LENGUAJE DIVINO Y MUERTE DE SÓCRATES Iñaki Marieta ‘The Greeks’ love of war’ W. Blake. I ELEMENTOS PARA SUPERAR EL JD"Ø:" DE LA MUERTE DE SÓCRATES Sócrates, acusado, juzgado y condenado a morir injustamente, nos incita a reintrepretar desde su venturosa existencia ultraterrena1, para que no se repita, aun cuando él mismo fue un gran pesimista respecto al destino de los hombres buenos2, la injusticia que padeció por parte de sus conciudadanos. La contradicción que conlleva todo pesimismo que perdura en su ser nos obliga a buscar una explicación que ayude a superar el trauma filo-sófico de la muerte de Sócrates, desde la perspectiva filosófica que tan bien encarnara el ilustre ateniense. Abandonando, por un instante, la dimensión escritural y filo-sófica, desde la cual su discípulo Platón supo retratarle para la posteridad. En el ‘caso Sócrates’, los atenienses que acusaron, juzgaron y condenaron a beber la cicuta, injustamente, al más sabio y justo de entre ellos3, fueron meros instrumentos de algo más poderoso que la razón política4. Razón que sin duda estaba en el origen de la intención que guió a los que intentaron librarse de quien durante un tiempo suficiente, les hizo creer que sus creencias estaban equivocadas por no 1 Platón, Apología, 40 d7-41 c7; 42 a2-5 (cf. Critón, 54 b3-d2). La traducción castellana de referencia de los Diálogos de Platón es la realizada por diferentes autores en la Biblioteca Clásica Gredos. Para el original griego hemos seguido el texto de la Oxford University Press, así como las ediciones bilingües francés-griego de «Les Belles Lettres». 2 Ibid., 28 a5-b2. 3 «El proceso de Sócrates constituyó el extraño espectáculo del hombre más sabio de Grecia, en la crisis suprema de la vida, mofándose deliberadamente y gratuitamente de ese principio [el principio del egoísmo racionalista encarnado por la ilustración sofística], al menos tal como el mundo lo entendía» E. R. Dodds, Los Griegos y lo Irracional (trad. M. Araujo). Alianza Ed., Madrid, 1983, p. 197 (cf. A. Tovar, Vida de Sócrates, p. 357). 4 cf. Aristóteles, Etica a Eudemo, 1248 a 26-b1. 01.pmd 9 22/02/2013, 12:42 10 IÑAKI MARIETA estar verdaderamente fundadas5. Con esto no queremos disculpar a los atenienses que votaron a favor de la pena capital6, máxime cuando el mismo inculpado reconoce que desde antiguo existe una conjura generalizada y anónima7 contra él, y que sólo en la segunda acusación, la de Méleto, Anito y Licón, se formuló de manera concreta8. Cabe pensar pues, que el trance en el que se encontró Sócrates a la avanzada edad de setenta y dos años, no exenta de potencia (tenía tres hijos, dos niños y uno adolescente)9, fuera la ocasión que le llevó a decidirse, tal como lo presenta Platón en su Apología, a cerrar el círculo que hace que un filó-sofo alcance el culmen en su tarea, al hacer que conecten la inteligencia teórico-indagativa y la práxis. Pero esta perspectiva de interés filo-sóficamente propagandístico, siempre cuestionable desde la falta de datos históricos fidedignos, es sólo una parte del Fb:$@8@<: la que corresponde precisamente a la voluntad de cierta literatura platonizante. La otra parte, presente también en el texto de Platón, aunque difuminada por la historia de la filo-sofía, tiene dos momentos, en los cuales Sócrates se ve impelido a confirmar su dimensión filo-sófica : un primer momento, en la ocasión sófica que Apolo brinda a Sócrates a través de la respuesta enigmática de la Pitia a la pregunta de Querefonte, y un segundo momento, en la acusación-enigma lanzada por Méleto con el respaldo de Atenas, contra el filó-sofo Sócrates. Así, antes de la muerte de Sócrates como filó-sofo, oficialmente reconocida por la historia de la filo-sofía gracias al buen quehacer literario de Platón y de los platonizantes, entonando el «perdónalos porque no saben lo que hacen» de toda víctima que pretende por el martirio el reconocimiento en lo absoluto; situamos esta otra muerte filo-sófica, disimulada por el dialéctico Platón, enemigo de los poetas, de los creadores de sentidos y de valores, que con su acción desestabilizan el equilibrio y la 5 El cenit de la inquisición dialéctica socrática se alcanza en la refutación del pretendido saber de las tres figuras de la cultura ateniense: el político, el poeta y el artesano (Apología, 21 c3-22 e6). Refutación que sólo es posible por el «mirífico poder destructor que tiene la razón», y en ello estaba Sócrates, cuando «aguijoneando a la ciudad, la arrancaba a la vida inconsciente, espontánea, abandonada a la fecunda creación que había sido la de las generaciones pasadas. La endurecía y desgastaba, [poniéndole] el inquietante y esterilizador aguijón racional» A. Tovar, op. cit., pp. 363 y 372. 6 cf. Apología, 36 a3-6. 7 Apología, 18 c9-d7. Al único que Sócrates identifica entre sus antiguos acusadores, es a «cierto comediógrafo», Aristófanes, quien en un célebre pasaje de Las Nubes, retrata al filósofo ateniense, «llevado de un lado a otro afirmando que volaba y diciendo otras muchas necedades sobre las que yo [Sócrates] no entiendo ni mucho ni poco» (Ibid., 19 c2-6) (cf. A. Tovar, Vida de Sócrates, p. 354). 8 Para las dos acusaciones, cf. Apología, 18 a7-e4; 19 a8-d1; 21 b1-2; 22 e7-23 a3; 24 b3-c3; 28 a5-b2.35 e1-36 b2; 38 c1-3; Eutifrón, 2 a-ss; Carta VII, 325 b-c. 9 Apología, 34 d6-8. 01.pmd 10 22/02/2013, 12:42 LENGUAJE DIVINO Y MUERTE DE SÓCRATES 11 peremnidad de la Verdad10: la muerte de Sócrates como F@N`H. Esta es la muerte que nos interesa esclarecer, analizándola en su dispositivo arcaico y violento. Porque si hay algún modo de recuperar un Sócrates no platónico, esto es, sin que se agote en simple filó-sofo, es explicando desde la literatura platónica la parte que corresponde a su pertenencia a la especifidad gnoseo-lógica del mundo arcaico, sin por ello dejar de valorar su voluntad innovadora en los métodos de conocimiento, que le hace, por la descripción de sus sucesores, legítimo portador del título de filó-sofo. En nuestra investigación acerca del ‘caso Sócrates’, comenzaremos por dar cuenta de la naturaleza del enigma, de su lógica ‘ilógica’, desde el punto de vista del 8`(@H, prontamente instituido en razón práctica y dominadora de los hombres. !Ç<4(:", forma de expresión a través de la cual la divinidad comunica con los mortales, en lo que constituye el reto arcaico por adentrarse mediante el conocimiento interpretativo de los signos en el ámbito supramortal del saber. En este sentido denominamos lenguaje divino, al específico modo de expresión enigmática que tiene la intención de unir, mediando el esfuerzo hermenéutico, la esfera de los inmortales y la de los mortales. Dentro de este marco expresivo, consideramos a Sócrates como un contacto, un hermeneuta del que se sirvió la divinidad en su tradicional dominio sófico sobre los mortales. Aun cuando Sócrates,conocedor del estilo arcaico, trató de innovar por filantropía11 los métodos de interpretación, así como intentó poner nuevos límites a aquello en lo que sus contemporáneos veían una forma acabada del saber. Todo ello con el fin de liberar al hombre de la servidumbre en la que se encuentra respecto a la creencia en un saber sin método, esto es, sin crítica. Esta es sin duda una de las razones por la que Sócrates se hizo tantos enemigos a lo largo de su vida, hasta el punto de que su número pudo condenarle a beber la cicuta12. Es evidente que desde esta perspectiva crítica respecto a la tradición, Sócrates no podía sino morir en la lucha por el conocimiento, y en este sentido podemos hablar de ‘historia de un sofocidio anunciado’. Esto hace que su figura continúe inquietándonos sobremanera. Pues toma una dimensión necesaria que contradice el carácter contingente de la existencia del individuo humano. ¿Cómo explicar esa atmósfera de necesidad que envuelve la figura de un hombre?13 Si la literatura platónica ha servido a este fin de manera casi propagandística, los restos que nos han llegado de la literatura 10 La tradición metafísica de •8Z2g4" logró sobrevivir tan largo tiempo gracias a la dialéctica de la ocultación/desocultación. Pero sobre todo, por la voluntad judeo-platónica de supeditar el ámbito plurívoco del sentido a la esfera unívoca de la verdad, o lo que es lo mismo, por la voluntad de someter una onto-logía politeísta a una onto-teo-logía monoteísta. 11 Eutifrón, 3 d-c. 12 Apología, 22 e7-23 a3. 13 Según A. Tovar, «esta mezcla de lógica íntima, de inevitabilidad intrínseca, como un azar, digamos, estúpido, da un carácter particularmente dramático a la muerte de Sócrates» op. cit., p. 359. 01.pmd 11 22/02/2013, 12:42 12 IÑAKI MARIETA anterior, así como de la historia de la cultura griega en general, son inocentes en relación a la sospecha de estar preparados a posteriori. Es aquí donde queremos hacernos eco de un cierto destino ‘trágico’ de Sócrates14, pues responde, contra el intento exclusivista platónico de recuperación filo-sófica del ilustre ateniense, a esa otra figura enraizada en el mundo arcaico de la oralidad, la figura del sabio ágrafo que Sócrates se ocupó en no desmentir jamás. II NATURALEZA DEL ENIGMA 1. ARISTÓTELES Y LA FORMA DEL ENIGMA Aristóteles define la naturaleza del enigma, al tratar en la Poética de la excelencia de la expresión (8X>gTH •DgJZ), del siguiente modo: «Pues la forma del enigma es ésta, el concluir, diciendo cosas realmente existentes, cosas imposibles ("Æ<4(:"J`H Jg (•D Æ*X" "àJg ¦FJ\, JÎ 8X(@<J" ßBVDP@<J" •*b<"J" FL<VR"4)»15. La contradicción que define formalmente el enigma, pues se siguen cosas imposibles (•*b<"J") de los términos utilizados, que expresan no obstante cosas realmente existentes (8X(@<J" ßBVDP@<J"), no adquiere sentido hasta que no se determina la cualidad distintiva en relación al uso de las palabras (Ï<`:"J") que constituyen el enigma. 14 Dice Hegel que «el destino de Sócrates es auténticamente trágico. En esto consiste precisamente el destino trágico: que un derecho aparezca frente a otro, no como si sólo uno fuera justo, y el otro injusto, sino que ambos son justos y se contraponen, y uno lesiona al otro (...), ambos son justos frente al otro (...) La conciencia representada por Sócrates es la disolución del pueblo ateniense, cuyo espíritu desaparecerá del mundo en el periodo inmediato, pero de tal forma que a partir de sus cenizas se levanta un espíritu superior (...) Sócrates es el héroe que ha reconocido con la conciencia el principio superior del espíritu. Ese principio superior tenía una justificación absoluta, al emerger ahora, aparece necesariamente en relación con otra forma de la conciencia espiritual, la que constituía lo substancial de la vida ateniense, del mundo en el que Sócrates aparece. El principio del mundo griego, el principio de la reflexión subjetiva. Así ésta le aparece como en enemistad destructiva. Así, el pueblo ateniense tenía no sólo el derecho sino el deber de reaccionar según las leyes. Vio aquel principio como delito, ése es el lugar de los héroes en la historia mundial en general, a través de ellos emergen nuevos mundos» Hegel, G.W.F., Vorlesungen über Geschichte der Philosophie, 1, en: Werke in zwanzig Bänden, Suhrkamp, 1986, t. 18, p. 514 (la trad. es nuestra). Hegel separa los efectos de las causas, sólo para hacer más efectivas las causas, pero la tragedia es una obra de arte, tanto en su recreación espectacular como, originalmente, en su forma de visión de la existencia. Sileno y Esquilo, dan una visión trágica de la existencia, y en ambos casos se trata de una obra de arte. 15 Poét., 22, 1458a 26-27. Ed. Gredos, Madrid, 1992 (la trad. es nuestra). 01.pmd 12 22/02/2013, 12:42 LENGUAJE DIVINO Y MUERTE DE SÓCRATES 13 «Ahora bien –dice Aristóteles–, según la composición de los vocablos (6"J• J¬< Jä< Ï<@:VJT< Fb<2gF4<) no es posible hacer esto [producir enigmas], pero sí lo es por la metáfora (6"J• Jä< :gJ"N@D•< ¦<*XPgJ"4)»16. La metáfora, cualidad distintiva en el uso de las palabras, permite superar el nivel inmediato de contradicción, efecto de poner juntos términos que aun designando cosas realmente existentes, son inconciliables en cuanto a la significación, dando como resultado expresiones que remiten a cosas absurdas. De modo que en el caso de la forma del enigma, según Aristóteles, el problema de incomprensión no es efecto de la sintaxis, sino de la semántica de los términos al ser unidos en la expresión. Algo así como si dijéramos, «vi a un hombre que había soldado con fuego bronce sobre un hombre»17. El efecto de extrañeza no lo produce la sintáxis de la frase, que respeta la gramática, sino el hecho absurdo, por imposible, de que un hombre suelde con fuego bronce sobre otro hombre. La imagen que contiene esta expresión enigmática, o es contradictoria, por cuanto expresa algo imposible, y por lo tanto absurdo, según los términos unidos por la sintaxis, o, si damos crédito a lo que dice en sentido estricto, suena como una tortura digna del museo de los horrores. El contexto resuelve nuestra extrañeza ante semejante intento de construcción de sentido, para hacernos ver que las palabras dichas en esa frase no hay que tomarlas en sentido propio o estricto, sino en su opuesto, esto es, en sentido metafórico. Pues la metáfora, según Aristóteles, cae dentro de la categoría de «voz extraña» (>g<46`<), siendo por ello Fg:<Z18, en oposición a «lo vulgar» (JÎ Æ*4TJ46`<), que cae dentro de la categoría de «palabras en sentido propio» (J• 6LD\" Ï<`:"J"), cuya conjunción, a pesar de ser clara (F"NZH), produce un estilo sin elevación (J"Bg4<Z)19. El carácter manifiesto y evidente (F"NZH) de las «palabras en sentido propio» es sin duda la razón de la oposición respecto a la «voz extraña», y de su forma específica, la metáfora, que es precisamente •F"NZH. Pues, según Aristóteles, «todo lo que se dice en metáfora es oscuro (B•< (•D •F"N¥< JÎ 6"J•)» 20. La oposición entre sentido metafórico y sentido propio muestra que en el caso de la creación de sentido, referido aquí a la forma del enigma, de lo que se trata es del uso de las palabras en relación a lo que quiere expresar quien pone unos términos con otros. El uso vulgar (efecto del sentido propio de los vocablos) describe la rutina de la expresión, la cotidianeidad expresiva que nombra objetos o da órdenes, relacionándose con un nivel de cosas cuyo carácter es inerte; en cuanto que no responden, o muy poco, a nuestras expresiones-imprecaciones, nos permite adueñarnos con relativa fa- 16 Ibid., 1458a 27-29. Ibid., 1458a 29-30 (para la explicación de este famoso enigma cf. Poética, ed. cit., p. 322, n. 318). 18 Noble, venerable, propio de los dioses. 19 Poét., 22, 1458a 18-23. 20 Tópicos, VI, 2, 139 b34 (trad. M. Candel Sanmartín). Tratados de lógica, I. Ed. Gredos, Madrid, 1982, p. 225. 17 01.pmd 13 22/02/2013, 12:42 14 IÑAKI MARIETA cilidad de esa esfera de la realidad. Sin embargo, cuando aquello que queremos aprehender no está ahí presente, sometido a la pura designación o a la simple orden, sin necesitar más esfuerzo que el de emitir una voz para su apropiación sonora y el poder que de ello deriva, hay que dar una constitución, y por tanto una consistencia diferentes a la forma en que se unen unas palabras con otras. La Poética no se interesa particularmente por cuál sea el fin gnoseológico del enigma, tan sólo lleva a cabo un análisis formal dentro de una disciplina, la poética, dedicada al estudio de las formas literarias. Ahora bien, Aristóteles no desconoce los efectos del enigma bien hecho. Pues «los enigmas bien hechos –dice Aristóteles– son por lo mismo agradables, porque son una enseñanza (:V20F4H) y se expresan mediante una metáfora»21. La relación de dependencia esencial entre ambas formas de expresión, la enigmática y la metafórica, queda una vez más puesta de relieve por Aristóteles, cuando dice que «en general, de expresiones enigmáticas bien hechas se puede obtener metáforas proporcionadas (¦B4g46gÃ*), pues las metáforas enigmatizan ("Æ<\JJ@<J"4), de lo cual es evidente que la traslación (:gJg<Z<g6J"4) es buena»22. La traslación23 entendemos que se refiere al funcionamiento mismo de la metáfora, dado por bueno, ya que el origen del que procede el enigma bien hecho, lo es24. El elemento diferencial hay que buscarlo allí donde la forma del enigma requiere la cualidad distintiva necesaria para poder trascender el elemento vulgar con que cada palabra está estigmatizada desde el origen (6"J• FL<2Z60<)25, potencia que corresponde a la capacidad expresiva de la metáfora. En todo caso, la expresión enigmática no conlleva para Aristóteles un modo fundamental de conocimiento, pues no la considera más que una figura literaria que se sirve del sentido metafórico para expresar un contenido gnoseológico en la forma propia del enigma. Ya que si el uso de los vocablos no pudiera trascender el nivel vulgar (efecto del sentido propio), los términos en su forma enigmática no tendrían sentido, dando como resultado un efecto absurdo. Lo que no parece inquietar a Aristóteles es el porqué de esta voluntad por trascender la expresión propia, según esa otra forma cuya esencia consiste en concluir expresiones que designan cosas imposibles utilizando no obstante términos que designan cosas reales26. 21 Retór., III, 11, 1412a 23-24. Ed. C.E.C., Madrid, 1985 (la trad. es nuestra). Ibid., 2, 1405b 3-5. (la trad. es nuestra). 23 9gJg<Z<g6J"4 (han sido trasladadas) del infinitivo :gJ"NXDg4<. 24 Es evidente que la vía de investigación que se abre para ahondar en el conocimiento de la forma del enigma pasa por el estudio de la metáfora y del sentido metafórico, pero esto nos alejaría del fin propedéutico que persigue este escrito. 25 cf. Aristóteles, Sobre la interpretación, 2, 16 a19; 17 a1-2. 26 El enigma como forma de expresar un conocimiento tiene una historia y un «tenebroso» origen, según Colli: «los elementos fundamentales del enigma [son] competición a muerte por el conocimiento a nivel mítico y sobrehumano; palabras que se refieren veladamente a un objeto; futilidad e intrascendencia del contenido cognoscitivo; claridad de la solución [...] 22 01.pmd 14 22/02/2013, 12:42 LENGUAJE DIVINO Y MUERTE DE SÓCRATES 15 2. PLATÓN Y EL ENIGMA En los diálogos de Platón no aparece una definición formal, al estilo aristotélico, de la naturaleza del enigma. Sin embargo, el campo semántico que cubre la acción lingüística en que consiste el enigma está suficientemente atestiguado como para que de su estudio podamos acercarnos al pensamiento platónico acerca de su funcionamiento. Hablar mediante enigmas consiste para Platón en conectar con un espacio de potencia suprarracional. Dicha conexión se muestra en la forma en que se expresa el contenido del enigma. A través de ella se aprehende aquello a lo que la forma discursiva convencional no tiene acceso. Así, en un pasaje del Banquete, tras describir nuestra condición escindida por haber despertado la envidia divina, al sentir la divinidad el exceso de potencia que deriva de la unidad realizada27, y tras mostrar que no es el simple acoplamiento genital lo que nos devolverá a nuestra anterior condición de plenitud, Platón, por boca de Aristófanes, indaga acerca del verdadero objeto del deseo y de la forma en que podemos expresarlo: «Antes bien, –dice– es evidente que el alma de cada uno desea (•88z–88@ J4 $@L8@:X<0 ©6"JXD@L º RLP¬ *¬80 ¦FJ\<) otra cosa que no puede expresar (Ó @Û *b<"J"4 gÆBgÃ<), si bien adivina lo que quiere y lo expresa mediante enigmas (•88• :"<JgbgJ"4 Ó $@b8gJ"4, 6"Â "Æ<\JJg"4)» 28 . La oposición, por un lado, entre el verdadero objeto del deseo, siempre otro, en tanto que constituye la potencia suprarracional, cuyo carácter específico se identifica con la alteridad, y la intrínseca dificultad para su expresión, conecta, por otro lado, con la esfera de la adivinación que aprehende lo que el alma desea verdaderamente y, sobreponiéndose a la incapacidad expresiva convencional, lo expresa mediante enigmas, esto es, mediante esa otra modalidad de expresión que tiene el poder de acceder allí donde las formas convencionales del decir se muestran estériles. Pues es precisamente la capacidad formal de dar sentido a lo que suponemos contradictorio lo que le permitea la expresión enigmática acceder al lugar propio de la alteridad por excelencia: el espacio de lo divino en su específica plurivocidad. crueldad inherente al hecho.» G. Colli, La sabiduría griega. Ed. Trotta, Madrid, 1995, p. 447, 7[A 10]. En época de Aristóteles el fenómeno gnoseológico que encarnaba el enigma está totalmente acabado. Desde «finales del siglo V a. C.– [se puede asistir] a un estadio de banalización y agotamiento del entero fenómeno del enigma. Aparte de la aparición del tema en la comedia, el contexto da testimonio fehaciente de que, por entonces, el enigma había degenerado en puras adivinanzas que se proponían durante los banquetes.» Ibid.., p. 448, 7[A 17]. 27 «Señor –replicó Solón–, sé como cierto que la divinidad es invariablemente envidiosa y destructiva.» Heródoto, Historias, I, 32-34 (cf. VII, 2, e-z, 10, d<e) (trad. C. Schrader). Ed. Gredos, Madrid, 1984. 28 Banquete, 192 c7-d2. 01.pmd 15 22/02/2013, 12:42 16 IÑAKI MARIETA Pero, si la adivinación como técnica de conexión con lo otro respecto al nosotros del 8`(@H aprehende y expresa mediante enigmas el verdadero objeto del deseo, la explicación de lo así expresado corresponde a otra figura del espíritu griego. Una figura distinta del 8`(@H, de la que el mismo Sócrates participa, y a la cual se le suponen cualidades específicas diferenciales respecto a las figuras propias de los demás hombres: la del intérprete. Pues «no es tarea del que cae en trance –dice Platón– o aún está en él juzgar lo que se le apareció o lo que él mismo dijo, sino que es correcto el antiguo dicho que afirma que sólo es propio del prudente hacer y conocer lo suyo y a sí mismo. Por ello, ciertamente, la costumbre colocó por encima de las adivinas inspiradas (¦BÂ J"ÃH ¦<2X@4H :"<Jg\"4H) al gremio de los intérpretes (JÎ Jä< BD@N0Jä< (X<@H), como jueces (6D4JVH). A éstos, algunos los llaman adivinos, porque ignoran absolutamente que son intérpretes de lo que ha sido dicho de manera enigmática y de las visiones (JÎ B•< ²(<@06`JgH ÓJ4 J-H *4z"Æ<4(:ä< @ÞJ@4 NZ:0H 6"Â N"<JVFgTH ßB@6D4J"\), pero para nada adivinos, sino que su denominación sería, con absoluta justicia, intérprete (BD@NZJ0H)»29. El intérprete encarna en este marco culturo-lingüístico, la noción aristotélica de «límite común»30, realizando así vía adivina, llámese Pitia, por la traducción-interpretación del mensaje que viene del lugar de la alteridad, la experiencia mistérica del continuo. La pluralidad de figuras del espíritu griego: dioses, adivinos, intérpretes y público oyente, no hace sino remitir a la experiencia mistérica del continuo. Pues la unidad lógico-experiencial del continuo atraviesa la pluralidad de figuras y de sentidos. Un signo de esto es la voluntad de los que instituyeron los misterios, donde precisamente el fondo de la enseñanza trasmitida no era otro sino el del conocimiento experiencial del continuo, a través de lo necesariamente inmortal que es RLPZ, en cuanto entidad diferenciada y separable del cuerpo31. 29 Timeo, 72 a1-b5. Para la noción de «ÓD@H 6@4<`H» véase el análisis aristotélico de la cantidad en las Categorías (6, 4 b26-30; b35-ss; 5 a1; a4-ss), así como su definición en relación con el continuo, del que Aristóteles da cuenta en la Física como sigue: «la continuidad (J` FL<gPXH) pertenece a aquellas cosas en las que en virtud de su naturaleza llega a haber una unidad por contacto (6"J• J¬< Fb<"R4<). Y así como lo continuo llega a ser uno, así también un todo será uno, por ejemplo mediante el enclavado, el encolado, el ensamblaje o la unión orgánica.» Fís., V, 3, 227 a14-17 (trad. G. R. de Echandía). Ed. Gredos, Madrid, 1995, p. 312. 31 «La fantasía prelingüística es la matriz de la filosofía», dice G. Colli, en su Filosofía de la expresión, (trad. M. Morey). Ed. Siruela, Madrid, 1996, p. 105, y añade unas páginas más adelante, «la experiencia de la que el nombre de Eleusis es un recuerdo, y [...] fue la matriz de donde surgieron estos sabios», p. 214. Entendemos que la fantasía prelingüística tiene que ver con la experiencia eleusina, la cual, como mera hipótesis, la suponemos una experiencia mistérica del continuo, en la que los iniciados aprendían a dominar el terror individuationis, efecto de la conciencia de la muerte. Tal es al menos lo que deriva de una de las posibles lecturas del fr. 137 30 01.pmd 16 22/02/2013, 12:42 LENGUAJE DIVINO Y MUERTE DE SÓCRATES 17 Así, la dimensión esotérica del enigma es también prueba de mérito e inteligencia, para quienes, iniciados en los misterios, saben interpretar el significado de los signos. Tal es la opinión de Sócrates en el Fedón, cuando refiriéndose a los entendidos en los misterios dice: «y puede ser que quienes nos instituyeron los cultos mistéricos no sean individuos de poco mérito (@Û N"Ø8@\), sino que, en realidad, se expresaron desde siempre en enigmas (•88• Jè "Ð<J4 BV8"4 "Æ<\JJgF2"4) diciendo que quien llega impuro y no iniciado al Hades yacerá en el fango, pero que el que llega allí purificado e iniciado habitará en compañía de los dioses»32. La producción de enigmas, así como su interpretación, es propio de hombres sabios, sea porque son inspirados, sea porque dan respuesta a la particular conexión de los signos. Ahora bien, de esta sabiduría del límite deriva el poder de convocar a los que pretenden ser iniciados en el conocimiento de la alteridad, del topos donde el objeto del deseo se consolida como promesa de plenitud inmediata (llámese inmortalidad, en cuanto hacernos iguales en poder a lo otro). El problema que plantea esta perspectiva religiosa, aun no siendo dogmática, en cuanto que el individuo recibe ritualmente un alimento espiritual en base a una creencia precrítica, es el del sectarismo. La inteligencia codifica un mensaje dirigido a los pretendientes a la iniciación, cuyo poder consistirá precisamente, tras el rito iniciático, en poseer la clave para interpretar los signos que aparecen en forma de enigmas. Pero esta situación se agota cuando el círculo interpretativo que define el carácter específico de los iniciados pierde su carácter sagrado, esto es, la seguridad que deriva del hecho de poseer la clave de interpretación del mensaje por el que la poderosa divinidad nos da pautas de conducta, incluso post mortem. Cuando esto ocurre, y ocurre porque hay elementos diferenciales que ven de otra manera, no por ello los signos dejan de ser menos signos, ni estamos menos necesitados de intérpretes y profetas. Pero lo que ahora se trata de interpretar, tras la ruptura con la univocidad de sentido propia de la dimensión sacra de la iniciación mistérica, carece de la clave instituida por los que sirven religiosamente a la divinidad y se sirven del instrumento por excelencia del conformismo: la creencia. La interpretación, como enseñanza acerca de lo divino, se hace laica, y los métodos para traducir el contenido del enigma evolucionan hacia formas en las que de algún modo la verificación está presente. Nos referimos a la dialéctica, y más precisamente a la forma que toma en el diálogo socrático creado por Platón, aunque ella no sea más que una aproximación literaria. Aquí, la contradicción propia de la forma del enigma está puesta al servicio del conocimiento de las definiciones, que intenta aprehender mediante conexiones lógicas integradas los sentidos de los valores de los que nuestras acciones son el resultado, surgiendo así desde el enigmático fondo de nuestro ser. Y aun en este nivel lógico, de expresividad convencional, donde todo ya parece ser de Píndaro, donde se dice, «(acerca de los misterios de Eleusis) ¡Dichoso el que contempla aquello y luego va bajo tierra! Conoce ya el fin de la vida y conoce su comienzo, que Zeus da» (trad. E. Suárez de la Torre). Ed. Cátedra, Madrid, 1988, p. 401. 32 Fedón, 69 c3-7. 01.pmd 17 22/02/2013, 12:42 18 IÑAKI MARIETA comprensible sin necesidad de traducir el mensaje cifrado de la divinidad, Platón entiende que el enigma está presente. Escribe Platón en el Cármides: «Entonces da la impresión de que está hablando en enigmas (²4<\JJgJ@) quien definió la sensatez como ‘el ocuparse de lo suyo’. Pues tan simple no era el que tal dijo. ¿O era, tal vez, un tonto aquél a quien le oíste decir esto, Cármides? –De ninguna manera, dijo. Sino que más bien parecía ser muy listo (BV<L ¦*`6g4 F@NÎH gÉ<"4). –Entonces, tanto más se me hace que fue un enigma lo que propuso ("Ç<4(:" "ÛJÎ BD@b$"8g<); de forma que es muy difícil saber qué es eso de ‘ocuparse de lo suyo’».33 La dificultad (P"8gB`J0H) es sin duda la marca del enigma, pues en todos los casos se trata de descodificar la conexión que hace significantes a los signos, aun cuando producen expresiones que designan cosas imposibles. Entendemos, pues, que para Platón toda verdadera voluntad de conocimiento se confronta a una situación hermenéutica paradigmática, superable, en cuanto a la realización del conocimiento se refiere, tan sólo cuando se acepta la presencia de eso «más poderoso que la ciencia o que la razón»34, y que está más allá de los signos divinos, naturales o políticos con los que tratamos cotidianamente. III LENGUAJE DIVINO Si algo caracteriza a la topología de la expresión enigmática, es la relación esencial que guarda con el dominio de la divinidad35. Lo que se dice en el enigma es, sin embargo, indiferente respecto al dominio de lo inmortal o al de lo mortal: su contenido es el mismo para dioses y para hombres. Porque F@N\" no puede haber más que una36; suponiendo para F@N\" el contenido cognitivo del pasado, presente y futuro que posee el omnisciente Zeus37: paradigma arcaico de conocimiento para los mortales. De modo que el continuo (J` FL<gPXH), que los griegos supusieron lógicamente tanto en el fluir incesante de lo mismo como en la permanencia equidistante y perfecta 33 Cármides, 162 a10-b6. Véase nota 3. 35 cf. A. Iriarte, Las redes del enigma, Ed. Taurus, Madrid, 1990. 36 «Los hombres dioses, los dioses hombres: pues razón, la misma (8`(@H (VD ñLJ`H).» (respecto a la posible inautenticidad de este fragmento de Heráclito ver, A. García Calvo, Razón común. Heráclito. Ed. Lucina, Madrid, 1985, pp. 196-198). 37 cf. Hesíodo, Teogonía, vv. 37-39; 56; 286; 520; 545; 550-2; 613; 904. 34 01.pmd 18 22/02/2013, 12:42 LENGUAJE DIVINO Y MUERTE DE SÓCRATES 19 de lo uno, es el mismo para mortales e inmortales38. Porque uno es el padre, y el padre es rey39. A`8g:@H40 designa a unos inmortales, a otros mortales; y hace que unos sean libres y otros esclavos. A`8g:@H manda (–DPg4) que las oposiciones funcionen como un juego violento, en el que los designados dioses tienen, por su inmortalidad, el saber del continuo. Un saber que a nosotros, ‘seres de un día’41, se nos da desmembrado en pasado, presente y futuro, deseando por ello acceder al lugar donde los inmortales contemplan la unidad que a nosotros se nos ofrece de forma discontinua. El radical deseo de saber42 es para los griegos algo natural en el hombre43. Y el precio a pagar por esta naturalidad, esto es, por esta constitución necesitada de conocimiento, es la dependencia respecto a los que todo lo saben: los inmortales44. Pero aun en su inmortalidad, hay algo por encima de ellos, algo que no dominan45, z!<V(60, y el modo de resarcirse es jugando con nosotros. Su juego consiste en hacer que las constituciones que se reconocen naturalmente sabias46 tengan que responder al desafío propio del conocimiento: el enigma. Ya hemos visto47 que la forma del enigma no respeta la forma usual de expresión, la que utilizamos normalmente los mortales entre nosotros. El enigma va dirigido a las naturalezas que necesitan probarse en el desafío del conocimiento. Porque, ¿quién sino se atrevería a responder a lo que en su planteamiento semántico48 no respeta el principio de contradicción? Los dioses, garantes de 38 «A lo que nunca cesa ¿quién escaparía?» Heráclito, D.K. 22 [12] B 16 (la trad. es nuestra). «A`8g:@H BVLJT< :¥< B"JZD ¦FJ4, BV<JT< *¥ $"F48gbH, 6"Â J@×H :¥L 1g@×H §*g4>g J@× *¥ •<2DfB@LH, J@×H :¥< *@b8@LH ¦B@\0Fg J@×H *¥ ¦8gL2XD@LH.» (Heráclito, D.K. 22 [12] B 53) [«Guerra de todos es padre, de todos es rey, y a los unos los señaló dioses, a los otros hombres, a los unos los hizo esclavos, a los otros libres» (trad. A. García Calvo) Razón común. Ed. Lucina, Madrid, 1985, p. 134]. 40 Combate, batalla, lucha, guerra. 41 «¡Seres de un día! ¿Qué es cada uno? ¿Qué no es? El hombre es el sueño de una sombra» Píndaro, Pítica, VIII, vv. 94-96 (trad. cit.). 42 En su forma original: acceso a la contemplación mística del continuo. 43 Aristóteles, Met., A, 1, 980 a21. 44 cf. Hesíodo, Trabajos y días, vv. 267-ss. 45 «La gran fuerza del mundo [entre los griegos], el Destino, estaba fuera de los dioses», J. Burckhardt, Historia de la cultura griega (trad. E. Imaz), t., II, ed. Iberia, Barcelona, 1974, p. 32. (cf. Homero, Odisea, III, vv. 235-240; Píndaro, fr. 93). 46 «Sabio es el que tiene mucha ciencia por naturaleza. Los brutos enseñados, que lancen como cuervos con su charlatanería impotentes graznidos (...)» Píndaro, Olímpicas 2, vv. 85-87 (ed. cit.). 47 cf. Aristóteles y la forma del enigma. 48 La contradicción al nivel de la significación es todavía un juego, aun cuando sea un juego mortal, como es el caso del enigma. El nivel en el que la contradicción alcanza su verdadero valor, es, según Aristóteles, el del rigor onto-lógico. Pues, «la dificultad no está en saber si es posible que una misma cosa sea y no sea simultáneamente hombre en cuanto al nombre, sino en realidad (•88• JÎ BD•(:")» Aristóteles, Met., ', 4, 1006 b20-22 (trad. V. García Yebra). 39 01.pmd 19 22/02/2013, 12:42 20 IÑAKI MARIETA la alteridad, disfrutan de ese privilegio49: poder estar aquí y allí al mismo tiempo; poder decir y hacer lo contrario de lo que han pensado sin que su integridad corra riesgo alguno50; poder, en fin, realizar todos los deseos, o casi, que a nosotros nos están prohibidos51. Lo único que no pueden, por ser los dominios de z!<V(60, es reoriginarse, volver al origen del que surgieron, diferente de ellos mismos, para ser también dueños del principio del que fueron engendrados. Por eso precisamente los dioses juegan a la muerte con nosotros, en el amor, en la guerra y en el conocimiento; mostrando en el caso del conocimiento todo el poder de que son capaces, a través de ciertos mortales que mediatizan sus mensajes: los adivinos. Y todo esto, en Grecia, tuvo su lugar: Delfos52, donde Apolo, a través de la Pitia, respondía al deseo de conocimiento que guiaba a los helenos hasta el templo sagrado. La lógica de aquel lenguaje la fijó por escrito un noble de Éfeso, de cuya escritura sólo nos han llegado fragmentos. Su contenido dice: «Ò –<">, @â JÎ :"<JgÃ`< ¦FJ4 JÎ ¦< )g8N@ÃH, @ÜJg 8X(g4 @ÜJg 6DbBJg4, •88• F0:"\<g4.» 53 49 «Uno y solo lo inteligente no quiere y quiere que se le diga nombre de Zeus (©< JÎ F@NÎ< :@Ø<@< 8X(gF2"4 @Û6 ¦2X8g4 6"Â ¦2X8g4 -0<ÎH Ð<@:"» Heráclito, D.K. 22 [12] B 32 (trad. A. García Calvo, op. cit., pp. 124-15) (cf. Odisea, V, vv. 104-105) 50 cf. Aristóteles, Met, ', 3, 1005 b23-34. 51 Las relaciones incestuosas entre los dioses sólo se explican porque en la sociedad divina no hay necesidad de reproducirse socialmente, esto es, los dioses no están sometidos a tener que «domesticar una materia y una forma genealógicas que se escapan por todas partes» (G. Deleuze, El antiedipo, trad. F. Monge, p. 22). Precisamente lo otro de nuestra sociedad humana. Los dioses, incluso las dos generaciones anteriores a la de Zeus, son materia y forma genealógicamente domesticada, de manera que no se escapan por ninguna parte. Y para atestiguarlo, ahí está Hesíodo (cf. Odisea, VI, vv. 48-49). 52 Según Burkhardt «los griegos no poseían una revelación escrita; nada acerca de sus dioses que les hubiese sido impuesto desde fuera, ni ninguna doctrina religiosa obligada. (...) Tampoco los dioses revelaban nada de eso; el mismo oráculo de Delfos, que dio tantas recomendaciones sobre el culto de divinidades diversas, jamás pronunció una verdad de tipo general, ni ningún consultor, por lo menos en los tiempos auténticamente griegos, se interesó por nada semejante. Si permitió que se inscribiera con letras de oro en su templo toda la experiencia recogida por las sentencias de los siete sabios, ocurrió ello en una época en que todo lo de interés para la nación encontraba su centro en Delfos (...) La creencia griega es pura creación de la nación en cuanto tal, y múltiple como ella en un doble sentido: por la riqueza enorme de figuras y por la diversidad de las leyendas acerca de las mismas figuras y los mismos acontecimientos. Es un politeísmo inicial, junto al cual apenas sí merecen atención los intentos singulares en busca de una unidad del ser divino», J. Burckhardt, op. cit., pp. 21-22. Por su parte, «Anaximandro había convertido Delfos en el centro de su mapa terrestre» O. Gigon, Los orígenes de la filosofía griega (trad. M. Carrión Gútiez). Ed. Gredos, Madrid, 1980, p. 162. 53 «...Y tal como el señor, cuyo templo divinatorio es el que está en Delfos, ni dice ni oculta, sino que da señas.» (Heráclito, D.K. 22 [12] B 93) (trad. A. García Calvo) op. cit., p. 114. 01.pmd 20 22/02/2013, 12:42 LENGUAJE DIVINO Y MUERTE DE SÓCRATES 21 Lo que ocurría en Delfos es precisamente el juego de los signos. El señor que se había hecho con el poder sobre aquel lugar ancestral54, ni decía ni ocultaba (@ÜJg 8X(g4 @ÜJg 6DbBJg4), sólo daba signos (F0:"\<g4). ¿Pero qué significaba?, o mejor, ¿para quién significaba? Ciertamente no para todos. Significaba a través de la Pitia para el hermeneuta, para quien entre los hombres se había destacado por su dominio en el conocimiento de los signos que atañen a las cosas humanas, y por ello y en primer lugar, por su dominio de sí mismo. Dominio al que sólo se puede llegar mediante el conocimiento. Por eso el saludo inscrito a la entrada del santuario de Apolo en Delfos, decía, «'<ä24 Fg"LJ`<»55. Estos son pues los dos contrarios que opone el rey A`8g:@H: por una parte, el poder sobre el continuo, el conocimiento del ayer, del hoy y del mañana, para nosotros, por otra, y como condición de acceso a aquello a lo que nuestra naturaleza nos impele necesariamente, el dominio de los límites mortales que definen nuestro ser, en los otros y en mi individualidad diferenciada. Así, el juego se establece entre estas dos esferas: la divinidad omnisciente, por un lado, y la mortalidad que domina sus propios límites, por otro. De este modo, todo aquél que se sienta capaz, necesitado de confrontar el dominio que tiene de sí mismo, en una prueba definitiva, puede interrogar al oráculo, o puede medirse con otro semejante que también se considere dueño de sí mismo. La victoria que deriva de dar la buena respuesta supone la confirmación divina en la sabiduría: algo en nosotros conecta con el poder de contemplación y de dominio propio de los dioses. La derrota, efecto de la mala respuesta, no hace sino confirmar nuestra condición mortal, obligándonos a aceptar inmediatamente el desenlace fatal que ya está inscrito en nosotros. El lenguaje divino tiene pues esta particularidad délfica: la de presentarnos signos que aun cuando dicen cosas realmente existentes, dimensión material del signo, concluye términos inconciliables, que expresan cosas imposibles, ¿y cuáles no lo son en nuestra búsqueda de sentido?. Para los mortales no hay signo que conlleve naturalmente su sentido56, si se trata de signos mediante los que se pretende alcanzar algún conocimiento acerca de la real naturaleza del continuo. Porque en ello estriba la problemática del conoci- 54 cf. A. Iriarte, op. cit., pp. 79-80. Según el Cármides de Platón, la máxima, «conócete a ti mismo», «está dedicada a esto, a una bienvenida del dios a los que entran (...) El dios da la bienvenida, pues, a los que entran al templo, de diferente manera que los hombres (...) Y el dios no dice otra cosa, en realidad, a los que entran, sino ‘sé sensato’ (ETND`<g4). Bien es verdad que habla más enigmáticamente ("Æ<4(:"JT*XFJgD@<), como un adivino (:V<J4H). Porque ‘el conócete a ti mismo’ y el ‘sé sensato’ son la misma cosa (JÎ (•D '<ä24 F"LJ`< 6"Â JÎ ETND`<g4 §FJ4< :¥< J"ÛJ`<), según dice la inscripción (...)» (164 d7-165 a1). 56 El humo es un signo natural por el que sabemos que hay fuego o lo ha habido. Pero de esta relación natural de la que deriva un sentido inmediato para el signo que es el fuego, no obtenemos más beneficio que esta identificación. De modo que parafraseando a Aristóteles, podríamos decir que «el humo se dice unívocamente». 55 01.pmd 21 22/02/2013, 12:42 22 IÑAKI MARIETA miento que nos interesa como mortales (míticamente), y como griegos (lógicamente). Pero el dios de Delfos no responde, si no ponemos nuestro mortal patrimonio en juego, aquí y ahora. Y aún en sus respuestas sólo hay indicaciones (FZ:"J"). ¿Quién se atreve? IV LA DIVINA MUERTE DE SÓCRATES La muerte de Sócrates tuvo lugar bajo los efectos que sobre su cuerpo produjo la ingestión de la substancia letal (NVD:"6@<)57 que contiene la cicuta58. La ingestión, en forma de bebedizo, del preparado vegetal fue el cumplimiento de la pena impuesta tras el juicio por la acusación en la que se le inculpaba de «[corromper] a los jóvenes y no [creer] en los dioses en los que la ciudad cree, sino en otras divinidades nuevas»59. Sócrates aceptó la pena de muerte60, no reconociéndose por ello culpable de los cargos que presentó la acusación de Méleto61. En lo que sí puso todo su empeño fue en mostrar, no tanto lo erróneo de la última acusación, pues era evidente, tal como demostró en varios momentos de su defensa, que sus acusadores, Méleto especialmente, se contradecían de manera flagrante62, sino que contra él había una trama que funcionaba desde antiguo63 y cuyo origen ignoraban los mismos atenienses. En la defensa que lleva a cabo Sócrates para demostrar lo infundado de las acusaciones vertidas contra él hay una clara voluntad de ajustar cuentas con sus conciudadanos, los cuales, por falta de criterio propio, se han dejado arrastrar desde niños, hasta el punto de dar crédito a los chismes que corrían en Atenas en torno a la sabiduría, mil veces desmentida, de Sócrates64. A pesar de la poca estima que Sócrates sentía por sus conciudadanos65, y del desdén que mostraba por las mayorías66 y los pueblos67, en su condición de grupos dirigidos cuya única fuerza estriba en el número, frente a la capacidad de raciocinio que es siempre individual y nunca colectiva, aceptó la injusta pena que le fue impuesta. Quizá, porque «a mí [Sócrates] la muerte (...) me importa un 57 Fedón, 117 a7; e6-7. Fedón, 117 a5-118 a17. 59 Apología, 24 b8-c1; Carta VII, 325 b7-c6. 60 Ibid., 35 e1-36 a3. 61 Ibid., 28 a3-5 (cf. 17 a4; b7-8). 62 Ibid., 24 c4-26 b2; 26 b2-27 a1; 27 b3-28 a2. 63 Ibid., 18 b1-e4; 19 b2-20 d4. 64 Ibid., 18 b4-19 a2. 65 Eutifrón, 3 c7-d2. 66 Critón, 44 c-d. 67 Apología, 31 e-32 a. 58 01.pmd 22 22/02/2013, 12:42 LENGUAJE DIVINO Y MUERTE DE SÓCRATES 23 bledo»68. La alternativa que se le ofrecía para salvar la vida, pasaba, al menos ante sus ojos69, por tener que cometer algo injusto y sacrílego (–*46@< 6"Â •<`F4@<)70. ¿Pero qué puede haber de injusto y sacrílego en salvar la vida, cuando los que le acusan, juzgan y condenan según las leyes, se dejan llevar por la calumnia y la envidia (*4"$@8Z 6"Â N2`<@H)? 71 Sócrates, es cierto, está más allá de los motivos de los hombres, para bien y para mal: su senda la traza 6"J• JÎ< 2g`<72. Pero la divinidad, para el sabio ateniense, no es un fin en sí misma. El horizonte al que aspira la acción inquisitiva de Sócrates, en su afán filantrópico73, es el de preservar la integridad de la A`84H: espacio constitutivo de lo humano por excelencia. Para ello, el único garante es el respeto de las leyes, que sólo se consolida por la educación en las acciones justas y pías, por mucho que la divinidad sea el fundamento último sobre el que dichas leyes asientan su legitimidad. De este modo, el martirio de Sócrates en favor de las leyes de la ciudad se presenta en el Critón74 como la razón última que guió al filó-sofo en su postrer elección. Ahora bien, si la muerte de Sócrates queda justificada en el respeto absoluto a las leyes constitutivas de la A`84H, su voluntad dialéctica, en cuanto apropiación negativa de un saber que no poseía75, tuvo desde antiguo la ocasión de confrontarse a algo más profundo y oscuro, cuyo signo literario en Platón lo identificamos con la respuesta del oráculo a la pregunta de su amigo Querefonte. Es partiendo de la respuesta del oráculo como hay que valorar la aparición en el texto de Platón, de lo que ha quedado 68 Ibid., 32 d1-2. Esta expresión de desprecio hacia lo que durante siglos aterrorizó a los héroes homéricos, como el peor de los males –la muerte y el lugar de sus efectos, el Hades [«pues Hades, ciertamente, inexorable es e inflexible; y por eso, asimismo, el más odioso de los dioses es para los mortales» Iliada, IX, 158-159 (trad. A. López Eire)]–, es uno de los motivos del rechazo de Nietzsche hacia la figura del sabio ateniense. Así, según A. Tovar, si «en el fondo, su filosofía consistía esencialmente en ese desprecio del instinto que nos liga desesperadamente a la vida» (op. cit., p. 384) [«silénico ser extremo de Sócrates» F. Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, (trad. A. Sánchez Pascual), p. 224], es porque Sócrates tenía alguna espectativa puesta en el más allá, efecto de su optimismo dialéctico y ético, lo que implica la positivación metafísica de un teritorio ignoto, del que la tradición pre-órfica descartaba su habitabilidad para los humanos, y hasta para los dioses (cf. Hesíodo, Teogonía, vv. 736-744). 69 Platón deja bien claro, cuando escribe sobre la condena y la pena de muerte impuesta a Sócrates, que todos en torno a Sócrates estaban dispuestos a no escatimar medios para salvar al maestro. 70 Apología, 32 d2-4 (cf. Gorgias, 505 b3) 71 Ibid., 28 a8-9. 72 «Siguiendo los dictados del dios» idem, 22 a4-5 y 23 b5 (cf. 19 a6-7; 28 e4-29 a2; 31 e8-d1; 33 c4-7). 73 Eutifrón, 3 d6-9. 74 Critón, 54 b3-d2. 75 Apología, 23 a3-5; 38 c3-4. 01.pmd 23 22/02/2013, 12:42 24 IÑAKI MARIETA ensombrecido por la dimensión filo-sófica de Sócrates, la forma enigmática en que Méleto formuló su acusación76. Prueba concluyente de que, en efecto, la acusación de Méleto es una expresión enigmática, perteneciente por lo tanto a la tradición sófica de la lógica del enigma77, es, además de su evidente formulación contradictoria («Sócrates delinque no creyendo en los dioses, pero creyendo en los dioses»), el hecho de que Sócrates lo entienda como si de un juego (B"\.@<J@H)78 se tratara. Pues, «la fórmula fatal es un juego del dios, o una agresión arbitraria al sabio»79. El hecho de que Sócrates quisiera desestimar la acusación de Méleto por falta de seriedad no es sino un signo de que Sócrates no captó la dimensión sapiencial a la que le confrontaba la acusación. A la pregunta de Querefonte80, el oráculo délfico responde que «nadie es más sabio»81 que Sócrates82. La ignorancia de los atenienses respecto a esta afirmación indudable83, está en el origen, según Sócrates, de sus especulaciones acerca del pretendido saber socrático; corruptor de menores y sacrílego para con los dioses de la ciudad. Al primero que causa extrañeza la respuesta del oráculo es al propio Sócrates, quien afirma: «yo tengo conciencia de que no soy sabio ni mucho ni poco»84. Ahora bien, Apolo no puede mentir, no le es lícito (2X:4H). Sócrates se interroga «¿qué dice realmente el dios y qué indica en enigma? (J\ B@Jg 8X(g4 Ò 2X@H, 6"Â J\ B@Jg "Æ<\JJgJ"4)(...) ¿qué es lo que realmente dice al afirmar que yo soy muy sabio?»85. Sócrates tiene clara conciencia de que la respuesta dada a su amigo Querefonte está en 76 Ibid., 27 a1-8. Ver nota 14. 78 Apología, 27 a7-8. 79 G. Colli, Después de Nietzsche (trad. C. Artal). Ed. Anagrama, Barcelona, 1978, p. 128. 80 «preguntó si había alguien más sabio que yo [Sócrates]»Apología, 21 a6. 81 Ibid., 21 a6-7. La fórmula enigmática de la Pitia tiene su parangón en el célebre pasaje de la Odisea, en el que Ulises logra escapar de la cueva, donde el feroz cíclope Polifemo ha devorado a algunos de sus compañeros, gracias a una artimaña lingüística, propia del B@8bJD@B@< Odiseo: «Cíclope, ¿me preguntas mi célebre nombre? Te lo voy a decir (...). Nadie es mi nombre, y Nadie me llaman mi madre y mi padre y todos mis compañeros» (9, vv. 364-67). Quizá, Sócrates, en lugar de indagar via negationis, dirigiéndose a los políticos, poetas y artesanos, con la intención de mostrar que eran más sabios que él y así refutar al enigma, hubiera debido interpretar que, en efecto, ya hubo un Nadie más sabio que él, de quien las artimañas estaban relatadas sin ser él mismo su autor, y no empecinarse en confrontarse al enigma de un modo tan personal. Pero Sócrates era un sabio y tenía, por lo tanto, una cuenta pendiente con la prueba por excelencia del conocimiento: el enigma. La desgracia en su caso es que no supo dar la buena respuesta. 82 Para una interpertación de la respuesta del oráculo délfico a Querefonte y de su interpretación por Sócrates (cf. A. Tovar, op. cit., pp. 366-7). 83 Apología, 21 b6-7. 84 Ibid., 21 b4-5. 85 Ibid., 21 b3-6. 77 01.pmd 24 22/02/2013, 12:42 LENGUAJE DIVINO Y MUERTE DE SÓCRATES 25 clave enigmática, pues la Pitia formula la palabra verdadera del dios a través de enigmas ("Æ<\JJgJ"4). Por ello, Sócrates estuvo mucho tiempo «confuso sobre lo que quería decir»86. En la interpretación de la expresión enigmática reside el valor original de la sabiduría87. Si, en efecto, «Sócrates se distingue de la mayoría de los hombres»88, la diferen89 cia tiene que consistir en esa «sabiduría propia del hombre (•<2DTB\<0 F@N\")»90, por la que Sócrates reconoce, tras su experiencia refutativa de los pretendidos sabios91, que «la sabiduría humana (•<2DTB\<0 F@N\") es digna de poco o nada»92, y en ese sentido, la conclusión a la que llega Sócrates acerca de la respuesta enigmática de la Pitia, es que «es el más sabio, el que, de entre vosotros, hombres, conoce, como Sócrates, que en verdad es digno de nada respecto a la sabiduría»93. Apolo se sirve de Sócrates para mostrar a los atenienses, y a todo el que quiera oir al sabio de Atenas, la insalvable separación en cuanto al conocimiento existente entre mortales e inmortales, con el fin de que los hombres tomen conciencia, como lo ha hecho Sócrates (Fb<@4*")94, de que el verdadero fundamento del saber reside en 86 Ibid. 21 b7. Aristóteles escribe: «...[Homero] preguntó al dios quiénes eran sus padres y cuál era su patria; yel dios respondió así: Patria de tu madre es la isla de êos, que, a tu muerte, te acogerá, pero guárdate del enigma de los jóvenes. ...Llegó a êos. Allí, sentado en una roca, vio a unos pescadores que se acercaban a la orilla y quiso saber si habían pescado algo. Ellos, que no habían cogido nada, sino que sólo estaban despiojándose, ante la falta de pesca contestaron: Lo que cogimos dejamos, lo que no cogimos llevamos. Aludían con este enigma a que los piojos que habían podido coger los habían matado y los habían tirado, pero los que no habían podido coger los debían llevar en los vestidos. Homero, incapaz de resolver el enigma, murió descorazonado» Aristóteles, Sobre los poetas, fr. 8. en G. Colli, La sabiduría griega, pp. 353355. Esta anécdota (•<X6*@J@< de •<-, ¦6*\*T:4: no-, publicado, traducido, interpretado=inédito), «como muchas anécdotas griegas, –dice A. Tovar–(...) envuelve un profundo sentido poético, es decir, más verdadero que si fuera histórico» (op. cit., pp. 357-7). El sentido verdadero que conviene a la expresión poética, según Tovar, no es sino efecto de la dimensión filosófica propia de la poesía, según Aristóteles, porque «la poesía es más filosófica y elevada que la historia; pues la poesía dice más bien lo general (J` 6"2`8@L), y la historia, lo particular» Poética, 9, 1451 b5-7. 88 Apología, 35 a1. 89 Ibid., 29 b3. 90 Ibid., 20 d8. 91 cf. Apología, 22 a1-e6. 92 Ibid., 23 a6-7. 93 Ibid., 23 b2-4. «¿Por qué esperas que sea sabiduría aquella que un hombre sostiene un poco por encima de otro hombre? No hay, sábelo, forma de indagar los designios divinos con la razón humana: de madre mortal nació» Píndaro, fr. 61,ed. cit.., p. 377. 94 Apología, 22 d1. 87 01.pmd 25 22/02/2013, 12:42 26 IÑAKI MARIETA su carácter divino. La tarea de la que se siente divinamente investido Sócrates95 respecto a sus conciudadanos hay que entenderla como el ministerio socrático encaminado a delimitar y renovar el tradicional espacio del saber. Mantener el tradicional respeto a la divinidad, pasa ahora, según Sócrates, por la actividad intelectual consistente en el intento por dar cuenta de la razón última de lo que decimos saber. Si la distancia entre mortal e inmortal es insalvable en cuanto al conocimiento lo es por la onto-logía que sustenta dicha diferencia. Pero la excelencia, con todo el respeto debido a la divinidad, la lograremos al adentrarnos en el conocimiento del origen, tanto de la diferencia en cuanto al ser de lo mortal/inmortal, como por el conocimiento de los valores que inmortalizan nuestra mortalidad, y en última instancia las leyes de la A`84H. El propósito de Sócrates se enfrenta a la sospecha de los que, ignorantes del origen de lo que realmente pasa, reaccionan mediante calumnias, derivadas de la envidia, en defensa de la sacrosanta tradición identificadora y protectora, con el único fin de no tener que confrontarse a la novedosa actividad raciocinante, en su forma socrática: la dialéctica. Así, escribe Colli, «lo que Sócrates teme se confirmará: este enigma fatal, arrojado por la envidia y la arrogancia de Méleto en el camino de Sócrates y de Atenas, alcanzará su finalidad, es decir, ‘engañará’ a Sócrates y a Atenas. La condena significa que Sócrates no consiguió convencer a los jueces de que Meleto se contradecía: el engaño, a través de su enigma, ha prevalecido»96. Pero, si el enigma es la prueba de conocimiento para el sabio, Sócrates decidió confrontarse a la acusación de Méleto con argumentaciones filo-sóficas, en lugar de responder tout court al enigma que se le planteaba: entendiendo que la significación que contenía la acusación era de índole política y las leyes el marco en el que dirimir su defensa. La lucha entre Delfos (sofía) y Atenas (filosofía) se saldó con la muerte de quien, reconocido sabio97, optó por transferir su condición de elegido al ámbito de la búsqueda filo-sófica, en lugar de instalarse en el espacio tradicionalmente asignado al intérprete conocedor de respuestas, en favor, por lo tanto, de la disciplinada y trabajosa ascensión dialéctica hasta la dimensión abstracta del ser de la ley: inequívoca voluntad de humanizar lo humano. El efecto de esta voluntariosa anábasis fue la entronización del método dialéctico como instrumento de conocimiento que da acceso, en la extensión platónica, al lugar de lo que verdaderamente es, sin el aditivo circunstancial de la divinidad antropomorfa. 95 Ibid., 28 e4-29 a2. «La misión que el dios délfico le había confiado, y a la que no podía renunciar (...) era (...) el mayor beneficio que Apolo había hecho a la ciudad» A. Tovar, op. cit., p. 371. 96 G. Colli, «Sócrates ante los jueces», en Después de Nietzsche, p. 138. «Aquella porfía, el agón, peculiar a la vida griega, el cual había de revelarse en todos los dominios como la fuerza suprema», J. Burckhardt, op. cit., p. 29. 97 Apología, 23 b2-4. 01.pmd 26 22/02/2013, 12:42 LENGUAJE DIVINO Y MUERTE DE SÓCRATES 27 Sócrates murió como un sabio por no haber salido victorioso de la prueba del enigma98, pero con la novedad de que teorizó su propia desaparición como individuo en favor de las nuevas deidades laicas de la A`84H: las leyes. Pero, aun cuando individuos como Sócrates renuncian al saber en favor de la filo-sofía y de su corolario en forma de leyes, éstas no son capaces de proteger sino a los que ya las respetan. Cuando falta el temor ante el poder divino, el respeto de la ley requiere una educación tan avanzada que es casi una pura utopía. De este modo, llegar a lo que verdaderamente es como asidero para legitimar la operatividad de las leyes requiere un último paso, consistente en confrontarse radicalmente al proyecto de la ciudad ideal, que Platón describió en sucesivos textos. En ese momento de crisis surge el dilema entre ser dueños de un destino que desconocemos o acomodarnos a una circunstancialidad específica cuyos signos no dejan de presentársenos en forma de enigma. La significación específica como afirmación de sí mismo contrasta generalmente –cuando no se opone radicalmente– con el proyecto humano de conocimiento, que pasa en primer lugar por acatar las leyes que nos obligan a responsabilizarnos de nuestros actos. Sócrates, quien hasta el final de su vida mantuvo la voluntad de afirmar su diferencia más allá del límite de lo políticamente correcto, salió victorioso del viejo combate del conocimiento, no ya como el sabio que es, sino como filó-sofo, inmolándose para la posteridad en nombre de las leyes constitutivas de la A`84H. 98 «Me embarga la admiración ante la magnífica opulencia de esa higuera tan pequeña: ¿podrías contar sus frutos? [preguntó el adivino Calcante. A lo que el adivino Mopso, hijo de Manto, que era hija de Tiresias, respondió] «Su número es diez mil, pero su medida es un medimno; hay uno de sobra, pero ése no podrás añadirlo». Así dijo; y les resultó exacto el cálculo del número. Al punto, el sueño de la muerte entenebreció a Calcante» Hesíodo, fr. 278, in G. Colli, La sabiduría griega, p. 347. 01.pmd 27 22/02/2013, 12:42