clave a la hora de facilitar o dificultar la eficacia y la calidad de los servicios. En 2002 el Secretario General de la ONU Kofi Annan dijo: “La energía es indispensable para el desarrollo. Sin embargo, dos mil millones de personas viven sin 4 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos Septiembre 2005 ella en la actualidad condenados a seguir sumidos en la pobreza. Necesitamos que el abastecimiento de energía limpia sea accesible y asequible. Hay que incrementar el uso de las fuentes de energía renovables y mejorar el rendimiento energético.” posibilidades que hay en África para la producción hidroeléctrica y fotovoltaica (como las placas solares), dos tercios de los habitantes de este continente utilizan la madera como combustible y ninguna otra fuente de energía. El suministro eléctrico consta de tres fases: producción, transmisión y distribución-suministro. Los servicios públicos estatales han sido los que tradicionalmente ejecutaban las tres fases. Teniendo en cuentas las tres últimas, en la jerga del sector, la distribución es la transmisión física mediante cables de bajo voltaje a los consumidores al final de la cadena mientras que el suministro es el aspecto comercial, se compra a los productores para vender a los consumidores individuales. Parte de la documentación considera en la actualidad que la venta al público es la cuarta fase de la cadena de suministro eléctrico en general. Sin embargo, el mercado ha ido cambiando. Mientras que la transmisión y la distribución son monopolios naturales, la producción y el suministro son más competitivos. Además, las reformas también han fomentado la competencia en el mercado de la distribución y el suministro junto con un acceso regulado a las instalaciones de transmisión. La cuestión que presentan tales niveles actuales de consumo tan bajos es la siguiente: ¿tiene sentido para los países pobres el establecer grandes redes oficiales centralizadas?, ¿existen sistemas a menor escala que puedan ser más flexibles y que respondan más rápidamente?. La utilización de la madera como combustible no siempre es una solución sostenible, y puede producir serios daños medioambientales. A pesar de las grandes posibilidades para la creación de energía local a pequeña escala, se siguen necesitando redes a gran escala porque aquéllas fuentes no son suficientes para satisfacer la demanda energética rural y urbana. Así pues necesitamos una solución mixta, lo cual sugiere una mezcla de planes internacionales y nacionales combinados con soluciones desarrolladas a escala local, con un equilibrio entre la función del gobierno y la del mercado en ambos niveles. Algunos avances tecnológicos del suministro eléctrico han creado posibilidades que se prestan a nuevas formas de organización de los servicios. En especial, la aparición de tecnologías que permiten una producción más favorable al medio ambiente a pequeña escala y a escala local, y que reduce la dependencia de redes a gran escala y fomenta una relación más directa entre productores y consumidores. E l uso creciente de fuentes renovables está muy relacionado no solamente con ventajas medioambientales sino con una mejora del acceso para las familias pobres del entorno rural. Ya que facilitar el acceso a la energía solar y eólica producidas en la zona podría convertirse en un camino más efectivo para la electrificación del entorno rural que la conexión a las redes de suministro nacional, las cuales han excluido a los dos mil millones de personas a las que se refería el Secretario General Annan. En el África Subsahariana un 38% de la población urbana tiene acceso a la electricidad pero solamente un 8% de la población rural goza de ello. En este sector eléctrico, África solamente alcanza un 3% del consumo mundial y un 50% de la media mundial per cápita en consumo moderno de energía. La electricidad es solamente un 8% de todo el consumo de energía por tipos en África (solamente un 3% en el AS después de Sudáfrica); con un 22,6% de la población subsahariana que tiene acceso a la electricidad en comparación con un 41% en Asia. A la inversa cuenta con la más alta proporción de biomasa en términos del total del consumo energético (59% del total de toda la energía que se consume). Por ejemplo, a pesar de las muchas La ortodoxia de las reformas actuales ha sido la de “desagregar” mediante la ruptura de los servicios públicos integrados, ruptura a menudo acompañada por intervención privada y competencia en el sector de producción y venta al público. (La actividad relacionada con la venta al público se ha separado de otros aspectos del servicio de distribución para facilitar la liberalización y privatización). Hay costes asociados a la liberalización y privatización como las pérdidas de coordinación y de economías de escala. Los altos costes de operación que acarrea el régimen de desagregación de los servicios han agravado esos efectos. Esto proviene del intento de tratar la electricidad como cualquier otro producto mientras que de hecho tiene características muy peculiares y significativas. La electricidad no se puede almacenar y por ello la producción y el consumo son procesos más o menos simultáneos. La oferta y la demanda deben estar igualadas en todo momento para que el sistema no se desmorone. Esas características peculiares de la electricidad han hecho que el mercado sea vulnerable a los juegos de los proveedores monopolísticos o conniventes. Además, el impedimento político y social a la hora de exponer a los consumidores a grandes subidas y fluctuaciones de precios junto con los costes irrecuperables ligados a las inversiones en nuevas industrias, ha impedido el significativo traslado del riesgo al sector privado en los mercados más pobres. Hasta qué punto los gastos de desagregación y liberalización han sido compensados por los beneficios 5 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos es una cuestión polémica que examinaremos más adelante. Pero incluso sin esos escollos, al igual que en otros sectores de servicios públicos hay problemas complejos en relación con las tarifas. Las subvenciones cruzadas pueden debilitar la competencia, y las subvenciones con un objetivo específico a menudo no alcanzan esas metas como hemos visto en el caso de los servicios de agua y saneamiento. Pero a veces las tarifas de mercado también son injustas, por ejemplo el pago por adelantado suele resultar más caro que el pago tras el consumo, pagos de domiciliación bancaria directos son más económicos que el pago en efectivo. Incluso cuando las tarifas de mercado son razonables como objetivo final (por ejemplo el desviar las subvenciones a los que no están conectados) se encuentran con desafíos de transición y tiempo. En países en desarrollo existe el dilema de los precios de las tarifas y de cómo hacer que se cumplan los pagos. En algunos países, como la India, mucha gente “roba” la electricidad directamente de los cables de suministro. Desde el punto de vista político a menudo no es posible obligar a estas personas a que paguen. Lo mismo ocurre de forma más controlada en otros países donde los pequeños consumidores pagan tarifas subvencionadas. El problema reside en que las empresas de suministro energético no pueden amortizar los gastos a largo plazo, y a consecuencia de ello no pueden satisfacer el crecimiento de la demanda, lo que deriva en una mala calidad del servicio lo cual, a su vez, resulta ser un mayor obstáculo para el desarrollo económico. La preocupación por el medio ambiente es una complicación añadida a las asociadas con las tarifas y subvenciones del suministro eléctrico ya que las señales del mercado pueden ser herramientas importantes a la hora de fomentar u obstaculizar el uso de un combustible en particular y el rendimiento energético. El crecimiento económico acelerado, como el que en la actualidad se observa en China y la India, está asociado con un mayor consumo de energía. (Por supuesto que hay una directa correlación entre el PIB y el consumo energético). Esto a su vez se asocia con un mayor daño medioambiental porque hace que esos países dependan de los combustibles fósiles. Por ello hay un gran conflicto entre la lucha contra la pobreza y la protección del medioambiente. Y las repercusiones de las tendencias actuales significan que la estabilidad del clima será imposible a menos que la actividad económica en aumento se desconecte del uso de combustibles fósiles. Se supone que los protocolos de Kioto han de resolver esos problemas pero la negativa a cumplir con ellos, liderada por los Estados Unidos, no presagia nada Septiembre 2005 bueno. Los países en vías de industrialización no entienden la razón por la cual se les ha de privar de las condiciones para el crecimiento económico. Condiciones de las cuales los competidores más ricos ya se han beneficiado mientras estos mismos no están preparados a ceder el terreno. La presión política ha provocado una mejora constante del aprovechamiento energético en países desarrollados con un mayor uso de fuentes de energía renovables, pero en la mayoría de los países esta tendencia no es ni siquiera suficiente para alcanzar los objetivos de Kioto. Todas estas consideraciones apuntan hacia la necesidad de volver a enmarcar el debate innecesariamente dividido relacionado con el futuro del suministro eléctrico. Ni el estado ni el mercado ni los servicios públicos a gran escala ni la producción a pequeña escala, ni las iniciativas internacionales o locales pueden facilitar todas las respuestas. Las soluciones eficaces, equitativas y sostenibles provendrán de la manera en que ésas se combinen para ajustarse a específicos entornos. La sección final de nuestro documento intenta conjugar una serie de principios que nos ayuden a movernos en esa dirección. Servicios de telecomunicaciones La mayor revolución tecnológica entre estos tres servicios ha sido en telecomunicaciones y el impacto que ha tenido sobre las características del monopolio natural y sobre el acceso a este servicio, ha sido dramático pero desigual. Los avances en microelectrónica, optoelectrónica (vg. fibra óptica) y comunicaciones vía satélite han transformado este sector y ha desembocado en la convergencia de las tecnologías de la información, lo cual ha producido una enorme reducción de costes y un abanico de posibilidades de servicios casi inimaginables hace unas décadas. Esto significa que estamos examinando la importancia económica y social de las telecomunicaciones hoy en día, no solamente los servicios de voz sino los de transmisión de datos, en particular el acceso a Internet. En efecto, el acceso a Internet y el acceso a servicios de telefonía vocal deberán considerarse como un factor dentro del concepto moderno de “servicio universal” de telecomunicaciones. También deberá examinarse hasta qué punto el “derecho de comunicación” ha sido establecido. La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) ha fomentado el uso del término “acceso universal” y el de “servicio universal”. El primero se refiere a la disponibilidad de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC), y el segundo concepto, más convencional, se refiere al acceso desde los hogares. 6 Septiembre 2005 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos A pesar de que las telecomunicaciones no figuran directamente en los ODM, no hay lugar a duda sobre las posibles ventajas, directas e indirectas, para los más pobres. Por ejemplo: el Departamento Británico para el Desarrollo Internacional UK Department for International Development (DfID) y la UIT han identificado varias formas en las cuales las TIC pueden desempeñar papeles claves para cumplir con los ODM. Por ejemplo, en el sector de la sanidad pública la disponibilidad y calidad de las TIC puede contribuir a la formación profesional, la prevención de enfermedades, al diagnóstico, tratamiento y seguimiento, todo el abanico de los servicios de salud pública. No deberíamos considerar entonces los servicios de telecomunicación como un artículo casi de lujo sino como parte de una serie de herramientas contra la pobreza. El ejemplo de las telecomunicaciones refleja el principio general que las organizaciones internacionales de consumidores expresan cada vez más. Lo cual quiere decir que cuanto mayor sea el nivel de monopolio natural, más necesaria será la regulación pública a la hora de proteger al consumidor. Conforme las telecomunicaciones formen cada vez menos parte de los monopolios naturales, así irá disminuyendo la necesidad de una normativa detallada. Sin embargo, está claro que la libre competencia regulada no es suficiente ya que se ve como el mercado fracasa constantemente en proveer a los más pobres. El bucle local de la red fija sigue siendo un monopolio natural de alto coste, a pesar de que las obstrucciones a ese nivel se han reducido en parte por el crecimiento de la telefonía móvil. Esto ha creado nuevas oportunidades para que los países en desarrollo salten el obstáculo de la gran inversión que suponen las redes fijas y se centren en la comunicación móvil. Esto se debe a que el coste marginal de añadir un nuevo abonado a la red de telefonía móvil es muy bajo en comparación con una red de telefonía fija para la que cada nueva conexión supone una nueva instalación dedicada. Esto ha resultado en más usuarios de teléfonos móviles que de líneas fijas en todo el mundo y este es el caso del África Subsahariana y del sureste asiático. A pesar de que la opción de telefonía móvil podría cerrar la brecha en el sector de los servicios de voz, no constituye una solución viable para lo que las Naciones Unidas ha denominado como “brecha digital”. (Pero los nuevos avances en acceso móvil a Internet podrían entrar a formar parte del juego). La brecha digital crece debido a las desigualdades de acceso a las novedades tecnológicas; en particular a la amplitud de banda y acceso a las tecnologías de amplitud de banda (líneas de abonado digital o conectividad de módem por cable). Cuadro 1: Teledensidad y la “brecha digital” Países desarrollados Países en desarrollo Todos los países Conexión de línea fija Abonados de telefonía móvil Usuarios de Internet 1992 39 2003 55 1992 1,8 2003 69,7 1992 0, 2003 46,3 2,9 11,9 0,1 14,3 0,02 5,3 10,6 18,4 0,4 22,7 0,3 11,5 Datos por cada 100 personas Fuente: UIT Las cifras básicas de teledensidad reflejan el crecimiento rápido pero no nos cuentan toda la historia acerca de la constante desigualdad en términos de acceso a los servicios de telecomunicaciones. Entre 49 países menos desarrollados, las cifras de uso del teléfono se triplicaron entre 1960 y 1995; cinco años más tarde habían aumentado seis veces más. Esto aún supone que más de mil millones de personas no tienen acceso a servicios de telefonía básicos, con 800.000 pueblos sin conexión alguna. (El número de usuarios es menor que el número de aquellos que tienen acceso, y la UIT calcula que una mayoría de la población mundial no ha utilizado nunca el teléfono, y mucho menos Internet). Además, la UIT dice lo siguiente: “Aunque hay una brecha en cuanto acceso básico a las TIC, la brecha en calidad es aún mayor. Esto afecta a la experiencia de los usuarios con las TIC. Si la calidad es mala, esto desanima a la gente a utilizar las TIC. La 7 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos Septiembre 2005 amplitud de banda es uno de los aspectos de esta brecha.” Funciones del sector público y privado: los argumentos y las pruebas En 1998 la ONU acuñó el término de “brecha digital” para referirse a las desigualdades de acceso a Internet según circunstancias personales: urbano/rural, hombre/mujer, rico/pobre, con estudios superiores/sin estudios, y joven/mayor. Aunque las cifras nos muestran que tanto las líneas fijas como la teledensidad de telefonía móvil aumentaron a pasos más acelerados en los países en desarrollo (según los porcentajes, y teniendo en cuenta que los países menos desarrollados partieron de una base de usuarios más baja), el uso de Internet aumentó más rápidamente en los países desarrollados. Introducción La brecha también se manifiesta en la infraestructura de amplitud de banda. Por ejemplo, los 400.000 habitantes de Luxemburgo tienen más amplitud de banda que los 760 millones que viven en África. Las cifras intracontinentales en África muestran que las desigualdades son aún mayores ya que casi la mitad de ese total se encuentra ubicado en Sudáfrica, y solamente un 20% en el resto del África Subsahariana. La UIT dice que “en muchos casos los abonados individuales a Internet en los países desarrollados disfrutan de más amplitud de banda en sus casas u oficinas que el total de amplitud internacional disponible para ciertos países. Obviamente, la falta de infraestructura en los países más pobres disminuye el acceso aún más, y no digamos nada de la disponibilidad de hardware como ordenadores personales.” Así incluso en el sector de las telecomunicaciones, a pesar de las grandes ventajas que facilitan la liberalización y la privatización que se han visto en los servicios de suministro hídrico y eléctrico, las soluciones de mercado son inadecuadas. También se necesitan intervenciones gubernamentales de varias clases y desde una escala internacional a una escala local si se han de cerrar las brechas de acceso y calidad. Ya existen muchos ejemplos de iniciativas de servicio universal gestionadas por gobiernos con fondos mundiales especialmente dedicados a ello, con dinero que proviene de las dotaciones del gobierno (como es el caso de Chile) o de los impuestos sobre los beneficios de los operadores (como es el caso de la India), o de los operadores ya establecidos como un “precio” a pagar por su cuota de mercado dominante (como es el caso en el Reino Unido). La creación de todos estos programas ha requerido intervención gubernamental. Durante gran parte del siglo XX, en países ricos y pobres y obviamente en aquellos con economías centralizadas, la creación de la infraestructura de servicios era mayormente responsabilidad del gobierno. En la mayoría de los casos esto se hacía a través de propiedad pública de los servicios públicos integrados, aunque en casos excepcionales como los sistemas estadounidenses de electricidad y telecomunicaciones el papel del gobierno era principalmente regulador. La propiedad pública y la gestión pública, o al menos una firme dirección reguladora, se consideraba como la única manera de evitar los problemas asociados con la explotación de esos sectores clave y estratégicos por parte de los monopolios privados. Además, la escala de inversión necesaria era mayor que la capacidad de capital privado en la mayoría de los mercados. Aunque muchos países avanzaron mucho, otros carecían de la capacidad para hacerlo o para gestionar los servicios de forma eficaz, efectiva y sostenible. Los bajos niveles de financiación pública a consecuencia de un crecimiento económico inadecuado, la deuda exterior y otros factores fueron y todavía forman parte de este problema. Esto conduce a una subinversión crónica. También era el caso, y lo es aún, de la existencia de mucha rivalidad a la hora de solicitar la escasa financiación pública. Estos problemas se han visto acrecentados por las crecientes presiones económicas a escala mundial, las cuales también han debilitado la capacidad de los países más ricos a la hora de mantener el nivel de inversión necesaria. Las condiciones de los planes de ajuste estructural impuestos en los países en desarrollo en los 80 y los 90 continuaron minando la capacidad de inversión pública y de puesta en funcionamiento de los servicios públicos. El conflicto entre eficacia económica y acceso equitativo también debilitó la posibilidad de recaudar el dinero necesario mediante tarifas de usuario. El resultado fue que las tarifas se fijaban por debajo del coste, y a menudo la hacienda pública se hacía cargo del déficit. Al menos, donde los servicios eran completos todos salían beneficiados. Pero donde las redes no lo eran, ni lo son, resultaba en la perversidad de que los más ricos recibían subvenciones mientras que los pobres no recibían nada y, aún peor, pagaban más por servicios alternativos y no oficiales. Tal fracaso de los servicios públicos contribuyó a la tendencia de liberalización y reforma de la regulación 8 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos que surgió a partir de los años 80. Las instituciones internacionales estimularon la expansión de esas políticas entre los países en desarrollo utilizando la palanca proporcionada por la crisis de la deuda y la crisis fiscal. Animados hasta cierto punto por los cambios tecnológicos y de estructura económica, los creadores de políticas se concentraron en los fallos gubernamentales más que en el fracaso del mercado. Y así fomentaron maneras en las cuales la competitividad podría introducirse en el mercado incluso allí donde las peculiaridades de los monopolios naturales restringían la libre competencia de mercado. Por ello la inversión de donantes se ha desplazado hacia la participación del sector privado. ¿Ha mejorado esto la situación?. Las pruebas no son concluyentes y varían mucho entre sectores. Por ejemplo, el seminario de la OCDE de febrero del 2005 sobre servicios concluyó con opiniones optimistas respecto al sector de las telecomunicaciones, optimistas y pesimistas respecto al sector eléctrico, y una mezcla de ambigüedad y pesimismo respecto a los sectores del agua y de saneamiento. La práctica nos dice que mejor que buscar una solución necesitamos examinar las causas del éxito y el fracaso de la gestión pública y privada para identificar los requisitos de cada situación. Mientras que la participación del sector privado atrajo inversión de organismos de crédito y donantes durante años, inversión que no hubo en el sector público, los fracasos del sector público se autocumplieron. Según la experiencia más reciente, los defectos y limitaciones de las soluciones de mercado y del sector privado han sido reconocidas incluso por el Banco Mundial, cuya vicepresidenta Cathy Sierra admitió en la Semana del Agua 2005, por ejemplo, que se habían reivindicado de forma dogmática. En la actualidad, el Banco Mundial está preparando una serie de programas de reforma del sector público independientemente de la privatización de los cuales quizás surja una solución más equilibrada. Funciones del sector público y privado respecto a los servicios hídricos Los altos costes del agua para los desconectados en comparación con el suministro de agua por tubería ofrecen la más gráfica ilustración de este fenómeno referido anteriormente de cómo los más pobres tienen una doble desventaja que emana de las subvenciones a los más ricos, lo cual desvía los recursos que se necesitan para facilitar a aquellos el acceso. Por ejemplo, nuestro miembro en Kenia, Consumers Information Network2, calcula que en Nairobi del Este el 2 Red de información para los consumidores. Septiembre 2005 precio de un litro del agua potable es 10 veces más caro comprando a los distribuidores directamente que para aquellos consumidores que están conectados a una red de suministro. Las proporciones son similares en otros países, incluso más altas, con un diferencial de 100 en casos extremos como es el caso del Caribe. Esta pauta se intensifica allí donde los precios de red están por debajo del coste. Una imposición más y desventaja por partida triple para los más pobres cuando el precio de la conexión aumenta para recuperar la pérdida de beneficios debido a la provisión de servicios por debajo del coste, lo cual significa que solamente aquellos que se pueden permitir pagar la conexión pueden acceder a este servicio. Este síndrome de “los pobres pagan más” es una trampa para los asentamientos no oficiales de renta mínima-gastos elevados, lo que hace que el éxito de cualquier tipo de propiedad resulte extremadamente difícil. Pero si el fracaso de la provisión del sector público ha fallado a los más pobres, la privatización tampoco ha tenido mayor éxito. Los fracasos de la privatización ya han sido documentados y discutidos en años recientes por lo cual no entraremos aquí en ese tema. En todo caso, la definición de éxito y fracaso no se puede aplicar de acuerdo a un solo criterio. Por ejemplo, la participación privada se ha relacionado con subidas de precios pero también con una ampliación del acceso. En contraste, algunos contratos como los de Manila y Buenos Aires sufrieron una bajada de precios y un derrumbe radical de la negociación de los contratos. Una reconciliación del conflicto entre ampliación del servicio a los más pobres, recuperación de los costes y generación de beneficios (que es una de las prioridades del sector privado) ha demostrado ser totalmente imposible. Por ejemplo, contratos en Buenos Aires, La Paz/El Alto (Bolivia), Tucuman (Argentina), Manila, Dar es Salaam han sido cancelados antes de llegar a término, aunque se rumorea que otros contratos se traspasarían si las empresas encontrasen compradores dispuestos a ello. Quizás el comentario más grave acerca de la viabilidad de los contratos de índole privada dentro del sector del agua y del saneamiento sea el hecho de que un 45% en la actualidad están en una situación de dificultad mundialmente, y que un 74% de los contratos en Iberoamérica se renegociaron entre 1985 y el año 2000. Allí donde se han realizado mejoras, la cuestión crucial es por lo tanto si dado el mismo nivel de inversión, el sector público pudiese haberlo hecho igual o mejor. Existen casos de reforma en el sector público donde ha habido éxito como en Puerto Alegre en Brasil y Debrecen en Hungría. Asimismo existen servicios del sector privado que han tenido éxito (a la hora de 9 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos mejorar el acceso) como Casablanca en Marruecos y Costa de Marfil. El sector chileno del agua ha visto unas marcadas mejoras en el acceso a través de ambos sectores. Pero hay muchos ejemplos de fracaso público y privado, aquellos factores que han conducido al éxito deberían registrarse y reproducirse. Funciones del sector público y privado respecto a los servicios de suministro eléctrico Está claro que los antecedentes de privatización del suministro hídrico no indica que esto sea la solución para subsanar los fracasos de la provisión del sector público, y lo mismo se podría decir sobre el suministro eléctrico. Esta última cuestión no se ha debatido tanto como ha sido en el caso del agua por lo cual procedemos ahora a hablar de ello de forma más detenida. Según se adquiere más experiencia, parece que hay más pruebas que demuestran que el argumento a favor de la liberalización se ha exagerado. Incluso en los países occidentales aún se está decidiendo si la liberalización constituirá una mejora a largo plazo. En los países en desarrollo esos beneficios son aún más inciertos por las tres razones siguientes: • • • El mercado eléctrico necesita tener cierta escala para florecer. Nuestro experto holandés estima que la escala deberá ser de la misma magnitud que la del mercado eléctrico holandés. El motivo es que en la producción de energía ya existen fuerte economías de gran escala, y en los mercados más pequeños no hay cabida suficiente para que las empresas energéticas de gran escala creen un mercado competitivo. Una segunda condición para la libre competencia es una robusta red de distribución, para que todos los productores de energía puedan llegar a todos los consumidores (a excepción de lo anteriormente hablado donde los productores de pequeña escala suministran a los consumidores directamente). Si no fuese así, se crearían monopolios locales de producción y esto no es fácil de gestionar, en particular en países de baja densidad de población donde esa condición no se suele cumplir. Un tercer requisito es la presencia de la autoridad competente e independiente y-o un regulador de la electricidad igualmente capacitada (esto dependería de cómo estuviesen definidas las competencias de esos organismos). Si no se cumpliesen esos requisitos, entonces las ventajas de la liberalización serían un tanto escurridizas y la innovación respecto a la regularización de los monopolios podría resultar una ruta más beneficiosa de cara al desarrollo. Por ejemplo, Septiembre 2005 si el suministro eléctrico fuese un monopolio del gobierno éste podría transformar la empresa energética en una entidad semi independiente al convertirla en una sociedad mercantil cuyas acciones quedarían en manos del gobierno, como ha sido el caso en los Países Bajos hasta hace poco, y como se hacía en las economías de transición de Europa central y Europa del este. Después se podría aplicar una normativa de limitación de precios a la empresa para que ésta fuese más competente. Aunque hubiese argumentos a favor de la liberalización del suministro eléctrico al por mayor, eso no quiere decir que también debería aplicarse a la venta al público. En la actualidad la ortodoxia es que la elección del consumidor es la clave de la eficacia, pero dentro del mercado existen considerables distorsiones, como la falta de información y también la falta de interés por parte de los consumidores sin las cuales no se pueden hacer juicios de evaluación informados. Además y en especial en los mercados más pequeños, la competencia en la venta al público podría debilitar el desarrollo de objetivos a largo plazo. Las empresas de venta directa competitiva se enfrentan a un riesgo importante ya que los consumidores pueden cambiar de proveedor en cualquier momento. Así pues, es difícil para las empresas el celebrar contratos de suministro energético a largo plazo con los productores de energía. Incluso en Europa muy pocos contratos duran más de dos años. Sin la posibilidad de contratos a largo plazo, invertir en la capacidad de producción es extremadamente arriesgado. Una alternativa sería la competencia al por mayor, empresas de producción competitiva venderían a empresas de venta directa-distribución integral (reguladas por la limitación de precios, por ejemplo). Esta estructura es mucho más sencilla y permite a las empresas integrales garantizar su futura demanda de producción ya que podrían predecir la demanda mucho mejor que las empresas de venta directa competitiva. Cuanto más transparente la estructura más fácil sería la supervisión del cumplimiento de la normativa. Pero una de las desventajas de la competencia en masa es que los monopolios de venta directa-distribución pueden ser menos flexibles y cooperativos a la hora de la distribución de la producción (producción local a pequeña escala proveniente de fuentes eólicas, solares o pequeñas cantidades de biomasa, gas residual o unidades de gas natural); para esto se necesitan valoraciones a escala local y acuerdos. En muchos de los casos la privatización y la liberalización han creado un control del suministro eléctrico en los países en desarrollo de la mano de empresas transnacionales cuya sede se encuentra en 10 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos los países desarrollados. De hecho, han sido empresas francesas y alemanas las que han adquirido empresas eléctricas en otros estados miembro de la UE; una gran parte del sector eléctrico británico estaba en manos de intereses estadounidenses a finales de los 90. En el caso de los países en desarrollo los inversores privados han de tener ciertas garantías para protegerse contra el riesgo monetario de devaluación, el riesgo de desempeño (en caso de mal rendimiento técnico), el riesgo social (en caso de impago de las facturas), y riesgo político como conflicto civil, o decisiones extracontractuales para poder aplicar reducciones de tarifas. Estos riesgos vienen acompañados por unas primas elevadas cuyo coste pasará a los consumidores de forma irremediable, y por tanto agravará el problema de accesibilidad asequible. No cabe duda de que esos riesgos son un verdadero freno para la inversión, lo que explica que en el África Subsahariana, por ejemplo, muchos inversores “privados” sean de hecho de propiedad pública ya sea de países antiguamente coloniales como Portugal o Globeleq que pertenece al gobierno del Reino Unido, u otras empresas africanas como Eskom cuya influencia hemos descubierto en 11 países subsaharianos fuera de Sudáfrica. De hecho, la inversión privada “espontánea” es muy difícil de encontrar, y se han dado varios casos de retirada de inversores extranjeros. La conferencia del Banco Mundial en Ciudad del Cabo en junio del 2005 llegó a la conclusión de que la participación del sector privado ha fracasado constantemente en aportar beneficios a un 40% de los más pobres en la población del África Subsahariana. (Este no es un argumento partidista dentro del debate público-privado. El sector público también ha fallado a ese 40%. Lo que queremos decir es que hay fracasos en ambos sectores). En efecto, la liberalización ha presentado nuevos riesgos públicos ya que las empresas que han creado nuevas industrias solamente han estado dispuestas a hacerlo a cambio de contratos de compra de energía eléctrica que obligan a los compradores de servicios públicos a cumplir contratos a largo plazo, lo cual los desprotege frente al riesgo de demanda y el riesgo de devaluación monetaria. Además, las operadoras públicas acostumbran a suministrar el combustible en crudo a las centrales eléctricas que se han construido según esas condiciones, lo que también las deja desprotegidas. La libre competencia en la venta de electricidad al por mayor ha funcionado mejor en grandes países industrializados que en pequeñas economías menos desarrolladas, pero incluso en aquellas se han producido fracasos catastróficos (California). Incluso la desagregación de servicios relacionada con la privatización (todavía) no ha provocado problemas dañinos a escala política, como en el Reino Unido, el Septiembre 2005 fracaso de mercado por la asimetría de información ha demostrado ser más significativo de lo que se anticipaba, problema que se ha agravado precisamente debido al comportamiento competitivo de los proveedores rivales. Los consumidores se enfrentan constantemente a ofertas gancho de una complejidad desconcertante, lo cual exige más tiempo y conocimientos de los que la mayoría pueden aportar a esta tarea a la hora de atraer los beneficios de la libre competencia sistemáticamente. Incluso en los países de la UE donde ya se ha producido una desagregación, hay una tremenda presión para que se produzca una reintegración vertical como sucede en Gran Bretaña. En Francia esto no ha sucedido porque casi no ha habido desagregación alguna, y en Alemania donde no se concluyó la desagregación se ha incrementado la reintegración vertical. La práctica en otros países que han escogido otro enfoque, nos advierta acerca de las ventajas de la desagregación. Por ejemplo, en Sudáfrica no ha habido desagregación y aun así es un país con un alto nivel de cobertura si nos atenemos a criterios continentales. Estas experiencias han debilitado los argumentos a favor de la desagregación, la competencia, y la privatización del suministro eléctrico, y ha reforzado el argumento a favor de un enfoque integrado junto con una regulación más eficaz. Sin embargo, los problemas del escaso capital público y las desigualdades de gobierno y gestión no desaparecerán. Si los servicios públicos integrados han de parecer menos arriesgados que las opciones de desagregación y la privatización, entonces las reformas de gobierno y gestión son indispensables. Por ejemplo, el tema de la distribución equitativa del suministro es de interés vital para los consumidores. Hay casos extendidos de élites que reciben un suministro ininterrumpido mientras que los pobres han de vivir con cortes y con suministro en horas que no son convenientes. Los obstáculos y limitaciones de la participación del sector privado no deben utilizarse para justificar la falta de actuación a la hora de reformar los servicios del sector público. Dentro del sector del suministro eléctrico cabe la competencia; a saber, en cuanto a producción donde se da la mayor categoría única de costes y donde no hay un monopolio natural. Algunos países como Noruega han conseguido introducir un elemento de libre competencia en la provisión del sector público, mientras que Suecia cuenta con una libre competencia público-privada. De hecho los tradicionales “encargos por mérito” (clasificación de productores por coste unitario), que existían en los sectores eléctricos verticalmente integrados ahora están reproduciéndose en los ámbitos regionales. De modo que se pueda conciliar la competencia con la gestión pública de 11 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos suministro, y es evidente que ciertas soluciones pragmáticas funcionarán mejor si se ajustan a determinados contextos. Funciones del sector público y privado respecto a los servicios de telecomunicación Lo mismo se puede decir en el campo de las telecomunicaciones donde, aunque la liberalización ha traído ciertas ventajas sociales, más que en el sector del agua o eléctrico, también ha acarreado cierto coste social y ha fracasado a la hora de facilitar servicios a los más pobres. En cuanto a telecomunicaciones, la competencia que ha ido en aumento parece haber resultado eficaz junto con los avances tecnológicos a la hora de ampliar la cobertura de telecomunicaciones. Incluso allí donde las líneas fijas aún pertenecen a algún monopolio, la competencia con el sector de la telefonía móvil ha creado mayor un acceso para los consumidores. No solamente en el sector móvil sino también en el sector de líneas fijas mediante la reducción de las tarifas de conexión por miedo a perder dentro de un mercado en expansión, como ha sucedido en Rusia. Por ejemplo, en Latinoamérica la cobertura de red se ha ampliado casi dos veces más rápidamente en países que autorizaron la competencia que en países donde los monopolios simplemente se privatizaron. Según la UIT, las carencias en la infraestructura de las TIC también están relacionadas de algún modo con la falta de liberalización porque los proveedores de servicios de Internet han tenido que comprar el acceso a los portales a los operadores de los monopolios. Esto lo han demostrado nuestros miembros en Polonia con gran eficacia, por ejemplo. No obstante, la UIT también hace hincapié en el hecho de que la liberalización por sí sola no puede resolver los problemas más básicos a los cuales se enfrentan los países pobres. Es decir, que ellos no pueden ofrecer un mercado lo suficientemente amplio. Según la UIT: “Existen aquellos que disputan el hecho de que la brecha viene provocada por falta de liberalización en el mercado. Esto no tiene en cuenta el hecho de que muchos países han abierto su sector de TIC pero que los mercados competitivos no han podido satisfacer las necesidades de los marginados.” Asimismo, aunque las estadísticas de la UIT muestran una marcada correlación entre la introducción de la libre competencia y una rápida expansión de las redes a la vez que muestran una correlación contraria, no demuestran que a más liberalización más rápida sería la ampliación de las redes, en particular si la base de usuarios es pequeña. Las tasas de crecimiento más aceleradas de los 90 se consiguieron en China y en Vietnam, que mejoraron en 64 y en 48 puestos Septiembre 2005 respectivamente en la clasificación mundial de teledensidad durante esa década. Las políticas que siguieron fueron parecidas, e introdujeron la competencia principalmente entre los ministerios del gobierno, sin privatizar sus servicios públicos pero formando varios tipos de asociaciones estratégicas con empresas extranjeras. La UIT dice lo siguiente: “Aunque es poco probable que esta forma de competencia entre empresas estatales figure en libros de texto sobre economía ha demostrado ser eficaz. El factor clave subyacente es la voluntad del estado de invertir en el desarrollo de telecomunicaciones y de darle prioridad.” La UIT también observa que el segundo país donde hubo un crecimiento acelerado después de China y Vietnam fue Botswana, cuyos éxitos espectaculares, entre los que se cuentan un crecimiento de la inversión multiplicado por ocho, la red de líneas fijas se duplicó, y la densidad de la red de telefonía móvil subió de 0 a un 15%, son atribuibles a una regulación eficaz, en particular con referencia a cinco aspectos que son: • libertad a la hora de conceder permisos, de elaborar y gestionar su propio presupuesto • uso de procesos de consulta, con reuniones a puerta abierta en las principales ciudades • actuación rápida • buena disposición para tomar decisiones polémicas, como la concesión de un permiso de telefonía móvil al operador titular de líneas fijas • inversión constante en recursos humanos e igualdad entre los sexos. Otros países que se encuentran entre los primeros diez en crecimiento de teledensidad incluyen aquellos de ambiente más liberalizado, pero el inconveniente de los ambientes competitivos y reguladores es que han dado prioridad a las señales del mercado. Mediante la eliminación de las subvenciones cruzadas, se ha dado la tendencia de que los precios de los servicios más importantes (llamadas locales) para los más pobres y los pequeños comercios locales han ido subiendo, mientras que los servicios de mayor valor para los más ricos y para las empresas nacionales e internacionales (llamadas a larga distancia e internacionales) han bajado de precio. En efecto, en algunos países hay indicios de que los monopolios privados han cambiado radicalmente las subvenciones cruzadas. Tal gasto doméstico debe contrastarse con la mayor disponibilidad de servicios que se produce cuando los productores no tienen pérdidas por cada nuevo abonado. Los servicios de telecomunicación a menudo experimentan subidas de precio después de un proceso de liberalización, lo cual es una carga para aquellos consumidores que ya no se benefician de tarifas subvencionadas. Pero también 12 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos hay ventajas para los nuevos consumidores que ya no han de pagar cargos de conexión desorbitados. Para resumir, tanto en las telecomunicaciones como en el sector del agua y de la electricidad hay funciones cruciales que han de desempeñar el sector privado y los mecanismos de mercado. Sin embargo, la voluntad política y la actuación gubernamental también son necesarias para cerrar las brechas de acceso y calidad en la provisión de esos servicios. Está claro que mientras mejor proveído esté el consumidor a través de las fuerzas del mercado “ordinarias”, menor será la demanda de programas gubernamentales, y mayor una posible eficacia en llegar hasta los más pobres. Globalización, instituciones internacionales y servicios Globalización y servicios En teoría, la disponibilidad de capital de inversión, gestión competente y pericia profesional y otros aspectos de la globalización podrían contribuir considerablemente a la resolución de los problemas relacionados con el desarrollo y mantenimiento de servicios competentes y eficaces para todos. Sin embargo, los desequilibrios ya existentes están forjando la internacionalización de la provisión de servicios, que tiene como consecuencia desventajas a la vez que ventajas. El hecho de que la presión competitiva de la mundialización tiende a favorecer a los que ya son fuertes, mientras que limita la capacidad de financiación pública para financiar la inversión y los costes de explotación, indica que el mercado internacional no es el adecuado para facilitar servicios a todos aquellos que los necesitan de forma sostenible. La dependencia de las inversiones internacionales ha demostrado ser algo insostenible y en muchos casos ha acarreado costes. La responsabilidad de las empresas de servicios transnacionales con sus accionistas no coincide necesariamente con los intereses de los consumidores en los países que los alojan. Es un problema agravado por las sacudidas provenientes de factores como las fluctuaciones de las tasas de cambio. A pesar de los problemas de los monopolios y los fracasos del sector público que se intentaron resolver mediante tales políticas, sabes que una vuelta a los enfoques más “tradicionales” no sería lo deseable y sería imposible. La solución está en asociar el papel del estado, del mercado y la sociedad civil de la forma más eficaz sobre una base de derechos establecidos internacionalmente. Es por ello que estamos a favor de un GAPS. El carácter urgente de la cuestión proviene no solamente de la brecha en los servicios ya Septiembre 2005 mencionada, sino del hecho de que la atención de las empresas internacionales centrado en el comercio de servicios está eclipsando el espacio democrático dentro del cual se deben desarrollar otras soluciones y amenaza con reducirlo. Acuerdos de comercio internacional y servicios El Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS), aunque se está negociando a través de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y trata de adaptar su sistema al medio de los servicios, se puede ver de forma más precisa como un tratado de inversión más que como un acuerdo de comercio. Los dirigentes de la OMC insisten en que el AGCS no se aplicaría a los servicios públicos porque excluye aquellos servicios de la autoridad gubernamental y facilitados por monopolios estatales que no tienen competencia alguna. Pero cuanto más se separen los servicios como el agua y el saneamiento, el suministro eléctrico y las telecomunicaciones del control estatal y se abran a los medios competitivos, menos protegidos estarán por esa cláusula de excluyente. Además, la vulnerabilidad queda ilustrada por el hecho de que los marcados intereses de los proveedores privados, entre los que resaltan los intereses de Coalición de Industrias de Servicios EE.UU. (US Coalition of Service Industries) y el Foro Europeo de Servicios, han hecho fuerte presión para que los países en desarrollo “comprometan” sus servicios de energía y los del agua con el AGCS, mientras que el sector las telecomunicaciones ya está obviamente afectado por el AGCS. A pesar de lo que digamos sobre las ventajas de la normativa de comercio internacional, atar gobiernos nacionales y locales a obligaciones indefinidas de acuerdo con tratados internacionales va en contra de un factor democrático crucial para el éxito: permitir que la gente que utiliza los servicios forme parte de cómo estos se gestionan. Una de las principales preocupaciones sobre la aplicación de los acuerdos de comercio sobre los servicios es el efecto de los acuerdos sobre la capacidad de los gobiernos a la hora de regular el cumplimiento con la política pública y a la hora de facilitarla. De nuevo, la defensa del AGCS por parte de la OMC insiste en que los gobiernos podrían aplicar aquellas condiciones que quisiesen a sus compromisos. Pero la pérdida de flexibilidad de políticas, intrínseca para el avance a largo plazo de compromisos sobre el medio regulador sin los cuales los inversores se sienten vulnerables, significa que la capacidad de los gobiernos para crear y aplicar políticas cuando ya se han comprometido está en duda. Asimismo, cuanto más se presuponga que la existencia de un medio competitivo es garantía suficiente, más servicios quedarán desprotegidos frente a diversos fracasos de mercado, no necesariamente predecibles. Por ejemplo, los 13 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos compromisos del AGCS podrían inhibir una reestructuración industrial necesaria, “congelando” esas estructuras industriales para respetar las obligaciones con los inversores internos. El Banco Mundial y los servicios Es aquí donde el papel del Banco Mundial al ayudar a los medios reguladores a tomar forma dentro de los cuales los servicios se crean podría ser de especial importancia para la los países en desarrollo y países en transición. En la actualidad el Banco Mundial está intentando aprender alguna lección de los obstáculos surgidos de la liberalización y la privatización de los servicios de infraestructura como el suministro del agua y de la electricidad. Esta reflexión ha resultado en honestas declaraciones sobre cómo la privatización se había reivindicado dogmática e ideológicamente. El Grupo del Banco Mundial se ha comprometido con un nuevo Plan de Acción para la Infraestructura (PAI) adoptado en 2004 a “apoyar la liberación de servicios de infraestructura mediante un enfoque más equilibrado y pragmático, con el objetivo general de extraer fondos de todo el abanico de recursos financieros públicos y privados.” El Banco ha cristalizado algunas de sus conclusiones sobre la reforma de la regulación de los servicios públicos en un libro de reciente publicación titulado “Reforma de la infraestructura: privatización, regulación y competencia”. Al igual que el PAI, este libro es bastante sincero sobre el tema de cómo las anteriores políticas no cumplieron sus promesas. Y declara: “Apenas hace unos años, la privatización se anunciaba como un elixir que rejuvenecería las letárgicas y derrochadoras industrias de infraestructura y revitalizaría las economías estancadas. Pero hoy, la privatización se ve de modo diferente, a menudo de forma crítica.” Al explicar la falta de satisfacción no solamente en términos de pérdidas de puestos de trabajo sino también de subidas de precio, reconoce la necesidad de un marco institucional adecuado y un orden de reformas. Y subraya que “entre las tareas más cruciales para los creadores de políticas en las economías en desarrollo y en transición, se encuentra la de diseñar e introducir una regulación estable y eficaz para los servicios públicos de redes de suministro.” Continúa diciendo que: “la regulación ha de adaptarse a los problemas que vayan surgiendo, al cambio de circunstancias, a la nueva información y a las experiencias en los sectores regulados”. Aunque también intenta evitar la “interferencia política” en la regulación, ya que esto ha “minado la independencia reguladora”. O mejor, los reguladores deberían “articular un plan de principios básicos que sirvan de base transparente para el análisis de políticas y toma de decisiones. Principios que deberían proteger los Septiembre 2005 intereses de los inversores a escala de los acuerdos de privatización establecidos, proteger los intereses de los consumidores, garantizar una competencia económicamente eficaz, etc. Los organismos financieros internacionales podrían contribuir ayudando a crear directrices de revisión de los mandatos y normativa reguladora, y directrices para la renegociación de los contratos de privatización. Tales directrices observarían los ya aceptados principios de interés público-económico e incorporarían gran parte de los mejores conocimientos económicos disponibles.” Partiendo de la postura del Banco Mundial anteriormente esbozada, surgen dos puntos importantes que son de relevancia para este documento. Primero, si hay tal necesidad de articular un plan de principios básicos que sirvan como una base transparente para el análisis de políticas y toma de decisiones, y la idea de un GAPS se basa en el argumento de que sí existe tal necesidad, entonces esos principios deberán aplicarse a los proveedores públicos a la vez que a los contratos de privatización, y deberán influir en la evaluación de los tipos y del alcance de las participaciones del sector privado en circunstancias particulares. Segundo, aquellos principios deberán expresar no solamente las dimensiones económicas de los intereses públicos sino también las dimensiones medioambientales y sociales de los intereses públicos y de los consumidores. El mismo libro del Banco Mundial parece reconocer eso al declarar que “aunque los objetivos generales de la regulación son los de fomentar mercados eficaces y corregir los fallos del mercado”, la regulación de “los sectores de infraestructura recientemente liberalizados y privatizados” deberá concentrarse en lo siguiente: • “Reivindicar imparcialidad social y fomentar un servicio universal mediante precios que igualan eficacia económica e igualdad social. • Garantizar incentivos para la inversión, para que las reformas atraigan recursos dentro del sector para ampliar, modernizar y mejorar las instalaciones y servicios de infraestructura. • Fomentar la competencia leal eliminando algunos obstáculos de entrada y ofreciendo a los que entran acceso a la red de infraestructura. • Facilitar la innovación centrándose en los objetivos a alcanzar y ofreciendo libertad de acción a los operadores e inversores a la hora de introducir tecnologías más eficaces y planes de servicio innovadores. • Proteger la seguridad e higiene pública, y evitar daños medioambientales. • Garantizar que los servicios sean fiables y las redes compartan información aunque el sector privado sea el principal gestor.” 14 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos Septiembre 2005 De nuevo, si los objetivos como imparcialidad social, servicios universales, más inversión e innovación, protección de la salud, la seguridad y el medio ambiente, y fiabilidad e información compartida son importantes para estos servicios (y si la idea del GAPS se basa sobre esa convicción), entonces se deberán tomar decisiones bien fundadas sobre hasta qué punto los operadores privados y la libre competencia son útiles y no presuponer que lo son. Aquí el problema es la presuposición de que los mecanismos de mercado pueden satisfacer los objetivos de los intereses públicos, o que por lo menos los objetivos de los intereses públicos deberían dejarse de lado si estos obstaculizan la libre competencia. Esta forma de pensar se hace también evidente en una de las secciones del mismo libro donde se estipulan tres características para los órganos reguladores que han de ser previsibles, responsables y transparentes, que son las siguientes: • “Personal competente, apolítico y profesional, que sean expertos en economía, contabilidad, ingeniería, y derecho y que tengan conocimiento de buenas prácticas reguladoras. • Trabajar dentro de un marco estatutario que acoja políticas reguladoras sobre competencia y mercado y prácticas de tal índole. • Someterse a los requisitos fundamentales y de procedimiento para garantizar cierta integridad, independencia, transparencia y responsabilidad.” general y los pormenores de cada uno, y que facilite y fomente soluciones a escala nacional y local dentro de un marco de derechos universales. Esas soluciones significarían el desarrollo de la capacidad pública mediante financiación pública y actuación gubernamental; movilizando la capacidad del sector privado y actuaciones empresariales mediante acceso regulado al mercado, competencia y provisión no estatal; y movilizando y desarrollando la capacidad de la sociedad civil con ayuda de distintos medios. La configuración de estos aspectos será distinta para cada país, localidad y sector pero solamente será posible dentro de un marco internacional que no solamente facilite tal enfoque sino que lo cultive. Lo que falta es la necesidad de contar con un abanico de especialidades más amplio, como las más adecuadas a la hora de ejercer presión sobre las consideraciones sociales y medioambientales, y elementos correspondientes en el marco regulador. Tras aprender la lección después de la aplicación de políticas anteriores, el Banco Mundial parece estar sacando conclusiones muy importantes y a la vez, no consigue atenerse a su propia lógica de forma coherente. “Existe amplia experiencia que nos demuestra hoy que las condiciones que se basan en promesas no funcionan bien ya que socavan la apropiación del programa de reforma. Cuando no se anima a los encargados de preparar las políticas tomar su propia postura sobre, digamos, la privatización del suministro hídrico u otros servicios sino que dependen de las condiciones que les imponen los donantes a la hora de actuar, entonces pueden más fácilmente negar cualquier tipo de responsabilidad en cuanto a futuros fracasos.” Una de las principales cuestiones sobre la que necesitamos asesoramiento es la de hasta qué punto ese marcho sería un prerrequisito para obtener préstamos o dotaciones de instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial o el FMI o donantes nacionales bilaterales. Por ejemplo, ¿deberían los préstamos estar condicionados según el cumplimiento de las disposiciones sectoriales del GAPS digamos que para una gestión equitativa de la oferta o la publicación de los contratos de concesión?. Tales condiciones resultarían ser incentivos bastante influyentes. ¿Pero podría su imposición ser contraproducente?. Tal y como dice el Informe de Desarrollo Mundial 2004 acerca de un contexto distinto pero relacionado: Si estos ángulos muertos siguen formando parte de la perspectiva y de las prioridades políticas del Banco, sería necesaria una intervención en la creación de las directrices reguladoras del Banco para ejercer algo de influencia tanto en su contenido como en su aplicación. En especial, necesitamos políticas y estrategias de contexto específico. Como hemos visto, existen diferencias significativas entre sectores e incluso dentro de un mismo sector en lo referente a la capacidad de los mercados y de la regulación para proporcionar bienestar a los consumidores. Así pues, políticas generales (a favor o en contra la privatización, la liberalización, etc.) no nos sirven de mucho. Lo que hace falta es un acuerdo internacional que reconozca la idiosincrasia de los servicios públicos en 15 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos 2. Lo que ya existe Acuerdo General de sobre el Comercio de Servicios (AGCS) Disposiciones del Tratado Nosotros apoyamos sistemáticamente la regulación multilateral del comercio de servicios. Pero hay una preocupación general acerca del acuerdo AGCS, la cual compartimos considerablemente. El problema principal es que el AGCS por definición solamente trata sobre el comercio de servicios y por ello solamente se aplica cuando un sector nacional cuenta con participación extranjera. Sin embargo, muchos de los problemas a los que se enfrentan los consumidores aparecen con los operadores que solamente trabajan dentro del ámbito nacional. Entonces ya no se trata solamente de comercio. AGCS claramente trata sobre los “niveles de liberalización de comercio de servicios de aumento progresivo mediante rondas sucesivas de negociaciones multilaterales”. Pero se diferencia de otros tratados de la OMC en que funciona según una “lista positiva”. A través de este procedimiento, los gobiernos nombran aquellos sectores nacionales que están dispuestos a someter a un cierto nivel de apertura al mercado para que los proveedores de servicios externos operen según un criterio indiscriminatorio. En teoría, los beneficiarios deberían ser el público en general y los operadores que entran deberían funcionar como agentes privados de conformidad con el derecho mercantil, a menudo relacionado con los gobiernos locales o regionales. Hay un cierto desequilibrio debido al concepto del AGCS de gobierno a gobierno. Cuando se considera que se han violado los compromisos del AGCS, el gobierno deber responder de su conducta. Pero si la empresa operadora viola un acuerdo es más probable que la resolución de la disputa se realice en los tribunales en vez de siguiendo los procedimientos de la OMC porque la parte culpable no es un gobierno. CI opina que las limitaciones del AGCS son inevitables ya que el acceso al mercado se ve como un compromiso entre gobiernos, sin que se tenga en cuenta al consumidor. Por ejemplo, las disposiciones sobre transparencia (art.3) están relacionadas con la información a posibles empresas que quieran entrar en el mercado, y no con la información al público acerca de los contratos de servicios públicos. Las disposiciones sobre monopolios y su posible violación (art. 8) no están redactadas en términos de abuso de los derechos de los consumidores sino en términos de mantenimiento de los compromisos de acceso al mercado. Cualquier beneficio para el consumidor, y Septiembre 2005 puede que haya alguno, es indirecto y no figura en el acuerdo escrito. Hay un debate constante y abierto acerca de la controvertida cuestión sobre la definición del alcance del acuerdo. Los servicios “proporcionados en el ejercicio de la autoridad gubernamental”quedan fuera de la jurisdicción del AGCS. Y aún así el consenso general es que las restricciones de aplicabilidad del tratado según el art. 1.3 son ambiguas debido a la matización de que los servicios “proporcionados en el ejercicio de la autoridad gubernamental significa” facilitados “ni comercialmente ni en competencia con uno o más proveedores de servicios”. El uso de la negación doble parece indicar que ambas exclusiones se aplicarían antes de que se pudiese sortear la excepción a la normativa del AGCS. Ya que hay tantos servicios públicos proporcionados comercialmente o en competencia con otros proveedores, entonces lo importante es que los servicios gestionados por el gobierno entrarían cada vez más en el ámbito del AGCS. El debate resulta aún más misterioso debido al hecho de que los términos “comercial” y “en competencia” no están definidos en el AGCS o en la jurisprudencia. ¿Y un servicio que cobra una tarifa a sus usuarios, como es el caso de tantos servicios públicos, es comercial a pesar de tener pérdidas y estar subvencionado?. Puede que esté claro que el sector privado compite con el público por sus clientes pero, ¿funciona lo opuesto necesariamente?. El sector público puede ser simplemente un proveedor por falta de alternativas que pierde su cuota de mercado frente a proveedores privados. ¿Es eso competencia?. Tal y como están las cosas, es poco probable que se responda a estos interrogantes tan importantes hasta que se resuelva algún conflicto en particular. Nos gustaría que se distribuyesen memrándums en los cuales se indique cómo la OMC interpreta tales tópicos para que los gobiernos tuviesen un entendimiento más claro. Hay algún indicio (algunos anecdóticos) de que los detractores del borrador del tratado están ganando terreno. El Ministerio Británico de Comercio e Industria, UK Dept of Trade & Industry (DTI), admite que el art.1.3 es ambiguo y “en principio no se opone a que se considere la posibilidad de que el art.1.3 necesita explicación”. El grupo de presión International Financial Services London3 y el Grupo LOTIS (Liberalización del Comercio de Servicios) también admiten que el “borrador necesita ser revisado en la medida en que aún queda alguna duda sobre esto”. También resaltan que “la apertura de los mercados de servicios a proveedores extranjeros es obviamente incoherente con la práctica de retención de los monopolios del sector público”. Esta declaración simplemente resalta algo que es 3 Servicios Financieros Internacionales de Londres. 16 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos autoevidente pero útil en este contexto como interpretación del art.1.3 indicando que los servicios gubernamentales solamente quedan fuera de la jurisdicción del AGCS si son monopolios, una situación cada vez menos común. Derecho a regular La segunda cuestión importante sobre el borrador del tratado está relacionada con el art.6 (Regulación Nacional). El art.6.4 es para“garantizar que las medidas relacionadas con los requisitos y procedimientos de admisión, criterios de calidad técnica y requisitos para la obtención de licencias no constituyan un obstáculo para el comercio de servicios necesariamente”. El art. 6.4b) conocido como la “prueba de necesidad” estipula que cada requisito debería ser: “no más gravoso de lo necesario para garantizar la calidad del servicio”. Esto solamente hace referencia a la calidad de servicio mientras que nosotros queremos que se incluya el acceso. Si no pudiese ser, nos gustaría que el acceso se incluyese dentro del concepto de calidad, que en un sentido es como el acceso limitado afecta a la calidad. La declaración ministerial de Doha incluye una declaración categórica que fue reiterada en Cancún (par. 7) “reiteramos el derecho de los miembros que suscriben el AGCS a introducir nuevas regulaciones sobre la oferta de servicios”. Esto representa un compromiso político que refuerza la misma declaración que contiene el preámbulo del tratado, y hay quienes piensan que el preámbulo tiene menos peso legal que el texto principal. Ello podría tener ese efecto, pero aunque fuese así, no abre el camino a través de otro críptico debate sobre si la “prueba de necesidad”(art.6.4.b) se aplica a sólo aquellos sectores ya comprometidos en la liberalización o a todos. Muchas ONGes creen que es lo segundo, lo cual es el motivo de nuestra preocupación, y la mayoría de las fuentes oficiales mantienen que es lo primero. Las discusiones minuciosas en la comisión de turno, el Grupo de Trabajo sobre Regulación Doméstica, parecen haber oscilado entre las dos respuestas más que inclinarse hacia la interpretación de las ONG. Todo esto indica que la situación es equívoca y que necesita aclaración. Nosotros tenemos una clara postura política, queremos que el artículo 6.4 solamente se aplique a aquellos sectores “presentados a oferta”. Un argumento jurídico podría continuar indefinidamente hasta que una comisión de disputa sentase jurisprudencia. Aplicación a los servicios públicos Al decidir la liberalización de un sector y comprometerse según el AGCS, es obvio que los gobiernos han de definir exactamente qué sectores van Septiembre 2005 a adquirir esos compromisos. Esto requiere definiciones exactas y el procedimiento acostumbrado es el de utilizar la Lista de Clasificación Sectorial de los Servicios creada por el entonces secretariado del GATT4 en 1991 y que más tarde ha sido revisada. Generalmente se conoce como la W120, y es una lista de 12 sectores de servicios subdivididos en 160 subsectores. Los servicios públicos no están claramente definidos como grupo en la W120, y en efecto, de los tres sectores que nosotros consideramos solamente los servicios de telecomunicaciones están claramente identificados. Servicios de agua y saneamiento (WSS): En lo que respecta a los WSS, la categoría más importante es la de “servicios medioambientales” la cual incluye los “servicios de aguas residuales” como subsector. También se encuentran en la lista los “servicios de recogida de basuras” y los “servicios de saneamiento y similares”, los cuales son también importantes. Pero no se hace referencia alguna a los servicios de distribución del agua, quizás siendo esto prueba del poco interés en este sector a principio de los 90. La única referencia a los servicios de “recogida, purificación y distribución del agua” se encuentra en el subsector de “agua natural” en la clasificación de productos de la OMC no el la lista del AGCS. La ausencia de una referencia explícita sobre la distribución del agua en la lista del AGCS da la impresión a algunos de que quizás el agua queda excluida de la jurisdicción del acuerdo, y que en efecto algunas organizaciones hacen campaña para que el agua se “mantenga fuera del AGCS”. Esto es falso, ya que la existencia de una clasificación no es un prerrequisito para contraer compromisos. Es simplemente más fácil en términos administrativos para un gobierno el utilizar una lista ya configurada que inventar la suya propia. Así que si un gobierno decide comprometer el sector del agua es libre de hacerlo. Sin embargo, el hecho de que no se haya dado ningún compromiso en cuando a distribución del agua pero 42 casos de servicios de aguas residuales parece indicar que la existencia de una clasificación hace que el proceso sea más fácil. Seguro que teniendo eso en cuenta ha sido como la UE ha presentado propuestas para una nueva clasificación de “agua para el consumo humano y gestión de aguas residuales”, lo que incluye subsectores de servicios de recogida, purificación y distribución del agua a través de las redes de suministro, y una segunda categoría que se aproxima a la de la actual clasificación de servicios de aguas residuales. 4 Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros. 17 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos La UE también ha pedido compromisos del AGCS sobre “servicios medioambientales en 64 países” en su propuesta-oferta preliminar de negociación según el proceso de Doha. Aunque este proceso es muy hermético, se conoce que esas propuestas se están reduciendo debido a la fuerte oposición pública, y también debido a que las propias empresas del agua de la UE no están demostrando mucho interés; queda por ver si habrá ofertas definitivas. Pero más importante todavía es si el AGCS se aplica a los servicios que en términos legales han sido establecidos por el gobierno ya que muchos servicios de suministro de agua van dirigidos al público en general. ¿Los contratos de construcción, explotación y retrocesión y los contratos de concesiones están regidos por el AGCS o por la normativa de contratación pública?. Un documento escrito por uno de los miembros del secretariado de la OMC confirma que este tema no está muy claro y llega a la siguiente conclusión: “No hay duda de que los contratos de concesiones estarían cubiertos por compromisos específicos. (Es decir, el reglamento del AGCS). Otros tipos de acuerdos contractuales entre las autoridades públicas y los operadores del sector privado como los contratos de gestión, se considerarían como contratación estatal y no estarían sujetos al acceso al mercado y a la normativa nacional. La situación de los contratos de construcción, explotación y retrocesión aún necesita más aclaración....Al no tener categorías y definiciones precisas, es necesario decidir en cada caso según los elementos principales de la relación contractual entre la autoridad pública y la empresa privada.( Cossy 2005). No entramos aquí en el complejo debate legal de la jurisdicción, pero deberíamos apuntar que lo anterior acrecenta la posibilidad de que diferentes tipos de contrato dentro del mismo sector estén regidos por los distintos tratados de la OMC. Por ello todavía con más motivo necesitamos una declaración clara sobre los derechos de los consumidores en lo que podría convertirse en un polvorín legal. Existen buenas razones para que los criterios sectoriales del GAPS se apliquen a la contratación estatal, para que los contratos de gestión (cada vez más populares) tengan claras normas establecidas que salvaguarden los intereses públicos entre los cuales la transparencia es una de nuestras exigencias presente desde hace tiempo. Energía: En lo que respecta a la energía se observa el mismo tipo de imprecisión. Los servicios de suministro energético, como el agua, no tuvieron sus propias negociaciones durante la Ronda de Uruguay y la OMC Septiembre 2005 informa que: “aunque unos cuantos miembros de la OMC asumieron compromisos insuficientes con respecto a varios servicios relacionados con el suministro energético, la gran mayoría de la industria de servicios energéticos no está incluida en compromisos específicos según el AGCS”. La única mención explícita sobre los servicios de suministro energético aparece en los servicios secundarios de distribución energética, los cuales pertenecen a un subsector de otros servicios de empresa que a su vez aparecen bajo la categoría principal de Servicios de Empresa. La referencia a la Clasificación Central Provisional de Productos de la ONU (que se utiliza para clasificar productos y servicios objetivo de la OMC) indica que esto incluye la distribución central y las actividades de transferencia. Sin embargo, los pocos compromisos alcanzados han sido respecto a los servicios de asesoramiento y no respecto a la provisión de servicios. Durante las negociaciones en Doha, la UE presentó peticiones a 46 países y queda por ver si tales peticiones se reducirán o si se hará alguna oferta. Entonces vemos que esto sigue una ruta parecida a la del agua y, al igual que el agua, la falta de clasificación expresa de servicios no significa que los gobiernos no puedan nombrar estos servicios en sus compromisos. La excepción en el art. 1 sobre “autoridad gubernamental” en teoría debería ser la única “excepción”; pero como hemos visto puede darse cierta ambigüedad respecto a los contratos de gestión y los contratos de construcción, explotación y retrocesión, los cuales pueden estar supeditados a la normativa de la contratación estatal. Así pues la preocupación expresada anteriormente sobre la aplicabilidad del AGCS sobre el agua y el saneamiento también es cierta de los servicios energía. De hecho, aquí hay un obstáculo añadido relativo al riesgo de que los compromisos del AGCS “congelen” la estructura industrial que necesita una reforma o incluso una “renovación de la reforma”. El sector eléctrico está en constante movimiento con la reaparición de una integración vertical tras haberse dado una desagregación como hemos visto. Todas estas decisiones son importantes, si se interpretasen como necesarias para las obligaciones del AGCS o como una derogación del AGCS, entonces las obligaciones de comercio podrían convertirse en una cuestión jurídica dominante que controlase los servicios públicos. Entre tanta confusión, el público necesita cierta garantía de protección. Telecomunicaciones: La situación respecto a los servicios de telecomunicación está mucho más clara que las dos anteriores. En términos de clasificación hay una 18 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos clasificación precisa de este sector: Servicios de comunicación, que cubre telecomunicaciones sin lugar a equívoco y un Acuerdo de Telecomunicaciones de la OMC que no cubre a todos los miembros. (Casi todos los signatarios del acuerdo contrajeron obligaciones suplementarias en exceso de las requeridas). Además, hay un documento de referencia aprobado sobre telecomunicaciones que establece unos principios generales de operación de los compromisos del AGCS en este sector. A grosso modo, ese documento de referencia es coherente con muchas de las preocupaciones de CI referentes a temas como el de las estructuras reguladoras, la necesidad de garantizar un servicio universal probablemente subvencionado, y el reconocimiento de obligaciones de servicio universal. Como se ha mencionado anteriormente, existen OSU en vigor en muchos países que ya cubren las cuestiones de acceso, información de abonados, cabinas públicas o centros telefónicos, e instalaciones para usuarios discapacitados. Estos operan sin contravenir las obligaciones de la OMC. Quizás la crítica que se puede hacer sobre el Documento de Referencia sobre Telecomunicaciones es que es demasiado pobre, dada su imprecisión en lo que respecta a las disposiciones sobre competencia. Esto se debe a que no especifica en qué casos los operadores actuarían de forma poco competitiva, y tampoco define mecanismos para resolver posibles prácticas poco competitivas en el sector de los servicios de telecomunicación. Nosotros opinamos que es esencial que la normativa se aplique de forma imparcial tanto al sector público como al privado. No existen disposiciones que exijan que en el caso de empresas de telecomunicaciones estatales el órgano regulador sea independiente del ministerio que ejerce de propietario del operador de telecomunicaciones. No obstante, la liberalización del sector de telecomunicaciones ha demostrado ser en la práctica menos contencioso de lo que ha sido en el sector eléctrico, y especialmente en el del agua donde ahora hay un gran número de contratos que han fracasado. Algunos de nuestros miembros en la práctica han dado la bienvenida a la liberalización de los servicios de telecomunicación (Jordania), o han pedido la liberalización de los mismos (Líbano, Polonia). En este momento, un 71% de los miembros de la OMC han adquirido compromisos en el sector de las telecomunicaciones, esto supone más de un 85% del mercado mundial. Esto no quiere decir que no haya problemas en este sector. Muchos de nuestros miembros en Latinoamérica se mostraron muy suspicaces acerca de las privatizaciones en los 90, las cuales a menudo llamamos “falsas liberalizaciones”, Septiembre 2005 privatizaciones monopolísticas sin adecuadas estructuras o disciplinas reguladoras. Es bastante común que los gobiernos se comprometan de acuerdo con el AGCS en el sector de telefonía móvil a la vez que mantienen el statu quo de las líneas fijas. Hasta qué punto hay una causa y efecto claros es una suposición, pero se da el caso ahora de que hay varias regiones, incluida el África Subsahariana, donde el número de teléfonos móviles supera el número de líneas fijas. Además, la competencia en el sector de telefonía móvil sobre la fija ejerce presión sobre los sistemas de telefonía fija para que sean más receptivos a la demanda de los consumidores. Un buen ejemplo de ello se puede ver en Rusia donde las tarifas de conexión de líneas fijas han bajado tras el auge del uso de teléfonos móviles. Quizás a causa del ritmo de los avances tecnológicos o porque las telecomunicaciones no tienen el mismo impacto medioambiental que tienen la energía y el agua, y porque no se considera un servicio del cual “se encarga” el gobierno en nombre de los consumidores, es por lo que el proceso ha estado menos envuelto en polémica y el crecimiento de este sector ha sido acelerado. Como ya se ha discutido anteriormente en este documento, aún hay muchas carencias en los tres sectores de servicios (agua, electricidad y telecomunicaciones) y una demanda de intervención estratégica a escala internacional y nacional. Acuerdos regionales: Uno de los aspectos un tanto olvidados de la política de comercio, en comparación con el alto nivel de atención dedicada los acuerdos de la OMC, es la creación de acuerdos de comercio regionales. En muchos casos, como los acuerdos negociados por la UE con países colindantes, los acuerdos regionales tienen mayor alcance que el AGCS y son más intervencionistas en cuanto a la política nacional. De hecho, los acuerdos de la UE con países vecinos equivalen a la adopción de la legislación de la UE en los sectores de energía y de telecomunicaciones. Como la legislación de la UE con relación a los servicios del agua es principalmente medioambiental en vez de comercial, el impacto que tiene en el mercado es menor aunque las empresas de agua ubicadas en la UE desarrollan mucha actividad comercial en los países vecinos. Otros acuerdos de comercio son significativos de un modo especialmente austero. En muchos casos funcionan según una “lista negativa”. El AGCS permite a cada miembro decidir qué sectores presentan en sus listas positivas para que sean liberados. Asume que si un sector no está aparece de modo explícito en la 19 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos lista (de modo positivo) no será nominado. Por otro lado, muchos de los acuerdos de comercio regionales como la Zona de América Central de Libre Comercio y la propuesta Zona de Libre Comercio de las Américas presuponen que un sector sólo podrá ser liberado si no está en la “lista negativa”. Es decir, expresamente excluido. Esto deja la carga de expectativas a las negociaciones, y hace que las cuestiones sobre definición sean mucho más importantes. En sectores de crecimiento acelerado como las telecomunicaciones, esto hace mucho hincapié sobre la anticipación de nuevos productos de servicio, los cuales imaginamos que se entenderán como incluidos a no ser que se declare lo contrario. Por esto los acuerdos regionales son “más difíciles” que el AGCS en la práctica y sin embargo, atraen menos atención. No se miran tanto porque las negociaciones bilaterales son más opacas, ya que a menudo no se realizan entre gobiernos sino entre empresa y gobierno, una compañía de la región norte con un gobierno del sur. La alternativa al acuerdo general no es sino otro tipo de acuerdo menos oficial y mucho menos transparente que se centra en el establecimiento de unos derechos de comercio y de inversión en vez de unos derechos de acceso y a la calidad. Resumen del AGCS Puede que se haya sobre estimado el verdadero impacto del AGCS; en la primavera de 2005, los estados miembro de la OMC contrajeron obligaciones solamente entre una media de un tercio de los más de 160 subsectores, una sexta parte en los países menos desarrollados. Como ya hemos observado, los acuerdos regionales suelen ser más “estrictos” y existen otros acuerdos de la OMC como los Acuerdos sobre Contratación Pública y el AMIC (Acuerdo sobre las Medidas en materia de Inversiones relacionadas con el Comercio) que no atraen tanta atención. Tanto el AGCS como el documento de referencia han sido criticados por su falta de solidez. Sospechamos que existe la posibilidad de un mayor impacto del AGCS en un futuro, pero de momento las negociaciones actuales del AGCS en la Ronda de Doha de la OMC van muy lentas. En julio de 2005, respecto a la fecha límite de marzo de 2003, solamente 69 miembros de la OMC habían hecho propuestas relativas al AGCS al Consejo de Comercio de Servicios (que no necesariamente cubrían los sectores de servicios públicos). Solamente 27 miembros presentaron ofertas revisadas el 1 de septiembre con relación a la nueva fecha límite de mayo de 2005. Es difícil entrar en un debate más pormenorizado sobre los servicios públicos ya que los países Septiembre 2005 interesados aún rehúsan publicar el texto íntegro con sus peticiones, y muy pocos publican las ofertas. CI lamenta esta situación que no es una obligación del tratado y que fomenta una filtración de la información y los rumores. Pero está claro que en cuestión de servicios públicos todo se mueve muy lentamente, y sospechamos que la mayoría de los gobiernos participan en el sector de las telecomunicaciones donde hay menos polémica, y no nos consta que haya ninguna propuesta para el sector del agua. En resumen, nuestra postura en lo que se refiere al AGCS es no oponernos a él en su totalidad sino reconocer que no es un acuerdo adecuado para facilitar servicios de calidad para todos, y que posiblemente pueda afectar de forma negativa a la capacidad de los gobiernos para tomar los pasos necesarios para la provisión de esos servicios. En el mejor de los casos, puede fomentar un grado de transparencia y reconocer, e incluso ayudar a establecer, estructuras reguladoras. En el peor de los casos podría darse el caso de que estructuras industriales inadecuadas se “congelen” por miedo a la aplicación de sanciones, y llevar a la utilización en algunos casos de la prueba de necesidad en todos los sectores en general, incluso en aquellos que no han sido comprometidos a ser liberalizados. Esto sería ir demasiado lejos a la hora de debilitar la autonomía reguladora de las naciones. Finalmente, incluso los elementos “benignos” del AGCS, como las disposiciones sobre transparencia y monopolio, serán dictadas desde el punto de vista de los proveedores en vez de desde el punto de vista de los consumidores. Todos los abusos se ven como abusos contra competidores potenciales en vez de contra el público en calidad de consumidores. Esto hace que el tratado quede incompleto como un instrumento que aumente los intereses de los consumidores. No cabe duda que será poco apropiado porque la mayoría de la producción mundial de servicios no se explota, y no sobrepasa las fronteras nacionales. Además, estimamos que en lo que se refiere a la electricidad, el agua y el saneamiento, los servicios para los pobres tienen muchas menos posibilidades de ser suministrados por compañías nuevas que los servicios suministrados a los que están en mejor situación económica. (Las telecomunicaciones pueden ser un asunto aparte, dado el éxito de los móviles a la hora de ampliar la cobertura). Así que el comercio es tan sólo una parte del orden del día de los servicios públicos, y los servicios públicos son tan sólo una parte del orden del día del comercio. Hace falta un debate sobre los servicios públicos que se centre en los derechos de los consumidores de esos servicios. Por eso necesitamos un GAPS. 20 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos Una propuesta basada en los derechos Si existiesen acuerdos internacionales que cubriesen los objetivos del AGCS, ya fuesen generales o sectoriales, no habría necesidad de un Acuerdo General sobre Servicios Públicos (GAPS). Aunque existen cartas de derechos en algunos sectores e incluso para la promoción de los derechos humanos en los servicios públicos, suelen ser declaraciones de derechos que se centran en cómo se pueden garantizar esos derechos más que acuerdos. CI tiende a considerar este tipo de prácticas desde la perspectiva de los ocho derechos mínimos de los consumidores que se adoptaron con el nombre de Directrices de la ONU para la Protección del Consumidor en 1985, y que después ha vuelto a elaborar y a apoyar en la Conferencia Mundial de Lisboa en 2003. Estos derechos son los siguientes: • • • • • • • • derecho a bienes y servicios mínimos derecho a seguridad derecho a la información derecho de opción derecho de representación derecho de resarcimiento derecho a la educación del consumidor derecho a un medioambiente sano. ¿Hasta qué punto facilitan una estructura para el GAPS y para los acuerdos sectoriales vinculados con él? El derecho al agua “El derecho humano al agua es indispensable para llevar una vida digna.” “El agua debe ser considerada como un bien social y cultural y no principalmente como un bien económico.” Fuente: Consejo Económico y Social de la ONU, Comité sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Comentario general n°15 (2002) sobre el derecho al agua (art. 11 y 12 del Convenio sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales). Desde 1990 han habido 10 declaraciones formales de la ONU sobre el derecho al agua. Mientras tanto, 2.400 millones de personas no tienen acceso a servicios de saneamiento apropiados y 1.100 millones a un suministro adecuado de agua potable. El Derecho al Agua ha sido ratificado por 146 países mediante el Convenio Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Pero incluso después de tantas declaraciones grandiosas, el Comité de la ONU arriba mencionado dijo que: “había tenido que enfrentarse continuamente al rechazo extendido sobre el derecho al agua tanto en los países en vías de desarrollo como en los desarrollados” El comité citó declaraciones que se Septiembre 2005 remontan a 1949. Está claro en la práctica que la propuesta de declaración tiene sus limitaciones. Con esto no pretendemos ponernos en contra del enfoque basado en los derechos, sino reconocer que este tipo de enfoque es tan sólo el punto de salida de un largo camino. Eso significa tratar con la triste y sucia realidad del suministro de servicios. Uno de los problemas en el debate de los derechos humanos en este contexto en particular es que hay grandes limitaciones físicas que pueden hacer que incluso las resoluciones mejor redactadas no tengan transcendencia alguna. Una resolución sobre derechos humanos en términos políticos puede, en teoría, tener un efecto inmediato una vez convertida en ley, especialmente cuando pide a los gobiernos que “cesen y desistan” las actividades y de actividades tales como impedir la libertad de expresión o de reunión. Los gobiernos pueden cesar y desistir mañana mismo. Pero en un tema como el agua y el saneamiento, donde hay que colocar tuberías y construir embalses, cavar pozos, incluso la declaración más sincera y universalmente aceptada se tiene que enfrentar a la cruda realidad de que las mejoras necesarias tardarán por lo menos una década en servir a la población mundial. Debido a estos obstáculos físicos, la realidad es que los gobiernos tan sólo pueden comprometerse a hacer de forma inmediata “lo más que puedan” para acercarse al objetivo de proporcionar un servicio universal. El debate necesita pasar a la práctica. Energía En cuanto a la energía, aparte de la Declaración Universal de Derechos Humanos, existe muy poca mención del derecho a electricidad. La empresa pública francesa Electricité de France ha pedido que se desarrolle un derecho universal a la electricidad. Energywatch, el organismo de control para el gas y la electricidad en el Reino Unido y miembro de CI, ha puesto en práctica un acercamiento a los ocho derechos básicos. Energywatch reivindican siete derechos para los consumidores de energía, los cuales indicamos en el Anexo 4. La elaboración de esa lista se ocupa de forma admirable de los ocho derechos básicos de los consumidores, pero en la práctica existen problemas de aplicación en los países en desarrollo. Por ejemplo, en su labor con el Bureau Europeen des Unions de Consommateurs (BEUC), Energywatch entienden que el acceso implica suministro continuo, lo cual es perfectamente razonable en un contexto europeo. En los países en desarrollo donde gran cantidad de la población no esta ni siquiera conectada, el acceso inicial aunque fuese de unas pocas horas al día, el suministro ininterrumpido parece un proyecto distante. De hecho, el suministro constante puede 21 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos chocar con el acceso si una minoría recibe un servicio las 24 horas del día a expensas de la mayoría que reciben un modesto suministro. Nos enfrentamos a un dilema, ¿debería el GAPS resignarse a la existencia de tales diferencias y arriesgarse a ser acusado de ser un acuerdo de doble rasero o de rebajarse, o debería exigir máxima calidad en todas partes y ser acusado de falta de sentido común?. La respuesta ha de ser que las decisiones prácticas acerca de un suministro continuo y del acceso han de tomarse a escala local, en cuyo caso la cuestión sería si el GAPS aportaría alguna cosa. Nosotros creemos que sí si los principios del acuerdo se conciben en términos de su aplicación práctica. Telecomunicaciones El éxito de la telefonía móvil en algunos países muy pobres indica que no deberíamos poner el listón muy bajo al establecer criterios de calidad. Aun dándose circunstancias muy difíciles se puede avanzar rápidamente. El sector de telecomunicaciones ha sido objeto de menos declaraciones grandiosas, quizás por ser menos fundamental que el agua, y por ello quizás menos susceptible a la jerga de los derechos y sin embargo su cobertura sigue ampliándose. La Cumbre Mundial de 2003 sobre la Sociedad de la Información preparó una declaración de Principios y un Plan de Acción, ambos de los cuales acabaron teniendo mucho de declaración y poco de sentido práctico. La declaración de principios hace uso del art. 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (sobre la libertad de expresión) para apoyar la noción del derecho a la comunicación, mencionando tan sólo de paso los servicios postales. De hecho, se presta mucha atención al desarrollo de los servicios electrónicos mientras que otros servicios de telecomunicaciones más prosaicos se mencionan a través de mecanismos como la Obligación de Servicios Universal de la UE. De forma asombrosa, el acceso a Internet se está desarrollando como parte de una provisión de servicio universal en países de renta media o baja como Chile y la India mediante la creación de telecentros. Se corre el riesgo de que al incluir el acceso a Internet dentro del servicio universal de las telecomunicaciones esto podría conducir a la subvención de los más ricos que tienen ordenadores personales aunque en el contexto del uso comunal Internet podría dar pasos agigantados como ha sido el caso de la tecnología de la telefonía móvil y aportar amplios beneficios. El documento de referencia del AGCS no impide la ampliación del concepto de servicio universal, esto es una cuestión para cada uno de los miembros de la OMC. . Septiembre 2005 ¿Un enfoque más práctico? Hasta ahora no es del todo evidente que las declaraciones sobre derechos provoquen avances. ¿Se necesita un enfoque más práctico estableciendo principios pero en términos más específicos en vez de invocaciones vagas sobre derechos humanos?. De hecho, ¿existe el peligro de desvalorizar el lenguaje de los derechos humanos si no se siguen las declaraciones con acciones específicas?. Nosotros creemos que una propuesta basada en los derechos es crucial pero insuficiente; también necesitamos un acuerdo internacional sobre cómo garantizar esos derechos en la práctica. Declaración de la ONU – Servicios públicos indispensables El Institut de la Gestion Deleguee ha preparado una carta para su adopción por parte de las agencias de la ONU pertinentes, la cual incluye la declaración de principios sobre los derechos de acceso a los servicios públicos esenciales y un código de gestión sostenible. El borrador incluye el agua, el saneamiento y la eliminación de residuos, información sobre la distribución de energía y telecomunicaciones y transporte público. La carta es útil como una declaración de la importancia de esos servicios, la responsabilidad de las autoridades públicas en la organización de esos servicios, y los derechos de los individuos o los colectivos a: “tener acceso a información, proponer la definición, participar en la evaluación y cuestionar a los gestores sobre la red de servicios públicos esenciales”. La carta reconoce la propiedad común de los recursos naturales “agua, aire y espacio” (no de la energía) y reconoce el derecho de los consumidores a “apelar contra prácticas ilícitas y la falta de rendimiento.” El Código de Gestión Sostenible hace referencia a “infraestructuras colectivas que están en una situación de monopolio” que no deberían estar “sujetas a una apropiación privada tanto de duración indefinida como definida”. También “asume la creación de mecanismos de solidaridad y financiación por parte de las autoridades públicas. …basados en la mutualización de costes y en la aplicación de tarifas locales apropiadas, al igual que en mecanismos de solidaridad nacionales e internacionales.” Gran parte de esto corresponde a los elementos de nuestra propia declaración de políticas sobre agua (Anexo 3). No obstante, existen algunas reservas. En primer lugar, aunque la Declaración menciona el acceso a la información, el código no llega al punto de requerir la publicación de los contratos de servicios públicos que hemos pedido en nuestra declaración de políticas sobre agua y en otros documentos del CI sobre servicios públicos. El art. 3 de la carta indica que hace falta “aclarar” en qué forma se presentará la 22 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos información. Nuestra opinión es que en los sectores de monopolio, como en las redes de distribución de agua y saneamiento y de electricidad, escasean razones que justifiquen la confidencialidad comercial. Somos de la opinión de que debería haber una presunción de publicación y que la carga de las pruebas debería caer en aquellos que quieren demostrar la necesidad de confidencialidad. En segundo lugar, la referencia anterior a la “apropiación privada tanto de duración indefinida como definida” plantea cuestiones interesantes sobre la naturaleza no sólo del traspaso de activos fijos (como en GB) sino de contratos a largo plazo como concesiones, los cuales tienen una “duración definida”. El código, si se aplica en su totalidad, parece indicar que aboliría esos sistemas. Aunque no acojamos con los brazos abiertos esas formas especiales de PSP necesariamente, no pensamos que sea realista ni deseable el sugerir que serían incoherentes con nuestros objetivos en todos los casos. Dado que las empresas francesas utilizan ese tipo de contratos (las dos mayores empresas eran miembros de la comisión asesora Institut en la creación del borrador), resulta difícil creer que fuera esa la intención de los redactores del borrador. Esto también resulta interesante ya que el código especifica que “el tipo de gestión es de libre elección por las autoridades organizadoras”. La carta parece basarse sobre la distinción entre activos traspasados y operaciones privadas, lo cual no queda siempre claro en la práctica de los contratos a largo plazo. El código parece aludir a la igualdad de suministro donde dice que “los servicios indispensables…cumplen con los principios de igualdad de tratamiento y continuidad.” Hace marcada referencia al acceso asequible y a la posibilidad de subvenciones cruzadas en tal contexto, lo que incluye la posibilidad de subvenciones públicas. Mucho de esto se ajusta a lo que buscamos con la creación de una carta, pero nos gustaría que se hiciese referencia más clara a las obligaciones de los proveedores de servicios y su gestión del suministro de forma equitativa. Agua: Swiss Re La Agencia Suiza para el desarrollo y la cooperación ha encargado al Swiss Re Centre para el Diálogo Mundial, (agencia vinculada a la empresa Swiss Re de reaseguro), la creación de unos Principios de Política y Directrices de Implementación para las Sociedades Colectivas Público-privadas dentro de los servicios de suministro sostenible de agua y saneamiento. En el documento, se da mucha importancia a la sostenibilidad económica, y por lo tanto a una total Septiembre 2005 recuperación de los costes que incluye los medioambientales, “gastos de los servicios del ecosistema”. Aunque no nos oponemos a tal política a la larga dadas las salvaguardas adecuadas, hay que reconocer que incluir la recuperación de costes medioambientales además de la recuperación de costes operacionales y capitales tendrá una gran incidencia en los precios. Para ello podrían ser necesarias considerables subvenciones que suavicen el golpe para aquellos consumidores pobres que ya están conectados. Pero esa posibilidad se ve descartada en la propuesta suiza mediante el requisito general de recuperación total de costes. El documento dice que las subvenciones se deben concentrar en subvenciones de conexión, y que la política de tarifas transitorias podría permitir algunas subvenciones que fuesen en descenso. Estamos de acuerdo con esto en muchos de los casos debido a la cuestión de la “fuga” de subvenciones de la que ya hablamos anteriormente. Pero no todas las subvenciones basadas en tarifas son regresivas, y existe el peligro de que la política tal y como se ha propuesto resulte demasiado “estricta”. Otro peligro de la política de Swiss Re es que es implícitamente prescriptiva en relación con las estructuras de propiedad. El documento no incluye la explotación directa en la lista de posibles funciones del gobierno local, ni reconoce que muchas de las cuestiones que plantea son de igual importancia para el sector público y para el privado. Aunque reconoce que la administración pública es la responsable del servicio, apenas reconoce el papel del gobierno local como proveedores directos salvo una referencia a “ provisión pública deficiente de agua y saneamiento”. Por otro lado, la venta de activos para “las empresas con ánimo de lucro” no parece haber sido incluida en ninguna parte. De nuevo aquí hay problemas de definición que podrían desembocar en consecuencias malsanas. Esta política podría eliminar el sistema que está en funcionamiento en el Reino Unido y no permtir que los sistemas traspasados operasen en colaboración y obtuviesen un margen de beneficios, beneficios que se reinviertirían en infraestructura al utilizarse como fondos de inversión. ISO Desde septiembre de 2002, CI ha participado en el proceso de desarrollo de un criterio de normalización para las “Actividades de servicio relacionadas con el suministro de agua potable y saneamiento” en el marco del Comité Técnico 224 de la Organización Internacional de Normalización. Hemos conseguido poner el énfasis en los argumentos a favor del desarrollo de una normativa que sirva no sólo para el estilo de redes integradas de los países del Norte, sino también para sistemas no integrados y no tan tecnológicos como los que utilizan pozos, distribución 23 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos de agua en grandes cantidades, fosas sépticas, retretes con fosa y demás. Gran parte de la negociación se ocupa de asuntos conocidos pero no importantes para el servicio al cliente como son los sistemas de asignación, cobro, quejas e información sobre las condiciones del servicio. Un elemento “tradicional” primordial en la protección de los consumidores que hemos propuesto es que haya tanto contratos “implícitos” como “explícitos” entre el proveedor y el consumidor. En otras palabras, el consumidor debe tener el derecho a un servicio sin tener que contar con un documento firmado. Otra propuesta de CI más polémica para algunos es que si es inevitable que haya cortes constantes del suministro (debido a falta de agua o electricidad), estos deberían repartirse de forma justa. Para algunos es difícil reconciliar nuestro compromiso con unos mejores criterios de calidad y el reconocimiento de que para miles de millones de consumidores este tipo de cortes supone algo cotidiano. Pero, ya que existen, entonces es mejor que sean gestionados de forma equitativa en vez de afectar principalmente a los pobres, que es lo que ocurre en muchos países. Apoyamos el llamamiento de la ISO para que se publiquen Indicadores de Rendimiento que traten de la extensión de la cobertura tanto de los sistemas integrados como de los no integrados, pero también que se planifique el suministro de todos aquellos que no reciben cobertura. Luchamos por que esa información sea divulgada y que los consumidores participen en el desarrollo del servicio. El borrador reconoce el derecho de participación e indica la existencia de, por ejemplo, ‘audiencias sobre tarifas’ públicas para fijar precios. Pedimos que se realice una supervisión pública de los contratos de servicio durante la etapa de elaboración y también que haya procedimientos de supervisión durante la vigencia del contrato. Hemos pedido que la confidencialidad comercial de los contratos asumidos no se aplique. Es decir, que la carga de la prueba quede en manos de aquellos que limiten la información. Al contrario de otras declaraciones de derechos que hemos considerado, la ISO es un proceso apolítico y práctico. Estamos a favor de muchas de las disposiciones del actual borrador, que está pendiente de aprobación, pero un acuerdo GAPS necesita reconocer un contexto político más amplio, algo a lo que la ISO se resiste habitualmente. Septiembre 2005 3. Argumento a favor del GAPS Nuestros compañeros del Bureau Europeen des Unions de Consommateurs (BEUC) han presentado la siguiente lista para que se examine. Organizaciones de consumidores de toda la UE en el marco del Comité Europeo de Consumidores han adoptado esta lista como un conjunto de principios orientativosobligaciones de servicio universal para aquellos “servicios que son de interés general” en la UE. • • • • • • • • • • • acceso físico y geográfico y precios asequibles opciones (la mayor gama posible de servicios donde escoger, acceso libre a la tecnología y la infraestructura, gama total de opciones de pago) transparencia e información totales (información clara sobre precios, facturas y proveedores, sistema de regulación y organización de la industria transparentes) calidad (fiabilidad y continuidad de servicios, opciones de pago, gestión de las reclamaciones, resolución de conflictos, seguimiento del rendimiento) seguridad (servicios seguros y fiables) seguridad y fiabilidad de la provisión de servicios que incluya mantenimiento a largo plazo de la red de infraestructura (servicios continuos y fiables, que protejan en caso de cortes) imparcialidad (competencia justa y sincera); prevención contra el impacto ecológico negativo e impacto social negativo (normas de competencia que incluyan cuestiones medioambientales y sociales) regulación independiente (con las pertinentes competencias para sancionar, y marcadas obligaciones) representación y participación activa (mecanismos de representación independiente, participación activa de los consumidores) resarcimiento (procedimientos de reparación e indemnización eficaces). Es obvio que con esta lista se comienza a dar más cuerpo a los derechos de los consumidores, y agradeceríamos sus comentarios acerca de si es o no es adecuada. Sin embargo, una declaración de derechos no constituye necesariamente un documento al cual puedan suscribirse gobiernos y proveedores de servicios, ni tampoco indica las responsabilidades de los consumidores (aprovechamiento de los recursos, pago de los gastos correspondientes, etc.). Además, un acuerdo GAPS asumiría a su debido tiempo otros derechos que se encuentran fuera de la esfera de alcance de CI tales como derechos de los trabajadores, o incluso derechos de los proveedores de servicios. 24 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos Este documento se centra en el punto de vista del consumidor, pero todas las partes han de autorizar el acuerdo. De otro modo, esto quedaría como un conjunto de reivindicaciones, el punto de partida de las negociaciones. Adjuntamos en el Anexo 3 de nuestra declaración de políticas sobre los servicios de agua y saneamiento, un ejemplo de combinación de principios generales y práctica a la cual aspiramos. Esperamos que sirva como punto de partida no solamente en el caso del agua sino para la creación de declaraciones sectoriales de la misma índole, bajo la agrupación plurisectorial del GAPS, en los sectores de electricidad y de telecomunicaciones. Nos gustaría saber si esta propuesta alcanza el equilibrio deseado y si debiese trasladarse a las telecomunicaciones y el sector energético de forma adecuada. Objetivos Creemos que es necesario un GAPS que establezca las condiciones básicas para los derechos de los consumidores de estos servicios, sin tener en cuenta la propiedad de tales. Los derechos de los consumidores al acceso, seguridad, información, etc. forman una buena estructura para un acuerdo GAPS pero necesitaríamos darle una forma más específica. Por ejemplo, la información vendría expresada como el principio de que los acuerdos de concesión deben ser publicados. A nuestros miembros en Alemania y Rumania se les ha denegado el acceso a acuerdos de concesión no publicados, y este tipo de acuerdo les hubiera ayudado. También se debería incluir el acceso a planes corporativos del sector público. (También es importante saber si no tienen planes corporativos). Los otros derechos de los consumidores también se pueden expresar en términos más concretos. Anteriormente, la tendencia ha sido la de concentrarnos sobre todo en la representación del consumidor. Aunque esto sigue siendo primordial, no es suficiente. Así que el objetivo debería ser una serie de requisitos a cumplir bajo las condiciones de un GAPS al que se suscriban los gobiernos y proveedores de servicios. Y deberíamos tener en cuenta que muchos servicios están gestionados a escala municipal o federal. El acuerdo GAPS debería ser útil en todos esos contextos, y en las esferas de debate nacionales e internacionales. Nuestro cometido es la adopción del acuerdo por una serie de organismos y países, e incluso localidades o regiones. Creemos que las cuestiones de las que se debe ocupar en nombre de todas las partes interesadas son las siguientes. Septiembre 2005 Universalidad: El nivel mínimo de servicio al que todos los seres humanos deben tener derecho es aquél que les permita disfrutar de sus derechos básicos tal y como se consagraron en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y en otros estatutos internacionales que se refieran a derechos al acceso a servicios específicos. Responsabilidad: La gobernanza de los servicios debería permitir que se efectúen políticas públicas democráticamente determinadas, sujetas a la rendición de cuentas a través de procesos transparentes y que permitan la participación de aquellos que se ven afectados por las decisiones. Equidad: El suministro equitativo de los servicios no significa necesariamente igualdad de acceso a corto plazo al menos. Las administraciones públicas y-o los proveedores de los servicios deberían ser los responsables a la hora de justificar cualquier tipo de discriminación, e incluso en aquellos contextos en los que se observe que se esfuerzan al máximo por garantizar un acceso universal. Ética: Sin tomar en consideración el estado de los proveedores de servicios, los servicios se deben suministrar basándose en códigos de conducta ética, que estén sujetos a un proceso de responsabilidad democrática transparente y que proporcionen compensación a aquellos cuyos derechos han sido infringidos ya sean consumidores, proveedores o terceros. Reglamentación: Los servicios deben estar regulados para fomentar y proteger el interés público, cubriendo no sólo la eficacia económica, las políticas de precios y las normas de libre competencia, sino también los derechos sociales y la sostenibilidad medioambiental. En el caso de no haber contratos expresos, los consumidores deberían estar protegidos por términos implícitos que cubran el derecho de suministro. Continuidad: Los servicios deben funcionar de forma que proporcionen la continuidad de un servicio fiable, y cualquier interrupción que pueda ocurrir pese a los esfuerzos de los proveedores de los servicios debe ser gestionado de forma no discriminadora, de acuerdo con normas transparentes. 25 Cerrando brechas: Argumento de apoyo para un Acuerdo General sobre Servicios Publicos Financiación: Los servicios deben financiarse basándose en la combinación de subvenciones públicas, subvenciones cruzadas y tarifas de usuario. De forma que equilibren los derechos mínimos de acceso, la no-discriminación y otros principios sociales con eficacia económica, y la sostenibilidad operacional y medioambiental, y de acuerdo a procedimientos participativos y transparentes. Efectos externos: Ninguna jurisdicción sobre los servicios debe ejercitar sus derechos de forma que aquellos en otras jurisdicciones sean perjudicados injustamente en sus derechos de acceso a los recursos, o que transfieran cargas tales como contaminación a aquellos fuera de su jurisdicción. Eficacia: Todos los proveedores de servicios deben ejercitar su responsabilidad en el uso de recursos naturales, humanos o financieros, evitando desperdiciar, y asegurándose de que se potencien al máximo los rendimientos producidos por las finanzas públicas y los cobros a usuarios, sujeto a los derechos de todas las partes interesadas, incluyendo los trabajadores del servicio público. Compensación: Además de los derechos colectivos, los consumidores deben tener derecho a objetar a título personal al tratamiento que reciban por parte de los proveedores de servicios, incluyendo procedimientos de reparación de agravios regulados y transparentes. Los usuarios deberán asumir su responsabilidad y hacerse cargo de su parte de los gastos, y sus representantes deberán participar en la resolución de disputas con los proveedores de servicios. Septiembre 2005 Conclusión Rogamos que nos presenten sus comentarios sobre los temas siguientes: 1. ¿Hemos presentado un argumento convincente en favor de un GAPS? 2. Si es así, ¿debería el GAPS tener vigencia legal (a escala nacional o internacional), o debería ser un conjunto de oblaciones morales y públicas, compromisos voluntarios o declaraciones de principios?, ¿podría el GAPS convertirse en un documento de referencia a efectos de la OMC? 3. ¿Podríamos utilizar los compromisos del GAPS a modo de condición para obtener préstamos o dotaciones? 4. ¿Constituyen las listas de principios y derechos anteriormente expuestas y las de los anexos posibles modelos para un acuerdo GAPS? Anexos Disponibles en la red en esta dirección: www.consumersinternational.org Anexo 1 – Cerrando la brecha con el GAPS Anexo 2 – Objetivos de Desarrollo del Milenio Anexo 3 - Documento de las políticas de los WSS (Servicios de Agua y Saneamiento) Anexo 4 – Lista de Energywatch sobre los derechos de los consumidores de energía Sostenibilidad: Los usuarios y los proveedores deberán preservar y proteger los recursos naturales contra la contaminación. 26