La antiaccesión I Hugo Spinelli. -- Rev. AEU, vol. 80, n° 7-12, p. 235-250 (jul./dic. 1994) 1.3. La antiaccesión Por el Esc. Hugo Spinelli Sumario. Prólogo. A) Cosa, parte, accesorio y pertenencia. B) Modos de Adquirir el dominio. Accesión discreta y cotinua. C) Aumento de valor. No existen mejoras gananciales. D) La antiaccesión. 1) Tesis de la accesión común. 2) Tesis intermedia o ecléctica. 3) Tesis de la antiaccesión o de la ganancialidad absoluta. I) Requisitos objetivos: a) suelo propio de uno de los cónyuges; b) edificio; c) si el dinero debe o no ser ganancial; d) límites temporales e irrelevancia de los documentos administrativos de construcción. II) Requisitos subjetivos. III) Momento en que se produce la transferencia y momento en que nace la indemnización. IV) Construcción realizada por un tercero. V) Construcción realizada por el cónyuge con materiales ajenos. VI) Si es posible su combinación con el derecho de superficie, y en propiedad horizontal, con el derecho de sobreelevar. E) Conclusiones. F) Nuestra opinión. G) La jurisprudencia. Prólogo En forma previa al estudio de la llamada "antiaccesión o accesión al revés", así como también de otra situación distinta, que es el aumento de valor en los bienes propios, re­ gulados respectivamente por el art. 1955, num. 69, incs. 2- y Is del C. Civil, es necesario hacer referencia a los conceptos de cosa, parte, acce­ sorio y pertenenca, analizando asimismo su ré­ gimen jurídico. Luego de efectuada esta base, haremos mención de los modos de adquirir, en especial la accesión. Seguidamente estudiare­ mos el inc. 1s del num. 62 del art. 1955 del C. Civil, es decir los casos de "aumento de valor'' de los bienes propios, a fin de distinguirlos del supuesto previsto por el inc. 2° del mismo nu­ meral de dicho artículo. Respecto al inc. 22 refe­ rido, veremos resumidamente las opiniones emitidas por la doctrina y, en particular, la mayoritaria, que afirma que se trata de un supuesto excepcional de inversión del principio de la accesión; sus requisitos objetivos y subjetivos; algunos casos controvertidos y si es posible su combinación con los derechos de superficie, y en propiedad horizontal, con el derecho de sobre elevar. Finalmente daremos las conclusio­ nes y nuestra opinión, así como una imprescin­ dible mención de jurisprudencia. (1) Arezo, Rev. A.E.U., T. 72, Ne 1-6, 1986, págs. 68 a 73. (2) Ob. cit. págs. 23 a 25. A) Cosa, parte, accesorio y pertenencia. El C. Civil, siguiendo al Derecho romano, asimila bien y cosa, considerando, a su vez, co­ sas incorporales a los derechos, con excepción del derecho de dominio, el que es identificado con la cosa corporal que le sirve de objeto. Sien­ do coherente en su error de apreciación, el le­ gislador distingue la tradición de las cosas, de la tradición de los derechos. No obstante las disposiciones legales, el de­ sarrollo científico de la doctrina ha demostrado que la asimilación no es correcta: "El bien es el poderío (señorío) que da utilidad o permite re­ solver una necesidad. Si no se admite la dis­ tinción del "bien" y de la "cosa", es decir, entre el derecho y su objeto, es imposible explicar la existencia de pluralidad de derechos subjetivos respecto a una misma cosa" (1). La doctrina moderna concluye (2) que para el derecho "cosa" es toda entidad, material o no, de naturaleza impersonal (se contrapone a per­ sona), que tenga una propia individualidad (existencia unitaria, separada, en el tráfico ju­ rídico) y sea susceptible, como un todo, de dominación patrimonial (posibilidad jurídica de suje­ ción o pertenencia, que excluye los comunes a 236 todos), constitutiva de un derecho independiente (por ejemplo, un ladrillo, aisladamente puede ser "cosa", pero formando parte ya de un edificio constituye un todo sin identidad jurídica). Las partes constitutivas de un todo que se absorbe, dejan de ser cosas jurídicas, así como tampoco lo son los accesorios que se subordinan a la cosa principal. La pérdida de su indepen­ dencia, importa la de su régimen jurídico (3). Isabel Margarita Pizza (4) señala que las pertenencias son cosas autónomas, separadas por lo general de la cosa principal y que tienen su individualidad. Son auxiliares de una cosa principal y puestas a su servicio (subordinación económica); pero no siguen su condiciónjurídica. Continúa diciendo la citada profesora: para que haya pertenencia deben darse la siguientes condiciones: 1) que la cosa sea destinada al fin económico de la cosa principal, no a los intereses individuales del propietario. Esa relación entre ambas cosas, de fin, subsiste independien­ temente de la persona a que pertenece. No puede tener una finalidad de complemento de la cosa principal, sino de conservación, defensa o mejoramiento; 2) el destino tiene que tener carácter permanente y por lo tanto debe emanar del propietario y 3) el destino debe ser realizado, no bastando que sea proyectado. Los efectos de la cualidad de pertenencia son: mientras la parte pierde su individualidad y se absorbe en la cualidad jurídica del todo, la pertenencia sigue siendo una cosa distinta, objeto de derechos de propiedad y posesión que pueden pertenecer a distintos sujetos. La unión en la suerte jurídica de la cosa principal y per­ REVISTA DE LA A.E.U.- T. 80 (7-12), 1994 tenencia, supone que ambas pertenezcan a un mismo dueño. De lo contrario, como la perte­ nencia conserva su régimen jurídico, los dere­ chos reales en o contra la cosa, no caen al desti­ narse la pertenencia al servicio de otro bien (5). El régimen jurídico de las partes, depende de que sean separables o no sin detrimento de la cosa. En el primer caso, cuando se pueden separar sin inconveniente, es decir sin destruir el valor económico, sin provocar la destrucción o la transformación sustancial de la cosa, la parte conserva su individualidad y pueden ser objeto de derechos autónomos de propiedad, posesión o garantía y los derechos reales que existían antes de la unión, subsisten. Cuando la parte no puede separarse sin in­ conveniente del todo, el régimen es distinto: no puede haber propiedad, posesión o prenda de partes inseparables de una cosa independien­ temente sobre la cosa total (art. 737). Con los accesorios, sucede lo mismo que con las partes inseparables, pierden su régimen ju­ rídico y siguen la suerte del todo. El propietario de la cosa principal adquiere la propiedad del accesorio. B) Modos de adquirir el dominio. Acce­ sión discreta y continua. El art. 705 enumera cinco modos de adquirir el dominio: la ocupación, la accesión, la tradición, la sucesión por causa de muerte y la prescripción. La norma es criticada en cuanto no menciona (3) Una situación excepcional es la prevista por el art. 466 del C. Civil, en virtud de la cual se consideran bienes inmuebles, a los efectos de constituir derechos en favor de terceros, aquéllos que son inmuebles por naturaleza o accesión (por ejemplo, cuando se negocian separadamente, art. 762, los edificios y sus partes para su demo­ lición; las maderas y frutos, etc.). Es la llamada movilización ideal. (4) "Sistemas de División y Régimen Jurídico de la Indivisión de la Propiedad Inmobiliaria Urbana y Derecho Positivo", en X Congreso Internacional del Notariado Latino, Tomo IV, págs. 608 y 609. (5) Un claro ejemplo lo constituyela hipoteca industrial (art. Is, ley 8.292 de 24 de setiembre de 1928), que puede comprender los bienes destinados al uso de la industria, aunque sean separables del inmueble sin detrimento, formando con el inmueble afectado, un solo bien industrial a los efectos de tal gravamen. Dichos bienes deben pertenecer al propietario del inmueble y estar libres de derechos contra la cosa (prenda) para el buen fin de la hipoteca. DOCTRINA a la ley como modos de adquirir (6); ni a otros derechos que el de dominio; ni distingue la prescripción adquisitiva (usucapión) de la prescripción extintiva que no es modo de ad­ quirir. En la accesión, la adquisición resulta por consecuencia del derecho de dominio (de la cosa principal) por su fuerza atractiva, en virtud de lo cual buena parte de la doctrina no la considera modo de adquirir (7). Otros autores tienenuna posición intermedia y distinguen la accesión discreta de la continua (arts. 487 num. 1a y 731), siendo la primera el resultado de la fuerza productiva de la cosa, o sea la extensión del derecho de dominio a los productos y, la segunda (verdadero modo de ad­ quirir) el resultado de la acción natural, artificial o industrial (8). Dice Cestau (9): "Hemos visto que se ha dis­ cutido y se discute si la accesión es realmente un modo de adquirir o una consecuencia del de­ recho de propiedad. Nuestra ley la ha consi­ derado lo primero; pero la expresión legal uti­ lizada en el num. 1s del art. 487, permite pensar que nuestro legislador quiso tener en cuenta la opinión de los que sostienen que la accesión no es otra cosa que un derivado del derecho de propiedad" (10). Considerando a la accesión como modo de adquirir, lo podemos calificar de originario (no implica sucesión, ni derivación de derechos en la cosa que se adquiere) y singular. Los principios generales a tener en cuenta, son los siguientes (11): 1) que la propiedad de la cosa accesoria se 237 adquiere por el de la cosa principal cuando la separación no es posible ni económicamente útil. 2) Que siempre que la separación de las ma­ terias unidas puedahacerse sin inconvenientes, y el dueño de la materia ajena empleada lo exi­ ja, deberá efectuarse la separación. 3) Accesoria es siempre la cosa mueble res­ pecto a la inmueble. 4) Que la adquisición de la propiedad ajena sea por accesión, no significa que se debe operar gratuitamente, sin compensar a aquél que pierde su cosa; hay casos de excepción cuando la incor­ poración se produce por obra de las fuerzas na­ turales. C) Aumento de valor. No existen mejo­ ras gananciales. El art. 1955 establece: Son bienes ganan­ ciales: ...6e (inc. 1 q) El aumento de valor en los bienes propios de cualquiera de los cónyuges por anticipaciones de la sociedad opor la indus­ trial del marido o de la mujer. La disposición ha sido criticada por su inco­ rrecta ubicación, pues el artículo enumera los bienes gananciales y, en el caso, el aumento de valor no determina ninguna variación de la na­ turaleza jurídica del bien (que sigue siendo pro­ pio), sino que solamente genera un crédito (re­ compensa) de carácter personal, en favor de la sociedad conyugal (12). El propietario del bien lo es en su totalidad por accesión, no existiendo "mejoras ganan­ ciales" (6) Ejemplo: se constituyen por ley: el usufructo legal (arts. 266, 269 y 495), algunas servidumbres (art. 555) las asignaciones forzosas (art. 870), los bienes gananciales cuando no existen capitulaciones matrimoniales (arts. 1938 y 1955), etc. (7) Op. cit. por Cestau, Modos de adquirir el dominio, W 135. (8) Ob. cit. supra. (9) Ob. cit., W 136 in fine. (10) En el Informe de la Comisión de Codificación de 1867, num. Ill, párrafos 1 y 2, se dice lo contrario. (11) Cestau, ob. cit. Nö 143. (12) Gnazzo, Rev. A.E.U., T. 70,1 a 3, año 1984, pág. 137. 238 Debe destacarse, asimismo, que frecuente­ mente procede la aplicación de este inciso a aquellos casos que no encuadren en el inciso siguiente (13). La importancia práctica de determinar que no existen mejoras gananciales sino totalmente aumento de valor de un bien que se mantiene en su totalidad como propio, resulta en virtud de lo dispuesto por el art. 5fi de la ley 10.783, que exige la conformidad expresa de ambos cónyuges para la enajenación de los inmuebles de carácter ganancial. La doctrina, prácticamente unánime, ha re­ futado la posición de quienes entendieron en al­ guna oportunidad que existían "mejoras ganan­ ciales" (14). Para que surja un crédito en favor de la so­ ciedad conyugal, deben haberse realizado an­ ticipaciones por ella o por derivar, tales au­ mentos, de la industria del marido o de la mu­ jer, no siendo aplicable la norma cuando se efec­ túan aportes de dinero propio de alguno de los cónyuges. Además, tiene que provocar un "aumento de valor", pues el crédito que resulte es por el mis­ mo y no por la suma efectivamente aportada por la sociedad, no teniendo tope alguno (lo que supone estimularía al marido a mejorar los bie­ nes propios de la mujer, desestimulando por REVISTA DE LA A.E.U.- T. 80 (7-12), 1994 otro lado, la mejora de los bienes propios del mismo cónyuge) (15). Es con relación al cálculo que se plantean controversias en doctrina. Así, Vaz Ferreira sostiene que el crédito ha­ brá de resultar de comparar el valor venal que el bien tiene, con el que tendría sin las mejoras, al tiempo en que se realizaron, reajustándose de acuerdo a la ley 14.500. Este autor le da a di­ cha ley un alcance sumamente amplio (inde­ pendientemente de que sea o no equitativo), in­ cidiendo a su vez la determinación del momento en que nacen las recompensas (16). Por último, resta consignar que la plusvalía que da lugar al citado aumento de valor, es la llamada voluntaria, quedando por tanto fuera las emergentes variaciones económicas o mone­ tarias. D) La antiaccesión (17). El art. 1955 dice: Son bienes gananciales:... 6e (inc. 2 a) Será también ganancial el edificio construido durante el matrimonio, en suelo propio de uno de los cónyuges, abonándose el valor del suelo al cónyuge a quien pertenecía. Distintas posiciones han sido sostenidas por la doctrina en cuanto a la interpretación de este inciso, en cuya clasificación, fundamentacióny (13) Véase Revs. A.E. U., Molla-Pardías, Tomo 75, NQ 7-12,1989, págs. 407 a 412; Arezo, Tomo 72, Ns 1-6,1986, págs. 139 a 145; Arezo, Tomo 70, Nfl 4-6,1984, págs. 388 a 394; Pérez González, Tomo 76, N3 7-12,1990, págs. 330 a 333; Gnazzo-Cafaro, Tomo 70, NQ 1-3,1984, págs. 127 a 143; Arezo, Tomo 69, N° 7-9,1983, págs. 440 a 444. (14) Véase Vaz Ferreira, Tratado de la Sociedad Conyugal, Tomo I., Ns 137; Quagliatta, Rev. A.E. U., Tomo 38, 1952, págs. 267 a 270 y cambio de posición de la Sala de Abogados del BROU, en igual Revista, págs. 271 a 274; véase nota (13). (15) Ver arts. 1965, num. 39, 523 y 698 a 701. (16) En doctrina se debate si las recompensas nacen en el momento de disolverse la sociedad conyugal, o si solamente en ese entonces se tornan exigibles, reconociendo su nacimiento cuando se produce el aporte. El punto interesa, por ejemplo, a fin de determinar si procede o no el ejercicio de actos conservatorios (art. 1423). (17) La expresión "antiaccesión", por el conocimiento notorio que tiene todo estudioso del derecho, forma por sí sola la idea de la temática a la que nos vamos a referir, y por tal motivóla utilizamos. No obstante, propiamente "antiaccesión", como caso en el cual se detienen los efectos de la accesión, solamente comprende aquellas situaciones en que se constituye derecho de superficie; situaciones que difieren, obviamente, de la que nos ocupa. Por ello, técnicamente es más adecuado hablar de "accesión al revés", o como veremos más adelante, de "libre accesión" 239 DOCTRINA crítica, seguimos el desarrollo realizado por Arezo (18). Ellas son: a) la tesis de la accesión común; b) la tesis intermedia o ecléctica; y c) la tesis de la inversión de la accesión o de la ganancialización absoluta (mayoritaria). 1) Tesis de la accesión común. Según Irureta Goyena, el edificio construido durante la vigencia de la sociedad conyugal, en el terreno o suelo de uno de los cónyuges, sigue la suerte del terreno, es decir, prevalecen los principios generales de la accesión común, ha­ biendo querido conferir, el legislador, solamente un crédito a la sociedad legal por el aumento de valor del bien propio. No acepta la tesis de la inversión de la ac­ cesión, por entender que consagra una fórmula anormalísima de transferencia de la propiedad a la comunidad (clandestina); por contrariar el régimen dotal (hoy derogado) y porque tal so­ lución no es necesaria para la finalidad que pudo tener en vista el legislador. Se la critica como insostenible, frente al cla­ ro texto de la ley y sus antecedentes. Asimismo, Vaz Ferreira señala que la clan­ destinidad y falta de documentación, también se da en sede de prescripción, lo que no es obs­ táculo para que proceda (19). Por su parte, Fernando Miranda, Prunell y Luis Alberto Castro manifiestan: "La atribución o extinción de un derecho como consecuencia del efecto atribuido por la ley a ciertos hechos, es un elemento común en la teoría del derecho positivo, se da en la accesión, situación igual a la tratada; la sola incorporación natural o por obra del hombre produce la adquisición de lo accesorio por el dueño de lo principal (accesorio o principal en el concepto natural o legal, en el volumen o en el valor); en la sucesión, el deceso produce por sí y automáticamente el traspaso del patrimonio; en la prescripción, la posesión y el tiempo con cualidades particulares producen la propiedad" (20). 2) Tesis intermedia o ecléctica. Es sustentada por Bardallo, con los siguien­ tes fundamentos: a) los principios generales de la accesión no pueden dejar de funcionar sino por excepción, frente a propietarios de cosas cuya separación resulta antieconómica; y b) la disposición no invierte la accesión sino que ha establecido sólo una excepción a la misma, constituyendo el edificio una propiedad distin­ ta y separada del terreno (jurídicamente) aun­ que económicamente no lo sea, pues la norma dice que será también ganancial el edificio, pe­ ro no dice que lo será también el terreno, siendo las excepciones de interpretación estricta. Tal inseparabilidad determina su consideración co­ mo un todo indivisible a los efectos de la partición y liquidación de la sociedad legal. Vaz Ferreira afirma que el texto de la dispo­ sición y sus antecedentes, no permiten sostener la tesis de Bardallo, especialmente la palabra "pertenecía", la cual señala que, además del edificio, se ganancializa el terreno, el que deja de pertenecer al cónyuge propietario del suelo. A su vez, Arezo expresa que no es de recibo la distinción entre lo económico y lo jurídico. Si no existiera indivisibilidad jurídica, bien podría partirse, luego de la disolución de la sociedad conyugal, adjudicando terreno y edificio a dis­ tintos cónyuges, planteándose inconvenientes cuando se disuelve por el art. 62 de la ley 10.783 y no se divorcian, ya que, si se adjudica el edi­ ficio al cónyuge que no es propietario del terreno, éste no podría enajenárselo (art. 1675 del C. Civil) para lograr el dominio sobre el todo. Tam­ bién fue intención del legislador mantener la esperanza y el derecho en cualquiera de los cón­ yuges, de recibir el inmueble, aunque no sea el propietario originario. Asimismo, con respecto a terceros acreedores, se plantearía el embargo y ejecución por separado. (18)Rev. AEU, Tomo 64, Na 7-9, págs. 789-839,1978 (incluye además los informes de Curi Zagia, Cestau, Gnazzo, López Fernández y Deamicis). (19) Ob. cit., N9 138. (20) Rev. AEU, Tomo 48, N8 1-12, págs. 238-244, 1962. 240 Por nuestra parte, aunque se admitiera la existencia de una división jurídica por planos, lo que ha quedado suficientemente demostrado que no procede, la doctrina señala que el derecho de superficie debe ser a término, cuando el derecho del propietario del suelo queda sin con­ tenido económico (21). De otra forma se desvir­ tuaría el derecho de dominio del titular del sue­ lo y, justamente, donde la norma recibe mayor aplicación, es en esos supuestos. 3) Tesis de la inversión de la accesión o de la ganancialidad absoluta (22). Es la corriente mayoritaria de nuestra doc­ trina (Secco Illa, Eugenio Lagarmilla, Cestau, Canon Nieto, Cibils Hamilton, Vaz Ferreira, Prunell, Fernando Miranda, Luis Alberto Cas­ tro, José Curi Zagia, Arezo, López Fernández, Gnazzo, Deamicis, Molla, Pardías) y estima que por la edificación en suelo propio de uno de los cónyuges durante la sociedad conyugal, se opera la transferencia del dominio del terreno en favor de la sociedad conyugal. Se fundamenta en el meridiano texto legal (independiente de que sea conveniente o no) y sus respectivos antecedentes (excepcionales, por cierto, en el Derecho Comparado). Lo que normalmente es accesorio (edificio) pasa a predominar sobre lo que por regla es principal (suelo) invirtiéndose el principio roma­ no superficies solo cedit. En este supuesto, lo principal pasa a ser el edificio. Dice Arezo (23): "En nuestra opinión, el art. 1955, ap. 6s, inc. 2s del C. Civil, consagra una verdadera inversión de los principios de acce­ sión, pero sin dejar de ser accesión, es decir, sin dejar de serle aplicable algunos corolarios de los principios comunes de esta (24). REVISTA DE LA A.E.U.- T. 80 (7-12), 1994 I) Requisitos objetivos Son requisitos objetivos: a) que el terreno sea propiedad de uno de los cónyuges; y b) que se trate de edificios; a) suelo propio de uno de los cónyuges. Hay matices entre los afiliados a esta posi­ ción, respecto al alcance que debe dársele a la expresión "en suelo propio". Así Curi Zagia, Cestau y Pardías, entienden que para que prospere la ganancialización, el terreno tiene que ser de propiedad exclusiva del cónyuge, no admitiendo que el mismo esté en comunidad jurídica (indivisión o copropie­ dad). Por su parte, Prunell, Arezo, Gnazzo, López Fernández, Molla y Deamicis, afirman que la palabra refiere a "propio" por oposición a ganan­ cial, prosperando igualmente la "antiaccesión" aunque el terreno no sea de propiedad exclusiva del cónyuge. La disposición en sede de sociedad conyugal, así como otras (ej.: arts. 1951, 1955 num. 4s, 1957, 1958 inc. 2-, 1969, etc.) corroboran que fue utilizada con este último alcance. No interesa tampoco entrar en el análisis de la naturaleza jurídica de la copropiedad, ni cuá­ les son lasfacultades de los condóminos respecto al bien, pues lo que se ganancializa es la cuota parte ideal que pertenece al cónyuge (25). En el art. 1956 se admite la posibilidad de que exista un condominio ganancial y propio. (21) Rev. AEU, Tomo 76, Na 7-12, págs. 335 y ss. (22) Gilberto Canon Nieto, "Edificación realizada por la sociedad conyugal en terreno de uno de los cónyuges". L.J. U., Tomo 22, Sec. doctrina, págs. 27 y ss. El autor, además de dar su opinión, resume la oponión de García Granero Fez. En L.J. U., T. 7, Sec. doctrina, pág. 19, N9 XI, Cibils Hamilton acompaña esta tesis. (23) Rev. AEU di., pág. 814. (24) Personalmente, entendemos que debe recurrirse en primer término a tales "principios comunes" de la acce­ sión, para resolver las situaciones dudosas. Más adelante nos detendremos sobre el particular. (25) Vaz Ferreira elude el tratamiento de este punto, al poner un ejemplo que no presenta dudas, indicando que no se da la ganancialización cuando el terreno es propiedad de un tercero (Cooperativa). 241 DOCTRINA Los casos de terrenos parcialmente edificados y la reedificación total Arezo, a pesar de reconocer lo opinable del tema, admite la norma para suelos parcialmente edificados. Laganancialización alcanzaría, ade­ más del edifício levantado durante la sociedad conyugal, al terreno y su razonable contorno, no comprendiendo a los edificios anteriores. Vaz Ferreira, que coincide con ello, destaca que el edifício tenga finalidad y destino propios, no comprendiendo edificaciones complementarias o ampliatorias de las anteriores. Por su lado, para López Fernández, Deamicis y Pardas, si el terreno está parcialmente edifi­ cado, no habrá ganancialización, por considerar las nuevas construcciones como complemen­ tarias o ampliatorias de las precedentes. En la jurisprudencia registrai citada por Arezo, hay opiniones en favor y en contra de aceptar como comprendidos los casos de reedi­ ficación total. Vaz Ferreira, los acepta sin reser­ vas. b) Edificio (26). En cuanto al concepto de "edificio" la doctrina ha manejado criterios a veces amplios a veces restringidos, destacándose por Arezo las pautas dadas por Irureta Goyena, es decir, que la cons­ trucción varíe el destino o explotación anterior; que no se trate simplemente de un aumento de valor y que exista, justamente, una relación de valores que justifique la inversión de la accesión. Por la excepcionalidad de la norma, en caso de duda, debe considerarse que se trata de un caso comprendido en el ine. l2 (aumento de valor que genera recompensa) y no en el 22 (antiaccesión). Están fuera del concepto "edificio", las siem­ bras, plantaciones y sementeras, las repara­ ciones ordinarias y extraordinarias, las mejoras y cualesquiera otras construcciones, así como lamayor elevación dada a edificios ya existentes, por construcciones de pisos superiores y la reedificación parcial de un edificio. c) Si el dinero debe ser ganancial Arezo indica que no debe exigirse, como otro requisito, que el dinero sea ganancial, pues la ganancialidad es absoluta, aunque el dinero in­ vertido sea propio. La inherente fungibilidad del dinero, así co­ mo por no estar previsaesaforma de subrogación -dinero propio a construcción de edificio- (ni aunque haya sido heredado, donado o destinado en las capitulaciones matrimoniales a ese fin; obviamente, capitulaciones que no varíen el ré­ gimen legal supletorio: sociedad conyugal), de­ termina que en todos los casos, sea el dinero propio o ganancial, se verifique la ganancia­ lización del edificio y del terreno. Las normas sobre subrogación no pueden extenderse analógicamente. d) Límites temporales e irrelevancia de los documentos administrativos de construcción. Si bien el inc. 22, ap. 62 del art. 1955 dice: edi­ ficio construido durante el matrimonio, está plenamente admitido que es durante la sociedad conyugal, pues puede existir matrimonio sin la misma, y la ganancialidad se puede dar úni­ camente en la medida que exista sociedad conyugal. De ello, derivanlos límites temporales: el edificio debe comenzar y terminar estando vigente la sociedad conyugal, siendo irrelevan­ tes los documentos administrativos de la cons­ trucción (permiso de construcción, habilita­ ción, etc.) que en los hechos, inclusive, sus fe­ chas no coinciden con el comienzo y fin de la obra. Es en definitiva, un problema de prueba. (27). II) Requisitos subjetivos Que la transferencia del dominio opere en virtud de la ley, no trae aparejado que funcione independientemente del conocimiento del pro­ pietario del suelo. Todo lo contrario, presupone un acto voluntario (consentimiento expreso o tácito) de él (28). (El art. 751 marca el principio). (26) Véase L.J. U., orno. 22, pág.28, Ng 3 y pág. 31, VIL (27) Gnazzo-Cafaro, Rev. A.E.U., Tomo 70, Ne 1-3,1984, págs. 127 a 143; Arezo, id. Rev., Ne 1-6, 1987, Ns 26. (28) Vaz. Ferreira, ob. cit. NB 139, quien sigue la opinión de García Granero. 242 REVISTA DE LA A.E.U.- T. 80 (7-12), 1994 Esto último, plantea dudas sobre si es nece­ saria la capacidad de disposición (y poder de disposición, cuando es dado por apoderado) pues a pesar que la construcción normalmente no sea un acto de disposición, sino de adminis­ tración, en esta oportunidad encierra una tras­ misión dominial. Vaz Ferreira (29) exige tal capacidad. Arezo admite la necesidad del conocimiento del propietario del suelo, pero opina que al ser una transmisión por ministerio legal y no una venta, no es necesaria, por ejemplo, la venia del art. 310 C. Civil para los menores de edad, ha­ bilitados por matrimonio. Independientemente que sea o no un acto de disposición, nos debemos preguntar lo siguiente: si la mujer está sometida a curaduría, siendo su cónyuge el curador, ¿quién dará el consenti­ miento? La respuesta emana de los principios generales. Así, no podrían darlo ninguno de los dos: la primera por incapaz; su marido por caer en la hipótesis en la actuación "consigo mismo", aunque propiamente no seaun contrato, tornán­ dose indispensable la intervención de un ter­ cero, curador especial (art. 458, num. 4s). III) Momento en que se produce la transferencia y momento en que nace la indemnización. La transferencia que opera en virtud de la ley, se produce inmediatamente ala culminación material del edifício. Con relación al momento en que nace la in­ demnización, para unos es al momento de disol­ verse la sociedad conyugal y, para otros, es en el preciso momento en que se termina el edifício, siendo recién exigible a la disolución. El punto no es meramente teórico, muy por el contrario, pero por escapar a los márgenes del presente trabajo sólo nos limitamos a decir que sigue abierto a la polémica en nuestra doc­ trina. rio del suelo, no se produce ganancialización al­ guna. Rige el principio superficies solo cedit. V) Construcción realizada por el cón­ yuge, con materiales ajenos. La construcción con materiales ajenos en suelo propio de uno de los cónyuges (art. 750) realizada por éste, implica la adquisición de los materiales (accesión al suelo), siendo posible, asimismo, que luego de culminado el edificio proceda "la accesión al revés" (bien ganancial). VI) Si es posible su combinación con el derecho de superficie, y en propiedad ho­ rizontal, con el derecho de sobreelevar. Si un cónyuge es titular del derecho de su­ perficie (propio) sobre un bien y construye un edificio, no se concreta la ganancialización por no construirse en suelo propio. Si construye en suelo regido por las normas de la propiedad horizontal, en base al derecho de sobreelevar que le hubiesen conferido (con reserva del dominio de lo construido), laganancialización puede prosperar. E) Conclusiones Se trata de una transferencia del dominio del suelo propio de uno de los cónyuges (por oposición a ganancial, no apropiedad exclusiva) que opera por mandato legal al terminarse el edifício, el que debe haberse realizado (principio y fin) durante la sociedad conyugal (sin importar los documentos administrativos de construc­ ción) y con conocimieno del cónyuge propietario. La transferencia no queda supeditada al pago del valor del suelo ni a condición resolutoria al­ guna. Es definitiva (aunque el edificio se des­ truya posteriormente). Por no construirse en suelo propio, no está incluido el supuesto, en el que se edifica me­ diando la constitución de derecho de superficie. IV) Construcción realizada por un ter­ cero. La sobreelevación de construcciones anterio­ res tampoco está comprendida. En cambio sí puede estarlo, la sobreelevación en suelo re­ gido por las normas de propiedad horizontal. Si un tercero (arts. 749 y 751) construye un edifício sin conocimiento del cónyuge propieta­ La construcción de edificio por tercero sin conocimiento del cónyuge propietario del suelo, (29) Ob. cit. DE DOCTRINA "BTeTTcr queda fuera de la disposición, regulándose por las normas de la accesión. al intérprete en caso He duda (así como cuanao no la tiene). Si se adhiere al suelo o arma una "casa pre­ fabricada", la accesión al revés no se produce; ni siquiera la simple accesión, pues, es separable sin detrimento. El régimen jurídico de cada bien se mantiene intacto. Sobre ello, con toda modestia, nos parece que ha sido Prunell quien ha estado más cerca de hallar el "instrumento" que señala el norte. Pero aquí, y es la diferencia con este destacado jurista, pensamos que debe ser utilizado al co­ mienzo y no al final del procedimiento, pues, sino, habremos transitado un camino hasta ese momento incierto. F) Nuestra opinión. Nos adherimos a la tesis de la ganancialidad absoluta, no porque sea la mayoritaria, sino porque compartimos sus fundamentos. Respecto a los matices que existen dentro de esaposición, acompañárnoslos criterios expues­ tos, sobre la expresión "suelo propio'' como sue­ lo no ganancial. Asimismo, creemos improce­ dente exigir que el dinero invertido sea ganan­ cial. La reedificación total no nos plantea dudas para la antiaccesión. Por lo tanto, nuestra coincidencia con la te­ sis dominante es casi total. Y no decimos que sea plena, porque tenemos, sin embargo, una pequeña discrepancia con relación a la inter­ pretación (30) de la norma. Así, como hemos visto, los autores han des­ tacado que aquí se invierte la accesión, pasando a ser principal el edificio y accesorio el suelo. Los problemas comienzan a suscitarse cuan­ do hay que delimitar el concepto de "edificio", a fin de precisar cuándo prospera la ganancialización absoluta. Y los problemas continúan, cuando se construye en un campo, cuando el suelo está parcialmente edificado, si es posible su fraccionamiento, etc. Creemos que la doctrina ha iniciado un muy buen camino, pero no lo ha culminado por no encontrar el punto de referencia que debe guiar El legislador no estableció que el edificio es principal y el terreno accesorio, porque no definió ni delimitó el concepto de edificio. Tam­ poco dio pautas de uno y de otro y, con buen cri­ terio no las dio. En cada caso debe considerarse qué es lo principal. El propio Irureta Goyena (citado y acompañado por Arezo en cuanto a las pautas sobre el concepto de edificio), recalcó que "exista una relacióndevaloresque justifique la antiaccesión" Que el codificador no haya fijado el concepto, no significa que el intérprete no haya recibido las herramientas para resolver las muy variadas situaciones, todo lo contrario. Las reglas a apli­ car son las de la accesión (31). Narvaja, siguiendo a García Goyena, sólo se limitó a quitarle la investidura de "siempre principal" al suelo, el que podrá serlo o no, de acuerdo al libre juego de las reglas de la accesión. Excepcionalmente, y por los motivos que todos conocemos, admitió que en la contienda pueda vencer el edificio. Entonces, ¿cuál es la herramienta, cuál es el criterio que debemos seguir y que obviamente surja de la ley? El criterio es determinar cuál es mayor en valor. Si lo es el edificio, está permitido expresa­ mente por la ley que el suelo (de regla principal, (30) La doctrina a veces ha distinguido la interpretación de la integración y a veces ha manifestado que, en definitiva, la integración es una forma de interpretar las normas. Pero no esta oportunidad, sin perjuicio de lo dicho, no se trata ni de interpretación extensiva ni de analogía, sino de inteligir la norma en su contexto. Que se trate de una disposición excepcional, no nos impide interpretarla. Es más, tenemos que interpretarla. Algo similar sucede con la expresión "suelo propio", que prácticamente en mayoría entendemos (interpretamos) que es por oposición a ganancial y no a propiedad exclusiva. (31) Si Arezo me lo permite, puede decirse que este autor lo estaba anunciando; ver notas (23) y (24). A 244 REVISTA DE LA A.E.U.- T. 80 (7-12), 1994 art. 748) pase a ser accesorio. Nada más ni na­ da menos que eso, se dispuso al seguir lafuente. Este es el verdadero acierto (a pesar de las críti­ cas), ajustó el derecho a la realidad, que es lo co­ rrecto. tendría que admitir sin ningún inconveniente que un edificio construido en un campo, lo ganancializa todo y nadie se atreve a ello, porque choca alos ojos que lo principal es el campo (34). Si el edificio es mucho más valioso que el suelo, ¿por qué vamos a decir que el suelo es lo principal? (32). Buscar cortapisas en el concepto edifício y a su vez en que se ganancializa sólo la parte del suelo en que se apoya y su razonable contorno no tiene asidero legal y es estrictamente sub­ jetivo. El derecho se debe a la realidad y no ésta al derecho. La norma aprobará o rechazará, pero ese es el orden lógico. La realidad no puede ser igno­ rada. El operario del derecho tiene que trabajar con pautas objetivas que surjan de la ley, no de su fuero interno. Si el edificio vale, (por poner un ejemplo sin discusión) diez veces más que el suelo, ¿por qué seguir con la norma superficies solo ceditl (33). Es más, por lo que expresamos, no sólo es antijurídico sostener que habrá que apreciar si el suelo admite fraccionamiento, sino que ello lleva implícito "dejar en suspenso" la norma, a que se fraccione con posterioridad. Y no se me diga que de la disposición (mejor: el Código) no establece lo que opinamos, es de­ cir, que primero hay que determinar qué es lo principal; pues quien sostenga la aplicación a rajatablas de que el suelo siempre es accesorio, En esto no hay tres posibilidades, sino dos: o se ganancializa todo o no se ganancializa na­ da. La ganancialización no puede batirse en re­ tirada a los límites de un fraccionamiento (divi­ sión jurídica) posterior, o quedar en suspenso. (32) No obstante, debemos reconocer, como llamada de atención, que la disposiición carece de la bendición de ese monumento jurídico que es el Derecho romano. Tampoco encuentra apoyo en el Derecho comparado, salvo el español, y lo peor: recibe las críticas de la doctrina délos países que la incluyeron en su ordenamiento jurídico. Sin embargo, opinamos que la disposición es sumamente lógica, justa y acorde a la realidad. La clandestinidad, respecto a terceros, que se le critica a las consecuencias jurídicas de la antiaccesión y por consiguiente sus riesgos, es como bien dijeron Miranda, Prunell y Castro, clandestinidad de la teoría del Derecho positivo -prescripción, herencia-. Indudablemente, ese riesgo es muy atendible, pero son muchas las modificaciones a realizar en favor del tráfico jurídico. Y aun, la solución (de legeferenda), podría no evitar que se produzca la ganancialización, sino hacerla inoponible a (futuros) terceros, por no haberse comunicado al Registro, tal cambio de naturaleza jurídica, lo que parece más adecuado a todos los intereses que están en juego. En definitiva, es fundamental recoger la experiencia milenaria del Derecho, así como cotejar nuestro ordenamiento con el de los demás países, siempre que ello no implique subordinación intelectual. Como decía Couture: "El Derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando", y ese ejercicio comprende la creación de normas que mejor regulen los legítimos intereses de nuestra sociedad. (33) Claro, alguien dirá, el único inmueble esencialmente por naturaleza es el suelo; el edificio (artificial) lo es por acceder al suelo y además es perecedero. Pero no debemos olvidar que cuando se edifica, vigente la sociedad conyugal (ya se tiene cierta edad), es probable que más perecedero sea el cónyuge que el edificio. Por ello, a los efectos de los bienes gananciales, no podemos tratar como "cosa vil" a la edificación (sin invadir derecho ajeno) en suelo propio de uno de los cónyuges. (34) Se suele indicar que la intención de García Goyena "fue para bienes urbanos". Pero, ¿por qué para inmuebles urbanos? Porque estimó, a primera vista, que cualquier campo es más valioso que la edificación, (aunque ello no quita, la muy remota eventualidad de que no lo sea y en ese supuesto, la disposición también recibe aplica­ ción). DOCTRINA Respecto aios terrenos parcialmente edifica­ dos, discrepamos con Prunell (35) en la compara­ ción. El citado autor compara edificio con edificio, para evaluar cuál es principal. A su vez toma el criterio de la separabilidad material de las co­ sas muebles, que es imposible trasladar a los in­ muebles. El fraccionamiento (división jurídica, no ma­ terial) no tiene similares efectos que la separa­ ción material de los bienes muebles, pues en es­ tos la separación de las cosas importa la recu­ peración de la misma, pero no la del derecho, ya que justamente, por ser separables sin detri­ mento, los titulares del dominio no lo perdieron por la unión de las cosas. En cambio, en los in­ muebles el fraccionamiento (división jurídica) del suelo o el fraccionamiento horizontal, para nada altera los derechos de quienes sean titu­ lares antes de ello. Con la edificación se produce o no la ganancialización, y el respectivo titular (cónyuge o sociedad conyugal) lo sigue siendo aunque se fraccione el inmueble. A su vez, si el cónyuge propietario del suelo perdió su derecho por la edificación, no lo recupera por el fraccio­ namiento posterior (las cosas accesorias pierden su régimen jurídico y el suelo pasó a acceder al edificio, aunque sea por un instante, pero sufi­ ciente para perder la calidad de bien propio). Nosotros afirmamos que se debe comparar el nuevo edificio con el inmueble anterior, com­ prensivo del suelo y construcciones, por ser un todo (inmueble por naturaleza) de carácter pro­ pio. Es decir, si el nuevo edificio es más valioso que todo lo anterior, la ganancialización es ab­ soluta y sin límites. En caso contrario, super­ ficies solo cedit. La evaluación de cuál es el bien principal, debe hacerse al momento de culminarse la construcción. Como no interesa si el suelo está en comu­ nidad jurídica, tampoco interesa si existe comunidad jurídica sobre suelo y construcciones anteriores, ya que lo que se ganancializa es la cuota parte ideal. En cualquier hipótesis, por más compleja que sea, las reglas son las de la accesión. En el (35) Rev. A.E.U., Tomo 74, N8 1-6, págs. 192 y ss. 245 art. 1955, num. Q-, inc. 2s, el codificador, con muy buen criterio quitó al suelo el rango de ser siempre principal, permitiendo el libre juego de las reglas de la accesión. Por lo expuesto, la denominación puede dar­ se a la disposición sometida a estudio, no es ni la "antiaccesión" ni la ''accesión al revés", sino la "libre accesión" entre el suelo y edificio, se­ gún cual sea principal (a los fines de los bienes gananciales). Para Deamicis, López Fernández y Pardías (quienes han contado con la aprobación de la mayoría de la Comisión Directiva de la Aso­ ciación de Escribanos), si el suelo está par-cialmente edificado, no hay ganancialización. Exi­ gen suelo solitario de otras construcciones. ¿De dónde surge ese presupuesto de suelo sin construcciones? La norma no lo dice. Se limita a exigir que se construya en "suelo propio", lo que no quita la eventualidad de que existan edificaciones ante­ riores. El requisito es edificar en suelo y nada más. Que el terreno esté parcialmente edificado no es obstáculo para la ganancialización ab­ soluta. Y es más, de ser coherentes con esa pos­ tura, aferrándose a la letra "...abonándose el valor del suelo", tendrían que afirmar que si existen mejoras y cualquier otro tipo de acce­ siones que no sean edificios, el cónyuge que dejó de ser propietario no tendría derecho a su va­ lor, por más importantes que sean, porque lo que se abona es el valor del suelo. Obviamente esto no es así. Va de suyo que también se deben abonar todas las accesiones, inclusive edificios. La referencia al suelo es por demás suficiente, pues superficies solo cedit, Ello refuerza, asimismo, la admisión de la norma para los terrenos parcialmente edificados. Con un ejemplo intentaremos aclarar nues­ tra opinión. Supongamos que en un terreno de 800 metros de superficie existe, sobre el fondo del mismo, una casa-habitación de 80 metros de superficie, que tiene 60 años de realizada y es propia de uno de los cónyuges. 246 Vigente la sociedad conyugal, ambos esposos construyen en la parte delantera del terreno, un amplio local comercial (hotel, supermercado, tienda, etc.), cuya superfície es varias veces mayor a la anterior casa y a su vez, lo más importante, muy superior en valor, inclusive, comprendiendo al terreno (todo el suelo y construcciones precedentes). Entonces, ¿vamos a decir .que la nueva edi­ ficación es complementaria o ampliatoria de la casa-habitación? La respuesta es no. Lo nuevo pasó a ser prin­ cipal y arrastra consigo a lo anterior (terreno y accesiones de éste). Quienes no admiten la ganancialización cuando el terreno está parcialmente edificado, imponen un requisito que no surge de la ley. El cuestionado inciso dice: edificio construido...en suelo propio...; y el suelo es propio aunque exis­ tan construcciones (que también son propias) en otra parte del mismo. El legislador indicó, implícitamente, en la célebre norma, que la guía es determinar lo principal, y si lo es el edificio, admite que el sue­ lo y por lo tanto, todo lo que le accede, pase a ac­ ceder a aquél, a los efectos de la sociedad con­ yugal (bienes gananciales). Al no definir el concepto de edificio, lo que fue muy oportuno (los criterios dados por la doctrina, desde amplios a restringidos, confir­ man el acierto), dejó en manos del intérprete su determinación, la que debe efectuarse de acuer­ do al fin de la misma (cuando el edificio es más importante que el suelo, lo atrae a él y conjun­ tamente con el suelo viene lo que le accede). No cualquier construcción invierte la accesión. De ahí que sea un concepto relativo al contexto en el cual se realiza. Por ello, incorporar en el Código una definición de "edificio" no era lo más adecuado para el fin de la norma. Véase que si lo hubiese hecho, habría que concluir que se ganancializaría un campo por realizar una casa-habitación. Y la norma lo que busca no es eso, sino que únicamente cuando el edificio es principal (más valioso) que el suelo y sus accesio­ REVISTA DE LA A.E.U.- T. 80 (7-12), 1994 nes, predomine sobre éste, lo atraiga, a los efec­ tos de ganancializarlo todo. De la finalidad que surge del propio texto (dejando de lado si estuvo o no en la intención del legislador; que también estuvo) habrá que evaluar (en cada caso, pero siempre con igual criterio rector) cuál es principal y, en conse­ cuencia, cuál accesorio del otro. Si el suelo está parcialmente edificado y resulta accesorio, por ser principal lo edificado, entonces habrá que indemnizar al cónyuge por todo ello (a la disolu­ ción de la sociedad conyugal). De existir comu­ nidad jurídica, la ganancialización es sobre la cuota parte ideal que corresponda al cónyuge, sin perjuicio de los restantes coindivisarios, pues éste es un tema de la sociedad legal de uno de ellos (más bien de quienes estén casados y con sociedad legal de bienes) (36). En este trabajo consignamos, conforme ense­ ña Cestau, las reglas de la accesión. La primera de ellas, es la siguiente: "La propiedad de la cosa accesoria se adquiere por el de la cosa principal, cuando la separación no es posible ni económicamente útil" El eje es lo principal, y en esta sede (bienes gananciales) el suelo pierde su investidura de "siempre pincipal". Lo será o no (relatividad) según cada situación particular. Retornando a quienes admiten la accesión al revés, en terrenos parcialmente edificados, hemos dicho que su postura, o sea, que se ganancializa la parte del suelo en que se apoya y su razonable contorno, carece de apoyo legal. Al inicio de este trabajo vimos que bien y cosa, aunque la moderna doctrina los distingue, son asimilados por el Código. En esta opor­ tunidad, se trate de conceptos iguales o diferen­ tes, está claro que "cosa jurídica" es una sola: el terreno (con o sin accesiones). Mal entonces podemos llevar los límites de la ganancializa­ ción a otros que no sean los de la "cosa'' Cual­ quier otro límite que no sea el referido, no existe, jurídicamente hablando. (36) Sobre todos los problemas que se plantean con la naturaleza jurídica de la copropiedad, la venta, la cuota parte, la ganancialización de la cuota parte, etc., es clarificante, detenerse en el estudio de la distinción délos conceptos de bien y cosa. En alguna oportunidad intentaremos trabajar sobre la controvertida "venta de cuota parte". DOCTRINA 247 Los derechos personales (ej. : arrendamiento) que se pudieren acordar sobre una parte (límites) de la cosa, son fijados por los sujetos intervinientes. Ese será el objeto (cosa) del derecho (bien). Entendemos que no, pues (además de lo que diremos más adelante) en sede de accesión, la falta de conocimiento del dueño del bien ac­ cesorio, así como la mala fe de quien realiza la incorporación, hacen variar los resultados. En los derechos reales como el dominio, los límites de la cosa fijan los del derecho, no pudiendo las partes sin previa división (material o jurídica) restringirlos. La propiedad, como la sintieron los romanos, se identifica con la cosa. Por ello, la inversión de la accesión, como ac­ cesión que es, resulta inhábil para dividir la co­ sa. Laganancialización, cuando prospera, alcan­ za a toda la cosa. Por ello, si el terreno está hipotecado, ni el cónyuge propietario ni la sociedad conyugal pueden alegar que por la construcción del edificio "desaparece"lahipoteca. El cónyuge propietario que hipotecó, así como el otro cónyuge (por la presunciónjure et de jure de conocimiento que emana de la información registrai), no pueden alegar que el cambio de naturaleza jurídica del inmueble afecte al acreedor hipotecario. Respec­ to a éste, tal cambio le es inoponible (como lo es la enajenación del bien), pudiendo ejecutar todo el inmueble en su conjunto para satisfacer su crédito. El art. 2335 del C. Civil (así como su similar art. 777 del C. de Comercio) tiene plena eficacia. Con la edificación, aunque importe cambio de naturaleza jurídica del bien de propio a ganancial, el acreedor hipotecario mejora, en caso de ejecución, su probabilidad de cobro, ya que la propiedad no queda dividida por planos. Sintetizando: en el art. 1955, ap. 6s, inc. 2a el suelo pierde la calidad de ser "siempre principal" (art. 748). En cada situación habrá que com­ parar lo edificado, vigente la sociedad conyugal, con lo propio. Si es principal el nuevo edificio, por ser mayor en valor, se produce la accesión al revés de todo el inmueble, comprensivo de suelo y cualesquiera construcciones que existie­ ren sobre el mismo. Una segunda vuelta de tuerca Como no hemos visto que los juristas que se afilian a la tesis de la ganancialidad absoluta, le hayan dado otra vuelta de tuerca a este tema, lo haremos nosotros con la mayor prudencia; máxima cautela que se debe tener al trabajar en el'laboratorio" y, por supuesto, con el espíritu siempre flexible a revisar los razonamientos, si nos demuestran que estamos equivocados (cien­ cia). Y ello concierne a que la accesión es, como dijimos al comienzo de este trabajo, modo de adquirir originario. Y si lo es, mal podemos hablar de "transfe­ rencia" por ministerio de la ley. Técnicamente, lo correcto sería decir que hay "adquisición" no derivada. Pero, ¿funciona así? Véase que si afirmamos que es accesión (al revés, modo originario) ello implica borrar su historia jurídica y comenzar "a fojas cero" Ahora bien, estas consecuencias emergentes de la adquisición por modo originario, ¿son apli­ cables al supuesto previsto en el art. 1955? ¿Qué sucede si un tercero (verdadero dueño) reivindica? El derecho de dominio es columna vertebral del sistema y su defensa, mediante la acción reivindicatoría, es de principio. Sólo por excep­ ción a texto expreso, la reivindicación no triunfa. En esta hipótesis del art. 1955 no ha sido con­ sagrada otra excepción al principio de la legi­ timación para disponer (nadie da más derechos que los que tiene), y si el cónyuge, aun creyendo ser propietario del suelo, no lo es, la sociedad conyugal, porlaedificación, no habrá de adquirir el dominio de aquél, pues la edificación se hizo en terreno ajeno. El reivindicante recuperará el bien con las construcciones realizadas, y se­ gún corresponda, se aplicarán las normas esta­ blecidas en el Código en cuanto a las expensas necesarias, mejoras (expensas útiles) o mejores voluptuarias (expensas) que se hubiesen reali­ zado (arts. 698 a 701). El suelo debe ser propio de uno de los cón­ yuges. Esta exigencia desvincula a la antiaccesión de la calidad de modo originario, y permite que podamos hablar de "transferencia" por minis­ terio de la ley. En la accesión propiamente di­ cha, no se requiere la vinculación de deter- REVISTA DE LA A.E.U.- T. 80 (7-12), 1994 248 minado sujeto con la accesoria. De ahí su cali­ dad de modo originario. Concluyendo: La "accesión al revés" funciona a los solos efectos del cambio de naturaleza jurídica del bien (de propio a ganancial), sin perjuicio de los derechos de terceros, así como y en su caso, de la reivindicación del verdadero dueño. En esta materia (bienes gananciales) la ac­ cesión carece del carácter de modo originario. El giro o inversión es exclusivamente por un instante (de ida y vuelta), para teñir el todo de ganancial. Inmediatamente, el suelo recupera su investidura de principal (superficies solo cedit) y el edificio retorna a su natural calidad de accesorio (para el Código: inmueble por na­ turaleza) pero ahora siendo todo ganancial. Es en ese sentido, que podemos hablar de "trans­ ferencia" por ministerio legal, en esta particu­ larísima pero fundada excepción, única para y en favor de la sociedad conyugal (bienes ganan­ ciales). G) La jurisprudencia En los distintos casos recopilados por el Anuario de Derecho Civil Uruguayo, Tomos 1 al 22, inclusive, está de manifiesto la adhesión de la jurisprudencia a la tesis de la inversión de la accesión (NB 884, Tomos 4 y 6; N2 663, Tomo 7; Ns 867, Tomo 8; N2 3, Tomo 9; N2 739, Tomo 10; N2 768, Tomo 12; Nfi 796, Tomo 13; N2 856, Tomo 14; N2 753, Tomo 16; N2 829, Tomo 20; N2 1154 al 1156, Tomo 21. Resaltan los límites temporales (inicio y fin de la construcción del edificio durante la socie­ dad conyugal) los casos N2 884, Tomo 4; N2 663, Tomo 7; Ns 867, Tomo 8; Ns 3, Tomo 9; N2 768, Tomo 12; N2 753, Tomo 16; N2 829, Tomo 20; N2 1154 y 1156, Tomo 21. (37). Son resueltas situaciones de aumento de valor: a) por Tribunal Civil 4s, Ores. Odriozola (redactor), Catalurda y Colombo (caso N9 3, T 9); b) por Tribunal Civil 132, Dr. Bermúdez (caso N2 755, T. 16); c) por Tribunal Civil 42, Dres. Alonso De Marco (redactor), Burella y Perera (caso Ns 793, T. 19); d) por Tribunal de Familia I2, Dres. Calzada (redactor) Battistella y Marino (caso 1154, T. 21); y por e) Tribunal Civil 6s, Dres. Bermúdez (re­ dactor), Olague y Mercant (caso 1156, T. 21) en los siguientes términos: N2 3.- "...constituye una disposición ex­ cepcional que debe ser interpretada restricti­ vamente, y es este criterio restrictivo el que conduce a sostener que el edificio sólo es ganan­ cial si la construcción ha comenzado y terminado durante el matrimonio, o mejor dicho durante la sociedad conyugal, y si por el contrario, las obras fueron de complemento, de ampliación o de refacción, configuran una reedificación par­ cial, respecto de la cual, si el edificio se hizo antes del matrimonio y después se le agregó algo, ese agregado se gobierna por lo dispuesto en la primera parte del inc. 6s del art. 1955, es decir, otorga un crédito a la sociedad conyugal por aumento de valor (conf. Vaz Ferreira, Tra­ tado de la Sociedad Conyugal Ns 138; Canon Nieto, Edificación realizada por la sociedad conyugal en terreno de uno de los cónyuges, en L.J.U., Tomo 22, Sec. II, p. 3D" N2 755.- "En cuanto a las expensas útiles (o sea las que no eran necesarias para la conser- (37) En el caso N6 853, T. 14, (Trib. Civil 39, Dres. Torello, Clavijo y Echeverría) si bien se acierta en la decisión, es decir, considerar al bien como propio por haberse iniciado la construcción del edificio con anterioridad al matrimonio, entendemos se equivoca al traer como fundamento el art. 1961 (la anterior causa de adquisición) pues dice: "Desde que la construcción se inició con anterioridad al matrimonio importa que la causa de adquisición del inmueble es anterior al matrimonio, por lo que el carácter de propio (marital) de éste es indiscutible..." La relación causal no es asimilable al fin de la edificación con el comienzo de la misma. El fundamento legal (límites temporales) está en el art. 1955, ap. 6s, inc. 29.- DOCTRINA vación de los propios, pero que han aumentado el valor venal de la cosa) rige la regla del art. 1955, num. 6a del C. Civil según la cual se debe a la comunidad recompensa igual a todo el aumento de valor por anticipos de la sociedad, pudiendo en consecuencia ser muy superior al importe de los gastos (conf. Vaz Ferreira, Tra­ tado de la Sociedad Conyugal, N2 283, p. 591)". N9 793.- "Por las mejoras y reformas intro­ ducidas en bien propio de uno de los cónyuges durante la vigencia de la sociedad conyugal surge un crédito de la sociedad legal de bienes emergente del matrimonio contra el cónyuge propietario el cual se mide por aumento del va­ lor del inmueble y no por 'los gastos' hechos en interés del bien como dice incidentalmente la Sra Juez 'a quo' (conf. art. 1955, num. 69, inc. l9 del C. Civil; Irureta Goyena, Sucesiones, II, ed. Medina, p. 184 y ss: Vaz Ferreira, Tratado de la Sociedad Conyugal, Tomo I. 1979, p. 275)". N2 1154.- "...la única prueba aportada en au­ tos en el rubro es referente a la adición al edi­ ficio de una nueva habitación. El aumento de valor del bien derivado de la construcción de di­ cha habitación es lo que debe compensarse a di­ cha sociedad, (conf. Anuario... Tomo XVI, casos N2 753 y 754, p. 110 y 111; T. XIX, caso 793, p. 361)". 249 A su vez, el caso N2 792, Tomo 19, Tribunal Civil 49, Dres. Alonso De Marco (redactor), Burella y Perera, destaca: "El hecho de que en los registros edilicios municipales no obren antecedentes de las refor­ mas y mejoras introducidas durante la vigencia de la sociedad conyugal en bien propio de uno de los cónyuges no desmiente racionalmente la efectiva realización de las mismas porque es notorio que en nuestro medio las reformas constructivas suelen hacerse sin gestionar el respectivo permiso administrativo" Por último, los únicos casos que desarrollan lo relativo a terreno con construcciones ante­ riores, son: a) el N2 796, Tomo 13, Trib. Civ. 162, Dr. Perera; y b) el N9 1155, Tomo 21, Trib. Flia. Is, Dres. Marino (redactor), Battístella y Calzada, y dicen: El caso 856, T. 14 de Civil 10s, Dr. Lorenzo, dice: N9 796.- " La construcción de un galpón con pequeño gabinete higiénico y un escritorio junto a la vivienda ya existente y completa, así como la colocación de planchas de hormigón en dos pequeños locales, no puede calificarse como edificación en el sentido que cabe darle al tér­ mino utilizado en el N2 6 del art. 1955 del C. Ci­ vil, ya que por edificio debe entenderse en sen­ tido natural y obvio como la obra construida para habitación o para usos análogos como ca­ sa, templo, teatro, no siendo aplicable a las de­ pendencias o construcciones que en rigor no merecen la calificación de edificio y no alteran el destino o utilización del terreno, sino que son meros accesorios de la explotación allí realiza­ da, ni tampoco en las edificaciones que son complemento o ensanche de otras ya existentes (conf. Vaz Ferreira, Tratado de la sociedad con­ yugal, Tomo I., p. 283; Irureta Goyena, Curso de Sucesiones Tomo II, p. 109/110)". "Si, como en el caso de autos, se ha construido, en el terreno de un cónyuge, en casa al frente, y otraalfondo, parala cual sólo se aprovecharon los muros exteriores de una antigua construc­ ción, pero se hicieron todos los muros interiores, el techo y todos los revestimientos y demás terminaciones, el intérprete imparcial ha de concluir que se está ante un "edificio construido'' y no ante un simple "aumento de valor" de un inmueble, por lo que debe concluirse que se ha ganancializado éste" N9 1155.- "A la Sala no le caben dudas de que el art. 1955, inc. 62, num. 22 del C. Civil, es de aplicación estricta, lo que no significa que en nuestro Derecho se haya seguido laregla clásica según la cual todo lo que se incorpora a un fun­ do, por efecto de un trabajo cualquiera se con­ vierta en propiedad del dueño, sino que, por el contrario, la citada disposición legal, como lo explica Vaz Ferreira (Tratado de la Sociedad Conyugal, Tomo I, p. 321 a 325, 2a edición, 1967; La Justicia Uruguaya, caso N2 9581) por N2 1156.- "...lo que se ganancializa de con­ formidad con el art. 1955, num. 6s, inc. 2r del C. Civil, es la construcción durante el matrimonio en terreno propio de uno de los cónyuges, pero no la realización de mejoras, las que se rigen por el art. 1955, num. 62, inc. I9 del C. Civil que sólo adjudica a la sociedad conyugal el aumento de valor de los bienes propios de cualquiera de los cónyuges generando un crédito simplemente a favor de la sociedad..." 250 su claridad, sus antecedentes en el proyecto García Goyena y en textos forales españoles .. .pruebanhasta la evidencia que la disposición mencionada invierte la regla de la accesión... y no por ello se puede forzar su interpretación. En consecuencia la aplicación de la citada disposición legal al caso es correcta, puesresulta que las construcciones se realizaron sobre suelo propio de uno de los cónyuges y se trata de 'edificios' construidos durante la vigencia de la REVISTA DE LA A.E.U.- T. 80 (7-12), 1994 sociedad conyugal, por cuanto "alteran el destino o utilidad del terreno' ocupando una superficie de 69,50 metros cuadrados más 43,70 metros cuadrados que obviamente con anterioridad se dedicaría a esparcimiento de los ocupantes del hogar conyugal, construido en el mismo terreno. Por sus destinos naturales, depósito y bar, no son meros accesorios de la referida casa habita­ ción ni constituyen, lógicamente, un comple­ mento o ensanche de la misma".