Género desde una perspectiva intraorganizacional: visión, obstáculos y estrategias. Natalia Navarro Como contenido de mi exposición me gustaría hacer primero una contextualización general del tema que le da título, pasando luego a analizar sobre la base de unas categorías o tipos ideales la realidad intraorganizacional de las ONGDs, dando un especial énfasis al aspecto de la cultura organizacional. Es necesario también, teniendo en cuenta que las ONGD trabajan hacia fuera y en cooperación con otras organizaciones, hablar un poco de las relaciones de partenariado y de lo que ello conlleva. En última instancia, en función del tiempo disponible y lo que interese más a las/os asistentes, podríamos hablar bien de las resistencias más comunes que se encuentran al trabajar para cambiar las relaciones de género en las ONGD, lo que yo llamo "justificaciones estrella" o podría comentaros algunas observaciones acerca de la realidad de las ONGDs en Cataluña y a sus esfuerzos en relación a la incorporación del enfoque de género a su trabajo, ya que en este momento estoy escribiendo un artículo sobre esta cuestión. En la década de los 90 cobró auge en el mundo del desarrollo, hay quien prefiere llamarlo 'máquina del desarrollo' o 'comunidad de desarrollo'(la terminología no es neutra, obviamente), lo que se conocía en ese momento como funcionamiento institucional. Esto significa que se pasó a prestar atención a como las instituciones y organizaciones regulan y coordinan la vida social, cómo las necesidades son interpretadas en su seno y como se produce en función de esta interpretación la distribución de los recursos de que disponen. La pretensión de comprender el funcionamiento institucional inicialmente tiene una vinculación clara con la preocupación de un uso eficiente de los recursos, pero también tuvo de forma indirecta una relación con la necesidad sentida por muchas personas que conformaban estas organizaciones de 'mirarse por dentro'. Una necesidad de conectar este funcionamiento institucional de manera coherente con una serie de reivindicaciones que desde hacía tiempo se venían haciendodesde el feminismo y/o desde los enfoques de Mujeres en el Desarrollo (MED) y Género en el Desarrollo (GED). Como ha comentado Giulia, desde hace más de cuatro décadas, desde el feminismo se venía llamando la atención sobre el hecho de que las mujeres estaban quedando excluidas de los procesos de desarrollo o estaban siendo incorporadas de unas formas muy concretas, instrumentalizadas en base a sus tareas reproductivas y/o adecuándolas a concepciones profundamente etnocéntricas acerca de cuáles eran sus roles. DE MED A GED Desde todo el trabajo de análisis y evaluación de las políticas y acciones de cooperación al desarrollo y su impacto sobre las mujeres realizado por las feministas, se habían identificado dos cuestiones principales. En primer lugar, que las intervenciones habían conseguido en determinados casos mejorar las condiciones de vida material de las mujeres, pero que ésto había sido perfectamente compatible con un aumento de las brechas de desigualdad, o sea lo que Giulia ha definido antes como la posición de las mujeres no se había visto esencialmente cambiada . En segundo lugar, el punto de vista de las mujeres, sus opiniones, sus intereses y sus prioridades habían sido pasados por alto desde la máquina del desarrollo. El primer aspecto es el que da pie a la reivindicación y luego a la transición del enfoque MED al enfoque Género en Desarrollo (GED). El enfoque MED abogaba por el acceso de las mujeres al desarrollo y desde el enfoque GED se plantea que el problema no es el acceso al desarrollo sino cómo se interpreta el desarrollo. Los problemas son la desigualdad y la falta de autonomía. No se trata de problematizar únicamente que las mujeres no tengan dinero y que se les conceda un (mini)crédito, sino revisar con lupa cuáles son las condiciones de concesión del crédito, que se erigen como obstáculos en sus situaciones concretas de vida y que se sustentan/refuerzan su posición de subordinación con respecto a los hombres en una sociedad dada. En cualquier caso, el análisis desde este enfoque intraorganizacional, que como he comentado parte de la preocupación por la eficiencia, pero promueve la transparencia, la buena gobernabilidad y la democracia interna en las organizaciones, permite constatar que las ONG de Desarrollo (ONGDs) producen resultados sesgados en cuanto al género, esto es, resultados que ponen a las mujeres en situación de desventaja. Esto no quiere decir que las ONGDs hayan beneficiado sistemáticamente a los hombres como colectivo o que, aunque sean desequilibradas y desiguales por dentro, no puedan producir algún resultado más o menos beneficioso en las condiciones de vida de las mujeres. Sin embargo, es importante señalar que las organizaciones lo que hacen es delimitar o más bien limitar las opciones accesibles a las personas en contextos determinados en función de sus diferencias, de clase, de género, de capacidades y discapacidades. Las organizaciones a través de su trabajo y, por cómo funcionan y cómo son, lo que hacen es poner en práctica un sistema de preferencias, un sistema de preferencias determinado. El hecho de que se haya aprovechado esta corriente de la eficiencia ligada a la necesidad de revisar el funcionamiento intraorganizacional, no significa que este sea su principal leit-motiv. Más bien, considero que el enfoque adecuado que sostiene la necesidad de cambio en las organizaciones es el de la equidad. Desde mi punto de vista impulsar cambios en la estructura, procesos, cultura de las organizaciones, lo que pretende es cuestionar formas de interacción social no sensibles a las desigualdades y que por tanto las reproducen. Y afirmar que las reproducen significa que si no se hace nada para cambiar las organizaciones tienen mucha responsabilidad en su mantenimiento. Las combinaciones de estrategias desde los enfoques de Mujeres en el Desarrollo (MED) y Género en el Desarrollo (GED) han sido variadas. Desde compilar información, con la idea de que no se hacían las cosas porque no se sabían, hasta diversos estudios de caso encaminados a visualizar las contribuciones de las mujeres al desarrollo. Después vino la creación de grupos o unidades de género dentro de las organizaciones. Y en los últimos tiempos la estrategia que se promueve es el famoso "mainstreaming" que pretende transversalizar la responsabilidad de incorporar el enfoque de género en toda la organización, sin necesidad de contar con grupos específicos (lo que en términos teóricos está muy bien, pero en términos prácticos puede ser peligroso, dadas las realidades dispares de cada organización y del compromiso y voluntad política por llevarlo a cabo realmente en ellas). Otra corriente de actuación en boga es la creación de paquetes de herramientas y planes de formación puntuales (una charla, una conferencia) y ya está. Se presupone que con el hecho de que sepamos ya está todo resuelto. Y realmente no es así. Lo que se pretende con el enfoque intraorganizacional es ordenar estas visiones parciales en un análisis global que aporte luz a lo que realmente ocurre y cómo puede ser transformado. Todas las estrategias mencionadas han generado un cúmulo de resistencias y han puesto de manifiesto la importancia de analizar, también, los procesos intraorganizacionales. Repito, sin olvidar que conseguir que las ONGD´s sean más equitativas en su seno no es nuestra única meta, sino que la pretensión es conseguir cambios al entender que si las organizaciones son más equitativas 'por dentro', podrán producir también resultados más equitativos en cuanto al enfoque de género, 'hacia fuera'. Con el análisis intraorganizacional se trataría de valorar hasta qué punto han cambiado las ONGD´s para tener en cuenta las necesidades e intereses de las mujeres. Darse cuenta de cuál es el margen de acción de las personas que intentan ejercer presión en pro de la equidad genérica desde dentro de las organizaciones. Y comprobar si resulta quimérico pensar que organizaciones históricamente dominadas, dirigidas y hechas a la medida de los hombres, podrán transformarse más allá del apoyo ocasional a proyectos que tengan a beneficiarias a mujeres y/o del hecho de contar con un grupo de género de carácter voluntario en su seno. PUNTO DE VISTA ORGANIZACIONAL Nuestro interés/preocupación es trabajar en pro mejoras en la calidad de vida de las personas de forma que sean equitativas en cuanto al género. Nos vamos a centrar en el tema de las organizaciones, contempladas como instrumentos para la consecución de tal fin, se trata de un esfuerzo entre otros de los necesarios para conseguirlo: trabajo desde la base, presión para cambiar marcos legales opresivos, proyectos/programas, reflexión teórica, sensibilización, etc. Partimos de la premisa que organizaciones desequilibradas en cuanto al género producen impactos también desequilibrados. Promover que más mujeres participen en las ONGDs tal como están ahora o incluso que accedan a puestos de toma de decisiones si se mantienen los valores y formas de trabajo actuales no supondrá una mejora en la desigualdad del impacto de sus intervenciones sobre la vida de las mujeres y hombres (beneficiarias/os). Si tuviera que escribir una carta a los reyes y manifestar el desideratum de lo que se buscaría a través de la promoción de cambios en las organizaciones pediría una una organización en la que la presencia de mujeres y hombres en todas las funciones y categorías fuera igualitaria; con ventajas y restricciones similares para mujeres y hombres; que fuera capaz de redistribuir recursos de acuerdo a las variables género, clase, raza, etc. tanto en su seno como en su trabajo externo; que centrase sus esfuerzos en la mejora colectiva de la vida de las personas y que tuviese en su mira el empoderamiento de las mujeres y la transformación de las relaciones de género; en la que se valorese tanto el trabajo productivo como el reproductivo y que contemplase la continuidad entre lo doméstico y el espacio público; una organización en la que no se diera una jerarquía más o menos autoritaria, regida por procesos participativos que permitan escuchar las voces actualmente excluidas de la toma de decisiones y que mantuviese una vinculación responsable/rendición social de cuentas/accountability hacia su base social diversa. PROCESOS INSTITUCIONALIZACIÓN El concepto de 'institucionalización', desde el punto de vista sociológico, remite a la idea de patrones recurrentes de comportamiento, esto es, marcos de normas socialmente construidas/aceptadas que imponen límites al espectro de acciones/prácticas posibles en una situación dada. La institucionalización reduce la incertidumbre, convirtiendo determinados comportamientos en predecibles y rutinarios. Habitualmente nos hemos aprendido de carrerilla como las crias y crios en los colegios que género se refiere a las relaciones desiguales/subordinación entre mujeres y hombres. Pero esta definición no resulta muy útil. Por género deberíamos entender la serie de prácticas que se organizan en terminos de/en relación a la división de las personas en las categorias hombres/lo masculino y mujeres/lo femenino. Es importante aclarar que no se trata de una dicotomía única, en realidad 'el género'/'las prácticas de género' se estructuran en base a más de dos categorías. En nuestra sociedad se reconocen de hecho muchas variantes -niñas, hombres mayores, lesbianas, maridos, madres, etc. En estos términos el concepto de género se podría interpretar como un concepto 'link'/vínculo (de acuerdo a la terminología cibernaútica en boga). El concepto de género conecta los diferentes campos de vida social con las prácticas de producir la adecuación de las personas al género asignado. Para comprenderlo mejor sería necesario que 'género' no fuera un sustantivo, sino un verbo. De hecho, 'género' no es una cosa, ni siquiera un atributo de las personas, sino un proceso. El lenguaje nos empuja a reificar, pero deberíamos captar que lo que hemos llamado link o vínculo es en realidad el proceso de producción de las conexiones, esto es, el proceso de organizar nuestra vida (social) de maneras determinadas. Este proceso es estrictamente social, no se basa en otros procesos de corte biológico y está estrechamente ligado a lo que la sociología se define como institución, como fórmula de organizar/de estructurar las prácticas que tiene incidencia sobre prácticas futuras. La institucionalización serían las prácticas cíclicas, los patrones repetitivos de conducta. Se ha utilizado en muchas ocasiones la analogía entre 'la institucionalización' y las 'reglas de juego' en el deporte. Las reglas de juego se supone que eran adecuadas a quienes jugaban, como tales, regulan/delimitan lo que se puede y no se puede hacer durante la competición. Ahora bien, puede que en un determinado momento otros colectivos de personas se incorporen a la práctica de dicho deporte cuyas capacidades no están recogidas/no son adecuadas a las reglas del juego: ejemplo de un enfrentamiento entre los Lakers y un equipo de pigmeos. Parece que los pigmeos no podrán ganar si no se cambian algunas de las disposiciones/reglas como altura de las cestas o longitud del campo. Esto ocurre continuamente, cuando nuevas personas se tienen que adaptar su comportamiento a las reglas preexistentes. Quizá puedan diseñar estrategias para ganar, aunque quiza a costa de dejar atrás sus intereses particulares (caso de las ejecutivas que se tienen que 'masculinizar' para tener una carrera de éxito). Las instituciones pueden interpretarse como el contexto más amplio, mientras las organizaciones serían los mecanismos concretos que las actualizan. El objetivo de promover cambios institucionales sensibles a los desequilibrios de género supone rutinizar formas equitativas de interacción social, cuestionando la legitimidad de aquellas fórmulas de organización social que discriminan negativamente a las mujeres. Reconocer la dimensión humana de la construcción de las instituciones pone el acento sobre el hecho de que no se trata de entidades 'naturales' que organizan las relaciones sociales, así como que todas las instituciones son producto de decisiones y opciones de grupos particulares a lo largo dela historia. La reflexión sobre las instituciones puede iluminar acerca de cómo procedimientos, estructuras internas, etc. pueden resultar subóptimas, aunque contribuyan a preservar el poder de grupos determinados. DESARROLLO ORGANIZACIONAL Arrancamos del principio que podemos conseguir cambios en nuestras sociedades más fácilmente/efectivamente si nos organizamos colectivamente que si actuamos como personas individuales. Entendemos la noción'desarrollo organizacional' como las iniciativas y actividades cuya pretensión es promover cambios en el funcionamiento de cualquier organización con el objetivo bien de promover la equidad y la diversidad y/o de incrementar la eficiencia y la eficacia del impacto de su trabajo. Entrando de lleno en el análisis el esfuerzo reside en la identificación de unas categorías, componentes de las organizaciones, que puedan resultar de utilidad para comprender los procesos de cambio. · Estrategia- planes delineados para conseguir unos objetivos predeterminados · Estructura- la forma de compartimentar actividades, de delimitar el ejercicio de autoridad y asunción de responsabilidades. · Procedimientos, sistemas operacionales- las condiciones concretas que enmarcan los procesos y flujos que configuran las actividades de una organización. · Cultura organizacional-combinación de las opiniones individuales, valores y normas compartidas por las personas que integran una organización. Estos componentes pueden ser más o menos formales, pero lo cierto es que siempre se pueden distinguir en algún nivel de la organización. Lo que es importante tener en cuenta es que para que conseguir un cambio duradero hay que trabajar sobre todos estos niveles. En las ONGDs españolas hasta ahora se ha hecho un trabajo en pro equidad de género todavía muy incipiente, por lo que no se pueden apreciar apenas cambios importantes en el ámbito de estructura, ni de procedimientos y es difícil también ver qué cambios se han producido en la cultura organizacional. En el ámbito europeo ya organizaciones punteras en la incorporación del enfoque de género, estoy pensando en NOVIB, por ejemplo, el tema que más preocupa, el hueso que parece más duro de roer es la cultura organizacional. Un tema que es muy difícil de definir y por tanto muy difícil de sacar a la luz. Se trata del comportamiento cotidiano, es lo "normal", lo esperado, algo que no es fácil de identificar. Es informal, no está escrito, y se sustenta sobre las creencias y valores de personas individuales. Se trata de la intersección donde lo personal se transforma en político. Para comprenderlo mejor, se podría decir que la cultura organizacional viene a ser la personalidad de la organización, en contraposición de lo que vendría a ser el cuerpo y esqueleto que serían lo demás. La cultura organizacional abarca muchas cosas, casi todo, las normas informales de la organización, las formas aceptadas de cooperación y de resolución de conflictos y las vías para ejercer influencia, entre otras. Para intentar adentrarnos un poco más en este concepto, que he trabajado a lo largo de mi participación en el grupo de "Género y Diversidad" de OXFAM Internacional, valdría tomar el ejemplo de comparar la cultura organizacional de la ONGD con una "cebolla", con diferentes capas. La capa más externa sería la versión oficial, la imagen que se da hacia fuera desde las organizaciones, cómo nos ven. Esta versión oficial está cada vez más trabajada en las ONGD españolas, a otras cosas de la cultura organizacional no se le da importancia, pero precisamente estas cuestiones de mercadotecnia suelen ser prioridad. Pero hay otros niveles, si vamos analizando otras capas de la "cebolla", por ejemplo, los "símbolos". En realidad, cuando entras a una ONGD, y tienes la oportunidad de ver a todas las personas que trabajan en ella, se percibe un ambiente determinado. Las personas 'se parecen un poco', tienen rasgos comunes en formas de vestir, formas de actuar, a veces incluso, sentido del humor, los chistes permitidos, los que no, el tipo de oficina, los espacios, cómo están distribuidos, la decoración, estos serían los símbolos. Lo que denomino "modelos de referencia' vendría a ser un nivel un poco más profundo, serían los tabúes de la organización, que constituyen formas de poder importantes. Por ejemplo, las cosas de las que se puede hablar y de las que no, a quien te tienes que parecer y a quien no, cuáles son las otras organizaciones de referencia y cuáles no. Luego estarían los "rituales", las estrategias de comunicación interna, que lo que hacen es afianzar los otros niveles. Por ejemplo, hay organizaciones donde de vez en cuando se desayuna con el director o la directora para compartir cosas, hay ONGD que están muy profesionalizadas, donde las personas cuando terminan su trabajo se van cada una a su casa, hay otras que son amigas y se van al cine, este tipo de cosas. A mí una de las cosas que me da pistas sobre la cultura organizacional es cuando se recibe a alguien, si hay un discurso o no, y sobretodo cuando alguien se va, como se le agradecen los servicios prestados, en estos rituales puedes vislumbrar un poco cual es el verdadero cariz de la organización. En el nivel más profundo, el corazón de la "cebolla", están lo que podríamos denominar "valores centrales", los principios y creencias fundamentales que informan todo el trabajo de la organización. Para desentrañar este nivel, casi hace falta psicoterapia. Son centrales porque determinan lo que es considerado importante y deseable y lo que carece de importancia y valor. Tiene que ver con muchos conceptos muy mistificados, como la separación del trabajo y de la vida, o de la esfera privada y la esfera pública, y como esto se operativiza dentro de las organizaciones. Y es en este nivel donde se pone en evidencia desde el análisis de género intraorganizacional, que lo que se dice, queda con frecuencia bastante alejado de lo que se hace. Las personas que ejercen de agentes de cambio dentro de las organizaciones, que están intentando cambiar el funcionamiento de las organizaciones tendrán que comprender los distintos aspectos de la cultura organizacional, a parte de las estructuras y las prácticas más visibles de la organización. Probablemente, haya habido diferentes estrategias, históricas o incluso en función del estado de ánimo de estas agentes de cambio, pero de lo que se trata es de encontrar los 'huecos' y 'oportunidades estructurales' para intentar conseguir cambios que sean más o menos acumulativos. MODELO DE RESPUESTAS DURANTE PROCESO CAMBIO ORGANIZACIONAL Vamos a analizar un cuadro que ha sido ya trabajado por varias redes y organizaciones. La primera versión salió de un taller de la red Eurostep, además lo hemos trabajado en el grupo de Género de OXFAM Internacional, y también lo he trabajado yo con varios grupos en talleres y actividades de formación, por lo que ha ido enriqueciéndose con las sucesivas aportaciones. La idea de este cuadro es establecer categorías y tipos ideales que puedan resultar orientativos de las dinámicas que se dan en las ONGD´s al incorporar la perspectiva de género a su trabajo. CUADRO Lo primero que me gustaría dejar claro es que la lectura de este cuadro es vertical. Se puede interpretar también de manera horizontal para obtener una visión general, pero en todo caso la realidad es mucho más compleja. La primera clasificación identifica distintos tipos de ONGD´s de acuerdo a como se hayan acercado al trabajo del enfoque de género. Lo que da lugar a tres categorías de ONGD´s que se denominan: "ciegas", "conscientes" o "distributivas". La primera categoría refiere al nivel de compromiso con la equidad de género y clasifica a las ONGDs en "ciegas", aquellas en las que no se reconoce la importancia del enfoque de género. En las que denominamos "conscientes" ya se plantea cierta inquietud, se reconoce su importancia, pero no existe o de forma fragmentada su traslación a la práctica. Por último, las "redistributivas", son aquellas que la tienen incorporada. Creo que en España no podemos encontrar ninguna organización que responda a esta última categoría. Respecto a las Respuestas de la Dirección, en primer lugar si el tema no se considera importante, existen muchas resistencias. Aquí aparece a veces el argumento del desconocimiento, pero desde mi punto de vista la verdad es que tiene poca justificación. A estas alturas, no parece creíble. En un segundo momento, cuando ya se empieza a tratar un poco la cuestión de género encontramos en la dirección respuestas que responden al desconcierto y al miedo al cambio al percibirse los costos que puede tener el proceso (cuestiones personales, enfrentamientos, etc.). Esto se combina con el hecho de que existe cierta presión de lo 'políticamente correcto', parece que los argumentos que sostienen el enfoque de género son difíciles de discutir, si se argumentan desde la equidad. Entonces el enfoque de género comienza a aparecer como un eje importante, aunque todavía no se considere prioritario. Las "redistributivas" son organizaciones en las que personas que forman o han formado parte de la ONGD han estado trabajando ya durante varios años en la incorporación del enfoque de género. Por parte de la dirección existe un compromiso, una voluntad política, y no sólo en el ámbito retórico. No basta con que una ONGD haga una declaración firme de su voluntad de avanzar en temas de equidad, si no se asignan recursos, si no se asignan personas expertas, si no se está dispuesta a invertir tiempo. Resulta necesario destinar tiempo, personas, dinero (y paciencia!!!). En cuanto a la Respuesta de la Plantilla, generalmente por la acción de alguna feminista que integra el personal y que se emplea a fondo para convencer a las/os demás, se va pasando de una actitud de pasividad, a un cierto interés. Sin embargo, en este segundo momento, todavía no se tiene desde la plantilla la fuerza o el convencimiento suficiente para sumarse activamente. Quieren evitarse los enfrentamientos y se tiene cierto temor a las consecuencias que puedan tener los cambios. En última instancia, cuando ya se ha asumido que es algo necesario y prioritario para la organización, aparece el argumento de la falta de formación: "no sabemos como hacerlo" y se requieren herramientas y criterios concretos. Los tipos de Agentes de Cambio podríamos clasificarlo en tres: la "Llanera Solitaria", la "Luchadora" y la "Negociadora". En mi opinión creo que en las organizaciones existen personas que actúan más o menos en soledad, que intentan aplicar el enfoque de género a su trabajo, estas serían las "llaneras solitarias". También están las personas que proponen cambios, que están dando la batalla continuamente para que no sólo se limite a su trabajo sino que afecte al de las/os demás. A estas las denominaríamos "luchadoras". Por último, las "negociadoras" serían las personas que buscan alianzas para el cambio, más pragmáticas, que negocian las estrategias. La actitud de las agentes de cambio depende mucho de los estados de ánimo, del momento, después de grandes batallas pérdidas, quizá se pasa un ciclo de "llanera solitaria" o de "negociadora". No es una evolución siempre progresiva, pueden darse retrocesos. La definición de agentes de cambio se corresponde con las distintas estrategias que pueden llevarse a cabo para la incorporación del enfoque de género. La que está en este momento más en boga es la de "negociadora", que se piensa más efectiva. Las "luchadoras" serían las activistas, sin embargo las "negociadoras" tienen unas formas más sutiles. Es la idea de la "flexibilidad estratégica" que podría ejemplificarse con un juego de cartas, en la que las personas que juegan van cogiendo y soltando cartas continuamente según la situación que se dé en cada baza y en la partida. Las "negociadoras" harían esto, ir ajustando y reajustando permanentemente objetivos a corto plazo e intereses para ir incorporando el enfoque de género. No es tanto priorizar ideologías sino 'saberse manejar'. Las estrategias serían también diferentes. En el caso de aquellas organizaciones en las que no haya una clara voluntad política para incorporar el enfoque de género, hay muchas cosas que se pueden hacer. Como por ejemplo, visibilizar las desigualdades para hacer evidente las necesidades a través de la realización de investigaciones, estudios, recogida de información. También se debe trabajar en la construcción de la propia organización, generando debates y espacios para la participación y la autocrítica. Otra cosa importante sería interpretar la misión de la organización en términos de género, para reconocer que realmente no está incluida. Después se pasaría a la elaboración de "productos": planificaciones, políticas, indicadores, mecanismos de cambio para llevarlo a la práctica. * Estrategias En cuanto a las estrategias de cambio, señalaré algunas posibles, que aunque puedan parecer un poco simplistas, pueden ser buenos consejos para no quedar bloqueado en el proceso de transformación por la continúa autocrítica. En primer lugar, lo que es más efectivo es sacar a la luz los aspectos positivos y negativos del trabajo de la organización, sobre la base de intentar avanzar y construir cosas nuevas. También es importante contar con el apoyo de "las altas esferas" de la organización. Cuando hablemos, de cambios de modelos, de estrategias de transformación, veremos que este apoyo es importante, que sin este compromiso las diferentes fases de cambio organizacional fallarán de una forma u otra. Se puede intentar incorporar a muchas personas, pero sigue resultando fundamental contar con el apoyo de las/os que toman las decisiones. Se tiene que intentar acelerar la participación de cuanta más gente de la organización mejor, intentando hacer la conexión entre las grandes palabras y los intereses personales. El lenguaje que se utiliza para hablar de la perspectiva de género se ha convertido en una jerga técnica y abstracta, unas definiciones vacías de sentido muchas veces para las propias personas que las dan. Por eso hay que darle al enfoque de género una interpretación más cotidiana y sobretodo relacionarlo con experiencias e intereses de las personas que están involucradas en el proceso de cambio. Otra estrategia de apoyo ser buscar alianzas y complicidades externas a la organización (movimiento feminista, grupos de género en coordinadoras de ONGD´s, etc.…). * Argumentos Existen distintos argumentos para justificar la necesidad de incorporar el enfoque de género desde una perspectiva intraorganizacional. Uno de ellos es vincular la equidad a la eficiencia. Cambiar el standard masculino, la estructura patriarcal de las organizaciones, lo que se traduce en un mayor trabajo en equipo, nuevas formas de relaciones interpersonales, etc., resulta más eficiente. De hecho es la última moda de gestión de recursos humanos en Estados Unidos. Personalmente considero este argumento arriesgado. Otro sería el potencial propagandístico, es decir la incorporación del enfoque de género como una forma de mejorar la imagen de una organización. Esto es también un arma de doble filo, ya que puede quedarse en algo meramente superficial, sin verdaderos cambios. Un argumento válido sería aludir a la falta de coherencia entre el discurso y la práctica exigida a las contrapartes y la realidad que se vive en la ONGD del Norte. ¿Cómo pueden demandarse determinados cambios hacia fuera, cuando no existe una transformación en el funcionamiento interno de la propia organización?. El principal obstáculo es pasar de los intentos personales, de las capacitaciones que tienen un resultado individual para las personas miembros de la organización, a lo colectivo. Del cambio personal, por formación, por concienciación, al cambio organizacional. Y para esto, sin querer ser pesimista, lo que esta claro es que no hay recetas. DIFERENTES FORMAS DE IMPULSAR CAMBIO ORGANIZACIONAL Desde mi experiencia he hecho un esfuerzo por plasmar dos modelos diferentes de impulsar el proceso de cambio. Dos formas de actuación que tienen muchas cosas en común entre ellas, porque dependen de las personas que los pongan en marcha, de la situación, del momento, de la organización en la que se desarrollen. Se trata por tanto de una clasificación un poco artificial, con un objetivo didáctico, pero las realidades son muy complejas y lo que podemos encontrar generalmente son mezclas de ambas fórmulas. * Participación plena De este primer modelo no conozco ninguna experiencia que se haya puesto en práctica en ONGDs españolas, si acaso en organizaciones contrapartes del Sur. Se trata de un proceso participativo, con dos ramas principales: el énfasis en el objetivo de sacar a la luz las múltiples perspectivas, toda la diversidad de opiniones, y también mucho interés en producir nuevas prácticas, nuevas formas de trabajo. Un nuevo modus operandi que no se refiere a "productos", una capacitación o una política, sino prácticas de trabajo, más o menos ambiciosas. Hay un artículo de un equipo consultor que lleva intentando llevar a cabo un proceso de cambio intraorganizacional desde el año 1994 en una organización de crédito rural, que os recomiendo porque describe muy bien todos los acelerones y frenazos a los que se ven abocados a lo largo del tiempo. Momentos del proceso: 'Sacar a la luz la multiplicidad' significa crear los espacios adecuados para que las voces habitualmente en silencio, puedan hablar, ser escuchadas, y ser tenidas en cuenta. Se trata de un proceso que pretende iniciar el debate a partir de donde cada quién este, a partir de las interpretaciones particulares. No sirve de mucho introducir con calzador una visión particular de lo que es género, ni enseñar las diferentes definiciones de género. Es necesario empezar por lo que hace cada cual y de sus experiencias personales, para identificar qué dinámicas desiguales genera una organización. Los pasos para poner en práctica este proceso son, en primer lugar, la realización de un diagnóstico de lo que está pasando en la organización, para intentar identificar los sesgos de género que se dan. Es importante dejar muy claro que el equipo de cambio, (que suele darse a través de la combinación de una consultoría externa y de agentes de transformación dentro de la propia organización), no tienen la solución. Tampoco se sabe adónde se va a llegar. Lo que se pretende es la creación de un círculo "virtuoso", a través del cual se irán acumulando experiencias que irán cambiando la organización en un proceso a largo plazo. Algunas herramientas para elaborar este diagnóstico son la realización de talleres participativos con el personal de la organización, entrevistas semiestructuradas para obtener información de lo que pasa a través de las vivencias de las distintas personas de la organización, discusiones colectivas. Se trata de medios distintos de obtención de información. Otro de ellos, que yo reivindico, es la observación participativa, esto es que si el equipo que facilita el cambio se da cuenta de que están ocurriendo determinadas cosas poderlas poderlas plantear para su discusión. Esto es muy importante para conocer en profundidad cuáles son los obstáculos y las potencialidades invisibles para que se pueda producir la transformación deseada. Me estoy acordando del caso de un Instituto de Estudios de Género de Estados Unidos que realizó un análisis sobre los sesgos de género intraorganizacional en una organización mexicana que investiga sobre semillas de transgénicos (no recuerdo el nombre, pero muy reconocida). Pues bien, estas investigadoras, una de las cosas que hicieron es asignar una vigilante a determinadas personas de la organización, que las acompañaba durante todo el día. Apuntando absolutamente todo lo que hacían, desde el momento en que sonreían, a quién y cómo saludaban, como se relacionaban. Y esto puso sobre el tapete muchas cosas. Cuando se confrontó a las personas con los resultados, lo que se puso de manifiesto es que una buena parte del trabajo de las mujeres consistía en evitar conflictos y facilitar el trabajo propio y de lasos demás. En cambio los hombres todo eso se lo saltaban bastante. Volviendo al diagnóstico de necesidades, su objetivo central ha de ser sacar a la luz los valores centrales de la organización. Esto es modelos mentales arraigados en nuestra sociedad y también en las ONGD´s. Cuestiones que deberían aparecer serían, por ejemplo, las implicaciones de la sobrecarga de trabajo dentro de las organizaciones, la disponibilidad total que a veces se exige (viajes, fines de semana, actividades fuera del horario laboral, etc.), las estructuras de autoridad y las formas de ejercer influencia. También es importante que se valore el trabajo invisible que realizan las personas dentro de la organización. Como el caso mecionado de las mujeres en el ejemplo de la anterior de la organización mexicana. Todo este tipo de trabajos procesuales, que no se cuentan en el sistema de valoración imperante que atiende sólo a resultados. Por ejemplo, para la realización de un maravilloso sistema informático habrá habido una persona estadística que se haya pasado horas, sin embargo sólo se valorará el trabajo de quien diseñe/ elabore el producto final. Es muy necesario, por tanto, no pasar por alto quién hace qué, así como valorar que sin el proceso no se llega al resultado. Y lo que es fundamental es lo que se denomina en América Latina el proceso de devolución. Significa compartir y discutir todos los resultados que se vayan obteniendo. Retroalimentar a la organización con sus propios conocimientos. Sistematizar los resultados obtenidos para que sean comprensibles y discutirlos de nuevo. El objetivo de ello es permitir a la organización (y a las personas que la integran) ver si a través de otra mirada quizá cambia la imagen de sí misma, partiendo de sus propios conocimientos. Una vez realizado este diagnóstico participativo por todas o casi todas las personas de la organización (siempre hay alguna ausencia) vendría la producción de nuevas formas de trabajo, del nuevo modus operandi, que mencionábamos en la caracterización de este modelo. Se trata entonces de que las personas que conforman la organización identifiquen, bien por departamentos, áreas, actividades o en función de cómo se ordena el trabajo en la organización, un aspecto que resulta factible cambiar. Pueden ser distintos aspectos en los diferentes departamentos o áreas, pero lo importante es que sean cosas que sean realmente posibles de cambiar. Una vez identificadas, se trataría de elaborar un plan para hacerlo. Por ejemplo, en el estudio de caso de Bangladesh que antes he comentado, se identificó que en las reuniones que tenían entre las delegaciones de campo, las mujeres que eran generalmente las que más experiencia tenían y las que trabajaban más directamente con las beneficiarias, no hablaban. Y sin embargo, los hombres, que solían ser chicos jóvenes recién salidos de la universidad, con muchos títulos, pero con mucha menos experiencia, hablaban mucho más. A raíz de esto, se analizó en más profundidad los procesos de trabajo y se dieron cuenta que estas mujeres, por la sobrecarga de tareas o por las propias inseguridades, a pesar de su mayor experiencia, no eran quienes hacían los informes. Les pasaban la información a los jóvenes para que elaborasen los informes. Ocurría, entonces, que los hombres, sin trabajar tanto, tenían acceso a la información en global, mientras que las mujeres sólo tenían una visión parcial de lo que ellas hacían, sin saber lo que hacían las demás. A partir de estos resultados se ideó un sistema de rotaciones en los puestos de trabajo, que aparte de suponer una mayor formación para las mujeres en la realización de tareas que antes no estaban seguras de poder realizar, supusieron también una mejora en las relaciones personales, se conocieron mucho mejor, los hombres y las mujeres que antes casi no tenían contacto, cambiando también la calidad del trabajo, en relación con una mayor satisfacción general de las personas. Lo que es importante resaltar de este proceso es que lo fundamental para cambiar las cosas es vincular cualquier proposición al trabajo concreto de cada organización. Es por ello que no me canso de insistir en que 'no sirven las recetas'. Cada organización tiene que identificar sus problemas y ponerles solución. Ello no ocurre por inspiración divina, sino que requiere un trabajo. La voluntad de hacerlo debe plasmarse en la asignación de los recursos que sean precisos. Este proceso participativo siempre encuentra resistencias personales, porque cuestiona la identidad de cada quien y las formas de relacionarse en una organización, pero también porque supone escrutinizar formas de trabajo y formas de ejercer la autoridad, hasta ese momento consideradas como válidas. Por ello es tan importante lo que en mi traducción libre del inglés he denominado "encaje político de bolillos" ("political knitting "). Esto significa 'tejer'/mantener cauces de comunicación muy fluidos, mucha transparencia de todo el proceso y los resultados que se van obteniendo. Tratar que las decisiones las tomen las personas que las tengan que tomar, respetando las diferentes instancias de decisión para que se sientan implicadas en el proceso. Resulta habitual que surjan resistencias muy fuertes de carácter personal y que, para superarlas , haya que contar con el apoyo explícito de quién tenga el poder máximo de decisión más en la organización, sea el patronato, la Junta Directiva o cualquier otro órgano decisor. Quiero hacer énfasis en la importancia de los flujos de comunicación, la transparencia y lo del "encaje político de bolillos". Aunque parezca que es más importante el proceso, realmente cuenta más el mantener una información constante y fluida con personas que quizá por ser las más resistentes, son con las que menos te apetece hacerlo. Es fundamental, porque si no estas personas no se sienten implicadas en el proceso, si no que lo sienten como algo ajeno. Algo que van a boicotear de una u otra forma porque probablemente vaya a remover las fronteras de su autoridad. Otro paso importante es incorporar al proceso instancias de reflexión sobre el propio proceso, espacios donde puedan expresarse las críticas. Todo proceso de cambio genera aversión y conflictos por lo que resulta necesario proporcionar los espacios, donde quizá vaya a explotar más este conflicto, pero que sirvan para redirigir todo el proceso. Esta fase puede conllevar importante erosión personal y de hecho puede frenar el proceso. Por eso nunca se sabe de antemano hasta dónde se va a llegar. Con la descripción de este proceso de cambio lo que quiero transmitir es que la incorporación del enfoque de género en el funcionamiento organizacional no es algo fácil o que pueda hacerse de una día para otro. A veces las ONGDs piden a personas expertas una o dos herramientas, con una demanda limitada a "lo que quiero es esto, porque no sé hacer esto otro". Pero lo que está claro es que la equidad de género no se consigue de golpe, un parche no deja de ser eso: un parche. Trabajar en pro de la equidad de género supone vivir un proceso, más o menos arduo, esperando resultados a largo plazo. * Participación controlada Este modelo está más cercano a las experiencias que yo conozco de las ONGDs del ámbito europeo. Se trata de un modelo menos participativo, se trata de un proceso más controlado por parte de la Dirección de la organización, que es quién define lo que se considera como problema y, por tanto, espera unos productos y resultados determinados. Se trata de una ruta, en la que se identifican diferentes fases. Pero tampoco hay que contemplarlo como mecanicista, por distintos caminos se llega al mismo resultado y a veces fases diferentes se pueden solapar en el tiempo o de repente se puede avanzar y luego pararse el proceso de golpe. Tampoco es una receta, sino que hay que adecuarla a la especificidad de cada organización. Este modelo parte de la existencia de un mandato que insta a iniciar el proceso. Las formas de llegar a ese mandato pueden ser variadas. Pudiera ser el caso que personas con capacidad de decisión estuvieran persuadidas de su necesidad. Puede venir de presiones de distinto tipo, presiones externas, no sólo ya desde el movimiento feminista, sino desde de la administración. Por ejemplo, en Holanda la exigencia de los organismos públicos, como condicionante a la financiación de los proyectos, tiene mucha importancia. No ocurre lo mismo en España, donde la AECI solicita rellenar en el formulario de presentación, seguimiento y evaluación de proyectos sólo un párrafo en el que se describa el impacto de Género. Quizá si la exigencia fuera mayor, las ONGDs se verían obligadas a avanzar en este campo. Las fases en este proceso de cambio comenzarían también por la realización de un diagnóstico, aunque el procedimiento de realización sería diferente al caso anterior. Se comenzaría por valorar el momento en que se encuentra la organización, para decidir si es conveniente iniciar este proceso de cambio. En esta valoración es necesario tener en cuenta el contexto externo, desde el entorno internacional, nacional, las presiones para el cambio que existen desde la administración, el sistema legal del país o si otras ONGDs están trabajando en lo mismo. También es importante considerar el contexto interno de la organización. No es lo mismo una ONGD que esté en un momento bueno desde el punto de vista de la financiación, que otra que este de "vacas flacas". Tampoco es comparable una organización que este atravesando un periodo de enfrentamientos internos, con otra que tenga un ambiente estable. Todo esto es necesario valorarlo. Además, no hay que olvidar que como ONGD hay que tener en cuenta las relaciones de partenariado. Con todo lo que ello implica. En este modelo, la realización de este diagnóstico no es tan participativo. Se trata de una función que se asigna al equipo de consultoría. Y son las personas "expertas" que integran esta consultoría, junto con la dirección, las que definen la hipótesis de lo que constituye el problema y de los cambios que consideran necesarios. Una vez realizado el diagnóstico y formulada la hipótesis del problema, vendría la construcción del consenso. Se trata de presentar/explicar la información que se ha recogido, por qué se ha definido ese problema y no otros. En esta instancia cabe la posibilidad que las personas implicadas reinterpreten/reformulen el problema. Esta fase no es fácil. Pueden darse puntos de vista divergentes acerca de lo que se considera el problema central. Para avanzar resulta necesario rebajar las expectativas. De lo que se acota y aprueba por parte de la dirección en el como definición de problema, a lo que luego puede traducirse a la realidad siempre hay una distancia. Luego vendría la planificación estratégica. Es necesario aterrizar los contenidos de la hipótesis del problema, concretarla en el trabajo de cada área o departamento, lo que supone pasar el relevo al personal técnico de la organización. Sobre la base de la información recogida, el o los problemas identificados y los objetivos definidos, tendrán que hacer planificaciones adecuadas a sus ámbitos de trabajo. Generalmente es en esta fase cuando se suele generar algún documento de Política de Género o alguna Planificación de Género concreta. Con ello se pretende concretar responsabilidades, calendarios, recursos y establecer compromisos para que la planificación sea ejecutada. Lamentablemente, a veces estas planificaciones de género se quedan en documentos muy bonitos que nunca se llevan a la práctica. Una vez realizada la planificación, se pone en marcha la ejecución del plan de acción. Aquí es donde empiezan a encontrarse las dificultades más o menos prácticas. Son las personas agentes de cambio, internas o externas, las que tienen la responsabilidad en este momento de intentar procurar un apoyo y asesoramiento continuado vía talleres, capacitaciones, etc. de cara a las necesidades y problemas que vayan surgiendo. Se requiere trabajar conjuntamente las personas expertas y el personal técnico de la ONGD las herramientas y procedimientos que faciliten el trabajo. Otro paso ineludible es la evaluación. Se trata de hacer seguimiento del proceso y revisiones periódicas. Cada organización lo puede hacer a su manera: evalución externa, interna, mixta. Con procesos de discusión o no. Pero es importante no olvidar realizar un seguimiento de los resultados y flujos que se van produciendo a lo largo del proceso. La fase final sería la de la instucionalización, que consistiría en que todos los cambios producidos se incorporaran al funcionamiento "normal" de la organización, que se "normalizaran". Sinceramente, creo que esto todavía podemos considéralo como ciencia-ficción. La incorporación de los hombres es una cuestión importante que se ha dado de forma más o menos fragmentada en muchas de las experiencias que conozco de ONGDs que han intentado poner en marcha este proceso. Incorporar a los hombres y sobretodo clarificar el concepto de género para que no se interprete como un asunto sólo de mujeres. Esto hay que hacerlo, bien a través de talleres, de formación, de dinámicas, de grupos de masculinidad, etc. Lamentablemente, como es habitual en mí, no he calculado bien el tiempo. Os propongo que el apartado dedicado a las resistencias más comunes en las ONGDs ´'las justificaciones estrella' leais algún artículo mío y ahora, si os parece, gustaría compartir con vosotras/os algunas de las conclusiones de un artículo que estoy preparando y que será publicado próximamente.En él se pretende analizar hasta qué punto y de qué manera ONGDs radicadas en Cataluña han intentado incorporar el análisis de género a sus políticas y procedimientos de trabajo de cooperación así como mirar en qué terminos el reconocimiento de las desigualdades de género modela su funcionamiento general. ANÁLISIS GÉNERO ONGDs CATALANAS- 2000 Lo que os voy a contar parte del análisis de las informaciones obtenidas a través de una serie de entrevistas en profundidad realizadas en ocho de las ONGDs que vienen participando en el trabajo de la Comisión de Género de la Federación Catalana de ONG para el Desarrollo. Este análisis no tiene la intención de ser considerado como un estudio sistemático, sino que su objetivo es plantear ciertos debates. Dentro de la Comisión nos permite reflexionar acerca de las diferentes dinámicas y estrategias de las ONGDs con las que colaboramos, establecer comparaciones entre ellas, así como que sirva de referencia para poder hacer un cierto seguimiento de la evolución de sus acciones a lo largo del tiempo. Las entrevistas se estructuraron en base a ocho módulos: ° Panorama: se pretendía obtener una impresión general de cómo se ha acercado la ONGD al tema, quiénes lo trabajan, qué presiones favorables se han detectado para su impulso. ° Políticas y procedimientos: se trata de ver cómo se han materializado las 'buenas intenciones' en aspectos más concretos que modelan el trabajo cotidiano de la organización, las condiciones específicas que enmarcan las actividades ° Estructura: ver la forma de compartimentar actividades, de delimitar el ejercicio de la autoridad y de las responsabilidades ° Cultura organizacional: intentar captar algo invisible que se sustenta en la combinación de las opiniones individuales, valores y normas compartidas por las personas que integran la organización, es como 'la personalidad' de una organización. ° Proyectos: ver cuáles son las informaciones que se manejan, cómo se asegura la participación en el diagnóstico necesidades, ver también si se presta atención al impacto diferenciado, distribución desigual de los costos beneficios, que conlleva cualquier intervención. ° Redes: delimitar los espacios de intercambio de experiencias y aprendizaje en los que participa la organización y ver si promueve que sus contrapartes participen en ellos. ° Campañas/sensibilización: tratar de identificar los estereotipos que se propagan o las estrategias para no hacerlo ° Valoración: dar una visión global de las principales dificultades y resistencias encontradas y perfilar retos de futuro. Panorama De acuerdo a cómo las diferentes ONGDs se han acercado al tema de la desigualdad de género y a su experiencia de trabajo al respecto podrían ser agrupadas en tres categorías. Las organizaciones denominadas "en ciernes", se parecen a las "ciegas", pero se diferencian en que en las primeras se reconocen las iniciativas individuales. A pesar de esto, no hay voluntad política, ni grupo de Género. Tampoco se perciben presiones externas para que el proceso avance. Las denominadas "incipientes" serían aquellas que se han empezado a plantear el interés por los temas de género a partir del reconocimiento de proyectos que fallan o diversas preguntas en torno a los proyectos. Es un enfoque que sólo se cuestiona el trabajo de proyectos, no el funcionamiento de la organización. En este caso, el argumento más común es decir que se quieren hacer cosas pero que no se saben hacer. Por último, las que llamo "cansadas" son aquellas que habiendo realizado un trabajo importante de género, debido fundamentalmente a la presencia de un grupo de Género fuerte, se han estancado o incluso han retrocedido. En este caso, los resultados de este pequeño estudio han sacado a la luz un hecho sorprendente y es que muchas ONGD´s que históricamente contaban con grupos de género, ya no los tienen. Han desaparecido. Políticas y procedimientos Con respecto a políticas y procedimientos, es curioso porque ya se está utilizando como un indicador para evaluar la incorporación del enfoque de género el tener una política específica. Mi opinión es que tener una política de género no es garantía de que se este haciendo un buen trabajo en la práctica. A pesar de esto se realiza una diferenciación entre las que tienen política de género y plan de acción y las que no lo tienen. Pero entre las que no tienen políticas, ni plan de acción cabe hacer ciertas distinciones. Hay organizaciones que sin tener políticas han hecho una reformulación o bien de la misión o de los estatutos desde el enfoque de género. Otras no tienen un documento específico que recoja la política, pero sí tienen una estrategia de acción muy clara de trabajo con organizaciones de mujeres o de sensibilización sobre temas de género. Otras, tienen documentos que les ayudan a ir transformando algunas cuestiones, en base a un proyecto concreto, por ejemplo, intentando poner en práctica algunas herramientas. Entre las que tienen política, hay algunas que la tienen en el cajón, con un carácter meramente ornamental. En su día se formuló por un grupo de personas interesadas, queda muy bonito sacarla cuando alguien les va a preguntar acerca de su implicación en cuestiones de género, pero no tiene ninguna consecuencia práctica. Hay otras en que la política y el plan de acción no han sido evaluados, los objetivos propuestos no se han cumplido, pero curiosamente ni se habían percatado de ello hasta que les entrevistamos para este estudio... Es más, la política, en algunos casos, se ha cumplido de forma fragmentada gracias, de nuevo, al interés de determinadas personas que así se lo han propuesto en su ámbito de trabajo, en ningún caso debido a presión alguna por parte de los órganos de decisión de la organización. Hay alguna organización, que ha iniciado un más que tímido proceso de análisis y de cambio organizacional. En cuanto a los procedimientos, no hay ninguna ONGD utiliza procedimientos teniendo en cuenta el enfoque de género, ni se sistematizan las experiencias que se puedan llevar a cabo individualmente. Estructura En relación con la estructura, quizá me aventure en mis afirmaciones, pero me parece detectar una categorización en tres modelos diferentes de ONGD´s. Uno de ellos estaría constituido por las ONGD´s que tienen su origen en la ayuda humanitaria, campañas contra el hambre, etc., y da la impresión que presentan todavía una mayor proporción de mujeres entre su personal contratado, originalmente representaban casi la totalidad. A medida que estas organizaciones se van profesionalizando van entrando más hombres. El hecho de que haya más mujeres trabajando significa que hay más mujeres en puestos de dirección. Sin embargo, algo que me llamó la atención es que los puestos de representación política, a veces voluntarios, que implican prestigio, poder y capacidad de decisión están ocupados casi todos por hombres. Otra categoría distinta serían las ONGD´s confesionales y/o vinculadas a órdenes religiosas. En ellas, las mujeres ocupan puestos administrativos y de secretariado y la mayor parte del personal contratado con capacidad de decisión son hombres. Exceptuando algunos departamentos, quizá el de educación, en donde puede haber más mujeres. La tercera, la formarían ONGD´s más pequeñas que han surgido de movimientos sociales, Comités de Solidaridad, asociaciones profesionales, etc. En este caso, a pesar de ser consideradas organizaciones progresistas, se repite una situación parecida a la primera. Es decir, suele haber un mayor número de mujeres contratadas e incluso en puestos de dirección, sin embargo en cargos de representación política, o con decisión política son generalmente hombres. Y eso tiene una implicación de género muy importante, si tenemos en cuenta que en la mayoría de las ONGD´s hay salarios bajos y una gran carga de trabajo. Los hombres mantienen sus trabajos fuera de la organización, donde reciben salarios más altos, aunque siguen manteniendo el poder de decisión en la ONGD a través de sus puestos de representación y dirección política. En general, en los casos en los que las mujeres han accedido a puestos en juntas directivas o patronatos ello se ha debido a hechos circunstanciales y no responde a una estrategia de búsqueda de un equilibrio genérico. Únicamente para una de las ONGDs la descompensación de la presencia de mujeres en puestos de toma de decisiones se ha planteado como un tema a ser tenido en cuenta. Ello ha llevado a prestar atención a las oportunidades de promoción. Su interés es que más mujeres ocupen determinados puestos, que su presencia sea más visible. Se promueve a alguna mujer concreta, pero no se pretende cambiar las condiciones generales que han producido la situación desigual. Esta estrategia se argumenta como favorecedora de un progresivo cambio de cultura y de sensibilidad organizacional. En relación a los criterios de selección para la contratación de personal tener conocimientos técnicos de/experiencia trabajo temáticas de género es un plus para la contratación, pero no requisito sine qua non aquí, al menos, aunque si puede resultar más fundamental cuando se contrata personal local. Otro de los resultados más significativos de este estudio es el hecho de que a pesar de que en determinados puestos de trabajo hay una descripción concreta de las funciones técnicas, el desempeño de las funciones varía considerablemente si es un hombre o es una mujer el que lo ocupa. Un ejemplo muy claro es el caso de los puestos de secretaría, en los que si es un hombre, se convierte en un cargo político, y si es una mujer se queda en un cargo meramente administrativo. Cultura organizacional En relación a la cultura organizacional, que como hemos visto engloba cuestiones difíciles de detectar, uno de los aspectos al que prestamos atención fue a los procedimientos de contratación. En general, todas las organizaciones afirmaban que la contratación de determinadas personas atendía sólo a criterios técnicos y profesionales. Sin embargo, todas reconocían que en cada proceso de selección tenían en mente una imagen previa ideal de trabajador o trabajadora. Que respondían bien a personas poco conflictivas, sonrientes, que trabajen y callen, o que ofrezcan disponibilidad absoluta, entrega, militancia, etc. Cuestiones que pueden condicionar el hecho de que se contrate a mujeres o a hombres. La exigencia de trabajo 'por la causa', fuera de horario laboral, se ha convertido incluso en algunas organizaciones en algo asumido por la plantilla, de tal forma que las personas que cumplen con su horario, son criticadas y, aún más, si se trata de hombres. A pesar de esto, hay fisuras, en cuanto a estas cuestiones. Hay algunas organizaciones, aunque son todavía pocas, que están aceptando una mayor flebilización de los horarios. El cambio también se manifiesta en el lenguaje que utilizan las organizaciones, en la utilización de masculinos o femeninos o de términos que se hacen neutros con la arroba (@). Pero personalmente considero que esto muchas veces se queda en lo superficial, en lo políticamente correcto, porque si luego la información no se desagrega por sexos (¿cuántas mujeres y cuántos hombres? ¿qué implica para cada una y cada uno?, etc.), entonces el lenguaje inclusivo se queda igualmente vacío y mistificador. Trabajo de cooperación/proyectos La mayoría de las ONGDs consideradas en este análisis interpretan su trabajo de género esencialmente en relación a su trabajo de cooperación. Algunas también se lo están empezando a plantear en términos de sensibilización y de lobby a las administraciones. Únicamente dos se han cuestionado si lo que consideran exigible en los proyectos y/o contrapartes lo cumplen ellas mismas. Ninguna de ellas maneja información desagregada por género en las diferentes fases ciclo proyecto, si bien admiten que la compilación de información es igualmente incompleta en relación a otros muchos aspectos, no únicamente género. En proyectos puntuales pueden aparecer algunas informaciones desagregadas, pero ello depende bien de la iniciativa de la contraparte o de la persona técnica que haya elaborado el informe. En el trabajo desarrollo de una misma organización pueden coincidir proyectos en los que las beneficiarias son mujeres con proyectos que en su formulación, sobre el papel, parecen considerar las desigualdades pero que desaparecen, dejan de ser tenidas en cuenta durante la ejecución con proyectos ostensiblemente ciegos al género. En este último caso y si el proyecto coíncide con las líneas de acción priorizadas por la ONGD lo que se hace es requerir informaciones adicionales a la contraparte. Se ha detectado que ello puede tener el efecto del loro, fomentar el sonsonete, repetir una serie de conceptos por escrito sin tener la intención real de ponerlos en práctica. En ausencia de un trabajo de análisis y producción de metodologías que permitan visualizar las desigualdades de género, 'la calidad de género' de los proyectos de las ONGDs consideradas depende del expertise, la experiencia y conocimientos, de sus contrapartes y/o personal local contratado. A este respecto llama la atención que si bien aquí no se valora especialmente tener sensibilidad de género a la hora de la contratación, si suele hacerse en relación al personal local (ello permite poder decir que se desarrolla un trabajo con ciertos baremos de calidad sin cambiar ni procedimientos ni estructuras de la organización). Algunas de las ONGDs reconocen su confusión a la hora de delimitar si su 'trabajo de género' puede ser calificado como tal o debe inscribirse más bien en el enfoque de mujeres y desarrollo. Conocen la distinción a nivel teórico, pero les resulta difícil llevarla a la práctica. Manifiestan que necesitan formación. En algunas de ellas han realizado pequeños seminarios, charlas y debates. Se duda de su utilidad dada la falta de continuidad. Al menos en un caso la capacitación sirvió para sacar a la luz fuertes resistencias personales de miembros (hombres) de la ONGD. Una vía provechosa de aprendizaje está resultando ser la realización de evaluaciones de impacto de género. En un caso el proceso evaluador se ha propiaciado a través de la colaboración con una contraparte y el intercambio está resultando fructífero y esclaredor de los errores cometidos. En otro, la evaluación la está llevando a cabo el grupo de género, que previamente ha intentado formarse a través de la capacitación ofrecida por el Grupo de Mujeres y Desarrollo de la Coordinadora Estatal de ONG. En ambos casos se pretenden extraer principios y criterios a aplicar a otros programas. En todos los casos se manifiesta que se trabaja con contrapartes con diferentes niveles de conciencia y/o calidad de trabajo en relación género. Sin embargo, esta información no está sistematizada. En un caso se intentó, pero al no haberse unificado suficientemente los criterios obtuvo un resultado contradictorio: las contrapartes africanas parecían atender mucho más al impacto diferenciado por género de sus acciones que las centroamericanas. Lo constatado es justamente lo contrario, el resultado estaba teñido por los diferentes niveles de conciencia de las/os representantes que hacían los informes. A menor conciencia mayores parecían los logros por pequeños que fueran de las contrapartes, a mayor conciencia se agudizaba sensiblemente la crítica al trabajo de las contrapartes. Existe un cierto debate acerca de experimentar la idea del 'semáforo', que ya está siendo utilizada en alguna ONGD internacional asociada. También se ha detectado que cuando se compila información esta se da bastante a ojo y que hay que afinar los instrumentos. Ninguna tiene unos establecidos unos criterios mínimos de género para aprobar o rechazar la financiación/apoyo a proyectos, aunque sí puede haber otros criterios que sean determinantes. Se desconocen metodologías de planificación, compilación de información de género. h Redes Uno de los factores de influencia identificados es la pertenencia a redes, que en muchos casos supone el acceso a la información y a veces el aprendizaje de lo que hacen otros. Lo que llama la atención es que las ONGD´s catalanas que formaban parte del estudio apenas tienen contacto con el movimiento feminista u organizaciones feministas. Llama la atención porque en otros países esto si existe. Sin embargo, si que participan en redes de mujeres o feministas, a través de las oficinas regionales, en el Sur. No participan aquí, pero si lo hacen allá. Campañas En relación a las campañas de sensibilización, no se plantea jamás el impacto diferenciado, ni se plantea un análisis de género. Por ejemplo, se hacen artículos sobre la situación de la mujer en Bolivia, o en cualquier parte del mundo, transmitiendo un mensaje de las mujeres como población vulnerable, que además justifican con la necesidad de captación de fondos. Valoración Al parecer, 'el tema de género' resulta importante para todas las ONGDs entrevistadas, al menos al nivel de sus discursos. Lo que ya supone un avance si tenemos en cuenta que hace cinco años eran bastantes a las que la terminología de género les resultaba ajena. Sin embargo, en la práctica las experiencias particulares varían considerablemente de unas ONGDs a otras. Ninguna de ellas se atreve a afirmar que ha incorporado sistemáticamente la visión de género en sus políticas y líneas de acción prioritarias. Tampoco se han hecho esfuerzos significativos para institucionalizar prácticas en pro equidad de género en su seno. En general admiten no haber destinado recursos específicos y/o tiempo para trabajar los temas de género de forma adecuada. En general, se aprecia un cierto progreso en los últimos años. Todavía se considera un tema no tan importante como para ser priorizado. En las ONGDs que clasificamos como "cansadas" se da un cierto nivel de autocomplacencia, se considera que ya se ha hecho algo, incluso mucho si se comparan con las que ni siquiera se lo han planteado. También resulta apreciable agotamiento entre las personas que venían ejerciendo de agentes de cambio. Todavía no tengo las conclusiones definitivas de este estudio, en cualquier caso os pido disculpas porque lo que os he contado ha resultado quizá demasiado esquemático. Por último, hay dos aspectos que me gustaría resaltar como claves. Por un lado, la necesidad de hacer una reflexión profunda acerca de los grupos voluntarios de género en las organizaciones. Sobre las estrategias que deben seguir, la composición que deben tener, el papel que deben jugar en las ONGDs, qué deben exigir, cómo se hace la presión... También es necesario evaluar la utilidad de las políticas de género, para qué están sirviendo, cómo se están llevando a la práctica, etc. Natalia Navarro