DEL AFAN A LA CONFIANZA

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DEL AFAN A LA CONFIANZA
(Filipenses 4:5-7)
Por Susan Seiferling
Usado con permiso
Definición: El afán condenado en la Biblia es la ansiedad que resulta cuando no podemos controlar
una situación. Si estamos en control, no nos afanamos, pero cuando perdemos el control, nos
llenamos de temor, de ira, y de ansiedad. Este es el afán que nos atormenta, roba nuestra paz, y
produce trastornos dentro de la familia.
A. LAS CONSECUENCIAS DEL AFAN.
1. Consecuencias físicas: dolor de cabeza, problemas gástricos, tensión alta, problemas cardiacos,
dolores musculares, trastornos con relación al sueño, cansancio.
2. Consecuencias emocionales: estrés, depresión, ira, mal genio, temor, angustia.
3. Consecuencias sociales: El afanado muchas veces trata de dominar a otras personas o
manipularlas para aliviar su estrés. Lo hace por medio de la ira, la autocompasión, la queja, y/o
la crítica. El afanado sufre rechazo por su misma manera de ser, y esto multiplica su ansiedad.
4. Consecuencias espirituales: dudas del amor y/o el poder de Dios, se siente lejos de Dios, desgano
espiritual.
B. VICTORIA SOBRE EL AFAN: TENER EN CUENTA A DIOS. Filipenses 4:5.
“Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca”.
1. Gentileza quiere decir: Ser razonable. Ser equitativo. Estar dispuesto a escuchar el punto de vista
de otros.
2. El Señor está cerca de nosotros de dos maneras:
• Está a nuestro lado para escucharnos, socorrernos, y guiarnos (Juan 14:16 y Mateo 28:20).
• Su venida puede suceder en cualquier momento (Mateo 24:36 y 1ª a Tesalonicenses 4:16-18).
C. VICTORIA SOBRE EL AFAN: ENCOMENDAR EL PROBLEMA A DIOS. Filipenses 4:6.
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración
y ruego, con acción de gracias”.
1. Tenemos que reconocer que el afán es pecado. Dios nos manda a no afanarnos. (Véase Mateo
6:25.) El afán ansioso es pecado porque muestra desconfianza en el amor y/o el poder de Dios.
Habiendo reconocido el afán como pecado, tenemos que confesarlo y dejarlo. (1ª de Juan 1:9)
2. Llevamos el problema a Dios con todos sus detalles (oración y ruego). Le contamos nuestros
temores, expresamos nuestra preocupación, y le llevamos nuestro dolor. No le decimos cómo
solucionar el problema, sino lo entregamos en sus manos para que él lo solucione a su manera y
en su tiempo.
3. Por la fe damos gracias a Dios por la respuesta. Haciendo esto, expresamos nuestra confianza en
el amor, el poder, y la sabiduría de Dios.
4. Repetimos este proceso las veces que sean necesarias, y descansamos en el Señor.
D. TRANQUILIDAD SOBRENATURAL. Filipenses 4:7.
“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros
pensamientos en Cristo Jesús”
1. El resultado de entregar la ansiedad a Dios es paz sobrenatural.
2. La paz de Dios guarda nuestras emociones turbadas (el corazón).
3. La paz de Dios guarda nuestros pensamientos inquietos.
(Nota: Debemos entender que a veces nuestras emociones necesitan tiempo para tranquilizarse. El
mismo Señor Jesús oró por tres horas en el huerto de Getsemaní antes de lograr estar sosegado ante
la prueba que le enfrentaba. No debemos sentir culpa si tenemos que orar una y otra vez por el
mismo problema. Dios nos conoce, y responderá en su tiempo y a su manera.)
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