Irapuato Calles Chuecas

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Irapuato Calles Chuecas
LA ESQUINA DEL MONO DE PALO
Silviano Rivera Uribe
Hubo en nuestro antiguo Irapuato algunos sitios famosos como “Las
Cuatro Esquinas”, llamada así por ser el sitio de confluencia de las calles:
Santana, ahora Sóstenes Rocha, Las campanitas, después San Pedro y
actualmente ramos Arizpe, La Número Uno, ahora, Terán y la calle de La
Soledad, su actual nombre es Ramón Corona.
“La Vaca” ubicada en la calle antes La Número Uno, repetimos,
ahora Terán, y la calle de La Palma que se ahora lleva el nombre de
Vallarta, en esa esquina estaba pintada una vaca, porque ahí el señor
Manuel Basauri vendía leche bronca en una tina y al lado casa de don
Otilio Nieto quien también vendía leche.
En la calle que se llamó Guadalupe, después Calzada Insurgentes, se
llegó a llamar Calle del Tívoli, y la esquina entre las calles del Arco
actualmente Hidalgo, calle Abasto, ahora Guanajuato, donde está “La Bola
del Agua”. En el año de 1853, se le nombró a ese espacio “Esquina del
Mono de Palo” y a la Calzada Insurgentes se le llamaba “Camino Real a
Salamanca”.
Al tener conocimiento en esta Villa que su Alteza Serenísima el
general Antonio López< de Santa Anna, Presidente de la República, pasaría
por este lugar, se hicieron preparativos para recibirlo dignamente,
conociéndose cuanto le agradaban los homenajes adulatorios.
Siempre que salía de la capital, su marcha era una continúa ovación,
pues cada pueblo, villa, aldea o rancho se le vitoreaba, se le erigieron
monumentos en su momento. En esta Villa se pensó también en
levantársele un monumento, pero dada la premura de tiempo, un artesano
local, propuso y se ofreció hacer una estatua de madera en tamaño natural,
sirviéndole de base un gallardo pedestal de mampostería; así se hizo y la
estatua de un acabado perfecto se colocó en esa que dio nombre a la
“Esquina del Mono de Palo”.
Anunciado el día del arribo a la Villa del Señor Presidente Santa
Anna motivó inusitado regocijo entre la población. Un gran número de
jinetes de las haciendas y ranchos circunvecinos se apostaron desde la
Hacienda de Buenavista para recibirle, uniéndose a su comitiva y ejercito
como vanguardistas.
Entró su Alteza Serenísima entre vivas y espléndidas ovaciones, los
lugareños salieron de sus casas para saludarle y aclamarle, las calles se
adornaron para la ocasión con vistosas colgaduras de papel, arcos
triunfales, música, cohetes, repique de campanas. Pero al encontrarse frente
a su monumento y descubrirlo, le causó grandísima sorpresa y satisfactoria
impresión contemplar su imagen en una estatua tallada en madera, rodeada
de coronas y flores, siendo saludada con salvas de artillería y aplausos de la
multitud. Presentando al autor de la obra, a quien el Presidente Santa Anna
le felicitó y calificó como un gran artista premiándole económicamente.
Transcurrieron los años y los vaivenes políticos obligaron a su Alteza
serenísima a salir del País, terminando así su larga actuación tirana,
déspota, dictatorial y llena de turbulencias; pero la estatua de madera nadie
la quitó, permaneció en su sitio hasta que los elementos naturales
empezaron a atacarla y destruirla como era natural, entonces ya no fue para
el pueblo la estatua de Santa Anna, sino que entonces surgió “La Esquina
del Mono de Palo” , nombre que así permaneció por muchos años, y fue
lugar de ejecuciones en tiempos de la revolución, lugar donde el General
Berriozabal ordenó el fusilamiento de muchos opositores.
En esa época era alcalde ordinario Don Juan N. Alcántara, año de
1853.
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