Sentencia de la Sala Civil Penal del TSJC que

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TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA DE CATALUÑA
Sala Civil y Penal
R. Casación e Infracción Procesal núm. 113/06
SENTENCIA NÚM. 8
Presidenta:
Excma. Sra. Eugenia Alegret Burgués
Magistrados:
Ilmo. Sr. Ramón Foncillas Sopena
Ilmo. Sr. Carlos Ramos Rubio
Barcelona, 6 de marzo de 2008
Antecedentes de hecho.
Primero. El procurador de los tribunales don José María Escudé
Nolla, actuando en nombre y representación de doña Josefina D. F. y
bajo la dirección letrada de don Moisés Cubí Mestres, presentó el 5 de
abril de 2004 una demanda de juicio declarativo ordinario contra
doña Nuria S. G., en reclamación de la legítima correspondiente en la
herencia de don Jaime D. D., cifrándola en la cantidad de 369.372,65
€, más los intereses legales, sin perjuicio del mayor importe que
pudiese corresponderle en virtud del conocimiento sobrevenido de
nuevos bienes computables o de la mayor valoración de los conocidos
que pudiera resultar de la prueba a practicar.
Por su parte, la demandada doña Nuria S. G., heredera testamentaria
de don Jaime D. D., debidamente representada por el procurador de
los tribunales don José Román Gómez y defendida por el letrado don
Gabriel Almarcegui SanEsteban, compareció oportunamente en la
instancia oponiéndose a la estimación de la demanda por diversos
1
motivos, sin perjuicio de reconocer la condición de legitimaria de la
actora y su derecho al percibo de una cuota de inferior importe
(99.417,68 €) a la pretendida por ella.
La indicada demanda correspondió al Juzgado de Primera Instancia
núm. 4 de El Vendrell (autos núm. 164/04), que, previos los trámites
legales, dictó una sentencia en fecha 21 de marzo de 2005 con el
siguiente fallo:
“Que, estimando parcialmente la demanda interpuesta por
el Procurador Don José María Escudé Nolla, en nombre y
representación de Doña Josefina D. F., declaro el derecho de la
actora a la legítima que por ley le corresponde en los bienes de la
herencia del causante Don Jaime D. D., declarándose su derecho a
percibir como legitimaria la suma de doscientos treinta y siete mil
novecientos sesenta y un euros con ochenta y ocho céntimos
(237.961,88 €), correspondientes a su legítima, condenando a la
parte demandada a estar y pasar por dicha declaración, y, en
consecuencia, a la entrega a la parte actora de dicha suma, o,
para el supuesto de que se optara por la parte demandada por el
pago en bienes de la herencia, por la entrega de los que se
determinen en ejecución de sentencia, así como a satisfacer el
interés legal de la cuantía citada desde la fecha de la muerte del
causante, 30 de agosto de 2.003. Cada parte abonará las costas
causadas a su instancia, y las comunes por mitad.”
Segundo. Contra la anterior sentencia interpusieron sendos recursos
de apelación tanto la actora, representada en esta ocasión por la
procuradora doña María Rosa Elías Arcalís, como la demandada, que
en la alzada fue representada por la procuradora doña Inmaculada
Amela Rafales y defendida por el letrado don Eloy Mendaña Prieto.
Los recursos de apelación fueron admitidos a trámite, dando lugar a
que, una vez sustanciada la alzada, fuera dictada por la Sección 1ª de
la Audiencia Provincial de Tarragona una sentencia en fecha 24 de
abril de 2006 (rollo núm. 588/2005) con el siguiente fallo:
“FALLAMOS: Que debemos declarar y declaramos NO
HABER LUGAR al recurso de apelación interpuesto por Josefina
D. F. y HABERLO en parte al interpuesto por Nuria S. G., contra
2
la sentencia dictada por el Juzgado de 1ª instancia nº 4 de El
Vendrell cuya resolución revocamos en parte y, en consecuencia:
1º Reducimos a 155.976,75.- euros el importe de la
legítima a satisfacer por Nuria S. G. a Josefina D. F..
2º Se mantienen el resto de los pronunciamientos de
primera instancia no alterados por esta resolución.
3º No procede hacer imposición de costas en el recurso de
Nuria S. G..
4º Se imponen las costas de su recurso a Josefina D. F..”
Tercero.
Contra
la
mencionada
sentencia
de
apelación,
la
procuradora doña María Rosa Elías Arcalís, en la representación ya
referida de la demandante y con la firma del mismo letrado que
suscribió la demanda, anunció oportunamente ante la Audiencia
Provincial
de
Tarragona
la
interposición
de
un
recurso
extraordinario por infracción procesal, al amparo (1) del art.
469.1.3º LEC en relación con el art. 463.1 LEC, que se cita como
vulnerado, “al haber infringido las normas legales que rigen los actos
y garantías del proceso determinando tal infracción la nulidad de la
decisión por la que se tuvo por comparecida y parte en el presente
rollo a la adversa”, en lugar de “declarar desierto su recurso de
apelación”
por
haber
comparecido
fuera
el
término
del
emplazamiento, habiendo denunciado oportunamente dicho defecto
en la alzada, y (2) del art. 469.1.2º LEC en relación con los art. 348,
326, 218 y 217 LEC, que se citan como infringidos, por “errónea
interpretación y valoración del informe pericial judicial que obra en
autos” y por vulneración de las normas de la carga de la prueba que
se impone al que aporta los “documentos privados impugnados (Doc.
5 a 15 de la contestación)”.
En escrito diferente, la representación procesal de la actora anunció
la interposición de un recurso de casación al amparo del art.
477.2.2º LEC: 1) por vulneración del art. 355.1 CS, al no haber
tenido en cuenta la sentencia para fijar el importe de la legítima el
“valor de mercado” de los bienes que integran la herencia; 2) por
infracción de lo dispuesto en el art. 355.2 CS, en relación con la
inclusión del “donatum” en el cómputo de la legítima; y 3) por
3
vulneración del art. 35.1 CF, por haber sido excluido el “ajuar” del
cómputo de la legítima.
Cuarto. Por una providencia de 4 de julio de 2006, la Audiencia
Provincial de Tarragona proveyó en relación con la presentación de
los recursos de tal forma que no quedaba claro para la parte si lo
hacía sólo respecto del extraordinario por infracción procesal y si, por
lo tanto, sólo debía interponer éste a la espera de que fuera proveído
el de casación —presentado como se ha dicho en escrito separado—,
que fue lo que finalmente hizo. Por una providencia de 9 de octubre,
la Audiencia de Tarragona dispuso tener por interpuesto el único
recurso formalizado y elevar las actuaciones a esta Sala, sin
pronunciarse sobre el recurso de casación.
Una vez recibidas las actuaciones en esta Sala y a instancias de la
recurrente, por un auto de 14 de diciembre de 2006 se decidió anular
las
resoluciones
dictadas
y
actuaciones
producidas
en
el
correspondiente rollo de la Audiencia Provincial de Tarragona desde la
providencia de 4 de julio de 2006 a fin de que la presentación de los
dos recursos fuera proveída oportunamente y le fuera conferido a la
parte un nuevo plazo de veinte días para que pudiera interponerlos
en un solo escrito.
Quinto. Retornadas las actuaciones a la Audiencia Provincial de
Tarragona, por una providencia de fecha 1 de febrero de 2007 se
confirió nuevo traslado a la recurrente para que formalizara la
interposición de los recursos en un solo escrito, lo que efectivamente
realizó en 14 de marzo de 2007, si bien en esta ocasión se limitó a
formalizar el recurso extraordinario por infracción procesal por un
único motivo, el primero de los dos por los que lo anunció,
respetando la división del recurso de casación en los tres motivos
preparados. Por una providencia de 28 de marzo se dispuso tener por
formalizada la interposición de los recursos y remitir las actuaciones a
este Tribunal Superior de Justicia.
4
Sexto. Por una interlocutoria de esta Sala de fecha 30 de julio de
2007 se dispuso la admisión de los recursos y el traslado para la
formalización de oposición a la parte contraria, oportunamente
comparecida en el rollo bajo la representación del procurador de los
tribunales don Antonio Cortada García y la asistencia letrada de don
Eloy Mendaña Prieto.
Por una providencia de fecha 11 de octubre pasado se tuvo por
evacuado el traslado conferido y, de acuerdo con el art. 486.1 LEC, se
señaló para la votación y fallo el pasado día 22 de noviembre, fecha
en la que se celebró efectivamente conforme a lo dispuesto en los
arts. 194, siguientes y demás concordantes de la LEC.
Ha sido designado ponente el Magistrado Ilmo. Sr. Carlos Ramos
Rubio.
Fundamentos de Derecho.
A) Recurso por infracción procesal.
Primero. El único motivo del recurso extraordinario por infracción
procesal interpuesto en interés de doña Josefina D. F. denuncia la
vulneración de las normas legales que rigen los actos y garantías del
proceso, con la consecuente indefensión para el recurrente (art.
469.1.3º LEC), por contravención del art. 463.1 LEC, según la
redacción conferida por el apartado 4 de la disposición final tercera de
la Ley 22/2003, de 9 de julio.
Considera la recurrente que la infracción denunciada se ha producido
al haberse negado la Audiencia Provincial a declarar desierto el
recurso de apelación interpuesto por la parte contraria contra la
sentencia de primera instancia, pese a haber comparecido ésta en la
alzada fuera del término del emplazamiento de que fue objeto —casi
cuatro meses después—, y se ha consumado al estimar el recurso,
aunque sólo fuera parcialmente.
5
A los efectos previstos en el art. 469.2 LEC, la recurrente aduce que
en su día solicitó oportunamente, conforme al art. 224 LEC, la
revisión de la diligencia de ordenación del secretario de la Audiencia
Provincial de fecha 18 de enero de 2006, que declaró comparecida en
tiempo y forma en calidad de apelante a la parte contraria, por
infracción del propio art. 463.1 LEC, revisión que fue denegada por
un auto de 9 de febrero de 2006.
La parte que se opone al recurso por infracción procesal insta ante
todo su inadmisión, entre otras razones, por considerar que el escrito
en el que la recurrente denunció la supuesta infracción, además de
no indicar el perjuicio que se derivaba para ella de la diligencia de
ordenación impugnada, como exige el art. 224.2 LEC, tampoco
revestía la forma de recurso de reposición, como preceptúa el art.
456.2 LOPJ —reformado por la L.O. 19/2003— en relación con el art.
224.3 LEC.
A este respecto, se comprueba que la procuradora de la parte
recurrente presentó en su día oportunamente —dentro del plazo de
los cinco días siguientes a aquel en el que le fue notificada la
diligencia en cuestión— un escrito en el que, al amparo del art. 224.3
LEC, interesó expresa y claramente su nulidad por considerar
infringido el art. 463.1 LEC, alegando el perjuicio derivado de la no
declaración de desierto del recurso de apelación interpuesto por la
parte comparecida fuera del término del emplazamiento y de su —
entonces— eventual estimación.
Por lo tanto, resulta que la recurrente sí instó la revisión de la
diligencia de ordenación en legal forma (art. 23.1 LEC) y dentro del
término del recurso de reposición (art. 452 LEC), y lo hizo
expresando de manera precisa la infracción que estimó producida por
ella (art. 452.1 LEC), con cita del precepto concreto y con
identificación del perjuicio —por lo demás, evidente— derivado de
dicha infracción (art. 224.2 LEC). En consecuencia, ninguna tacha
puede oponerse a la denuncia efectuada en la alzada que justifique
6
ahora la inadmisión del recurso extraordinario por infracción procesal
(art. 469.2 LEC), ya que ni del art. 224.3 LEC ni del art. 456.2 LOPJ
—redactado conforme a la L.O. 19/2003— se desprende el requisito
del nomen, sino tan sólo el del procedimiento de tramitación —arts.
451 a 454 LEC—, sobre todo cuando resulta meridianamente clara la
voluntad de la parte de impugnar la diligencia de ordenación y de
hacerlo por el primero de los dos motivos que establece el art. 224.2
LEC —infracción de precepto legal “o” invasión del contenido de una
providencia.
Se comprende por ello que la revisión de la diligencia fuera
efectivamente tramitada por el tribunal a quo, pese a las objeciones
que ya entonces formuló la parte contraria —las mismas que aquí—,
llegando finalmente a ser resuelta la cuestión planteada, aunque —
como veremos luego— sin ser estimada íntegramente.
Argumenta también la representación en el presente rollo de doña
Nuria S. G., para oponerse a la admisión del recurso extraordinario
por infracción procesal, que el art. 463.1 LEC no contiene ninguna
previsión expresa sobre las consecuencias de la falta de personación
dentro del término del emplazamiento, por lo que ningún defecto de
procedimiento se ha podido producir por no haber efectuado la
Audiencia la declaración pretendida. Dado que este motivo de
inadmisión incide directamente en la cuestión de fondo del recurso
por infracción procesal, su examen se deja para tal ocasión.
Asimismo, argumenta la parte opuesta al recurso que la infracción del
art. 463.1 LEC no tiene encaje entre las causas de nulidad previstas
en el art. 238 LOPJ o en el art. 225 LEC, ya que constituye, como
mucho, la inobservancia de un trámite procesal no determinante de
nulidad radical ni de indefensión, sobre todo si se considera que tan
sólo se produjo la reducción de las pretensiones económicas de la
recurrente.
7
Sin perjuicio de reconocer que la denuncia contenida en el recurso
hubiera podido encontrar —también— encaje en el número 4º del art.
469.1 LEC en relación con el art. 24.1 CE, debe tenerse presente que,
en general, a través del recurso extraordinario por infracción procesal
incumbe controlar las cuestiones procesales, entendidas en sentido
amplio —AA TS 1ª 28 oct. 2003 (rec. 438/03 y 758/03)—, y por lo
que se refiere a las “garantías del proceso” cuya vulneración puede
provocar la nulidad conforme a la ley o puede producir indefensión,
debe reconocerse que entre ellas se encuentra indudablemente el
principio de inmutabilidad de las sentencias firmes fuera de los
cauces legalmente previstos para ello (arts. 207 y 214 LEC), que, si
se permitiera a un tribunal modificar una resolución judicial en virtud
de un recurso que debió ser declarado desierto por incumplimiento de
un determinado requisito, se verían afectados, tanto como el derecho
fundamental a la tutela judicial efectiva y el principio de la seguridad
jurídica (SS TC 59/1996 de 15 abr. y 208/1996 de 17 dic.) y la
proscripción de la reformatio in peius, que constituye una garantía del
régimen de recursos derivada de la proscripción de la indefensión —
SS TC 232/2001 de 11 dic. y 87/2006 de 27 mar.
Desde este punto de vista, es absolutamente intrascendente que la
modificación de la resolución, que debió ser considerada firme, se
realice de forma total o meramente parcial.
Segundo. En la resolución de la Audiencia Provincial que resolvió el
incidente de revisión de la diligencia de ordenación planteado por la
recurrente, se pone de manifiesto que el emplazamiento a las partes
—las dos en calidad de apelantes— tuvo lugar en la primera instancia
el día 8 de junio de 2005 y que el término expiró para ambas el día
21 de julio del propio año. Del propio rollo de apelación resulta que,
mientras la representación de doña Josefina D. F. —la recurrente—
compareció en él el día 22 de junio de 2005, la de doña Nuria S. G.
no lo hizo hasta el 14 de noviembre. Por ello, si bien la Audiencia
Provincial no accedió a declarar la nulidad de la diligencia de
8
ordenación, sí dispuso formalmente no tener por comparecida “en
tiempo” a la procuradora de esta última.
Cabe decir que en la decisión de la Audiencia Provincial de no anular
dicha diligencia y, en consecuencia, de no declarar en este caso
desierto el recurso de apelación de la parte contraria, se hizo especial
contemplación del hecho de que no fue sino hasta el 7 de septiembre
de ese año (2005) en que las tres Secciones que la integran
acordaron, en atención al criterio mantenido reiteradamente para el
recurso de casación por el TS y en atención al Auto del TC núm.
244/04 de 6 de julio, declarar desiertos todos los recursos de
apelación en los que los recurrentes no se hubieren personado en el
término del emplazamiento. Sucede, sin embargo, que mientras otras
Secciones decidieron aplicar dicho criterio, según parece, a todos los
recursos pendientes de resolver, con independencia de la fecha del
término del emplazamiento, la Sección afectada por el presente
supuesto decidió hacerlo sólo en aquellos casos en que la fecha final
del plazo fuera posterior a la del acuerdo, es decir, al 7 de septiembre
de 2005.
Por lo tanto, en realidad sólo se planteó cuestión respecto a la
determinación del momento a partir del cual debía considerarse de
aplicación lo dispuesto en el art. 463.1 LEC, y no tanto en cuanto a su
correcta interpretación, que, por lo demás, es la misma que se viene
manteniendo por un número creciente de Audiencias Provinciales. A
título de ejemplo, entre las últimas resoluciones: AP Tenerife Sección
3ª A 31 oct. 2007 (rec. 647/07), Sección 1ª A 26 oct. 2006 (rec
578/07); AP Las Palmas Sección 4ª A 26 oct. 2007 (rec. 395/2007),
Sección 5ª S 4 sep. 2007 (rec. 331/06), Sección 3ª A 22 ene. 2007
(rec. 688/05); AP Lleida Sección 2ª A 19 oct. 2007 (rec. 402/07); AP
Sevilla Sección 2ª A 27 sep. 2007 (rec. 4967/07), Sección 5ª A 30
abr. 2007 (rec. 1425/07); AP Badajoz Sección 3ª A 3 sep. 2007 (rec.
288/07), Sección 2ª A 28 sep. 2005 (rec. 508/05); AP Segovia
Sección 1ª S 30 jul. 2007 (rec. 258/07); AP Málaga Sección 6ª S 20
9
jun. 2007 (rec. 613/06); AP Tarragona Sección 3ª S 7 may. 2007
(rec. 77/2005); AP Cáceres Sección 2ª A 30 mar. 2007 (rec. 100/07);
AP Navarra Sección 2ª S 16 nov. 2006 (rec. 225/05); AP Cádiz
Sección 2ª A 12 may. 2006 (rec. 50/2006); AP Almería Sección 1ª A
3 mar. 2006 (rec. 277/05); AP Madrid Sección 24ª A 16 dic. 2003
(rec. 784/03).
Por nuestra parte, enfrentados ahora por primera vez a la cuestión de
decidir si procede realizar una interpretación del art. 463.1 LEC —por
lo que se refiere a los efectos del emplazamiento— idéntica a la que
la que por el TS y por esta misma Sala Civil se viene haciendo desde
hace tiempo de los arts. 472 y 482.1 LEC, todos ellos modificados por
la Ley 22/2003 de 9 jul., la respuesta no puede ser otra que la
afirmativa.
Recientemente —A TSJC 10 ene. 2008 (rec. 31/07)—, al resolver un
incidente de nulidad instado tras declarar desierto el recurso de
casación de una parte comparecida ante esta Sala fuera del término
del correspondiente emplazamiento, tuvimos ocasión de reiterar
nuestro criterio al respecto, de manera que, como viene haciendo el
TS desde mayo de 2005 —entre los más recientes, los AA TS 1ª 18
sep. 2007 (rec. 1571/06), 2 oct. 2007 (rec. 1502/04 y 2726/04), 9
oct. 2007 (rec. 2606/04), 16 oct. 2007 (rec. 1779/04), 30 oct. 2007
(rec. 1358/04), 6 nov. 2007 (rec. 122/04, 342/04, 904/05, 1520/05,
1686/05, 1764/05, 708/06, 893/06, 1175/06, 2227/095), 13 nov.
2007 (rec. 2567/04 y 12/05), 20 nov. 2007 (rec. 1819/04 y 1468/06)
y 11 de dic. 2007 (rec. 1218/05)—, esta Sala viene declarando
desiertos los recursos en los que el recurrente no se persona dentro
del término del emplazamiento que, en virtud de los arts. 472 y
482.1 LEC, haya efectuado la correspondiente Audiencia Provincial —
p.e. interlocutorias del TSJC 9 feb. 2006 (rec. 149/05), 18 jul. 2006
(rec. 40/06), 9 oct. 2006 (rec. 89/06), 18 dic. 2006 (rec. 121/06), 18
ene. 2007 (rec. 133/06), 23 abr. 2007 (rec. 31/07), 20 sep. 2007
(rec. 44/07) y 27 sep. 2007 (rec. 75/07).
10
En este sentido, en el auto de 22 de abril de 2007 (rec. 31/07),
expusimos que:
“Primer. La redacció originària de l’art. 482.1 de la Llei 1/2000, de 7
de gener, d’enjudiciament civil, per contraposició al que disposava
l’art. 1696 LEC de 1881, no preveia cap altre tràmit, després de la
interposició del recurs de cassació dintre del termini i en la forma
escaient davant l’audiència provincial, que la remissió de les
actuacions originals al tribunal competent per a conèixer d’aquell,
sense fer referència expressa a la citació a termini de les parts
(recurrents i recorregudes) davant el mateix tribunal a fi de sostenir
les seves pretensions respectives. La raó de la regulació diferent cal
trobar-la en la modificació radical que va suposar la LEC de 2000
quant a la interposició del recurs de cassació, en permetre que fos
feta directament davant l’audiència provincial, en lloc de fer-la davant
el mateix tribunal competent per resoldre el recurs, com per contra
imposava la LEC de 1881, de manera que en la regulació derogada la
compareixença de la part recurrent en el termini donat en la citació
era obligatòria (no així en el cas de la recorreguda) si no volia veure
declarat desert el seu recurs. De fet, la LEC de 2000 (encara ara)
només assigna expressament aquesta conseqüència a la falta
d’interposició del recurs en el termini conferit per a això després de
tenir-lo per preparat (art. 481.4).
D’altra banda, l’art. 483.3 LEC de 2000, en regular l’incident per
decidir l’admissió del recurs, sí que feia referència a les “parts
personades” (el mateix s’entenia per a l’incident de competència
regulat en l’art. 484 LEC de 2000 malgrat que en aquest la referència
era el—líptica), la qual cosa va conduir, de fet, en la pràctica, tant en
el Tribunal Suprem com en aquest Tribunal, a nuar a la falta de
compareixença de les parts (tant de la recurrent com de la
recorreguda) l’única conseqüència negativa de no poder ser
escoltades en el tràmit d’admissió (i si escau, en el de competència)
del recurs de cassació, que hauria de ser decidida per tant inaudita
part, però sense poder ser declarat desert el recurs, per considerar
que la compareixença de les parts davant el tribunal competent per
resoldre el recurs de cassació era simplement facultativa.
Segon. No obstant això, la reforma operada per la disposició final
tercera de la Llei 22/2003, de 9 de juliol (Llei concursal), en els art.
472 i 482.1 de la LEC de 2000, en relació amb el recurs extraordinari
per infracció processal i amb el recurs de cassació (i també en l’art.
463 en relació amb el recurs d’apel—lació), ha imposat a les audiències
provincials (si escau, als jutjats de primera instància respecte al
recurs d’apel—lació), al costat de l’obligació de remissió de les
actuacions al tribunal competent després de la interposició dels
recursos corresponents, la citació de les parts pel termini de trenta
dies. A l’hora d’analitzar el sentit i l’abast d’aquesta citació i els
11
efectes de la falta de compareixença de les parts (més en concret, de
la recurrent) davant el tribunal ad quem dintre del termini i en la
forma escaient, la Sala Primera del Tribunal Suprem s’ha decantat
inequívocament per considerar que es tracta d’una obligació i que el
seu incompliment per la part recurrent comporta la declaració del
recurs de cassació com a desert (vegeu, entre moltes altres, les I TS
1a de 31 maig 2005; de 21 juny 2005, de 28 juny 2005; de 19 juliol
2005; de 26 de juliol de 2005 i de 18 octubre 2005), en considerar
que “en la vigente redacción de esos artículos 472 y 482.1 de la LEC
de 2000 es evidente y lógico que el recurrente tiene la obligación de
personarse en tiempo y forma ante el tribunal «ad quem», del que
precisamente solicita la tutela, siendo la deserción el efecto implícito
ahora en esos preceptos, como resulta claramente deducible de su
literalidad, así como del contexto normativo en que se hallan
ubicados, resultando tradicional en nuestro ordenamiento procesal la
declaración como desierto del recurso devolutivo, caso de no
personarse en el plazo fijado y ante el órgano jurisdiccional
competente la parte que lo presenta”.
D’altra banda, una interpretació com la que sosté el Tribunal Suprem,
i que aquesta Sala comparteix ara plenament, no suposa un límit
desraonat al dret d’accés al recurs, com es desprèn de la
interlocutòria del Tribunal Constitucional núm. 244/2004, de 6 de
juliol, referida a la falta de compareixença davant el tribunal ad quem
en el recurs d’apel—lació, arran de la citació a termini prevista en l’art.
463.1 LEC de 2000, després de la reforma operada per la Llei
22/2003, atès que es tracta d’un tràmit idèntic i que el recurs de
cassació constitueix un recurs extraordinari per al qual es preveu, a
diferència de l’apel—lació, una fase d’admissió, per la qual cosa es
justifica amb major intensitat en el cas d’aquesta l’obligatorietat de la
compareixença del recurrent davant el tribunal ad quem.
En conseqüència,
cassació...”
és
procedent
declarar
desert
el
recurs
de
Es cierto que en la ocasión comentada —A TSJC 10 ene. 2008 (rec.
31/07)— nos hicimos eco de una aparente razón de diferencia en la
tramitación de los recursos extraordinarios de casación y por
infracción procesal, por un lado, y en la del de apelación por el otro,
relacionada con las disimilitudes apreciables en sus respectivas fases
de admisión, razón que también ha sido puesta de manifiesto —a
efectos dialécticos— por el TS, y que ha sido citada como ratio
decidendi en los acuerdos de los plenos no jurisdiccionales de algunas
Audiencias Provinciales para justificar una interpretación divergente
del art. 463.1 LEC.
12
En ese sentido, se ha dicho que, al margen de los supuestos de
desistimiento activo (art. 451.1 LEC), la vigente LEC sólo prevé
expresamente que se declare desierto el recurso de apelación que,
habiendo sido oportunamente preparado, no haya sido interpuesto en
el plazo legal (art. 458.2 LEC). En esta línea, se ha querido ver un
serio inconveniente legal para poder declarar desierta la apelación por
razón de la impuntual personación del apelante en alzada en la
“innovación procedimental” introducida por la Ley 1/2000, de 7 de
enero, consistente en que la preparación (art. 457 LEC) y la
interposición (art. 458 LEC) de la apelación se lleven a cabo ante el
propio órgano que hubiere dictado la resolución recurrida, que es
también el que se encarga de recabar la oposición al recurso y, en su
caso, la impugnación de la sentencia (art. 461 LEC), de manera que
una vez remitidos los correspondientes escritos con los autos a la
Audiencia Provincial competente (art. 463 LEC), sólo cabe su
resolución por sentencia (art. 465 LEC). Por ello, se pretende concluir
que si no le es posible a la Audiencia Provincial inadmitir la apelación,
tampoco lo será que pueda declararla desierta por cualquier motivo.
Sin embargo, por más elidida que pueda parecer la fase de admisión
de la apelación ante la Audiencia Provincial, por comprensibles
razones de economía procesal y debido a su naturaleza ordinaria, que
no casa bien con la censura previa a la resolución sobre el fondo, lo
cierto es que nada se opone a que puedan utilizarse como motivos de
oposición a la apelación verdaderos argumentos de inadmisión, que
serán resueltos, en definitiva, como causas de desestimación —AP
Madrid Sección 10ª S 17 sep. 2007 (rec. 720/06); AP Cáceres
Sección 1ª S 16 abr. 2007 (rec. 122/07); AP Valencia Sección 7ª S
30 mar. 2007 (rec. 949/06); AP Badajoz Sección 2ª S 27 abr. 2006
(rec. 289/06)—, tal y como, por otra parte, viene ocurriendo en el
recurso de casación (S TSJC 12/2002 de 18 abr.), de forma que, lejos
de constituir una cuestión —la de la admisión de la apelación— propia
exclusivamente de la primera instancia e irrevisable en al alzada, es
perfectamente posible replantearla ante la Audiencia Provincial, que,
13
incluso, puede llegar a apreciarla de oficio con efectos anulatorios de
la preparación —AP Asturias Sección 5ª A 25 sep. 2002 (rec. 386/02)
y 23 may. 2002 (rec. 131/02).
Tal sucede, por ejemplo, en los supuestos de extemporaneidad en la
interposición, conforme al art. 458.1 LEC —AP Alicante Sección 8ª S
14 jun. 2006 (rec. 131/06); AP Murcia Sección 5ª S 8 abr. 2005 (rec.
13/05); AP Navarra Sección 2ª S 13 dic. 2004 (rec. 144/04)—; o en
los de irrecurribilidad de la resolución apelada, conforme al art. 455
LEC —AP Barcelona Sección 4ª A 18 sep. 2007 (rec. 609/06); AP
Bizkaia Sección 5ª A 19 jul. 2007 (rec. 515/06); AP Coruña Sección
5ª A 19 jul. 2007 (rec. 168/07); AP Madrid Sección 11ª A 16 abr.
2007 (rec. 129/06)—; o en los casos de falta de consignación de
rentas o del depósito para recurrir en casos especiales, conforme al
art. 449.6 LEC —AP Tarragona Sección 3ª S 5 sep. 2007 (rec.
495/06); AP Madrid Sección 25ª A 5 jun. 2007 (rec. 40/07); AP
Cáceres Sección 1ª S 16 abr. 2007 (rec. 122/07)—; o en los de
defectos en el escrito de preparación como la falta de expresión de
los pronunciamientos que se impugnan —AP Guipuzkoa Sección 1ª A
15 dic. 2004 (rec. 1050/04)—; o, en fin, en los de defectos en el
traslado de copias de escritos y documentos al procurador de la
contraria, a que se refieren los art. 276 y 277 LEC, en relación con el
art. 28.3 LEC —S TSJ Navarra 13/2007 de 28 sep.—; supuestos todos
ellos que podrán resolverse bien por auto o bien por sentencia (art.
465.4 LEC).
No puede admitirse, por lo tanto, como razón plausible en contra de
la interpretación del art. 463.1 LEC en el mismo sentido en que
vienen siéndolo reiteradamente los arts. 472 y 482.1 LEC, la diferente
regulación de la admisión en el recurso de apelación frente a la propia
de los recursos extraordinarios. Por ello, tampoco se advierte ninguna
imposibilidad legal para declarar desierta la apelación por falta de
personación del recurrente en la alzada dentro del término del
emplazamiento, bien sea por auto o bien sea en la propia sentencia
14
—véase sino, por lo que se refiere a la declaración en sentencia, AP
Las Palmas Sección 5ª S 4 sep. 2007 (rec. 331/06); AP Segovia
Sección 1ª S 30 jul. 2007 (rec. 258/07); AP Málaga Sección 6ª S 20
jun. 2007 (rec. 613/06); AP Tarragona Sección 3ª S 7 may. 2007
(rec. 77/2005); AP Navarra Sección 2ª S 16 nov. 2006 (rec. 225/05).
Muy al contrario, lo que sí resulta difícil de aceptar, habiendo sido
introducida por la misma Ley —disposición final 3ª.4 de la Ley
22/2003, de 9 jul.— en los tres preceptos, con redacciones similares,
con igual plazo y por idéntico motivo, la necesidad de emplazar a las
partes afectadas para ante el tribunal encargado de resolver el
recurso, es que pueda mantenerse que la consecuente obligación de
personarse sólo sea exigible para los recursos extraordinarios, pero
no para el de apelación, como tampoco es posible aceptar que la
consecuencia en el primer caso sea la declaración de desierto del
recurso, y en el segundo tan sólo sirva, como se propugna por
algunos, para relevar al tribunal del deber de comunicar el trámite a
la parte incomparecida.
Y no se trata sólo de que la interpretación del vigente art. 463.1 LEC
que propugna que la consecuencia de no personarse en forma ante la
Audiencia Provincial el apelante en el término del emplazamiento es
la declaración de desierto del recurso “no resulte irrazonable… y no
resulte extraña a nuestro ordenamiento procesal, en cuanto que la
declaración de deserción del recurso tradicionalmente se ha venido
estableciendo expresamente en la ley anterior para todo apelante que
no se personase en tiempo y forma ante el Tribunal Superior (art.
840 LEC 1881)”, aunque no sea “la más favorable al acceso al
recurso” —A TC 244/2004, de 6 jul.—, sino que, más aún, puede
decirse que “no resulta difícil encontrar razones de seguridad jurídica
o de agilidad procesal que justifiquen la limitación temporal para la
personación de las partes, en aras de evitar la incertidumbre de la
parte contraria o la eventual paralización de las actuaciones; efectos
ambos que pueden producirse de no resultar establecido un término
15
preciso para manifestar la voluntad de sostener el recurso (SSTC
23/1992, de 14 de febrero, F. 4; 79/1996, de 21 de abril, F. 4; y
40/2002 de 14 de febrero, FF. 8 y 9)” —S TC 79/2006 de 13 mar.
Sentadas dichas premisas, no puede encontrarse justificación jurídica
al criterio de la Audiencia Provincial, en este caso, de establecer una
regla de transitoriedad que no viene precisada ni autorizada en la
norma legal. El principio de legalidad y la naturaleza de las normas
procesales —de orden público— exigen que su aplicación se lleve a
cabo desde su entrada en vigor, sin más condiciones que las que ellas
se establezcan, por lo que, habiendo sido aprobada la redacción
actual del art. 463.1 LEC por la Ley 22/2003, de 9 de julio, publicada
en el BOE núm. 164 de 10 de julio, que dispuso que rigiera desde el
día siguiente a esta publicación (DF 35ª), no es posible excluir de ella
el presente supuesto con el argumento de que la decisión ha sido
consensuada
en
el
territorio
de
la
correspondiente
Audiencia
Provincial a partir de una determinada fecha posterior.
Dos reflexiones finales son necesarias.
Una, la primera, a fin de despejar cualquier duda acerca de la
posibilidad de considerar subsanado el defecto por la personación
tardía, sobre la base de lo dispuesto en el art. 418 LEC y demás
concordantes. A este respecto, en la ocasión aludida más arriba —A
TSJC 10 ene. 2008 (rec. 31/07)— ya dijimos que no es posible
invocar en estos casos los arts. 243 LOPJ y 231 LEC —tampoco el art.
418 LEC—, sobre subsanación de los requisitos exigidos por la ley, ya
que en los supuestos de falta de personación o de personación tardía
no existe un acto incompleto o defectuosamente realizado, sino una
ausencia total del acto, en la medida en que no fue verificado dentro
del término conferido, debiéndose recordar a estos efectos el
principio de improrrogabilidad de los plazos procesales. Por lo demás,
exigir del tribunal de apelación un requerimiento subsanatorio a la
parte
incomparecida
supondría
una
duplicidad
del
trámite
de
16
emplazamiento que la Ley no contempla ni quiere —AA TS 1ª 25 jul.
2006 (rec. 2609/04) y 17 julio 2007 (rec. 1852/03).
Otra, la segunda, relativa a la formalidad del emplazamiento, a fin de
despejar la posibilidad de nulidades por indefensión. Si bien sería
deseable que la correspondiente diligencia integrase la prevención o
advertencia expresa a que se refiere el art. 152.2 CP, o sea, la de las
consecuencias del incumplimiento y, en especial, la de la posibilidad
de declararlo desierto, en cambio, de la misma manera que la falta de
advertencia de los recursos procedentes contra una determinada
resolución judicial, en aquellos supuestos en que se entienda con los
profesionales —procurador y abogado— que representan y asesoran a
la parte en el proceso, no constituye causa de nulidad de la diligencia
de notificación, tampoco debería serlo en este caso la omisión del
aviso. En este sentido, con carácter general y por lo que respecta a la
valoración de la existencia de una verdadera indefensión material,
cuando la parte se halla debidamente representada por un procurador
y asistida por un abogado, su inacción ante los actos de comunicación
del tribunal interfiere decisivamente en la valoración de la existencia
de una verdadera indefensión, que es incompatible con la inactividad
calculada o negligente de las partes del proceso frente a un trámite
necesario
e
impostergable,
previsto
en
la
ley
y
resuelto
reiteradamente por los tribunales en un determinado sentido (SS TC
70/1984 de 11 jun. y 36/1989 de 14 feb.).
En consecuencia, procede la estimación del único motivo del recurso
extraordinario por infracción procesal interpuesto en interés de doña
Josefina D. F..
En orden a decidir las consecuencias que comporta la estimación del
recurso por la declaración de nulidad de la sentencia recurrida, pese a
la solicitud de devolución de la causa al estado procesal previo a la
infracción cometida, lo que procede es, como consecuencia de la
17
declaración de desierto interpuesto en su día en interés de doña Nuria
S. G., estimar subsistente en este punto la sentencia dictada por el
Jugado de Primera Instancia núm. 4 de El Vendrell en 21 de marzo de
2005, que declaraba el derecho de la demandante a percibir en
concepto de legítima en la herencia de don Jaime D. D. la cantidad de
doscientos treinta y siete mil novecientos sesenta y un euros con
ochenta y ocho céntimos (237.961,88 €), todo ello sin perjuicio de lo
que resulte del examen de los motivos del subsiguiente recurso de
casación.
B) Recurso de casación.
Tercero. El primer motivo del recurso de casación, interpuesto y
admitido conforme al núm. 2º del art. 477.2 LEC, denuncia la
infracción del art. 355.1 CS, por entender que la sentencia recurrida
debió tener en cuenta a efectos del cálculo de la legítima “el valor
que los bienes de la herencia tenían al tiempo de la muerte del
causante”, que no puede ser otro que el valor de mercado, en el que
se incluye el de su edificabilidad (592.039,54 €), valor que quedó
establecido en la instancia, por lo que se refiere a un concreto bien
inmueble sito en Roda de Barà integrado en el caudal relicto, en
virtud de una prueba pericial aportada por la actora, y no el valor
inferior (270.456,00 €) alcanzado en la venta del mismo a un tercero
realizada por la heredera diez meses después del fallecimiento del
causante.
Al resolver la apelación, la Audiencia Provincial resolvió que “la
valoración de los bienes hereditarios debe hacerse con base a unos
criterios esencialmente objetivos, con todas las dificultades que éstos
comportan, dado que el concepto de valor es esencialmente relativo,
ya que admite una acusada variedad de acepciones”. A continuación,
con referencia a la S TSJC 26/1993, de 22 de noviembre —la reseña
de la fecha de ésta en la sentencia recurrida es evidentemente
errónea—, puso de manifiesto que ni del art. 355.1 CS ni de su
precedente normativo, el art. 129 CDCC, se desprende qué criterio ha
18
de seguirse para realizar dicha operación, por lo que el tribunal a quo
decidió
acoger
en
el
presente
supuesto
el
“valor
en
venta”
(270.456,00 €) por ser el más objetivo y real, a la vista de los
resultados tan dispares que ofrecían el establecido en la pericial de la
actora (592.039,54 €) y el atribuido por la demandada en el
inventario de los bienes de la herencia (230.000,00 €), o, incluso, el
fijado en un informe de tasación acompañado por ésta junto con la
contestación a la demanda (282.975,00 €).
Sucede, sin embargo, que la Audiencia Provincial al resolver así
valoró expresamente la pericial de la actora y la despreció “no sólo
por los motivos señalados en la sentencia recurrida” —en la primera
instancia se hizo constar que el perito no tuvo en consideración el
estado del inmueble, que dijo desconocer por no haber visto su
interior—, sino además porque la pericia en cuestión “conlleva una
considerable porción especulativa y… atiende más que al valor real
del inmueble a las posibilidades de rendimientos susceptibles de
derivar si el inmueble se transformara edificando la parte no
aprovechada, pero sobre todo porque la referida tasación obliga a
este Tribunal a un acto de fe, pues cuál es la situación urbanística y
sus posibilidades no nos consta más que a través de una afirmaciones
del perito tasador, pero tales condiciones no han sido adecuadamente
acreditadas en autos y, en todo caso, dependerían de un acto
administrativo”.
Pues bien, en nuestra S TSJC 26/1993 de 22 de noviembre, en un
supuesto similar al presente en que sí declaramos infringido el art.
129 CDCC, que en este punto presentaba una fórmula similar (“Hom
partirà del valor que els béns de la herència tenien al temps de la mort del causant,...”)
a la del art. 355.1 CS, supuesto en el que se había dado preferencia
en la sentencia recurrida a la valoración efectuada unilateralmente
por el heredero en el inventario de los bienes de la herencia frente a
una determinada pericial, y ciertamente bajo una regulación procesal
diferente del recurso de casación, lo que dijimos es que:
19
“La llegítima és una institució de dret necessari pel testador, com
resulta de l'article 122 de la Compilació (la llegítima confereix per
ministeri de la llei un dret a determinades persones, els legitimaris),
la qual cosa implica que les operacions sobre càlcul de la llegítima
s'han de fer d'acord amb els criteris que estableix la llei, i també que
no s'ha de conferir rellevància a les valoracions que pretengui establir
el testador (com resulta -per exemple- de l'article 1046-2 de la Llei
d'enjudiciament civil) o qualsevol dels interessats en el pagament de
la llegítima. La valoració dels béns hereditaris s'ha de fer, doncs, en
base a uns criteris essencialment objectius, amb totes les dificultats
que això comporta, atès que el concepte de valor és essencialment
relatiu, ja que admet una acusada varietat d'accepcions. Certament
que l'article 129 de la Compilació no estableix quin criteri s'ha de
seguir a l'hora de valorar els béns hereditaris als efectes de la
computació legitimària. Però no hi ha dubte que el valor en venda és
o pot ésser un valor objectiu i real, com ho acredita el fet que l'article
283 del projecte de Compilació del dret civil de Catalunya digués que
s'havia de partir del «valor en venta» dels béns de l'herència, i si bé
es cert que aquesta previsió no va passar al text legal, això vol dir
únicament que el valor en venda no és l'únic que s'ha de tenir en
compte, però no que s'hagi de prescindir del valor en venda. I en el
cas que dóna origen a aquest recurs de cassació el valor en venda
s'ha establert per uns dictàmens pericials, la qual cosa porta a la
racional conclusió que per mitjà de la prova pericial s'ha establert la
valoració objectiva de la finca que forma part del cabal hereditari. I
que també sembla cert que aquesta valoració de la finca, feta de
forma unilateral per l'hereva i que no fou acceptada per les
legitimàries, i que és la que accepta com a vàlida el jutjador
d'instància després de qualificar de relatiu i insegur el valor en venda
que resulta del dictamen pericial i d'efectiu el que obté en base a una
oferta i valoració fetes en la forma esmentada, valoració que no
s'adiu gens amb el caràcter de les normes -imperatives- sobre
computació de llegítima.”
En el presente supuesto, sin embargo, resulta que la recurrente
pretende, por medio de su recurso de casación y sin anunciar un
correlativo
motivo
por
infracción
procesal
en
razón
a
la
supuestamente errónea valoración de la prueba —el que incluyó en
su escrito de preparación no lo desarrolló en el de interposición, por
lo que debe considerarse desistido—, que se revise ahora el valor
atribuido por el tribunal de apelación a un determinado bien inmueble
integrado en el caudal relicto, con base en una prueba pericial que
dicho tribunal despreció por determinadas razones que explicitó
adecuadamente.
20
Este planteamiento casacional está condenado al fracaso por las
mismas causas que expusimos para otro supuesto parecido (S TSJC
33/2004 de 18 nov.), en el que también se había denunciado la
infracción del art. 355.1 CS por valoración incorrecta del caudal
hereditario, con idéntica pretensión de que por esta Sala se llevara a
cabo una nueva valoración de la prueba en el marco de un recurso de
casación, por lo que deben considerarse plenamente válidas las
razones que entonces ofrecimos para desestimar el recurso y que
aquí se transcriben para garantizar la adecuada tutela de los
derechos del recurrente:
“Davant d’aquest plantejament, cal abans de tota altra consideració
repetir allò que aquesta Sala ja ha assenyalat en nombroses
resolucions anteriors, a saber, que la nova Llei d’enjudiciament civil
1/2000, aquí aplicable, ha exclòs de l’àmbit de la cassació totes les
infraccions de naturalesa processal (tals com les referents a la
vulneració de les regles legals sobre la valoració, l’apreciació o la
distribució de la càrrega de la prova) ja que la nova cassació té
circumscrit el seu marc a les infraccions de normes substantives (art.
477) perquè per a la correcció de les processals ha instaurat el recurs
extraordinari per infracció processal (art. 468) com explica l’Exposició
de Motius de la Llei nova (apartat XIV) i declara la jurisprudència tant
del Tribunal Suprem (interlocutòries de 20 de novembre de 2001, 12,
19 i 26 de febrer de 2002, etc.) com la d’aquesta Sala (sentències de
21 d’octubre de 2002, 26 de març i 23 de juny de 2003,
interlocutòries de 16 de juny, 7 de juliol (2) de 2003, 2 i 5 de gener,
17 de juny i 28 d’octubre de 2004, i altres); i és que l’actual cassació
és substancialment diferent a la cassació de la Llei anterior: l’actual
té limitat el seu àmbit a un únic motiu (“la infracció de les normes
aplicables per resoldre les qüestions objecte del procés” com diu el
núm. 1 de l’art. 477) el qual coincideix amb el motiu 4 de l’art. 1692
de la Llei anterior; els altres tres motius de l’art. 1692 derogat (tots
de naturalesa processal) han estat reconduïts al recurs extraordinari
per infracció processal de l’art. 469 de nova creació, tal com explica
el ja esmentat apartat XIV de l’Exposició de Motius de la llei nova.”
En consecuencia, se desestima este motivo del recurso.
Cuarto. El segundo motivo del recurso de casación denuncia la
infracción del art. 355.2 CS por haber decidido la Audiencia Provincial
que no fuera incluido como donatum en el caudal relicto un
determinado inmueble —otro diferente— que, si bien figuraba a
21
nombre de la heredera, había sido adquirido por el causante, de
manera que, según la recurrente, se trataba de “un negocio
simulado” con simulación relativa —una donación bajo la forma de
una compraventa.
Respecto a esta operación, la sentencia recurrida (FD 9º), con
revisión de la prueba documental obrante en autos y después de
apreciar que la demandada era arrendataria del inmueble con
anterioridad a su compra y que en dicha condición se entendió
directamente con la entidad bancaria vendedora —de quien partió la
oferta— para adquirirlo, estimó que lo realmente donado por el
causante a la demandada fue el capital para adquirir el inmueble y
que aquél no intervino para nada en el contrato de compraventa
posterior, por lo que, con cita de nuestra sentencia 26/1993,
concluyó que el importe a considerar debía ser “el importe del capital
donado”, ya que “la suma a computarse será la realmente acreditada
como donada” (18.109,51 €), y no el valor del inmueble al tiempo del
fallecimiento del causante —que en la sentencia de primera instancia
se fijó en 346.050,00 €.
En resumen, la recurrente pretende nuevamente, al amparo exclusivo
del recurso de casación, la revisión de la valoración de la prueba
efectuada por el tribunal de apelación, puesto que del precepto citado
como infringido no se desprende en absoluto que deba computarse
necesariamente como donatum todo lo que el heredero hubiera
adquirido sin simulación con lo recibido a título gratuito de su
causante.
Por lo tanto, las mismas razones expuestas para desestimar el motivo
anterior abonan la desestimación del presente.
Quinto. En último lugar, la recurrente denuncia la infracción del art.
35.1 CF a fin de que sea incluido el ajuar en el caudal hereditario, por
el valor de un 3% del total, a fin de calcular su legítima.
22
Esta pretensión fue rechazada en la alzada (FD 5º) al considerar que
la computación del ajuar, con excepción de los bienes que tenga un
valor extraordinario —cuya existencia no consta en este caso—, se
halla excluida por mor del art. 35 CF, “máxime si la única heredera es
la viuda”.
En efecto, siempre que en la herencia concurra el cónyuge —
superviviente— del causante, se detraerá previamente en su favor del
caudal relicto el ajuar del domicilio conyugal, integrado por la
propiedad de la ropa, el mobiliario y los enseres destinados al uso
doméstico, sin que ello compute en su haber hereditario, con
independencia de cuál sea el título de la sucesión. Esto supone que
tales bienes no llegan a integrarse en ningún momento en el caudal
relicto, de manera que ni están sujetos a responsabilidad a favor de
los acreedores de la herencia (arts. 34 a 37 CS), ni, lógicamente,
pueden servir para el cómputo de la legítima (art. 355 CS).
Este derecho de predetracción, introducido en la versión reformada
de la Compilació del año 1984, que tiene su origen en el derecho
vidual sobre el lecho conyugal del primitivo art. 19.1 CDCC, más que
en la acción para reclamar la joia mitjana regulada en el párrafo 2 del
mismo precepto —aunque sería más exacto decir que es producto de
la influencia de las aventajas aragonesas y navarras y del art. 1.321
C.C.—,
pretende
garantizar,
en
la
medida
de
lo
posible,
la
conservación de las condiciones de vida del cónyuge supérstite,
respetando la lógica afección por aquellos muebles y enseres que
formaban parte ordinaria de la vida conyugal con el causante, al
tiempo que resuelve razonablemente un eventual conflicto sobre
bienes, en no pocas ocasiones, de titularidad dominical difusa y de
valor relativo.
Por eso, se trata propiamente de un derecho ex lege de carácter
familiar y no sucesorio, que integra el llamado régimen matrimonial
primario —sin perjuicio de la específica regulación de que es objeto
para el régimen de comunidad de bienes (art. 75.2 CF)—, que se
23
reconoce al viudo, con independencia de la situación económica en
que quede y de cuál sea su derecho en la herencia del causante o en
la liquidación del régimen matrimonial.
Nada de lo dicho resulta desautorizado por la previsión contenida en
el art. 123.2 CS, en el que se contempla la posibilidad de que el
causante disponga, entre otros objetos, de la “roba i parament de la
casa” por medio de memorias testamentarias, ya que la validez de
esta disposición se encuentra condicionada en todo caso a la
inexistencia de cónyuge superviviente con derecho de predetracción o
a que se refiera a los objetos del ajuar excluidos de dicho derecho
(art. 35.2 CF).
Tampoco es obstáculo para ello el régimen fiscal atribuido al ajuar
familiar, no sólo porque la naturaleza y carácter de las instituciones
civiles no puede depender de su régimen tributario —AP Barcelona
17ª S 4 mar. 2005 (rec. 217/04)—, si acaso al revés, sino porque la
normativa fiscal es plenamente respetuosa con la significación
familiar y no sucesoria del derecho de predetracción vidual, cuando,
por un lado, declara exento del impuesto sobre el patrimonio el “ajuar
doméstico” no suntuario (art. 4.4 L. 19/1991), y, por otro, a efectos
del
impuesto
sobre
sucesiones,
permite
deducir
del
concepto
tributario correspondiente el valor de los bienes que, por disposición
del art. 1.321 C.C. o de “disposiciones análogas de Derecho civil foral
o especial”, deben entregarse al cónyuge sobreviviente (art. 34.3.2
RISD, aprobado por R.D. 1629/1991).
En consecuencia, tampoco puede prosperar el último motivo del
recurso de casación.
Sexto. A la vista de la desestimación del recurso de casación, de
conformidad con lo que resulta del art. 398.1 LEC en relación con el
art. 394 LEC, procede condenar en las costas correspondientes a la
parte recurrente. De conformidad con lo previsto en el art. 398.2
24
LEC, no procede pronunciamiento sobre las costas causadas en
relación con el recurso extraordinario por infracción procesal.
En consecuencia,
DISPOSITIVA.
1º.
ESTIMAMOS
íntegramente
el
recurso
extraordinario
por
infracción procesal interpuesto por la procuradora doña María Rosa
Elías Arcalís, en representación de doña Josefina D. F., contra la
sentencia dictada por la Sección 1ª de la Audiencia Provincial de
Tarragona en fecha 24 de abril de 2006 (rollo núm. 588/2005),
dimanante del juicio ordinario núm. 164/2004 del Juzgado de Primera
Instancia núm. 4 de El Vendrell;
2º.
DESESTIMAMOS
íntegramente
el
recurso
de
casación
interpuesto por la misma parte contra la referida sentencia;
3º. ANULAMOS parcialmente la referida sentencia, de forma que,
por la declaración de desierto del recurso de apelación interpuesto en
su día en interés de doña Nuria S. G., se estima subsistente en este
punto lo dispuesto en la sentencia dictada por el Juzgado de Primera
Instancia núm. 4 de El Vendrell el 21 de marzo de 2005, por la que
se declaraba el derecho de la demandante a percibir en concepto de
legítima en la herencia de don Jaime D. D. la cantidad de doscientos
treinta y siete mil novecientos sesenta y un euros con ochenta
y ocho
céntimos
(237.961,88
€),
con
los
intereses
legales
correspondientes desde la fecha de la muerte del causante, ocurrida
el 30 de agosto de 2003.
4º. CONFIRMAMOS la sentencia recurrida en cuanto a los restantes
pronunciamientos.
5º. CONDENAMOS a la parte recurrente en las costas causadas en
razón al recurso de casación, sin que proceda pronunciamiento
25
expreso alguno en relación con las del recurso extraordinario por
infracción procesal.
Así lo deciden, mandan y firman la Presidenta y los Magistrados
designados al margen. Doy fe.
PUBLICACIÓN.- Esta Sentencia se ha firmado y publicado el mismo
día de la fecha por los Magistrados de esta Sala que la han dictado.
Doy fe.
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